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El politico y el cientifico (página 3)

Enviado por Mirian padilla blas


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Con esto tampoco llegamos a la solución final del problema. No hay etica en el mundo que pueda substraerse al hecho de que para alcanzar fines "buenos" haya que recurrir, en muchos casos, a medios moralmente dudosos, o por lo menos arriesgados, tanto mas, cuanto que son posibles las consecuencias laterales moralmente negativas y hasta existe gran probabilidad de que asi sea. Es mas, ninguna etica del mundo es capaz de precisar, ni resolver tampoco, en que momento y hasta que punto los medios y las consecuencias laterales moralmente arriesgadas quedan santificados por el fin moralmente bueno. La politica tiene como factor determinante la violencia. Todos ustedes pueden facilmente calcular la intensidad de la tensión que, en el plano de la etica, existe entre medios y fines. Basta con recordar, por ejemplo, el caso de los socialistas revolucionarios (tendencia Zimmerwald), los cuales se regian, durante la guerra,- apegados a un principio que se apoya, dicho de un modo descarnado, en estos terminos: "Si hemos de escoger entre algunos anos mas de guerra que nos traigan asi la revolución, o bien una paz que entorpezca su venida, es preferible que se prolonguen estos anos mas de guerra". Ante la pregunta acerca de lo que esa revolución podia traer consigo, cualquier socialista cientificamente educado habria respondido que en absoluto cabia la idea del paso a una economia socialista en el sentido que para el tiene el vocablo, antes bien, que se reconstituiria una economia burguesa, con lo cual se habria logrado solamente eliminar los factores feudales y los restos dinasticos. Si para el logro de tan pequeno resultado se prefieren "unos anos mas de guerra" GAcaso no podria decirse, aun con la firmeza de las convicciones socialistas, que se puede rechazar un fin que obliga a valerse de tales medios?

No obstante, esta es la postura del bolchevismo, del espartatismo y, en general, del socialismo revolucionario. Por consiguiente, resulta extremadamente irrisorio el hecho de que estos sectores censuren moralmente a los "politicos del poder" del antiguo regimen por valerse de los mismos medios, no obstante que la condena de sus fines se encuentre plenamente justificada. En lo tocante a la santificación de los medios por el fin, se presenta aqui inevitablemente el quebrantamiento de cualquier moral de la convicción. Por lógica no queda, en efecto, otra posibilidad que la de condenar toda acción que se valga de medios moralmente peligrosos. Ciertamente, es natural.

Ahora bien, en el plano de las realidades, observamos de continuo cómo aquellos que proceden conforme a la etica de la convicción se convierten con gran rapidez en profetas quiliasticos; vemos, por ejemplo, a quienes han predicado repetidamente "el amor frente a la fuerza" acogerse en seguida a la fuerza, a la fuerza "definitiva" que trae implicito el aniquilamiento de la violencia total a semejanza de nuestros oficiales que, al emprender una nueva ofensiva, decian a los soldados que era la ultima, la del triunfo definitivo, tras la cual vendria la paz. Para quien actua de acuerdo con la etica de la convicción resulta intolerable la irracionalidad etica del mundo. Se trata de un "racionalismo" cósmico-etico.

Al respecto, todo aquel que haya leido a Dostoievski recordara sin duda la escena del Gran lnquisidor, en la cual se plantea este problema en terminos muy profundos. No podemos meter en un mismo saco a la etica de la convicción y la etica de la responsabilidad, nos resultara imposible, asi como tampoco es posible determinar eticamente los fines que pueden santificar tales o cuales medios cuando pretendemos hacer alguna concesión a este principio.

F. W. Forster, colega por quien profeso en lo personal gran estima por la indudable sinceridad de sus convicciones, aunque considerandolo como politico me resulta inaceptable, esta persuadido, en su celebre libro, de que ha de salvar esta dificultad recurriendo a la simple tesis de la cual se desprende que de lo bueno sólo puede derivarse el bien, y de lo malo unicamente lo malo. Si asi fuese no surgiria, claro esta, el problema; pero es inaudito que semejante tesis pueda todavia salir a la luz en la actualidad, dos mil quinientos anos despues de los Upanishads. Y si repasamos el curso de la historia universal, asi como tambien si hacemos el examen, con toda imparcialidad, de la experiencia cotidiana, vemos claramente que se nos esta mostrando lo contrario. Todas las religiones del mundo se apoyan en su desarrollo sobre la base de que la vida es lo contrario a dicha tesis.

El problema inicial surgido de la teodicea estriba en cómo es posible que un poder supuestamente infinito y bondadoso al unisono, haya podido crear este mundo irracional de inmerecido sufrimiento, de injusticia con impunidad y de irremediable insensatez. Asi pues, o no es todopoderoso, o carece de bondad; o quiza la vida esta regida por principios de equilibrio y de sanción, de modo que en la tarea de querer interpretarlos unicamente puede ayudar la metafisica, a no ser que esten substraidos eternamente a nuestra interpretación. Todas las manifestaciones religiosas han estado impulsadas por la fuerza de esta cuestión de la irracionalidad. Tanto la doctrina del karma como el dualismo persa, el pecado original, la predestinación y el Deus absconditus, han surgido todos de esta experiencia. Los cristianos primitivos sabian tambien, ni mas ni menos, que los demonios gobernaban el mundo. Asimismo estaban convencidos que todo aquel que se daba a la politica, mejor dicho que se valia del poder y la violencia era porque tenia un pacto con el diablo. Por consiguiente, la realidad es que en su dinamismo ya no es lo bueno lo que sólo produce el bien y lo malo el mal, sino que, a menudo, suele ocurrir a la inversa. No darse cuenta de esto en el plano de la politica es pensar puerilmente.

Todas las eticas surgidas de las corrientes religiosas se han adaptado, de diferentes maneras, al hecho de que los seres humanos vivimos insertos en distintos ordenamientos vitales regidos por leyes que difieren entre si. En el politeismo helenico vemos que se ofrecian sacrificios tanto a Afrodita como a Hera, a Apolo como a Dionisos, porque se consideraba que no habia nada de sorprendente en los conflictos entre aquellas deidades. En el ordenamiento hindu cada profesión era objeto de una ley etica especial, de un dharma, en cuya virtud cada una permanecia separada de la otra, todas en castas diferentes. El ordenamiento las situaba en determinada jerarquia fija; ningun nacido en ella podia escapar mas que por el renacimiento en la nueva vida inmediata. De este modo quedaban a distancias diferentes de los sumos bienes de la salvación religiosa. Asi se tenia la posibilidad de formar el dharma de cada casta, ya se tratara de ascetas o brahmanes, de rateros o prostitutas, pasando por todas y cada una, conforme a la legalidad inherente privativa de cada profesión. En el Bhagavag Gita pueden ustedes dar con la guerra; en el dialogo que sostienen Krishna y Arjuna, ubicada entre la totalidad de los ordenamientos vitales. "Haz lo que sea necesario", asi reza el dharma de la casta de los guerreros, con respecto a la labor obligatoria, lo objetivamente esencial acorde con los propósitos de la guerra. Por lo que se refiere al hinduismo, ella no es ningun obstaculo en la salvación religiosa, antes bien la refuerza: el guerrero hindu, muerto con heroicidad, tenia el cielo de lndra absolutamente asegurado, del mismo modo que para los germanos lo estaba el Walhalla. En cambio, le habria resultado despreciable el nirvana, tanto como para los germanos lo era el cielo del cristianismo y sus coros de angeles. Tal particularidad propició a la etica hindu un tratamiento del verdadero arte de la politica, falta de quiebras merced a que se concreta a seguir las leyes que a ella se refieren y hasta las refuerza. El "maquiavelismo", tendencia en verdad radical, en el sentido que se suele dar a la expresión, esta sin duda representado en la literatura hindu por el Arthasastra de Kautilya, perteneciente a epocas anteriores a nuestra Era y contemporaneo probablemente de Chandragupta. Junto a el, "tl principe" de Maquiavelo resulta ingenuo. Como es notorio, la etica, de la que el profesor Forster se encuentra muy cerca, considera en sus "concilia evangelica" una etica especial destinada a aquellos a quienes Dios les ha concedido el carisma de la santidad. Entre estos se cuentan, ademas del monje, que no debe derramar sangre ni perseguir beneficios, el caballero cristiano, y el ciudadano devoto, a quienes si les esta permitido tanto lo uno como lo otro. En el hecho de aplicar escalonadamente la etica y de integrarla en una doctrina de la salvación, queda al descubierto que aqui se es menos consecuente, comparandola con la de la lndia, pero eso no podia ni debia ser de otro modo ante las hipótesis de la fe cristiana. Dada la corrupción del mundo a consecuencia del pecado original, era facil introducir la violencia en la etica, como medio de oponerse al pecado y a las herejias que ponen en peligro el alma. Todas las exigencias acósmicas consignadas en el Sermón de la Montana corresponden a la etica pura de la fe y del Derecho natural que las sustentan, basadas en prescripciones definitivas a traves de las cuales mantuvieron, a pesar de todo, su vigor revolucionario para emerger decisivamente a la superficie de las contiendas en casi la totalidad de los tiempos de virulencia social. De aqui dimanaron, en forma indudable, las sectas tanto radicales como pacifistas, entre las cuales se nos presenta la de Pennsylvania con su doctrina instauradora de un Estado que omitiria para sus fines el uso de la fuerza frente a los fenómenos exteriores. En la practica, la hipótesis hecha realidad cayó en un derrotero dramatico cuando, al advenimiento de las luchas conducentes a la independencia, la secta de los cuaqueros se vio en la incapacidad de recurrir a las armas, que les habrian dado la victoria en el conflicto decisivo por el triunfo de sus ideales, al reves del protestantismo tradicional que, asumiendo una actitud opuesta, legitimó el recurso de la violencia para el sostenimiento del Estado, justificando ese recurso como emanado de una institución divina y legitimamente autoritaria. Lutero no cargó sobre el individuo, en particular, la responsabilidad moral de la guerra, al hacer que aquella recayese sobre los hombros de la autoridad, a la que es obligado obedecer sin que por ello el individuo resulte culpable. La doctrina de Calvino, a su vez, asumió la fuerza como medio basico de legitimidad para la defensa de la fe; esto es, consideró la guerra de religión tan necesaria, para su justificación, como en su tiempo lo fue para el lslam: una necesidad vital. En este punto puede advertirse que no es la perdida de la fe, advenida en el culto renacentista por el heroe, la que ha dado origen a los problemas de la etica politica.

La historia de todas las religiones acota que se han valido de la fuerza, con variada fortuna, siguiendo la misma conducta que se acaba de exponer. La peculiaridad generica de los problemas eticos propios de la politica esta condicionada unicamente por los recursos especificos dados en la violencia legitima puesta al servicio de talo cual conjunto social. De esta suerte, quienquiera que utilice este arbitrio, no importando cual sea el fin, de acuerdo con sus necesidades politicas, queda condenado a responder por las consecuencias que de ello se deriven, y caera, esta condena en forma muy especial sobre quien luche por su fe, sea esta religiosa o no. Observando la escena contemporanea encontramos que aquel que desee instaurar en ella la justicia absoluta, tendra que usar del poder y de los partidarios que lo sigan, condensados en una organización que, para funcionar, necesita de articulos o premios espirituales y materiales. En la actualidad, la lucha de clases exige que se ofrezca como premio espiritual la satisfacción de los rencores y de los anhelos de venganza y, especialmente la satisfacción potencial del resentimiento y de la pseudoetica que reclama sus propios fueros, aunque esto entrane difamar al adversario y la acusación de ser agente de herejias. Como medios materiales debera tener a su alcance el ofrecimiento del triunfo mediante la aventura conducente a la apropiación del botin y las prebendas conexas al uso del mismo. El triunfo del lider esta condicionado por entero al funcionamiento de la organización y de los móviles suscitados en ella, antes que a sus propios recursos. Es, pues, condición sine qua non la seguridad en la consecución de los premios ofrecidos a los seguidores que le son adictos, ya se trate de guardias rojos, rufianes o agitadores. Dadas estas premisas, el exito de sus propósitos no queda al alcance de su mano, a menos que quiera servirse de esos motivos falsamente eticos y esencialmente abyectos adoptados por sus seguidores a los que, por lo demas anima una fe altruista representada por su persona y por su causa. La "legitimación" del anhelo de venganza, de las ansias de poder, del botin y de los gajes no es mas que un recurso justificativo de la sinceridad de la fe (no debemos enganarnos, esta interpretación materialista de la historia no es tampoco un recurso que se acepta y desecha a voluntad, sin que obedezca los designios de los conductores de la revolución). El problema se presenta, ante todo, como una expresión de la revolución emocional, imponiendose de nueva cuenta como una constante cotidiana tradicional. Siempre los heroes de la fe y la doctrina que sustentan acaban por esfumarse y, lo peor, por transformarse en factores constitutivos de la fraseologia de los demagogos y de los manipuladores de la politica. Tal cambio se produce con celeridad visible en el curso de las contiendas ideológicas, debido a que estas son conducidas y estan inspiradas por lideres indudables y autenticos profetas revolucionarios. Ahora bien, dado que en toda organización, sujeta a liderazgos, la unica condición del exito es la del empobrecimiento espiritual, la materialización y, en definitiva, la proletarización del alma en aras de la "disciplina de partido", la corte victoriosa de un dirigente politico suele transformarse de esta manera, con facilidad pasmosa, en un grupo comun y corriente de cortesanos con influencia. Los profesionales de la politica, o los aspirantes a serlo, necesitan obligadamente tomar conciencia de estas paradojas morales y de su responsabilidad, teniendo en cuenta la deformación que en ellos mismos puede operarse bajo la presión inflexible de sus seguidores. lnsisto en que quien se dedica a la politica establece un pacto tactico con los poderes satanicos que rodean a los poderosos. Para substraerse a este designio, los grandes virtuosos del amor al prójimo y del bien acósmico, de Nazaret, de Asis o de los palacios reales de la lndia, no se inmiscuyeron en los medios politicos, no actuaron dentro del poder. Su reino no era de este mundo, a pesar de haber tenido exito dentro de el. Platón, Karatajev y los santos dostoievskianos estan copiados a sus imagenes. Quien busque la salvación de su alma y la redención de las ajenas no la encontrara en los caminos de la politica, cuyas metas son distintas y cuyos exitos sólo pueden ser alcanzados por medio de la fuerza Los genios o los demonios de la politica viven en pugna interna con el dios del amor, asi se trate del dios cristiano en su evocación eclesiastica; y esa pugna puede convertirse en cualquier momento en insoluble conflicto. Esta experiencia la conocian los contemporaneos de la hegemonia eclesiastica. En sucesivas ocasiones caia el interdicto papal sobre Florencia y su connotación significaba para la epoca y las almas de los hombres un poder mas fuerte que la "aprobación fria" del juicio moral kantiano, en opinión de Fichte, sin que ello, impidiese que los florentinos dejasen de combatir a los Estados de la lglesia. Una muestra de esa situación se encuentra en un bello pasaje de Maquiavelo, perteneciente, si la memoria no me engana, a las "Historias florentinas", en el que el autor pone en boca de uno de sus heroes el elogio a quienes colocan la grandeza de la patria sobre la salvación de sus almas.

Si cambiando la terminologia dijeran ustedes "futuro del socialismo" o "paz internacional" en lugar de "ciudad natal" o "patria", tendran el viejo problema completamente actualizado. Todo lo que se persigue mediante la acción politica y los medios violentos que ella utiliza con apego a la etica de la responsabilidad, supone un peligro para la "salvación del alma". Tratandose de la consecución de una finalidad de esta naturaleza en el campo ideológico y mediante una pura etica conceptual, esa finalidad puede resultar perjudicada al grado de desacreditarse por muchas generaciones, debido a que entre sus medios no se tuvo presentes las consecuencias inherentes a la responsabilidad. El que obra de esta manera no tiene conciencia de las potencias diabólicas puestas en juego ni de que tales potencias son inexorables y, por consiguiente, capaces de originar resultados adversos que afecten tanto a sus propósitos como a la salud de su alma, ya que frente a ellas se encontrara, de no verlas, completamente indefenso. "Mas sabe el diablo por viejo que por diablo"; "el demonio es viejo; hazte viejo para poder entenderlo". No se trata en estos refranes de la edad cronológica del demonio. Nunca me he sentido abrumado en una discusión por las fechas de nacimiento. El simple hecho de que alguien tenga veinte anos y yo pase de los cincuenta, no me induce, en definitiva, a pensar que ello constituye un exito ante el que tenga que temblar de pavor. Lo decisivo no es cl numero de anos desde el nacimiento, sino la capacidad adecuada para hacer frente a las realidades de la vida, para soportarlas y a estar a su altura; si bien es verdad que la politica se hace con la cabeza, esto no quiere decir que se haga solamente con la cabeza. En ello tienen razón sobrada quienes defienden la etica de la convicción. Sin embargo, nadie puede sentenciar si hay que proceder conforme a la etica de la responsabilidad o de acuerdo a la etica de la convicción, o cuando conforme con la una o de acuerdo con la otra. Lo unico que puedo afirmar es que cuando, en estos tiempos de excitación que ustedes no creen "esteril" (la excitación no es esencialmente ni siempre una pasión autentica), veo que aparecen de subito politicos de convicción vociferando en medio del desorden: "el mundo es necio y abyecto, pero yo no, la responsabilidad por las consecuencias es ajena a mi corresponde a aquellos para los cuales yo trabajo y cuya necedad o cuya abyección yo podre extirpar", empiezo por discutir la consistencia interior que existe en el transfondo de esta etica de la convicción. Me imagino que en nueve de cada diez casos doy con odres llenos de viento que no saben lo que estan haciendo y que se inflaman con sensaciones romanticas. Humanamente esto no me interesa mucho ni poco y puedo decir que tampoco me conmueve en absoluto.

Por el contrario, es muy conmovedora la actitud de cualquier hombre maduro, de no importa cuantos anos, que siente con toda su alma la responsabilidad por las consecuencias y actua conforme a la etica correspondiente y que, llegado el caso, es capaz de decir: "no puedo hacer nada mas, aqui me detengo". Siento que esto es algo realmente humano y me caia hasta lo mas profundo. Esta situación puede, en efecto, desafiar a cualquiera de nosotros, a condición de que no estemos muertos. Desde este punto de vista, la etica de la responsabilidad y la etica de la convicción no son terminos opuestos entre si; son elementos complementarios que deben concurrir a la formación del hombre autentico, a la formación del hombre que pueda tener "vocación politica".

Llegado aqui, estimado auditorio, me permito emplazarlos para que hablemos nuevamente de este tema dentro de diez anos. Si para entonces, como desdichadamente tengo muchos motivos para temerlo, continuamos dominados por la reacción sin que se haya realizado algo o quiza en absoluto nada de lo que con seguridad muchos de ustedes, y yo tambien, como lo he reconocido con frecuencia, hemos deseado y esperado (quiza, con toda probabilidad, esto no habra de aniquilarme, pero supone, claro esta, un grave cargo saber que asi ha de ocurrir); para entonces, digo, me gustara mucho saber que "ha sucedido" interiormente con muchos de ustedes que por ahora se sienten autenticos "politicos de convicción" y que, como tales, participan en la embriaguez de la revolución actual. Para entonces seria muy bello que todo ocurriera de tal modo que se pudiese aplicar lo que Shakespeare dice en el soneto 102:

"Entonces era primavera y era tierno nuestro amor Entonces la saludaba cada dia con mi canto, Como canta el ruisenor en la alborada del estio, Y apaga sus trinos cuando va entrando el dia".

Sin embargo, el panorama no es este. Tenemos frente a nosotros algo que no es alborada del estio, antes bien noche polar de oscuridad dura y helada, cualesquiera que sean los grupos actuales que triunfen. Donde no hay nada, efectivamente, no es sólo el emperador el que pierde o carece de derechos, sino tambien el proletariado. Cuando esta noche se aclare poco a poco, Gquienes de aquellos viviran dentro de la primavera que hoy aparentemente florece con tanta opulencia? GY que habra pasado para entonces en el espiritu de todos ellos? Habran caido en la amargura o en la grandilocuencia vacua o se habran sometido simplemente al mundo y a su profesión, o habran elegido una tercera via, que no es la menos transitada, la de la huida mistica del mundo que adoptan aquellos que tienen dotes para ello o que (y esto es lo mas comun y lo peor) siguen esta ruta para ponerse a la moda. En cualquiera de estos casos, sacare la conclusión de que no han estado a la altura de sus propios actos, de que no han estado a la altura del mundo tal como realmente es, ni a la altura de su tiempo. Objetiva y verdaderamente, ellos carecieron, en sentido profundo, de la vocación politica que creian poseer; y que hubieran procedido en mejor forma ocupandose lisa y llanamente de la fraternidad humana y de su trabajo cotidiano.

La politica estriba en una prolongada y ardua lucha contra tenaces resistencias para vencer, lo que requiere, simultaneamente, de pasión y mesura. Es del todo cierto, y asi lo demuestra la Historia, que en este mundo no se arriba jamas a lo posible si no se intenta repetidamente lo imposible; pero para realizar esta tarea no sólo es indispensable ser un caudillo, sino tambien un heroe en todo el sentido estricto del termino, incluso todos aquellos que no son heroes ni caudillos han de armarse desde ahora, de la fuerza de voluntad que les permita soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren mostrarse incapaces de realizar inclusive todo lo que aun es posible. Unicamente quien esta seguro de no doblegarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado necio o demasiado abyecto para aquello que el esta ofreciendole; unicamente quien, ante todas estas adversidades, es capaz de oponer un "sin embargo"; unicamente un hombre constituido de esta manera podra demostrar su "vocación para la politica".

LA CIENCIA COMO VOCACION

De acuerdo con los deseos manifestados por ustedes, hoy voy a hablarles sobre "la ciencia como vocación". Nosotros, los economistas, poseemos una pedanteria muy particular, en la que quisiera mantenerme, y que consiste en partir siempre de las relaciones extrinsecas. Asi pues, en la cuestión que nos hemos decidido a abordar podriamos partir de esta pregunta: Gde que modo se presenta la ciencia hoy en dia como profesión, en el maximo sentido de la palabra? Esta pregunta, desde el punto de vista practico, es equivalente a esta otra: Gcual es la situación de un graduado que ha decidido dedicarse profesionalmente a la ciencia en la propia universidad? Para entender en que estriba al respecto la particularidad alemana, creo necesario establecer una confrontación, recordando previamente las circunstancias que prevalecen en Estados Unidos de America del Norte, pais que tiene muchas diferencias con el nuestro en lo referente a estas cuestiones. Es bien sabido el hecho de que, entre nosotros, la carrera de un joven a quien anima el propósito de consagrarse a la profesión cientifica se inicia, regularmente, con la función de Privatdozent. El aspirante, despues de haberse puesto en comunicación con el titular de la especialidad y de haber obtenido la aprobación de este, le es calificada su obra original y se le somete a examen en determinada universidad. Alli podra dictar cursos sin salario y sin otra retribución que aquella que se derive de la matricula de los estudiantes, fijando sus propios objetivos dentro del ambito de su venia legendi.

En America del Norte la carrera academica se inicia normalmente con el nombramiento de "assistant". Naturalmente, existe cierta semejanza con lo que suele ocurrir en nuestros grandes lnstitutos de Medicina y de Ciencias, en los cuales sólo un reducido numero de concurrentes, y a menudo muy tarde, se deciden a ser habilitados como "Privatdozent". La diferencia consiste en que, en la practica, la carrera cientifica esta cimentada definitivamente sobre supuestos plutocraticos, ya que tratandose de un cientifico joven que carece de bienes de fortuna, resulta muy expuesto, correr los riesgos dci profesorado academico, toda vez que le sera forzoso sostenerse con sus propios medios durante varios anos, sin que le asista la seguridad de que al final de ellos pueda lograr un puesto que le permita vivir de el. En dicha nación norteamericana rige, por el contrario, el metodo burocratico. El joven percibe un salario desde el principio, aun cuando es de poca cuantia, ya que apenas se equipara al que, en la mayor parte de los casos, recibe un obrero medianamente calificado. Como quiera que sea, el joven cuenta ya con una posición mas o menos sólida, dado que el sueldo que recibe es fijo. Sin embargo como suele suceder entre nuestros asistentes, es posible que llegue a ser destituido, y quiza hasta de un modo bastante despiadado si defrauda la confianza en el depositada. Esta consiste en que tendra que "llenar el aula". No es algo que pueda acontecerle a un Privatdozent aleman, el cual, una vez ha sido nombrado, no puede ser destituido. Naturalmente, no tiene "derechos" adquiridos; sin embargo, es lógica la perspectiva de que, habiendo cumplido durante anos el ejercicio del profesorado, sea acreedor a ciertas consideraciones y se le tenga en cuenta, incluso si se presenta la casual circunstancia (a menudo muy importante) de tener que habilitar a otros Privatdozenten. Esta disyuntiva entre si debe habilitarse a los graduados que los soliciten y cuya capacidad haya sido comprobada o si hay que tomar en consideración las necesidades de los docentes, es decir, si a los Privatdozenten ya en funciones se les debe conceder – estado de monopolio, resulta muy penosa y esta enlazada estrechamente con la doble cara de la profesión academica a la que habremos de referirnos en seguida. En la mayoria de los casos se adopta la segunda de las dos alternativas expuestas, lo cual implica, sin embargo, que cl profesor regular interesado tenga una predilección especial para con sus propios discipulos, por mas recto de conciencia que sea. Hablando con sinceridad, hasta yo personalmente me he apegado al principio de que aquellos que se han graduado conmigo deben someterse al examen y habilitarse con otros profesores en otra universidad. Con todo, se ha dado el caso de que uno de mis mejores alumnos se haya visto rechazado en otra universidad, debido a que nadie podia dar credito al verdadero móvil de buscar en ella la habilitación.

Entre nuestro metodo y el norteamericano existe todavia una diferencia mas. Por lo regular el Privatdozent aleman tiene que dedicarse menos de lo que quisiera a explicar los temas de las clases. De hecho, esta facultado a desarrollar cualquier tema de su especialidad; sin embargo, si asi lo hiciese, ello se conceptuaria como inaudita falta de consideración respecto de los Dozenten con mayor antiguedad. Generalmente el dictado de las lecciones sobresalientes esta a cargo del titular, en tanto que las cuestiones secundarias dependen del Privatdozent. El sistema le resulta ventajoso, aunque no sea, en parte, muy de su agrado, ya que le da libertad para dedicarse a la labor cientifica durante los anos de su juventud. Con el metodo estadounidense ocurre, en principio, de modo muy distinto. Por el hecho de recibir un sueldo, es precisamente en los primeros anos del ejercicio academico cuando el joven cientifico se encuentra mas agobiado por tareas didacticas. Pongamos como ejemplo una dependencia de germanistica. El profesor ordinario se conforma con dictar, supongamos, un curso de tres horas por semana acerca de Goethe. Por su parte, el joven asistente puede considerarse satisfecho si ademas de impartir las primeras lecciones de la lengua alemana durante doce horas semanales de clases, puede incluir conocimientos de poetas de la talla de Uhland o algo asi, pues son los titulares de la especialidad los que elaboran el programa, y es obligatorio que el assistant se apegue a el, a semejanza de lo que acontece entre nosotros con respecto a los asistentes de los institutos.

Ahora es posible ver claramente cómo la ampliación de nuestra Universidad, de ayer a hoy, para dar acceso a nuevas ramas de la ciencia, se esta haciendo de acuerdo con los patrones norteamericanos. Los importantes institutos de Medicina o de Ciencias se han convertido en empresas de "capitalismo de Estado". Para realizar su tarea requieren medios de gran envergadura, y sin ellos se produce la misma situación que donde sea que intervenga la empresa capitalista, esto es "el apartamiento del trabajador, asi como de los medios de producción". El trabajador, que en nuestro caso es el asistente, se encuentra vinculado a los medios de trabajo puestos a su disposición por el Estado. De resultas, tiene tan poca independencia frente al director del instituto como el empleado de una fabrica frente al director de esta, pues aquel piensa con toda buena fe que el instituto es suyo y procede como si de hecho lo fuese. Su situación suele ser tan precaria como otra forma cualquiera del proletariado, y exactamente igual a la que vive el assistant de la Universidad estadounidense.

Es un hecho que la vida universitaria se americaniza cada vez mas al igual que nuestra existencia en los mas importantes aspectos, y he llegado al convencimiento de que al correr del tiempo tal evolución habra de afectar a disciplinas como aquellas en que, a semejanza de lo que ocurre en gran parte con la mia, el propio artesano es dueno de los medios de trabajo (en principio de la biblioteca) asi como anteriormente era el amo de su taller. Tal evolución esta en pleno desarrollo. lndudablemente, esta situación ofrece ventajas tecnicas tal como sucede en cualquier empresa de capitalistas, por mas burocratizada que sea. Sin embargo, el nuevo "espiritu" se encuentra muy distante del peculiar ambiente nuestras universidades. Tanto en lo interno como en lo externo se abre un profundo abismo entre el jefe de una empresa universitaria y capitalista de tal indole y el clasico profesor regular al estilo antiguo. Disparidad que influye desfavorablemente en la actitud interna. Pero no es mi intención insistir acerca de este tema. Lo que si puedo decir es que tanto en el orden interior como en el exterior la primitiva constitución de la universidad se ha tornado ficticia. No obstante, prevalece, todavia con mas fuerza, un factor caracteristico de la carrera academica. Se trata de la problematica con respecto a si un Privatdozent o un asistente llegara a tener un dia la oportunidad de contar con un puesto de profesor regular o de director de un instituto. Claro esta que no todo depende de la casualidad, pero si es cierto que esta domina de un modo fuera de lo comun. Casi no conozco otra carrera en el mundo en la que el azar juegue analogo papel. Me juzgo tan autorizado para opinar asi por cuanto en lo personal debo agradecer a mas de una casualidad el hecho de haber recibido, siendo aun muy joven, el nombramiento de profesor ordinario de una materia que a colegas de mas edad les supuso elaborar obras muy superiores a la mia. Con esta experiencia, es posible que mi sensibilidad se haya agudizado lo suficiente como para percibir el inicuo destino de muchas personas para quienes el azar ha jugado y juega en sentido adverso y a las cuales, a pesar de su capacidad, no se les concede, por causa de este metodo de selección fortuita, el puesto que merecen. Este hecho de que justamente la ventura, y no sólo las aptitudes, constituya un factor determinante, no depende exclusiva ni principalmente, siquiera, de las deficiencias humanas que, claro esta, se hacen sentir en este sistema de selección como en otro cualquiera. No seria licito que a la inferioridad del personal del Ministerio o de las Facultades se le echara la culpa de la existencia de tantos mediocres en los puestos importantes de las universidades, hecho del que no hay duda alguna. Esto es algo regido por las leyes de la colaboración humana, que en este caso consiste en la de varias corporaciones, es decir, la Facultad que propone y el Ministerio. Un fenómeno comparable lo encontramos en la elección papal, la cual, dados los procedimientos que podemos observar a traves de los siglos, nos ofrece el ejemplo mas importante de cómo controlar una selección de personal. En muy contadas ocasiones ha resultado elegido el cardenal a quien se tenia por "favorito". Generalmente la tiara ha sido dada al que estaba en segundo o tercer lugar entre los preferidos. Algo similar ocurre con respecto a los presidentes de los Estados Unidos de Norteamerica. Es excepcional que la "nominatio" partidista y, luego, el triunfo en las elecciones recaiga en el candidato de mas popularidad y fama, en cambio, generalmente las gana el que esta en el numero dos o tres. Los estadounidenses han acunado ya expresiones tecnicas en el plano de la sociologia, para senalar a estos ejemplares personajes. Partiendo de tales ejemplos, habria de resultar muy sugestivo inquirir a que leyes responde una selección realizada por una voluntad de conjunto. No hemos de extendernos ahora en este punto, sin embargo, debemos observar que dichas leyes tambien tienen validez en lo que a las corporaciones universitarias se refiere y no debe causarnos asombro, precisamente, el que los errores se repitan con frecuencia, sino el hecho de que, pese a todo, lleguen a ser tantos los nombramientos apropiados. Lo cierto es que los mediocres acomodaticios o los arribistas, gente sin escrupulos, son siempre los unicos que tienen probabilidades de ser nombrados, si esta de por medio la intervención parlamentaria, por motivos politicos, o asi se trate del monarca o de un dirigente revolucionario, como era usual y sigue siendolo hasta el presente entre nosotros. No hay profesor universitario a quien le complazca recordar las polemicas suscitadas con motivo de su nombramiento, pues rara vez fueron gratas: sin embargo, puedo asegurar que en los muchos casos de los cuales me ha sido dado tener conocimiento, era evidente la buena voluntad de decidir por motivos exclusivamente objetivos.

Es necesario ver todo con claridad. No puede decirse que la suerte de las plazas academicas, azarosa en grado sumo, se deba sólo a la deficiencia de la selección realizada por una voluntad de conjunto. Todo joven que sienta en si el llamado del ejercicio de la profesión academica debe estar del todo consciente de que la tarea que le espera tiene dos vertientes por donde correr. No debe bastarle haber sido calificado como sabio, sino que, es necesario que le vean atribuidas cualidades como profesor, y entre lo uno y lo otro no hay, ni siquiera remotamente, implicación alguna. Se da el caso de ser alguien un sabio excepcional y al mismo tiempo un catastrófico profesor. En el ejercicio docente recuerdo a hombres como Helmholtz o Ranke, que no constituyen, claro esta, los unicos ejemplos. El modo como funcionan nuestras universidades, en especial las de menor tamano, es una lucha obstinada por reunir el mayor numero de estudiantes en una competencia que raya en lo irrisorio. Hay quienes explotan el alquiler de habitaciones en las ciudades universitarias y cuan-do a un estudiante le corresponde ser el numero mil lo festejan con gran alborozo, y si llega a completar el cupo de dos mil, se le honra con un desfile de antorchas. Del ingreso proveniente de las matriculas depende, hay que decirlo con toda franqueza, el hecho de que las catedras mas próximas esten ocupadas de manera "atractiva", sin embargo, si dejamos esto de lado, es incuestionable que la cantidad de matriculas significa una senal de triunfo de acuerdo con la suma de varias cantidades, mientras que la calidad cientifica no es tomada en cuenta y que, con frecuencia y naturalmente, les es negada a los intrepidos innovadores. Todo gira en torno a esta obsesión de la benevolencia infinita y del valor que representa la considerable concurrencia de alumnos. El hecho de expresar que tal o cual individuo es un mal profesor significa en la mayoria de los casos sentenciarlo a la muerte academica, asi sea el sabio mas grande del mundo. Para colmo, la certeza o la duda de si un profesor puede ser considerado como bueno o malo en su ejercicio, esta en función de la asiduidad con que el es honrado por los senores estudiantes, y es notorio que la afluencia de estos a una catedra determinada depende, aunque parezca increible, de meras circunstancias externas, como por ejemplo, del temperamento del profesor o del timbre de su voz. Me ha bastado una sola experiencia, seguida de una reflexión tranquila, para aprender a desconfiar de los cursos masivos, por muy inevitables que resulten. La democracia es efectiva dentro de su propio ambito; en cambio la educación cientifica, tradicionalmente requerida en nuestras universidades, es una cuestión de aristocracia espiritual, y en esto no debemos enganarnos. Es asimismo cierto y absolutamente necesario que la exposición de las cuestiones cientificas sea hecha de modo comprensible para las mentes no adiestradas en ellas, pero con capacidad suficiente. Lograrlo es una de las tareas pedagógicas mas dificiles, sobre todo si esas mentes llegan a concebir ideas propias acerca de tales cuestiones, lo cual es lo unico decisivo para nosotros. Sin embargo, la cantidad de asistentes no es lo que ha de decidir el triunfo o el fracaso en esta tarea tan obstinada.

Volviendo al punto de partida, el arte de ensenar es, como quiera que sea, un don personal del todo independiente de la calidad cientifica de un sabio. Entre nosotros no contamos, sin embargo, como en Francia, con una entidad de "inmortales" cientificos, de suerte que, conforme a lo tradicional, es de rigor en nuestras universidades el doble ejercicio de la investigación y de la ensenanza. El hecho de que las aptitudes para estas dos funciones distintas entre si se den en un mismo individuo, nunca deja de ser pura casualidad.

Asi pues, en la vida academica predomina el azar. No es nada facil, diria que es casi imposible, hacerse uno responsable de aconsejar al joven que solicita ser orientado acerca de su posible habilitación. Si este joven es judio habra que responderle, claro esta: "lasciate ogni speranza". Y tanto si loes como si no, a todos ellos se les debe preguntar, a conciencia: "GSe siente usted capaz de soportar, sin amargura y sin dejarse corromper, el hecho de que durante anos sucesivos vea desfilar ante usted una mediocridad tras otra?" La respuesta es siempre la misma: "Naturalmente; yo vivo sólo para mi vocación" No obstante, puedo asegurar que son muy pocos los individuos que he conocido capaces de soportarlo sin menoscabo para su vida interior. Esto es lo que juzgaba necesario decir, precisamente, en cuanto a las condiciones externas de la vida academica se refiere.

Ahora bien, sin duda, lo que ustedes esperaban de mi era algo distinto. Seguramente estaban en la creencia de que habia de hablarles acerca de la vocación intima del hombre de ciencia. Hoy en dia, el estado intimo de esta vocación se ve condicionado, antes que nada, por el hecho de que la ciencia se encuentra en un estadio de especialización nunca antes conocido y del que no habra de salir jamas. Todas las tareas relacionadas con otras disciplinas, como las que solemos hacer aunque sea ocasionalmente y como aquellas que los sociólogos realizan con frecuencia, se llevan a efecto con la obsesiva idea de que al especialista quiza se le estan suministrando cuestiones de provecho que a el le pasarian por alto probablemente desde su aislado emplazamiento, aunque el trabajo propio en si ha de quedar irremediablemente muy incompleto. Sólo a base de una rigida especialización puede el trabajador cientifico experimentar esta impresión de plenitud, que quiza sólo se produce una vez a lo largo de la vida, y que le hace exclamar: "he aqui lo que he construido; algo que perdurara". En estos tiempos, la obra de verdadera importancia y definitiva es nada menos que la del especialista. Aquel que no es capaz de colocarse, digamos, unas anteojeras y llegar convencerse a si mismo de que la salvación de su alma esta supeditada a la comprobación precisamente de esta hipótesis y no de otra, en este pasaje del presente manuscrito, no esta constituido para la ciencia. Nunca experimentara en sieso que podria llamarse la "vivencia" de la ciencia. Carente de tan singular exaltación, que para aquellos que la ven desde afuera, desprovistos de pasión, de este sentimiento de que fue necesario que "transcurrieran tantos milenios antes de mi llegada y aun mas milenios para que aguardaran en silencio a que yo verificase esta hipótesis", tal persona carece de vocación para la ciencia; es preferible que elija algo distinto a que dedicarse. Para el hombre en cuanto hombre nada tiene valor si no puede lograrlo con pasión.

Ahora bien, en caso de existir esta pasión, por considerable, verdadera y profunda que sea, ella no es suficiente para lograr un resultado. Es sólo una condición preliminar de la "inspiración", que es lo realmente decisivo. Entre la juventud cunde la idea de que en la actualidad la ciencia es ya sólo una cuestión de calculo que se lleva a cabo en laboratorios o en archivos estadisticos, valiendose de la inteligencia, sin poner el alma en algo, como un producto que se elabora "en una fabrica". Frente a tal creencia es preciso indicar, de primera intención, que se funda en un entendimiento erróneo tanto de lo que acontece en una fabrica como en un laboratorio. Para lograr la producción de algo valioso en uno u otro lugar, es preciso que el individuo conciba precisamente aquello que pueda resultar adecuado. Esta idea que acude a la imaginación no puede, sin embargo, ser forzada ni tiene nada de frio calculo. Es cierto que tambien el frio calculo es una condición preliminar. No hay sociólogo, pongamos por caso, que llegue a lamentarse de haber pasado largos meses, y que esto le haya ocurrido justo en la vejez, dedicado a operaciones totalmente triviales. Cuesta cara la tentativa de descargarse de esta labor valiendose de medios mecanicos, cuando existe en realidad el deseo de sacar algun provecho de ella, por pequeno que sea, como es lo usual. Pero en tanto no se le ocurra a uno algo concreto para dirigir su calculo, y durante el proceso hacia su efectividad, tratando de ver el alcance de sus probables resultados, no sera posible conseguir siquiera este pequeno provecho. Unicamente intensificando el trabajo hasta lo maximo se llega a concebir con toda normalidad, lo deseado, aunque existen algunas excepciones a esta regla general. En ocasiones, la ocurrencia de un aficionado puede tener la misma trascendencia cientifica y aun mayor que la de un especialista. Son varios los aficionados a quienes les debemos con gratitud muchos de nuestros mas acertados planteamientos y la ciencia adquirida. El aficionado sólo se diferencia del especialista (segun Helmholtz opinaba de Robert Mayer) en que carece aun de seguridad en los metodos de trabajo. De ahi que la mayoria de veces no esta en condiciones de valorar y, asimismo, de dirigir la idea y menos de llevarla a efecto. La idea por si sola no puede sustituir al trabajo, del mismo modo como este no puede reemplazar ni forzar a la idea y asi como tampoco puede hacerlo la pasión. En cambio, el trabajo y la pasión, sobre todo si van unidos, si pueden provocar la idea pero esta surge cuando menos se espera y no cuando nosotros lo deseamos. Cierto es, en efecto, que las mejores ideas vienen a las mentes cuando uno fuma con toda tranquilidad un cigarro en el sofa, tal como le acontecia a lhering, o como declara Helmholtz con precisión de fisico, que las ideas le venian mientras realizaba un paseo por caminos de suave cuesta, o en el momento mas inesperado. Como quiera que sea, la idea brota de pronto, despues de muchas tribulaciones e inquieto afan en la mesa de trabajo. Claro que de no haber vivido esas horas llenas de angustia en la mesa de trabajo y con esa incesante inquietud por los problemas, no surgiria jamas la ocurrencia. Despues de todo, el trabajador cientifico debe tomar en cuenta este azar, comun a toda realización cientifica, de que la inspiración acuda o no. Y pueda tratarse de un excelente trabajador, sin que haya tenido jamas una ocurrencia digna de tomarse en cuenta. Algo que debe considerarse un grave error es la creencia de que esto sobreviene unicamente en el plano de la ciencia, en tanto que, por ejemplo, lo que acontece en un laboratorio es muy distinto a lo que ocurre en cualquier negocio. Asi comprobamos que un individuo entregado al comercio o a la industria, y que carezca de "fantasia comercial", esto es, sin ideas, sin ocurrencias propias del genio creador, nunca, por muy bien que le vaya, aventajara su situación de dependiente o de empleado tecnico sin que nunca le sea dado formar nuevas organizaciones. De ningun modo es cierto que la inspiración juegue un papel mas importante en la ciencia que en la solución de los problemas practicos a los que debe hacer frente un empresario moderno, a pesar de que los cientificos ensoberbecidos no lo crean asi; del mismo modo que no se puede creer que la idea tiene menos importancia en la ciencia que en las artes, siendo pueril la idea de que un matematico pueda arribar a resultados cientificos validos utilizando unicamente una regla de calculo o cualquier otro aditamento mecanico para el mismo fin. Es obvio, desde luego, que tanto por su sentido como por las metas a conseguir, la fantasia de un matematico como Weierstrass se dirige hacia su objetivo de manera totalmente distinta a la de cualquier artista; y que la fantasia de aquel como la de ese artista son cualitativamente diferentes, sin que ambos procesos psicológicos dejen de diferir, ya que en uno como en otro caso esta presente la embriaguez (en su connotación de "mania" platónica) e "inspiración". Debe considerarse como un don el hecho de que alguien posea inspiraciones cientificas, como efecto de un destino inexplicable. Sobre la base de esta indudable verdad se ha levantado una predisposición muy extendida especialmente en los medios juveniles y por razones faciles de comprender por la que se ama a ciertos idolos, a los que se adora por doquier en todas las esquinas y en todos los medios de publicidad. Tales idolos son la "personalidad" y la "vivencia", que aparecen estrechamente unidos, dando la idea de que la segunda contribuye a la formación de la primera, a la que, en esencia, pertenece. El afan de atesorar "vivencias" es un tormento colectivo, toda vez que se supone que esa codicia forma parte de una personalidad, y el afan de comportarse como si se hubiese recibido ese don llega a convertirse en un substituto de las mismas vivencias. En otro tiempo, lo que ahora se llama vivencia" tenia el nombre de "sensación" en lengua alemana y, a mi modo de ver, esta idea era mucho mas correcta que lo que actualmente se entiende por vivencia

Distinguidos oyentes: en el terreno de la ciencia sólo posee personalidad quien se entrega pura y simplemente al servicio de una causa. Y esto no ocurre unicamente en el campo de la ciencia, pues no conocemos ningun artista realmente grande que haya hecho algo que no sea entregarse unica y exclusivamente a su arte y sólo a el. Yo diria que incluso la personalidad de Goethe menoscabó el arte debido a la libertad de la que hizo uso, queriendo hacer de su propia "vida" una obra de arte. Quizas se ponga en duda esta afirmación, pero, en todo caso, hay que ser un Goethe para poder permitirse tal libertad, y nadie me negara que hasta un hombre de esa categoria, de los que sólo aparecen una vez cada mil anos, tiene que pagar un precio por ella. Lo mismo sucede en lo que respecta a la politica, de la que no hemos de tratar hoy.

En el terreno cientifico es absolutamente seguro que carece de "personalidad" quien se presenta en escena como "empresario" de la causa a la que deberia servir, intenta legitimarse mediante su "vivencia" y continuamente se pregunta: Gcómo podria yo demostrar que soy algo mas que un simple especialista?, Gcómo hacer para decir algo que en su forma o en su fondo nadie haya dicho antes que yo? Es esta una actitud muy generalizada que indefectiblemente empequenece y que rebaja a quien se hace esta pregunta, mientras que, por el contrario, la entrega a una causa y sólo a ella eleva a quien asi obra hasta la altura y dignidad de la causa misma. Tambien en este punto ocurre lo mismo al cientifico y al artista, pero pese a la existencia de estas condiciones previas comunes tanto a nuestro trabajo como al del esteta, el trabajo cientifico esta sujeto a una finalidad distintiva que lo separa profundamente del trabajo artistico. La labor cientifica, en efecto, esta inmersa en la corriente del progreso, en tanto que en el terreno del arte no cabe hablar, por el contrario, del progreso en el mismo sentido. Es absolutamente refutable decir que la obra de arte de una epoca en la que se encuentran a su disposición nuevos medios tecnicos y conocimientos mucho mas profundos acerca de las leyes de la perspectiva sea, simplemente por esto, muy superior a otra obra ejecutada en tiempos en los cuales no existian dichos medios ni se tenia noción de tales leyes, siempre y cuando, claro esta, que esta obra haya sido realizada materialmente con exactitud y segun la forma debida, mejor dicho, que para ella se hubiera elegido y tratado su finalidad de acuerdo con las posibilidades artisticas, sin contar con esos medios y esas leyes. Una obra de arte, a la cual se considere en verdad "acabada", no podra jamas ser superada ni envejecera nunca. Un individuo podra estimar de distinto modo el valor que esta obra representa para el, en lo personal; sin embargo, de estar una obra verdaderamente "lograda" en sentido artistico, jamas podra nadie decir de ella que alguien la supere con otra, asi este esta otra igualmente "lograda".

Con respecto a la ciencia ocurre todo lo contrario. Sabemos muy bien que lo que hayamos producido se habra vuelto arcaico dentro de diez, veinte o cincuenta anos. Tal es el destino y el sentido del trabajo cientifico, a los que se encuentra sometido y entregado opuestamente a todos los demas elementos de la cultura, los cuales no se hallan sometidos a la misma ley. Cualquier "logro" de la ciencia implica nuevas cuestiones y tendra que ser superado y envejecera irremediablemente. Quien quiera dedicarse a la ciencia debe contar con esto. Existen, claro esta, realizaciones cientificas que pueden conservar su importancia permanentemente en condición de "instrumentos de deleite" dada su calidad artistica, o como factores previos para el trabajo. Sea como fuere, debemos senalar una vez mas que el hecho de ser supe-rabies debe considerarse no sólo como el destino de cada uno de nosotros, sino tambien la finalidad peculiar que nos es comun a todos. lmposible se nos haria trabajar sin la esperanza de que habra quienes lleguen mas lejos que nosotros, en un progreso que, por principio, no tiene fin. Hemos llegado, pues, al meollo de la cuestión del sentido de la ciencia. Efectivamente, no resulta facil comprender que aquello que esta sometido a esa ley tenga en si sentido y sea en si comprensible. GPor que consagrarse a algo que, realmente, no tiene ni puede tener nunca fin? Como primera respuesta diremos que eso se ejecuta con un propósito practico o, en terminos mas amplios, tecnico, esto es: para que podamos enfocar nuestro proceder practico en función de las expectativas que nos brinda la experiencia cientifica. Naturalmente esta es una respuesta cabal, pero sólo tiene significación para el hombre practico. Sin embargo, Gcual es la actitud interior del hombre de ciencia con respecto a su profesión? -siempre que se dedique a ella, claro esta-. tl afirma que esta consagrado a la ciencia por la ciencia, ajeno por entero a que otros vayan a lograr con ella triunfos tecnicos o económicos, o alimentarse, vestirse, alumbrarse o mejor gobernarse. Ahora bien, Gen que sentido cree el que debe consagrarse a la creación de algo cuyo destino tiende necesariamente a envejecer, que debe abismarse en esta empresa fraccionada en parcelas de especialidades y sin una meta definitiva? Para contestar a esta pregunta se requieren algunas consideraciones de regla general. El avance de la ciencia constituye una parte, la de mayor importancia, de ese proceso de dedicación a su cultivo al que estamos sometidos y frente al cual, por lo demas, se suele adoptar una actitud sumamente negativa en estos tiempos. Antes que nada, procuremos analizar con toda serenidad, desde el punto de vista practico, el significado de esta racionalización intelectual operada a traves de la ciencia y de la tecnica dirigida cientificamente. GSignifica, tal vez, que hoy en dia cada uno de los que -estamos reunidos en este recinto, por ejemplo, tiene una conciencia de sus propias condiciones de vida mucho mas precisa que la que tenia un indio o tiene un hotentote? Eso es dificil que sea verdad. De no tratarse de un fisico, cualquiera de los que viajan en un tranvia, sin duda no tendra idea de cómo ni por que se moviliza aquello. Mas, despues de todo no necesita saberlo. Es suficiente para el "contar" con la conducción del tranvia y decidir asi su propia manera de proceder, pero no se interesa por saber como se puede fabricar un tranvia que funcione. El salvaje tiene muchos mas conocimientos que nosotros sobre los instrumentos que utiliza. Si se tratara de cómo emplear el dinero, me atreveria a apostar que, no obstante encontrarse aqui algunos economistas, las respuestas serian distintas entre si y tantas como las personas interrogadas acerca de por que con una misma suma de dinero se pueden comprar, segun sea la ocasión, cantidades muy diversas de una misma cosa. Sin embargo, el salvaje sabe muy bien de que modo conseguira el alimento de todos los dias y cuales son las instituciones a las que debe recurrir para que le ayuden a ello. Asi pues, el progreso de la "intelectualización y racionalización no representa un ascendente conocimiento global, de las condiciones generales de nuestra vida. El significado es otro: representa el entendimiento o la creencia de que, en un momento dado, en el momento que se quiera, es posible llegar a saber, por consiguiente, que no existen poderes ocultos e imprevisibles alrededor de nuestra existencia; antes bien, de un modo opuesto, que todo esta sujeto a ser dominado mediante el calculo y la previsión. Con eso queda al descubierto, sencillamente, que lo magico del mundo esta excluido. A la inversa del salvaje, el cual aun cree que tales poderes existen, nosotros no tenemos que valernos de medios que obren efectos magicos para controlar a los espiritus O incitarlos a la piedad. Esto es algo que se puede lograr por medio de la tecnica y la previsión. He ahi, en esencia, el significado de la "intelectualización". Bien, ahora cabe preguntarnos si todo este proceso de liberación de la magia, que en la cultura occidental viene prolongandose desde hace miles de anos; si todo este "progreso", en el que la ciencia se va introduciendo como parte integrante y fuerza propulsora, tiene algun sentido que vaya mas alla de lo meramente practico y tecnico. Este es un problema que se encuentra planteado de un modo ejemplar en la obra de León Tolstoi, que desemboca en el por una via privativa. Su reflexión se va concentrando, a cada momento en un solo tópico: si la muerte constituye o no un fenómeno que tenga sentido. La respuesta que da es que la muerte, para el hombre con cultura, no lo tiene. La vida civilizada de cada individuo, emplazada en el "progreso", en lo infinito, es incapaz, segun su propio sentido, de fin alguno. lnvariablemente existe un progreso mas alla de lo ya alcanzado, y no hay mortal que pueda escalar las cumbres entalladas en la infinitud. El propio Abraham o uno de aquellos campesinos de antano moria "viejo y saciado de vivir", debido a que se encontraba dentro del circulo organico de la existencia; asimismo, porque conforme a su sentido inherente habia ya recibido de su vida, al fin de sus dias, cuanto podia ofrecer la existencia y, tambien, porque ya no quedaba para el enigma alguno que le despertara deseos de descifrarlo; asi, podia considerarse "satisfecho". Veamos ahora, a la inversa, al hombre fruto de la civilización, inmerso en un mundo que se enriquece continuamente con saberes, diferentes ideas y nuevos problemas. Podria sentir "el cansancio de vivir", mas nunca "la saciedad de la existencia", pues no le habra sido posible captar nunca mas que una minima particula de aquello que la vida espiritual esclarece, pero que, al fin y al cabo, no es sino algo efimero, jamas definitivo. Por lo tanto, para el la muerte esta privada de sentido y tampoco lo tiene la cultura en cuanto tal, puesto que es ella, precisamente, la que con su insensato avance acelerado deja a la muerte sin ningun sentido. Esta es la reiterada nota fundamental del arte de Tolstoi en cada una de sus ultimas novelas.

GQue podemos pensar de todo esto? Se nos ocurre preguntarnos: Ges que el progreso en cuanto tal tiene un sentido al que se pueda conocer, que vaya mas alla de lo meramente tecnico, en cuya virtud su utilidad llegue a constituir una vocación significativa? Es ineludible el planteamiento de este problema, pues ya no atane unicamente al de la vocación del cientifico, es decir al significado que la ciencia tiene para aquel que se consagra a ella; antes bien, se trata de algo distinto, esto es, definir que es la vocación cientifica considerada en la vida entera de la humanidad y cual es su valor. Llegados a este punto, sobresale la extraordinaria diferencia que existe entre los tiempos idos y el presente. Recordemos juntos la prodigiosa escena que Platón nos describe en el Libro Septimo de La Republica. En una caverna se encuentra un grupo de hombres encadenados. Sus rostros estan dirigidos frente a una pared de fondo y sus espaldas dan contra la luz, de modo que unicamente pueden ver las sombras proyectadas en el muro, tratando de descubrir la relación que existe entre ellas. Uno de los hombres consigue, por fin, romper las cadenas; se vuelve y dirige su mirada hacia el sol. Cegado, se mueve a tientas y avanza. Balbuceando, comienza a describir lo que ve. Los otros hombres lo llaman loco. Sin embargo, paulatinamente, el liberado se acostumbra a ver en la luz. Entonces, se impone la tarea de acudir alli donde permanecen sus companeros, con objeto de liberarlos de sus cadenas y conducirlos hasta la luz. Este hombre representa al filósofo; la luz del sol es la verdad de la ciencia, que no persigue apariencias ni sombras, sino que va en busca del verdadero ser.

GHay quien tenga en la actualidad una actitud similar respecto a la ciencia? Diriamos que entre los jóvenes predomina mas bien un sentimiento opuesto. Todas las estructuras intelectuales de la ciencia constituyen para la juventud actual un reino ultraterreno de abstracciones artificiales que trata, sin jamas lograrlo, de aferrar entre sus macilentas manos la sangre y la savia de la vida real. Precisamente lo que para Platón no era mas que un juego de sombras en el muro es aqui, en la vida, el palpitar de la autentica realidad. Fuera de eso, todo son fantasmas vacios, que se apartan de la realidad. GCómo es posible que llegara a producirse este cambio? El fogoso entusiasmo que anima La Republica de Platón es explicable, finalmente, gracias al descubrimiento del concepto como una de las mas eficaces herramientas del conocimiento cientifico. Se debe a Sócrates la revelación de sus alcances, aunque no se le impute como al unico creador de la valoración del concepto. Para entonces podian encontrarse elementos lógicos, en el escenario hindu, muy semejantes a los aristotelicos, bien que puede decirse con entera sujeción a la verdad que, fuera de Grecia, no se tenia, a pesar de ello, noción entera de su importancia, pues seria entre los griegos donde por primera vez se le concebiria como instrumento habil merced al cual podia situarse cualquier persona en torno a la lógica para no evadirse de ella, a menos de confesar que no se sabe nada, o bien que esta y no otra es la verdad eterna que, en sentido opuesto al de las acciones y los impulsos de los hombres, no dejara de actuar jamas. Esta y no otra fue la inaudita experiencia intelectual de los discipulos de Sócrates. De esta noción parecia deducirse necesariamente que una vez hallado el concepto de lo bello, de lo bueno, de lo heroico, del alma o de cualquier otra cosa, podria encontrarse tambien la esencia de su verdadero ser, para quedar abierta de esta suerte la via que permitiese ensenar y aprender la forma justa del comportamiento en la existencia y, sobre todo, del cumplimiento de los deberes del individuo como ciudadano. El ateniense de pensamiento radicalmente politico hace que todo dependa, de hecho, de esta unica cuestión decisiva cuyo conocimiento y conceptuación constituye el sentido mas profundo de la ciencia.

A la par de este descubrimiento del espiritu de la Helade aparece, como fruto del Renacimiento, la segunda gran herramienta del trabajo cientifico: el trabajo experimental o racional, como medio de una experiencia digna de confianza, sin cuyo auxilio habria sido imposible la ciencia empirica de nuestros dias; lo cual no excluye el que antes de aquel entonces no se hubiese experimentado. En efecto, en la lndia se habian llevado a cabo experimentos psicológicos apegados a las tecnicas asceticas del yoga; y hubo tambien los experimentos matematicos que de Grecia se extenderian a la Europa medieval, en primer lugar al servicio de la tecnica militar y, en segundo, al de la explotación minera. Las tecnicas experimentales como principios indispensables de la investigación cientifica son, sin embargo, obra del Renacimiento. Los avanzados de esta nueva corriente son los geniales artistas renacentistas, Leonardo y sus contemporaneos y, sobre todo, y en forma por demas caracteristica, los musicos del siglo XV, con el clavicorno experimental de pruebas; de sus manos pasó la experimentación artistica a los experimentos cientificos, especialmente en la obra de Galileo y en las formulaciones teoreticas precisadas por Bacón y, mas adelante, en las universidades europeas, sobre todo las italianas y holandesas. GCual era el significado de la ciencia para aquellos hombres instalados en los umbrales de la modernidad? Para los artistas pragmaticos de la talla de Leonardo y para los innovadores musicales, el experimento cientifico significaba la ruta abierta hacia el arte verdadero, que para ellos era tambien el camino a la verdadera naturaleza. La elevación del arte a los niveles ocupados por la ciencia significaba, ante todo, el que el artista pudiera ser equiparado con el sabio, tanto debido a su categoria social como al sentido de la vida que deberia poseer. En el Tratado de la Pintura, de Leonardo, subyace esta ambición. GPodriamos asegurar en la actualidad que la ciencia es el "camino hacia la naturaleza"? Semejante aseveración seria tomada como herejia a los oidos de la juventud, pues en nuestros dias se trata al parecer, de lo contrario; esto es, de liberarse del intelectualismo cientifico para ir hacia nuestra propia naturaleza y, por su intermedio, hacia la naturaleza en general. GEl camino que conduce a la plenitud artistica? Tal afirmación no requiere ni siquiera una critica. Sin embargo en el momento de la aparición de las ciencias de la naturaleza, todavia se esperaba mas de ellas. En esto, es menester recordar la frase de Swammerdam: "Aqui, en la anatomia del piojo, les traigo una prueba de la Providencia divina", para que vean ustedes que el trabajo cientifico, indirectamente influenciado por el protestantismo y el puritanismo era considerado en aquel tiempo como el camino hacia Dios. Era esta una actitud no compartida por los filósofos de la epoca en sus conceptos y deducciones. La totalidad de la teologia pietista de entonces, en especial la de Spener, sabia ya que no era posible encontrar a Dios en esa ruta seguida durante la Edad Media, pues ya se entendia que Dios esta escondido y que sus caminos no son los nuestros ni tampoco sus pensamientos. La busqueda de las huellas y los propósitos de Dios con respecto al mundo, se pretendia que pudiese ser realizada en las ciencias de la naturaleza. GY que es lo que pasa en nuestros dias? Exceptuando uno que otro niño grande de los que a menudo se mueven en el mundo de las ciencias naturales, nadie cree que los conocimientos astronómicos, biológicos, fisicos o quimicos puedan proporcionarnos ensenanzas acerca del sentido de la existencia o acerca del camino en el que pueden hallarse indicios de ese sentido, suponiendo su existencia. Si los conocimientos tienen que ver con ello es mas bien en el sentido de extirpar la fe en la existencia de algo que pueda llamarse "sentido" del mundo. GLa ciencia camino hacia Dios? Gpuede llamarse camino hacia Dios ese poder especificamente ajeno a la divinidad? Confiesese o no, nadie, puede albergar duda alguna en el fondo de su ser con respecto a que la ciencia es ajena a la idea de Dios. La premisa fundamental para existir en comunidad con lo divino, es la emancipación del racionalismo e intelectualismo de la ciencia. Este enunciado o cualquier otro sensiblemente analogo es la premisa de nuestra juventud que aspira a tener una vivencia religiosa, y a la cual lo que le interesa no es, por lo demas la vivencia religiosa en si, sino la 'vivencia en general. Aqui es de extranarse que el camino tomado para ello consista, en definitiva, en elevar la conciencia para colocarla bajo la lupa de la razón, esto es, afectando la esfera de lo irracional, que es lo unico que hasta ahora no se habia visto afectado por su examen. Esto es, en definitiva y en la practica, lo que esta ocurriendo con el neorromanticismo intelectual de lo irracional. Los medios para liberarse del intelectualismo conducen precisamente al punto opuesto al que pretendian alcanzar quienes se proponian evadirlo.

Tras la aniquiladora critica de Nietzsche contra los "hombres postreros" que habian encontrado la felicidad, puedo permitirme dejar de lado ese ingenuo optimismo que veia en la ciencia, o sea, en la tecnica cientificamente fundamentada, el camino real hacia la felicidad. GQuien cree en estos tiempos en ello, exceptuando algunos ninos grandes de los que ocupan las catedras o las redacciones de los periódicos?

Recapitulando. Dados estos supuestos y tomando nota de cuanto acabamos de decir, vemos cómo han zozobrado todas las ilusiones que veian en la ciencia el camino hacia el "verdadero ser", "hacia el arte verdadero", "hacia el verdadero Dios", "hacia la felicidad verdadera". GCual es el sentido actual de la ciencia como vocación? La respuesta mas acertada es la de Tolstoi, contenida en las siguientes palabras: "La ciencia carece de sentido, puesto que no tiene respuesta para las unicas cuestiones que nos importan, las de que debemos hacer y cómo debemos vivir". Seria vano discutir el hecho de que, en realidad, la ciencia no responde a tales cuestiones. El meollo del problema esta, sin embargo, en que no ofrece ninguna respuesta y en que no contribuye, en definitiva, a plantear adecuadamente tales cuestiones.

Actualmente suele hablarse con asiduidad de una ciencia "sin supuestos previos". GPuede existir como tal? Todo depende, claro esta, del sentido que se imprima a esta expresión. No hay trabajo cientifico que no tenga siempre como presupuesto la validez de la lógica y de la metodologia, que son las disciplinas fundamentales, en lo general, de nuestra orientación en el mundo.

Tales supuestos no suscitan, al menos en lo que toca a las cuestiones que nos ocupan, grandes problemas. Todo trabajo, sin embargo, tiene otro supuesto necesario en el orden de lo cientifico: el del resultado que con el se pretende obtener, en el sentido de lo que es digno de saberse. Naturalmente, con este supuesto se nos plantean de nuevo todos nuestros problemas, ya que a su vez no llega a ser demostrable cientificamente. Lo unico que podemos hacer es interpretarlo conforme a su sentido ultimo, aceptandolo o rechazandolo, segun sea la postura de cada uno frente a la existencia.

La relación entre la labor cientifica y estos supuestos previos difiere, ademas, de acuerdo con la estructura de las distintas ciencias. Las ciencias naturales, tales como la fisica, la quimica o la astronomia, presuponen, como algo de suyo evidente, que las leyes logradas por dichas ciencias acerca de los fenómenos cósmicos merecen ser conocidas, no ya sólo porque estos conocimientos conduzcan a resultados tecnicos, sino hacia la satisfacción de quien las cultiva, "por el conocimiento mismo" llevado de su "vocación". Este supuesto no es demostrable, como tampoco lo es el que este mundo trazado por tales leyes merezca existir, que tenga un sentido y que vivir en el lo tenga a su vez. De ahi que las ciencias de la naturaleza no se planteen tales cuestiones.

Consideremos ahora, por ejemplo, dentro de la ciencia altamente desarrollada, a la medicina moderna. La preceptiva general medica es, simplemente, la de preservar la vida y la de disminuir, hasta donde sea posible, el sufrimiento humano, tareas frente a las cuales tal preceptiva se torna problematica. El medico, gracias a sus conocimientos, puede mantener con vida al enfermo incurable, aunque este le implore que lo libere de su existencia y a pesar de los parientes, para los cuales esa vida ya no tiene ningun valor y preferirian verla liberada del sufrimiento, o para quienes resulta, quiza, imposible sostener los gastos que implica prolongarla (podria tratarse acaso de un loco desamparado) y estarian deseando, y no sin razón, consciente o inconscientemente, que el enfermo muera. Pero nada, salvo el Código Penal y los supuestos sobre los cuales se ejerce la Medicina, prohiben que el medico se desvie de su linea de conducta. La ciencia medica no se pregunta si la vida es digna de ser vivida o en que momento deja de serlo. Sin embargo, todas las ciencias de la naturaleza tienen la respuesta para el interrogante de que debemos hacer si queremos dominar tecnicamente la vida. Todo cuanto se relaciona, a si debemos o queremos en nuestro interior ese dominio y si este tiene en verdad sentido, es pasado por alto, o bien se da por supuesto previamente.

Ahora bien, fijemos nuestra atención en una disciplina diferente, la ciencia del arte. La estetica se basa en que la existencia de obras de arte es un hecho y se afana por hallar las condiciones en que tal hecho se produce. A pesar de esto, no se plantea el embarazoso problema de si el dominio del arte sea o no el de un reino de magnificencia diabólica, un reino terrenal que, por lo mismo, en el mas entranable de sus sentidos, es un reino enemigo de Dios y no sólo eso, sino tambien un adversario de la fraternidad entre los hombres, dado su espiritu elevado y profundamente aristocratico, con lo cual la estetica no esta en actitud de preguntarse si deben o no existir obras de arte. Pasando a otro campo, lo mismo ocurre con la jurisprudencia, encargada de definir lo que es valido de acuerdo con las reglas del pensamiento juridico, en parte por razones estrictamente lógicas cuando no por sus vinculaciones con determinados esquemas convencionales. Aqui su función estriba en determinar cuando son obligatorias determinadas normas juridicas y sus correspondientes metodos de interpretación. No responde, en cambio, a la pregunta de si debe existir el derecho o de si deben quedar establecidas precisamente estas normas y no otras; debido a que su función es la de apelar al medio apropiado para alcanzarlas sujetandose a las reglas de nuestras concepciones juridicas, que senalan tal o cual norma. Por otra parte, habria de pensarse, finalmente, en las ciencias históricas, que nos ensenan a evaluar los acontecimientos politicos, artisticos, literarios y sociales, habida cuenta de las circunstancias de sus respectivas apariciones, para las cuales no existen respuestas acerca de si tales fenómenos debieron o deben existir o si vale o no la pena el conocerlos, en el supuesto de que hay un interes en participar, por medio de este conocimiento, en la comunidad de los "hombres cultos", aunque se muestre uno incapaz de probarlo "cientificamente" ante quien sea. El hecho de tomar como supuesto la existencia de dicho interes no es suficiente para validar su evidencia por si mismo, algo que no lo es en modo alguno.

Examinemos ahora las disciplinas que yo tengo mas próximas, es decir, la sociologia, la historia, la economia, la teoria del estado y ese genero de la filosofia de la cultura que se propone la interpretación de todos los fenómenos de esta naturaleza. Se afirma, y comparto esa opinión, que la politica debe quedar fuera de las aulas. En primer lugar los estudiantes no deben hacer politica; yo deploraria el hecho de que el estudiantado pacifista de Berlin armara escandalo en el aula de mi antiguo colega Dietrich Schafer con el mismo vigor con que lamento el escandalo que, segun parece, le han armado los estudiantes antipacifistas al profesor Foerster, pese a la total diferencia de opiniones que me separan de dicho catedratico. Pero tampoco, en mi opinión, los profesores deben hacer politica en las aulas y menos que nunca al ocuparse de la politica desde el punto de vista cientifico. La filiación politica y el analisis cientifico de los fenómenos y de los partidos politicos son cosas muy distintas. Si en una asamblea popular se habla de democracia no es para guardar en secreto la propia opinión, ya que es obligatorio y moral, en ese caso especifico, el tomar partido. Los enunciados que en ese caso se utilizan no son proposiciones derivadas o sujetas al analisis cientifico, sino de propaganda politica frente al auditorio. No son herramientas para labrar el terreno del pensamiento contemplativo, sino armas usadas como medios de lucha para derrotar al enemigo. Usar la palabra con este objeto en las aulas o en conferencias academicas constituiria, por el contrario, una herejia.

En esos casos, cuando haya que referirse a la "democracia", sera menester presentarla en sus distintas formas, analizar su funcionamiento, acotar las consecuencias que cada una de ellas tiene para la vida; contraponerlas a las normas antidemocraticas de ordenamiento politico y tratar de que, en la medida de lo posible, el auditorio se encuentre en situación de discernir sobre su toma de posición a partir de sus propios ideales basicos. No obstante, el verdadero maestro habra de cuidarse mucho de inducir hacia una posición determinada a sus alumnos aprovechando de su autoridad como catedratico; no debera hacerlo ni directamente ni por medio de sugerencias, pues aquello de "dejar que los hechos hablen por si,' implica la forma mas desleal de ejercer presión sobre los circunstantes.

GPor que razón no debemos incurrir en esa falta? Tengo por sabido que algunos de mis muy estimados colegas entienden que es imposible practicar esta autolimitación y que, aunque asi no lo fuera, ella redundaria en un puro capricho. A buen seguro no es posible que a nadie se le indique, cientificamente y de antemano, sus deberes como maestro, y lo unico que se le puede exigir es la probidad intelectual necesaria para concebir que existen dos tipos de problemas cabalmente heterogeneos. De un lado, la comprobación de los hechos, la determinación de contenidos lógicos o matematicos o de la estructura interna de los fenómenos culturales; del otro, la respuesta a la pregunta con respuesta a la cultura y sus contenidos concretos y, en esencia, la orientación en cuanto al comportamiento del hombre dentro de la comunidad cultural y de las asociaciones politicas. De no faltar quien pregunte la razón por la cual no deban tratarse en las aulas los problemas inherentes al segundo tema, habre de responderle que ello es debido a la simple razón de que las aulas no son tribunas de profetas o demagogos. Unos y otros ya recibieron este consejo: "Vayan por calles y plazas y hablen publicamente", es decir, habla por dondequiera se te pueda criticar. En el aula, el catedratico se halla en el uso de la palabra ante el silencio de sus alumnos; para cursar su carrera, es obligación de los estudiantes asistir a las clases impartidas por el maestro, sin que les este permitido expresar puntos de vista opuestos. Es de mi parecer que entrana una absoluta falta de responsabilidad el que un profesor tome ventaja de sus prerrogativas para influir en los estudiantes, transmitiendoles sus propias opiniones politicas, en vez de limitarse a cumplir con su misión especifica: la de suministrarles sus conocimientos y su experiencia cientifica. Claro esta que siempre es posible que tal o cual profesor llegue a prescindir sólo a medias de sus simpatias politicas; y menos mal, porque de no hacerlo quedara expuesto a las mas agudas criticas de su propia conciencia. En definitiva, este hecho no prueba nada. La obligación de buscar la verdad conlleva tambien posibles errores puramente objetivos que, naturalmente, no suponen un argumento en contra de su consecución. Es el interes cientifico, ademas, el que me mueve a condenar semejante actitud. Teniendo en cuenta la obra de nuestros historiadores, me comprometo a ofrecer la prueba de que dondequiera que un hombre de ciencia permite la introducción de sus propios juicios de valor, renuncia a tener una comprensión plena del tema que trata. Esta cuestión, por lo demas, rebasa de sobra el tema que estoy tratando y mereceria de por si un tratamiento mas prolongado.

Limitandome a considerar la posibilidad de imponer un criterio homogeneo de evaluación a un católico y a un masón, asistentes a un curso sobre formas de gobierno, las distintas iglesias o la historia de las religiones, encontrare que no existe tal posibilidad; pero a pesar de ello, mi deseo como profesor debera circunscribirse al intento de ser tan util al católico como al masón, por medio de mis conocimientos y metodos. Aunque bien podrian ustedes objetarme, y con razón, que un católico convencido no aceptara jamas los hechos expuestos por su profesor en lo que atane a las circunstancias que dieron origen al cristianismo, debido a que aquel no comparte sus puntos de vista dogmaticos. Siendo esto del todo cierto, la diferencia subsiste y se cine a lo siguiente: la ciencia sin "supuestos previos" rechaza toda implicación religiosa y no acepta, como tal, ni el "milagro" ni la "revelación". De aceptarlos traicionaria sus propios presupuestos", mientras que el religioso cree tanto en el uno como en la otra. La ciencia sin supuestos previos" no exige nada menos, pero tampoco nada mas, que el acatamiento de que si debe explicarse a traves de ella el origen del cristianismo sin tener en cuenta tales factores, que para una explicación empirica no tienen valor casual, debe explicarse, precisamente, en la forma que corresponda, de manera que quien lo acepte no tenga que faltar a su fe.

Pero, entonces, Gllegara a tener sentido la aportación de la ciencia para aquellos a quienes los hechos les son indiferentes y para aquellos que sólo consideran la toma de posición en la practica? Quiza si. Por lo pronto, nos encontramos con que lo primero que el profesor debe proponerse es ensenar a sus discipulos a que acepten los hechos incómodos, es decir, aquellos hechos que a ellos les resultan incómodos para la corriente de opinión que comparten, y, en general, existen hechos de esta indole en todas las corrientes de opinión, sin exceptuar la mia propia. Cuando un profesor se impone ante su auditorio, obligandolo a ello, creo que le esta procurando algo mas que una simple aportación intelectual, ya que si dijera "aportación etica" seria, incluso, caer en la inmodestia, pese a que pueda parecer un patetismo exagerado para calificar algo evidentemente tan pueril.

Hasta aqui sólo he expuesto ciertas razones practicas dirigidas al maestro, en calidad de consejo a fin de que se abstenga de imponer sus propias posturas a sus discipulos. Sin embargo, no sólo hay que tener en cuenta estas razones. Lo que impide sostener una defensa "cientifica" con respecto a las posturas practicas (salvo en los casos en que se trate de especificar los medios mas convincentes para lograr la finalidad antes indicada) estriba en causas mucho mas profundas. Es una defensa que resulta absurda, en principio, debido a que los diferentes valores existentes se encuentran ya librando entre si un combate sin solución posible.

El viejo Mill, aun cuando no es mi intención elogiar su filosofia, expresó cierta vez, y en eso le doy la razón, que cuando uno se sale de lo puramente empirico cae en el politeismo. Se diria que tal afirmación peca de superficial y paradójica; sin embargo, contiene una gran verdad. Si algo hay que hoy en dia sepamos bien es la antigua verdad aprendida una y otra vez, de que existe algo que puede ser sagrado, sin que sea menester precisamente que sea bello, incluso porque no lo es y en la medida en que no lo es. Ustedes pueden hallar referencias acerca de eso en el capitulo Llll del libro de lsaias, asi como en el Salmo XXl. Asimismo, sabemos que no sólo algo puede ser bello aunque no sea bueno, sino precisamente por aquello por lo cual no lo es. Esto lo hemos sabido de nuevo con Nietzsche; ademas, lo encontramos hecho realidad en los poemas de Baudelaire, en el libro que denominó Las flores del mal. En suma, la verdad de que algo puede ser verdadero aunque no sea ni bello, ni sagrado, ni bueno, forma parte de la sabiduria de todos los dias. Sin embargo, estos casos no son sino los mas elementales de esa batalla sostenida entre los dioses de los diferentes sistemas y valores.

Ahora bien, hay una cosa que esta fuera de mi alcance:

GCómo es posible que se pretenda decidir cientificamente entre el valor de la cultura francesa y el de la alemana? En este caso se trata tambien de diferentes dioses que luchan entre si, y para siempre. Sucede, aunque en distinto sentido, lo mismo que ocurria en el mundo antiguo, cuando este todavia no se habia liberado de sus dioses y demonios. Al igual que los helenos ofrecian sacrificios primero a Afrodita, despues a Apolo y sobre todo, a los dioses de sus propias ciudades, lo mismo ocurre hoy, aunque el culto se haya desmitificado y no tenga ya la plastica mitica pero intimamente verdadera que poseia en su forma original. Sobre estos dioses y su lucha eterna decide el "destino" y no ciencia alguna. Lo unico que se puede comprender es que es lo divino en un orden u otro, o para un orden u otro.

Partes: 1, 2, 3, 4
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