- Introducción
- Los mitos fundacionales de las naciones
- Nación y soberanía en la doctrina medieval
- Nacionalismo europeo
- El Nacionalismo moderno
- El nacimiento y apogeo de las ideologías nacionalistas de ultraderecha
- El nacionalismo y el nazismo
- La Europa de los mercaderes
- Los Nacionalismos en el siglo XXI
- Conclusión
EL NACIONALISMO Y LA NATURALEZA HUMANA. Carlos Alberto Montaner. La hipótesis biologista que casi puede expresarse con la cadencia de un silogismo: los seres humanos, integrados y surgidos en la naturaleza, como el resto de las criaturas vivas, y sujetos, como todas, a las incesantes leyes de la evolución, exhiben un tipo de comportamiento que se orienta a la preservación de la especie; ese comportamiento es guiado por medio de castigos y recompensas que de forma automática propina el cerebro mediante la actividad de los neurotransmisores; ergo es dentro de este esquema donde se inscribe el nacionalismo y donde debemos analizarlo. Es decir: la existencia de grupos fuertemente cohesionados por unas señas de identidad comunes no parecen ser más que una estrategia inconsciente de la especie para poder prevalecer. La nación es el nombre moderno de la tribu, del clan, del pequeño grupo que se desplazaba junto y unido por los bosques para tratar de alimentarse. La nación, si se quiere, es la versión humana y refinada del rebaño, de la piara, de la manada. Y esto, dicho desde un punto de vista filosófico, la historia y la ciencia moderna han demostrado que es cierto. La sicobiología, el biologismo, la Psicología fisiológica.
Existen varios tipos de nacionalismos pero los más influyentes en la historia han sido. El nacionalismo étnico o cultural, el nacionalismo religioso y el nacionalismo imperialista.
Un ejemplo de nacionalismo religioso seria el nacionalismo judío. Puedo elegido por Dios para construir una nación.
"Empero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. y haré de ti una nación, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra." (Génesis 12:1-3). De nacionalismo étnico cultural podríamos hablar del griego o el imperialista el romano. A pesar de que Grecia estaba dividida entre varias ciudades estados, todos hablaban el mismo idioma y creían descender de ancestros comunes, formando un concepto de "unidad étnica".
Según varios escritos contemporáneos, muchos griegos se consideraban los únicos con una verdadera cultura y todos los demás eran "bárbaros incivilizados" que carecían de moralidad. Los griegos estaban interesados no solamente en las victorias militares, la expansión política y la ganancia económica. También estaban entregados a difundir su forma de vida, sus instituciones, normas e ideas al mundo de los "bárbaros", como llamaban a los no griegos. Nacionalismo cultural.
Y Cicerón. Llama naciones a los pueblos y considera el derecho de Roma a esclavizarlas.
Todas las naciones pueden ser sometidas a esclavitud, pero nuestra comunidad no puede (Cic., Philippicae, 10, 20). Aunque pueda parecer que no es objeto de un escrito sobre la historia, considero necesario entrar primero en el concepto. ¿Qué es Nacionalismo? Esa es la primera cuestión que deberíamos resolver. Porque aunque el vocablo es de creación en el siglo XVIII, estamos definiendo un comportamiento social y puede ser que este comportamiento social sea más antiguo.
Los elementos como el territorio, el idioma, la religión, las costumbres y la tradición, por sí mismos, no constituyen el carácter de Nación. El elemento dominante debe ser la convicción de una vida colectiva, es cuando la población siente que constituye un organismo o un grupo, distinto de cualquier otro, con vida propia, intereses especiales y necesidades. Por otro lado, el sentimiento de pertenencia a la nación propia se llama patriotismo, que llevado más allá de ese sentimiento se convertiría en nacionalismo.
El nacionalismo es una ideología y un movimiento sociopolítico que se basa en un nivel superior de conciencia e identificación con la realidad y la historia de una nación. Como tal, el nacionalismo fundamenta sus ideas en la creencia de que existen ciertas características comunes a una comunidad nacional o supranacional, debido a lo cual se propone legitimarlas y modelarlas políticamente.
Resumiendo, podemos considerar que independientemente de la existencia de un término lingüístico. Los conceptos nación, patriotismo y nacionalismos son consecuencias de sentimientos.
Y por tanto el Nacionalismo es un sentimiento.
Daniel Goleman, todos los sentimientos y emociones son válidos, siempre y cuando nos ayuden a crecer y adaptarnos a los procesos de cambio, siempre que sirvan para dar un paso hacia delante, y no para anclarnos o retroceder emocionalmente. Analicemos si los sentimientos, nación, patriotismo y nacionalismo nos han servido para dar un paso adelante o retroceder como seres humanos.
El hombre es un animal racional, pero animal y de nuestros ancestros hemos heredado la socialización y el gregarismo entre otros. Somos un bicho gregario. La tribu, la nación. El rebaño.
Y desde la antigüedad existe la tendencia que lleva a las personas o grupos sociales a analizar la realidad a partir de sus propios parámetros culturales. Supone que existe la etnia propia y sus prácticas culturales y que son superiores a las de otros grupos.
Aristóteles, LA POLÍTICA, I, 1. En todos los hombres hay pues por naturaleza una tendencia a formar asociaciones de esta especie. El nacionalismo es el fruto de una "construcción social" desde la política. Generan sus propios mitos, costumbres y modelo relacional al que llamamos cultura.
«… la política es la responsable de definir qué conocimientos son precisos en las ciudades, y qué y cómo debe aprender cada persona. (…) Nuestro estudio es, pues, una disciplina política.» Aristóteles [Ética a Nicómaco, 1094b2] Estas construcciones sociales tienden a calificar a otras culturas de acuerdo a una visión fijándose en lo que las diferencia y así construyen la identidad cultural. Subrayan lo que separa frente lo que une. Los elementos de la propia cultura son positivos y los de las demás negativos.
Se genera un relativismo cultural. Que puede llegar a considerar aceptables comportamientos que atentan contra la vida o la libertad de otros. La forma de acercarse a otra cultura es autoritaria, considera que todo aquello que se aleje de su propia sociedad es primitivo, inmaduro y despreciable.
Y así se forman grupos sociales de humanos con un trasfondo ideológico que asumen creencia y costumbres al margen de toda consideración crítica. Son fruto de una "construcción social" que eleva la identidad a mito, considerándola algo sagrado e inamovible. Su inevitable correlato son la xenofobia, el victimismo y el inmovilismo, actuándola mayoría muchas veces como nacionalismo redentor. La forma de acercarse a otras culturas es autoritaria, considera que todo aquello que se aleje de la propia sociedad es primitivo, inmaduro y despreciable.
Y el resultado de todo esto llámesele como se les llame, es nacionalismos. Y unido a él, el patriotismo.
El término patria, derivado etimológicamente del concepto páter, va asociado a la noción de padre. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española edición de 970 da como primer acepción del término patria, la siguiente « Nación propia nuestra con la suma de cosas materiales e inmateriales, pasadas, presentes y futuras, que cautivan la amorosa adhesión de los patriotas» definiendo a, su vez, a éstos, como «las personas que tienen amor a su patria y procuran todo su bien» Nietzsche -la patria es la tierra y los hijos-. Charles Maurras -la patria es un ser de la misma naturaleza que nuestro padre y nuestra madre: la patria es lo que une por encima de lo que divide-. Otras, ligan el concepto de patria a las ideas de nación o pueblo, como las suministradas por Cánovas -la patria es la conciencia que cada nación posee de sí misma-. Vázquez de Mella -la patria es la conciencia y sentimiento más o menos claro e intenso de esa comunidad moral e histórica, que en su grado máximo se llama nación-. La idea de patria ha evolucionado a lo largo de siglos, de ahí la dificultad de dar una definición omnicomprensiva de todas las épocas. En la Atenas clásica, el patriotismo era un sentido de fidelidad cívico-religiosa a las tradiciones y las instituciones de la ciudad – Sócrates es ejecutado por antipatriota, por negar la divinidad a Palas Atenea, diosa de Atenas-. En Roma, el concepto de patria se confunde con la idea de fidelidad al Imperio, – existía un patriotismo único para todos los hombres del mundo civilizado-. La idea de patria, lleva inherente un sentimiento de amor y fidelidad hacia la sociedad política donde nos vinculamos como ciudadanos. La máxima expresión del afecto hacia la Patria-Estado, nación, se materializa en la idea de matar o dejarse matar por ella Los elementos como el territorio, el idioma, la religión, las costumbres y la tradición, por sí mismos, no constituyen el carácter de una nación. El elemento dominante debe ser la convicción de una vida colectiva, es cuando la población siente que constituye un organismo o un grupo, distinto de cualquier otro, con vida propia, intereses especiales y necesidades.
La sicobiología nos dice cómo nos castiga el cerebro cuando nuestro grupo sufre una derrota, la sociobiología intenta explicarnos por qué sucede una cosa tan extraña: aparentemente, la supervivencia del grupo depende del grado de cohesión que mantenga, y esto exige una cierta solidaridad física y emocional. Y también existe en el hombre una agradable sensación de paz y bienestar derivada de sentirse parte integrante de un grupo – condición en que él se siente menos desamparado – y también un deseo de destacarse de los demás dentro de ese grupo, condición en que su vanidad estaría más gratificada. Es un hecho que la mayoría de los componentes del grupo se siente perjudicada en cuanto al aspecto de la vanidad; o sea, apenas unos pocos consiguen obtener cierto destaque y atraer hacia sí la admiración.
El tribalismo y el nacionalismo, explican el orgullo y apego fanático "irracional" a grupos que se definen en función de una determinada creencia religiosa, ideología política, cultural o territorial. Porque el grupo pasa a ser el depositario de la grandeza que falta a cada uno de sus miembros, y cada uno, como parte integrante de él, se siente poseedor de esa grandeza; defender los intereses del grupo pasa a ser tarea más importante que las cuestiones personales. La grandeza del grupo es la grandeza de cada uno, y tal importancia parece ser aquello que todos los hombres más desean.
Su inevitable correlato son la xenofobia, el victimismo y el inmovilismo, actuándola mayoría muchas veces como nacionalismo redentor.
Un pueblo entero podrá fácilmente dejar a un lado sus intereses personales y sacrificar su vida en función de la construcción de una colectividad más digna y más grandiosa; del mismo modo, un pueblo podrá considerar absolutamente válido hacerle la guerra a algún vecino que, efectiva o supuestamente, haya ofendido el honor nacional. Tal ofensa se vive como si fuese dirigida a cada miembro del grupo, de tal forma que matar o morir en defensa del honor pasa a ser un fenómeno absolutamente aceptable y justificado. El concepto Patria y el patriotismo.
Por la energía que es capaz de liberar, es comprensible que haya sido la causa de las mayores destrucciones y violencia entre los hombres.
"Qué linda es mi bandera, si alguno la mancilla le parto el corazón. Viva México". Corrillo mejicano, que describe una actitud idéntica en toda la humanidad.
Los conceptos modernos de racismo o nacionalismo son desconocidos para los escritores bíblicos; sin embargo el nacionalismo o racismo en el sentido de algunas formas culturales de verse a sí mismo como superior, ya era un problema en los tiempos bíblicos. Para los griegos, los extranjeros no familiarizados con la lengua y cultura griegas eran "bárbaros"; para los judíos, los no judíos eran "gentiles" El ejemplo más antiguo, documentado de este comportamiento, como ya he comentado, es el Nacionalismo Judío. Nacionalismo religioso.
El nacionalismo judío ha sido una demostración en la historia de las interrelaciones entre la religión, el nacionalismo y patriotismo. Durante alrededor de tres mil años el pueblo judío ha representado una síntesis de internacionalismo y nacionalismo.
Las peculiaridades del nacionalismo judío se remontan hasta los propios orígenes del pueblo. Y se ha mantenido como pueblo, como nación sin tierra durante miles de años.
En el Antiguo Testamento, se utiliza la palabra hebrea plural "gôyim", o la griega plural "éthnos"; ambas significan "naciones", "gentiles Génesis. 10:5, De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones. En el derecho romano, entre patria y natio, la única expresión de que se hacía un uso que se puede considerar jurídico –concretamente político- es patria.
Lo singular es que, a partir de ese hecho, se desarrollara como se desarrolló no sólo un sentimiento patriótico, sino, frecuentemente, la afirmación de pertenencia a una doble patria: todo ciudadano romano tenía como patria Roma y, además, la suya de origen, si es que era diferente. Esa otra patria era, por lo general, el lugar donde había nacido.
La palabra, "natio", era un sinónimo de gens, que, a veces, se empleaba para subrayar el carácter extranjero y, por analogía, de una u otra manera, especialmente extraño, del grupo humano al que se refería. Casi nunca se usaba y carecía de acepción alguna jurídica5. De facto, es felizmente insólito que un escritor latino, Quintiliano, tuviera la ocurrencia de detenerse en ese término y definirlo, justo para decir, entre otras cosas, que carecía de valor jurídico.
Y el concepto patria ya lo vemos en Cicerón. Patria por la cual debemos morir y a la que debemos dedicarnos por completo, entregándole y consagrándole lo que nos pertenece.
CICERON. La República es la cosa propia del pueblo, pero pueblo no es toda reunión de hombres, congregados de cualquier manera, sino un conjunto asociado de hombres que aceptan las mismas leyes y tienen intereses comunes (Cic., de re publica, 1, 39).1 - no hay relación más venerada ni más digna de nuestro amor que la que cada uno de nosotros tiene con la República. Amamos a nuestros padres, a nuestros hijos, a los parientes, a los amigos, pero solo la patria comprende a todos y cada uno de los que nos son queridos; por ella ¿qué hombre de bien dudará en lanzarse a la muerte para servirla? (Cic., de offi ciis, 1, 57). Ya desde la antigüedad la actitud frente al diferente era de total brutalidad. El genocidio, someterlo a esclavitud, es tan antiguo como la tribu.
"Entonces Moisés habló al pueblo, diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la venganza de Yavé en Madián……… Y pelearon contra Madián, como Yavé lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón……. Y salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento. Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres?……… Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente" (Versículos de Números 31) "Y tomamos entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomásemos; sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. Todas estas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y barras, sin contar otras muchas ciudades sin muro. Y las destruimos, como hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y niños". (Deuteronomio 3:4-6) El rey asirio Sennajerib asesino a todos los habitantes de Babilonia en el lejano 689 a.C. Los asirios se citan a menudo entre los primeros en practicar el genocidio.
Grecia, asoló Delos, exterminando a todos sus habitantes, por negar su ayuda a Atenas en la Guerra del Peloponeso.
Las Guerras Púnicas en el 146 antes de Cristo con la destrucción de Cartago, planificada hasta el último detalle, que costó la vida de la mayoría de la población, terminando esclavizados los escasos supervivientes.
El terror mongol que asoló en el siglo XIII a los iranios, la persecución de los cristianos en Japón entre los siglos XVI y XVII, las matanzas de judíos en Córdoba en 1473.
La colonización de América por los españoles. Nacionalismo religioso y étnico/cultural. La eliminación selectiva de ciertas etnias de la América del Norte a manos de los colonizadores británicos.
Y así la lista se prolonga hasta la actualidad. Y en toda esa lista una de las causas la causa, el tribalismo, y la xenofobia aparecerían con prolijidad.
Vemos que la práctica del exterminio no es, en ninguna medida, una novedad del siglo XX. Y el uso del concepto de legítima defensa es un agujero por el que se vierte a raudales el odio, y las aberraciones más crueles de la especie humana. Y esto es tan antiguo como el bicho humano.
Y también el cargar con las culpas de tus problemas al diferente, era y es un método utilizado.
El año 586 a.n.e. constituyó una catástrofe hasta ese momento sin igual para los judíos: perdieron su reino, monarca, territorio y templo. Y fueron llevados cautivos a Babilonia. Un argumento que inmediatamente se volvió popular para explicar el desastre nacional es que éste había sido un castigo divino por el constante rechazo a aceptar al único dios real y expulsar a los falsos ídolos. La población judía que retornó a Yehud, pequeña provincia persa de Palestina, debió haber visto la presencia de grupos edomitas en el territorio de la antigua Judá como una invasión real de tierra judía. Las pruebas disponibles indican que los edomitas fueron el principal foco de la xenofobia de la población judía de Yehud Más tarde, se propagó otra explicación: la noción del chivo expiatorio. Alguien debía ser responsable por la terrible derrota. Como en casos de sociedades modernas derrotadas, grupos minoritarios dentro de la sociedad, los edomitas, fueron vistos como la causa del desastre nacional. Así, los fracasos militares del reino judío frente al avance babilónico fueron vistos desde una nueva perspectiva: los judíos habían sido apuñalados con perfidia por la espalda por la misma gente que ahora vivía junto a ellos, y con los cuales por lo tanto tenía que evitarse cualquier contacto. "NACIONALISMO JUDÍO Y RETÓRICA ANTIEDOMITA EN LA ANTIGÜEDAD. JUAN MANUEL TEBES Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente". Los mismos argumentos y comportamientos que el llamado nacionalismo, desarrollado a partir del siglo XVIII.
Los mitos fundacionales de las naciones
Los orígenes legendarios. Josué Villa Prieto. "Los mitos fundacionales de las naciones en las crónicas generales del siglo XV: entre el pasaje bíblico y la leyenda griega". El autor nos dice que el propósito de su artículo es comprender y comparar entre sí los pasajes relativos a los orígenes remotos de las poblaciones de las distintas regiones europeas en los tratados y crónicas generales de finales de la Edad Media peninsular que ofrecen informaciones al respecto.
Los cronistas bajomedievales encuentran en la Biblia y en los relatos homéricos muchas respuestas a sus interrogantes sobre el origen de las sociedades.
"Despues que Noé del arca fue salido quando del diluuio por ella escaparon tres hijos suyos el mundo poblaron con los que dellos ouieron deçendido y fue de aquesta manera repartido en Asia el hijo primero heredo y Africa la qu"el segundo poblo y Europa que ovo el menor poseydo". Las primeras fases históricas se inspiran en el Antiguo Testamento al presentar a Tubal, descendiente de Noé, el primer poblador de Europa. Generaciones más tarde, los héroes troyanos pueblan las distintas regiones (Eneas la Península Itálica, Hispán la Ibérica, Franco la Galia, Bruto las Islas Británicas ).
Los autores actúan como propagandistas áulicos al relacionar estas dinastías con la de los monarcas reinantes, justificando su autoridad en el trono.
España. [Geryón]. "Aquestas gentes començaron poblar los reynos d"España con todas sus tierras los quales despues ovieron grandes guerras vnos con otros por la señorear hasta que despues la vino sojudgar pasado grand tienpo de su población vno que llamaron el grant Gedeon con quien vino Hercoles a pelear". Se pretende mostrar que la gesta ibérica tiene lugar con anterioridad a la guerra de Troya, de modo que los hispanos conocen una solera mucho más acentuada que la de los restantes pueblos europeos.
En aquella parte de España que se llama Castilla ovo reyes antes de la primera destrucción de Troya. E incluso se llega a afirmar la descendencia del pueblo español de Noé. Un hijo de Jafet, Túbal, el quinto de los siete que engendra, arriba a España tras el Diluvio, siendo el primer habitante del cual vinieron despues todos los españoles, antiguamente llamados cetubals (celtíberos) por su nombre.
La leyenda de los prisci hispani es muy popular entre los humanistas, de hecho aluden frecuentemente a ella en sus historias, tratados y discursos políticos. En el mito están presentes los mismos elementos que en las demás fábulas europeas: tiranos opresores, pueblo esclavizado, libertadores griegos y una toponimia asociada a estos acontecimientos.
Y también mitos en la fundación de villas. Algunas de las villas que fundan son las siguientes. La más próspera es Híspalis (Sevilla), construida por el héroe Hispán (también denominado Yspán e Hispanus), sobrino de Heracles, de quien España heredo según los mitos este nombre.
Y estos mitos también se presentan en la fundación del resto de las naciones y ciudades europeas.
Diego de Valera, hace solo un breve comentario sobre los antepasados de los ingleses al presentar a sus monarcas como descendientes de José de Arimatea, hecho que demuestra su gran entusiasmo por la liberación de Jerusalén y su espíritu de cruzada.
Flandes. La leyenda flamenca de las más interesantes y complicadas de interpretar debido a la complejidad de sus términos constitutivos. Durante la Baja Edad Media, el condado de Flandes pertenece a la casa de Borgoña y conoce las consecuencias de las aspiraciones francesas y del Sacro Imperio sobre la región zelandesa. Previamente había formado parte de los dominios carolingios y, anteriormente, de los romanos; pero a llegada de estos, explica Salazar, en la provincia señoreaba un tirano de nombre no especificado que se creía era hijo del propio Lucifer. Él y su pueblo eran descendientes de los caldeos, y habrían llegado hasta allí tras un largo viaje en el que tan solo demuestran crueldad y agresividad con quienes se encuentran. Están emparentados, también, con el rey Herodes.
Nación y soberanía en la doctrina medieval
El patriotismo. El amor a la patria se nos presenta desde el principio de las religiones. En el antiguo testamento como una característica constante del pueblo elegido, que siente un legítimo orgullo por la predilección divina de que ha sido objeto, así como también por su historia y tradiciones: particularmente significativos, en este sentido, son los libros de los Macabeos.
Macabeos se considera como un documento que abarca la historia de las luchas de los judíos por su independencia en el siglo II a.C.
Macabeos narra el intento de helenizar por la fuerza a los judíos por parte de Antíoco IV Epífanes, un rey de la dinastía seléucida.
Maqqab o Maccabah significa martillo. Es el nombre propio de una familia. Este nombre fue ampliándose a toda a todos los que lucharon por la religión y la patria contra los ejércitos invasores.
Cuando el pueblo de Israel estaba cautivo en Babilonia, sus opresores les pedían que estuvieran contentos y que cantaran canciones de Sión. Y ellos decían: ¿Cantar nosotros canciones del Señor en tierra extraña? Y era tanto el amor por su tierra, que decían: ¡Si llego a olvidarte, Jerusalén, que se me seque la mano derecha! ¡Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no te pongo, Jerusalén, por encima de mi propia alegría! (Salmo 137:4-6 DHH).
S. Pablo proclama con orgullo su condición de israelita y hace un apasionado panegírico de las posibilidades de salvación de su pueblo (cfr. 2 Cor 11,22; Rom 11,1 ss.).
Una muestra es como que Isidoro de Sevilla, 556, 4 de abril de 636, plasma su entusiasmo patriótico en el prólogo de su libro Historia gothorum (Historia de los godos), con el De laude Spaniae (Sobre la alabanza a España), cuyo texto íntegro es como sigue:
De todas las tierras que hay desde Occidente hasta a India, tú eres la más hermosa, oh sacra España, madre siempre feliz de príncipes y de pueblos. Bien se te puede llamar reina de todas las provincias. Tú, honor y ornamento del mundo, la más ilustre porción de la tierra en la que la gloriosa fecundidad de la raza goda se recrea y florece. Natura se mostró pródiga en enriquecerte: tú, exuberante en fruta, henchida de vides, alegre en mieses. Tú abundas de todo, asentada deliciosamente en los climas del mundo, ni tostada por los ardores del Sol ni arrecida por glacial inclemencia. Tú vences al Alfeo en caballos y al Clitumno en ganados; no envidias los sotos y los pastos de Etruria ni los bosques de Arcadia. Rica también en hijos, produces los príncipes imperantes a la vez que la púrpura y las piedras preciosas para adornarlos. Con razón te codició Roma, cabeza de las gentes, y aunque te desposó la vencedora fortaleza Romuela, después el florentísimo pueblo godo, tras victoriosas peregrinaciones por otras partes del orbe, a ti amó, a ti raptó y te gozaron con segura felicidad, entre la pompa regia y el fausto del Imperio. Sentimiento de orgullo nacional de los habitantes de la incipiente España surgidos de la unión de las herencias romana, germánica y cristiana.
El patriotismo como virtud. La Teología moral incluye la patria entre las manifestaciones de la virtud de la piedad, por la que se da la honra debida a los padres y a la patria. Se establece, pues, una relación de analogía entre la familia y la patria, dado que ésta es en cierto modo una extensión y complemento de aquélla. En efecto, la familia no puede bastarse a sí misma, ya que necesita insertarse en una sociedad más amplia, que asegure al individuo las condiciones indispensables para su desarrollo intelectual, moral, social y económico, por lo que se suele hablar en este sentido de una especie de paternidad de la patria «Después de Dios, son también principios de nuestro ser y gobierno los padres, ya que de ellos hemos nacido; y la patria, puesto que en ella nos hemos criado. Por tanto, después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más debemos» (S. Tomás, Sum. Th. 2-2 g101 al). Hastings (1929-2001), historiador insiste en que las naciones no son un invento moderno, que en la mayoría de los casos ya estaban consolidadas hacia el siglo XVI y que en Inglaterra precedió al año 1066. Según el autor, el paradigma de los procesos de construcción nacional se encuentra en Inglaterra. Su desarrollo como nación podríamos rastrearlo hasta los tiempos de Beda el Venerable, quien hacia el año 730 escribió su Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, en la que se hablaba de la historia de Inglaterra como una entidad a pesar de las divisiones que vivía y en la que describía a Inglaterra como una nación. Joaquín Fernández A.: Las raíces profundas del nacionalismo. Las crisis del Imperio y del Papado, expresión de una Cristiandad Universal, que aspira a dominar todo el orbe, abre paso a sentimientos y proyectos más localistas y, en lo político, a la aparición de los reinos como organizaciones políticas que habrían de suceder al Imperio, repartiéndose su vasta herencia. Sobre un soporte territorial, en el que se pretenden encontrar vínculos de identidad cultural (nación), se aspira a detentar un poder legítimo, que encontrará finalmente su consagración en la fórmula rex, imperator in regno suo, anticipo y, probablemente, fundamento del moderno concepto de soberanía.
"El país de un cristiano de la alta Edad Media era el paraíso. El país de Gerberto era el Imperio. El país del Arzobispo de Reims, en 1297, era esa tierra".
La intolerancia y las guerras religiosas. 1- Comunidad de ideas y creencias.
De la formulación de la como comunidad de ideas y creencias, la religión, dentro de un mismo territorio resultará el principio de la concepto de nación. El problema religioso tiene carácter político porque está implícito en el propio concepto de Estado.
La concepción luterana del poder temporal como instituido por Dios y la legitimación de la fuerza del Estado para mantener el orden, hacen fácil su alianza con los príncipes, que vieron en la Reforma una fuente de ventajas políticas y económicas, liberándoles, a la vez, de los poderes del Emperador y del Papa.
Los intereses políticos se mezclan con los religiosos y las querellas religiosas se superponían, en tantos casos, a una lucha por el poder y la orientación que debía revestir su ejercicio.
Durante buena parte de los siglos XVI y XVII, con algunas interrupciones, los europeos se mataron en el nombre de Dios. El nacionalismo medieval enraizado en el cristianismo no era un problema religioso sino político. Partía de una idea utilitaria de la religión al servicio de la construcción nacional. Aunque, los fundamentos de la religión cristiana se reconoce más el Imperio que con el Estado, es más "universitas" que "provincia", pero la Iglesia, con gran sentido de la oportunidad política, contribuyo a la formación de los Estados nacionales, apoyando la fórmula rex imperator in regn.o suo.
La siguiente frase del Ouadrilogue invectif, de Alain Chartier, escritor francés del siglo XV, que en 1422. "Después del lazo de la fe católica, la Naturaleza os ha obligado ante todo a la común salvación del país de vuestro nacimiento y a la defensa de aquella señoría bajo la cual Dios os ha hecho nacer y vivir". No se podía definir más claramente el sentimiento nacional.
Se conocen como guerras de religión los enfrentamientos entre católicos y protestantes en Europa, después de la reforma luterana, en la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII. Suelen enmarcarse convencionalmente entre la paz de Cateau-Cambrésis, en 1559 – "interpretada como una entente entre España y Francia, los dos grandes poderes católicos, para allanar el camino hacia un posible ataque concertado contra los herejes y que desencadenó una reacción calvinista general" (I. A. A. THOMPSON) La purificación nacionalista que estos enfrentamientos ocasionaron, queda recogida en este párrafo de A. J. TOYNBEE: "Las guerras de religión de los siglos XVI y XVII llevaron consigo el impedimento o la expulsión de los católicos de todo país donde el poder cayó en manos de la facción protestante, y el impedimento o la expulsión de los protestantes en todo país donde el poder cayó en manos de la facción católica Las guerras se iniciaron con rebeliones y represiones sociopolíticas. La llamada Guerra de los campesinos (1524-1525), lucha social de inspiración religiosa contra la opresión por los señores y la pobreza, alentada por el movimiento anabaptista de Tomás Muntzer. La rebelión fue violentamente reprimida por la nobleza católica y protestante unida, instigados por el mismo Lutero. La represión fue atroz. Pero antes, los campesinos se habían abandonado a una furia devastadora.
Esta exaltación se empujó con violencia. "¡En pie!, ¡y armaos para el combate del Señor! ¡Ya es tiempo! Dad prisa a vuestro hermanos, que no se rían de los testimonios divinos; si lo hacen, todos perecerán. Todo el país alemán, francés, romano, está despierto. El Señor quiere actuar y la hora de los malos ha llegado… ¡Adelante! ¡En pie! ¡En pie! ¡En pie! Ya sonó la hora. Los malvados son cobardes como perros… ¡En pie! ¡En pie! ¡En pie! No os dejéis ganar por la piedad. No miréis la miseria de los impíos. Os rogarán y os suplicarán tan tiernamente como niños. No os dejéis apiadar… ¡En pie! ¡En pie! ¡En pie! Ya sonó la hora… ¡En pie! ¡En pie! ¡En pie!, mientras el fuego arde. No dejéis enfriar vuestra espada. No dejéis que se paralice. Forjadla en el yunque de Nemrod… Mientras vivan (los señores) no podréis desembarazaros del temor. No se os podrá hablar de Dios mientras gobiernen. ¡En pie! ¡En pie! ¡En pie!, mientras todavía tenéis luz. No os dejéis asustar. Dios está con vosotros". Y firma: Tomás Muntger, un servidor de Dios contra los impíos.
Las cartas particulares de Lutero sobre la dominación de la revuelta no conocen piedad. El 30 de junio de 1525, escribe: "Sobre la indulgencia que se desearía para los campesinos: si es que hay inocentes entre ellos, Dios sabrá protegerlos y salvarlos, como hizo con Lot y Jeremías. Si no salva es que son criminales. Mi sentimiento es claro. Más vale la muerte de todos los campesinos que la de los príncipes y magistrados… Quien haya visto a Muntzer bien puede decir que ha visto al diablo encarnado en su mayor furia. Oh Señor Dios, si reina un espíritu tal entre los campesinos, ya es hora de degollados como a perros rabiosos".
Algunos ejemplos de intolerancia religiosa. El saqueo de la catedral de Montpellier por los hugonotes, y los católicos del duque de Guisa pasando a espada a los protestantes en la Iglesia de Vassy. La noche del 23 de agosto de 1572 en París una masacre de hugonotes conocida como la matanza de San Bartolomé. Catalina de Médicis, que regía Francia durante ambas carnicerías, que era el más fuerte, escribió: "Cuantos más muertos, menos enemigos".
También en Inglaterra. La persecución de discrepantes que emprendió Jacobo 1º. La política religiosa de Felipe 11 en los Países Bajos, donde proclamó que sólo toleraría una religión, enviando al Duque de Alba (1567-1573) que, a través del que la historia conoce como Tribunal de sangre, instauró un régimen de terror; o la Guerra de los Treinta Años, que comienza como conflicto religioso y termina siendo una lucha por la hegemonía europea.
2-La guerra de los treinta años.
Los historiadores coinciden en sus causas más evidentes: el conflicto religioso entre protestantes y católicos, así como la emergencia del calvinismo; la crisis en el seno del sacro imperio romano Germánico por las crecientes ambiciones de los príncipes y arzobispos que integraban la dieta de electores, y las rivalidades entre dos grandes dinastías: los Habsburgo de España y Austria, con la reciente casa de los Borbones de Francia.
Estos factores animaron el enfrentamiento; pero en aguas más profundas había corrientes encontradas, y fuerzas emergentes chocaban con viejas instituciones. Europa transitaba del medievo a una incipiente modernidad.
A principios del siglo XVI tuvo lugar en el espacio germánico una profunda escisión religiosa, que a diferencia de los movimientos campesinos del siglo XIII y de previos intentos de renovación del catolicismo, contó con el respaldo de factores importantes de poder, los principados y obispados del centro y norte de Alemania.
El sacro imperio romano Germánico, ante la creciente oleada de cambios políticos y sociales, lucía como un anacronismo disfuncional o como un conjunto de partes que no constituía un todo coordinado aparentemente por una dieta de electores con atribuciones mal delimitadas, estaba destinado a colapsarse.
A la cabeza del imperio, la dinastía católica de los Habsburgo perdía su influencia sobre el complejísimo mosaico de principados, arzobispados y ciudades libres, dotados de una creciente riqueza y aspiraciones de mayor autonomía.
La reforma religiosa planteada por el monje agustino Martín Lutero en 1517 había ido más allá de las cuestiones de dogma y de las desviaciones de la iglesia, para convertirse en una rebelión en contra de la desgastada estructura del orden medieval: un imperio unitario basado en una sola religión cristiana. no solamente en Sajonia, sino en más de una docena de principados y ciudades alemanas, entre 1523 y 1540 el luteranismo se expandió con gran fuerza, y las tierras y propiedades de la iglesia católica fueron expropiadas, y sus clérigos, reemplazados.
Tres décadas más tarde del estallido de este conflicto se alcanzó en 1555 un acuerdo con la paz de Augsburgo, por el que se reconoció por primera vez la coexistencia en el espacio germánico de dos religiones institucionales: la católica y la luterana.
Este acuerdo fue tan solo una tregua que aprovecharon los dos campos contendientes para prepararse para la confrontación definitiva.
La paz de Augsburgo incluyó además reformas y prescripciones seculares sobre cuestiones económicas y tributarias. Muchos de los "artículos considerados religiosos, en realidad no definían cuestiones de doctrina y se buscaba con imprecisión deliberada llevar a los seguidores de las dos religiones en conflicto a coexistir en el mismo marco legal".
Pero habia una serie de conflictos soterrados que desembocaron en una terrible guerra entre otros.
Según la paz de Augsburgo, los eclesiásticos que abandonaban la fe católica para convertirse al protestantismo no podían conservar ni sus propiedades ni los beneficios eclesiásticos. Muchos se negaron a respetar esta limitación. La aparición del calvinismo y su extensión por el Sacro Imperio, que suponía una ruptura del equilibrio de fuerzas y una tensión constante. La actividad de la Compañía de Jesús, que recuperó para el catolicismo territorios en el Sur de Alemania y en Centroeuropa. La libertad religiosa a los protestantes de Bohemia concedida por el emperador Rodolfo II, mediante la Carta de Majestad (1609), para contrarrestar el avance católico.
La elección imperial de Fernando de Estiria, ya que había sido educado por los jesuitas y era partidario de reprimir el protestantismo. La alianza de las dos ramas de Habsburgo. La creacion en 1608 de la Unión Evangélica protestante, formada por los príncipes del Palatinado, Brandeburgo, Baden, Wurtemberg y Hessen. Y un año después, se fundó la Liga Católica, liderada por el duque Maximilianode Baviera quien, en principio, aspiraba a una posición preponderante en el Imperio, frente al emperador. En este contexto, podemos situar el inicio del conflicto en la política antiprotestante del emperador Matías en Bohemia, seguida de la decisión de Fernando, heredero al trono de Bohemia, de abolir la Carta de Majestad. La reacción no se hizo esperar, Bohemia, de mayoría protestante, convocó una Dieta en Praga en 1618. En el curso de la celebración de la Dieta, los bohemios apresaron a los emisarios del emperador y, los tiraron por la ventana, en lo que se conoce como la Segunda Defenestración de Praga. A raíz de estos sucesos, estalló la rebelión, que se extendió rápidamente a Moravia y Hungría.
Holanda que decidió romper la tregua con España y dar refugio a quienes se habían rebelado contra el emperador, por dos motivos:
El fortalecimiento de los Habsburgo en Alemania, aliados de España.
Los continuos enfrentamientos en las colonias con la Monarquía Hispánica. Las tropas españolas enviadas para castigar a las provincias iniciaron la campaña con grandes victorias, especialmente la de Breda en 1625. La respuesta holandesa fue hacerse con el apoyo de Inglaterra, Francia y Dinamarca. Si bien la intervención de Inglaterra y Francia es claramente comprensible, cabe preguntarse ¿por qué intervino Dinamarca? La respuesta es sencilla, Cristián IV deseaba ganar influencia en Alemania. Por tanto, el enfrentamiento era múltiple y ponía en juego diferentes intereses.
Europa en el siglo XVII atravesaba un proceso de consolidación de los estados dinásticos, y emergían nuevos poderes que buscaban su legitimidad jurídica y política. El creciente poderío del reino de Francia; la emergente influencia del reino de Suecia; la revuelta en los países Bajos en Contra del dominio de España, así como las crecientes ambiciones de los principados y obispados alemanes, tenían, junto con la rebelión protestante, un adversario común, que frenaba sus ambiciones y su desarrollo: los Habsburgo y su alianza con el papado. La guerra estalló en 1618 en Bohemia, y desde entonces el centro de Europa se convirtió en el escenario de un prolongado y sanguinario conflicto.
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