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Teoría y Clínica de las patologías generadas por el desamparo (página 3)

Enviado por jose cukier


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Víctimas de la globalización La Argentina es una víctima más del proceso de globalización sin rostro social. Un país sumergido en una crisis social inédita, con una sociedad (competitiva, agresiva, individualista) donde se produjo un proceso de "dualización" legitimado y fortalecido por nuevos códigos, donde la competitividad salvaje, la insolidaridad y el triunfo de los más fuertes generan en el sistema social una división dramática: 1) los incluidos, grupo heterogéneo que abarca desde las elites (económicas, políticas y sociales) hasta los trabajadores con empleo estable y remunerado, y 2) los excluidos, grupo que forman los nuevos pobres (desocupados, subocupados, familias monoparentales femeninas, jóvenes que no pueden acceder al mercado laboral aun con estudios terciarios), y los pobres estructurales (los minusválidos físicos o psíquicos, los que carecen de calificación laboral y no pueden acceder al mundo del trabajo, los jubilados y pensionados con pobreza material y necesidades básicas insatisfechas, niños de la calle, mendigos, conglomerados de grupos urbanos marginales inmigrantes de zonas rurales, en fin, todos los individuos atrapados en el "círculo de la pobreza").

Decisiones políticas .Sólo el Estado por decisión política puede enfrentar esta crisis, actuando sobre los condicionantes sociales, y evitar de esa forma las consecuencias sobre la salud de los ciudadanos, a través de un programa de salud de emergencia nacional que demuestre que la salud de la población no es el resultado de una ecuación económica, sino un derecho que en las crisis tiene que ser otorgado a todos los ciudadanos con equidad, o sea, dando más a los más necesitados, desarrollando modelos de atención adecuados a la realidad, que tomen en cuenta tanto las diferencias de acceso a los servicios de salud como las diferencias epidemiológicas y socioculturales, especialmente en las áreas donde se concentran las mayores necesidades y perfiles de riesgo. En este contexto, la equidad entendida como la focalización de las acciones de salud hacia los menos protegidos implica la reorganización de los servicios, descentralizarlos y abrir los espacios a la participación de la comunidad. La salud es uno de los derechos humanos que establece la Constitución Nacional; por lo tanto, su garantía es un deber del Estado. En consecuencia, para disminuir la enfermedad social de los pueblos se necesita que el Estado implemente políticas sociales capaces de distribuir los recursos con equidad, indispensables para elaborar políticas de salud que garanticen el derecho a la vida de las personas.

b) El desempleo como factor desencadenante de las enfermedades psicosomáticas-

Todos estamos enterados del problema de la recesión y de la desocupación no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Estamos anoticiados de los conflictos étnicos y sociales, las guerras y el resurgimiento de los nacionalismos que el fenómeno desencadena. En ésta comunicación me ocuparé de las patologías psicosomáticas producidas por este medio convulsionado, y que de manera directa o indirecta nos afecta a todos. El tema tiene varias aristas de abordaje, por ejemplo el displacer de efectuar tareas con las cuales el sujeto no está a gusto. Que lo hace porque tiene necesidad de ganar dinero. Pero es un dinero carente de significado, sólo dinero. Y puede encontrase así a la persona que, teniendo todas las comodidades padece de tedio crónico, del cual procura emerger con estímulos espúreos como la drogadicción. O bien porque la falta de enlace entre lo que hace y lo que le gustaría hacer está fracturado, en consecuencia acumula tensión predisponiéndose al probable desenlace psicosomático.

-Consideraciones acerca del trabajo y el dinero. El trabajo posibilita desplazar componentes vitales y agresivos y tiene un valor fundamental para vivir en sociedad. Desvía la agresión, evita la violencia fraterna, posibilita la ligadura de la pulsión homosexual, fortalece los lazos sociales, es una bendición. Cuando claudica la inserción laboral, la transformación de violencia en trabajo se pierde y la falta de descarga vuelve sobre sí convirtiéndose en factor capital de envejecimiento prematuro. Brinda una satisfacción particular cuando ha sido elegido libremente acorde a las disposiciones y vocación de cada cual. Es fundamental para la tramitación socialmente adaptada de la violencia. El dinero es la relación entre distintos trabajos a través de un número que articula distintos valores, y el trabajo adquiere una dimensión significativa cuando además de producir un rédito es la expresión de una actividad valorada para el sujeto o la comunidad. Cuando el trabajo es resultado de un acto que no está en relación con la satisfacción, con el placer, produce un dinero que si bien satisface necesidades deja un remanente de disconfort. Esto es expresión de que algunos individuos no han logrado enlazar sus proyectos con los capilares institucionales. -Consecuencias psicosomáticas. Cuando hay proyectos individuales que no tienen a qué ligarse en lo social, o entran en colisión, el dinero, que es consecuencia del trabajo y adquiere valor en tanto es trabajo, pasa a ser sólo dinero, sin proyecto. Hay acumulación tensional y disposición para las enfermedades psicosomáticas (úlcera, asma, hipertensión, disminución del apetito sexual, gastritis, entre otros), insomnio, angustia, depresión, congoja, amenazas catastróficas de pobreza, retracción social, vergüenza, conflictos de pareja y familiares, desarticulación de los ritmos diarios. Los índices de enfermedades cardiovasculares, obesidad, musculoesqueléticas y el cáncer son mayores en los desocupados que en las personas activas. La caída de la capacidad adquisitiva, trae aparejado cambios en la relación familiar y social, el desocupado no es alguien deseable para asociarse.

-Consecuencias no deseadas, del tiempo libre forzado. El tiempo dedicado a los deportes al aire libre, conlleva por lo menos tres tipos de riesgos, cuando no se toman las medidas de protección adecuadas.1-La exagerada exposición a los rayos ultravioletas, con su secuela de incremento del cáncer de piel, cataratas, caída de las defensas inmunológicas, herpes.2-La respiración del aire polucionado, exacerbado por la actividad física, incrementa la profundidad de la inhalación, sobre todo la respiración por boca. Las partículas, irritan las vías respiratorias y las secreciones predisponiendo a las enfermedades pulmonares. Recordemos la caída de las defensas inmunitarias que acarrea la depresión desencadenada por el desempleo crónico. 3-Los espacios verdes donde se practican deportes, (acordes al status de cada quién) suelen estar cuidados con insecticidas y pesticidas químicos, que matan a los insectos interfiriendo su sistema nervioso y también el de los humanos. O bien, infectados de detritus. No es extraño encontrase con personas que luego de realizar deportes en forma intensiva, se encuentren con síntomas como cefaleas, mareos, astenia, calambres y nauseas, estados gripales, producto de la inhalación involuntaria de estos productos.

ESTRÉS LABORAL.

UN total de 50 trabajadores perdieron la vida en su puesto de trabajo MURCIA, 24 Abr. (EUROPA PRESS) – 

La secretaría de Salud Laboral de la Unión General de Trabajadores (UGT), María José Pellicer, y el secretario de Acción Sindical, Salud Laboral y Medio Ambiente de Comisiones Obreras (CCOO), Pepe Cánovas, informaron de que en la Región de Murcia 50 trabajadores perdieron la vida el pasado año en su puesto de trabajo o cuando se dirigía a él, un descenso "engañoso" de la siniestralidad del 16 por ciento.

Y es que, según explicó Cánovas ese descenso porcentual "no se debe tanto a una mejora de la seguridad laboral o de la formación en la prevención de riesgos laborales, sino que coincide, en los mismos términos, con el descenso de la población ocupada y con una menor actividad económica de sectores como la construcción".

De este modo, durante el pasado año, fallecieron un total de 37 personas en el centro de trabajo (las mismas que en 2007) y 13 cuando acudían o volvían del mismo. Asimismo, se produjeron un total de 26.335 accidentes laborales, de los que 227 fueron graves.

Por ello, CCOO y UGT realizarán el próximo martes, Día Internacional de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, una asamblea conjunta en el edificio de usos múltiples (MOPU) y, posteriormente, realizarán una marcha hasta la Plaza de Santo Domingo, donde rendirán un homenaje a los trabajadores fallecidos formando un corazón gigante con claveles y velas.

El lema elegido por los sindicatos para este año es 'Por la salud y la seguridad en el trabajo: tenemos motivos', porque, según explicó Pellicer, "seguimos teniendo los mismos motivos y las mismas reivindicaciones de siempre, ya que aunque se reduzca el número de fallecidos no se produce un aumento ni de la seguridad, ni la calidad laboral".

Pellicer se mostró preocupada por la actitud de la patronal "que obstaculiza el diálogo social e impide que se implante y se lleve a cabo la Estrategia Nacional de Seguridad Laboral", y añadió que la crisis económica, junto a esta actitud empresarial, "provocará un descenso de la inversión en seguridad y prevención laboral".

La secretaría de Salud Laboral de UGT recordó que la crisis no genera sólo la pérdida del empleo, sino también una mala calidad del mismo. "La ansiedad o el estrés que produce actualmente esta situación de riesgo psicosocial puede derivar en un futuro en enfermedades cardiovasculares", subrayó.

Asimismo, destacó que el mayor descenso de la siniestralidad laboral se registró en el sector de la construcción, aunque el número de accidentes mortales aumentó en tres respecto al 2007, situándose en 15. "Este descenso se debe más a una menor accidentalidad que a una mejora de las condiciones o medidas adoptadas", indicó Pellicer.

Por otro lado, Cánovas se mostró preocupado porque persiste, en el pasado año, el subregistro de Enfermedades Profesionales, produciéndose sólo la declaración de 288 casos con baja, lo que supone un descenso del diez por ciento respecto al 2007.

"Si se siguen ocultando las enfermedades, los gastos derivados de las mismas seguirán siendo acometidos por el Servicio Murciano de Salud", indicó, al tiempo que criticó que la Mutua derive el 99 por ciento de los casos de acoso y estrés laboral a la Seguridad Social.

Y es que, según explicó Cánovas, si se sigue sin considerar los riesgos psicosociales como factor de nuevas enfermedades "no se investigará y no se tomarán medidas para que no sigan produciéndose, algo que la Constitución Española obliga a la Patronal".

Por todo ello, las reivindicaciones de UGT y CCOO para este año serán conseguir que se añadan los riesgos psicosociales a la declaración de enfermedades laborales, para que dejen de producirse y se cumplan los convenios colectivos, ya que, "si no pueden producirse situaciones como las que tienen lugar en la construcción del nuevo hospital de Cartagena, donde varios trabajadores inmigrantes denunciaron que trabajan más horas de lo establecido y la empresa encargada de los trabajos se niega a pagarle las horas".

El terreno de la salud y el trabajo ha sido abonado desde diversas disciplinas, tales como la medicina laboral, la sociología industrial, la antropología, el derecho, la economía y la psicología, entre otras. Cada una de ellas ha ido identificando distintos factores presentes en el ámbito laboral (físicos, químicos, relacionales, culturales, organizacionales, etc.) que de un modo u otro inciden en la salud de los individuos. Según el espíritu científico de Freud, "no todo saber se traspone en poder terapéutico; pero aun la mera ganancia teórica no debe ser tenida en menos, y cabe aguardar con confianza su aplicación práctica" (1925, pág. 57). Así, creemos que los hallazgos que resulten de los esfuerzos teóricos podrán encontrar lugar en el mundo de las organizaciones.

La medicina laboral y su historia. Existe una larga historia en cuanto al desarrollo de la práctica médica y su aplicación al mundo del trabajo. Tal es así que la bibliografía especializada remite sus inicios al Código de Hammurabi (1800 a.C.) el cual, entre otras cosas, establecía normas para impedir que el fuerte oprimiera al débil y, además, detallaba indemnizaciones y la creación de tribunales de conciliación ante eventos dañosos. La medicina del trabajo, entonces, recorre un extenso trayecto y una compleja evolución. Hipócrates (460-375 a.C.), por ejemplo, describió enfermedades que aquejaban a los trabajadores de las minas de plomo. Así, se sucedieron Jenofonte, Catón, Diodoro de Sicilia, Plinio el Viejo, Galeno y Maimónides. En el siglo XV, a partir del descubrimiento de América, se identifica el denominado escorbuto de los navegantes e, incluso, en las leyes de los Reinos de Indias se establecía la protección de los trabajadores de las minas así como un horario de trabajo y un límite al peso que los indios podían cargar. Dentro de las obligaciones de los patrones, estos debían curar a los indios toda vez que se enfermasen o accidentasen a causa del trabajo. En el siglo XVI aparecen dos figuras relevantes., Por un lado, Paracelso (1494-1541) a quien se le atribuye la frase "no hay nada que no sea tóxico, solo la dosis diferencia un tóxico de un medicamento" y el apelativo de médico de los pobres. La primera monografía científica sobre enfermedades profesionales es de él y su valor residía en que el eje estaba puesto en el trabajador. Por otro lado, Agricola (1490-1555) prestó especial interés a la prevención de accidentes y, en general, consideraba responsable a la superioridad que no adoptaba las precauciones necesarias. En esta sucinta reseña histórica debemos mencionar a Bernardino Ramazzini (1633-1714) a quien se lo reconoce como el padre de la Medicina del Trabajo. Este médico aconsejaba a sus discípulos el estudio de las condiciones de los trabajadores en sus puestos de trabajo así como sobre la utilidad de dialogar con los enfermos, no solo acerca de sus dolencias sino de su vida cotidiana. A él se le atribuye la frase "la mejor escuela de aprendizaje es el taller o la casa del obrero". Esta cronología continúa extensamente, numerosos autores se han sucedido, y baste mencionar para tener una idea de ello que aun faltaría hablar, por ejemplo, de la Revolución Industrial. Pilar Nova Melle (1995), sintetiza las consecuencias de dicho período, entre las que menciona la descripción de la histeria proletaria, denominación que aludía a los campesinos que no lograban adaptarse a la forma de vida urbano-industrial y caían en el alcoholismo.

El estrés. Desde los trabajos pioneros de Selye (1956) en adelante se ha conceptualizado el estrés como una experiencia (o un conjunto de ellas) cuya exigencia es excesiva en relación con los recursos del individuo. Así, se han considerado el ambiente físico de trabajo, los contenidos del puesto, el desempeño de roles, las relaciones interpersonales, el desarrollo de carrera, las nuevas tecnologías, los nexos entre trabajo y familia, rutinas reiterativas y monótonas, el ritmo de trabajo determinado por las máquinas, la carga de trabajo o responsabilidad excesivas, las exigencias insuficientes en relación con la capacidad del trabajador, la insatisfacción profesional, el horario de trabajo, las condiciones, el contenido de la tarea, la falta de participación en las decisiones sobre las formas de realizar las tareas, la inseguridad en el empleo, aislamiento social, etc. Los signos e indicadores de estrés comprenden: irritación, preocupación, tensión, depresión, afecciones psicosomáticas, sensación general de insatisfacción ante la vida, baja autoestima, depresión, perturbaciones de la atención, la percepción, de las funciones cognoscitivas y motoras, aburrimiento, baja en el rendimiento, ausentismo, etc. Al mismo tiempo, las definiciones más específicas varían según se lo conceptualice como estímulo, respuesta, percepción o transacción, pero lo que de alguna manera está presente en todas las descripciones es la importancia de la relación del sujeto no solo con el trabajo (actividad) sino con la organización en la que este se desarrolla. Los diversos autores, en general, coinciden en que deben distinguirse tres etapas en el desarrollo del estrés laboral: la percepción de la amenaza, los intentos de afrontarla y el fracaso de estos. También se consideran la intensidad de la amenaza y/o la duración (continua o discontinua) de la misma. Al mismo tiempo, se han incluido como factores estresores no solo la carga de trabajo o responsabilidad excesivas sino también las exigencias insuficientes en relación con la capacidad del trabajador, con las consecuentes aspiraciones frustradas e insatisfacción (1).El modelo explicativo usado habitualmente, en última instancia, remite al esquema causa (agente, trabajo) – efecto (daño), aun cuando la literatura existente no deja de anunciar que "la relación entre los factores psicosociales presentes en el trabajo y la salud se complica por gran número de variables de carácter individual y subjetivo los individuos pero sí provocan trastornos en algunos otros. Las características de personalidad, para este autor, presentan diferencias interindividuales, por ejemplo, en cuanto a la propensión a sentirse dañado, amenazado o puesto a prueba, tres percepciones que pueden ser estresoras. Una de las variables de la personalidad es la pauta de compromisos característica del individuo. Los compromisos de una persona son la expresión de sus ideales y metas y de los caminos que se propone seguir para realizarlos. El grado de importancia de los compromisos influye en la vulnerabilidad al estrés pues es más probable que se evalúen como una amenaza o un daño las situaciones que ponen en peligro compromisos fuertes que las que ponen en peligro compromisos débiles. La manera como influyen los compromisos en la vulnerabilidad al estrés es compleja, ya que el compromiso no solo puede ser causa de vulnerabilidad sino también un recurso, en tanto protege contra el aburrimiento, la falta de sentido y la alienación.

Problemas relacionados. El síndrome de fatiga crónica cuyo diagnóstico supone un período de fatiga mayor a los 6 meses y un alto porcentaje de disminución del rendimiento (además de descartar otro tipo de enfermedades con efectos similares). Los estudios sobre esta patología ubican como precursores situaciones de excesiva exigencia, signos de agresividad e ideales desproporcionados. Dejours, a partir de sus estudios sobre las actividades monótonas, se pregunta cómo un trabajador podría soportarlas en tanto las rutinas reiterativas son opuestas a la dinámica biológica y psíquica. Dice: "¿Cómo es posible que un individuo normal tolere mentalmente un ciclo de operaciones que dura, como máximo, unos segundos y se repite durante horas, meses, años o toda una vida laboral?". Esta pregunta expresa con sencillez el drama cotidiano que también podemos apreciar en películas como Tiempos modernos o La clase obrera va al paraíso. El autor entiende que la tarea realizada no guarda ninguna relación con los deseos o fantasías del sujeto a quien le resultaría imposible la investidura pulsional de su trabajo más allá de la "catexia lateral de su salario". La consecuencia de esta vida laboral, de la supresión de la actividad psíquica, para lo cual se requiere un excesivo gasto de energía, es la fatiga. Es interesante señalar que Dejours no pone el acento en la carga física sino en la monotonía o en las tareas carentes de interés, observación que lo lleva a concluir que no es el trabajo propiamente dicho lo que agota al sujeto sino la lucha contra la parte más vital de su economía psíquica .Al mismo tiempo destaca que la amputación de la vida psíquica no es fácilmente reversible e, incluso, resultaría tan difícil llegar a ese estado que luego, lejos de abandonarlo, se lo traslada al tiempo libre (a través de exigentes actividades durante los fines de semana o la permanencia pasiva frente al televisor durante largas horas).En un apartado posterior podremos advertir algunas relaciones con la denominada adicción al trabajo pero cabe referir aquí el texto Las neurosis de los domingos de Ferenczi y el comentario de Abraham (1918) sobre el mismo. Este último, destaca las observaciones de Ferenczi sobre aquellos que recurren a la sobrecarga de trabajo para protegerse de las exigencias pulsionales y cita el caso de un militar que padecía síntomas neuróticos durante la inactividad de la trinchera y pedía su traslado al frente de combate. Finalmente concluye que "cuando tales personas se ven forzadas a la inactividad por una enfermedad o un accidente a menudo la consecuencia es la manifestación de neurosis o el recrudecimiento de la ya existente. En tales casos la tendencia general es relacionar, desde el punto de vista etiológico, la neurosis con la enfermedad, el accidente o lo que haya sucedido en primer término. Pero podemos afirmar que, en muchos casos, durante el período de inactividad forzada la libido se ha impuesto al control del paciente..Otro problema relacionado es el denominado mobbing u hostigamiento psicológico en el trabajo. Uno de los ejemplos de mayor repercusión es el acoso sexual. Básicamente se trataría de un conflicto asimétrico pues la parte que hostiga posee más recursos u ocupa una posición superior a la víctima. En suma, la condición de aparición de estas conductas, en parte, estaría ligada con las formas de gestión de los conflictos por parte de los superiores. Para cerrar este apartado querría mencionar, en último término, los estudios sobre el burn out. Este término, si bien no tiene una expresión análoga precisa en español, suele traducirse como estar quemado o fundido. Su origen data de la década del ´70 cuando H. Freudenberger lo utilizó para describir la sintomatología detectada en aquellos trabajadores que están en relación con personas que sufren (enfermeras, por ejemplo). Kornblit (1996) cita distintos estudios en los cuales se pone de manifiesto que esta forma particular del estrés se encuentra ligada con aquellos profesionales que caracterizan su actividad como un apostolado, por la vocación de servicio y el sacrificio (médicos, docentes, asistentes sociales).

Estrés y psicoanálisis-El psicoanálisis plantea un conjunto de hipótesis a doble vía: por un lado, aquellas que refieren a los determinantes pulsionales y cómo lo anímico funda la exterioridad; por otro, cómo se inserta e incide lo social sobre la estructura psíquica. Maldavsky (1998) señala que "podemos figurarnos al sujeto compuesto por círculos de seguridad que preservan un núcleo estable, en el cual hallamos sobre todo a la economía pulsional y ciertas defensas de base. En sectores más superficiales hallamos identificaciones, representaciones-palabra (preconcientes) y defensas secundarias, derivadas de las centrales.". En este sentido podemos afirmar que, mayormente, la eficacia de lo social sobre lo anímico se da sobre aquella zona más superficial, no obstante en ocasiones las transformaciones pueden recaer sobre sectores más centrales (identificaciones constituyentes del carácter y, más aun, puede quedar perturbada la erogeneidad). Ello ha sido estudiado también desde el punto de vista del desarrollo evolutivo. Para pensar en los fenómenos de estrés laboral, debemos distinguir cómo lo social influye de manera diversa ya sea que se trate de la niñez, la adolescencia y la adultez. Siendo esta última etapa la que nos incumbe en este momento. También es preciso señalar que dejamos de lado las circunstancias de condiciones extremas incluidas en las denominadas neurosis traumáticas. En la vida adulta, entonces, a diferencia de los momentos tempranos de constitución de la subjetividad, la social influye en la periferia de lo psíquico. En el caso del estrés se da un tipo de situación traumática que no deriva de un episodio único y de gran intensidad sino de la acumulación de sucesivas incitaciones de menor carácter, cuyos efectos podrían recaer sobre lo nuclear del aparato psíquico. De todos modos, hasta acá se trata de la influencia de lo social sobre el aparato psíquico y falta aun considerar la dimensión inversa y complementaria. A partir del estudio etiológico sobre los desenlaces clínicos, Freud se interroga sobre la importancia de las impresiones y vivencias accidentales (contingentes) en la determinación de una estructura psíquica. En el esquema de las series complementarias opone otra serie al vivenciar, la de los actos psíquicos puramente internos (necesarios), entre los que incluye los procesos del pensar inconsciente y los sentimientos. Ambos procesos se rigen por criterios internos del aparato psíquico por lo que, más allá de las influencias externas y contingentes, aquel no es una tabula rasa, sino que posee sus leyes propias de generación de lo nuevo. La serie de las vivencias aporta el material que pasa a constituir las huellas mnémicas inconscientes sobre las que opera la eficacia de los mencionados pensamientos inconscientes. Para Freud la exterioridad es producida por un movimiento psíquico específico, la proyección: "la espacialidad acaso sea la proyección del carácter extenso del aparato psíquico). Por lo tanto, aquello que captan nuestros órganos de los sentidos puede distinguirse por su contenido, constituido por las impresiones sensoria-les, y por la forma, creada por el proceso proyectivo. En este sentido, la supuesta exterioridad captada por la percepción y transformada en inscripciones psíquicas, no se corresponde con una realidad pretendidamente objetiva, sino con un producto psíquico creado proyectivamente. La vida pulsional, para Freud, funda la exterioridad, que se vuelve eficaz para lo psíquico en la medida en que su significatividad deriva de la investidura pulsional. Por lo tanto, para comprender la eficacia de los fenómenos de estrés laboral, no solo debemos considerar la sumación de incitaciones exógenas sino las leyes internas del aparto psíquico que imponen transformaciones a tales incitaciones (y las dotan de una significatividad específica).Para Freud el trabajo permite procesar un conjunto de exigencias pulsionales (como las de tipo homosexual y la hostilidad fraterna) y puede constituirse en un escenario en el cual se plasman sentimientos de injusticia, celos y envidia. Ciertas condiciones laborales (amenaza de desempleo, ser marginado de ciertos círculos, exigencias contradictorias, etc.) poseen el valor de potenciar ciertas disposiciones a la adicción al trabajo como forma de procesar y desplegar los componentes antes mencionados. Es decir, que todo el sufrimiento ocasionado por las características del puesto, la tarea y el contexto laboral promoverían un aumento en la productividad. Los autores sostienen que el sistema aprovecha la propia fuerza del operador, su propio sufrimiento y agresión, de manera tan sutil que hasta termina por ser innecesaria la concreción de un castigo, pues resultan suficientes la incertidumbre, el estado de amenaza e inseguridad. Simultáneamente el trabajo produce sufrimiento y este produce más trabajo, acelera el ritmo. La actividad laboral se convierte entonces en una fuente de incitaciones traumáticas duraderas que poseen un valor semejante a un impacto único y catastrófico. Como resultado de ello se produce un drenaje pulsional, un estado de desvalimiento, que imposibilita la tramitación de las exigencias tanto pulsionales, como las del superyo y la realidad. En tales pacientes, por lo tanto, prevalecen los estados de apatía, estados de los cuales "salen" temporariamente si encuentran alguien que les dé "pila". El ideal del yo surge como resultado de las transformaciones acaecidas sobre la propia erogeneidad que se destila como valor. Las diferentes fijaciones pulsionales determinan la producción de rasgos específicos en cada contenido del ideal. El contenido del ideal deriva del procesamiento de la voluptuosidad. Las observaciones clínicas señalan la correspondencia de cada fijación pulsional con un valor que, a su vez, halla su expresión como lenguaje del erotismo y el modo particular de establecer vínculos interindividuales significativos. La erogeneidad primordial, que inviste los propios órganos y procesos intrasomáticos es el punto de fijación de los pacientes psicosomáticos. Esta sensualidad se expresa en lo anímico en términos de ganancia, término que alude a una realidad utilitaria, numérica. El ideal de la ganancia, entonces, expresa la incidencia específica de la libido intrasomática y cuando predomina este ideal, y el yo se adhiere a él, deviene una estructura de carácter sobreadaptado y, cuando supone que es el otro el que obtiene una ganancia surge la manifestación psicosomática .Freud plantea, para las neurosis actuales, un estancamiento tóxico de libido objetal homosexual (precisamente la erogeneidad que sublimada es procesada en la actividad laboral). A ello Sami Ali le agrega un fragmento paranoico complementario. Este componente paranoico consiste en la generación de ciertos personajes persecutorios que el paciente coloca en el mundo, vía proyección patológica de un fragmento del superyo ("hay miradas acusadoras", "hay una lista negra…", "es una injusticia", "competencia desleal").Al referirme a los decretos del superyo sobre lo bueno o malo/ útil o perjudicial, y su enlace con la alteración en la autoconservación, señalé la desmezcla pulsional y las magnitudes hipertróficas de la pulsión de muerte que atentan contra la propia vida. Prosigamos, ahora un poco más: cuando la pulsión sexual entra en contradicción con la autoconservación -y se pone al servicio de la pulsión de muerte- deviene necesariamente una desmentida o desestimación del juicio acerca de lo nocivo del objeto. A su vez, el paciente psicosomático des-constituye la autoobservación; específicamente queda abolida la posibilidad de decidir sobre lo nocivo que afecta al yo. Respecto del ideal, tales pacientes desmienten la distancia entre el yo y aquel. Este conjunto de fallidas estructuraciones conduce a una degradación del ideal (de la ganancia en este caso), una resexualización del superyo vuelto sádico y a la disolución de las identificaciones. El paciente concluye suponiéndose sólo una cifra en la mente de su interlocutor ("en un lugar donde hay 18.000 empleados sos un número", "me siento un cero"). El paciente es una cifra, víctima de los cálculos de un ser despótico (paranoico) cuya cuenta siempre termina con el mismo resultado, cero. En este punto, y cómo último tópico, deseo mencionar las hipótesis sobre las relaciones entre el grupo y el líder, tema que desarrollaré con mayor profudidad en el capítulo de liderazgos. Es interesante advertir que el término estrés, etimológicamente, deriva de la palabra latina stringere que significa "provocar tensión". Schvarstein (1998, 2000) distingue y reúne las nociones de contradicción y tensión a partir de lo cual desarrolla su forma de comprender y abordar el análisis organizacional. La teoría psicoanalítica sostiene la hipótesis de que las relaciones interindividuales tienen como fin privilegiado procesar las exigencias pulsionales y, secundariamente, las que pro vienen de la realidad y el superyo. En el caso de las instituciones, el triple vasallaje (que empuja a la complejización) proviene de las aspiraciones de grupos e individuos de la propia organización, de las tradiciones y de la realidad intra y extrainstitucional. El modo en que una organización específica (y en especial su líder) dé cabida a estas tres fuentes de incitaciones (amos) contiene la clave para la generación y continuidad de proyectos. Cada uno de estos amos posee sus propios representantes en el seno mismo de la institución, respecto de los cuales el líder debe hallar caminos para múltiples transacciones. Los principales encargados de responder a esta triple exigencia son aquellos responsables de las decisiones principales (centralmente el líder).Tales exigencias (las provenientes de las aspiraciones comunitarias, las tradiciones y la realidad) reúnen dentro de sí fragmentos heterogéneos, por lo que se advierte la complejidad de conflictos posibles. Así, pueden desarrollarse, por ejemplo, enfrentamientos entre representantes de las aspiraciones internas con representantes de las tradiciones (es decir, entre los representantes de distintas exigencias) o bien, entre los representantes de un mismo amo entre sí (por ejemplo, pugnas entre grupos que atribuyen diferentes significados a una misma realidad).Por lo tanto, coexiste una diversidad de factores (ente los cuales se arman alianzas, rivalidades, desconocimiento, etc.) frente a lo que los decisores deben responder con una lógica cada vez más sofisticada. Los riesgos de fragmentación, entonces, también son numerosos. Al hablar del pensamiento apocalíptico, Maldavsky señala que este "condena todo proyecto, toda iniciativa comunitaria que abra el futuro a lo posible, a lo nuevo, y pesquisa y magnifica en cada producción sublimatoria los restos de una voluptuosidad irrestricta, por lo cual dicha producción queda anatematizada como introductora de la disolución en los lazos sociales" (1991, pág. 267). Cuando este tipo de pensamiento es encarnado por el líder se va plasmando un despotismo creciente -. El liderazgo se va envileciendo progresivamente ante la falta de respuestas adecuadas para hallar transacciones entre las tres fuentes de exigencias. En la organización dirigida por un líder apocalíptico se va desestructurando la pulsión social, uno de cuyos componentes –la autoconservación- se trastorna como en el caso de las personas que perpetran el suicidio. Tal puede ser la situación de aquellos conductores que arrastran su empresa consigo hasta la tumba. El liderazgo apocalíptico se torna cada vez menos representativo con los consiguientes efectos de supresión de la diversidad, la tendencia a una nivelación descomplejizante y la abolición de los nexos sociales de tipo solidario requeridos para el trabajo en común-

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LIDERAZGOS- Procesos tóxicos del cuerpo social-Psicosomática

La renuncia a la satisfacción directa de la pulsión, es condición para la adquisición de la cultura, y aquello de lo cual hay que apartarse queda representado por lo tabú. Esta conquista cultural, tiene sus consecuencias; la furia que desarrolla cada individuo por la renuncia del placer y que proyectada en el futuro, vuelve como castigo divino (Freud, 1932, "Sobre la Conquista del Fuego", 1939, "Moisés y la religión monoteísta"). La pulsión social, deriva de la pulsión homosexual apoyada sobre la pulsión de autoconservación y es efectiva en la producción de vínculos como amistad, sentido comunitario, amor por la humanidad (Freud, 1911, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia…", 1921, "Psicología de las masas y análisis del yo"). La sublimación del erotismo deviene en ideal, cuyo contenido es diferente, según el nivel de fijación de la evolución libidinal. La abstracción del ideal, tiene grados crecientes, en un esfuerzo del aparato para dar cabida al traumatismo que implica, la imposibilidad de satisfacer totalmente una vivencia. Siempre resta algo no consumado, no hay felicidad completa, y la complejización expresa la exigencia de la pulsión. De la diferencia entre el placer de satisfacción y el exigido surge el factor impulsor (…) como dijo el poeta "tiene indomado, siempre adelante (Fausto I) (…) no queda otro remedio sino avanzar (Freud, 1920, "Más allá del principio del placer"). El ideal, pasa a ser el espacio donde la satisfacción total es posible, y esta ilusión se proyecta en el líder que es resguardado por una prohibición. La formación de ideales, deja entonces en libertad la agresión, que vuelve sobre el yo, y la pulsión de muerte puede deshacer lo conquistado. Freud, citando a Heine, en "Malestar en la cultura", op. cit., p. 55 dice "Tengo la disposición más apacible que se pueda imaginar. Mis deseos son una modesta choza, un techo de paja (…) unas flores ante la ventana, algunos árboles (…) y si el buen Dios quiere hacerme completamente feliz, me concedería la alegría de ver colgados de esos árboles a unos seis o siete de mis enemigos (…) El placer imposible, puede tratar de satisfacerse en otro espacio, exterior, o dentro y en secreto. Primero la instancia superyoica tolera, luego se vuelve más sádica explicando las secuencias de corrupción con satisfacción desenfrenada que socavan la moral y el orden, seguidas de periódicas purgas contra el enemigo. El castigo es posible, en tanto se mantenga separado el espacio comunitario del tabú, donde está el líder. El gobernante debe regular su proceso pulsional y la práctica de los gobernados y según el erotismo de cada quien. Aislar el placer de la racionalidad; separar el espacio tabú del resto de la comunidad; procesar simbólicamente las aspiraciones de los gobernados. A su vez, éstos, adjudican al conductor la posibilidad de satisfacción ilimitada; pero el también tiene su freno. El líder queda en posición paradojal, debe procesar la proyección de los erotismos y renunciar a la satisfacción, de ahí que, como decía Freud, gobernar es una tarea imposible. El líder puede perder legitimidad (y devenir en tergiversación, violación de los valores humanos y degradación cultural). Esta pérdida puede deberse a la incapacidad de generar proyectos nuevos, fracasos en la conducción, claudicación de las convicciones, burocratización excesiva, entre otras razones. Según el tipo de liderazgo, la corrupción tiene diferente valor; el demagógico tiende a apreciar las prerrogativas del poder, las promesas se vacían y no son creíbles. El líder tradicional exacerba su rigidez, sin sentido; el líder racional se hiperadapta a la realidad pero sin fundamento. Se quiebra entonces la relación entre el líder y los funcionarios en que se delega el poder, los capilares institucionales y los gobernados. Hay un desencuentro con los seguidores e inclinación al desenfreno o la exageración tradicionalista. Se produce el caos y un intento de trasladar la disgregación del grupo a otra comunidad. Se alimenta la agresión a minorías (negros, judíos, gitanos, indios, al "otro"), destruyendo sus símbolos identificatorios, su cultura. Este liderazgo, promueve la disolución de los vínculos identificatorios que cohesionan a la comunidad, en la medida que el descrédito y el colapso de ideales colectivos se instalan. La proyección en el gobernante "salvador" de debe a estados de pánico y no a esperanzas sustentadas en el amor. Se regresa a identificaciones arcaicas, sádicas y masoquistas, con pérdida de aspiraciones comunitarias. Se promueve la satisfacción pulsional individual ("salvarse", "zafar", son expresiones típicas en nuestro medio porteño). La pulsión de autoconservación cambia de signo, porque el enlace que constituye la pulsión social (homosexual y autoconservación) se disgrega. Avanza el desenfreno, en el convencimiento omnipotente de la propia razón y atribuyendo el origen de los males a los de "afuera". La voluntad del poder del líder, es el resultado de la acción cohesionante de Eros. Evoluciona de pulsión de destrucción a pulsión de apoderamiento a voluntad de poder a placer por ejercer el liderazgo en la comunidad. La degradación, regresa a la pulsión de apoderamiento y de destrucción. La descomposición institucional se manifiesta con estallidos sociales como descargas catárticas, del acumulo pulsional no satisfecho. En el reinado del yo placer, y de un narcisismo en riesgo de colapso, el discurso se convierte en perverso y desestimante de la racionalidad. Quienes la sostienen, son "retrógrados", o "mediocres", amenazados de desprestigio. Entramos en el campo del terrorismo ideológico.-Estamos en el siglo XXl, Los colapsos temidos, aluden a problemas médicos y ecológicos por un lado (enfermedades y polución ambiental por ejemplo) y a problemas espirituales, con una degradación creciente, desocupación, sida, colapso financiero, "activos tóxicos", desamparo cubren el planeta, ,) la inmensa mayoría de los seres sólo trabajan bajo el imperio de la necesidad, esa natural aversión humana al trabajo se derivan los más dificultosos problemas sociales (…)" Freud, 1930, op. cit.). El problema del número -En la historia de la cultura, los números tuvieron dos funciones. La primera, hacer la contabilidad (mercadería, esclavos, ganado, etc.). La segunda, fue consignar fechas, y con estas aparece la letra para decir nombres. Se marca la historia de individuos y grupos, y con ello, el tiempo y la identificación. Mi interés, está ligado a la transformación del segundo tipo en el primero. Los números remiten a intereses económicos, y estos aluden a sobreadaptación; yo me voy a referir a los números de carácter mercenario. Veamos. Freud, al hablar del placer, decía que la naturaleza del estímulo placentero es rítmica. La condición, para que en el aparato psíquico no haya fijación en este punto, es el encuentro entre ritmos. La conciencia, tiene dos caras, una hacia el interior y otra hacia el mundo. Desde el mundo registra las percepciones, que de cantidad por intermedio del período, deviene en cualidad. Desde el interior, registra el proceso pulsional que tiene su distribución y frecuencia y aparece como afecto, con su ritmo. El desencuentro de ambos ritmos, genera un trauma marcado por un número que se expresa como frecuencias, períodos, oscilaciones, cálculos, ideales de ganancia. En este desencuentro del ritmo del bebé con el materno, se crea un vínculo mercenario, y en el cual el bebé se siente a merced de otro, alguien que especula a su costa. Y este vínculo es el que se encuentra en el mundo, porque viene del inconsciente. En la medida que son números que hacen a la contabilidad y no para la identificación, estas personas se suponen sólo un número sin nombre en la memoria ajena. En la necesidad de dejar marca, lo hacen con deudas (por ejemplo Dostoievsky, -Freud, 1928-). Aparecen como especuladores, pero en el fondo están a merced de los números ajenos. c) Procesos tóxicos del cuerpo social

c.1) Consideraciones previas. c.1.a) En "Más allá del principio del placer" (1920), Freud supone al cuerpo, constituido por células que para sobrevivir y reproducirse, requieren unirse con otras diferentes. De otra manera, muere por sus propios residuos tóxicos; estos a su vez, son tróficos para los grupos diferentes.

Las diferencias, crean tensiones comandadas por Eros y que crean complejidades. En éstas, circula energía, y el sistema se defiende de la irrupción externa con una barrera antiestímulo, y del interior, expulsando fuera las toxinas sobrantes. La reproducción se mantiene, creado ejemplares similares, y a la orden de la pulsión de conservación de la especie. La defensa frente a los agentes nocivos es guardada por células que ligadas a la autoconservación, constituyen los sistemas inmunitarios.

Todo esto, se opone a la inercia, comandada por Tánatos. Esta hipótesis, es también pertinente para pensar el cuerpo social. En los vínculos entre personas, tiene vigencia la necesidad de neutralización recíproca de los excesos y de la expulsión del resto fuera, la protección de las fronteras comunitarias (muros fronterizos para impedir la inmigración ilegal, marginalidad, delincuencia, narcotraifico, ghettos, la perpetuación de sus componentes; el cuidado contra los intrusos). Todo ello, asegura la cohesión libidinal, cohesión que sustenta el desarrollo y las mayores complejidades. c.1.b) W. R. Bion (Experiencias en grupos, Paidós, 1963), se refiere a que en los grupos hay un nivel, al que denominó "protomental", donde lo físico y lo psíquico están indiferenciados, y también indiferenciado el yo del otro. Estos niveles protomentales dan origen a las enfermedades grupales, y aunque se manifiesten individualmente, como patología psicosomática, se comprenden si se estudia al grupo. Los desórdenes que afectan al nivel protomental, habida cuenta de la indiferenciación, se expresan tanto de manera física como psicológica. En este nivel, se desarrollan los supuestos básicos (apareamiento, dependencia, lucha, fuga), que se refieren a modalidades de relación en las que predominan la esperanza en el mesías en primer supuesto; la culpa y depresión en el segundo y el odio en el tercer supuesto. Estas relaciones, implican una emoción que enlaza a los individuos entre si.

El predominio de una emoción o supuesto básico, confina a los otros al nivel protomental.

c.1.c) En nuestro medio, David Maldavsky (1989, Lenguajes del erotismo, Actualidad psicológica, XIV, 158), estudió el contenido de los ideales, que devienen de la sublimación de los distintos erotismos. c.1.c.1) El ideal de ganancia (libido con fijación pre oral, intrasomática), corresponde al paciente psicosomático, en el que se habla de que "hacen números", como un intento de recuperar la relación rítmica perdida en los primeros vínculos. Se va articulando una relación entre ritmo, número y ganancia (ver el problema del número), que se da en sujetos sobradaptados, y cuando fracasa surge la enfermedad somática.

El ideal de ganancia se da en sujetos especuladores, sobreadaptados, con sufrimiento corporal.

Estos pueden obtener un "plus" de ganancia (plus valía), a costa de "una libra de carne".

Recordemos "El mercader de Venecia" de William Shakespeare. Acto II, Obras Completas, Aguilar SA, Madrid, 1951, p. 1057:

shylock: (…) la penalidad consistirá en una libra exacta de vuestra hermosa carne (..)

Nuestra cultura actual demanda especuladores y los que tengan afinidad con ellos (informática, computación, matemática financiera, licenciados en economía, banqueros), y esos requerimientos sociales pueden ser bien aprovechados por sujetos con disposición a la ganancia.

c.1.c.2) Ideal de verdad (libido con fijación a la etapa oral de succión). El concepto de verdad, tiene que ver con la revelación y no con la verdad científica.

c.1.c.3) Ideal del amor (libido con fijación a la etapa oral secundaria). En este ideal, amor es consustanciación con el otro cuerpo (Freud, Lo perecedero, 1916), y alrededor de el, se agrupan personas con una fantasía paradisíaca (Freud, Una neurosis demoníaca, 1923).

c.1.c.4) Ideal de justicia (libido fijada a la etapa anal primaria). El concepto de justicia se liga a la venganza, privilegia las palabras acto, el desempeño motriz, los insultos.

c.1.c.5) Ideal de orden (libido fijada a la etapa anal secundaria). Con estamentos jerárquicos, escalafones, regulación de los ingresos, el poder, los ascensos y los descensos (Freud 1901, "El hombre de las ratas").

c.1.c.6) Ideal de dignidad (libido del erotismo fálico uretral). Se jerarquiza el valor de persistir en un proyecto, mantener los interrogantes soportando la angustia.

c.1.c.7) Ideal de belleza (libido del erotismo fálico genital). Se jerarquiza la coherencia estética, amenazada de estallido (Freud, 1901, "Dora. Análisis fragmentario de una histeria"; 1924, "El problema económico del masoquismo").

d) Consideraciones acerca del dinero. El dinero es la puesta en relación entre distintos trabajos, a través de un número que articula distintos valores. Así el trabajo adquiere una dimensión significativa. El dinero tiene un valor distinto según el supuesto básico (Bion), por ejemplo cuando se ofrenda a un mesías o se destina a la guerra. Originariamente las relaciones de intercambio, se basaban en el trueque con una lógica basada en el pensamiento totémico. La complejidad de las organizaciones comunitarias, exigen unidades aceptadas consensualmente (grano, sal, por ejemplo), y revelan una mayor cohesión social, que corresponde al pensamiento mítico. El deterioro de éstas monedas primitivas, exigió su reemplazo por el metal; más confiables y fáciles de guardar. Pero estos no eran aptos para transacciones cotidianas e internacionales. Surge la acuñación de monedas. El crecimiento económico y los excedentes, derivan en el surgimiento de los banqueros que se ocupaban de captar ahorros y prestarlos. Ello obligó a nuevos medios de pago que no estaban asociados a mercancía (letras de cambio). La actividad económica, en la medida que se complejizaba, condujo a la creación de nuevos sistemas financieros y monetarios (tarjetas de crédito, dinero electrónico), de suerte tal que el instrumento monetario requiere de la informática (y de los que tienen afinidad con ella -ideales de ganancia-). El desarrollo es posible, en la medida que adquiere sofisticación el pensamiento y un mayor grado de abstracción. Las monedas corresponden al pensamiento religioso; los billetes (que se apoyan en el texto escrito y el crédito que se le otorga a éste), corresponden a las cosmovisiones; el dinero computacional exige el pensar científico ético. La moneda va, progresivamente, evidenciando su carácter escencial; requisito para el intercambio; y requiere apoyarse en una lógica en la cual, el psiquismo ha conquistado el número (pensamiento mítico). ¿Qué vinculación hay entre número, dinero, procesos tóxicos comunitarios, patología psicosomática, prácticas de golpes, traumatofilias y adicciones?

Procesos tóxicos.

Tal como dije antes, la conciencia tiene una doble exterioridad.

La mundana que recibe cantidades, que por obra de los períodos, se transforma en cualidad.

El propio cuerpo, también es exterior y el estímulo ineludible, y se transforma en cualidad no inundante en la medida que se enlazan ritmos pulsionales y ritmos mundanos.

Una primera conquista, pueden ser los ritmos circadianos, articulación entre los procesos pulsionales y los ciclos de noche y día.

Cuando falta un contexto empático capaz de morigerar el desborde pulsional, la tensión sensual busca una descarga desenfrenada coartada por el despliegue muscular. Este lleva al agotamiento energético.

Pero tiene un costo, la erotización de la motilidad. Si las erogeneidades, no sufren freno, la libido estancada se vuelve tóxica y la pulsión de muerte se hace eficaz en la medida que los procesos pulsionales desbordados, no pueden neutralizarse.

La voluptuosidad sin límite determina la dificultad para generar espacios mentales en los que se desarrolle la fantasía, el pensamiento, y con ello la generación de proyectos.

La libido, entonces, inviste órganos a la manera de la enfermedad psicosomática, puede descargarse convulsivamente, puede buscar fijarse a objetos no frustrantes como en las adicciones, o descarga a través de situaciones traumáticas como los accidentes.

La imposibilidad de generar proyectos respecto de la exterioridad conduce al predominio de la endogamia.

No hay una sensorialidad investida y las dimensiones tiempo y espacio forman un conglomerado indiscriminado.

La neutralización, trae por consecuencia un afecto de base, el bienestar.

Este articula diferentes afectos que vienen de distinto origen pulsional, y que aporta matices desde el interior y de naturaleza mundana; por oposición a las magnitudes que abruman al yo.

Pero siempre hay un resto de magnitud pulsional no procesable y toxinas que debieran ser expulsadas, quedan en el interior.

La empatía materna, si esta afectada por procesos sensuales exagerados, esta en una posición imposible. No puede contener los residuos del hijo, por el contrario lo toma como filtro de sus residuos.

Este marco, como lo señalé antes, citando los conceptos freudianos de "Más allá…", es eficaz para el cuerpo social. Cuando fallan las funciones de protección, descarga, neutralización recíproca, la exterioridad de cada uno, esto es, aquel con quien se establecen vínculos; adquiere el valor de depósito de residuos.

Se pierde la complejización de los vínculos, se retorna a formas elementales fronterizas entre psíquico y somático, entre yo y el mundo.

En la medida que el encuentro con lo distinto, preserva de la degradación y muerte por intoxicación, la diferenciación es primordial para la complejización porque crea tensiones.

Toda actividad comunitaria, necesita ser pensada dentro del riesgo permanente del estallido y la dispersión por un lado, y el estancamiento o burocratización por el otro. Se emerge de estos riegos, con un buen proyecto institucional en el que se tienen que conciliar aspiraciones de distintos grupos.

La falta de articulación entre las aspiraciones individuales y lo que viene de la comunidad como respuesta, genera fractura.

Es necesario encontrar una ensambladura entre los ideales individuales y los que pide u ofrece la comunidad.

Los ideales individuales, están impuestos desde el erotismo; luego están los ideales familiares y los comunitarios (Freud, "El porvenir de una ilusión", 1927).

El riesgo puede darse por falta de articulación entre los proyectos personales, familiares y comunitarios.

Un ideal, válido en otro tiempo, u otro contexto, puede no ser pertinente en otra comunidad y otro tiempo. Freud se refiere a los "injertos" ("Lo inconciente", 1915).

El individuo se acerca a los procesos sociales por proyección, y los inviste con significatividad desde su propio desarrollo psíquico.

Brevemente podemos considerar dos tipos de proyecciones: no defensiva (PND) configurante de la exterioridad, y defensiva (PD). Esta puede ser normal (PDN) o patológica (PDP). En la PND se inviste interrogativamente la exterioridad, como réplica de lo psíquico, con contenidos mundanos y formas creadas por proyección.

En la PD, el yo se ubica en posición de certeza, es prejuiciosa. El conjunto de las PD y PND crea una realidad heterogénea, porque se pueden combinar entre sí. A su vez la proyección deviene de procesos pulsionales, vinculados a distintos erotismos, con proyecciones defensivas o no defensivas, normales o patológicas. Cuanto más se acerque la proyección a PND, más se acerca a la normalidad, y cuanto más a la PDP, más a la patología.

En la PND importa el tipo de respuesta proveniente desde la exterioridad.

Cuando predomina un supuesto básico, los otros dos quedan localizados en el nivel protomental.

En cada individuo existen disposiciones para el desarrollo de supuestos básicos, y que pueden estar frenados desde los procesos económicos o culturales; en la medida en que esas disposiciones no encuentran eco en los procesos comunitarios.

Cuando la comunidad se polariza en derredor de un supuesto básico -Bion- o de un ideal (ganancia, cognitivo, amor, justicia, orden, dignidad, belleza), -Maldavsky- lo hace en detrimento de los restantes.

Esta hipertrofia predispone para que los otros supuestos básicos o erotismos, sean eficaces para producir la enfermedad psicosomática.

La hipótesis Bioniana de sofocación de un supuesto básico con la tesis freudiana de estancamiento libidinal, se articulan, y una voluptuosidad no se enlaza con un proyecto comunitario.

Cada proyecto en lo social, es expresión de una erogeneidad, y cuando la sociedad pierde la capacidad de generar nuevos proyectos, constituye una catástrofe en el yo, un desgarro, un comienzo de disgregación. Los proyectos estimulan las identificaciones, los lazos fraternos, neutralizan las marginalidades que pueden derivar del descrédito acerca del significado del trabajo.

Si no hubiera polarización, podría articularse determinado erotismo con cierto proyecto o disposición regional.

Cuanto menor la opción, menor capacidad de los capilares institucionales para que cada cual desarrolle las transformaciones sublimadas de su erotismo individual.

El trabajo y el estudio es el resultado de la sublimación de la pulsión homosexual, y el ideal se nutre de ésta.

El ideal, en relación al yo, tiene dos destinos no clínicos: 1) La creación sublimatoria; 2) La producción de virtudes. Cuando se sublima, la pulsión toma como objeto algo exterior al yo, como un bien para la sociedad. La modificación es social.

En la virtud, el objeto para plasmar es el propio yo y el bien es entregado al superyó. La modificación es en el yo.

Para producir cambios en la realidad mundana, la pulsión sublimada, necesita encontrarse con proyectos comunitarios acordes con los de la propia erogeneidad, cuando ésta es dirigida de manera interrogativa.

Consecuentemente pueden surgir distintas opciones según haya coincidencias, colisión o transacción entre lo individual y lo comunitario.

Cuanto mayor coincidencia entre el ideal y el proyecto comunitario, mediatizado por el PND, menor será el conflicto. Inversamente, cuando menor coincidencia entre el ideal y el proyecto comunitario, y mediatizado por PDP, mayor será el conflicto con sus secuelas sintomáticas.

En la franja intermedia se encontrarán las transacciones con adecuación del ideal a lo comunitarios, creando trabajos nuevos, o nuevos campos del conocimiento.

Un proyecto implica el esfuerzo por entender nuevos conceptos, lo que implica el ejercicio de cierta coerción sobre uno mismo. El esfuerzo queda remunerado con la identificación, con el líder, con los pares, y da significado al primero.

Para que se articule un acuerdo entre el individuo y los capilares comunitarios debe haber dos coincidencias mínimas; en el trabajo y en la identificación.

El trabajo es lo opuesto al juego, contempla el miramiento por lo útil, a veces queda fuera del principio del placer; y cuando culmina en identificación, tiene reconocimiento ético desde el superyó; y de esta manera los resultados adquieren legalidad.

El fracaso identificatorio, deriva en diversas marginalidades.

Los procesos comunitarios, siempre dejan espacios no captados por los capilares. Estas marginalidades son heterogéneas, pero tienen en común la falta de identificación con los proyectos, las leyes y los liderazgos comunitarios.

Brevemente podemos describir cinco posibles marginalidades: a) aquella en la que está abolida la relación con la ley; b) con predominio del desafío a la ley y a los imperativos que privilegian el pensar por sobre la sensorialidad; c) con desafío a una ley contingente pero sin enfrentarse a los imperativos y con la condición de un líder que se opone a los poderes inmediatos; d) con origen distinto, una tradición, un grupo étnico o grupos cuya pertenencia se opone a la identificación con proyectos comunitarios más abarcativos; e) grupos cuya capacidad sublimatoria le permite generar ideales más abstractos y que quedan acogidos en la sociedad donde desarrollan sus creaciones

Cuando en una sociedad, el liderazgo pierde su función por transgresión del vínculo de trabajo por ejemplo, con exacerbación de la sensualidad desenfrenada, desestimación de la actividad productiva, desvalorización de la palabra, la falta de proyectos unificantes y de procesos identificatorios, indiscriminación entre los miembros, consagración de la autointoxicación, vínculos incestuosos, descargas catárticas, violencia y terror que se potencian, LA COMUNIDAD SE DEGRADA. El ideólogo no encuentra las transacciones lógicas a la triple servidumbre (tradición, aspiraciones comunitarias, realidad). Se consagra el incesto y con ello se acentúa los vínculos intoxicantes (recordemos que en la tragedia Edípica, hay una peste). grupo conductor se aleja de la población, no hay espacio para hacerse oir, deviene angustia colectiva, desorganización institucional, se coarta la posibilidadlidad de sublimación por la pérdida de la posibilidad de sostener el proceso identificatorio en comisión operante.

La pulsión se estanca, hay intoxicación y pérdida de la ligadura con el riesgo psicosomático consiguiente, riesgo que se puede expresar como enfermedad o accidente.

La defensa puede ser el autoexilio, la marginalidad o la migración.

Cuando el trabajo es resultado de un acto que no está en relación con la sublimación de un erotismo, produce un dinero carente de significatividad. Esto es expresión de que algunos individuos no han logrado enlazar sus proyectos erógenos con los capilares institucionales.

El dinero, que es consecuencia de un trabajo, y adquiere valor en tanto es trabajo, pasa a ser sólo dinero sin proyecto. Acumulación pulsional y acumulación de dinero son polos especulares, resultado de un "by pass" que escotomiza el significado que da el trabajo originado en la sublimación de una erogeneidad.

Fracturada la relación erotismo-proyección interrogativa, y respuesta del proyecto comunitario, falla la identificación con este proyecto. Ello da origen a un trabajo carente de significado sólo por dinero.

No hay proyecto para la pulsión, esta es tóxica, con alteración de la ecología psíquica y disposición a la enfermedad psicosomática. Cuando prima sólo la ganancia, por sí misma, carece de significatividad. En el despliegue temporal queda encubierta por un ocio y un goce precario, que se valoriza por la suposición de la envidia generada en los que no poseen.

EDUCACIÓN-La educación genera cambios psíquicos. El cambio conlleva por lo menos dos movimientos. El primero es el desprendimiento y duelo por lo inútil, que genera en el yo un estado desvalimiento. SE SIENTE COMO UN NAUFRAGO CAPAZ DE TOMARSE DE CUALQUIER COSA CON TAL DE NO ZOZOBRAR ANTE LA PERDIDA. El segundo movimiento, implica la aceptación de lo nuevo, desconocido, incierto. Sentimientos de duelo por lo dejado atrás, inseguridad por lo que vendrá.

Concepto de agente. Entendemos como agente al promotor, facilitador o introductor del cambio. La palabra agente subraya al carácter activo.

Para pensar que tipos de agentes son promotores, tomaremos como paradigma las razones que toma Freud en "El malestar en la Cultura", (3-1930a), donde dice que el sufrimiento nos amenaza por tres lados; desde el propio cuerpo, del mundo exterior y de las relaciones con los otros seres humanos.

Desde ésta perspectiva podríamos pensar en agentes biológicos, sociales y psíquicos.

Para que el agente opere necesita del encuentro con la disposición individual.

Como agente biológico de cambio podemos nombrar la pubertad y la menopausia, (3-1937c); como agente psíquico, a la pulsión, (3-1920g), que tal como lo recordaba Freud, "[…] 'tiende indomado siempre hacia adelante' (Fausto), […]" ; por fin como agente social, las imposiciones culturales, (3-1928b).

La educación escolar es un agente social de cambio psíquico. Se vuelve eficaz, si están dadas las condiciones psíquicas y biológicas que están pidiendo el estímulo educativo, (3-1932d).

-Concepto de cambio. Entendemos por cambio a la modificación de un estado psíquico.

El cambio que ofrece la educación escolar puede operar sobre el yo y el super yo, (3-1923b). Los cambios en el yo, pueden darse por modificación de las defensas o por complejización psíquica, ambos pueden combinarse, tomemos como ejemplo el destino de la desmentida, (3-1927e). Se trata de una defensa normal hasta alrededor de los ocho años de edad y que luego con la maduración evolutiva que ocurre durante la escolaridad, desaparece, pero puede ser sostenida por la acción patógena de ésta. La acción educativa sobre las defensas puede hacerse de manera concordante con éstas, y en consecuencia inadecuada; por ejemplo reforzar defensas excesivas, mantener las normales prolongadamente como es el caso de la desmentida y con ello la escisión del yo, o suprimirlas cuando se hace necesario reforzarlas como es en el caso de las patologías trasgresoras. Puede operar de manera complementaria al yo, aportándole a éste aquellas defensas que le faltan, o bien suprimir las que están en exceso.

El educador tiene la posibilidad de que se gradúen los momentos sucesivos de aporte o de frustración inevitable que produce la realidad, porque no es la simple interacción la que produce aprendizajes, internalizaciones, modificaciones. Son las predicciones que se suscitan en el encuentro con los otros que al entrar en conflicto con las limitaciones de la realidad, facilitan el desarrollo de una lógica de acción, desde donde se confrontan diferentes estrategias (1-1/10).

En ésta presentación nos ocuparemos de la acción educativa que tiene la escolaridad sobre el superyo, en particular sobre los ideales.

Los cambios pueden darse como resultado de la fatalidad del desarrollo y pueden ser de naturaleza psíquica o biológica.

Entre los cambios psíquicos como resultado de la fatalidad del desarrollo podemos considerar: el sentimiento de culpa, (3-1930a), la transformación de familiar en extraño, (3-1919h); la desaparición de la desmentida, (3-1927e); la coerción del placer en el juego con las palabras, (3-1905c). En éste último artículo Freud dice que el niño, tiene placer cuando experimenta jugando con las palabras, independientemente de sus sentidos. Posteriormente, cuando es estudiante no prescinde de ésta actitud como expresión de su rebeldía ante la coerción intelectual que le significa el estudio. Cuando es hombre maduro, en los congresos científicos, toma a burla los conocimientos adquiridos para compensar las nuevas coerciones intelectuales.

En el artículo "Sobre la psicología del colegial", (3-1914f), destaca la decepción de los padres producida por la educación, cuando el estudiante comprueba, en el encuentro con sus maestros, que su padre ya no es ni el más poderoso ni el más sabio. También la desestimación es un mecanismo normal de la infancia y que luego desaparece, (3-1918b).

Entre los cambios biológicos, podemos considerar la anticipación de la excitación pulsional respecto de la posibilidad de descarga, (3-1905d); la organización neuronal del sistema auditivo, que es anterior a la posibilidad de repetir motrízmente la palabra oída, (3-1891).

-La educación escolar como agente de cambio psíquico La educación escolar puede ejercer modificaciones sobre los ideales de los estudiantes. Recordemos que las funciones del Superyo son; la autobservación, la formación de ideales, y la conciencia moral.

-Para el desarrollo del tema, estimamos necesario algunas reflexiones previas acerca de:

* La pulsión de saber y la pulsión de investigar.

Freud, (3-1905d, 1908c, 1910c, 1924c), sostiene que la sublimación del placer por aniquilar, se trasmuda en placer por aferrar y de apoderamiento. La pulsión de apoderamiento se sublima en pulsión de saber e investigar gracias a la palabra. La primera se manifiesta por el anhelo de recibir atesorar, administrar, por su carácter pasivo. La pulsión de saber atesora, crea eruditos, y es el medio para llegar a la investigación. El saber no puede enfrentar algo nuevo, lo cuestiona desde el saber constituído, es guardián y depositario de la tradición, idealiza a los genios muertos cuyo legado guarda. La pulsión de investigar, utiliza el saber para continuar interrogando en el pensar, en los actos psíquicos puramente internos, una actividad de análisis y de síntesis en nuevas complejizaciones, que son protectoras de la actividad de la pulsión de muerte.

Recordemos lo dicho por Freud en "Leonardo", (3-1910c), que en el tercer destino de la represión puede sublimarse el apetito de saber, reforzando la potencia de la pulsión de investigar.

Gracias a la pulsión de saber y de investigar, los objetos del mundo, en vez de ser vistos y aprehendidos, son sustituídos por nombres, por palabras. Coincide con la etapa anal secundaria y la aparición de la lógica por analogía.

* Algunas de las lógicas con que se articulan las huellas mnémicas.

La analogía implica diversas inscripciones simultáneas con un núcleo en común y un conjunto de predicados (3-1895). La unificación se hace por medio de la palabra, y conlleva un mayor alejamiento de la experiencia directa con el objeto.

Permite discriminar la identidad y la semejanza. La primera significa que la totalidad de las cualidades y de las funciones de uno, se corresponden con las de otro. La segunda implica reconocer el semejante (para lo cual debió haberse establecido el núcleo del Yo), y se da por los predicados. Cobran importancia los sentidos distales (vista y oído), que son los organizadores porque hay mayor capacidad para soportar la pérdida. Corresponde al pensamiento preoperatorio de Piaget, (10-1959).

A ésta continúa en orden lógico, la inscripción por causalidad intrapsíquica. El Yo liga huellas con núcleos diferentes, lo cual alude a las diferencias de los sexos. Se agregan como organizadores, a los anteriores, (el olfato, gusto, tacto, vista, componentes cinéticos y oído), el componente visual como organizador. Surge el complejo fraterno, la diferencia de sexos, las teorías sexuales infantiles, el narcisismo de las diferencias, el complejo de castración, la capacidad de deducción y el Complejo de Edipo.

La palabra permite intelegir el origen del padre, (3-1939a), un alejamiento de la inmediatez perceptual con la ganancia de una mayor autonomía psíquica.

En éste momento, como decíamos antes, se hace evidente la diferencia entre pulsión de saber y de investigar.

* Los tipos de pensamiento. El pensamiento mítico.

Es necesario deslindar el origen de los nuevos tipos de lógica con que opera el preconciente. Freud, (3-1918b), distinguió dos orígenes para el pensar: uno, inconciente, es inherente a la especie, y el otro, preconciente, corresponde a una conquista cultural de la humanidad y es alcanzado por cada yo mediante el aprendizaje. Es necesario distinguir algo en común a todos estos procesos de complejización psíquica: cada nueva forma de pensamiento surge en los intersticios lógicos del pensar previo, debido a las imposibilidades internas con las que éste se enreda. El nuevo pensamiento es empujado por la necesidad psíquica de expresión de los procesos pulsionales y se expresa con un mayor grado de refinamiento.

¿De qué manera se introduce el pensar cultural en el yo?

El mismo se introduce como un imperativo categórico, es decir, bajo la forma de un orden constituyente del superyó, (3-1923b), orden cuyas razones no son explicitadas porque es imposible que el yo las entienda. Precisamente, el imperativo categórico es el tipo de la frase contenida en el superyó, que luego, cuando el yo logra conquistar la intelección de las razones por las cuales la frase fue dicha, el pensar correspondiente pasa a estructurar el preconciente. En este caso, la concordancia con el superyó tiende a sustituir a la obediencia ciega del yo al superyó, cuyo ideal el yo tiene la ilusión de realizar.

En principio los imperativos categóricos suelen provenir de padres o equivalentes, pero luego son atribuidos a figuras cada vez más distantes, que van desde los educadores hasta los autores con quienes el contacto se reduce a lo escrito, a la palabra ausente. El carácter imperativo, hereda algo del mandato que antes tenían las pulsiones para el yo, a las cuales éste respondió con actos. Ante estos imperativos el yo carece de capacidad analítica, crítica, de la misma manera como ante la pulsión; y abarcan el terreno de la sexualidad, el del trabajo y el de la muerte.

En el plano de la sexualidad, una serie de órdenes prohíben la masturbación, imponen la necesidad de la maternidad o la paternidad. En el plano laboral la orden sería "ganarás el pan con el sudor de tu frente", y en cuanto a la relación con la muerte, la orden consiste en reconocer la necesidad del fin de la vida personal. Cada uno de estos imperativos categóricos parece ser una transformación del vínculo con la pulsión: la sexual, la de autoconservación, la de muerte, respectivamente. Estudiar los tipos de pensar con que opera el preconciente (por la introducción de nuevas lógicas, conquistadas mediante el aprendizaje) no difiere excesivamente del análisis de la constitución de los tipos de superyó.

Podemos discriminar diferentes tipos de superyó, lógicamente sucesivos: totémico, mítico, religioso, de las cosmovisiones y científico-ético, (7-1980.1992). De allí derivan tipos distintos de preconciente, que incluyen un modo particular de deseos y de representaciones-grupo exteriores.

Cuando afirmamos que estos tipos de superyó son lógicamente sucesivos queremos decir que existe un requisito interno en la secuencia. Para que aparezca uno, el mítico, por ejemplo, es necesario que haya emergido el totémico.

A los efectos de nuestro desarrollo, la educación escolar como agente de cambio, nos interesa el ideal mítico. Este implica un deslinde entre animal y humano. Distingue dos tiempos: el de la gesta heroica, origen del grupo, y el de lo cotidiano.

La oposición entre el ideal y el yo es de tipo espacial y también temporal. El espacio mítico suele superponerse en apariencia al espacio del grupo que sostiene este tipo de creencia, pero está distribuido con otra lógica, en cuanto a las investiduras de objetos y lugares, como por ejemplo ciertos ámbitos en que irrumpe la producción de lo sagrado.

El tiempo del mito, es el de un presente honrado y sostenido por las generaciones posteriores del grupo supuestamente generado por el héroe. Esta oposición entre dos temporalidades (el presente mítico renovado por el pasaje de sucesivas generaciones de individuos), coincide con ese tipo de lógica que Piaget, (10-1942), describe como inteligencia de las operaciones concretas. Esta, entre otros procedimientos, incluye la posibilidad de actividades intelectuales conjugadas de seriación y clasificación.

El tiempo del mito se expresa léxicamente como "presente épico", es decir, aquél que alude a un corte en la sucesión, en la trayectoria fijada por el destino, y perpetúa este cambio para las generaciones surgidas a partir de entonces. Este presente épico implica un tipo de inmortalidad que se sostiene gracias al recuerdo constante exigido al grupo, alude a un acto que no cesa de ocurrir: la independencia de la Nación, la jura de la bandera, la derrota de los invasores, por ejemplo. Estos al ser repetida en las generaciones sucesivas, educación escolar mediante, produce ese vínculo social que Freud llamó camaradería, que incluye la dimensión laboral.

La temporalidad de la inmortalidad, es sostenida por la memoria (por el alma) de un pueblo originado gracias al héroe.

El recuerdo del héroe significa una menor dependencia de la percepción del objeto visual y su sustitución por una imagen.

En cuanto a la diferencia entre la percepción de un objeto y la percepción de una imagen, recordemos que Freud, (3-1926d), distingue la zoofobia de Juanito de la del Hombre de los lobos, afirmando que la segunda derivó de percibir una lámina del animal temido, mientras que la primera surgió ante la percepción de la caída del caballo.

El alma, como doble del cuerpo, surge según Freud, (3-1912-13), en el intento de resolver la contradicción entre percepción y memoria, entre la ausencia sensorial y la vívida presencia de un objeto anhelado, en los recuerdos. La ausencia del cuerpo se coimplica entonces con la presencia de su espíritu, de su imagen. La sustitución de un totem por una imagen, ofrece cierta autonomía al yo con respecto a la percepción directa del objeto.

La diferencia entre el ideal y el yo es menos superable, porque los requisitos para acceder a la categoría de héroe implican ya un esfuerzo personal y un reconocimiento social difícilmente alcanzable. Por lo tanto para cada individuo la desmentida del juicio que distingue entre el ideal y el yo resulta más costosa. El grupo supuesto como consecuencia del mito es más amplio, y la representación-grupo propia del pensar mítico posee un mayor grado de abarcatividad, reúne algo así como un conjunto de clanes, en un vínculo de camaradería. En el origen del grupo es puesto un líder con rasgos humanos, aunque separado del resto de la comunidad ya no en términos espaciales, sino temporales.

Resumiendo; pulsión de saber y pulsión de investigar, sublimación de la sexualidad con reforzamiento vigoroso al servicio de la investigación, aparición de la lógica por analogía y la palabra, el pensamiento mítico, factores individuales y contextuales, el carácter del grupo de origen, (3-1918b); constituyen en proporciones variables, acorde con las series complementarias de cada cual, el terreno sobre el que la educación escolar opera de forma estimulante o regresiva.

-Eficacia individual en el educando.

Se ha enfatizado lo que es más evidente: la actitud, el deseo, o el discurso de los educadores como factor ideologizante, y se ha dejado a un lado el interrogante acerca de cómo dicha actitud o dicho discurso se vuelve eficaz en un aparato psíquico en formación.

¿Cómo es que un yo prepara y anticipa esa influencia presuntamente objetiva?

Freud afirma que en un principio no existe nada parecido a un yo, dado que sólo hay pulsiones parciales que se satisfacen de un modo autoerótico, autónomas unas de otras.

La literatura psicoanalítica ha supuesto, y con razón, que la operación psíquica que engendra un yo a partir de este estado de dispersión erógena es la identificación, pero de hecho lo que afirma Freud es que ocurre una síntesis de las pulsiones parciales, o bien que se desarrolla una nueva "acción psíquica". Es decir, la identificación parece relacionarse con esta acción psíquica, puramente interna, y tiene un valor de síntesis, de articulación entre las diferentes pulsiones parciales. Ligadura que es lograda por un desplazamiento pulsional, como el que corresponde al pensar inconciente.

Partes: 1, 2, 3, 4
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