Bases psicoanalíticas y analíticas, sobre el folklore y sus derivados (página 3)
Enviado por Fernando Romero
En relación con esta forma de representación, podemos pensar la dinámica y la economía de las "relaciones tempranas de objeto" (Klein, 1928-1952), pues ocurren justamente con objetos parciales: pecho y pene "buenos y "malos" y representaciones del Self también parciales y en acepción de selfs "buenos" y selfs "malos". Esta forma de representación ya se refiere a relaciones sujeto-objeto e incluyen un matiz emocional, en aras de, como se decía antes, permitir al neonato aprender a relacionarse con el objeto, según el tipo de emoción que se despierte ante determinadas situaciones, dado que se requiere de cierto grado de organización emocional y desarrollo cognoscitivo, para relacionarse con el otro, según la dinámica de la ambivalencia. Coherente con la propuesta de Perner, estas experiencias ya entran dentro del rango de una forma de representación que ocurre casi simultáneamente con las anteriores de "modelo único", pero teniendo un grado mayor de complejidad: incluyen la representación del self, la representación del objeto y una representación de ambos en relación. Es decir, marcan el inicio de las "representaciones de modelos múltiples" (Perner, 1988)
Quizás el trabajo mismo del parto, hiperestimula e induce en el feto una respuesta coherente, también refleja, con la cual puede instintivamente armonizarse o no, según la finalidad expulsiva de las contracciones de la parturienta. Durante el momento mismo de la expulsión una salida más o menos a presión estimula por contacto todo el contorno del cuerpo, y precede a un nuevo contacto-estimulación, o se repite para el aseo y para retirar los restos de placenta. En breve ocurre una estimulación dolorosa por la aplicación de gotas de nitrato de plata en los ojos. Toda esta experiencia será vivenciada y, probablemente impresa, a través de los "registros neuronales" (Freud, 1895) luego, la acumulación por adición de otras experiencias que se refieren a las funciones fisiológicas como lo es, en primer lugar la respiración con la inhalación y la exhalación subsecuente. Acto seguido, el registro y representación de las experiencias de alimentación y defecación, diferentes experiencias empezarán un cierto proceso de organización natural, discriminativo con relación a los afectos concomitantes: placenteras y displacenteras. Esta forma de clasificación de las experiencias sirve de cimiento, por cercana, a la capacidad de "seriación" de la que habla Piaget, (1964) para todo el desarrollo posterior de organización creciente y sistemática de la experiencia emocional y cognoscitiva. Desde sus acepciones placenteras, "buenas", en tanto que equilibrantes y displacenteras, "malas", por desequilibrantes o porque no ayudan a la recuperación de equilibrios, el neonato queda confrontado en su inermidad, frente al displacer en general, y frente a la "tensión de necesidad" en particular. Es decir, el intelecto naciente se ve acicateado por ese hecho, e inicia un nuevo requerimiento para la organización de las vivencias con un matiz incipientemente moral: pues las separa en "buenas" y "malas". La escisión informa de la topografía del naciente "Espacio intrasubjetivo" y del "Mundo interno". Estos son un producto de la acumulación de representaciones y consecuencia de las primeras acciones reflejas y estímulos que, circunstancias originarias, inducen. Y también, es lógico, son traducidas a lenguaje psicológico: representacional. Y es que la manifestación de lo instintivo –libido y agresión- induce reacciones reflejas y movimientos azarosos al servicio de la descarga, los cuales necesariamente van acompañados por sus concomitantes reacciones emocionales, producto de la estimulación que se capta y percibe dentro de un espacio indiferenciado exterior-interior, según sean agradables o desagradables.
Esos primeros intercambios, ya "codificados" en "lenguaje psicológico", en forma de representaciones, inauguran una forma de organización creciente de la experiencia perceptual, pues son el resultado del desarrollo de las primeras formas emocional-cognoscitivas de las experiencias musculares y de contacto durante el parto y las primeras experiencias fisiológicas de incorporación-expulsión: inhalación-exhalación, encargadas de "echar a andar" el sistema respiratorio. Quizás ocurre lo mismo con las demás funciones y fenómenos, es decir, se registra el propio llanto (ruido que se expele-proyecta) al escucharlo (ruido que se incorpora-introyecta); el contacto para asear al neonato; la primera experiencia de alimentación-incorporación; la primera experiencia de defecación-expulsión, etc., con sus respectivas sensaciones y emociones asociadas: malestar, tensión, bienestar, aquiescencia, etc., los representacionales psíquicos de las experiencias fisiológicas, mediatas e inmediatas, son los procesos de introyección y proyección. Tienen, entonces, esos representacionales, también en el principio un carácter "fundante" y, junto con la escisión, constituyen unas funciones simultáneas, frontera entre la organización emocional y el inicio de la actividad cognoscitiva. Seguramente, así comienzan las primeras formas de memoria ontogenética: la memoria procedimental o de las acciones y la memoria episódica o emocional-asociativa (Ruiz Vargas, 1994) De cada estímulo percibido, desde lo interoceptivo, como desde lo exteroceptivo, desde que nace el ser humano, probablemente a partir de la experiencia del parto, -quizás desde antes, cuando un cierto equilibrio del feto se ve "arrastrado" y modificado por los cambios bioquímicos en el torrente sanguíneo que nutre al producto, por cambios de humor y reacciones emocionales de la embarazada y que pueden obedecer tanto a causas intrasubjetivas, imaginarias o reales intersubjetivas, modifican y alteran sus equilibrios-, dando lugar a desarrollos, producto de ciertos registros y su organización sistemática y creciente, quizás, "imagen" que conocemos como "representaciones".
Tal vez sería pertinente otro nombre, para contenidos de información aún no "digerida" que no sabemos si es correcto denominarlos propiamente como "imágenes". Freud (1895) propuso el concepto de "representaciones cosa". Estas son precedidas por las "huellas mnémicas" o "ánlages" que son resultado de "registros neuronales" investidos con libido o agresión y que captamos a través de todos los órganos de los sentidos. Las "representaciones cosa" son registros de eventos que impactan con cierta intensidad, "formas" ("pictogramas" según Aulagnier) de naturaleza visual o no, al menos, no verbal y que contienen información respecto de experiencias (quizás prenatales) perinatales y tempranas, que es muy difícil de dilucidar hasta dónde se refieren a estimulación y/ o a información propia de la especie transmitida genéticamente. Porque la primera "experiencia" perceptual susceptible de ser inferida mediante la observación directa de un investigador, es tal como observara Spitz, (1965), de "contacto", de tipo cenestésico. Independientemente de que teóricamente le diésemos crédito o no, a la posibilidad de "registrar" en algún órgano neuronal, in útero, al feto a nivel pre natal. Pero, incluso a nivel peri-natal, ya es posible aseverar que una serie de estímulos pudieran quedar registrados, en una naciente forma de "memoria procedimental": impresiones producto del contacto, la presión, sensaciones térmicas y epidérmicas, musculares y de los movimientos; estas últimas, además, se asocian con sensaciones vestibulares por los cambios de posición. Y, en tanto que las "necesidades" de "registrar" son disparadas por lo emocional y la tendencia natural humana hacia la integración, ocurrirá también que se formen "registros" de lo afectivo dando lugar a la organización de la forma de memoria de tipo "emocional-asociativo" o "episódico" (Ruiz Vargas, 1994; Bleichmar, 2001) Entonces, es bien probable que haya formas de registro de la información que llega por vía de cada uno de los órganos de los sentidos y, por tanto, representaciones del tipo "modelo único" respecto: cenestésicas, vestibulares, táctiles, gustativas, olfativas, auditivas y visuales. Quizás con predominio de unas sobre otras, dependiendo de las circunstancias, e incluso más significativas, dependiendo, tanto del temperamento, como de las vías privilegiadas en cada sistema genético heredado; pero más o menos siguiendo ese orden.
Gran cantidad de información se va organizando de manera natural porque se asocian experiencias "placenteras", como Freud, (1895), previó: en el "Proyecto de Psicología para neurólogos"; "La interpretación" (1900); "Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psicológico" (1911) y "Más allá del principio del placer" (1920), en tanto que facilitan la recuperación de equilibrios (Piaget, 1964) y son la base para el desarrollo de la inteligencia sensoriomotriz e intuitiva.
Un argumento a favor de la idea de que, en efecto, ocurren esas formas de registro llega a través de un modelo teórico paralelo al Psicoanálisis: La Escuela de Ginebra de Piaget y su concepto de las "reacciones circulares" (Piaget, 1964), las cuales, en la dinámica de "asimilación" y "acomodación", hacen posible la "transformación" interna del niño merced a la construcción de "estructuras variables" al servicio de formas de "adaptación" cada vez más eficiente respecto del medio tanto interno, como externo y al cual también "transforman". Lograr una manera superior de adaptación permite avanzar hacia dinámicas de equilibrio más "móvil" (Piaget, 1964) equilibrio dinámico.
Las experiencias "displacenteras" en tanto que dolorosas, es decir, que provocan desequilibrio o no ayudan a recuperarlo, también, por lo mismo, serán registradas. Sólo que con un afecto apropiado, de miedo-agresividad; serán, pues, investidas con energía de odio. Por tanto, la primera forma, las experiencias placenteras y equilibrantes, se energizarán o catexiarán con libido. Para teóricos como Melanie Klein (1935) y Ronald Fairbairn (1951), el origen de la estructura endopsíquica básica, es justamente así. Entonces, son la base o cimiento de lo que Klein (1928-1935) llamó "Mundo Interno".
El origen del "Mundo Interno" lo integran representaciones múltiples del propio Self y del objeto. Y como ya veíamos, de selfs tanto "buenos", como "malos"; e igualmente, de objetos "buenos" y "malos", tantos, como representaciones de la experiencia con los objetos se hubieren desarrollado, porque selfs y objetos están unidos por asociación: "… por una doble ligadura de libido" (Fairbairn, 1951-1962) Equivale a decir que, el cimiento del Mundo Interno es un conglomerado con una organización primaria u originaria (de alguna manera fragmentado, no integrado o no intercomunicado, por eso escindido) de representaciones; como un espacio lleno de representaciones "moleculares": un self, un objeto, un afecto y un impulso instintivo; "moléculas" las cuales, no obstante el grado de organización intramolecular, están escindidas e inconexas unas con otras. Representaciones de selfs y objetos en relación: pechos-bocas, mano-piel, etc., mientras que no ocurran los procesos de integración pesquisable que Klein ubica como factibles a partir de la "posición depresiva" y la tendencia natural e innata hacia la integración que ella misma observó al servicio de la supervivencia (Klein, 1930) La tendencia hacia la integración estimula la actividad mental y la orienta a lograr un predominio dentro del Mundo interno, de representaciones de acepción "buena" sobre otras de acepción "mala", así como la formación de conglomerados de objetos parciales que sirven de cimiento, merced a las funciones de integración y síntesis tempranas, para el desarrollo de representaciones posteriores de objetos totales y, por último, gracias a los procesos de desarrollo y maduración, así como a la organización de la percepción, en su sentido diacrítico (Spitz, 1965), de objetos "persona".
Hablando en términos de economía energética, esto es muy coherente con la idea freudiana de que el "Principio del placer" y el "Principio de constancia" (Freud, 1895-1911) eran propuestas que servían de base a la teoría económica. Por tanto, un lógico "ahorro" de energía psíquica, es producto de una organización creciente que se manifiesta por medio de la generación y autogeneración de representaciones, su diferenciación y clasificación, al menos de "seriación", en un principio. De no ser así no habría aprendizaje.
Pero bueno, toda esta teorización, tiene como finalidad sustentar que ante situaciones traumáticas: durante el sueño o bajo presión, ni siquiera es necesario estar emocionalmente enfermo; es decir, no es necesario padecer un trastorno, propiamente tal para que, eventualmente, se estimule cierta tendencia a la regresión y que, en ocasiones, evoque ideación y emociones que fueron las de aquellos niveles tempranos de organización de la experiencia mental, de tal manera que se recurra a la estrategia "Divide y reinaras". La posibilidad, por lo demás clínicamente comprobada, llevó a Klein al desarrollo de su "Teoría de las posiciones esquizoparanoide y depresiva" (Klein, 1935-1940-1946)
La escisión, fundante en su origen, o sea, "génesis" (Piaget, 1964) de la "estructura endopsíquica básica" (Fairbairn, 1951), se convierte, entonces en una alternativa, gracias al desarrollo de funciones yóicas de orden crecientemente cada vez más complejo y especializado como la inteligencia y, especialmente, el razonamiento abstracto, en forma de proceso defensivo ("estructura") cuyo efecto es contundente ante ciertas experiencias también de intensidad considerable sin tener que prescindir de la inteligencia, no así de la consciencia moral. Experiencias del tipo que provoca un impulso automático de naturaleza animal, ya sea agresivo o sexual, que estimula al ataque o la huida, de acercamiento sexual o de apoderamiento y sometimiento del, o al, "otro", de manera incluso forzada, violenta, para cuya descarga la economía de la represión es un contratiempo; influido por las contradicciones de la cultura contemporánea, el ser humano ha encontrado en la escisión, una válvula de escape para el drenaje de energía impulsivo instintiva, que las funciones del Yo, con miramiento por la realidad y las prohibiciones del Superyó -salvaguarda el equilibrio intrasistémico del Aparato mental freudiano (1923)-, con respecto a determinadas acciones y satisfacciones.
Podríamos, entonces, decir que la escisión como una defensa se reactiva, por regresión, ante los estados confusionales que provocan las contradicciones de la moral cultural contemporánea y la fuerza de los impulsos instintivos que terminan por encontrar la forma de evadir la represión, abriendo brechas y fisuras en el sistema del Yo y diluyendo las funciones del Superyó instancia. Evidentemente que existen formas graves de trastorno, que son resultado de una preorganización precoz provocada por traumatismos improcesables, muy tempranos (que se imprimen en formas representacionales de "modelo único" o, a lo sumo de "modelos múltiples") como lo son los episodios de "depresión anaclítica" (Spitz, 1965) o los de "psicosis simbiótica" (Mahler, 1951-1952), etc.
Pero esos trastornos graves también pueden ser producto de traumatismos por vivencias erotizantes y/ o agresivas actuadas contra menores por adultos desequilibrados que por su carácter hiperintenso se fijan en formas no simbolizadas. O sea, experiencias que, además, dejan una "herida narcisista" en el niño y que nunca termina de cicatrizar, en la estructura del Self; u otro tipo de traumatismos que resultan superiores a los recursos del Yo en etapas comprendidas entre el Edipo y la adolescencia, provocando detenimientos y desviaciones en los procesos de estructuración "normal". Este tipo de traumatismos de poder desorganizante, quizás hasta después de la adolescencia, pueden provocar un impacto tal, como el que ocurre ante experiencias de violación y secuestro, que provoquen un alto riesgo de dilución o derrumbamiento, por traumatismo, de la estructuración del "Aparato mental" ya consolidado.
Concluyendo, la escisión poco a poco se va erigiendo como un recurso de defensa del Yo primitivo o del Self, que incide directamente sobre la economía mental, permitiendo formas de descarga de los impulsos instintivos, según modelos originarios de representación, es decir, de manera no simbolizada, y que operan al servicio de la recuperación de equilibrios, siguiendo una dinámica fisiológica del tipo homeostático, y, por ende, al margen de la economía de la represión. La única forma de contención posible sin desorganización emocional, está dada por la regresión y el desplazamiento de la investidura al cuerpo y entonces su "costo" es que reactiva inscripciones de lo no simbolizado cuya manifestación ocurre somáticamente. Por tanto, son la base de la alteración psicosomática.
B. Sobre el aislamiento afectivo.
Dice un refrán: "Es más duro que la piedra de machucar muertos" (Pérez, 2002) El "aislamiento afectivo" es un mecanismo de defensa asociado con la rigidez y es principalmente empleado en las formas de organización neurótica de la forma obsesivo compulsiva. Fenichel resalta el hecho de que este tipo de paciente no olvida el trauma patógeno, pero "ha perdido la huella de sus conexiones…", es decir el trauma queda "aislado" de todo aquello que podría permitir comprenderlo y, por ende, tramitarlo. Observa este autor que el trauma queda también aislado "… de su significado emocional" y eso hace muy fuerte la resistencia del paciente para aceptar cualquier intento de demostración de las conexiones que el analista intenta, Esto lo lleva a considerar "… que lo que aquí actúa es… una contracatexis…" cuya "… acción consiste en mantener separado [aislado] lo que en realidad corresponde que esté unido". Y enseguida agrega:
"A veces el paciente intercala intervalos reales de espacio o de tiempo entre las dos esferas que se trata de mantener separadas. Los intervalos espaciales son dispuestos de tal modo que… [En tanto que podrían llevar a las ideas que se afana en mantener desligadas] no pueden tocarse entre sí, o bien se les asigna un orden determinado, que… [Garantiza mantenerlas] a cierta distancia [una de la otra] Los lapsos intercalados son planeados [inconscientemente] de tal modo que después de un acto sigue un intervalo que le impide chocar con cualquier otro acto. El acto de medir estos intervalos de tiempo constituye a veces uno de los factores determinantes de una compulsión neurótica de contar.
Tiene importancia práctica el caso del paciente que obstaculiza todo efecto terapéutico de su análisis manteniendo "aislado" todo el análisis. El paciente acepta el análisis únicamente mientras se halla tendido en el sofá, [acostado en el diván o en la dinámica del setting terapéutico] pero lo mantiene aislado del resto de su vida. A veces… necesitan comenzar y finalizar su hora de análisis con ciertos rituales, [como en una suerte de "abrir" y "cerrar" con "membranas impermeables", con la intención de "atrapar" dentro de ese espacio y desvirtuar lo visto y hecho dentro de la sesión, separándolo del espacio "real" externo, y otorgándole el estatus de "irreal" o no válido para el exterior] Aísla, [pues], las sesiones analíticas [lo "irreal"] de aquello que ocurre antes y después de las mismas [lo "real"]
El caso especial más importante de este mecanismo de defensa es aquél en que una idea es aislada de la catexis emocional originalmente vinculada a ella. […] [el obsesivo] se conserva tranquilo al trazar los acontecimientos más apasionantes, [alegres, tristes, dolorosos o enojosos], pero luego, a propósito de un asunto completamente diferente [ocurre una infiltración], despliega una emoción incomprensible, sin darse cuenta de que la emoción ha sido desplazada [ya sea que se hubiese mantenido aislada e inconexa con todo en lo consciente o que se sobrenergice exigiendo su drenaje original en una nueva situación o que retorne desde lo inconsciente reprimido: [generalmente, furia, indignación, temor, desconfianza o celos] Contenidos ideacionales en extremo censurables… deseos de muerte o deseos incestuosos, pueden hacerse conscientes en forma de obsesiones, porque el… obsesivo es capaz de sentirlos como simples pensamientos, aislados, con las debidas seguridades [a salvaguarda de poder actuarlos], de la motilidad. La falta completa de afectos… característica de ciertos… obsesivos, y que crea una seria dificultad en el tratamiento, se basa en un aislamiento de este tipo. [Algunos]… son capaces de sentir cabalmente sus emociones, pero tan sólo mientras pueden simular de algún modo que están representando simplemente un papel, o bien realizando ciertos experimentos mentales, o cualquier cosa por el estilo, es decir, mientras sus emociones se mantienen aisladas de todo aspecto de "seriedad". (Fenichel, 1966)
O sea, mientras no le signifique al sujeto una amenaza, un compromiso emocional ante el cual se sienta expuesto y poco hábil. El aislamiento tiene que ver con la adopción inconsciente de una estrategia: la hiperlibidinización del pensamiento como "acción" evidentemente "reversible" en el sentido piagetiano del término (hacer sólo lo que se pueda deshacer), en contraste económico con una disminución de, o una pobre libidinización de las acciones, pues muchas de ellas pueden ser "irreversibles". (Piaget, 1964) De hecho Piaget otorga una importancia central a la "reversibilidad" en asociación con el desarrollo de la inteligencia. Y es que el paradigma de la reversibilidad es el pensamiento: lo que solo he pensado, aún no lo he hecho (en la toma de decisiones en las empresas que se sobrevaloran las acciones, se manejo esto como "chaquetas mentales") Por tanto, como un recurso que previene y, en ocasiones, anula la posibilidad de tener que actuar y enfrentar situaciones imprevistas que preceden a sus consecuencias y emociones lógicas concomitantes. Si a esto le aunamos una buena educación académica y la herencia de un buen cociente intelectual, podemos entender que el aislamiento se refuerza con la anulación, la racionalización y la intelectualización, por eso el obsesivo puede "simular", actuar de manera racional-emocional: piensan, deducen, evalúan, deciden y asumen la conveniencia de aparentar las emociones lógicas esperadas en un momento dado, con un fin u objetivo.
El aislamiento separa y mantiene inconexas actividades y ámbitos completos. Fenichel observa el aislamiento que hacen ciertos niños entre la escuela y el hogar. Pero también mucha gente aísla los ámbitos de trabajo y, de hecho, las "ciencias", en aras de la objetividad, con su "método científico", aconsejan no mezclar las emociones con el trabajo, sobre todo, con el trabajo intelectual (¿cómo diablos se puede hacer eso… si no se es demasiado obsesivo?)
Tallaferro (1983) observa que este mecanismo: "… hace que se considere separado… lo que originalmente estaba unido en realidad" [y que, en lo inconsciente, lo sigue estando]; y lo argumenta diciendo que el sujeto en cuestión, se ocupa de reprimir, desalojando de la consciencia, la relación que existe entre el síntoma y la escena traumática fantasmatizada por el deseo propiamente tal, que devino en conflicto. Esto provoca que el paciente sienta su síntoma como separado, entre la experiencia emocional y la ideación, y sin la posibilidad de entender justamente la relación que, de hecho, existe entre el deseo y la escena traumática con respecto del síntoma.
Entonces, la diferencia principal con respecto a la escisión, radica en el hecho de que el aislamiento, es un recurso defensivo que funciona gracias a la preservación de la posibilidad de reprimir: se reprime una relación, aquella que existe entre la dupla: deseo-acercamiento a la madre de manera sensual y escena traumática-angustia de castración depositada en la figura del padre indignado. El síntoma deviene en una separación de ternura y sensualidad. Por tanto, es un fenómeno que, en efecto, ocurre dentro de la economía de la represión. El sujeto que aísla, conserva la capacidad de simbolizar, cosa que no ocurre en la economía de la escisión. Uno de los ejemplos más claros para el aislamiento es el del sujeto que no puede permitirse una sexualidad libre, espontánea y gratificante con su pareja o esposa, porque tal posibilidad le reactiva el conflicto de un complejo edípico no resuelto, el cual fue acallado separando la ternura de la sensualidad, mismas que separó en su oportunidad, para reprimir el deseo erótico por la madre y conservar la ternura por ella en la consciencia. En este sentido, simbolizó: que la ternura es un afecto factible de sentir por la madre y sus subrogados: mujeres no sensuales, tiernas, maternales y maternantes; que el erotismo y la sensualidad son sentimientos sucios, impuros e indignos y hasta despreciables, y, entonces, se puede permitir sentirlos sólo con mujeres que él automáticamente se ve orillado a concebir como inferiores, devaluadas, degradadas y hasta despreciables. El obsesivo por lo regular, sabe de manera consciente lo que le ha provocado sus síntomas. O sea, las más de las veces, tiene claro que no puede permitirse la sexualidad no procreativa con su pareja, porque para él la sexualidad es algo sucio y pecaminoso. Y su esposa, por lo demás, es la "madre de sus hijos". Pero lo que no es consciente en él, es que está equiparando a su pareja con su propia madre y que eso le reactiva un antiguo complejo: el sustentado por la angustia de castración, por un lado inconsciente, y por el otro, es consciente y se siente culpable de que daña y lastima con su reticencia sensual e infidelidad. Y esto probablemente obedezca a que conserva en lo inconsciente una parte de enojo con la madre, a la cual vivió anempáticamente frustrante de su deseo sensual, ya por la misma fuerza de su temperamento, acaso por los conflictos neuróticos de ella y que principalmente resaltan durante el entrenamiento esfinteriano, o como propone Lacan, por el plegamiento incondicional de la madre a "la Ley del padre" (testimonio verbal del Dr. Néstor Braunstein, Facultad de Psicología, Posgrados, UNAM. 1985)
La estrategia implica un alto "costo". El paciente tiene que reactivar un recurso temprano y primitivo: para poder instrumentar la separación entre la ternura y la sensualidad: tiene que recurrir a las formas primitivas y tempranas de escisión. Y entonces, a las representaciones de objeto pre ambivalente: cuando el bebé se "ahorra" las complicaciones que supone el hecho de amar y odiar al mismo objeto. Amarlo desde las experiencias de gratificación y odiarlo desde las experiencias de frustración, porque el aislamiento demanda dividir a las mujeres en "buenas" o maternales y "malas" o sensuales. En "El fetichismo" (1928) y en "la escisión del Yo" (1941) Freud mencionó que en ciertos casos de "desdoblamiento del yo" había un contenido displacentero que se mantenía "aislado" del resto de la personalidad. A diferencia del fetichista, si el obsesivo que aísla sensualidad de ternura no "se apoya" en estas formas de representación, si bien escisiones sobre objetos "persona" y no sobre objetos parciales como aquél, no puede "escotomizar", reprimiendo, el lazo de unión o relación lógica entre el síntoma y el deseo más la escena traumática. Esta última representada por la reacción fantasmática (en el mejor de los casos, porque hay padres paranoides que actúan la rivalidad con el niño, por ejemplo según reacciones irracionales de celos) supuesta en el padre por el niño: que lo "castrará" y no nada más en retaliación y por sus deseos impuros, sino porque los despliega con respecto de su propia madre del sujeto y esposa de aquél. Ante el conflicto ambivalente, Freud mencionó en "la interpretación de los sueños" (1900) el "aislamiento" como un intento de resolver el conflicto, "escindiendo" los sentimientos contradictorios de manera sustitutiva, de modo que se desplazan los sentimientos de odio hacia otra persona y así se puede preservar al objeto desde el sentimiento de amor. Y en la misma línea podríamos pensar el desplazamiento fóbico. El objeto fobógeno se convierte en depositario, por proyección y desplazamiento, del temor que la fantasía erótica o agresiva respecto del objeto, despierta como consecuencia de la realización del deseo y el conflicto concomitante. De esta manera se convierte al objeto de la fobia en depositario "persecutorio" y se salvaguarda la relación con los objetos originales de conflicto.
En "El problema de la ansiedad", Freud (1936) menciona un modelo normal de "aislamiento" y su origen en el proceso de pensamiento lógico, en el cual se eliminan sistemáticamente las asociaciones afectivas justamente por subjetivas. Quizás por eso Lacan consideraba "el pensamiento como una enfermedad" (Vanier, 1998-1999) La obsesividad es entonces una exageración caricaturizada de la forma normal del pensamiento lógico objetivo.
1.1.1. C. Sobre la disociación.
Dice otro refrán: "Andemos como de día, honestamente", (Pérez, 2002), o sea que de noche puede uno no hacerlo. Quizás al abrigo de que: "En la noche todos los gatos son pardos", es decir, a lo mejor no nos reconocen. La "disociación" es una defensa del Yo por derecho propio. Defiende contra un fenómeno netamente psicológico: el deseo. La disociación, como toda defensa surge por necesidad de aseguramiento o salvaguarda ante la angustia que provoca el deseo erótico, respecto del padre del sexo opuesto y el hostil contra el padre del mismo sexo, durante la economía y la dinámica de la situación triádica edípica. El sujeto disociado echa mano de una especie de recurso fantasmático de "duplicación" de sí mismo, en donde es su "otro" yo, el que, en tal caso, se permite la fantasía y "realización del deseo", e incluso la "actuación" del mismo, ya sea sensual, ya sea agresivo y que conscientemente se rechaza, pero que es factible en la disociación por desplazamiento hacia una figura subrogada del objeto del conflicto. Es éste un recurso específico de la histeria, a la cual otorga, incluso, nombre en una de sus formas: la histeria disociativa. La represión nuevamente, juega un papel central en el proceso disociativo. Es imprescindible que ejerza su función "desalojando" de la consciencia el deseo y enviándolo al inconsciente. Es precisamente de allá de donde retornará, y, de manera similar al aislamiento, se "apoyará" en las formas primitivas de la escisión, según la acepción de "escisión vertical" (Kohut, 1971), en este caso, de las representaciones del Self, para evadir la economía de la represión y lograr manifestarse en la consciencia, sin que la otra parte del Yo, la cual se preserva dentro de la economía de la represión, pueda percatarse de su presencia.
En efecto, el "costo" es también elevado. En esencia, por el riesgo: la economía de la escisión cuya polaridad energética (Eros-Thánatos) es más drástica, en el sentido de que alcanza una forma de equilibrio menos móvil, más cristalizada y estática, la propia de la hegemonía y predominio de la pulsión de muerte, puede "absorber" gradualmente a cada vez más "partes" de la personalidad y conducirlas hasta las formas de funcionamiento de la economía de las escisiones, acercándose también cada vez más al tipo de estructuración de la esquizofrenia sin que necesariamente ocurra (Buñuel lo capta y lo transmite magistralmente en su película "Bella de día") Es ya dentro de este proceso, en donde surge el fenómeno de "personalidad múltiple": reactivación de representaciones "múltiples" de selfs y objetos, primero "persona", pero luego por regresión, de "objetos parciales". Porque conforme el proceso es atraído centrípetamente hacia el centro de la economía de las escisiones, se reactivan las representaciones de objetos y selfs también parciales según una forma de escisión no ya solamente vertical.
En conclusión, mientras las escisiones siendo originalmente procesos fundantes, sólo son posteriormente utilizadas como defensa ante conflictos y traumatismos de tal magnitud que provocan regresiones tan severas que conducen al sujeto hasta niveles de organización en los cuales se reactivan representaciones proto y presimbólicas y que, no obstante, permiten "conjurar" a través de conductas específicas de descarga, amenazas de angustia de derrumbamiento, así como aminorar ansiedades persecutorias. El aislamiento, por su parte, se ocupa de separar contenidos de tanto peso conflictual como el expuesto en el ejemplo: la ternura del erotismo como una forma de salvaguarda ante el deseo erótico por la madre dado que ante los pendientes de una mala resolución parcial del Edipo, se le reactivan puntos de fijación propios de etapa anal y reaparece en él la angustia de castración porque el niño sabe que la madre es pareja de su padre. Este es un conflicto que se organiza en la situación triádica edípica. Y en ese sentido lo dramático que puede resultar la fantasía de castración, tiene que ver con la fuerza del impulso agresivo del mismo niño proyectada sobre la figura del padre. Finalmente, en la disociación, quizás lo más importante y que al mismo tiempo hace la diferencia, es el matiz narcisista presupuesto en la imagen del doble: el otro Yo que "burla" la economía de la represión por vía de la "escisión vertical", y, entonces, puede actuar el impulso que induce el deseo erótico o agresivo, sin que el otro Yo, que sigue funcionando dentro de la economía de la represión, pueda "enterarse" de la existencia de éste.
El matiz narcisista queda en evidencia ante una fantasía: la fantasía del histérico de haber "derrotado" al padre del mismo sexo en la rivalidad por la "obtención de los favores" del padre del sexo opuesto. Es desde esta parte reactivada del narcisismo, desde donde pareciera que el riesgo de regresión hasta los dominios de la posición esquizoparanoide, eclosionaran con los aspectos frágiles de la estructura, pequeños traumatismos no procesados, que suelen ser frecuentes según se deduce de las formas de representación propuestas para esa etapa: representaciones de objeto, primero "persona" y luego, potenciados por la regresión más profunda, hasta objetos parciales. Y dicha potenciación, no obedece tan sólo al permitirse la "actuación" del deseo y el impulso (escisión vertical), sino que implica "culpa" sobre "necesidades de castigo", depresión y confusión, porque los objetos de la actuación son subrogados de las figuras parentales (hasta el punto de, por ejemplo, una actuación erótica a de ser con personas casadas); y porque se lesiona al objeto paterno del propio sexo reactivándose las emociones primitivas, pues el conflicto moral, independientemente de que no sea consciente, juega su papel justamente desde lo inconsciente; la regresión hasta las formas de economía narcisista (matizada en el adulto por obvias razones en impulsos propios del erotismo genital) provoca sentimientos de omnipotencia y actitudes de desprecio ante la necesidad de relación con el objeto, al mismo tiempo que es una defensa contra la envidia, la consciencia de separación y los deseos de dependencia. Estos últimos reactivan el erotismo oral, al mismo tiempo que reeditan sensaciones de pequeñez, minusvalía y desventaja.
Y no es la intención "satanizar" a ultranza la sexualidad no reglamentada, sino resaltar una realidad clínicamente comprobada: el hecho de que cada experiencia en la que incursionamos, sobre todo las no convencionales, sobre-exigen a los recursos del Yo y encuentran fácil resonancia en pendientes no resueltos de las etapas del desarrollo, hasta entonces más o menos superadas. Por lo demás, incluyendo las organizaciones propuestas por Erik Erikson en sus "Ocho edades del hombre" (1950), se ponen a prueba los recursos y cohesión tanto del Yo como del Self y suele suceder que se reactiven traumas, "pictogramas" (Aulagnier, 1975-1982), representaciones presimbólicas o "protosímbolos" (Békei, 1984), en cualquiera de las "Edades", del tipo de las denominadas "Lo irrepresentado" (Winocur, 1999) las cuales, en particular, se refieren a la relación temprana con el objeto y los estadios no verbales y preverbales. Porque, además, también sabemos, la clínica nos lo ha enseñado, que con cierta frecuencia una experiencia aislada o, incluso, el establecimiento de una relación terciada, ha permitido a muchos salvaguardar su relación de pareja y, con ello, preservar sin desintegrarse, su estructura familiar, al encontrar en experiencias no convencionales, la gratificación de necesidades que nunca se pudieron encontrar y satisfacer con la pareja. Si las personas pueden "digerir" el conflicto, los requerimientos y vicisitudes que la situación demanda, se reflejará, principalmente, en el hecho de que sean o no capaces de, en efecto, preservar a sus familias sin lastimarlas y conservando claridad en la, o las relaciones extramaritales, sin "entregarse" o "abandonarse" a la pasión, en detrimento de la prudencia.
Es esta una situación que pone a prueba a los psicoanalistas, desde una perspectiva ética, en el sentido de no confundir nuestro "deseo" con el "deseo" del paciente. Y tampoco, evidentemente, nuestra moral con la de él. Por mucho que se piense que las contradicciones de, y en, la moral sexual contemporánea sean una de las principales causas de la exacerbación de trastornos severos, conductas adictivas, y en fin, relaciones destructivas.
Para finalizar este artículo, resulta interesante la observación que hace Freud (1936) respecto del "requisito" para el pensamiento lógico que debe eliminar las asociaciones afectivas en aras de la objetividad. La organización del pensamiento durante la etapa anal: entre los 12-16 y los 24-30 meses, parecería que Freud la asoció como cimiento para el nivel de razonamiento lógico naciente. Desde su teoría de "La mente como sistema de representaciones" Perner, (1988), propone que el neonato, desde el momento del nacimiento, es capaz de hacer representaciones de la experiencia en una forma que él denomina "representaciones de modelo único", y que consisten en "registrar" las vivencias y luego asociarlas con sus emociones lógicas a la manera de las relaciones funcionales de los conductistas; para enseguida, relacionar la experiencia presente con la pasada dada una capacidad de poderlas recordar durante un breve lapso de tiempo; pero, gracias al desarrollo, esas formas primarias de representación devienen en "representaciones de modelos múltiples" y éstas ya pueden ser evocadas durante más tiempo porque han sido registradas en una forma más evolucionada de memoria, más psicológica y, por ende, menos vegetativa. Esto le permite al bebé emitir conductas propositivas y afinarlas poco a poco, hasta plantearse y lograr ciertos objetivos. Es decir, evoca el pasado en función de un presente y proyecta al futuro una intención. Sin embargo, aún en la parte más alta del rango de las representaciones de "modelos múltiples" aún no es capaz todavía de realizar cierto tipo de "razonamientos", como los que se refieren por ejemplo a las "representaciones erróneas", primero, producto de la distorsión pero después como suposiciones para poner a prueba y, por otro lado, continúa utilizando indistintamente "representaciones de lo inexistente" como la "gratificación alucinatoria" y los deseos. Pero el nivel de estructuración que le sigue, el nivel "metarrepresentacional", este si ya le permite pensar en la posibilidad de "utilizar" representaciones erróneas a manera de "hipótesis" con un fin determinado, por ejemplo, con la intención de "planear" no ser culpado por una travesura o que culpen a otro, como podría ser un hermano menor. Asimismo, puede "utilizar" representaciones de lo inexistente, en una especie de juego presimbólico que le permita "reconstruir" la realidad o recrearla a su favor o su conveniencia. En otro trabajo (Romero, 2003) ya utilicé esta hipótesis para encontrar justificación al postulado kohutiano (1971) del pasaje por el Edipo, sin que necesariamente sea lo "normal" que sea en forma de "Complejo". La capacidad metarrepresentacional faculta al niño para que diferencie lo que se permite en la fantasía: "conquistar" al padre del sexo opuesto, "derrotar" al padre del mismo sexo, sabiendo que es sólo una "fantasía", acaso un "guión representacional", una historia en la cual él es el héroe, el conquistador y vencedor.
El "Complejo" sobreviene por la anempatía del medio y/ o de los padres. Y, tal como lo mencionara Freud, argumentado ahora con los aportes de este modelo cognitivo, dentro de la capacidad simbólica precedida por la capacidad metarrepresentacional, la cual, además, es prerrequisito para aquella, el Superyó se erige como "heredero del complejo de Edipo" (Freud, 1923) O sea, que estamos hablando de una capacidad de abstracción, que no matemática como la que demuestra y sitúa Piaget (1964) en la adolescencia, entre los 14 y 16 años; pero si empleando lo que Perner denominó "metamodelos" y "metarrepresentaciones" (Perner, 1988) Lo sorprendente es que Freud, lo apreciaba así, porque la obsesividad, (pensar-pensar-pensar), es un recurso defensivo que se gesta justamente durante la etapa anal y observa que el aislamiento en particular es, a su vez, un requisito para poder desarrollar el pensamiento lógico. Ni hablar, se les adelantó a los cognoscitivistas, nada más por un siglo de diferencia.
La capacidad para "externalizar", objetivar algo interno, subjetivo; plasmarlo, crearlo representado, de manera que todos accedamos a él pudiendo sorprendernos por su contenido, belleza, universalidad u originalidad, promotoras de sensaciones y emociones las cuales, incluso muchas veces, no entendemos conscientemente. Captar y apresar un momento de la realidad perceptible o sensible y legarlo, no atesorarlo celosa y egoístamente. Poseer la capacidad para poder internarse en sí mismos y contactar con el "Mundo Interno", el "Verdadero Self", los contenidos inconscientes, con el bagaje de la humanidad y contemporanizar creativamente en discurso y poesía; imágenes, formas, colores o texturas; movimientos y armonías. Hablamos del Arte. En cualquiera y en todas sus formas y manifestaciones. La artesanía, decía el maestro Wilhelm Zapfe (Testimonio verbal. La Esmeralda. México, 1987), "… es el mismo arte, sólo que desde el discurso despectivo burgués o colonialista".
Por fortuna para quienes no poseemos algún "talento" artístico, nos quedan alternativas, quizás menos fascinantes, para la "sublimación": ciencias, deporte, espiritualidad y el trabajo. Todos esos ámbitos pueden ser altamente creativos y productivos, pero, en mayor o menor medida, son más o menos efímeros (la mejor de las teorías tiene un límite; el más brillante deportista, sobre todo en estos tiempos, un día sólo es recordado a través de registros especializados) O son de naturaleza egoísta (la maquinización y la alta productividad beneficia a unos cuantos y se sostiene a costa de la pobreza de muchos), voraz y envidiosa.
Las neurociencias con sus "neuronas espejo" y las nuevas teorías psicológicas, el cognoscitivismo contemporáneo con "La mente representacional", la inteligencia emocional y las inteligencias múltiples, y los diferentes tipos de memoria, denuncian la "ceguera" epistemológica en que vivimos durante todo el siglo XX, otorgando solamente a dos formas de inteligencia ese status: inteligencia lógico matemática e inteligencia verbal o lingüística.
Hoy reconocemos que existen al menos otras seis: Inteligencia espacial que arquitectos, pintores, escultores y diseñadores desarrollan de manera especial; Inteligencia cinético corporal que explotan los deportistas, pero que también se deduce que desarrollan los cirujanos, bailarines, pintores y escultores; Inteligencia musical que caracterizó a los grandes clásicos como Mózart y Wágner, este último matemático, además, pero que resulta innegable (guardando las dimensiones) en cantantes y cantautores populares; Inteligencia intrapersonal detectable en todo aquél que ha podido concebir una creación o un paradigma trascendente o realizado acciones, para bien o para mal, como Jesucristo, Freud o Gandhi; incluso Hitler, Pinochet o cualquier otro tirano; Inteligencia interpersonal también para bien o para mal como puede ejemplificarse con el carisma de algunos de los líderes contemporáneos, como Juan Pablo II, Bin Laden o Bush, y la Inteligencia Espiritual que es aquella que se ocupan de desarrollar los místicos y que poseían Jesucristo, Mahoma y Buda. Y es bien probable que haya otras más por descubrir.
Hablar del ARTE nos conduce por todos los caminos del vivir. Casi cualquier cosa puede, coloquialmente hablando, expresarse como dentro de un cierto nivel "artístico" cuando a lo que aludimos es a la maestría con la que se ejecuta determinada actividad o con la que nos conducimos en ciertas situaciones de nuestra especialidad. En este sentido, tenemos que reconocer que lo elevado al rango de "artístico", presupone una integración armónica de varias formas de inteligencia (piénsese en Da Vinci o en Nietzsche por ejemplo) y no necesariamente a una integración "perfecta" de ellas (confróntese con la filosofía de Einstein) El más sublime de los artistas o el más carismático de los líderes tienen sus facetas desagradables, en ocasiones, insufribles. Es decir, el arte nos acerca a los dioses pero no nos convierte en uno de ellos. De hecho para los cristianos, la productividad, la creatividad, la simple actividad es la manifestación de Dios en uno, porque Dios es el Verbo y el verbo es la acción, entonces, la productividad, al menos potencial.
Ciertos artistas heredaron sus talentos y habilidades, en algunos casos a nivel de genialidad, como podríamos pensar de Mozart. Otros, los medianamente trascendentes, fueron dedicados estudiosos de la técnica. A éstos los ubicamos como maestros de aquellos y creadores de obra "mediana".
Dentro del ámbito de los artistas talentosos y geniales, encontramos a los "revolucionarios", como Diego Rivera y Siqueiros, que "consolidan una nueva escuela": El Muralismo; y los altamente productivos pero que no revolucionan, que no inauguran una corriente nueva, como en la historia conciben a Bach, el cual, no obstante, también se considera como un genio y de los más prolíficos y emocionalmente equilibrado. O Picasso, como ejemplo de los primeros, y Juan Rulfo en la literatura nuestra.
En el arte popular mexicano trascienden por la brillantez y claridad con que captan las motivaciones y la idiosincrasia del mexicano, y también por su alta productividad: José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y Juan Gabriel. Armando Manzanero, Roberto Cantoral y Álvaro Carrillo y son, quizá estos artistas, los populares, junto con los mal llamados "artesanos", los que permiten observar más claramente la intención crítica y denunciante del arte en general; respecto de una realidad injusta y sufriente desde lo político, social, económico, afectivo-relacional y de las contradicciones de la cultura. A este tipo pertenecen también José Guadalupe Posada, Gabriel Vargas y su "Familia Burrón" o su "Don Filemón Metralla y Bomba". Asimismo, "Palillo", Cantinflas, Brozo y Ponchito. La obra de todos ellos critica y denuncia con más o menos inteligencia, creatividad, ingenio y humor, artísticamente. Y si se quiere agregar, popular… pero, indiscutiblemente deleitable y artística.
Desde la perspectiva de la Psicología Psicoanalítica del Self, el artista proviene de una familia en la cual se valora y estimula el arte en general o la actividad artística en la que, brillará el futuro artista en particular. Psicodinámicamente, esta escuela argumenta que la madre del artista constituye una personalidad narcisista, auto exaltada y desde su amor propio, "vive" a su bebé como una extensión de sí misma, "sembrando", por este hecho, en él, enormes "ambiciones". Madre cálida y amorosa, por alguna razón fuera de su control, se ve apartada bruscamente y de manera temprana de su hijito, el cual sufre dolientemente su ausencia, a veces para siempre, quedando como "herido" en su amor propio. De ahí que se vea perennemente necesitado de resarcir, de "reparar", su propio Self.
Esto se traduce en un "hambre" insaciable de "aceptación" y "reconocimiento", que le signifique, por un lado que no fue por "algo" horrible o malo de él que la madre se fue, y, por otro, que es "amable", "querible" y que se le necesita, que se le valora.
Equiparándose a sí mismo, identificándose con su propia obra, corporizándola en representación de si mismo, intenta lograr una "aceptación universal". Lo logra en la medida que sus creaciones gusten al mayor número de personas, en la medida que le permitan, de suyo y por añadidura, una mayor trascendencia. Lo contrario, cualquier "no aceptación" o rechazo, provocará en ellos "furia de indignación" (Kohut, 1971), (furia narcisista), significándole, probablemente, que, en efecto, es rechazable, despreciable, al menos no querible, que es justamente una posibilidad que quisiera borrar de las posibilidades de interpretación del "abandono" de que se sintió objeto cuando pequeño por parte de su madre.
Desde la perspectiva de la Psicología Psicoanalítica del Yo, el artista "resuelve" ciertos conflictos, dada la naturaleza conflictual de la personalidad, por vía de la creación, y, al mismo tiempo, sublima energías impulsivas de naturaleza sexual y agresiva por medio de su obra. Por eso muchos artistas que "pierden la musa", de repente no pueden producir más. Y no importa que tan talentosos hubiesen sido (piénsese en el mismo Juan Rulfo) Es decir, al resolver por vía de la creación artística su "conflictiva interna", ya no hay mas necesidad de crear.
Decíamos antes que cuando alguien le preguntó a Rulfo: "Maestro ¿por qué ya no ha escrito?, él simplemente contestó "Porque ya no me cuentan nada". Yo agregué que desde su "Mundo Interno" ya no le contaban nada. ¿Quiénes?, los "pobladores" de ese su "Mundo Interno", esos que hacen acto de presencia en los momentos de inspiración, en la fantasía y en los sueños, por los pendientes que suponen los conflictos no resueltos.
Aquellas "imágenes" que magistralmente transmitió Rulfo en Pedro Páramo: contacto y diálogos de Juan Preciado con una serie de personajes todos los cuales estaban, en realidad, muertos, figuran los escenarios de los sueños en donde, en efecto, todo es posible. Pero también los ámbitos del "inconsciente" en los cuales podemos "movernos" a través del recuerdo, más o menos vividamente en imágenes, a través del tiempo y más allá de la vida y la muerte. Digamos que es probable que Rulfo haya resuelto sus "pendientes" con su pasado y sus objetos; las "representaciones" internas, a través de su obra y, entonces, ya no hubo "necesidad" y tampoco motivación para seguir escribiendo.
Y todo tiene un precio, digamos que como consecuencia de una capacidad, talentos o habilidades especiales, se corren riesgos en sí mismos (Freud, 1920; Kris, 1944-1955) El artista trascendente y cualquier otro creador (como el científico que aporta conocimientos universales y/ o prácticos, el deportista "genial", el inventor o el líder) entran en una especie de "embarazo" creativo previo a la producción, caracterizado por un estado de ánimo disparejo que torna difícil la relación con ellos y por lo cual, no obstante ser altamente valorados y "amados" por quienes nos deleitamos del talento que sus obras reflejan (seguidores, fans, socios, alumnos, jefes, clientes, etc.), sus allegados y familiares los "padecen" y, con frecuencia, abandonan.
El artista se defiende con ideas obsesivas y comportamientos compulsivo-adictivos, del "costo" de esa capacidad especial y regresiva, que le permite incursionar en su propio inconsciente y "sacar" de él información que es cercana con el "bagaje de la humanidad", y agregarle el "toque" de su talento, a la hora de crear.
Asimismo, enfrentan largos períodos de improductividad durante los cuales el sufrimiento se exacerba y tratan de acallarlos consumiendo alcohol y drogas de manera, las más de las veces, compulsiva. Bajo los efectos de enervantes, las experiencias sexuales perversas y, dentro de éstas, las homosexuales, suelen ser frecuentes. Por eso se piensa que estimular y guiar terapéuticamente al artista a que desarrolle una especie de "adicción" a su propia obra y productividad como sublimación sustitutiva de otras adicciones potenciales, es deseable, necesario, es lo que, desde la clínica, prescribe.
Cuando eventualmente nos podemos enterar de esos dramas que acompañan al artista, también podemos desarrollar un poco más de tolerancia respecto de sus excentricidades y sus crisis.
Como quiera que sea, que alegría que existe el arte y que bueno que se conjugue con el talento. Gracias a eso podemos acceder a formas de creación y recreación de la realidad por vía de representaciones hermoseadas de la misma, a veces corregida, a veces aumentada y otras veces inventada o re inventada.
Perspectiva kleiniana del odio y la agresión
Busqué la ciencia, y me enseñó el vacío.Logré el amor, y conquisté el hastío.¡Quién de su pecho desterrar pudiera,la duda, nuestra eterna compañera!¿Qué es preciso tener en la existencia?Fuerza en el alma y paz en la conciencia.No tengáis duda alguna:felicidad suprema no hay ninguna.Aunque tú por modestia no lo creas,las flores en tu sien parecen feas.Te pintaré en un cantarla rueda de la existencia:Pecar, hacer penitenciay, luego, vuelta a empezar.En este mundo traidor,nada es verdad, ni mentira,Todo es según el colordel cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor. (1817-1901)
Desde las contradicciones de la cultura, la proliferación de las formas de funcionar según una economía de escisiones que ha dado lugar al incremento de trastornos severos, pues resulta de una regresión hacia puntos de fijación propios de un nivel frontera entre las etapas esquizoparanoide y depresiva. Klein dice al respecto de este espacio frontera:
Al atacar [fantasmáticamente] el interior del cuerpo de su madre, el niño ataca una gran cantidad de objetos y se embarca en una conducta preñada de sucesos. […] la matriz representa al mundo [y de hecho lo fue, su mundo intrauterino]; y al comienzo el niño se aproxima a ese mundo con deseos de atacarlo y destruirlo [habría motivos para estar muy enojado: haberlo perdido];… Su convicción de que al atacar de tal modo el cuerpo de su madre ha atacado también el cuerpo de su padre y el de sus hermanos y hermanas ["Se llevó entre las patas"], a todo el mundo, [eso] constituye,… una de las causas subyacentes de su sentimiento de culpa y del desarrollo de sus sentimientos sociales y morales en general. [Klein, al pié de página, observa] Debido a la creencia que el niño sustenta acerca de la omnipotencia de los pensamientos (cf. Freud, Tótem y Tabú; Ferenczi, Desarrollo del sentido de realidad) –creencia que data de una anterior etapa del desarrollo-, confunde sus ataques imaginarios con ataques reales; y las consecuencias de ello todavía pueden verse actuar en la vida adulta. (Klein, 1933, en "El desarrollo temprano de la consciencia en el niño")
En "Odio, voracidad y agresión" Joan Riviêre (1937) hace una amplia e interesante explicación analítica de corte kleiniano:
Nuestras vidas están esencialmente orientadas hacia un doble fin: lograr los medios que nos aseguren la existencia y extraer placer de ella. [ ] dichos fines originan emociones profundas y llegan a ocasionar intensa felicidad o desdicha. [ ] presentar un cuadro de la acción recíproca de la autoconservación, placer, amor y odio equivaldría a describir y explicar todas las manifestaciones de la vida humana. [ ]
En términos generales el odio es una fuerza desintegradora y destructiva, tiende a la privación y a la muerte, y el amor una fuerza que armoniza y unifica, dirigida hacia la vida y el placer. [ ] La agresión, íntimamente ligada al odio, no es de ningún modo totalmente destructiva o dolorosa, ya sea en sus fines o en su funcionamiento. Y el amor, que brota de las fuerzas vitales y que está tan estrechamente vinculado al deseo, puede ser agresivo y hasta destructivo en su acción. [Dependerá de una armonía integral y saludable de la personalidad total, en un determinado contexto más o menos justo, en lo económico, ético y moral] La meta fundamental a la que todos aspiramos es vivir, y vivir placenteramente. [En paz y con cierta tranquilidad que permitiera la promoción de aspiraciones razonables y, sobretodo, respetando y siendo respetado] Para lograrlo tratamos [en condiciones de equilibrio emocional] de distribuir las fuerzas destructivas que nos habitan, ya sea desahogándolas, desviándolas o uniéndolas [entreveradas y neutralizadas] con [y por] el amor, de modo que puedan prodigarnos a la vez placer y "seguridad". A ello podemos llegar mediante adaptaciones infinitas, sutiles y variadas. El desenlace de este conflicto individual de adaptación es producto de factores que varían de un individuo a otro: la fuerza de los impulsos de amor y de odio, coexistentes en todos y la influencia ejercida por los sucesos ambientales durante el transcurso de la vida. Ambos factores, internos (coexistencia de amor y odio) y externos, se encuentran en constante interacción desde el nacimiento hasta la muerte. [ ] algunas de las formas del intento de lograr "seguridad" contra las fuerzas peligrosas y desintegradoras del odio y la agresión existentes si son demasiado intensas pueden acarrearnos penosas privaciones y hasta llevarnos a la muerte.
[Respecto de la agresión, continúa Joan Riviere]El instinto de agresión, que siempre resulta defensivo, se reconoce como innato en el hombre y en la mayoría de los animales. Los impulsos agresivos son un elemento radical y básico en la psicología humana. [ ] Pero cualquiera sabe que el mal genio, el egoísmo, la bajeza, la voracidad, los celos y la hostilidad son sentidos y expresados diariamente a su alrededor por los demás aún cuando no vislumbre tan claramente su existencia en sí mismo. [ ] Casi todos tenemos que dedicar algo de nuestro tiempo y energías para superar y mitigar las consecuencias de esas manifestaciones ajenas, y con más razón, de las nuestras. [Todo lo saludable requiere hacer esfuerzos activos]
Los impulsos agresivos crueles y egoístas se hallan íntimamente ligados con el placer y la gratificación cierta fascinación o excitación suele acompañar a su desahogo. La satisfacción salvaje o el goce que experimenta el autor de una réplica mordaz, por ejemplo, es, a menudo, visible en sus ojos. [Lo vimos en la televisión en los rostros y expresiones entre los involucrados en los dimes y diretes de la política de nuestro país (2006), específicamente, por obvio, recuérdese a Diego Fernández de Cevallos y compárese, a su vez, con la caricatura que hicieron de él en el diario Milenio] Casi todos experimentamos placer al superar obstáculos o imponer nuestra voluntad. Este placer está íntimamente ligado a emociones agresivas [De ahí] su carácter imperativo y tan difícil de controlar. [ ] es evidente que ciertas formas de agresión desempeñan un papel importante en la lucha por la existencia. En todos los campos el trabajo o el placer, se observa que quienes no disponen de suficiente agresión, quienes no pueden enfrentar y vencer obstáculos carecen de una valiosa cualidad. [ ] los instintos de autopreservación y de amor exigen cierta mezcla de agresión [Pero como es muy difícil encontrar "el justo medio", es preferible decir, por difícil que suene: entreveramiento y neutralización de libido y agresión que preserve la manifestación ética de las diferentes formas de inteligencia] para lograr sus fines, el elemento agresivo es esencial para su funcionamiento. La idea de la existencia de impulsos agresivos, tanto en nosotros como en los demás, resulta desagradable; de allí que inconscientemente tendamos a disminuir y desestimar su importancia. [ ] los mantenemos al margen de nuestra percepción, sin permitir que interfieran en nuestra visión de la vida. [Cosa peligrosa, porque es una forma de negar] Este es, un método muy primitivo de defendernos del temor que nos causan; logra apaciguarnos sin proporcionar ninguna ventaja real. [ ] estos hechos, bien conocidos aunque dolorosos de aceptar, tienen una influencia mucho más amplia y significativa, más dinámica, que la que generalmente se les atribuye.
Quienes los experimentan están descontentos con la propia suerte. [ ] necesidades insatisfechas, placer no logrado, sensación de pérdida. [ ] ser víctimas de ataques, robo, privación o injuria, [ante los cuales] tanto el individuo normal como la mayoría de los animales reaccionan con agresión. Pero el sentimiento de pérdida y dolor puede provenir de otra fuente. Un "deseo insatisfecho", suficientemente intenso, da origen a una sensación similar de despojo y pena, y suscita la misma agresión que provocaría un ataque. Esta reacción humana guarda estrecho vínculo con las cuestiones económicas. La falta de medios de subsistencia despierta agresión en los pueblos o en determinadas clases sociales, [Cursivas agregadas] a menos que hayan caído en un estado de apatía desesperada e inercia. [Y al pié de pagina agrega] una forma cualquiera de agresión es un indicio de vida [aún en estado psicótico] tiende más a la satisfacción [o a la supervivencia] de las necesidades que la desesperanza total. [Pues ésta induce auto-abandono. Que difícil resulta encontrar la frontera entre la pulsión de muerte tendiente a una forma de equilibrio estático –muerte- y como una forma de lucha por la supervivencia. Sin embargo, ante las acciones militares encaminadas a someter y despojar a otros de sus territorios y/o de sus riquezas naturales siendo países ricos es evidente]
[Nuevamente con Joan Riviêre] En un sistema político y económico estable se da una gran proporción de aparente libertad y oportunidad para satisfacer las propias necesidades y no sentimos nuestra dependencia de la organización social a menos que ocurra un terremoto [u otro tipo de desgracia, lo suficientemente desorganizadora] Entonces comprendemos con disgusto, y a menudo con profundo resentimiento, que dependemos en grado casi aterrador de las fuerzas de la naturaleza y de los demás Suele sentirse la dependencia como algo peligroso, implica la posibilidad de sufrir privaciones. Puede surgir un deseo irrealizable de autosuficiencia individual, la ilusión de independencia representa un placer en sí misma. [Y, en efecto, también puede quedar solo en fantasía]
Existe una excepción, una situación en la que todos nos sentimos dependientes, cualesquiera que sean las circunstancias: la relación amorosa. En ella el deseo liga aún más [al otro] a los demás.
[Y al pié de página] en la actualidad se empieza a observar una fuerte tendencia psicológica a restringir y desafiar la fuerza del amor en las relaciones eróticas. Esto se debe a que tales relaciones [Implican una] cierta medida de compulsión y dependencia.
Se observa en la actualidad en las generaciones jóvenes, una corriente que se niega a sentir sentimientos de "amor", tanto al compañero como hacia los hijos, intentando fundamentar todo lazo humano únicamente sobre la razón, a raíz del profundo temor que la dependencia inspira.
[Continúa diciendo que la dependencia en la relación de pareja] implica la necesidad, de compartir, esperar y ceder algo. [Y si bien] Esta condición incrementa la seguridad colectiva, puede restringir la seguridad individual. De allí que estas relaciones, por su carácter de dependencia, tiendan a despertar por sí mismas resistencias y sentimientos agresivos. [ ] Un niño de pecho, aunque dependa totalmente no teme al principio esa situación porque no la reconoce. [ ] Pero ¿qué sucede si no se cumplen sus exigencias y anhelos? En cierta medida, toma conocimiento [de alguna manera se hace "consciente" por la sensación amenazante] de su dependencia; descubre que no puede satisfacer por sí mismo todas sus necesidades: entonces llora y grita. Se vuelve agresivo. Automáticamente explota, con odio y vehementes deseos de agredir. Al sentir vacío y soledad, es presa de una reacción automática que puede transformarse en algo incontrolable y abrumador, una encarnizada agresión que le provoca dolor y sensaciones corporales de estallido, quemazón, sofocación y ahogos [como si se intoxicase de tánatos] Estas, a su vez, incrementan los sentimientos de pérdida, dolor y aprensión. [Para el lactante] sus sensaciones son su mundo, al sentir frío, hambre o soledad [Le provocan sentir algo así como que] en el mundo ya no hay leche, bienestar y placer; las cosas valiosas de la vida se han desvanecido. Y cuando lo atormenta el deseo o la ira, el llanto incontrolable y sofocante, las evacuaciones dolorosas y quemantes, todo su mundo es sufrimiento: se siente escaldado, destrozado y torturado él también. Esta situación por la que todos los niños pasan tiene enormes consecuencias en el curso ulterior de la vida. Es la primera experiencia de algo similar a la muerte, una noción de carencia, una abrumadora pérdida que parece producirse en sí mismo y a su alrededor. Esta experiencia [no obstante, también] despierta el "conocimiento del amor" (en forma de deseo) y el "reconocimiento de la dependencia" (en forma de necesidad), en forma simultánea e íntimamente ligada con sentimientos y sensaciones ingobernables de "dolor" y "amenaza de destrucción" interna y externa. El mundo del niño se descontrola él ama y desea y esto ocasiona sufrimiento y destrucción. Sin embargo, no puede manejar ni suprimir su deseo, su odio o sus esfuerzos tendientes a tomar y obtener; y la crisis destruye su bienestar. Su reacción inmediata es tratar de recuperar y preservar la bienaventurada seguridad de antes, que se perdió cuando una carencia desencadenó sus impulsos destructivos. [ ] desarrolla una gran necesidad de apoyo y defensa contra estos terribles riesgos e intolerables experiencias de privación, inseguridad y agresión, internas y externas. Este es el punto de partida de una tarea constante a lo largo de la existencia: asegurar la auto-preservación y el placer, con el menor riesgo posible de despertar las fuerzas destructivas internas, las que podrían acarrear también la destrucción de los demás.
Ni estas tempranas experiencias ni los ajustes que ellas exigen subsisten en la memoria ["declarativa"] o en la conciencia. [Simbolizaciones como las que nos ocupan, los refranes, esos contenidos pasan a ser una especie de patrimonio del inconsciente ¿colectivo?] El sector "inconsciente" de la mente es su campo de acción; la mente consciente sólo conoce una pequeña parte del amor, miedo y odio que desde aquella comarca rigen toda nuestra vida. [Son los primeros elementos que matizarán el temperamento heredado]
La proyección constituye el primer paso para apaciguarnos ante los peligros que nos amenazan desde dentro [sensación de vacío, dolor, etc.] la próxima medida proyectiva consiste en descargar los impulsos agresivos internos mediante el ataque contra estos peligros situados en el exterior. [La ausencia de pecho o proyección tras proyección, el pecho "malo", incluso, culpabilizado por el cólico]
En la vida el adulto también a veces estalla de rabia, arde en deseos de conseguir lo que quiere, de arrancar a alguien los ojos o se siente sofocado y ahogado por emociones contenidas. Pareciera entonces que su mente dejara de funcionar; no ve, no puede pensar ni hacer las cosas más sencillas, menos aún trabajar y quizás hasta se vea temporariamente incapacitado de preservar su seguridad corporal. Para evitar que esto nos ocurra debemos buscar al odio y a la rabia una descarga rápida en otra parte. Un niño lleno de odio contra una persona querida ataca a otro niño o tortura sus muñecos; el hombre fastidiado con su patrón insulta a su esposa. Como dice un viejo proverbio inglés: "Se ha dado al costal el golpe destinado al asno". [Cursivas agregadas] El salvaje apalea a su ídolo cuando no lo satisfacen las condiciones climáticas. [Una primera intención de la obsesividad pretende salvaguardar de nuestra reacción a nuestros seres queridos] [Para eso] Pueden servirnos los extranjeros, los capitalistas, quizás las prostitutas, o tal vez una raza particularmente odiada [o que se la considere inferior y "ultrajable"] que constituya un grupo que nos sea permitido despreciar si se nos antoja [o que posea algo que nos pueda ser útil para resolver algún problema o necesidad y no signifique mayor problema arrebatárselo] Estas acciones y actitudes agresivas son (sobretodo para nuestra mente inconsciente) métodos relativamente "seguros" ["Es como quitarle un dulce a un niño" o "Es como encuerar una borracha", no así ahora que pareciera estar generalizándose la animadversión ante los políticos] de descargar odio y venganza, en comparación con su forma original, más simple y profunda, o sea el impulso vengativo de robar y destruir a la persona de quien dependemos y que sea tal vez al mismo tiempo amada y deseada
Dividimos a las personas en buenas y malas intentamos así aislar y "localizar" estos sentimientos tratando de impedir que interfieran uno con otro. Esta solución permite también obtener "placer" mediante la gratificación de impulsos agresivos, sin que nos acarreen, daño Nos procuramos objetos que puedan ser blancos seguros de nuestra agresión y odio, del mismo modo como tenemos en casa un lugar y un receptáculo para recibir los productos ofensivos o nocivos que el cuerpo elimina. [ ] Podemos permitirnos liberar hostilidad y odio contra esos focos de infección que hemos creado o ayudado a crear. [ ]
Cualquier sentimiento originariamente dirigido a las personas puede también ser desviado y desplazado hacia los objetos [cosas o animales], y es esta otra forma de canalizarlo en forma segura. [Relativamente, porque quizá más lentamente pero la psique, igual se desorganiza]
[Respecto a la forma de "Odio delirante", Joan Riviere comenta que el] verdadero envidioso siempre tiene una expresión descontenta, inquieta y atormentada; sus ojos agudos parecen comparar constantemente, y no puede pensar sino en lo que "no" ha obtenido. Sin embargo, disfruta a menudo de condiciones materiales muy superiores a las de la mayoría de la gente de su alrededor. Cuando la envidia alcanza este punto, las cosas han llegado demasiado lejos [piénsese, por ejemplo, en los países poderosos, financiera y militarmente]: en vez de suerte, su sensación de peligro (derivada de su propia voracidad) es tan intensa que necesita quejarse y alegar que no posee nada: que "no" es culpable de voracidad, de tomar y atesorar, de robar a otros cosas buenas para enriquecerse.
El odio y la agresión, la envidia, los celos y la voracidad que el adulto siente y expresa son derivaciones, generalmente muy complicadas, de esta experiencia primaria y la necesidad de manejarla para sobrevivir y lograr algún placer en la vida. [ ] por más que estos sentimientos en la vida adulta puedan parecernos agresivos y odiosos, no son sino modificaciones y transacciones inconscientes de esas emociones primitivas. Además, todas nuestras maniobras tendientes a adquirir seguridad utilizan los impulsos amorosos aunque aparezcan en forma sumamente deformada e irreconocible. (Riviere, 1937)
[En "Conciencia, moralidad y amor", Joan Riviére considera que] La agresión se absorbe en gran medida, y se concentra en el sector o función del individuo que la psicología moderna llama superyó. [Pero] Los impulsos sexuales se hallan fuertemente revestidos de culpa por ser tan imperativos, esto es agresivos y egoístas y podrían causar daño a nosotros o a los demás. [Y agrega al píe de página:] " La razón profunda por la que la sexualidad es vivida con tanta culpa, es que nuestros deseos sexuales tempranos estuvieron en realidad íntimamente ligados a los impulsos de odio y destrucción" La conciencia [como función del Superyó en armonía con el Yo y el Ello, pues "consciencia" es un concepto que alude a la parte consciente del Yo] tiene tan sólo una disciplina: hacer lo creador; no hacer lo destructivo. No es más que otro nombre del autocontrol que debe establecer un equilibrio [pro-vida] adecuado entre egoísmo y altruismo, entre odio y amor.
Desde tiempos inmemoriales ha existido una institución desarrollada por la humanidad como una suerte de ayuda, en la tarea de sofrenar el odio y el egoísmo: la religión, aún cuando sus variadas formas hayan cumplido inadecuadamente esta finalidad. El "anhelo hacia lo bueno" agitó en nosotros no sólo voracidad y agresión sino también el amor y la ternura. En las primitivas formas de la religión esta conexión era aún visible: la "bondad", el Dios, era sacrificado y comido con la misma facilidad con que era idolatrado y adorado. [ ] [El] cristianismo constituyó un supremo esfuerzo por disociar la agresión y la voracidad del amor. mediante la exaltación altruista del amor como ideal, pero negó la realidad de varios problemas inherentes a la vida del alma, a la psicología del hombre. Los impulsos agresivos y sexuales, cuando no fueron del todo negados, fueron despreciados, condenados o ignorados. Semejante negación no es característica del cristianismo, Negar o ignorar la existencia de lo que teme, siempre fue una tendencia general del hombre [Al pié de página explica: " desvaloración y desprecio del objeto amado, "]
Pero la agresión y la sexualidad, partes integrantes de la naturaleza humana, seguirán actuando, para bien o para mal, mientras perdure la vida. Si se intenta negar sus derechos y excluirlos de la participación en la vida para fines buenos, se manifestarán por canales de odio y destructividad. Bajo las formas de persecución, rapacidad, ascetismo y fariseísmo, debido a que el cristianismo limitó el concepto de bondad casi exclusivamente al altruismo en las emociones y "dentro de la mente", desestimando la importancia del mundo material externo, la agresión negada debió buscar desahogo en forma "personal", esto es, en el proselitismo y en la persecución contra las creencias, y finalmente contra las personas. La agresión no tuvo oportunidad de expresarse en las formas impersonales que le ofrecen grandes salidas constructivas: en la esfera, intelectual, o contra la naturaleza, en empresas prácticas como la investigación y la experimentación. Se le negó valor a esos esfuerzos fueron disociados de la bondad.
[ ] La "disociación" mantener la agresión [en realidad habría que hablar de una falla –desentreveramiento de amor y odio; libido y agresión- en el proceso de neutralización] separada del amor, no sólo conduce a su descarga en formas extremas de destructividad: otro aspecto deriva específicamente de la "negación" de aquella. Sin agresión [pero ha llegado a tal que se consigue casi destruir el mundo] para obtener los medios de subsistencia y sin sexualidad [pero hemos sobrepoblado el planeta y ya no hay amenaza de desaparición de la especie, por lo menos por vía de la sexualidad y si por la explosión demográfica y los problemas de agua y alimentos que conlleva el hecho] para conservar la especie, la vida humana dejaría de existir. [ ] es falso [contraproducente] negar o subestimar la necesidad o el valor del placer que el hombre logra mediante el ejercicio de sus funciones corporales y sus instintos sexuales y agresivos. Sin suficiente satisfacción instintiva, la existencia misma pierde su razón de ser y el individuo queda reducido a la apatía y a la nulidad. [La clínica observa que el ser humano tiende a defenderse irracionalmente de la insatisfacción instintiva el recurso: la espiritualidad pero, sus bondades son intangibles y subjetivas] [ ]
El amor es interno e indemostrable para nosotros mismos; la voracidad y el odio son internos y dificultan la fe en el amor. [ ] Si nuestra conciencia y moralidad son los representantes de nuestro amor, se transforman en vehículos de nuestro odio;…
Por lo tanto, nos aferramos a las satisfacciones externas, mientras que la difícil lucha por la riqueza interior y la paz mental queda librada al azar. en la actualidad los problemas de conciencia están fuera de moda y la moral tiene aire provinciano [cursivas agregadas] [ ] por el momento el amor, con su poder de unificación se ve tan gravemente subestimado y presionado por la agresión, que las formas civilizadas de vida parecen tender a desintegrarse. [ ] [Por eso es que el erotismo es altamente promocionado y las relaciones se han tornado efímeras]
Si llegamos a aceptar la inevitabilidad y el valor potencial de estos procesos, el elemento arcáico que matiza nuestros temores y reacciones ante ellos disminuye y se hace controlable, y nos ingeniamos entonces por encontrar maneras de permitir alguna exteriorización a estas fuerzas naturales y utilizarlas lo más plenamente posible en formas constructivas. Esto sólo se logra mediante la comprensión que tanto debe a la tolerancia, es decir, a la imaginación, la simpatía y el amor. (Riviere, 1937)
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