En su libro El Internacionalismo Moderno, Paul Krugman dice, que la definición más popular de competitividad, es en nuestros días la de Laura Tyson: "Nuestra capacidad para producir bienes y servicios que cumplan los tests de la competencia internacional, mientras nuestros ciudadanos disfrutan de un nivel de vida a la vez creciente y sostenible".
Tambien Krugman, en otra parte del libro mencionado dice que no es verdad que las naciones líderes del mundo estén en ningún grado importante de competencia entre ellas, o que alguno de sus principales problemas económicos pueden ser atribuidos a un fracaso al competir en los mercados mundiales.
Nuestro enfoque –con los debidos respetos– es diferente, creemos que los países compiten indirectamente entre si. Primero como sede de radicación de las empresas que participan en el comercio internacional y segundo en el resultado que dichas operaciones generan en la balanza de pagos del país.
Que una industria automotriz, electrónica u otras de producción masiva competitiva, se desarrolle o instale en un país, genera principalmente, ocupación de mano de obra, incremento de actividades colaterales y si exporta (o sustituye importaciones) un beneficio en el balance comercial.
Las exportaciones generan divisas que luego se aplicarán a importar aquellas tecnologías, materias primas, bienes y servicios que el país no posee o no es competitivo (esto último con reservas, como luego se verá).
Las industrias de producción masiva competitiva ocuparán mano de obra, mejorarán el nivel de ingresos de los trabajadores, facilitarán la capacitación de los mismos y de un modo directo o indirecto permitirán –al decir de Laura Tyson– a los ciudadanos, del país sede, disfrutar de un nivel de vida a la vez creciente y sostenible.
Simplificando, en buena medida, la historia, podríamos decir que este esquema funcionó –con ventaja para los países industriales del hemisferio norte– desde la revolución industrial.
En otras épocas a la competitividad se la llamaba "términos del intercambio" y a la asignación de la producción entre países se la denominaba "distribución internacional del trabajo".
El mundo económico operaba bajo los parámetros de la "distribución internacional del trabajo", aceptando –a gusto o a disgusto– "los términos del intercambio", que definían primero Inglaterra hasta el fin de la Primera guerra mundial y luego Estados Unidos, entre guerras, y, con todo su peso a partir del fin de la Segunda.
Cuando los grandes "perdedores" de la Segunda guerra mundial, Alemania y Japón, comienzan a competir a nivel internacional –haciendo uso de la doctrina del libre cambio que tan buen resultado había dado a los "ganadores" de las guerras– todo se complica. La industria americana (a partir de 1973, según Ravi Batra) comienza a perder competitividad, no sólo a nivel internacional, sino también en el mercado interno. En la emblemática industria automotriz la penetración de vehículos importados (gama de altos precios –Alemania y gama de bajos precios –Japón) llega al 30%.
Poco a poco, Estados Unidos, el país industrial por excelencia comienza a perder competitividad y su balanza comercial pasa a ser negativa, acumulando en el tiempo –ayudado por el déficit público, financiado, en parte, con crédito internacional– una deuda externa superior a los 300.000 millones de dólares. El país más rico del mundo llega a ser el país más endeudado del mundo. En algún momento si se suman los superavits comerciales de Japón y Alemania se igualan al déficit –por igual concepto– de Estados Unidos.
Cuando las empresas americanas comienzan a perder su mercado interno (recuerdese la cuasi–quiebra de Chrysler, por ejemplo) y encuentran difícil, cuando no imposible penetrar en el mercado europeo y japones se inicia un "fenomenal" proceso de "reconversión industrial" que , como luego se vería, no han podido seguir sus competidores internacionales.
A ello se agrega el avance en alta tecnología (robótica, informática, comunicaciones y biotecnología) que permite pasar de la sociedad industrial a la sociedad de la comunicación y retomar –nuevamante– la delantera.
El fin de la guerra fría, cede paso a la era de la globalización.
La distribución internacional del trabajo no existe mas. Los términos del intercambio son dinámicos y cambiantes. La aldea global deja la guerra "sin frente". La discusión entre el modelo anglosajón y el modelo renano se diluye en una batalla de modelos heterodoxos, a los que lo único que les interesa es que el gato "cace ratones". Capitalismo socialista. Autocracias capitalistas. Socialismo de libre mercado. Y cuanta sopa de letras nos permita el análisis combinatorio. La economía se convierte en algo más importante que la ideología.
Como dice Peter Drucker: "Ya no hay un centro en la economía mundial; esta se ha vuelto multicéntrica"
A continuación veremos que opinan y nos informan diversos autores sobre competitividad:
"Segun Michael Albert existen dos modelos de capitalismo ampliamente contrastantes.
1 – El modelo anglosajón (fundamentalmente Estados Unidos y Gran Bretaña)
· fundado sobre el éxito individual y el beneficio a corto plazo
· control estricto de la moneda, desregulación y privatización
· aceptan la inmigración
· consideran que la pobreza es un problema de las personas
· la seguridad social no es favorable para el desarrollo económico
· privilegia la jerarquización de los salarios
· la legislación fiscal favorece el endeudamiento
· considera mejor tener menos reglamentos y más abogados para hacer procesos
· prefieren la bolsa
· el poder en la empresa lo tiene el accionista
· el papel de la empresa en materia de educación y de formacion profesiona debe ser el menor posible
2 – El modelo germano – nipón
· valora el éxito colectivo, el consenso y el beneficio a largo plazo
· no aceptan (en principio) la inmigración
· consideran que la pobreza es un problema de la nación
· la seguridad social es favorable para el desarrollo económico
· no aumenta tanto la jerarquización de los salarios
· se considera al ahorro como una virtud nacional
· prefieren tener reglamentos y (caso Japón) un proceso judicial es deshonroso
· prefieren el financiamiento bancario
· el poder en la empresa se reparte entre accionistas, dirección, banca y personal
Luego nos dice que no es cierto que la eficacia económica deba estar necesariamente alimentada por la injusticia social. No obstante ello (paradoja) el modelo americano está haciendo retroceder al renano.
¿Por que es el menos eficiente el que vence?.
Es un hecho que a los ojos de la opinión mundial, el capitalismo renano, virtuoso, igualitario, prudente y discreto, carece de atractivos.
El capitalismo americano es un sueño rosado, del dinero fácil, de las fortunas súbitas, lúdico, publicitario (o sea es publicitario, financiero y corrompido).
¿Qué debe buscar Europa?
· eficiencia económica
· estabilidad monetaria
¿Qué es mejor, más desocupados asistidos, o más trabajadores mal pagados?
Para dilucidar este debate "capitalismo contra capitalismo" hay dos puntos a señalar: únicamente los países renanos han logrado demostrar que la protección social más generosa puede ir apareada con una economía más eficiente. El modelo norteamericano sacrifica deliberadamente el futuro al presente.
La Unión Europea será el principal campo de batalla de los dos capitalismos. O bien los ciudadanos europeos no habrán comprendido bien de que depende fundamentalmente su destino, no presionarán lo bastante a sus gobiernos para dar el salto hacia la opinión pública, a fin de que estos se decidan a hacerlo. Entonces ya nada podrá pasar, salvo que el mercado único comenzará a deshacerse; que no habiendo tenido la lucidez de unirnos para elegir nuestro futuro, habernos perdido la capacidad de hacerlo; por lo tanto recaeremos en las angustias de nuestro viejo europeísmo, derivando inevitablemente hacia el modelo americano.
O bien, nosotros nos ponemos en marcha hacia Estados Unidos de Europa, podremos elegir para todos nosotros el mejor modelo económico–social, que ya ha empezado a dar sus frutos en una parte de la C.E.E. (1992) y que se convertirá en el modelo europeo.
La inversión en el futuro es en nuestra época el verdadero "círculo productivo", la primera fuente de riqueza. Quizás incluso el nuevo camino de la sabiduría. Sobre todo para los europeos. Para cada cuidadano europeo", nos dice Michael Albert (ob. cit.).
"Los recursos fundamentales de un país no descansan en su riqueza material o financiera –susceptible de moverse de unas a otras naciones– sino en la cualificación, las habilidades y las ideas que poseen sus ciudadanos.
El verdadero valor de las sociedades multinacionales no estriba en sus recursos materiales sino en la educación y eficiencia de sus empleados. De esta forma los ahorros de un país van a parar a manos de las empresas que mejor sepan hacer las cosas –con mayor eficacia y economía por parte de sus equipos humanos– con independencia del origen o nacionalidad de la empresa.
La competencia perfecta, a la larga se lleva todas las ganancias, causando el fracaso incluso de los mejores negocios.
La nueva barrera de acceso a los mercados no es el volumen o el precio, sino la habilidad para encontrar la exacta correspondencia entre tecnologías especializadas y los mercados específicos (del alto volumen al alto valor).
Si se analizan estas empresas de alto valor se pueden distinguir 3 habilidades:
· habilidades para resolver los problemas que plantea producir bienes únicos
· habilidades para ayudar a los consumidores a entender sus necesidades y como las mismas pueden ser mejor satisfechas por los productos especialmente adaptados
· habilidades necesarias para vincular la tarea de los encargados de identificar las oportunidades y los responsables de resolver los problemas
Las tareas del intermediario estratégico es crear las condiciones para que los que identifican problemas y los que los resuelvan puedan trabajar juntos sin interferencias.
En las empresas de "alto valor" solamente un activo se valoriza más a medida que se usa: las habilidades del personal creativo para la identificación y resolución de problemas y la intermediación.
Las habilidades inherentes a la intermediación, a la identificación y resolución de problemas se desarrollan con la experiencia.
Los destinos de los norteamericanos están comenzando a bifurcarse. Algunos encajan dentro de la economía mundial, otros no tanto.
Es probable que los norteamericanos sigan destacándose en el análisis simbólico. Esto es así por dos motivos: Primero, ninguna nación forma a sus jóvenes talentosos tan eficazmente como los Estados Unidos. Segundo, ninguna nación cuenta con el mismo número de analistas ya en acción y en condiciones de intercambiar conocimientos entre si de forma permanente.
Los estudiantes europeos y japoneses habitualmente son superiores en matemáticas y ciencia. Sin embargo, ninguna otra sociedad (como la americana) prepara tan bien a sus jóvenes para la identificación y resolución creativa de problemas. Las mejores universidades e institutos de estudios terciarios norteamericanos figuran entre los más importantes del mundo.
La educación formal de un analista simbólico incipiente requiere el perfeccionamiento en cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento sistemático, experimentación y colaboración.
La educación del analista simbólico no finaliza con la graduación. El aprendizaje continúa en el trabajo, ésta es la segunda razón por la cual los analistas simbólicos norteamericanos siguen destacándose en los mercados mundiales.
El futuro nivel de vida de los norteamericanos, como el de los ciudadanos de cualquier otra nación, depende de su capacidad de moderar su consumo (tanto público como privado), mientras simultáneamente invierten en sus recursos únicos –trabajadores e infraestructura– y, valiéndose de eso, atraen a los inversores internacionales con el mismo objetivo. Este enfoque requiere una estrategia muy diferente a la de permitir y alentar a los ciudadanos ricos para que acumulen una parte cada vez mayor de sus ganancias, mientras reducen gradualmente las inversiones del sector público", nos dice Robert B. Reich (ob. cit.).
"Para un país como Estados Unidos, que desde hace un tiempo ha poseído una economía mucho más autocontenida que, por ejemplo, los Países Bajos o Gran Bretaña, debe ser perturbador oír que a medida que todos los factores de producción (dinero, tecnología, fábricas y equipo) se mueven sin esfuerzo por encima de las fronteras, la idea misma de una economía estadounidense se está quedando sin sentido, al igual que las nociones de sociedad estadounidense, capital estadounidense, productos estadounidenses, y tecnología estadounidense. Si los productos ya no son "estadounidenses", ¿qué sentido tiene intentar calcular la balanza de comercio de mercancías o la diferencia de bienes de alta tecnología entre Estados Unidos y Japón?.
¿Es Japón un país normal que perderá sus actuales ventajas algun día o ha encontrado un modo de desafiar las leyes de la gravedad referentes a la ventaja nacional comparativa y evitar así lo que podría llamarse un destino tardo–victoriano?.
Según algunos economistas, existen diversas pruebas del relativo declive a largo plazo de Japón: envejecimiento de la población; los gastos del consumidor; las salidas de turistas y la reducción de los índices de ahorros globales; el incremento de productos importados; el traslado de la producción a otras partes del mundo; el firme desplazamiento desde la producción industrial a los servicios; la emergencia de Tokyo como centro financiero global, aunque descansando sobre bases que, por más especulativas, son menos seguras; la volatilidad de su bolsa, que ya no es inmune a fuertes caídas; y los cambios en las actividades culturales, la elección de las carreras, el papel de las mujeres y otros indicios de profunda metamorfosis nacional. Puede ser que el "sol" japonés siga brillando con fuerza, pero ya ha pasado el mediodía y comienza a declinar.
(Europa)……..Sin duda, se enfrenta a problemas en la redefinición en las políticas exterior y de defensa en un mundo que ha dejado atrás la guerra fría, y sobretodo, de hallar modos de aumentar su unidad; pero esos problemas, seguramente no son insuperables.
Sin embargo, resulta mucho mas difícil saber si los europeos serán capaces de seguir gozando de un confortable estilo de vida sin verse afectados por los actuales acontecimientos globales.
¿Pueden las sociedades relativamente ricas de Europa aislarse de las presiones demográficas que se están acumulando en otras partes o de los profundos cambios climáticos?. ¿Logrará la C.E. hacer frente a la globalización, por mucho que se esfuerce en lograr una mayor integración?. ¿Controlará las tendencias políticas centrífugas, los crecientes resentimientos contra vecinos étnicos o inmigrantes recientes, los nuevos tribalismos?.
Todo esto es tanto más difícil cuanto que, a diferencia de países unificados como Japón o Estados Unidos, Europa está intentando batir en la actualidad su propia forma constitucional, un proceso que consume la mayor parte de sus energías políticas.
Sólo uniéndose pueden crear un bloque de pueblos europeos más prósperos y quizás más poderosos incluso que cualquier otro país del mundo.
A pesar de ello, no existe todavía un mercado europeo completamente libre, en especial debido a la reacción de retaguardia de intereses creados que resultarían dañados por el laissez–faire sin trabas.
Es probable que la "armonización" de las compañías de Europa cree bolsas de elevado desempleo local, a pesar del estímulo global al crecimiento.
¿Hasta qué punto la emergencia de un "mundo sin fronteras" contradice el objetivo de la C.E. de profundizar su unidad económica y política?.
Lejos de desmantelarse, las fronteras nacionales se están extendiendo a unas entidades mayores (la C.E., la Zona de Libre Comercio Norteamericana, el área dominada por el yen), con la economía mundial dominada cada vez más por tres enormes bloques comerciales regionales.
¿Llegará alguna vez el día en que una organización como la C.E. parezca ante los ojos de los ciudadanos tan legítima como lo fueron los gobiernos nacionales?.
Temas importantes para Europa: tendencias demográficas, cuestiones medioambientales, cambios globales motivados por la tecnología (biotecnología, robótica), finanzas, comunicaciones, emergencia de la corporación multinacional", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.).
"El trabajo en Europa es un 50% más caro que en América o en Japón.
El gasto público en Europa también resulta ser mayor que en cualquier otra región industrializada del mundo.
Los pagos de la Seguridad Social en Alemania, en 1990, fueron un 25% del PBI, un 15% en Estados Unidos, y un 11% en Japón.
Los impuestos en las empresas en Alemania exceden el 60%, en Estados Unidos el 45%.
Cuando se suman todos los costos de mantener una adecuada red social, incluyendo costos de los impuestos, la seguridad social, la compensación por desempleo, las pensiones y los seguros médicos, el total se sitúa alrededor de un 41% del PIB en Europa, frente al 30% en Estados Unidos y Japón.
El trabajador medio alemán tiene una retribución hora de aproximadamente 26,89 dólares (un 46% se destina a subsidios), en Italia el trabajador gana 21 dólares (la mayor parte de esta retribución es bajo la forma de subsidio) y en Estados Unidos cuesta en promedio 15,89 dólares (de los que sólo el 28% se destinan a subsidios).
En 1992 el trabajador alemán medio trabajaba 1519 horas al año y tenía 40 dias de vacaciones pagadas, los trabajadores americanos 1857 horas al año (en promedio) y los japoneses 2007 horas al año", no dice Jeremy Rifkin (ob. cit.).
"La segunda economía más importante del mundo (Japón) está atascada y es incapaz de volver a poner en marcha su maquinaria económica.
La legislación europea hizo muy costoso, y casi imposible despedir trabajadores. En vista que los trabajadores, no podían ser despedidos, no tenían que aceptar las "restricciones" y las reducciones salariales que se impusieron a los trabajadores norteamericanos. Como resultado, los salarios y beneficios adicionales europeos aumentaron mientras en Estados Unidos declinaban. A mediados de la década de los 90 la mayor parte de Europa Occidental tenía salarios muy por encima de los Estados Unidos. Alemania batió todos los records con un salario hora de 30 dólares si se incluían los beneficios adicionales y casi 17 dólares si se excluían. Incluyendo los costos sociales, los costos de mano de obra fabril en Alemania son más de dos tercios más altos que en los Estados Unidos.
Pero si resulta costoso o imposible despedir trabajadores, las empresas comerciales que pretenden maximizar sus ganancias tampoco los emplearán.
El problema europeo no se ha producido por las pérdidas de empleos (en los años 80). En los años 80 los Estados Unidos perdía un 2% de sus puestos cada mes mientras Europa perdía un 0,4% de sus puestos.
El problema surgió por una falta de expansión laboral. Mientras Europa no registró nuevos empleos netos de 1973 a 1993, los Estados Unidos generaron 33 millones de puestos nuevos netos.
Las causas son directas. Las políticas anti–inflacionarias llevaron a medidas monetarias restrictivas que deliberadamente produjeron un alto desempleo. Como el desempleo a largo plazo llega a tener un efecto cada vez más limitado sobre los aumentos salariales (sin experiencia laboral ni desarrollo de la capacidad es cada vez menos competitivo frente a aquellos que están trabajando), se requieren niveles de desempleo cada vez más altos para obtener los mismos efectos anti–inflacionarios.
La legislación social europea a través de la introducción de altos salarios y otras prácticas sociales ha creado economías con una distribución de ingresos muy condensada, donde el quinto más bajo de la fuerza laboral gana 80% más que el quinto más bajo de la fuerza laboral norteamericana. Como consecuencia no puede existir ni expandirse en Europa toda una serie de industrias y servicios de bajo salario que hay en Estados Unidos.
Cuando los asiáticos (japoneses) aluden al sistema de bienestar europeo para los que están en edad de trabajo lo hacen con escepticismo. Simplemente no pueden creerlo. ¡Vacaciones de cinco semanas!. ¡Un mes de aguinaldo en Navidad!. ¡Dieciocho meses restituídos mediante un seguro por despido!. Su descreimiento es una de las razones por las cuales el sistema no puede continuar. Las empresas se pueden trasladar al lejano oriente, y evitar todos esos costos de los beneficios adicionales.
Apartados de Europa, los británicos no tienen futuro económico.
1995/96: Japón parece mas débil. Estados Unidos parece más consolidado que lo que estaba a comienzos de la década. Los problemas europeos son políticos.
La era de las regulaciones gubernamentales de las empresas ha concluído.
Europa ha tratado empeñosamente de ofrecer protección a los trabajadores contra los despidos y reducciones recesivas, haciendo prolongado y costoso el despido de los trabajadores existentes. Esas mismas regulaciones condujeron a una economía europea donde nadie está dispuesto a emplear nuevos trabajadores y a afrontar los costos financieros de despedirlos en el próximo ciclo de depresión.
En Europa la ideología está impulsando la economía, en el mundo la economía está impulsando la ideología.
A mediados de la década presente, los Estados Unidos están en la misma posición donde estuvo el Reino Unido a fines de la Primera guerra mundial. Ya no están dispuestos, o quizás ya no son capaces de hacer lo que una vez hicieron. La diferencia es que ahora no hay ninguna nación en la escena capaz de ocupar el puesto.
Si Europa fuera realmente una nación con política exterior unificada, podría ser capaz de hacerse cargo de la función que cumplieron los Estados Unidos en la posguerra. Por ejemplo el euro reemplazaría al dólar. Pero no es así. Al menos durante el próximo medio siglo, Europa no será un lider mundial, ya que tendrá que concentrarse en consumar su propia unificación. La unificación de Europa, con el agregado de Europa Central y del Este a la C. E. , requerirá todos sus fondos, toda su atención pública y todo su tiempo de liderazgo.
Como la segunda economía más importante del mundo, Japón es un candidato para el liderazgo mundial, pero esta nación no posee capacidad militar global y menos aún un interés político en gran parte del mundo.
La erupción más explosiva del volcán ha sido provocado por la demografía y estriba en el paulatino envejecimiento de la población mundial. Se ha creado una nueva clase de población. Por primera vez en la historia de la humanidad, nuestras sociedades tendrán un grupo muy numeroso de personas mayores económicamente inactivas, votantes opulentos que requieren servicios sociales costosos, como asistencia médica, y dependen del gobierno para gran parte de su ingreso. Ellos están debilitando el estado del bienestar, destruyendo las finanzas del gobierno, y amenazando las inversiones que todas las sociedades necesitan hacer para alcanzar un futuro de éxito.En 1900 el 4% de la población de Estados Unidos superaba los 65 años de edad. Los que superan esa edad ahora son el 13% de la población. Mientras ahora hay 4,5 empleados para pagar una pensión, en el 2013 habrá solamente 1,7 trabajadores disponibles para aportar a cada pensión.En muchas naciones pobres y ricas el porcentaje de población con más de 65 años se duplicará hacia el 2025. Para entonces en Japón se espera que los ancianos representen el 26% de la población. En Estados Unidos por lo menos un 20% de la población.
Hoy en día (1995) el sistema de bienestar social más el pago de intereses requieren el 60% de la recaudación impositiva total (Estados Unidos). Excluídos los intereses sobre la deuda nacional, la mitad del presupuesto federal va a la clase pasiva. En el 2003 requerirán un 75% y para el 2013 un 100% si las leyes siguen sin modificarse.
En Europa Occidental los programas vigentes para la clase pasiva requerirán para el año 2030 el 50% del PBI.
Dejando de lado el tema de la clase pasiva, en los Estados Unidos, las inversiones internas han caído del 10 al 7% del PBI en los últimos 20 años.
En la OCDE, la asociación de naciones desarrolladas cuyos fines primordiales son la expansión económica y el pleno empleo, se invierte cinco veces más dinero en gastos sociales para la población de más de 65 que en la de 15 a 64 años.
Pero lo más grave es que los gastos que requiere la clase pasiva están exprimiendo del presupuesto las inversiones en infraestructuras, educación e investigación y desarrollo: en veinte años han bajado del 24 al 15% del presupuesto federal.
El actual impuesto de seguridad social del 15% (en Estados Unidos) tendría que ser aumentado hasta el 40% en el año 2029 para proporcionar los beneficios que se han prometido.
El sistema tributario puede llegar a estallar.
La deuda como porcentaje del PBI – l990
Nación Deuda total Pasivos/jubilaciones Total sin depósito de fondos
EEUU 85 66 151
Japón 79 218 297
Italia 123 233 356
Alemania 53 160 213
Francia 56 216 272
Canadá 96 250 346
R. Unido 52 186 238
Bélgica 142 165 307
Ningún país, ni siquiera una nación tan grande como los Estados Unidos, puede manejar un déficit comercial para siempre.
Sin un déficit comercial americano, no puede haber un superavit comercial japonés sin importar que tan competitivos sean los productos japoneses, ni cuantos países del mundo desean comprarlos.
Pero cualquier modelo en el comercio mundial que dependa de los déficit norteamericanos permanentes o prevea superavit japoneses permanentes, no es viable en el largo plazo.
Cada 60.000 millones de dólares de reducción de las importaciones genera un millón de puestos de trabajo en Estados Unidos.
Cada 50.000 millones de dólares de exportaciones perdidas en Japón significan un millón de empleos.
Japón pierde 3.000.000 de empleos mientras el resto del mundo equilibra sus cuentas con Japón + otro millón de trabajadores para adquirir mercancías extranjeras para generarles los fondos a cobrar por deudas financieras (intereses e inversiones de Japón en el exterior).
El único poder de los Estados Unidos reside en controlar su propia economía. Poseen algo que el resto del mundo desea fervientemente: el acceso al mercado norteamericano. Y puede utilizar el acceso a ese mercado como parte de su poder de negociación.
En el siglo XXI, la capacidad intelectual y la imaginación, la invención y la organización de nuevas tecnologías serán los ingredientes estratégicos claves.
En el capitalismo no hay ningún análisis de futuro.
La adaptación al nuevo juego:
· Estados Unidos: Es más probable que la pérdida de liderazgo conduzca al aislacionismo. Pérdida de liderazgo (político, militar, y económico)
· Europa: El modelo del Rhin no podrá continuar. Pero nadie quiere hacer
esos cambios. Pérdida de competitividad.
· Japón: Ha inventado el capitalismo humano. Pero las ganancias han desaparecido.Nadie puede tener éxito con una mentalidad del medioevo y nadie hoy tiene una mentalidad más medieval que los japoneses", nos dice Lester C. Thurow (El Futuro del Capitalismo –Editorial Vergara – 1996).
" Los europeos….. en el fondo tienen miedo que una Europa asentada
únicamente ( tratado de Maastricht ) sobre los derechos del hombre y del mercado realzará las potencialidades perversas del individualismo moderno: fragilidades del vínculo social, relajamiento de los valores comunes, mayor confiscación de la democracia por los expertos de lo jurídico en detrimento de lo político y de una ética de la responsabilidad.
De nada sirve diabolizar el principio mismo de apertura de las economías. No es armados con la consigna "todos unidos contra la globalización" como podremos resolver nuestras dificultades. El problema consiste antes bien en encontrar los nuevos medios de organizar positivamente esta nueva etapa económica.
Europa puede dar forma a la búsqueda de un uso positivo de la globalización. Europa es particularmente vulnerable al libre comercio y a algunos de sus efectos perversos. Es a la vez demasiado estructurada y demasiado débil en la competitiva economía actual. Europa es un vientre blando que absorbe los cambios globalmente desfavorables para ella porque su poder de negociación es en realidad débil, en tanto su unificación económica y monetaria no esté cumplida", nos dicen, Jean – Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon ( ob.cit. ).
" Estamos ante una elección. A partir de ahora tenemos la facultad de decidir –¡ a la carta! si preferimos la desocupación a la pobreza o ésta a aquélla.
`pero que nadie tenga la menor duda: ¡ tendremos las dos cosas !.
Se trata de la elección entre dos modelos, el europeo y el anglosajón.
Desde hace tiempo este último ha logrado un descenso estadístico del desempleo gracias a una ayuda social cercana a cero, una maestría espectacular en la flexibilización del trabajo y sobre todo gracias a que según Robert Reich: " Estados Unidos acepta una gran disparidad de ingresos –la mayor de los países industrializados– que sin duda sería intolerable en la mayoría de los países de Europa Occidental". Pero esa miseria "intolerable", basada en lo que se llama pudorosamente la "gran disparidad" entre la indigencia inenarrable de muchísima gente y la opulencia inigualada de una pequeña minoría, permite a Reich agregar: " el cambio, el país optó por una mayor flexibilidad que se traduce en mayor número de puestos de trabajo". Tal cual.
Dicho en otros términos, se es igualmente pobre, pero además, si cabe sin asistencia social. ¡ Y teniendo trabajo!. Así triunfan los principios de la OCDE y de otras organizaciones mundiales. Además de atormentar aún más a los desocupados la indigencia social acentuada ofrece un mano de obra barata, preparada, manejable a voluntad, pero se reduce la tasa de desempleo. Esto se traduce en la institucionalización de una miseria inconcebible en un país poderoso, donde la fortuna crece hasta alcanzar magnitudes inéditas, a la medida de una pobreza creciente, el desamparo compartido por los trabajadores, que a pesar de ( o más bien debido a ) sus salarios viven por debajo del umbral de la pobreza, con clases medias pauperizadas, con empleos cada vez más precarios, a menudos jirones o restos de trabajos pesimamente remunerados. Y como siempre, con la seguridad de no obtener la menor ayuda social, ni siquiera en materia de salud.
No existe país que no esté enterado de la aptitud de las "fuerzas vivas" para abandonar cualquier nación ( en particular la suya ) e ir en busca de las más dóciles. No existe país en las regiones consideradas favorables que no se haya convertido en municipio del orden mundializado. Por consiguiente, es el mismo juego en todas partes. Ningún rincón del mundo está libre. En todas partes –y en forma creciente en esta Europa desvergonzada a la que se exhorta con vehemencia a que atienda razones– se escuchan los discursos que anuncian recortes del gasto público ( por no hablar de su abolición ) la organización de "planes sociales" masivos y la mayor flexibilidad laboral. Pero también en todas partes se escucha que todas estas medidas tienen por objetivo esencial de más está decirlo, la "lucha contra el desempleo" y la "creación de puestos de trabajo", nos dice Viviane Forrester (ob.cit.).
" La industria y no el comercio, es la principal fuente de prosperidad, toda vez que, en la mayor parte de las naciones, el sector industrial paga los más altos salarios a sus empleados. Por consiguiente, el comercio exterior beneficia a aquellas naciones que exportan principalmente bienes industriales, y perjudica a países que son mayormente importadores de manufacturas. Si los Estados Unidos estuviera dispuesto a adoptar el proteccionismo competitivo – es decir protejer a los monopolios locales de la competencia externa. Mientras los descompone en unidades más reducidas – estaría en condiciones de resolver casi todos sus problemas económicos en breve plazo. La productividad, los salarios y los ingresos reales se incrementarían, en tanto que el déficit presupuestario y el coste de la energía disminuiría. Del mismo modo, se eliminaría el déficit del comercio exterior, y sobre todo, se mantendría bajo control la contaminación. Todo ello mediante la simple medida de elevar los aranceles aduaneros de la tasa promedio vigente del 5% al 40%.
Se dice que el motivo por el cual Estados Unidos perdió su ventaja competitiva fue el lento aumento de la productividad de la economía. En el período 1960/1990 el PIB por empleado ha crecido de 100 a casi 155 en Estados Unidos, mientras en Alemania ha llegado a más de 240 y en Japón está por encima de 460. En 30 años la productividad creció un 55% en Estados Unidos, un 140% en Alemania y un asombroso 360% en Japón.
Algunas de las razones que se arguyen para la caída de la productividad son las siguientes:
1) en Estados Unidos el índice de ahorro es significativamente bajo ( menos del 5%, más del 14% en Alemania y Japón ).
2) el porcentaje de inversión (consecuente) es más bajo que en otros países.
3) la productividad (consecuencia de la inversión) es mucho más reducida que en Alemania y Japón.
4) los salarios en Estados Unidos( durante mucho tiempo) fueron más altos que en Alemania y Japón. Sin embargo en 1992 ya no es así. Los salarios en Alemania eran de 20 dólares la hora mientras en Estados Unidos y Japón 15 dólares la hora.
5) el sistema educativo en Estados Unidos ha sufrido un prolongado deterioro.
6) Estados Unidos sufrió una explosión demográfica en la pos–guerra (el baby boom).
7) la deuda y el enorme déficit del gobierno federal mantuvo las tasas de interés más altas en Estados Unidos que en Alemania y Japón.
8) en los años 80, mientras Alemania y Japón invertían en el futuro,las compañías americanas adquirían compulsivamente otras empresas.
9) la energía más barata (que en sus países competitivos) – shock 1973 y 1979– hizo que las empresas no actuaran más racionalmente a la hora de hacer economías de costos e inversión.
10) la desindustrialización (por importaciones más baratas) causó una brusca caída de la competitividad.
Las diez razones mencionadas en el mejor de los casos, ofrecen una explicación incompleta, en el peor, son incorrectas o falsas.
Lo nuevo son las reglas de juego – la facilidad con que se les ha permitido a los extranjeros competir en el mercado local desde la década de los 50 – lo nuevo es la política comercial de Estados Unidos y el culpable es el libre comercio.
En 1973, la tasa promedio de los aranceles en Estados Unidos era del 7%, en contraste con el 27% de 1947. Este bajo índice, junto con el repentino aumento del volumen comercializado, sugiere, que 1973 fue el primer año de posguerra en que los Estados Unidos se transformó en una economía abierta con un comercio libre.
A medida que el cociente americano, comercio/PNB aumentaba, los ingresos reales de los trabajadores disminuían, en otras palabras después que la economía pasó de ser casi autosuficiente a dependiente, los salarios reales disminuyeron a la par que continuó incrementándose la dependencia del consumo.
El comercio libre ha hecho de Estados Unidos lo que ni siquiera la gran depresión pudo hacer.
La productividad no es el único factor determinante de los ingresos. Los salarios también dependen de la forma en que el aumento de la producción afecta al precio del producto. Los ingresos están determinados no sólo por la productividad, sino también por los precios.
Japón es una economía abierta pero no un país de comercio libre, ya que impone demasiadas barreras a la importación.
Alemania ha resultado ser el mayor beneficiado del comercio libre desde el conflicto mundial.
Todos los socios comerciales importantes de Estados Unidos se han beneficiado con la adopción del libre comercio por parte de este país, con la excepción de los propios norteamericanos.
Para las naciones más pobladas y dotadas de abundantes recursos naturales, el proteccionismo competitivo es muy superior al comercio libre. La protección no debería concederse de modo discrecional. La protección debería ampliarse a todo el sector industrial de altos salarios.
Para Estados Unidos podría ser limitar el comercio a un porcentaje de PNB de aproximadamente 12,5%.
Comercio como porcentaje del PNB
Estados Unidos (1990) 25,3%; Canadá (1990) 51%; México (1987) 34%; Alemania (1990) 62%; Japón (1989) 27%; Corea (1990) 64%; Taiwan (1990) 75%; Italia (1990) 39%; Francia (1990) 46%; Reino Unido (1990) 52%", nos dice Ravi Batra (ob. cit.).
"A medida que va acercándose 1993 la única nación cuyas industrias abarcarán los 3 grandes mercados mundiales será Japón.
Japón también está cambiando: a medida que los accionistas demanden más dividendos, los consumidores más rebajas, y los trabajadores más horas libres, esta nación será casi irreconociblemente diferente en el 2000 de lo que fue en 1970.
Los bancos y compañías financieras japonesas no representan ninguna amenaza para Europa.
Se espera una conmoción en la industria del automóvil europea.
En la industria de la informática las empresas europeas han sido siempre débiles.
Está por verse el fin de la lucha en el mercado de la electrónica de consumo.
Después de concentrar sus esfuerzos exportadores año tras año en los Estados Unidos, Japón repentinamente descubrió Europa.
(A medida que la era de Reagan tocaba a su fin……) una creciente cantidad de expertos en Washington comenzaba a lamentarse de los errores de la política comercial americana con respecto de Japón.
Mientras, los dirigentes europeos seguían creyendo que el desafío de los japoneses era el mismo de cualquier otra nación desarrollada con bajos salarios, un tipo de cambio por debajo de su valor y unas condiciones laborales que ningún país europeo podía tolerar.
Incluso hoy (1991), los europeos que deberían saber más siguen alegando que el mercado japonés está protegido por altos aranceles, mientras que en realidad, cualesquiera que sean las barreras informales que puedan existir, Japón impone menos aranceles a la importación y restringe menos la cantidad de productos que los Estados Unidos o Europa.
Casi no existen razones para pensar que Europa y Japón puedan unir fuerzas a expensas de Estados Unidos.
El mayor peligro al que se enfrenta Estados Unidos en Europa es que, si las compañías japonesas lograran una amplia participación en el mercado japonés, asiático y europeo, estarían en condiciones de rivalizar en los Estados Unidos con una ventaja tremenda.
Las compañías japonesas deben su competitividad en parte a su mano de obra sumamente motivada y capacitada que sale de las escuelas y universidades de la nación, y en parte al competitivo mercado interno –el cual fomenta el esfuerzo productivo de las empresas que aspiran a vender en el extranjero– que ha permitido bajos costos de financiación y una provisión segura de componentes. Pero el motivo del éxito de Japón en los mercados mundiales –y de su creciente presencia en el extranjero– es la gestión sumamente eficiente de sus empresas.
Quizás haya sido su propensión al mejoramiento sostenido lo que ha hecho que los japoneses parezcan tan desalentadoramente invencibles para los occidentales. Tan pronto como la competencia da con una idea o una nueva manera de hacer un producto, las compañías japonesas ya han pasado a otra cosa", nos dice Tim Jackson (ob. cit.).
"Los impuestos y las regulaciones que implican los complicados estados del bienestar europeos han hecho a los empresarios reacios a crear nuevos empleos, mientras que los relativamente generosos seguros de desempleo hacen que los trabajadores no acepten los empleos de salarios bajos que mantiene el desempleo relativamente reducido en los Estados Unidos. Las dificultades monetarias asociadas con la preservación del S.M.E. frente a los costos de la reunificación alemana, han forzado este problema estructural.
Delors (entonces –1993– Presidente de la C. E.) no se enfrentó al problema del estado del bienestar o del S.M.E. y explicó que la raíz del problema estaba en la falta de competitividad con los Estados Unidos y Japón y que la solución estaba en un programa de inversión en infraestructuras y alta tecnología.
No es verdad (dice Krugman) que las naciones líderes del mundo estén en ningún grado importante de competencia entre ellas, o que alguno de sus principales problemas económicos pueda ser atribuído a un fracaso al competir en los mercados mundiales.
Las preocupaciones sobre competitividad son, desde el punto de vista empírico casi totalmente infundadas.
A la gente le atrae definir el problema económico en términos de competencia internacional.
La obsesión por la competencia no es sólo equivocada, sino peligrosa, sesgando las políticas nacionales y amenazando el sistema económico internacional.
Pensar en términos de competitividad conduce directa o indirectamente, a malas políticas económicas en un amplio rango de temas, interiores y exteriores, ya sea en sanidad, ya sea en comercio exterior.
Intentar definir la competitividad de una nación es mucho más problemático que definir la de una empresa.
Los países por otro lado, no cierran. Pueden ser felices o infelices con su situación económica pero no tienen una línea de flotación bien definida. Como el resultado, el concepto de competitividad nacional es engañoso.
La tasa de crecimiento de los niveles de vida es esencialmente igual a la tasa de crecimiento de la productividad interior; no productividad relativa a los competidores, sino simplemente productividad interior.
El mundo (contra lo que el común puede pensar) no es tan interdependiente. Hoy las exportaciones de los Estados Unidos representan sólo el 10% del valor añadido en la economía (PNB):
El comercio internacional no es un juego de suma cero.
Aunque en principio pudiesen aparecer problemas de competitividad, en la práctica a efectos empíricos las naciones más importantes del mundo no están en grado significado alguno en competencia económica entre ellas.
Pensar y hablar en términos de competitividad presenta tres serios peligros: 1) podría desembocar en una gran derroche de gasto del gobierno supuestamente para aumentar la competitividad de Estados Unidos; 2) podría favorecer el proteccionismo y barreras comerciales; y 3) podría promover (más importante) políticas erróneas, en todo un espectro de asuntos importantes.
Corregido por las "fugas" al sector servicios por cada dólar de déficit comercial reduce la contribución del sector al PIB en 60 centavos.
La preocupación ampliamente difundida en los años 50 y 60 de que los trabajadores industriales perderían sus empleos debido a la automatización esta mas cerca de la realidad que la preocupación presente por una supuesta pérdida de empleos industriales debida a la competencia extranjera.
La creciente desigualdad salarial, así como el declive y la reducción en la tasa de crecimiento de la renta real, es de forma incontestable, consecuencia de causas internas (el cambio tecnológico, en especial el uso de ordenadores, es un candidato posible).
Las razones de ese mal funcionamiento son claramente internas y la situación del país sería muy similar aunque los mercados mundiales no hubiesen llegado a una integración. La contribución al PIB se ha reducido porque la gente hoy compra, en términos relativos, menos bienes; el empleo industrial se reduce porque las empresas están sustituyendo a trabajadores por máquinas y están utilizando de forma más eficiente aquellas que ya poseían. Los salarios se han estancado porque la tasa de crecimiento global de la productividad de la economía se ha frenado, y los trabajadores menos cualificados en particular están sufriendo porque una economía de alta tecnología requiere cada vez menos de sus servicios. Nuestro comercio con el resto del mundo juega en cada caso, como mucho, un pequeño papel", nos dice Paul Krugman (ob. cit.).
"Un sistema de laissez–faire, por una parte, vastas concentraciones de riqueza heredada, y una clase desposeída, sin educación, por otra. La mala distribución sistemática de la riqueza constituye una burla al ideal de igualdad política; es compatible, asimismo, con todo tipo de fallos del mercado: monopolización, degradación medioambiental, y explotación masiva de la ignorancia del consumidor. Ningún liberal sensible debería estar satisfecho con esas injusticias manifiestas. Se requerirán generaciones de esfuerzo movilizado –muchos más nuevos comienzos– antes de que cualquier sociedad occidental empiece a aproximarse al ideal liberal de igualdad sin dominación", nos dice Bruce Ackerman (ob. cit.).
"La productividad crece más de prisa que el rendimiento de la economía en su conjunto. La consecuencia es el llamado job–less growth, el crecimiento que no produce ni un solo puesto de trabajo. Por otro lado la relación de fuerzas entre el capital y trabajo se modifica radicalmente.
La trampa de la globalización parece haberse cerrado definitivamente, y los gobiernos de los países ricos y poderosos del mundo parecen prisioneros de una cultura que ni siquiera permite ya un cambio de rumbo. En ningún sitio lo sentirá la población con mayor dureza que, precisamente, en la madre de la contrarrevolución capitalista: Estados Unidos.
Para aumentar la productividad y reducir los costos los consorcios sólo conocían (ante la competencia japonesa y otras) una estrategia: racionalización y descenso salarial. Downsizing (reducir), outsourcing (desplazar) y re–engineering (reorganizar) son los métodos a los que pronto se vio enfrentado el trabajador norteamericano. El resultado parece justificar el sacrificio. Diez años después de las grandes quiebras América tiene "la economía más productiva del mundo" (anunciaba Business Week en otoño de 1995). El porcentaje de desempleo, con un 5,3%, era el más bajo de la OCDE. Es cierto América vuelve a ir por delante. Pero sus ciudadanos tienen que pagar dolorosamente por ello. Porque el país más rico y productivo del mundo se ha transformado al mismo tiempo en el mayor país de bajos salarios de la economía mundial. A más de la mitad de la población, la forzada competencia le deparaba la nueva pesadilla americana: el descenso sin fin.
En el año 1995, cuatro quintas partes de los empleados y trabajadores varones de los Estados Unidos, cobraban por hora de trabajo un 11% menos en términos reales que en 1973. Esto significa que desde hace dos décadas el nivel de vida real está bajando para la gran mayoría.
Otra creación novedosa (en esta guerra) es el just–in–time–worker, el empleado que viene cuando se le llama, y al que antiguamente se llamaba, simplemente, jornalero (empleados autónomos). Más de 5 millones de estadounidenses se contratan con esas inseguras relaciones laborales.
Libre de todo contrapoder (los sindicatos) y control público, en la economía americana se impuso paso a paso un principio que ahora penetra a toda la sociedad del país: the winner takes all, el ganador se lleva todo.
Como las empresas venden en todo el mundo "su supervivencia ya no depende del poder adquisitivo de los trabajadores americanos,que se convierten cada vez más en una clase atemorizada.
El semanario americano Newsweek califica la nueva competitividad con el atributo de "capitalismo asesino".
El "turbocapitalismo" surgido del rumbo neoliberal es un "mal chiste": lo que los marxistas afirmaban hace 100 años y que entonces era absolutamente falso, se está por convertir ahora en realidad. Los capitalistas se enriquecen cada vez más, mientras la clase trabajadora se empobrece. La competencia globalizadora pasa "a la gente por la máquina de picar carne" y destruye la cohesión social (Luttwak).
Por su parte, Europa y los países avanzados de Asia parecen caer, de forma en apariencia inevitable, en el torbellino del american way of capitalism, y la espiral descendente de empleos y salarios sigue en movimiento", nos dicen Hans–Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).
"La federación de Europa llevará mucho tiempo. Ha necesitado casi 40 años para llegar al punto en que es posible suprimir los controles fronterizos. Es posible que sea necesario otro siglo para llegar a la integración económica y política completa.
La formación de la Casa de Europa ahora es ineludible.
Temas difíciles de resolver:
· coordinación fiscal
· igualación de impuestos y las mismas cargas fiscales
· esquemas comunes de gastos
· política exterior común
· incorporación de Europa Central
Si Europa (1992) puede incluír un área importante de Europa Central y Oriental uniéndola a Europa Occidental en un mercado ampliado, puede construír algo que no está al alcance de nadie más: de lejos el mercado mundial más grande y autónomo, con 850 a 900 millones de personas, segun se considere a Turquía un país europeo", nos dice Lester Thurow en su libro La Guerra del Siglo XXI (Editorial Vergara – 1992).
"Las claves de la rentabilidad empresaria, de la competitividad global y de la economía política del siglo XXI:
1) factores de producción: el conocimiento es el recurso crucial de la economía de la tercera ola.
2) valores intangibles: el valor de las empresas de la tercera ola radica en su capacidad de adquirir, generar, distribuír y aplicar estratégica y oportunamente unos conocimientos.
3) desmasificación: la desmasificación de la producción en serie.
4) trabajo: la creciente especialización y los rápidos cambios en la demanda de destrezas reducen la intercambiabilidad del trabajo. El trabajo "indirecto" origina tanto valor, si no más, que el "directo".
5) innovación: hacen falta innovaciones continuas para competir: nuevas ideas para productos, tecnologías, procesos, mercadotecnia y financiación.
6) escala: la escala de operaciones se miniaturiza junto con numerosos productos. Pesa más el despilfarro de la complejidad que el ahorro de la escala.
7) organización: las compañías se apresuran a desmantelar sus estructuras burocráticas de la segunda ola.
8) integración de sistemas: la complejidad creciente de la economía exige una integración y gestión complicadas.
9) infraestructura: para mantener integrado el conjunto se gastan grandes sumas en redes electrónicas que unen ordenadores, bases de datos y otras tecnologías de la información. Las vías electrónicas constituyen la infraestructura esencial de la economía de la tercera ola.
10) aceleración: todos estos cambios aceleran aún más el ritmo de operaciones y transacciones.
La conversión de Estados Unidos, Japón y Europa al nuevo sistema, si bien aún no concluída representa la transformación singular más importante en la economía global desde la multiplicación de las fábricas por obra de la revolución industrial", nos dicen, Alvin y Heidi Toffler (ob. cit.).
"Unas recientes estimaciones indican que una parte significativa del comercio mundial tiene lugar entre subsidiarias de multinacionales y que una parte considerable de las importaciones de los países avanzados está representada por importaciones procedentes de las subsidiarias de las propias multinacionales de la nación.
La pregunta clave que ha de responderse es por que alcanzan las empresas con sede en determinadas naciones un éxito internacional en segmentos y sectores claramente diferenciados.
La mundialización de los sectores y la internacionalización de las compañías nos dejan con una paradoja entre las manos. Es tentador llegar a la conclusión de que la nación ha perdido su papel en el éxito internacional de sus firmas. Las compañías, a primera vista, parece que han rebasado los límites de las naciones.
Al haber menos impedimentos al comercio con los que proteger las empresas y sectores interiores de nula competitividad, la nación sede cobra un creciente significado porque es la fuente de las técnicas y tecnologías que sustentan la ventaja competitiva.
La nación que sea la base central disfrutará también, por lo general, de exportaciones netas positivas.
Las causas más habituales de innovaciones que derivan ventaja competitiva son las siguientes: 1) nuevas tecnologías; 2) nuevas o cambiantes necesidades del comprador; 3) la aparición de un nuevo segmento sectorial; 4) cambio en los costes o disponibilidad de los insumos; 5) cambio en las disposiciones gubernamentales.
Las naciones tienen éxito cuando las circunstancias del país apoyan el seguimiento de la estrategia más adecuada para el sector o segmento particular. Lo que funciona bien en el país debe llevar a una ventaja competitiva en el sector.
¿Por qué alcanza una nación éxito en un sector en particular?: 1) condición de los factores; 2) condiciones de la demanda; 3) sectores afines y de apoyo; 4) estrategia, estructura y rivalidad de la empresa. (el diamante nacional)
Dotación de factores: 1) recursos humanos; 2) recursos físicos; 3) recursos de conocimiento; 4) recursos de capital; 5) infraestructura.
Condiciones de la demanda: 1) composición de la demanda interior; 2) tamaño y pautas de crecimiento de la demanda; 3) internalización de la demanda interior; 4) la interacción de las condiciones de la demanda.
Servicios conexos y auxiliares: 1) ventaja competitiva en sectores proveedores; 2) la ventaja competitiva en sectores conexos.
Estrategia, estructura y rivalidad de la empresa: 1) estrategia y estructura de las empresas domésticas; 2) metas; 3) rivalidad doméstica.
La pérdida de ventaja nacional: 1) deterioro de las condiciones de los factores; 2) disparidad entre las necesidades locales y la demanda mundial; 3) los compradores se duermen en los laureles; 4) el cambio tecnológico lleva a apremiantes desventajas en factores especializados o la necesidad de nuevos sectores de apoyo de los que se carece; 5) las metas limitan el ritmo de la inversión; 6) las empresas pierden la flexibilidad para adaptarse; 7) la rivalidad doméstica decae.
El desarrollo competitivo de las economías nacionales.
Fases del desarrollo competitivo: 1) impulsada por los factores; 2) impulsada por la inversión; 3) impulsada por la innovación; 4) impulsada por la riqueza.
Condiciones previas para el avance competitivo: 1) mecanismos de creación de factores; 2) motivación; 3) rivalidad interior; 4) perfeccionamiento de la demanda; 5) desventajas selectivas en los factores; 6) capacidad para la formación de nuevas empresas.
La ventaja competitiva en la competencia internacional: 1) la ventaja competitiva se deriva fundamentalmente de la mejora, la innovación y el cambio; 2) la ventaja competitiva abarca todo el sistema de valor; 3) la ventaja competitiva se mantiene solamente gracias a mejoras incesantes; 4) para mantener la ventaja se necesita que sus fuentes se perfeccionen; 5) para mantener la ventaja se requiere un planteamiento mundial de la estrategia", nos dice Michael Porter en su libro La Ventaja Competitiva de las Naciones (Editorial Vergara – 1991).
"Estados Unidos tiene dificultades para afrontar los problemas económicos en el largo plazo debido a las siguientes tendencias culturales: a) tendencia universalista; b) tendencia analítica; c) tendencia individualista; d) tendencia a la orientación interna; e) tendencia al status adquirido; f) tendencia al tiempo secuencial; g) tendencia a la igualdad.
Lo que parece alentar a los japoneses a abordar oportunidades de largo plazo y el futuro también está presente en sus tendencias culturales: a) tendencia particularista; b) tendencia a la síntesis; c) tendencia comunitarista; d) tendencia a la orientación externa; e) tendencia al status, f) tendencia al tiempo sincronizado; g) tendencia a las jerarquías empinadas.
Comparación de estilos – Tendencias culturales
Reino Unido + Estados Unidos = 1
Alemania + Japón = 2
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