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Antropología filosófica o platónica (página 2)


Partes: 1, 2, 3

"Quien haya visto una de las poblaciones de la isla, puede decir que las ha visto todas, ya que no ofrecen más diferencia que la producida por la naturaleza del terreno. (…) Amaurota se extiende en forma de anfiteatro cuadrado, agradablemente situada a una altura media, al pie de una colina, y su ancho es de unos dos mil pasos hasta el río Anydros, que baña sus muros casi de un extremo a otro. (…) Delante de Amaurota, el cauce del río es de quinientos pasos de ancho, y sus aguas desembocan en el océano sesenta millas más abajo de la capital. (…) En la ciudad, un muelle de piedra limita el río, y para atravesarlo hasta las casas del suburbio hay un hermoso puente de piedra, bajo el cual pueden pasar embarcaciones.- Por medio de ciertos trabajos hidraúlicos, dentro de Amaurota se encuentra recogida la corriente de otro riachuelo, de manera que, en caso de guerra, el enemigo no puede cortar ni envenenar el agua; y por bajo tierra se han construido, de obra, tuberías suficientes para abastecer de agua las partes más bajas de la ciudad. En donde no puede llegar el agua hay cisternas. Todas las calles tienen unos treinta pasos de ancho, y las casas son sencillas en el exterior y limpias por dentro, y están edificadas una al lado de otra, en la misma línea y de igual forma, con jardines, los cuales, desde lejos, parecen formar uno solo muy extenso y delicioso. Todas las casas tienen dos entradas, la de la calle y la del jardín. (…) En ningún lugar he visto unos vergeles como los de Utopía, ni unos huertos más fértiles y risueños. Los habitantes tienen gran empeño en que sean hermosos, no sólo por la satisfacción de disfrutarlos, sino para superar al vecino. (…) Conviene decir que si bien el trazado actual de la ciudad de Amaurota es el mismo que Utopos ideó, como sea que la obra de un hombre nunca es perfecta, los sucesores de los primeros habitantes han ido aumentando las comodidades y bellezas de sus habitaciones. (…) Todas las casas, altas de tres pisos, son de piedra y ladrillos, con paredes, tabiques y techos recubiertos de un mortero muy económico que las preserva de la humedad y de los incendios, ya que resiste como si fuese metálico."[55]

Podemos extraer de este capítulo los siguientes conceptos:

– Uniformidad, tanto de las distintas ciudades como de las propias construcciones dentro de ellas. La uniformidad es consustancial con la idea de "modelo" y con la de "razón", que ha experimentado lo mejor para el hombre, al que se considera único y universal, sin variantes.

– La ciudad es cuadrada, contrastando así con la legendaria Atlántida circular. Construida en anfiteatro, idea muy querida en el Renacimiento, con las ventajas que tiene para la posición espacial y la centralidad, el suave declinar del territorio convergiendo en un centro.

– Se dan las medidas del cuadrado, dos mil pasos, que la convierte en fácilmente recorrible con las propias fuerzas y, por lo tanto, fácilmente comprensible y entendible.

– Toda ciudad debe ser fluvial, de ahí la importancia que Moro concede al río que la circunda y la protege, al mismo tiempo que la comunica con el mar, con el exterior.

– La ciudad está amurallada, lo que junto con la posición del río, del muelle y del puente, va a contribuir a su defensa. Curiosamente esta ciudad ideal tiene que ser defendida, aunque en toda la obra se nos dice que no tiene enemigos, excepto aquellos pueblos que han infringido las leyes naturales. Esta relevancia dada a la defensa de la ciudad es fruto de la época renacentista[56]

– La ciudad tiene suburbios que se conectan a la misma a través de un puente sobre el río; aquí se establecerán aquellas actividades que son se consideran idóneas para ser ejercidas en el interior urbano.

– Las calles son homogéneas, con una anchura especificada, y las edificaciones son adosadas y están alineadas, guardando las debidas dimensiones; el crecimiento y evolución han sido controlados mediante la transformación de las primitivas cabañas.

Integración del jardín en la casa, formando un todo único y, por acumulación, formando un jardín urbano más amplio y extenso[57]Las casas de tres alturas, de piedra y ladrillo, con vidrios en los huecos o tela encerada, techo de mortero que sirva de aislante térmico. El uso del vidrio y de la tela encerada es reflejo de la necesidad de claridad dentro del hogar, éste uso va a permitir más aperturas de huecos en los muros a partir del Renacimiento; por eso Moro lo considera algo necesario, aunque no habitual en su época.

– Como última idea, aunque quizás la más importante, hay que reseñar que la ciudad es una ciudad planificada, cuyo trazo lo dió el mítico fundador Utopos; dicho trazo ha sido respetado por las siguientes generaciones.

En el capítulo III nos habla de la división administrativa de las ciudades, que coincide con una división física: "como sea que las ciudades están divididas en cuatro barrios, los habitantes de cada una de ellos proponen un ciudadano, el cual presentan al Senado, y de estas cuatro personas elegidas, los sifograntes escogen una para que ocupe la presidencia."[58] Esta división físico-administrativa tiene relevancia central en el sistema de elección, democrático y con voto secreto, de los magistrados que van a gobernar la ciudad, con un periodicidad anual. Introduciendo Moro, así, el sistema democrático, en la elección de los rectores de la ciudad, lo que es una revolución en un mundo urbano que está saliendo de la Edad Media, en el que las ciudades o son de patrimonio regio o están controladas por la nobleza o los gremios.

Los capítulos IV y V van a exponer una serie de instituciones que van a ser recogidas, posteriormente, por casi todos los pensadores utópicos, así como la regulación estricta de los actos más comunes de la vida cotidiana:

"En Utopía, todo el mundo ejerce una profesión, u oficio, en el cual son adiestrados tanto los hombres como las mujeres: la agricultura; la teoría en las escuelas y prácticamente en el campo."[59]

"Después de cenar el asueto sólo dura una hora, que en verano se pasa en el jardín, y en invierno en unos grandes comedores o en la sala común de la familia. En estos refectorios se dan conciertos o se pasa el rato hablando de cosas instructivas."[60] Estas ideas y comportamientos adecuados en la comunidad, casi literalmente recogidos, nos las vamos a encontrar en los utopistas urbanos del XIX, principalmente en Fourier.

"Las poblaciones están divididas en cuatro partes iguales, y en el centro de cada una de ellas se encuentra el mercado, que siempre está bien provisto. Los almacenes que lo forman son espaciosos y limpios. (…) Cerca de los almacenes de que os he hablado, se encuentran las paradas en donde son apilados ciertos comestibles, así como pan, verduras, frutas y legumbres. Las carnicerías, pescaderías y paradas de aves de corral están fuera de la ciudad, cerca del río, lugar escogido por lo fácil que es tenerlas siempre limpias."[61]

Otras ideas: el mercado en la centralidad urbana y equidistante de los cuatro barrios; contrastando con esta centralidad se produce la expulsión al exterior de lo que podríamos considerar actividades molestas, mostrando la preocupación por la limpieza del hábitat inmediato.

"En cada calle hay grandes hosterías, y en ellas viven los sifograntes; y a un lado y a otro de su domicilio están las casas de las treinta familias que rigen, y que a las horas de comer acuden a los grandes comedores, en donde los encargados de hacerlo tienen preparada la comida."[62]

Además de la primera división en cuatro barrios, la ciudad se sigue dividiendo, físicamente, en células más pequeñas, distritos de treinta familias que forman una calle, con una hostería o comedor común para cada una de ellos. La división del territorio va acompañada de la asignación de una institución para cada una de estas divisiones que, por un lado, le da sentido propio y, por otro, sirve como un perfecto medio de control social; control social que es muy acusado y que puede llevar a la uniformidad y a la falta de libertad.[63]

Podemos terminar este apartado dedicado a "Utopía" con una cita de Lewis Mumford, en la que la compara con la ciudad de Venecia, como fruto, también, del pensamiento y la creación medieval:

"Si Venecia fue el producto más elevado de la práctica medieval, Utopía fue quizás, en lo tocante a la constitución y organización de las comunidades urbanas, el ejemplo más cabal del pensamiento medieval tardío. Pero ¿quién estaría dispuesto a cambiar Venecia por la pesada reglamentación y la uniformidad de Amaurota?. Y, sin embargo, ¿quién cambiaría el decoro cívico de Amaurota por la tiranía furtiva, las sospechas y los odios enconados, las difamaciones, los ataques a mano armada y los asesinatos que hay tras el comercio próspero y el arte festivo de Venecia?. La falla que había pasado de civilización en civilización, a través del recipiente urbano, aún era visible en ambas ciudades. Cuando admiramos la forma exterior sobreviviente, no debemos olvidar la subsistencia del trauma interior, que es el trauma de la civilización misma, de la asociación de señoría y esclavitud, de poder y sacrificio humano."[64]

2.1.3.- Francis Bacon. "Nueva Atlántida".

El pensamiento de Francis Bacon, en lo que hace referencia al campo de las ciencias sociales, se enmarca en las polémicas de la primera mitad del siglo XVII sobre el tema del absolutismo y de la prerrogativa regia, de la que es partidario nuestro autor, aunque no del poder absoluto del monarca; su ideario político es principalmente patriótico[65]y claro partidario de la expansión nacional británica. Desde el punto de vista filosófico el valor de la obra de Bacon, su teoría general del conocimiento, se ha considerado base bastante para reputarle como fundador de la filosofía moderna. En su obra queda expuesta la corriente racionalista y su fuerte posición crítica al escolasticismo. La gran meta de su pensamiento fue la renovación de la base de todas las ciencias para alcanzar el objetivo de dominar las fuerzas naturales en beneficio del hombre – de ahí la denominación de su sistema filosófico como utilitarismo- mediante el conocimiento puro de la naturaleza, obtenido por un método inductivo, no exclusivamente empírico, en que se desterrasen los prejuicios, o sea los "idola". En la obra de Bacon se consuma la escisión entre la razón humana y la revelación divina.

Bacon estudia la separación existente en su época entre las artes y las ciencias, acusando al pensamiento aristotélico y escolástico de las dos causas de esta separación: la doctrina de que el arte sólo alcanza a imitar la naturaleza, de ninguna manera a transformarla; la segunda, la consideración de que el perfeccionamiento humano estriba en la actividad contemplativa. Bacon desacredita estos dos puntos de vista y enaltece la importancia de las artes manuales y la necesidad de asociarlas a las ciencias; afirmando, seguidamente, la primacía de la acción sobre la contemplación.[66]

Como veremos en su utópica ciudad, ha sido la pérdida del conocimiento sobre la naturaleza la que ha llevado al hombre a una situación de desgracia, incapaz de enfrentares a un mundo que considera hostil[67]por desconocido; por eso, para recuperar esa felicidad originaria, la sociedad debe brindar al hombre todas las facilidades, materiales y espirituales, para un nuevo conocimiento y profundización en los secretos naturales, aunque para esto tendrá que pagar un precio, posiblemente consistente en la pérdida de la libertad originaria[68]No será necesaria la revelación divina, en cuanto que ésta se mueve dirigida a otro fin; será la ciencia, sin ninguna cortapisa religiosa, la única en adentrarse en los fenómenos físicos que controlan el mundo.

Francis Bacon escribe "Nueva Atlántida" entre los años 1.623 y 1.624, publicándola en 1.627, lo que en las circunstancias políticas de la Inglaterra de su tiempo, significó una crítica al sistema inglés, del que, por otra parte, era un ilustre representante. Tomando como modelo explícito la Atlántida de Platón, formula una utopía cuyo sentido último es el ansia de conocimiento. Lo cual queda subrayado por el hecho de que no existe en toda la obra una descripción física de la isla o de sus ciudades, sino solamente de una ciudadela, dentro de la ciudad, que es la Casa de Salomón, cuyo propio nombre ya nos indica el interés baconiano por el saber y el conocimiento.

La falta de descripción del territorio y de las ciudades, se acentúa cuando encontramos todo lujo de detalles en la descripción de la Casa de Salomón; lo cual nos lleva a preguntarnos sino será ésta la representación utópica de la ciudad ideal.

A dar el dibujo de esta Casa de Salomón dedica el autor diez páginas de su obra[69]de las cuales vamos a entresacar los aspectos que más relación pueden tener con nuestro tema. Primeramente la Casa de Salomón se constituye en la centralidad de la capital de la Nueva Atlántida; sólo esta ciudad dentro de la ciudad es merecedora de ser descrita. Presenta tres grandes divisiones físicas, que a la vez van a tener un fuerte contenido simbólico:

– Región Inferior.

– Región Media.

– Región Superior.

La región inferior de la Ciudad de Salomón está formada por cuevas profundas y espaciosas, excavadas algunas de ellas y otras naturales, y cumple las siguientes funciones:

Refrigeración y conservación, tanto de los alimentos y productos perecederos, como de los cuerpos de humanos o animales que han de ser estudiados o analizados.

– Cementerio, que además se usará para la obtención de distintos tipos de cementos y abonos.

Producción de todos los metales necesarios, mediante sabias combinaciones de los minerales que en ella se encuentran.

– Curación de enfermedades; curación que se produce a una determinada temperatura de los cuerpos.

A esta Región Inferior se contrapone una Región Superior, construida en lo más alto de la ciudad y formada por altas torres. Las funciones de esta ciudad superior se contraponen, a nivel simbólico, con la que se producen en la inferior; aquellas son:

– Estudio de todos los fenómenos climatológicos y su influencia en la naturaleza y en la vida del hombre: cultivos, enfermedades, sequías, etc.

Observación de los astros y meteoros, fundando una ciencia, la astronomía, que se debe alejar de las falsas concepciones de la astrología.

Entre las dos regiones descritas se interpone la Región Media, la que está situada en "el aire entre las dos". Esta región se corresponde con el campo clásico de las ciencias de la naturaleza, pero es en la que Bacon va a dejar funcionar libremente su imaginación y la que se contemplará, en su tiempo, como una verdadera utopía. Los espacios funcionales se describen con cierto rigor y hace toda una clasificación de las necesidades que satisfacen. Sus instalaciones, resumiendo, son las siguientes, por el orden en que el autor las va describiendo:

– Grandes lagos, salados y dulces, artificiales, que se aprovechan para la cría de los distintos peces.

– Piscinas que transforman el agua salada en dulce y viceversa.

– Pozos de agua y fuentes artificiales.

– Cámaras de salud para los enfermos, en donde se les aplican los tratamientos necesarios, lo que unido a su propia configuración, las hace más eficaces.

– Baños termales.

– Huertos y jardines, "donde no se respeta tanto la belleza como la variedad de los suelos".

– Parques y cercados para el estudio de los animales, tanto de los domésticos como de los salvajes.

– Lugares especiales para la cría de gusanos y moscas, que pueden tener una gran influencia en los cultivos.

– Cervecerías, panaderías y cocinas, que fabrican maravillosos alimentos y bebidas.

– Dispensarios de medicinas.

– Tiendas con todo tipo de materiales.

– Hornos para la producción de distintos tipos de calor: húmedo, seco, etc.

– Casas- perspectivas, para la producción de luces y radiaciones, así como de todos los colores y objetos de visión.

– Casas- sonido, para producción de ruidos, músicas y silencios.

– Casas- perfume, en las que se hallarán los distintos olores.

– Casas- máquina, para la producción y reparación de todo tipo de máquinas.

– Casas- engaño de los sentidos; para confundir a éstos haciéndolos ver, oír, sentir lo que no es, o al contrario.

En esta Región Media en la que Bacon desborda el universo empírico conocido, desenvuelve su creencia en lo ilimitado del conocimiento científico y en la capacidad de éste para transformar el mundo[70]De ahí el último "crescendo" fantasioso por él realizado en la representación de esta región. La utopía de Bacon no se centra tanto en un sistema político perfecto, cuya base va a ser una ciudad perfecta, como en un sistema científico mejor, cuya base va a ser la educación y el conocimiento científico reflejado en la Casa de Salomón; aunque la consecución del saber necesite del sacrificio de otros valores que predicaba el humanismo cristiano del XVII, como es el de la libertad del individuo, sacrificada a la imposición del poder, cuyo único fin es el conocimiento[71]

2.1.4.- Tomás Campanella. "La Ciudad del Sol".

El dominico Tomás Campanella escribe, hacia 1.602, en su prisión napolitana, "La Ciudad del Sol", aunque no será publicada hasta 1.623, en Francfort. Esta obra, con un platonismo entre mágico y confuso, tiene el mismo origen que la "Utopía" de Moro. Al igual que éste, Campanella es un representante del humanismo cristiano, pero más exacerbado en sus planteamientos religiosos, que llegan a ocultar, por momentos, el pensamiento "naturalista" de fondo. Todo su fundamento teórico está basado en la naturaleza, entendida ésta como "ley natural" anterior a los hombres; pero la visión natural se complementa con lo religioso, imprimiéndole un giro al naturalismo que lo va a convertir en algo hueco al que llena de contenido la visión religiosa[72]De esta visión teocrática del mundo va a llegar a una afirmación del poder, como algo absoluto, aunque encubierto en afirmaciones de la necesaria libertad del pueblo.

"La Ciudad del Sol" está atravesada, además de por la militancia religiosa de su autor, por la idea de lo natural. Es en lo natural donde se va a encontrar remedio en la ciudad para los males del cuerpo; la cercanía de los astros con la naturaleza nos va a significar la importancia que se concede a la observación de los astros y la influencia de estos en la vida diaria; por último, las consideraciones socialistas de algunos pasajes, la negación de propiedad privada y el deseo de la propiedad comunitaria, se basa en que así se encuentra en la naturaleza.[73]

"La Ciudad del Sol", dentro de la utopías clásicas, es la de más difícil conceptualización. G. Estébanez, en la introducción[74]nos cita como posibles antecedentes a Isaías 19, 18, Ciudad del Sol, Ectebana, capital del imperio meda, rodeada de siete murallas. pero es de la opinión de Bobbio, que afirma que no existen antecedentes, que todo el pensamiento campanelliano es de índole solar. No hay duda de que conocía la obra de Moro y, al igual que éste, escribió su utopía en forma de diálogo[75]pero no existe otro parecido entre ambas, excepto el ya señalado del naturalismo cristiano.

La descripción de la Ciudad del Sol nos la ofrece Tomás Campanella al principio de la obra, en la contestación por parte de Genovés a la quinta pregunta de Hospitalario, de ésta escogemos los párrafos más significativos de la descripción:

– Situación de la ciudad: "En una amplia campiña, sobre un collado, aunque sus cercas alcanzan más que el monte."[76]

– Tamaño de la ciudad: "Dos millas de diámetro y más de siete millas de círculo."[77]

– Forma de la ciudad: "Ciudad distribuida en siete círculos grandísimos, nombrados según los siete planetas, y se entra de uno a otro por cuatro calzadas y por cuatro puertas, que miran a los cuatro ángulos del mundo; pero lo está de tal manera que si fuera expugnado el primer círculo, se necesitaría más trabajo para el segundo y después más; de suerte que se necesita expugnarla siete veces para vencerla. Más soy de parecer que no se puede ni el primero, tan grueso es y terraplenado, y tiene baluartes, torreones, artillería y fosos por fuera."[78]

De estos párrafos podemos deducir las siguientes ideas:

– La ciudad se encuentra en un alto denominando la campiña, aunque también se extiende por el llano. La supremacía de la altura va a ser reforzada en los círculos más interiores de la misma, donde radican los órganos de poder, siguiendo con ello una tendencia, ya medieval, que fiaba la defensa de la ciudad a la altura como posición dominante del espacio.

– Nos ofrece el tamaño exacto de la ciudad, que coincide con una de tamaño grande, para su época, pero todavía dentro de los cánones humanísticos, una ciudad al servicio del hombre, que éste puede recorrer libremente.

– La ciudad circular, posible influencia de la doctrina vitruviana[79]aunque puede tener antecedentes más remotos[80]distribuida en siete círculos concéntricos, atravesados por cuatro calzadas con sus respectivas puertas, es el modelo máximo de la ciudad fortificada, que en el Renacimiento va a tener una importancia primordial, aunque para Helen Rosenau el origen sea mucho más identificable[81]Así la inexpugnabilidad se busca con la redundancia de los frentes defensivos, hasta siete, en los que se demuestran los adelantos arquitectónicos en las técnicas de las fortificaciones.

Sigue con la descripción de la ciudad:

"Entrando se ve un llano de cincuenta pasos entre la muralla primera y la otra, acto seguido están los palacios, todos unidos en círculo por el muro. Encima como claustros con columnas y por debajo no hay entrada, como no sea por la parte cóncava de los palacios. Se va ascendiendo por gradas oblicuas, que apenas se nota. (…) En la cima del monte hay un gran llano y un gran templo en el medio de hechura estupenda. (…) El templo es perfectamente redondo y no tiene murallas que lo circunden, sino que está situado sobre columnas gruesas y muy hermosas."[82]

La descripción de la ciudad central es minuciosa, donde se demuestra que Campanella es conocedor de la arquitectura de su tiempo, al igual que de los tratados arquitectónicos que se empiezan a publicar. Siguiendo las ideas urbanísticas del Renacimiento, Vitruvio y Alberti principalmente, da la máxima centralidad y convierte en punto focal de la perspectiva ascendente al Templo, lo que va a coincidir con su imagen teocrática de la ciudad y símbolo central de todo el sistema urbano, del que parten los cuatro ejes radiales hacia los cuatro ángulos del mundo. Va a ser alrededor de este Templo, y subordinadas a él en el espacio físico y simbólico, donde localice el resto de las actividades humanas: por fuera están los claustros; las celdas ocultas en la cúpula; las estancias bajeras son talleres, cocinas, graneros, roperías, despensas, refectorios, lavaderos, etc.

Sobre este espacio físico va a construir su utopía, basada principalmente en la propiedad comunal; empezando por la de la mujeres y de los niños; ya que los considera la base de la propiedad privada y, por tanto, de todos los males que pueden afligir a la especie humana. También son comunes las estancias, dormitorios, lechos y ajuares, cuya posesión es rotativa cada seis meses. Las cocinas públicas y los almacenes públicos, completan esta supresión de las apetencias individualistas; aunque hay que subrayar que la propiedad pública es deseable en cuanto que es la que dicta la ley natural y, en definitiva, por lo tanto, es la querida por Dios.

La Ciudad del Sol es una ciudad planificada, "fundada", en cuya fundación intervinieron los satélites y así nos describe dicha fundación y planificación de acuerdo con éstos y con una investigación previa de los mismos.

Podemos concluir que la utopía campanellana va a ser la que menos influencia tenga sobre el resto de las utopías clásicas y posteriores; posiblemente como consecuencia de la vehemencia de Campanella en la expresión de sus ideas, pero también en el excesivo peso que otorga a la religión; sin olvidar su subversiva visión de la abolición de la propiedad privada y la puesta en común de mujeres y niños.

2.2.- Las utopías urbanas clásicas. Enumeración y exposición abreviada de las utopías urbanas clásicas en su marco histórico.

"Y así, de deseos y de miedos, están hechos nuestros proyectos más auténticos, sin importarnos…, o no, convencidos de que son realidades muy reales. Como lo son nuestros mitos más vivos, nuestras creencias, nuestras leyendas o nuestros arquetipos, ante los que nunca cuestionaremos su existencia, porque existen muy vivamente para nosotros, aunque no hayan existido nunca."[83]

El capitalismo europeo había seguido un lento proceso de formación durante los siglos XVII y XVIII, al principio del siglo XIX las formas capitalistas, en el terreno de la industria, el comercio, la agricultura y las finanzas estaban ya fijadas y eran capaces de una mayor transformación y progreso[84]Factor decisivo de esta transformación fue la ciencia aplicada a la economía, es decir la técnica. El hombre sujetó a su servicio a nuevas fuentes de energía, cuyo rendimiento era mucho mayor que el del trabajo humano.

Durante el primer tercio del siglo XIX, éste descansó en dos materias primas: la hulla y el hierro; la primera, como fuente de energía; la segunda, como mineral básico para la construcción de máquinas industriales. Al mismo tiempo se desarrolló la idea de una máquina móvil, que corriera sobre vías de madera o de hierro y, ya en 1.850, los buques de vapor se impusieron a los veleros. Adquiriendo, así, el transporte mayor velocidad y, en consecuencia, los países se aproximaron y la circulación de mercancías se elevó a cantidades ingentes. Las aplicaciones técnicas de la electricidad también contribuyeron a este profundo cambio y las noticias se transmitieron instantáneamente a través de los hilos telegráficos.

La renovación de las fuentes de energía, la rapidez y uniformidad en la obtención y distribución de los productos, la amplitud del campo de aplicaciones de los nuevos procedimientos industriales, contribuyeron a la formación y consolidación del sistema capitalista. Muy a menudo se produjeron crisis económicas importantes, seguidas de periodos de gran prosperidad. Esas alternativas de la vida económica reflejaron por primera vez los inconvenientes del sistema. Se empezó a hablar de superproducción y de paro obrero, de competencia onerosa y de la necesidad de un nuevo proteccionismo estatal.

En la industria, la racionalización, llegó a extremos muy acusados. De un lado, para aprovechar al máximo el trabajo del obrero y obtener productos a precio reducido se implantó el sistema de la producción en cadena y en serie. De otro, la industria tendió a concentrarse, tanto en forma geográfica como financiera. La agricultura fue también organizada en forma capitalista, e incluso industrializada, por lo menos en los países que se situaron a la cabeza del progreso técnico. El comercio se benefició de los nuevos sistemas de transporte de mercancías, el ferrocarril y el barco a vapor, aumentando el volumen y la distancia de las distribuidas.

Las crisis económicas periódicas constituyen un síntoma del mal funcionamiento del sistema. Como ya advirtió Malthus desde los mismos orígenes de la civilización industrial, el desarrollo del mundo capitalista implica una serie de ciclos económicos, caracterizados por las etapas de prosperidad, boom, crisis, depresión y recuperación, siendo durante el siglo XIX un régimen decenal de ciclos económicos.

El desarrollo del capitalismo no hubiera sido posible sin el aumento paralelo de la población europea; pero, a su vez, éste dependió de aquél. Son dos fenómenos indisolublemente unidos que marchan al mismo ritmo. Los grandes centros industriales requirieron cada día nuevos brazos; la riqueza general, el aumento de la producción y el abaratamiento de los géneros elevaron el coeficiente de natalidad, al mismo tiempo que se redujo el de mortalidad por la difusión de la higiene pública y privada y los progresos de la ciencia médica. Estos hechos explican el extraordinario desarrollo de la población europea durante el siglo XIX. A principio de siglo poblaban este continente ciento ochenta y ocho millones de personas, siendo la población total a finales de siglo de más de cuatrocientos cincuenta millones.

Fenómeno no menos importante fue el desarrollo vertiginoso de la población urbana[85]La concentración industrial y la política de salarios más remuneradores en la industria que en la agricultura, atrajo a las ciudades masas de población campesina. Este fenómeno tuvo consecuencias decisivas en el orden social y cultural del siglo. En la gran ciudad se consumó la desvinculación entre el hombre y el suelo y se formó el proletariado obrero. La cultura del siglo XIX fue llevada a su apogeo por la ciudad; ésta impuso sus gustos, sus ideales y sus normas, y el campo las admitió, sugestionado por las maravillas de la gran vida urbana.

En este contexto histórico, que Lewis Mumford sitúa entre la culminación de la fase paleotécnica y los comienzos de la fase neotécnica[86]se va a desarrollar la obra de distintos pensadores, conocidos como socialistas utópicos, concepto bastante más amplio que el que aquí nos interesa, que van a intentar poner remedio a la situación existente de la ciudad industrial conocida[87]

La característica común a todos ellos es que han desarrollado utopías urbanas, en el sentido estricto estudiado por K. Mannheim[88]y que pueden adscribirse a la etapa correspondiente a la idea humanitaria-liberal. Françoise Choay, desde un intento de conceptualización y clasificación distinto[89]también los ha englobado en lo que llama el preurbanismo progresista[90]

El modelo progresista, en la fase que Choay denomina del preurbanismo, presenta las siguientes características:

– Concepción del individuo humano como "tipo", con independencia de todas las contingencias o diferencias de lugar o de tiempo.

– El racionalismo de la ciencia y de la técnica deben permitir solucionar todos los problemas: idea de progreso.

– El análisis racional va a permitir la determinación de un "orden-tipo", susceptible de aplicarse a cualquier grupo humano.

– Las particularidades de ese orden-tipo serán:

– El espacio es abierto, cuajado de huecos y de verdor: valoración de la higiene.

– El espacio urbano se divide de acuerdo con un análisis de las funciones humanas: lugares distintos para las distintas funciones: trabajo, cultura, esparcimiento, etc.

– Esta lógica funcional debe traducirse en una disposición simple.

– Austeridad en la estética: coincidencia de lógica y belleza; geometría natural.

– Precisión absoluta en los detalles, lo que da como consecuencia la rigidez del modelo.

– Edificios definidos, como prototipos, de una vez por todas.

– Vivienda standard.

– Asentamientos atomizados.

– El concepto clásico de ciudad se diluye, en tanto aparece el de ciudad-campo.

– Los modelos progresistas se presentan como sistemas coactivos y represivos: autoritarismo político.

Estas características reseñadas por Choay son cumplidas por todos los autores que vamos a estudiar en este apartado.

A este modelo progresista opone un modelo culturalista[91]cuyos representantes van a ser en el preurbanismo Camillo Sitte, Ebenezer Howard y Raymond Unwin, caracterizado por la critica nostálgica del presente; un intento de huir al pasado, ejemplificado en las ciudades del Renacimiento y cuyo punto de partida ya no es el individuo sino el grupo humano, al que hay que dar, por encima de todo, satisfacciones a sus necesidades espirituales, antes que a las materiales[92]En la fase del urbanismo progresista y culturalista añade un nuevo modelo de urbanismo naturalista, representado por Frank Lloyd Wright, representación de las ideas antiurbanas americanas.[93]

Después de esta introducción pasamos a analizar la obra de los que consideramos utopistas urbanos clásicos: Owen, Fourier y Cabet,[94] ya que no consideramos utopías urbanas, en el sentido tantas veces aludido de Mannheim, las de Buckinghan, Godin o Richardson[95]pues las faltaría la componente de destrucción del orden urbano establecido para ser sustituido por otro nuevo orden, dentro de un marco de cambio total de las relaciones entre los distintos grupos sociales y, no menormente, de la concepción del mundo.

"A veces la ciudad ideal se queda en una simple imagen literaria. En el siglo XIX aparecen una larga serie de utopías, desde C.N. Ledoux hasta W. Morris, pero en la primera mitad del siglo y, especialmente en los años cargados de esperanza que transcurren entre 1.820 y 1.850, algunos de estos imaginadores de ciudades tratan de pasar a la acción. Estos episodios se podrían integrar en la literatura utópica, pero estamos obligados a destacarlos, como iniciadores de una nueva línea de pensamiento y acción con la que comienza efectivamente – aunque sólo de forma simbólica y frecuentemente artificiosa- una acción consciente para la reforma del paisaje urbano y rural, y con ello, según la definición de Morris, de la arquitectura moderna."[96]

2.2.1.- Robert Owen (1.771-1.858).

Es el primero de los pensadores urbanos utópicos, publica "Report to the Committee for the Relief of the Manufacturing Poor" en 1.817 y "Report to the Couty of Lanark" en 1.820, y va a ejercer gran influencia en todos ellos. Autodidacta e importante industrial, va a introducir grandes reformas en las instalaciones de sus hilaturas de Lanark (Escocia), haciendo una fábrica modelo, tanto en la producción, como en el trato y en las condiciones de trabajo y residencia de los obreros. Es uno de los precursores de la legislación laboral inglesa, del movimiento cooperativo y de las asociaciones sindicales.

En 1.816 crea en New Lanark un centro por él denominado Institución para la Formación del Carácter, que va a ser un ensayo para su utopía general destinada a la educación y formación de los niños y los jóvenes de los trabajadores de su fábrica, aunque también prevé la educación de los adultos en horas nocturnas. Esta Institución que pone en funcionamiento ya la considera un modelo exportable a cualquier lugar y tiempo.[97]

Aprovechando su intervención en una comisión de investigación parlamentaria sobre la nueva Ley de Pobres, en 1.817, escribe su utopía, que es primer plan urbanístico completo, donde Owen redacta desde las premisas filosófico-políticas que lo sustentan, hasta el programa constructivo y el presupuesto económico-financiero. Esta utopía es la contestación al conflicto planteado: ¿Cuál es el remedio para la indigencia que ha traído consigo la desocupación? A lo que Owen responde que ante los problemas que han surgido con el maquinismo sólo hay dos salidas: o reducir el empleo de la energía mecánica o permitir que millones de seres mueran de hambre; no siendo ninguna satisfactoria hay que buscar una ocupación ventajosa para los pobres en un sistema que permita continuar el progreso mecánico de forma ilimitada. Lo que se consigue partiendo de dos premisas sustentadas en su programa económico: la adopción del trabajo humano como medida de los intercambios y la creación de un mercado interno dentro del propio aparato productivo, con el aumento de la retribución de los trabajadores para convertirlos en consumidores de los bienes producidos. Para ello son necesarios varios cambios organizativos y una nueva distribución de los hombres en el territorio. Así llegamos a la descripción de las nuevas unidades de poblamiento:

"Todo programa destinado a mejorar la situación de los trabajadores debe comprender medios para impedir que su hijos adquieran malos hábitos y para imbuirlos de buenas costumbres; debe prever para ellos una enseñanza y un adiestramiento oportunos; ofrecer un trabajo adecuado a los adultos; dirigir su trabajo de manera que produzcan los máximos beneficios para ellos y para la sociedad: ponerlos en condiciones que les alejen de las tentaciones inútiles, y que unan estrechamente sus intereses y sus deberes.

Estos beneficios no pueden ser ofrecidos a los individuos y a las familias por separado, ni a masas demasiado numerosas. En cambio, es posible ponerlos en práctica reuniendo en una sola organización un grupo compuesto por 500 a 1.500 personas, o un promedio de 1.200. (…) Cada aldea comprende un cuadrado de edificios con capacidad para alojar a 1.200 personas, circundado por un terreno de 1.000 a 1.500 acres. Dentro del cuadrado se encuentran ubicados los edificios públicos, que lo dividen en sectores.

El edificio central contiene la cocina pública, los depósitos y todos los servicios necesarios para cocinar y recalentar en forma eficiente. A la derecha hay un edificio con la escuela de los niños más pequeños en la planta baja, una sala de lectura y un lugar de oraciones en el primer piso. El edificio de la derecha comprende, en la planta baja, la escuela para los niños mayores y una sala de reuniones; arriba, la biblioteca y los locales para los adultos. En el espacio desocupado dentro del cuadrado se hallan distribuidos los lugares para ejercicios físicos y recreación, los cuales se debe suponer que están arbolados.

Tres de los lados del perímetro están destinados a las viviendas, sobre todo para las personas casadas, compuestas cada una de ellas de cuatro casas. El cuarto lado está reservado a los dormitorios para los niños que superan el número de dos por familia o que tengan más de tres años. en el centro de este lado están los alojamientos para los encargados del dormitorio, en un extremo la enfermería y en el otro un alojamiento para visitantes. En el centro de otros lados hay viviendas para el superintendente general, el sacerdote, el maestro, etc., y en el tercer lado los depósitos para las cosas necesarias para la aldea. Fuera y detrás de las casas, en derredor, jardines circundados por caminos. Un poco más atrás, en un lado, los edificios para las instalaciones mecánicas y productivas, las caballerizas, el matadero, etc., separados por plantaciones; en el otro lado, el lavadero, etc., y a una mayor distancia los edificios rurales, con las instalaciones necesarias."[98]

Benevolo[99]extrae de todo este planteamiento las siguientes consideraciones que nos parece importante reseñar:

– Esta unidad como es económicamente activa, podrán tomar la iniciativa de construir tales pueblos, terratenientes, capitalistas, compañías comerciales, autoridades locales o asociaciones cooperativas.

– El surplus producido por el trabajo de la comunidad, una vez satisfechas las necesidades elementales, podrá cambiarse libremente, usando el trabajo empleado como término monetario de comparación.

– Las obligaciones de la comunidad para con las autoridades locales y centrales seguirán regulándose por la ley común; las comunidades pagarán con regularidad los impuestos con moneda corriente, y los hombres cumplirán el servicio militar; sólo podrán prescindir de los tribunales y de las cárceles porque no las necesitarán.

Por otra parte parece importante señalar el contenido específicamente urbanístico que se puede descubrir en este texto, fiel representación de las ideas de Owen:

– Esta nueva organización del territorio y de la economía traerá como consecuencia la aparición de un hombre nuevo, en un nuevo hábitat, y de la conjunción de éstos saldrá una nueva era.

– Fijación, cuantificación y limitación de los estándares de ocupación del territorio.

– La forma de ocupación viene dada por la cuadrícula, la retícula y la formación del paralelogramo perfecto.

– Centralidad de los edificios públicos, la vida cotidiana no sólo gira alrededor de ellos, sino que conforman la vista central del espacio privado.

– El paralelogramo forma un espacio cerrado al exterior, defensivo, y abierto al interior, claustro.

– División del hábitat según sus funciones y separación absoluta de éstas y, por lo tanto, de los espacios funcionales que se crean.

– Las zonas verdes como aislantes de los efectos nocivos de las actividades industriales o molestas.

– Aunque no aparece en el texto, éste continúa con una evaluación económico-financiera del plan propuesto y de los rendimientos del mismo.

Aunque la influencia de Owen ha sido grande, al igual que los intentos de formar comunidades basadas en su utopía y los consiguientes fracasos – especialmente New Harmony, fundada por él mismo en Estados Unidos-, al final de su vida se convirtió en una especie de profeta de una nueva era.[100] Pero contribuyó a acreditar dos nociones muy importantes en el pensamiento utópico del siglo:

"1º.- La idea – propiamente utópica y que se encuentra en muchos teóricos franceses, especialmente en Fourier- de que la sociedad puede ser reformada a partir de una comunidad ejemplar.

2º.- La idea de que la reforma social es independiente de la acción política y de la toma del Poder."[101]

2.2.2.- Charles Fourier (1.772-1.837)

Es miembro de una familia de comerciantes de paños de Besançon, empleado y viajante él mismo[102]no tiene los medios económicos que tenía su contemporáneo inglés Owen y va a llevar una vida gris esperando hasta su muerte al gran mecenas que le financie y le ayude a reformar el universo según sus ideales.

Toda su obra se basa en una teoría psicológica-política-filosófica centrada en las pasiones humanas, que clasifica en doce fundamentales, que son una explicación de toda la historia si se les une el principio de atracción que, al igual que rige el mundo físico, rige la ciencia de la sociedad. De esta "matemática" de las pasiones, Fourier va a derivar la evolución humana en siete periodos; encontrándose su época en la transición del cuarto periodo (la barbarie) al quinto (la civilización), a éstos seguirá el periodo de seguridad para llegar, al fin, al periodo de la armonía

Cuatro son las ideas fundamentales de este discurso socioantropológico:

– Un radicalismo absoluto, con negación de la civilización existente y rechazo, además, de todos los intentos revolucionarios, ya que son estériles y la armonía se alcanzará sólo siguiendo el camino por él establecido.[103]

– Un antirracionalismo, típico del movimiento romántico europeo, que centra la voluntad solamente en el deseo, motor de la transformación histórica y de la evolución humana, lo que va a llevar, por sí solo, a un estadio perfecto de la evolución humana.[104]

– La negación del poder: la transformación radical de la sociedad viene de "abajo", nunca podrá ser impuesta desde "arriba". Aunque esta negación del poder se convierta en paradoja a la vista de su creación utópica.[105]

– Un antimoralismo que niega la moral existente, y cualquier otro modelo de moral, para afirmar sólo la legitimidad del deseo y de las pasiones.[106]

El discurso socioantropológico mencionada va a ser expuesto, principalmente, en su temprana y primera obra publicada, "Teoría de los cuatro movimientos", de 1.808; que posteriormente amplía y va matizando, principalmente con la introducción de sus interpretaciones urbanísticas, en el "Tratado de la asociación doméstica-agrícola", de 1.822; para culminar con "El nuevo mundo industrial y societario", de 1.829, donde presenta, con todo detalle, su falansterio. En la segunda obra mencionada, Fourier describe el tipo de ciudad que surgirá en el sexto periodo, el de seguridad – después de haber pasado por el quinto, civilización, caracterizado por la propiedad individual incontrolada que lleva a una ciudad inhabitable – de la siguiente forma:

"Es preciso delimitar tres zonas: la primera contiene la cité, o ciudad central, la segunda los suburbios y los grandes edificios, la tercera las avenues y la periferia. Cada una de las tres zonas adopta diferentes dimensiones para las construcciones, ninguna de las cuales puede ser realizada sin la aprobación de una comisión de ediles, que vigila la ejecución de los estatutos de garantías, cuya exposición sigue. Las tres zonas se encuentran separadas por cercados, arbustos y plantaciones que no deben obstaculizar la visión.

Cada casa de la cité tiene que estar dotada de espacios libres, con patios o jardines, equivalentes por lo menos a la superficie construida; estos espacios serán dobles en la segunda zona, y triple en la tercera.

Todas las casas estarán aisladas y formarán fachadas regulares en todos los lados, con ornamentos graduados según la zona de que se trate, y quedarán excluidos los muros de apoyo desnudos. La distancia mínima entre los edificios será de tres toesas. (…) Los cercados sólo podrán ser muros bajos, coronados de rejas o empalizadas que dejen libres a la visión por lo menos dos tercios de su desarrollo.

La separación se calculará siempre en proyección horizontal, inclusive en los terrenos pendientes, y será por lo menos igual a la mitad de la altura de la fachada del frente, ya sea a los lados o a la parte trasera. (…) Sobre las calles, las construcciones, hasta la gotera del techo, no podrán superar en altura el ancho de la calle…

Los caminos tendrán como fondo un paisaje campestre o un monumento de arquitectura pública o privada; el monótono damero estará excluido. Algunos caminos serán curvos y serpeantes para evitar la uniformidad."[107]

Esta descripción contiene, en sí, todo un programa urbanístico completo[108]del que podemos destacar la siguientes ideas:

– La ciudad futura reflejada en un Plan, que describe, delimita y asigna todas las funciones de la misma y las relaciones entre ellas.

– El juego de los espacios libres y zonas verdes, tanto públicos como privados.

– Formación de un hábitat colectivo, diseñado conforme a un sistema concéntrico, tan apreciado por los pensadores utópicos, cuyo foco central es la ciudad comercial y administrativa, – el poder ya no lo representa el templo, como en Campanella, o la Casa de la Sabiduría, como en Bacon – como una característica del periodo de transición entre la civilización (propiedad individual descontrolada) y la armonía (desaparición de la propiedad privada).

– Exclusión de la cuadrícula ortogonal, por monótona, y huida de los trazados rectilineos de los viales, aunque recuperando la idea barroca de los puntos focales.

– Las ordenanzas obligatorias, "estatutos de garantía", de construcción y urbanización, siendo controlado su cumplimiento por los representantes elegidos por la comunidad.[109]

Esta ciudad ideal del sexto periodo, es un simple paso para llegar al séptimo y último periodo, el de la armonía, que se caracteriza, principalmente, por el abandono de la ciudad y la reunión de los hombres en falanges de 1.620 personas, viviendo en edificios colectivos llamados falansterios.

Un análisis del falansterio foureriano[110]nos llevaría a centrar sus innovaciones utópicas en las siguientes consideraciones:

– Terreno o espacio físico necesario: una legua cuadrada (3.100 Ha aproximadamente) en un lugar con buenas corrientes de agua, adaptado a varios cultivos, sembrado de colinas, cercano a un bosque, y poco alejado de una ciudad. Esta Arcadia, curiosamente, no puede existir sin una ciudad cercana, aunque este estadio evolutivo haya pronosticado su desaparición.

– El capital necesario para su fundación será suscribible mediante acciones, a las que se les dedica un retribución de cuatro doceavas partes de las ganancias anuales. Las premisas económicas de las que parte es que el experimento sea realizado por un soberano, que entregaría gratuitamente el terreno necesario, o por un filántropo adinerado o por una compañía poderosa que desee realizar, sin más trámites, la Gran Armonía.

– El número de habitantes, 1.620, viene dado de la suma de 810 caracteres distintos – obtenidos por la combinatoria de las doce pasiones humanas – que componen la escala completa de los caracteres posibles; más 192 personas ente niños y ancianos; más 450 omitidos del cálculo por enfermedad, viajes, misiones, noviciados o insuficiencia de carácter; reforzados por 168 personas complementarias de refuerzo de las clases activas. La proporción entre hombre y mujeres sería de veintiuno a veinte.

– A un hombre nuevo le corresponde un hábitat nuevo[111]Aunque siendo la construcción y uso de este falansterio lo que propicia la aparición del hombre nuevo, no queda claro cual es la causa y cual el hecho causado.[112]

– El falansterio como comuna-tipo. Es un modelo a seguir en cualquier circunstancia espacial, en el que se fijan todas las reglas de la convivencia del grupo social. Además de un modelo experimental, al que considera susceptible de modificaciones en base a la experiencia.

– La base económica del grupo componente del falansterio es la agricultura y la pequeña industria, parece ser que artesanal, aunque nunca lo llega a matizar en su obra.[113]

– Disociación de las funciones básicas humanas, así como de las actividades productivas, lo que lleva a una estricta zonificación espacial.

– La densidad – el falansterio tiene en total seis alturas, planta baja, entresuelo, tres pisos y desván habitable – como medio para alcanzar una economía del espacio y de los costes de construcción y, principalmente, para "acelerar las relaciones sociales". Fourier es consciente de la importancia de obtener un nivel crítico de densidad, o de una relación espacio/habitante amplia, para obtener un nivel importante de socialización.

– El paralelogramo del falansterio está abierto por uno de sus lados, al contrario que el de Owen[114]en un intento de no encerrarse en si mismo, que es lo que critica de Owen, y de tener comunicación visual y directa con el espacio natural que le rodea.

– El diseño arquitectónico del falansterio recuerda, en la descripción y en los grabados de la edición de 1.814, la arquitectura barroca del XVIII[115]siendo también destacado este hecho por H. Rosenau.[116]

– La fusión de la calle convencional con la vivienda va a dar como resultado la creación de la calle-galería que recorre todo el falansterio y es el eje vertebrador del mismo.

Al igual que Owen, Fourier realizará varios intentos de fundar falansterios, tanto en Francia como en Rusia, Argelia, Nueva Caledonia, etc. pero es en América donde van a triunfar las ideas de Fourier, fundándose cuarenta y una comunidades entre 1.840 y 1.850, aunque todas fracasaron.

2.2.3.- Etienne Cabet (1.788-1.856)

Perteneciente a una familia obrera, se licenció en Derecho y ejerció importantes cargos políticos – procurador general de Córcega y diputado de la Côte d"Or -, no siendo, pues, ni un proletario, ni un agitador revolucionario, sino un intelectual preocupado por el estado de las clases humildes, antiguo carbonario, fiel admirador de la Revolución Francesa, de la que publica una historia en 1.839. Al año siguiente ve la luz su novela "Viaje por Icaria", que va a retomar la forma de las utopías clásicas, con una gran inspiración en Platón y Moro. Esta utopía, la primera considerada como genuinamente "comunista"[117], no se puede entender sin estos antecedentes y su formación religiosa. La forma de llegar a este ideal va a ser la democracia, imponiendo el sufragio universal, y la educación, obligatoria y gratuita; no va a ser necesaria la violencia, sino la persuasión y el efecto demostrativo de unas cuantas fundaciones originarias, aunque luego su modelo tenga fuertes connotaciones autoritarias en su funcionamiento.[118]

Las ideas urbanísticas de Cabet se reflejan tanto más en sus experiencias territoriales, fundación de comunidades, que en su obra escrita. En el "Viaje por Icaria" describe un modelo de gran ciudad, formada por sesenta barrios distintos, que van a representar cada uno de ellos la belleza de las más célebres ciudades; cada barrio, así, encarna a cada una de las sesenta naciones y las casas, todas iguales en el interior del barrio, simbolizarán, con su decoración, ornamentación y diseño, a la nación que imitan.

El plano de la ciudad es rígidamente geométrico, el triunfo de la cuadrícula, con calles rectilíneas e iguales, como consecuencia de su preocupación por el tráfico y la separación de éste del de los peatones. La ciudad, además, estará atravesada por un río recto y tendrá dos anillos de boulevards. Esta ciudad va unida a una modelo económico de tipo colectivista en el que se ha producido la desaparición de la propiedad privada, sustituida por la propiedad estatal, lo que, lógicamente, tiene su reflejo en el diseño urbano.[119]

Siguiendo a Françoise Choay[120]la concepción urbanística de Cabet está basada en el "método del modelo" que, con fundamento en una filosofía idealista, entiende que hay que establecer modelos a seguir, en un futuro más perfecto, para todo el ámbito de la vida humana y social: en los muebles, las casas, los talleres y fábricas, monumentos, ciudades, etc. El modelo de ciudad habrá de compenetrar los distintos paradigmas establecidos:

– Higiene física.

– Higiene moral.

– Standarización de las calles.

– Standarización de las viviendas, dentro de los varios modelos proporcionados.

– Standarización de los anuncios y carteles informativos.

– Supresión del pequeño comercio, por innecesario.

– Fluidez de la circulación: calles con ocho carriles.

– Protección del tráfico peatonal e incentivización del mismo mediante la construcción de aceras cubiertas de cristal.

La idea del modelo con respecto a la vivienda contiene las siguientes propuestas:

– Casa individual, una para cada familia celular.

– El tejado-terraza, como forma de aprovechar el espacio y proporcionar más calidad de vida, en el menor espacio, aprovechando las superficies no utilizadas hasta el momento.

– Equipo higiénico completo en la casa, desde el cuarto de baño a la cocina, se deberán aprovechar todos los adelantos técnicos para construir las debidas instalaciones higiénicas.

El mobiliario modelo ha de reunir dos condiciones:

– Ordenación jerárquica: todos los diseños de mobiliario, tanto urbano como doméstico, han de ser aprobados previamente por el Gobierno.

– Debe haber suficientes modelos distintos para que se produzca la variedad y evitar la uniformidad de las estancias y espacios.

Estas características urbanísticas, contenidas en la idea de "modelo urbanístico" de Cabet, va a ser intentada llevar a la práctica, como es característico de las utopías decimonónicas francesas e inglesas, y en esa lucha con la realidad que se impone van adaptándose sucesivamente, hasta, en algún caso dejar el componente utópico a un lado.

En 1.847 Cabet pasa de la teoría utópica a la acción y lanza un manifiesto, "Vámonos a Icaria", con la pretensión de construir comunidades icarianas en Texas. Después de variadas vicisitudes fundan la primera en Nueva Orleans, que fracasa, hasta que, después de varios intentos frustrados, construyen en 1.860 la ciudad ideal de Corning (Iowa), esta vez con éxito, aunque sólo con treinta y dos participantes.[121]

***

Conclusión

Dos son las tesis de las que se ha partido en este trabajo. La primera, que las utopías clásicas tienen un soporte físico, el modelo urbano que contienen, más o menos explícito, que las sustentan y, además, es la base necesaria para el "funcionamiento" de esta utopía. Resumiendo esta idea en dos consideraciones:

– El programa reformista que pretende una determinada utopía no se lograría sin un modelo urbano determinado.

– El modelo urbano propuesto es una utopía, en sí mismo, en el sentido relativo de utopía, en el contexto de lo urbano conocido en ese momento histórico.

Desde esta óptica se han estudiado cuatro utopías clásicas – Platón, Moro, Bacon, Campanella- que han refrendado las premisas expuestas. Creemos que sería interesante, también, analizar los modelos urbanos subyacentes en las obras del pensamiento satírico-crítico – reflejo de una crítica social y, por lo mismo, también urbana- como pueden ser las obras de Rabelais, Cyrano de Bergerac, Swift, etc.; pero no ha podido ser abordado este enfoque en el presente trabajo.

La segunda tesis es que no todo el pensamiento urbano que presente modelos o ideales a realizar, puede ser caracterizado de utópico, sino que dentro de este adjetivo, muy empleado en la historia del urbanismo, conviven distintas formas de pensamiento y que no todas tiene las características de la utopía "strictu senso". Para ello hemos partido de la conceptualización de lo que se entiende por pensamiento utópico, según K. Mannheim, y su diferenciación con respecto a la ideología, intentando llegar al concepto de utopía urbana y su caracterización. El mismo arsenal teórico nos ha sido válido para diferenciar el pensamiento utópico urbano de las ideologías urbanas y de otras formas afines, o representación de las mismas, como pueden ser las "ciudades ideales".

La metodología usada nos ha permitido encuadrar a las utopías urbanas clásicas dentro de una de las etapas de la mentalidad utópica, la humanitaria-liberal, a la que se adscriben Owen, Fourier y Cabet, y, por el mismo motivo, no reunir las condiciones fijadas para ser utopías, no hemos tenido en consideración a otros socialistas utópicos del siglo XIX, como Godin, Richardson o Buckingham. Los mismos autores han sido estudiados desde la óptica de A. Monclús y F. Choay, pero nos ha parecido más clarificador para el intento apuntado la teoría del conocimiento de Mannheim, aunque se ha utilizado, en lo posible y no contradictorio con ésta, algunas de las ideas de los mismos.

El trabajo realizado creemos que ha refrendado las tesis de partida y, además, pueden ser fructíferos el enfoque y la metodología empleada para seguir con el estudio de lo que podríamos llamar, por un lado, utopías antiurbanas, es decir, aquellas que pretenden un mundo mejor con la destrucción de lo urbano y su suplantación por otras formas de ocupación del territorio – marxismo, anarquismo, ecologismo, contracultura, etc.-, y por otro, antiutopías urbanas, aquellas que dan una visión ideal, de ciudades inexistentes, pero negativas de los valores urbanos – Huxley, Orwell, Wells, etc.- y advertencia de la línea que no se deber seguir.

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

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Santiago de los Caballeros,

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2015.

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