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El politico y el cientifico (página 4)

Enviado por Mirian padilla blas


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Aqui concluye todo lo que desde la catedra se puede decir sobre el asunto, lo cual por supuesto, no significa que con eso el problema vital quede concluido. Son otros poderes, muy distintos de los de las catedras universitarias, los que tienen aqui la palabra. GQuien se atreveria a refutar cientificamente la "etica" del Sermón de la Montana?, GO del principio que ordena "no resistiras al mal", o de la parabola que aconseja ofrecer la otra mejilla? Y sin embargo, es evidente que desde un punto de vista mundano, esta es una etica de la indignidad. Hay que elegir entre la dignidad religiosa que aqui se ofrece y la dignidad viril que dice "debes resistir al mal, pues de lo contrario seras responsable de su triunfo". Segun la postura basica de cada uno, uno de estos principios parecera divino, y el otro diabólico. A cada individuo le corresponde discernir en cual de ellos para el, esta Dios, y en cual el demonio. Algo semejante acontece en los demas órdenes de la vida. La grandilocuencia del racionalismo de una vida con etica y ordenada sistematicamente, cuya resonancia nos llega del fondo de toda profecia religiosa, derrumbó el politeismo para bien del "unico que hace falta'', aunque despues, al enfrentarse a las realidades de la vida en lo interno y lo externo, tuvo que responder a tantos compromisos y relativizaciones, evidentes a traves de la historia del cristianismo. Hoy en dia todo eso se ha vuelto "rutina" religiosa. Aquellos innumerables dioses de la antiguedad, que fueron "desmitificados" y se encuentran ahora transformados en poderes impersonales, se levantan de sus tumbas dispuestos a dominar nuestras existencias y siguen su incesante combate entre ellos. Esta rutina es lo que para el hombre actual, y, sobre todo para la gente joven, resulta tan rigido. Y todo el afan desesperado para hallar la "vivencia" proviene de un agotamiento, una debilidad que no es mas que la ineptitud para mirar de cara el severo rostro del destino de nuestros tiempos. Sin embargo, el destino de nuestra cultura es el hecho de tomar nuevamente conciencia precisa de esta situación a la que dejamos de percibir, cegados por todo un milenio, debido al encauzamiento (supuestamente exclusivo) de nuestro proceder en función de la magnificencia del pathos de la etica cristiana.

Dejemos ya estas cuestiones que nos conducen tan lejos. Sin duda algunos de nuestros jóvenes, al oir lo que acabamos de expresar, intervendran diciendo: "Si, pero, de todos modos, nosotros no concurrimos a clases sólo para escuchar analisis y verificación de hechos, sino para algo mas". Esta postura incurre en el error de esperar del catedratico aquello que este no puede ofrecerles. Creen ver en el un caudillo en vez de un maestro, y el caso es que unicamente en calidad de maestros nos ha sido concedida la catedra. Entre lo uno y lo otro hay una gran diferencia, y esta dualidad pueden ustedes comprobarla muy facilmente. Permitaseme que me remita una vez mas a la nación norteamericana, dado que alli sorprendemos mas a menudo estas cuestiones en su flagrante originalidad. Lo que el joven estadounidense aprende abarca mucho menos que lo que aprende el nuestro. No obstante la larga serie de examenes a la que se le somete, no llega a ser ese hombre-examen total, que es el estudiante aleman. Efectivamente, el proceso de burocratización que requiere el logro del diploma en calidad de billete para introducirse en el reino de los cargos, se encuentra alli en sus principios. El joven norteamericano no siente respeto por nadie ni por nada; no respeta cargo alguno, pero, eso si, siente gran respeto por el exito personal de quien lo ejerce. Para los norteamericanos esto es, precisamente, lo que llaman "democracia". Ahora bien, por mas desgarro que haya en la realidad del comportamiento en relación a este sentido del termino, precisamente es este el sentido y es eso lo que interesa aqui.

Ante el maestro que tiene delante, el joven norteamericano esta en la creencia de que aquel le vende sus conocimientos y sus metodos mediante el dinero de su padre, de igual manera, exactamente, que la verdulera vende una col a su madre. Eso es todo. En caso de ser el profesor, ademas, un campeón de futbol, lo considerara como jefe en este plano; de lo contrario, es decir, de no serlo o si tampoco es alguien por el estilo en otro deporte cualquiera, para el sólo sera un maestro, por cuya virtud no habra ningun joven al que se le ocurra comprarle "visiones del mundo" o normas convenientes con respecto al gobierno de su existencia. Naturalmente, tal planteamiento, nosotros habriamos de rechazarlo. Desde este punto de vista, se trata ahora de determinar si no hay en ello algo de verdad, asi sea minima, pese a que, deliberadamente, exagere un tanto la situación.

Estimados estudiantes: ustedes se acercan a nosotros para demandarnos atributos de caudillo, sin considerar, previamente, que el noventa por ciento de los maestros no tienen la pretensión, ni pueden tenerla, no ya de ser campeones en el futbol de la vida, sino tampoco "caudillos" en lo que respecta a la manera de vivir. Los invito a reflexionar acerca de que al hombre no se le valora por sus particulares dotes de caudillo, y de que, como quiera que sea, las cualidades que amerita un hombre para llegar a excelente sabio o buen maestro no son las mismas que requiere aquel cuya actuación ha de ser la de un caudillo como guia en la vida y, sobre todo, en la politica. La coincidencia de que en un maestro concurran esas cualidades es meramente casual, y no deja de resultar arriesgado para quien ocupa una catedra el hecho de que se le solicite hacer uso de ellas. Y mayor riesgo seria aun dejar a cada profesor universitario en libertad de conducirse o no como caudillo en clase. Quienes se encuentran inclinados a ello son a menudo los menos capacitados y, tanto si lo fueran o no, su posición en la catedra rara vez puede brindarles la oportunidad de probarlo. Aquel maestro que se considere llamado a ser consejero de la juventud, de cuya confianza goza, puede realizar su tarea de hombre a hombre, en sus relaciones personales. Asimismo, si se siente llamado para mediar en los conflictos existentes tanto entre las diferentes concepciones del mundo como entre las distintas opiniones, puede hacerlo en la plaza publica donde se discurre acerca de la vida, valiendose de la prensa, asi como en reuniones, en sociedades o donde quiera, mas nunca en las aulas. Resulta demasiado ventajoso hacer gala de la fuerza de las propias opiniones alli donde quienes escuchan, que tal vez piensen distinto, estan sujetos al silencio.

Finalmente, se preguntaran ustedes, "si es asi todo esto, Gque es lo que la ciencia aporta de positivo, verdaderamente, para la vida practica y personal?" Aqui, con esto, nos hallamos de nuevo frente al problema de la "vocación". A primera vista, la ciencia suministra conocimientos acerca de la tecnica previsible que permite dominar la existencia, tanto en el orden externo como en la conducta que debe regir a los hombres. Diran ustedes que por esa via nos topamos sencillamente, con la verdulera del joven norteamericano. Al respecto, un propia opinión es exactamente la misma. Pero vale decir, en segundo plano, que la ciencia, lo cual en absoluto hace la verdulera, suministra normas para razonar, asi como instrumentos y disciplina para efectuar lo ideado. Es probable que ustedes me objeten aun que si bien no se trata de verduras, todo eso no pasa de constituir los elementos para agenciarselas. Lo acepto; por ahora basta con dejarlo asi. No obstante, con eso por fortuna no concluye la aportación de la ciencia. Es posible mostrar todavia un tercer resultado trascendental de la ciencia, esto es: la claridad, en el supuesto, lisa y llanamente, de que el maestro la posea, en cuya virtud, de ser asi, a nosotros los maestros nos da la posibilidad de lograr que nuestros oyentes puedan discernir, claramente, entre tal o cual postura practica que deba adoptarse para afrontar un problema de importancia. Aqui he de rogar a ustedes, con objeto de simplificar, que se concentren en el ejemplo de los fenómenos sociales. De adoptarse tal postura, la- experiencia cientifica nos instruye acerca de los medios que deben utilizarse para ponerla en practica. Si casualmente, por la indole de esos medios se sienten ustedes obligados a rechazarlos, no hallaran otro recurso que elegir entre el fin y los ineludibles medios. Entonces nos preguntamos Gresultan o no santificados los medios por el fin? El maestro, como tal, puede hacerles ver la necesidad de decidirse en la elección; sin embargo, en tanto que siga siendo maestro, no puede hacer mas; de lo contrario se convertiria en demagogo. Puede prevenirles, claro esta, de que si ustedes pretenden llegar a tal o cual fin, deben atenerse a tales o cuales resultados secundarios, puesto que, conforme a lo que la experiencia nos ha ensenado, habran de producirse con toda seguridad. Asi pues, nos encontramos en la misma situación. Lo cierto es que todos estos problemas tambien les pueden ser planteados a los tecnicos, pues muchos de estos suelen verse ante la disyuntiva de tener que decidir conforme al principio del mal menor o de lo relativamente mejor. Sin embargo, existe la diferencia de que, por lo regular, a esos tecnicos les es dado con anticipación lo principal: el fin. Y precisamente esto es lo que a nosotros no se nos da, en el caso de tratarse de problemas en verdad "ultimos". He aqui que con esto hemos llegado finalmente a la ultima, de las aportaciones que le es posible hacer a la ciencia en honor de la claridad, y que senala asimismo sus limites. Veamos: el catedratico puede y debe instruir a sus discipulos acerca de que tal postura practica procede, con lógica y honradez, segun su propio sentido, de cierta visión del mundo, (o de ciertas, ya que puede derivar de varios), pero no de tal otra.

Se puede decir, hablando en imagenes, que al optar por esta postura se esta sirviendo a un dios, en tanto que se ofende a otro. Si la persona mantiene en su fuero interno su propia fidelidad, llegara intimamente a estos o aquellos resultados ultimos y significativos. Esto es lo que esta, por lo menos en esencia, dentro de las posibilidades de la ciencia, a cuyo esclarecimiento van dirigidas las disciplinas filosóficas y los temas, fundamentalmente filosóficos, de otras determinadas disciplinas. Conociendo nuestra materia (lo cual de nuevo hemos de dar aqui por supuesto), podemos obligar al individuo a que de suyo perciba el sentido ultimo de sus propias acciones, y si no, obligarlo al menos podemos inducirlo a esa toma de conciencia. Creo que esto es algo mas que suficiente, por lo menos visto desde el plano de la vida personal. Tambien aqui cedo a la tentación de decir que, desde el momento en que un maestro consigue esto, presta su servicio a un poder "etico", a la obligación de esclarecer y despertar el sentido de la responsabilidad. Y estoy convencido de que habra de ser aun mas capaz de llevar adelante su propósito si, por su lado, se abstiene escrupulosamente de imponer o insinuar su postura personal a su auditorio.

Claro esta que las ideas que voy exponiendo ante ustedes, se desprenden de algo fundamental: del hecho de que la vida, en la medida en que descansa en ella misma, se entiende, de suyo tiene conocimiento de esa lucha permanente que los dioses libran entre si, es decir, hablando ya sin imagenes, de la imposibilidad de hacer un todo con los diferentes puntos de vista que, finalmente, pueden considerarse acerca de la existencia y, por consiguiente, de la imposibilidad de disipar la lucha entre ellos y aun de la imperiosa urgencia de elegir uno u otro. Y, ante semejantes situaciones, es importante que haya quien adopte la ciencia como "vocación". Ahora bien, dado que la ciencia tiene en si una "vocación" valiosa en cuanto al objeto, resulta de nuevo apremiante formar un juicio de peso respecto a estas condiciones de las cuales no cabe hablar en absoluto dentro del aula. La ensenanza que en ella se imparte presupone ya una respuesta afirmativa. En cuanto a mi, en lo personal, es con el propio trabajo que doy una respuesta afirmativa a esta cuestión. Claro esta que tambien ello amerita una respuesta previa desde el punto de vista enfocado a que el peor de los males esta en el intelectualismo, consideración propia de nuestras juventudes, mejor dicho, puntos de vista que ellas creen sostener, ya que, de hecho, es lo que suele ocurrir en la mayoria de casos. Consideramos conveniente que a estos jóvenes se les recordara la sentencia que dice: "El diablo es viejo; hazte viejo para que lo entiendas". Naturalmente esto no tiene nada que ver con la edad fisica; su sentido esta en que para acabar con ese diablo no hay que rehuirlo, como hoy en dia es costumbre hacerlo con tanta satisfacción; por el contrario, es menester ir tras sus huellas hasta el fin, para indagar los poderes que le son propios y sus limites.

Como sea que la ciencia, en la actualidad, es una "vocación" llevada a efecto mediante las especializaciones puestas al servicio de la toma de conciencia de cada uno de nosotros, y del conocimiento basado en determinados enlaces facticos, constituye un testimonio de nuestra memoria histórica, al cual no podemos dejar de lado si pretendemos mantener la fidelidad para con nosotros. En estos tiempos la ciencia esta lejos de ser un don de visionarios y profetas que reparten bendiciones y revelaciones; tampoco es parte integrante de las reflexiones de los sabios ni de los filósofos, en lo referente al sentido del mundo.

Si, al llegar a este punto, Tolstoi se alza una vez mas en el interior de ustedes y pregunta que, ya que la ciencia no lo hace, a quien corresponde responder a las cuestiones relacionadas con lo que debemos hacer y con cómo hemos de orientar nuestras vidas, o en el lenguaje que venimos usando aqui, Gquien podra indicarnos a cual de los dioses debemos servir? Nuestra respuesta sera que unicamente un profeta o un salvador. De no existir tal profeta o de no creerse ya en su mensaje, sin duda alguna no lograran ustedes que de nuevo baje a la tierra con el propósito de que millones de maestros, en calidad de pequenos profetas, con una paga del Estado, asuman su función desde la catedra. Con eso unicamente conseguiran imposibilitar la plena toma de conciencia en cuanto a la verdad esencial de que el profeta, por el cual suspira nuestra generación en su mayoria, no existe. Creo que ni ahora ni nunca sirve al autentico interes de quien es en verdad religioso, de quien "vibra" con la religión, el hecho de que se le disimule con cualquier sucedaneo (y un sucedaneo seria asumir todas esas profecias propagadas en el aula) la realidad esencial de que nos ha tocado vivir en tiempos carentes de profetas y que están de espaldas a Dios. Segun mi parecer, con toda la pureza de sus sentimientos, deberia rebelarse contra tal engano. Es probable que al rozar este tema, ustedes se sientan tentados a preguntar cómo se explica entonces la existencia de la "teologia" y cómo concurren en ella pretensiones de "ciencia". No es mi intento soslayar la cuestión. Bien que la "teologia" y los "dogmas" no implican fenómenos universales, debemos tener en cuenta que tambien existen fuera del cristianismo. No tenemos mas que volver la mirada hacia atras en alas del tiempo y los encontraremos, de un modo muy desarrollado, en el islamismo, en el maniqueismo, en la gnosis, en el orfismo, en el parsismo, en el budismo, en las sectas hindues, en el taoismo, en los upanishads y tambien, claro esta en el judaismo. Ciertamente, en cada uno de estos movimientos piadosos difieren mucho sus respectivos desarrollos sistematicos. De ninguna manera se debe a una casualidad el hecho de que sea el cristianismo occidental el que no sólo haya desarrollado de modo sistematico la teologia (en oposición, por ejemplo, al contenido teológico del judaismo), sino que le haya dado asimismo, una importancia histórica de una grandiosidad inconmensurable. Esto procede del espiritu helenico y de el dimana tambien toda la teologia occidental, de igual forma que la oriental se origina, ciertamente, en el pensamiento hindu. Se entiende que toda teologia constituye la racionalización intelectual del contenido escatológico de la religión. No hay ciencia que carezca enteramente de supuestos previos, asi como tampoco ninguna de ellas puede demostrar su valor intrinseco a quienes rehusan aceptar estos supuestos; sin embargo, la teologia incorpora conjuntamente, en favor de su desenvolvimiento y su justificación, algunos otros supuestos que le son caracteristicos. Toda teologia, sin exclusión de la hindu tiene su punto de partida en que el mundo debe tener un sentido. Por consiguiente, la cuestión esta en hallar la manera de cómo interpretar el mundo para que esto resulte concebible. Aqui encontramos la misma situación de la teoria kantiana acerca del conocimiento, que se basa en el supuesto de "la existencia de una verdad cientifica valida" y gira en torno de cuales seran los supuestos mentales que establecen, de un modo significativo, esta posibilidad. Tambien podemos decir que es analoga a la situación de los estetas modernos, los cuales se apoyan en el supuesto explicito (como G. von Lukacs) o implicito de que "existen obras de arte" y tratan de explicarse cómo es posible que llegue a ocurrir esto y que tenga sentido. Despues de todo, las teologias no se conforman con este unico supuesto, fundamentalmente religioso- filosófico, sino que ponen la mira en otro supuesto situado mas alla, relativo a la necesidad de creer en revelaciones especificas, las cuales deben considerarse hechos salvadores, esto es, los unicos que permiten una forma de vida con sentido; asi como que existen estados precisos y acciones determinadas con caracter "sacro", digamos, que constituyen un modo de vida religioso o, por lo menos, forman parte de el. Se trata, pues, de interpretar estos antecedentes, impuestos obligadamente dentro de una idea general del mundo. En realidad, para la teologia los supuestos estan en si mas alla de toda "creencia", no forman un "saber", con el significado que se suele dar a este termino; sino mas bien, un "tener". Al que no tiene fe, la teologia no puede darsela (o concederle el estado "sacro", segun sea el caso de que se trate), asi como tampoco se la puede dar ninguna ciencia como tal. Por el contrario, tratandose de una teologia "positiva", cualquiera que sea, el creyente llega a un punto en que para el adquiere validez la maxima agustiniana de: "credo non quod, sed quia absurdum est". Las aptitudes que lo llevan a consumar tan virtuoso "sacrificio del intelecto" constituyen la senal que distingue al hombre realmente piadoso. El hecho de que esto sea asi y no de otro modo, nos hace patente que, a pesar de la teologia (mejor dicho a consecuencia de ella, ya que la teologia la saca a luz), la tensión entre la esfera de los valores "cientificos" y la consecución de la bienaventuranza que da la religión es algo del todo indisoluble.

Sólo el discipulo ante el profeta o el creyente ante su iglesia, son capaces de efectuar dicho "sacrificio del intelecto". No obstante, nunca se ha revelado una profecia nueva (y me remito con toda intención a esta imagen, consciente de que ha de haber alguien a quien le parezca absurdo) que satisfaga la premura que sienten ciertos intelectuales modernos de amueblar, por decirlo de algun modo, sus almas con enseres antiguos cuya autenticidad este garantizada. Al tiempo de advertir esta fuerza imperiosa, les viene en mente que entre aquellos enseres antiguos se encuentra la religión, de la cual carecen ahora. Entonces, en calidad de reemplazante, se construyen algo similar a una capillita hogarena de juguete, ornamentada con sentidos de todas las naciones del orbe, o bien la reemplazan formando un compuesto con todas las experiencias vitales, al que atribuyen el honor de la santificación mistica, para trasladarla, con la maxima prontitud posible, al comerció literario. En suma, se trata sencillamente de charlataneria o de un afan de caer en su propio engano. Sin embargo, en ocasiones, si bien alguna vez quiza resulte equivoco, es algo muy serio y verdadero, me refiero al hecho de que en ciertos grupos juveniles que se han formado en los ultimos anos se de a sus reciprocas relaciones comunitarias y humanas una lnterpretación de caracter religioso, cósmico o mistico. Aun cuando es indudable que en la acción de una autentica fraternidad va implicito el origen de una conciencia de que se agrega algo eterno a un reino mas alla de lo personal, en mi opiniones muy dudoso que semejantes interpretaciones de caracter religioso acrecienten la dignidad de las relaciones mantenidas en comun en el plano meramente humano. Ahora bien, esta es una cuestión que realmente se sale del tema que nos ocupa. El destino de este tiempo, racionalizado, intelectualizado y, por encima de todo, desprendido del mito del mundo, es justo el de que los valores ultimos y mas excelsos se encuentran ausentes de la vida publica, retraidos ya sea en el reino ultraterreno de la vida mistica, ya en la fraternidad de las mutuas relaciones inmediatas de los hombres. No se debe a la casualidad el hecho de que nuestro arte mas prominente sea en estos tiempos un arte intimo y en absoluto monumental, asi como tampoco el que tan sólo en el interior de los mas pequenos circulos comunitarios, en las relaciones de hombre a hombre, en pianissimo, se de impulso a esa fuerza peculiar de antano, en calidad de pneuma protetico, que en forma de impetuoso fuego atravesaba las grandes comunidades, fundiendolas al unisono.

En cuanto nos decidimos a encontrar por la fuerza una concepción artistica monumental, llegamos frente a uno de tantos deplorables monumentos, que no son mas que desatinos, surgidos en las ultimas dos decadas. Y si nos empecinamos, sin contar con nuevas profecias, en establecer nuevas religiones, se originan en lo interno desatinos similares que todavia empeoran mas los resultados. Es posible que de las profecias emitidas en el aula llegasen a surgir sectas fanaticas; sin embargo, no seria factible que de resultas de aquellas se formasen verdaderas comunidades. A quienes este destino de nuestros tiempos les resulte insoportable, hay que aconsejarles que se remitan silenciosamente, con toda sencillez, despojados de la amarga proclama propia del renegado, al vasto y misericordioso seno de las antiguas iglesias, las cuales habran de acogerlos sin dificultad alguna, en la inteligencia de que, de todos modos, una vez alli no podran evitar el "sacrificio de su intelecto". Y si realmente llegan a conseguirlo, en absoluto habra reproche para ellos. Semejante sacrificio en aras de la incondicional entrega piadosa, es algo muy distinto de ese simple olvido de la honradez intelectual originado en quien ha perdido el animo que se requiere para comprender la propia postura fundamental, procurandose esa obligación de "relativizarla" por la via facil. Tal honradez nos exige comprobar que la situación de quienes aguardan la aparición de nuevos profetas y salvadores es semejante a la que se percibe en el hermoso cantar del centinela edomita, de los tiempos del destierro, inspirada en las profecias de lsaias:

Una voz me llega de Seir, en Edon:

Centinela, ¿cuánto durará la noche aún? El centinela responde:

-La manana ha de venir pero es noche aun.

 

 

Autor:

Max Weber

Enviado por:

Mirian Padilla Blas

Documento preparado por el Programa de Redes Informaticas y Productivas de la Universidad Nacional de General San Martin (UNSAM). http:www.bibliotecabasica.com.ar

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