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El Palacio de Justicia entre la retórica y la historia (página 5)


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Foto No. 61 Los familiares encienden la luz de los que no están presentes

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Fuente: Colectivo de Abogados

Foto No. 62 En homenaje a un abogado de Derechos Humanos víctima de la guerra sucia.

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Fuente: Colectivo de Abogados

Pese a que en Colombia existe un ordenamiento legal que lo abarca todo y se cuenta con Facultades de Derecho y casi se podría decir que la carrera profesional que más tiene egresados es la de derecho en Colombia a todo nivel, pregrado y posgrado. En todos los sectores sociales, se usa o se recurre a la justicia dentro de un cálculo medio fin donde nunca se descartan las vías de hecho. Es común recurrir a formas de para justicia como el sicariato.

Bajo la tesis perversa que ser un activista de derechos humanos en un país como Colombia es ser auxiliador de la guerrilla a hecho que muchos abogados que trabajan en defensa de las victimas del Estado y de los actores armados se conviertan en un blanco vivo de todos los enemigos de la paz de izquierda y de derecha, de cualquier parte puede venir la bala que termine la vida de ellos.

Cuando los criminales obran con cierta conmiseración hay posibilidad de un duelo de una ceremonia fúnebre, de un último adiós. En ocasiones la gente desparece y no hay un cuerpo, un acta de defunción que permita reclamar más fácilmente un seguro una pensión, una indemnización. La gente es asesinada y no queda ni una tumba donde llevar flores o ir a rezar, El Dr. Eduardo Umaña prácticamente fue asesinado enfrente de su familia el 18 de abril de 1998, quienes lo hicieron pretendían llevárselo a otra parte. Y como tantas otras muertes, Colombia ignora quienes son sus héroes de verdad y cuáles fueron los homicidas.

Foto No. 63 Flórez para alguien cuyo cuerpo ha sido desaparecido no tienen un lugar donde ponerse

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Fuente: Colectivo de Abogados

Fotos No. 64 y 65 La conmemoración busca simbólicamente restituir el cuerpo y la tumba del desaparecido.

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Fuente: Colectivo de Abogados

El duelo de la muerte frente a la desaparición forzada es una lesión simbólica sin solución de continuidad. Los familiares no tuvieron un cuerpo, un cadáver, un velorio, unas honras fúnebres vinculadas a los restos mortales, un dictamen pericial, una explicación descriptiva de lo que sucedió, simplemente saben lo que su intuición les dice. En estas conmemoraciones se ha revivido una y otra vez la necesidad de saber que pasó, de tener una tumba para llevar flores, de cerrar esa expectativa atroz de no saber que les pasó, donde están, cuál fue su final. Con un homicidio se mata a una persona o personas, pero la desaparición forzada mata familias, ilusiones, destruye la confianza de una sociedad. Cuando un Estado por acción u omisión no hace nada respecto a quienes secuestran, torturan, asesinan y desaparecen personas, se están poniendo en riesgo las instituciones y la legitimidad de ese Estado. Entonces, el Sr. Coronel Luis Alfonso Plazas Vega y sus colegas fueron -a enterrar la democracia, maestro-.

La base de todas las publicaciones

Peña, Manuel Vicente. Las dos tomas.4ª Edición actualizada con la Historia no publicada del M19. Centro de estudio VIDA, Visión Integral de los Delitos Atroces. Primera edición noviembre de 1986; segunda edición enero de 1987; tercera edición octubre de 1988 y cuarta edición noviembre de 1991.

En éste libro se presenta a la iglesia Católica como lo que históricamente ha sido en Colombia desde la época hispánica, la religión oficial, aliada del régimen de poder y en los hechos específicos, alineada con el establecimiento y el gobierno para justificar la retoma del Palacio de Justicia y permitir que los miembros orgánicos de la Fuerza Pública que obraron con exceso de fuerza sean tratados como héroes y las víctimas como mártires sacrificados para salvaguardar la democracia, manteniendo un lenguaje propio de la pasión de Cristo y la justificación del sacrificio como un pago de sangre necesario para salvar las instituciones y la patria.

Pese al poder de la iglesia y su papel protagónico como testigo directo de los hechos y parte del poder central en la Plaza de Bolívar, los altos jerarcas de la Iglesia no hicieron nada para mediar en la guerra desatada, la cual se desarrolló en un escenario de varias batallas a lo largo de unas 27 horas continúas. Quienes pudieron interceder guardaron un silencio y pasividad cómplice, no se hizo nada por tratar de salvar vidas inocentes, por encontrar una salida por la vía del diálogo y no por la vía militar.

Este libro es la publicación estelar y príncipe de todas las que ha suscitado éste hecho. Profusamente documentada a partir de la prensa, principalmente la escrita. Y tiene como particular aporte ofrecer al lector diagramas de la reconstrucción del hecho, transcripciones de audio, referencia de noticias de contextualización publicadas en prensa, y entrevistas de opinión.

Se trata de un trabajo de compendio, de relación, de síntesis, de hipertextualización de la información cuando no se contaba aún con medios digitales e informáticos como ahora, mediante señalar inferencias que aún tienen validez dentro de las diversas teorías de caso e hipótesis sobre el hecho, tanto en su sentido histórico como judicial.

Un detalle pionero en el rumbo de las investigaciones sobre los denominados "desaparecidos del Palacio de Justicia" lo constituye la versión referida al Tribunal Especial de que Clara Enciso, Irma Franco y la sobrina de Aydée Anzola, fueron capturadas, torturadas y desparecidas por la Fuerza Pública, (p. 345).

Las fuentes usadas, particularmente las de comunicaciones entre militares durante el operativo, transcritas, son un documento de importancia sumaria para las investigaciones judiciales y fundamentales en su sentido histórico. En total se trató de 103 páginas de transcripciones de audio que en el libro son referidas, no publicadas en su totalidad, las cuales fueron puestas en su momento en conocimiento y disposición de la autoridad pertinente.

Por otra parte el periodista Manuel Vicente Peña en muchas ocasiones no habla él si no que deja hablar a los personajes que él va trayendo a colación en un intento bien logrado de documentar el origen del M19, la realidad del país, los problemas del estatuto de seguridad, las investigaciones de la C.S.J. a la cópula militar por violación a los Derechos Humanos, como el proceso que se adelantaba contra el General Miguel Vega Uribe Ministro de Defensa y jefe directo de la retoma del Palacio de Justicia.

Y como el incendio y desaparición de expedientes incluso favoreció más a los miembros investigados de la Fuerza Pública que a los propios extraditables, respecto a los cuales se ha creado una teoría con indicios y testimonios de su participación financiera en la toma por parte del grupo subversivo M19 al principal recinto de la Justicia en Colombia y el secuestro y toma de rehenes de la C.S.J., el Consejo de Estado y demás corporaciones judiciales presentes.

Vicente Peña apuesta a la idea de que era una toma anunciada y que se asumió una especie de trampa o ratonera para aniquilar al M19 en su plana mayor. Incluso dejando abierta una hipótesis plausible, la eventual traición del Cartel de Medellín al M19 y la alerta a la cúpula militar de la toma. Y en tal sentido se confirmaría una teoría de vieja data, la alianza entre miembros de la Fuerza Pública con el narcotráfico.

Habla Vicente Peña de la naturaleza, finalidad y estructura de contenidos del libro Las Dos Tomas en la (p. 321). Y de que su trabajo fue objeto de amenazas, presiones, censuras, por el establecimiento, la Fuerza Pública y el M19.

Otro aspecto que deja entrever los argumentos de Vicente Peña es la posibilidad de que miembros del M19, de la Fuerza Pública, de la delincuencia organizada, tuvieran una doble y hasta una triple militancia en la medida en que en el juego de disposición de intereses el lucro económico sería ayer y hoy un factor común, un móvil para la traición al propio grupo y obtener ventajas particulares, un aspecto que es muy claro hoy con la estructura funcional que han tomado los grupos armados ilegales y las formas como el narcotráfico ha sobrevivido después de los grandes carteles y su infiltración en todo, tanto en organizaciones ilegales como las Autodefensas; como la Fuerza Pública; la agencia de seguridad del Estado, DAS y entidades, que paradójicamente su misión es luchar contra el delito, como la Fiscalía.

Algunas frases hechas en el libro y relacionadas con la relación religión y política son[108]

"…como sí se tratara de los dueños del país y de la verdad y los colombianos no fuéramos iguales como lo son los hombres ante Dios". (p. 16).

La advocación iguales ante Dios es de una enorme carga histórica, es milenaria porque se vincula a los orígenes remotos del Cristianismo en el Judaísmo y la posterior convivencia en España con el Islam, tiene una carga política en su semántica profunda que conlleva a revelarse ante la injusticia pero en el desarrollo de esa fuerza ideológica se ejerce una fuerza disipativa que es la de oponer a la justicia humana la justicia divina, probablemente el único conflicto en que tuvo un significado de lucha abierta de la gente humilde contra los opresores fue en la guerra Cristera en México entre 1926 a 1929.

Iguales ante Dios en virtud de la supremacía de la voluntad divina y del plan divino y de los designios ocultos y misteriosos de la divinidad tiene implícito un acto de rendición incondicional. Lo que lleva a resignarse ante la explotación y las diferencias sociales, la fuerza que los hombres poderosos ejercen sobre los débiles, es dejarle toda acción y reacción a una deidad providencial que consuela a los más humildes prometiéndoles a cambio de sus sufrimientos en la vida terrenal un supuesto paraíso en otra supuesta vida llena de gozos y alegrías en compensación a los sufrimientos en el mundo real descrito desde las tradición medieval como "valle de lágrimas". Iguales ante Dios en el mantenimiento de las diferencias entre los hombres en el mundo de la vida implica que efectivamente la religión opera entre otras cosas, como "opio del pueblo".

"Sólo se podía oponer la confianza en Dios…" (p. 37).

El acto de desesperación ante la inminencia de la muerte es dejarle todo a Dios, que sea El quién decida entonces quien se salva y quien no, que sea de su voluntarismo infinito que provenga la sentencia absolutoria o de muerte. Cuando las víctimas en medio del fuego cruzado e indiscriminado la ven perdida no tienen otra opción que retomar el llanto infantil de orar pidiendo a la figura divina como una forma simbólica de reificar la presencia salvadora de la madre y del padre, es retornar al origen de la relación primitiva de la protección parental, orar y confiar en Dios es metafóricamente retornar al vientre materno, a su manto protector, significa que todo en lo real y practico está perdido.

"Los que nos salvamos, nos salvamos por puro milagro. Un milagro de Dios nada más. Un verdadero milagro". (p.41).

Creer en un milagro puede significar varias formas de interpretación siendo la menos correspondiente a un fe madura que la divinidad hizo un prodigio porque esto implica un cuestionamiento a la justicia divina ya que en la providencia infinita de Dios cómo es posible que pudiendo salvarlos a todos, solamente unos tuvieron ese privilegio. Se trata más bien de una manifestación de religiosidad popular la de creer en milagros y prodigios, muy cercana esta forma de fe al animismo, a la magia, a la idea que la divinidad se manifiesta de forma sobrenatural.

"Fue un verdadero milagro" tiene una implicación menos teológica y más mundana, es que lo sucedido fue tan grave, la fuerza empleada tan desmedida, las balas y las bombas atravesaban todo, que no tiene una explicación racional haberse salvado de una situación de tan extremo peligro. De hecho es sorprendente que en el Holocausto del Palacio de Justicia los muertos hayan sido apenas una centena aproximadamente cuando el caos desatado, el exceso de fuerza, el incendio, hubieran perfectamente haber duplicado ese resultado luctuoso.

"¿Qué explicación le da el gobierno a la ausencia de los familiares y sobrevivientes a la misa que citó el gobierno?" (p. 51).

La solemnidad de la muerte en un misa fúnebre es la antesala oficial del establecimiento político y eclesial para iniciar la parafernalia de convertir las víctimas en mártires y héroes, a los que se les tributaran homenajes y se les harán monumentos, actos de resarcimiento imaginario y simbólico que sirve para minimizar la responsabilidad política y penal del gobierno que por acción u omisión permitió los desmanes de la Fuerza pública en al retoma del Palacio de Justicia. Por eso tiene mucho significado político que los familiares de las víctimas, particularmente de los caídos en las altas cortes en señal de protesta se hayan retraído de asistir a una especie de ritual hipócrita de un Estado que llora a sus víctimas cuando no hizo nada en cabeza del jefe de Estado para detener la masacre, siendo que es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas y de policía en Colombia.

"…en llamar por teléfono a una persona de fuera. Como el Arzobispo de Bogotá o el rector de la universidad Externado de Colombia". (p.73).

Los poderes que están detrás del poder no son precisamente en el Estado dependiente, plutocrático, policivo y militarista la academia universitaria y la Iglesia Católica, que era en 1985 Iglesia Oficial. Hubiera sido más efectivo llamar a los líderes de la banca, a los presidentes de los gremios, a los grandes contribuyentes y patrocinadores de las campañas políticas a la Presidencia y el Congreso de la República. Esto muestra que quienes estaban atrapados en trance de muerte no tenían muchas opciones, invocar la ayuda del Dr. Fernando Hinestrosa Forero rector del Externado o del Arzobispo de Bogotá Monseñor Mario Revollo Bravo, a la luz de la realidad política y económica de Colombia era una salida débil. A la trampa mortal se sumó la censura impuesta a los medios de comunicación por la Ministra de Comunicaciones en ese momento, la Dra. Nohemí Sanín.

Peña, en su libro "Las dos tomas" despliega su capacidad de periodista de talla internacional y demuestra su vocación como comunicador social, desarrolla un trabajo de divulgación de la información, sus argumentos y retórica se fundan en la evidencia para tejer un hilo conductor que es objetivo porque no toma partido ni por el M19 ni por el Estado y deja ver claramente el drama de las víctimas y de las familias de los desaparecidos.

Muestra las mentiras del Tiempo y del Espectador sobre el hecho final de la presencia del delegado de la Cruz Roja en los momentos finales de la retoma. (p.93).

Los textos citados por Vicente Peña muestran una retórica cargada de significados rituales y de imágenes religiosas usadas por los militares y el gobierno, como de Monseñor Serna justificando la pasividad del Presidente, veámoslos en ese orden:

"ustedes muertos son mis hijos amados en quienes tengo puestas todas mis esperanzas"> (p. 127).

Probablemente de todas las frases que guardan relación con el vínculo entre política y religión en el escenario de la guerra ésta sea la más significativa porque muestra el valor que los militares le dan a la vida humana incluso cuando se trata de sus propios subalternos. Es importante tener en cuenta que en la teoría estratégica militar la superioridad de masa invocada y aplicada en la retoma del Palacio de Justicia cuando se operó con discrecionalidad de no sacrificar hombres de la tropa innecesariamente esto no se hizo por el escrúpulo frente a la defensa de la vida de los propios soldados y policías si no para marcar un record de propinarle el máximo de bajas posibles al enemigo con el mínimo de bajas posible en contra, que fue durante muchos años uno de los argumentos para exponer en muchos escenarios nacionales e internacionales de formación castrense que ésta había sido una de las operaciones antiterroristas más exitosas del mundo. No sobra insistir en que el objetivo de la operación desde el principio de la reacción del ejército y retoma de la edificación era la aniquilación total, con el mínimo de bajas y heridos en la propia fuerza, como una especie de indicador costo/beneficio del éxito militar, usando como argumento a favor el resultado de la operación de retoma, teniendo a favor una estadística acostumbrada en la instrucción y comunicación en las aulas donde se imparten las asignaturas de las llamadas ciencias de la guerra.

Monseñor Serna (p.225), "durante las honras fúnebres de los magistrados muertos (nov.10 de 1985) manifestó: …también la realidad de que como gobernante necesitara inclinarse…callado, estoico, sin un reclamo, esperando en vano la respuesta a un diálogo y solución dentro de la ley que nunca fueron aceptados…" (p.232). La retórica del jerarca de la Iglesia al servicio de la defensa de Betancur, (p.235). Análisis del psicoanalista José Gutiérrez (p. 235).

La Iglesia católica no es que apoye al establecimiento es parte del establecimiento, en la transición de 1985 a 1986 se va a crear el obispado castrense para la Fuerza Pública, la Fuerzas armadas y de Policía que tendrá su estructura de diócesis con un tratamiento especial en su presupuesto y formación para atender la pastoral castrense como un abrazo de la Iglesia Católica colombiana al poder militar aunque éste se funde en la acción bélica, en la ciencia, disciplina y práctica de la guerra, en la violencia, y no en los valores cristianos del perdón y la no violencia.

De todos los testimonios, comentarios, miradas críticas, la más contundente por su procedencia es la de Emilio Urrea que aun siendo parte de la clase política y las élites económicas, criticó y enjuició al establecimiento por los hechos del Palacio de Justicia y por la hipocresía con que los medios, la Iglesia, los gremios y el gobierno asumieron los temas de base, la injusticia social, el bipartidismo monopólico del Estado y la represión armada como causas objetivas de la violencia.

El testimonio y crítica de Emilio Urrea parte de reconocer las reales y efectivas fuerzas de poder[109]en la Sociedad colombiana y relaciona a los gremios económicos, la Iglesia y las clases altas en el gobierno, como esas fuerzas que constituyen el establecimiento y que históricamente han sido causantes de la guerra y al mismo tiempo fueron parte propiciatoria en los hechos luctuosos del Palacio de Justicia, el 6 y 7 Noviembre de 1985, como los días posteriores en que diversos testimonios dicen se torturó, asesinó y desapareció a los trabajadores de la cafetería sospechosos para la Fuerza Pública de ser colaboradores o miembros activos del grupo subversivo que perpetró el acto terrorista.

"Cuando el gobierno se lanzó a estructurar la política de paz…También los medios de comunicación, los gremios, la Iglesia". (Emilio Urrea, en adelante EU., p. 241).

"El establecimiento… un país de una democracia formidable…expresidentes de la República, gremios, Iglesia". (EU., p. 242).

"A la Iglesia le pareció terrible, porque pactar con los ateos era un verdadero reto, y pienso que creyeron que iban a abajar los crucifijos de los templos y que en lugar iban a poner la hoz y el martillo" (EU., p.242).

"Camilo Torres hizo exactamente lo mismo, por unos ideales,…para tomarse el poder…hacer unas reformas políticas". (EU., p.243).

Las instituciones y su defensa, como cruzada religiosa y laica, confesional y secular, ha sido el sofisma por excelencia, por una parte las creencias e ideologías se arraigan en la mentalidad, cuando se trata de formas culturales propias de la religión, cuya principal característica es el dogmatismo, estas se insertan en la mentalidad colectiva y son un fenómeno de larga duración. El pensamiento conservador, reaccionario, cualquier forma de actitud política fascista, antidemocrática, totalitaria, despótica usa las instituciones en sentido político y jurídico, como el orden, la democracia, el estado de derecho en oposición a la vida humana.

Por eso cuando estas son invocadas por el establecimiento y la jerarquía eclesiástica, se está ante actos de hegemonía política dentro de pretensiones de verdad y de imposición de ella. Las instituciones, el orden, la libertad, el bien común, la democracia termina siendo una metafísica que justifica la violencia de Estado, el abuso del poder, la solución militarista, la violación de los derechos humanos de los que pasan a ser sospechosos, indiciados, acusados, procesados, condenados por ir en contra del régimen, del ordenamiento jurídico, de la paz, de la sana doctrina, de la religión oficial, de pretender el ateísmo y formas de intolerancia religiosa.

Emilio Urrea se refiere entre las (pp. 246 y 247) al archivo de Monseñor Guzmán sobre la violencia liberal-conservadora, se trata de una referencia comentada al libro "La violencia en Colombia", editado por él mismo. Su ONG, denominada "Fundación de la Paz", cumplía 25 años en 1991, según la 4ta edición del libro "Las dos tomas" de Vicente Peña, organización que tuvo de presidente a Camilo Torres Restrepo, sacerdote, sociólogo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, más conocido como el "cura guerrillero" y muerto por el Ejército en Patio Cemento Santander el 15 de febrero de 1966, según la versión oficial fue dado de baja en un combate. El general Álvaro Valencia Tovar refiere que durante muchos años la tumba se mantuvo en secreto hasta que sus restos fueron entregados a su hermano con la promesa que fueran expatriados y mantenido en secreto su disposición final, ¿Otro caso de desaparición confeso?

"En algunos entierros de magistrados,…varios abogados comentaron que el operativo militar en realidad lo inició el Sr. Gral. Miguel Vega Uribe, y que ya iniciado, unas horas después, fue a notificarle al Presidente Betancur" (Ultima referencia en éste trabajo a la entrevista concedida por Emilio Urrea a Vicente Peña y transcrita en el libro "Las dos Tomas", (p.253).

A eso de las 11:30 am del 6 de noviembre de 1985 se inició la toma del Palacio de Justicia por el M19. A las 2:00 pm ya el ejército había penetrado al recinto del Palacio usando vehículos blindados de combate y tenía control del sótano, el primer piso, parte del tercer piso, y se buscaba penetrar al cuarto piso. En una hora no precisada, pero entre las últimas de la tarde y las primeras de la noche los rehenes y guerrilleros del cuarto piso fueron abatidos por el uso de explosivos para vencer la resistencia y tener despeje del mencionado piso.

En éste grupo presumiblemente murió entre otros, el presidente de la C.S.J. Alfonso Reyes Echandía, que según informe pericial de la Comisión de la verdad de 2006 fue muerto por proyectiles de arma de fuego que no corresponde a las identificadas y atribuidas a la guerrilla en esos hechos. Muerte sobre la cual hay otras versiones encontradas.

Veamos un poco la retórica que asocia elementos propios de la religión con significantes y significados de la política, creando una especie de campo semántico político-social entre lo dogmático religioso y la jerga constitucionalista-jurídica. Campo que es también del imaginario, de la retórica política, de los semas con que los medios de comunicación y las publicaciones han preparado las mentes de los colombianos para pensar los hechos del Palacio de Justicia:

"Villegas Moreno recibió aún otra llamada de reyes Echandía, tal vez el último contacto del sacrificado[110]magistrado con una persona que se encontraba en el exterior del Palacio" (p.262).

La idea del sacrifico es fundadora del monoteísmo como poder político militar de las tres grandes religiones que han influenciado el mundo occidental, el cercano oriente y África, se trata del Judaísmo, del Cristianismo y del Islam, ellas tienen su origen común en un personaje que es patriarca para las tres religiones, Abraham, a quien le es puesta su fe a prueba por Dios, al exigirle que sacrifique su único hijo. Dios mismo siglos después va a sacrificar a su propio hijo Jesucristo al no evitar que éste sea entregado en manos del gobernador romano de la Provincia de Galilea Poncio Pilatos.

Ser sacrificado, ser parte del sacrificio, es una imagen fuerte en la vida religiosa y una justificación de la muerte del Dr. Reyes Echandía en la perspectiva de que su muerte no fue en vano, se trata de expedir oficialmente un consuelo, mostrar su destrucción física como un final sublimado, como un caro y benemérito sacrifico para la democracia y para que las Instituciones perduren, incluso para contribuir a salvaguardar la fe Católica del comunismo recalcitrante en su materialismo marxista anticlerical. No debe olvidarse que la versión oficial es que la guerrilla del M19 intentó dar un golpe de Estado, tomarse el poder.

En los siguientes fragmentos es muy claro encontrar la relación entre poder político y poder de la Iglesia católica y a su vez la relación entre el poder y la religión, algo que involucra la legitimidad del Estado y el monopolio que tiene para ejercer la violencia versus la contradicción de que la Iglesia sea cómplice del militarismo del Estado. Traicionando su origen histórico, que fue fundada a partir de Jesús de Nazaret que es uno de los personajes históricos más importantes en términos del pacifismo, de la no violencia, de usar el perdón, la reconciliación, el amor altruista como medios de pedagogía social y de un poder no armado para influir en las personas sin coacción ni miedo al daño físico como era la famosa pax romana.

"Y a sus compañeros y mártires, magistrados Fabio Calderón Botero, Dante Fiorillo…" (p.266)

"Se han hecho en buena hora serios intentos de encuadrar el trágico holocausto en el mundo del derecho…" (p.266).

"Tengo para mí que estos son principios fundamentales implícitos en nuestro derecho Constitucional, que coincide con los de la ética social cristiana. Según ellos, la persona humana es el valor primero y más sagrado", (p. 267).

"Como sobreviviente de la tragedia por designio providencial" (p. 268).

"Como colombiano que ha luchado por ser cristiano y comprende el derecho". (p. 267).

La toma del Palacio de Justicia se trató de la consumación de "una amenaza de la derecha militarista a la C.S.J". Comentario de Manuel Vicente Peña (p.277).

"Campo terrorífico de guerra en que fue convertido el sagrado recinto del Palacio de Justicia. Este multitudinario sacrificio, horroriza y avergüenza a Colombia ante el mundo" (p.284) .

Presenta el libro una página con facsímil de fotocopias de prensa donde el protagonista es Monseñor Darío Castrillón y habla de la relación C.S.J. y narcotráfico. (p.323). Cita de la parábola de la mujer adúltera, "¿quién tira la primera piedra?". Reseña las críticas hechas por la Iglesia y los estamentos políticos y económicos al fallido proceso de paz del Presidente Dr. Belisario Betancur. (p.324). Nuevamente presenta testimonio de prensa, donde Monseñor Castrillón habla de sobornos del narcotráfico. (p.331).

¿Qué se puede decir del presidente si cuando más se necesitaba firmeza y decisión para tomar medidas que salvaguardaran la vida de los rehenes se puso a rezar?

"Bueno lo que realmente se puede concluir de las palabras de Betancur es…di la orden y me puse a rezar para que todo saliera bien…que acudió a la Divina Providencia, que es un buen católico, que sí veía las llamas, pero que rezaba como todos los colombianos para que los resultados fueran positivos". (p.350).

"Puesto que a pesar de que apele a la religión y a la Providencia…el acepta haber dado las órdenes…" (p.350).

"¿No le llegaron a preguntar por qué no resultaron las oraciones?" (p.350).

Muy temprano en el libro de Manuel Vicente Gómez se encontraba un móvil para el incendio y la operación de aniquilamiento desarrollada por los militares:

"Los magistrados habían sido amenazados por investigar a Vega Uribe y otros por vinculación a los Derechos Humanos, expedientes que sí reposaban en el Palacio de Justicia". (p. 356).

Una periodista perteneciente a una de las familias aristocráticas del país y dueños de un de los diarios más importantes en su momento, El Espectador, cuestiona con independencia y valor el papel de la Iglesia católica en la crisis del Palacio de Justicia y en particular las posiciones políticas de extrema derecha que caracterizaron toda su vida al Obispo Darío Castrillón:

"UNA VELA A DIOS Y OTRA VELA AL DIABLO. No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? Somos acaso más fuertes que Él. (p. 362) . .

Pero en los siguientes fragmentos se establece no sólo una alianza entre el poder político y la Iglesia Católica para justificar la masacre del Palacio de Justicia sino que se relaciona al narcotráfico como una fuerza siniestra que corrompe todo, el Estado, los militares e incluso a las altas jerarquías de la Iglesia católica:

"¿Será que mi Dios tiene previstos en el otro mundo calabozos para aquellos que en la tierra fueron beneficiarios de la impunidad?" (p.370).

"…al Dios de Colombia, Belisario Betancur". (p. 373).

"Como si disponer del primer derecho humano de todo ser, la vida, pudiese ser virtud de unos y pecado de otros". (p.375).

"Quiso vender la imagen de San Francisco de Asís paisa" (p. 378).

"Monseñor Serna, mediador". "En 1983 Monseñor Serna, entre otros se ofreció para liderar diálogos de paz". (p. 380).

"El narcotráfico ha tocado a toda la sociedad, incluso a la Iglesia y a las Fuerzas Armadas" (p. 391).

Manuel Vicente hace referencia a libros que han dado un abordaje no politizado o judicial al tema, como el de Carmen Pinzón de 1988, titulado . Y en su libro, escrito en caliente en sus partes esenciales, casi que paralelamente a los hechos ha transcrito la opinión de la prensa internacional y nacional, tanto libre como la que tradicionalmente ha sido parte del establecimiento.

En su trabajo se ha relacionado desde temprano una teoría del caso que casi 28 años después sigue siendo la más fuerte, que en los hechos del Palacio de Justicia los militares obraron sin rendirle cuentas a nadie. La hipótesis que no aceptan los antiguos militantes del M19 y que han mantenido siempre los militares y la versión oficial es que el narcotráfico tuvo mucho que ver, no sólo en la financiación y apoyo al M19, si no que su objetivo primordial fue favorecer una crisis política que desviará la atención de todo el país y del gobierno de la Extradición, por lo tanto ganara quien ganara lo importante era el colapso del Estado. Llevar al gobierno a estar contra la espada y la pared al tener que manejar bajo la mirada internacional una toma armada con rehenes. La tesis de los que se apartan de la hipótesis del Estado y los militares es que el M19 no fue al Palacio a hacerle un mandado a Pablo Escobar ni el objetivo de la operación militar al tomarse la Corte era asesinar magistrados y quemar expedientes de extradición, sino hacer un juicio público al presidente de la República por el incumplimiento de los acuerdos pactados.

Los años 70´s y 80´s fueron de ascenso del poder mafioso en Colombia y lograron penetrar absolutamente todo. Hubo probablemente una influencia del narcotráfico en los hechos del Palacio y así lo plantea Manuel Vicente Peña. En versión no considerada judicialmente, Virginia Vallejo en entrevista radial con el periodista Félix de Bedout en la emisora W, (Ver archivo de audio), ella sostiene que Pablo Escobar y otros miembros del cartel de Medellín se reunieron y tomaron decisiones mientras ardía el Palacio. Ella sostuvo que la participación se dio tanto días antes preparando la toma, como en tiempo real mientras se estaba realizando, bajo la promesa de dinero para controlar un desenlace, que fue ofrecida a algunos de los actores armados internos y externos a la acción en el Palacio, refiere haber conocido fotos que mostraban la manera como el personal que fue detenido ilegalmente sufrió torturas por miembros de inteligencia militar y menciona al B2. Otros medios y versiones sostienen que existía una alianza entre narcos y militares.

"…El Nuevo Herald afirma que un militar declaró que el incendio del Palacio de Justicia lo idearon los capos Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar con el ejército para quemar expedientes de extradición…Agregó que Rodríguez Gacha usó al Ejército en otras masacres como la del edificio Altos del Portal en Bogotá…"[111]

En todas esas versiones hay un interés narcisista de protagonismo y de venganza que teje un montón de especulaciones donde es imposible descubrir la verdad que lleva a hipótesis como éstas y que están en el horizonte de problematizar el Palacio de Justicia como uno de los hechos históricos que habiendo sido de la esfera pública ha dado para todo tipo de conjeturas, versiones, ocultamientos. Como la versión imposible de probar de que fueron los propios narcotraficantes que financiaron la toma los que con un elemento infiltrado entre los mismos guerrilleros, primero, desarrollaran el complot que llevó a retirar la seguridad del Palacio y después alertar a los militares para que la operación de retoma se tuviera preparada con días de anticipación, como aparentemente sucedió. Permitiendo que desde el plan mismo ya estuviera calculada una derrota para los subversivos del M19 usados como "gancho ciego" por mafiosos y militares para fabricar una crisis política y jurídica.

El problema de la guerra no es solamente un tema de política, de violencia de Estado, sino de lo que producen las guerras, cuerpos heridos, cadáveres, destrucción humana y material, mentiras que se repiten incesantemente en los medios hasta que se convierten en verdad. La sombra del narcotráfico, de la corrupción, del desprecio por la vida y la ambición de lucro estuvieron presentes. No sólo en la actuación de la guerrilla sino también en la retoma desproporcionada y el incendio que aparentemente sólo pudo causar el ejército el 6 y 7 de Noviembre de 1985. Esa es una de las hipótesis más delicadas que se filtra en el análisis de múltiples testimonios en contrario que la verdad oficial ha silenciado pero que Manuel Vicente Peña ayudó a formular como una compleja teoría de caso.

No debe dejarse de lado que existía una enconada disputa entre el alto mando militar y las Altas Cortes que los investigaban por violación de los Derechos Humanos. A su vez hay versiones de que algunos magistrados eran objeto de seguimiento e interceptaciones por parte de los organismos de inteligencia de la época, como el DAS, tantas veces asociado a los intereses del narcotráfico y acusado de participar en magnicidios como el del candidato presidencial Luis Carlos Galán.

Hubo amenazas para los magistrados que sólo podían provenir de un interés marcado en que no se investigaran violaciones a los derechos humanos cometidas por miembros de la Fuerza Pública bajo la vigencia del Estatuto de Seguridad. El papel de la Iglesia fue esperar el resultado para tomar la posición de administradora moral de la crisis, sacar ventaja política del holocausto como agente legítimo de paz y reconciliación, sumarse a la verdad oficial e incluso probablemente dejarse infiltrar por los dineros del narcotráfico.

La gente humilde que quedó abrasada entre el cruce de fuego no tenía ninguna oportunidad, el aparato de muerte operó con saña, la burocracia de la destrucción hizo lo que tenía que hacer. Durante muchos años, en múltiples escenarios públicos y privados los amigos del establecimiento, los de extrema derecha, los jóvenes que apenas comienzan una carrera, la gente común y corriente sin intereses políticos y económicos relacionados con el Estado, han usado unas preguntas hiladas como un seudo argumento para justificar el Holocausto del Palacio de Justicia:

¿Qué le hubiera pasado a Colombia, al Estado, a la sociedad y sus instituciones si se hubiera accedido a las pretensiones de la guerrilla? ¿De haberse hecho un afrentoso juicio público al Presidente dónde hubiera quedado la dignidad del ejecutivo? ¿Cuántos más palacios de justicia se hubieran dado en el país? ¿Negociar con el M19 hubiera significado aceptar qué la subversión podía llegar al poder por la vía armada?¿Por qué acusar y perseguir a quienes finalmente por la contundencia de la respuesta armada llevaron al M19 a una derrota militar y sobre todo política, que impulsó y terminó con su desmovilización años después?

EL TEXTO PROMEDIO EN ESTRUCTURA, CONTENIDO Y COMPROMISO

Mantilla Escobar, David. Holocausto a la Justicia. Medellín, Colombia; Producciones Alicia, 1986. (Primera edición).

Este libro es un compendio o antología de publicaciones periodísticas en prensa escrita, en diversos medios, aunque privilegia los dos diarios de Bogotá, El Tiempo y El espectador. En el prólogo el autor asume una posición escéptica frente a la Historia y es de suyo aportar una cronología sobre los hechos. El autor dice en el prólogo que ofrece un "compendio de los acontecimientos políticos del 6 y 7 de noviembre de 1985".

Durante los hechos la Iglesia católica no dijo nada, no habló en medios. Pasado los hechos y conocido el balance luctuoso, los altos jerarcas de la Iglesia no se callaron y se mantuvieron firmes en el apoyo al Gobierno y la Fuerza Pública. Posición clara y evidente, manifiesta en público, ante medios y documentada, la de justificar la violencia de Estado y exonerar al gobierno de toda responsabilidad:

"…Cuando el arzobispo de Bogotá, Monseñor Mario Revollo Bravo, [le] pidió a todos los asistentes al funeral oficial celebrado en la catedral primada". (p.104).

El libro presenta múltiples imprecisiones y es demasiado servil con la autoridad. Sin embargo el autor ha entrado en controversia con lo que se puede denominar la versión oficial de los hechos. Hubo una operación de aniquilamiento indiscriminado llamada "operación rastrillo", (p. 141). Excesos de fuerza (Ver también pp. 126-127).

"Alfonso Reyes no dio la orden de bajar vigilancia, es una mentira del establecimiento policial", (p. 130).

Los guerrilleros y su muerte también fue objeto de un probable culto religioso y de manifestaciones rituales que fueron muy rechazadas por el establecimiento:

"…el sacerdote nicaragüense Uriel Molina quien ofició una misa, que según algunos medios se dedicó a los militares del M19 muertos durante la toma del Palacio de Justicia…" (pp. 112-113).

Vale anotar que en el imaginario respecto a los hechos, el que los subversivos hubieran merecido el menor atisbo de una honra fúnebre enfurecía a buena parte de la sociedad católica y cristiana de Bogotá y de Colombia, dado que en la mentalidad de la época y aún presente para ciertos sectores de la sociedad un guerrillero es un subhumano, una especie de ente cuya muerte no debe merecer si no el aplauso y la congratulación porque significa libarse del más más grave de los males que azota a Colombia por la vía que le gusta a la ultraderecha, aniquilando al enemigo.

Respecto a uno de los magistrados muertos en los hechos y de quien se habla fue objeto de homicidio por parte de la Fuerza Pública, respecto a lo cual hay evidencia fílmica es mencionado por Mantilla:

"…Carlos Horacio Urán…el 6 de noviembre de 1985 dictó su cátedra sobre el fanatismo de los movimientos guerrilleros, el M19 entre ellos…esa clase de movimientos tienen una relación de tipo religioso supremamente marcado". (p. 119).

De hecho la traducción correcta de la expresión en inglés de fundamentalism es fanatismo, que en español latinoamericano sí es particularmente significativa, sobre todo en Colombia y en México por el fanatismo católico y la manera como los conservadores durante la época de la violencia política en Colombia años 50´s o la guerra de los cristeros en México (1926) asumieron la defensa de la religión católica hasta la muerte y el aniquilamiento de la amenaza, los liberales en el primer caso y los agentes del Estado en el segundo.

Además se trata de un fanatismo que no importa el objeto, está predispuesto en la mentalidad individual y social de los colombianos, en el proceso de secularización de la mentalidad se ha trasmitido al futbol, como lo evidencian los actos de violencia y de intolerancia de los hinchas agrupados en hordas denominadas barras bravas.

En cronología del 7 de noviembre de 1985: "9:30 a.m. Monseñor Héctor Rueda Hernández, Presidente de la Conferencia Episcopal se pronuncia condenando la acción de la guerrilla y brindando apoyo desde la Iglesia católica colombiana al gobierno" (p. 237).

Es el texto promedio sobre los hechos del Palacio de Justicia porque se basa en fuentes periodísticas no judiciales, porque su contenido no va más allá de lo que ya describiera con lujo de detalle Manuel Vicente Peña y porque insinúa cosas pero no toma partido y mucho menos se arriesga a aventurar tesis que pongan en juicio a la Fuerza Pública y al establecimiento que no admite críticos y que persigue y amenaza a todos los que han querido asomarse al tema con objetividad.

Es decir, denunciando la violación sistemática de los derechos humanos y de la Constitución y la ley por parte del ejército y la policía en una retoma a sangre y fuego que por aniquilar a los subversivos no midió consecuencias en la población civil inerme en medio del conflicto y que arrasó con todo y no contentos con eso, torturaron, asesinaron, desaparecieron a quienes asumieron como supuestos auxiliadores de la guerrilla.

4.3 EL CONDUCTISMO RELIGIOSO TRASCIENDE A LAS IDEOLOGÍAS

Behar, Olga. Noches de humo. Cómo se planeó y ejecutó la toma del Palacio de Justicia. Bogotá: Editorial Planeta. Primera edición noviembre de 1988.

Este libro es junto al de "Noche de Lobos" del periodista Ramón Jimeno[112]y el de Ana Carrigan "El Palacio de Justicia una tragedia colombiana", los tres trabajos que tuvieron un acceso directo al testimonio de la única sobreviviente del Palacio de justicia, Clara Helena Enciso.

La gente en la desesperación que produce la amenaza de muerte junto a un atisbo de esperanza, impotentes de hacer otra cosa, se pusieron a invocar a Dios y a los santos en una retahíla de rezos, pero en ese sentimiento los guerrilleros no fueron diferentes a los demás, después de todo ¿Quiénes son los guerrilleros, los soldados rasos, los policías? Personas de origen campesino, o que siendo urbano, tienen la historia de vida que en alguna generación de sus familias migraron desde el campo a los barrios populares de las ciudades y que han vivido en situación de escases de recursos, de falta de oportunidades para educarse, para optar en la vida por otras formas de ganarse la vida sin riesgo. Todos criados bajo el manto de la religión.

"Alguien propuso rezar, en coro dijeron varios Padrenuestros. Claudia se unió a las oraciones, por momentos los hacía sola, en voz baja…Lo hacían todos, guerrilleros y civiles con mucha fe". (p.208).

Denominada como una novela testimonio es un relato muy parecido a una crónica periodística llena de diálogos y momentos de los protagonistas como si se tratara de una novela episódica, con un propósito, ser una memoria humanizante de los guerrilleros que murieron en la toma del Palacio de Justicia.

Es una novela que está marcada por una visión, la de la guerrillera que se consolidó como única sobreviviente de los hechos, Clara Helena Enciso, alias Claudia. Cuyo relato establece un juicio de responsabilidad a la reacción de la Fuerza Pública, mostrando a los guerrilleros como víctimas y defensores de la vida de los rehenes que iban a ser aniquilados por la Fuerza Pública, sin ninguna compasión (Ver pp. 193).

Se inicia con un esbozo de la vida en ciernes de la guerrillera sobreviviente Clara Helena Enciso y se adentra en la formación del M19 y da cuenta del robo de armas del Cantón Norte; del Estatuto de Seguridad del presidente Turbay Ayala; de la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá; del fallido proceso de paz con el presidente Belisario Betancur y los combates en el campamento de Yarumales entre el M19 y el Ejército.

Cuenta incluso aspectos anecdóticos del fallecido presidente de la Corte Reyes Echandía, en la (p.207): "…Sacó un ratico para almorzar en la frente a la catedral, uno de sus restaurantes favoritos, ubicado frente a la puerta lateral, no principal, de la emblemática edificación religiosa y presencia en el centro del poder en Colombia de la Iglesia Católica".

"¿Podré olvidar algún día, Dios mío?" (p.18).

"…A partir de entonces, el único que contaría con el beneplácito de la familia sería ese negociante que los recogía para llevarlos al cementerio a visitar la tumba del hermanito…" (p.20).

La idea de ir a un cementerio a llevar Flórez es universal en la cultura cristiana occidental y en muchas otras culturas. Esto guarda relación con los lazos familiares tan cálidos y unidos que caracteriza a la familia tradicional colombiana. Ese es el contexto de desaparecer a alguien en Colombia, logra dejar a la familia de quien ha sido presumiblemente raptado, torturado y muerto en una incertidumbre total y con un duelo sin solución porque ha sido indefinidamente aplazado, creando un sinnúmero de sentimientos y pensamientos que desorganizan la vida y no dejan vivir en paz.

Cuando en 1985 se dio lo del Palacio de Justicia el promedio de edad de los guerrilleros era un poco más de 20 años esto supone que habían nacido en la década de los años 60´s y habían logrado tener uso de razón en los 70¨s, en ese momento Colombia era aún una sociedad tradicional y conservadora en términos morales asociados a la sexualidad, la familia, el matrimonio. Se iniciaba en todo el mundo una revolución en las relaciones familiares, en la protesta contra la guerra de Vietnam (1955-1975), en el movimiento hippie, en la libertad sexual de la mujer, el uso de la píldora anticonceptiva pero en términos generales eso lo que generaba era dos fuerzas, una de atracción y otra de resistencia al cambio, por eso en la mentalidad moral y religiosa de las personas en 1985 había muchos aspecto del pasado asociados al conservadurismo en las costumbres que había sido su pauta de crianza en el referente familiar y social sin importar si se era de un pensamiento revolucionario y se había asumido una militancia subversiva.

Las citas a continuación muestran esos aspectos morales y sociales que permiten matizar la relación entre política y religión:

"Se iban a casar de mentiritas, pues Claudia pertenecía a una familia muy tradicional" (p.21).

"Son muy conservadores, de partido y de convicción. Cuando estábamos chiquitos, mi papá ni siquiera permitía que nos vistiéramos de rojo, porque lo consideraba una traición a sus principios. Son muy religiosos, antes nos llevaban todos los domingos a la Iglesia y todavía hoy madrugan los domingos a misa de siete" (p.22).

"En el Colegio era muy zanahoria, ya sabes, por esa educación tan anticuada, todo era malo, hacer el amor me parecía entonces imposible". (p.22).

"Los tres hijos estudiaron en centros académicos religiosos de la capital de Colombia…Camilo fue orientado primero por curas dominicos…después de la expulsión, Urrutia pasó a un colegio recién fundado por sacerdotes belgas asuncionistas…los curas tenían una formación democrática…" (pp… 23-24).

La relación entre política y religión no es exclusiva del Estado y los agentes del Estado con la Iglesia católica, esto es un aspecto interesante dado que es una idea común creer que la relación entre Estado y religión oficial es la única posible en la diada religión y política. No es así, también la guerrilla recurre a la religión y seguramente habrá habido y hay miembros de la Iglesia simpatizantes de la subversión si no en sus métodos de lucha por lo menos si en sus ideales cuando ellos encarnan una militancia por los derechos y la justicia, precisamente una de las armas contra el enemigo es desestimar lo que justifica su causa, por eso se ha usado con tanta reiteración el significante narcoterrorista para la subversión. Veamos al respecto las siguientes citas:

"Durante el primer gobierno de coalición, presidido por Alberto Lleras Camargo, se frustró la paz negociada con la guerrillas liberales y quienes depusieron las armas fueron asesinados en las calles" (p. 24).

"…se presentaría el fenómeno del cura guerrillero, Camilo Torres…" (p. 25).

"…y un poeta yugoeslavo, que en una de sus obras decía que la guerra no da tiempo de llorar los muertos", (p.28).

"…y los integrantes del estado mayor insurgente se reunieron en la casa cural", (p.34).

"Siempre hablaba del I Ching, el libro que consultaba Mao Tse Tung cuando luchaba por la independencia de su pueblo", (p.62).

"Un día le dio por hacer lo que él llamó , que consistía en invocar espíritus de sus compañeros muertos", (p.66).

"Si lo supiera más bien rezaría para que el enemigo ni asome las narices por aquí". (p.98).

Algunos elementos de contenido y de forma del libro que se han seguido tramitando en las investigaciones, en la narrativa y en la literatura sobre el tema son:

  • El error del GOES[113]al tomarse el 4º piso y la protesta del Ministro de Justicia de entonces, Dr. Enrique Parejo González.

  • Plena confianza del M19 en el éxito militar de la operación (ver p.122).

  • Estilo literario narrativo entre la novela y la crónica.

  • Manejo del tiempo del relato de forma novelesca no lineal como el relato reconstructivo judicial o el texto forense ajustado cronológicamente al desenvolvimiento de los hechos.

  • Aproximación psicológica y emotiva a los personajes.

  • Relación del Dr. Alberto Santofimio Botero con Pablo Escobar Gaviria y los hechos,-en el año 2012 condenado como coautor del homicidio de Luis Carlos Galán-.

  • Venganza de los militares, del Gral. Miguel Vega Uribe, contra la C.S.J.

  • Se menciona al intrépido espontáneo, civil que hiciera parte de acciones de combate contra la guerrilla, Jaime Alberto Sierra. Ver al respecto, (pp. 105-107; 147-152; 178-182; 194-196; 201-201; 215).

  • Se ofrecen datos humanos de los combatientes, como gustos musicales, comidas preferidas, flirteos entre ellos.

  • Se acude a mucha fuente oral producto de entrevistas.

  • El documento llamado que era el pliego de exigencias del M19 al gobierno, tenía una estructura legaliforme jurídica. Se trata de un texto que se ha considerado prueba de que el M19 tenía la intención de darle un Golpe de estado al presidente Belisario Betancur, (pp.112-113).

    En el desenlace crucial, cuando la guerrillera Clara Helena Enciso estaba en manos de circunstancias fortuitas, como ser reconocida por unos menores de la familia que dieran a entender a los militares que la custodiaban en la ambulancia que ella si vivía en la casa hasta donde la habían llevado, se establece los elementos propios del asombro y la fe: "había sido un milagro que los pequeños la reconocieran", (p.229). Algunas ideas sueltas que refuerzan esa relación entre política y religión:

    • El sincretismo religioso se aprecia claramente el texto del relato: "En adelante comenzaría a creer en los brujos indígenas del Cauca… que sabían cuando la gente iba a morir", (p.235).

    • Hubo una operación rastrillo, es decir, de exterminio por parte de la fuerza Pública.

    • El General Luis Vargas Villegas, Director de la Policía de Bogotá, fue un personaje siniestro, (p.211).

    • El Comando que se tomó el Palacio de Justicia tenía un objetivo: "el interés de que hubiera sala plena, para que estuvieran el mayor número posible de magistrados". (p.131).

    • "También iban en la maleta una foto de Elvencio, una billetera marcada con el nombre de Clara Helena Enciso, el último escapulario de la Virgen del Carmen que le había regalado su papá, una plancha, cubiertos…" (p.120).

    • "Elvencio y Claudia poco tiempo para charlar. Pero el recordó lo que el mojano, que se iba a morir pronto, después del accidente…ella no quiso aceptar que pudieran ser ciertas las operaciones del brujo" (p.128).

    • Para el Estado no era un problema político si no militar (p.173). No negociar era la respuesta acorde a asumir que la única salida posible era vencer a los guerrilleros, (p.183).

    • Alusión a la historia, del antecedente de una demanda armada, ofrecida por el Gral. Rafael Uribe Uribe, (p.175).

    Hay una frase que resume y le da el tono dramático al relato: "Por favor no disparen, somos rehenes, les habla el presidente de la C.S.J…Reyes repetía su letanía y desde abajo se reiteraba la contestación", (p.178). Los disparos de artillería y de armas automáticas del Ejército, la Policía, los espontáneos, los escoltas y miembros del DAS crearon una estrepitosa y ensordecedora respuesta de muerte.

    La versión de un magistrado que no estuvo en los hechos

    Uribe Restrepo, Fernando. El viacrucis de la justicia. Primera edición de autor. Quito: Señal Impreseñal, Cía. Ltda., 1992.

    El Dr. Fernando Uribe Restrepo asumió el cargo del inmolado Dr. Alfonso Reyes Echandía. En éste libro se han recopilado unos artículos de prensa que el Dr. Uribe Restrepo fue publicando sobre el impacto del Holocausto del palacio de justicia en la rama judicial y el proceso que siguió a los acontecimientos para recomponer la Corte Suprema de Justicia que había quedado diezmada en un 50%. La estructura de contenido es la de una antología en la que se destacan muchos aspectos autobiográficos y se tratan algunos temas de orden administrativo pero no aporta a la reconstrucción de los hechos sino que se ha enfocado en el arduo proceso que según él se asemejó a un "viacrucis" para recuperar las altas cortes del duro ataque sufrido.

    La metáfora de viacrucis tiene el significado de la pasión de Cristo, y en tal sentido un viacrucis nunca desemboca en algo bueno, o por lo menos en una solución al conflicto sino que implica materialmente tortura y muerte, la cual es significada por una redención, algo que circuló en las calendas inmediatas a la masacre en los medios de comunicación, el raciocinio que éste sacrifico había servido para salvar la democracia, fortalecer las instituciones, unir a los colombianos en torno al Estado, permitir la resurrección de un establecimiento que al resurgir de sus cenizas como un ave fénix lo hace renovado, fortalecido, seguro por una fuerza pública heroica y recia que tiene la acción contundente para contrarrestar cualquier ataque.

    Una vez enunciada la lista de los magistrados caídos el 6 y 7 de noviembre de 1985 escribe en un espasmo retórico:

    Magistrados intachables! ¡Togados lúcidos! Sacerdotes de la Justicia sacrificados en su altar!" (pág. 61)

    La idea que los magistrados muertos ejercían un sacerdocio en el desarrollo de su profesión es un intento retórico por sacralizar el campo del Derecho, que no es profano pero sí laico. La religión está en el mundo moral de la subjetividad, compete a la decisión autónoma del individuo que confiesa una fe. Por su parte la norma legal es heterónoma y por ende existe coacción para hacerla cumplir o crear un precedente de castigo que sirva de lección para que otros no repitan la violación a la ley. Los jueces sacrificados en su altar es una imagen recurrente de los orígenes de las religiones monoteístas alrededor de los sacrificios hechos en los templos.

    "Personalmente, en consecuencia, tan solo como colombiano que ha luchado por ser cristiano y entender el Derecho, desearía que el motivo que aquí nos reúne –el sentido homenaje a las muy ilustres e inocentes victimas del peor magnicidio colectivo de los tiempos modernos- fuese objeto de más serias evaluaciones, si es que queremos preservar aún lo poco que nos quedando del legendario patrimonio moral de la República. Y en especial, pensando en la Rama maltrecha del Poder público, la Jurisdiccional, que pese a todo continúa tratando de cumplir a cabalidad su poderosa función, en condiciones bien adversas y ante la indiferencia de muchos, pues al parecer el país no ha adquirido plena consciencia de que sin Justicia no se puede mantener el orden ni es posible

    La relación entre el ejercicio moral del cristiano y la práctica profesional de intentar entender el derecho tiene como referente la idea esbozada a lo largo del libro de relacionar instituciones y ejercicio de la jurisprudencia con la civilización a la que pone en el centro de sus valores y alcance la religión cristiana.

    La calificación de peor magnicidio colectivo de los tiempos modernos tiene una connotación universal que es una exageración dada la realidad histórica que muestra magnicidios colectivos de mayor envergadura, por ejemplo uno que no discriminó entre las personas magnas y mínimas fue el Holocausto nazi, otro, las siniestras operaciones del Plan Cóndor en el Cono Sur contra estudiantes, sindicalistas, artistas, intelectuales en general.

    Por lo pronto, evoquemos emocionados a nuestros muertos, mártires de una causa que no se da por vencida". (pág. 121).

    Lo magistrados de la Corte murieron bajo el fuego cruzado de guerrilleros y fuerza pública. Siendo la hipótesis de una mayor responsabilidad del ejercito la que se ha mantenido incólume a lo largo de las investigaciones. Su muerte fue un sacrifico en vano porque tras los hechos del Palacio de Justicia el 6 y 7 de noviembre de1985 la violencia se recrudeció, las masacres se ampliaron a todo el territorio y sucedieron un número incontable de violaciones a los Derechos Humanos en la guerra total en Colombia de militares y paramilitares contra la insurgencia y la contraofensiva de los grupos armados ilegales, fueran delincuentes políticos, narcotraficantes, contrabandistas, delincuencia organizada en torno a flagelos como el lavado de activos, el secuestro, la guaquería de caletas, la extorsión, el boleteo y el microtráfico. La rama judicial dista mucho, 28 años después de ser considerada base del Estado, del orden social, de la justicia entendida como bienestar humano y garantía de una convivencia pacífica, muchos consideran que nada ha mejorado en ella y que la corrupción, la congestión y la ineficacia la siguen caracterizando.

    UN INFORME TECNICO DE INVESTIGACIÓN SIN EFECTOS JURIDICOS

    Consejo Superior de la Judicatura. El libro blanco – 20 años del holocausto del palacio de justicia. Bogotá: LEGIS, 2005.

    Esta versión en muchos de sus apartes es una traición a la verdad en la medida en que es una comisión que ignoró en sus conclusiones la evidencia sobre los excesos que cometió la Fuerza Pública y buscó disculpar su acción en dos teorías sin posibilidad de defensa: la peligrosidad invencible de los guerrilleros que no se rendían y el cuidado que tuvieron para rescatar los rehenes. Esta publicación reproduce el "Viacrucis de la Justicia" analizado en éste trabajo.

    La recomendación de rezar ya considerada en otras partes de la descripción seleccionada de la bibliografía e historiografía que se ha escrito sobre el Palacio pone precisamente énfasis en la desesperación que provenía de la ya absoluta convicción de que el gobierno no iba a parar la acción militar y que un desenlace fatal era irremediable.

    "La señora Martha Gilma Henao de Montoya, esposa del magistrado doctor Horacio Montoya Gil, declaró: -…Yo le hice una llamada a la oficina, eran como las ocho u ocho y media de la noche más o menos…yo lo noté nervioso, me dijo que estaba sentado sobre el teléfono y debajo del escritorio recibiendo las llamadas y que esperando a ver quién llegaba primero, si la guerrilla o el Ejército y le dije que rezara que yo también estaba rezando y me dijo que sí, que él estaba haciendo eso y no fue más…después de las nueve de la noche, bregué mucho a comunicarme con él y no entró la llamada. No pude comunicarme más. Mi esposo y yo fuimos a misa de seis y media de la mañana de ese días seis, comulgamos, llegamos a la casa, él desayunó y ahí mismo lo recogió el chofer y salió para la Corte, más o menos a las siete y veinte…- (Folio 161 del Juzgado Noveno)." (p.159).

    Algo que es precisamente la versión contradictoria de todo lo que se ha ido estableciendo a través de documentos judiciales y testimonios de diversa índole se puede apreciar en su magnitud en la siguiente cita textual:

    "…En el expediente aparecen relatos conmovedores por su contenido humano, de la forma heroica y bondadosa como se produjeron la casi totalidad de los rescates, del celo y sacrifico que se impusieron las fuerzas del orden, al protegerlos y conducirlos hasta el sitio de concentración de rehenes liberados, en la Casa del Florero…Las acciones que llevaron a cabo, con heroísmo y patriotismo indiscutibles, obedecían a los planes adoptados para la recuperación del Palacio y rescate de las personas cautivas. Está demostrado, así mismo, que el enfrentamiento lo hicieron con gente familiarizada en el manejo de las armas que al margen de la ley, lucharon con habilidad y excesivo calor personal, manteniendo siempre la consigna de no rendirse…Como no lograron vencer, encontraron la muerte con sus manos en las armas. Reiteradamente manifestaron su decisión de morir antes de rendirse y someterse al juicio, legal y justo, propuesto por el Gobierno, en el evento de abandonar la acción armada y desistir de sus pretensiones, encaminadas a desquiciar nuestras instituciones republicanas…" (p.265).

    Veintidós años después llegan las síntesis narrativas

    Castro Caycedo, Germán. El Palacio sin máscara. Editorial Planeta, 2008. Primera Edición. (Edición digital en PDF)

    "-Coronel van a morir los magistrados.- ¿Sí? Pues que después les hagan estatuas." Coronel Luis Alfonso Plazas Vega

    Este libro es una de las mejores síntesis sobre el tema del Palacio de Justicia, contada de manera magistral por un escritor y periodista experto en crónica, Germán Castro Caycedo. Este escritor se ha caracterizado porque a lo largo de su carrera ha sido un profesional comprometido con la verdad que sirva para denunciar las injusticias sociales y la realidad conflictiva, violenta, influenciada por el narcotráfico.

    "El palacio sin máscara", reúne diferentes versiones e integra diversidad de documentos para recrear los hechos de una forma casi cinematográfica que permite imaginarse lo que allí sucedió durante unas 27 horas aproximadamente, casi un año por cada hora han transcurrido desde entonces. Sin lugar a dudas en el relato de Germán Castro Caycedo el M19 es responsable por la toma osada del Palacio sede de la Corte Suprema de Justicia, pero la Fuerza Pública cometió los desmanes y la masacre como poco a poco se ha podido ir reconstruyendo procesalmente los hechos, definiendo culpables, dolosos, responsables en sentido político

    No todos los elementos entre política y religión deben ser explicados, al menos no como una forma de imposición de la propia comprensión e inteligibilidad. Es importante que el lector desarrolle de forma autónoma su forma personal de interpretación sin que eso implique desconocer los grandes rasgos establecidos. Veamos algunas frases alusivas al tema religioso en medio de la guerra y su evocación:

    "Al llegar luego a la Casa del Florero vi el Palacio en llamas. Si hubiésemos salido cinco minutos antes probablemente nos hubieran acribillado las balas. Si hubiéramos salido cinco minutos más tarde nos hubiera agarrado el incendio. Fue un milagro de Dios". (p.51).

    "Con Eduardo, además de rezar, del susto no nos poníamos de acuerdo porque yo le preguntaba qué hacíamos, si lo movíamos o no lo movíamos y Eduardo decía que no lo hiciéramos y en ese momento apareció una guerrillera. Eduardo siempre tratando de protegerme me decía que mantuviera la cara contra el piso y como tenía el pelo largo, me cubría la cara". (p.61).

    "Él dijo que era "la prueba del guantelete". Yo dije que me llevaron a la Calle Novena con Avenida Caracas, donde había una iglesia y él dijo: "El Parque de los Mártires". Dije que me habían tomado fotos de frente, de lado, con numeritos y él dijo: "Te reseñaron". Yo sí vi que allí decía, "sindicada". ¿De qué delito?, preguntaron. Yo contesté airada que de ninguno". (p.69).

    "La señora Sofía se puso a rezar. Ese mismo compañero que llamó allí había llamado a la mamá de Eduardo en Cartagena y allí sí avisó. En su caso, creo que la mamá se afectó muchísimo: Eduardo es el menor de todos los hermanos y salió de Cartagena a estudiar la carrera. Yo era la cuarta en mi casa estudiando en una universidad. La situación de las dos familias era bastante diferente". (p.73).

    "Él no me había permitido que lo acompañara en razón de que la situación era de riesgo mortal. Por fortuna y gracias a Dios no le sucedió nada" (p.100).

    "Dios mío, tan pronto dije eso ella se derrumbó. Se derrumbó. La embarré. Eso me dio durísimo porque lo que hacía un segundo me parecía algo bueno, como algo de protagonismo, ahora era lo peor. ¿Ya qué podía hacer? Ellas se pusieron a rezar muy angustiadas". (p. 105).

    "Por Dios. Un espectáculo terrible. Una sensación horrible porque estaba oscuro, allí no había luz, ni había agua. Habían acribillado a unas personas que tal vez entraron asustadas a esconderse en los sanitarios… Pero cuando entramos ya se habían llevado los cadáveres de ese sitio. Había un grupo especial encargado de eso.

    Sin embargo, le digo que el espectáculo era dantesco: las puertas de vaivén agujereadas con disparos y al fondo las salpicaduras de sangre. Allí todo estaba perforado, todo estaba lleno de bala y de sangre. Nosotros abríamos y veíamos los rastros de la matada tan horrible que le pegaron a esos pobres rehenes.

    Ahí fue cuando funcionaron todos los rosarios de mi madre y de mi tía y de mí madrina. Por eso le había dicho que ellas fueron las que me sacaron ileso de allí". (p.107).

    "El reino de Dios que Carlos Horacio buscó responsablemente construir sólo será posible en nuestro país cuando desde las más altas autoridades hasta el último de los ciudadanos aprendamos a respetar, valorar y amar la vida de todos". (p.114).

    " […] Carlos Horacio Urán un cristiano de una fe sobria y profunda, entendió el reino de Dios como entrega a la verdad y a la justicia. Y lo intentó en medio de las preguntas, las incertidumbres, los fracasos y los triunfos de cualquiera de nosotros.

    Apasionado por la causa cristiana desde su adolescencia, fue persona central en la Juventud de Estudiantes Católicos en el marco internacional en Uruguay y Argentina. Así nació su amor por Ana María y el contexto de ternura y fidelidad a la verdad y a la vida que es su hogar.

    Carlos había querido desarrollar en Colombia un movimiento del laicado cristiano. Razones históricas e institucionales hicieron imposible este anhelo. Y así como su vocación de un proyecto público de la fe, cimentado en la teología de la liberación, no encontró un espacio social; tampoco su compromiso político alcanzó a ver la meta buscada.

    Porque Carlos Horacio era un hombre profundamente honrado, consecuente hasta la muerte con lo que pensaba. Serio en su aproximación a la ley y a las instituciones, pero soberanamente libre para permitir que se le manipulase de las derechas o de las izquierdas". (p.114).

    "De otro lado obra también el testimonio de la señora Magalis Arévalo quien afirmó haber visto en la Casa del Florero "a la guerrillera que en todo momento estuvo de civil, la de falda escocesa, blusa beige y botas de color café […] A ella la vi en la Casa del Florero, no adentro si no afuera, recostada en un carro que estaba cerca de la iglesia y un militar estaba ahí. Eso fue muy rápido y a mí me metieron a la Casa del Florero y no supe más". (p.138).

    La literatura oficial y la mirada forense

    Consejo Superior de la Judicatura. Libro Blanco. 20 años del Palacio de Justicia. Bogotá: Impresión Legis, 2005.(Edición digital en PDF)

    Se trata de un informe forense sobre una investigación de alcance político sin efectos jurídicos, es decir, una investigación que viniendo de un ente de control del poder judicial no le hace paradójicamente honor a la justicia. Ni tiene un efecto de verdad, justicia y reparación, por lo tanto no busca y no puede restaurar el derecho de las víctimas, por una parte el buen nombre de las víctimas mortales y desaparecidas, por otra el derecho de las familias a ser informadas y resarcidas en el daño moral.

    Se trata de un informe de 313 páginas, por lo tanto sólo traigo a colación dos ejemplos:

    La retórica religiosa en el campo político e institucional:

    "Y siempre y claro está que ese apoyo se traduzca en obras por parte de todas las fuerzas representativas de la nacionalidad a saber: los otros poderes públicos-que deban colaborar armónicamente con nosotros-las organizaciones y movimientos políticos y cívicos, los medios de comunicación, y la Iglesia Católica, cuya religión es la de la nación-. Principalmente. Y por sobre todo, siempre que la justicia y quienes en un momento dado la administren, en esta venerable corporación o en el más indigente juzgado sean comprendidos y acatados sin prevenciones ni perjuicios, desde el fondo mismo de la conciencia ciudadana.

    Por nuestra parte tenemos fe profunda en la Patria inmarcesible y confianza en la solidez de sus instituciones. La vigencia del estado de derecho nos exige una completa y total dedicación a quienes estamos atados por el solemne juramento que ustedes prestaron hace pocas horas, de acatar y cumplir la Constitución y las Leyes de la República.

    Pero no sólo nos compromete ahora éste sagrado juramento. Estamos también exigidos por un compromiso personal intangible, con la memoria de nuestros queridos compañeros despiadadamente sacrificados. Doce sabios y mártires, faros luminosos que se apagaron al unísono, dejando en la penumbra el panorama de nuestro derecho, y en triste luto a la justicia" [sigue el listado de nombres de los magistrados muertos en el palacio de Justicia], (p.58).

    Se trata de expresiones espontáneas de fe que se dejan ver en el texto de manera tenue, no son el tema ni la problematización principal, simplemente el elemento religioso y su relación con el poder es tan arraigado que se cuela en el discurso de quienes hablan, escriben, rinden testimonio, leen e interpretan los textos.

    El hecho a través de la desesperación y la fe:

    "La señora Martha Gilma Henao de Montoya, esposa del Magistrado doctor Horacio Montoya Gil, declaró:

    …Yo le hice una llamada a la oficina, eran como las ocho u ocho y media de la noche más o menos…yo lo noté nervioso, me dijo que estaba sentado sobre el teléfono y debajo del escritorio recibiendo las llamadas y que esperando a ver quién llegaba primero, si la guerrilla o el Ejército y le dije que rezara que yo también estaba rezando y me dijo que sí, que él estaba haciendo eso y no fue más". (p.184).

    HECHOS DE LESA HUMANIDAD QUE NO PRESCRIBEN EN EL TIEMPO

    Gómez Gallego, Jorge Aníbal. Herrera Vergara, José Roberto. Pinilla Pinilla, Nilson. Informe Final. Comisión de la verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia. Bogotá: Que cese el fuego, comisión de la verdad, 2008. (Edición digital sin corregir).

    Diferente al informe anterior éste trabajo pericial de la Comisión de la verdad si tiene efectos jurídicos ante la decisión del Fiscal Dr. Mario Germán Iguarán Arana de considerar que los delitos de lesa humanidad sucedidos en el Palacio de Justicia no tienen prescripción (pp.15-16) y una de las razones por las cuales uno de los principales implicados, el coronel Luis Alfonso Plazas Vega está condenado y purgando su pena. Aunque lo haga con las comodidades y lujos de un club militar a su disposición exclusiva.

    "155 La situación descrita fue, a todas luces, irregular; en casos en que se conocía la identidad de los occisos se privó a 18 familias de la posibilidad de recuperar los cuerpos de sus seres queridos y de cumplir con su derecho a ejercer los ritos fúnebres. Dichas cifras incluyen a 14 guerrilleros identificados inicialmente; a dos guerrilleros que fueron identificados posteriormente a la inhumación; a René Francisco Acuña, transeúnte fallecido como consecuencia de los hechos, identificado plenamente, y a Gustavo Ramírez, visitante del Palacio cuyo cuerpo incinerado, al parecer, había sido reconocido por su hermana. 156. Este procedimiento imposibilitó la identificación de algunos cuerpos, y se eliminó así información valiosa que podría haber arrojado luces sobre el paradero de algunas de las personas desaparecidas, como en el caso de Ana Rosa Castiblanco, y también de guerrilleros fallecidos. 157. Pero igualmente grave es que todos estos cuerpos, enterrados con identidad o sin ella, quedaron convertidos en NN, o sea seres sin ningún nombre. Lo anterior significa que no se cumplieron los parámetros y criterios internacionales mínimos existentes en la época en torno a identificaciones

    y, por lo tanto, tampoco para la entrega de los restos a los familiares de las víctimas; todo esto como consecuencia de la orden de envío de los cuerpos a una fosa común, impartida por el mencionado Juez de instrucción penal militar, al cumplir instrucciones del Comandante de la Policía de Bogotá,(p. 222).

    Negar una tumba, desintegrar los cadáveres, borrar al muerto. Tiene también una explicación pragmática que no es esencialmente política, religiosa o mágica-supersticiosa, se trata del hecho real que las personas sometidas a tortura deben ser ajusticiadas y desaparecidas para que no acusen a sus captores y abusadores. Para evitar que habiendo denuncia y peritazgo médico legal surja el cuerpo torturado, mutilado, violado como evidencia material probatoria de un delito de Estado, perpetrado presuntamente por agentes de la fuerza pública, permitido por el alto gobierno.

    A continuación el testimonio de Viviana Mora de Anzola madre de Gloria Anzola de Lanoa, una de las desaparecidas a manos de la Fuerza pública ya que existe material probatorio de que salió viva del Palacio de Justicia y custodiada por personal militar:

    "Estoy en las iglesias pidiéndole a Dios paciencia y resignación. Creo después de Dios no hay nada. Yo iba por la calle llorando… siempre. Lo menos que pensaba la gente es que estaba loca. De pronto salía de la casa, llegaba a la esquina y me ponía a llorar… lloré tanto que los ojos se me secaron y ahora tengo que usar lágrimas de cristal". En el rostro sereno y sabio de doña Viviana han hecho mella esas lágrimas que aún derrama y que lavan su alma y ojalá pudieran lavar este gran atropello contra la dignidad humana". (p.308)

    Habla la Comisión en pleno:

    "La Comisión desea concluir esta presentación haciendo suyas las palabras del Magistrado López Villegas, cuando concluyó que esa realidad no es "para ser escrita en letras del olvido si no para que se convierta en una verdad actuante, en lecciones éticas de la contienda política del ejercicio de la profesión de las armas; que señalados los horrores del Holocausto las instituciones reconozcan su culpa moral, no solo en obsequio de las víctimas, si no como una catarsis que le deben al país y les exige la comunidad internacional.

    El perdón auténtico es de quien sabe qué es lo que perdona; el arrepentimiento auténtico es el de quien adopta reglas que aseguren que no va a haber más víctimas; y uno y otro, son los únicos actores de una auténtica reconciliación". (p.17).

    EL TESTIMONIO DOCUMENTADO DE LA BIBLIOTECARIA DE PALACIO

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