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Perón Vs Perón – La construcción simbólica del adversario político en el discurso peronista: elecciones presidenciales 2003 (página 3)

Enviado por Mat�as Marini


Partes: 1, 2, 3, 4

2.3. Los resultados de la primera vuelta

El camino hacia las elecciones presidenciales tuvo por contexto un escenario político compuesto por las siguientes variables, que influyeron en la conducta discursiva de los actores estudiados, obligándolos a adaptar sus tácticas a la dinámica del campo de acción, altamente configurado por los medios de comunicación:

  • periódicas manifestaciones callejeras de grupos piqueteros en reclamo de ayuda económica estatal, el aumento de salarios equivalente a una canasta familiar, la duplicación del monto del subsidio a los desocupados a 300 pesos, la extensión del subsidio a jóvenes y adultos sin cobertura y la creación de puestos genuinos de trabajo;
  • la presencia mediática de la causa judicial que investigaba el posible complot para derrocar a Fernando de la Rúa, en donde se menciona la hipótesis de una conspiración urdida por Eduardo Duhalde;
  • suspensión de las elecciones catamarqueñas a gobernador por agitaciones violentas en la vía pública con la supuesta coordinación del senador justicialista Luis Barrionuevo;
  • inundación y emergencia sanitaria en la provincia de Santa Fe, gobernada por el justicialista de tendencia menemista, Carlos Reutemann, un ex posible candidato presidencial buscado tanto por Carlos Menem como por Eduardo Duhalde;
  • invasión de los Estados Unidos de Norteamérica en Irak;
  • estallido social en Bolivia contra las medidas de recorte salarial de un doce por ciento aplicadas por el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada; este estallido reforzó el cuestionamiento a las exigencias económicas que el Fondo Monetario Internacional aplica sobre los países de América latina, tópico que influyó los discursos de campaña de Néstor Kirchner, Adolfo Rodríguez Saá y Elisa Carrió;
  • asunción del dirigente obrero socialista Inacio "Lula" Da Silva como presidente del Brasil;
  • el voto por la abstención del Gobierno argentino en la ONU en pos de sanciones a Cuba por la violación de los derechos humanos;
  • en abril muere Lourdes Di Natale, ex secretaria privada Emir Yoma, el ex cuñado de Carlos Menem e involucrado, al igual que el ex presidente, en la causa que investiga la venta ilegal de armamento a Croacia y Ecuador. Aparente suicidio, la prensa no descartaba la hipótesis del asesinato en manos del mismo grupo que produjo la voladura de Fabricaciones militares en Río Tercero para ocultar las evidencias del delito en la triangulación de armas.

"Será como la zamba: primera y adentro", repetía Menem vaticinando su triunfo sin necesidad de ballottage (13.02.2003). La primera instancia electoral convocó al 80% del padrón electoral y presentó en sus opciones tres candidatos justicialistas y cuatro radicales (recordemos a Melchor Posse como vice de Rodríguez Saá), fragmentados en nuevos pseudo lemas, lo que oficializaba la desintegración del sistema partidario argentino, en marcha desde diciembre de 2001. El lunes 28 de abril de 2003, día posterior a los comicios presidenciales, el ministerio del Interior presentó los datos que dibujarían el mapa político del país al menos hasta que se disputara la segunda vuelta entre Menem y Kirchner. Menem-Romero conquistaron gran parte de las provincias del centro y norte del país. El fracaso en la provincia de Duhalde significó el alejamiento del ex duhaldista Alberto Pierri de la campaña de Menem y el acercamiento del ex comisario Luis Patti.

Por su parte, en las provincias del sur, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, y en el norte, Formosa y Jujuy, la mayoría fue para el candidato oficialista. Kirchner ya había hecho suyo el apoyo de ciertos gobernadores en un acto público en el Hotel Panamericano de la Capital Federal, el 27 de marzo.

Allí, el candidato se mostró ante los medios junto a Daniel Scioli y rodeado por los gobernadores Felipe Solá (Buenos Aires), Eduardo Fellner (Jujuy), Carlos Rovira (Misiones), Julio Miranda (Tucumán) y la primera dama, Chiche Duhalde. Estuvo presente casi todo el Gabinete de Duhalde. Entre ellos, José Pampuro, Aníbal Fernández, Alfredo Atanasof y Graciela Giannettasio.

Pero Kirchner también obtuvo el triunfo en el distrito electoral más importante del país, la provincia de Buenos Aires, territorio de Eduardo Duhalde. Sin los votos de la provincia de Buenos Aires, Kirchner hubiese contado sólo con el caudal de reducidos distritos electorales y no hubiese logrado equiparar la elección. Las alianzas políticas se tejen con los punteros del gran conurbano bonaerense y los intendentes, un criterio territorial de la política que obliga a una constante negociación de caudales electorales y grupos de votantes con los caudillos de cada distrito. Para la segunda vuelta, en el ámbito bonaerense, el Gobierno a través del secretario general de la Presidencia, José Pampuro, operó para aumentar el volumen de votantes de Kirchner en la única región donde éste retenía la base de su éxito en las urnas. El 6 de mayo sumaron su apoyo a la fórmula oficialista los intendentes de la primera sección electoral Raúl Othacehé (Merlo), Enrique Salzman (Marcos Paz), Jorge Varela (Campana) y Juan Delfino (Suipacha); antes identificados con Rodríguez Saá. El apoyo de gobernadores e intendentes a los distintos candidatos justicialistas fue decisivo en esta contienda electoral.

Sin embargo, el patrimonio electoral de las provincias en donde ganó dicha fórmula pertenecía a dirigentes políticos y gobernadores que respondían al liderazgo de Eduardo Duhalde, no a Kirchner. En las sucesivas elecciones provinciales, Kirchner no logró imponer a ninguno de sus propios candidatos a gobernador, salvo el caso de Carlos Rovira que venció a Ramón Puerta (apoyado por Duhalde) en la provincia de Misiones. Incluso en 2005, el PJ perdió la gobernación de Santiago del Estero (a pesar de su intervención federal) y las legislativas de Catamarca.

Excepto por la Capital Federal, en donde triunfó el candidato del Movimiento Federal Recrear Ricardo López Murphy, en el resto del país la mayoría se disputó entre las tres manifestaciones electorales (lemas) del justicialismo: Menem-Romero (trece provincias), Kirchner-Scioli (siete provincias), Rodríguez Saá-Posse (las tres provincias cuyanas). El peronismo se repartía el caudal electoral de todo el país. Al decir del gobernador pampeano Rubén Marín el mismo 27 de abril, "con tantos votos justicialistas, si hubiera un solo candidato ya tendríamos un presidente peronista".

Las elecciones arrojaron una mínima diferencia porcentual entre Carlos Menem (24,4%), cuyo resultado fue frustrante para sus colaboradores que vaticinaban una diferencia mayor; y Néstor Kirchner (22%). Ya los encuestadores y consultores de opinión hablaban de empate técnico entre los postulantes. Los medios no dudaban en referirse a "un triunfo para el Gobierno" con lo cual una vez más, al menos desde 1997, el centro de las disputas por espacios de poder político se libraba entre el peronismo bonaerense liderado por Duhalde y el sector que respondía a Carlos Menem, con Romero como su principal operador en esta última versión del menemismo.

El jefe de gabinete de Duhalde, Alfredo Atanasof, se apresuró a introducir el tema de la gobernabilidad del presidente que saliese victorioso en la segunda vuelta, vinculando las posibilidades del futuro gobierno al consenso parlamentario del duhaldismo. En declaraciones al diario La Nación el funcionario dijo que Duhalde convocaría de inmediato a un "compromiso de gobernabilidad que le permitiera al próximo presidente obtener en el Congreso las leyes que necesita para gobernar." Duhalde hacía pública la desventaja que Menem tendría frente al Congreso en caso de ganar la presidencia al tiempo que advertía al menemismo la necesidad de sentarse a negociar con el Gobierno para la segunda vuelta, antes que tejer alianzas con los votos de López Murphy y Elisa Carrió (tercer y cuarto puesto respectivamente).

Pero no sólo Menem era el destinatario de este mensaje político. Kirchner recibía al mismo tiempo una señal de cuán importante sería la presencia legislativa de Duhalde en el Congreso y en la figura de los gobernadores que se irían definiendo en las próximas elecciones provinciales. "No acepten cargos o ministerios a lo loco. Cada uno debe quedarse en su lugar. Si tienen un lugar en la lista de diputados resérvenselo", habría sido el consejo de Duhalde a sus hombres en la campaña para la segunda vuelta, cuando Kirchner definía su gabinete.

Esta táctica duhaldista de un mismo discurso con múltiples destinatarios fue iniciada por la primera dama y reforzaría la advertencia discursiva de su marido cuando, en entrevista con Clarín, observó que

"El que venga va a ser un gobierno de transición —porque, como le dije, el gobierno de mi marido fue de emergencia—, y en la transición, para poder conducir, hay que tener una enorme capacidad, espaldas muy anchas, aguante, y una gran capacidad negociadora, porque va a haber una Legislatura muy compleja" [El destacado es nuestro].

Más adelante, Duhalde reiteró su velado mensaje a Kirchner, candidato oficialista que nunca logró el apoyo integral de los dirigentes duhaldistas:

"Convocaré a los diputados y senadores nacionales a un convenio democrático para que apoyen con un acuerdo de gobernabilidad al próximo presidente, porque no se puede gobernar con un Congreso en contra. […] Será necesario un acuerdo de los diputados y senadores para apoyar los programas que han triunfado en la elección del domingo. Si hay candidatos que tienen un programa y ese programa es elegido por la gente, hay que apoyarlo para que se pueda cumplir, sino no se puede gobernar. […] En realidad el próximo presidente va a tener poco apoyo parlamentario porque sigue con el mismo Congreso y recién a fin de año va a haber elecciones legislativas que le podrían aportar una mayoría parlamentaria [el destacado es nuestro]."

Lo mismo hizo en su programa semanal de Radio Nacional, Conversando con el Presidente:

"El presidente que asume el 25 de mayo no tendrá un parlamento con legisladores mayoritariamente. […] Al igual que en 1989, cuando asumimos la presidencia seis meses antes, en ese momento que la Unión Cívica radical detentaba la mayoría, se comprometió a apoyar al presidente en los seis meses en lo que era su programa de gobierno. Creo que debemos reeditar ese compromiso. […] Hemos comenzado los trámites con los legisladores, el resultado lo conocerán ustedes pero, yo lo que les he pedido es eso, que empiecen a conversar y que ese compromiso se pueda formalizar" (26.04.2003).

El mismo día (veinticuatro horas antes de la primera vuelta electoral), agregó una declaración de la cual puede leerse un significado exactamente opuesto del explícito. En entrevista con Clarín, inteligente, Duhalde da a entender cuán importante será su figura para garantizar el éxito o fracaso de la próxima gestión:

"Mi futuro político no depende del resultado de la elección. Mire, estoy convencido de que yo debo apartarme de la escena, no importa quien gane. Mi contribución será pasar a un segundo plano y que no se hable de mí. Quiero ser tajante y aclarar que de ninguna manera volveré a ocupar ningún cargo ejecutivo."

La respuesta de Kirchner, si bien tarde, fue directa y se hizo saber por televisión, en el programa Día D de Jorge Lanata, oportunidad en la cual aseguró que

"me acerqué [a Duhalde] para tener alguna posibilidad para enfrentar el modelo de la década pasada. El día que me vea extorsionado por una ley o algo por el estilo, voy a decírselo a la gente, voy a tomar el micrófono y voy a decir ‘me están haciendo esto para sacar esa ley’ [;] jamás aceptaría una responsabilidad para después estar pagando facturas políticas de cuarto, quinto o primer orden" (11.05.2003).

Si Duhalde pudiera conservar algún tipo de poder institucional más allá del 25 de mayo de 2003 (día en que finalizaba su mandato) sería en el foro legislativo y en la lealtad de los gobernadores que respondían a su estilo.

2.4. El adversario político, la oposición

"Los argentinos, como usted sabe,

nos caracterizamos por creer que tenemos

siempre la verdad. A esta casa vienen muchos argentinos

queriéndome vender una verdad distinta como si fuese la única.

¿Y yo, qué quiere que haga? ¡Les creo a todos!"

Juan Domingo Perón, en entrevista con Tomás Eloy Martínez.

Madrid, 26 de marzo de 1970.

El adversario, el enemigo, es contrafigura necesaria para la construcción de cualquier hegemonía, para la justificación de cualquier avance en el terreno del poder. Duhalde prefiguró a Menem como su rival y viceversa. Una relación de antagonismos discursivos y negociaciones "no visibles" que cumplió una década de idas y venidas. Antes de montarse sobre el aparato del peronismo bonaerense para disputar el electorado con Menem, a fines de 2002 Néstor Kirchner reconoció explícitamente ante la prensa que

"el peronismo tiene dos corporaciones que son cuasi mafiosas y que se están peleando; son las corporaciones duhaldista y la corporación menemista. Es una lucha sin ideas, les interesa el poder por el poder de cualquier manera, dejando de lado la responsabilidad de gobernar" (2002).

En su historial de gobernador, Kirchner mantuvo varias disputas con Menem, De la Rúa y Duhalde al mismo tiempo. Con el último, se enfrentó en 2002 cuando el Congreso trataba la reforma de la ley de subversión económica, oportunidad en que Kirchner puso a disposición del senador por Corrientes Lázaro Chiappe el avión oficial de la provincia de Santa Cruz para votar en contra del proyecto impulsado por Duhalde ante la exigencia del FMI. En 2003, durante otra desinteligencia, Kirchner se manifestó a favor de la expulsión de Luis Barrionuevo (marido de la ministro de Trabajo de Duhalde) de la Cámara alta luego de los incidentes en las elecciones catamarqueñas.

  • "¿Qué pasaría si Kirchner se peleara con usted?", preguntó Luis Majul a Eduardo Duhalde en su programa televisivo.
  • "¡No, no! Eso es imposible, porque prefiero irme –reaccionó Duhalde. Es imposible, ya le hemos hecho demasiado daño al país" (14.09.2003).

2.4.1. Partido político y gobernabilidad

"Yo nunca me ocupé de la política,

siempre fui peronista"

No habrá más penas ni olvido,

Osvaldo Soriano

"Parafraseando al general Perón,

no se aflijan ustedes, los peronistas somos como los gatos,

cuando nos peleamos es porque nos estamos reproduciendo."

Carlos Menem

"Primero la patria, después el movimiento y por último los hombres", reza una de las máximas del peronismo. En su estilo de entender el poder desde el discurso, Perón colocaba al movimiento por él conducido como una realidad superior a los intereses sectoriales de los partidos políticos y hasta consustanciado con los intereses de toda la nación. Movimiento y país confluían en sus fronteras.

La concepción del peronismo como movimiento hegemónico que mejor interpreta "los intereses de la Argentina" es una discusión que tiene lugar contemporáneamente en los cuadros del justicialismo. En el programa La Cornisa de Luis Majul por América, tuvo lugar un breve altercado entre el ex cavallista Alberto Fernández (ex jefe de campaña de Kirchner y por entonces su secretario de la Presidencia) y la legisladora menemista riojana Alejandra Oviedo (quien junto a Adrián Menem recorría los estudios de televisión defendiendo la gestión presidencial de Menem –eran los operadores visibles). Fernández, que hablaba en directo desde su despacho en la Casa Rosada, le comentó a la legisladora que él militaba en el peronismo desde muy joven y que con el tiempo había aprendido a comprender que el peronismo no era todo en Argentina, sino que existían otras fuerzas políticas interlocutoras por las que también pasaba la gobernabilidad del país.

En similar línea discursiva y en pleno proselitismo para apoyar al candidato a gobernador por la provincia de Misiones, Ramón Puerta (frente al otro justicialista Carlos Rovira, apadrinado por Kirchner), Eduardo Duhalde declaró que

"la nuestra es una democracia de partidos […] Tiene que haber por lo menos dos fuerzas equilibradas, que compitan por el poder. Por eso, yo vengo haciendo la parte que nos corresponde a nosotros, a los justicialistas. Ojalá que nuestros adversarios no continúen dispersándose y estén dispuestos a disputarnos el gobierno."

Duhalde minimizó en una misma enunciación a los partidos opositores al definirlos como prácticamente inexistentes, al tiempo que reivindicó el rol competente del justicialismo para gobernar las cíclicas crisis del país. Se presentó como el coordinador del peronismo y proyectó un eje transversal entre la acción política del peronismo y las opciones de gobernabilidad de la Argentina. En la Convención Constituyente de 1949, Perón como presidente del país dijo del peronismo que:

"Es un movimiento nacional, eso ha sido la concepción básica. No somos, repito, un partido político, somos un movimiento, y como tal no representamos intereses sectarios ni partidarios, representamos sólo los intereses nacionales. Esa es nuestra orientación" (Sebreli, 2002: 239).

El historiador Luis Alberto Romero (1994) explica que "el Partido Justicialista apenas existía en el conjunto de lo que se llamaba, un poco eufemísticamente, el Movimiento, y Perón nunca lo consideró como otra cosa que una fachada". En su más de medio siglo de historia, todo gobierno no peronista se ha visto estratégicamente obligado a definir su posición y probabilidades de gobernabilidad de acuerdo al lugar ocupado por el peronismo en el mapa político del país. Desde la segunda mitad del siglo XX, el concepto de "gobernabilidad" remite a la posición de los actores justicialistas en el campo político.

La historia reciente evidencia la dificultad de gobernar sin el consenso del peronismo y cuán complejo resulta establecer un plan de gobierno sin su expresa voluntad. Desde su mito fundacional el 17 de octubre de 1945, los sucesivos gobiernos civiles y militares debieron decidir qué hacer con el peronismo, ya desde las proscripciones políticas, ya desde la negociación de espacios de poder.

2.4.2. El partido factótum

En las 23 provincias ganaron candidatos del justicialismo y sólo en la Capital Federal se impuso un no justicialista, Ricardo López Murphy. Oficialismo y oposición al mismo tiempo, el peronismo, con sus dos candidatos al ballottage, acaparaba discursivamente el espectro ideológico desde un extremo al otro, la centroderecha en Menem y la centroizquierda en Kirchner.

Este partido ha sabido adaptar sus experiencias de gobierno a la coyuntura económica del país en los diferentes contextos internacionales que repercutieron sobre la Argentina. Estas diferencias en las gestiones económicas de los sucesivos gobiernos justicialistas derivaron en la difundida idea de que todo cuanto fuese privatista, redujese el rol del Estado o priorizase las relaciones con los Estados Unidos, era cualquier cosa menos peronista. Al referirse a la gestión de Menem, solía decirse: "Si Perón resucitase…". Hasta el abrazo de Menem con el almirante Isaac Rojas (Líder de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955) fue definido como un vejamen al peronismo.

Sin embargo, detrás de cada ideología representada por los sectores del peronismo subyacen análogas prácticas y estilos de conducir la acción política. El politólogo y columnista Natalio Botana resumió las constantes del peronismo incluso más allá de sus propuestas económicas o modelos de país al considerar que "el peronismo es hoy el mediador en la Argentina de la alternativa clásica entre la derecha y la izquierda. Victoria pírrica -si se quiere- porque detrás de esta aparente confrontación subyace una política de poder semejante, devota de recursos económicos encubiertos, aparatos y electorados cautivos."

Dentro del mismo partido, los actores políticos se reubican según quien logre aglutinar la mayoría electoral o imponer una clara línea de liderazgo, amén de las propuestas electorales o plataformas de gobierno. "Nosotros somos peronistas y nunca nos fuimos del partido. Ahora se inicia una nueva etapa y estamos convencidos de que Kirchner representa la mejor opción hacia el futuro", declaró el intendente de Merlo Raúl Othacehé, luego de inclinarse por Kirchner en la segunda vuelta electoral.

2.5. Construyendo el ballottage

En el intento de captar los votos de los candidatos excluidos del ballottage, el jefe de campaña de Kirchner, Alberto Fernández, se dirigió a todo el arco político electoral marginando al sector menemista, con lo que el lugar del riojano quedaba en las antípodas del nuevo país a administrar:

"Se me ocurre pensar que si los votantes de Elisa Carrió buscan, como nosotros, una justicia independiente, y el fin de la impunidad en este país, el 18 de mayo tienen una sola opción […] Si los que votaron a Ricardo López Murphy están buscando un país con equilibrio fiscal y un Estado transparente sin corrupción, me parece que el 18 de mayo también tiene una sola opción para votar […] Y si los que votaron a Rodríguez Saá lo hicieron buscando un país que ingrese al concierto de las naciones con dignidad, un país que reconstruya este orgullo de ser argentino, con una industria nacional pujante y que genere empleo para los argentinos, el 18 de mayo tienen una sola oportunidad."

El sostén de la hegemonía política de Duhalde, desde hace al menos un lustro, ha presentado como elemento opositor la figura de Carlos Menem, quien en 1995 impidió la candidatura del bonaerense para acceder a su reelección luego del Pacto de Olivos con el radicalismo, que hizo disminuir el protagonismo del partido de Alem como tradicional opositor. En 1999 Menem operó en contra de la candidatura presidencial de Duhalde luego de que éste amenazara con un plebiscito en la provincia para frenar un tercer período del riojano. Ni la Alianza ni Fernando de la Rúa fueron nunca un gran problema para estos dos peronistas. La interna del partido justicialista involucra a todo el país y en ella se definen incluso las posibilidades de gobernabilidad para la administración vigente y la que vendrá.

Como testigo superador de la bipolaridad dentro del peronismo (Menem-Duhalde) supo posicionarse Néstor Kirchner quien, a pesar de su oratoria electoral contra Carlos Menem, conocía cuán inconveniente podía significar permanecer sujeto a los límites del PJ bonaerense si su objetivo implicaba la construcción de espacios autónomos de poder. A fines de 2002 Kirchner recorría el país diciendo que toda su vida se había preparado en el estudio de la economía para evitar que un ministro le dijese lo que tenía que hacer. Con las transmisiones de Crónica TV como marco, en cada una de sus alocuciones los periodistas del canal noticioso emitían extensas series de entrevistas al auditorio que observaba en Kirchner el hombre que falta para gobernar el país. Luego de haber declarado, como ya se dijo, que en el peronismo convivían "dos tendencias cuasi mafiosas" (el duhaldismo y el menemismo); la noche del 27 de abril Kirchner agradecía públicamente al peronismo de Buenos Aires por su apoyo en la campaña.

La primera vuelta electoral arrojó un ganador: Eduardo Duhalde, quien reafirmó su liderazgo ante el peronismo bonaerense y comenzó a allanar el camino para un futuro proceso de hegemonía política en el partido. Por su parte, el estrecho triunfo numérico de Menem se leyó exactamente al revés: de los dos candidatos, el riojano sería el más escrutado, analizado y cuestionado en el tramo que restaba hasta la segunda vuelta.

Los medios electrónicos empezaron por hurgar en el "entorno menemista", exhibido en la recepción del Hotel Presidente la noche del domingo 27. Estuvieron Alberto Kohan (jefe de campaña de Menem y ex secretario general de la Presidencia), Matilde Menéndez (ex PAMI), Liz Fassi Lavalle (esposa del ex secretario de Turismo Omar Fassi Lavalle), Alberto Pierri (ex duhaldista), Armando Gostanián (ex Casa de la Moneda), Claudia Bello (ex interventora en Corrientes y secretaria de la Función Pública); todos obligaron al candidato a plantear mediáticamente la renovación de sus colaboradores como tema de agenda para mejorar sus chances electorales en el ballottage. Luego del magro resultado de la primera vuelta y el rechazo a las imágenes del pasado menemista agitadas aquella noche, Kohan y Bauzá renunciaron al comando de la campaña para que Juan Carlos Romero asumiera la plena conducción del camino hacia la segunda vuelta, con sugerencias del consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba. Pero en su discurso Menem subrayaba que "lo que no cambia es el jefe. Y este jefe va conducir los destinos de la patria."

Antes de cumplida la primera vuelta, en entrevista con Mariano Grondona y su equipo de Hora Clave, Elisa Carrió señaló que la sociedad no soportaría una vez más lo que llamó gráficamente "las postales del menemismo", aquellas fotos del poder con los mismos rostros de un pasado cuyo "reflujo" (como gustaba decir la candidata) no sería compatible con la pacificación de un cuerpo social agitado y en proceso de descomposición.

La política, en su construcción de percepciones, puede romper amarras con la realidad. Los símbolos del menemismo como cultura política específica resultaron contraproducentes para la campaña.

2.5.1. La carta económica: Roberto Lavagna

En las elecciones de 1997, 1999 y 2001 la ciudadanía propuso en las urnas una nueva gestión política de la economía que atenuase los efectos del neoliberalismo y lo suplantase por un modelo más equitativo. En este sentido, Duhalde comenzó su gestión hablando de una alianza con el sector productivo del país y no el financiero. "Estamos avanzando sobre una nueva política económica, esto es lo que hay que destacar. Planteé una nueva alianza con los sectores del trabajo y de la producción y desplazar a la otra alianza con el sector financiero" (10.05.2003, en Conversando con el Presidente), reiteró Duhalde a pocos días del ballottage, luego de casi un año y medio de gobierno. Alberto Fernández aprovechó el discurso presidencial no sólo para armar el eje del discurso electoral de Kirchner sino para calificar a su adversario: "Menem es claramente el candidato de los bancos" (28.04.2003).

Bajo este criterio que intentaba desplazar los términos neoliberales del discurso político ("ajuste", "recorte", "reducción del déficit", "flexibilización") algunos de los candidatos estudiados por Duhalde antes de la designación de Kirchner no eran del todo congruentes con el nuevo escenario económico al que aspiraba el Gobierno. La continua búsqueda de ese cambio expresado en tres elecciones consecutivas fue resumido y capitalizado por Kirchner la noche del 27 de abril, luego de publicados los primeros resultados de los comicios. "Espero que podamos lograr el cambio que los argentinos votaron en el ‘99 y con el que lamentablemente fueron defraudados", dijo.

Carlos Reutemann, gobernador de Santa Fe y erigido en favorito por algunos medios y por el FMI, supo quizá que su estilo neoliberal no tendría consenso social en el nuevo contexto político que surgió luego de la crisis de diciembre de 2001. El promocionado "no" de Reutemann tuvo conciencia de esta desventaja con que corría su posible candidatura, lo que podía ser el fin para su reciente carrera política.

Cada vez que Duhalde se refería a la "alianza con el sector productivo" (lo hizo desde la primera semana de gobierno, en enero de 2002) exponía a través del discurso su acuerdo con una de las corporaciones del país, la Unión Industrial Argentina (UIA), que colocó a Ignacio de Mendiguren en el ministerio de la Producción desde donde operó para la devaluación de la divisa local, propuesta que ya le había elevado al ex presidente Fernando de la Rúa y que Patricia Bullrich (ex ministro de Trabajo) denunciara como "una conspiración" contra el gobierno de la Alianza. El proyecto se vio consumado de la mano de Duhalde. Expectante, la UIA constituyó uno de los actores socioeconómicos más importantes del escenario electoral que enfrentaba a Duhalde-Kirchner con Menem.

El Gobierno de Duhalde sentó las bases para el recorrido discursivo de su candidato Néstor Kirchner, poniendo a su favor algunas de las ventajas logradas en el terreno de la gestión política y económica. La figura del ministro de Economía, Roberto Lavagna, fue puesta a disposición de la campaña de Kirchner, incluso hasta se especuló con la posible designación del economista como candidato a vicepresidente.

Por la noche del domingo 27 de abril, cuando los resultados de la primera vuelta eran aún una amalgama entre prudentes bocas de urna y datos oficiales de los primeros escrutinios, Duhalde y Kirchner jugaron públicamente la ficha de Lavagna: en la euforia del búnker, el ministro de Economía se subió al atrio capitalino de Daniel Scioli para pronunciar algunas palabras de satisfacción y mostrarse distendido. Si bien el perfil político de Lavagna no fue exacerbado en la comunicación política de Kirchner, su figura resumía la continuidad que el santacruceño garantizaría en materia de estabilización de los índices de una economía aparentemente ingobernable hasta hace pocos meses. En aquella intervención pública, el ministro dio por terminada la crisis económica aunque no el proceso de recuperación política:

"Esta era la etapa [la del sufragio] que faltaba para salir de la crisis política profunda que hubo en el país. Los argentinos fuimos capaces de encontrar los mecanismos que estaban en la Constitución para llegar a este punto. Debo acá resaltar el compromiso del presidente Duhalde, que prometió elecciones y permitió llegar a esta etapa del perfeccionamiento del orden institucional argentino. […] Los argentinos salimos de la crisis económica solos, estamos terminando de salir de la complejidad política que se ha creado a raíz del colapso de administraciones anteriores."

Hasta que entre sus colaboradores incluyó la figura de Lavagna, la campaña de Néstor Kirchner, como casi todas las anteriores desde la recuperación de la democracia argentina, fue vaga e imprecisa en definiciones económicas. Lavagna le permitió al santacruceño definir un posible rumbo económico para un eventual gobierno signado por la renegociación de los contratos de empresas privatizadas, la reestructuración de las tarifas de servicios públicos, la negociación de la deuda externa con los tenedores de bonos en default y el fortalecimiento del eje Argentina-Brasil. Si bien Kirchner ya sabía con certeza en marzo de 2003 que Lavagna sería su ministro de Economía, no quiso arriesgar públicamente su nominación para evitar que sectores del menemismo salieran a combatir al economista, desgastando de antemano el principal soporte político del santacruceño. "Quizás es uno de los mejores ministros de Economía que ha dado el país", dijo Kirchner sobre Lavagna en el programa televisivo A Dos Voces. "Lavagna es el primer ministro de Economía que en mucho tiempo no es gerente de los sectores financieros", completó más tarde en el programa de Jorge Lanata.

Lavagna se presentaba como el arquitecto que logró la reconciliación con el Fondo Monetario Internacional. Fue el protagonista de extensas discusiones que serían cruciales durante el bienio 2003-2004, cuando el supuesto gobierno de Kirchner debería enfrentar profundas negociaciones con el FMI. Lavagna estuvo vinculado a la política por medio de la economía. Fue secretario de Industria durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y tuvo una participación capital en la primera articulación del Mercosur. También estuvo en Europa (Bruselas) a través de organismos internacionales y tareas diplomáticas.

En el nuevo período presidencial, las más importantes definiciones en materia de política nacional se decidirían en función de la política exterior del país. Roberto Lavagna era la continuidad para este nuevo contexto económico inaugurado en enero de 2002 y en leve proceso de crecimiento a pesar de la cesación de pagos. La figura del economista era compatible con el desafío político del Mercosur, ya que fue uno de los gestores del proyecto regionalista desde los tiempos de Alfonsín-Sarney. Incluso ostentaba una importante experiencia como representante argentino ante la Unión Europea, el modelo de integración político-económico más exitoso de la historia contemporánea.

Crítico del neoliberalismo dominante en la década menemista, aun a partir de su labor intelectual, este ministro podía reflejar en parte las expectativas de la ciudadanía por salir del anterior modelo económico y encontrar un rumbo alternativo que revalorizara la acción del Estado; un reclamo que pugnaba por imponerse ya en los últimos años de la gestión Menem y que la Alianza sólo canalizó como un reclamo de tipo ético, pero sin cambios drásticos en la gestión de la economía.

Sobre la polarización de las elecciones en dos modelos de gestión, Kirchner aseguró que "la gente va a tener que elegir entre el modelo de la especulación, que representa Menem, y el nuestro, el de la producción".

En su cierre de campaña, Kirchner avanzó sobre esta estrategia maniquea en su discurso económico:

"Todo el pueblo argentino sufrió la década del ’90, ese proyecto que nació en 1976. El 27 de abril el pueblo tiene que optar por dos modelos diferentes: el modelo de la concentración económica, el modelo de los sectores financieros, el modelo que trajo el hambre y la falta de trabajo a nuestro pueblo, el modelo que arrasó con la clase trabajadora argentina y que quebró a nuestra clase media; y el otro modelo […] el de la producción y el trabajo, el de la inclusión social, el modelo que devuelve a los hijos de los trabajadores a la universidad, el modelo que le vuelve a dar movilidad ascendente a la clase media argentina para ser junto a la clase trabajadora la polea transformadora de la Argentina que viene. En síntesis, el modelo de la patria." (24.04.2003)

"El eventual retiro de la fórmula por parte del ex presidente del proceso de ballottage es absolutamente funcional a los intereses de grupos y sectores del poder económico que se beneficiaron con privilegios inadmisibles durante la década pasada al amparo de un modelo de especulación financiera y subordinación política. A esos mismos intereses que cooptaron el Estado y compraron la política." (14.05.2003)

"¿Qué es lo que quieren los grupos concentrados de la economía? No quieren un presidente, compañeros y compañeras, quieren un gerente, conmigo ¡de acá! Voy a ser presidente del pueblo" (21.04.2003).

[En el programa "Almorzando con Mirtha Legrand"]: "Yo lo que digo, y ellos saben si me están mirando a la cámara, que yo conozco al grupito que han [sic] operado en las provincias, que se han movido, que han hecho operaciones que no corresponden. Yo se los estoy diciendo por acá porque ellos saben quienes son, ¡y yo los conozco eh!" (15.05.2003).

[En el programa Día D, entrevistado por el periodista Maximiliano Montenegro]: – Presidente, a ver dígame si tengo buena información o no. Cuando usted habla de un grupito que se quedó con privatizaciones de los bancos provinciales, ¿se estaba refiriendo al presidente de ADEBA y presidente del grupo Macro-Bansud, Jorge Brito, que se quedó con los bancos de Salta, Jujuy y de Misiones y apoyó la candidatura de Menem y del vicepresidente Romero? Dígame si tengo buena información o no al respecto.

– Bueno eh… por ahí usted tiene buena información, yo no se la voy a desmentir.

Roberto Lavagna llegó incluso a disertar en la Fundación Mediterránea cuyo Instituto de Estudios Económicos tuvo por director y fundador al ex ministro Cavallo. La incursión del economista en terreno cavallista y think tank de un estilo de política económica fue una señal que advertía sobre el cambio de rumbo en el rol de la gestión del Estado y en la visión de la economía. Frente a un auditorio de grandes empresarios nacionales con importante participación comercial en los años precedentes, Lavagna calificó a los ochenta como la "década perdida" y a los noventa como la "década desperdiciada", y no dudó en hablar de la puesta en marcha de un "capitalismo serio, no prebendario ni dependiente del endeudamiento público", características que perjudicaron al modelo de la Convertibilidad.

En tono con su figura de previsibilidad en materia económica, a pocos días de la primera vuelta, Lavagna sostuvo que el fin de su gestión sería "un excelente punto de partida para quien le toque llevar adelante la administración del país. Esta es una transición tremendamente normal desde el punto de vista económico" y que el próximo gobierno "va tener margen. No va tener que salir a apagar ningún incendio. Va a contar con una inflación estable, una economía creciendo a un 4,5 por ciento, y con el empleo recuperándose." El positivo aporte que significaba para Kirchner la incorporación de Lavagna a su campaña se tradujo comunicativamente en un spot televisivo dirigido por José Albistur y que se difundió por primera vez el 20 de abril:

LAVAGNA, PREVISIBILIDAD ECONÓMICA

ESCENA ÚNICA. INTERIOR DÍA. OFICINA DEL MINISTERIO DE ECONOMÍA.

IMAGEN

 

  • Grupo de empleados trabajando en oficina pública (Ministerio de Economía).

 

 

  • Imagen de Lavagna trabajando.

SONIDO

Voz de locutor

"Roberto Lavagna, un hombre de gobierno; logró estabilizar, normalizar e iniciar la recuperación de la economía, dejando atrás la más severa crisis de la historia argentina"

Voz en off de Lavagna

"Nuestro país necesita combinar continuidad para afianzar la estabilidad que logramos con el avance hacia nuevos horizontes de producción y trabajo. Por eso, ahora no sólo voto a Néstor Kirchner, sino que estaré con él"

Por su parte, en el plano económico Carlos Menem concentraba en su personalidad los rumbos económicos de su posible tercera gestión presidencial, a la luz de la década precedente frente al Ejecutivo. Explotando electoralmente esta potencialidad del candidato y ratificando el ya extinto Plan de Convertibilidad como maquinaria electoral, se colocaron en la vía pública de la ciudad de Buenos Aires una seria de carteles sin firma, ideados por el publicista Jorge Vázquez, con las siguientes leyendas:

"¿Con quién vivíamos mejor?"

"¿Con quién viajabas al exterior?"

"¿Con quién podías pagar en cuotas?"

"¿Con quién habría más chances de que vuelva la estabilidad?"

"¿Con quién podías disponer de tu dinero?"

"¿Con quién pudimos viajar y conocer?"

"¿Con quién los capitales venían a invertir?"

"¿Con quién podías tener un proyecto?"

"¿Con quién salimos de la hiper?"

"¿Con quién ni sabías que existía el riesgo país?"

"¿Con quién estábamos en el primer mundo?"

"¿Con quién mejoraron los servicios?"

"¿Con quién había mayor seguridad?"

"¿Con quién se acabaron los cortes de luz?"

"¿Con quién teníamos acceso al crédito?"

"¿Con quién tendríamos un rumbo claro en política internacional?"

"¿Con quién saldríamos más rápido de este caos?"

"¿Con quién podríamos esperar soluciones innovadoras?"

"¿Con quién no habría vacilaciones en el tema seguridad?"

"¿Con quién tendríamos un gobierno firme?"

"Vos sabés" [esta era la respuesta a todos los interrogantes arriba expuestos]

Sin embargo, su debilidad discursiva seguía siendo el antiguo reclamo ético e institucional que desde el discurso electoral contemporáneo se esforzaba por adjudicarse López Murphy y que en 1997 supo capitalizar la Alianza UCR-Frepaso ("¿Usted mandaría a su hijo a la escuela si el profesor fuera Menem?", preguntaba López Murhpy mirando directamente a cámara en un primer plano, durante un spot televisivo de campaña).

La corrupción menemista socavó la confianza de los empresarios debido al aumento de costos que implicaba para el modelo económico. De cara a las elecciones, la gestión presidencial de Menem era a la vez su mejor argumento y su peor condena; de ahí que los votos de la primera vuelta fueran presentados por la prensa y por el duhaldismo como el techo del ex presidente.

Sin embargo, el diario La Nación, que apostó públicamente a la candidatura de López Murphy, escribió que el caudal de votos del ex radical era "suficiente para servir de anotación numérica del acta de fundación oficial de la segunda fuerza política del país", y que gran parte de ese caudal "irá el 18 de mayo con las huestes del doctor Menem. Lo proponga o no el jefe de esta nueva fuerza." Canal 9 fue otro medio que buscó posicionar a López Murphy como el político que lideraría la oposición frente a un escenario nacional de poder dominado por el justicialismo en sus distintas expresiones.

En definitiva, la composición del gabinete económico fue una ficha que Kirchner supo jugar antes que Carlos Menem, quien luego de la primera vuelta exhibió rostros y personalidades cambiantes que pudieran dar impulso a su figura vinculada con un entorno que se presentaba como superior al mismo candidato y hasta tutor de sus acciones y discursos.

2.6. El guión de Menem

Los días previos a la primera contienda electoral el discurso del ex presidente tuvo referencias partidarias, personalistas y una constante arenga hacia la figura de Duhalde. La confrontación con el Gobierno interino era permanente en su verba y el rol de víctima, perseguido político y hasta proscrito, un lugar común. Estos rasgos aumentaron la resistencia del electorado liberal hacia su figura fortaleciendo la imagen conciliadora e institucional de López Murphy. El relevo de opiniones entre gerentes bancarios y operadores de bolsa registró una oscilación entre el ex presidente y el ex ministro de Economía de De la Rúa. El arco electoral de ambos candidatos era concomitante. Menem llegó a declarar que: "En definitiva, si vamos a ser coherentes con las propuestas, hay una coincidencia en casi todos los puntos entre lo que proponía el doctor López Murphy y lo que pretendemos nosotros. Somos de un capitalismo progresista, como el que proponía Perón." Pocos días antes, Kirchner definía su propuesta de gobierno como un modelo progresista y racional.

En su intento por aglutinar al electorado de centroderecha y acudiendo a un discurso que en esta segunda campaña hizo hincapié en política internacional, gestión económica y seguridad, Menem estableció en su campaña la comparación entre el modelo propuesto por Kirchner y la Cuba de Fidel Castro. "Los argentinos deben decidir si quieren ser España o Cuba", era una de las frases de Menem, evocando el voto de abstención del gobierno de Duhalde al momento de sancionar la política de la isla ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. "Duhalde prefiere que los argentinos vivan en un país como Cuba y no en un país como España, y bueno, son las opciones que tendrán los argentinos, Menem o Duhalde", declaró el diputado justicialista Adrián Menem, vocero mediático del ex presidente (08.05.2003). Desde el Gobierno salieron al cruce y declararon que el voto de abstención en el caso cubano respondió a una estrategia común en pos de la unidad política de América latina, más allá de los acuerdos económicos. Duhalde respondió a la táctica adversaria: "Yo siempre tengo presente por ejemplo a España; el turismo fue el que dio el puntapié inicial para entrar en un proceso de crecimiento que luego lo vimos realmente poderoso. Y este año el nuestro fue el país que más creció turísticamente en el mundo" (19.04.2003, en Conversando con el Presidente).

En el programa Hora Clave Menem hizo referencia al supuesto pasado montonero del santacruceño, con lo que retomó un elemento que no le fuera favorable en la primera vuelta: la peronización de su discurso al revivir los viejos antagonismos del movimiento.

Más tarde, a pocos días del ballottage, ante las cámaras de Almorzando con Mirtha Legrand, Menem tuvo que apelar a los argentinos para que dejaran de lado sus odios y resentimientos porque el "antimenemismo" era perjudicial para el país.

Desde un discurso al principio provocador y maniqueo, ahora Menem apostaba a la conciliación como eje de su propuesta. En su spot televisivo aparecido el 4 de mayo, Menem proponía "una amnistía de rencores" y pedía a los argentinos "que reflexionen, el antimenemismo no puede ser más importante que la Argentina". Agregó que "algo bueno debo haber hecho" y reafirmó que "ustedes (los espectadores) saben lo que hice bien y yo sé lo que voy a hacer mejor". Como señaló el pampeano Rubén Marín terminada la primera vuelta: "el ballottage no será un enfrentamiento entre dos proyectos sino un plebiscito por Menem sí, o Menem no" (Marín había sido tentado para presentarse ante la prensa como futuro ministro del Interior de una eventual tercera presidencia). En su mensaje de renuncia al ballottage aseguró que "este intento de resucitar la política de las falsas antinomias que en el pasado provocó estallidos de violencia que tanto dolor y sangre costaron a la República, conspira contra la paz social y la necesaria concordia entre los argentinos."

Progresivamente, el comando de campaña observó que la diferencia numérica que separaba a Menem de Kirchner tenía que ver con los valores negativos asociados al primero antes que con esperanza depositada en el segundo. El riojano intensificó las referencias hacia su persona y arriesgó que desde 1999, cuando dejó la Presidencia, dos alianzas se conformaron para combatirlo: primero, la encabezada por Fernando de la Rúa y Carlos Álvarez; y luego, el acuerdo entre Duhalde, Kirchner, los piqueteros, sectores del radicalismo y Elisa Carrió. Sin decirlo, Menem parafraseaba a Perón, quien sostuvo desde su exilio en España que "los que nos han seguido han sido tan malos que nos han hecho óptimos con el paso del tiempo."

El 26 de febrero, en una columna de su autoría publicada en el diario Clarín, Menem escribió: "Hay que retomar el rumbo perdido a fines de 1999, estableciendo nuevo punto de partida para el crecimiento, la estabilidad y la inserción internacional del país, encarando desde el primer minuto las crisis más acuciantes, las que evidencian las estadísticas de pobreza, indigencia, hambre e inseguridad" [el destacado es nuestro].

El 27 de abril, una vez conocida su ajustada victoria en primera vuelta, desde su búnker de campaña Menem reiteró que

"El pueblo argentino, como no masca vidrio, supo elegir a quienes van a sacar a Argentina de este verdadero desastre en que la han colocado los gobiernos que se sucedieron desde el 10 de diciembre de 1999 en adelante, y especialmente este período que encabezó el presidente interino y que llevó a una pobreza record en nuestro país."

La contrapartida comunicativa de esta idea quedó plasmada en un ingenioso spot televisivo (el primero de la saga Menem) creado por Carlos Souto, en que gracias a un efecto especial (la función de "retroceso") se podía ver a Menem recuperando la banda presidencial que había colocado sobre su sucesor en 1999, Fernando de la Rúa.

El segundo de esta serie de spots televisivos que empezaron a difundirse el lunes 5 de mayo, mostraba a Menem con traje caminar en un gran parque que se atribuyó a una propiedad del empresario y periodista Daniel Hadad. Aquel corto publicitario permitía oír en off la voz del candidato, como si de un soliloquio del candidato se tratase, diciendo que reconocía sus errores pero que su tercera presidencia sería "la histórica". Menem no lograba rehuir de su pasado. El guión literario del spot contrastaba con la imagen de un político de andar cansino, hombros abatidos y expresión agotada, que hasta se desplazaba con dificultad cuesta arriba. Ese Menem parecía la sombra del que fuera en los noventa y no el nuevo hombre que estaría a la altura de una "presidencia histórica", como rezaba el spot en su cierre.

 

TERCERA PRESIDENCIA. LA HISTÓRICA

ESCENA ÚNICA. EXTERIOR DÍA. PARQUE CON ÁRBOLES.

IMAGEN

 

 

  • Carlos Menem, de traje, caminando solitario por una pradera con árboles [Plano americano]
  • Menem subiendo una cuesta [Plano medio]
  • Menem luego de travelling en su derredor [Primer plano]

Cartón con la leyenda

"Menem, la tercera presidencia. La histórica"

SONIDO

Voz de Menem

Yo sé que hay gente enojada conmigo, porque sienten que no les di todo lo que les podía dar. Y tienen razón. Pero ya también estuve enojado. Dios me enfrentó al dolor, yo me enfrenté a la adversidad. Estuve de rodillas, estoy de pie [sonido de multitud]. Ahora ¡vamos!

 

Voz de locutor

Menem, la tercera presidencia, la histórica.

Este spot, que arrojaba la imagen de un Menem avejentado, agobiado y vencido, apeló a un elemento controvertido que el ex presidente ya había utilizado en su campaña de 1995. La frase "Dios me enfrentó al dolor" aludía sin demasiados equívocos a la muerte de su hijo, Carlos Menem Yoma. A pocos meses de la tragedia, en un spot para su reelección, el ex presidente dijo mirando a cámara, en un plano medio: "¿Qué homenaje le puede rendir este padre a su hijo? [Aquí el candidato hizo un prolongado silencio, generando un brillo lagrimoso en sus ojos]. Trabajar, no desfallecer", respondió. Este recurso, junto con el de la victimización consentida del candidato en sus discursos, pudo haber generado un efecto de rechazo por parte del electorado.

La acotada victoria electoral de Menem sobre el santacruceño hizo que el riojano preparara una batería de acciones en orden a repuntar en los sondeos y revertir la imagen negativa ligada al pasado que lo caracterizaría en la segunda vuelta: editó nuevos spots publicitarios, presentó a los medios casi la totalidad de su gabinete (cuando a Kirchner sólo le bastaba con la figura de Lavagna), desafió a un debate ante las cámaras y aceptó el pedido de Rodríguez Saá de ir a verlo personalmente a San Luis para pedirle los votos y pactar un apoyo electoral.

Otra oportunidad en que Menem quiso liderar el proceso de comunicación política electoral sucedió el miércoles 2 de mayo, cuando el citado programa Kaos en la ciudad (Canal 13) puso en el aire una investigación con cámaras ocultas en donde era posible ver cómo varias funerarias de La Matanza vendían a los punteros políticos del distrito DNI de personas fallecidas, habilitadas aún para votar según el padrón. La investigación a cargo de la periodista María Julia Oliván se realizó una semana antes del ballottage.

La práctica ilegal que fue puesta al descubierto tuvo por escenario uno de los distritos electorales más importantes y estratégicos de la provincia de Buenos Aires e incluso mayor a varias provincias del país. Allí, la fórmula impulsada por Duhalde obtuvo cinco puntos de diferencia por encima de la candidatura Menem-Romero. Por entonces, La Matanza tenía como intendente al justicialista Alberto Balestrini, un duhaldista e importante actor del peronismo bonaerense que trabajó por garantizar el triunfo de la dupla Kirchner-Scioli en su zona. Balestrini fue uno de los oradores del acto de cierre de campaña de la fórmula oficialista en el Mercado Central. La diferencia de cinco puntos a favor de Kirchner en este distrito fue vital para achicar la brecha con Menem. La Matanza es el municipio más poblado del país: 1.500.000 habitantes. Representa el volumen de cinco provincias juntas, con un electorado equivalente al de Santa Cruz, Tierra del Fuego, La Pampa, Catamarca y La Rioja. Este distrito es también tierra política de Alberto Pierri, candidato de Menem para gobernador de la provincia.

Ante la posible ofensiva judicial del menemismo, el candidato de Duhalde se apresuró por evitar una fisura en el liderazgo de la comunicación política que lo tenía como protagonista. Ante la estrategia de retarlo a debatir y de presentar todo su gabinete en público, Kirchner no quiso secundar su oferta: "No vamos a seguir la agenda que quiera imponer Menem", dijo el santacruceño cómodo con el radio de acción que le permitía el Gobierno y del que Menem no disponía.

2.6.1. La calumnia, la injuria y la proscripción

Desde la primera hora, el ex presidente Menem habló de agravios y constantes embates morales contra su persona. Sin explicitarlo, el candidato acudió a un recurso que marca la historia del peronismo en la figura de su líder fundador: la imagen del perseguido político y proscrito. Ya en 1999, cuando intentó una segunda reforma de la Constitución Nacional para acceder a un tercer mandato, Menem sostuvo que querían prohibirlo en la vida política del país. Aquella intentona judicial recibió una reacción pública de la Alianza opositora (sobre todo en la persona de Carlos "Chacho" Álvarez) y, principalmente, fue frustrada por la amenaza del gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, de convocar un plebiscito en su provincia para que la ciudadanía opinara sobre la intención de Menem.

Si bien Duhalde obstaculizó la intención del riojano para una tercera presidencia, criticando incluso su argumento de proscrito político, el mismo gobernador bonaerense echó mano de análoga estrategia discursiva en 1995, cuando operaba para reformar la Constitución de su provincia y acceder a su segunda gobernación.

Mientras en Santa Fe tenían lugar los debates de la Convención Constituyente que diagramaba las reformas de la Constitución Nacional, Duhalde se comunicó con Menem en búsqueda del apoyo político que le permitiera acceder a la mayoría legislativa que sancionara la cláusula de su reelección. En diálogo con Menem, el caudillo bonaerense sugirió:

"Hay provincias que en sus constituciones contemplan la reelección del gobernador. ¿No te parece injusto que otras no tengan esa posibilidad? Es una manera de proscribir, Carlos, y los peronistas hemos sufrido una larga historia de proscripciones. Yo creo que en el texto de la nueva Constitución tendría que haber algún artículo que posibilite la reelección de los gobernadores en todo el país" (López Echagüe, 1996: 229).

Menem le responde que el Pacto de Olivos con Alfonsín no incluía tamaña reforma, por lo que no se mostraba dispuesto a entorpecer un acuerdo político que tanto le costó tramar. Una vez más, bajo el argumento de su pretendida eliminación de la política nacional, el cuerpo legal del Estado se confundía con los alcances políticos del peronismo. Si la legislación vigente no se adecuaba al ritmo de los intereses políticos del partido, se trataba entonces de una proscripción deliberada contra los políticos de signo justicialista.

En su alocución luego de la primera instancia electoral de abril, Menem retomó la cuestión de la persecución y fue más allá: se autodefinió como un líder que resurgió luego de los intentos de los gobiernos de turno por suprimirlo de la arena política.

"No se olviden ustedes, para aquéllos que tanto me criticaron y difamaron, que hace dieciséis meses este candidato a presidente y actual presidente, porque ya me considero tal, estaba detenido, preso, difamado, injuriado, condenado sin un juicio. Y cuando todos me decían que yo estaba concluido, aquí está el epílogo […] un triunfo en prácticamente todas las provincias" (27.04.2003).

El triunfo electoral de Menem quedaba desde el inicio del ballottage planteado en términos de una reivindicación personal frente a un sector del peronismo (el que responde a Duhalde) que al menos desde la década anterior intentaba terminar con su carrera política. La insistencia de Carlos Menem en referirse a su persona como un mártir de la política fue configurando la contienda electoral como una pugna personal entre miembros de un mismo partido, lo que dejaba fuera de su discurso a los votantes no justicialistas.

Con una diferencia de pocos puntos sobre Kirchner, el candidato del Frente por la Lealtad afirmó que "ganamos frente a un infernal aparato" (argumento también utilizado por Elisa Carrió luego de su campaña de escasos recursos económicos).

2.6.2. Yo, el peor de todos: personalismo en el discurso

El sentido de revancha histórica en una carrera por igualar liderazgos fue expuesto por Menem en su último acto proselitista en el estadio de River Plate, oportunidad en que se definió como el "mejor discípulo" de Perón y que de acceder a la tercera presidencia igualaría los períodos de gobierno del líder. Cuando pudo, el riojano hizo referencia a sus diez años y medio de presidencia continuada, más años de los que había permanecido el mismo Perón en el gobierno. "Soy su mejor discípulo", gritó Menem mientras cerraba su primera campaña en el estadio Monumental.

El parangón del riojano con el líder justicialista remitía a bases de la historia reciente. Durante los años de apogeo del modelo económico iniciado a principios de los noventa, el menemismo logró se un interlocutor válido para los intereses de la clase dominante, mientras que con el control de la inflación mantenía el consenso de las clases subalternas y contaba con el visto bueno de los organismos económicos internacionales y los Estados Unidos.

Por su parte, la oposición no ofrecía alternativas viables (en 1995 Bordón-Álvarez no logran hacer mella) y las corporaciones como el Ejército y los sindicatos se sometían a las instituciones civiles sin accionar fuera del sistema democrático, toda una excepción en la historia argentina (Sebreli, op. cit.: 425). Pero, al igual que sucedió con Perón, la alianza entre el campo político y el campo económico se resquebrajó en el segundo gobierno consecutivo.

En la campaña, Menem solía centrar la garantía de sus promesas en su propia persona. En uno de sus actos se comparó con Julio César: "El les decía a sus guerreros: ‘No teman, van con César y su estrella’. Yo les digo a ustedes. No teman van con Menem y su estrella."

A esta táctica autorreferencial del ex presidente, Kirchner supo extraerle el rédito necesario para establecer un paralelo con la "dirigencia claudicante" de otrora. "Culmina en la Argentina un ciclo histórico, signado por los liderazgos mesiánicos, fundamentalistas y excluyentes donde hubo dirigentes que se creyeron con el derecho divino de no tener que dar explicaciones a la sociedad de lo que han hecho", fueron sus palabras (14.05.2003).

2.6.3. El voto vergonzante

En 1995 Menem obtuvo un triunfo superior al vaticinado por las encuestas y los medios de comunicación. Hasta se llegó a contemplar la posibilidad de que el Presidente tuviera que enfrentarse a un ballottage frente a la fórmula Bordón-Álvarez, dos peronistas disidentes.

En aquella campaña de reelección Menem decía en sus alocuciones que con su gobierno la gente podía comprar electrodomésticos y pagarlos en cuotas fijas sin variaciones gracias a las bondades de la paridad cambiaria. Al margen de los reproches sobre corrupción e irregular gestión de las privatizaciones, un sector de la población que no habló en las encuestas votó por Menem al momento de ingresar al cuarto oscuro. "Voto-bolsillo" y "voto-vergonzante" fueron algunos de los motes con que la prensa bautizó a quienes sufragaron por la continuidad de un modelo económico de estabilidad más allá de las objeciones éticas a la administración del riojano.

En el período aquí estudiado, el ex presidente no excluyó acudir al mismo tipo de voto, aunque el contexto económico poco tuviera que ver con el de los años noventa. Durante una transmisión en directo desde su residencia en Anillaco, su pueblo natal, Luis Majul le preguntó a Menem si le dolía que mucha de la gente que pensaba votarlo lo haría con "la nariz tapada", metáfora que se refería al hastío ético que sentía un gran sector de la población hacia el menemismo, aunque confiaba en su capacidad de ordenar el caos económico. Sin rodeos, Menem dijo que no le afectaban los intereses que movían al ciudadano a votar, basta conque lo hicieran a su favor. Tácitamente y sin proponérselo, le concedió un espacio de razón a los opositores que criticaban su falta de escrúpulos para hacer política.

2.6.4. Preparando la derrota

Minga me voy a bajar de la candidatura.

Sólo a un borracho podría ocurrírsele semejante idea

Carlos Menem

5 de mayo

Gané en la primera vuelta y me voy

Carlos Menem

14 de mayo

El día en que se conoció la necesidad de un ballottage, la noche del 27 de abril, se trató de una jornada crucial para definir la suerte de la segunda instancia electoral, ya que es precisamente en esa jornada cuando incluso quienes no se interesan por la política están pendientes de los medios, para quizá no volver a interesarse hasta los próximos comicios. Las estrategias discursivas de aquella noche influyeron sobre el destino inmediato de las fórmulas.

Mientras la dupla Kirchner-Scioli insistió con la idea de "unidad entre los argentinos", sin directas alusiones al adversario, la pareja Menem-Romero dio muestras de zozobra ("la segunda vuelta será un trámite") e hizo directa referencia a Duhalde y Kirchner. Cuando comenzaba una breve etapa de acuerdos para ganar los votos de los ex candidatos fuera del ballottage, su mensaje no fue conciliador.

En entrevista con La Nación, con el título "Si no gano, me dedicaré a ser padre" (04.05.2003), Menem hace su primera declaración en donde contempla la posibilidad de una derrota. El cambio cualitativo en su eje discursivo es notorio debido a este importante giro en la estrategia de comunicación en un período tan acotado de tiempo. La noche del 27 de abril, luego de ganar la primera vuelta, Menem anunció en el Hotel Presidente, donde tenía su búnker, que era el actual Presidente de la Argentina, "porque ya me considero tal". Vaticinó una diferencia cercana a los "ocho o diez puntos" y aseguró al auditorio que "la segunda vuelta, evidentemente, va a ser un paso formal y nada más porque vamos a triunfar rotundamente".

El miércoles 6 de mayo luego de que Menem amenazara con presentar una denuncia a la justicia para investigar irregularidades en las elecciones de la primera vuelta, los medios comenzaron a ocupar sus espacios con versiones de una posible renuncia del riojano al ballottage. Una semana antes, el diputado duhaldista Daniel Basile declaró que Menem estaba preparando el terreno para su renuncia.

2.7. El guión de Duhalde y el discurso de Kirchner

Yo no busco diferenciarme del menemismo. No es necesario. No puedo tratar de diferenciarme de algo que no soy, nunca fui y jamás seré.

Yo soy un peronista biológico.

Eduardo Duhalde

El Otro.

Hernán López Echagüe

Aquella tercera guerra mundial fue llamada "fría" porque los roces entre dos bloques que se disputaban la hegemonía del globo fueron cuestión de comunicación política. Una contienda donde se jugaba al desgaste del otro. La pelea de fondo era Menem-Duhalde y sería dirimida sin un enfrentamiento terminal entre estos dos adversarios que debían preservar su capacidad de negociar en el futuro postelectoral. Un tercero habría de ser el escudo para definir la estocada final. Una gentil pompa de algodón entre dos cristales (como otrora la Banda Oriental del Uruguay entre Argentina y Brasil). Si Kirchner se adjudicaba la autoría de la derrota definitiva de Menem, Duhalde saldría beneficiado en el corto plazo pero su vigencia política podría verse opacada ante este logro que lo tuvo como autor sin laureles ni coronación.

Hilda "Chiche" de Duhalde a menudo representó ante los medios el encono que su marido nunca podría expresar públicamente contra su adversario Menem porque, más pragmático que pasional, el dirigente bonaerense debía permitirle a sus cuadros políticos negociar con el menemismo sin entorpecer la agenda velada entre ambos grupos.

El discurso de Hilda, más combativo y a veces autónomo de las directrices de Duhalde (como cuando se negó a ser la candidata a vicegobernadora de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires), tuvo por objetivo el destierro del ex presidente y hasta una embestida judicial que terminara inhabilitándolo para ejercer cualquier cargo público.

Fue la noche del 27 de abril cuando la esposa de Duhalde dijo en conferencia de prensa que "hay dos modelos de país que se presentan para adelante: el modelo del trabajo y de la producción, y el modelo de concentración de la riqueza". El Frente para la Victoria pretendía dibujar un escenario bifronte, irreconciliable y con una concepción de la política económica esencialmente diferente a la de los noventa.

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