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Proyecto ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? … y respuestas (página 2)


Partes: 1, 2

DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA PEDAGÓGICA INNOVADORA.

LINEAMIENTOS GENERALES DE LA COLUMNA ¡PONTE LAS PILAS! ¿PREGUNTAS? … Y RESPUESTAS.

La columna ¡Ponte las Pilas!. ¿Preguntas? … y Respuestas va dirigido a los niños, niñas y adolescentes y comunidad en general. Lectores del diario "Ultima Hora" en la Región Centro Occidental. En este orden de ideas, la publicación de esta columna pretende constituirse en un recurso didáctico y está diseñado para tal fin, por lo que la autora ha insertado un borde a la columna, con una línea sucesiva punteada, en la que se especifican instrucciones para recortar y coleccionar, con la intencionalidad de que, Los Lectores, Docentes, Padres, niños, niñas y adolescentes puedan acudir a los recintos escolares con la columna coleccionable y discutir estos temas en el aula, al igual que en el hogar y/o en la oficina, convirtiéndose, sin duda alguna, en un recurso de aprendizaje al alcance de todos.

Es conveniente señalar que se han tomado en cuenta, las efemérides locales y nacionales o internacionales, las mismas serán reseñadas como parte del conocimiento que se sustenta en la historia de la humanidad.

Una vez aprobado el Proyecto por el Diario Ultima Hora, y habiendo comenzado a publicarse La columna se llevó a varias instituciones del Municipio Páez y Araure. En la Escuela Básica "Miguel Otero Silva", se aplicó e implantó por Circular, emanada por la Dirección de la Institución, a los Docentes de primera y segunda etapa de educación básica,

De esta manera la autora distribuyó copias de las ediciones de la columna, a cada docente en forma sucesiva, de acuerdo a los lapsos de publicación, compartiendo y propiciando un círculo de discusión acerca de las formas y maneras de aplicarla en el aula de clase, incorporándola como estrategia y recurso en el Diseño, Elaboración y Ejecución de los Proyectos Pedagógicos de Aula. Se evaluó aplicando un cuestionario con veinte ítems, con opciones de respuesta dicotómicas (sí – no). A una muestra intencional de treinta y dos Docente de Aula, quienes conforman la totalidad del personal docente que atiende alumnos en la Primera y Segunda Etapa de Educación Básica. Estos datos fueron codificados en una matriz estableciendo una relación porcentual, de acuerdo con las respuestas emitidas por los Docentes. Finalmente se analizaron e interpretaron los resultados.

RESULTADOS.

Los Docentes objeto de estudio, en la aplicación y evaluación de la columna, como estrategia y recurso didáctico, manifestaron haberla incorporado de manera satisfactoria, en las actividades programadas en el aula, para desarrollar los contenidos de los Proyectos Pedagógicos de Aula y evaluar las competencias básicas en las que subyace el fortalecimiento de las habilidades de comprensión lectora. Es pertinente señalar que además, destacaron que a través de esta columna ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? … y Respuestas diseñada elaborada y publicada por la Autora, en el Diario "Ultima Hora" se ha incentivado y fortalecido la lectura, con la intención de encausar el aprendizaje significativo de conocimientos, permitiéndole a los lectores profundizar y potenciar el saber, como patrimonio intelectual de la Humanidad.

En este sentido, es importante destacar que además los docentes encuestados, indicaron que la mayoría de los niños, Padres y Representantes coleccionan la columna, convirtiéndose la misma en una referencia habitual en el aula de clases y en el hogar, A continuación el formato propuesto para la columna, diseñado por la autora MSc. Chirinos A, Eneida.

Aprendiendo . . .

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Valores… ¿Patrones de conducta individual y social?

Son muchas las definiciones que se han dado para explicar este concepto, pero en sentido amplio se considera como valor, todo aquello que favorece la plena realización del hombre como persona, Los valores influyen decisivamente en la existencia, son nuestra autodefinición como personas, ocupan el primer lugar en nuestras prioridades, orientan las decisiones y configura la personalidad. Los valores se adquieren y consolidan a lo largo de toda la vida, es así como en una determinada etapa se actúa de acuerdo a un conjunto de valores que en definitiva expresan la concepción de la realidad que tengamos, sin embargo a medida que las circunstancias van cambiando e interpretamos a profundidad la percepción de la realidad, a tono con la de los demás, también se experimenta cambios en nuestra escala de valores, en esta dinámica social, los valores representan la orientación de la conducta como norma social, desde la entramada concepción psicológica de las actitudes, considerando además el componente emocional y la condición del plano de las relaciones. La instauración de los valores, como hecho inminente social, es peculiar, contextual e histórica, cada sociedad, configura su estructura axiológica y mantiene mecanismos de proyección y transmisión a través de todas las generaciones.

Los valores, personales, tipifican las cualidades que reflejan la autonomía, persistencia, y la autorealización de uno mismo, en el plano intrapersonal, mientras que en la esfera social, los valores permiten valorar nuestra relación con la realidad, y con nuestros semejantes, en actitud cónsona con la responsabilidad y sensibilidad social en pro del bien común y la sana convivencia. Por consiguiente, la fuente fundamental de los valores reside en la individualidad como eslabón primigenio y en la concepción que se tiene del mundo, de igual manera, es importante considerar la formación que se le imparta al sujeto, y es allí donde la sociedad juega un papel primordial, pero la familia, como eje nuclear de la sociedad, esta destinada a sembrar la semilla del valor, para que esta crezca, se consolide y se arraigue, porque frente a la realidad que nos arropa, y de la cual se puede decir que es interdependiente y consumista que modela, que manipula las actitudes básicas y los valores de las personas en relación con la sociedad, el trabajo y la moral, los padres, somos sin duda alguna los que debemos inculcar valores a nuestros hijos, Con actitudes ejemplarizantes, que se puedan emular, con la disposición a cambiar para ser cada día mejores personas. Los valores no se enseñan con palabras, ni con la asignación de lectura de textos, por supuesto sin descalificar la función social y reproductora de la educación, que en ningún caso debe limitarse a la instrucción de habilidades y saberes, si no que debe profundizar y fortalecer los valores de una sociedad democrática.

Pero de plano en la realidad, los docentes en los recintos educativos, están desarrollando temas acerca de la solidaridad, respeto, responsabilidad, y participación con niveles de justicia, libertad y equidad, y el trasfondo de las aulas, es una sociedad cargada de antivalores, con un inmenso vacío ético y moral. ¿Cómo enseñar a un niño a ser solidario y respetuoso de las virtudes de los demás? En una sociedad donde se privilegia el poder, de ascender en cualquier ámbito "pase lo que pase, caiga quien caiga" con un egoísmo e insolidaridad absoluto, con esta moral que caracteriza al hombre de negocios, al político partidista y al sectarismo basado en la competitividad y el triunfo del más fuerte por encima de los méritos de los demás, en donde el fin justifica los medios y todas las mañas y artimañas son posibles para lograr el objetivo. Y en un contexto donde cobra significatividad ¿Cuánto hay para eso? Como condición para estar a la disposición para hacer o colaborar con algo. ¿Cómo establecer en las aulas, una discusión acerca de la autenticidad? En dónde los valores del status y la apariencia se han convertido en una obsesión, donde "la pantallería" el chismorreo, la mediocridad y la banalidad, campea y llena los espacios del profesionalismo, ¿Y podemos hablar de justicia? Cuando la inseguridad ahoga nuestra sociedad y aniquila a miles de venezolanos prósperos, y los victimarios tienen más derechos y privilegios que las víctimas. Y me pregunto es posible ¿Educar en valores? Mi respuesta a esta reflexión es que definitivamente hay que romper los esquemas tradicionales, de trasladar la responsabilidad de educar a los docentes. Educar a nuestros hijos es tarea de todos, de padres, docentes, vecinos, familiares, y de los medios de comunicación, en fin toda la sociedad, porque resulta imposible traspasar los límites de la realidad. Los niños pasan más tiempo en el hogar, en el barrio, compartiendo con su comunidad, que en un aula, y los contextos son diferentes, y la comprensión e interpretación también. Los valores son ideales, que le dan forma y consistencia a la sociedad, por eso son relativos y particulares. Y en definitiva, los valores que se enseñan en las escuelas chocan con los valores instituidos en la conciencia colectiva del ámbito donde se desenvuelven los niños, niñas y adolescentes. Educar en valores sí, claro que sí, pero desde el hogar, de cualquier remoto barrio o urbanización, desde las aulas, y de los espacios destinados por la radio, la televisión y la prensa con el ejemplo, conjugando las palabras y las acciones para convertirlas en actitudes que favorezcan la convivencia. Así que padres, docentes, políticos, profesionales en todas las ramas del saber, seamos honestos, auténticos, responsables, justos y el noble ejemplo a seguir por nuestros hijos y los hijos de los demás, para instaurar "valores de vida para vivir". La mejor lección de moral se da en casa, con amor. Y recordemos el sublime pensamiento de Simón Bolívar "Moral y luces son nuestras primeras necesidades".

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Dimensión emocional y transversalidad, en el contexto de educación básica.

El carácter dinámico y cambiante inherente de las sociedades, esta relacionado en proporción directa con el análisis, reflexión y praxis educativa sobre la concepción del hombre y su cotidianidad, como dimensiones significativas para la interpretación y comprensión del proceso de socialización, en el que la educación básica, se convierte en el pilar fundamental, por considerarse la esencia de la formación general mínima que requiere todo ciudadano para satisfacer, sus necesidades de aprendizaje académico, emocional y social a fin de prepararse para la vida útil y productiva, es de carácter obligatorio y se inicia a los seis años de edad en tres etapas, en cada una de las cuales el alumno recibe una educación integral y global apta para el desarrollo de la convivencia armónica, con valores éticos y morales acordes con la contextualidad social y Cultural en la que esta inmerso.

Al respecto, Márquez (2001), sostiene que los impactos de las transformaciones socioculturales de la postmodernidad, sugieren situaciones novedosas e impredecibles a los sistemas educativos. Son notorios en diferentes espacios los cuestionamientos en cuanto a que no se incorpora el conocimiento cotidiano en la labor educativa, las críticas a los docentes por su desgano manifiesto a la actuación profesional, el poco vinculo de la escuela con la comunidad, la pérdida del liderazgo docente, el debilitamiento de las escuelas como institución socializadora, entre otros, reflejando la incertidumbre que depara la época actual, la cual exigen respuestas apoyadas en reflexiones innovadoras que profundicen en la naturaleza del período histórico que vivimos. (p. 69)

Por consiguiente, frente a las debilidades de la educación básica, que se ha impartido en el país y tomando como directriz la descentralización y la globalización, el sistema educativo, ha iniciado una serie de transformaciones curriculares desde finales de la década de los noventa en el marco de la transversalidad, fortaleciendo la convivencia social y la dignificación del ser humano, con esta reforma curricular instaurada, se pretende promover cambios significativos en la formación de un ciudadano, consciente de los valores éticos, culturales e históricos como razón esencial del ser humano, proyectando la visión humanizada del hombre en el que las emociones y las interacciones sociales, fortalezcan el desarrollo de habilidades emocionales, minimizando los conflictos y vislumbrando el éxito de las metas propuestas.

En este sentido, la sociedad tiene que ser más transigente y la escuela tiene que educar en la tolerancia y la pluralidad de culturas, en la adquisición de herramientas cognitivas y emocionales capaces de producir mayor autoestima y empatía. En esta concepción la educación representa un sistema orgánico que promueve la formación del hombre con la finalidad de analizar, comprender y transformar el entorno que lo rodea, asumiendo la misión de formar ciudadanos creativos y participativos, conscientes de los procesos de transformación cultural, social y tecnológica del contexto, en una perspectiva holística con la intención de encauzar acciones que propendan a lograr, una efectiva interacciones, y adaptabilidad social. Al respecto Cárdenas, (1995) argumenta "la educación es una experiencia de vida y es también el primer trabajo que deben desarrollar las nuevas generaciones, el trabajo del cultivo propio, de la propia capacitación realizada en un ambiente social". (p.19).

De ahí que, la condición humana permite que los impulsos, las emociones, y la afectividad impregnen profundamente la actividad individual y colectiva. La adhesión a unos principios, la tendencia a actuar en un sentido concreto, la aproximación inicial y la relación entre las personas, o la identificación con colectivos determinados y las decisiones importantes de la vida, contienen siempre, un componente emocional que matiza los comportamientos racionales, privilegiando el conocimiento de la relación y dependencia recíproca entre las dimensiones racional y emocional en la vida de la persona, la cual tiene una importancia capital para la educación y formación de los niños, niñas, y adolescentes. Habitualmente la sociedad adquiere conciencia de la relación entre la razón y las emociones a causa de conflictos, de comportamientos desordenados, de transgresión de una determinada racionalidad establecida.

El ser humano contemporáneo sufre de un pavoroso empobrecimiento histórico, que nos tiene sumidos en un nivel absoluto de analfabetismo emocional, estamos al tanto de los índices, de las fluctuaciones, de los bits y de lo que sucede al otro lado del mundo, pero nada sabemos de la vida afectiva y emocional, por lo que continuamos exhibiendo gran torpeza en nuestras relaciones personales. En fin aprender, de nuestras emociones será, sin duda alguna, la segunda revolución del saber básico. La primera fue cuando las personas eran analfabetas racionales, que no sabían leer y escribir, ahora sucederá lo mismo con quienes olviden las emociones y las pasiones.

De esta manera, la escuela y el entorno familiar, se convierten en los pilares fundamentales de mayor relevancia en el desarrollo emocional del alumno, ambos escenarios incluyentes entre sí, constituyen los ambientes culturalmente organizados, en donde se dan interacciones constantes, esta premisa le concede al docente perfilar un rol protagónico, pues le corresponde propiciar un ambiente socioeducativo para establecer "fructíferas interacciones comunicativas- constructivas, donde él forma parte del grupo, o de los alumnos entre sí". El acento de estas interacciones comunicativas-constructivas va recaer en las relaciones interpersonales y su comunicación. (p.53). Currículo Básico Nacional, (1998).

Así tenemos que, en la fundamentación psicológica de la reforma curricular del nivel de educación básica, se contemplan las características de los procesos de desarrollo y de aprendizaje, destacando como principio unificador del constructivismo, que: "el ser humano puede ser visto como ser único e irrepetible que construye su propio conocimiento, no copiándolo del exterior sino tomando de él los elementos que su estructura cognoscitiva pueda asimilar, para ir conformándose como ser autónomo, intelectual y moral" (p.52).

De esta manera, el paradigma constructivista, en el mundo de la enseñanza puede representar una oportunidad inmejorable para abrir definitivamente la concepción de la educación a las emociones, en fin salir del callejón sin salida de la instrucción y entrar en el universo de la formación integral, ya que los contenidos solo se pueden transferir si son significativos, y en el que los recuerdos, los deseos y las emociones juegan un importante papel. Esta teoría plantea una oportunidad única para generalizar la enseñanza de las emociones y abrirla a la experiencia de los alumnos, de sus sentimientos, de sus motivaciones, de sus diversas maneras de comprender el mundo.

Para responder adecuadamente a este desafío, los docentes de educación básica deben desarrollar nuevos valores como: flexibilidad, curiosidad intelectual, y tenacidad, en síntesis: ser pasionales y emprendedores. "De esta manera, los estados afectivos adquieren una importancia extraordinaria, ya que pueden inhibir, distorsionar, excitar o regular los procesos cognoscitivos, conclusión esta que debe cambiar muchas prácticas antieducativas, que no propician la creación del clima o atmósfera afectivos necesarios para facilitar los procesos de aprendizaje, el fomento y el desarrollo de la creatividad" (Martínez, citado en Rivas, 1995) (p.34).

Las afirmaciones anteriores permiten reconocer, que la inteligencia emocional es una destreza que permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar y enfrentar los sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser eficientes en la vida. Además, nos acerca a la convicción de fomentar e instaurar hábitos que favorezcan la competitividad y productividad. En definitiva, la inteligencia emocional es clave para evitar la depresión y la violencia y aprender con significatividad.

Referencias Bibliográficas.

Márquez, E. (2001) (2001). Los valores de la investigación cualitativa como aportes de la investigación educativa. Ponencia presentada en el Congreso Internacional de Pedagogía Alternativa, UPEL-Barquisimeto, del 08 al 10 de Noviembre de 2000.

Cárdenas, L. (1995). La Educación que necesitamos. Investigación y Postgrado, 10 (1), 13-50.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Ministerio de Educación. (1998). Currículo Básico Nacional. Programa de Estudio de Educación Básica. Caracas: Autor.

Rivas, Celso. (1995). Nuevo Paradigma para la Teoría y Praxis Educacional. Investigación y Postgrado, 10 (1), 199-262.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Inteligencia y gestión emocional en el aula.

Al abordar la concepción de la inteligencia emocional, es indudable destacar la notable contribución de Daniel, Goleman (1996); determinando los elementos claves que la constituyen, entre los que están la confianza, curiosidad, autocontrol, autoestima, la capacidad de comunicación y la habilidad para cooperar. Así mismo, explica que el proceso de "alfabetización emocional" para adquirir estas habilidades emotivas comienza desde muy temprana edad, y permite establecer que los niños pueden desarrollar, una amplia gama de habilidades sociales y emocionales cuando reciben suficiente aprobación y estímulo, de los padres y docentes, reafirmando sus propias destrezas, animados a asumir pequeños desafíos y a ver la vida con optimismo.

Este planteamiento induce, la posibilidad de gestionar la inteligencia emocional, en el ámbito educativo, estableciendo que el "aprender" no debe circunscribirse a las habilidades lógico matemáticas y lingüísticas, sino a otras habilidades que promuevan la interacción social consensuada y armónica, esta premisa presupone que el aprendizaje de las emociones, es una actividad en la que se comparten los roles, entre el que enseña, lo que enseña y evidentemente con quien lo aprende, teniendo como referente que se aspira lograr un objetivo o una meta.

En este sentido, en la cotidianidad del trabajo en el aula, los docentes enfrentan situaciones que requieren competencias de orden gerencial relacionadas con planificación, liderazgo, organización, control, evaluación, motivación, y coordinación entre otras, estas actividades lo ubican estratégicamente en la dimensión de gestionar el conocimiento, centrado en las habilidades verbales, lógico matemáticas, y las emociones con la inteligencia emocional.

La tarea de educar, es concebida por Maturana y Nizis. (1997) como la formación de los seres humanos para el presente, para cualquier presente, en los que cualquier ser humano, pueda confiar y respetar, seres capaces de pensarlo todo y hacer de él lo que se requiera, como un acto responsable desde su conciencia social. Plantea además que, una emoción, es un modo de vivir, una clase de conducta relacionada entre seres vivos, la emoción como aspecto de la realización del convivir como fenómeno biológico, no es un sentimiento, no es una virtud, ni una recomendación para vivir mejor. Por lo que el amor como expresión de la emoción constituye, y fortalece la convivencia.

Es necesario señalar que, las interacciones, que promueven el fortalecimiento de las relaciones interpersonales en el contexto escolar, se suscitan en su mayoría en el aula, y es que ésta constituye en sí misma una organización social, afirmación sustentada por Rodríguez, (1996) como " una unidad organizacional micro del sistema educativo, y es allí donde se gesta el más significativo acto de desarrollo personal y social de nuestro gentilicio: el acto educativo" (p.140).

Por lo tanto, las aulas de clase, al ser consideradas como organizaciones, son susceptibles de ser administradas, gestionadas y/o gerenciadas, porque precisamente, es en éste espacio vital donde las emociones impregnan las relaciones interpersonales, entre los docentes y los alumnos en dos dimensiones alumno-alumno y docente-alumno, en un continuo infinito que devienen en la consolidación de los progresos académicos, personales, sociales, morales y éticos que no deben considerarse como una casualidad, sino que éstas se establecen de acuerdo con los rasgos que caracterizan el perfil de los alumnos egresados del nivel de educación básica.

De la argumentación anterior, se sustenta que la ausencia de los indicadores de la inteligencia emocional, se debe a que en las aulas no se están propiciando actividades conducentes al conocimiento y manejo de las emociones, los docentes se han centrado en la dimensión cuantitativa de los contenidos conceptuales y procedimentales, descuidando los actitudinales, que son los que permiten evidenciar el componente afectivo y conductual de la interrelación armónica en el ámbito escolar, por lo tanto, cuando la relación interpersonal no se da en términos de afectividad, ocasiona consecuencias serias.

Por su parte, la perturbación emocional constante puede crear carencias en las capacidades intelectuales de los niños, deteriorando su posibilidad de aprender. En el contexto escolar, no es difícil identificar a alumnos con estos problemas, por lo general, éstos niños presentan las siguientes características: son agitados, impulsivos, ansiosos, a menudo alborotadores y conflictivos tienden a evitar el contacto con otros, en el aula o recesos, se relacionan solo con otros niños abandonados, descuidados y desinteresados, que tampoco tienen muchos compañeros, les cuesta establecer conversaciones o trato con los que comparten diariamente, generalmente son los menos populares, pesimistas y conflictivos, ven el fracaso y el rechazo como un defecto personal.

De lo expuesto anteriormente, se deriva la reflexión, acerca de la enseñanza en el nivel de escuela básica y el valor de la inteligencia emocional. A riesgo de generalizar, tan concentrados están los docentes, en el desarrollo de las habilidades lingüístico-matemáticas, que olvidan o desfavorecen la inteligencia emocional como parte de currículo básico nacional. Esta situación puede ser una de las que conlleva a ocasionar comportamientos agresivos entre los alumnos, es fácil "desconectarse" de la enseñanza de la inteligencia emocional, que es abstracta e imposible medir con literales.

En este sentido, Morles, (1995). Argumenta que un "sistema educativo no debe basarse exclusivamente en el suministro de información, por más común en los sistemas tradicionales" (p. 110). Esto permite inferir que hasta ahora la educación debería tener la misión trascendental e ineludible de encauzar sus esfuerzos y acciones hacia el desarrollo de habilidades emocionalmente significativas como la empatía, sensibilidad social, seguridad y confianza en sí mismo, que le permitan a los alumnos interrelacionarse armónica y efectivamente en el ámbito natural y social.

En síntesis, se trata de diferenciar estas habilidades, y complementarlas con el desarrollo integral del alumno, en este sentido reconocer, la racionalidad intelectual en la inteligencia académica centrada en el conocimiento, en las destrezas y habilidades para el desempeño de una determinada actividad, en conjunta relación con la inteligencia emocional, a fin de proporcionar habilidades socio afectivas cimentadas en el conocimiento de si mismo, la autoestima y empatía para enfrentar la vida con sus fracasos, oportunidades, éxitos y debilidades.

Referencias Bibliográficas:

Maturana y Nizis. (1997). Formación humana y capacitación. Santiago de Chile: UNICEF. Dolmen Ediciones S.A.

Morles, A (1995). La Educación ante las demandas de la sociedad del futuro. Investigación y Postgrado, 10 (1), 101-143.

Rodríguez, Jesús. (1996). Gerencia de aula. Una alternativa vital para la educación en tiempos de crisis. Paradigma, Volúmenes XIV al XVII, 135-166.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Implicaciones sociales de la inteligencia emocional.

Las emociones, impregnan la vida personal y social de los seres humanos. Maturana, (1995), argumenta que biológicamente las emociones son disposiciones dinámicas que determinan o modifican los domino de las acciones de los seres vivos, son impulsos para actuar, tal como lo deduce de su propia etimología, la palabra emoción proviene del verbo latino movere que significa moverse y del prefijo "e" que se refiere a seguir hacia, lo que sugiere que en toda emoción hay implícita una acción, una tendencia a actuar.

En esta definición, es muy importante resaltar el hecho de que estas disposiciones corporales, tienen una apreciación en el ámbito de las acciones, es decir siempre impulsa a actuar de alguna manera, o por lo menos dar una respuesta corporal que determina la acción. Se puede evidenciar que cuando se asume, que no se expresa ningún comportamiento o conducta observable, resulta que no es así, la reacción emocional comienza desde las alteraciones orgánicas tales como: la sudoración, aceleramiento de las pulsaciones enrojecimiento de las mejillas, inquietud, deseos de abrazar, llorar, y reír, entre otras reacciones casi imperceptibles, pero manifiestas.

Al respecto, Torrabadella (2001), establece que "las emociones, con su carácter intenso, breve y privado, son los elementos esenciales de nuestra afectividad." (p.25). Entendiendo que la afectividad, conduce a la interacción, es vital, que se emulen éstas emociones, que resultan de esas interacciones, ocasionando, el contagio de las emociones, sin la manifestación expresa de ésta emoción inicial, solo se está en presencia de un encuentro y separaciones casuales.

Las emociones y los estados de ánimo, se manifiestan en expresiones características que permiten "leer los sentimientos en las expresiones" Este sistema emocional de reacción instantánea, casi reflejo, que parece imponerse a la voluntad consciente, está bien guardado en las capas más profundas del cerebro. Su base de operaciones se encuentra sistema límbico, de acuerdo con MacLean (1990), este sistema tiene como función principal, controlar la vida emotiva, y está compuesto por los bulbos olfatorios, el tálamo (placer-dolor), la amígdala, que se podría definir como el asiento de toda pasión (nutrición, oralidad, protección, hostilidad), el hipocampo (memoria de largo plazo), el área septal (sexualidad) y la pituitaria (directora del sistema bioquímico del organismo). Allí surgen las emociones de placer, disgusto, ira, miedo, y se guardan los "recuerdos emocionales" asociados con ellos, en fin el cerebro afectivo, que energiza la conducta emocional.

Este núcleo primitivo está rodeado por el neocórtex, el asiento del pensamiento, responsable del razonamiento, la reflexión, la capacidad de prever y de imaginar. Allí también se procesan las informaciones que llegan desde los órganos de los sentidos y se producen las percepciones conscientes. Normalmente el neocórtex puede prever las reacciones emocionales, elaborarlas, controlarlas y hasta reflexionar sobre ellas. Pero existen ciertos circuitos cerebrales que van directamente de los órganos de los sentidos a la amígdala, "punteando" la supervisión racional.

Cuando estos recorridos neuronales se encienden, se produce un estallido emocional: en otras palabras, actuamos sin pensar. Otras veces las emociones perturban, sabotean el funcionamiento del neocórtex, impidiendo pensar correctamente. Por otra parte, éstos núcleos que en conjunto se los denomina sistema límbico, ocupan un lugar central y profundo en el cerebro e intervienen en el control de las emociones, la conducta y la voluntad.

Por tanto, los circuitos de inteligencia emocional, mencionados anteriormente, son los que vienen a expresar el proceso de la experiencia a lo largo de la infancia. A las emociones les incumbe la racionalidad. En la interacción entre sentimiento y pensamiento, la facultad emocional guía las decisiones momentáneas, trabajando en colaboración con la mente racional, permitiendo o imposibilitando el pensamiento mismo, con verdaderas estrategias de inteligencia emocional determinando, la capacidad potencial que dispone cada persona para adquirir ciertas habilidades prácticas denominadas competencias emocionales.

En la situación ideal, claro esta, los dos sistemas de nuestro cerebro se complementan para hacer la vida más fácil, mejorar las relaciones con los demás y elegir las alternativas más apropiadas, ya sea siguiendo las corazonadas súbitas o los razonamientos más cuidadosos. La inteligencia emocional, entonces, es la capacidad de aprovechar las emociones de la mejor manera y combinarlas con el razonamiento para llegar a buen entendimiento en la esfera social.

Para complementar; Torrabadella (2001), afirma que "la inteligencia de nuestras emociones, como la inteligencia de cualquier otra cosa, puede desarrollarse; de hecho como en otras ramas del saber humano, se vuelve más interesante, cuanto más sabes" (p.48). Esta premisa permite propiciar el conocimiento emocional, como elemento para potenciar y fortalecer las relaciones interpersonales.

Referencias Bibliográficas:

Torrabadella, P (2001). Cómo desarrollar la inteligencia emocional. Test y ejercicios prácticos para aumentar la autoestima y actuar de manera positiva. Barcelona. España: Océano Grupo Editorial S.A.

Maturana, H. (1995). Emociones y lenguaje en educación y política. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones S.A.

MacLean, P. (1990). The triune brain evolution. New York. Plenun Press.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Subjetividad de los afectos, emociones y sentimientos.

Los sentimientos son procesos que le aportan a las experiencias de cada persona en particular, una manera única, individual y privada de ser vividas. En todo ser humano, los sucesos de la vida adquieren significado por su cualidad emocional, siendo el afecto el componente que matiza la interacción y la convivencia, de ahí pues, la resonancia emocional de las experiencias, en nuestras vidas.

Por consiguiente, la emoción es considerada, un estado de ánimo caracterizado por una conmoción consecutiva de impresiones, ideas o recuerdos, la cual produce fenómenos viscerales que percibe el sujeto y con frecuencia se traduce en gestos, actitudes u otras formas de expresión,

La emoción se diferencia del humor, ánimo o talante en atención a que es un estado emocional sostenido y dominante en el tiempo, y puede ser irritable, expansivo, depresivo y/o jubiloso, entre otras acepciones. De ahí pues que la emoción sea una tendencia persistente a percibir, interpretar y responder de manera selectiva a los estímulos.

En este sentido Ryback (1998), Argumenta que los afectos son experiencias psicológicas complejas de los que participan tres componentes: En primer término un tono o matiz que le aporta una cualidad distintiva a la experiencia traduciendo el aspecto subjetivo del afecto, seguido de una idea o serie de ellas asociadas, que dan cuenta a la conciencia del tipo o calidad del afecto sentido, esta idea implica la "lectura" y reconocimiento que la persona hace de sus sentimientos y emociones, precisando el sentido, que el sujeto le da a sus afectos, depende en gran medida de la forma, cómo fueron codificados en su historia personal y familiar, y finalmente, la expresión en la que se deja evidencia de las manifestaciones corporales de las emociones. Casi todos los estados afectivos de una persona se exteriorizan como tensión o relajamiento de la musculatura, por la orientación de los ojos, la actividad del aparato vocal, y de las extremidades o miembros, ante todo de las manos.

Los afectos acompañan, las experiencias vitales del sujeto, expresan la presencia emocional de los vínculos del pasado que se reactivan en el presente con sus concomitantes corporales. El lenguaje recoge el sentido concreto y metafórico de esta relación, cada uno de ellos influye en el estado emocional del otro, para bien o para mal; lo hacemos constantemente, "contagiándose" las emociones como si fueran una especie de virus social. Goleman (1998).

Este intercambio emocional constituye una economía interpersonal invisible, parte de todas las interacciones humanas pero habitualmente es tan sutil que no se le percibe. Los estados de ánimo, se transmiten con facilidad, esto se debe a que pueden ser señales vitales para la supervivencia. La expresión de las emociones, indican en que concentrar la atención para actuar, que operan como advertencias, invitaciones y alarmas, entre otros, se trata pues de mensajes potentes, que transmiten información crucial sin poner necesariamente esos datos en palabras. Las emociones son un método de comunicación eficiente y efectivo. Tener claro esto permite explicar y eventualmente influir en situaciones de relaciones humanas, en el plano personal, familiar y social.

Desde un punto de vista técnico, la motivación en el contexto de la inteligencia emocional significa, la capacidad para enviar energía en una dirección especifica con un propósito dado, para catalizar todo el sistema emocional y mantenerlo en funcionamiento. Existen cuatro fuentes principales de motivación: nosotros mismos (pensamiento positivo, visualización, y la respiración abdominal). Los amigos, la familia y colegas, Generalmente se tipifica como un mentor emocional (real o ficticio) y el propio entorno (aire, luz, sonido, y los objetos motivacionales).

En la automotivación se entrecruzan también aspectos relacionados con la serenidad personal, lo que hace una persona sea más flexible y consciente que otra para gestionar oportunamente los reveses y convertirlos en plataformas de éxitos, no es un gen especial de flexibilidad, estabilidad emocional y psicológica si no la habilidad de procesar y usar productivamente la emoción engendrada por un revés. La secuencia de este proceso virtuoso responde a la siguiente cadencia: Sintonía de pensamientos e interpretaciones, con el uso de frases motivadoras y diálogos internos constructivos, sentido del humor, relajación, actividad física, uso de técnicas de resolución de problemas, apoyo en nuestro equipo de personas-soporte, así como también el establecimiento de nuevas metas.

En el desarrollo de habilidades de comunicación efectiva, la comprensión y valoración de las emociones de los demás, nos ubica estratégicamente en la gestión de la inteligencia emocional, pasando de intrapersonal a interpersonal. En este sentido primeramente se precisa, la autoapertura; entendida como la interpretación que se le atribuye a la percepción de la realidad, siendo sensibles a los sentimientos del otro y cuidando mucho el lenguaje corporal, seguidamente la asertividad, en los procesos de gestión de la inteligencia emocional, se le da una aceptación especial basada en la habilidad de mantener nuestros derechos, opiniones, creencias y deseos, respetando al mismo tiempo las del otro, lo que contrasta con la agresividad, que no las tiene en cuenta, o la pasividad que ignora las propias.

Y finalmente resulta indudable precisar, escuchar activamente, haciendo énfasis en desactivar nuestro filtro de recepción, sintetizar las declaraciones del otro, dar noticias en la que somos conscientes de los sentimientos del otro y usar apropiadamente las pistas no verbales que se nos dan, En este aspecto, Goleman (1998) destaca que "quienes no pueden o no saben escuchar dan la impresión de ser indiferentes o insensibles, lo cual a su vez, torna al otro menos comunicativo. Y escuchar es un arte" (p.178), Del mismo modo con respecto al criticismo, precisa que se debe ofrecer "criticas constructivas e identificar los puntos que el otro debe mejorar" (p.184), por lo tanto es propicio tratar y lograr en lo posible de convertirla, en un elemento reforzador de naturaleza productiva, preparando asertivamente el discurso, antes de la crítica para el comportamiento constructivo, a fin de analizar y valorar posteriormente lo positivo que pueda resultar.

Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

La inteligencia y conciencia emocional.

Genéricamente la inteligencia, es definida como la capacidad para aprender, comprender y resolver problemas. Se acostumbra a relacionar la definición de inteligencia con el coeficiente intelectual o cociente promedio de inteligencia, el cual resulta de examinar con diversidad de pruebas la habilidad para tratar conceptos abstractos, aprender y adaptarse a nuevas situaciones, resultando un índice esencialmente de la capacidad de raciocinio lógico (habilidades matemático-verbales).

La inteligencia se ha entendido, tradicionalmente como un factor general asociado a la capacidad de aprendizaje y de éxito en la vida, medido a través del cociente de inteligencia. Sin embargo la modificabilidad de la inteligencia, sobre la construcción social de la misma y sobre su diversidad, permite considerar la diferenciación de Gardner de siete tipos de inteligencia: verbal, lógicamatemática, musical, espacial, cinestética, interpersonal e intrapersonal. Señala este mismo autor, cómo en Estados Unidos, en la mayoría de las escuelas se sigue cultivando exclusivamente los dos primeros tipos de inteligencia: la verbal, y matemática, al menos consciente y premeditadamente.

En tanto que, la inteligencia ha sido considerada como un conjunto de talentos multifacéticos, de habilidades específicas innatas y adquiridas, expresadas globalmente, aunque no de modo absoluto, en alguno de los siguientes perfiles: inteligencia mecánica o concreta referida a la habilidad física manual y/o corporal de instrumentación espacial, la inteligencia abstracta o conceptual, que especifica la capacidad para tratar con ideas y símbolos y finalmente la inteligencia social, relacionada con la capacidad para entender a otros y de interrelaciones con los demás.

Por otra parte, al hablar de inteligencia emocional, es necesario recordar, que durante mucho tiempo, la inteligencia ha sido lo contrario a las emociones, coincidiendo en establecer un pequeño grupo de emociones básicas de las cuales surgen por combinación todas las demás y que son: el placer, el dolor, el amor, la tristeza, el odio, la ira, el miedo y la culpa.

Precisando en este aspecto, el término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey de Harvard y Jhon Mayer de la New Hampshire, para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito: empatía, expresión y comprensión de los sentimientos control de nuestro genio, independencia, capacidad de adaptación, simpatía, capacidad de resolver los problemas de forma interpersonal, persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto. Pero fue Daniel Goleman (1996), con su libro Inteligencia emocional quien lo popularizó y convirtió en un betsseller, refiriéndose a las siguientes habilidades: capacidad de motivarnos a nosotros mismos de perseverar en el desempeño a pesar de las posibles frustraciones, de regular los propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera, de controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, de empatizar y confiar en los demás.

Al conceptualizar la inteligencia emocional Ryback (1998), la considera como "la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos que subyacen en la comunicación interpersonal, y para resistir la tentación que nos mueve a reaccionar de una manera impulsiva e irreflexiva" (p.89). De ahí que, la competencia emocional en sí, demuestra hasta qué punto una persona ha sabido y podido trasladar ese potencial a las acciones de su vida cotidiana. Por otra parte, el hecho de ostentar un índice elevado de inteligencia emocional no garantiza que se hayan internalizado competencias emocionales específicas necesarias en ciertos entornos, ya se trate del hogar, la escuela, una empresa entre otros.

Por consiguiente, las emociones están en la base de todas las habilidades que forman parte de la inteligencia emocional: las habilidades sociales, el control de la agresividad, la resolución de problemas, el manejo del estrés. Por eso merece la pena, tomar en cuenta algunos aspectos importantes de cómo funcionan la parte emocional de nuestro cerebro.

En tanto, es pertinente destacar que hay una parte del cerebro que se puede llamar el cerebro emocional, más antiguo que la parte más propiamente intelectual; se compone principalmente por el denominado sistema límbico en el que destacan las estructuras denominadas tálamo y amígdala; la primera encargada de la memoria emocional y del aprendizaje emocional. Cuando el cerebro emocional detecta un estímulo emocionalmente significativo, pone en marcha la respuesta emocional a través de la acción de los neuropéptidos, que liberados en el torrente sanguíneo activan respuestas fisiológicas asociadas a la emoción. El funcionamiento de todo el sistema es previo al procesamiento por el cortex, consciente y racional, y a veces de tal intensidad que produce el fenómeno llamado por Goleman "secuestro emocional"; origen de múltiples tragedias.

El principal exponente mundial de la teoría de la inteligencia emocional ha sido Goleman, (1996); debido al éxito en ventas de dos de sus libros, uno de los cuales expone la teoría de la inteligencia emocional en general y el otro la demuestra en el entorno laboral especialmente en el ámbito empresario. El término inteligencia emocional se relaciona con la capacidad de reconocer los propios sentimientos, igualmente los de los demás, con la finalidad de utilizarlos como guía del pensamiento y de la acción, por ejemplo, para auto motivarse o manejar adecuadamente las relaciones que se mantienen con las demás personas.

Por tanto, sustentándose con base en la inteligencia emocional se puede, determinar el modo como cada persona se relaciona y entiende el mundo; teniendo en cuenta las actitudes y los sentimientos, engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, la canalización de las emociones, la confianza, el entusiasmo, la empatía, la persistencia frente a las frustraciones, la práctica de la gratificación prolongada; el motivar a otros ayudándolos a que se desarrollen aprovechando los propios talentos y consiguiendo su compromiso con respecto a los objetivos e intereses comunes.

La concepción de la inteligencia emocional, comprende una serie de habilidades que Goleman, (1996). Caracteriza como "interdependientes, jerárquicas y genéricas". En otras palabras, cada una requiere de las otras para desarrollarse, se sirven de base unas a otras y son necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo y las tareas que se cumplan. Por lo tanto, anatómica y fisiológicamente la inteligencia intelectual y la inteligencia emocional expresan la actividad de regiones diferentes del sistema nervioso. El intelecto basa su funcionamiento en el neocórtex, el estrato evolutivamente más reciente que recubre la superficie cerebral a modo de capa o manto replegado, mientras que los centros o núcleos emocionales ocupan un lugar inferior al nivel cortical, siendo filogenéticamente más antiguos, no obstante todo lo anterior, conduce a plantear que la inteligencia emocional, es el producto del funcionamiento concertado y armónico entre los centros emocionales y las áreas intelectuales.

Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Componentes de la Inteligencia emocional.

Entre los componentes de la inteligencia emocional Goleman (1996) distingue: En primer término: Conocer las propias emociones. Es decir la conciencia de sí mismo (el reconocer un sentimiento mientras ocurre) esto evidentemente constituye, la clave de la inteligencia emocional. Este planteamiento es compartido por Ryback (1998), al establecer que el conocimiento pleno de la conciencia emocional, "resulta especialmente útil en el proceso de la toma de decisiones" p.(72). Induciendo a una mayor certidumbre con respecto a nuestras emociones, en si el autoconocimiento, se constituye en una buena guía para las elecciones vitales en los proyectos de vida y aspiraciones individuales.

Seguidamente, tenemos el manejo de las emociones, basada en la capacidad anterior, a medida que nos conocemos, podemos conocer a los demás y estimar el impacto de las emociones. Las personas que saben serenarse y liberarse de la ansiedad, irritación o melancolías excesivas que recuperan con mayor rapidez de los reveses de la vida.

De igual manera tenemos la automotivación, que evidencia los motivos que guían las acciones, y que requiere de la fuerza interior y disposición a querer lograr lo que se proponga, superando los obstáculos y convirtiendo las debilidades en fortalezas. Las personas que saben controlar la impulsividad y esperar para obtener su recompensa cumplen con sus objetivos y están conformes con sus logros.

Es importante destacar la influencia de la empatía, como la capacidad para reconocer las emociones de los demás, saber que quieren y que necesitan es la habilidad fundamental para establecer relaciones sociales y vínculos personales. Manejar las relaciones interpersonales, sin duda alguna significa, saber actuar de acuerdo con las emociones de los demás: determinan la capacidad de liderazgo y popularidad.

Al respecto, Goleman. (1996). Sistematiza el concepto de la inteligencia emocional, lo torna científico, exponiendo un marco esquemático o "armazón" de las competencias, talentos, aptitudes y habilidades emocionales personales y sociales, con ejemplos de sus respectivas manifestaciones de la vida cotidiana; proponiendo a su vez el entrenamiento, la puesta en practica y los recaudos necesarios para lograr realmente los objetivos planificados. La inteligencia emocional, es un conjunto de competencias que determinan el comportamiento de un individuo, sus reacciones, sus actitudes, su estilo de afrontar la vida y de comunicarse. Es preciso establecer, que se trata de una forma diferente de sabiduría que implica darse cuenta del actuar, y la percepción, para regular el comportamiento a fin de definir y establecer patrones de relaciones, y determinar que tanto el individuo puede trabajar en equipo y fomentar la habilidad para ser lideres.

Según lo planteado, significa ser firme pero asertivo, tomar decisiones difíciles pero con empatía, asumir una tarea y tener la automotivación para ser perseverantes hasta obtener los resultados deseados, resolviendo cualquier contratiempo que surja en el proceso.

Goleman, (1996). Además distingue dentro de la inteligencia emocional las siguientes habilidades: la capacidad de reconocer los sentimientos propios, de admiración, la automotivación. Así como también el reconocimiento de las emociones de los demás y la empatía o capacidad para reaccionar correctamente ante los sentimientos de los otros. Estas herramientas le permiten interactuar a la humanidad entre la marejada de sentimientos y emociones propios y ajenos.

Así, aunque la psicología, conoce desde siempre la influencia decisiva de las emociones en el desarrollo y en la eficacia del intelecto, el concepto concreto de la inteligencia emocional, en contraposición al de coeficiente intelectual, fue planteado hace unos años Peter Salovey, de la Universidad de Yale. Y si bien no existen tests para medirla con exactitud, varias pruebas o cuestionarios que valoran este aspecto pueden ser muy útiles para presidir el desarrollo futuro de una persona. La inteligencia emocional, pues constituye el eje donde converge, la autoestima, la asertividad, la iniciativa, la perseverancia, entre otros elementos claves que condicionan los patrones de conducta social y exitosa de las personas, en el plano personal, familiar, escolar e institucional.

Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Javier Vergara Editor. Grupo Z.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Conociendo y dirigiendo las emociones. ¡Interacción empática! … Superando la conflictividad.

Resulta conveniente destacar, la frase "controla tus emociones", tiende a confundirse y, en vez de controlar, lo que se hace es simplemente "ahogar las emociones", esto es un craso error porque las emociones no son en sí mismas ni buenas ni malas. La que puede ser buena o mala es nuestra respuesta, en todo caso, las emociones nos dan pistas, que permiten analizarlas para lograr finalmente que trabajen a nuestro favor. En sí los componentes las emociones son los pensamientos o valoraciones cognoscitivas, los cambios psicológicos o acciones basadas en la excitación nerviosa y las consecuentes tendencias comportamentales.

En tal sentido Ryback (1998), sostiene que la conciencia de sí mismo "es la piedra angular de la inteligencia emocional, alrededor de la cual giran todas las demás características de la misma la comprensión y la dirección efectiva de los demás" (p.71). Es importante tener claro, que para manejar los parámetros de la inteligencia emocional necesariamente es conveniente, tomar el mando de los pensamientos, dirigiendo oportunamente las excitaciones nerviosas y llegar a ser buenos solucionando, problemas, siguiendo algunas pautas que ayuden a realizar esta difícil tarea, en primer lugar, comprender la naturaleza de los problemas y posteriormente, interiorizar la idea de que son las repuestas a las situaciones, las que en muchas ocasiones causan problemas.

Es vital admitir, realmente que los problemas son parte normal de la vida, sin embargo no se debe sentir obsesionado, ni frustrado ni pretender instaurar cuadros compulsivos, por ello cuando se tienen, evidentemente la clave no esta en negarlos, sino enfrentarlos y solucionarlos.

En las interacciones sociales, es importante percibir lo que otros sienten, lo cual constituye la esencia de la empatía. Rara vez las personas con las cuales se comparten escenarios, comentan con palabras lo que experimentan; en cambio, lo revelan en su tono de voz, expresiones faciales y otras maneras no verbales. Torrabadella (2001), especifica que la empatía "es la capacidad para comprender las emociones de las demás (captar) y expresar las emociones propias (emitir)" (p.186). La capacidad de percibir esas comunicaciones sutiles nace de aptitudes más básicas, sobre todo del conocimiento de uno mismo y del autodominio. Por lo tanto si no se puede percibir los propios sentimientos (o impedir que nos ahoguen) nos veremos irremediablemente fuera del contacto con los estados de ánimos ajenos.

En fin, cuando falta esa sensibilidad, la gente queda descontenta. La falta de oído emocional conduce a la torpeza social, ya sea por haber interpretado mal los sentimientos ajenos, ya sea por una franqueza mecánica e inoportuna, o una indiferencia que aniquila la afinidad, una de las formas que puede adoptar esta falta de empatía es tratar a los demás como si fueran estereotipos y no los individuos únicos que son.

En el ámbito de las relaciones interpersonales, Goleman (1998) sostiene que "la empatía requiere, cuanto menos, saber interpretar las emociones ajenas" (p.172), dejando evidencia que la misma incluye percibir las preocupaciones o los sentimientos del otro y expresar una respuesta, en tal sentido la empatía significa interpretar y comprender los problemas, necesidades e intereses que subyacen bajo los sentimientos del otro. Los elementos señalados son de gran importancia si se desea crear ambientes de convivencia adecuados en atención a que, las organizaciones modernas se basan fuertemente en la interacción entre las personas.

En el ambiente escolar, los docentes y alumnos son más efectivos, lo saben por instinto; utilizan naturalmente su radar emocional para percibir como reaccionan los otros y afinan su propia respuesta para impulsar la interacción en la mejor dirección posible. Los mismos mecanismos cerebrales que se esconden bajo la empatía, permitiéndonos la sintonización emocional, son también los que abren el camino al contagio de los estados de anímicos y solución de conflictos, es así como uno de los talentos que presentan quienes son hábiles para la solución de conflictos es detectar los disturbios cuando se están gestando y tomar medidas para calmar a los involucrados, para lograr esto, son cruciales las artes de escuchar y empatizar.

En tanto que, esa diplomacia, ese tacto, son esenciales para el éxito, las personas dotadas de esta aptitud, manejan con facilidad éstas situaciones tensas y personas difíciles, detectan los potenciales conflictos, ponen a descubierto los desacuerdos y ayudan a reducirlos, alentando el debate y la discusión franca, es decir orquestan soluciones que benefician a todos.

Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.

Goleman, D.(1996). La Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Torrabadella, P (2001). Cómo desarrollar la inteligencia emocional. Test y ejercicios prácticos para aumentar la autoestima y actuar de manera positiva. Barcelona. España: Océano Grupo Editorial S.A.

Goleman, D.(1998). La Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona: Kairós.

"Aquí y Ahora"

Chirinos, Eneida.

Relaciones interpersonales. Inteligencia y gestión emocional en el aula.

La escuela ha sido definida tradicionalmente como la institución social, responsable de la formación que requiere las jóvenes generaciones para su integración en el contexto social que habitan, de ahí la necesidad de la gestión emocional y las relaciones interpersonales en el aula, en el contexto institucional. Es evidente que el docente, para actuar con inteligencia emocional y poder realizar gestión afectiva, debe, en primer lugar, controlar las emociones propias ante situaciones de cambios o crisis, conocer a los demás y su estructura emocional para tener la capacidad de relacionarse con el exterior.

Se trata, en definitiva, de "establecer un liderazgo emocional y conseguir formar grupos emocionalmente inteligentes". En este plano son fundamentales conceptos como la confianza mutua, la identidad de grupo y el sentido de la eficacia. Resulta indudable reconocer que la inteligencia emocional no ha llegado aun al mundo de los docentes.

Evidentemente, la inteligencia emocional, a menudo negada y desdeñada, opacada por el brillo de la razón y el coeficiente intelectual, más fácil de definir y medir, viene a ser una destreza que permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás, sentirse satisfechos y ser eficaces en la vida a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.

En tal sentido, Escontrela y Saneugenio (1992), al referirse al carácter ético de la educación, lo conciben como "un proceso dialéctico en el cual el significado y la significación de las estructuras son reconstruidas en un proceso de concienciación históricamente condicionada por los individuos" (p.70). Así la inteligencia emocional, en una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, y la agilidad mental. Las mismas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la comprensión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.

Por consiguiente, aprovechar la inteligencia emocional, no implica estar siempre contentos o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos que nos depara la vida, reconocer y aceptar los propios sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los demás. La difusión de este "alfabetismo emocional", pocas veces valorado en su justa medida, haría del mundo (y por ende de las organizaciones) un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar las pasiones, sino de administrarlas con inteligencia.

Precisando, el manejo de relaciones interpersonales se presenta en dos ámbitos: El primero es el de las relaciones esporádicas y el segundo es el de las relaciones en el tiempo. Tanto en uno como en otro, los intercambios de cortesía, información sobre hechos, pensamientos, ideas, sentimientos y deseos, deben armonizarse con el grado de sintonía de los dos interlocutores, estableciéndose claramente las fronteras de cada estadio de la intimidad.

Dentro de este marco de relaciones interpersonales algunas pautas deben tenerse en cuenta: separar las personas de los temas, enfocar en intereses y no en posiciones, establecimiento de metas precisas de la negociación y trabajar juntos y en armonía para crear y/o generar opciones que favorezcan ambas partes.

La inteligencia al servicio de las emociones predispone, en las relaciones interpersonales la dosificación de la proporción de la emotividad y racionalidad, la cual debe graduarse cuidadosamente en cada etapa de la relación, y el énfasis en las clásicas salidas de lucha-huida debe elegirse según la naturaleza del marco, el poder del oponente y la importancia de la meta. Las personas, generalmente son más emotivas que racionales y, por tanto, la empatía, paciencia creativa y claridad mental son dimensiones que ayudan a sacar el máximo partido de la habilidad para gestionar la inteligencia emocional.

Profundizando en este aspecto Ryback (1998), sostiene que puede establecerse una relación complementaria entre las emociones y la autogestión y que "están vinculadas inseparablemente entre sí, dado a que es la apertura emocionalmente inteligente la que manifiesta los talentos más profundas y la integridad interior de todos los individuos que permite un trabajo de equipo efectivo y autogestionado" (p.98)

En fin de lo que se trata es de construir en la dinámica de las experiencias de los docentes y alumnos, en el ámbito institucional de educación básica, relaciones interpersonales de confianza, comunicaciones efectivas y asertivas conducente a elevar los índices de productividad de las intenciones pedagógicas, así como también a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos, controlar las emociones que provocan el estrés y la frustración, agudizando la comprensión profunda de los propios sentimientos y del modo en que afectan a los demás, generando capacidad de mediar y minimizar los conflictos, gestionando emocionalmente en el aula, en equipos de trabajo para la convivencia, la tolerancia, la responsabilidad e iniciativa para alcanzar las metas y aspiraciones colectivas, por encima de las necesidades y proyecciones individuales.

Referencias Bibliográficas:

Ryback, D. (1998). E.Q. Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial. España: Ibérica Grafic. S.I.

Escontrela, R y Saneugenio, A (1992). La formación del profesor, modelos y tendencias: El modelo crítico-reflexivo. Revista de Pedagogía, XIII: 29.

Dedicado: A la Memoria de Marcos Ottoniel Chirinos Arcaya. (Q.E.P.D)

 

Chirinos Arcaya, Eneida C.

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Licenciado en Educación Integral. Mención Ciencias Sociales. Universidad Nacional Abierta (1992). Licenciado en Educación Integral. Mención: Lengua. Universidad Nacional Abierta (1994). Magíster en Gerencia. Mención: Gestión Educativa. Universidad Bicentenaria de Aragua. (1999). Doctora en Ciencias de la Educación. Universidad Santa María (2005), Actualmente se desempeña como Docente de Aula en la Unidad Educativa "General Juan Guillermo Iribarren" en Municipio Araure del Estado Portuguesa. Facilitadota en los Cursos de Evaluación del Aprendizaje y Comunicación Educativa de Educación Continua en la Universidad Nacional Abierta. Centro local Portuguesa. Autora de publicaciones en la Revista CANDIDUS; y en las Columnas "Aquí y Ahora" y ¡Ponte las pilas! ¿Preguntas? … y Respuestas en el Diario Ultima Hora. Teléfonos: 02556217854- 04167597122.

Escuela Básica "Miguel Otero Silva"

Acarigua – Portuguesa

Partes: 1, 2
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