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En defensa de la universidad pública y de una educacion emancipadora


Partes: 1, 2
Monografía destacada
  1. La dinámica de cambios sociales
  2. La juventud como motor del cambio social
  3. Las universidades públicas como motores del cambio social
  4. El surgimiento de un nuevo mundo
  5. La mundialización de la economía de mercado
  6. La revolución científica-técnica aplicada a la producción
  7. El poder corporativo toma el control
  8. El caso de la Universidad de Sonora
  9. La incertidumbre laboral como medio de control
  10. El programa de "tortibecas"
  11. La educación de la obediencia
  12. En defensa de la libertad de pensamiento y crítica social
  13. A manera de conclusión
  14. Referencias utilizadas

La dinámica de cambios sociales

En los cursos y seminarios que imparto en la Universidad de Sonora acostumbro decir a mis alumnos que vivimos tiempos de cambios sociales, que se nos presentan en forma impredecible y discontinua, generando un ambiente de incertidumbre social.

Les digo que estamos viviendo constantes cambios políticos, económicos, tecnológicos, psicológicos, etc., que todo, absolutamente todo, está cambiando rápidamente y que lo único que no cambia es la premisa de que todo está cambiando. Les menciono que para tener una idea de la velocidad de los cambios de nuestra época, se puede afirmar que en los últimos 50 años se han presentado más cambios que en los últimos 200 años de historia de la humanidad.

Esta dinámica de cambios sociales y el ambiente de incertidumbre que genera, nos obliga a implementar cambios planeados en nuestras vidas personales y sociales en el sentido de desarrollar nuevos comportamientos con los cuales podamos enfrentar los nuevos retos que hoy se nos presentan y la manera más adecuada de hacerlo de lograrlo es a través del aprendizaje.

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Con esta introducción los preparo para su participación en una serie de experiencias estructuradas de aprendizaje mediante un método participativo, que los conducirán a la implementación de cambios en sus actitudes, en sus valores, en sus conocimientos y sobre todo en sus comportamientos, o sea a un aprendizaje de sí mismos y de la materia que cursarán conmigo.

Lo anterior no es una exageración de mi parte y para entenderlo debemos recordar que esta cauda de cambios sociales que vivimos en pleno siglo XXI, comenzó en la segunda mitad del siglo pasado cuando surgieron una serie de movimientos contraculturales que sacudieron al mundo al grado de cambiar no sólo la cultura prevaleciente sino que también modificaron la geopolítica internacional y con ello cambiaron al mundo entero y la espiral de cambios continúa en evolución en nuestros días.

Recordemos que en la década de los sesentas surgieron movimientos contestatarios, de protesta y de rebeldía social en varias partes del mundo. Estos movimientos antiinstitucionales generaron verdaderas contraculturas que se oponían a la cultura dominante en aquella época y lograron con el paso del tiempo la institucionalización de grandes cambios sociales.

Podemos mencionar entre otros movimientos sociales el surgimiento y expansión de la música de rocanrol, el movimiento en contra de la guerra de Vietnam, el surgimiento de una brecha generacional entre jóvenes y adultos, la lucha por una liberación sexual, el movimiento de liberación femenina y por una igualdad sexual, el cuestionamiento al autoritarismo en las escuelas, la demanda del voto femenino, la lucha contra la segregación racial etc., que fueron tan solo algunas de las banderas que enarbolaron diferentes movimientos colectivos en todo el mundo.

La juventud como motor del cambio social

En todos ellos el protagonista principal de estos cambios fue la juventud, que cuestionaba el futuro que se le asignaba como destino inevitable, enfrentaba a un sistema autoritario, antidemocrático y en general cuestionaba al orden social establecido.

La mayoría de estos movimientos surgieron al interior de las universidades, por lo que principalmente fue la juventud que estudiaba en universidades de diversos países del mundo la que generó los cambios que transformaron el mundo.

Parece ser que el año de 1968 fue el momento cúspide de una revolución cultural y política que se generó en la década de los sesentas y que se extendió por todo el mundo, ya que varios acontecimientos importantes se presentaron en diversas partes del mundo en ese mismo año, con diferencia de tan solo unos cuantos meses.

Tan solo recordemos que en el año 1968 sucedieron varios acontecimientos importantes en diferentes países: masivas protestas en Berlín (febrero), movilizaciones de estudiantes en París (el famoso mayo francés), marchas en Chicago (agosto), protestas en Praga (agosto, la primavera de Praga) y movilización estudiantil en México (el 2 de octubre), entre otros acontecimientos que se pueden mencionar.

En mayo de ese año la juventud francesa protestó contra el autoritarismo en la enseñanza, por un rechazo a la guerra de Vietnam, contra los métodos pedagógicos de aquel entonces, pugnaba por reformas en la organización de la universidad y sobre todo se manifestaba en contra del futuro que se les asignaba como funcionarios del consenso en una sociedad con creciente desigualdad social.

Las masivas movilizaciones de los estudiantes franceses contaban con la presencia de personajes distinguidos entre los que se pueden mencionar a Jean Paul Sartre, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Herbert Marcuse y muchos más que mostraron una gran congruencia entre el discurso y la acción al unirse a los estudiantes en las manifestaciones de protesta.

Fueron los tiempos en los cuales los estudiantes franceses conquistaron el derecho de hablarles de tú a sus maestros, al desnudar el liderazgo autoritario ejercido en la pedagogía y lograr reducir la distancia ente dirigente y dirigido.

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En otro lado de Europa, en Checoslovaquia surgió "la primavera de Praga" en la cual los jóvenes checos lucharon contra el autoritarismo soviético, pugnando por una serie de reformas en el socialismo soviético, peticiones que se fueron extendiendo entre la población y retomadas por un grupos de intelectuales, dentro de los cuales destacaba Vaclav Havel, quienes reunidos en un congreso de escritores checoslovacos, cuestionaron el autoritarismo y las prácticas dictatoriales del partido comunista checoeslovaco y se pronunciaron por el fin de la censura y elecciones libres.

Cuando Alexander Dubcek ascendió al poder en el partido comunista checo, emprendió una serie de reformas liberales como el reconocimiento a la nacionalidad eslovaca, el levantamiento de la censura a los medios masivos, pugnando por un "socialismo con rostro humano", iniciando con ello lo que después se llamó "la primavera de Praga".

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Junto a una relativa liberalización económica, se planteó un amplio programa reformista en el terreno político (libre creación de partidos siempre que aceptaran el modelo socialista, igualdad nacional entre checos y eslovacos, liberación de presos políticos) y social (derecho de huelga, sindicatos independientes, libertad religiosa).

El 20 de agosto una fuerza militar que duplicaba la utilizada en Hungría en 1956, conformada por largas columnas de tanques soviéticos, invadía Checoslovaquia. A pesar de la magnitud de las protestas en las calles de las ciudades checas, éstas no consiguieron que las tropas del Pacto de Varsovia, exceptuando Rumanía, se retiraran de Praga.

Siguieron unas semanas de indefinición en las que los invasores no consiguieron dividir a la dirección checoslovaca. Finalmente, diversos dirigentes encabezados por Husak y Svoboda optaron por adaptarse a la "normalización" impuesta por las armas. Después en abril de 1969, Husak sustituyó a Dubcek en la dirección del partido. El héroe de la "primavera de Praga" fue expulsado del partido en 1970 y tuvo que ganarse la vida como guardia forestal en Eslovaquia.

La primavera de Praga fue aplastada por la fuerza de los tanques, pero marcó el inicio de varias protestas que continuaron en el bloque soviético en otras repúblicas socialistas.

México no fue la excepción el día 2 de octubre de 1968, la juventud estudiantil mexicana que protestaba contra el autoritarismo del presidente Gustavo Díaz Ordaz, recibió como respuesta una verdadera lluvia de balas que dejaron centenares de jóvenes asesinados por el ejército mexicano.

El movimiento estudiantil mexicano de 1968 y su posterior represión han generado gran polémica hasta nuestros días. Lo cierto es que dejó centenares de muertos y se convirtió en un parteaguas en la historia de México, ya que el gobierno mexicano mostró su faceta represora con gran brutalidad.

En este movimiento participaron también profesores, intelectuales, obreros, profesionistas y amas de casa. El terrible desenlace de este movimiento despertó una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, así como a alimentar el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales que se nutrieron con centenares de jóvenes desilusionados por la faceta represiva del gobierno mexicano y que dio cabida al período conocido como la Guerra Sucia que formó parte de la operación cóndor, una operación militar que desató una represión en varios países de América latina.

Ahora en pleno siglo XXI, a la luz de la distancia podemos ver que miles de jóvenes estudiantes de diferentes universidades de varios países (Francia, Estados Unidos, México, etc.), rechazaban el papel de capataces y/o funcionarios del consenso para el cual estaban siendo formados.

Rechazaron también el metaaprendizaje adquirido en su formación como profesionales de línea vertical, adiestrados en el manejo de un estilo de liderazgo basado en una filosofía autócrata y cuestionaron el sistema social, así como el futuro asignado.

Paralelamente a estos acontecimientos que sucedían al interior de diversas universidades públicas, en Estados Unidos el movimiento contracultural juvenil de vanguardia que tuvo sus máximas expresiones en el hippismo norteamericano, en las protestas contra la guerra en Vietnam, en la difusión de la música de rock y en el surgimiento de una cultura "underground" que rechazaba los valores establecidos del "american way of life", resultó ser un verdadero movimiento contracultural, de corte antiinstitucional y creador de su propia cultura que incluía valores que rechazaban el materialismo vulgar inherente al consumismo.

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Miles de jóvenes en diferentes partes del mundo construyeron y compartieron un sueño en el cual contemplaban la construcción de un mundo en el que existiese libertad, democracia, justicia e igualdad social.

En la mayoría de los casos las generaciones de jóvenes que compartieron ese sueño recibieron como respuesta la represión militar, el uso de la fuerza policial en su contra y el peso del autoritarismo gubernamental, sin embargo, en pleno siglo XXI, ese sueño de construir un mundo donde prevalezca la democracia, la libertad y la igualdad, persiste hoy en día en millones de personas, jóvenes ayer, adultos hoy, pero acompañados por los jóvenes de las nuevas generaciones.

La cauda de cambios sociales que se iniciaron en los sesentas con el surgimiento de nuevos valores culturales, que continuaron desarrollándose en los setentas en demanda de mayor democracia y participación social, se caracterizaron por la irrupción de la palabra de las masas en contextos anteriormente vedados, lo cual puso en crisis a la ideología social que confundía autoritarismo con buen liderazgo y que esperaba que las universidades produjeran cuadros de profesionales que alimentasen la obediencia social.

Las universidades públicas como motores del cambio social

Después de los sesentas en casi todas las universidades del mundo entero se generaron movimientos estudiantiles que pugnaban por la democratización de las mismas intentando cambiar su estructura vertical por una más de tipo horizontal que permitiera reducir el autoritarismo, aumentar la participación social y reducir la distancia entre dirigentes y dirigidos.

Se buscaba distribuir el poder entre los integrantes de la comunidad universitaria, mediante la construcción de un cogobierno en el cual los diversos sectores que conformaban la comunidad universitaria (estudiantes, maestros y trabajadores) estuviesen representados en órganos de gobierno y pudieran participar en el proceso de toma de decisiones relevantes para la organización.

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En este proceso se incorporaron también los profesores universitarios y personal docente que laboraba en estas instituciones educativas, al grado de que en el tercer cuarto del siglo pasado, surgieron los primeros sindicatos de trabajadores universitarios que tenían como meta principal la defensa de los derechos laborales, pero que en forma gradual avanzaron en sus peticiones, hasta llegar a incluir demandas de democratización de las universidades.

De esa forma, estudiantes, académicos y trabajadores universitarios, coincidieron en sus demandas de democratización de la universidad y empezaron a construir su identidad como integrantes de una misma comunidad universitaria.

Fueron años en los cuales los jóvenes de casi todo el mundo se movilizaron, exigiendo ser escuchados, tomados en cuenta y sobre todo poder participar en las decisiones que definirían su futuro.

Cabe mencionar que esta movilización masiva y casi simultánea de jóvenes en varios países se dio en un contexto social diferente al que hoy conocemos. Es decir, en aquellos años no existía internet, no había teléfonos celulares, no existían las redes sociales, ya que no había Facebook, Twitter, Whatsap, etc., o sea que no existía la tecnología que tenemos hoy en nuestros días que nos permite una comunicación masiva instantánea en cualquier parte del mundo.

Sin embargo la mayoría de la juventud de aquel entonces tenía algo que la mayoría de la juventud actual no tiene: me refiero a una actitud de interés por estar informado acerca de los acontecimientos nacionales e internacionales, una actitud de sensibilidad hacia los problemas sociales, una actitud crítica hacia la realidad social y sobre todo una actitud de compromiso social y deseos de transformar nuestra sociedad.

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Todas estas actitudes descansaban en la existencia de un hábito que se encuentra hoy ausente en la juventud contemporánea en particular, y en el conjunto de la población en general, es decir, el hábito de la lectura.

http://www.monografias.com/trabajos105/publicar-o-morir-apologia-lectura/publicar-o-morir-apologia-lectura

Recuerdo que a principios de la década de los setentas, en la antigua y desaparecida Preparatoria de la Universidad de Sonora al salir de clases acostumbrábamos reunirnos en pequeños grupos, sentarnos en el césped, comentar las clases que estábamos tomando y relacionar los contenidos de las mismas con los libros que leíamos y hacíamos verdaderas clases informales con lecturas colectivas que ampliaban nuestro nivel de consciencia pero que sobre todo nos permitían desarrollar nuestras habilidades sociales de interactuar en grupo, venciendo la timidez y la inseguridad propia de la juventud, en un ambiente de gran camaradería y aceptación social, pues rechazábamos los prejuicios y los estereotipos sociales.

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Los jóvenes de aquel entonces sabíamos que algo estaba pasando en el mundo, que los tiempos estaban cambiando, pero no teníamos la certeza de qué es lo que estaba sucediendo. En aquellos tiempos llegó a mis manos un libro cuyo título ejemplificaba lo que estaba pasando con la juventud. Un libro que tenía como título: Algo está pasando y usted no sabe que es, que contenía artículos de varios autores como Sigmund Freud, Erich Fromm, Herbert Marcuse, Wilhelm Reich, que contenía temas como liberación sexual, ideología dominante, consciencia de clase, etc.

Aparte de la lectura nos unía la música, tanto la música de rocanrol que contenía mensajes de cuestionamiento al sistema social y fomentaba la rebeldía en la forma de bailar, cantar y vestir, como la música latinoamericana "de protesta" que contenía mensajes más claros de concientización y llamados a luchar contra la injusticia, el autoritarismo y la desigualdad social.

La música nos proporcionaba identidad, sentimiento de pertenencia, de solidaridad social y sobre todo era una forma de expresar nuestras ideas, sentimientos y pensamientos. La música jugó un papel de gran relevancia en los cambios sociales del siglo pasado, pues como es bien sabido, la música es el idioma universal y no tiene fronteras, por lo que a través de la música los jóvenes de todo el mundo nos comunicamos entre sí.

Se puede decir entonces que en su esencia aquellos movimientos eran verdaderas luchas por conquistar la libertad y la democracia en sus respectivas instituciones y sociedades y lo relevante de aquellos acontecimientos es que encontramos como denominador común que estos movimientos juveniles en el mundo surgieron principalmente en las universidades públicas y de ahí se extendieron a las calles y a las fábricas de trabajadores.

El que las universidades públicas hayan sido el punto de origen de estos movimientos de protesta no fue gratuito. Debemos reconocer que las universidades eran las instituciones en las que se podía construir una democracia real debido a la distancia que mantenían con el poder en turno en nombre de la autonomía universitaria, una autonomía que impedía que la policía ingresara a las instalaciones del campus universitario, por lo al interior del mismo se podía respirar un aire de libertad.

Una libertad que se expresaba en diferentes formas empezando por el uso de una vestimenta informal (por lo regular pantalones de mezclilla y camisetas), ya que existía un rechazo colectivo a las ropas formales, ropas "de vestir", continuando con el uso del pelo largo en los hombres, minifaldas y pantalones por parte de las mujeres, pero sobre todo por el uso de una libertad de expresión sin límites que en no pocas ocasiones conducía a cuestionar al profesor universitario en turno, al contenido de la materia, a los métodos pedagógicos y mucho más allá, a cuestionar el sistema social en el cual nos encontrábamos.

El resto de las instituciones sociales habían cedido y estaban bajo el control de autoritarismo, sujetas a una manipulación del poder en turno que buscaba mantener un control social que le permitiera fomentar actitudes de obediencia y sumisión a la figura de autoridad.

Pero las universidades como centros donde se producía el conocimiento científico y se ejercía la crítica social, lugares donde existía la autonomía universitaria, donde se ejercía la libertad de cátedra y se fomentaba la libertad de expresión, crearon las condiciones idóneas para que la juventud estudiantil, junto a profesores universitarios progresistas, utilizaran el conocimiento científico para realizar una crítica social de un sistema que se basaba en el autoritarismo y que necesitaba de la obediencia de los integrantes de la sociedad.

Este tipo de comportamientos al interior de las universidades institucionalizaron un ambiente de libertad y sana discusión interna, de tal forma que se creó una cultura al interior de las universidades de tipo democrático, por lo cual las universidades pasaron a conformarse como verdaderas instituciones que además de crear el conocimiento científico generaban comportamientos colectivos de participación social, crítica de la sociedad y cuestionamiento de todo tipo de autoritarismo.

Por lo que la juventud universitaria de aquel entonces asimiló la idea de que era la generación destinada a cambiar al mundo en diversas formas y la forma de lograrlo era empezando por la democratización de la institución que nos proporcionaba el don más valioso, la capacidad de pensamiento que nos ayudaría a ejercer una crítica del sistema social.

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El surgimiento de un nuevo mundo

Estos vientos de participación social, libertad y ansia de democracia recorrieron todo el mundo y Europa del Este no fue la excepción. Detrás de "la cortina de hierro", en los países que conformaban la unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la juventud también se movilizó en contra del autoritarismo del socialismo real y se movilizaron en demanda de mayor democracia social y por un socialismo humanista.

Debemos tomar en cuenta que después de la segunda guerra mundial Estados Unidos y Rusia se repartieron el mundo en zonas geográficas, de tal forma que buena parte de países ubicados en Europa del Esta quedaron bajo la influencia de Rusia, que procedió a imponer el socialismo en naciones que no estaban preparadas para ello, o simplemente no lo solicitaron pero que se les impuso por la fuerza del Estado soviético que necesitaba construir una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con las cuales pudiera enfrentar la "guerra fría" que sucedió a la segunda guerra mundial.

En ese contexto, durante la década de los sesentas, setentas y ochentas, las movilizaciones se dieron en varias repúblicas en donde se impuso el socialismo después de la segunda guerra mundial, es decir en los países que quedaron dentro de la esfera de Rusia.

La presión social fue tal que cuando ascendió al poder Mijail Gorbachov el último dirigente de la URSS, encontró una economía en bancarrota y una crisis de ideología de la sociedad soviética que se intentaba controlar mediante un autoritarismo extremo, por lo cual decidió enfrentar esta situación con una serie de reformas basadas en dos tipos de políticas: de reestructuración (perestroika) y de transparencia (glasnost) en política interna.

El resultado de tales políticas fue una apertura gradual de las fronteras soviéticas, la libertad para viajar fuera de la URSS y elecciones libres en las diferentes repúblicas soviéticas. Esta apertura permitió el incremento de la participación social de ciudadanos de diferentes repúblicas soviéticas que terminaron por demandar su independencia de la URSS y el punto álgido de la implementación de tales políticas fue la caída total del muro de Berlín que simbolizó el fin de una era al desaparecer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y con ella, el fin de la guerra fría entre la URSS y Estados Unidos, con lo cual se dio el comienzo de un nuevo orden mundial que se caracterizó por la difusión y extensión de la economía de libre mercado mundo por casi todo el mundo.

Estos cambios se manejaron por los apologistas de occidente como un triunfo del capitalismo sobre el socialismo. Debemos reconocer que el socialismo que imperaba en la sociedad soviética era en realidad un socialismo degenerado por el surgimiento de un cuerpo burocrático que controlaba el poder al interior del Partido comunista y que detentaba una serie de privilegios que no eran compartidos por la totalidad de la población soviética.

Por ese motivo hablar de triunfo del capitalismo sobre el socialismo resulta ser una falacia que sería motivo de un análisis más amplio que no tiene cabida en el presente escrito.

La mundialización de la economía de mercado

Del conjunto de cambios sociales que se presentaron a fines del siglo pasado, sobresalieron los cambios económicos y políticos que modificaron la geopolítica internacional.

La caída del muro de Berlín inició la desintegración de la URSS y con ello terminó la guerra fría entre Estados Unidos y la URSS, pero surgió en su lugar un nuevo tipo de guerra, la guerra comercial, en la cual el pez más grande se come al pez más chico.

Es decir, con la caída del socialismo se difundió la economía de libre mercado en casi todo el mundo, lo cual dio lugar a lo que hoy se conoce como globalización que consistió fundamentalmente en la apertura de las fronteras en diferentes países y la eliminación del pago de aranceles para permitir el libre tránsito de las mercancías.

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Esto dio lugar al surgimiento de una competencia desleal entre las grandes corporaciones provenientes sobre todo de Estados Unidos que vinieron a los países latinoamericanos a "conquistar mercados", compitiendo con las empresas latinoamericanas que por lo regular son micro, pequeñas o medianas empresas con un estilo de administración basado en la incorporación de toda una familia en el negocio.

Las grandes transnacionales cuentan con más capital, más tecnología y personal más capacitado, por lo que las empresas latinoamericanas enfrentaron (y siguen enfrentando) graves problemas para mantenerse en el mercado y posicionarse en las preferencias de los consumidores, lo cual no solo ha provocado la quiebra de miles de empresas latinoamericanas, sino que también ha dado lugar al surgimiento de lo que hoy conocemos como "el poder corporativo" que se expresa en el predominio y gran influencia que tienen las grandes corporaciones en los gobiernos de los países latinoamericanos, en la determinación de las políticas económicas y sociales que son dirigidas a "beneficiar al mercado", es decir, en beneficio de las grandes corporaciones.

Es un momento en el cual las grandes compañías transnacionales están carcomiendo a los países más pobres explotando sus recursos naturales, empobreciendo a la población y logrando que en la lógica de la privatización y en el contexto de la globalización la noción del "mercado" alcance un nivel de status similar al de una nueva religión a la que todos sin excepción deben arrodillarse y jurar lealtad incondicional.

Estamos frente al surgimiento de una clase política transnacional que ejerce un poder actuando un nuevo tipo de delincuencia organizada, cuando vemos la alianza entre los directivos de las grandes corporaciones internacionales e instituciones financieras, los presidentes de algunos países, los cuadros de dirección de los partidos políticos predominantes, los legisladores y los dueños de los medios masivos de difusión, que actúan en forma coordinada para la modificación de las constituciones de diversos países para eliminar prestaciones sociales, desaparecer instituciones gubernamentales, privatizar diversos servicios, reprimir los movimientos de protesta y resistencia, al mismo tiempo que reproducen la obediencia y sumisión social en la mayoría de la población.

Esta nueva clase gobernante transnacional empieza a configurarse como un Estado que va más allá de las fronteras, políticas o territorios de cualquier país.

En ese sentido nuestra postura frente a la globalización debe estar basada en el ejercicio de una crítica social que cuestione el sacrificio de la clase trabajadora y de la población en general provocado por el enriquecimiento del capital financiero, el aumento de la corrupción y la agudización de la crisis económica y política en varios países de Latinoamérica.

Es en este contexto que debemos ubicar las reformas a la constitución mexicana que implementó el régimen de Felipe Calderón con la reforma laboral y Enrique Peña Nieto con la reforma educativa, energética y que hoy pretende hacer lo mismo con el sector salud.

Se trata en realidad de contrarreformas que tienen como meta desmantelar las prestaciones contempladas en la constitución mexicana obtenidas a través de movimientos sociales que dejaron como resultado sangre derramada y que por medio de un plumazo se pretenden desaparecer con la intención de favorecer a las grandes transnacionales ya que lo que se busca es privatizar los servicios de las instituciones que están desapareciendo.

La revolución científica-técnica aplicada a la producción

Las ideologías tienden a debilitarse ante el surgimiento del culto a una nueva religión que promueve una enajenación orientada al consumo de mercancías nunca antes vista: El Dios mercado. http://www.monografias.com/trabajos102/dios-mercado-religion-del-siglo-xxi/dios-mercado-religion-del-siglo-xxi

Otro factor que debemos considerar es que nos encontramos en el contexto de la tercera revolución industrial. La primera revolución industrial fue la mecanización de la producción, la segunda fue la automatización de la producción y la tercera es la computarización del proceso de producción.

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La aplicación de la ciencia y tecnología al proceso de producción ha permitido la producción en serie de diversos artículos. En el contexto de la sociedad capitalista, los medios de producción están bajo el régimen de propiedad privada, por lo que la producción persigue exclusivamente los fines de la extracción de plusvalía de la generación de utilidades, es decir de ganancias para el propietario del medio de producción.

http://www.upsocl.com/medio-ambiente/decenas-de-miles-de-autos-no-vendidos-estan-estacionados-en-lotes-y-dejados-como-basura-es-absolutamente-ridiculo/?utm_source=Relacionados&utm_medium=Pagina&utm_campaign=links

Si hoy la tecnología permite una producción masiva de artículos, surge el problema de lograr el consumo al mismo ritmo que tiene la producción. Por ese motivo es que se hacen grandes inversiones en estudios mercadológicos y en publicidad para fomentar el consumo.

La sociedad contemporánea es conocida como la sociedad de consumo, porque eso es lo que realmente interesa al poder corporativo, que controla al poder político y legislativo de varios países y con el apoyo de los medios masivos de difusión, realizan una serie de campañas que han dado como resultado la alienación como fenómeno social, que advirtió el filósofo polaco Adam Schaf en su libro del mismo nombre.

El sistema capitalista necesita cumplir con el ciclo de producción y consumo, para ello debe estimular en los integrantes de la sociedad la necesidad de consumir los miles de productos que la ciencia y la tecnología permiten producir en las fábricas, ya sea por hora o por día.

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Para lograrlo utiliza los servicios de los medios masivos de comunicación que difunden una lluvia de mensajes publicitarios para manipular consciencias, generar necesidades, modificar actitudes y generar comportamientos que sean proclives al consumo desmedido. Los medios masivos de comunicación desempeñan un papel fundamental en el control ideológico, ya que la población en general está sometida a un bombardeo ideológico durante las 24 horas del día.

El problema se agudiza cuando buena parte de la población da credibilidad a la información que recibe de los medios masivos de difusión, sucede algo parecido a la información que aparece en los libros impresos, por el hecho de estar publicada la mayor parte de las personas piensa que es información comprobada, verdadera.

Para fortalecer el consumo entre la población se utiliza la publicidad y la propaganda que persuade para la compra de un producto. El consumo entonces depende en gran medida de la publicidad, por esta razón los costos de publicidad en los medios masivos son de una gran cuantía.

En este proceso la noción de "tener" se confunde con la noción de "ser", se genera la confusión de que la identidad se construye en base a las posesiones materiales que los individuos tengan. Los valores humanísticos entran en crisis por el empuje del consumismo que promueve la perspectiva de que el dinero nos permite tener todo, inclusive la felicidad.

La honestidad, la sinceridad, el respeto, la amistad, la solidaridad, la generosidad ceden su lugar a la necesidad de tener más que los demás, y para lograrlo debemos tener dinero ya que este es el medio de intercambio que nos permite comprar todo, la necesidad de tener dinero se convierte en la necesidad primordial y el dinero como el valor principal.

Las grandes corporaciones toman el control de nuestras vidas y nos indican como vestir, qué comer, que programas de televisión debemos ver, que películas son más adecuadas para nosotros. En su afán de obtener utilidades se intenta reducir todo a la calidad de una mercancía que puede ser privatizada para ponerse a la venta. Se pone en venta al propio ser humano en su condición femenina, es decir, dentro de la publicidad se utiliza la figura de la mujer como gancho sexual que incentiva la motivación para la venta de infinidad de artículos.

En el contexto de alienación contemporánea, el cuerpo de la mujer se reduce a la condición de un objeto que puede ser adquirido y consumido, proceso que se logra a través de la prostitución femenina.

En el proceso de privatización del sistema capitalista los derechos humanos también son reducidos a la condición de mercancía. Esto sucede con el derecho a la salud, con el derecho a la educación que se intenta lograr que el Estado se desligue de su responsabilidad en estos campos con la reforma educativa y con la reforma al sector salud, para que estos servicios sean privatizados y la población pague por ellos. Los únicos que salen ganando con el desmantelamiento del Estado, las reformas a nuestra constitución y la privatización consecuente son las grandes corporaciones y los que se benefician del ambiente de corrupción que posibilita estas acciones.

El poder corporativo toma el control

Las movilizaciones masivas de jóvenes que se dieron a fines del siglo pasado a nivel mundial y que tuvieron como punto de origen las universidades públicas, permitieron alimentar la esperanza de que era posible construir otro mundo, de que se podía cambiar este sistema.

Sin embargo el sueño duró poco, ya que todas estas movilizaciones estudiantiles y cambios en la conducción de las universidades generaron gran preocupación en la élite gobernante, porque vieron con gran temor que las escuelas y universidades "no cumplían su misión" de adoctrinar a la juventud con una mentalidad sumisa y obediente, pues al contrario, las universidades se convirtieron en verdaderos centros de creación del conocimiento que se utilizaba para realizar una fuerte crítica social. Esto no convenía a los intereses de las grandes corporaciones que necesitaban individuos sumisos, dóciles y obedientes para incorporarlos al ciclo de producción y consumo.

La élite en el poder empezó a pedir a los gobernantes políticos más moderación en la democracia, mayor control en las universidades y empezaron a tomar medidas para que la población regresara a su pasividad y apatía.

Por ello mismo, a finales del siglo pasado se inició una ofensiva para "recuperar" el control de las universidades reduciendo la participación de los integrantes de la comunidad universitaria en las decisiones relevantes, buscando asegurar que el personal docente dejara de cuestionar, criticar y se convirtiera en personal dócil y obediente, bajo la premisa de que "los estudiantes deben estudiar y los maestros deben en enseñar".

¿Cómo se logró esto?, de una manera simple pero a la vez brillante, eliminando el carácter de institución a las universidades públicas y reduciéndolas a la calidad de organizaciones formales del trabajo.

Me explico, algunas organizaciones pueden ser instituciones al mismo tiempo, desde la perspectiva del análisis institucional, podemos ejemplificar a la Iglesia que es una organización, pero también es una institución. Algunos partidos políticos son organizaciones pero también son instituciones.

El concepto de institución proviene de la Psicología social francesa representada por George Lappasade y René Lourau, quienes aportaron la teoría del análisis institucional que permite analizar a las organizaciones como instituciones. Ellos definieron el concepto de institución como "comportamientos colectivos aceptados socialmente".

Las universidades eran instituciones en el sentido de que la percepción colectiva las concebía como centros de creación del conocimiento científico que era utilizado para ejercer la crítica social, partiendo del origen del término «universidad» que se deriva del latín universitas magistrorum et scholarium, que aproximadamente significa "comunidad de profesores y académicos" que ejercen la libertad de cátedra.

Las universidades públicas eran instituciones sociales donde existía la democracia ejercida por los integrantes de la comunidad universitaria. El poder recaía en los académicos, trabajadores y estudiantes que en forma colectiva tomaban decisiones en el marco de la autonomía universitaria.

Para quitarles el poder y la autonomía a los universitarios, la élite en el poder procedió a modificar su estructura mediante el cambio de ley universitaria. Todas las organizaciones tienen una estructura que está basada en su cultura y de la cual se desprende su funcionamiento. El ejército mexicano tiene una estructura muy diferente a la estructura de una universidad.

La cultura existente en las universidades era fundamentalmente democrática, donde la participación social era un aspecto implícito en su funcionamiento, por lo que la estructura formal era de tipo horizontal ya que el poder estaba distribuido y compartido entre sus integrantes. La estructura de las mismas fomentaba la participación de sus integrantes en el proceso de toma de decisiones a través de los representantes de los distintos sectores que conforman la comunidad universitaria.

En una abierta negación del avance del conocimiento científico en materia de Psicología de las organizaciones

/trabajos104/conduccion-cientifica-nuestras-organizaciones/conduccion-cientifica-nuestras-organizaciones

el poder corporativo con el apoyo del Estado logró imponer modificaciones a las leyes universitarias de tal forma que se eliminó el modelo horizontal de organización y se retomó el modelo piramidal de las organizaciones autocráticas, con lo cual se les quitó el poder a los verdaderos universitarios, se creó un nuevo sector dentro de la universidad los administrativos, a quienes les dieron el poder ya que serían los que tendrían la responsabilidad de administrar los recursos de la universidad y como compensación les asignaron sueldos exorbitantes .

Dentro de estos recursos están los recursos financieros, materiales y humanos. Los académicos fueron reducidos a la calidad de trabajadores y pasaron a formar parte de los recursos humanos y la era de la educación superior gratuita quedó en el pasado al imponerles cuotas de inscripción a los estudiantes y cobrarles por todo tipo de servicio que soliciten.

La desigualdad se introdujo en las universidades desde el momento que el personal administrativo (que no tiene relación directa con las funciones sustantivas de una universidad que son docencia, investigación y extensión) tiene ingresos superiores al resto de los universitarios. En el caso de la Universidad de Sonora por mencionar un ejemplo, el Rector tiene un sueldo de $ 120,000 pesos mensuales, mientras que el académico de mayor nivel y más antigüedad percibe un salario promedio de $ 40,000 pesos al mes.

A través de la modificación de sus leyes internas, se dio un cambio paulatino de universidades públicas orientadas a realizar intervenciones de apoyo a los sectores más necesitados de la sociedad, a empresas educativas que conciben la vinculación Universidad-sociedad como la intervención en empresas para ayudarles a lograr un mejor funcionamiento.

Se dejó de concebir a las universidades como instituciones en las que se generaba el conocimiento científico y se realizaba la crítica social. Se redujo la percepción de las universidades de instituciones a organizaciones formales del trabajo que pueden ser administradas por un Gerente muy bien pagado por cierto.

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Las universidades eran reconocidas y aceptadas socialmente como lugares donde confluían diversas ideologías y que convivían entre sí en un marco de tolerancia y respeto mutuo. La máxima autoridad de las universidades, es decir la persona que ocupaba el cargo de Rector de la misma era por lo regular una persona que reunía los requisitos y poseía las cualidades para ejercer un liderazgo ideal.

Para entender el concepto de liderazgo ideal recordemos la definición de liderazgo como la capacidad para influir sobre otras personas para que realicen un conjunto de tareas que les permitan alcanzar un objetivo común.

El liderazgo ideal es aquel en el cual la persona que tiene el cargo de directivo tiene el nombramiento formal que lo acredita como tal y además de ello, cuenta con la aceptación y reconocimiento social de las personas que dependen de él, por su trayectoria, por sus conocimientos, por su experiencia, etc. Pero sobre todo porque las personas sobre las cuales ejerce un liderazgo son quienes lo eligieron como tal, participando activamente en el proceso de selección o elección de la misma para ocupar dicho cargo.

Con los cambios realizados en las nuevas leyes universitarias, la democracia dejó de existir al interior de las universidades. Los universitarios ya no eligen a sus nuevos rectores, los maestros, estudiantes y trabajadores son relegados y marginados ya que el proceso de elección se restringe a un puñado de personas que integran un grupúsculo que deciden el destino, las condiciones laborales y el futuro de miles de universitarios.

La universidad pierde su autonomía porque los nuevos rectores le dan la espalda a los universitarios y evitan contacto con los mismos, volteando la mirada al gobernador en turno, actuando sumisamente y en actitud de obediencia como si fuera un funcionario más de su gabinete, al grado de apoyar los proyectos políticos que estos impulsen.

No sólo desaparece la democracia al interior de las universidades, desaparece también la educación gratuita porque se aplican cuotas de pago a los estudiantes universitarios que pagan por todo tipo de servicios: inscripción, presentación de exámenes, emisión de kardex de calificaciones, etc.

La universidad pierde su carácter de institución de educación superior con un compromiso social, las necesidades de la comunidad social, los problemas sociales que la aquejan, quedan relegados porque ahora lo que interesa es formar cuadros de técnicos disfrazados de profesionistas que ayuden a las organizaciones productivas sus resolver sus problemas de productividad y ventas.

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