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El pañuelo del desconsuelo

Enviado por epolo


    1. Resumen
    2. "El pañuelo del desconsuelo"
    3. El Área de Libre Comercio para las Américas
    4. La verdadera América Latina
    5. El ALCA al desnudo

    Resumen

    Con la presente investigación pretendemos demostrar como el Área de Libre Comercio para las Américas no es más que otra de las vías que ha esgrimido el imperio para lograr sus objetivos anexionistas, partiendo de su deseo de adueñarse y dominar la región latinoamericana, presente desde el siglo XIX en su política expansionista. Al hacerlo propugna un esquema de "felicidad" para la América Latina, que es preciso desmentir, para así mostrar a este engendro neocolonialista en su ilimitada labor de favorecer una amplia crisis en la región y lograr someternos a los deseos del amo norteamericano.

    Para alcanzar esta dominación, encontramos otros procesos junto al ALCA, como es la dolarización, al parecer separados, pero muy unidos en su propósito de dominación económica en nuestra área emergente.

    Muchas voces se levantan hoy en contra de tan viciado acuerdo, solo es necesario que se hagan más fuertes y duraderas. La situación de la América Latina nos exige una salida más decorosa, justa e igualitaria, en la que se logre la plena concreción de los derechos humanos, y constituya una verdadera alternativa hacia un mundo mejor, que es posible.

    "El pañuelo del desconsuelo"

    La fórmula de la nueva "panacea" americana, se viste con un traje moderno dentro de un cuerpo y un espíritu de vetusto camuflaje, más a pesar de seguir existiendo hilos y marionetas, hay muchos más ojos, antes dormidos y hoy abiertos, en caras tan disímiles, como las etnias, los diferentes estratos sociales y en las propias transformaciones gubernamentales. Por eso, como malos guiones para teatro, las versiones se agotan pero no convencen.

    Desde 1889, cuando el movimiento panamericanista se encontraba en sus albores, el Secretario de Estado Norteamericano, James Blaine, presentó la propuesta a sus colegas del hemisferio sobre la creación de una unión aduanera que abarcara todo el territorio continental, pero en esa oportunidad la iniciativa no prosperó, debido, en su mayoría, a la oposición de los países del Cono Sur, que veían en dicho proyecto una gran amenaza para el florecimiento de sus nacientes industrias manufactureras, y un instrumento para perpetuar una injusta división del trabajo.2

    A partir de entonces se han sucedido varios intentos de anexión de Latinoamérica a los Estados Unidos, siendo uno de esos momentos cumbres la guerra hispano-cubano-norteamericana y en la cual se auto premian con Cuba, Islas Guam y Puerto Rico y se convierten en los barones del carbón, el petróleo y el acero, dominando económicamente la región. Así, el último engaño que han podido engendrar es el que conocemos como Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

    1. El Área de Libre Comercio para las Américas.

    Los orígenes del ALCA, vista esta última como proceso de diálogo hemisférico tendiente a la negociación de un tratado de libre comercio continental antes del año 2005, se remontan a junio de 1990. Fue en ese momento que el entonces presidente George Bush lanzó su "iniciativa para las Américas". Ciertamente, el ALCA no es sino la continuación de dicha propuesta norteamericana, por lo que sería casi imposible concebirlo sin relacionarlo con la misma.

    Luego, con la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el liberalismo salvaje tomó nuevos aires, y el escenario político internacional se vio modificado por el surgimiento de bloques económicos regionales interdependientes, dando paso al proceso denominado globalización.

    Si bien es cierto que la globalización3 significó la informatización planetaria, la expansión exponencial de los intercambios comerciales y la aceleración del cambio tecnológico, no fue la panacea ni el fin de la historia que el discurso ultraliberal profetizó. Las diferencias entre los países del centro y la periferia, lejos de achicarse, se agrandaron. La concentración empresarial reforzó esa tendencia, aumentó la desigualdad y la exclusión, tanto en los países centrales como en los periféricos, la desaceleración del crecimiento económico y la hipertrofia financiera provocaron la crisis del estado moderno como tal.

    La nueva confrontación imperialista que surge entre la Unión Europea, el Bloque del Pacífico y los Estados Unidos de América (los dos primeros, bloques regionales de gran importancia) es lo que motiva a este último a impulsar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN o NAFTA, en inglés (North America Free Trade Agreement), primero con Canadá en 1990, luego acordando el ingreso de México en 1994, y finalmente, en diciembre del mismo año, en la Primera Cumbre de las Américas realizada en Florida, al plantear como objetivo la creación del ALCA.

    El ALCA sería el acuerdo de comercio más grande del mundo. Integrado por 34 países de América Latina -menos Cuba- con unos 800 millones de habitantes y un PIB de 11 billones de dólares, con una asimetría entre los Estados Unidos y el resto de los países de América enorme, toda vez que el PIB estadounidense representa más del 75% de todo el hemisferio. La diferencia de escala de las economías es alarmante: el PIB de los Estados Unidos es 16 veces mayor que el brasileño y 25 veces mayor que el mexicano. Este acuerdo prevé la liberalización progresiva de aranceles a partir del 2005 y eliminar todas las barreras aduaneras y proteccionistas.

    La decisión de crear el ALCA se planteó en la Primera Cumbre de las Américas –auspiciada por la Organización de Estados Americanos- celebrada en Miami, Florida en 1994 y contó con la aprobación de los treinta y cuatro jefes de Estado y de Gobierno participantes. En esa ocasión se firmó un acuerdo que proyectaba la formación de un mercado único para todo el continente, con el objetivo central de eliminar progresivamente las barreras arancelarias que obstaculizan el comercio y las inversiones.

    En la Segunda Cumbre de las Américas efectuada en Chile en 1998 se tomó la decisión de poner en marcha las negociaciones del ALCA, conforme a lo aprobado en la Cumbre de Miami.

    Durante la primera y la segunda reuniones de ministros de los países firmantes del ALCA, efectuadas en 1995 y 1996 respectivamente, se acordó establecer un total de doce grupos de trabajo, los cuales recibieron las denominaciones siguientes: acceso al mercado; procedimientos aduaneros y reglas de origen; inversión; subsidios, derechos anti-dumping y compensatorios; normas y barrearas técnicas al comercio; medidas sanitarias y fitosanitarias; economías más pequeñas; servicios; política de competencia; derechos de propiedad intelectual; compras del sector público; solución de controversias. Además se estimó necesaria la creación de grupos de estudios sobre la protección del medio ambiente y los derechos de los trabajadores.

    En la cuarta reunión celebrada en San José de Costa Rica en 1998, la tarea esencial fue elaborar las recomendaciones que delimitaran los objetivos de la estructura y organización para el proceso de las negociaciones del ALCA. Se decidió que los principios rectores en las negociaciones del ALCA estarían regidos por las reglas siguientes:

    1.- Las decisiones se aprueban por consenso, lo cual crea una situación de desventaja para los países más atrasados o para los que queden en minorías.

    2.- Las negociaciones tienen que cumplir con el principio de transparencia (esta cuestión se encuentra en un nivel muy bajo de cumplimiento).

    3.- Los acuerdos a que se arriben sobre el ALCA no pueden contradecir ni violar las normas y disciplinas establecidas por la Organización Mundial del Comercio.

    4.- Se instituye que el ALCA constituirá un compromiso único, o sea, no se llegará a un acuerdo final sin la aprobación de todos y cada uno de los participantes.

    5.- Se define que el ALCA no impedirá a los países contraer otros acuerdos bilaterales y subregionales del continente siempre que no sobrepasen los derechos y obligaciones del acuerdo.

    6.- Se plantea que se brindará especial atención a las economías más pequeñas para asegurar su participación plena en el acuerdo. Sin embargo, en septiembre del 2001, los Estados Unidos plantearon que no era necesario darles trato preferencial alguno.

    En el año 2005 los gendarmes prevén que el ALCA alcanzará 34 países, de ellos, 26 son pequeñas naciones que, de lograrse el acuerdo, se verán con serias dificultades para defender sus intereses nacionales. Las ofertas son aparentemente halagüeñas pero el desigual desarrollo económico de los signatarios, sobre todo del promotor, hace notablemente diferentes los beneficios y la inclinación de la balanza a favor de la primera potencia económica del mundo. Así, en la medida en que se avanza en las negociaciones que darán paso a la aceptación del acuerdo, la América Latina se sume toda en desesperación y olvido.

    2. La verdadera América Latina.

    En los últimos 20 años la situación de la región se ha agudizado de manera sorprendente, si tomamos en cuenta que para los inicios de la década de los 80 del siglo pasado, según estadísticas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas, el 39% de los latinoamericanos eran pobres, cuando apenas el neoliberalismo comenzaba a tomar fuerza en esos países, y a sentirse sus políticas de abstencionismo estatal en las diferentes esferas de su vida socioeconómica.

    Sin embargo, en los inicios del nuevo siglo XXI, el 44% de la población del subcontinente pasó a formar parte de la lista negra de la pobreza. Las cifras anteriores se traducen en que 224 millones de personas son pobres, y de estos, 90 millones se encuentran en el extremo mínimo de la pobreza, o sea, en la indigencia. Luego de dos décadas de políticas neoliberales encontramos en la región la distribución más injusta y desigual de los ingresos, si se tiene en cuenta que el 20% más rico de la población latinoamericana recibe un ingreso que es 19 veces mayor que el 20% más pobre.

    El 9% de la población de la región sufre el desempleo. De 100 empleos, 85 se ubican en el sector informal del trabajo, del que se obtiene muy escasos beneficios, debido a los bajos salarios, a la nula protección de los derechos laborales y a la inexistencia de sistemas de seguridad social. En la salud repercute con fuerza la crisis neoliberal, si analizamos que las elevadas cifras de mortalidad infantil alcanzadas en la región ascienden a la de 35 por mil nacidos vivos. En cuanto a la educación, es de significar que el 13% de la población latinoamericana (más de 70 millones de personas) es analfabeta, más de 40 millones de niños se encuentran en estos momentos sin posibilidades de asistir a las escuelas, y 150 millones de latinoamericanos no pasan del tercer grado como nivel de escolaridad. A todo esto se suman lo altos niveles de trabajo infantil, violencia, discriminación, delincuencia juvenil, prostitución y el consumo de drogas.

    La aplicación de políticas neoliberales ha sido, como se ha dicho antes, la causa fundamental de que la América Latina haya desembocado en la problemática sociopolítica que estamos abordando, como consecuencias, entre otros factores, del debilitamiento del papel de Estado como eslabón fundamental del sistema político de la sociedad encargado de las principales decisiones políticas, de la ola de privatizaciones que afectan a sectores importantes como son los de abastecimiento de agua, gas, electricidad y otros, a cuyos servicios no todos pueden acceder al no poseer recursos para abonar las tarifas correspondientes, afectándose en gran medida las condiciones primarias de vida de la población.

    De lo anterior se infiere que en la actualidad se vislumbre un sombrío panorama en materia de práctica, protección y defensa de los derechos humanos en la región, los que se encuentran en una situación generalizada de franco y conmovedor deterioro, aún cuando se regulan y amparan en las diversas Constituciones latinoamericanas, poniéndose de manifiesto una vez más las diferencias abismales derivadas de la existencia entre la constitución formal y la material.

    No se garantiza la tutela legal de los Derechos Humanos debido a la falta de la correspondiente legislación complementaria, ni se aplican los contenidos normativos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948, de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (ambas aprobadas por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas) ni de otros tantos instrumentos jurídicos internacionales adoptados sobre el tema.

    3. El ALCA al desnudo.

    El ALCA nos recuerda al viejo cuento infantil del lobo disfrazado de oveja, al presentársenos como la mesiánica oportunidad que impulsaría un desarrollo integral y vertiginoso para las naciones latinoamericanas, con vistas a facilitar amplias relaciones comerciales y de intercambio entre nuestros países, sin exhibir que tras su máscara se esconden verdaderas y marcadas pretensiones anexionistas sobre las débiles economías del área por parte de los Estados Unidos de América.

    Podría parecer el ALCA, la vía a través de la cual los países de América Latina verían abiertas sus puertas a la comercialización de sus productos; sin embargo persigue en lo fundamental, afrontar la crisis energética que ya se cierne sobre los EE.UU., si tomamos en cuenta que sus reservas petroleras están calculadas hasta el año 2010. De esa forma trataría de asegurarse de la tercera reserva de petróleo del mundo (Venezuela) y el 11% de las reservas mundiales donde se produce cerca del 15% del crudo que se extrae en el planeta, y contar con los grandes yacimientos de recursos naturales localizados en la región, esto es, cerca del 6% de las reservas internacionales de gas natural, grandes reservas de carbón mineral –suficientes para unos 288 años de explotación- y abundantes recursos hidroenergéticos, calculados en el 20% del potencial mundial de trascendental importancia para el desarrollo de su industria.

    El ALCA fue diseñada para crear un ambiente de ganancias para las corporaciones e inversionistas, mientras que se ignoran los problemas críticos que confrontan hoy las Américas.

    No es este acuerdo otra cosa que la extensión del NAFTA a toda América. Si en México hubo que hipotecar el petróleo y otros recursos ante el agobio de la descomunal deuda externa, multiplicada por los descalabros financieros que han provocado los especuladores de Wall Street, las consecuencias en América Latina serían aún más devastadoras, pues se agudizaría la competencia entre las regiones pobres del continente.

    Es obvio que uno de los pilares del ALCA promovida por los Estados Unidos, aunque se oculte en las negociaciones, es el avance, sin límite alguno, en la privatización y desregulación de los sectores energéticos, y en el desplazamiento total de los estados nacionales en el manejo de este sector.

    Con el ALCA habría que olvidar cualquier proyecto de cooperación energética regional, que ayude a paliar agudos problemas socioeconómicos que se relacionan con el encarecimiento del petróleo, como por ejemplo el hecho de que el 30% de la población latinoamericana carezca de servicios de electricidad.

    Si el proceso privatizador que el ALCA llevará a sus extremos, concentrara al máximo en manos norteamericanas el control de la exploración, explotación y distribución de la energía latinoamericana y caribeña, la vulnerabilidad energética se convertiría por sí misma en otro instrumento decisivo para que el imperio asegure la recolonización de toda la región.

    Además, este acuerdo de libre comercio parte de dos premisas falsas: la ficción del acuerdo entre "estados iguales", en su industria, tecnología, ciencia, etc, cuando en realidad es evidente que los estados latinoamericanos no presentan las mismas condiciones de desarrollo; y el "libre comercio", ya que el acuerdo solo será libre para los grandes capitales. Es importante resaltar que el ALCA está presidido por los principios teóricos del neoliberalismo vigente, el cual establece que el libre comercio proporciona el crecimiento de los ingresos, del empleo y de la productividad.

    Cuando se analizan los requerimientos y las condiciones básicas que deben existir para que fructifiquen tales principios se observan serias contradicciones, como por ejemplo el hecho de que se afirme que el libre comercio permite ampliar los mercados, los hace más competitivos, libre de regulaciones, sin distorsiones en los precios e incentivos, etc., lo que debería manifestarse en un aumento de los flujos del comercio exterior.

    Pero la práctica ha demostrado que no siempre a mayor apertura comercial habrá un aumento en el crecimiento económico, porque las diferencias en los niveles de desarrollo entre los países industrializados y atrasados son abismales y el intercambio desigual anula el poder de compra de las exportaciones.

    También se plantea que el crecimiento de la demanda del mercado, acompañado de una mayor apertura comercial, promoverá un fuerte incentivo para fomentar y ampliar la base productiva, lo que se traduciría en incrementos de la demanda de fuerza de trabajo. Pero las empresas trasnacionales han absorbido la producción industrial local y no han creado efecto de arrastre en la infraestructura económica, lo que unido a la invasión de los productos industriales y agropecuarios a bajo costo, han arruinado a los productores nacionales, provocado desempleo a gran escala y, por ende, miseria.

    No podemos dejar que se nos proyecte el mismo espejismo de las fórmulas neoliberales. Se erguían como la salvación de las economías latinoamericanas y sus nefastas consecuencias sociales, ni siquiera proporcionales a los restrictivos resultados económicos, las han hecho insostenibles.

    Es evidente que el ALCA no se proyecta como un instrumento al servicio de la prosperidad y el mejoramiento de los niveles de vida de los pueblos que viven en la miseria, sino para favorecer exclusivamente al capital transnacional. Sin embargo, y pudiera decirse que con verdadera prisa, los gobiernos centroamericanos negocian un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, CAFTA, por su sigla en inglés (Central American Free Trade Agreement), en lo que para Washington constituye la antesala y prototipo deseado del ALCA.

    Aderezado ante sus pueblos como meta imprescindible para resolver los acuciantes problemas nacionales, el proyecto ganó en aceleración luego de que el Congreso estadounidense aprobara en agosto del año 2002 el fast track, facultad otorgada al presidente George W. Bush para establecer acuerdos comerciales con terceros países. El sentido de este Tratado de Libre Comercio con Centroamérica es el de apresurar las discusiones y sentar un precedente al ALCA, cuando crecen en el continente las voces que alertan o se oponen a este proyecto neocolonizador. Ya se había dicho que, respecto al ALCA, Estados Unidos no abre completamente sus mercados, sigue subsidiando la agricultura y mantiene tarifas arancelarias que inhiben futuras incursiones en sus mercados, lo que sirve para ilustrar lo que se avecina en América Latina respecto a la nueva vinculación que se establecerá. La asimetría es tal entre las partes que difícilmente América Central tendrá real capacidad competitiva.

    Voces costarricenses cuestionan la velocidad con que tienen lugar las negociaciones, con vistas a su firma para fines de este año (2003), y han criticado el hecho de que este Tratado esté discutiéndose sin que haya un mandato del pueblo. Es evidente que este hecho limita todavía más a los estados nacionales en su capacidad y prerrogativas de establecer políticas con sentido social.

    El hecho de que las autoridades del istmo se adelanten al resto del continente, lejos de mostrar unidad o fortaleza, pudiera ser o es un indicio de que Washington se abalanzó sobre el eslabón más débil, y alista para Latinoamérica un futuro de gran atadura y subordinación, que luego con el ALCA y la dolarización4, intentará extender a toda América Latina.

    Aunque la dolarización5 no figura como uno de los objetivos explícitos del ALCA, sí es otra amenaza que pende sobre toda la América, y es un proceso que favorece y cataliza la aceptación del proyecto. El ALCA va más allá de la actualización de la Doctrina Monroe…"América para los (norte) americanos"…, e incluye la intervención militar directa con el Plan Colombia6 y la dolarización7 de América Latina y el Caribe para garantizar la estabilidad económica y la gobernabilidad de la región.

    El ALCA no es la vía capaz de garantizar el desarrollo sostenible en América latina y el Caribe, si no un catalizador, que junto a su hermano proceso de dolarización, tributa a las pérdidas de las soberanías nacionales.

    Con la imposición de medidas de corte neoliberal, propugnadas por los "más fieles" defensores del ALCA, que incidirían en un plazo corto e inmediato en los recortes de los gastos sociales (salud, educación, seguro social, alimentación, etc.) así como la renuncia de funciones vitales para la sociedad por parte de los estados. Los sectores más vulnerables de América Latina – y nos referimos a más de la mitad de su población- verán reducidas sus posibilidades para potenciar una vida plenamente digna, sueño aún irrealizable para muchos.

    En esta compleja situación, los gobiernos latinoamericanos están a punto de contraer una trascendental responsabilidad con sus respectivos pueblos, al firmar acuerdos inconsistentes, sin garantías para impulsar el desarrollo y eliminar el intercambio desigual, arrastrados por presiones políticas y falsos compromisos que están muy lejos de cumplirse. En consecuencia esto implicará una entrega incondicional de sus respectivas economías al capital transnacional, lo cual conducirá a una creciente depauperación de la economía interna y dependencia total externa y, por tanto, debilitará el poder de las naciones hasta su depauperación.8

    El proyecto del Área de Libre Comercio para las Américas está presidido por los principios teóricos del neoliberalismo vigente, por lo que su aceptación traería consigo varios efectos de índole social, a saber:

    • Las crisis económico-financieras y sus impactos recesivos intensifican el desempleo y el subempleo.
    • La transformación operada en la industria incide de forma negativa en la formación y consolidación de las relaciones laborales.
    • Eliminación de la seguridad social, por el impacto recesivo de las crisis económico-financieras y el aumento del déficit fiscal.
    • El desempleo y el subempleo y la eliminación de los subsidios condicionan el nivel de vida de la población.
    • Al fomentarse la propiedad privada, su consecuencia fundamental, la distribución desigual de los ingresos, deviene en aceleración de los niveles de pobreza.
    • Al imponer el neoliberalismo económico, amenaza con destruir el medio ambiente. Todo el bio-sistema latinoamericano corre ya grave peligro, los proyectos como la privatización del agua, o la disposición de las riquezas minerales, implican un verdadero riesgo para la población.

    Estas inhibiciones por parte de los poderes públicos no son más que una negación en la concreción efectiva de los derechos humanos, y la conversión en letra muerta de los postulados constitucionales.

    Mientras se amplíen los derechos de los inversionistas de corporaciones y se restringen los derechos democráticos de los individuos y el poder del gobierno de legislar en contraste con los intereses del pueblo, se ponen en grave peligro la democracia, la soberanía, la justicia social y la paz de Latinoamérica.

    La propia naturaleza transnacional de este proceso implica la desregulación de las instituciones financieras reconocidas en cada nación y al propugnarse la dolarización de las economías como la receta mágica que elimine todos los achaques del pueblo latinoamericano, perderíamos nuestra soberanía monetaria, nuestras monedas y una gran parte de nuestra identidad nacional.

    Habiendo analizado los postulados que sirven de base al ALCA y la situación de América Latina, podríamos preguntarnos: ¿se garantizan realmente, como aseguran los defensores del ALCA, la democracia, la transparencia, la participación y la aprobación popular? ¿Bajo cuál mandato popular han suscrito los gobiernos de América Latina los acuerdos de formación y desarrollo del ALCA, cuando basados en la democracia representativa, que despoja a los pueblos de la verdadera participación en la toma de decisiones políticas que conciernen a su soberanía, han sido los gobernantes quienes han decidido esta cuestión sin consulta popular alguna, máxime teniendo en cuenta que son los sectores frágiles de la sociedad –la gran mayoría- quienes verían afectados sus intereses? ¿Dónde quedaron entonces los presupuestos de supremacía constitucional, igualdad, soberanía y legalidad?

    El "Área" en sí atenta directamente contra los derechos económicos, sociales y culturales, más conocidos como de la segunda generación. Viola los derechos laborales, pues bajo la divisa de la "libre competencia" no habrá condiciones mínimas de trabajo, un salario mínimo y no contarían los trabajadores con un derecho de sindicalización. Además, la eliminación de aranceles, que no son más que una forma de protección de la producción nacional, tanto de la industria como de los productores nacionales, solo provocaría la quiebra de muchos medianos y pequeños productores, y el consiguiente aumento del desempleo y la pobreza, lo que tendrá graves afectaciones en los derechos de salud, educación, vivienda y alimentación.

    En el mundo post ALCA, los Estados tratarán de reducir el salario de los trabajadores y la protección en el puesto de trabajo, para, de esta manera, atraer a los inversionistas extranjeros y asegurar así la competitividad y efectividad de sus exportaciones. Así, el acuerdo también promoverá y facilitará la venta de los recursos naturales latinoamericanos a las compañías transnacionales, facilitando la explotación ilimitada de los mismos y una gran afectación al ecosistema y al medioambiente.

    El ALCA significaría la liberalización de los aranceles, provocando por ende una desregulación legislativa en ese punto del Derecho Financiero. Del mismo modo se puede hablar de una desnacionalización de la ley en este sentido, pues la normativa nacional en materia de aranceles se dejaría sin efecto, instrumentándose otra de carácter internacional, que implicaría, en algunos casos, serias complicaciones para el equilibrio jurídico-normativo y para la soberanía del país.

    Visto desde un ángulo más analítico, pudiéramos decir que al desregularse la legislación de orden interno, y ponerse en función de las inclinaciones o tendencias impositivas, y no conciliadoras como debiera ser, por parte de los centros de poder y ejercicio hegemónico, se va perdiendo la esencia de autonomía jurídica por parte del órgano legislativo nacional, que se hace dependiente de los pronunciamientos foráneos en esta materia. Se trata de un proceso complejo, por las implicaciones que tiene en todo el contexto de conformación a una economía global, cuyos cánones de expansionismo se reflejan también de la manera antes consignada.

    La cuestión de ALCA se presenta con ciertas prerrogativas para los países latinoamericanos que se ven abocados por la regionalización que representa establecer una zona de comercio para el área de las Américas.

    Visto de esta manera pudiera contradecirse con los esfuerzos integracionistas de algunos grupos del área para impulsar el desarrollo de la región. Sin embargo, la línea proteccionista del gobierno de los Estados Unidos esta proyectada esencialmente a hacer depender las economías nacionales implicadas en este supuesto acuerdo voluntario de su anexión y puesta en función de su economía recesionada, sobre todo por la falta de salidas exportadoras, y que data ya de varios años, de forma tal que se establecería una vez mas su papel hegemónico y a la vez se desdoblarían las economías nacionales en función de la economía norteamericana, originándose un estancamiento e inmovilismo a las producciones latinoamericanas, algo que ha sido identificado por los teóricos de la temática como una nueva forma de neocolonización, más allá de la concepción clásica.

    Nos brindan un pañuelo para que continuemos enjugando las lágrimas de resignación que nos corresponden por pertenecer al "lado oscuro" del hemisferio, agradeciendo el favor de poder negociar que nos concede Mister Dollar.

    Solo nos resta seguir denunciando la verdadera naturaleza de este engendro: devorar, absorber y saquear la América nuestra, sometiéndola y avasallándola desde el plano económico para luego reducirla en el político.

    Bibliografía

    • Benítez, José A.; Bolívar y Martí en la integración de América Latina. Editorial Pablo de la Torriente. Unión de Periodistas de Cuba, La Habana, 2002.
    • Colectivo de Autores; Economía Mundial. Los últimos 20 años. Colección Economía. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2002.
    • Colectivo de Autores; Transnacionalización y desnacionalización. Ensayos sobre el Capitalismo Contemporáneo. Editorial Félix Varela. La Habana. 2002.
    • Francisco Soberón Valdés: Finanzas, banca y dirección, Ed. Especiales, La Habana, 2000.
    • Lizaso, Félix; Martí y la utopía de América. La Habana. Ucar García. 1942.
    • Manuel Castro Formento: La dolarización, el ALCA y la unión monetaria en América Latina, Ed. Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2002.
    • Marx, Carlos; El Capital. Editorial de Ciencias Sociales. Instituto Cubano del Libro. La Habana. 1973.

    Publicaciones Periódicas

    • Revista Finanzas y Desarrollo. No. 3. Junio 1964-1965.
    • Revista Finanzas y Desarrollo. No. 6. Diciembre 1966
    • Tabloide especial No. 23. dolarización en América Latina, coloniaje financiero y anexionismo monetario. Contiene el texto íntegro de la mesa redonda instructiva sobre la dolarización de la economía en América Latina, efectuada el 4 de septiembre del 2000.
    • Periódico Juventud Rebelde. Viernes 7 de febrero del 2002.
    • Periódico Trabajadores. Lunes 11 de noviembre del 2002.
    • Periódico Trabajadores. Lunes 18 de noviembre del 2002.
    • Periódico Trabajadores. Lunes 25 de noviembre del 2002.

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    Autoras:

    Lic. Elena Polo Maceira

    Profesora Asistente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oriente.

    Lic. Yalenni Pérez Urquiza

    Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oriente.