CARNIVORISMO
Muchos científicos, médicos, nutricionistas, especialistas en mercadeo y ventas, recomiendan el consumo de la carne a la que añaden sus valores proteínicos. Además, desde la antigüedad se viene cultivando y fomentando las ganaderías para suplir la demanda. No se desconoce que gran parte de la humanidad tiene como base alimentaria a la carne, la que aparece desde el momento de su humanización, cuando se inclinó por la caza y la pesca para sobrevivir, y posteriormente tecnificó la cría de aves y peces como nueva cultura para su alimentación que en la actualidad cuenta con un amplio desarrollo. Lo que en la antigüedad constituyó la actividad de la cacería y la pesca como subsistencia, hoy no pasa de ser un deporte más, o un medio de recreación.
Por la ausencia de Evangelio y principios morales, el hombre es hoy por hoy, uno de los mayores depredadores del planeta.
Me avergüenza manifestar que, durante años comercialicé carnes rojas y elaboré salsamentarias, . Sobre esta actividad muchas cosas comentaré, por cuanto fui testigo de las irregularidades observadas en los mataderos, expendios y plantas de procesamiento de productos cárnicos. Me acompaña aún el remordimiento por haber promovido el carnivorismo, pero a la vez satisfacción por haber conocido de fondo el problema organoléptico, microbiológico y de salud proveniente del consumo de la carne. Esta experiencia se convirtió en una verdadera escuela, que me dio la oportunidad para elaborar detalladas observaciones, lo que propició que paulatinamente abandonara el consumo de las mismas.
Tenemos la certeza del cambio que se operará en el hombre, cuando despierte su conciencia y tome dirección espiritual su existencia. Gradualmente se armonizará con la Creación para tornarse vegetariano.
Sobre este particular haremos dos reflexiones. Primeramente, sobre la manipulación, procesamiento y comercialización.
Generalmente, los mataderos operan en horas de la noche, cerrados para el público y únicamente, algunos comerciantes y ganaderos en casos fortuitos tienen acceso a esos lugares. Aquí, comienza la odisea. Operarios sudorosos cargan y descargan los canales o presas, de los vehículos transportadores del lugar de sacrificio hacia los expendios. En éstos, las presas de carne son colocadas sobre mesones unos y otros colgados en ganchos para su exhibición. Mientras se aproxima la hora para la comercialización (6:00 AM), durante este tiempo, animales como perros y gatos hacen su festín y los despostadores y picadores de hueso hacen su tarea. Este es el ambiente de las plazas de mercado y los expendios populares. A quienes desempeñan estas labores no se les hace ningún control sanitario, son en su gran mayoría alcohólatras, carentes de ética y escrúpulos. Otra parte de la masa cárnica es colocada sobre el antihigiénico piso en el área de movilización del expendedor, porque allí y durante la manipulación los operarios expectoran, como consecuencia del licor, el cigarrillo o la gripe, lanzando colillas y pavesas de tabaco. En oportunidades, mesones y pisos no son higienizados para la actividad del siguiente día, por carencia de agua o por negligencia del propietario. Al abandonar su faena, perros y gallinazos pasan a incursionar en estos sitios. Aparte de lo anterior, quien comercializa el producto manipula a la vez, carne y dinero. Y de paso, quien la va a adquirir manosea y hasta pellizca exquisitamente las partes del animal que desea comprar, o en su defecto, con desagrado, las que no le apetecen.
Que no se engañen los que compran este producto en lugares elegantes y vistosamente presentados. El comprador, desconoce cómo fue tratado el animal, la calidad del mismo, dónde se sacrificó, el procedimiento higiénico para el corte técnico de cada uno de los componentes del ganado mayor o menor y la manipulación posterior hasta su exhibición en decorados y atractivos frigoríficos.
Amerita decir que, muchos de los ejemplares que llegan a los mataderos públicos y clandestinos, presentan enfermedades infectocontagiosas tales como, brucelosis, carbón sintomático, septicemia hemorrágica, fiebre aftosa y otras tantas que los profesionales de la veterinaria en su momento no detectan, porque al llegar los animales al matadero y entre su posterior sacrificio no presentan la sintomatología. Otro aspecto afectivo a estos ejemplares es el demorado transporte de los mismos y los cambios bruscos de temperatura que deben soportar, lo que les ocasiona afiebramiento.
En el área de la salsamentaria, encontramos repulsivas escenas que el lector carnívoro se resistiría a creer y aceptar, ya que el gusto por las carnes se sobrepone al escrúpulo y la razón.
En cierta ocasión, viajé a Bogotá para visitar una salsamentaria de bastante producción cuya mercancía se colocaba a precios muy bajos. Observé, que un buen número de carros, hacían fila esperando el turno para ser cargados con la variedad de productos allí elaborados. Me sorprendió, además, un buen número de personas que hasta allí llegaban para ofrecer en venta carnes de muy mal aspecto y olor, quienes vendían estas carnes, a precios irrisorios, eran simplemente indigentes. En el área destinada para la compra, a las personas no se les preguntaba sobre el origen y clase de carne que ofrecían, ni la procedencia de la misma. El requisito era el de estar libre de huesos. Estos asiduos vendedores de fragmentos cárnicos, en ocasiones se dedican a la cacería de perros vagabundos, asnos, caballos o cualquier otro animal cuyo dueño descuide.
En estas plantas procesadoras, se abastecen además, de los retales del descarne de las pieles, entrañas y de residuos de toda naturaleza que como sobrantes quedan de los animales sacrificados. Esto no se desperdicia por cuanto los habilidosos y voraces están a la zaga para apropiarse de ellos y proceder a su comercialización. También a las mencionadas plantas, procedentes de pequeñas fincas y parcelas llegan animales que por accidente, vejez o enfermedad mueren y cuyos dueños no se resignan a perder. Es lamentable que el Estado a través de sus entes controladores no acometa acciones de vigilancia y castigo para quienes bajo la clandestinidad y la noche, llevan a cabo esta siniestra y peligrosa actividad. Por la prensa, la radio y la televisión se han hecho denuncias sobre este asqueroso y repudiable tráfico. Pese a ello, el psiquismo de los carnívoros es tan dominante que se traduce en ansiedad, la que los conduce hasta las carnicerías y ventas de salsamentarias para la adquisición de fragmentos cárnicos y sus derivados. ¿Será esto carnivorismo enfermizo, antropofagia o canibalismo? Muchos de estos seres humanos alimentan y contribuyen para el festín a espíritus vampirizadores.
No quiero dejar de lado las acciones de muchos avicultores y porcicultores que sin conciencia ni recato, introducen al mercado animales muertos por epidemias, igual que pescadores sin escrúpulos, lanzan sus redes en los colectores finales de alcantarillado que desembocan en ríos y lagunas. Otros expenden pescado viejo que embetunan con sangre de res además de aplicarles formol para que se conserven y se vea fresco y seductor. Tengamos en cuenta que las carnes a las que hemos hecho referencia no son aptas para el consumo humano y pueden acarrear trastornos orgánicos de impredecibles consecuencias para la salud física.
Sé del pronunciamiento de algún sector de la ciencia afirmando que, aunque la carne sea de conocida procedencia, de excelente calidad y en buen estado de conservación, conlleva a corto o largo plazo problemas de salud. Es de anotar que el hombre moderno día tras día pierde capacidad para ingerir carnes por cuanto su vida se va tornando más sedentaria y además porque genéticamente en los humanos producen cambios de generación en generación.
Lo antes relacionado se dirige a aquellos que se acogen a conceptos puramente materialistas.
Estas consideraciones quiero compartirlas con espiritualistas y reencarnacionistas, conocedores de la procedencia del espíritu, sabedores de que los animales son nuestros hermanos menores y conscientes de la necesidad de la vida para toda criatura habitante de la Tierra. Muchos compartirán conmigo la sentencia de que no nos es dado matar, ni fomentar la matanza y exterminio de seres menores para satisfacer nuestros instintos inferiores. Esta posición es un acto de extrema crueldad que entorpece el plan Divino de la Creación. Pese a las informaciones sobre la disciplina y bondades del vegetarianismo, existen personas insensatas e inconscientes que bajo el soporte de sofismas de distracción, justifican la necesidad del consumo de carnes. Sutilmente evitan tocar el asunto y apelan al comodismo. Hay, los que considerándose muy modernos, civilizados y cultos, señalan de seudosabios a Mentores espirituales y médiums que advierten sobre los riesgos y problemas de carnivorismo,. se rasgan las vestiduras; y lo interesante, es que todo este asunto ha causado conmoción y disgusto, desde tiempo atrás. Curiosamente, reconocidos mentores espirituales como ANDRÉ LUIZ, y ENMANUEL, muy respetados en la doctrina Espírita, corroboran lo planteado por el espíritu RAMATIS, quien recomienda no ingerir las carnes, sobre todo, cuando se llevan a cabo tareas mediúmnicas y donación de fluidos a través del pase magnético. Igualmente, otras consideraciones sobre el tema, son tratadas por ENMANUEL en el libro EL CONSOLADOR, psicografiado por Chico Xavier, en la segunda parte, página 82, por ANDRÉ LUIZ, en la obra DESOBSESIÓN; por SUELY CALDAS SCHUBERT en su libro OBSESIÓN Y DESOBSESIÓN; en DIALOGO CON LAS SOMBRAS, de HERMINIO C. MIRANDA, ESTUDIANDO LA MEDIUMNIDAD de MARTINS PERALVA, y para conocer más a fondo los inconvenientes del vampirismo, recomendamos leer el romance APENAS UNA SOMBRA DE MUJER de FERNANDO DE O; ROMANCE DE UNA REINA, dictado por el espíritu ROCHESTER; VIOLETAS EN LA VENTANA, de PATRICIA, psicografiado por VERA LUCIA MARINEZCK.
La segunda reflexión es sobre los reparos a la alimentación carnívora, que han formulado médiums, escritores, reconocidas personalidades y doctrinas espiritualistas.
Cabría preguntarnos ¿por qué comemos carne? La respuesta la encontramos en la obra FUNDAMENTOS DE NUTRICIÓN VEGETARIANA, escrito por la Dra. Nelsy de Restrepo: "La única respuesta verdadera, con el perdón del lector, la consumimos por ignorancia. Se ha inculcado mucho la idea de que la carne es un gran alimento y muchos creen que sin ella morirían de desnutrición. ¿Qué es esto? Ignorancia es este un concepto anticuado que la ciencia ha desmentido planamente. La persona que consume carne se siente llena por mucho rato y también siente sensación de fuerza por lo cual se creyó que era muy nutritiva. La llenura se debe a que la carne es de difícil digestión. Los juegos gástricos del hombre no están hechos para digerir carne, son muy débiles para esta tarea. Además, la carne va mezclada con grasa pues toda carne, por magra que parezca, tiene un alto contenido de grasas saturadas. Estas grasas son muy inconvenientes al organismo, como veremos, y sólo pueden ser digeridas por la bilis en el intestino delgado, no en el estómago. Así, que la llenura que siente no es porque sea nutritiva sino porque es indigesta. Recordemos que la absorción de los nutrientes no se hace en el estomago, sino en el intestino delgado.
"la fuerza que siente al comer carne se debe a la acción estimulante de los ácidos venenosos que contiene. Los alimentos deben ser primariamente digeridos y transformados en quimo, absorbidos en el intestino delgado, luego pasarán a la sangre y de allí a nutrir el organismo. Pero, tan pronto como la carne cae al estómago se siente la sensación de vigor, sin haber sido aún digerida. Es la misma sensación que produce una copa de licor o una taza de café. Una sensación estimulante. El doctor A. Mcgill entregó al gobierno del Canadá, hace algún tiempo, un informe de sus investigaciones referentes al valor nutritivo del extracto de carne en el cual hace muy dudoso su valor, mostrando que en su mayoría las albúminas que contiene son urea. Estas bases de carne son disueltas en agua caliente y obran entonces como estimulantes. Escribió un profesor de nutrición de la Universidad de Yale, U.S.A: "Dos son las objeciones de orden fisiológico contra el uso común de la carne como alimento. En primer lugar, al comer carne aumenta mucho la cantidad de proteínas de la ración nutritiva y de esta manera provoca un desequilibrio en el régimen, en segundo término, la carne contiene y produce venenos".
A propósito del tan cacareado argumento, desde luego, sostenido científicamente, de que los alimentos de origen animal son poseedores de una proteína completa, la Dra. Restrepo, sobre este aspecto dice; "Proteína completa es la que posee una cantidad adecuada de cada uno de los ocho aminoácidos esenciales para el organismo humano. Los carnívoros alegan que deben comer carne y además alimentos de origen animal, pues son casi los únicos que proveen una proteína completa.
"Es verdad que los alimentos de origen animal tienen una proteína completa mientras que la proteína de la mayoría del reino vegetal es incompleta (se conocen como portadores de proteínas completas solamente la soya y algunas nueces hasta el momento). Pero esto no es ningún problema pues afortunadamente las proteínas de los diferentes productos vegetales contienen distintos aminoácidos tales como el trigo, la papa, el maíz, el arroz integral, etc. podemos concluir diciendo que en una dieta variada donde se ingieran leguminosas y cereales integrales, nueces, frutas y verduras, no hay ningún temor a que falten aminoácidos esenciales. Lo comprueba la ciencia y la experiencia de millones de vegetarianos que hay en todo el mundo.
En la revista DELICIAS NATURALES, editada por el Instituto Saraswat de Estudios Védicos de Bogotá, se encuentra un maravilloso apunte: "En un ensayo titulado Acerca de comer carne, el autor romano Plutarco escribió: "¿Puedes realmente preguntar por qué razón Pitágoras se abstenía de comer carne? Por mí parte, más bien me asombro y me pregunto, por qué gran accidente y en qué estado mental, el primer hombre utilizó su boca para desgarrar y llevar sus labios a la carne de una criatura muerta, tendió su mesa con cuerpos muertos y pálidos y se aventuró a llamar alimento y nutrición a esos seres que en un momento se alegraron, lloraron, se movieron y vivieron… ¿Cómo pudieron sus ojos soportar la matanza cuando sus gargantas eran cortadas y sus miembros descuartizados? ¿Cómo pudo su nariz soportar esos olores? ¿Cómo es que esa contaminación no trastornó su gusto y pudo beber jugos y cerúmenes de heridas mortales?… ciertamente no comemos leones o lobos por autodefensa, por el contrario, matamos criaturas dóciles que ni siquiera tienen dientes para dañarnos. Por un poco de carne los privamos del sol, de la luz y de la duración de la vida a la cual tienen derecho.
"El biógrafo Diógenes nos dice que Pitágoras comía pan y miel en la mañana y vegetales en la tarde. Él a veces pagaba a los pescadores para que devolvieran los peces al mar. El famoso escritor ruso León Tolstoy escribió que: "por matar animales para alimentarse, el hombre suprime innecesariamente su capacidad espiritual más grande, aquella de simpatía y piedad hacia las criaturas vivas como él mismo, y por violar sus propios sentimientos se vuelve cruel" él también advirtió: "mientras nuestros cuerpos sean las tumbas vivientes de animales asesinados, ¿cómo podemos esperar alguna condición ideal en la Tierra?
"Cuando perdemos el respeto por la vida animal, también lo perdemos por la vida humana. Hace veintiséis siglos Pitágoras dijo: "Aquellos que matan animales para comer su carne, tienden a masacrarse a sí mismos".
Leonardo de Vinci, afirmó: "Realmente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede la de ellas. Vivimos de la muerte de otros, somos como cementerios andantes".
En uno de los libros de la Biblia del antiguo testamento, en Isaías 63:3 encontramos: "El que sacrifica un buey es como si matase un hombre", y en 1:11 ¿para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del cebo de animales gordos, no quiero sangre de bueyes, de ovejas, ni de machos cabríos".
Apreciado lector:
A continuación expondremos interesantes temas sobre las diversas modalidades de vampirismo; para mayor claridad se hizo necesario encabezar el asunto con una exposición de la cual en gran parte es bibliografía del conde JW Rochester.
lo que vamos a exponer provocará, en la mayor parte de nuestros lectores, una sonrisa sarcástica e irónica. Aquellos que apenas se interesan por lo espectacular de los romances viéndolos apenas como ciencia ficción, pasarán inadvertidos sobre estas exposiciones: sabemos eso, porque hablar seriamente sobre vampirismo, en nuestra época moderna y materialista, infectada de tanto escepticismo, no es tarea fácil. La ciencia oficial, que a penas quiere conocer lo que su bisturí puede sondear, niega la existencia de los vampiros, y los hechos indiscutibles, sucedidos en diferentes épocas y lugares, pues han sido vituperados, negados o silenciados, como siempre ha ocurrido con otros fenómenos no menos reales e interesantes, los cuales, a pesar de eso, se imponen poco a poco a la atención de los sabios, porque los hechos son un argumento brutal, que no se pueden eternamente negar..
Pensamos que es nuestro deber explicar en lo posible a nuestros lectores, los fenómenos sobre vampirismo, poco conocidos para muchos, sabiendo a ciencia cierta, que son hechos naturales, que han existido desde la antigüedad hasta los tiempos modernos.
Que el cuerpo y el espíritu evoluciona, se transforma y progresa, es una realidad en las diversas condiciones de los tres reinos, y desde luego, en la humanidad.
En la composición química del periespiritu son encontradas todas las sustancias, el reflejo de todos los instintos, cualidades y tendencias del ser durante las innumerables existencias y transformaciones a través del mineral, del vegetal, del animal y en fin, del hombre, el ser más perfecto conocido sobre la tierra.
El átomo indestructible, lanzado por la fuerza creadora en el torbellino del espacio, viene representando apenas un principio vital, se reviste inmediatamente de un doble etérico, intermediario entre el espíritu y la materia – ese intermediario es el agente principal que pone en vibración las funciones del alma, esto es, la vida del alma se produce sobre ese tejido invisible para los encarnados constituido de millares de hilos luminosos tenues e indescriptibles.
De igual manera, que en las células de la cera se condensa la miel, así, sobre el periespiritu se condensan los elementos y sus sustancias compuestas; desde que el espíritu y demás estructuras se desprenden, del cuerpo físico, este es presa de la descomposición y se desintegra en sus elementos primitivos. Así el periespiritu de un molusco solo puede atraer en su condensación material, sustancias gelatinosas, y solamente por el trabajo de la vida, el ser adquiere y se apropia de nuevas fuerzas de calor eléctrico, las cuales, en próxima condensación, tornará al periespiritu del molusco de otrora, apto para formar un cuerpo más evolucionado.
Hablamos del calor, ese grande y universal agente de toda la vida, al cual casi se podía dar el nombre de Dios, tan potente es su acción, con el cual se proyecta en todas partes para donde se fijan las miradas. En toda parte, efectivamente, donde el cerebro del sabio escudriña, él encuentra el calor, la fuente de vida: está puesto en las entrañas de la tierra e incubierto en las nubes. El calor funde en toda materia, amalgama, solda de manera admirable; el calor une el alma a la materia y de ella la separa; ese helo es el rastro luminoso e visible seguido por los sonámbulos clarividentes.
El gran calor quema tanto cuanto el fuego y el frío intenso produce la misma sensación de quemadura; cuanto más calor existe en el cráter espiritual, más desenvuelto está el alma y el cuerpo. Todo lo que es pesado, perezoso, carece de calor y pertenece a un grado inferior de desenvolvimiento; todo ser, igualmente todo planeta, mejor trabajado por el calor vivificante, se distingue por un grado superior de actividad y de desenvolvimiento intelectual.
Ese largo viaje, a través de los tres reinos, deja profundas señales en los gustos, necesidades e instintos del hombre, ser imperfecto, aún bastante próximo del animal que él, no en tanto desprecia, a punto de negarle un alma, una inteligencia, un derecho a su protección. Es que el orgullo de poseer una voluntad menos restricta, un más largo horizonte, más amplitud para los vicios, sube al cerebro del hombre y le hace olvidar que él solo subió un grado de la escala social de la creación, que él fue lo que ahora son esos hermanos inferiores, y que, en la embriaguez y en la satisfacción de su progreso, el hombre, tan orgulloso de su libre albedrío y del don de la palabra, retrocede muchas veces – por los sentimientos – y por los abusos, yéndose más abajo que el bruto al que él menosprecia. Sí, olvidado de todas las semejanzas de estructura, de necesidad y de sentimientos que lo ligan aún tan extremadamente al animal, el hombre se considera señor absoluto de éste. Soberano feroz de esas poblaciones mudas y sin defensa, entregadas a su merced; el hombre abusa cruelmente de sus imaginarios derechos sobre ese hermano más joven, por eso es que la inteligencia de ese es más limitada y sus instintos más calmados por las leyes de la naturaleza.
Tomemos algunos ejemplos: la crudeza, igualmente la voracidad, del animal que tiene por meta la satisfacción de una necesidad o de la defensa; una vez saciado cual abrigo de un ataque, él no procura lucha alguna. Más, ved aquel refinamiento esos dos sentimientos que conducirán al hombre! La tortura física y moral, la avidez insaciable, en cuanto hubiere algo para pillar en su alrededor. Él también imaginó la traición, la muerte masiva, y el asesinato, en cuanto el animal lucha cuerpo a cuerpo; en fin, si la palabra le falta al animal, para mentir y disimular el pensamiento, él no tiene mucho de que quejarse, y pocas virtudes existen sobre este mundo que el orgulloso ser humano pueda reclamar por exclusiva distinción.
Sin duda, lo que venimos a decir se aplica a la turba que ciega de orgullo, imagina ser el centro y el remanente de la creación, y no las almas más desenvueltas, que reconocen en la animalidad una fase de su propio pasado y condena severamente toda crueldad superflua.
Volviendo al asunto que especialmente nos ocupa, le recordaremos al lector la existencia de un animal llamado vampiro, que prefiriendo la noche antes que el día, se lanza a los ganados y también a los hombres, para succionarles sangre.
Teniendo en cuenta la tenacidad con que los instintos del animal se conservan en el hombre, este hábito, esta necesidad de sangre, permanece en estado latente en la criatura, y si la educación, y las circunstancias, la comprensión del mal no llevaren al hombre a dominar el instinto sanguinario, que aún vibra en su espíritu, la necesidad bestial resurge y crea seres del género de los succionadores de sangre de la India, los cuales son muy conocidos para que se pueda negar su existencia. Empero, nadie ha buscado profundizar lo que puede inspirar a esa secta o rito salvaje que ella encubre con un motivo religioso, cuanto tal origen tiene raíz en un estado particular de la matriz del periespíritu MOB , adquirido por el ser en sus existencias vegetales y animales.
En consecuencia, y por diferentes causas, la conmoción moral, de los que caen en estado particular de letárgia, con todas las apariencias de la muerte, y que son enterrados como si hubiesen fallecido. Un despertar en condiciones normales no se producen para esas entidades especiales y la mayor parte perece; empero, a veces, en condiciones favorables, tales aparentes cadáveres, aguardan apenas la claridad de la luna para despertar, sobre la influencia de su luz, para una siniestra actividad. Todos aquellos cuyo periespiritu conserva alguna disposición al vampirismo son lunáticos y muchas veces sonámbulos videntes; sobre la potente influencia de la luz lunar, ese excepcional estado, se produce en ellos, una mezcla de lunático y de sonámbulo vidente, más en grado muy extenso y elevado.
Todos los sentidos de esos extraños letárgicos son de una acuidad extraordinaria: oyen, ven, calculan las distancias considerables, y porque el cuerpo, aún preso al periespiritu, actúa en una cierta medida y a intervalos más o menos largos, tiene necesidad de rehabilitarse, el vampiro se entrega a la pesquisa de una víctima humana, cuya sangre caliente, sobrecargada de fluido vital, le hará la nutrición indispensable para las condiciones de existencia, y al mismo tiempo satisfará los viejos apetitos.
El ataúd y las paredes no sirven desgraciadamente de obstáculos para ese fantasma horrendo y peligroso, porque para él la luna es un auxiliar: ella adsorbe el peso del cuerpo y facilita la desmaterialización hasta un grado de expansión que permite al vampiro atravesar puertas, muros y cualquier cosa compacta.
La desmaterialización de la materia es un hecho: los transportes de frutas, flores, y de diversos objetos, igualmente, de animales, no son raros, y eso en todas las condiciones de fiscalización deseable. Más, porque el helo indispensable liga a los tres reinos y al hombre también una ley rige los fenómenos; lo que es posible para la flor, el fruto o el metal es posible igualmente para el hombre, y en, las condiciones deseadas, puede su cuerpo igualmente atravesar paredes.
Dejando, pues, el lugar donde está sepultado, el vampiro se dirige, con infalible precisión, a donde está la víctima escogida, de la cual, gracias a los agudos sentidos, identifica, la distancia, la edad, el sexo y la constitución; jamás atacará a viejos o a enfermos salvo escasez absoluta de jóvenes sanos. Llegando junto a la presa, el vampiro se abate sobre ella fascinándola con la mirada, y, preferentemente, procura alcanzar al corazón para succionar la sangre en la fuente; más si la víctima está vestida o bocabajo, se desviará para el cuello, casi siempre descubierto, abre la arteria y adsorbe toda la sangre, al menos que sea impedido. Más si percibe la aproximación de un vivo, huye porque comprende perfectamente que su acción es criminal y sigue en la dirección de donde vino. Guiándose y sirviéndose del mismo rastro de luz, regresa al lugar de donde salió, tal cual el lunático retorna infaliblemente al lecho. Si por nada fuere impedido, entonces estará suficientemente saciado, recae en la inmovilidad por un tiempo más o menos largo hasta que, en una noche de plenilunio, recomienza la homicida peregrinación.
Los vampiros femeninos en la tipología descrita son más raros que los masculinos, porque su organismo, menos robusto sucumbe más fácilmente; los vampiros masculinos escogen por preferencia como víctima a las mujeres y niños. En los casos en que tales seres han sido identificados, el instinto popular inspiró la idea de desenterrar al muerto incriminado para cortarle la cabeza o para lanzar el cuerpo en el fuego. El proceso es salvaje, igual a todo acto inspirado por pasiones desenfrenadas, empero en principio, alcanza la meta, porque, una vez abatido el cuerpo de modo irremediable, los lazos que lo prendían al periespiritu son destruidos, la letargia cesa, y el alma, y el cuerpo, retoma a las condiciones ordinarias. Si la violencia no interrumpe el estado letárgico, este puede prolongarse por mucho tiempo, y el vampiro vegetará en estas condiciones hasta que un accidente venga a aniquilarlo.
En los países fríos, esta modalidad de vampirismo ocurre con mucha rareza; en los más aproximados a la línea ecuatorial, en la India principalmente tiene su verdadera patria, tierra misteriosa y extraña de la cual muy poco se sondean los enigmas.
Existen otras modalidades de vampirismo, pues hay muchos vivos que se alimentan casi exclusivamente, de la fuerza vital de los seres que subyugan.
Esos pobres seres son mirados con espanto y desdén, pues nadie duda de que sean los clásicos explotadores abusivos del obrero, del empleado para cualquier labor, la mujer que desempeñándose en el trabajo doméstico o en cualquier otra labor, el esposo cruel y desconsiderado que explota al máximo y de manera despiadada a la sometida y abnegada esposa, también mujeres inconscientes e insensibles que despilfarran, que exigen dinero en exceso para saciar su instinto vanidoso, lujurioso, esos hijos exigentes influenciados por la sociedad de consumo, despiadados que exigen y malgastan con tal de disfrutar la vida en extravagancias, frivolidades y vicios. El funcionario que saquea el heraldo publico o privado, el político demagogo, engañero, el médico interesado solamente en explotar el dolor ajeno, abogados y jueces de mala fe, autoridades que prevarican y explotan el soborno, y en fin, todo especulador bajo cualquier posición social que sea. .
Toda nuestra existencia es una lucha, durante la cual buscamos en las tinieblas, el por qué del pasado, del presente y del porvenir, y sin embargo, repelimos obstinadamente la llave del enigma que se nos ofrece sobre la forma de diversos fenómenos inexplicados.
Solamente cuando la muy orgullosa ciencia se aparte de su obstinado non possummus cuando aborde francamente el estado de las misteriosas fuerzas del alma, de las cuales el magnetismo, la mediumnidad, el hipnotismo son mínima parte, cuando se descubra poco a poco, las ocultas leyes que rigen el universo, todo se tornará claro, no habrá más milagro, ni hechicería y si leyes naturales y hechos de ellas desconocidos.
Antes de terminar esta nota sobre el vampirismo, diremos aún algunas palabras sobre los vampiros inconscientes.. Su origen es el mismo, más en estos, el instinto voraz motivado por la composición de su periespiritu, se manifiesta inconcebiblemente, por un fluido fétido y devorante que exhala y absorbe las fuerzas vitales de quienes se les acerca. . Tales seres habitualmente, son pequeños, secos, nerviosos de mirada penetrante, de actividad febril e incesante, en su alrededor todo se torna mezquino, débil, enfermizo, y apenas ellos vampiros, gozan de salud fluorescente. .
UN INTERESANTE TEMA SOBRE VAMPIRISMO
Tomado del romance Apenas una sombra de mujer,
Autor, Fernando de la O
Federación Espirita Brasilera
Vamos a transcribir algunos apartes del romance, especialmente lo referente a vampirismo y otros asuntos correlacionados con lo anteriormente expuesto sobre obsesión.
El personaje central, Malaquias, quien en otros tiempos perteneció a la colonia espiritual ubicada en el astral inferior llamada (Gordemonio) y que más luego en condición de espíritu redimido vino cargado de sufrimientos que supo soportar, debido al conocimiento Espirita.
Esto nos contó Malaquías:
–Me casé a los veinte años con la mujer que eligiera como dueña de mi corazón, no siendo rico ni pobre, tenia algunos bienes inclusive una casa que heredara de mis padres. Trabajaba como gerente de una casa comercial muy acreditada en la ciudad de Pelotas, cuando conocí a mi pobre Luciana. Malaquías limpió una lágrima disimuladamente con la punta de los dedos.
– nos casamos. Después del primer año de nuestra unión – prosiguió Malaquias — , ganamos un hijo. Lo criamos con extremado amor y dedicación. A temprana edad se reveló como un espíritu rebelde, turbulento y malo. Como padres éramos ejemplares–, además sin artificialismos porque en verdad nos amábamos mucho, Luciana y yo– éramos de una conducta irreprensible, para despertarle sentimientos de bondad y comprensión. Todo en vano Gervasio nuestro primer hijo nos dio toda suerte de disgustos. Fue expulsado de todos los colegios que frecuentaba, y solo contaba con diez y siete años, cuando falleció trágicamente (Malaquías estaba con los ojos húmedos), no nos habíamos descuidado de su educación. Le redoblamos la vigilancia en torno de sus pasos y de su espíritu enfermo. A los quince años, falsificó mi firma en un documento de cierta importancia causándonos regular perjuicio. Fue un día de dolor para la pobre Lucíana a quien yo no podía ni debería ocultar los actos de nuestro desventurado hijo.
Malaquías interrumpió la narrativa y miro para afuera sumergiéndose en pensamientos dolorosos.
— después de una serie de actos deshonestos y reprobables, terminó con la práctica de un robo en nuestro propio domicilio, violando un pequeño cofre donde guardábamos algunas economías indispensables para la cancelación de un débito que contrajéramos para mejorar las instalaciones de nuestra casa. Fue así: — cuando cierta noche, habiendo yo salido hacia la casa comercial donde yo trabajara para realizar el balance anual, donde mi presencia era reclamada, dejé a Luciana, en compañía de otro hijito que habíamos ganado hacía cuatro años atrás, Mauricito, prometiendo volver tan pronto me fuese posible. Era la primera vez que la dejaba solita y confínate en casa. La previne que, en la mesita de noche, en la gaveta de la derecha encontraría un revolver, con la cual podría defenderse, en caso de que alguien osase penetrar en nuestro hogar, para faltarle al respeto o intentar algún hurto o daño en nuestra propiedad. Salí feliz, para el trabajo. Malaquías interrumpió la narrativa enjugando los ojos nublados, y continuó: — el resto es apenas deducción.– A las doce horas de la noche, Luciana oyó movimiento en mi escritorio. Se levantó sobresaltada, después abrió sin ruido en la gaveta de la mesita de noche y empuñó el revolver. Se dirigió despacito para la sala. Al acondicionarse a la oscuridad reinante divisó un bulto, que habiendo ya violado el cofre, henchía los bolsillos de billetes que retiraba del deposito. Estaba de espalda a Luciana, esta no podía saber quien era el ladrón. Viendo que nos habían robado apunto el arma y apretó el gatillo. El proyectil alcanzó al asaltante en pleno corazón el cual como que fulminado por un rayo, cayó pesadamente al suelo. Luciana iluminó el escritorio y miró el cadáver. Era Gervasio, nuestro hijo. Loca de dolor, volvió el arma contra ella y se suicidó cayendo sobre el cuerpo de nuestro desventurado hijo. En ese momento, llegué a casa y la escena se me deparó en la brutalidad arrasadora de la realidad inconcebible. Me lancé sobre los dos cadáveres e instintivamente, mi mano derecha aseguró el arma que estaba caída al lado de Luciana. Y en aquella posición, me encontró la policía que fue atraída por los dos disparos del arma doblemente homicida. Preso sobre la acusación de haber asesinado a la esposa y al hijo me condenaron a treinta años de prisión, a pesar que en el nombre de Dios jurase mi inocencia y nunca más supe sobre la vida de mi pequeño Mauricio que quedara al cuidado de mi suegra. hice todo lo posible por saber de la vida de mi hijo querido sin embargo fue en vano,.le escribí a amigos, a las personas de mis relaciones, pero nadie se compadeció de mí. Todos querían sustraer a Mauricio sobre el conocimiento de la espantosa tragedia que según ellos, era para el bien de mi hijo. Eso fue lo que comprendí.
–Solo yo que pasé treinta años olvidado del mundo abandonado, a solas, puede comprender lo que sufrí.¿ como es que el señor puede vivir tanto tiempo en la prisión?.
–Dios me enseño a sufrir sin rebeldía y a reedificarne sin lamentaciones.
De la prisión para lo desconocido.
Treinta años después, La puerta de la celda 17 se abrió en aquella mañana triste y fría de julio, para dar salida al viejo Malaquias, que de ahí a momentos más tarde, recibía de las manos del Director de la penitenciaria su documentación, para hallarse más luego en plena calle de Puerto Alegre solito, por cancelación de su pena.
Fueron para mejor decir, treinta años de reclusión, cumplidos integralmente, sin reclamación ni rebeldía, con una resignación cristiana, a despecho de repetir, cada vez que lo interrogasen, invariablemente que no fue culpable, y que fue victima de un tremendo error. Pues era inocente.
El Juez lo condeno a pesar de su insistencia de no haber practicado el crimen, por el cual había sido denunciado.
Fue condenado a la pena máxima. Agotados todos los recursos legales sin lograr ser escuchado, resolvió resignarse a la sentencia proferida por sus semejantes.
El mundo está lleno de errores judiciales— sentenciaba cada vez que le pedían explicación sobre su caso.
Cuando el Director le entregó los documentos, así como la pequeña cuantía que se le debía por los servicios prestados como encuadernador en una dependencia del presidio, y un presente del propio Administrador de la cárcel.
Malaquias lloraba copiosamente.
Tenia tristeza al recordar sus propias penas que compartía entre condenados de todos los matices, desde los impenitentes criminales, hasta aquellos que habiendo sido sorprendidos en sus delitos, se humillaran, abandonándose en desanimo y postración.
En un instante, sorprendido por extraño fenómeno metapsicológico, recapituló todas las escenas que se desenvolvieron dentro de los muros de "la casa maldita", en la cual como permanente espectador, donde sacaba conclusiones de que hay seres humanos cuyo tropel de pasiones sórdidas los transforman en verdaderas monstruosidades morales, a quienes solamente el dolor será capaz de rectificar el derrotero de los sentimientos y de su mundo emocional.
Treinta años de prisión le proporcionaran la oportunidad de conocerse así mismo, en un paralelo chocante con los demás sentimientos.
La amplitud de los vicios, alimentados por una legión de reclusos, requintaba a veces, en la bajeza moral de las más salvajes expresiones, que no sabia el liberto, donde comenzaba la insensibilidad de la fiera y donde terminaba la perversidad del hombre.
— Si yo pudiese quedar aquí, trabajando; Doctor…. Ya soy tan viejo…– ponderó Malaquias, limpiando una lagrima con las palmas de las manos callosas.
–No es posible Malaquias, eso va contra el reglamento. Además no tenemos vacantes en el momento— Respondió el director, con gran pesar.
— no se para donde ir…Lamentó, mirando para la calle con los ojos nublados, –El mundo y la libertad, en este momento, me espanta… Me causa vértigo.
–Ha de encontrar trabajo, Malaquias! – Lo animó el interlocutor– ¿no cree usted en Dios?
–No solo creo en Dios, doctor,… Porque él existe! ¿Pues, será que no hay una razón para temer al mundo, y al desempleo dentro de la libertad?
–Temer a la Libertad bien dice el doctor… pensó para si mismo. La libertad es un bien muy difícil de ser manejado, y el viejo recluso miró para el cielo.
–¿Hoy tiene miedo de la libertad, Malaquias? Preguntó el joven administrador.
–hoy más que nunca. La libertad es un patrimonio tan grande, que llega a aterrar a los espíritus.
— libertad quiere decir responsabilidad.
Empero la ley tutela la libertad, agregó el director.
— Más hay una razón para temerla, Doctor..
–Más una razón para quererla, diría yo, Malaquias.
–¿Sabremos ejercitarla sin perjuicio a nuestros semejantes?
–Alude usted. a la condenación de que fui victima inocentemente en cuanto su juzgamiento?
–No doctor,. Ese episodio de mi vida, yo ya lo olvidé. Los hombres son frágiles y pobres para que los acusemos. Como almas somos todos fracasados.
–Entonces a que se refiere usted?
–Yo digo doctor Mauricio, que el hombre, como alma viviente, aún no sabe valorar la libertad para vivir en este mundo. Casi siempre abusamos de este derecho, incesantemente, y a beses criminalmente. Imagine ahora, Doctor, si yo me ocupase de la libertad del alma, como ser inmortal y evolutivo!
— Ese viejo es medio "golpeado", Cipriano — comento un convicto al colega próximo que asistía también, al acto de entrega de los documentos de clausura.
–Malaquias era el hombre de confianza del espiritista
–Dice otro–el que viene todos los meses a enseñar espiritismo a los presos.
–Cuide de esta vida Malaquias porque la otra, es aún un problema, una hipótesis muy seductora y brillante. A lo mucho, una probabilidad, y para la mayoría una ilusión. Cualquier cosa de absurdo y de incomprensible… El viejo sonrió indefinidamente.
Miró nuevamente para afuera a través de las rejas del gigantesco portón de la penitenciaria
Luego para ser abierto rastrilló igualmente que cuando en otros tiempos se abrió para dar paso al recluso que seria conducido al cubículo 17, después tomó su saco de lona en el que guardaba sus ropas y utensilios, guardó los documentos en el bolsillo interno del saco, y volviéndose hacia sus compañeros que quedaban habló:
–Adiós mis amigos! Sed buenos y resignados. Nadie sufre en vano ni pierde por ser resignado.
Todos estáis aquí, —prosiguió. Por necesidad de orden social y espiritual. La prisión es casi siempre una oportunidad salvadora, principalmente cuando la libertad perdió, en nuestras manos, el sentido del respeto y dignidad e la vida
–Ese viejo tiene sesos, Gerardo — confidenció al recluso compañero de Cipriano.
— El fue algún Rui Barbosa, en otra encarnación.
Rieron ambos por la gracia del enunciado. Y en un gesto de quien olvidara el cumplimiento de indeclinable deber, Malaquias viró rápido para el Dr. Mauricio, como quien desea hacer alguna cosa de sorpresa, tomó la mano derecha del administrador de la cárcel, la besó con fraternidad y afecto, en un trasporte de gratitud insospechable.
Cuando el joven director se mostraba admirado con el acto de extrema y conmovedora humildad del viejo Malaquias, éste ya se encontraba en plena vía pública, curvado por el peso de su tula de lona, en camino a lo desconocido
Mauricio aún quedó mirando para el portón quieto, inmóvil, en la misma posición como cuando contempló a la figura de su propio padre, que un día, niño aún pues tenia poco menos de cuatro años, viera salir de su casita, en la Ciudad de pelotas, rumbo a la cárcel acusado sin saber por que.
Nunca más lo viera… Nunca más durante todo el correr de los años que lo llevaran a la edad de los 34 años.
Más tarde supiera del esfuerzo de la familia para apagarle del corazón triste, el recuerdo del padre con el que no llegara a compartir como los otros muchachos de sus tiempos. Su nombre con el tiempo se borró de su memoria; y cuando por mera curiosidad preguntaba a la abuela que lo criara y educara con extremada dedicación y amor, pues la información entregada era la de que su madre había perecido por accidente con arma de fuego— ¿Dónde estaba papá? ¿Para que lugar lo habían llevado? La respuesta siempre era la misma:
Tu padrecito murió en un naufragio, entre Pelotas y Puerto Alegre, hace muchos años. Tu eras tan pequeño, que tus dientecitos eran como granos de arroz.
Se hiciese mozo, estudiara, se graduara en derecho. Y cuando le asignaron el cargo el que en el momento ejercía, quedó privado de la única criatura que tanto amara y a quien tanto le debía. — La abuela Miloca, fallecida de repente talvez de tanto sufrir en este mundo de martirios. Y sin registrar a los presidiarios que lo miraban curiosos en el retiro del medio circundante, limpió despacito los ojos murmurando:
A mi padre también lo vi. un día así, apartándose de mi , para nunca más volverlo a ver. Soy un hijo de la tristeza y la soledad.
Dio algunos pasos para el portón, miró hacia la derecha y hacia la izquierda, como si quisiese todavía ver al ex detenido, quien con su gesto de cariño besándole la mano, despertara en su espíritu un mundo de enternecimiento, un infinito de tristezas y de amor, representado hace tantos años en su corazón… No viéndolo más se voltio para los presos que continuaban en el mismo local, diciéndoles con extraña expresión de tristeza con la voz embargada por la emoción:
–Hoy en homenaje ala libertad del mejor detenido en esta casa de de dolor y resignación…, podrán pasar el día en los patios, porque hoy es feriado para nosotros.
Y sonrió con expresión de la amargura que se estampaba en su entristecida fisonomía. Más luego se recogió precipitadamente a su gabinete, para que no lo viesen llorar como a un niño que le quitasen el último juguete.
Solo le fue permitido oír los agradecimientos proferidos por la multitud de condenados.
Llegando al aposento, sintió incontenible voluntad de llorar.
Y lloró mucho, hasta que un quebrantamiento inexplicable de sus fuerzas lo hizo adormecer medio vestido sobre el lecho pobre de su cuarto solitario.
Luego de haberse distanciado del viejo caserón que le sirvió de encierro durante treinta años, El viejo Malaquias, al anochecer se sentó en la banca de un parque a pensar en su futuro inmediato. Fue allí donde por un supuesto acaso se le acercó un joven que atraído por la venerable figura del viejo, resolvió entrar en conversación, en la cual se enteró de la real situación del ex presidiario conmoviéndose por éste, e invitándolo como huésped de su casa y a la vez como compañía durante algún tiempo.
Este hombre de nombre Fabricio, recién titulado como Médico, hijo de un hacendado, huérfano de madre. Los habitantes de la hacienda y sus serviciales, venían de una tenebrosa colonia de espíritus vampiros, de donde en viejos tiempos también había pertenecido Malaquias y Genoveva la nana de Fabricio, esos espíritus que se venían redimiendo en base a los acerbos sufrimientos.
Un sumergimiento en el pasado.
Media hora después de haberse recogido Malaquias a la cama, Llegaba el Dr. Fabricio de los lujosos salones del Club del Comercio, encontrando a la vieja Genoveva adormitada a la vera de la mesa.
— Pobre Genoveva! — Lamentó Fabricio.– hasta cuando quedarías esperando tu niño? Y pasó las manos por los cabellos ásperos de la negra zamba, en un gesto de cariño filial.
Ella estremeció, abrió los ojos refregándolos rápidamente.
–Que vergüenza mi hijo, encontrarme aquí cabeceando!. Y se levantó.
–No te martirices así, mi vieja. No te cansas de esperarme tanto?
— tu madre se cansaría de esperarte? Ciertamente que no.
–Pues yo tampoco. Mira, el baño está listo, después vas a dormir –y Malaquias? Hace poco se fue a acostar— conversamos mucho. Es un viejo regular pero con un corazón de corderito.
–Gusta de el Genoveva? Es un hombre bueno, más pienso que es un infeliz o un desgraciado.
— Por qué?— No le contó la historia de su vida?
Si! — Y entonces qué dice de todo aquello? — Quien sabe —–Genoveva, si el mundo no debe ser así. ¿Como piensa que debería ser?
— Un lugar de sufrimientos, donde la gente viene a pagar lo que hace de malo en las otras encarnaciones?. — Tal vez… si… quien sabe? Puede ser — La vida es una cosa tan difícil de comprender que, en ocasiones le doy la razón a Malaquias. — Como él sufrió! — Yo no soportaría tanto, confieso. — Entonces, vas para el baño y después para la cama.
— Hasta luego Genoveva…y le dio un beso en la mejilla
— Que Dios te de lindos sueños, mi hijo.
Y estregó los ojos que se nublaran a la dócil caricia del "pequeño".
— Como le hiciera bien aquel beso!
Estaba plenamente recompensada de todas las amarguras de su vida dolorosa. Era la primera vez que el "tutelado" la besaba. Y pensando en Belatriz, murmuró para si: — Malaquias y yo habremos de cuidarlo hasta la muerte.
Y lentamente, arrastrándose con los píes pesados de cansancio y por el sueño, se encaminó para su cuarto, donde minutos después dormía profundamente.
Casi a las 10 horas, Malaquias estaba fuera de la cama, barbeado, metido en su pijama. . Se dirigió para la mesita de café, al píe de la cual la empleada se entretenía, surtiendo las tazas, para el desayuno.
— Buen día, Genoveva. — Buen día, señor Malaquias. — Pasó bien la noche, mi amiga? Durmió bien?. —- Diga antes, la madrugada, pues cuando nos fuimos a acostar, ya los gallos cantaban. Malaquias sonrió con gusto.
— Más tuve un sueño – prosiguió ella – pavoroso, señor Malaquias, me levanté con un dolor de cabeza que hasta ahora me atormenta. — ¿Entonces fue así tan extraño tu sueño? — Soñé que un hombre, con la forma de murciélago, me agarró violentamente, y me arrastró para la cocina, me hizo comer unos platos extravagantes, explicándome que estaba con hambre y solo podría saciarse si tuviese alguien que comiese junto con él. ¡ay! el señor no calcula como el monstruo me hizo engullir tanta cosa. Después que no podía más ingerir un solo pedazo de pan, se rió descaradamente y dijo que ahora no me dejaría en cuanto yo no le pagase unas cuentas viejas que le debía.
Genoveva suspiró, pasó la mano por la cara y se quejó:
–Me duele horriblemente la cabeza, parece que va a estallar o voy a enloquecer.
Malaquias la miraba persistentemente, y le parecía ver a la buena Genoveva envuelta en sombras enormes, teniendo una forma de mano descomunal sobre la frente arrugada y triste.
Malaquias no se perturbó, comprendió lo que pasaba, y tomando una resolución heroica, se acercó a Genoveva y habló: –Voy a quitarte el dolor de cabeza, quédate quieta, y tengas fe en Dios, piensa en él, en su bondad y amor – ella miraba sorprendidamente, empero no decía nada, esperó.
Malaquias le colocó la mano derecha a la altura de la región frontal y se mantuvo en silencio.
Genoveva, por espacios estremecía violentamente. – Malaquias continuaba en la misma posición silenciosa y en oración.
Ahora, el ex – recluso comprendía bien el espectáculo que se desvelaba a sus ojos.
Identificando el murciélago, del que la paciente le hablara, tuvo la certeza de que la criada del doctor Fabrício estaba sobre la acción de una entidad traicionera y vampira.
En aquel instante, como si alguien exhumase del archivo de su subconsciente viejos conocimientos adquiridos en antiguas eras, se recordó de gran parte de su pasado distante, precisando situaciones y ocurrencias en que en esos tiempos se había envuelto.
Y por un fenómeno metapsicológico, Malaquias recordó con indisfrasable precisión, todas las peripecias, con el sueño fantástico del que tuviera, empero que le tomase al fondo las características de la flagrante realidad.
Él sabía que el sueño, fue ligero sumergimiento en el pasado en el que es llamado para la verificación de los propios valores en el campo de la compresión inmortalista que edifica situaciones conciénciales, cuando con el sueño, adquiere libertad relativa de locomoción en la esfera extra terrestre peculiar a cada posición evolutiva del alma.
Si la persona no retiene al despertar, los detalles bien nítidos y en orden, de lo que vivió como ser subconsciente, es decir en desdoblamiento, asuntos inherentes al estado vibratorio del alma— teniendo imposibilidad de sintonía con las esferas menos densas de las cercanías de la corteza terrestre, si no sabe retener ni transportar a los círculos de la carne todas las facetas del sueño— , debe atribuirse a las lagunas, a las fallas, a la aparente incongruencia de las escenas y de los episodios en que se presentan los sueños.
Y Malaquias reconstituyó aquel sumergimiento en el pretérito distante, con admirable nitidez.
Alguien durante aquel sueño, quien Malquias identificara como madre desvelada en las noches de los tiempos perdidos, haciéndolo sentar sobre extraño árbol de hojas planteadas, a media luz en ambiente acariciante en el que flagrantes flores perfumaban, le hablaba como si fuera cariñosa abuelita a entretener el nieto querido, o una madre dedicada a animar al hijo amado:
–Gordemonio, mi hijo situado en las aproximaciones de la corteza planetaria, es una basta colonia habitada por almas desviadas y malhechoras astutas en la práctica del vampirismo, las cuales dejando la tierra después de la desencarnación, se sorprenden impotentes para alcanzar planos menos horribles y tenebrosos debido a su atraso moral.
Desde tiempos inmemoriales forman como una sociedad, que tiene por esfera de acción esa extravagante, extraña e increíble metrópoli del crimen, como también por escenario, casi todas las regiones de la tierra. De la misma manera en que opera el Gordemonio, así actúa en la superficie con increíble ascendencia moral sobre la mayoría de sus habitantes. La población de Gordemonio poco a poco viene decreciendo, dada la formación de sociedades más o menos secretas, infiltradas entre las variadas camadas sociales que constituyen la colonia, por iniciativa propia y con el auxilio poderoso de habitantes de otros planos del infinito, teniendo en cuenta el grado de espiritualización de los seres que lo habitan, esas sociedades tienen como esfuerzo no sólo el de encaminar pobres criaturas atrasadas, más ignorantes que malas; substraerlas de la voracidad del vampirismo, que se desenvuelve asustadoramente; infelices espíritus recién desencarnados, incapaces de huir a la acción nefasta, deletérea y perversa de los que dominan en Gordemonio.
Esa organización <<sui – generis>> de Gordemonio, si así podemos llamar a la organización de las falanges tenebrosas que asolan a esa región del infinito, que se basa en una especie de reclutamiento, más o menos voluntario, de infelices entidades inferiores. Aunque parezcan inconcebibles, pues hay verdaderas milicias que tienen como objetivo la vigilancia de las <<fronteras>> de la tierra, al mismo tiempo que jurisdiccionan toda la zona poblada del globo.
La finalidad principal de esa especie de "policía – invasora" contingentes alarmantes de espíritus increíblemente animalizados – son las de arrebatar, del límite de la sepultura o de la muerte a los desencarnados que dejan la tierra con su lastre espantoso y alucinante de vicios y tendencias nefastas.
Vigilan hogares, asilos, hospitales, cárceles, etc., y montan guardia a la cabecera de los enfermos que vivieron para el negativismo criminal, como la lujuria, la rebeldía, el crimen, la mentira, el engaño, el robo, la explotación, la deshonra y la corrupción. Todas las metrópolis del mundo, ciudades, villas, poblados y aldeas tienen sus patrullas volantes correspondientes a la necesidad de los servicios de "arrebatamiento".
La colonia dispone de líderes que atienden todos los frentes de actividad del gordemonio.
Estos líderes cuentan con asesores que, a su turno, dirigen núcleos más o menos numerosos. Aquellos que son "secuestrados" por la falange de la colonia en el momento del deceso, inconscientes de su estado, a consecuencia de la manera en que desencarnara y de sus actividades en la tierra se encuentran, a breve trecho, víctimas del vampirismo que es la más alta expresión existencial y financiera de los extraños habitantes del Gordemonio.
Mujeres que en una vida terrena de disolución, de libertinaje y de desvíos de toda suerte maculó hasta la medula, son fuentes de saciedad sexual de los embrutecidos, animalizados y materializados seres que sienten necesidad de reeditar, para el gozo de los instintos pervertidos, sus hazañas terrestres.
Cebadas a las pasiones arrasadoras e innobles, las víctimas son abandonadas a sí mismas.
Las vemos después, como arrastrándose, inconscientes y profundamente agotadas por los laberintos de la colonia, tristes y desgraciadas, a deambular por todas partes, sin que alguien le dirija siquiera, una palabra de piedad o un mirar de compasión.
Se abaten en algunos socavones de extraña topografía regional, o se ocultan entre arboledas compactas y ahí permanecen, hasta que socorristas de planos elevados las conducen a puestos de socorro donde permanecen en tratamiento magnético durante un espacio de tiempo suficientemente necesario a la comprensión de su estado y de su posición, frente a las exigencias del trabajo liberador y santificante. Esa conducta de los socorristas, entretanto, está adscrita al merecimiento del enfermo. Urge considerar la misericordia de Dios, sin dejar de llevar en cuenta, en cada caso, también la justicia substancial.
Nadie escapa al vampirismo avasallador y dominante, aunque habite la tierra, a menos que se halle inmunizado por la práctica del bien y del amor. Aquí, en la Tierra donde te encuentras, mi hijo, ellos vienen en bandos, en cuadrillas, atraídos, en la mayoría de las veces, por las vibraciones que se esparcen en sus campos de actividad mental, emitidas de la tierra por el conducto del pensamiento, por el estilo de vida de cierta gente, despertando de ese modo sus deseos, superlativándolos, elevándolos al máximo de intensidad – como imágenes excitantes, tanto como el resonar de campanas de alarmas.
Las propias vibraciones o imágenes traen en sí mismas, por un complejo sorprendente de mecanismo mental, la dirección que los llevará al local del llamado o de la convocación.
Es muy común que el terrícola pueble su zona mental de imágenes, de sueños de diagramas – producto visible de sus pensamientos, fuerzas que no se pierden, en pero energía actuante traducción viva de la degradación del espíritu, de las pasiones y deseos con que él invoca al habitante del <<más allá de la sepultura>> este identifica con tanta facilidad y precisión, como en la tierra identificamos, por la indumentaria, al hombre, a la mujer o al niño; por el color, el negro y el blanco; por la apariencia, el viejo y el joven; por la especie, el caballo y el caballero, Así convocados – ellos los habitantes del Gordemonio, que no conocen nunca la capacidad de saciedad en el campo del vicio y del deseo – corren a atender a ese llamado silencioso.
Llegando al local de la invocación o aún, identificada la criatura por la proyección de sus diagramas mentales, el vampiro se agarra a la víctima y de ella hace el instrumento <<material>> de su voluntad dominadora, y la lleva a la cacería de las presas preferenciales, en el basto recinto social de las humanas ocupaciones.
Las tragedias se multiplican el libertinaje se agrava, se arrastra y se distiende; los vicios asumen aires de <<cualidades>> en la elegancia mundana de los comentarios sociales; las infidelidades conyugales se acentúan y al hombre no le es más posible limpiar la mente envenenada y de detenerse en consideraciones de orden espiritual, ante el banquete requintado en que se expresa el bouquet de las comidas exóticas, de la música vulgar, de la perversión asombrosa de los instintos y de las pasiones enloquecedoras. Se satisface el hombre y vibra el espíritu vampiro, en el aturdimiento de sus emociones desordenadas. Gozan ambos de los frutos de su animalidad viciada.
En Gordemonio no viven solo las presas indefensas de los vampiros desenfrenados, también pululan los que se adaptaron por su propia naturaleza de sus tendencias inconfesables.
Es un vivero descomunal de entidades que se mueven en la sombra y al cual llega, de todas partes de la tierra y campos subyacentes, a las solicitudes mentales de los desviados de todos los matices, sin que cualquier haz de luz les indique el derrotero a recorrer, pues para eso, les basta las propias antenas de sus almas para captar los mensajes convocadores al festín de la carne y del pecado.
Y cuando los hombres, un día comprendan aquel enunciado evangélico, que la boca inmaculada de Jesús profirió hace 20 siglos – VOS SOIS DIOSES –, el microcosmo será el macrocosmo en la divina belleza en su expresión y en la gloria infinita de su construcción y de su destino eterno.
Entonces, aprenderemos a pensar, valorizar y a movilizar ese inmenso material de edificación santificante del que disponemos – pues somos Dioses – para que vivamos en las eternas construcciones de la vida.
Viviremos el evangelio y entenderemos todas sus maravillosas palabras, alimentándonos de las profundas verdades que ellas encierran.
Cuidaremos del templo de nuestro cuerpo, con extremado cariño, paternidad, como vaso que eres de esa extraña, infinita y bella partícula de Dios, nuestra alma inmortal, imperecedera y eterna.
Y la lección olímpica del calvario y la enseñanza incomparable de la resurrección se plasmará dentro de la eternidad, en toda la maravillosa estructura divina de nuestro espíritu, el gólgota la montaña y el pretorio, la poesía del sermón y la corona tejida por las manos de la justicia de Pilatos, despertarán todas las regiones del infinito, para integrar a la humanidad que se disemina por todos los continentes y por el Universo, en la gloria de su inmortalidad y en la belleza de su perfección. Hiciera ligera pausa en el relato impresionante después de algunos instantes de meditación, prosiguió recogiendo conversaciones tomadas entre desventurados habitantes de la colonia: — Oye hijo amado, los propios ciudadanos de esa pavorosa región del plano visible – rincones purgatoriales; en pero absténgase del trabajo penoso de la identificación de criaturas que pasarán delante de tus ojos y de tu espíritu alarmado, arrastrando el acervo de sus faltas. Cuida, exclusivamente, del sentido de las lesiones suministradas en el recorrer de la narrativa que el genio de Alihieri apenas esbozó, y el de Edgard Allan Poe solamente entrevió.
Que estarían haciendo aquellas sombras, allí, en el otro lado de la calle en la puerta del caserón iluminado – indagaba Sostenes, en espíritu, a sus compañeros de cuadrilla. – ¡Que pregunta! Usted aún está medio recluta en el servicio de arrebatamiento – respondió Silvano, quien parecía ser el mayoral de la falange. – ¿cuántos años hace que dejó la tierra? — ¿usted piensa que yo se?, hace una eternidad, juzgo yo!.
— Ni tanto así – rectificó otro personaje del bando, — cuando lo trajeron para Gordemonio, aún era de los nuestros el viejo Malaquias, que se nos escapó como una partícula por entre los dedos, llevado por la vieja lechuza quien fue su madre terrestre.
— ¡Maldito Malaquias! – murmuró otra entidad, en tono feroz. – Ah! Si lo pillase aquí no saldría más del grutón de Nirvana.
Y emitió estentórica carcajada, la que fue acompañada por toda la patrulla.
El horrendo personaje se refería a un lugar para donde los vampiros conducían almas recién desencarnadas, en las cuales, allí mismo, se viciaban en sus instintos repelentes. – Allí – apuntó para el caserón iluminado débilmente – está un grupo "de trabajadores" que esperan arrebatar nada menos, de cuatro "gozadores" que están por desprender los "cordones" umbilicales – esclareció el jefe de la comandita.
Se refería él a los líameles fluídicos que prenden el alma al cuerpo físico ya eran altas horas de la noche.
Puerto alegre se aquietara, para el sueño reparador. Como debe de ser. Los troles ya se habían recogido.
Bares, cafés, confiterías, restaurantes, ya habían cerrado sus puertas.
Por lo tanto, las discotecas, casas de juego, etc., estaban repletas de clientes habituales de ambos sexos "aprovechando" la vida…
Las bendiciones del sueño, tan necesarias que reclaman la quietud del hogar, eran despreciadas, incomprendidas, olvidadas por los que nunca entendieran la necesidad de espiritualizar el momento del reposo nocturno, de la alimentación, de hablar, de pensar y de actuar, en cualquier situación.
–¿Por qué en verdad animalizamos la vida entera?
Vivimos en función de instintos torpemente alimentados, antes que en función del alma.
Despreciamos las propuestas inmortalistas, con el objetivo de olvidarnos de las responsabilidades. Sabemos que somos almas, entes inmortales, antes que cuerpo; entre tanto, la certeza de una presentación de cuentas a rigor, en cualquier plano del infinito, nos asusta, y de ahí la voracidad con que nos precipitamos en los placeres del mundo procurando olvidar los compromisos y ahogar los temores, los recelos y el miedo que sentimos de una vida diferente y eterna, donde no es más posible la simulación, el engaño, el eludirnos a nosotros mismos o a nuestros semejantes.
Algunos retardatarios, apresurados metidos consigo mismo apretaban el paso, para alcanzar su morada distante.
La puerta del caserón iluminado – un hospital – allí continuaban los sombríos personajes a que Sostenes se refería de vez en cuando, se movían de un lado para otro, impacientes; una terrible pandilla de vampiros carcajeantes descendió por las escaleras del hospital, conduciendo cuatro criaturas a quien el miedo, el horror y el espanto de la situación, les enfrentara; se había transformado de manera inconcebible y fantástica.
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