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Psiquismo y elementales (página 5)


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LAS ESFERAS ESPIRITUALES

EL CAMPO MAGNÉTICO DE LA TIERRA

Para que se comience a entender la naturaleza de nuestro Planeta y la esencia de la vida que se desarrolla en él, precisamos partir de la comprensión de su estado electromagnético y de su situación en el universo.

Para llegar a esa definición, André Luiz acentúa que, teniendo en cuenta los esfuerzos persistentes de muchos espíritus sabios que se encarnaron en el mundo, patrocinándole la evolución, la inteligencia del siglo XV comprende que la Tierra es un magneto de gigantescas proporciones, construido de fuerzas atómicas condicionadas y rodeado por esas mismas fuerzas en combinación de múltiples formas, componiendo el llamado campo electromagnético en que el Planeta, al ritmo de sus propios movimientos, se tipifica en la Inmensidad Cósmica.

Y esclarece que: En ese ritmo de energías en que la materia concentrada estructura el globo de nuestra morada en que la materia en expansión le forma el clima peculiar, la vida desarrolla su agitación.

Podemos, pues, considerar a la Tierra teniendo un núcleo de materia cósmica irradiando a su alrededor ondas que le son peculiares, en un espectro de fuerza decreciente, partiendo del núcleo y propagándose por el espacio hasta el punto en que se debilitan tanto que dan lugar a la acción de las ondas emitidas por los astros que le son vecinos, en un punto, por tanto, en que se equilibran. Ese espacio constituye el campo magnético del Planeta.

Se puede tener una idea de ese campo valiéndose de un imán común o de un electroimán investigándole el campo circundante con partículas de hierro, que le sufren la atracción. Se verá que a medida que se distancia del centro, o del núcleo, ese campo pierde intensidad hasta que deja de ejercer cualquier acción sobre las partículas metálicas.

Se puede, también, para visualizar mejor el efecto de la irradiación del núcleo, tomar el ejemplo de un campo irradiante, pero de fluido luminoso, como sería una lámpara o cualquier luz, encendida en un ambiente oscuro, donde se ve que las partículas luminosas se extienden alrededor del foco disminuyendo de intensidad a medida que se apartan de él. Si se pudiesen iluminar las ondas que se propagan del núcleo del Planeta, la visión de su campo electromagnético sería la misma del efecto producido por el tubo luminoso.

Esa agitación u ondas que el iluminado Autor define con tanta claridad, en la página citada anteriormente, a la manera de lo que fue dicho antes, componen el campo magnético de la Tierra y se define por diferentes tamaños teniendo en cuenta su mayor o menor fuerza, partiendo de extensiones de ondas más largas junto al núcleo irradiante acortándose a medida que se alejan de él como se ve en el diseño de la Figura.

LA MATERIA EN EL PLANETA

Compréndase, que el inmenso campo electromagnético que circunda el núcleo del Planeta se constituye de su energía irradiada, en forma de ondas cuya presencia se puede sentir en las experiencias con un imán y las partículas ferrosas que son atraídas por él.

Aprendamos con André Luiz que: Las ondas u oscilaciones electromagnéticas son siempre de la misma sustancia, pero diferenciándose en la pauta de su extensión o distancia, que va de la cima de una onda a la cresta de la siguiente onda en vibraciones más o menos rápidas, conforme a la ley de ritmo en que se identifican las diversas frecuencias. Y que: a falta de terminología más clara, diremos que una onda es determinada por la forma de su resurrección de la energía por intermedio del elemento particular que la transporta o establece. Partiendo de semejante principio, entenderemos que la fuente primordial de cualquier irradiación es el átomo o parte de él, en agitación, emitiendo rayos u ondas que se articulan, de acuerdo con las oscilaciones que emite. (2).

No podemos dejar de seguir el pensamiento del generoso instructor espiritual a fin de que podamos con su aval, entrar en el terreno de conclusiones lógicas que nos lleven a un entendimiento mejor de lo que viene a ser nuestra materia.

Así pontifica él: Y el hombre, colocado en las fajas de ese inmenso dominio en que la materia cuanto más estudiada, más revela cual eje de fuerzas en temporaria asociación, solamente distingue las ondas que le son afines con su modo de ser.

Y prosigue enseguida: De esta manera lo tenemos como viajero del Cosmos, respirando en un vastísimo imperio de ondas que se comportan como masa o viceversa, condicionado en sus percepciones, a la escala de progreso que ya alcanzó, progreso éste que se muestra siempre acrecentado por el patrimonio de experiencia en que se gradúa, en el campo mental que le es característico, en cuyas dimensiones revela lo que la vida le dio, o tiempo de evolución y aquellos que él mismo ya dio a la vida, o tiempo de esfuerzo personal en la construcción del destino. (3).

Por tanto, el campo electromagnético del Planeta se estructura por ondas, que le son peculiares expandiéndose del centro hacia fuera de la misma sustancia pero de extensiones diferentes, comportándose como masa o viceversa, o sea, está condicionado en sus percepciones, a la escala del progreso que ya alcanzó.

Ahora nos resta saber cómo se da la resurrección de la energía contenida en la onda electromagnética y cuándo se comporta como masa o viceversa y cuál es el elemento particular que la transporta o establece.

La fuerza eléctrica generada en una usina es puesta en la línea de transmisión y resurge en el motor eléctrico que se alimenta de ella transformando la energía en fuerza de movimiento.

La energía contenida en el núcleo de la Tierra se irradia en forma de ondas, como se dijo, y el hombre, dentro de las fajas de su percepción, la identifica o la hace resurgir en la forma de masa corpuscular o lo que designamos como siendo nuestra materia.

Así, la materia que identificamos en nuestro Planeta es la concentración de las partículas que forman su campo electromagnético, que pueden ser apreciadas por nuestros sentidos, o sea, son una apariencia contenida dentro de las fajas de nuestra percepción.

Vale la pena esclarecer, por ejemplo, que el oído humano tiene su percepción limitada a la faja de ondas sonoras que promedian entre los 35/40 ci

clos a los 15.000 ciclos; y que el ojo humano cesa de ver en la extensión de onda en que se localiza el violeta, o sea, en 4/10.000 de milímetro (4).

LAS ESFERAS ESPIRITUALES

Nuestro Planeta forma parte del Sistema Solar, quiere decir, que está inmerso en el campo de atracción del Sol, conjuntamente con los demás Planetas.

Su campo electromagnético se limita con los campos de los Planetas vecinos; en puntos de equilibrio de fuerzas. ¿Y qué existe en ese espacio que se extiende desde el centro de la Tierra hasta los límites de su campo de irradiación?

Naturalmente ya dijimos que existe un campo electromagnético formado por ondas de diversas extensiones que se constituyen en la energía irradiada por el núcleo. Por tanto, no es espacio vacío.

Según lo que nos enseñan los espíritus, el campo está dividido en siete fajas, cinco por encima de nuestra Superficie y dos fajas por debajo de ella se diferencias por su extensión de onda.

La figura 2, que nos llegó del mundo espiritual a través de la mediumnidad de nuestra hermana Heigorina Cunha y que forma parte del libro CIUDAD EN EL MÁS ALLÁ (5), nos muestra una representación ¡visión en diversas fajas vibratorias, marcando con una estrella la localización de la ciudad NUESTRO HOGAR, en la tercera faja a partir de nuestra Corteza Terrestre!

Cada faja – o esfera – estando en una determinada frecuencia de acuerdo con la extensión de su onda, se entiende que en ellas la persona o espíritu que se encuentre allí va a percibir, en el medio ambiente, lo que su percepción, regulada por su posición evolutiva le puede proporcionar.

Hablando de lo que nos está más próximo, sólo percibimos, del mundo que nos rodea – teniendo en cuenta lo que se dice arriba –, aquello que impresiona a nuestros sentidos. No obstante sabemos, por los datos de la ciencia que existen muchas cosas y que no podemos aprenderlas aún.

Por eso decimos también que nuestra materia, el mundo sensible y que no es visible y palpable, no pasa de ser apariencia, que no es la apropiada, puesto que para los espíritus, por ejemplo, ella no existe en la forma en que la identificamos.

La materia del mundo espiritual, incluso en la esfera en que vivimos, está en una faja vibratoria diferente de aquella en que se limitan nuestros sentidos, o sea, siendo los sentidos de los espíritus libres muchos más sensibles y amplios que los nuestros, ellos captan más de los que existe en el campo terrestre. Esto quiere decir que aunque están localizados en el mismo espacio, la energía resucitada o materia, tiene características diferentes para la percepción de los encarnados y de los desencarnados. Nuestra materia no existe para ellos; por eso pueden atravesar paredes o cualquier otro obstáculo estructurado con la materia que, se puede entender, es sólo una apariencia, en lo que nos concierne.

Existen dos esferas sub-costrales, por lo tanto, debajo de la Superficie de la tierra, correspondiendo a regiones de intensos sufrimientos y manifestaciones del mal, que corresponden a las Tinieblas y a los Abismos.

En la primera esfera, donde se localiza nuestra superficie, conviven encarnados y desencarnados, cada uno en su mundo aparente. Si, porque también para los desencarnados la materia de su plano es aparente, aquella que su percepción puede identificar y que es diferente de la materia de la faja – o esfera – siguiente, de frecuencia diferente.

Se trata de una faja umbralina, conocida como Umbral Grueso, por la carga de sufrimientos y de maldad que le caracteriza la población invisible, verdadera región purgatorial de la cual tenemos escasas noticias.

Su población, invisible para nosotros, actúa sobre los espíritus encarnados imponiéndole pesada carga de sufrimientos, interfiriendo en sus vidas, constituyendo según la definición de los propios espíritus, un verdadero flagelo sobre la Humanidad encarnada.

La segunda esfera, que es aún difícil región umbralina, comporta muchas instituciones de asistencia a los espíritus sufridores, entre ellas las conocidas como Moradas, que aparecen en la figura 2, distinguidas por marcas semirrectangulares.

Por allí deambulan inmensas multitudes de espíritus sometidos a sufrimientos pungentes pero en una fase más propicia al socorro.

La tercera esfera, que puede ser definida como la periferia del umbral ya tiene un clima mental más ameno y ciudades espirituales con la calidad de vida superior, como se desprende de los relatos de André Luiz hablando de la Ciudad Nuestro Hogar.

También se dan noticias de la existencia de vastas regiones de espíritus sufridos, que inclusive intentan invadir las ciudades como las que mencionamos anteriormente.

En la cuarta esfera, de cuyos detalles no tenemos mayores noticias se constituye ya en una región feliz, habitan allí los espíritus que se dedican al arte en general, a la cultura y a la ciencia.

La quinta esfera fue definida por la autora de ciudad en el Más Allá como habitada por espíritus integrados en el Amor Fraterno Universal.

En la sexta esfera habitarían los espíritus encargados de trazar las directrices del Planeta.

La séptima y última esfera está abierta para el infinito, puesto que se puede vislumbrar allí el globo terrestre completo, representando la Superficie visible la última geografía de nuestro Planeta. Naturalmente allí habitan los espíritus que vencieron todas las etapas terrestres y se están matriculando como verdaderos ciudadanos del Universo.

Ya que se habló de geografía de la Tierra, este es un asunto que importa comentar aquí, para que se entienda cómo se proyecta en el espacio el núcleo irradiante que forman las diversas esferas espirituales de las cuales nos ocuparemos en este comentario.

Cada esfera tiene su superficie, o sea el terreno bajo los píes de sus habitantes, la parte sólida sobre la cual el espíritu trabaja y vive.

Aparentemente el asunto es de difícil entendimiento, pues donde quiera que estuviéramos, en cualquiera de las esferas espirituales, tendremos encima de nosotros el cielo abierto y abajo de nuestros píes la tierra sólida y productiva para el género de culturas que la comunidad desarrolla, como se puede verificar por las noticias de la ciudad Nuestro Hogar.

Vamos por etapas. Partiendo de nuestra posición tenemos una Superficie sólida, que tiene su geografía, sus accidentes, su constitución, sus contornos, en fin, sus propias características. Imaginemos el mapa del mundo representando el diseño de nuestra superficie sólida.

Pues bien. Ese mismo diseño del mapa se repite en la Superficie de cada esfera. La figura 3 nos diseña esa repetición para un mejor entendimiento, pues allí aparece, en cada faja, la misma geografía debiéndose destacar, que los edificios son sólo ilustrativos para confirmar la repetición.

Pero, ¿Cómo puede ocurrir eso? Recordemos que el núcleo de la Tierra es un foco irradiante proyectando su energía y formando el campo electromagnético al cual ya nos referimos. Como bien acentuó André Luiz, y transcribimos antes, la sustancia de la energía es siempre la misma, cambiando solo la extensión de las ondas a través de las cuales esa energía se expande.

Entendiéndose de ese modo, imaginemos un proyector cinematográfico. Si tomásemos, con una pantalla, la imagen que proyecta vamos a ver que es siempre la misma, variando solo en su tamaño en razón de la ampliación que le dará la apertura del foco. En cualquier punto del foco luminoso que coloquemos la pantalla haremos esa constatación.

Ocurre lo mismo con la irradiación del núcleo del Planeta. En cualquier punto donde estuviésemos, o mejor, en cualquier esfera en la que nos coloquemos, vamos a ver la imagen, o sea, la misma geografía.

De lo que se dijo arriba se concluye que estando en la Superficie de la séptima y última esfera, el espíritu siente debajo de sus píes la tierra sólida, quiere decir el suelo sobre el cual se apoya, edifica, cultiva y vive.

De ahí la constatación inequívoca de que las esferas anteriores, con todo lo que ellas contienen, están en el interior de la Tierra y que no existe vacío en el Universo.

Estarían, pues, formando camadas, unas sobre las otras, y podríamos tener una idea de esa superposición cortando, por ejemplo, una cebolla por la mitad donde vamos a ver sus diferentes capas o camadas dispuestas de esa forma.

Así, sucesivamente, quien estuviese en la sexta esfera va a tener su apariencia de Superficie cubriendo las esferas que están debajo.

Podemos, sin mucho esfuerzo, llegar a la conclusión de que para los espíritus que habitan de la segunda esfera para arriba, nosotros vivimos en el interior del Planeta y no pasamos de ser verdaderas lombrices pretenciosas, teniendo en cuenta la vanidad y el orgullo que impera aquí.

Resta esclarecer, o intentar esclarecer, como ocurre que, teniendo cielo abierto hacia las estrellas, por encima de nuestras cabezas, estemos viviendo en el interior de la Tierra.

Vimos que el núcleo del Planeta irradia hondas electromagnéticas y que esas ondas, aún teniendo la misma sustancia, se diferencian por su extensión medida entre su cresta y otra de la onda que podemos, para un mejor entendimiento, definir como la expresada en Hertz que constituye la unidad de medida de la onda de corriente alterna, también considerada de cresta a cresta.

Hablándose de ondas se debe hablar de frecuencia y sintonía porque la extensión de la onda define su frecuencia y su resurrección, o sea, su identificación, su captación, depende de la identidad de frecuencia o sintonía.

Dicho esto, podemos regresar al comienzo de nuestro artículo, donde André Luiz esclarece, como está trascrito allí, todo lo que está dicho arriba y ahora.

La semejanza del hecho con lo que ocurre con las ondas de radio nos puede esclarecer mejor el asunto. Sabemos que determinada emisora opera en tal frecuencia y así queriendo sintonizarla llevamos el dial de nuestro receptor de radio hasta aquella frecuencia y cuando coinciden las dos frecuencias, la de la onda y la de la entrada del circuito del receptor, la emisora deseada es oída. La onda estaba en el aire, disponible y ocurriendo la sintonía con el aparato receptor, la energía inicial resurgió en el alto parlante.

La misma ley nos sirve para la comprensión del hecho, aparentemente inusitado, de considerarnos como viviendo en el interior de la Tierra.

Como quedó dicho y se puede verificar en la figura 1, las ondas electromagnéticas que forman el campo del Planeta, son de mayor extensión – por tanto de frecuencia menor –, a partir del núcleo irradiante, de suerte que son muy largas junto a él y ulltracortadas en el final del espectro del campo. También, cada espíritu, como lo demuestra André Luiz en la obra ya citada (1), es un cuerpo electromagnético, que irradia ondas de determinada extensión, o en determinadas frecuencias.

Suponiendo el caso de un espíritu que venga de fuera del Planeta, cuando él alcance una esfera espiritual que tenga su misma frecuencia, allí se detendrá y será éste su lugar adecuado de permanencia, compatible con su estado evolutivo. Para él, por debajo de sus pies está el suelo y encima de su cabeza está el cielo: es todo lo que sus sentidos pueden percibir en aquella faja vibratoria en la que se encuentra. El campo del Planeta le aparece de ese modo, esa es la apariencia que le corresponde en vista de su posición vibratoria.

El mismo raciocinio vale, por ejemplo, en caso de enviar hacia otro Planeta un artefacto cualquiera compuesto con nuestra materia.

Ese artefacto entrará en el campo del Planeta y se irá sumergiendo hasta encontrar la faja de frecuencia con la cual sintoniza y allí se detendrá. Si tuviese, por ejemplo, cámaras fotográficas o filmadoras, estas que son compatibles con la misma frecuencia del artefacto, porque son hechas con la misma materia, registran la materia sintonizada.

Esto tal vez explique la frustración en los casos de naves espaciales que mandamos hacia otros planetas. Cayeron en una región del campo compatible con su naturaleza electromagnética, sin embargo, no era allí que los habitantes de aquellos astros vivían. Lo que supone, desde luego, que están en una faja vibratoria diferente de la nuestra. ¿Cómo entender esto?

Tenemos en nuestro Planeta una hipótesis que si bien es discutible, es probable teniendo en cuenta lo que se discute aquí.

Estamos explorando yacimientos de petróleo que están localizados a una profundidad de millares de metros. Ese petróleo resulta de la transformación de la materia orgánica depositada allí por seres vivos que vivieron hace millones de años. ¿De dónde había surgido esa capa de tierra tan voluminosa en el transcurso del tiempo? ¿Sería polvo cósmico que se depositó? Nadie lo sabe.

Pues bien, ahora que nosotros sabemos que nuestra materia no es sino una apariencia de la energía de nuestro campo electromagnético, podemos razonar sobre ese hecho.

Teniendo en cuenta la pérdida de energía del núcleo de nuestro Planeta, su irradiación podrá resultar en ondas más cortas, de frecuencia más elevada. Por otra parte, en el transcurso del tiempo, la Humanidad evolucionó, el estado vibratorio del hombre debe haber pasado también a una frecuencia más elevada. ¿No habrían esos dos hechos juntos despegado la apariencia de nuestra superficie de los millares y millares de metros que nos separan de los yacimientos de petróleo? Ahí está una hipótesis calcada sobre todo lo que fue dicho, para que los estudiosos interesados consideren el asunto.

Aún nos resta una cuestión importante para la comprensión del hecho de estar viviendo en el interior de la Tierra, como lombrices.

¿Cómo pasan los espíritus de una esfera para otra? ¿Cómo se comunican esas esferas entre sí?

Según se desprende de las noticias que André Luiz nos da del mundo espiritual, hay por lo menos, tres formas de pasar de una esfera a otra: las sendas de luz, los campos de salida y a través de las aguas de los océanos.

Las sendas de luz serían puentes hechos por los espíritus superiores para dar paso, en caso de emergencia, de una esfera para otra, o para otras.

Los campos de salida son puntos en el que dos esferas vecinas se tocan, en el libro Liberación (cap 4.), André Luiz da noticias de una ciudad espiritual localizada en uno de esos campos de salida, siendo que 1/3 de ella está en la faja de nuestra superficie y los otros 2/3 en la faja de la primera esfera sub-costral. En el mismo libro, el mencionado encuentro del sacerdote Gregorio con su madre, se dio en las proximidades de otro campo de salida para la esfera superior.

Los océanos también son apariencias resultantes de la identificación del campo del Planeta y forman parte, como se dijo, de la geografía de todas las esferas. Esto quiere decir que están de una esfera a otra y consecuentemente, pueden servir de medios de ligazón, como se ve en la narrativa constante del libro Nuestro Hogar (6), cuando, en sueño, André Luiz es llevado en una embarcación, guiada por un timonero, para una esfera superior donde desembarca en un puerto. Todo indica que el transporte se hizo a través de las aguas del océano.

Este asunto de las Esferas espirituales, ya fue tratado en los libros Ciudad en el Más allá y Mundo de los Espíritus (7) por el Instituto de Difusión, para donde remitimos al lector que desee enterarse mejor del asunto.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Mecanismos de la Mediumnidad. Francisco Cándido Xavier, Waldo Vieira, André Luiz, FEB, 11 edición, página 21.
  2. Ibíd., página 22.
  3. Ibíd., página 23.
  4. Ibíd., página 22.
  5. Ciudad del Más Allá, Francisco Cándido Xavier, Heigorina Cunha, espíritus André Luiz y Lucius, edición IDE.
  6. Nuestro Hogar (La vida en el mundo espiritual, edición FEB, Francisco Cándido Xavier, André Luiz, Cap. 36.
  7. Mundo de los Espíritus, Salvador Gentile, edición IDE, capítulo IV.

LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA

Se atribuye a la Tierra una existencia de 4.5 billones de años, dividida en cuatro eras principales:

PROTEROZOICA – desde hace 4.5 billones a 600 millones de años;

PALEOZOICA – de 600 a 220 millones de años;

MESOZOICA – de 220 a 78 millones de años,

CENOZOICA – de 78 millones de años hasta hoy

LOS PRIMEROS COMPUESTOS ORGÁNICOS

  1. Inicialmente en esta fase no habría oxigeno libre en la atmósfera, existiendo únicamente en la inmensidad de los océanos y en los matorrales. Sin la presencia del oxígeno no era posible que existiera la capa de ozono. Hoy la tenemos entre los 40 y 60 kilómetros de altura, cuya finalidad es la de filtrar los rayos solares, permitiendo que solamente lleguen a la Tierra los que precisamos para la manutención organizada de nuestro mundo (Emmanuel: El Camino de la Luz). Sin esta capa, los rayos ultravioletas y otras radiaciones, al alcanzar la superficie del planeta, pudieron haber ofrecido la energía para la síntesis de muchos compuestos orgánicos, a partir de las moléculas y compuestos químicos simples.

    Es una Hipótesis.

  2. Científicamente existe la hipótesis de que la vida, se habría desenvuelto después de la consolidación de la materia, lo que habría ocupado los primeros 550 millones de años de la era protozoica, después de adquirir el planeta la forma que hoy posee.
  3. Emmauel, en El camino de la luz, dice: Jesús reunió en las alturas a los intérpretes divinos de su pensamiento. Se vio, entonces, descender sobre la Tierra, desde la amplitud de los espacios, en una nube de fuerzas cósmicas, que envolvió al inmenso laboratorio planetario en reposo.

De ahí hace algún tiempo se podía observar la existencia de un elemento viscoso que cubría la Tierra.

El oxigeno es un gas corrosivo y venoso, contra el cual los organismos son protegidos por mecanismos químicos y físicos. La combustión de los alimentos por él, permite un mayor almacenamiento de la energía. Pues bien, sin la presencia inicialmente de oxígeno se produjo la destrucción de los primeros compuestos orgánicos, los primeros océanos, los que habrían alcanzado la consistencia de una sopa diluida, dice Haldane en la revista SCIENTIFIC AMERICAN – número especial de septiembre de 1978.

André Luiz, en la obra EVOLUCIÓN EN DOS MUNDOS, Cap, III se refiere a esta masa viscosa inicial, que facilitó el surgimiento de los virus y de las bacterias rudimentarias, hoy desaparecidas.

EL APARECIMIENTO DE LOS SERES VIVOS MONOCELULARES

  1. Una vez creada la vida, se supone que el contenido de oxígeno en la atmósfera aumentó hasta que las condiciones originalmente desfavorables a la vida primitiva se tornaron favorables. Se formó, entonces, la capa de ozono bloqueando la luz ultravioleta entre 2000 y 1.500 villones de años pasados, lo que se constituyó en protección para la vida existente. Sino existiese dicha capa, la vida del planeta no hubiera sido posible.

    La respuesta es no. la explicación es que, por procesos de selección natural, nuevas formas surgirán impidiendo la formación de otras y las características de sintetizar compuestos orgánicos pasó a ser prerrogativa de la materia viva, por la reproducción.

    Lo que se constituyó en un impedimento para la creación de seres vivos, a partir del no vivo, pasó a constituirse en garantía de la evolución biológica de los seres vivos ya constituidos, para los cuales el oxigeno es indispensable.

  2. Una pregunta surge de inmediato: ¿es posible, hoy en la Tierra, llevar a cabo el surgimiento de la materia viva a partir de la materia no viva?
  3. Según Emmanuel y André Luz, esta selección es conducida por los Ministros Angélicos de la Sabiduría Divina del Cristo de Dios (Evolución en Dos Mundos).

Dice Emmanuel A Camino de la Luz, Cap. II que, los trabajadores del Cristo estudiaron la combinación de las substancias, analizando la amalgama prodigiosa de los complejos celulares por ellos delineada, cortejando valores, probando posibilidades y necesidades del porvenir.

Según André Luiz en Evolución en Dos Mundos, Cap. III, inicialmente habrían aparecido los virus y con ellos el campo principal de la existencia, formado por nucleoproteínas y globulinas, ofreciendo el clima adecuado a los principios inteligentes o monadas fundamentales, que se destacan de la sustancia viva por los centros microscópicos de fuerza positiva, estimulando la división cariocinética.

Se evidencia entonces las bacterias rudimentarias, cuyas especies se perdieron en las bases profundas de la evolución, labrando los minerales en la construcción del suelo, dividiéndose por razas y grupos numerosos, plasmando por la reproducción asexuada las células primitivas, que se responsabilizan por las eclosiones del reino vegetal en su comienzo.

LA APARICIÓN DE LOS SERES PLURICELULARES

De las primitivas células después de muchos milenios, se pasa a las algas, que, como seres monocelulares, ya engloban la clorofila, por la cual el ser se nutre. Dotadas de movilidad y sensibilidad táctil, dan origen a todas las otras formas en la creación de los sentidos.

A continuación, se suceden las algas verdes en la que se inaugura la reproducción sexuada, la muerte, con metamorfosis continuas, por las cuales la monada pasa desde los artrópodos a los animales superiores.

Dice André Luiz en Evolución en Dos Mundos, Cap. III: De las cristalizaciones atómicas y de los minerales, de los virus y del protoplasma, de las bacterias y de las amebas, de las algas y de los vegetales del período precámbrico (desde hace 4.500 millones hasta 600 millones de años pasados, época en que se inicia la era paleozoica, que comienza con el período cámbrico a los foraminíferos y radiolarios de los terrenos silurianos, el principio espiritual alcanzó a los espongiarios y celenterados de la era paleozoica, esbozando la estructura esquelética.

LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES

  1. De esta manera las especies se sucedieron evolutivamente no en línea recta, genealógicamente se desenvolvieron separadamente, de forma ramificada, en la que ciertas ramas persistieron y otras sucumbieron.

    Emmanuel A Camino de la Luz, atribuyó la selección a ensayos efectuados por los espíritus. Dice: Los trabajadores del Cristo… analizaron… la combinación prodigiosa de los complejos celulares, cuya formación ellos mismos habían deliberando, ejecutando, con sus experiencias una justa coteja de valores, previendo todas las posibilidades del porvenir.

    Todas las aristas fueron eliminadas… los tipos adecuados a la Tierra fueron perfectamente colocados en línea en todos los reinos de la Naturaleza, eliminándose los frutos teratológicos y extraños, del laboratorio de sus perseverantes experiencias.

  2. En la reproducción asexuada, los cromosomas se reproducen con exactitud; en la reproducción sexual, las moléculas del DNA de los individuos son mixturadas y reagrupadas de diversas maneras. Aquí se originarían complejos celulares, los más diversos y múltiples tipos de la vida primitiva y en lugares diferentes. Con el tiempo surgieron procesos de selección natural, apareciendo características dominantes, por lo que ciertas especies sobrevivieron, mientras que otras se extinguieron.
  3. En fin, es en el comienzo de la era Cenozoica (hace 78 millones de años) que aparecen los primeros mamíferos y las primeras manifestaciones de la inteligencia, en la que el reino animal experimenta las más extrañas transiciones bajo influencia del medio y de la selección.

En el Plioceno (período del Cenozoico comprendido entre 12 a 1 millón de años pasados) surgen los antepasados experimentales del hombre y ascendientes de los simios, de donde ambos se ramifican. En El Camino de la Luz, Emmanuel dice: Las fuerzas espirituales que dirigen los fenómenos terrestres, bajo la orientación del Cristo, establecieron un linaje definitivo para todas las especies, dentro de las cuales el principio espiritual encontraría el proceso de su acrisolamiento, en marcha hacia la racionalidad…

Los peces, los reptiles, los mamíferos tuvieron su genealogía fija de desenvolvimiento y el hombre no escaparía a esa regla general.

EL APARECIMIENTO DEL HOMBRE

  1. Mucho después, las huestes de lo invisible operaron una definitiva transición en el cuerpo periespiritual, preexistente, de los hombres primitivos, en las regiones siderales y en ciertos intervalos de sus reencarnaciones.

    Surgen los primeros salvajes de complexión mejorada, tendiendo a la elegancia de los tiempos por venir. Emmanuel, Al Camino de la Luz.

    Y esta es la razón por la cual, en el análisis de las formas no se detectan todos los hilos de la evolución. Porque el ser, en su transformación y progreso, sufrió transformaciones que lo habilitaron para asumir cada vez más la conducción de los procesos vitales, dentro de un crecimiento gradual que testifica su estadio evolutivo, en los dos planos: en el físico y en el extrafísico.

  2. Las experiencias se sucedieron hasta fijarse, en el primate, las características del futuro hombre.

    Con todo, para alcanzar la edad de la razón, con el título de hombre… el ser. Utilizó para llegar a los comienzos de la época cuaternaria (de un millón a dos millones años atrás), donde la elemental civilización del silex, muestra indicios de técnicas rudimentarias, nada menos que un millón y medio de años. Y entiéndase que la aludida civilización floreció hace más o menos doscientos mil años, preparando el hombre, con la bendición del Cristo, para la toma de responsabilidad, somos inducidos a reconocer el carácter reciente de los conocimientos psicológicos, destinados a automatizar, en la constitución fisiopsicosomática del espíritu humano, las adquisiciones morales que le habilitarán la consciencia terrestre para la comprensión del más amplio peldaño el de ascensión a la consciencia cósmica.

  3. Dice André Luiz en la obra Evolución en Dos Mundos: Es así que de los organismos monocelulares a los organismos complejos, en donde la inteligencia disciplina las células (seres vivos constituidos de materia y principio inteligente) colocándolas a su servicio, el ser viaja en dirección a su elevado destino que le fue trazado por el Plano Superior, tejiendo con los hilos de la experiencia la túnica de la propia exteriorización, según el molde mental que trae consigo, dentro de las leyes de la acción, reacción y renovación que mecanizan las propias adquisiciones, desde el estímulo nervioso a las defensas inmunológicas….
  4. En fin, el espiritismo es Doctrina científica compatible con la Ciencia propiamente dicha. Solamente, sitúa los hechos como resultado de un plan, de una coordinación y conducción racional, planeada y ejecutada por los espíritus en su atribución de co-creadores, dentro de las leyes inderogables establecidas por Dios. Y esto les da sentido, porque sometiéndose a la exposición científica que, aunque desconocedora de la existencia del espíritu, no da la posibilidad para aceptar que todo eso resulte del acaso.

Es como si algún ser extraterrestre observase desde fuera el desarrollo de las grandes obras aquí realizadas. No tardaría en atribuirlas a seres inteligentes.

EL ESPÍRITU GRUPAL

Como dijimos al comienzo, los seres empiezan su evolución unidos a ese psiquismo divino y colectivo, que a manera de bloques o lotes que inician su carrera evolutiva, reciben la influencia grupal Divina en las que inciden ciertas aptitudes y comportamientos.

Gran parte de los insectos como:

Abejas, hormigas, y otros tantos especimenes, ejecutan movimientos ordenados y sincronizados; Además, la forma tan ingeniosa como estas criaturas construyen el hábitat con una uniformidad asombrosa, que el mejor científico difícilmente podría imitar. Pues, si el hombre lo lograse, hoy tendría que valerse de gran tecnología, formulas de alquimia, física, química, usaría medidas métricas y de peso, recursos que para nada usan los insectos, y en este caso las abejas. Indudablemente, es la influencia del gran arquitecto del universo.

Si observamos las galerías tan ingeniosas construidas por algunas variedades de hormigas en el interior de sus hormigueros y su organización social, tampoco logramos entender semejantes maravillas. Entre otras cosas, los insectos son muy precisos para calcular las estaciones del tiempo y hasta se previenen de ciertos desastres naturales tales como:

Maremotos, terremotos, huracanes etc.

Es extraordinaria también la manera como algunos pájaros construyen sus nidos en forma de mochila. Lo admirable en esto, es la habilidad que estas aves tienen para tejer desde el comienzo hasta el final de su magnífica obra, nada fácil para un hábil artesano.

Son admirables las estrategias empleadas para la ubicación de sus nidos, pues escogen ciertos árboles o palmeras cuyas ramas son muy flexibles, y que a la vez sirven de soporte para el hábitat de ciertas variedades de avispas muy agresivas que no permiten el acercamiento de otras criaturas extrañas a sus convivientes, en este caso, los pájaros mochileros.

Recuerdo un episodio hoy día risible para mí:

En mi adolescencia, me gustaba incursionar por el espacio rural, y en uno de esos paseos sobre la rivera del río Magdalena, descubrí un nido de azulejos ubicado en la rama de un árbol que se encontraba muy cerca al margen y la ladera del río, y este, a la vez torcido y agachado hacia la impetuosa fuente. Me pareció un poco ingenua la actitud de los pájaros al construir ese nido en lugar tan visible y aparentemente fácil de ser alcanzado por cualquier antojado; el acceso al nido lo observe muy fácil debido a la misma inclinación del cañón del arbusto. No vacilé en ponerme a la cacería de los codiciados pichones. Había avanzado unos tres metros por el cañón, cuando empecé a sentir una terrible picazón por todo el cuerpo; se trataba de una invasión de hormigas llamadas (arrancapedazos), que aunque no ponzoñosas, muerden muy duro. Me sentí desesperado e incapaz de devolverme al mirar la cantidad de estos insectos rumbo hacia mí. No encontré mejor solución que la de dejarme caer al agua para librarme del terrible acoso de las aguerridas hormigas. El río en ese lugar es caudaloso y profundo. Después de todo me preguntaba:

¿Tendrían razón las avecillas para construir ese nido allí? ¿Si el hombre dice que todas estas actitudes en los animales no son producto de la inteligencia, no será que sí es la inteligencia de Dios manifestada en sus hijos principiantes?

A medida que las especies van evolucionando, sus aptitudes van siendo menos colectivas, es decir, un poco más individuales. Así lo demuestran los mamíferos, especialmente aquellos más adelantados como:

Equinos, bovinos, primates, perros, gatos, etc. Aunque conserven ciertos patrones de vida colectiva, manifiestan algunas particularidades que los hacen más individuales. Pues esos bloques psíquicos divinos, lentamente reducen su influencia directa, permitiendo así, que el ser que se ensaya en la vida inmortal, vaya adquiriendo experiencias y valores a través de su propia lucha y dolor, y dentro de un periodo aun no calculado de tiempo, para llegar al reino hominal, en el que en lo sucesivo, no hará más parte del espíritu grupal, empero si necesitará de un amparador o Guía Espiritual. A medida que él espíritu progresa, va dejando de ser instintivo para tornarse intuitivo.

Al llegar al reino angelical, nuevamente comulgará con DÍOS, empero esta vez, de manera más individual, y su único guía será el PADRE UNIVERSAL….

Aquí observamos a los psiquismos totalmente independientes de la red psíquica grupal y ya haciendo parte del reino hominal.

Algunos estudiosos se preguntaran. ¿De qué manera el Creador en condición de chispa Divina se adhiere a tantos seres que se reproducen por división, tal como sucede con otros especimenes no microscópicos?

Exponemos un ejemplo:

Existe un grano llamado maná que sirve para hacer bebida fermentada. En su apariencia, es como un grano de maíz cocido, basta echar unos pocos en agua con panela o cualquier dulce, y dentro de pocos días estos se han multiplicado en un buen número, y todos con la exacta características de los primeros. Cada grano, desde luego, es una unidad psíquica evolucionando dentro del gran bloque psíquico Divino o espíritu grupal de la especie, tipo, variedad o clase, quedando demostrado, que Dios es fuente inagotable de vida y siempre estará disponible para fraccionarse sin que en absoluto se pierdan los valores divinos al acompañar a sus nuevas criaturas colocadas en el camino del progreso evolutivo.

Haciendo apología de nuevo sobre el espíritu grupal, en su función de influenciador de sus unidades agrupadas, nos hace recordar la teoría de Jung, sobre psicología colectiva. Lo que Jung plantea, podría ser razonable en estos bloques psíquicos grupales, cuya influencia va siendo menos intensiva en otros bloques donde las criaturas tienen mayores adquisiciones o ganancias por su trabajo individual.

La influencia Divina (instinto), en un principio muy rigurosa, en adelante poco a poco permitiendo el desarrollo de aptitudes más individuales en las criaturas, haciendo que éstas sean más independientes y autónomas, disfrutando del libre albedrío, y ya haciendo parte del reino hominal donde el raciocinio es una adquisición, no cabiendo entonces aquí, la teoría de Jung sobre psicología colectiva.

En el psiquismo del reino animal y especialmente en los más elementales o incipientes, en la región del inconsciente, tenemos la influencia de la Divinidad como bloques dinámicos respondiendo por todas las influencias del psiquismo, considerado como arquetipos representados por estructuras complejas, cargando consigo los diversos potenciales de la vida primitiva. La zona inconsciente con su complejidad arquetípica, mantiene los componentes de la propia animalidad. Por eso existe en el psiquismo elemental de los animales, una poderosa e inmensa región dinámica que podríamos denominar como inconsciente colectivo, donde sus múltiples y variados arquetipos tienen posibilidad de reflejar aptitudes concretas en la zona consciente. Poco a poco y durante un tiempo incalculable, va construyendo sus valores producto de sus propias experiencias con el caldeamiento de las luchas y el dolor, además de la herencia de la masa dinámica considerada como chispa Divina. De este modo y en otras palabras nos queda por repetir que el psiquismo en su zona inconsciente o espíritu inmortal, va construyendo en diversas etapas palenginesicas y reencarnatorias las variadas aptitudes que de cierta manera marcan las diferencias del comportamiento humano.

EXPANSIONES DEL ESPÍRITU

JORGE ANDREA DE LOS SANTOS

Revista Internacional de Espiritismo R.I.E

Brasil, Junio de 1987

El espíritu, en su trayectoria por las diversidades físicas, obedeciendo a las constantes renovaciones como exigencia de la Ley reencarnatoria, busca siempre ampliar el propio acervo psicológico, condición que definirá su grado evolutivo.

El pensamiento en la fase humana por la afirmación del proceso de concientización, no es solamente consecuencia del salto evolutivo dentro de la línea filogenética, es también producto de una especie de "encorvamiento" sobre sí mismo en los campos del psiquismo, de manera que permita una específica elaboración de la fuerte carga de la fase fragmentaria animal. Si en la fase animal superior (antropoides) ya existe una expresiva curiosidad y atención por los objetos exteriores, con alguna elaboración del pensamiento aún fraccionado que no permite el encadenamiento inteligente, en la fase humana, ese "encorvamiento", cuando hace nuevas adquisiciones, permitirá una toma de conciencia interna.

El animal, por su reducido y fraccionado campo de inteligencia, toma conocimiento y "piensa" sobre los objetos, más no sabe que sabe; no tiene discernimiento preciso. En el reino hominal los elementos externos son mayormente evaluados por la conciencia, en virtud del pensamiento creativo y valorado cuando representa un nuevo acontecimiento en el campo espiritual; esto es, una nueva condición íntima, una indescifrable ansiedad interior que se va dilatando y mostrando a través de pensamientos cada vez más organizados, permite mayores percepciones de la vida. sin embargo, es importante caer en la cuenta que, cuando nos absorben las experiencias del medio sólo almacenamos en la tela consciente un 1% de las influencias sensoriales; lo que olvidamos entrará a hacer parte de la zona espiritual o del inconsciente; eso representa un mecanismo de protección; el exceso de datos que se estanquen en la zona consciente será tan perjudicial como la ausencia de los mismos. Por eso, es que nuestro almacenamiento profundo se hace en aptitudes y de allí parten nuestros pensamientos. Nuestra memoria es diferente a la de los memorizadores electrónicos.

El bloque del campo espiritual se irá ampliando constantemente por las adquisiciones a través de las experiencias, envolviéndose en características cada vez más positivas e importantes, que con el tiempo se reflejarán, una vez cese del determinismo con la extensión del libre albedrío. Cuanto mayor fuese la carga de experiencias adquiridas, mayor y más expresivo será el vórtice de expansión del psiquismo, expansión que puede muy bien representar irradiación del psiquismo cuyo flujo de sus manifestaciones se reflejará en el mecanismo de la realización.

En la evolución humana no debemos dar tanta importancia al aspecto exterior como lo hacemos al estudiar los animales; en estos, por la presentación y comportamiento llegamos a conclusiones sobre sus condiciones evolutivas. En la especie humana, donde las formas ya adquirieron posiciones más definidas, debemos mirar el avance evolutivo en las expresiones del psiquismo. La psicología actual ya posee su valor científico y en el futuro será la gran ciencia del espíritu que descifrará las ecuaciones del psiquismo que continuamente avanza y se mostrará aún más complejo. En el decir de T de Chardin "La conciencia sube a través de los seres vivos". En el hombre su complejidad es de tal naturaleza que se nos dificulta descifrar su estructura; conocemos solamente algunas de sus manifestaciones y algunos resplandores de sus exteriorizaciones; estamos perplejos frente a su contenido; sabemos también, que no ha llegado a su fin. Seguirá por el infinito sobrellevando las adquisiciones y ampliando sus manifestaciones, cuyas estructuras están lejos de ser evaluadas.

La construcción del psiquismo es continua y constante (hechos experimentados), manifestándose por las creaciones. (El resaltado es nuestro). Está claro que todo eso solo podrá darse por un bloque energético –espiritual (YO individualidad), cargando y organizando las experiencias adquiridas en los diversos cuerpos físicos (personalidades) que va ocupando. Solamente el proceso reencarnatorio podrá explicar este movimiento evolutivo, donde las consecuencias de todos nuestros actos psíquicos se reflejarán en las experiencias futuras, ampliándolas o corrigiendo las estructuras defectuosas.

El bloque psíquico inmortal – espíritu, en su tráfico evolutivo, sufre las naturales transformaciones y/o mutaciones, cuando ocupa un cuerpo nuevo, por la existencia de factores de herencia física siempre nuevas y variadas. Cuando el campo espiritual envuelve a la materia ovular, en el proceso reencarnatorio, comanda la morfogénesis ampliando, además de la vitalización, algunos de sus acervos obtenidos en el pretérito. A su vez, el nuevo campo material, propicia nuevos contenidos por las experiencias generadas por el potencial genético que porta. Así, el bloque psíquico espiritual, además de ofrecer orden y orientación a los mecanismos físicos, también guarda elementos que cargará, denominados aptitudes. Chardin, percibiendo el valor de las adquisiciones evolutivas, afirmó: "El hombre no progresa sino a través de la lenta elaboración en el transcurso de las edades, de la esencia y la totalidad de un Universo depositado en sí mismo".

Queramos o no, el manantial de carga psíquica que poseemos en nuestra condición de "chispa divina" o centro de la individualidad que el hombre consigo soporta, sólo podrá ser el resultado de una adhesión de millones y millones de años, y para hacerse responsable frente al Cosmos, esa elaboración será individual, por excelencia (rosario reencarnatorio), aunque se puede mostrar, con características colectivas cuando actúa al lado de seres afines.

Como nos dispersamos en razas, con el propósito de adquirir experiencias y fundamentos evolutivos tendemos a la unión para llegar a la afirmación de un biotipo futuro que pueda hacer frente a las exigencias evolutivas del porvenir. La consciencia está prácticamente construida, el intelecto ya alcanzó sus límites; buscamos ahora las expansiones del psiquismo en la superconciencia, donde la intuición será constante y preciso arbitro.

NUESTROS ABORÍGENES

Nuestros ancestros, los aborígenes dentro de su medio natural, no sufren determinados problemas de salud, sobre todo aquellos que aún no se encuentran bajo el influjo de la civilización. Primero, porque se alimentan en armonía con la naturaleza y segundo, porque la mayoría no son seres demasiado endeudados con la ley, por cuanto aún son bastante primarios. Es por ello que los aborígenes en su medio natural tampoco sufren de enfermedades kármicas severas, y gozan de excelentes defensas. Esto lo pudimos comprobar detenidamente cuando convivimos con ellos. No observamos entre estos, los problemas de salud que sufren los humanos en el medio civilizado y muchas de las cosas que le suceden al hombre moderno; quiere decir que la Ley de Causa y Efecto aún no hace presencia de manera rigurosa en este sector de la humanidad.

No por esto podemos pensar, que dentro de la raza aborigen Americana todos los seres sean primitivos espiritualmente. Entre ellos, han reencarnado espíritus endeudados procedentes de colonias Europeas y en especial, de Asia, sobretodo de la antigua Mongolia. Esos bárbaros que a su paso por Europa hacían tierra arrasada, como lo hizo Gengis Kam, y Atíla con sus ejércitos Tártaros.

Muchos de estos espíritus, reencarnados en América, sufrieron también la invasión de europeos ambiciosos saqueadores y crueles, como fue el accionar de los conquistadores de España e Inglaterra.

También, en nuestros pueblos indígenas reencarnan espíritus evolucionados encargados de abogar por esas etnias. Por esto, hoy tenemos grandes defensores de los derechos de los Nativos Americanos, como Roberta Menchu de Guetemala, Evo Morales de Bolivia, Francisco Rojas Birry, Lorenzo Muelas y Jesús Enrique Piñacue de Colombia entre otros. En el ámbito nacional ya los tenemos legislando en la Cámara alta y baja, y ejerciendo en muchas instituciones del Estado.

Igualmente ocurrió en la raza negra, en la que reencarnaron muchos xenófobos y esclavizadores de las antiguas civilizaciones.

Cuando hablamos de depredadores humanos, no nos estamos refiriendo a nuestros hermanos aborígenes quienes a pesar de no convivir en medio de la llamada civilización, obran con sensatez, ecuanimidad y respeto para con la naturaleza y los elementales.

Al haber convivido con nativos en los territorios antes mencionados, fuimos testigos de su estilo de vida y sanas costumbres. Esta actividad nos permitió presenciar unos interesantes sucesos. En el año de 1969, encontrándonos en el Guaviare, en una colonización llamada el retornó, localizada selva adentro, un domingo en la mañana, se me acercó un indígena quien me prodigó un cordial saludo y sin mediar mayor diálogo procedió a formularme invitación para ser huésped de su casa, pues su real intención era, que durante mi estadía, le facilitara el radio transistor de batería que me acompañaba.

En esa época existía un pequeño caserío por cuanto se iniciaba la colonización en esa área y los hospedajes y comida eran de mala calidad. El ofrecimiento hecho por el aborigen me alegró y no dudé en aceptar su invitación. Fueron 15 días de convivencia con esos nativos que me enriquecieron emocional, intelectual y espiritualmente, ya que tuve la oportunidad de aprender muchas e interesantes cosas de sus ancestros y costumbres sociales y religiosas.

En los atardeceres selváticos me invitaban a pescar, y para ello me enseñaron a conducir la canoa con mucho sigilo y talento, mientras ellos pescaban con el arpón. Nos abastecíamos de pescado calculando el consumo para dos días y aunque hubiera abundancia de peces, suspendían la actividad, afirmando que abusar de la misma, originaba desperdicio y ociosidad que los espíritus castigaban. En una de las salidas diarias en cumplimiento de mis labores, me encontré un armadillo, lo conduje hasta la choza con el propósito de sacrificarlo. De inmediato, uno de ellos salió al encuentro para decirme: —"si es hembra mejor la liberamos porque así no se extingue la especie". Después, me invitaron al cultivo de yuca para proveernos de este tubérculo, con el que se elaboraba el mañoco, casabe o fariña. El cultivo era inmenso y de beneficio colectivo; pero ninguno substraía más de lo necesario. Tenían un sentido social extraordinario, no existía la ambición ni el egoísmo. La actitud de estos seres me condujo a meditar en el comportamiento de los que solemos llamarnos civilizados, a quienes no nos importa destruir lo que esté a nuestro alcance sin ningún respeto por la naturaleza que alberga nuestra madre Tierra, sin detenernos a pensar en la consecuencia del mañana.

En muchos casos el hombre se comporta como un verdadero depredador. Sobre este particular narraré acontecimientos muy desgarradores.

En el año de 1964 encontrándome en el servicio militar en la ciudad de Villavicencio, capital del Departamento del Meta, llegó un sábado a la compañía un General de tres soles del ejército y solicitó una escolta compuesta por cuatro soldados de la cual yo hacía parte, para que le acompañáramos a realizar un programa de cacería. Nos desplazamos hacia un lugar en donde se había cosechado arroz, para esperar la llegada del atardecer, con sus palomas torcazas que en bandadas surcaban el espacio para posar en sus sitios preferidos. Cuando éste esperado evento se presentó, el General cazador, con gran agilidad y destreza disparó repetidas veces haciendo blanco en muchas de estas aves, las que caían en las diferentes zonas de la llanura como si fuese granizo. Me correspondió con otro escolta la función de recogerlas, con el agravante de la pérdida de aquellas que se perdían entre la espesa maleza. La cacería se convertía entonces, en un exterminio atroz contra estos indefensos animales. Recogimos cientos de ejemplares muertos, sin calcular el número de las que no se podían rescatar ya muertas o peor, heridas, las que indefectiblemente, horas después tendrían que morir. No era interés del General llevarse siquiera una de esas avecillas para consumirla; ellas fueron aprovechadas por los soldados de la unidad militar, donde hoy día funciona el Fondo rotatorio. . Después de causar esa desastrosa mortalidad, se retiró con aires de satisfacción por los objetivos alcanzados como buen tirador. En esa época se contaba con un presidente de la república bastante aficionado a la caza y pesca, además de existir muchos clubes de este orden aprobados para la práctica de estas actividades.

Confieso, igualmente, haber cometido gravísimos atropellos contra los animales. Tal vez por mi crasa ignorancia en aquellos tiempos, sobre el valor y el derecho a la vida de esas criaturas que existen para evolucionar como los restantes seres vivos.

Cuando trabajaba en la compañía de rociamiento de DDT (sustancia química paralizante del mosquito anofeles transmisor del (paludismo) en la región de la serranía del Meta, llegamos a descansar en una casa campestre, donde su dueña nos concedió albergue pero sin el servicio de alimentación, porque no contaba con carne en su despensa. Sin embargo, nos facilitó una escopeta, la compañía de tres perros de cacería y un caballo para el transporte para que cazáramos algún animal, ya que la zona era abundante en fauna. Me pertreché con suficientes municiones y con antojo y la habilidad de buen tirador. Garantizaría el abastecimiento de carne para seis compañeros y miembros de la casa donde estábamos hospedados.

Habíamos avanzado más de un kilómetro, cuando los sabuesos descubrieron un armadillo, lo cazaron y dieron muerte. Más adelante, bordeando un caño boscoso, la jauría se encuentra con un borúgo de buen tamaño, siendo capturado y muerto. Estos dos ejemplares eran suficientes para las necesidades alimentarias durante dos días. Nos disponíamos para el regreso, cuando los perros se topan con otro animal sobre la ribera del caño; era un chigüiro que buceaba en un remanso de limpias aguas, tratando de burlar a los perros, que luego se sumergieron y con agilidad continuaron la persecución. No se me dificultaba observar el movimiento de los animales por la transparencia del agua. Preparé el arma, esperando el momento para que el animal perseguido emergiera. Cuando así lo hizo, apunté y con un certero disparo eliminé al chiguiro. Una vez sobre la pequeña playa, me sorprendí al darme cuenta de que había matado una hembra, próxima a parir. Mi primera sensación fue de profundo pesar y vergüenza. Interiormente una voz me decía: "¿observas lo que has hecho? ¡mataste a una gestante y a su hijo próximo a nacer!". En ese momento, el remordimiento era mi mayor tormento. ¿Sería la intervención de mi espíritu guía, quien me recriminaba este vil acto, o tal vez la mencionada voz provendría de mi propia conciencia?

Considero que la procedencia de las voces tenía su origen tanto en la conciencia como en el guía. Al momento de narrar este doloroso episodio, que no deseaba transcribir, aparecen los más crudos recuerdos. Quería concluir mis relatos con la historia del General cazador de palomas, pero una extraña fuerza me indujo a revelar estos hechos, que aunque condenables en mí, servirán de ejemplo para el cazador pertinaz, ambicioso, despiadado y cruel, que aún no ha llegado a un nivel de sensibilidad que le permitía conocer el objetivo y sentido de la vida animal.

Por fortuna, hoy, se cuenta con maravillosos programas de televisión y abundante literatura que ilustran sobre el valor de la vida, la conservación de la fauna, la flora silvestre, en fin, recibimos orientación sobre cómo cuidar nuestro ecosistema. Particularmente, hace muchos años abandoné esta nefasta práctica de caza y pesca, en razón de las experiencias psíquicas y de las lecciones recibidas de aquellos que tienen profundo respeto por la naturaleza. De los aportes que me proporcionara la doctrina de Kardec, aprendí que los animales también poseen alma, que son nuestros hermanos menores, que hemos hecho parte de la evolución con ellos y que debemos tener en cuenta el quinto mandamiento: No matarás.

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