Resumen
La practica de la enfermería ginecoobsterica esta sujeta como todas las ramas de las ciencias médicas a los principios básicos de la bioética para el correcto desempeño de la misma. Pero no es menos cierto que hay aspectos de la práctica en enfermería que son más controversiales que otros en este caso esta el aborto. El presente trabajo valora los aspectos históricos y sociales del aborto y su evolución hasta la actualidad además de Contribuir al derecho libre y responsable de la mujer ante la decisión de un aborto. Para esto se llevo a cabo una extensa revisión bibliográfica. Demostrando que El aborto continua siendo un dilema social para la humanidad y que el sistema nacional de salud en Cuba cuenta con las condiciones necesarias para evitar el aborto como método anticonceptivo. Y garantiza disminuir los riesgos de esta práctica invasiva.
Introducción
Para muchas personas, tener hijos es un accidente fortuito, resultado del encuentro casual de un espermatozoide y un óvulo; entre sábanas de seda o en un jergón raído, en noches de fiesta o bajo la amenaza de un bombardeo, el amor, el deseo, la costumbre o simplemente la vida tienen exigencias inevitables. Para otros, los hijos deben ser concebidos en el momento más oportuno; cuando se creen maduros para asumir nuevas responsabilidades; cuando el nivel económico y social permite enfrentar nuevos gastos sin grandes sacrificios; o cuando se ha logrado la estabilidad física, intelectual y emocional, y se puede dedicar todo el empeño a la formación y educación de un nuevo ser, un hijo puede ser una bendición o un castigo, según haya sido concebido. Para los que durante años desesperaron por conseguirlo es un regalo del destino o de Dios, pero quien enfrenta una vida de penas y privaciones podrá dudar entre el infanticidio o el abandono.
La práctica del aborto era ya conocida muchos siglos antes de nuestra era. En los pueblos primitivos, de patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e incluso matar a sus hijos, aún antes de nacer. En esas circunstancias, el aborto no tenía carácter punible. Se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo femenino, a sus entrañas; y dado que la mujer tenía un estado de minoridad, el padre o el jefe de la familia ejercía absolutos derechos sobre el fruto de la concepción. .
El cristianismo se instaló con una apreciación rigurosa en este sentido. Doscientos años después de Cristo, se promulgaron medidas rigurosas contra la mujer sujeta a esta acción, incluyendo la pena de muerte, castigos corporales y el exilio. Este criterio se basaba en que la mujer no tenía derecho a arrebatarle al marido su descendencia, la esperanza de la posterioridad
En Cuba, la ley más antigua sobre el aborto es el código penal de 1870 que señalaba que el aborto, intencionalmente provocado, pero amparado por una causa establecida legalmente, sería considerado lícito (para salvar la vida de la madre o para evitar grave daño en su salud, violación, rapto, evitar la trasmisión de una enfermedad hereditaria).
Durante los primeros años después de 1959, no se realizaban abortos debido principalmente al éxodo de médicos especializados, y a que aumentó de forma vertiginosa el número de embarazos que exigían al máximo las capacidades médicas existentes. Además, no se tenía un concepto claro de la necesidad y la importancia de la planificación familiar como derecho individual de la población.
Como consecuencia, se observó que la cifra de mortalidad materna por aborto ilegal y debido a maniobras autoinfringidas aumentaban considerablemente, al mismo tiempo que bajaban las demás causas de mortalidad. Hubo que tomar medidas efectivas para garantizar que la mujer hiciera uso del derecho humano elemental de decidir sobre el número de hijos que deseaba tener. Se decidió crear en 1965 las condiciones necesarias de institucionalización del aborto por el Sistema Nacional de Salud.
Es importante considerar que el principal objetivo de nuestro actuar como profesionales de la salud no es el de limitar el acceso al aborto, prohibirlo o ejercer presión sobre la mujer que lo solicite, pues el derecho tiene que respetarse, es inviolable. Nuestra obligación es disminuir la incidencia de este mediante la implantación de medidas educativas coordinadas y combinadas con la accesibilidad a una amplia gama de métodos anticonceptivos para toda la población. La situación actual constituye un reto para nuestro Sistema Nacional de Salud.
OBJETIVOS
General:
Reseñar el manejo ético en la práctica del aborto
Específicos:
Valorar los aspectos históricos y sociales del aborto y su evolución hasta la actualidad.
Contribuir al derecho libre y responsable de la mujer ante la decisión de un aborto.
Desarrollo
El aborto, o sea, la expulsión del producto de la concepción cuando todavía no es capaz de sobrevivir fuera del seno materno, es tan antiguo como la propia humanidad, y ha sido permanente objeto de estudio desde diferentes puntos de vista.
Estudios estadísticos realizados han reflejado que, de cada 10 embarazos, 1 se pierde bajo la forma de aborto. (Aborto Espontáneo), con una morbilidad muy baja y una mortalidad prácticamente nula. Se considera que su etiología fundamental es la malformación del nuevo ser que va a nacer, convirtiéndose de esta forma en un hecho deseable, pero lo que hace a la interrupción del embarazo tema de discusión diaria en los diferentes medios, es la posición que se asume ante el aborto terapéutico y el que se hace por petición.
A pesar de que algo se avanza para atenuar la pena por aborto, en 1588 el Papa Sixto V proclama en una de sus decisiones (Bula Effraenautum), que todos los abortos son crímenes que se castigarían con la excomunión. Esta Bula no tuvo mucha repercusión, pero en Francia se endureció de nuevo el régimen en relación con esta práctica, y Enrique II promulgó una ordenanza donde revivía la pena capital para la mujer que abortara voluntariamente.
Los objetivos esperados no fueron logrados, el Pontífice Gregorio XIV adopta nuevamente el criterio de la animación y el alma. Posteriormente, el Papa Pío IX, suprime la distinción entre el aborto en la primera fase del desarrollo del embrión y el realizado después, promulgando la excomunión automática para toda mujer que abortara voluntariamente.
Luego en 1930, Pío XI dijo que la vida de la mujer y del feto eran igualmente sagradas, que nadie tenía el poder ni la autoridad para destruirlas. Pío XII refrendó esta argumentación dándole normas a la rigidez de la iglesia frente a este asunto del niño por nacer. Pablo VI en 1968, confirmó la misma concepción, y Juan XXIII recordó que la vida humana es sagrada desde su origen.
A fines del siglo XVIII y principios del XIX se propone la exclusión del aborto como una práctica punible. Los países abanderados fueron Francia y Alemania y se reactualizó el viejo concepto de la mujer en cuanto a disponer de sí misma, negándole autonomía al feto. En general, los principios igualitarios fueron influyendo para que la sanción fuera más racional y humanitaria, y las leyes tendían a ser menos severas. Un antecedente a este relajamiento de la severidad punible frente al aborto está dado en 1602, cuando el jurista español Tomás Sánchez, en su Tratado de Moralidad Sexual y Matrimonial, justificó la excepcionalidad abortiva en el caso de la mujer violada y embarazada.
Los ordenamientos jurídicos existentes en relación con el aborto se sitúan dentro de tres modelos:
Legislaciones totalmente permisivas, que lo consideran un asunto privado y, por ello, no requieren ordenamiento jurídico; de esta manera se desentienden del problema.
Legislaciones restrictivas, que prohíben el aborto y penalizan su práctica. Se les critica por resultar ineficaces, pues no evitan el aborto, son discriminatorias y crueles, e imponen soluciones cruentas a situaciones personales complejas.
Legislaciones liberalizadoras, que permiten el aborto en determinadas situaciones y lo penalizan en otras.
Dentro de las muy restrictivas se encuentran, por ejemplo, Chile, Haití, Panamá y Suriname, donde el aborto es ilegal en todo sentido, y también Honduras y Ecuador, países en los que la legislación es restrictiva, pero ambivalente en relación con el derecho a la vida de la mujer. Estas legislaciones establecen una barrera jurídica que muchas mujeres se ven obligadas a emigrar, arriesgando su integridad física y su vida.
Un tema tan polémico y debatido como este no llega a un acuerdo y continúa la variedad de criterios al respecto. En los años 80, la discusión sobre el aborto en Estados Unidos originó fuertes controversias públicas.
Las posiciones eran tres.
1- Los que deseaban desterrar al aborto en cualquier circunstancia (caso del movimiento en Defensa de la Vida);
2- Los que estimaban que el aborto debería practicarse a instancias de cualquier mujer embarazada (opinión del grupo favorable a la libre elección)
3- Los que restringirían la práctica del aborto a determinadas situaciones, como el riesgo grave para la salud de la madre, o cuando el embarazo fuera el fruto de la violación o el incesto.
El criterio liberal estima que el estado no tiene derecho a limitar la libertad de elección de la madre gestante. El conservador afirma que el estado no tiene derecho a secundar la destrucción del feto, implantando la legislación del aborto. Los que se hallan en una postura intermedia, pretenden que la ley arbitre garantías que impidan la práctica "irresponsable" del aborto .Estos movimientos elaboraron sus proposiciones y axiomas fundamentados sobre la base de sus ideales los cuales defendieron apoyados por personas de otros grupos religiosos, así como otras que no profesaban de ninguna religión.
El movimiento en Defensa de la Vida plantea:
Todos los seres humanos, incluso el feto que se halla en el vientre de la madre, reciben directamente de Dios el don de la vida.
La vida humana comienza en el momento de la concepción.
El aborto, en cualquier fase de la gestación, equivale a quitar la vida a un ser inocente.
El Movimiento en pro de la libre elección plantea.
Nadie tiene obligación de ser madre a la fuerza.
No hay que dar a luz a hijos no deseados.
La prepotencia masculina es la causa del rigor y la estrechez de las leyes regulares del aborto.
La libertad de la mujer depende, en última instancia, de que sea ella la que tenga pleno y libre control de su vida procreadora.
Un aborto puede provocar afectaciones psíquicas, más si su origen estriba en los aspectos frustrantes (temor a que la falta o la presencia de un hijo interfieran en la relación, dudas por la salud física y psíquica del hijo concebido, así como temor al dolor o a la muerte por el embarazo o el parto. El aborto es equivalente, en el riesgo preconcepcional, a una salida de incendios en un local inseguro: una vía de escape ante una urgencia que pone en riesgo la vida, no una solución definitiva.
Ahora bien, analizar, opinar, determinar a favor o en contra de un hecho tan maravilloso como es la procreación, no solo debe basarse su análisis desde el punto de vista biológico y social, pues se hace necesario para dar continuidad a la especie humana, sino también desde el punto de vista espiritual o sea su repercusión en la esfera psicológica, esto requiere de mucha fundamentación y de la aplicación de la ciencia y el derecho humano.
Todas las personas y todas las parejas tienen el derecho de decidir libre y responsablemente la cantidad y el espaciamiento de sus hijos y de disponer de la información, la educación y los medios de hacerlo, pero dar cumplimiento a esta regularidad en muchos países se hace difícil y a veces imposible pues, existen obstáculos culturales, económicos e institucionales que se oponen al libre ejercicio de los derechos de reproducción de las mujeres y los hombres, el desarrollo de métodos anticonceptivos modernos, aceptables y más seguros ha posibilitado un mayor grado de libertad individual y de opción para hombres y mujeres y ha realzado su capacidad para optar en materia de procreación. Los que, conscientemente, aspiran a la paternidad, se cuidarán de seguir los consejos del médico, escucharán las opiniones de los que por edad y experiencia se creerán facultados para permitírselas, acudirán a todas las consultas, se angustiarán si algo no anda bien y suspirarán con alivio cuando, por último, les informen que un niño sano ha nacido y que la madre está fuera de peligro. ¡Cuántos sustos y problemas se evitarían si siempre se pudiera planificar a los hijos!; esto se exclama a menudo, como si tal cosa no fuera posible. Solo el ser humano es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. La modernidad (o la negligencia) hace olvidar la experiencia práctica que legaron los antepasados, quienes con menos conocimientos y recursos supieron intuir los principales aspectos del riesgo preconcepcional.
En un número considerable de mujeres existe una posición un tanto ambigua en cuanto al aborto y los medios anticonceptivos, pues los utilizan indistintamente para el control de la fertilidad, lo que establece mayor posibilidad de riesgo.
No obstante, esos métodos de planificación de la familia siguen siendo inaccesibles para muchas personas que los necesitan, tanto mujeres como hombres. Se estima que al menos 350 millones de parejas en el mundo carecen de acceso a una gama completa de métodos seguros y eficaces de planificación de la familia. Un grupo importante de riesgo lo constituye los adolescentes, debido a su falta de información y de acceso a los servicios correspondientes. Las mujeres y los hombres de edad también tienen necesidades peculiares en materia de salud de la reproducción y sexual, a las que con frecuencia no se responde en forma adecuada, todo esto contribuye al incremento del numero de aborto realizados en malas condiciones, lo que representa una grave amenaza para la salud de la reproducción. Según estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud, se estima que cada año pierden la vida unas 70,000 mujeres como resultado de abortos en malas condiciones, casi todas ellas en países en desarrollo, en encuestas realizadas en más de 60 países en desarrollo indican que hay más de 100 millones de mujeres que desearían aplazar el nacimiento de su próximo hijo o dejar de tener hijos, pero no están utilizando actualmente un método anticonceptivo, si carece de acceso a la gama completa de anticonceptivos modernos y seguros, una mujer no puede ejercer el derecho a decidir libre y responsablemente el número y el espaciamiento de sus hijos, y tampoco puede salvaguardar su salud y la de sus hijos. Si se respondiera a esta "demanda insatisfecha" de servicios de planificación de la familia, se podría satisfacer los deseos de cada mujer y cada hombre en materia de reproducción.
"Los derechos humanos de la mujer y de las niñas y muchachas son parte inalienable, integral e indivisible de los derechos humanos universales. (Principio 4 del Programa de Acción de los Derechos Humanos).En defensa de Promover la equidad y la igualdad de los sexos y los derechos de la mujer, así como eliminar la violencia de todo tipo contra la mujer y asegurarse de que sea ella quien controle su propia fecundidad.
En muchos países Africanos, más de la mitad de las mujeres ya han tenido su primer hijo antes de cumplir 20 años, otras han fallecido en el intento de librarse de un embarazo usando como método los abortos en malas condiciones y ocultos, lo propio ocurre con un tercio de las mujeres en América Latina. En los Estados Unidos, cuya tasa de embarazo en la adolescencia es la más alta de los países desarrollados, una de cada cinco mujeres ya tiene un hijo antes de llegar a los 20 años.
Tradicionalmente, la mujer ha sido vista como objeto reproductivo, y se ha
disfrazado este sentido discriminatorio con el pretexto de la respetabilidad, en
nombre de una doble moral que la tiraniza. Muchos maridos piensan que pueden lograr las relaciones sexuales y la procreación por la fuerza, por eso
violan a la esposa o asumen como un deber la satisfacción sexual contra su
propia voluntad. El esposo puede creerse con el derecho de prohibir a la esposa el uso de anticonceptivos y obligarla a tener los hijos que él quiera, por lo que la lleva a realizar la planificación a escondidas.
Para un gran número de médicos, la atención preconcepcional debe estar dirigida a evitar la concepción de pacientes con riesgo. Esta primera posición se basa en un criterio benéfico, que considera la necesidad de proteger a la paciente, pero su aplicación indiscriminada limita la acción del médico a promover la anticoncepción, sin tener en cuenta las necesidades de la pareja o de la paciente, lo que establece una contradicción con los derechos reproductivos y tal vez origine violaciones del principio de equidad con carácter individual. Esta ha sido una frecuente acusación a los servicios de planificación familiar.
Cuando una persona decide asumir, contra toda lógica, un embarazo de alto riesgo, lo hace al amparo de los derechos reproductivos, que si bien se pueden subrogar por interés social, no establecen discriminación por razón de salud, y corresponde la decisión a la pareja. Esto puede ser socialmente reprobable, pero se debe reconocer que la vida no es un valor absoluto. Una actitud intransigente y represiva no mejorará las condiciones de la paciente, al contrario aumentará el estrés y los riesgos. Si existe la posibilidad de planificar acciones, se intentará atenuar los posibles daños o disminuirlos.
Los profesionales de la salud al atender la gestante que se ha decidido interrumpir su embarazo ya sea por causas terapéuticas o a petición deben procurar en su accionar el cumplimiento de los principios bioéticos de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia, los cuales deben ser aplicado no solo para el tratamiento al equilibrio biológico sino también mantener la integridad del paciente, pues el mantenimiento a la esfera psicológica tiene un significado importante en la atención al individuo.
La interrupción de embarazo puede estar originada de causa espontánea, para prever enfermedades hereditarias, o por planificación familiar que atribuye el derecho a la mujer de decidir tener hijos o no, estas situaciones, aunque con algunas similitudes, indican una expectativa diferente en la atención profesional, informar detalladamente sobre los riesgos, beneficios y derechos atribuye gran responsabilidad al equipo de salud y en especial al personal de enfermería como ente activo del proceso de comunicación, que es precisamente por el cual una persona transmite a otras sus pensamientos, sentimiento e ideas, después de haber realizado una valoración constante de la sociedad, facilita que una persona comprenda a otra, el sujeto acepte a los demás y sea aceptado, transmitir y recibir información, aceptar órdenes, enseñanzas y aprender .
Este proceso en el paciente adquiere no solo un valor en el orden social sino también un valor terapéutico. La esencia del que hacer de enfermería se resume en la satisfacción de las necesidades del hombre. Nadie puede ser feliz en la ignorancia y mucho menos de lo que acontece con su propia salud, el paciente solo estará satisfecho cuando conozca todo cuanto desee de su salud ó su enfermedad.
Es importante hacer uso del concepto de autonomía y consentimiento informado, la responsabilidad real es informar claramente sobre el proceder que se le va a realizar, sus beneficios o perjuicios así como las ventajas o desventajas de hacerlo o no hacerlo.
En nuestro país un ejemplo evidente de esto lo constituye el accionar para la prevención de las enfermedades hereditarias, que actualmente se realiza por dos métodos: la consulta de consejo genético (que termina muchas veces en la aplicación de medidas anticonceptivas) y el diagnóstico pre-natal (que lleva en ocasiones a la interrupción del embarazo). En ambos casos el genetista y la enfermera están en la obligación de ofrecer a la pareja toda la información necesaria, de manera clara y en forma oportuna, haciendo énfasis en los beneficios, riesgos y costos de cada una de las conductas posibles, recomendando la que a su juicio sea la mejor; pero en cualquier caso corresponde a la pareja, única y exclusivamente, el derecho y deber de expresar, sin compulsión alguna, la conducta que han elegido.
Si bien en Cuba se detectan la mayoría de los defectos del cierre del tubo neural por la determinación de los niveles de alfafetoproteínas en la sangre materna o el líquido amniótico; y es también posible el diagnóstico de la anemia falciforme, el síndrome de Down y otras malformaciones, sólo corresponde a la pareja el decidir si se hacen o no las pruebas diagnósticas, una vez recibida la
correspondiente información acerca de los beneficios que ello entraña. Tanto el realizar la prueba diagnóstica sin el consentimiento de la pareja, como el utilizar algún método compulsivo para lograr su aquiescencia, sería una flagrante violación de carácter ético, al desconocer la autonomía de la pareja, es decir, su derecho a elegir libremente la conducta a seguir.
En muchos países, el convenio médico-paciente se ha convertido en un contrato, la profesión se ha vuelto un negocio y los pacientes no son más que estructuras biológicas que provocan un flujo de dinero, pero muchos profesionales continúan colocando los intereses de los pacientes por sobre el interés financiero propio y desean ver los logros médicos mejor distribuidos en la sociedad. Los valores sociales determinan los valores del profesional
Un gran problema es la comunicación, la relación interpersonal entre médicos y pacientes, ya que algunos profesionales intentan influir sugestivamente sobre el paciente, o tratan de hacerle aceptar de forma pasiva los elementos que consideran prudente exponer, sin valorar el derecho que tiene a emitir su propio criterio y discutir opiniones, lo que significa un reto a la autonomía de las pacientes. Otros se limitan a informar los riesgos y dejan a la persona asumir por sí sola la decisión, lo que es propio del modelo defensivo anglosajón, al que no se considera válido de acuerdo con los intereses de la sociedad.
La mediación es una negociación asistida, en la cual se persigue que las partes entiendan el proceso y participen de él por medio del consentimiento informado. La mediación interviene más en la conducta de los actores, que sobre la estructura del conflicto. Los pacientes deben conocer sus derechos, y exigir que los servicios y prestadores de salud los respeten en cualquier circunstancia. Esto resulta dilemático cuando se trata de personas aquejadas de retraso mental o enfermedades psiquiátricas, en los cuales deberá definirse la capacidad para tomar decisiones, como elemento determinante a la hora de seguir una conducta, por encima de cualquier consideración social o familiar.
La justificación primaria del consentimiento informado está en el principio de la autonomía. Hay un deber moral de obtener el consentimiento válido porque la parte consentidora es una persona autónoma. Nadie tiene derecho a decidir por ella, ni en nombre de posturas paternalistas y mucho menos autoritarias.
El personal de salud jerarquiza, desde tiempos de Hipócrates, los principios de no dañar y de beneficencia en su ejercicio profesional, sin embargo, a partir de la década de los años setenta con el aporte de Potter, y posteriormente Beauchamp y Childress, se han incorporado elementos nuevos en las reflexiones de carácter ético, especialmente relacionados con los dos principios que incorpora la Bioética: la autonomía y la justicia.
Respecto al primero, la autonomía, cierto es que su concepto varía en relación con las posiciones filosóficas que adopte, tanto el sujeto que la ejerce o defiende su derecho a ejercerla como el que le reconoce el referido derecho. De ahí que autonomía pueda definirse como libertad de elección; derecho o capacidad de elegir por uno mismo; derecho a crear la propia posición moral, aceptar la responsabilidad de su actuar, Ahora bien, la autonomía o libertad de la persona puede entrar en contradicción, en algún momento, con la de la familia a la cual pertenece, o con la de la comunidad de la cual forma parte, e incluso con la de la sociedad en su conjunto. En estos casos resulta útil recordar que la libertad tiene límites, tanto para los filósofos idealistas (el límite lo establece Dios) como para los materialistas (el límite lo establece el derecho de los otros a ejercer su propia libertad y el respeto al bien de la comunidad) y en correspondencia con esos límites establecidos por la religión o la sociedad se podrá enfocar el análisis ético del problema en cuestión.
En la mayoría de los casos, al analizar esta problemática, se coloca el filósofo o el profesional de la salud ante una categoría más abarcadora aún que la autonomía, que es la integridad del paciente, la cual incluye el respeto a su individualidad y a su derecho de libertad de opción; pero en este caso está obligado a reconocer la existencia de la integridad del paciente y también del profesional de la salud actuante, en nuestro caso de la enfermera, y que tanto el paciente como la enfermera son personas que tienen sus propios patrones morales, elaborados a partir de sus propias posiciones filosóficas.
Estos aspectos realmente no se cumplen en algunas sociedades donde el ejercicio de la medicina tiene un carácter mercantil, pues los factores económicos y sociales son elemento limitante para la atención médica a las mayorías, no siendo así en nuestra sociedad donde el hombre es el centro de los problemas y objetivo de todas las acciones, la medicina tiene un carácter humanista y todas las condiciones existen para que se respeten estos principios.
Se consideró un progreso para la mujer el hecho de que en nuestro país se incluyera El aborto en el código penal (1870) que señalaba que el aborto, intencionalmente provocado, pero amparado por una causa establecida legalmente, sería considerado lícito, esto contribuyo a disminuir la culpabilidad de la mujer, pero a los efectos biológicos y de integridad los resultados no satisfacen la expectativa femenina como ser social.
Hoy afortunadamente en nuestro país, gracias a los programas de la revolución en función de la salud del pueblo tenemos un programa Materno Infantil que dentro de sus principales controles y consultas tiene la de planificación familiar a la que el derecho es colectivo y gratuito, y por consiguiente la aplicación de los métodos incluidos en esta forma de organización de la procreación, así como la atención al adolescente y la aplicación intersectorial en función del mejor estado de salud de la población, no obstante por los resultados obtenidos con relación al numero de aborto y causa correspondiente, consideramos que continúa siendo utilizado incorrectamente como un método de control de la natalidad, por lo que debemos continuar e incrementar la promoción de salud, trabajar en función de la educación de la población y mas específicos en la mujer en edad fértil, para evitar el uso del aborto como un método anticonceptivo, pero a su ves tener todas las condiciones creadas tanto en recursos materiales, institucionales y de recursos humanos preparados científica y moralmente para enfrentar aquellas ocasiones en que el aborto esté plenamente justificado, ya sea por razones biológicas, psicológicas o sociales. Sobre la base de diagnósticos más científicos de la salud femenina y el respeto a los derechos reproductivos, que son equiparables a los principios de dignidad individual, equidad y no-discriminación, participación y solidaridad.
Los principios éticos implican obligaciones concretas por parte de los profesionales, las personas y grupos de población. La libertad de elección, como se ha señalado en repetidos ocasiones, constituye el elemento central en las decisiones ante el riesgo preconcepcional, ya que demuestra respeto por la dignidad e intimidad de la pareja, y permite obtener el consentimiento informado de acuerdo con las normas éticas.
Corresponde a los profesionales de la salud hacer que se cumpla los aspectos éticos legales que se han puesto de manifiesto en relación al aborto, uno de los dilemas que más afectan a la mujer a nivel mundial por su repercusión psico- social, en Cuba donde la interrupción de la gestación en el primer trimestre solo se encuentra limitada a los deseos y libertad de la pareja en la planificación de su descendencia, el éxito está, en la continuidad de las acciones establecidas y orientadas en función de la cultura sanitaria de la pareja y en especial a la mujer en materia de planificación de la familia y de la atención integral de la misma, con un mayor nivel de conocimientos e incorporación a la sociedad, será capaz de tomar decisiones mas responsables con relación al uso de esta practica , las cuales serán respetadas como resultado de un proceso de intercambio sistemático, sobre la base de los principios éticos – bioéticos y revolucionarios en los que somos formados los profesionales de la medicina Cubana.
Conclusiones
El aborto continua siendo un dilema social para la humanidad No se incluye legalmente en todos los países. La iglesia mantiene una postura absoluta en contra del aborto. El sistema nacional de salud en Cuba cuenta con las condiciones necesarias para evitar el aborto como método anticonceptivo. garantiza disminuir los riesgos de esta práctica invasiva, y autoriza el aborto en la planificación familiar y con fines terapéuticos logrando disminuir la incidencia de morbimortalidad materna – infantil. Se hace uso inadecuado del aborto como medio de regulación de la natalidad. No en todos los casos se hace uso correcto los aspectos éticos y bioéticos con relación a la práctica del aborto, lo que interfiere en la integridad de la mujer.
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Autor:
Olga Lidia González Rodríguez
Midiala Amador Toledo
Yoanna Blanco Beato
Grisel Cruz Casanova
*Prof. Msc. Lic en Enfermería
** Prof. Msc. Lic. en Enfermería
*** Prof. Msc. Lic. en Enfermería
**** Lic. en Enfermería
FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS ARTEMISA
ARTEMISA
2012