Los desastres y su impacto en la sociedad
Es indudable decir que las amenazas naturales como los desastres en que se pueden convertir son parte integral de la vida de cualquier cultura o sociedad, en ese caso la historia de América Latina y el Caribe no varia en nada de la regla general, los terremotos y los huracanes han cobrado miles de víctimas y han ocasionado la pérdida de muchos millones de dólares desde México hasta Chile, un ejemplo claro de esto lo tenemos en 1976. , un terremoto de 7.5 grados en la escala de Richter sacudió a Guatemala. En más de una tercera parte del país, casas de adobe con pesados techos de tejas, técnica constructiva heredada de la colonia española, se derrumbaron en segundos sobre sus ocupantes mientras éstos dormían. Unas 23.000 personas murieron o desaparecieron, caso similar ocurre 1979, el huracán David devastó la economía de Dominica, una pequeña isla del Caribe con 90.000 habitantes, recordemos que en la región del Caribe, la estación de huracanes regula el estilo de vida y coloca en segundo plano otras amenazas naturales como los terremotos y las erupciones volcánicas que, a lo largo de los siglos, también han dejado su huella en las naciones insulares., sin duda de esta lista no puede escapar el terremoto de 1986 que en El Salvador con un total de más de 1200 muertos y cuyo factor destructivo dejo el 75% de las instalaciones de salud destruidas, así como una gran cantidad de edificios escolares. Servicios de telecomunicaciones, electricidad y la red de aguas y alcantarillados, dejo un total contabilizado de más de 500000 damnificados, dado esta alta fragilidad de el área Centroamérica frente a estos imprevisto es normal que la Región represente un laboratorio óptimo para el estudio de la evolución del manejo de desastres a lo largo de las últimas décadas y un lugar optimo para el desarrollo de soluciones que beneficien no sólo a las América, sino a todos los países expuestos a catástrofes naturales.
América Latina y el Caribe, a pesar de su historia de desastres naturales frecuentes y devastadores, cuentan con los recursos humanos e instituciones necesarios para hacerles frente. Existen universidades con tradiciones centenarias de excelencia académica que forman destacados científicos e investigadores, expertos en sismología, meteorología, ingeniería, arquitectura, planificación urbana, economía, salud pública y otras áreas afines. Las entidades de investigación y monitoreo de la Región han invertido muchos decenios en la recopilación y difusión de datos sobre sismología y meteorología, sin embargo existen área donde la improvisación sigue siendo el pan de cada día frente a esto imprevistos de la naturaleza, dicha improvisación es mucha veces no es producto de negligencia del estado frente a este tema, sino más bien son fruto de las circunstancias socioeconómicas que en ellas prosperan, pese a esto actualmente es satisfactorio decir que pese a ese detalle actualmente la Región se encuentra en mejor situación que muchas naciones en desarrollo de otras partes del mundo. Sin embargo, aún queda por resolver la creciente vulnerabilidad ante los desastres. Ésta es una preocupación constante, dado que países de mayor desarrollo, como México y Brasil, efectúan grandes inversiones en infraestructura ubicada en áreas altamente vulnerables a los desastres, y que la industria turística del Caribe, una de las más desarrolladas y modernas del mundo, está a merced de los huracanes que azotan cada año, visto así podemos afirmar que de el debido trato frente a esta temática se puede llegar a crear una estabilidad económica frente a futuros desastres, dicho de otra manera la oportuna creación de sistemas de protección civil y minimización de daños lograra hasta cierto sentido la creación de un soporte frente a posibles caídas en el desarrollo de estas naciones.
Pero para logra poseer una visión optima de esta problemática es necesario conocer solo el aspecto sociológico sino también el aspecto científico, para ello antes de internarnos más en el tema haremos una introducción del temas integrando no solo los aspectos científicos del tema sino también los sociológicos del mismo para poseer una visión más clara de este.
Para empezar este tema primeramente debemos de definir lo que es un desastre y lo que este implica, primeramente al mencionar el termino desastre viene a la mente un sin fin de ideas respecto a ello según la definición dada por la UNDRO ( Actualmente Departamento de Asuntos Humanitarios –DHA-). Desastres puede ser comprendido como un suceso que causa alteraciones intensas en las personas, los bienes, los servicios y el medio ambiente, excediendo la capacidad de respuesta de la comunidad afectada, efectivamente un desastre ocurre cuando un considerable número de personas experimenta una catástrofe y sufren un daño serio o perturbación de su sistema de subsistencia, de tal manera que la recuperación resulta improbable sin ayuda externa. Se entiende por recuperación, la recuperación psicológica y física de las víctimas, el reemplazo de recursos físicos y las relaciones sociales requeridas para utilizarlos.
Los desastres surgen de la interacción y coincidencia en un tiempo y espacio dados, de un fenómeno natural potencialmente destructivo (peligro) y condiciones de vulnerabilidad dentro de las comunidades y entornos en los cuales impacta el fenómeno. Para ejemplificar mejor este concepto se suele expresar que el desastre es la sumatoria de peligros y vulnerabilidad, con lo cual ambos factores se constituyen en condicionantes para que se produzca un desastre.
No son sólo los eventos naturales, la causa de los desastres, lo son también el medio social, político, y económico (diferente del medio ambiente natural), que estructuran de manera diferente la vida de los distintos grupos de personas. Son las estructuras sociales las que influyen en la forma como las amenazas afectan a la gente, por eso en la gestión de los desastres, debe darse énfasis tanto a las amenazas naturales propiamente dichas como al ambiente social y sus procesos. Los desastres no deben ser tratados como eventos peculiares que merecen su propio enfoque sectorial, sino como una expresión de la problemática social o como problemas no resueltos del desarrollo, donde la vulnerabilidad no sólo es una característica de diferentes peligros o amenazas sino sobre todo de los procesos económicos, políticos y sociales Muchos desastres son una combinación muy compleja de amenazas naturales y acción humana. En los desastres naturales claramente está implicado un fenómeno natural que de alguna manera causa y explica directamente los daños a la vida y propiedad, sin embargo el origen político, social y económico del desastre sigue siendo causa fundamental, de esto podemos afirmar pues que existe una clasificación de estos fenómenos de acuerdo a su origen. Asi pues lo desastres son clasificados en los siguientes tipos de amenazas:
Amenazas de origen natural
Las amenazas naturales se refieren específicamente a todos los fenómenos atmosféricos, hidrológicos, geológicos, que forman parte de la historia y de la coyuntura de la dinámica geológica, geomorfológica, climática y oceánica del planeta, y que por su ubicación, severidad y frecuencia, tienen el potencial de afectar adversamente al ser humano, a sus estructuras y actividades.
Una frecuente clasificación de las amenazas naturales, las distingue, a partir de sus dos orígenes principales, en:
Geológicas (que integra sísmicas, volcánicas y otras)
Hidrometeorológicas o Climáticas (que integra atmosféricas e hidrológicas)
De la anterior clasificación podemos ampliar en una mas grande de acuerdo a su tipo especifico:
A continuación detallaremos cada uno de los términos anteriores.
Desastres Atmosféricos: Granizo: Es un tipo de precipitación consistente en granos aproximadamente esféricos de hielo y de nieve combinados, en general, en capas alternas. Las verdaderas piedras de granizo sólo se producen al empezar algunas tormentas y cuando la temperatura del suelo es bastante inferior a la de congelación.
Huracanes y similares: Los huracanes son ciclones tropicales migratorios que se originan sobre los océanos en algunas regiones del ecuador, en particular los que surgen en las Antillas, incluso en el Caribe y el golfo de México. Los ciclones de tipo huracán del oeste del Pacífico se llaman tifones; en Filipinas se llaman baguíos y en Australia willy-willies..
La mayoría de los huracanes se forman en las zonas de calmas ecuatoriales, un cinturón estrecho caracterizado por calmas, brisas leves y variables y chubascos frecuentes, que se sitúa entre los vientos alisios del noreste y del sureste. En el Atlántico, las zonas de calmas se localizan en su mayor parte al norte del ecuador, por ello no se producen huracanes en el Atlántico Sur. En el Pacífico hay calmas al norte y al sur del ecuador, por lo tanto hay huracanes en el Pacífico Sur y Norte.
Los huracanes consisten en vientos muy rápidos que soplan de forma circular alrededor de un centro de baja presión llamado ojo del huracán. Este centro se desarrolla cuando el aire cálido y saturado de las zonas de calmas ecuatoriales se eleva empujado por aire frío más denso. Desde el borde de la tormenta hasta su centro, la presión atmosférica cae bruscamente mientras que la velocidad del aire aumenta. Los vientos alcanzan una fuerza máxima cerca de los puntos de baja presión (en torno a 724 mm de mercurio o 0,85 atmósferas). El diámetro del área cubierta por vientos destructivos puede superar los 250 km. Los vientos menos fuertes cubren zonas con un diámetro medio de 500 km. La fuerza de un huracán se evalúa con un índice entre 1 y 5. El más suave, con categoría 1, tiene vientos de cuando menos 120 km/h. Los vientos del más fuerte (y menos común), con categoría 5, superan los 250 km/h. En el interior del ojo del huracán, que tiene un diámetro medio de 24 km, los vientos se paran y las nubes se elevan, aunque el mar permanece muy agitado.
Vista aérea del huracán Mitch La imagen de satélite nos muestra el gran tamaño del huracán Mitch, clasificado en la categoría 5, la más alta que hay para estos fenómenos atmosféricos. Mitch ha sido el cuarto huracán más potente de este siglo y el más mortífero de la centuria en el hemisferio norte. NESDIS, Satellite Services Los daños producidos por este tipo de fenómenos son muchísimos tal que van desde daños a la infraestructura de la región a los daños en las cosechas y por tanto un declive a nivel económico grave, esto podemos verlo con mayor claridad en los efectos que tuvo el huracán Mitch en El Salvador donde el total de daños inventariado fue de 10,372 viviendas destruidas. La perdida del 75% de la producción. 10 puentes destruidos, 326 centros de educación afectados y 15 instalaciones de salud. A eso sumado los daños en la red de acueductos, electricidad y telecomunicación, dicho nivel de daño es extensivo incluso en mayor grado a otros países del área centroamericana como el caso de Guatemala y Honduras.
Después del huracán Supervivientes del huracán Mitch junto a los restos de sus viviendas el 9 de noviembre en Pespire (Honduras). Tendrán que pasar décadas antes de que Centroamérica se recupere por completo de los efectos de este huracán, que ha sido considerado el peor desastre natural de la historia de la región. Más de 12.000 personas perdieron la vida y miles desaparecieron. Heriberto Rodriguez /REUTERS Otro tipo de desastres atmosférico es el ciclón este es Sistema cerrado de circulación a gran escala, dentro de la atmósfera, con presión barométrica baja y fuertes vientos que rotan en dirección contraria a las manecillas del reloj en el hemisferio Norte, y en dirección de las manecillas del reloj en el hemisferio Sur. En el Océano Indico y en el Pacífico del sur se les denomina así, normalmente poseen la misma característica destructiva de los huracanes Tornados: Los tornados son definidos vulgarmente como torbellinos de viento Son definidos por la UNDRO como tempestad de vientos localizada y de gran violencia destructiva que se produce sobre tierra firme. Se caracteriza por presentarse como una nube en forma de columna alargada, de acelerada rotación, proyectada hasta el suelo y que deja a su paso un rastro de gran destrucción. Los daños producidos por un tornado son el resultado tanto de estos vientos como de una presión muy reducida del centro de la chimenea, que provoca la explosión de las estructuras que no tienen ventilación suficiente y que, por tanto, no equilibran rápidamente la diferencia de presión Por ultimo tenemos la tormenta tropical que es definida como se forman sobre los mares abiertos y se caracterizan por sus vientos extraordinariamente destructivos con una velocidad entre 64 y 117 km/h, lluvias torrenciales, olas de tormenta en alta mar, intenso oleaje en el litoral, inundaciones costeras, inundaciones fluviales, relámpagos y truenos
Desastres Volcánicos
Las erupciones volcánicas son consideradas como la descarga de fragmentos, en el aire o en el agua, de lava y gases a través del cráter de un volcán o de las paredes del edificio volcánico. Son la expulsión del magma ardiente , gases y cenizas por el espacio aereo y terrestre de que circunda al volcan. En una erupción violenta de un volcán la lava está muy cargada de vapor y de otros gases, como dióxido de carbono, hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de azufre, que se escapan de la superficie con explosiones violentas y que ascienden formando una nube turbia. Estas nubes descargan, muchas veces, lluvias copiosas. Porciones grandes y pequeñas de lava son expelidas hacia el exterior, y forman una fuente ardiente de gotas y fragmentos clasificados como bombas, brasas, cenizas, según sus tamaños y formas. Estos objetos o partículas se precipitan sobre las laderas externas del cono o sobre el interior del cráter, de donde vuelven a ser expulsadas una y otra vez. También pueden aparecer relámpagos en las nubes, en especial si están muy cargadas de partículas de polvo.
Erupción volcánica
La erupción del cráter Kilauea de 1983 derramó lava basáltica fundida por las laderas del volcán Mauna Loa en la isla Hawai. Los volcanes hawaianos son ejemplos de volcanes acorazados, formados por las erupciones de lava. Los volcanes compuestos se forman cuando las erupciones de lava se alternan con erupciones violentas de ceniza. RefielWeb/ Photo Researchers, Inc
Desastres sísmicos.
Terremoto: vibraciones producidas en la corteza terrestre cuando las rocas que se han ido tensando se rompen de forma súbita y rebotan. Las vibraciones pueden oscilar desde las que apenas son apreciables hasta las que alcanzan carácter catastrófico. En el proceso se generan seis tipos de ondas de choque. Dos se clasifican como ondas internas —viajan por el interior de la Tierra— y las otras cuatro son ondas superficiales. Las ondas se diferencian además por las formas de movimiento que imprimen a la roca. Las ondas primarias o de compresión (ondas P) hacen oscilar a las partículas desde atrás hacia adelante en la misma dirección en la que se propagan, mientras que las ondas secundarias o de cizalla (ondas S) producen vibraciones perpendiculares a su propagación. Las ondas P siempre viajan a velocidades mayores que las de las ondas S; así, cuando se produce un sismo, son las primeras que llegan y que se registran en las estaciones de investigación geofísica distribuidas por el mundo.
Terremoto de Alaska.
El terremoto de Alaska de 1964 fue de 9,2 en la escala de Richter, siendo uno de los más fuertes que se han producido en Norteamérica. Provocó la muerte de 131 personas y devastó parte de Anchorage y Valdez. El temblor deshizo los cimientos de numerosos edificios y dejó grietas en las calles. Anchorage Museum of Hist. & Art Terremoto en Turquía. Un terremoto que alcanzó una magnitud de 7,4 grados en la escala Richter derrumbó muchos edificios en la ciudad turca de Gölküc. Vincenzo Pinto/AFP Dichos fenómenos son medios en diferentes escalas las cuales estiman el grado de daño que esto pueden haber causado, Una es la escala de Richter (nombre del sismólogo estadounidense Charles Francis Richter) que mide la energía liberada en el foco de un sismo. Es una escala logarítmica con valores entre 1 y 9; un temblor de magnitud 7 es diez veces más fuerte que uno de magnitud 6, cien veces más que otro de magnitud 5, mil veces más que uno de magnitud 4 y de este modo en casos análogos. Se estima que al año se producen en el mundo unos 800 terremotos con magnitudes entre 5 y 6, unos 50.000 con magnitudes entre 3 y 4, y sólo 1 con magnitud entre 8 y 9. En teoría, la escala de Richter no tiene cota máxima, pero hasta 1979 se creía que el sismo más poderoso posible tendría magnitud 8,5. Sin embargo, desde entonces, los progresos en las técnicas de medidas sísmicas han permitido a los sismólogos redefinir la escala; hoy se considera 9,5 el límite práctico.
La otra escala, introducida al comienzo del siglo XX por el sismólogo italiano Giuseppe Mercalli, mide la intensidad de un temblor con gradaciones entre I y XII. Puesto que los efectos sísmicos de superficie disminuyen con la distancia desde el foco, la medida Mercalli depende de la posición del sismógrafo. Una intensidad I se define como la de un suceso percibido por pocos, mientras que se asigna una intensidad XII a los eventos catastróficos que provocan destrucción total. Los temblores con intensidades entre II y III son casi equivalentes a los de magnitud entre 3 y 4 en la escala de Richter, mientras que los niveles XI y XII en la escala de Mercalli se pueden asociar a las magnitudes 8 y 9 en la escala de Richter.
Los tsunami son otro tipo de desastres sísmicos, definidos por la palabra japonesa utilizada a su vez como término científico para describir las olas marinas de origen sísmico. Se trata de grandes olas generadas por un terremoto submarino o maremoto, cuando el suelo del océano bascula durante el temblor o se producen corrimientos de tierra. La mayoría de los tsunamis se originan a lo largo del denominado Anillo de Fuego, una zona de volcanes e importante actividad sísmica de 32.500 km de longitud que rodea el océano Pacífico. Por este motivo, desde 1819 han llegado a las costas de Hawai alrededor de 40 tsunamis.
Un tsunami puede viajar cientos de kilómetros por alta mar y alcanzar velocidades en torno a los 725 u 800 km/h. La ola, que en el mar puede tener una altura de solo un metro, se convierte súbitamente en un muro de agua de 15 m al llegar a las aguas poco profundas de la costa y es capaz de destruir las poblaciones que encuentre en ella. El maremoto que es definido como una invasión súbita de la franja costera por las aguas oceánicas debido a un tsunami, una gran ola marítima originada por un temblor de tierra submarino (véase Terremoto). Esta invasión ocurre de forma excepcional y suele causar graves daños en el área afectada. Los maremotos son más comunes en el litoral, bañado por el océano Pacífico, de las zonas sísmicamente activas. Los términos maremoto y tsunami se consideran sinónimos.
Desastres hidrológicos.
Inundación: aumento significativo del nivel de agua de un curso de agua, lago reserva o región costera. La crecida es una inundación perjudicial de los bienes y terrenos utilizados por el hombre, que puede clasificarse en dos tipos: rápidas y lentas.
La causas de la inundaciones se dan cuando llueve o nieva, parte del agua que cae es retenida por el suelo, otra es absorbida por la vegetación, parte se evapora, y el resto, que se incorpora al caudal de los ríos recibe el nombre de aguas de escorrentía. Las inundaciones se producen cuando, al no poder absorber el suelo y la vegetación toda el agua, ésta fluye sin que los ríos sean capaces de canalizarla ni los estanques naturales o pantanos artificiales creados por medio de presas puedan retenerla. Las escorrentías alcanzan cerca de un 30% del volumen de precipitación, y esta cantidad puede aumentar al fundirse las masas de nieve. Las cuencas de muchos ríos se inundan periódicamente de manera natural, formando lo que se conoce como llanura de inundación. Las inundaciones fluviales son por lo general consecuencia de una lluvia intensa, a la que en ocasiones se suma la nieve del deshielo, con lo que los ríos se desbordan. Se dan también inundaciones relámpago en las que el nivel del agua sube y baja con rapidez. Suelen obedecer a una lluvia torrencial sobre un área relativamente pequeña. Las zonas costeras se inundan a veces durante la pleamar a causa de mareas inusualmente altas motivadas por fuertes vientos en la superficie oceánica, o por maremotos debidos a terremotos submarinos.
Las inundaciones no sólo dañan la propiedad y amenazan la vida de humanos y animales, también tienen otros efectos como la erosión del suelo y la sedimentación excesiva. A menudo quedan destruidos las zonas de desove de los peces y otros hábitats de la vida silvestre. Las corrientes muy rápidas ocasionan daños mayores, mientras que las crecidas prolongadas de las aguas obstaculizan el flujo, dificultan el drenaje e impiden el empleo productivo de los terrenos. Se ven afectados con frecuencia los estribos de los puentes, los peraltes de las vías, las canalizaciones y otras estructuras, así como la navegación y el abastecimiento de energía hidroeléctrica.
La sequía es otro fenómeno que esta dentro de esta clasificación, es definida como la situación climatológica anormalmente seca en una región geográfica en la que cabe esperar algo de lluvia. La sequía es, por tanto, algo muy distinto al clima seco, que corresponde a una región que es habitual, o al menos estacionalmente, seca.
El término sequía se aplica a un periodo de tiempo en el que la escasez de lluvia produce un desequilibrio hidrológico grave: los pantanos se vacían, los pozos se secan y las cosechas sufren daños. La gravedad de la sequía se calibra por el grado de humedad, su duración y la superficie del área afectada. Si la sequía es breve, puede considerarse un periodo seco o sequía parcial. Un periodo seco suele definirse como más de 14 días sin precipitaciones apreciables, mientras que una sequía puede durar años.
Incendios.
Los Incendios más comunes, los incendios forestales de deben a descuidos humanos o son provocados. Son comparativamente pocos los incendios originados por los rayos. Las condiciones climatológicas influyen en la susceptibilidad que un área determinada presenta frente al fuego; factores como la temperatura, la humedad y la pluviosidad determinan la velocidad y el grado al que se seca el material inflamable y, por tanto, la combustibilidad del bosque. El viento tiende a acelerar la desecación y a aumentar la gravedad de los incendios avivando la combustión.
Estableciendo la correlación entre los diversos elementos climatológicos y la inflamabilidad de los residuos de ramas y hojas, es posible predecir el riesgo de incendio de un día cualquiera en cualquier localidad. En condiciones de riesgo extremo, los bosques pueden cerrarse al público.
Aunque las organizaciones relacionadas con el control del fuego combaten todos los incendios, los fuegos debidos a causas naturales siempre han sido un fenómeno natural dentro del ecosistema. La supresión total de los incendios puede producir cambios indeseables en los patrones de vegetación y puede permitir la acumulación de materiales combustibles, aumentando las posibilidades de que se produzcan incendios catastróficos. En algunos parques y reservas naturales, donde el objetivo es mantener las condiciones naturales, normalmente se deja que los incendios provocados por los rayos sigan su curso bajo una meticulosa vigilancia.
Otros riesgos geológicos e hidrológicos.
Dentro de esta clasificación entran lo que son los deslizamientos de tierra, estos son movimientos hacia afuera o cuesta abajo de materiales que forman laderas (rocas naturales y tierra). Son desencadenados por lluvias torrenciales, la erosión de los suelos y temblores de tierra, pudiendo producirse también en zonas cubiertas por grandes cantidades de nieve (avalanchas).
El derrumbe de minas o desprendimiento de rocas: que es un desastre que se produce en excavaciones subterráneas. Cuando ocurre un hundimiento subterráneo, se desprende parte del material rocoso que recubre las galerías, bloqueándolas.
Un punto que vale la pena aclarar respecto a este tema es que si bien las amenazas se materializan frecuentemente como eventos inconexos, también pueden superponerse. Por ejemplo, los huracanes y los maremotos (tsunamis) pueden producir inundaciones, o los terremotos pueden causar derrumbes.
Amenazas de origen antropico.
Se trata de las amenazas directamente atribuibles a la acción humana sobre los elementos de la naturaleza (aire, agua y tierra) y sobre la población, que ponen en grave peligro la integridad física y la calidad de vida de las comunidades. En general, la literatura especializada en la materia, destaca dos tipos: las amenazas antrópicas de origen tecnológico y las referidas a la guerra y violencia social.
Amenazas antrópicas de origen tecnológico.
Bajo esta denominación se tratan aquellas amenazas cuyo origen se refiere a las acciones que la humanidad impulsa para, aprovechar la transformación de la naturaleza. Algunos autores distinguen entre las amenazas por contaminación y las directamente referidas a procesos tecnológicos.
Las primeras, aunque tengan similitud con las amenazas socio naturales, posen una diferenciación frente a estas ya que en ellas el sentido de que toman la forma de elementos de la naturaleza (aire, agua y tierra) "transformados";, así, son amenazas basadas en y construidas sobre elementos de la, naturaleza, pero que no tienen una expresión en la naturaleza misma, como sucede con las socionaturales Esto quiere decir que no ponen en peligro a la población a través dé impactos externos, sino que deterioran la base biológica y la salud de la, población. Además, por relacionarse con medios difusos y fluidos,, interconectados entre sí, los impactos potenciales se difunden ampliamente en el ámbito local, regional, nacional e incluso' internacional. En este grupo, por tanto, pueden clasificarse el vertimiento de sustancias sólidas, líquidas o gaseosas al ambiente,, sean domésticas o de tipo industrial (sustancias químicas, radioactivas, plaguicidas, residuos orgánicos y aguas servidas, derrames de petróleo).
Las segundas, llamadas también directamente tecnológicas, son aquellas que se derivan de la operación en condiciones inadecuadas de actividades potencialmente peligrosas para la comunidad o de la existencia de instalaciones u otras obras de infraestructura que, encierran peligro para la seguridad ciudadana, como por ejemplo fábricas, estaciones de gasolina, depósitos de combustibles o sustancias tóxicas o radioactivas, oleoductos, gasoductos, etc.
La posibilidad de fallas dentro de la infraestructura y dinámica industrial genera una serie de amenazas, que en caso de concretarse, aún cuando afecte espacios limitados, puede generar un impacto, importante contra una cantidad significativa de personas, dadas las condiciones de densidad y no planificación urbana, que usualmente caracteriza estas zonas de influencia. El caso de la planta nuclear de Chernobyl, Ucrania; de la planta química de Bhopal, India o la explosión en la planta de gas de PEMEX en México, son ejemplos dolorosos de esta realidad.
Amenazas antrópicas referidas a la guerra y la violencia social
La confrontación armada de unas naciones contra otras o al interior de una misma nación puede ser una fuente considerable de desastres. De hecho, la Segunda Guerra Mundial es considerada por muchos autores como el mayor desastre de la era moderna, con sus quince millones de muertos y la vasta destrucción de varias naciones europeas y del Lejano Oriente. Durante el siglo XX la guerra se ha cobrado 120 millones de vidas humanas, dos tercios de las cuales formaban parte de la población civil. Especialmente durante la segunda mitad de este siglo, las guerras que adquirían cierta dimensión han utilizado progresivamente mayor cantidad de armas de destrucción masiva que devastaba brutalmente el medio ambiente, tanto natural como urbano.
Amenazas antrópicas referidas a conductas humanas negligentes
Las amenazas antropicas referidas a conductas humanas negligentes se refiere directamente a tragedias generados por las actuaciones humanas al mando de diferentes medios tecnológicos.
Los desastres de este tipo se diferencian de las amenazas tecnológicas antropicas en que en estos es la acción del ser humano la que determina la magnitud del daño, su conducta no consiste en realizar una acción determinada sino más bien e extralimitarse en su actuar, sobre pasando los limites de la precaución para lograr obtener un fin determinado, tal actuar desemboca pues en la posibilidad y en alguna veces la concreción de una calamidad en la que muchas veces el actuar negligente de una sola persona lleva como producto el menoscabo en el bienestar de otros.
Un ejemplo claro de este tipo de desastres son los accidentes automovilísticos, aeronáuticos, ferroviarios o náuticos, dichos desastres son causados por negligencia en la conducta humana o bien por fallas técnicas, sin embargo la mayoría de ocasiones dichas tragedias viene relacionadas con la errónea actitud del hombre frente al medio que lo rodea, un ejemplo de esto lo vemos en el histórico hundimiento del Titanic el cual se pensaba era insumergible a causa de sus 16 compartimentos estancos sin embargo su magna presencia poco pudo hace frente a una situación real, en su viaje inaugural desde Liverpool hasta la ciudad de Nueva York, lo que constituyó una de las peores catástrofes marítimas de la historia. El Titanic (46.000 toneladas de registro bruto), chocó contra un iceberg a 153 km hacia el sur de los Grand Banks de Terranova (Canadá), poco antes de la medianoche del 14 de abril de 1912. De las más de 2.220 personas que viajaban a bordo, murieron 1.513. el iceberg perforó cinco de los compartimentos de estanco s, uno más de los que se habían estimado posibles en caso de accidente, por lo que el Titanic se hundió en menos de tres horas. Investigaciones posteriores determinaron que el barco había navegado demasiado rápido en aguas peligrosas, que sólo se habían previsto botes salvavidas para la mitad de los pasajeros y la tripulación Un caso más orientado a nuestro país es sin duda el caso del accidente automovilístico ocurrido el 11 de Octubre de 1999, un autobús se precipito al fondo de una barranca del contaminado río Tomayate. Es la zona cercana al ingenio El Ángel, en Apopa, departamento de San Salvador, la razones del accidente fueron atribuidas a la negligencia del conductor de la unidad accidentaba y la antigüedad de la misma, esta es por mucho considerada como el peor desastre vial en El Salvador del último cuarto del Siglo XX.
Fotos que muestran el impacto del considerado a la fecha uno de los mayores desastres viales en El Salvado ocurrido el 11 de Octubre de 1999, en el cantón El Ángel Apopa, produjo un total de más de 40 muertos, las tesis que se manejan sobre sus causas señalan la combinación clara de un vehículo desvencijado con chóferes imprudentes Fuente: Diario de Hoy / www.elsalvador.com El sistema de protección venezolano hace un clasificación de este tipo de desastres a partir del área que estos afectan
Dentro de estas ultimas entraría la intoxicación masiva por metanol, acaecida en nuestro país en el mes de octubre pasan, durante diez días nuestro territorio se vio afectado por una intoxicación masiva producto de la contaminación de bebidas alcohólicas con metanol, dicha acción afecto a un grupo hasta cierto punto vulnerable como lo son los alcohólicos produciendo en menos de dos semanas mas de 100 muertes, numero mayor a las producidas por la epidemia de dengue que al mismo tiempo se intentaba superar en el país. En sólo diez días los muertos causados por la intoxicación masiva sobrepasen la centena superando por mucho los producidos por la epidemia de dengue que nos azotaba en es preciso momento, dicha condiciones convierten a la serie de fallecimientos de alcohólicos en una nueva tragedia nacional Fuente: El Diario de Hoy/ www.elsalvador.com
Amenazas socio-naturales
Son aquellas que se expresan a través de fenómenos que parecen ser productos de la dinámica de la naturaleza, pero que en su ocurrencia o en la agudización de sus efectos, interviene la acción humana Visto de otra forma, las amenazas socio-naturales pueden definirse como la reacción de la naturaleza frente a la acción humana perjudicial para los ecosistemas. Las expresiones más comunes de las amenazas socionaturales se encuentran en las inundaciones, deslizamientos, hundimientos, sequías, erosión costera, incendios rurales y agotamiento de acuíferos. La deforestación y destrucción de cuencas, la desestabilización de pendientes por el minado de sus bases, la minería subterránea, la destrucción de los manglares, la sobre explotación de los suelos y la contaminación atmosférica, forman parte de las razones que dan explicación a estas amenazas. Existe coincidencia en torno a la necesidad de prever la acentuación de amenazas ya conocidas y la aparición de nuevas, relacionadas con cambios climáticos inducidos por la contaminación atmosférica, el agotamiento de la capa de ozono y la acentuación del efecto invernadero; cambios en el nivel de los mares, aumento y recurrencia de huracanes, agudas precipitaciones y sequías, forman parte de los pronósticos climatológicos para el próximo siglo.
Destrucción de la selva amazónica En esta zona de la selva amazónica se realizó un clareo con fuego, tras lo cual apareció una cubierta de plantas pequeñas de crecimiento rápido, incapaces de impedir la rápida erosión del suelo por el agua. Las señales de este proceso pueden verse en los canales que conducen a la cárcava central. La rápida erosión de un suelo ya empobrecido hace que la regeneración sea una perspectiva aún más difícil.
Anne LaBastille/Bruce Coleman Inc./Bruce Coleman Inc.
Amenazas epidemiológicas.
Las amenazas epidemiológicas están relacionadas con el surgimiento de enfermedades de forma masiva tal que la sociedad misma no puede hacer nada para parar el brote de la misma, según la OCHA el estado de epidemia puede ser considerado como el aumento inusual o aparición de un número significativo de casos de una enfermedad infecciosa que se manifiesta con una frecuencia mayor a la cual normalmente se presenta en esa región o población. Las epidemias pueden también atacar a los animales, desencadenando desastres económicos en las regiones afectadas.
Históricamente han sido muchas las regiones asoladas por este tipo de desastres uno de los episodios más memorables al respecto lo encontramos en el siglo IVX, durante esta época. La Peste negra devastó Europa La mortalidad para los afectados era superior al 75%: la mayor parte moría en la primera semana tras la aparición de la enfermedad. Aparecía en los meses de verano y solía alcanzar un pico en septiembre.. Se conocían varias formas de peste en el mundo civilizado desde tiempos antiguos. El brote denominado en la actualidad la peste negra alcanzó Europa desde China en 1348 y se expandió a gran velocidad por la mayoría de los países. Sus resultados fueron desastrosos. El bacilo de la peste afecta a roedores salvajes y sus parásitos, en especial a la rata negra y su pulga, Xenopsylla cheopis. Una rata enferma, portadora del bacilo, puede infectar a la pulga que se alimenta de su sangre y en determinadas condiciones la pulga puede transmitir la enfermedad a los seres humanos. Los historiadores modernos piensan que ésta fue la causa más común de expansión de la enfermedad. Otro ejemplo de este tipo de desastre epidemiológico lo encontramos en la reciente epidemia de dengue hemorrágico acaecida en nuestro país, la cual tuvo la peculiaridad de arremeter principalmente contra la niñez de nuestro país, los resultados mortales de dicha epidemia superaron los 30 muertos y los 1500 casos de afectados entre dengue común y hemorrágico, parte del impacto de dicho fenómeno se debió a las condiciones culturales y económicas que posee el país, combinado con el tipo de dengue que se dio El Salvador es el primer país en el Hemisferio que ha experimentado el dengue serotipo 3 (Sri Lanka) y 2 (Jamaica).
La epidemia de dengue que broto en nuestro país estuvo a punto de agravarse al grado de y volverse crónica. Las condidiciones de la región ayudaron a que dicha enfermedad tomara grandes dimensiones.
Fuente. Diario de Hoy / www.elsalvador.com Como hemos visto anteriormente la globalidad del tema de los desastres no solo abarca a los denominados desastres naturales, sino también una serie de desastres que son originados exclusivamente por la acción caprichosa del ser humano y su descuido en el tratamiento de los avances tecnológicos y su poca previsión puesta en la búsqueda del desarrollo de la sociedad misma. Así pues luego de descubrir que en realidad limitar el termino " desastres" a los fenómenos originados por la madre naturales es un error, pues existen desastres originados por la actuación del hombre mismo hemos sin duda alguna de determinar que los factores que posee una sociedad y su optimo o mal desempeño afectan en cierto modo el impacto de un desastre en una sociedad determinada, así pues no será lo mismo que un terremoto de 7.5 Ricther azote la ciudad de Tokio, que afecte nuestra capital. Así pues la aplicación de ciertas medidas previsivas y la diferencia económica y social son puntos clave en el calculo del grado de vulnerabilidad de un área determinada,
Vulnerabilidad a los desastres
Factores que la determinan,relacion con el desarrollo sostenible de las sociedades La vulnerabilidad puede comprenderse como aquel conjunto de condiciones a partir de las cuales una comunidad está o queda expuesta al peligro de resultar afectada por una amenaza, sea de tipo natural, antrópico o socionatural. Este concepto, al igual que los demás que se manejan en la gestión del riesgo, es relativo por lo que toma dimensiones y niveles de análisis distintos según sean las condiciones particulares de cada comunidad. Así, por ejemplo, en comunidades radicadas en una región altamente sísmica, las edificaciones más vulnerables a la amenaza de un terremoto o sismo fuerte, serán aquellas cuya construcción no sea antisísmica; paralelamente, las estructuras más seguras (o menos vulnerables) serán las que sí cuentan con ese criterio de construcción, además de lo antes mencionado este aspecto comprende la capacidad de una comunidad para recuperarse de los efectos de un desastre. La vulnerabilidad entendida como debilidad frente a las amenazas y como incapacidad de recuperación después de que ha ocurrido un no sólo depende de la vecindad física de las poblaciones a las fuentes de las amenazas, sino de otros múltiples factores de distinta índole, todos presentes en las comunidades. Así pues podemos hablar de una serie de factores los cuales juegan un papel determinante en la mitigación de daños respecto a estos desastres, así pues en el caso especifico de América Latina. Ratick[1]desglosó así los componentes de la vulnerabilidad en los siguientes:
Exposición: la intersección de la actividad humana el uso del suelo y el medio ambiente construido con los patrones de amenaza
Resistencia: la capacidad de una sociedad y el medio ambiente construido a resistir el impacto de los eventos amenazantes
Resilencia: la capacidad de una sociedad de recuperarse después del impacto
Recuperación: la capacidad de una sociedad de reconstruir después de un desastre
Aprendizaje: la capacidad de una sociedad de aprender de los desastres ocurridos
Adaptación: la capacidad de una sociedad de cambiar sus patrones de conducta a raíz de la ocurrencia de desastres
Considerando estas características que permiten integrar una serie de factores en el análisis, es que puede hablarse de la existencia de una vulnerabilidad global, la que refiere a un proceso complejo, dinámico y cambiante que determina la probabilidad de que una comunidad quede expuesta o no a la ocurrencia e impacto de un desastre, o que tenga más o menos posibilidades de recuperación. Según WilchesChaux[2]la vulnerabilidad global está integrada, por diferentes tipos de vulnerabilidades específicas: la física, económica, social, política, técnica, ideológica, cultural, educativa, ecológica y la institucional, en el caso de América Latina estos aspecto toma mayor relevancia pues estos son los que determinar en gran manera que realmente los sistemas de protección establecidos sean promovidos y desarrollados, dicho desarrollo esta ínfimamente relacionado en la región con el mantenimiento de un índice estable de crecimiento económico así pues WilchesChaux menciona los siguiente aspecto que desarrollan a su vez tipos diferentes de vulnerabilidades planteadas en áreas especifica. [3]
Vulnerabilidad física o geológica.
Se relaciona con la ubicación geológica de grandes o pequeños asentamientos en zonas de riesgo físico (faldas de volcanes, zonas de inundación de ríos, zonas de deslizamientos, etc) y las calidades y condiciones técnicas materiales de ocupación o .aprovechamiento del ambiente y sus recursos que está a disposición de estos contingentes de población. América Latina y el Caribe representan una sexta parte de la superficie terrestre, con una extensión de 11.263 kilómetros desde el Cabo de Hornos hasta la frontera sur de los Estados Unidos.
Las montañas son la principal característica geográfica de la Región, ya que geológicamente son importantes fuentes de riqueza y la vez causantes de desastres. Los Andes y las montañas del Caribe y América Central se asientan en las áreas de interacción de las placas tectónicas más importantes, una característica que determina la alta sismicidad de la Región. Al sur, los Andes emergen desde la Antártida para formar una de las cadenas montañosas más altas del mundo, sólo superada por los Himalayas. En esta cordillera se encuentra el Monte Aconcagua, en la frontera entre Chile y Argentina que, con 6.959 metros de altura, constituye el pico de origen volcánico más alto del Hemisferio Occidental. En Bolivia y en el sur del Perú, los Andes se bifurcan y encierran los valles y mesetas conocidas como el Altiplano. En Ecuador dan origen a dos cordilleras, que se dividen en tres a su paso por Colombia, una de las cuales continúa hacia el este, hasta Venezuela. Las montañas del Caribe y de América Central y del Sur son geológicamente jóvenes y tienen gran cantidad de volcanes. En Ecuador, por ejemplo, la meseta central está rodeada por más de dos docenas de volcanes. El suelo de origen volcánico de esta región, muy fértil, propicia un alto rendimiento agrícola.
La ubicación de los Andes cerca de la costa pacífica asegura que los ríos más largos de América del Sur fluyan hacia el Atlántico y el Caribe, y que las lluvias se concentren en las tierras bajas de la parte este. Los ríos Amazonas, Orinoco, Paraná, Paraguay y de la Plata juntos drenan más del 60% de las aguas del Continente. La cuenca del Amazonas es la más grande del planeta, con un área de aproximadamente 7.500.000 kilómetros cuadrados. En la época lluviosa se presentan severas inundaciones en zonas ribereñas eminentemente agrícolas y en importantes centros urbanos.
Las llanuras costeras con climas cálidos y húmedos bordean tanto el Caribe como las costas del Pacífico en América Central, pero la mayor parte del Istmo es montañoso, y el 80% de la población vive en las zonas altas. México está situado en una alta y árida meseta central rodeada por dos cordilleras. América Latina posee casi el 60% de los bosques tropicales del mundo. Pero también el nivel de deforestación es él más alto del mundo en desarrollo, ya que cada año se pierde aproximadamente el 1,3% de los bosques existentes. Al inicio de la década estimaba que un 12% de los bosques amazónicos habían sido cortados para explotación maderera y minera, y con el fin de incrementar las áreas destinadas a agricultura. Esta explotación pone en peligro la biodiversidad de la región, genera pérdidas de los suelos, aumenta la amenaza de deslizamientos y la sedimentación de cauces, fenómenos que generan grandes preocupaciones para los planificadores de la Región. Lamentablemente, las ganancias económicas a corto plazo aún prevalecen sobre las consideraciones ambientales a largo plazo. Las islas del Caribe forman un amplio arco que se extiende a lo largo de aproximadamente 4.000 kilómetros desde la Florida (EUA) en el norte, hasta Venezuela en el sur. El tamaño de las islas varía en forma considerable: Cuba, por ejemplo, tiene 111.000 kilómetros cuadrados y más de 10 millones de habitantes, mientras que Anguila posee menos de 350 kilómetros cuadrados y unos 9.000 residentes. Aunque las islas comparten muchas características comunes, existe cierta diversidad geográfica, desde regiones con una flora exuberante y áreas aptas para la agricultura, hasta improductivas volcánicas y coralinas. El clima y la precipitación son muy variables en América Latina y el Caribe. En la cuenca del Orinoco en Colombia y Venezuela, en los altiplanos brasileños y en parte del Ecuador occidental se encuentran áreas de sabana, con estaciones húmedas y secas bien diferenciadas. En cambio, amplios sectores de Argentina, Chile, Paraguay y el sur de Brasil tienen climas más templados, con fluctuaciones más grandes en las temperaturas. La precipitación anual en la Región varía entre 1.000 y 2.000 milímetros. En la Región se encuentra uno de los desiertos más secos del mundo: el Atacama, en la costa de Chile, aunque Argentina, Bolivia, Brasil, México y Perú también cuentan con grandes áreas de tierras áridas y desérticas.
Las islas del Caribe comparten el clima tropical de la costa Atlántica del Istmo Centroamericano. Al nivel del mar, el clima es relativamente constante, aunque cambia según las diferentes elevaciones. Las precipitaciones presentan grandes variaciones, dependiendo de la topografía de cada isla. Las islas montañosas reciben una gran cantidad de lluvia, mientras que las islas llanas de origen coralino, como Antigua y Barbuda, Curaçao y la Islas Turcas y Caicos, son áridas.
Las condiciones geológicas y climáticas de América Latina y específicamente de Centroamérica y el Caribe hace de ella una zona propensa en extremo a los desastres sísmicos, hidrológicos ( Huracanes ) y de tipo volcánico dada su amplia condición montañosa, además las condiciones de explotación de los recursos naturales aceleran el desgaste de los mismo provocando así pues alto nivel de peligrosidad de concurrencia de desastres de tipo socio-natural en la región,
Vulnerabilidad económica
Sin duda, la condición de pobreza aumenta el riesgo y la magnitud de un desastre. Además de la ausencia de recursos económicos, este tipo de vulnerabilidad tiene que ver con la mala utilización de los recursos disponibles para una correcta gestión del riesgo, entre ellos la dependencia económica nacional, la ausencia de presupuestos públicos que prevean los gastos por el ciclo de los desastres, la poca diversificación productiva de las economías de la región, entre otros.
Sobre esto el El Banco Mundial ha adoptado el producto nacional bruto (PNB) como parámetro para clasificar la economías de los países y distinguir los diferentes niveles del desarrollo económico. Sin embargo, las estadísticas sobre el PNB pueden conducir a conclusiones erróneas en el caso de América Latina y el Caribe, ya que ocultan el problema fundamental de la distribución desigual de la riqueza.
Todavía, en algunos países de la Región, la riqueza y el poder político continúan en manos de unos pocos y el capital se invierte en el exterior y no en la economía nacional.
Hasta fines de la década de los años setenta, las economías de la mayoría de los países de la Región alcanzaron un crecimiento sostenido, aunque esto no siempre se tradujo en una mejoría de los indicadores sociales. Tal es el caso de Brasil, la economía más fuerte de América Latina que, aunque entre 1961 y 1979 duplicó su producto per cápita, tuvo logros más modestos en la reducción del analfabetismo y de la mortalidad infantil que las logradas por Chile, Cuba, Jamaica y Uruguay, donde se registró un crecimiento económico más bajo. Los indicadores socioeconómicos y la clasificación por "índice de desarrollo humano", preparada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para indicar niveles de ingreso, esperanza de vida y educación. Este índice muestra que algunos países pueden tener niveles de ingreso similares y diferentes niveles de desarrollo humano, lo cual es un indicador de la inversión realizada en la educación y la salud de una población.
Durante la recesión global de los años ochenta, la mayoría de los países de la Región fueron afectados por una crisis en sus economías y en sus sistemas políticos que provocó una disminución progresiva de su participación en los mercados internacionales y en la inversión productiva. Las políticas de ajuste estructural se aplicaron con un enorme costo social, profundizando la inequidad social y económica al afectar a los sectores más pobres de la población e inclusive contribuyendo al deterioro de las condiciones de vida de la clase media. Un efecto muy visible de la crisis ha sido el deterioro de los servicios públicos, particularmente en los sectores de salud y educación y, en general, en la calidad de vida de los estratos menos protegidos.
Vulnerabilidad social:
Está relacionada con el conjunto de relaciones sociales, formas de organización, y conductas individuales y colectivas que favorecen una mayor exposición frente a una amenaza, tales como el grado de organización y cohesión interna de comunidades bajo riesgo, vulnerabilidad que se convierte en una incapacidad para prevenir, mitigar o responder a una situación de desastre.
Actualmente América Latina y el Caribe tienen una población de 450 millones de habitantes y, de acuerdo con las proyecciones de Naciones Unidas, para 1995 la población total de la Región alcanzará los 482 millones, constituyendo el 61% del total de la población del Hemisferio Occidental. Para el año 2025, la población rondará los 650 millones Los países en desarrollo han tenido, históricamente, niveles altos tanto de natalidad como de mortalidad, lo que mantuvo el crecimiento de la población en niveles relativamente bajos. Pero en los últimos 40 años, los avances en los servicios de salud, saneamiento y educación han contribuido a reducir la mortalidad de infantes y niños, y por ende a un aumento en la población. En América Latina, el índice de crecimiento disminuyó del 3% en que se encontraba en la década de los años cincuenta, al 2,1% en 1994, aunque una gran parte de la población tiene menos de 15 años, y las mujeres jóvenes ya están alcanzando la edad reproductiva, por lo que no se espera que la actual tasa de crecimiento se reduzca sustancialmente hasta el año 2020. Los 10 países más poblados del Continente Americano incluyendo el norte (Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú y Venezuela) constituyen el 89% de la población total del Hemisferio Occidental. Con la excepción de Argentina, Brasil y Canadá, esta población se encuentra en las regiones más vulnerables a desastres naturales de Origen tectónico.
América Latina y el Caribe han pasado por un proceso de urbanización acelerada en las últimas décadas. El 75% de la población se concentra en las ciudades, con lo que la Región sobrepasa al resto del mundo en desarrollo en lo referente a niveles de urbanización De particular preocupación para los gobiernos es el continuo crecimiento, en número y tamaño, de las denominadas megaciudades (ciudades con más de 5 millones de habitantes). La infraestructura de servicios de estas ciudades resulta inadecuada, y los recursos necesarios para hacer frente a la creciente demanda son limitados. Para el año 2000, se estima que México D.F. será la ciudad más grande del mundo, con más de 26 millones de habitantes; São Paulo (Brasil) tendrá 24 millones; Río de Janeiro (Brasil), 13 millones; y Lima (Perú), más de 8 millones. Otras ciudades con crecimiento acelerado son Santa fe de Bogotá (Colombia) y Santiago (Chile).
Se estima que más de la mitad de los residentes urbanos de las grandes ciudades de América Latina viven en condiciones de pobreza. Para el año 2000, aproximadamente el 90% de la población pobre de esta Región vivirá en áreas urbanas. Los residentes de esos cinturones de pobreza tienen ingresos muy bajos, educación limitada, una dieta insuficiente y viven en condiciones antihigiénicas de hacinamiento. El agua potable, la disposición de los residuos sólidos, las viviendas y el transporte son particularmente deficientes en las áreas urbanas marginales. Los residentes de las ciudades están expuestos a niveles de contaminación en aumento, pero los más pobres viven en la periferia, donde generalmente se ubican las fábricas y la protección ambiental es mínima. La construcción deficiente y la naturaleza espontánea de estos asentamientos los hace particularmente vulnerables a los efectos de deslizamientos e inundaciones. La estructura social de las zonas rurales se puede perder en el proceso de migración, y la inestabilidad se convierte así en otro riesgo para la gente que vive en los asentamientos urbanos.
El peso de la pobreza recae con mayor fuerza sobre ciertos grupos. Por ejemplo, la población indígena, cuyo número alcanza los 30 millones en América Central y del Sur, representa una parte significativa de la población rural pobre y de la creciente población urbana pobre.
De todos los grupos, ellos son quienes tienen menos acceso a la educación, los servicios de salud y las oportunidades de progresar económicamente. En general, las mujeres son las menos favorecidas ya que, en los hogares de menos recursos, con frecuencia soportan una carga de trabajo mayor que la de los hombres y tienen un nivel de educación más bajo y menos acceso a actividades remuneradas. También los niños sufren la pobreza en forma desmedida, y la calidad futura de sus vidas peligra a causa de los deficientes niveles de nutrición, salud y educación.
La densidad poblacional es uno de los factores que determina la severidad de un desastre. En general, la relación entre territorio y densidad de población es bastante favorable en América Latina; África tiene una densidad comparable a la de América Latina (un promedio de 21 habitantes por kilómetro cuadrado), pero el promedio es casi seis veces más alto en Asia. Sin embargo, las cifras para América Latina reflejan el promedio nacional, y por lo tanto ocultan diferencias en densidad dentro de los países. Por ejemplo, en las áreas rurales de Argentina y Chile la densidad no es muy alta (13 y 18 habitantes por kilómetro cuadrado, respectivamente), pero el 85% de la población se concentra en las áreas urbanas. Entre los países industrializados más poblados, Japón tiene 326 habitantes por kilómetro cuadrado, y Holanda, 433. Barbados es una de las islas más pequeñas del Caribe, y tiene una densidad excesiva de 600 habitantes por kilómetro cuadrado, similar a la de Puerto Rico. El Salvador, era hasta 1994 el país más densamente poblado en América Latina, tiene unos 257 habitantes por kilómetro cuadrado.
La migración por razones económicas desde América Latina y el Caribe hacia los Estados Unidos y Canadá es común en la Región. Por la misma razón, entre países vecinos también se presentan migraciones temporales o permanentes. En el Caribe, son comunes los movimientos asociados cosecha de azúcar, la industria turística y los enlaces familiares. El impacto de la emigración en los países del Caribe es fuerte. Por ejemplo, se estima que a mediados de la década de los ochenta, la mitad de los ciudadanos jamaiquinos vivían fuera de su país.
Uno de los grandes problemas de los años 80 y aún vigente hoy día, es la situación de los refugiados que huyen de la violencia social en sus países. Se ha estimado que durante el período más violento, entre un 7 y un 10% de la población centroamericana fue desplazada o forzada a emigrar, la mayoría de ellos como indocumentados. La crisis reciente en Haití ha actuado como catalizador para otra ola de migración indocumentada.
Otro aspecto a tomar en cuenta dentro de esta temática es el aspecto productivo de cada región; la región cuenta con extensas tierras fértiles, como la pampa de Argentina, en las que se generan abundantes productos agrícolas y ganaderos de alta calidad. Casi un 9% de la tierra fértil de América Latina está cultivada, y el 28% se utiliza como pastizales para la ganadería. Una cuarta parte de la fuerza laboral se concentra en el sector agrícola. Si bien muchos agricultores producen sólo para la subsistencia, también se registra una producción comercial importante de cultivos como el azúcar, el banano, los cítricos y los cereales. Además, la Región cuenta con yacimientos de minerales, particularmente de cobre (Chile y Perú poseen una cuarta parte de la reserva mundial), estaño (Bolivia es el primer productor del Continente), hierro, plata, oro, y minerales preciosos y semi preciosos en Brasil, Colombia y Perú.
Finalmente, las reservas petroleras de la Región sólo son superadas por las del Medio Oriente. Los recursos naturales de las islas caribeñas son más limitados. Jamaica, Haití, Guyana y la República Dominicana Lamentablemente, pese a su enorme potencial de desarrollo, las economías de América Latina y el Caribe son frágiles por su dependencia de la exportación de un número limitado de productos agrícolas o minerales, como algodón, café, azúcar y cobre, condicionados a las fluctuaciones de los precios del mercado internacional.
Vulnerabilidad ecológica:
Delata la forma adecuada o no de cómo una comunidad explota los elementos de su entorno , debilitándose a sí misma y debilitando al ecosistema para absorber los traumatismos ocasionados. En general, la vulnerabilidad ecológica muestra como los modelos de desarrollo siguen divorciados del medio ambiente y a diferencia de una relación de convivencia, lo que prevalece son prácticas de dominación sobre éste, lo que conduce irremediablemente a la alteración, vulnerabilización y destrucción de los ecosistemas. A nivel mundial, el más dramático ejemplo de cómo el modelo de desarrollo industrial ha incrementado la vulnerabilidad de la especie humana frente a fenómenos "normales" de nuestro planeta, es la destrucción de la capa de ozono que convierte a los rayos ultravioletas procedentes del Sol en peligrosa amenaza
Vulnerabilidad política:
Se relaciona directamente, en el marco de una amenaza y desastre, con el nivel de autonomía en la toma de decisión y capacidad de gestión y negociación sobre estas decisiones frente actores externos (como pueden ser el gobierno, la cooperación internacional, las instituciones gubernamentales o los medios de comunicación). Este especial tipo de vulnerabilidad también evidencia la incapacidad de las comunidades para idear y presentar propuestas y alternativas propias para reducir los niveles de dependencia de las decisiones de los actores externos mencionados.
El proceso democrático de la Región se vio reforzado en los años noventa, y la mayoría de los regímenes autoritarios fueron reemplazados, particularmente en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. El derrocamiento del Presiden-te Constitucional de Haití en septiembre de 1991, seguido por la disolución del Congreso peruano en marzo de 1992, y las insurgencias militares en Venezuela en ese mismo año, hicieron temer el regreso de los regímenes de facto del pasado. Las islas caribeñas tampoco escaparon a la violencia política, como la revuelta civil en Trinidad en 1990 y durante los procesos electorales en San Vicente y las Granadinas y Saint Kitts y Nevis. Sin embargo, la forma en que se enfrentaron los conflictos políticos de Brasil, Guatemala y Venezuela reforzaron la esperanza de resolver las crisis futuras mediante el ejercicio de los principios democráticos.
La década de los años ochenta fue un período violento y turbulento en Centroamérica, y debido a ello cientos de miles de personas murieron o fueron desplazadas por causa de conflictos armados en El Salvador y Nicaragua, y los serios disturbios civiles en Guatemala. A pesar que la situación en estos países aún es frágil, se ha alcanzado cierta estabilidad política, y se ha progresado en los esfuerzos por recuperar el nivel económico perdido durante ese decenio.
Los procesos de integración política y económica que se han dado en otras regiones, en particular en Europa, han incentivado a los países de América Latina y el Caribe a promover organizaciones de carácter subregional, basadas en la cooperación económica Estos organismos han tenido diversos grados de éxito, dependiendo de la solvencia y del desarrollo de los países participantes. El comercio entre los miembros representa sólo una pequeña porción del comercio exterior de la Región, y la recesión a nivel mundial ha repercutido en este intercambio intrarregional. La integración tiene una gran relevancia por la cercanía cultural y porque, en el contexto de los desastres, los países vecinos comparten patrones similares de amenazas y vulnerabilidad. El objetivo de estas organizaciones ha sido estimular el crecimiento económico paralelamente al reforzamiento de las identidades políticas, mediante la generación de mecanismos de cooperación financiera, el respaldo al desarrollo técnico, científico y cultural, y, en algunos casos, la promoción del apoyo mutuo entre los países miembros en la reducción de desastres tal como el caso de Centroamérica con la creación del CEPREDENAC.
Vulnerabilidad ideológica:
Los seres humanos manejan ideas preestablecidas sobre los fenómenos de la naturaleza y su relación con la comunidad. Dichas concepciones determinan en muy buena medida la forma y capacidad para hacer frente a las amenazas y sobreponerse a ellas. La vulnerabilidad ideológica evidencia todas aquellas ideas o fantasías individuales y colectivas con las que los seres humanos rodean los desastres, tales como las idea del "castigo divino", el fatalismo, la pasividad; limitando la capacidad de actuar adecuadamente frente a los riesgos.
Vulnerabilidad cultural y vulnerabilidad educativa.
La vulnerabilidad cultural alude a la forma de cómo las personas construyen su identidad individual y colectiva y el sentido de pertenencia frente a sus comunidades y los ecosistemas donde están ubicadas. Tómese en cuenta, aquí, todos aquellos manejos inadecuados que hacen diferentes actores (entre ellos los medios de comunicación colectiva) que desafortunadamente contribuyen a internalizar imágenes estereotipadas sobre el medio y los desastres potenciales o reales.
La vulnerabilidad educativa pues se refiere directamente a la calidad de educación, que en materia de desastres, manejan las comunidades sobre los contenidos conceptuales, métodos y prácticas de vida, para prepararse adecuadamente (a nivel individual, familiar y comunitario) y enfrentar o interactuar con situaciones de desastre. Lamentablemente, la historia y la experiencia muestran cómo en la mayoría de los países, no existen una política educativa instruyan correctamente y sistemáticamente sobre el medio en el que viven sus pobladores.
Pese a que en los países de América Latina y el Caribe aún persisten graves problemas de salud, la esperanza de vida es más larga y la tasa de mortalidad infantil más baja que en cualquier otra región en desarrollo. Se han logrado importantes adelantos en la reducción de la mortalidad infantil en todo el mundo, hasta lograr que los índices hayan descendido en un tercio en todos los países en desarrollo durante los últimos 30 años. Sin embargo, millones de niños continúan muriendo de enfermedades inmuno prevenibles, y no tienen acceso al agua potable ni a una nutrición adecuada.
En África, aproximadamente 175 de cada 1.000 niños mueren antes de alcanzar los cinco años; en América Latina esta cifra llega a 60 por cada 1.000 y en el Caribe de habla inglesa es menor a 30 por cada 1.000. En las naciones industrializadas este indicador se estima en 15 muertes por cada 1.000 niños. La disminución en las tasas de mortalidad de infantes y de niños en la Región se debe en gran parte a los logros en materia de atención primaria de salud.
Si bien los avances son impresionantes, todavía hay retos que superar. En las áreas urbanas hay una concentración relativamente alta de hospitales y de personal de salud. Sin embargo, muchas de estas instalaciones son obsoletas o reciben un mantenimiento insuficiente, al igual que los servicios de agua, luz y transporte, que son antiguos y sobrecargados, lo que progresivamente los convierte en más vulnerables a los efectos de los desastres naturales. Los datos disponibles en 1988 mostraron que un promedio de 88% de la población urbana de América Latina y del Caribe tenía acceso al agua potable, y un 80% a los servicios de alcantarillado e instalaciones sanitarias. En zonas rurales estas cifras alcanzaron el 55% y 32%, respectivamente. Esta cobertura varía en forma considerable de un país a otro, y en los menos desarrollados, el 50% de la población o menos tiene acceso al agua potable, y menos del 30% tiene servicios sanitarios. A pesar de los avances significativos que se han logrado en las últimas tres décadas el mantenimiento de los servicios de agua y saneamiento ha bajado de calidad junto con otros servicios, como resultado del limitado capital para invertir en infraestructura. Estudios realizados en el Perú, por ejemplo, demostraron que el 30% de los sistemas rurales de abastecimiento de agua estaban total o parcialmente dañados al cabo de cinco años de haber sido construidos. La difícil situación económica y el deterioro de los servicios básicos propiciaron la propagación y permanencia del cólera en la Región. El acceso a la educación varía ampliamente por país y grupo económico, pero en general, la Región está al mismo nivel —o aun por encima— que los promedios internacionales. En los últimos 30 años se han hecho avances importantes en muchos países. Por ejemplo, Uruguay duplicó las matrículas para educación secundaria entre 1960 y 1986, y en México éstas han sido 12 veces más altas al cabo del mismo período. No obstante, a pesar del rápido crecimiento de la educación, las desigualdades en el ingreso y la movilidad social, problemas que la educación debería corregir, continúan creciendo. Las oportunidades de recibir una educación están determinadas por la clase económica y social. Los niveles de analfabetismo sobrepasan el 40% en los países más pobres, y la población indígena se ve limitada en el acceso a la educación. Mientras que algunos países han dedicado sus recursos a la erradicación del analfabetismo, otros han dado mucha importancia a mejorar la educación universitaria, lo que ha resultado en un gran número de profesionales muy bien formados. Sin embargo, en algunos países las posibilidades de obtener un empleo son reducidas para los profesionales recién graduados.
Un ejemplo de este exceso de profesionales se ha hecho palpable en el sector de la salud. Para suplir la necesidad de médicos para los programas de atención primaria, algunos gobiernos estimularon el incremento de las matrículas en las escuelas de medicina. Como resultado, América Latina y el Caribe tienen la tasa más alta en el mundo de médicos, pero la más baja de enfermeras y matronas en relación con los médicos. En México, por ejemplo, entre 1970 y 1980 la matrícula en escuelas de medicina aumentó de 29.000 a 93.000. Un estudio de los niveles de ocupación de los médicos en las ciudades mexicanas más importantes mostró que 7% estaban desempleados, 11% trabajaban en áreas no relacionadas con la medicina y 11% tenían trabajos en medicina con muy baja remuneración o atendiendo a muy pocos pacientes.
Vulnerabilidad institucional:
Referente todos aquellos obstáculos formales (obsolescencia y rigidez institucionales, burocracia, politización, corrupción de los servicios públicos, etc, impiden una adecuada adaptación de la comunidad respecto a su realidad cambiante y una rápida respuesta en caso de desastre.
Vulnerabilidad técnica
Hace referencia a las inadecuadas técnicas de construcción de edificios e infraestructura básica en zonas de riesgo.
Es importante señalar que a pesar de ser tratados como ámbitos separados cada uno de esto tipos de vulnerabilidad actúa en conjunto con las demás, se interrelacionan a la hora de ver realmente el grado de vulnerabilidad y capacidad de reacción que posee determinada región.
Esto no lleva a decir que en verdad los conceptos de vulnerabilidad y capacidad de acción están dentro de una misma esfera, no se trata de dimensiones que operan en planos diferentes, sin relación directa posible, como aparece en algunas propuestas. Por el contrario, la vulnerabilidad puede entenderse como lo que le falta a una comunidad para tener una capacidad total para evitar el desastre.
Esta perspectiva nos permite captar directamente la importancia de incrementar las capacidades reales de una comunidad para disminuir su riesgo, porque cuanto mayor sea ese factor la vulnerabilidad tenderá a disminuir. En una situación ideal se lograría un valor próximo a cero, lo que supondría la tendencia a la eliminación del riesgo. La implementación de sistemas que ayuden a la minimización de las áreas en América Latina y en especial en Centro América ayudaran a crear una real capacidad de mantenimiento de un crecimiento económico en la región el cual pueda soportar los imprevistos de un desastre de cualquier tipo sin depender de forma expresa de la ayuda internacional, es decir buscar en verdad un real desarrollo sostenible en la región el cual pueda encarar con facilidad los efectos de una situación de este tipo, al respecto afirma Lavell: "el desarrollo sostenible solamente es factible si consideramos el análisis de riesgo como un factor esencial en el diseño de los nuevos proyectos y planes de desarrollo hacia el futuro."[4] el verdadero problema en dicha región es hasta cierto punto el partenalismo guardado hacia las naciones desarrolladas por parte de los gobierno los cuales no es sino hasta fines de la década pasada que empezaron un plan formal para integrase en un frente común durante esto periodos de emergencia, sin embargo a pesar de ese esfuerzo podemos ver mas adelante que a pesar de trabajar en los desastres de tipo natural y socio-natural, mucho les falta al estado en cuanto a la previsión de desastres de tipo antropico.
Es esto donde en verdad donde entra como punto de discusión las situación que planteábamos antes sobre las dos corrientes de estudio de la previsión de desastres, en verdad una visión solo del aspecto estructural como fuente del problema o como generador de soluciones frente a esta problemática es un verdadero, así pues el impulso de la creación de un verdadero desarrollo sostenible dentro la región debe por fuerza de comprender en su interior un de mitigación de daños causados a raíz de desastres, a su vez en la mayoría d los casos los planes económicos y los niveles de cultura y educación de la sociedad en si determinaran la complejidad y efectividad de dichos métodos, esto pues prueba que ambos ámbitos se interrelación uno con otro, por un lado la adecuada implementación de políticas económicas ayudara a la implementación de un sistema económico capaz de desarrolla un estado de crecimiento sostenible en la región , dicho sistema de crecimiento a su vez deberá estar complementado por medidas preventivas para lograr mantener en situaciones de emergencia ( tal como el caso de desastres o similares ), sin embargo la complejidad de estos sistemas preventivos solo será dictada por el grado de avances tecnológico, cultural y económico de la región donde se apliquen, así pues urge una relacionen la cual se puede establecer una relación de relatividad entre ambos aspectos, a mayor nivel socio-cultural tenga la región mayor complejidad y efectividad poseerán los sistemas preventivos y viceversa.
Dicha afirmación podemos certificarla al leer un fragmento del Marco estratégico para la reducción de la vulnerabilidad y de los desastres en Centroamérica del CEPREDENAC: "Los gobiernos centroamericanos han decidido adoptar un marco estratégico para reducir las vulnerabilidades físicas, sociales, económicas y ambientales, y reducir el impacto de los desastres. Dicho marco formará parte integral del proceso de transformación y desarrollo sostenible de la región para el próximo milenio, en el marco de la ALIDES, e incluirá políticas y medidas de prevención y mitigación de daños así como políticas y acciones de preparación y gestión de las emergencias. Parte esencial de dicho marco estratégico será el desarrollar una cultura centroamericana de prevención y mitigación en la población de la región, que le permita además organizarse y estar preparada para enfrentar toda clase de contingencias al nivel nacional y local. Ello supone la participación plena de la sociedad civil en las tareas de reducción de vulnerabilidades y de gestión del riesgo. Implica también que se prestará atención especial a los grupos y sectores más vulnerables de las poblaciones, especialmente por los niveles de pobreza y marginalidad, y que se incorporarán debidamente los aspectos de género. El marco estratégico requiere también que los planes y programas globales y sectoriales de desarrollo de nuestros países introduzcan los elementos de prevención y mitigación que sean requeridos para reducir la vulnerabilidad de los sectores sociales y productivos, la infraestructura, y el medio ambiente, a los niveles local, nacional y regional." [5] Con lo anterior reforzamos nuestra tesis pues de que para la concreción de un verdadero desarrollo económico en la región Centroamérica y en América Latina en General, son necesario dos puntos:
1. La adecuación de las políticas económicas a la realidad de los países para lograr una mayor efectividad en el desarrollo económico, social y cultural de los mismos, es decir lograr en ellos un verdadero status de desarrollo sostenible.
2. La concreción de dicho desarrollo sostenible solo es posible mediante la implementación de medidas preventivas ante la eminente realidad de propensión a desastres de todo tipo de la región a manera de logran la minimización de daños y efectos negativos en dicho desarrollo.
La implementación de dichas medidas permitirá un mejor desarrollo de la región y una optimización en sus planes de crecimiento económico.
Medidas regionales e internacionales para la prevención de desastres
IMPACTO EN LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS
Sobre la base de criterios ya antes estudiados ( vulnerabilidad y capacidad) podemos afirmar que aun no existe en América Latina una verdadera la puesta en práctica de la idea de la gestión del riesgo y su traducción en términos sistémicos. Sin embargo esto no significa que no hayan sucedido procesos de modernización de las viejas estructuras existentes, así como algún caso en que se haya constituido efectivamente un sistema.
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