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La literatura del Siglo XX (página 3)

Enviado por Eugenia Sol


Partes: 1, 2, 3

Al ciclo de la poesía social corresponden estos tres libros: Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Los problemas colectivos y la solidaridad con las demás personas, en especial con los que sufren, son ahora los temas principales. Y acorde con su deseo expreso de llegar a la inmensa mayoría, adopta un lenguaje más sencillo y coloquial, no exento, por otra parte, de abundantes recursos estilísticos.

La última etapa de su poesía, caracterizada por la búsqueda de nuevas formas, está constituida por los libros: Historias fingidas y verdaderas (1970), conjunto de prosas poéticas, Mientras (1970) y Hojas de Madrid (1968-1979).

Gabriel Celaya (1911-1993). En la línea del existencialismo desarraigado cabe situar sus libros Tranquilamente hablando (1947) y Las cosas como son (1949), de tono deliberadamente prosaico. En los años cincuenta se convirtió en el primer defensor de la poesía social, con libros como Las cartas boca arriba (1951), Cantos iberos (1955) y Episodios nacionales (1962). En sus últimas obras se observa una tendencia hacia la poesía experimental: Campos semánticos (1971).

La poesía desde los años sesenta

Contra la fórmula de la poesía social reacciona en primer lugar un nuevo grupo de poetas que comienzan a publicar a finales de los años cincuenta. Conscientes del prosaísmo de la poesía social, se proponen como primer objetivo la renovación del lenguaje poético, con una mayor atención a los valores estéticos y formales del poema. En cuanto a los temas, sin renunciar del todo al sentido cívico y social de la poesía, predominan los de la experiencia personal y cotidiana, con un cierto tono escéptico y moral.

Los poetas más representativos de este grupo son:

.Ángel González (1925), cantor irónico y pesimista de lo cotidiano en libros como Áspero mundo (1954), Sin esperanza, con convencimiento (1961), Tratado de urbanismo (1967) y Procedimientos narrativos (1972).

.Jáime Gil de Biedma (1929-1992), que expresa con lenguaje coloquial su visión desencantada de la vida: Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1966), Poemas póstumos (1968).

José Ángel Valente (1929), maestro del lenguaje depurado y concentrado: A modo de esperanza (1955), Poemas a Lázaro (1960), La memoria y los signos (1966), El inocente (1970), etc.

.Claudio Rodríguez (1934): Don de la ebriedad (1953), Conjuros (1958), Alianza y condena (1965), etc.

Otros poetas de esta época son Carlos Barral, J. A. Goytisolo, J. M. Caballero Bonald y Carlos Sahagún.

El alejamiento de la poesía social se consolida en los años setenta con ta aparición de poetas más jóvenes, especialmente los reunidos en una antología confeccionada por J. Má Castellet y titulada Nueve novísimos poetas españoles. Entre los rasgos más destacados de esta nueva generación de poetas, nacidos todos después de la guerra, cabe citar: la influencia de los medios de comunicación de masas, particularmente el cine; búsqueda de nuevas formas de expresión, con técnicas que van desde el collage hasta la escritura automática; amplia variedad temática (lo personal, los mitos de la cultura de masas, motivos culturales, etc.); tono inconformista y provocativo a veces.

Poetas destacados de este grupo son Pere Gimferrer (Arde el mar, La muerte en Beverly Hills), Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Guillermo Carnero y Leopoldo María Panero.

A partir de los años setenta, se suceden diversas tendencias: la vanguardista y experimental, la neomodernista o veneciana, la culturalista, la clasicista, la intimista, etc. Entre los poetas más jóvenes destacan Antonio Colinas, Luis García Montero, Julio Llamazares, etc.

5.3 El teatro desde 1939

El teatro comercial

En los años cuarenta prevalece un tipo de teatro comercial, orientado exclusivamente hacia la pura distracción de un público sin demasiadas exigencias. Es un teatro convencional, aunque bien construido, con un diálogo cuidado, continuador del teatro tradicional anterior. Como la alta comedia del xix y la comedia burguesa de Benavente, es un teatro evasivo con una amable crítica de costumbres. Y siguiendo el ejemplo del teatro costumbrista de Arniches y los hermanos Quintero, es también un divertido espejo de la realidad. La acción, desarrollada en ambientes de la clase media alta, se basa en los enredos sentimentales, el humor fácil y la moralización intrascendente.

Entre los cultivadores de este tipo de teatro -aparte de Jacinto Benavente, que continuó estrenando obras con gran éxito de público hasta su fallecimiento en 1954- destacan:

.José Má Pemán (1898-1981). Antes de la guerra había estrenado varias obras de carácter histórico, en verso, como Cuando las Cortes de Cádiz (1934), Cisneros (1934) y El divino impaciente (1933), ésta sobre la figura de San Francisco Javier. Entre sus comedias, costumbristas e ingeniosas, destacan Los tres etcéteras de don Simón (1958) y La viudita naviera (1960). En la línea de un teatro ideológico y propagandístico escribió Por la Virgen capitana (1940) y Callados como muertos (1952).

.Joaquín Calvo Sotelo (1905). Escribió comedias históricas (Plaza de Oriente, 1947), comedias sentimentales (La visita que no tocó el timbre, 1950, Una muchachita de Valladolid, 1957) y dramas de tesis en los que plantea cuestiones ideológicas de gran interés: Criminal de guerra (1951) y La muralla (1954).

. Claudio de la Torre (1897-1973): Hotel Términus (1945), Tren de madrugada (1946), El collar (1947), etc.

Juan Ignacio Luca de Tena (1897-1975): Dos mujeres a las nueve (1949), Don José, Pepe y Pepito (1952), comedias costumbrista, y ¿Dónde vas, Alfonso XII? (1957), de tema histórico.

.José López Rubio (1903): Celos del aire (1950), La otra orilla (1954), La venda en los ojos (1954).

. Víctor Ruiz Iriarte (1912-1982): El puente de los suicidas (1944), El landó de seis caballos (1950).

Otros autores destacables son Edgar Neville (El baile) y, en años posteriores, Alfonso Paso (Los pobrecitos, 1957, Las que tienen que servir, 1962).

El teatro humorístico

Entre los numerosos cultivadores de este tipo de teatro destacan sobremanera dos autores: Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil y disparatado (véase pág.34), y Miguel Mihura.

Miguel Mihura (1905-1979) es autor de numerosas comedias -veintitrés en total- de humor desenfadado, en las que no falta tampoco la crítica de la realidad contemporánea. La denuncia de lo absurdo de ciertas situaciones de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz: he ahí los dos temas principales de su obra.

Su obra más importante es, sin duda, Tres sombreros de copa, escrita en 1932 y no estrenada hasta 1952. En ella se enfrentan dos mundos y dos concepciones de la vida: por un lado, el orden burgués -bien reglamentado, puritano y aburrido- y los principios establecidos; por otro, la espontaneidad, la alegría de vivir y la libertad de unas chicas de una compañía de variedades. Dionisio, en la víspera de su boda, conoce en el hotel en el que se aloja a una bailarina, Paula. Con ella descubre un mundo nuevo y libre, lo cual le lleva a replantearse sus creencias. Al amanecer, sin embargo, cuando Paula le propone marchar juntos, Dionisio, incapaz de romper con los convencionalismos, acude pesaroso a casarse con su novia. El mecanismo social ha triunfado sobre la libertad individual.

En cuanto al tratamiento escénico, Mihura rompe con el tradicional realismo, introduciendo elementos y situaciones de un humor nuevo que en muchos aspectos son un claro precedente del teatro del absurdo. Otras obras de Miguel Mihura: El caso de la señora estupenda (1953), El caso del señor vestido de violeta (1954), Sublime decisión (1955), Melocotón en almíbar (1958), Maribel y la extraña familia (1959) y Ninette y un señor de Murcia (1964).

El teatro realista de denuncia y protesta

Aproximadamente a mitad de los años cincuenta, y coincidiendo con la aparición de un público universitario y un cierto relajamiento de la

censura, surge un teatro nuevo, muy próximo a los planteamientos de la novela y la poesía social.

Los temas son los característicos de la literatura social: el testimonio crítico de las injusticias y desigualdades, la denuncia y la protesta. En cuanto a la técnica teatral, es por lo general un teatro realista, con recursos propios del sainete y ciertos rasgos tomados del esperpento.

Los autores más significaticos son los siguientes:

Alfonso Sastre (1926). Tras una primera obra de temática existencial (Escuadra hacia la muerte, 1953), su teatro se orienta hacia el realismo de intención social: Muerte en el barrio (1955), La mordaza (1954), Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955), El pan de todos (1957), La cornada (1960). De signo diferente es La sangre y la ceniza (1965), sobre el proceso de la Inquisición contra Miguel Servet.

José María Rodríguez Méndez (1925): Los inocentes de la Moncloa (1960), sobre las angustias de unos jóvenes estudiantes; Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga (1965), especie de farsa esperpéntica.

. Lauro Olmo (1922): La camisa (1962), sobre la vida mísera de unos chabolistas, La pechuga de la sardina (1963), El cuerpo (1964), etc.

Carlos Muñiz (1927): El grillo (1955) y El tintero (1961), obra neoexpresionista sobre la burocracia deshumanizada.

.José Martín Recuerda (1925): Las salvajes en Puente San Gil (1963), obra de un realismo esperpéntico.

.Antonio Gala (1936), autor de un tipo de teatro de difícil clasificación: Los verdes campos del Edén (1963), Los buenos días perdidos (1972), Anillos para una dama (1973), Las cítaras colgadas de los árboles (1974), ¿Por qué corres, Ulises? (1976), Petra Regalada (1980), etc.

El teatro de Buero Vallejo

La figura más importante del teatro español de posguerra es sin duda Antonio Buero Vallejo, nacido en Guadalajara en 1916.

El teatro de Buero, de acento trágico, se centra en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo. No faltan tampoco las situaciones y los personajes con referencias críticas a la España de su tiempo. Une, pues, lo social y lo existencial. Aparece así mismo en sus obras un mensaje ético general, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.

Formalmente, no rompe del todo con las fórmulas del teatro comercial; más bien intenta aprovecharlas para darles una dimensión y un sentido nuevos. Este planteamiento es producto de su deseo de no hacer un teatro minoritario y vanguardista, sino de acceder al gran público. Un recurso escénico frecuente en sus obras es el de los denominados efectos de inmersión, que persigue una mayor identificación del público con la historia que se está representando (por ejemplo, en una escena de En la ardiente oscuridad, protagonizada por ciegos, la sala permanece completamente a oscuras).

Su obra suele clasificarse en tres etapas:

. Primera etapa: enfoque existencial de los temas, con una técnica teatral realista. Historia de una escalera (1949) transcurre en una escalera de una casa de vecindad, por la que vemos desfilar la vida de tres generaciones de familias modestas. Todos luchan por salir de esta escalera, y todos fracasan. En la ardiente oscuridad (1950) está ambientada en una institución para ciegos. Otras obras son Hoy es fiesta (1956) y Las cartas boca abajo (1957).

Segunda etapa: predominio del enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y simbolistas, etc.). Pertenecen a esta etapa los dramas históricos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: Un soñador para un pueblo (1958), sobre Esquilache, el ministro ilustrado y reformista de Carlos III; Las Meninas (1960), sobre el pintor Velázquez; El concierto de San Ovidio (1962), situada en Francia en vísperas de la Revolución y protagonizada por un grupo de ciegos; El sueño de la razón (1970), sobre Goya. De esta época es también una de sus mejores obras, El tragaluz (1967). El drama se presenta como un experimento realizado en un siglo futuro, a través del cual se pueden captar y reconstruir sucesos ocurridos hace mucho tiempo. En este caso, dos investigadores proponen al público la reconstrucción de la historia de una familia española de nuestro tiempo. Recién terminada la guerra, esta familia se disponía a coger un tren en una estación. Pero sólo uno de los hijos, Vicente, pudo hacerlo, llevándose además con él las únicas provisiones de la familia. Como consecuencia de ello, la hermana pequeña murió. Ahora esa familia vive pobremente en un sótano, desde el que se ve la calle a través de un tragaluz. El padre ha enloquecido por el episodio de la guerra y Vicente, el único que ha logrado subirse al tren de los vencedores, vive acuciado por sus sentimientos de culpabilidad. El padre, al final, le mata en un ataque de demencia.

.Tercera etapa: contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos. Las obras más significativas son: La doble historia del doctor Valmy (1971), sobre la tortura; Llegada de los dioses (1971), con el símbolo, una vez más, de la ceguera; La Fundación (1974), situada en una celda de presos políticos, que ellos confunden al principio con un centro de investigación; La detonación (1977), cuyo protagonista es Larra.

La búsqueda de nuevas formas dramáticas

A partir, aproximadamente, de los años setenta, se produce un teatro más exigente y renovador, experimental en las formas y dirigido a un público más minoritario.

No se trata ya de un teatro realista; predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran también importancia los recursos extraverbales: sonoros, visuales, corporales, etc.

Entre los autores, pueden citarse los siguientes:

.Fernando Arrabal (1932), que escribió y estrenó en Francia la mayor parte de sus obras, a medio camino entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: El arquitecto y el emperador de Asiria, El cementerio de automóviles, etc.

.Francisco Nieva (1927), creador del llamado teatro furioso, imaginativo y simbólico: La carroza de plomo candente, El combate de Opalos y Tasia, etc.

. Manuel Martínez Mediero (1939), autor de El último gallinero y Las hermanas de Búfalo Bill.

Otros autores son José Má Bellido, José Ruibal, Miguel Romero Esteo y Antonio Martínez Ballesteros.

Mención especial merecen los grupos de teatro independiente, que actúan al margen de los circuitos comerciales y presentan un teatro fuertemente renovador y muy comprometido social e ideológicamente. Figuran entre los más destacados: Tábano, Los Goliardos, Els Joglars, La Cuadra, Els Comediants, La Fura deis Baus, etc.

En los últimos años, la característica más destacada es la variedad de tendencias:

. Un teatro de línea tradicional, representado por autores como Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano).

.Un teatro experimental y vanguardista: Alfonso Vallejo (El cero transparente).

. Un teatro realista y social, sobre temas actuales con un enfoque próximo al de la farsa o de sainete: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro), Fermín Cabal (Tú estás loco, Briones y Esta noche, gran velada).

Literatura Hispanoamericana del siglo XX

6.1 La poesía

1 El Modernismo

A finales del siglo xix y principios del xx triunfó en Hispanoamérica el Modernismo, primer movimiento autóctono de alcance internacional. (Para el Modernismo, véanse las págs. 20 y 21)

La poesía modernista hispanoamericana tiene su máxima figura en Rubén Darío (véase pág. 21).

Otros poetas modernistas hispanoamericanos son el cubano José Martí (Versos sencillos), el mejicano Amado Nervo (Jardines interiores), el colombiano Guillermo Valencia (Ritos), el argentino Leopoldo Lugones (Crepúsculos del jardín) y el peruano José Santos Chocano (Alma América).

1 El posmodernismo

La poesía que siguió al Modernismo se caracteriza por:

. Eliminación o depuración de los refinamientos formales, buscando una expresión más sencilla y directa.

. Sustitución de los temas cosmopolitas modernistas por otros más personales e intimistas.

Entre los poetas posmodernistas deben ser mencionados en primer lugar dos poetas mejicanos:

.José Juan Tablada (1871-1945), introductor del haikujaponés en la lengua española con sus libros Un día… (1919) y El jarro de las flores (1922).

. Ramón López Velarde (1888-1921), que recrea la tranquila vida provinciana y el paisaje con un tono irónico y de voluntario prosaísmo: La sangre devota (1916), Zozobra (1919).

Pero hay que incluir sobre todo en este apartado a tres grandes poetisas, creadoras de una poesía intimista, sencilla en la forma, sobre temas humanos y de la experiencia personal:

.Alfonsina Storni (1892-1938), argentina, iniciadora de una poesía de reivindicación de lo femenino: El dulce daño (1918), Ocre (1925), etc. .

Juana de Ibarbourou (1895-1980), uruguaya, autora de libros como Las lenguas de diamante (1919) o Raíz salvaje (1920).

.Gabriela Mistral (1898-1957), chilena, seudónimo de Lucila Godoy, Premio Nobel de Literatura en 1945, que supo expresar con fuerza y emoción sus sentimientos más íntimos: Desolación (1922), Ternura (1925), Tala (1938), Lagar (1957).

1 La poesía de vanguardia

Los movimientos vanguardistas surgidos en Europa a principios del siglo xx tuvieron amplio eco en Hispanoamérica.

Un adelantado del vanguardismo fue el poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948), fundador del creacionismo (véase pág. 36). Sus libros más importante es Altazor (1931).

También mantuvieron vínculos con las vanguardias tres de los más grandes poetas hispanoamericanos: Jorge Luis Borges, César Vallejo y Pablo Neruda (véase más abajo).

1 Movimientos posvanguardistas: el trascendentalismo y la poesía negrista

Bajo el rótulo de trascendentalismo suelen agruparse una serie de poetas menos interesados por las vanguardias que por algunos de los principios de la poesía pura: perfección formal, temas casi deshumanizados, etc. Los principales representantes de este tipo de poesía son los mejicanos José Gorostiza y Xavier Villaurrutia, el colombiano Eduardo Carranza y el cubano José Lezama Lima, barroco y hermético en libros como Muerte de Narciso (1937) o Enemigo rumor (1941).

La poesía negrista, mulata o afroantillana surge hacia 1930 en las Antillas, fruto de las peculiaridades étnicas y culturales de esa zona. Los temas son las costumbres, mitos y tradiciones del mundo negro o mulato, sin que falten a veces la protesta y la reivindicación social.

En cuanto a la forma, las composiciones están construidas sobre los ritmos de la danza o del son, con paralelismos y repeticiones. Se utilizan también formas tradicionales castellanas (como la décima). Es frecuente el empleo de onomatopeyas y términos y expresiones del habla de los negros.

El poeta más importante de esta tendencia es el cubano Nicolás Guillén (1902-1989). A la poesía negrista pertenecen sus primeros libros, Motivos del son (1930) y Sóngoro Cosongo (1931), con un prodigioso sentido del ritmo y un lenguaje lleno de sorpresas. El contenido social predomina en West Indies Ltd. (1934) y Cantos para soldados y sones para turistas (1937). La poesía popular vuelve a estar presente en La paloma de vuelo popular (1958), que incluye composiciones como La muralla o Elegía cubana.

1 La poesía de los últimos años

Las corrientes más destacadas, dentro de una gran variedad, son las siguientes:

o Una poesía existencialista y surrealista, con Octavio Paz como máximo representante.

. Una poesía social, comprometida políticamente, en la línea de Neruda y Vallejo. El poeta más destacado es el nicaragüense Ernesto Cardenal.

.Una poesía experimental.

Algunos de los poetas contemporáneos más conocidos son el chileno Nicanor Parra, el nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, el ecuatoriano Jorge Carrera Andrade y los mejicanos Marco Antonio Montes de Oca y Homero Aridjis.

Jorge Luis Borges

Nació en Buenos Aires en 1899 y murió en Ginebra (Suiza) en 1986. Entre 1914 y 1921 vivió en Europa, lo que le permitió entrar en contacto con las vanguardias. Precisamente durante su estancia en España se inició en el ultraísmo. Sus tres primeros libros de poesía son Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). En ellos, junto a los procedimientos ultraístas, aparecen temas como la evocación de su tierra natal y las preocupaciones metafísicas tan características de toda su obra.

Después de muchos años de silencio, volvió a la poesía con El otro, el mismo (1964), Elogio de la sombra (1969) y La cifra (1981), sobre sus temas preferidos: el destino del hombre, el paso del tiempo, la identidad humana, el misterio del universo, el mundo como laberinto, la vida y la historia argentinas…

1 César Vallejo

Nació en Santiago de Chuco (Perú) en 1892 y murió en París en 1938. Viviendo aún en Perú, publicó sus dos primeros libros, Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922).

Los heraldos negros, con alguna huella modernista, está centrado ya en los temas personalísimos de toda su obra: la preocupación por el hombre y lo humano, el dolor personal y colectivo, lo absurdo de la existencia, la protesta contra el destino, etc. En la forma, destaca el tono coloquial.

Trilce se caracteriza, en la forma, por el empleo de procedimientos vanguardistas (verso libre, ruptura con la lógica y la sintaxis, creación de palabras nuevas, juegos tipográficos, etc.). Los temas básicos son los sentimientos de angustia y de orfandad y el erotismo.

En 1924 se trasladó a vivir a París, y fruto de su experiencia europea son sus dos libros, publicados póstumamente, Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1939).

En Poemas humanos alternan los poemas en prosa y en verso. El tema general es el ser humano en el mundo, sus preocupaciones y su dolor. Formalmente, combina lo coloquial y lo vanguardista. Las quince composiciones de España, aparta de mí este cáliz tienen como fondo la guerra civil española.

Pablo Neruda

Pablo Neruda, seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes, nació en Parral (Chile) en 1904 y murió en Santiago de Chile en 1973. Fue Premio Nobel de Literatura en 1971.

Obras más importantes:

. Crepusculario (1923), su primer libro, de tono romántico.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), sobre el amor visto por un adolescente, escrito en un lenguaje apasionado

Residencia en la tierra (publicado en dos partes en 1933 y 1935), de técnica surrealista y tono sombrío: angustia existencial, mundo caótico y sin sentido, etc.

Tercera residencia (1938), que incluye una parte titulada España en el corazón, inicia el cambio de rumbo hacia una poesía impura, humanizada, comprometida con la realidad social y política de la época.

Canto general (1950), extenso poema épico en el que se cantan las tierras y los pueblos de América, su naturaleza y su historia. Es especialmente famoso el segundo canto, Alturas de Machú Picchu.

.Odas elementales (1954), canto optimista a las cosas sencillas y cotidianas y a los sentimientos elementales, con predominio de los versos cortos: odas a la madera, al tomate, a los calcetines, etc: De idéntica orientación son Nuevas odas elementales (1956) y Tercer libro de odas (1957).

.En sus últimos libros alternan los temas de inspiración social y política con las reflexiones intimistas y de la experiencia personal: Estravagario (1958), Cien sonetos de amor (1959), Navegaciones y regresos (1959), Memorial de Isla Negra (1964), etc.

Octavio Paz (México, 1914)

Los temas de su poesía, de indudable fondo filosófico y de gran perfección formal, giran en torno a la existencia humana, en su dimensión social e histórica: el tiempo y la soledad, el amor, la imposibilidad del conocimiento, la certeza de la muerte, la dificultad de la comunicación… A ellos habría que añadir su preocupación por el lenguaje y su reflexión sobre la poesía y la palabra.

Su obra poética hasta 1968 aparece recogida en tres volúmenes: Libertad bajo palabra, que recoge los poemas escritos entre 1935 y 1957, caracterizados por el lenguaje coloquial, las influencias surrealistas y los temas existencialistas.

.Salamandra, que recoge los poemas escritos entre 1958 y 1961, de lenguaje hermético, con incremento de lo irracional. Ladera Este (1962-1968). fruto de su contacto con la cultura oriental a raíz de su estancia en la India.

. A la vía experimental iniciada con Ladera Este corresponde Topoemas (1966-1968), poesía visual. Vuelta (1976) y Árbol adentro (1987), en cambio, representan una vuelta a los temas de libros anteriores.

Octavio Paz es también un excepcional ensayista: El laberinto de la soledad (1950), sobre Méjico; El arco y la lira (1956), sobre la creación poética; Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982).

6.2 La novela

La gran extensión geográfica de Hispanoamérica influye en la diversidad de las corrientes narrativas, algunas de ellas exclusivas de un país o de una región.

Suelen, no obstante, distinguirse tres grandes períodos o tendencias:

La novela regionalista, de orientación realista, dominante hasta 1945, aproximadamente.

. Los comienzos de la renovación narrativa, con el surgimiento del realismo mágico o lo real maravilloso (entre 1945 y 1960, aproximadamente).

. El boom de la nueva narrativa, a partir de la década de los sesenta.

La novela regionalista

Después de algunas tentativas de evasión modernista (La gloria de Don Ramiro, 1908, de Enrique Rodríguez Larreta; los cuentos de Rubén Darío, etc.), la novela hispanoamericana se centró en el reflejo de la peculiar realidad americana.

Atendiendo a los temas, suelen distinguirse varias corrientes:

. Novela gauchesca, sobre la vida de los gauchos en la Pampa argentina. Destaca la novela Don Segundo Sombra (1926), del escritor argentino Ricardo Güiraldes (1886-1927).

. Novela de la tierra, basada en la descripción de una naturaleza grandiosa y en gran parte inexplorada a la que el hombre se enfrenta: la selva amazónica, las grandes cordilleras, etc. Los dos grandes exponentes de este tipo de novela son el venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969), autor de Doña Bárbara (1929) y Canaima (1935), y el colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928), autor de La vorágine (1924).

. Novela indigenista, cuyo tema central es la reivindicación de la cultura india (incas, quechuas, etc.) y la denuncia de la explotación del indio por el blanco. Se trata, por lo tanto, de obras de temática social. Los autores más destacados son: Alcides Arguedas (1879-19469), con su obra Raza de bronce (1919); Jorge Icaza (1906-1978), ecuatoriano, autor de Huasipungo (1934); Ciro Alegría (1909-1967), peruano, famoso por su novela El mundo es ancho y ajeno (1941); José María Arguedas (1911-1969), peruano, autor de Yawar fiesta (1941) y Los ríos profundos (1958).

. Novela de la revolución mejicana, sobre los hechos ocurridos en México entre 1910-1920. La obra más conocida es Los de abajo (1916), de Mariano Azuela (1873-1952). Merecen destacarse también El águila y la serpiente (1928) y La sombra del caudillo (1929), del escritor mejicano Martín Luis Guzmán.

La superación del realismo

El realismo mágico o lo real maravilloso

Las características principales de esta nueva narrativa son las siguientes: .Alejamiento del simplista enfoque documental y realista.

e Incorporación de lo mágico, lo legendario y lo mítico, presentes en la realidad americana.

e Innovaciones formales, con el empleo de las modernas técnicas narrativas: monólogo interior, estructuras complejas, desorden cronológico, etc. e Predominio de las novelas de escenario urbano sobre las de la tierra y la naturaleza.

e Los autores más representativos son los cuatro siguientes:

Miguel, Ángel Asturias (1899-1974), guatemalteco, Premio Nobel en 1967. Su novela más conocida es El Señor Presidente (1946), descripción de un régimen dictatorial con técnica expresionista, surrealista y esperpéntica. Sobre la explotación bananera por compañías yanquis tratan sus novelas Viento fuerte, El Papa Verde y Los ojos de los enterrados.

Alejo Carpentier (1904-1980), cubano, que fue el primero en acuñar la expresión de "lo real maravilloso" para referirse a la novela hispanoamericana. Sus novelas se caracterizan por la riqueza de su estilo barroco y por la complejidad de las estructuras narrativas. Las principales son: Ecué-Yamba-O (1933), reivindicación de la cultura afrocubana; Los pasos perdidos (1953), sobre la oposición entre lo real maravilloso americano, situado en los paisajes de Venezuela, y el mundo racionalista y mecánico de la civilización occidental; El siglo de las luces (1962), que narra la importación de la Revolución Francesa a las tierras del Caribe y el choque entre los mundos europeo y americano del siglo xvni; La consagración de la primavera (1978), sobre la revolución castrista; Concierto barroco (1975).

Juan Rulfo (1918-1986), mejicano, autor de un libro de cuentos, El llano en llamas (1953), y de una novela no muy extensa, Pedro Páramo (1955), ambientada en un pueblo muerto habitado por fantasmas, el mítico Comala, adonde llega Juan Preciado en busca de su padre muerto, Pedro Páramo. A pesar de la brevedad de su obra -entre los dos libros no sobrepasan las 250 páginas-, está considerado como uno de los mejores narradores hispanoamericanos, particularmente por la combinación de lo real y lo fantástico y la maestría en el uso de las técnicas narrativas.

En esta época hay que situar igualmente la figura de Jorge Luis Borges (1899-1986). Borges es autor de numerosos libros de relatos, entre lo fantástico y lo intelectual, y en los cuales aparecen los mismos temas que en su poesía: el destino del hombre y su identidad (con el símbolo de los espejos), el tiempo, la eternidad, el infinito (con el símbolo del laberinto), la muerte, etc.

Destacan los títulos siguientes:

. Historia universal de la infamia (1935).

.Ficciones (1944), obra en la que se incluye, junto con otros cuentos, los reunidos anteriormente en El jardín de senderos que se bifurcan: En este libro aparecen dos de sus relatos más famosos: "La Biblioteca de Babel" y "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". e El Aleph (1949), con relatos sobre la inmortalidad ("El inmortal"), el tiempo ("La otra muerte"), etc.

El Hacedor (1960), que incluye también poemas. e El informe de Brodie (1970).

El libro de arena (1975).

Características comunes a todos sus libros son la asombrosa erudición, los continuos juegos mentales e imaginativos con el lector y la concisión en el lenguaje.

La nueva narrativa

El boom de la nueva narrativa hispanoamericana tiene su punto de partida en dos novelas publicadas en la década de los sesenta: La ciudad y los perros (1962), de Mario Vargas Llosa, y Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez.

Las características generales de esta novela, de amplio eco en todo el mundo, son:

Renovación de las técnicas narrativas.

Fusión de lo fantástico y lo real (realismo mágico).

Voluntad artística, con una marcada preocupación formal. Los autores más destacados son:

Ernesto Sábato (Argentina, 1911): El túnel (1948), sobre la incomunicación y la angustia vital; Sobre héroes y tumbas (1961), apocalíptica visión del mundo actual; Abaddón el exterminador (1974).

Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909-1994). Sus novelas, ambientadas en un espacio mítico, Santa María, relatan unas vidas mediocres y absurdas en un mundo cerrado y en decadencia: La vida breve (1950), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964), etc.

José Lezama Lima (Cuba, 1910-1976), novelista barroco y hermético: Paradiso (1966).

Carlos Fuentes (México, 1928), escritor que maneja las más variadas técnicas: La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962), reconstrucción de la vida de un hombre a partir de las últimas horas de su vida; Cambio de piel (1967), etc.

Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984). En sus libros de cuentos, lo fantástico arranca de la vida cotidiana: Bestiario (1951), Todos los fuegos, el fuego (1966), Las armas secretas (1969), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977), etc. Su novela Rayuela (1963), modelo de contranovela, puso en cuestión todas las convenciones del género: su original composición admite varias formas de lectura, rompe con la secuencia lógica de la trama y los episodios, desaparece el concepto de argumento, etc. Otras experiencias narrativas suyas igualmente experimentales en la forma son 62: modelo para armar, La vuelta al día en ochenta mundos, Libro de Manuel, etc.

Gabriel García Márquez (Colombia, 1928). Premio Nobel de Literatura en 1982, es el novelista hispanoamericano más celebrado. Comenzó publicando novelas cortas y cuentos: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961) y Los funerales de la Mamá Grande (1962). Algunos de estos relatos están ambientados ya en Macondo, el mítico escenario de su novela más famosa, Cien años de soledad (1967).

Cien años de soledad narra, a través de la saga de la familia Buendía, los cien años de la historia de Macondo, desde su fundación hasta su desaparición. El mayor mérito de la novela, aparte de la calidad del estilo, es el derroche de fantasía y fabulación, la combinación magistral de realismo e imaginación.

Otras obras posteriores de García Márquez son:

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972), volumen de cuentos.

El otoño del patriarca (1975), novela sobre el viejo tema del dictador latinoamericano.

Crónica de una muerte anunciada (1981); novela breve de técnica policiaca basada en un suceso real de amor y venganza, y cuyos temas centrales son el honor y la fatalidad del destino.

El amor en los tiempos del cólera (1985), que recrea una larga historia de amor.

El general en su laberinto (1989), sobre la figura de Bolívar.

Doce cuentos peregrinos (1992).

Del amor y otros demonios (1994).

Mario Vargas Llosa (Perú, 1936). Sus obra narrativa más importante está formada por:

. La ciudad y los perros (1962), que narra la vida tensa y violenta de un grupo de adolescentes en el mundo cerrado y opresivo de un colegio militar en Lima.

. La casa verde (1966), novela de compleja técnica sobre la historia de un burdel en la selva.

. Conversación en La Catedral (1969), original testimonio de la historia reciente de Perú.

. Pantaleón y las visitadoras (1972). . La tía Julia y el escribidor (1977).

. La guerra del fin del mundo (1981). Historia de Mayta (1984).

. El hablador (1987).

Es autor también de un libro de cuentos, Los jefes (1958) y una magnífica novela corta, Los cachorros (1967).

Otros novelistas dignos de interés son:

.Augusto Roa Bastos, paraguayo, autor de Yo el Supremo (1974).

Guillermo Cabrera Infante, cubano, autor de Tres tristes tigres (1965) y La Habana para un infante difunto (1979).

. Manuel Puig, argentino, conocido por Boquitas pintadas (1969) y El beso de la mujer araña (1976).

. José Donoso, chileno, con novelas como El obsceno pájaro de la noche (1970) y Casa de campo (1978).

. Mario Benedetti, Juan José Arreola, Alfredo Bryce Echenigue, etc.

 

 

Autor:

Eugenia Sol

 

Partes: 1, 2, 3
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