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El pueblo Indígena Yuracaré (página 2)

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Esta marginalidad se tornará, palpable, cuando se hacen revisiones sucintas de los datos del Índice de Desarrollo Humano, de éstos conglomerados, comprobándose que la equidad no existe en relación a otros grupos sociales, la desigualdad económica, política, cultural, comunicacional es un común denominador, y más aún cuando se considera a países, como Bolivia, donde su porcentaje de indígenas supera el 50% de su población nacional, y a conservado en su territorio a 35 Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s).

La discriminación y exclusión, propias de esa mentalidad colonialista heredada ha sido justificada por una clase y cultura dominante, fundamentalmente por el origen étnico- racial, habiéndose incluido implícitamente en la escuela formal, "los caray son más inteligentes, porque son más estudiados que nosotros…"2. Esta orientación se manifiesta de igual manera en el acceso a los servicios básicos, generando y alargando la inequidad.

Particularmente Bolivia, en los últimos años ha pretendido romper esta distancia entre quienes detentan el poder político y un pequeño grupo privilegiado, habiendo reconocido como política de Estado "(…) su calidad de país pluricultural y multiétnico, modificando su Constitución Política del Estado en 1994, en la que se incluyen, justamente, ambas categorías en su primer artículo, dejando entrever la predisposición de realizar cambios estructurales al respecto" (Cardoso 2002:11). Según el Viceministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, el país "… se encuentra ante el reto de generar un desarrollo social, económico, cultural y sostenible de los Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s) que habitan y conviven en su territorio (…), pertenecientes a 35 diferentes representaciones, residentes en sus 9 departamentos" (VAIPO 2000: 45).

Esta predisposición se halla manifiesta, con la aprobación de muchos artículos en diversas leyes, decretos supremos y/o ministeriales que consideran sustancialmente a las poblaciones indígenas nacionales. La Ley de Participación Popular, por ejemplo, reconoce la personalidad jurídica de las organizaciones naturales3, pudiendo ejercer el control social de 314 Gobiernos municipales que integran el territorio nacional.

Por otra parte, la Ley del Medio Ambiente -aprobada en 1992-, "(…) creará los mecanismos y procedimientos necesarios para garantizar la participación de comunidades tradicionales y pueblos indígenas en los procesos del desarrollo sostenible y uso racional de los recursos naturales renovables, considerando sus particularidades sociales, económicas y culturales, en el medio donde desenvuelven sus actividades" además, de "(…) La declaratoria de Áreas Protegidas… [compatibles] con la existencia de comunidades tradicionales y pueblos indígenas, considerando los objetivos de la conservación y sus planes de manejo. (Ley de Medio Ambiente: 1992).

Asimismo, "(…) la Secretaria Nacional de Asuntos Étnicos de Género y Generacionales y la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) firmaron el Convenio de coordinación interinstitucional (18 de abril de 1994), conformándose el Consejo Consultivo de los Pueblos Indígenas, compuesto por un representante de cada grupo étnico, y cuya labor está enmarcada en participar, conocer y velar por los derechos sobre cualquier plan de acción, proyecto o programa a realizarse en sus territorios" (MACPIO 2001: 203).

La Ley Forestal, por su parte registra las "(…) ocupaciones de hecho las áreas de asentamiento tradicionalmente ocupadas por los pueblos indígenas, así como, las tierras sobre las que hayan tenido inveterado acceso para el desarrollo de su cultura y subsistencia", no requiriendo "(…) autorización previa el derecho al uso tradicional y doméstico, con fines de subsistencia, de los recursos forestales por parte de las poblaciones rurales en las áreas que ocupan, así como de los pueblos indígenas dentro de sus tierras forestales comunitarias de origen". (Ley Forestal: 1996).

" Se garantiza a los pueblos indígenas la exclusividad en el aprovechamiento forestal en las tierras comunitarias de origen debidamente reconocidas de acuerdo al artículo 171º de la Constitución Política del Estado y a la Ley Nº 1257 que ratifica el Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo (…)4

La Declaración Universal, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del Convenio (Nº 169)5 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, de junio de 1989, se constituye en "…el instrumento jurídico internacional más actualizado sobre el tema" (OIT: 2001) y ratificado por países como Noruega, México, Bolivia, Perú, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Honduras, Dinamarca y Guatemala.

La OIT define a estos pueblos bajo dos categorías: i) "A los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distinguen de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos, total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial". ii) A los pueblos en países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista, colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas culturales y políticas, o parte de ellas. Considerando que la conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio" (2001).

A su vez, La "Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) aprobada en 1996, reconoce el derecho de los Pueblos Indígenas a las Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s) y establece los procedimientos para su dotación", (CIDOB: 1999) aunque se trata de un proceso que implica niveles de concertación y saneamiento con quienes se han establecido en los sitios, sin ser indígenas, denominados como "terceros", aspecto que ha provocado la protesta de las organizaciones de los indígenas

"A su vez, la Ley de Unidades Productivas Administrativas (UPA’s) promulgada el año 2001, favorece a la total consolidación de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s), cuya titulación ya ha sido otorgada por el Estado boliviano a varios pueblos Indígenas del país" (Cardoso: 14).

La Ley de Reforma Educativa, publicada en 1994, ha incorporado la educación bilingüe, en los primeros años de primaria. Este aspecto ha sido, por el momento, ejecutado sobre todo en los pueblos cuya densidad poblacional es mayor, en desmedro de aquellos con población menor, básicamente por los costos de producción e impresión de textos, y tratándose de muchos pueblos ágrafos. Además, se reconoce el derecho de participar en la planificación y ejecución de la currícula regionalizada6.

En resumen: Bolivia, en los últimos años, ha reconocido los derechos de los Pueblos Indígenas, bajo presión de los propios actores o con el fin de cumplir convenios internacionales7 y la propia voluntad de la sociedad boliviana, aunque es importante mencionar que todavía es un proceso en ciernes. Se están cumpliendo, lentamente, con planes, programas y proyectos establecidos, aunque como en el caso de la otorgación de los Títulos de las TCO’s, existe un marcado retraso, básicamente por tratarse de un reordenamiento y saneamiento territorial nacional que implican procesos de concertación con otros actores asentados en determinados lugares, la falta de voluntad política, o la carencia de recursos que puedan acelerar éstos procesos. Aunque la importancia radica, ciertamente, en la presencia y participación social, cada vez más marcada de los Indígenas en los procesos políticos nacionales, en la demanda de sus derechos, las propuestas ante la sociedad civil, y la cualificación de sus jóvenes incluso en entidades académicas, que dista mucho de un pasado inmediato desequilibrado.

  • Fundamentación y marco de análisis
  • Antecedentes y conceptos clave
  • Bolivia, hoy día, se halla ante una realidad que arrastra la desigualdad, discriminación y dominación, como factores de una supuesta superioridad de una minoría sobre una mayoría. El origen –de esa mayoría- se remonta de los distintos pueblos originarios e indígenas, además de un mestizaje altamente palpable. Estos últimos segmentos han protagonizado diversos movimientos sociales con mayor fuerza en el bienio reciente en procura de una justa reivindicación y justicia social, tal como aconteciera en junio del 2002, con el movimiento de los Pueblos Indígenas para reformar de la Constitución Política del Estado, y el pedido de la instauración de una Asamblea Constituyente.

    Y conceptos como raza y etnicidad cobran vigencia y responden a distintos significados, vistos por los actores socioculturales nacionales, y son motivo de debate público. Estos términos necesariamente "…han variado en las distintas épocas, así como en los diversos contextos sociales, culturales y políticos en que se desarrollan" (Wade 1997).

    Y aspectos relacionados a la raza y etnicidad contendrán, entonces, un importante e interesante contexto para el análisis e interpretación nacionales convirtiéndose en una reafirmación de una interrogante expresada por el estudioso de la cultura andina como Iván Degregori, quién manifestó, en referencia a su país Perú, pero en analogía con Bolivia:

    "Pocos países (…) tienen una escena primordial tan precisa y tan confusa. Desnuda y velada al mismo tiempo. Minuciosamente descrita por cronistas y, tal vez por eso mismo envuelta en mitos y malentendidos que se acumulan a través de generaciones. Por eso la necesidad de regresar una y otra vez a ese principio para tratar de explicar los problemas actuales. Por eso la sensación del país inacabado, a medio hacer, de nación en construcción, promesa y posibilidad" (Degregori).

    Estos conceptos tuvieron un mayor crecimiento desde el Siglo XVI al XVIII básicamente por la presencia dominante de Europa. Posteriormente como producto de la denominada Ilustración, en el Siglo XIX se aspira explicar el desarrollo histórico análogamente a las leyes biológicas; justificándose de esta manera la superioridad de una raza superior y otras inferiores. "El darwinismo social redujo el futuro y la historia de la humanidad a una simple confrontación: civilización y barbarie. Todo lo que estaba fuera de los "civilizadísimos europeos" era bárbaro y salvaje, y les hacían un bien a los pueblos bárbaros al explotarlos porque de esa manera, les enseñaban los beneficios de la civilización" (Vacaflor 1998: 11).

    Posteriormente, fueron adoptados por quienes, bajo el influjo del Liberalismo Inglés, consolidaron la independencia de las Repúblicas en Latinoamérica, tal el caso de Bolivia. Sus nuevas clases dominantes, continuaron los manifestaron con expresiones como:

    Pongámonos de pie para enviar nuestro último adiós a los últimos mojeños8. Ya no los volveremos a ver jamás a estos gallardos hijos del proceloso Mamoré (…) con su bondad a toda prueba, de su don imitativo y de su incontenible alegría, por delante el franco y amistoso mojo hospitalario, al centro el noble Cayubaba, digno de mil veces de vivir, pero también ¡ay! Incapaz de resistir y persistir" (Moreno 1973:85)

    Desde luego que fueron muchos los procesos y movimientos sociales por los que se tuvo que atravesar en el país; en los albores del siglo XX, una guerra civil mostró una vez más la presencia de los indígenas en el contexto nacional, el levantamiento aymara encabezado por el Zarate Willka, reaviva el peso del argumento racial vigente, como mecanismo de dominación y exclusión social.

    En contraposición el concepto de etnicidad, clasificación actual y sin carga de valor, hace referencia a la cultura, la misma que proviene del sentencia griega ethnos cuyo significado es nación o pueblo, habiendo sobresalido como substitución a la desacreditada palabra raza, en tanto que ésta última tiene una relación al fenotipo humano.

    Aunque ambas categorías se establecerán de acuerdo a las circunstancias, "elaboración y manipulación" queda claro que "(…) el concepto de etnicidad tiene directa relación con la identidad; ambos gozan de una gran movilidad en función de los contextos de uso, de las percepciones y de las atribuciones valóricas. No obstante, detrás de esta aparente inestabilidad conceptual la etnicidad tiene la capacidad de reflejar los cambios culturales y la movilidad geográfica de las personas en el mundo moderno" (Wade 1997)

    Preconceptos y/o prejuicios en torno a la raza y etnicidad, podrán ser asumidos como racismo, expresándose en la discriminación y la segregación. Estos se manifestarán en diversas acciones desde la diferencia en currículas escolares como parte de la política de Estado, la fijación de estereotipos a través de los mass media, el régimen de propiedad y acceso a bienes y servicios, el acercamiento a la información, tecnologías y vías camineras, etc.

    II. Panorama etnohistórico: el Pueblo Indígena Yuracaré

    Yuracaré, según la historia, voy a hablar de la historia, significa hombre blanco y cara blanca ¿no?, dicen que es derivado de la palabra quéchua, porque era muy fornido, blanco, el hombre Yuracaré. Dice la historia que el Yuracaré era temible porque eran fornidos… eso significa Yuracaré. (Teobaldo Noe)

    1. Según los datos establecidos en el Archivo de la Comisaría Franciscana de Tarata, cuyas copias se hallan en la Biblioteca Etnológica de la Universidad Católica Boliviana, en la ciudad de Cochabamba, muestran que el Pueblo Indígena Yuracaré, "desarrollaba una economía itinerante", Francisco la Cueva describe:

      Los indios Yuracarés habitan en los últimos cerros de la cordillera oriental de los Andes que corre detrás de la provincia de Cochabamba, confinando al este con los Sirionós y la provincia de Santa Cruz, por el oeste con los indios Mosetén y Manequi, por el norte con la provincia de Mojos y por el sud con la de Cochabamba. Siendo los principales ríos el Ichilo, el Sichove, el Mamoré, el Chimoré, el Chapare, el Isiboro, el Ichoa, el Suésano y otros, exepto [sic] el último todos desembocan en el Mamoré" (Archivo de la Comisaría Franciscana de Tarata Nº 120 1918:442).

      Desde luego esta afirmación coincide con aquella manifestada por el Cacique Yuracaré Teobaldo Noé (transcrita al iniciar el presente trabajo), puesto que los primeros datos de exploraciones civiles como de Mateo Haenke (1978: 104) y D’Orbigny (1940: 487), como fuente etnográficas coinciden con estas apreciaciones, es decir los Yuracarés "(…) tenían sus territorio central en las últimas estribaciones orientales de los Andes de la región de Cochabamba y el Beni, hasta la zona de la provincia Carrasco, una franja transversal de pie de monte que empieza en las nacientes del río Sécure y acaba en las nacientes del río Ichilo; estamos hablando de toda la cordillera Mosetén, de sus últimas estribaciones y del monte que le sigue [vecino al actual Departamento de La Paz]". (Paz 1991:34-35)

      "Después de esta zona de pie de monte viene la llanura que alcanza parte de los ríos Isiboro Sécure, algo del Chapare e Ichilo, pues con la confluencia de éstos últimos y del río Grande ya empieza el Mamoré; toda esta región de llanura era zona de influencia del grupo Yuracaré". (1991: 35).

      "En relación a la cordillera, las zonas de influencia de los Yuracarés llegaba hasta las montañas de Mizque, Paracti y Totolima, lugares a los que también accedían parcialidades del mundo andino" (Saignes 1985: 55).

      En cuanto a las hidronimias y tiponimias, respecto a los lugares se pueden encontrar los siguientes datos:

      CUADRO 1: Nombre de Localidades actuales en Idioma Indígena Yuracaré

      Nombre Actual año 2001

      Idioma Indígena de Tierras Bajas o Amazonía

      Traducción al Español

      Provincia del Departamento Cochabamba

      Eteramazama

      Yuracaré

      Río con mucho ambaibo

      Chapare

      Ivirgarzama

      Yuracaré

      Río espumoso

      Carrasco

      Shinahota

      Yuracaré

      Donde había muchas hormigas

      Tiraque

      Samüsibëttë

      Yuracaré

      Tapera del tigre

      Chapare

      Chimoré

      Yuracaré

      Donde había puro Almendrillo

      Carrasco

      Sëjjsëshsama

      Yuracaré

      Agua Verde

      Carrasco

      Fuente: (CONIYURA 2001: 7)

      En la actualidad los asentamientos de los Yuracaré y el Pueblo Indígena Yuqui, (ver mapa adjunto) se encuentran en el Trópico del Departamento de Cochabamba, "(…) conocido como Chapare, está ubicado al norte de la ciudad de Cochabamba, comprendiendo parte de las provincias Chapare, Carrasco, Tiraque y Ayopaya, haciendo una superficie total aproximada de 39.563 Km², el 58% de la superficie de este departamento. Limita con Santa cruz y el Beni cuya frontera no está definida a la fecha" (VIMDESALT 1999: 47).

      "La alta precipitación que tiene hace que los índices de humedad sean elevados, con precipitaciones pluviales máximas de hasta 7.000 milímetros y 2739 m.m. como mínima; las temperaturas oscilan entre los 39° C en verano hasta los 5° C en invierno (debido a las corrientes de aire frío del norte argentino). Los suelos, en su generalidad son pobres, en los que es posible encontrar una amplia diversidad biológica" (1999: 53).

      "La división política se configura en: Municipio de Villa Tunari, Tercera sección de la provincia Chapare; Municipio de Chimoré, Cuarta sección de la Provincia Carrasco; municipio de Puerto Villarroel, Quinta sección de la Provincia Carrasco; Subalcaldías de Entre ríos, Municipio de Pojo, Segunda sección de la Provincia Carrasco; Subalcaldía de Shinahota, Municipio de Tiraque, primera Sección de la Provincia Tiraque". (Ibíd.: 53-54).

      Los Pueblos Indígenas, políticamente pertenecen a las provincias Chapare y Carrasco (municipios de Puerto Villarroel, Chimoré y Villa Tunari), pertenecientes a las etnias Yuracaré, Yuquí y Trinitario; Pueblos que se encuentran organizados en Consejos Indígenas y a su vez conforman la Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba (CPITCO).

      La dispersión de las comunidades es el común denominador, las cuales enfrentan fuertes presiones por parte de los colonos por tierra cultivable y acceso a recursos naturales.

      La zona indígena está comprendida por: (i) Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), (ii) TCO Yuracaré y (iii) TCO Yuquí.

    2. Marco geográfico
    3. Tierra incógnita

    Si bien la arqueología en Sudamérica ha cobrado fuerza en los últimos tres decenios, su labor no ha sido, todavía, lo suficientemente sólida en vastos sectores geográficos, el descubrimiento de la agricultura, la ganaderia pastoril, o la presencia de tecnologías son demostraciones de un trabajo en ciernes, paradójicamente en un área geográfica que tiene mucho que decir y demostrar en el futuro.

    Las sabanas inundadas estacionalmente de los llanos de Mojos, en el noreste de Bolivia sobre la amazonía, -por ejemplo, y las evidencias que se han cartografiado permitiendo la identificación de terraplenes, canales, diques, lomas, y variedades de tipos de campos elevados con una antigüedad no cuantificada, así como extensiones que superan la imaginación de la posibilidad de poblaciones menores, además de vínculos interculturales entre tierras bajas y altas, demuestran la gran labor hacia adelante.

    Sitios donde la posibilidad de articulación con el Pueblo Yuracaré persiste básicamente por la navegación a través de río Mamoré y un vínculo estrecho, hoy en día en disputa entre los Departamentos de Cochabamba y el Beni, el Parque Isiboro Sécure.

    Ya específicamente en cuanto al Pueblo Yuracaré, se pueden encontrar cierta información mediante crónicas españolas, básicamente en cuanto a la presencia del Tawantinsuyo o Imperio de los Incas, cuya representación estaba marcada en uno de los 4 suyos el Collasuyo -parte del actual territorio boliviano-, sin embargo, el Trópico se convierte en una de sus fronteras hacia su mayor expansión, momento en el cual se produce la conquista.

    "Se han descubierto varios caminos de piedra que se introducen desde la ceja de la montaña hasta el pie de monte, por los cuales transitaban los habitantes del incario en pos de productos tropicales usados para propósitos alimenticios, rituales y ornamentales" (CIDRE 1989:19-21). Además, parece que la hoja de coca ha constituido un elemento de incursión incaica en "(…) los Yungas de Tiraque y Totora" (Rodríguez 1997: 12). Han revelado las investigaciones de los últimos años.

    "Posteriormente, los españoles que arribaron a Cochabamba hacia 1570, repitieron exactamente esta tendencia" (1997: 12). Aparentemente el miedo había imposibilitado la incursión hacia ese territorio, fundándose el criterio de tratarse de una "tierra incógnita" (…) es decir un territorio de nadie; mejor de moradores feroces, de "naciones infieles", de plantas y animales amenazantes" (Idem: 12).

    "Contrariamente a lo que ocurrió en otras partes de América, especialmente en zonas templadas y frías, el hábitat tradicional Yuracaré que pertenecía a la zona amazónica del continente americano no fue objeto de saqueo por dos razones: primera, en su territorio no existieron los productos apetecidos por los europeos –quina y caucho-; segunda, en la selva donde habitaban no existían vías de fácil acceso y se la consideraba como una de las más indomables del oriente boliviano" (Paz: 42).

    Con el propósito de establecer una economía local, según la información rescatada, reiniciaron los cultivos de coca, bajo el sistema de la encomienda, aunque no existen datos sobre el repartimiento, entendido como la "(…) distribución de tierras de propiedad; y el "repartimiento de indios" como la distribución de los indios por vez primera después de conquistada la tierra, mientras que la encomienda es la cesión de los indios a un sucesor del primero a quien habían sido asignados" (Baptista: 2000).

    Ya en el año 1754 incursiones jesuitas intentaron por poco tiempo incursionar en tierra Yuracaré, "… pero no tuvo mayor trascendencia. (Kelm 1983). "A partir de fines del siglo XVIII los franciscanos, tratando de compensar el trabajo de los jesuitas, se hicieron cargo de las misiones y encararon la tarea de reducir a los Yuracarés. Durante medio siglo los intentos fueron perseverantes, pero el grupo se oponía a vivir bajo el estilo de vida de reducción" (Paz 43).

    Muchos autores, que estudian el fenómeno de las reducciones y misiones, coinciden en señalar las diferentes formas de resistencia de lo pueblos indígenas, ya sea pasiva o activa, la primera corresponde al apoderamiento de la personalidad física y cultural del individuo, un rompimiento de su hábitat, manifestándose en una simulada obediencia. En el segundo caso se trataba de expresiones de violencia, principalmente grupales.

    Esta expresión se manifestará en 1680, bajo una violenta revuelta que obstruyó por un tiempo la expansión de más misiones, consolidándose las de Chimoré y el Mamoré. Esto podrá explicarse por el proceso de rompimiento de su forma de vida nómada hacia su sedentarismo, relevando el abandono de las misiones, problema al que se tuvo que enfrentarse permanentemente, "… a veces ni siquiera toleraban vivir juntas las familias de un asentamiento" (Idem 43).

    "Las misiones hasta este periodo se ubicaron centralmente en la ruta de las haciendas. Los misioneros entraban por la región de Arepucho y salían a los ríos San Mateo y Espíritu Santo, en cuyos lugares se encontraban las reducciones; otras veces en Chimoré, Coni y Chapare." (Idem 44).

    "Desde 1765 en adelante, varios factores confluyeron para otorgar un nuevo destino a esta zona que se encuadraba entonces en el eje de los actuales Puerto Villarroel, Chimoré y Villa Tunari, pivotes de la producción cocalera boliviana desde hace una década [1987]." (Rodríguez: 13).

    • "Uno de los factores aludidos puede reputarse enteramente fortuito a la dinámica de la actual región tropical cochabambina, pues nacerá derivado de la necesidad de encontrar un camino rápido para transportar, por su intermedio, tropas hasta el territorio de Moxos, invadido por fueras portuguesas. (…) Además, por otro lado, existía el atractivo de contar con alimentos como harina de trigo, maíz o papas que la bien provista despensa de la agricultura de Cochabamba podría ofertar a las Misiones Jesuíticas de Moxos" (1997: 14)
    • Otro factor se enmarca en las posesiones estratégicas entre españolas y portuguesas tropezaron con una serie de dificultades, básicamente por el obstáculo para el avance hacia el sur para Portugal. "En 1750, en virtud del célebre Tratado de Límites de Madrid, (…), se estableció que Portugal devolviera a España la provincia de Sacramento a cambio del territorio cercano al río Paraguay, donde había reducciones con más de 30.000 indios. Los jesuitas se negaron a abandonar las reducciones iniciándose la guerra guaraní entre las tropas hispano-portuguesas y los indios, capitaneados por algunos jesuitas. La guerra no finalizó hasta 1756. Tras ella, las reducciones no volverían a recuperarse" (Cortes 1997). Una vez que fuera popularizada la idea que la instigación viniera de los jesuitas, éstos fueron expulsados en 1767.
    • Finalmente, un tercer factor como decisivo (anotado por Rodríguez) se refiere a la ascensión de Carlos III y la España de la Ilustración, momento en el cual "el reformismo social carolino, que en España produjo algunos frutos, hubiera podido tener ancho campo de acción en las Indias, donde había tantas situaciones de injusticia y desigualdad; pero la misma amplitud de la tarea dificultaba su realización". (Domínguez: 1990) Túpac Amaru y Túpac Katari se habían sublevado en el Bajo y Alto Perú respectivamente, "por su parte el equipo de gobierno llevó a cabo una serie de reformas que provocaron un amplio descontento social. La aristocracia se vio afectada por la renovada Junta del Catastro, dirigida a estudiar la implantación de una contribución universal, o por la ruptura de su prepotencia en el Consejo de Castilla. Por su parte, el clero recibió continuos ataques a su inmunidad" (1990). Se "… privilegiaba, [además] en el comercio y la agricultura como únicas fuentes de riqueza, se empeñaron, entre otras medidas, en dinamizar la explotación de los recursos humanos y naturales y en reorganizar el especio físico y administrativo de los territorios que tenía ahora a su cargo". (Rodríguez 1997).

    En esta etapa de la historia de los Yuracaré y de Cochabamba, sobresale el nombre de Francisco de Viedma y Narváez (1737-1809), marino español, explorador de la costa patagónica argentina, ejerció el cargo de Gobernador – Intendente de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra, (hoy en día el departamento más grande de los 9 del territorio boliviano, y que abarcaba, en ese entonces, incluso lo que hoy es el departamento de Cochabamba), bajo esa tuición y dadas las características geográficas de vinculación, se intenta intensificar la economía cochabambina, el objetivo la producción de cacao, algodón y coca.

    "A fines del siglo XVII, la consolidación de un núcleo español precisamente en Santa Cruz y la incursión misional en Moxos y Chiquitos presuntamente obligaron a los Yuracarés, perseguidos por los cazadores de esclavos para ser vendidos a los hacendados cruceños o, en su caso, hostigados para otros grupos étnicos quienes, comisionados por los frailes jesuitas, hacían frecuentes correrías para capturarlos y llevarlos hasta lejanas misiones, a huir hacia lo más espeso del bosque húmedo. Refugio seguro, tras la cortina de la "entrada imposible" que detuvo a los españoles, quienes (…) lo consiguieron recién en 1768, cuando las Montañas Yuracarés se abren bruscamente a la influencia misional/hacendal)" (Rodríguez: 23-24).

    En ese contexto se vuelven a instaurar las misiones y evangelizar a los Yuracarés.

    "Con el patrocinio del cura de Tarata, Ángel Moscoso y su hermano, en julio de 1775, los sacerdotes recoletos Fray Marcos de San José Meléndez y Fray Tomás de Anaya, la organizaron bajo el denominativo de "Asunción" situándola a veinte y ocho leguas de Cochabamba (140 kilómetros) entre los ríos San Mateo y Paracti".

    "La Asunción habría llegado a tener su mejor época, unos 400 indígenas. Un censo realizado en 1799 encontró en todo caso 221 "bautizados" y 77 "catecúmenos", lo que hacía un total de 298 personas. Asunción poseía "extensas" plantaciones de plátanos, coca, yuca y cacao (unos mil árboles en plena producción en año de 1804). En ella, lo indígenas Yuracarés concurrían a una escuela de primeras letras, a clases de catecismo cristiano y uso de la música en solfa". (Rodríguez: 17)

    Sin embargo, los planes de Viedma fracasan básicamente por mantener el monopolio del cultivo de la hoja de coca en los Yungas de La Paz, y la prohibición por parte de los Oidores de la Audiencia de Charcas, en cuanto a la exploración en el camino entre Moxos y Cochabamba, básicamente por el tráfico mercantil que se infundía y que podía perderse justamente desde esa zona, hoy Chuquisaca.

    Asimismo, se buscó la diversificación de cultivos, introduciéndose el cacao y el algodón, no obstante, la producción de coca, comenzó desde ese entonces a cobrar mayor relieve, en aquel tiempo, surge otro nombre Tadeo Haenke, español que visitó por encargo de Viedma la región Yuracaré, éste el traslado de los indígenas hacia el río Chimoré, quién al referirse a la hoja de coca, en 1796, dirá: "No hay esperanza de adelantar este ramo de industria ni aún medianamente en los montes de Yuracarés" (Haenke 1975: 150) paradójicamente 200 años más tarde se convertirá en el sitio de mayor producción cocalera, que confluía en la elaboración de sulfato y clorhidrato de cocaína.

    "La experiencia misional, que con altibajos se prolongaría en su primera fase por cerca de cincuenta años (1775-1825), constituyó un primer contacto sistemático y prolongad entre segmentos de la sociedad colonial y los indígenas Yuracarés. Conocidos, conjuntamente, en los primeros momentos de la colonización española del oriente boliviano al finalizar el siglo XVI, con otros grupos étnicos del bosque tropical con el nombre genérico de "chunchus" [9], los Yuracarés resultaban poco visibles para los funcionarios españoles fueran civiles, militares o religiosos" (Rodríguez: 23-24).

    Serán los Franciscanos que entran a jugar un papel más predominante en el territorio Yuracaré, quienes organizaron misiones "…en torno al aprendizaje escolar y a relatos bíblicos regulados por rígidos discursos cargados de fuerza y amenaza, contradictorios con la religiosidad mítica indígena" (Idem 25).

    3. La resistencia Yuracaré

    Las prácticas misionales, reducciones, haciendas, han significado para los Yuracarés un cambio repentino en su condición de pueblo nómada, el agrupamiento por clanes rivales, la radical transformación en sus hábitos alimenticios en cuanto a la recolección, caza y pesca, la dependencia de los donativos fiscales para su manutención, la incomunicación obligada entre grupos –que influye radicalmente en su memoria oral-, ahondaron en la resistencia pasiva de este pueblo indígena.

    Vale la pena considerar, en este acápite que el Pueblo Yuracaré ha incluido en su hábito alimenticio el denominado tembé (Bactris gasipaes Kunth), o chima en la zona de los Yungas paceños, se constituye en un fruto de alto valor nutritivo "Es una palmera nativa del bosque tropical húmedo americano, que crece entre los paralelos 16o N y 17o S y posee un alto potencial económico (Mora-Urpí 1995)". "Existen varias hipótesis sobre el origen y domesticación de esta planta, una sugiere que el origen de la planta tuvo lugar en la región ubicada a ambos lados de la cordillera de los Andes y sur de Centro América, y que la domesticación ocurrió independientemente en varias localidades a lo largo de este territorio a partir de diferentes poblaciones silvestres (Mora-Urpí 1991). La otra hipótesis sugiere que el (…) fue domesticado una sola vez en algún lugar del Alto Amazonas (Clement 1995)".

    De igual manera se caracteriza la chonta (Astrocarium Chonta), perteneciente a la familia de las palmeras. "Crece en los parajes húmedos (…), la madera es elástica y dura como el hierro, fina y muy negra. Los indígenas la emplean en arcos de flechas" (Peña 1976: 86).

    Es así que los "(…) conversores trataron además de imponer una producción agrícola de tipo intensivo que tenía el defecto de obligar a la inmovilidad a los Yuracarés. Confinados así a los estrechos límites de la circunscripción misional, los indígenas se hallaron imposibilitados de recolectar de febrero a junio el tembé y cuya época de maduración [para fabricar la chicha] era considerada sagrada y propicia por consiguiente para fiestas y borracheras rituales" (Rodríguez: 25).

    "Al prohibirse o disminuir la frecuencia e importancia de la caza, en beneficio de la agricultura, todo el sistema de estructuración social Yuracaré resultó seriamente amenazado".

    Sus costumbres habían sido completamente rotas, entonces los Yuracarés como forma de rechazo a la opresión, se manifestaron con una simulada obediencia, siempre mal y a desgano, o su asistencia anual a diversos ritos propios de su cultura, esas actitudes tuvieron repercusiones negativas a posteriori, habiéndose calificado a los Yuracarés como "flojos y haraganes, por el mismo Viedma".

    Bajo esta fuerte resistencia las misiones franciscanas, establecidas en el Siglo XIX, entraron en una etapa crítica, habiéndose llegado a proponer que las misiones de Buena Vista, San Carlos o Porongo, de la zona chiquitana en Santa Cruz de la Sierra, puedan hacer una incursión y repartir a los Yuracarés, a la fuerza, hacia sus territorios, "… ocupando después sus terrenos (…) tantas gentes pobres como hay por acá afuera" (Soto y De la Cueva 1805).

    Si bien aquello no aconteció, para marzo de 1805, tras el saqueo y quema de la Misión de San Francisco, por parte de los Yuracarés, finaliza la etapa misional. Los indígenas huyen hacia los bosques, dejando la Reducción de la Asunta, la Misión de San José de la Vista Alegre (Chimoré), y la de San Francisco de Mamoré (Yrusti) prácticamente en el abandono.

    Las ideas liberales inglesas, la independencia de los Estados Unidos y Haití, influían también sobe la América hispana, se había iniciado las luchas independentistas; conflictos que influyeron sobre los últimos reductos misionales franciscanos que habían sido reconstituidos luego de 1085. En 1821, "…los indios Yuracarés de las misiones de San José del Chimoré y San Francisco del Mamoré huyeron a los bosques" (1805).

    Cuatro años después nacía, el 6 de agosto, a nueva República de Bolivia, que habría de asumir a los Yuracarés, inconsultamente, ésta vez dispersos por sus bosques, aunque con una nueva cosmovisión que se confundía con una propia y sabiéndose dueños de una resistencia pasiva.

    "Unos salvajes estúpidos, una gente que anda errante por estos bosques inmensos, sin leyes, sin culto, sin templo, sin sacrificios, sin Dios, sin saber de donde han venido, ni para que fin están en este mundo ni a donde han de ir a parar después de esta vida" (Boria 1820).

    III. Panorama general: la situación actual del Pueblo Indígena Yuracaré

    1. El Pueblo Yuracaré y la República

    En el transcurso de los años 1780 hasta 1805 se habían creado 9 misiones sobre el territorio del Pueblo Yuracaré, su resistencia y huída al bosque había sido un aspecto una común denominador es esta etapa. Sin embargo, en los albores de la República (1818) hasta casi un siglo de su existencia (1922) se intentaron 3 nuevas misiones.

    Debieron pasar muchos acontecimientos durante esta etapa, y será nuevamente, el nombre de un extranjero que figura en la historia Yuracaré, Alcides D’Orbigny, explorador francés que junto a nombres como Charles Darwin, Alexander von Humboldt y Charles Weiner se interesan por la geografía de América. El primero cruzó por los territorios de los indígenas de trópico, demostrando así la posibilidad de llegar al territorio de Moxos.

    Si bien hay muchas contradicciones respecto a la posición de D’orbigny, puesto que en determinado momento califica a los Yuracaré como "… orgulloso, insumiso, insociable, independiente, emprendedor, mentiroso, cruel, insensible, (…) el verdadero tipo salvaje librado así mismo (D’orbigny 1945), u en otro "El Americano no está privado de ninguna de las facultades de los otros pueblos; sólo le falta la oportunidad para desenvolverla. Cuando esas naciones sean libres, mostrarán mucha más facilidad en todo género de actividad intelectual, y si hoy algunas de ellas no son más que la sombra de lo que han sido, ello se debe solamente a su posición social actual" (D´orbigny 1944: 117).

    Sin embargo su trabajo etnohistórico servirá para conocer lo que fueron los Yuracarés en esta importante ciclo, habiendo recomendado al Gobierno boliviano, que si se llegara a establecer un vínculo caminero comercial por su territorio, éstos (los Yuracarés) deberían ser trasladados a otros sectores, una posición similar asumida por los Franciscanos en el siglo precedente.

    Desde ya desde ese entonces, se desarrollaron diversas expediciones y búsqueda de rutas que puedan interconectar al recientemente creado Departamento del Beni (1842), con su similar Cochabamba.

    "En 1850, el Prefecto beniano, José Matías Carrasco, profundo conocedor de la zona, anotaba preocupado el despoblamiento, calculando que de los mil quinientos Yuracarés existentes en las postrimerías coloniales, restaban –bajo vigilancia oficial- apenas trescientos, divididos en "cuatro pequeñas rancherías". (Rodríguez 43).

    Cuatro años más tarde, en 1854, durante el gobierno de Manuel Isidoro Belzu, se autorizó la fundación de dos misiones franciscanas: San Juan Bautista del Coni y Chimoré. Al igual que los intentos anteriores la resistencia fue similar, "para ellos no hay mayor dicha que arco, flecha y mujer, y su bienaventuranza venidera que consiste en una grande abundancia de jabalíes, los aleja no poco de las verdades de nuestra religión, y más prefieren vivir en sus chacos que en el pueblo" (Crónica Guaraya 1917), "confesaba en diciembre de 1856 Fray Rainiero Miqueluchi al R.P. Guardián del Convento de Tarata, Fray Gregorio Fraut" (Rodríguez 46).

    Y nunca pudieron conseguir a esta pequeña tribu a la vida religiosa y social, pues los mismos obstáculos que se presentaron ahora noventa años atrás, se ofrecen hoy como son. El retirarse al monte todas las veces que se les antoja (…) el de no querer atender el trabajo, sino a su estilo (…) el de no querer dedicarse a la producción de cacao, café, arroz y algodón, que con tanta abundancia produciría10

    A partir de ese momento, la historia del Trópico de Cochabamba se caracteriza por la permanente búsqueda de accesos y explotación de sus riquezas y la vinculación hacia Moxos o Santa Cruz de la Sierra, siendo la motivación prácticamente económica:

    "La ‘fiebre de la goma’ que sacudió a comienzos del siglo a los países amazónicos, también desplazó capitales, hombres de empresa de aventureros rumbo a las selvas bolivianas. Y con ellos llevó los elementos que entretejieron urdimbres de drama y de tragedia. (…)" (Valdez 1948)11

    Esta actividad entre Mojos y Cochabamba movió nuevamente la vista hacia la población Yuracaré, aunque la producción cauchera no era propia del territorio, pero si era importante la fuerza de trabajo en la siringa. "Solo las mujeres y niños están en casa, los hombres escaparon al bosque a nuestra llegada. Temían ser apresados por lo blancos para el servicio de remo" (Nordenskiöld 1922: 35).

    "Alrededor de 1930 un botánico alemán llamado Hans Richter entró a la zona del Chapare a realizar una investigación. El autor menciona que toda la región del Isiboro Sécure era completamente virgen, ya que para suerte de los Yuracarés ahí no existía el árbol de la goma, (…), [éste afirmó] eran el único grupo poblador de la zona y que, por la inexistencia de contacto permanente con los blancos, habían mantenido intacta su cultura, a diferencia de los que vivían en misiones o en zonas colonizadas (…)" (Paz 48).

    "La goma o Hevea brasiliensis es un árbol cuya altura máxima oscila entre 30 y 40 m. siendo uno de los integrantes del estrato más alto de la selva húmeda amazónica en su fase de mayor desarrollo. Los ecosistemas tropicales húmedos maduros presentan, como es sabido, una extraordinaria variedad de especies: es común contar cerca de 300 especies de plantas por hectárea, de las cuales la mitad corresponde a especies arbóreas. En su hábitat natural, la densidad de Hevea es pues limitada, no suele encontrarse más de uno o dos especimenes maduros por hectárea. Si se practica una incisión en su trono se logra que fluya un líquido lechoso blanco, el látex, que puede coagularse mediante calor, con mucha paciencia. Se produce así el caucho natural, que se estabiliza mediante la adición de azufre" (MOPU 1990: 79-80).

    Empero, hasta el año 1930, el Pueblo Yuracaré mantuvo su predominancia en el Trópico, pero posteriormente comenzaron los procesos de colonización de personas venidas de las alturas (collas) y trinitarios. "En el caso de los collas, a partir de 1940 empezaron a migrar, una vez que la economía familiar campesina en los valles de Cochabamba entró en un proceso de pauperización y la densidad demográfica empezó a ejercer presión sobre el proceso de parcelación de la tierra" (Laserna 1987: 94).

    La Revolución de 1952, a su vez empujó a que los sectores campesinos puedan migrar a diferentes lugares del país, entre ellos el Trópico Cochabambino, llevando consigo una cultura propia, hacia zonas ecológicas completamente disímiles a su origen. Se trata de un proceso de colonización, ya no de ibéricos hacia "tierras indómitas", sino de pueblos originarios hacia otros similares en otros estadios geográficos.

    Esto a su vez implica un proceso de préstamo cultural, simbiosis y sincretismo con lo que ya habían adquirido, a su vez, del proceso de colonización anterior. Desde luego que el régimen de propiedad de la tierra, también influyó en ambas concepciones, por un lado quienes venían de las alturas traían consigo la idea de la propiedad familiar, frente a los Yuracarés que concebían un espacio mayor, sin propietarios, grande y de usufructo colectivo bajo el régimen de la recolección, caza, pesca y los cultivos que fueron introducidos en las misiones.

    En este proceso se intensificaron las posibilidades de intercambio, la cultura material Yuracaré pudo enriquecerse, sobre todo con enseres domésticos y vestimenta. Sarela Paz, al respecto menciona dos aspectos fundamentales respecto a la nueva realidad, respecto a las misiones e incursiones anteriores:

    1. Sus asentamientos [en referencia a los colonos] estaban completamente organizados y ocupados por el colono;
    2. Las fronteras de colonización estaban cada vez más cerca de sus zonas de cacería y refugio.

    Los testimonios que se recogen, con los Yuracarés, hoy en día viviendo ya en comunidades, y en estrecha relación con los colonizadores, que han invadido prácticamente todo el escenario geográfico, muestran entonces un proceso de enculturación mayor que aquellos intentos coloniales y republicanos, y son ahora los menos, demográficamente, respecto a los otros. En un proceso mutuo de intercambio y una pérdida paulatina y peligrosa de su cultura.

    Desde luego que el destino del Chapare, ha estado signado por los diversos cambios económicos del país, 1951 significó la caída de la explotación gomera, cuando Malasia arranca este mercado con plantaciones del árbol de la goma, logradas con las semillas amazónicas sacadas a "hurtadillas", el interés de Simón I. Patiño, uno de los barones del Estaño, quien propuso la construcción de un ferrocarril hasta las márgenes del río Chimoré, que contenía una proyección de colonización, centros fluviales, producción agrícola, forestal y mineralógica.

    El intento se inició con la fundación de Puerto Patiño, en el río Isiboro, sin embargo el proyecto, con una corta vida, ya en la década de los veinte terminó ante la falta de un apoyo gubernamental, y feneció definitivamente con la Revolución nacional de 1952, que implicó, justamente la Nacionalización de las minas (origen de la riqueza de Patiño) y la Reforma Agraria, que llevó a el empuje de grandes grupos campesinos hacia otros horizontes con el fin de diversificar la producción agrícola.

    Coincidentemente con el año de la revolución, llega a Bolivia la Misión Nuevas Tribus, haciendo viajes de reconocimiento por el Trópico, realizó un trabajo lingüístico, fundando en 1957 la Escuela de Nueva Vida.

    Esta organización responde a una nueva concepción misional, a partir de la iglesia protestante o denominadas también "sectas evangélicas fundamentalistas", que iniciaron su labor durante los siglos XVII y XVIII bajo "la idea de la bondad natural del ser humano, bondad innata que la sociedad se encarga de corromper. Esta idea, promovida especialmente por los enciclopedistas franceses y los deístas ingleses, era radicalmente contraria a lo que siempre el cristianismo había enseñado en cuanto a la condición humana. (…) Esa idea romántica del "salvaje feliz", que adquirió auge en Europa, parece que vuelve a levantar cabeza bajo la batuta de una de las vacas sagradas de nuestra época: la ecología de tinte secular. Según ella, el cristianismo sería culpable, en buena medida, del desastre que se cierne sobre el planeta por su enseñanza sobre el dominio y el señorío del hombre sobre la tierra. En cambio, otras cosmovisiones del mundo, como la animista, contemplan al hombre perfectamente integrado en un sistema natural y siendo una parte más del mismo" (Lewis 1998).

    Se harán, hasta el día de hoy una serie de denuncias hacia Nuevas Tribus en prácticamente toda Latinoamérica, por su incursión en territorios indígenas, en algunos casos, como el Pueblo Yuquí –cohabitante del Chapare junto con los Yuracarés-, por ejemplo, ha quedado prácticamente al abandono luego de una labor misional de varios años, y de cuya dependencia han vivido hasta hace poco.

    "Eso hay porque la gringa por ejemplo, ella ha sido la que ha comenzado, y ha empezado, y quien sabe también, que clase de cosas han hecho acá, con muchas ayuda.

    Más antes la escuela de Nueva Vida mantenía la gringa con todo, ahí no había que aportar con nada, ella con todo ayudaba. Los padres no ayudaban, la gringa aportaba con todo, ella mantenía todo, tenían la ayuda de Norteamérica, en cambio ahorita, ya no, los padres aportan 25 pesos, aportan según el estudio que van haciendo…

    Y eso ha sido lo que la gringa, lo que francamente, ha ido dando la gringa a la gente indígena, a ellos, ahorita hay harta gente…

    Yo soy católico… antes la gringa les daba con todo, medicamento. Mucho se dedicaban a la Biblia, a la palabra de Dios…"12

    "Desde 1970 hasta 1990 se producen una serie de transformaciones en la población Yuracaré, en un proceso continuo de reducción de su área de movilización y de vinculación con la sociedad mayor [sic]. La época de los setenta marcada por el auge de la renta de cueros de animales silvestres así como de aprovechamiento de la madera, que define una dinámica de relación de los Yuracaré con el mercado nacional. Lo Yuracaré se insertan en un proceso de modernización paulatino en una combinación de estrategias locales, culturales y de mercado. Asimismo, ingresan a la zona muchos de los comerciantes, actualmente establecidos en el río Chapare, que buscaban el intercambio de productos recorriendo muchos de los ríos de la región. Se produce así una relación de estrecha dependencia al mercado que llega hasta sus establecimientos. Situación que se reforzó en los años ochenta, con sus nuevas dinámicas en un nivel nacional que afectó su condición en la región, consolidándose entonces, un territorio reducido a la cuenca del río Chapare. Ya en la década de los noventa, se consolida en el país un proceso de demandas territoriales indígenas en áreas que tradicionalmente habitaban, defendiéndose una nueva dinámica para muchos de los pueblos indígenas del país" (CONIYURA 1998: 70).

    "A Pesar de que los Yuracaré buscaron la consolidación de su territorio desde 1988, recién en agosto de 1996 se oficializa la presentación de su demanda territorial al gobierno nacional, a través, de un proceso de definición de la Ley de Tierras (…) sumándose a 16 demandas (…) de consolidación de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO’s)" (CONIYURA 1998: 71).

    Sin embargo, otro proceso económico influirá para estos cambios y se traduce en la economía de la hoja de coca, la producción de cocaína, y una presencia marcada de diversos actores, desde un ejército fuertemente consolidado, colonizadores y cocaleros, narcotraficantes, organizaciones de desarrollo nacionales e internacionales frente a nuevas reinvidicaciones sociales, que son, en última instancia motores para nuevos representantes en el ejercicio de la ciudadanía nacional.

    "Bueno, las TCO’s, como concepto las Tierras Comunitarias de Origen, significan mucho para los Pueblos Indígenas, es su hábitat donde realizan toda su actividad, en la caza, en la pesca, en la recolección de frutas, inclusive ahora estamos entrando al proceso de un desarrollo local, hacia una producción y el aprovechamiento forestal. Entonces, TCO, es para nosotros nuestra vida, nuestro futuro…"13

    2. Los Pueblos Indígenas y el Estado Republicano

    Las diversas concepciones de desarrollo han suscitado diversas formas de la administración del Estado, consolidando procesos históricos con variantes locales y regionales, en el caso particular de la problemática indígena en Bolivia, la "dialéctica de la negación del otro" (Calderón, Hopenhayn y Ottone 1993; Hopenhayn, 1998), muestran que aún no se han superado ideas propias de un colonialismo cultural, que permita alcanzar las condiciones óptimas de equidad, autodesarrollo, lógica, usos y costumbres, en el respeto pleno de la identidad.

    Estas concepciones, tal como se verá en el resumen posterior muestran justamente cambios en las políticas nacionales respecto a los Indígenas y Pueblos Originarios, éstos últimos correspondientes a la culturas aymara, quéchua y Uru Chipaya, que viven en las regiones altas, y los otros 32 habitantes de las tierras bajas.

    1. Legislación boliviana

    "Yo creo que si el indígena se menospreciaba, automarginaba, veo que es un tema que en el fondo de aquello existe algo, ese algo, de que los indígenas desde la óptica Caray, de que no sabían nada, y que alguna situación, y dijeron que los indígenas Yuracarés no saben ni siquiera donde están parados y palabras groseras que han utilizado en contra de los indígenas, que yo lo he vivido, que yo lo he palpado, escuchando lo que le decían a mi padre. Pero creo que en su momento ha cambiado y creo que ya estamos en un proceso de que si nuestra identidad es única, es que debemos valorarla (Saúl Chávez).

    Desde el pensamiento darwinista social, heredado del siglo XIX, basado en la superioridad blanca y el intento de "europeizar" a la sociedad latinoamericana, mediante mecanismos coercitivos o las leyes, Bolivia, como Estado, promulgó varias leyes, en relación a las "tribus" que habitaban su territorio, sesgando el occidente del oriente, en el primer caso a las comunidades campesinas principalmente aymaras y quechuas y en el segundo a las selvas tropicales, habitadas, justamente por las tribus.

    La consolidación del territorio boliviano -hasta el alcanzado actualmente- fue un proceso permanente de pérdidas con las repúblicas vecinas, hasta aproximadamente la mitad de su posesión original. Habiendo vivido, coyunturalmente, auges económicos diversos que van desde la minería, la goma, la quina, la producción -ilegal por cierto- de la cocaína y para principios del siglo XXI de reservas gasíferas considerables. Estas coyunturas, sin embargo, han significado el avasallamiento de los territorios de los pueblos indígenas y originarios, además de usufructo de su mano de obra, hasta niveles por demás inhumanos.

    En muchos casos, los fenómenos económicos venían acompañados de instrumentos legales que permitan la expansión intereses, en contra de éstos pueblos, la Ley de 27 de septiembre de 1831, del Presidente Andrés de Santa Cruz, por ejemplo, revive a las misiones religiosas como Mosetenes, Caupolicán, Guanay, en La Paz, Yuracarés en Cochabamba, Guarayos y la Cordillera en Santa Cruz y Potosí y Tarija.

    Haciendo una revisión de este instrumento legal, se puede deducir que el objetivo era "preparar a los bárbaros para la vida civilizada" a "tantos infieles existen en el territorio de la República"14 Este proceso estaba, por lo demás bajo los criterios de la tutela del indígena hacia los padres conversores, es decir que perdía su calidad de ciudadano, habiéndose consolidado aún más, mediante la autorización de la Asamblea Constituyente, en el gobierno de Agustín Morales con la Ley del 10 de Septiembre de 1871, que señalaba que los "indios neófitos" bajo tutela estaban prohibidos de su paso a estados vecinos, además anulando cualquier contrato por parte de éste sin la participación del misionero.

    A su vez, anula cualquier posibilidad de reconocimiento territorial indígena, adscribiéndolo a la misión. Mas adelante, en los primeros años del siglo XX, estas misiones pasan a depender del Ministerio de Colonias y Agricultura.

    "Arrancados ya aquellos seres desgraciados del deplorable estado de abyección, desnudez, miseria e ignorancia en que yacían en su primitivo estado de barbarie y colocados hoy en el rango de pueblos civilizados con la luces del evangelio y con el estímulo del trabajo y de la agricultura…"15

    Quizá uno de los gobiernos que más se involucró en el tema de la tierra y territorio, ha sido del nefando caudillo Gral. Mariano Melgarejo, quién reconstituyo al Estado tierras comunitarias, siendo adjudicadas a terceros, consolidando de esta manera Propiedades rurales, que tenían mayor valor en el mercado de acuerdo a la cantidad de "colonos indígenas y/o originarios" que las habitaran.

    Un Decreto Supremo de 1880, posterior a éste, estableció que todo individuo podía adjudicarse hasta cien hectáreas de terrenos fiscales o baldíos a razón de un boliviano por hectárea, influyendo desde luego a los territorios Yuracarés y otros, habiéndose realizado una oposición al mismo, aspecto que eximió a las misiones.

    Más adelante, mediante la Ley de Tierras del Estado, de 26 de octubre de 1905, se ampliarán estas ventajas hasta un máximo de 20.000 hectáreas, diferenciándose el precio a pagar por el tipo de explotación, desde 10 centavos para la agricultura y ganadería, y 1 boliviano, para aquellas posesiones que contengan árboles gomeros.

    Sin embargo, por vez primera se menciona que las tierras de los indígenas podrán ser adjudicadas previa autorización del legislativo.

    Más adelante, y luego de la revolución nacionalista de 1952, que movilizó a sectores mineros, fabriles y campesinos, y habiéndose formado una nueva burguesía y la promulgación de la Ley de Reforma Agraria del 3 de agosto de 1953, no se contemplo a los Pueblos indígenas, salvo uno de los artículos (129) que menciona: "los grupos selvícolas de los llanos tropicales y subtropicales, que se encuentran en estado salvaje y tienen una organización primitiva quedan bajo la protección del Estado".

    Esta ley había roto, prácticamente una tenencia de la tierra heredada de la colonia y sustentada por la repartición de Melgarejo, y su influencia se dio, básicamente en la región andina. Años mas tarde se promulgará la Ley de Colonización (30 julio 1966), la misma que reconoce el respeto irrestricto de "las áreas de explotación colectiva e individual de los grupos étnicos marginales".

    La incoherente ley se mostró de manera palpable cuando los Pueblos Indígenas intentaron consolidar la propiedad de su territorio, puesto que debían cumplir los mismos requisitos que los colonizadores, ante el denominado Consejo Nacional de Reforma Agraria.

    Ya en el período dictatorial del Gral. Hugo Banzer Suárez, el Código Penal (23 agosto 1972), exime de pena a los enajenados mentales, intoxicados crónicos, el ebrio, el sordomudo y ciego sin instrucción y el "indio selvático", considerado éste último como aquel que no ha tenido contacto con la civilización, por demás está considerar en este sofisma el algo grado de etnocentrismo intrínseco.

    Casi 20 años más adelante, en plena vida institucional y democrática boliviana, se realizó un importante e histórico encuentro entre los Pueblos Originarios e Indígenas, de tierras y altas, de trato de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, que fuera encabezada por los Pueblos Indígenas del Oriente y amazonía, pidiendo el reconocimiento de sus Territorios y el respeto a su Dignidad, muriendo allá la visión "agrarista" del espacio del Estado Boliviano.

    Al mismo tiempo, se consiguen tres Decretos Supremos que reconocen los territorios Indígenas, (i) para el Pueblo Sirionó 30.000 hectáreas en el Cantón San Javier, Provincia Cercado del Departamento del Beni; (ii) se reconoce y declara al Parque Nacional Isiboro –Sécure como territorio indígena Mojeño, Yuracaré y Chimán, y; (iii) se reconoce un territorio indígena para el Pueblo Chiman-Tsimane, con una superficie de 392.220 hectáreas, reconociéndose además un Territorio Indígena Multiétnico de 352.000 hectáreas para los pueblos Chimán, Mojeño, Yuracaré y Movima.

    De hecho esta movilización se constituye en la más importante para los Pueblos Indígenas de Bolivia, puesto que a partir de entonces se han suscitado una serie de cambios y como parte de las políticas de Estado, donde la justicia social deberá ser prioritaria, y los actores del desarrollo éstos conglomerados.

    "Ha sido una lucha, que se ha tenido para ser escuchados, incluso en la Constitución Política del Estado han un artículo que nos reconoce… pero a partir de la marcha que hubo de los Pueblos Indígenas, como una reivindicación por un reconocimiento ahora es diferente…"16

    Se podrán distinguir entonces, una serie de instrumentos jurídicos, promulgados y suscritos en bien de los Pueblos Indígenas:

    • Como marco del Derecho Internacional se tiene el Convenio 169 de la OIT de 1989, y el reconocimiento del mismo por parte del Estado boliviano según Ley Nº 1257 de 11 de julio de 1991.
    • Artículo Primero de la Constitución Política del Estado (CPE) reconociendo el carácter multiétnico y pluricultural del país.
    • Artículo 171 de la CPE, reconociendo personalidad jurídica de las comunidades indígenas y el ejercicio de funciones de administración y aplicación de normas propias como solución alternativa de conflictos, sin contravenir la CPE y las leyes.
    • Convenio sobre la diversidad biológica de 10 de julio de 1992 a nivel de las NN.UU., con reconocimiento del Estado boliviano mediante Ley Nº 1580 del 25 de julio de 1994.
    • Ratificación del Convenio de 24 de julio de 1992 de creación del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, mediante Ley Nº 1468 de febrero de 1993.
    • Ley de Medio Ambiente Nº 1333 del 27 de abril de 1992.
    • Ley de Participación Popular Nº 1551 del 20 de abril de 1994.
    • Reglamento de las Organizaciones Territoriales de Base estipuladas en la Ley de Participación Popular, D.S. Nº 23858 de septiembre de 1994.
    • Ley de Descentralización Administrativa.
    • Reglamentación Complementaria de las Leyes de Participación Popular y Descentralización Administrativa, con D.S. Nº 24447 de diciembre de 1996.
    • Ley de Reforma Educativa Nº 1565 de julio de 1994.
    • Ley Forestal Nº 1700 de julio de 1996.
    • Conversión de Tierras Barraqueras al Régimen Forestal D.S. Nº 25532. Octubre de 1999.
    • Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria Nº 1715 de octubre de 1996.
    • Ley de Unidades Político Administrativas (UPA’s).
    • Reglamento de la LSNRA con D.S. Nº 24784 de julio de 1997.
    • Ley de Hidrocarburos Nº 1668 de abril de 1996.
    • Código de Minería con Ley Nº 1777 de marzo de 1997.
    • Reglamento de la Decisión 391 de Régimen Común de Acceso a los Recursos Genéticos con D.S. 24676 de junio de 1997.
    • Proyecto de Ley del Catastro Rural.
    • Proyecto de Ley de Aguas.
    • Proyecto de Ley de Conservación de la Biodiversidad biológica.
    • Proyecto de Ley de Ordenamiento Territorial.
    • Normas Técnicas sobre Planes de Ordenamiento Predial, Resolución Ministerial Nº 139/97 de junio de 1997.17

    Pero el Pueblo Yuracaré ha dado pasos más sólidos en la consolidación de su presencia a nivel local y nacional, el año 1999, fue electo y posesionado el primer Concejal Indígena, ante el Municipio de Chimoré:

    "Creo que es largo y voy a tratar de sintetizar, el año 98 se creo la Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba, yo era muy joven, entusiasta por llevar la organización adelante, la organización y bueno y buscar algunas reivindicaciones de los pueblos Indígenas, eso ha sido motivo de que la gente en la organización haya ganado confianza, en mi persona, y aparece en los procesos electorales del 99, ha sido un poco difícil consensuar eso con otros dirigentes indígenas, estoy hablando con Ichilo el Chaparé y moralmente me han apoyado los compañeros del TIPNIS, hemos negociado con un partido político que es el MAS, que predomina en el trópico de Cochabamba y nos han aceptado la segunda concejalía, pero con motivos de relacionarse más con los colonizadores, por motivo de que haya llegado a la puerta como cuarto concejal. Nos hemos metido a la campaña, y la gente ha apoyado, tal vez no tanto al partido sino a la persona, de esa manera es que ahora soy Concejal". (Saúl Chávez).

    3. La Coordinadora de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba – CPITCO

    Entonces, nosotros vimos la gran necesidad de defendernos, nosotros, como PY, e hicimos una asamblea donde elegimos a un Cacique que por primera vez, fue elegido el Sr. Jerónimo Ballivián como Cacique principal, y en ese tiempo me han elegido como segundo Cacique, esto ha sido entre 1987 y hasta el año 1995.

    Había otro, este Yuracaré que en paz descanse, no se que pasó y lo han liquidado, y se quedó así porque no estábamos organizados, pero nosotros llevamos en nuestra mente y nuestro corazón que hemos perdido un hombre tan valioso como es Dn. Orlando (…)

    Desde 1987 hasta 1995, como ocho años, se vio la necesidad de reestructurar el Consejo Yuracaré, una asamblea me eligen a mí como Cacique principal, a partir del 95, hablamos de territorio, y el 96 nos convoca CIDOB, para marchar por la tierra de Santa Cruz a La Paz y nosotros participamos, puedo decir que gracias a esa marcha que pudimos ya demandar un memorial al excelentísimo Presidente de la República, entonces Gonzalo Sánchez de Lozada, y mire gracias a Dios se acepta la demanda y pudimos seguir el trámite hasta su consolidación.

    Ahora es una segunda etapa, el año 2000 nuevamente hacemos la asamblea como todavía no esta titulado, y yo estaba seguro que iba a ser titulado, entonces el pueblo mismo me elige nuevamente, con la esperanza de recibir el título, entonces el año 2000 se otorga el título, en septiembre (Teobaldo Noé).

    Según el Plan de Desarrollo con Integridad, elaborado para el Pueblo Yuracaré, cuatro Consejos Indígenas, en febrero de 1997, formaron la Coordinadora de Pueblos y Comunidades Indígenas del Trópico de Cochabamba (CPITCO), que se constituyó en la máxima instancia de representación indígena del Trópico de Cochabamba. Estos consejos son:

    1. Consejo Indígena Yuracaré (CONIYURA), formado por familias de origen Yuracaré asentados a lo largo del Río Chapare; agrupadas en 14 comunidades.
    2. Consejo Indígena de Sur (CONISUR), formado por las etnias Yuracaré y Trinitaria; asentadas en el territorio del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), fundamentalmente a lo largo de los ríos Moleto e Ichoa. El número de comunidades de este Consejo todavía no esta definido por existir en el parque dos organizaciones indígenas, una que pertenece a la regional del Beni y otra a la de Cochabamba.
    3. Consejo Indígena del Río Ichilo (CIRI), formado principalmente por la etnia Yuracaré asentadas a lo largo del Río Ichilo, en cinco comunidades indígenas.
    4. Consejo Indígena Yuquí (Consejo Yuqui), formado mayoritariamente por la etnia Yuquí [sic] y se encuentran asentados en el Río Chapare, en una sola comunidad denominada Bía Recuaté (CINEP 1998).

    Ulteriormente se afiliaron a la CPITCO otras comunidades indígenas, cuya situación se traduce en una especie de sitio debido a la colonización. Estas comunidades forman tres nuevos Consejos Indígenas, que son:

    1. Consejo Indígena Yuracaré San Salvador (CIYSS), con dos comunidades.
    2. Comunidad el Indígena Yuracaré Río Sacta (CIYRIS).
    3. Consejo Originario Indígena Progreso (CIOYP), con dos comunidades (1998)

    "Los fines y objetivos de la CPITCO, están orientados a defender los derechos e intereses de todos los pueblos y comunidades indígenas asentados en el Trópico cochabambino, además de poder crear una conciencia indígena tendiente a sensibilizar e interesar a la opinión pública, organismos de Cooperación Internacional y Gobierno sobre la importancia de la preservación de los territorios indígenas, no solo para el sustento cotidiano de sus habitantes sino para asegurarles un futuro digno con bienestar social a sus hijos" (CPITCO 2000: 18). Así mismo, la CPITCO, esta afiliada a la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) la misma que está compuesta por ocho regionales en todo el país.

    Orgánicamente cada uno de los Consejos eligen, mediante la asamblea, a sus representantes, siendo el Cacique Mayor la autoridad máxima, además se cuenta con las secretarias: Tierra-Territorio, Recursos Naturales, Salud, Educación, y Organización.

    Finalmente, mediante una gran asamblea de los distintos Consejos se eligen a las autoridades de la organización regional CPITCO, que tiene representación y participación directa ante la CIDOB, u otras instancias públicas y privadas.

    "La estructura de la organización, de la CPITCO, está compuesta por el Presidente y Vicepresidente, y por las secretarías, de Tierra-Territorio, Recursos Naturales, SAMI (Secretaria de Asuntos de la Mujer Indígena), Educación, Salud y Organización" (2000: 26).

    La CPITCO, cuenta, además, con un órgano técnico, cuya labor es el apoyo organizacional en cuanto a planes, programas y proyectos en diferentes áreas, además del sustento profesional en lo que se refiere a relaciones con instituciones públicas y privadas, se trata del Programa de Desarrollo de los Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba (PRODEPIC), este ente ha posibilitado, en poco tiempo, avances considerables, toda vez que la problemática indígena, es aún el traspatio para el Estado, respecto a otras. Esto se hace evidente en la gestión de la titulación de las Tierras Comunitarias de Origen, los Planes de Desarrollo Distrital Indígena (PDDI’s), el Plan de Manejo Forestal y el Programa de Capacitación.

    4. Las Tierras Comunitarias de Origen – TCO

    "Mire, de un principio el registro primordial era pues hacer la identificación del territorio, la georeferenciación y después teníamos que tramitar las Personalidades Jurídicas de las comunidades que están dentro de la demanda, y luego la del Consejo y con eso ya pudimos ya tener fuerza para poder exigir al gobierno, esas dos cosas han sido como sacar una muela que no está en su punto, nos ha costado harto porque como le digo, por primera vez en la historia de Bolivia pudimos tener una Ley, y dentro de esa Ley había mucho que hacer, y que gracias a Dios hemos logrado, con eso hemos logrado la titulación…" (Teobaldo Noé).

    La CPITCO, durante los últimos años ha realizado ante el Estado, los trámites correspondientes a la titulación de sus TCO’s, siendo la situación actual resumida en el cuadro siguiente:

    CUADRO 2: Extensión de los Territorios Indígenas en el Trópico de Cochabamba

    Partes: 1, 2, 3

    Consejo Indígena de Tierras Bajas o Amazonía (Cochabamba)

    Situación de Trámite de Titulación de TCO’s

    Cantidad de hectáreas

    Consejo Indígena Yuracaré

    TITULADO

    241.000

    Consejo Indígena Yuqui / CIRI

    Saneamiento

    127.000

    Consejo Indígena del Sur-TIPNIS

    Saneamiento

    250.000

    Consejo Indígena Yuracaré San Salvador

    Saneamiento

    1.700

    Consejo Indígena-Originario Yuracaré El Progreso

    Demanda en procedimiento

    276

    Consejo Indígena Yuracaré Río Sacta

    Demanda en procedimiento

    500

    Consejo Indígena Yuracaré Ivirgarzama

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