Según anunciaba el locutor aquella noche de febrero: la coalición formada por todos los partidos de las izquierdas -el denominado Frente Popular: había ganado los elecciones y había sido nombrado Presidente de la II República a Don Manuel Azaña y hubo discrepancias sensibles dentro del PSOE para nombrar al Jefe del Gobierno -la parte moderada de los socialistas querían a Don Indalecio Prieto, pero otras ramas del partido muy dividido no y, finalmente terminaron aceptando a Casares Quiroga, republicano de izquierda, con lo que el PSOE no participaba.
En noches sucesivas, los dos hermanos estuvieron muy atentos a las noticias y a la formación del nuevo Gobierno, pensando: que definitivamente todo se había resuelto. Se estaba viendo a las claras que ahora, -lo que habían aceptado al principio de la II República, como las Reformas y que: después quitaron, rectificaron o prohibieron (hacía escasamente dos años), volvían a ponerlo en marcha rápidamente: hubo una amnistía general para todos los inculpados de los hechos del penúltimo Octubre; volvieron a darle vida a los Estatutos de Cataluña; aprobaron los de Galicia y el del País Vasco, entró en su última fase. España se empezó a desmembrar, decía Juan a su hermano una noche, que habían tomado ya más de media botella de su propio mosto, recién inaugurado y probado. Las reformas agrarias se llevaron a cabo con prontitud, pero los obreros se lanzaron a ocupar fincas, sin tener orden ni concierto y muchas de las haciendas -bien llevadas y con cultivos productivos- fueron a parar a la ruina agrícola total.
El Gobierno también acordó alejar lo más posible a los altos Jefes Militares, que no eran muy adictos al régimen, por lo que: a Mola, lo destinaron a Navarra; Franco, a Canarias y Golde a Baleares. A pesar de todas las reformas, -comentaba el locutor de turno- la sociedad andaba muy desorientada, tensa e incrédula; las huelgas se sucedían; la clase obrera andaba desmadrada y muy revolucionaria -influenciada desde el exterior por los sistemas marxistas-leninistas y exigiendo muchos derechos, pero los empresarios muy remisos a la contratación, favorecía mucho el final del sistema, mal llamado, democrático y el Gobierno se iba deteriorando, al no alcanzar sus objetivos. Aquellas noches eran de poco contenido esperanzador para los dos hermanos, que empezaban a comprender la revolución, que se estaba gestionando, ante la impasibidad de muchos políticos y diputados, que empleaban todas sus fuerzas y mañas, para alcanzar posición ventajosa; pero no comprendían, que: les estaba pasando; aquello sucedido a los dos burros atados por la misma soga:"cuando el dueño les puso dos montones de alfalfa en el patio, sensiblemente separadas -la una de la otra- y, al estar ellos amarrados del cuello, por la misma cuerda; cada uno tiraba para acercarse a uno de los montones y ninguno de ellos llegaba, al final se quedaron ambos, sin comer la alfalfa. Cuando lo inteligente, hubiese sido, primero: ir los dos a comer uno de los montones y al finalizar, ir a comerse el segundo".
–Creo que a eso se le llama compenetración y en otras ocasiones inteligencia–.
Cada noche Frasco se hacía el remolón hasta, que les entraba sueño y Juan se daba perfectamente cuenta de, que su hermano no deseaba acostarse, porque sabía que se encontraría a su María aún despierta. Hasta en cierta ocasión, llegó a decirle de forma muy confidencial, pero chiquillo vete a buscar al niño y quítale de una vez todo ese sufrimiento a tu mujer; sólo estás beneficiando a tu cuñado, que es su hermano y con este motivo, ella también lo va a empezar a odiar, procura tu no perderla, complácela cuanto antes, porque terminará odiándoos a los dos. Estaba finalizando el mes de Febrero y todavía no había aparecido Pepe con el chiquillo; otra vez empezó a protestar abiertamente María, insistiendo a su marido, para que: fuese él mismo a recogerlo, pero Frasco, insistía en esperar más. Una tarde de mediados del mes de marzo, apareció Haxparcol, todo sudoroso y sin aliento en casa de sus padres -venía el niño, agitado -que no podía más- y, hasta echando espuma por su boquita; al parecer: se había venido corriendo campo a través desde las tierras de sus tíos en las Encinillas, hasta la casa de sus padres en la Fuente de la Teja. Cuando se hubo recuperado un poco, expresó a sus padres, todo lo sucedido aquella misma tarde, cuando se encontraba, junto a la carretera, guardando los animales, como de costumbre. Y que había tenido que salir corriendo, sin parar y sin avisarle a nadie, porque le habían dicho aquellos hombres, de venir a matar a su padre aquella misma noche.
CAPÍTULO XVI
La muerte de Haxparcol, como resultado de su carrera
Sin aliento aún, el pobrecito Haxparcol decía, que: se escondiese su padre, porque tres hombres iban a venir para llevárselo y matarle esa misma noche.
El había salido corriendo para advertírselo y para que: le diese tiempo a esconderse; dejó todos los animales -allí mismo- y no pudo avisarle a nadie.
Empezó a contar lo que le había sucedido, después de más de media hora, en la que todos estaban pendiente de él, tranquilizando del mal rato y estando aún todo sobresaltado: cuando estaba en el borde de la carretera -prosiguió- careando las cabras, se paró una camioneta vieja, con la cabina de color rojo y se bajaron tres hombres; y, le robaron cuatro chivas, dos cabras y tres ovejas, que echaron en el cajón del camión; pero, como él no quería, que se las llevaran, empezó a llorar; y fue entonces cuando, le amenazaron con que, esa misma noche: iban a venir a llevarse a su padre de paseo y, cómo él había oído de los mayores, en algunas ocasiones, lo que significaba aquello…, (significaba que irían a recoger al padre a su casa, para llevarlo a las tapias del cementerio y matarlo a tiros: lo que luego quedó en denominarse: el paseíto lerén), que irían a por él para matarlo; por eso se había venido corriendo, sin parar, para avisarle cuanto antes y, para, que le diese tiempo a esconderse o se quitase de su casa, porque iban esa misma noche a por él, según le dijeron y con el coche no tardaría en llegar, por eso no había parado, para llegar a decírselo en el menor tiempo posible.
¡Corre papá, escóndete, aún le decía Haxparcol!, tratando de que su padre se pusiese a salvo de aquella amenaza, cuando estaba empezando a perder el norte… El chiquillo -con siete u ocho años-, se vio tan sorprendido y asustado, que dejó abandonado a todos los animales, ni siquiera avisó a su tía o primos, sólo pensó en avisar a su padre, cuanto antes, para que no llegasen aquellos tres malvados hombres primero que él y se llevaran al padre para matarlo a las tapias del cementerio: el paseíto lerén. (Hasta era muy posible, que aquellos desalmados, creyeran, que el padre del niño, debería estar por allí cerca y, lo que pretendían con esa amenaza, era: que el chiquillo se callase, para no ser delatados). Una broma de tan mal gusto, dada por tres incalificables hombres adultos, segaba la vida inocente a un niño: en su plena niñez, sin apenas uso de razón -viviéndose unos momentos tan difíciles (para todo el mundo) y especialmente para los niños-; -cuando tenía el miedo metido en el cuerpo desde años atrás, por culpa de los mayores-: debido a: todos los asaltos, hurtos y acontecimientos nefastos, como los que estaban ocurriendo en la zona, especialmente: el vivido en la casa de su tío Pepe, al que le habían abierto la barriga y casi le había costado la muerte pocos meses antes y, los varios allanamientos en casa de Enrique, que él también había oído comentar.
Como resultado de aquella enorme carrera, en terrenos muy quebrados y con una equidistancia de alrededor de 12 a 15 kilómetros, al chiquillo lo llevaron a la muerte aquella misma noche y aunque su tío Juan, salió de inmediato a buscar al médico, no consiguió traerlo, debido al cúmulo de casos, que tenía que atender.
Haxparcol, murió en brazos de su madre, a la que: no había forma de consolar; un poco pasada la media noche del día 20 de Marzo de 1936.
Ese hachazo sufrido: marcó y derrumbó las vidas de la mayoría de los adultos de este relato, sembró la tristeza, el desencanto y el distanciamiento definitivo entre dos familias de sangre, que no volvieron a dirigirse la palabra…
Todos querían morir con él en su último aliento y cualquier mente sana, podía calcular, que: nada de los esfuerzos políticos de entonces o en el futuro, serían capaces de reparar tal pérdida y en su familia, nunca se llegaría a alcanzar con las clases políticas: la ilusión o valores necesarios para equilibrar aquella desgracia. Cuando Juan volvió, sin haber podido traer al médico, con él -además de poco hubiera servido, tan sólo, lo hubiera hecho, para certificar su muerte-: Frasco, entró en un estado de indignación total, quiso buscar por todas partes la forma de vengar aquella vil acción, que había llevado a un resultado tan criminal, pero en todos los momentos se sentía impotente; no le quedaba otra alternativa, que la resignación y procurar el consuelo -totalmente imposible- para los suyos.
Terminó por prohibir a todos -incluso a su hermano- de no comentar con nadie lo sucedido, porque: al niño lo iban a conservar en la finca y no lo llevarían al pueblo. María sentía físicamente, que el alma se le estaba secando dentro de su cuerpo, notaba como los retortijones, que le daban después de cada parto, le volvían; en definitiva le había y estaban arrancando las entrañas, sin piedad, ni miramientos. Llegó a desmallarse hasta tres veces, cayendo encima del cuerpecito de su hijo muerto, daría: todo lo que le quedaba de vida a ella, por una de aquellas sonrisas, que tantas veces añoró en el pasado. Ahora ya no sentía coraje hacia su hermano, ni hacia su marido, por no haber ido a recogerlo a tiempo; pero sentía una sequedad brutal, por todo su ser, muy difícil de explicar y unas ganas intensas de poder acompañar a su hijo en aquella muerte. No llegaba a entender bien, como estos actos los permitía Dios, cuando era un sol de niño, que nunca había hecho mal, ni a los insectos; cuando veía una hormiga, hasta le hablaba para indicarle el camino, que debía llevar, para que nadie la fuese a pisar y hasta se oponía con carácter a su hermana María cuando quería matar un conejo para algún guiso. Nunca estaba presente en esos actos de sacrificio. Frasco, que al principio de lo sucedido parecía un dragón echando fuego por los ojos; termino abatido y sin comprender, como los hombres pueden llegar a cometer tales patrañas; sus deseos de venganza se aplacaron ante la comprensión definitiva, de que no podría hacer nada, ni encontraría a los responsables de tal tragedia y empezó a sentir una firmeza de espíritu y un endurecerse por dentro, como una roca de granito, en la esperanza de que Aquél, que es más poderoso y sabio, que ningún otro, no dejaría de castigar, todo el vandalismo, que se estaba dando y de alguna forma la Madre Naturaleza, se ocuparía de vengar la muerte de su inocente hijo. Su tío Juan, que no había llorado en su vida, o al menos: desde que él tenía uso de razón, también estaba desconsolado y sentía asco de todo lo que había escuchado, oído, pensado y aprendido desde que empezó a sintonizar aquel dichoso Noticiero y se propuso, que: a partir de ahora, nada de la política le interesaría y mucho menos meterse en diálogos, que le llevasen a cualquier tipo de manifestación. Las tres niñas, así como la madre, mostraban ante los demás entereza y, eran las más sentidas, pero al estar cada miembro de la familia a solas se resquebrajaban como un cristal al caer sobre el yunque -que era la vida-; sin embargo los seis miembros, no llegaban a observase unos a otros en la soledad y, siempre se daban aliento y ánimos para proseguir con la difícil vida que les había tocado vivir. Yo lo atisbo en mi ADN también, porque debo llevar algún cromosoma de aquellos en mi cuerpo, que me lo recuerda constantemente y sin remedio lo acepto. Aquella casa, parecía otra vez abandonada, por lo silenciosa, que aparecía en todo momento, hasta el piar de los pajarillos, parecía haber guardado el respeto, ante tan importante pérdida. ¡Ay de aquél, que hace mal a un niño!: parecía recitar alguna lechuza, cuando se paraba en los vuelos del tejado, en las largas noches del invierno. Estuvieron llorándolo y velándolo dos días con sus respectivas noches y cuando su cuerpecito empezaba a descomponerse -cubierto con todas las flores que las hermanas rebuscaban por todos los campos de los alrededores; su madre y sus hermanas lo volvieron a cubrir con más flores y a rociar con todos los perfumes que encontraron y el padre lo lió en una sábana blanca primero y después en una manta recia (llevaba un crucifijo en su pecho, que su madre le colocó y que había llevado ella colgando del cuello, de cuando hizo la (Primera Comunión) y su tío Juan le ayudó a encintarlo con una cuerda de pita, como si fuese un pequeño fardo, Frasco, se lo llevó al hombro y todos en comitiva se dirigieron al lugar donde antes habían tratado de encontrar agua. Juan apartó toda la leña, seca que ocupaba la hondonada, donde su hermano y él había intentado sacar agua, para tenerla más cerca de la casa, limpió a fondo el lugar y Frasco lo depositó con todo su amor en aquél pequeño hueco, enterrándolo entre todos, con sus propias manos.
Las mujeres estaban las cuatro desconsoladas y tratando de evitar que fuese sepultado, pero el padre -les manifestaba continuamente- que no quedaba otro remedio; pero que permanecería allí cerca de toda la familia, para siempre.
Toda la familia estuvo allí, hasta, que llegó bien entrada la noche; coincidió que nadie apareció por el camino, afortunadamente tan poco transitado y los hermanos Alfonso y Pedro, nunca llegaron a sospechar nada, sobre lo acontecido.
Antes de que entrase la primavera, las tres hermanas y la madre, iban a dar sus clases de la tarde al lado de donde estaba depositado Haxparcol y siempre era frecuente en aquellos días de Marzo, que alguno estuviese cerca del sitio.
La idea partió de Juan: se le ocurrió, que con el buen tiempo y como el sitio estaba muy cerca del llano de la casa, podían dar las clases junto al niño -Juan lo se lo ideó pensando que así, su cuñada, podría salir más fácil y rápidamente del estado de tristeza en el que se encontraba-, pues parecía haber envejecido más de diez años y no hablaba con nadie, incluso sus hijas le notaban el distanciamiento; (a todos les habría pasado lo mismo, porque igual lo notaba en el semblante de su hermano); él como se miraba poco al espejo, no había llegado a calcular, si también le había cambiado la faz, seguro: como a todo el mundo en la familia.
Frasco les preparó una mesa de obra y unos bancos largos paralelos a cada lado de la mesa, para que pudieran estar más cómodas y no tuviesen que llevarse las sillas de la casa, hasta allí. Juan le estuvo ayudando en todo momento y dirigía su idea. La idea de Juan, resultó muy positiva y beneficiosa para María y las niñas, que empezaron a seguir casi de inmediato y a los pocos días con la construcción de la mesa y los asientos de obra, aquél recinto se convirtió en el punto de reunión más importante de la finca. Siempre había algún miembro sentado en aquel lugar, hasta los dos hermanos, empezaron a irse después de las comidas más importantes a fumar o a oír la radio, para estar cerca del niño. Desde los primeros días, de haber depositado allí el cuerpecito de Haxparcol, en vez de llevarle flores, su padre dijo a las mujeres que plantasen un jardín para que siempre las tuviera frescas y nadie pudiese sospechar de que allí: estaba enterrado el niño, cosa que les pareció muy bien a María y a las niñas. Aquello parecía, cuando llegó la primavera: un verdadero jardín, repleto de rosales de distintas variedades, de claveles reventones de muchos y variados colores y muchos lirios del campo; para disimular un poco el entorno, el padre puso un parral de uvas corazón de cabrito, que con el tiempo fue enredando sobre unos tubos metálicos, que le organizó a forma de bastidor, parecido al que tenía cubriendo parte del llano de la casa.
Su tío Juan, quería trasplantar varios de aquellos nogales californianos, que tan buen resultado les estaban dando, pero Frasco no quiso, pues según a él le había dicho: las raíces de esos nogales, iban siempre muy profundas, en forma de lanza y consideraba, que podían molestar al muchacho; entonces le aconsejó, que plantase una buena higuera, para que siempre estuviese sombreado el lugar; le hizo caso y, buscó una buena rama de la hermosa higuera breval, que estaba frente a la casa y la plantó al lado mismo y paralela a la sepultura de Haxparcol.
Muchas veces pensaba, que cuando la higuera diese sus frutos, muy posiblemente, lleguen a tener: la dulzura del niño o cuando menos su misma salud y alegría.
Ya habían pasado varios meses y la familia se estaba recuperando del mazazo que había supuesto la muerte de Haxparcol, las plantas sembradas por todos los alrededores del sitio, donde el padre lo sepultó, habían brotado con fuerza y en muchas de ellas asomaban los primeros capullos o sus incipientes florecillas.
No falta un día o algunos momentos de las noches, en que alguno de sus miembros dolientes, estuviese sentado en aquella mesa, que Frasco -tan a tiempo- había construido a los pies de la sepultura de su hijo.
Algunas noches cerradas y en completa oscuridad, se deslizaba María de la cama, sin que lo advirtieran ninguno de los miembros de su familia y se llegaba hasta el sitio para acompañar a su hijo y cuando llegaba Frasco en bastantes ocasiones, porque notaba su ausencia en el lecho, iba a buscarla inmediatamente y ella a regañadientes se justificaba ante él, diciéndole, que: el niño podía estar asustado y quería acompañarlo en aquella noche tan oscura y solitaria; no le hago daño a nadie y quiero estar con mi pequeño. Su estado psíquico se estaba deteriorando, se había vuelto muy sensible e introvertida. Era muy suspicaz, recelosa y maniática con las cosas más simples y normales de la vida cotidiana: desde la tragedia.
Seguramente, si Frasco no hubiese sido un hombre curtido y tenaz, que se había fortalecido, como el acero, con aquella sentida muerte: habría terminado por no soportarla, pero la debilidad en la que había caído su María, le hacía a él mucho más fuerte, para cuidarla mejor y mostrarle cada vez más mimos y cariño.
La desolación, que ambos llevaban dentro de sus almas, desde que ocurrió el desenlace, los había unido más que nunca y la ternura era siempre mucho más manifiesta en Frasco, que en María, a pesar de que ella siempre había sido muy débil y femenina ante su marido. Frasco se había vuelto un hombre de una fortaleza interior inigualable y aunque parecía osco en el trato, aquellos seres cercanos a él, estaban siempre situados más allá de sus apariencias externas y, gozaban de total libertad de expresión en sus manifestaciones, sin tener temor alguno, ni alberga ningunos reparos, a la hora de manifestarse ante él, hacerles consultas, mostrarle cariño, etc.
Se había convertido en un hombre muy asequible para todos los suyos -quizás lo que le había restado al exterior, se lo había incrementado a sus allegados-.
Con bastante frecuencia, también se el encontraba en solitario, sentado a la mesa acompañando los restos de su Haxparcol; se apoyaba la cabeza sobre sus dos grandotas manos, tapándose los oídos y con los codos clavados sobre la mesa, como queriendo aislarse de todos los ruidos exteriores, para que su mente divagara como una locomotora por los raíles de la vida, que le había tocado vivir en sufrimiento. Desde muy niño, como todos los miembros de sus familiares anteriores, que él había conocido, había trabajado duro en el campo y conocía todas las labores necesarias, para ser un buen agricultor, pero el que le conocía bien: era un hombre sin tachadura y mucho más inteligente que la mayoría, con sólo una cultura básica.
Había conocido muchos momentos de estrecheces, pero nunca de desaliento, hasta que llegó el tan doloroso acontecimiento de la muerte de su único hijo varón.
Es muy difícil entender, toda la amargura, que se acumula en una persona, cuando esta pierde uno de sus hijos, sea de la condición, sexo, edad, etc., que éste sea…
La vida se debe volver del revés, para mostrar todos los aspectos negativo que encierra y que los demás seres no llegamos a vislumbrar, si no nos ocurre. Si no tienes el suficiente valor: ahí es donde se deben acabar todos los sueños e ilusiones. Dejan de tener sentido todos los proyectos de futuro, que la mente se fue forjando con el paso de los días, buscando algo de felicidad, que siempre se mostró huidiza y caprichosa. Dejan de tener valor las sensaciones de alivio y esperanza que algunas, de esas esperanzas, te producían con sólo pensarlas o idealizarlas en tu mente.
También, muchas de las veces, que Juan o alguna de sus hijas, lo veían estar muy meditabundo, sentado ante aquella mesa, se dirigían rápidos a acompañarlo, como tratando de evitar el desgaste mental de esos momentos o tratando de distraerle de sus profundos pensamientos. Parecía, como si saltasen unos resortes especiales a cada miembro de esta familia, que sin saberlo, acudían unos en la ayuda de los otros, tratando de reconfortar y distraer su ensimismamiento mental, en esos momentos de decaimiento mental.
Frasco, llegó a pensar en más de una ocasión que el Omnipresente se lo había llevado, para evitarle todo el sufrimiento de este mundo, tan lleno de espinas y complicado de aquellos días; pues mucho sufrimiento era el que se estaba forjando.
Sin duda alguna, el saber: que sus restos estaban tan cerca de todos y el poder sentirse en su compañía, fue la mejor terapia de aquella tan sentida pérdida. De todos los alrededores, tan sólo en dos ocasiones, estuvo sentado en aquella mesa el vecino Alfonso, celebrando el día de la hija pequeña, Salvadora, a la que había echado el ojo y empezaba a pretender, sin que todavía lo supiese nadie y en su despedida cuando lo reclutaron, pero en ninguna de ellas llegó a sospechar nada de lo que encerraban aquellas tierras o el significado de aquél lugar, tan ajardinado.
CAPÍTULO XVII
Alfonso es reclutado
Después de la muerte de Haxparcol, a ningunos de los miembros de aquella familia se le ocurrió conectar la radio, pero en una de las ocasiones semanales que pasaba el recovero por la casa -éste manifestó- lo del estallido de la Guerra Civil, que había comenzado con la insurrección de las tropas destinadas en Marruecos, pero María no le prestó mucha atención al hecho, que sin embargo, posteriormente en la cena comunicó a los dos hombres y desde ese momento ambos acordaron volver a oír los informativos. Afortunadamente el recovero de todas las semanas, tampoco sabía nada de la desgracia acontecida a la familia, porque nunca ésta hizo manifestaciones de aquél suceso, ni guardó lutos -por indicación de Frasco- ni hizo ningún gesto que lo delatara ante los demás. Ante todos, la vida no había cambiado en lo más mínimo, porque estaba en juego perder la estabilidad emocional, que los unía alrededor de aquel lugar, peligraba la situación agradable y deseada por todos, de tener al niño cerca; el sitio era el jardín de las niñas, donde recibían clases de su madre. Poco tiempo antes de ser reclutado Alfonso, también estuvo asistiendo a las clases que daba María y empezó tan sólo por estar cerca de aquella niña, que tanto le había prendido, lo lógico es que hubiese pretendido a la mayor, pero no fue así. Aquella noche, cuando el resto de la familia ya estaba acostada, los dos hermanos se dirigieron a la mesa del jardín, con la radio, un vaso y media botella de vino. La luna estaba en su cuarto creciente y aunque hacía un poco de frío, ambos cogieron sus respectivas pellizas, que estaban colgadas de las alcayatas, detrás de las puertas de cada uno y con gran sigilo se marcharon juntos hacia el lugar, cuando llegaron a la mesa, encendieron la radio y era poco antes de la hora del noticiero de las 22 horas, pero ya estaban informando de los acontecimientos que se estaban produciéndose en el país. Parecía ser, según informaban, alternativamente las voces de dos locutores, que: habían aumentado los enfrentamientos y las huelgas en las calles de las principales ciudades; huelgas que se prolongaban innecesariamente, sin resultados positivos para nadie y los enfrentamientos, habían surgido, como consecuencia de las mismas: al encontrarse frente a frente, grupos de distintas ideologías. Los grupos de izquierda- que habían conformado el Frente Popular, se proponían encasillar a los grupos derechistas, especialmente los falangistas.
Mientras tanto, la situación se agravaba por momentos al levantarse en armas contra el Gobierno Republicano, todas las tropas de Marruecos, al frente del general Francisco Franco, al se fueron sumando otras fuerzas comandadas por los altos jefes: Mola, Fanjul, Golde, Varela y los militantes de los partidos derechistas, dirigidos por: Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, Gil Robles, etc.
Los políticos, con el beneplácito de los militares sublevados, entraron en contacto con Hitler y Mussolini, para que les ayudasen en aquella contienda de sublevación, contra el régimen establecido de tan nefastos resultados.
Qué barbaridad, le llego a decir Juan a su hermano, tenemos una guerra encima y nosotros no nos hemos enterado de nada. Mejor, le contestó el otro; es que tú quieres ir ahora a pegar tiros: matando a tus propios patriotas o que te maten a ti. Poco después de ésta conversación oyeron que la Guerra Civil: había estallado formalmente el 12 de Julio de aquél -siniestro- 1.936, el mismo que recordará la historia venidera, como la lucha fratricida entre hermanos, por el poder. Comentaban los locutores, que esto que estaba aconteciendo, era: como la disputas entre dos hermanos, por la herencia de sus padres, donde el mayor, se sentía con más autoridad y quería avasallar al menor, que lo había estado tolerando siempre. Mira Frasco, le dijo Juan, nunca entraremos tú y yo en ese tipo de disputas; esas gentes, que tienen mucho más estudios y que: deben ser mucho más inteligentes que nosotros, no entiendo, como han podido llegar a matarse mutuamente por el país, que es como la herencia de los padres. Si lo quieren partir, que lo hagan en paz y tratando de que no se estropee, como hemos hecho nosotros con lo nuestro. Mira lo mejor de todo es estar unidos, como lo estamos tú y yo, porque si hubiésemos empezado a pelearnos, como lo hacen ahora estos imbéciles, no tendríamos nada de que comer ahora y seguro que todo estaría en manos de los abogados, si no nos hubiéramos matado antes. Aquí los abogados van a ser esos italianos y esos duros alemanes y si no, ya me contará en poco tiempo. No te olvides, hermano de todo lo que acabas de decir, pero ten también en cuenta, que ahora los resultados de esas peleas, que están teniendo, aunque a ti te parezcan lejanas, es como si tú y yo estuviéramos recechándonos por estas cañadas, para averiguar quién mata primero al otro y el que se queda, tendrá que cavar el doble, al verse sólo en las tareas, pero en este caso, nadie cavará en la disputa. Sólo tú y yo y otros desgraciados trabajadores o campesinos, como nosotros dos, tendremos que seguir trabajando para poder comer. Eso tampoco lo debes olvidar. Nosotros tenemos la gran suerte de que somos pobres agricultores y todo lo que tenemos es trabajo muy duro en estos pechos, que sólo dan un mendrugo de pan para aplacar nuestra necesidad, pero esos malditos políticos, nunca doblaron el espinazo y estarán acostumbrados a tener los mejores manjares en sus mesas y muchos criados que los sirvan y aún no están satisfechos. ¡Pobre país!, dijo Juan. Esta guerra, no te olvides Juan, que es el resultado de la opulencia, la mala crianza y la avaricia de unos pocos, que nunca quisieron trabajar y que no son patriotas. Frasco le hablaba al hermano, como si fuese un filósofo de la espléndida, culta y antigua Atenas, y cuando su hermano entraba en vena, a Juan, le encantaba oír sus parrafadas, pero no dejaba de considerar, que: siempre decía la verdad, de lo que sentía; ahora, volvía a tener toda la razón y se sentía muy orgulloso de ser español.
Hermano, le siguió diciendo, tú no tienes hijos y te alabo por ello, porque los que somos padres, tenemos siempre encendida la hoguera, que quema nuestra felicidad más prematura e incipiente, porque después de la guerra, siempre viene el dolor, hambre y la miseria para los que queden de la contienda. Y son los hijos, los que tendrán que sufrirla, en la mayoría de los casos y no olvidarán nunca, la situación en que: los hemos metido con nuestras disputas -porque los padres iremos muriendo- y, hasta que el país vuelva a recuperarse nuevamente y pasen varias generaciones, no encontraran estabilidad en esta sociedad, que ahora estamos sacrificando, pero ya será tarde para ellos, que no olvidaran nuestra contienda; pero los hijos, de los hijos, de nuestros hijos: volverán a caer en los mismo errores, para empezar, de nuevo en cada ciclo. El hombre, no tropieza una sóla vez en la misma piedra -sus errores-, sino que: se regocija de hacerlo cada cierto tiempo.
Esta vida no tiene arreglo, mientras los hombres, no lleguen a sentirse hermanos; donde el rico, reparta con el pobre, el listo enseñe al torpe, y el político deje su avaricia de poder, etc. Todos los hombres venimos a este mundo, desnudos de cuerpo y alma. De la misma forma nos marchamos; porque la muerte es el acontecimiento opuesto al nacer. No traemos nada con nuestro nacimiento y todo lo dejamos aquí afortunadamente, porque si no fuese así, las tumbas estarían rellenas con la sangre de los más débiles.
Pocas noches después explicaron por la radio, que la Guerra había comenzado, como consecuencia de los enfrentamientos callejeros; donde un extremistas de la derecha, habían matado a un miembro de los guardias de asalto y en venganza las fuerzas de seguridad del Gobierno, mandó arrestar y matar al dirigente político de derechas, llamado Calvo Sotelo. Amen de otras muchas victimas, que se estaban produciendo, los insurgentes de todos los partidos enfrentados sin control, llevó al paredón a más de una docena de obispos, cerca de cinco mil curas otros tantos religiosos y muchísimos católicos practicantes. Las izquierdas anarquistas sin control, se estaba cebando entre los miembros de la Iglesia Católica, a quienes hacían responsables de todo aquél maremágnum.
"La frase más usada en España por los republicanos comunistas, en aquella época, era: dar el paseíto… Según manifestaron después muchos autores y, por citar alguno: el del Sr. Roberto Cazorla, para "LIBRE", en su artículo: "El hombre siniestro que fue victima de los pájaros" del 24 de Octubre último. "Dar el paseíto, significaba: asesinar a todos aquellos que no comulgaban con el comunismo. Fueron ellos, los republicanos, los que entre 1.931 y 1.936, los que asesinaron a miles de españoles, la mayoría de ellos por ser católicos; ellos, sin duda, asesinaron más de lo que lo hizo las gentes vengativas y los dirigentes franquistas después".
Frasco, le comentaba a su hermano, que: nunca debería participar en discusiones relativas a todos estos hechos, porque él estaba seguro, que no llegarían a ser conductores de ningunos resultados positivos; elude siempre a los que se enfrascan en conversaciones de ideales enfrentados, porque siempre son peligrosos; los hombres, no sabemos separar las ideas de los hechos con facilidad y siempre cuando otros, no comulgan con nuestros propios pensamientos, si físicamente somos más potentes o económicamente más agraciados, trataremos de imponernos a nuestros contrincantes: en el diálogo pero de forma imperativa e incluso pasando a las rencillas, los enfrentamientos físicos y a las posteriores venganzas; porque la semilla del odio: es muy fácil de plantar, pero las cosechas, siempre van encaminadas al mal y a la ruina personal, que incluso puede llegar a tener repercusiones negativas, para todos los predecesores; como está empezando a ocurrir con estos enfrentamientos políticos, que están fomentando la ambición de tantos poderosos y que tan poco patriotismo tienen, sean de uno u otro bando. Todos somos culpables de los desórdenes, que se están cometiendo; porque nunca la sociedad, debería enfrentarse con violencia, tratando de imponer las ideas -sean correctas o no-; el diálogo y la buena voluntad de solucionar las diferencias, debe ser siempre: la norma de conducta de los hombres de bien, sean o no cultos. Porque todos los hombres, nacemos iguales y durante nuestras vidas, según el medio, las influencias, las conductas que observemos en cada acto: nos llevará por el camino del bien o del mal y ese camino, sólo lo escogemos nosotros, porque nuestra conciencia en cada acto, que ejecutamos: nos va marcando, como el mejor de los dictadores, por donde debemos ir, sin condiciones y con total libertad. Si te entiendo hermano, le contestó Juan y se que tienes razón en todo lo que dices; pero -entonces- no entiendo, cómo toda esa gente de políticos y militares -con tantos estudios, como deben haber tenido y tantas facilidades para llegar a los puestos que ocupan-: no se sientan, con dos cojones bien puestos al servicio de España, y se tragan sus egoísmos e imposiciones, para solucionar este conflicto por las buenas, y siempre procurando el bienestar de España; que en definitiva es de todos y es lo que interesa que funcione bien.
¡Ay, Juan!: así, debería ser, pero el egoísmo personal, se impone sobre ellos, por encima de cualquier otro pensamiento y no les importa nada de los sufrimientos que están causando, ni al país, ni a la población, sea de la clase que sea.
Tienes razón, le contestó su hermano, y añadió: pues entonces, que se encierren ellos solitos, hasta que se saquen todos los pelos de la cabeza a golpes y con ellos todas las ideas, que tienen emponzoñadas, pero no tendrían que llevar participes.
Es que ninguno actúa con lealtad, ni hombría, se sirven de sus sicarios -las fuerzas militares- para imponer sus ideas y doblegar a sus adversarios políticos -según ellos dicen, para quedar bien- pero que son sus propios hermanos, como es el caso.
De esta forma, llegan a la eliminación que estamos oyendo y casi siempre los desgraciados, que siempre pierden, son los más débiles, aquellos que: no han podido alcanzar la cultura suficiente para comprender estos líos o aquellos obreros, que sólo entienden de sus trabajos, porque desde pequeños tuvieron que trabajar para comer y no dedicaron otro tiempo a esas ideas, peleas impositivas. Los dos hermanos, seguían escuchando la radio, todas las noches y empezaban a entender mucho de la contienda; pero se estaba viendo muy claramente, que tanto la banda republicana -responsable del Gobierno de la Nación-, como los sublevados militares; se habían empecinado en alzarse con el dominio de la situación y no reparaban en derramar sangre para conseguirlo. Al poco tiempo, Alfonso el vecino del lagar de Villegas, colindante con el de la Fuente de la Teja, fue llamado a filas y lo incorporaron, parece ser en las filas de los amotinados; mientras que su hermano mayor, que ya estaba cumpliendo su servicio militar, estaba desde el comienzo de la guerra en el bando republicano. Perece ser que nunca llegaron a enfrentarse en las trincheras, ni a tirar tiros o matarse; pero no hubiese sido el primer caso, de que: hermanos, por estas circunstancias, se enfrentaran en la contienda e incluso se llegasen a matar. La comunicación entre los vecinos, se hizo cada vez mucho más tardía, pues no eran frecuentes los contactos de personas por aquellas zonas; tan sólo el recovero, seguía frecuentando con cierta periodicidad, aunque con bastante intermitencia, esta ruta, que ya tenía establecida desde muchísimo tiempo atrás. En cierta ocasión le contaba a María muchos de los percances, que estaban sucediendo en el pueblo y por algunos de sus recorridos, que en la mayoría de las ocasiones María se guardaba de comentar a los dos hombres, para que no se desconsolaran más, de lo que ya lo estaban. En los partes informativos generales de los últimos días, los locutores manifestaban, como el ejército de África revelado al mando de Francisco Franco, estaba obteniendo frecuentes avances sobre el ejército republicano, que aparentemente estaba mucho más desorganizado por su indisciplina creciente. Por las informaciones de aquellos días, daban a entender que en Cataluña, se estaba sufriendo muchísimo, porque los militantes de las CNT y los de la FAI, estaban siendo excesivamente activos con las represiones, llevadas a cabo, entre las clases pudientes: empresarios, familias adineradas y muy especialmente contra todo lo que oliera a clero y sus instituciones.
Los anarquistas se habían adueñado de las calles y estaban sembrando el terror, prodigando la nueva moda del paseo y de las sacas a deshoras; donde las ejecuciones se iban prodigando entre muchos de los dirigentes políticos de derechas, empresarios, terratenientes, comerciantes, burgueses ricos y sobre todo elementos pertenecientes a la Iglesia Católica.
Las listas de muertos y desaparecidos, no tenían fin. También comentaban con bastante tristeza y preocupación: que las fuerzas rebeldes, estaban copiando muchas de las acciones represáliales, sobre las personas, que se encontraban en las plazas, que estaban en su poder, donde bastaba -según decían- que cualquiera civil denunciara a su vecino, por venganza o por haber sido adicto o simpático con el poder establecido -republicano-, para que fuese ajusticiado sumarísimamente y muy fácilmente fusilado.
Ves Juan, como es cierto todo lo que estábamos comentando estas noches atrás… Cuando se prende la yesca en la era, ese año es muy probable, que pasemos mucha hambre, sobre todo: los que dependemos de sacar el trigo para llevarlo al molino. Seguro, que en los años venideros: no habrá mucha harina que amasar, porque estos inútiles, están quemando todos los haces de mies en la era y el pan de años venideros se está quemando en ellos…;y, si no es así: arrieros somos y en el camino nos encontraremos, claro está, no en el que conduce al molino a buscar la harina.
Entonces Frasco -le comentó su hermano Juan- desde ya debemos ponernos a guardar todo lo que podamos, para no pasar esa hambre, que tú estás anunciando. No, -Juan-: de nada valdrá guardar ahora bienes comestibles, que no podrá guardarse tanto tiempo, sin que se estropeen o que sirva de tentación, para que algún curioso, mal intencionado, nos lo robe y nos pueda matar para conseguirlo. Lo mejor de todo lo que podemos hacer, es: cuidar lo que tenemos, para poder exigirle el máximo de rendimiento en los peores momentos, porque te aseguro que nos llegaran, antes o después, quizás cuando ambos bandos se cansen de pelear. Ahora, apenas si circula el dinero, pero aunque tratásemos de ahorrar y conservar riquezas en metálico, muy posiblemente el que llegue, lo cambiará todo para que: nada de lo de ahora existe, sirva en el futuro, e incluso puede que hasta sea un problema tener dinero. ¿Entonces, qué hacemos…?.
Tú ves las cosas con mucha más profundidad que yo y podrás aconsejarnos mejor, porque yo estoy dispuesto a hacer todo lo que a ti se te ocurra en este aspecto y tu familia, con mucho más motivo. Hermano, debemos cuidarnos todos como si fuésemos una piña, porque la gente empieza a estar desesperada y no me cabe duda, de que: pronto aumentarán las rapiñas, ante el hambre que se avecina y traerá mucha muerte.
Todos esos hombres, que ahora están peleando por orden y decisión de los políticos de turno, no están cultivando los campos o creando riquezas, que pudieran sostener a la población, sino todo lo contrario, están usando todos los recursos del país para pelearse y después no habrá, ni pan para ellos. Juan -le decía: yo considero que debemos mantener las cosechas, todo el mayor tiempo posible en origen, de forma, que no tengamos nada almacenado en la casa, solamente lo normal e imprescindible, para ir sobreviviendo, y no llamar la atención de los que nos puedan estar espiando; y, si alguna vez, se nos presenta alguien con necesidad o deseos de quedarse con algo, no ponerle objeción si está a la vista, sino que lo tenga de inmediato y si ponerle obstáculo, pero si lo que desea está como cosecha: que lo recoja por sus propios medios del campo; seguro que ante cualquier esfuerzo, que tenga que hacer, se va de vacío, por no trabajar y entonces esa será nuestra alcancía.
En alguno de los Informativos posteriores, Juan pudo entender y hasta copiar algunos de los manifiestos, que lanzaban por las ondas de la emisora, como el que decía, algo parecido a esto: el general Mola desde la capital de Pamplona, dice: "es necesario crear una atmosfera de intranquilidad y terror en las filas enemigas, para diluir y mermar su moral, hasta el punto que se produzcan deserciones…". Llegó a calar tan profundamente estas frases en la población y en los republicanos, que hasta sus propios correligionarios, las consideraron de intolerables, aunque fuesen muy efectivas… En otros comunicados, se anunciaban, que: "las defensas ante los enemigos de la Patria, tenían que ser muy contundentes y eficaces, porque el enemigo, está muy bien organizado y está perfectamente asentado en el poder". "Todos aquellos que no son nuestros amigos en la contienda, son nuestros enemigos en el frente".
"Deberán ser encarcelados todos los dirigentes de cualquier partido político, sindicatos o cualquier otra entidad, que no demuestre su simpatía por nuestra causa; y se les aplicaran correctivos o normas que eviten cualquier acción de rebeldía. Cualquier denuncia en este aspecto, contra algún ciudadano que no se atenga a estas normas, se tendría en cuenta al patriota, como un deber cumplido". Una muy controvertida norma, dictada desde el alto mando insurgente, consistía: en informar a todos los ciudadanos de la responsabilidad política adquirida en aquellos miembros, que habían ayudado a las subversiones, huelgas o cualquier otra forma de disturbios, entre el primero de octubre del 1934 y el primero de julio de 1936. Esta propaganda en la mayoría de los comunicados terminaba animando a los oyentes, con esta frase: "si no has manchado tus manos con sangre, preséntate, ante el control más cercano". España, te protege, si no has cometido crímenes y no tienes nada que temer. Franco te ofrece: trabajo, pan y justicia. España es justa con todos sus hijos.
Estas declaraciones que casi todas las noches empezó a divulgar el Noticiero, desde hacía bastantes noches atrás, le parecían muy bien a Juan, pero Frasco le decía: eso mismo es lo que le decía el lobo a la caperucita, en el cuento; pero verás, como si malos son unos, los otros: nunca se les quedarán atrás en las represalias.
Juan, yo no llego a entender, como es posible, que militares con tan alta graduación, seguramente: con excelente preparación, en todos los aspectos, como deben tener, ganando dinero y mucho prestigio; han llegado a conspirar contra el Gobierno elegido y establecido por el pueblo.
Ese acto, no tiene nada de patriotismo y tira por tierra cualquier medalla que quieran ponerse, porque están jugando con el país entero y el bienestar de todos. Si, le dijo Juan, pero si estos no ponen remedio a tantos desmanes, ¿quién iba a venir a ponerlos…?. Nunca tenían que haber llegado a este enfrentamiento. Debería ser un código de honor entre todos los patriotas de un mismo país. Por eso todas las disputas y encuentros, se deben dar en una mesa de diálogo y yo si tuviera poder: los sentaría a todos allí y no levantarían sus cuerpos de la silla, hasta que hubiesen llegado a un acuerdo satisfactorio. Y eso lo haría con todos los países y entre cualquiera de ellos con otro, que no estuviese de acuerdo. Les diría, señores: hay que dialogar y encontrar soluciones a nuestros conflictos, hasta morir. No los dejaría, ni ir a cambiarle el agua a sus aceitunas…, para que no perdiesen el tiempo o conspirasen por el camino…, no quieren ser políticos, pues eso hay…
A propósito, discúlpame un momento, pero ahora soy yo el que se está meando. Juan, en muchas ocasiones, disfrutaba de oír a su hermano hablar de esa manera. Aquellos dos elocuentes hermanos, empezaron a dialogar cada vez más sobre los temas del momento y también se iban olvidando de muchas de sus tareas agrícolas -claro está, que: habían empezado a poner en práctica las observaciones que Frasco había manifestado, algunas noches antes, para que tener los frutos almacenados, porque podían venir los amigos de lo ajeno y llevárselos, sin haberlos, ni tan siguiera, recogidos; era mucho mejor dejarlos estar en el campo.
Ellos mismos sabían, que: el descontento de todo el mundo, estaba empezando ha hacer estragos, por todos los lagares y muy frecuentemente los pueblerinos de la zona, se veían obligados a robar todo lo que pillaban a mano, especialmente para sufragar el hambre, que se había adueñado de todos aquellos, que no fueron previsores o no tenían un trocito de campo; los estómagos rugían como leones… Estaba acabando el año 36 y la Guerra ya estaba en pleno auge -pareciera que el dios Ares, se hubiera empecinado en todos los frentes, queriendo demostrar sus dotes belicosas a todos los mortales- y, los dos hermanos cumplidores de sus escuchas radiofónicas, llegaron a captar: -como los republicanos habían decidido trasladar a todos los presos políticos y no tanto, a la prisión de Valencia, porque el frente de los sublevados amenazaba con tomar en breve la capital de la Nación.
Quizás, pensaron, que era más cómodo y rentable, pasaportarlos en un lugar más cercano, que llevarlos a Valencia, por lo que masivamente fueron trasladados a las cercanías de Paracuellos del Jarama, donde fueron pasados por las armas.
Recoge aquí el autor algunos datos de aquellas masacres, crímenes organizados y establecidos por los altos grados -políticos o militares- en el enfrentamiento de unos hermanos contra otros y ningunos de ellos responsables de las órdenes recibidas en plena guerra. -Con el título de "TESTIMONIO MARTIRIAL" la Hospitalaria Orden de San Juan de Dios publicó en 1980, un documentadísimo volumen de más de 700 páginas, debido a la pluma de Fray Octavio Marcos, que recoge puntualmente la historia de la persecución sufrida por la benemérita Institución entre 1936 y 1939. Una de las partes más estremecedoras es la relacionada con el martirio de los 15 religiosos del Sanatorio Marítimo de Calafell (Tarragona), muy conocido por haber sido llevado al cine la escena de los fusilamientos en la playa.
Nosotros, sin embargo, vamos a reproducir unos fragmentos del capítulo dedicado a Paracuellos. Es un testimonio más de la ejemplar entereza y conformidad con la voluntad de Dios con que nuestros prisioneros de las cárceles rojas afrontaban el trance supremo de la muerte—. "A este campo comenzaron a llegar expediciones el día 7 de noviembre. En las oficinas de la Asociación Oficial de Familiares de los Mártires de Madrid y su Provincia consta haber sido este Campo, desde el mes de septiembre, uno de los lugares donde consumaban los milicianos el fatídico "paseo", y se fusilaban pequeños grupos de cinco, siete, doce. etc., extraídos de cárceles, checas, etc. Por eso, además de la masa de asesinados que reposan en las fosas, se han encontrado, y hay enterrados numerosos cadáveres esparcidos por todo el campo. Cerca de mil fueron sacrificados el 7 de noviembre en dos expediciones, una por la mañana, y otra por la tarde, en su inmensa mayoría militares. No se habían abierto todavía las fosas y los cuerpos quedaron insepultos hasta el día siguiente en que obligaron, pistola en mano, a abrir fosas a elementos señalados como derechistas en el pueblo. Los cadáveres, en impresionantes actitudes, llenaban gran espacio del campo, y arrastrados con caballerías, en informe confusión, fueron arrojados a aquellas fosas que están hoy día dentro del Campo Santo.
En días sucesivos, casi ininterrumpidos, continuaron llegando expediciones de cuatrocientos, seiscientos, mil presos. Ya se había montado en las inmediaciones un destacamento fuerte de milicianos, con servicio de vigilancia y apoyo a las patrullas de fusileros que acompañaban las expediciones, con la misión de consumar los fusilamientos. También se habían constituido grupos de trabajadores, gentes de derechas condenadas a estos trabajos forzados, con la misión de abrir zanjas y dar tierra a los fusilados. Por tanto, en las sucesivas expediciones las ejecuciones se verifican al borde de las zanjas ya abiertas y en los pinos. Estas son largas -hay una que mide más de ciento cincuenta metros de larga, cuatro de ancha y tres de profundidad-, y numerosas, al menos seis o siete. Alineados los grupos al borde de las mismas, eran ametrallados y caían amontonados con la plegaria en los labios, al grito de: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! El día 28 llegaron varias expediciones: una, a media mañana, en la que formaban cinco religiosos nuestros de la Comunidad de Ciempozuelos; y otra, la mayor de cuantas han llegado, compuesta de once grandes ómnibus de dos pisos, atestados de presos, a las once de la mañana. En Ésta forman parte diez religiosos nuestros, también de la Comunidad de Ciempozuelos. Testigos presénciales dicen que descendían de los ómnibus con las manos atadas atrás. Iba en esta expedición el célebre comediógrafo D. Pedro Muñoz Seca, a quien en la portería de San Antón hemos visto formando pareja con nuestro M.R.P.Guillermo. También forman parte varios religiosos Agustinos de El Escorial. En esta misma expedición se destacó otro señor, que por sus palabras se deduce que era religioso, que dijo a los verdugos: "Nos matáis porque somos religiosos; os perdonamos de corazón…" En otro grupo de esta misma expedición iban padre e hijo; antes de ser fusilados pidió el padre despedirse de su hijo, y abrazados los dos, en una escena de terrible emoción, cayeron segados por las balas. Y así se repetían las escenas, en tanto el plomo implacable segaba las vidas, mezclados con los gritos victoriosos de "Viva Cristo Rey. Viva España…" El silencio que seguía a aquellos momentos y mientras todavía palpitaban los corazones que arrojaban su sangre por las bocas abiertas por la metralla era de una emoción que sobrecogía. En una rápida revista eran rematados por las pistolas de los jefecillos aquellas vidas todavía latentes; y, mientras los cuerpos yacían abatidos por el plomo de los sin Dios, las almas, en raudo vuelo, se elevaban victoriosas con las palmas del martirio. El día 30 se repetían parecidas escenas en nuevas expediciones en las que formaron parte siete religiosos nuestros, procedentes como los anteriores de la cárcel de San Antón. En la misma expedición fue la Comunidad casi íntegra de Padres Agustinos de El Escorial, con el P. Mariano Revilla, Asistente General, al frente de ella; varios Hermanos de las Escuelas Cristianas de Claudio Coello, y otros religiosos más. Nuestros Hermanos mártires, en número total de veintidós, yacen confundidos con otros tantos religiosos de diversas Órdenes y Congregaciones, Sacerdotes y buenos cristianos, en las fosas largas que, a modo de surcos, contienen tan preciosa semilla y traen a nuestra mente aquellas palabras de Cristo Señor Nuestro: "Si granum frumenti non moritur, ille solum manet; sed si moritur multum fructum affert" (Jn. 12-24). Sí, grano de semilla. Arrojado al surco, son los cuerpos de los mártires que han muerto por Cristo; y porque han muerto, reportarán para la iglesia de Dios abundante cosecha de frutos; cumpliéndose, también, aquellas elocuentes palabras del apologista cristiano Tertuliano: "Sanguis martyrum, semen christianorum est", la sangre de los mártires es semilla de cristianos".
Reproducido por la Hermandad de Ntra. Sra. de los Caídos de Paracuellos de Jarama, en su Hoja Informativa".
Para evitar estas o parecidas atrocidades, nombraron a Santiago Carrillo, como Delegado de Orden Público, pero las atrocidades siguieron hasta la llegada de su sustituto: el anarquista Melchor Rodríguez. Hay que decir, que todos estos cargos de alta responsabilidad, estuvieron muy influenciados por los activistas soviéticos.
En muchas ocasiones, los dos hermanos, se miraban sobresaltados, y sin poderles salir la voz de sus gargantas, como si tuviese sendos nudos echado en sus cuerdas bucales. ¿Cómo es posible que saquen a los presos de las cárceles y para evitar el traslado a Valencia y los fusilen? Estos tíos, no tienen corazón, ni honor, ni fe, ni ninguno de los atributos, que debe conservar cualquier persona, que esté en su sano juicio; seguramente se han vuelto locos todos. -Aseguró Juan a su hermano-. Sí Juan, le aseguraba y confirmaba su hermano Frasco, pero verás las venganzas que van a tener los de Franco, cuando empiecen con sus represarías; porque todo esto, que están organizando éstos tíos, como tú dices ahora: va a servir de excusas a los otros para, que se porten con mucha más violencia, cometan muchos más desmanes y quieran limpiar la era, con la ira y la venganza de sus muertos. Juan, yo creo: que la época que estamos viviendo, no va a tener, ni punto de comparación con la que está a punto de llegar.
Además Juan, debes pensar: que la mayoría de las cosas, que ahora están sucediendo en el país y especialmente en la guerra-tanto en la vanguardia, como en la retaguardia- no nos las cuentan estos locutores, porque ellos sólo son portavoces de las noticias, que les dicen a ellos que radien y estarán totalmente limitados, porque si hubiera total libertad de expresión, seguro que estaríamos mucho mejor informados y trataríamos de represaliar a estos políticos y militares inútiles, independientemente del bando al que pertenezcan, porque se están cargando la Nación y a todos sus hijos. Habría que atarlos con cuerda corta y darles poco pan para que afinaran sus pensamientos con mucha hambre. Mira Juan, esta noche tengo un coraje, que me pone enfermo y si no fuera: por la memoria que tengo de mi hijo: ¡que Dios lo tenga en su gloria!, yo me pegaba un tiro ahora mismo, para no tener que vivir los momentos de tragedia, que se le avecinan a España. Pero si no tienes ni escopeta, ¿cómo te ibas a pegar un tiro…
No digas tontería hermano, que aquí en el lagar, no lo estamos pasando tan mal; eso lo dices tú, porque no has perdido a un hijo -mi único hijo varón, el que tenía que perpetuar mi apellido, por la rama que me correspondía-, se lo llevó esta situación, por la falta de escrúpulos o de consideración de unos mal nacidos. Hermano, quiero que te hagas responsable de cumplir con uno de mis mayores deseos, porque yo se que no voy a durar mucho tiempo, debido a la amargura que llevo concentrada dentro de mi corazón -ya no es solamente, la muerte innecesaria de Haxparcol, sino la de todas aquellas, que se están produciendo sobre muchas de las personas nobles e inocentes de este país y con todas las desgracias que vamos conociendo, me van minando la salud y yo se -mejor que nadie- que mi salud no llegará posiblemente, a ver la terminación de esta contienda tan inútil y voraz. Y qué quieres que haga por ti, en el caso de que, como me dices: te mueras pronto. Mi mayor deseo, es: que te encargues de sacar a mi hijo de su sepultura, de ahí, y lo pongas a mi lado en el ataúd, para que ambos reposemos juntos por toda la eternidad. Desde hace tiempo, vengo pensando en ello y ese será mí único consuelo en vida, hasta el día de mi muerte y estoy procurando conservarla el mayor tiempo posible, para que mis hijas, puedan realizarse como personas y protegerlas hasta que encuentren un hombre capaz de sustituirme en ese cometido.
Te lo prometo, aseguró Juan, porque además tienes razón en todo lo que me has dicho y no creo, que ningún miembro de tu familia, se oponga a tus deseos, porque son lógicos y de esa forma, el cuerpo del niño, estaría cumpliendo la legalidad.
Pero hermano Juan, yo no quiero, que hagas mención a nadie de este deseo, ni siquiera a María, tu debes arreglártela, como mejor Dios te de a entender, para llevar a cabo mis deseos. Tendrás una gran ventaja, cual es: que los muertos se velan en la casa de los hombres y si cambian las normas, tú podrás meter al niño en mi misma caja. Nunca más volvieron a hablar del tema y hasta el diálogo se hizo paulatinamente más distante entre los hermanos. Frasco parecía estar ensimismado en sus tareas y en sus pensamientos, con pocas noticias que comunicar a Juan, a pesar de que seguía yendo por la mesa del jardín, para escuchar la radio, después de la cena. Las noticias, que se escuchaban, en muchas ocasiones dejaban los pelos de punta; los frentes se masacraban y rebañaban con sus atrocidades al pueblo llano de los municipios por donde pasaba o donde se establecían las tropas por algún tiempo.
CAPÍTULO XVIII
El final de la Guerra y los Maquis
Con el inicio de la guerra y aunque muchos autores sitúan su creación, desde el mismo momento del establecimiento de la II República el 14 Abril de 1.931, las fuerzas izquierdistas -influenciadas por los asesores soviéticos-, establecieron en la clandestinidad una serie de guerrilleros: propagandísticos unas veces y activistas otras, que fue tomando fuerza dentro de los organigramas políticos de entonces y se fueron fusionando durante la Guerra Civil Española, en cuerpo de élite con el paso de la contienda, bien conocidos eran, como los Maquis. Las experiencias de estas guerrillas subversivas durante la guerra civil rusa, habían sido, de muy buen rendimiento, unas estrategias encomiables y resultados altamente positivos para los políticos y militares rusos, de entonces.
Estos miembros afiliados de partidos, que inicialmente repartían los panfletos y comunicados propagandísticos, terminaron por definirse como guerrilleros activistas, -tratando de ser imitadores de aquellos maquis soviéticos- para llevar a cabo cualquier tipo de misión u acción en beneficio de sus partidos y minando la propaganda o la retaguardia de los enemigos después. Formaban parte de los comités de los Ayuntamientos en todos los municipios españoles y por su carácter subversivo y estar formados por gentes de pocos escrúpulos, tenían amedrentada a la mayoría de los miembros de las personas que seguían en los pueblos, ya que, la juventud, estaba peleando en los frentes de la guerra y otros muchos habitantes estaban escondidos, temerosos de las represalias que éstos elementos promovían.
Muchos de sus miembros eran anarquistas acérrimos, que estaban llegando a imponer la ley del terror, sin que ellos mismos tuviesen una idea clara del significado y contenido de los ideales de sus propios partidos políticos, casi siempre comunistas o socialistas; también empezaban a estar formados -estos comités- por elementos: apartados de la contienda, huidos o excombatientes heridos del frente. Bastante avanzada la contienda, muchos de estos comités se agrupaban para establecer, un frente común contra las fuerzas sublevadas, que iban ganando cada vez más territorio. Muchos de los restos de estos pequeños grupos, anti franquistas, se agruparon en Galicia y Asturias, pero fueron sometidos; también fracasaron en la invasión del Valle de Arán, promovida por el PCE, pero al fracasar en su intento: dio lugar, a que muchos de sus componentes, posteriormente llegasen a formar parte de la Resistencia Francesa contra Hitler, formando parte de la NKVD rusa o incorporándose a las filas del cuerpo de agentes secreto americano OSS, que dio origen a la actual CIA. Todos los miembros de estos restos maquis, que consiguieron infiltrarse en las citadas organizaciones, recibirían una formación y entrenamiento especial para desarrollar la actividad específica que iban a llevar a cabo, pero todos seguían teniendo un anti franquismo muy arraigado y -sin duda alguna- obediencia ciega al dictado de Stalin, quien pretendía establecer un Gobierno Comunista en España. Desde el seno de los organismos comunistas, amparados y apoyados por la URSS, se ejecutaban muchas acciones subversivas para captar dinero y adictos a la causa; muchos fueron los asesinatos de militantes falangistas o de otros partidos de derechas, pero especial ensañamiento, lo tuvieron en los agentes del orden, pertenecientes a la autoridad impuesta por los franquistas. Estas parecían ser las ideas y los aprendizajes, que estaba recibiendo Frasco, en aquellas largas y preocupantes escuchas de tantos informativos; aunque su hermano Juan, distaba un poco de comprender, que tanto ruido, no había traído ni una nuez a la boca.
Desde que el Gobierno de Negrín fue trasladado a Cataluña a finales de 1.937, replegándose ante el avance de los franquistas, la Policía Política Comunista: extendió la represión intensamente contra los fascistas, la clase empresarial adinerada y los disidentes de izquierdas, en toda la región catalana. Estos actos se fueron prolongando hasta el final de la guerra, donde se produjo la desbandada de todos sus miembros, huyendo de las represiones posteriores.
Con la entrada de los franquistas en la región catalana, la represión también fue muy activa y cruenta, sobre todo con los sublevados de los Pirineos, a los que: temiendo la reorganización republicana, a través de los elementos subversivos, evadidos y dominantes de la zona, que podían reagruparse y con ello conseguir la prolongación de la guerra, a los fueron eliminando los mandos franquistas. Es lógico el empecinamiento feroz de los comunistas contra todo lo que suene a franquismo; pues al haber perdido la guerra y el poder, por muchas razones que pudieran tener -de haber sido nombrado legítimamente -el Partido Popular por el pueblo en la urnas- ya, no habría la posibilidad de implantar la República de nuevo y este fracaso, les llevaba a oponerse con total crueldad y rotundidad al régimen vencedor, aún en perjuicio de sus propios miembros y compatriotas, que ya habían sufrido tres años de lucha con más de un millón de muertos -pero nunca tuvieron en cuenta la herida que profirieron al país-. Juan le decía: mira hermano, ahora no les queda otro remedio a estos rebeldes entrantes, que empezar a cubrir todas las grietas y destrozos, que la guerra nos ha traído; muchos estarán temerosos de sus represalias: porque ellos fueron malos antes y es lógico que sean castigados, para que no se vuelva a repetir tales actos; pero nosotros: no tenemos, que temer a nadie, porque nunca nos hemos volcado a favor de unos u otros, menos mal: que estábamos aquí en la finca, alejados de todo el mundanal ruido, porque de no ser así, seguro que nos hubieran llevado para un lado o para otro, como ha ocurrido con los dos hermanos del Lagar de Villegas, que finalmente tuvieron suerte, pero salieron mal heridos. También, -le contestó- Frasco, porque no teníamos ya la edad de ir a la guerra, porque nos podían haber reclutado, si hubiéramos sido jóvenes, pero en esta contienda, todos tenemos que perder mucho. Si no, mírame a mí que perdí lo que mejor tenía en esta condenada vida… Es cierto, le aseguró su hermano… Algunas noches, sin quererlo, ni tan siquiera pensarlo, sintonizaron al azar Radio Pirenaica, en la que siempre se destacaban las ideas subversivas de los vencidos, que estaban exiliándose en los países vecinos.
Era increíble, hasta donde había llegado el odio de unos contra otros; aún no se resignaba, ninguno de los dos bandos y seguían intentando prolongar la guerra, fuese como fuese o costase lo que costase. A todos esos mandos o políticos, les importaba poco toda la sangre derramada. Eran comunicados estrictamente llamando al amotinamiento contra las fuerzas franquistas y en las que se escuchaban infinidad de atrocidades radiadas, tirando por los suelos a los vencedores. Poco tiempo después, ya no se escuchaba, o su sintonía estaba llena de interrupciones e interferencias. Los dos hermanos, llegaron a saber de la prohibición de estar escuchando aquella emisora clandestina del partido comunista, con penas de cárcel, para los que lo hicieran, por lo que dejaron de tener ningún tipo de interés en su sintonía.
El partido más republicano de España, como se hacía llamar el PCE a través de las hondas de Radio Pirenaica: llamaba con muchísimo énfasis: al terror, a ejecutar atentados terroristas, contra personas y edificios y a la acción subversiva de cualquier índole. Aquello, ponía muy enfadado a Frasco, que manifestaba con coraje a su hermano, toda la maldad, que encerraba aquél partido y todo el daño, que aún, pretendía hacer desde la clandestinidad. No le bastaba, con los resultados de la pelea.
Los franquistas, también han entrado -le decía Juan a su hermano- limpiando bien la era, pues no está quedando uno de los abusadores, que no sea delatado y le hayan aplicado el castigo correspondiente. Son tal para cuál: todos samguinarios.
Hermanito, el que a hierro mata: a hierro muere…; no te olvides de eso nunca. Cercana ya su muerte -Frasco- le decía a su hermano que el PCE en la clandestinidad, siempre se había dedicado a falsear las situaciones políticas de occidente, poniendo a todos los países en democracia, como constituyentes de una amenaza para la paz y a la dictadura de Rusia y sus países satélites del telón de acero, como las fuentes de los valores, que garantizaba la paz y el futuro. Parece ser que el PCE, es el único que no admite la derrota infringida por Franco y sigue instando al levantamiento armado, con toda la vehemencia que puede. Poco antes de morir, le visitó en su casa del Lagar de la Fuente de la Teja, un nieto de su antiguo patrón, que por indicación de éste, que antes de marcharse al extranjero, le había encargado tal visita a su propio hijo y éste por comodidad y para cumplir con los deseos del padre, delegó en su propio hijo, que a la sazón, estaba recién iniciando los estudios de abogacía. Frasco agradeció mucho la visita. El joven pretendía -al transmitir el encargo de su abuelo, dado a su padre antes de marcharse fuera del país- y era: que todos deseaban que Frasco volviese a ocupar su puesto de guarda en la finca de la costa; pero Frasco, debido a su anormal situación de salud: –diabetes-tensión arterial y algunas dolencias cardíacas- excusó tal propuesta, porque sabía: que no iba a poder desempeñar el puesto con desenvoltura y eficacia: sentía la muerte cerca y además, ya no se movería de allí. Agradeció la visita y las intenciones, al tiempo que deseaba transmitiera a su abuelo o en su lugar a su padre, las circunstancias en las que se encontraba, prácticamente de inutilidad total. Subconscientemente Frasco, estaba exigiendo a la madre Naturaleza una compensación, que paliara todo el sufrimiento que le había reportado aquella contienda y especialmente la muerte tan prematura de su único hijo; por lo que , durante toda la visita y muy especialmente: desde que vio al joven más de cerca: clavó sus pupilas en él, tratando de reencarnar a su propio Haxparcol en el joven y apuesto visitante, por concesión de un especial designio del Gran Hacedor, al que se lo estaba suplicando desde los más profundos sentimientos de su ser y con total convencimiento, apoyándose también en las fuerzas de la Madre Naturaleza.
No lo dejó ir al joven, sin que se llevase un canasto de hermosas brevas, de la higuera que su hermano, plantó y cuidó con tanto esmero en el jardín del secreto. Allá por el año 1.945, las visitas al jardín de siempre se hacían mucho más cortas para oír la radio después de la cena. Juan notaba que su hermano se iba quedando traspuesto en muchos de los comentarios, que ambos hacía e incluso llegó a pensar que se le iba de este mundo, como compañero único y hermano sin igual.
Afortunadamente la contienda, hacía tiempo que había terminado y el orden después de tantos sacrificios, empezó a imponerse por todas partes, quizás con bastante temor, pero con bastante orden y muchísima hambre.
El que no tenía nada que temer y durante la contienda, había guardado la decencia de los momentos difíciles, nada tuvo que temer, pero la situación era insostenible. La autoridad impuesta -especialmente la Guardia Civil- en bastantes ocasiones llevaba un control muy exhaustivo de las personas y de las cosas, pero la gente de bien, se alegraba de ello, pero el que no tenía que comer, rabiaba y odiaba a todos. Como un ejemplo de ciertos acontecimientos pueblerinos, dejaré reflejado, un par de las muchas anécdotas de aquellos tiempos, que solían ocurrir por todos los pueblos de la España franquista. Algunos personajes del pasado…; quizás olvidados quedaron y por lo parcos que fueron: se destruyeron ellos solos.
Tal vez…; en un girón del espacio, una esquirla se quedo, como testimonio de aquellos hechos que, antaño fue murmullo en las poblaciones limítrofes.
Andaban perdidos en los montes, de no hace tanto tiempo, ni lejanos a la gran ciudad: cuando los leñadores -arrieros de la zona- hacían de la retama: los haces que servían para hornear el buen pan, tan escaso aquellos años.
Eran bandoleros con nombres y apellidos; de los armas tomar y con bastantes sentimientos. Vagando por esos cerros de la Axarquía malacitana; entre los términos municipales de: Olías, Totalan, Rincón de la Victoria, Benagalbon, Marcharavialla, Moclinejo, El Borge, Cutar, Comares, Colmenar, etc.
Se movían; entre viñas y almendrales -salpicados de olivos verdiales centenarios- y manchones abruptos del Mediterráneo, ricos de ulagas, cantuesos, bolinas, tomillos, madroñales y romeros, donde fue adquiriendo cierto renombre uno de tantos individuos, de tan poco sentido social, pero de alma grande y respetuosa.
Nació cerca a la reserva natural de la Axarquía, no lejos del Las Encinillas.
Como todos los bandoleros, vulgarmente -resto de aquellos maquis- era un salteador de caminos, que para nada tienen que ver con ingenieros de caminos, canales y puertos; pero quizás con valores mucho más encomiables, que otros.
Algunos de estos personajes han perdurado en la historia más tiempo del debido o que, imaginaron ellos mismo, producto casi siempre de relatos cortos de los abuelos a sus nietos en las tardes invernales y lluviosas de la región de la Axarquía, casi siempre, junto a la lumbre del fogón o chimenea.
Son, casi siempre: productos de la escasez, la injusticia, o por la osadía que pone el ser humano ante la adversidad de la vida, de su propio machismo y de muchas de las circunstancias que le rodean al hombre cuando se ve acosado o destruido.
Otros muchos, como rebeldías a las circunstancias políticas del momento, contraposición a la falta de políticas nobles que amparen a los mas débiles.
Contrapuntos a las incomprensiones y falta de sabiduría en las gentes de campo antigua -poco instruidas en las ciencias del saber- por falta de medios o ubicación, pero versadas y curtidas por la vida misma. Debe saberse, que la rusticidad, no solamente endurece la piel del campesino, por las intemperies que sufre, el alma se ennoblece muy directamente proporcional, al mismo tiempo. Aunque pudiera parecer falta de humanidad o cariño a sus semejantes, no lo era así… El corazón noble, siempre estará presente y latiendo en el individuo, a pesar de su vida ingrata o que esté llena de vicisitudes contrarias.
Muchos de estos hombres de honor y orgullo, con valentía, se echaban al monte, como medio de evasión, inconformistas políticos del momento y buscando el ámbito de libertad, que en solidaridad con los demás no alcanzaban.
Como medio de vida y subsistencia se veían obligados a ejerce malas conductas, por la fuerza y sin miramientos, especialmente regocijándose en los ricos, que caían en sus manos; los asaltos, a diligencias o caminantes ocasionales solitarios, que se arriesgaban, en imprudentes ocasiones, a transitar de unos sitios a otros.
En muchas ocasiones -estos bandoleros- repartían parte de sus botines o robos entre los más pobres o necesitados de la comarca, creándose unas leyendas absurdas, como benefactores de los más olvidados y menesterosos.
A veces sus motes o sobrenombres se hacían tan corrientes por las zonas -en las que hacían sus correrías- pasando de boca en boca entre los lugareños-; enardeciendo y ampliando sus hazañas. Iban adquiriendo tal renombre y publicidad, que el pueblo quedaba admirado por mucho tiempo e incluso se constituían en ejemplos admirados, de las juventudes de entonces.
El Calderilla era uno de ellos…
En cierta ocasión asalto a un adinerado hacendado, cortijero de mi pueblo.
Al verle venir, en un luminoso día, por una de las lindes de su inmenso predio, le hizo desmontar al cortijero de su jaca preciosa y, lo primero que le llamo la atención -al salteador-, cuando lo vio de cerca, fueron: los dos relucientes zapatos -que enfundaba el asaltado-: ¡que maravilla..!, brillaban como ascuas al sol de aquella tarde cansina.
Inmediatamente bajó sus ojos y se fijo en sus alpargatas – que tanto suplicio le estaban dando con los chinos del camino-, pues parecía que iba andando descalzo. El comenzó a pensar: con la comparación mental consecuente.
Surgiéndole rápidamente una idea, que seguidamente le propuesto al hacendado, para, si la cumplía fielmente: podría conservar su vida, -si en aprecio la tenia-. Para ello: le tendría que cambiar sus lindos zapatos por las triste y ásperas alpargatas y además tenia que ir andando al pueblo, (más o menos unos 8 kilómetros del lugar donde se encontraban); donde estaba su casa y, traerle -en dinero contante y sonante- veinte mil duros (100.000) pesetas de antes = 600 euros actuales, en lo que restaba de tarde y sin advertir a nadie de su encuentro.
Así lo hizo el señorito, sin perdida de tiempo y cumpliendo al pie de la letra todo lo que le había ordenado el rufián.
Sin rechistar, sin hacer comentarios a nadie del lugar. El señorito cumplió lo establecido y el Calderilla volvió a restablecer los zapatos relucientes al caballero, haciendo una observación muy locuaz: la de que, sus pies -refiriéndose al hacendado- eran merecedores más que los de él, por llevarlos tan bien enfundados y tan dignamente puestos.
A estos bandoleros de pocos recursos y poca monta: la Guardia Civil los perseguía, sin darles tregua; muchos de ellos caían fácilmente en manos de la justicia y de poco tiempo era la duración de sus correrías.
En una de estas persecuciones, el Calderilla viéndose acorralado, hubo de refugiarse en el cortijo del hacendado -el de los zapatos relucientes-.
Este mismo caballero, lo cubrió de la justicia, manteniéndolo escondido en los pajares de su cortijo -encima de las cuadras de las bestias-.
Nadie delató al calderilla -en esta ocasión y por mucho tiempo, que duraron sus correrías-; solo cometió un error, y fue: echarse una novia bastante celosa y ella misma lo prendió al paso de la pareja de la Guardia Civil un sábado por la tarde a la caída del sol.
Ella después -arrepentida- lloraría amargamente su penitencia, perdida por esas cañadas profundas y sombrías de la Axarquía Malacitana, repletas de juncos, zarzas y adelfas. Aun hoy se la siente vagar confundida con el viento de levante, cuando algunos campesinos separan las granzas en la era, a la caída de la tarde o en tiempos de vendimias. Si alguno se retrasa extendiendo los racimos de uvas moscatel en los toldo, para que el sol las deshidrate, hasta convertirlas en la rica pasa; la oyen clamar desde los cerro de enfrente.
Yo he recorrido esos lugares y contemplado con interés las cañadas y las cuestas, pero nunca tuve la fortuna de tropezar con tal hembra…
¡Quizás, si hubiese sido posible, le habría soltado algún hermoso sermón, o la hubiese deleitado con una de mis más dulces poesías, para sacarle de sus histéricos celos!… Nuestro bandolero, fue preso, cumplió fielmente su condena, impuesta por la dictadura franquista; posterior fue un hombre libre y honrado, como siempre lo había sido, llegando a ocupar un alto cargo político en el Sindicato Vertical de la época. Su nombre no estoy autorizado a sacarlo a la luz, ni creo que a él le interesara. Muchos republicanos o adictos a los partidos de izquierdas, que no se habían manchado de sangre, llegaron a vivir con tranquilidad absoluta dentro del nuevo régimen e incluso, a ver con buenos ojos la dictadura del franquismo; porque la democracia popular de la II República, sólo trajo el enfrentamiento de unos con los otros, la escasez y la discordia en aquellos patriotas, hermanos, hasta el final.
Todas las viejas -sin mala intención y mucha falta de conocimientos paidológicos- asustaban a sus nietos cuándo hacían travesuras en aquél bonito pueblo, con la siguiente amenaza: ¡que viene el de los candiles, que viene el de los candiles y te meterá en el zurrón y te llevará muy lejos!
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |