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La malnutrición, una enfermedad de índole social

Enviado por Madelin Cruz Valle


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Conceptos generales
  3. Algunos antecedentes históricos de la malnutrición
  4. La transición alimentaria y nutricional una paradoja que refleja la desigualdad económica y social y un reto para la salud en el siglo XXI
  5. Malnutrición y desarrollo, dos categorías que se influyen mutuamente
  6. ¿Qué hacer ante este problema?
  7. Conclusiones
  8. Referencias bibliográficas

Introducción

En las últimas décadas se ha producido un incremento del interés por la tecnología y han proliferado también las reflexiones históricas, sociológicas y filosóficas sobre ella, las que toman en cuenta sus fuertes interacciones con la ciencia y con la sociedad.

Si bien la ciencia y la tecnología nos proporcionan numerosos y positivos beneficios, también traen consigo impactos negativos, de los cuales algunos son imprevisibles, pero todos ellos reflejan los valores, perspectivas y visiones de quienes están en condiciones de tomar decisiones concernientes al conocimiento científico y tecnológico.

Investigar sobre la ciencia, es un objetivo que comparten disciplinas muy diversas como la Historia de la Ciencia, la Sociología de la Ciencia, la Filosofía de la ciencia, todas de larga tradición. En las últimas décadas se ha producido un incremento del interés por la tecnología y han proliferado también las reflexiones históricas, sociológicas y filosóficas sobre ella, las que toman en cuenta sus fuertes interacciones con la ciencia y con la sociedad (1).

El hombre, por su esencia social, posee rasgos fundamentales y particularmente específicos que lo diferencian radicalmente de los animales. Esto obliga a enfocar la salud de las personas no sólo desde posiciones biologicistas, sino tomando en consideración también las características sociales y dentro de éstas, las psicológicas y espirituales, por tanto podemos considerar a la salud humana como un estado de equilibrio entre los aspectos biológico, psicológico y social del individuo. Si llevamos este concepto a la sociedad es necesario señalar que la salud desde el punto de vista social está determinada por las características biológicas de los hombres, el ámbito socio-cultural-económico en que estos se desarrollan, los factores medioambientales que lo rodean y los factores político-institucionales del país en cuestión. Las características biológicas son aquellas que tienen relación con la susceptibilidad individual a adquirir determinadas enfermedades. El ámbito socio-cultural-económico incluye elementos asociados con la pobreza y equidad, escolaridad y pautas culturales, nivel de empleo y de salarios, acceso a seguridad social y cobertura de los programas asistenciales. Los factores medioambientales definen el entorno en que vive un sujeto y su familia, incluyendo los riesgos propios del medio ambiente natural y sus ciclos (como las inundaciones, sequías, heladas, terremotos y otros) y los producidos por el mismo ser humano, o entrópicos (como la contaminación de las aguas, el aire y los alimentos, expansión de la frontera agrícola, etc). Los factores político-institucionales incluyen a las políticas y los programas gubernamentales orientados a resolver los problemas alimentario-nutricionales de la población así como garantizar la accesibilidad de todos a las instituciones de salud y a los adelantos de la ciencia y la tecnología (2).

Las desigualdades económicas y sociales se reflejan en la salud de la población y en los tiempos actuales, donde la globalización ha tomado auge, esta brecha se profundiza cada vez más.

La malnutrición es una de las enfermedades más difundidas por el mundo entero, su prevención y tratamiento es eficaz y barato y en ella se ponen de manifiesto con mayor crudeza, como influyen las desigualdades económicas y sociales en el estado de salud de una población. Esta enfermedad ha acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, pero la forma de valorarla ha ido evolucionando a través de las diferentes épocas. Por concepto siempre se han incluido en ella las dos vertientes: por defecto (desnutrición) y por exceso (sobrepeso y obesidad). Durante mucho tiempo se le prestó atención preferencial a la desnutrición por ser esta la más frecuente y la que con mayor crudeza demostraba todo el daño que ella puede causar, incluso en ocasiones se llegó a utilizar ambos términos (malnutrición y desnutrición) como sinónimos. Durante los años 70 y 80 del pasado siglo el problema alcanzó tal magnitud que llamó la atención de la comunidad internacional y múltiples instituciones elaboraron planes y estrategias para enfrentarla. Estas estrategias daban prioridad fundamental al aspecto económico del problema, subvalorando el papel del resto de los factores (3).

En la última década del pasado siglo hubo regiones donde se evidenciaron avances en la lucha contra la desnutrición pero hubo otras donde el problema se incrementó. De forma general se evidenció a nivel mundial un marcado incremento de la otra vertiente del problema, la obesidad, muchas veces coincidiendo ambas formas (por exceso y por defecto) en los mismos hogares. Para algunos este hecho es una muestra de los cambios en los hábitos de alimentación de la población, para otros una evidencia del mejoramiento de la economía mundial con incremento del poder adquisitivo de la población, pero para la mayoría es un dato alarmante y una clara evidencia de la necesidad de algo más que puras mejoras económicas como arma para la lucha contra este flagelo (4).

Estos cambios ocurridos en el estado nutricional de la población no pueden ser vistos como hechos aislados, sino como una muestra de que cada vez se hace más evidente la interrelación existente entre la pobreza, la salud y el desarrollo social. La primera es causa del deterioro de la salud y ésta, a su vez, es elemento fundamental en el mantenimiento del estado de pobreza. El desarrollo social se explica como la única alternativa que tiene la humanidad de sobrevivir ante la difícil situación por la que atraviesa. Es el elemento capaz de romper el ciclo pobreza-salud-pobreza y es de vital importancia señalar la no necesidad de recursos económicos adicionales para ir solucionando esta situación, sino la redistribución justa de la riqueza existente (5).

En Octubre del 2008, en alocución ante el Segundo Simposio de Alto Nivel de la OMS, la Dra. Margaret Chan, Directora General de esta organización reconocía: "Cuando algo tan fundamental para la vida como son los alimentos alcanza precios que quedan fuera del alcance de los pobres, tenemos que reconocer que hay algo que se ha hecho mal, muy mal". Evidentemente la comunidad internacional está "despertando" a la realidad y se está dando cuenta que nunca seremos capaces de encontrar la solución al gran problema que representa la malnutrición en tanto no seamos capaces de analizarlo en toda su dimensión y ver la estrecha vinculación entre este, el desarrollo económico y el desarrollo social (6).

El objetivo de este trabajo es demostrar que la malnutrición constituye una enfermedad de índole social por lo que se hace necesario, a la hora de erradicarla, tomar en consideración los aspectos socio económicos que la sustentan.

DESARROLLO

Conceptos generales

La ciencia es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados obtenidos mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y esquemas metódicamente organizados(7).

Salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este concepto como el perfecto estado de bienestar físico, mental y social. No es solo la ausencia de afecciones o enfermedades. Si aceptamos que la buena salud es la capacidad de funcionar al más alto nivel desde el punto de vista físico, mental y social, cabe considerar en segundo término los factores que la permiten, lo que nos lleva a valorar en forma lógica las necesidades humanas básicas (8).

El estado nutricional se puede definir desde el punto de vista fenoménico, como la resultante de la interacción dinámica, en tiempo y espacio, entre alimentación y utilización de energía y nutrimentos contenidos en la dieta en el metabolismo de los diferentes tejidos y órganos del cuerpo. Esta interacción puede estar influida por múltiples factores, desde los genéticos que determinan en gran medida la estructura metabólica del individuo, hasta factores propios del entorno, tanto de naturaleza física como química y biológica, así como de índole social. En la actualidad se considera el estado nutricional como un signo vital, posiblemente el más importante de todos (9).

La nutrición adecuada durante la infancia y niñez tempranas es fundamental para el pleno desarrollo del potencial humano de cada niño. Es bien reconocido que el periodo entre el nacimiento y los dos años de edad es una "ventana de tiempo crítica" para la promoción del crecimiento, la salud y el desarrollo óptimos. Las consecuencias inmediatas de la malnutrición durante estos años formativos incluyen una morbimortalidad significativa y un desarrollo mental y motor retrasado. A largo plazo, las dificultades en la nutrición en esta temprana etapa están ligadas a impedimentos en el rendimiento intelectual, capacidad de trabajo, la salud reproductiva, y la salud general durante la adolescencia y la edad adulta, por lo que todas las acciones que se realicen en esa etapa redundarán en un adolescente y un adulto más o menos sano. Varias investigaciones han comprobado que la malnutrición a temprana edad disminuye el potencial físico y cognitivo de los niños, pero también afecta sus rasgos no cognitivos, tales como la motivación y la perseverancia, con el consiguiente perjuicio para su salud, rendimiento educativo y éxito socioeconómico futuros.

La malnutrición es una condición física que se caracteriza por un desorden nutricional producido como resultado del desequilibrio entre las necesidades del organismo y la ingesta de nutrientes, lo que puede conducir tres vertientes fundamentales: la malnutrición por defecto (desnutrición), la malnutrición por exceso (sobrepeso u obesidad) y la deficiencia dietética (falta en la dieta de determinados micronutrientes esenciales, como minerales y vitaminas). La hiponutrición puede ser resultado de ingesta insuficiente, malabsorción, pérdida sistémica anormal de nutrientes debida a diarrea, hemorragia, insuficiencia renal o sudoración excesiva, infección o adicción a fármacos. La hipernutrición puede ser consecuencia de comer en exceso, insuficiencia de ejercicio, prescripción excesiva de dietas terapéuticas. La malnutrición (hiponutrición e hipernutrición) se desarrolla en etapas, lo cual suele requerir mucho tiempo. En primer lugar se alteran los niveles de nutrientes en sangre y/o tejidos, seguido por cambios intracelulares en las funciones y la estructura bioquímicas. Con el tiempo se presentan signos y síntomas que se traducen en diferentes enfermedades que varían en dependencia de la vertiente en cuestión (por defecto o por exceso), así tenemos que la desnutrición, a corto plazo, favorece las infecciones (fundamentalmente respiratorias y diarreicas) y a mediano y largo plazo conduce a un desarrollo psicomotor más lento, poco aprovechamiento docente, desarrollo mental insuficiente, entre otros; mientras que el sobrepeso conduce a problemas psicológicos y de adaptación en la niñez, adolescencia y adultez y mayor predisposición de algunas enfermedades crónicas en la adultez como la Diabetes Mellitus, la hipertensión arterial, las hiperlipidemias, accidentes cerebro-vasculares, problemas ortopédicos y algunos tipos de cáncer(10).

La deficiencia nutricional, se presenta (incluso si el consumo de calorías y proteínas es satisfactorio) cuando existe un insuficiente consumo de determinados micronutrientes esenciales, como minerales vitales, vitaminas y, a menudo, también ácidos grasos esenciales, lo que puede ocasionar diferentes patologías. Entre las principales, la falta de hierro ocasiona anemia, la de yodo origina el bocio y el cretinismo, y la de vitamina A puede dar lugar a la xeroftalmia, desencadenante de la ceguera y una de las principales enfermedades motivada por carencia nutricional durante las hambrunas. La carencia de dicha vitamina A, además, incrementa la susceptibilidad a enfermedades infecciosas como las diarreas, el sarampión o infecciones del aparato respiratorio (11).

Algunos antecedentes históricos de la malnutrición

Por ser la nutrición una necesidad que concierne a los seres vivos, es lógico pensar que los problemas de exceso o deficiencia de nutrientes han acompañado al hombre en su proceso evolutivo. Cabe pensar que desde la antigüedad ha habido seres humanos en los que el exceso o la deficiencia en la alimentación se han expresado en enfermedades identificadas como obesidad y desnutrición, respectivamente.

En la historia de la humanidad hay información acerca de las consecuencias de los brotes epidémicos de hambre insatisfecha en grupos humanos implicados en conflictos bélicos y en catástrofes climáticas. La asociación entre el hambre crónica y la desnutrición era un nexo conocido desde tiempos bíblicos, así en la santa Biblia se expone la revelación profética del fin del hombre y se dice que uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis es el hambre. Aún más, cinco siglos antes de que fuese escrito el nuevo testamento, Hipócrates mencionaba ya que "el vigor del hambre puede influir violentamente en la constitución del hombre debilitándolo, haciéndolo enfermar e incluso, sucumbir"(12).

¿Cómo ha llegado el mundo a esa pobreza-malnutrición que existe en la actualidad?

El triunfo de la Revolución Francesa fue el principal acontecimiento del siglo XVIII y trajo al mundo la irradiación de las ideas burguesas, con su hermoso lema de: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Lamentablemente, la burguesía, en su incontrolable afán de obtener cada día mayores ganancias, a cualquier precio, fue dejando en el camino parte de su hermoso ideario. Lo primero que se perdió fue la fraternidad, incluso entre los propios burgueses. La irrefrenable competencia la consideraba un gran obstáculo. Más tarde, se perdían las ideas de igualdad entre todos los hombres. Finalmente, la libertad ha sido sólo un privilegio de la burguesía en el poder, estando así las cosas hacia finales del siglo XIX, en Nueva York, Gran Bretaña o Suecia la tasa de mortalidad infantil era de más de 100 niños por cada 1000 recién nacidos vivos, similar a lo que ocurre ahora en regiones subdesarrolladas e, incluso, por las mismas causas.

La caída de la tasa de mortalidad infantil en Europa y América del Norte en el XIX fue debida al descenso de enfermedades infecciosas a su vez debida a los adelantos en nutrición y condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y éstas a su vez consecuencia de la Revolución Agrícola del siglo XVIII y la Revolución Industrial de 1750-1850 con la aprobación de leyes de Salud Pública y universalización de la educación. No se puede olvidar que Estados Unidos y estos países de Europa recibían una gran entrada de riquezas y recursos provenientes del saqueo de las colonias y neocolonias que tenían fundamentalmente en América, África y Asia.

Estos cambios que sufrió Europa no pueden ser aplicados a los países subdesarrollados pues la situación socio política de estos países es bien distinta.

La historia se inició con la colonización y los correspondientes abusos de mano de obra hasta el punto de comprar millones de esclavos, importación de sus materias primas y exportación del excedente de capital bajo relaciones comerciales injustas; a esto se sumó el complejo problema de la deuda externa, cuando los países ricos invirtieron a bajos intereses en los países pobres. Además, la recesión económica provocó tal aumento en los intereses a pagar por esos países, que hoy en día todo el dinero que reciben de ayuda lo tienen que devolver. Los países del Tercer Mundo quedaron atrapados y con ello los programas sociales básicos y de supervivencia infantil.

Para evitar que los deudores dejaran de pagar, El Banco Mundial y el FMI les ofrecieron créditos blandos con la condición de que "ajustaran" la estructura de sus economías para seguir pagando su deuda. Para ello han tenido que recortar drásticamente los programas sociales y hacer cambios en su economía para producir exportación y no consumo interior. Estos fueron los llamados "Programas de Ajuste Estructural".

Hasta nuestros días, el modelo económico neoliberal, y sus "políticas sanitarias", caracterizadas cada vez más por las inequidades, no han contribuido al mejoramiento de las condiciones de vida y de salud de las grandes masas de las poblaciones tercermundistas. En los más altos niveles de la dirección política de estos países cada vez más se desentienden de esta cuestión y se preconiza que la salud es una responsabilidad absolutamente individual. Por tal motivo, se privatizan los servicios de atención secundaria y el Seguro Médico protege cada vez un número menor de personas. Mientras esto sucede la atención primaria es enfocada con el tradicional paradigma biologista y le dejan a los epidemiólogos la tarea de luchar sólo contra los agentes biológicos, sin tomar en consideración los factores psicosociales que determinan el estado de salud de la población.

En un intento de la comunidad internacional por revertir esta caótica situación, en Septiembre del 2000, representantes de 189 países, entre ellos 147 jefes de Estado, se dieron cita en Nueva York en la Cumbre del Milenio para adoptar la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, donde se enunciaban los principios y valores que debían regir las relaciones internacionales en el siglo XXI. Los dirigentes de los distintos países asumieron compromisos en siete esferas: la paz, la seguridad y el desarme; el desarrollo y la erradicación de la pobreza; la protección del entorno común; los derechos humanos, la democracia y el buen gobierno; la protección de las personas vulnerables; la atención a las necesidades especiales de África; y el fortalecimiento de las Naciones Unidas.

La Guía general para la aplicación de la Declaración del Milenio, elaborada después de la Cumbre, establecía las metas y objetivos que deben alcanzarse para 2015 en cada una de las siete áreas. Los objetivos del área de desarrollo y erradicación de la pobreza, que se ha dado en denominar Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sitúan la salud en el corazón del desarrollo y representan los compromisos contraídos por gobiernos del mundo entero para redoblar los esfuerzos encaminados a reducir la pobreza y el hambre y dar respuesta a problemas como la mala salud, las desigualdades por razón de sexo, la falta de educación, la falta de acceso a agua salubre y la degradación ambiental. Los ODM también incluyen compromisos para reducir la deuda, fomentar la transferencia de tecnología y establecer nuevas alianzas en pro del desarrollo. Tres de los ocho objetivos están directamente relacionados con la salud, y todos los demás tienen importantes efectos indirectos en ella (13).

A pesar de todos estos acuerdos, solo se han visto mejorías en algunos países, pero en sentido general la situación a nivel mundial empeora cada día más. Recientemente, en el mes de Junio del 2008, en la Cumbre Mundial de la FAO, el director mundial de esta organización, Jacques Diouf, expresaba en su informe que en el 2006 el mundo gastó 1.6 billones de dólares en armamentos, se desperdició comida por valor de 100000 millones de dólares y el exceso de consumo por parte de los obesos ascendió a 20000 millones de dólares, sin embargo no es posible encontrar los 30000 millones de dólares al año que permitan alimentar a los 862 millones de personas hambrientas que hay en el mundo. Más adelante señalaba…"nadie entiende como en los países desarrollados puede crearse un mercado para las emisiones de carbono por valor de 64000 millones de dólares, pero no se encuentran fondos para prevenir que cada año la deforestación destruya 13 millones de hectáreas", y concluía "el problema de la inseguridad alimentaria es político. Es una cuestión de prioridades de cara a una de las más fundamentales necesidades humanas y son los Gobiernos con sus decisiones los que determinan el reparto de los recursos" (14).

La transición alimentaria y nutricional una paradoja que refleja la desigualdad económica y social y un reto para la salud en el siglo XXI

Los profundos cambios que han enfrentado los países de todo el mundo en las dos últimas décadas como consecuencia de la globalización e internacionalización de la economía, han traído como consecuencia el aumento de las desigualdades sociales, económicas, culturales y políticas, entre los países y entre los pobladores de un mismo país, así como incremento de la pobreza y el hambre. Entre los efectos fundamentales de estas desigualdades se presenta la paradoja de la malnutrición; por un lado, la desnutrición y, por otro, la obesidad, caras éstas de una misma moneda, que tienen que ver, en última instancia, con el concepto de seguridad alimentaria.

De los 815 millones de personas que padecen hambre en el mundo, 780 millones están en los países menos desarrollados; pero, según la revista digital loquesomos, los datos presentados por el Worldwatch Institute pusieron en entredicho el pensamiento clásico: por primera vez en la historia, el número de personas sobrealimentadas en el mundo iguala la cifra de las subalimentadas. Los países en vías desarrollo han engrosado las filas de los países que afrontan el problema de la obesidad. En Togo, donde casi el 10% de la población presenta un peso inferior al normal, cuenta con casi un 20 % de habitantes con exceso de peso. Igual que en Ghana, con unos porcentajes del 20% en ambos casos. En China, el número de personas sobrealimentadas aumentó desde casi el 10% al 15% en tres años. En Brasil y Colombia, la cifra es de alrededor del 40%, nivel comparable con el de diversos países europeos. Incluso en el África subsahariana la obesidad está aumentando, sobre todo entre la población urbana femenina (15).

Según revelan varios estudios, la pobreza, no los malos hábitos, es la causante de obesidad. No es que la gente no sepa qué comer, sino que no tiene el dinero para hacerlo bien.

Para el investigador Alejandro Cerda García no hay duda de que a "mayor pobreza, mayor obesidad". Los estudios son contundentes: "los gordos mantienen la llamada "dieta del pobre" basada en comida chatarra". En los pobres la obesidad se relaciona a episodios de desnutrición en edades tempranas incluso durante la vida intrauterina, estas carencias generan una respuesta de adaptación al escaso aporte que, en sucesivas etapas de mejor ingesta dan como resultado un aumento de peso. La obesidad en estos pacientes se relaciona con sobre ingesta pero se acompaña de deficiencias nutricionales por consumo de alimentos con elevada densidad energética pero bajo poder nutricional. Es una concepción errada la de aquellos que analizan este fenómeno de forma superficial y plantean que la disminución de la prevalencia de desnutrición aguda y el aumento de la obesidad es un indicador de opulencia. La obesidad y la desnutrición coexisten en niños de las mismas regiones y estratos sociales, en las mismas familias pueden encontrarse madres obesas e hijos desnutridos, incluso en el mismo individuo pueden coincidir la obesidad con el retraso crónico del crecimiento y deficiencias de micronutrientes. Considerar, entonces la desnutrición y la obesidad como condiciones opuestas es una concepción errónea del problema en cuestión pues ambas son dos caras del mismo asunto.

Por otra parte la capacidad de información en los países empobrecidos es limitada por lo que no pueden acceder a los datos necesarios para valorar en su justa medida el peligro del aumento de la obesidad y de las enfermedades crónicas asociadas a ella. A esto hay que sumarle, como señala el comandante Fidel Castro en el discurso pronunciado en el acto con motivo de la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina, el escandaloso "éxodo de cerebros" que se produce desde los países pobres a los ricos, la fuga de ese personal significa que los países pobres subsidian cada año a los ricos por ese hecho en 500 millones de dólares y dejan desprotegidos a sus coterráneos que tanto los necesitan. Lo cierto es que cada vez con mayor frecuencia coexisten desnutrición y obesidad en los hogares pobres, cada día aumenta la cantidad de personas que mueren por enfermedades relacionadas con ambas vertientes del mismo problema y esto ocasiona cada vez mayor injusticia social (16).

Malnutrición y desarrollo, dos categorías que se influyen mutuamente

Durante mucho tiempo, para gran parte de los estudiosos del tema, el concepto de desarrollo estaba muy estrechamente ligado con el crecimiento económico. Por mucho tiempo se pensó que la consolidación económica era la forma de alcanzar el desarrollo de los pueblos, se consideraba que los beneficios se revertirían sobre los sectores menos favorecidos y en situación de pobreza; hoy día no es un secreto que países con buen índice de crecimiento económico y tecnológico, presentan en su interior grandes desajustes sociales que hacen dudar del alcance de las metas del desarrollo y, por otro lado, algunas sociedades, con ingreso relativamente modestos, lograron niveles de bienestar humano ciertamente satisfactorios. La realidad ha demostrado que la perspectiva económica sola no da respuesta a los problemas globales del desarrollo, el crecimiento económico no es suficiente para mejorar las condiciones de pobreza y bienestar de los pueblos; para que el crecimiento económico se revierta en bienestar colectivo, es necesario integrar la dimensión de desarrollo social, vista desde la temática central del capital humano y social. La India es un vivo ejemplo de esto, en el año 2007, el Producto Interior Bruto (PIB) de este país creció un 9.2%, y en el 2008 lo hizo en una cifra no oficial del 7% (no olvidemos que la mayoría de los países occidentales tuvieron crecimientos negativos o cercanos a cero); sin embargo, en el mes de Junio del 2008, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) alertó que la desnutrición en la India estaba alcanzando al 80% de la población infantil. La portavoz en Ginebra, Sara Crowe, subrayó que "la India tiene la tasa de desnutrición infantil más alta en el mundo, más incluso que en el África subsahariana".

La salud es el punto más visible y el más sensible del desarrollo de un país. La asociación entre salud, nutrición y desarrollo han sido ampliamente reconocidas e invertir en nutrición y salud no es sólo una necesidad en sí misma, sino también una condición indispensable para el desarrollo. Priorizar salud y nutrición es una responsabilidad de los estados y está vinculada al cumplimiento de los Derechos reconocidos por diferentes pactos y convenciones internacionales, también es una condición indispensable para garantizar el avance del conjunto de la sociedad y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En el ámbito de la salud, es particularmente visible y sensible el tema de la salud de los niños y de la madre. La pobreza y los daños a la salud desde la concepción y en los primeros años de la vida, tienen repercusiones, a menudo irreversibles, sobre el futuro desarrollo del adolescente y del adulto.

Una proporción importante de los daños a la salud, en términos de muerte y enfermedad se asocian a una mala nutrición, siendo este un indicador muy elocuente que sintetiza toda una historia de deprivación. La malnutrición constituye la resultante de una pluralidad de factores que actúan de forma sinérgica y condicionamientos mutuos muy poderosos cuyos efectos pueden surgir desde la concepción, y mientras más temprano surjan, mayor será la dificultad para revertirlos. La perpetuación de la malnutrición a través de generaciones es común: madres malnutridas promueven hijos malnutridos, estableciéndose un círculo vicioso de graves consecuencias. Para romper este círculo vicioso no se puede ignorar la influencia que sobre este aspecto tienen, además de los ingresos económicos, otros elementos esenciales como la educación, el empleo, la planificación familiar ejercida sin coacciones, el acceso a servicios de salud de calidad, el ambiente físico y social adecuados.

El doctor Ricardo Uauy, en el discurso pronunciado al recibir el premio Horwitz de liderazgo en salud en las américas, decía: "Las poblaciones bien alimentadas son más sanas, presentan tasas de fertilidad y mortalidad más bajas, tienen un mejor desarrollo mental y mejor capacidad cognoscitiva, mayor productividad y son mas proclives a invertir en mejorar sus habilidades para sí mismos como en la educación de sus hijos; redundando en mejores ingresos permanentes, mayores tasas de ahorro y una inversión nacional más alta. Las mejoras en la nutrición y la salud de las poblaciones son claves para alcanzar una reducción verdadera de la pobreza, en contraste con estrategias enfocadas en forma exclusiva al aumento del Producto Interno Bruto (PBI) per capita"(17).

Desde hace mucho tiempo se sabe que la malnutrición dificulta el crecimiento económico y perpetúa la pobreza. El rendimiento de la inversión en nutrición es muy alto. La malnutrición desacelera el crecimiento económico y perpetúa la pobreza por tres vías: pérdidas directas de productividad derivadas del mal estado de salud; pérdidas indirectas resultantes del deterioro de las funciones cognitivas y la falta de escolaridad, y pérdidas originadas en el aumento de los costos de la atención de salud. El Banco Mundial en informe realizado en el 2006 reconoce que los costos económicos de la malnutrición son considerables: se estima que las pérdidas de productividad superan el 10% de los ingresos que una persona obtendría a lo largo de su vida, y debido a la malnutrición se puede llegar a perder hasta el 2% ó el 3% del producto interno bruto (PIB). Por ende, mejorar la nutrición es una cuestión que concierne a la economía tanto como al bienestar social, la protección social y los derechos humanos. Los efectos más perniciosos de la desnutrición se producen durante el embarazo y los primeros años de vida, y las consecuencias de esos daños tempranos para la salud, el desarrollo cerebral, la inteligencia, las posibilidades de beneficiarse de la educación y la productividad son, en gran medida, irreversibles.

Por otra parte hay que tener en cuenta que en la actualidad la biodiversidad mundial está en peligro y ello podría comprometer seriamente a la seguridad alimentaria mundial, por lo tanto, la reducción del consumo y el consecuente acrecentamiento de la masa de insumos alimentarios disponibles harían mucho bien a todos, puesto que contribuirían notablemente a la Seguridad Alimentaria Hogareña, al Desarrollo Sustentable, al Desarrollo Humano, a la Calidad de Vida y a la Seguridad Humana. Ya lo reconoció Jacques Diouf, director mundial de la FAO, cuando planteó: "Si no tomamos rápidamente las valientes decisiones que las circunstancias actuales imponen, las medidas restrictivas adoptadas por los países productores para hacer frente a las necesidades legítimas de su población, las repercusiones del cambio climático y la especulación en el mercado de futuros pondrán al mundo en una situación peligrosa. A pesar de la importancia de sus reservas monetarias, ciertos países corren el riesgo de no encontrar alimentos para comprar". Más adelante agrega "Nadie entiende que unas subvenciones de 11 000 a 12 000 millones de dólares en 2006, así como las políticas arancelarias proteccionistas, hayan tenido el efecto de desviar del consumo humano 100 millones de toneladas de cereales, en concreto para aplacar la sed de combustible de los vehículos…. Son recursos de este orden de magnitud los que permitirán descartar definitivamente el espectro de los conflictos debidos a los alimentos que se perfilan en el horizonte"(14).

¿Qué hacer ante este problema?

La reducción de la malnutrición tiene un efecto multiplicador, al contribuir al éxito de otros Objetivos de Desarrollo del Milenio como la salud materna, la mortalidad infantil y la educación. Múltiples organismos internacionales, la Organización mundial de la Salud (OMS), Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) junto a Organizaciones no Gubernamentales (ONG), llevan a cabo esfuerzos con este fin desde hace varias décadas, pero los resultados han sido muy escasos, aislados y desalentadores, en términos generales el problema ha ido en aumento. José Ramón Machado Ventura, durante su intervención en la Cumbre de la FAO, expresó "el hambre y la desnutrición no pueden ser erradicadas con la adopción de medidas paliativas. Tampoco con donativos simbólicos que no cubrirán las necesidades ni serán sostenibles" (26).

En este momento en que se está viviendo un incremento en el precio de los alimentos y se está produciendo la mayor crisis económica de los últimos 50 años, lograr este objetivo parecería una verdadera utopía. Cada vez se hace más evidente que sólo con políticas estatales que fomenten el desarrollo social y de salud se puede lograr reducir la malnutrición y las graves consecuencias que ella ocasiona para la salud individual y para la sociedad. No bastan las condiciones económicas, ni el crecimiento que en éste se tenga, el crecimiento económico, no es una condición para determinados resultados sociales, ya que con una reasignación de recursos puede alcanzarse; por supuesto que se requiere de infraestructura técnico-científica y de fuerzas productivas capaces de generar riquezas, pero más que todo hace falta voluntad política para ello. Aquí radica la clave para alcanzar niveles de salud para todos. El hecho de que existan personas pobres y malnutridas en los países desarrollados es una prueba de ello. Cuba es otra prueba, porque ha demostrado como la voluntad política es un factor determinante para que un país subdesarrollado alcance índices de desarrollo social en Salud, Educación, participación social, equidad, etc., muchos de los cuales son comparables con los del primer mundo. A pesar de ser un país de pocos recursos económicos, Cuba ha logrado mantener y mejorar sus índices de salud, es el único país de Latinoamérica en cumplir la estrategia de la OMS de salud para todos en el año 2000, ha logrado reducir la malnutrición infantil a porcentajes mínimos y es uno de los pocos países que está en condiciones para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio (18).

La alimentación y la nutrición son piezas esenciales y el primer paso para el logro desarrollo del capital humano y de la reducción de la pobreza. Son esenciales para el aprendizaje, el cuidado de la salud y la estimulación psicosocial y aplicadas tempranamente previenen la desnutrición y su efecto deletéreo sobre la capacidad intelectual de los individuos. En el mundo de hoy la inversión en nutrición es una necesidad, no un lujo, da poder a los pueblos y al hacerlo, estimula el proceso de desarrollo y conduce a una reducción de la pobreza. Ahora es el momento de invertir en nutrición como una herramienta para prevenir, mitigar y manejar las crisis porque seres humanos bien nutridos retribuyen a la sociedad mayor capacidad de aprendizaje, gastos más bajos en salud y una mayor productividad social.

Conclusiones

  • A pesar de los grandes adelantos de la ciencia y la tecnología en la época contemporánea, la malnutrición continúa siendo un azote para la humanidad y una clara evidencia de las desigualdades económicas y sociales presentes en el mundo de hoy.

  • La transición alimentaria y nutricional hace mucho más evidente las desigualdades socio-económicas contemporáneas.

  • Solo con políticas estatales que fomenten el desarrollo social y de salud para todos los ciudadanos será posible la disminución y erradicación de este mal.

Referencias bibliográficas

  • 1. Núñez Jover. Jorge: LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA COMO PROCESOS SOCIALES. Lo que la educación científica no debería olvidar.

  • 2. Curbelo Toledo FUNDAMENTOS DE SALUD PÚBLICA. Editorial de Ciencias Medicas.

  • 3. Martínez R, Fernández A. Modelo de análisis del impacto social y económico de la desnutrición infantil en América Latina. Santiago de Chile: ONU, División de Desarrollo Social; 2006. Serie Manuales: 52. Disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/8/27818/Serie_Manuales_52.pdf.

  • 4. Vega-Franco L. Hitos conceptuales en la historia de la desnutrición proteico-energética. Salud pública de México. 1999; 41(4): 328-333.

  • 5. Valdés Martín S, Gómez Vasallo A. Temas de Pediatría. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2006.

  • 6. Organización Mundial de la Salud [sede Web]. Ginebra: OMS; 2008 [acceso 19 de noviembre de 2008]. Chan M. Diplomacia sanitaria mundial: negociar la salud en el siglo XXI. Alocución ante el Segundo Simposio de Alto Nivel 2008. [aproximadamente 11 pantallas]. Disponible en: http://www.who.int/dg/speeches/2008/20081021/es/

  • 7. Definición de ciencia del Diccionario de la Real Academia Española.

  • 8. Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la Salud en el Mundo 2003: Forjemos el futuro. Ginebra: OMS; 2003. Disponible en:

http://www.who.int/whr/2003/en/whr03_es.pdf

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  • Partes: 1, 2
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