Inmigración a la Argentina – Daguerrotipistas y fotógrafos (página 2)
Enviado por María González Rouco
"Ni bien instalado, Panunzi comenzó a tomar fotografías de Buenos Aires y la campaña circundante. Con estas imágenes hizo álbumes y carpetas a partir de 1865. Sus fotos de Buenos Aires son las primeras conocidas después de las vistas al daguerrotipo de Charles de Forest Fredricks y otros autores que se encuentran en el Museo Histórico Nacional. Asimismo, Panunzi fue el primer fotógrafo que se propuso realizar una documentación amplia y sistemática de la ciudad. Sus fotos de las plazas 25 de Mayo y de la Victoria, con sus edificios y monumentos históricos, o las de la zona ribereña, los muelles y la aduana, revelan un claro propósito de relevamiento analítico. Sus tomas también registran los cambios que se producían en el paisaje urbano, de modo que en los álbumes – donde hay fotos tomadas entre 1861 y 1867, aproximadamente – conviven la imagen del Paseo de Julio casi idéntico al Paseo de la Alameda de la época de Rosas, con la de la nueva avenida modificada por la estación del Ferrocarril del Retiro".
"Sus fotos de gauchos tomadas en ambiente son las más antiguas de este tipo que se conocen y conservan – a excepción de un daguerrotipo que se encuentra en el Museo de Luján -. La primera y la única foto conocida fechada y datada por Panunzi es, precisamente, de tema gauchesco: Pobladores del campo. Fue tomada en Exaltación de la Cruz, actual Capilla del Señor, el 1ro. de julio de 1862. La fecha de la toma y la extraordinaria factura de la foto revelan que el fotógrafo ya era un profesional consumado cuando llegó al país, pocos meses antes. Es una puesta en escena elaborada que, sin embargo, transmite el episodio cotidiano que narra – un asado en ciernes con mateada y guitarreada previas – con naturalidad de instantánea. En torno del asado de escenografía – el fuego no está prendido y la carne es evidentemente insuficiente para la cantidad de comensales reunidos – están sentados tres paisanos, como si el fuego estuviera en marcha y hubieran detenido la conversación para la foto. Varios rebenques en la mano, un mate dando la vuelta y una guitarra pulseada entre los gauchos del fondo, señalan que Panunzi se ocupó de subrayar lo típico, aunque no lo sentimos forzado. La distribución de las personas en el cuadro y la naturalidad con que posan no deben atribuirse al azar, y ambas cosas están resueltas con un oficio extraordinario".
"En 1864 y 1866 el cacique tehuelche Casimiro Biguá visitó Buenos Aires. En alguna de estas ocasiones Panunzi le hizo dos fotografías. Una es un célebre retrato en primer plano que no se expone en la muestra. La otra, que sí tenemos, fue tomada probablemente en los cuarteles del Retiro y lo muestra junto a su hijo San Slick y a otro cacique importante, Orkeke. Estas imágenes y otras, como la del cacique Coliqueo y su familia tomada – según nos dice Vicente Gesualdo- en la zona de Los Toldos, son también los primeros registros fotográficos que tenemos de los antiguos habitantes de nuestro territorio, y probablemente los únicos que les hicieron cuando aún eran dueños de sus vidas y destinos".
"Panunzi, que también se promocionaba como profesor de dibujo y retratista al óleo, fue uno de los fundadores de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, en octubre de 1876. Se estima que murió en Buenos Aires hacia 1890" (4).
Se destaca la importancia de este inmigrante: "Sus fotografías son todo un testimonio, porque se ve al indio doblegado y arraigado a las costumbres del hombre blanco" (5).
Arístides Stephani "trabajó en Corrientes, Paraná y Santa Fe desde 1846" (6).
Luigi Bártoli "se instaló en el estudio que había sido de Elliot, es decir el número 56 de la Recova Nueva, en 1852. Bártoli fue uno de los fundadores del Círculo Italiano de Buenos Aires y un fotógrafo muy popular en su época" (7).
"Pedro Tappa fue el primer fotógrafo que abrió una retratería en la ciudad de Santa Fe, en 1862. Trabajó allí durante casi veinte años, para luego trasladarse a Rafaela, donde también abrió el primer estudio fotográfico del lugar. Pedro Tappa fue el maestro del piamontés Arquímedes Imazzio – de quién era, asimismo, tío -, que más tarde sería el fotógrafo clásico de la Boca y el más destacado de esa ‘república’ en el siglo pasado. Las vistas que Pedro Tappa tomó en Santa Fe son los registros fotográficos más antiguos que guarda esa ciudad" (8).
"Félix Corte, tambien italiano, tuvo una prolongada y relevante actuación profesional en Rosario desde 1880 hasta 1911, cuando volvió a su país. Su estudio fue uno de los más importantes de la ciudad en esos años. En 1887 el sociólogo e historiador Gabriel Carrasco, comisario general del primer censo de la provincia de Santa Fe, realizó un viaje al llamado Chaco Austral, en el norte del territorio santafecino, y contrató a Félix Corte para que documentara fotográficamente la región y su avanzada de colonizadores. El álbum que surgió de allí es uno de los escasos y valiosos documentos de la frontera norte de la provincia que aún subsisten" (9).
"En Rosario, hacia 1875, también trabajaba Romilda de Consiglio, una de las primeras fotógrafas profesionales que se registran en nuestro país" (10).
Antonio Cirigliano "trabajó en Olavarría desde fines del siglo pasado y reunió una espléndida colección de retratos y grupos de inmigrantes italianos que fundaron la colonia, y vistas del pueblo y la campaña" (11).
Los hermanos Felipe y Santiago Polzinetti vivieron en Rosario. "El primero trabajó también en Esperanza, Santa Fe, y Santiago realizó las pocas fotografías que documentan la revolución de 1893 en Rosario" (12).
"Hasta no hace mucho tiempo se ignoraba que Antonio Pozzo era de origen italiano y, en consecuencia, se lo consideraba el primer fotógrafo argentino importante. Hoy sabemos que Pozzo nació en Bordighera, Lombardía, en 1829, y llegó al país en su juventud. Fue aprendiz de John Elliot y, posteriormente, de Thomas C. Helsby, daguerrotipista de origen inglés que a principios de 1846 estaba instalado en calle de la Piedad N°. 121. Hacia 1850 Pozzo instaló su propio estudio en el número 113 de la misma calle. Debido a su precoz iniciación en el oficio fotográfico y a su longevidad, Pozzo fue uno de los fotógrafos de actividad más prolongada en el siglo pasado. Fue un retratista prolífico, un documentalista importante y, asimismo, uno de los primeros coleccionistas de daguerrotipos del país. Su colección de dichas piezas fue donada al Museo Histórico Nacional y conformó, junto con la colección del ingeniero Carlos E. Pellegrini, el principal fondo de daguerrotipos del Museo. Entre los retratos al daguerrotipo tomados por Pozzo que se conocen y cuya autoría está confirmada, son justamente valorados los que pertenecen a Mariquita Sánchez de Mendeville, viuda de Thompson, y al general José María Paz".
"En 1857 el Ferrocarril del Oeste inauguró el servicio de su primer ramal, desde la estación central del Parque, en la actual plaza Lavalle, hasta La Floresta. Pozzo, contratado por la empresa, hizo una serie de fotos que documentan instalaciones, trabajos de tendido y el acto oficial de inauguración, con las dos locomotoras históricas: La Porteña y La Argentina. En años subsiguientes siguió fotografiando para la compañía. Los cartones que servían de soporte a sus fotografías llevaban por entonces una leyenda: ‘Fotógrafo Municipal y del Ferrocarril Oeste’ ".
"En 1879 Pozzo acompañó con su equipo fotográfico al ejército de Julio A. Roca en la expedición de exterminio indígena y consolidación del dominio militar en el sur argentino, conocida como Campaña del Desierto. Lo hizo en carácter de fotógrafo oficial, aunque él mismo debió costearse los gastos del viaje. Pozzo tenía interés en el tema. Poco tiempo antes, el 18 de diciembre de 1878, retrató en su Fotografía Alsina, de calle Victoria 590, al cacique Pincén, recién capturado por las fuerzas del coronel Villegas".
"El 29 de abril de 1879 el ejército de Roca inició la Campaña del Desierto en dirección al sur. Antonio Pozzo y su ayudante Alfredo Bracco, con sus pesados equipos acondicionados sobre mulas – cámaras y trípodes, el laboratorio de campaña, los vidrios y químicos para preparar los negativos fotográficos y revelarlos en el lugar – los acompañaban. La cantidad de fotografías que tomaron durante la expedición no puede determinarse con exactitud. Los álbumes conocidos – que nunca tienen exactamente las mismas fotos ni la misma cantidad – agrupan alrededor de cincuenta piezas cada uno. Las imágenes muestran, en general, a la tropa y a los oficiales en los campamentos, o montados en medio de la marcha. Los indios vencidos posan con sus lanzas en la mano, y también hay fotos de "chusma" cautiva, es decir niños, mujeres y ancianos indígenas, con sacerdotes que les darán el bautismo. No hay escenas con rastros de actividad bélica, probablemente porque no hubo batallas importantes, ya que no es presumible que la mentalidad de los comandantes que dirigían la expedición estuviera dispuesta a censurar fotografías de indios muertos. El propósito épico de Pozzo, que admiraba al general Roca, es evidente, aunque queda asordinado por esa especie de neutralidad distante de las imágenes. A pesar de la visión controvertida que hoy tenemos sobre el episodio histórico que registran – e incluso por eso mismo -, las fotografías de Pozzo tienen para nuestra cultura un valor documental extraordinario".
"Antonio Pozzo murió a los 81 años, el 29 de agosto de 1910, en su casa de Flores" (13).
El fotógrafo Angel Paganelli nació en 1832; falleció en Tucumán en 1928. "Llegó a la Argentina hacia 1860 con su hermano José y se instalaron en Córdoba. Luego viajaron a Tucumán y comenzaron su carrera de retratistas. José regresó a Córdoba y Angel se quedó, cobrando fama por una serie de fotografías a la Casa Histórica de Tucumán que sirvieron de base para reconstruir el edificio. En 1876 Tucumán participó de la Centennial Exhibition de Filadelfia con un importante envío, en el que se encontraban 78 vistas fotográficas de la provincia que se consideran realizadas por Paganelli" (14).
"Los hermanos Angel y José Paganelli fueron otros pioneros italianos de nuestra fotografía en el interior del país. A fines de la década del sesenta viajaron con frecuencia al noroeste del territorio nacional, trabajando en las ciudades y la campaña. En 1869 Angel se instaló en Tucumán. Tomó vistas de la ciudad e ilustró con sus fotos un libro clásico: Provincia de Tucumán, de Arsenio Granillo (Imprenta La Razón, Tucumán, 1872). Una de las imágenes de este libro muestra el frente de la casa histórica donde se juró la Independencia. Muchos años después esta foto fue el único auxiliar que le permitió al arquitecto Mario J. Buschiazzo reconstruir el local con su fachada tal como era en 1816" (15).
El fotógrafo Cesare Rocca nació en 1839; falleció en Buenos Aires. "De origen italiano, se cree que se inició en la fotografía hacia 1862, en Buenos Aires. A poco de establecerse en la ciudad instaló un estudio de retratos en la Calle de las Artes 148, en el que incorporó el nuevo método de la ‘carte de visite’. Con posterioridad, se trasladó a la ciudad de Córdoba, donde realizó la labor más importante de su carrera: la documentación de la Exposición Nacional de 1871. Fue autor y editor de los magníficos albumes de dicha exposición, realizados cuidadosamente con el proceso del colodión húmedo" (16).
Samuel Rimathe, de nacionalidad suiza aunque nacido en Italia, es autor de fotos "logradas entre 1890 y 1895, mostrándonos lugares pintorescos y tradicionales, como así también personajes típicos que deambulan por sus calles". Esas fotografías están reunidas en "un gran álbum, propiedad del Museo Mitre de la Capital Federal, que contiene 367 originales de pequeño formato. Las reproducciones fueron realizadas por Juan Gómez, fotohistoriador y conservador de fondos fotográficos, y actualmente pertenecen al Museo de la Imagen del Foto Club Buenos Aires, quien las cedió al Foto Cine Club Rafaela para ser exhibidas en el Museo de la Fotografía" (17).
Abel Alexander resume la biografía de Guido Boggiani: "El campamento de la pequeña expedición descansa en la profunda selva paraguaya, territorio hostil, de difícil geografía, donde se refugian las últimas tribus salvajes. En su hamaca, cubierto por un espeso mosquitero, descansa el temido hombre blanco, pero no se encuentra solo, una joven de la tribu caduveo comparte el lecho. De pronto irrumpe un grupo de guerreros, la india despierta y de un salto huye hacia la salvación de la espesura. El hombre intenta reaccionar, pero se enrieda entre los pliegues de la hamaca, sus atacantes se abalanzan con las pesadas hachas de piedra y le destrozan el cráneo; cerca, su servidor paraguayo se defiende, pero también cae abatido".
"A un siglo de la tragedia que tronchó la vida del científico Guido Boggiani, asombra comprobar cuantas iniciativas llevó a cabo durante sus 40 años de vida en campos tan diversos, como la pintura, la etnografía, la antropología, la literatura y la fotografía, esta última volcada con talento a documentar sus investigaciones científicas en Paraguay, Brasil y Argentina".
"Guido Boggiani nació en 1861 en Omegna, al norte de Italia; con definida vocación artística. A los 17 años se trasladó a Milán para estudiar pintura en la Escuela de Brera, donde por sus obras innovadoras fue considerado uno de los precursores del "arte revolucionario". Pero Boggiani tenía alma de explorador. En 1887 se embarcó hacia la Argentina. En Buenos Aires trabó amistad con destacados intelectuales porteños y expuso sus telas. Alguien le habló de Paraguay, un país de grandes ríos, selvas y tribus indómitas. Al año siguiente viajó a Asunción con el propósito de comerciar con ganado y cueros. De pronto la pintura y los negocios quedaron relegados. Boggiani recogió objetos y artesanías, estudió un mundo que lo asombraba. Escribió libros que abrieron nuevos rumbos en el conocimiento de la etnología, la etnografía y la lingüística y con todo este rico material regresa a Italia con el propósito de publicarlos. Poco después apareció su mejor libro: I Caduvei (Mbayá o Guaicurú)-Viaggio d''un artista nell''America Meridionale".
"En Italia recibió reconocimiento y premios. Pero Boggiani ya pertenecía a su destino, Paraguay. En 1896 regresa directamente a Asunción. Estaba convencido de que la única manera de estudiar a estos pueblos era conviviendo en sus tolderías. Boggiani legó treinta y ocho volúmenes con destino a la comunidad científica, pero fueron sus fotografías las que ganan el interés y la admiración de un público más vasto en la actualidad. La cámara fue para Boggiani un auxiliar científico de extrema utilidad, pero la manejaba con toda la sensibilidad de su formación artística".
"Se obsesiona por el tatuaje o pintura corporal y también por otros temas donde la precisión fotográfica es fundamental. Toma más de 500 fotografías que él mismo revela en medio de la selva. Se sabe que entró en contacto con la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, a uno de cuyos socios, el Leopoldo Miarte, le entregó parte de estos negativos. Después de su muerte, Robert Lehmann-Nitsche publicó una serie de 100 tarjetas postales sobre estos aborígenes paraguayos, que incluía un suplemento reservado de 12 desnudos especiales para científicos".
"Se sospecha que el asesinato de Boggiani estuvo relacionado con su actividad fotográfica. El explorador había registrado con su cámara las tribus angaites, leguas, sanapanás, caduveos, tobas, payaguás, bororo y chamacocos. No olvidemos que para estos pueblos primitivos las fotos representaban un verdadero peligro, pues en ese acto se ‘robaba’ el alma o la voluntad del sujeto, que a partir de ese momento quedaba en posesión del fotógrafo".
"Fue la colectividad italiana de Asunción la que armó una expedición de rescate al mando del explorador español José Fernández Cancio. Este halló los restos del científico el 20 de octubre de 1904, los indios habían separado la cabeza para impedir de esta manera que siguiera haciendo más ‘daño’ y la cámara fotográfica fue hallada enterrada, presumiendo que hicieron lo mismo con muchos negativos. Años después de estos sucesos, el joven botánico checo Alberto Vojtech Fric (1882-1944), quien también realizó estudios en esta región, rescató una apreciable cantidad de negativos de Boggiani y los llevó a Praga. Hoy sus descendientes, utilizando este magnífico archivo, han curado una muestra itinerante" (18).
El fotógrafo Florencio Bixio falleció en Buenos Aires en 1933. Acerca de él "hay muy poca información. De origen italiano, arribó al país hacia 1896, tras residir en Uruguay. Tuvo varios locales de fotografía en el centro porteño. Se dedicó a los retratos de estudio aplicando la técnica en boga: negativos de colodión seco y copias a la albúmina y, finalmente, el gelatino-bromuro" (19).
En "El siglo disfrazado", Mauricio Kartun se refiere al Carnaval porteño y a las fotos de Bixio: "Fue con el vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra desbordó todo orden institucional, la mascarita se independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de fenomenal creatividad individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa lucían su solvencia con el molde y la aguja".
Una vez disfrazado el niño, debía fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de origen: "Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo el sol calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la primera tarde los mejores contrastes en la vidriada galería de pose del estudio. ¿Cómo testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los chicos, engalanados y maquillados?".
El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los disfraces elegidos por las madres para sus hijos: "Viejas fotos. Sólo eso queda de aquella magnífica pasión por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20 en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en más predominaron los baturros, toreros y gaiteros asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los tarros también a escala. Napolitanas, damas venecianas, y polichinelas certificaban el amor a Italia."
Fotos que se enviarían a los parientes que tanto se extraña: "Atrás unas líneas ya casi ilegibles: ‘Cara mamma: le invio una fotografia del mio Cesarino. Veda come cresce bello e grasso. Chi manca tanto. Sua cara figlia, Renza’. En la foto, un pequeño soldadito garibaldino. Un sombrero emplumado, y una descolorida mirada melancólica" (20).
El pintor, fotógrafo y galerista Frans Van Riel nació en 1879; falleció en Buenos Aires en 1950. "De origen holandés, perteneciente a una familia de marchands de arte y nacido en Roma, llegó a Buenos Aires en 1907 para trabajar como escenógrafo y se estableció en esa ciudad. Luego desarrolló su vocación múltiple: colaboró en el diario La Prensa como dibujante (1907-1922) y en 1913 instaló su primer estudio en Viamonte y Florida (Buenos Aires) pero en 1923 descubrió las posibilidades que ofrecía un conventillo de treinta habitaciones ubicado en Florida 659, al que refaccionó y convirtió en la célebre Galería Frans Van Riel. Como fotógrafo, se encargó de tratar a gran parte de la sociedad porteña y de la colonia artística. Sus últimos trabajos como pintor fueron El paso de los Andes y los retratos de Manuel Belgrano y de José de San Martín" (21).
Gregorio Ibarra fue un librero y litógrafo de origen español que "el 16 de junio de 1843 publicó en la Gaceta Mercantil un aviso donde decía que ‘poseedor de dos máquinas perfeccionadas con todos los accesorios para retratos, vistas y planos, … tiene la satisfacción de ofrecer al público sus servicios en este nuevo ramo de las bellas artes’. No se tuvieron más noticias de sus intenciones hasta el 30 de julio de ese año, cuando anunció su intención de rifar una de las máquinas. De la otra no se tuvieron mas noticias pero probablemente la haya vendido" (22).
Abel Alexander y Luis Príamo se refieren al fotógrafo Christiano Junior: "José Christiano de Freitas Henriques Junior, más conocido por su nombre artístico de Christiano Junior, fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo XIX en nuestro país. Nació en 1832 en la isla de Flores, una de las siete que forman el archipiélago de las Azores, perteneciente al por entonces reino de Portugal. En 1855 emigró al Brasil con su familia, integrada por su esposa y dos hijos. Se ignora cuándo y con quien aprendió el oficio fotográfico, pero en 1862 ya estaba instalado con estudio propio en la ciudad de Maceió, capital del estado de Alagoas, al norte del país. Dos años después se encontraba muy activo en Río de Janeiro, donde trabajó hasta su traslado a Buenos Aires".
"El primer estudio que tuvo en esta ciudad, inaugurado en diciembre de 1867, estaba en Florida 159. Tiempo después se mudó a un local más amplio en Florida 160, que en 1875, cuando cambió la numeración de las calles porteñas, pasó a ser Florida 208. Allí permaneció hasta 1878, cuando vendió el negocio a la sociedad de Alejandro Witcomb y Guillermo Mackern, predecesores de la famosa casa Witcomb. A principios de los años setenta abrió una sucursal en Artes 118 (hoy Carlos Pellegrini), la Fotografía de la Infancia, que más tarde trasladó a Victoria 260 (hoy Hipólito Irigoyen), a cuyo frente puso a su hijo José V. Freitas Henriques".
"Rápidamente Christiano Junior fue reconocido por la sociedad porteña como uno de los más importantes fotógrafos de la ciudad. Entre sus clientes se contaron hombres públicos notables, como Domingo Faustino Sarmiento -a quien retrató con la banda presidencial-, Adolfo Alsina, Lucio V. Mansilla o Luis Sáenz Peña. Según los álbumes de trabajo de su estudio, que se encuentran en el Archivo General de la Nación, entre abril de 1873 y septiembre de 1875 Christiano realizó más de cuatro mil fotografías, promediando la atención de unos cinco clientes diarios. En 1871 participó en la Exposición Nacional de Córdoba, donde fue premiado con medalla de oro, lo que aumentó el prestigio de la casa. Asimismo fue fotógrafo oficial y socio de la Sociedad Rural Argentina desde 1875, cuando ésta organizó la primera exposición agraria, hasta que vendió su estudio".
"Más allá de su éxito como retratista, fue un monumental proyecto que llamó Album de vistas y costumbres de la República Argentina desde el Atlántico a los Andes lo que daría a Christiano Junior un sitial de primer orden en la historia de nuestra fotografía. La obra sería integrada por un conjunto de álbumes dedicados a diversas provincias del centro y norte del país, cuyas fotografías llevarían comentarios escritos por intelectuales notorios de cada lugar. En 1876 y 1877 Christiano publicó los dos primeros, ambos dedicados a la provincia de Buenos Aires y con doce fotos cada uno. Los textos fueron escritos por Mariano Pelliza y Angel J. Carranza y estaban impresos en cuatro idiomas: castellano, francés, inglés y alemán en el álbum de 1876, mientras que en el otro el alemán fue sustituido por el italiano".
"Estas veinticuatro fotos de Buenos Aires fueron las únicas que Christiano publicó, aunque no las únicas que tomó en la ciudad y la provincia. En efecto, una investigación que realizamos en la colección de negativos de la casa Witcomb que se encuentra en el Archivo General de la Nación, descubrió que hay allí alrededor de ciento setenta placas de vistas y tipos populares porteños tomadas por el portugués con certeza prácticamente absoluta (cuando Christiano entregó su negocio a Witcomb y Mackern en 1878 lo hizo con sus clichés, registros de clientes y álbumes de trabajo, de allí la presencia de sus negativos en la colección Witcomb del AGN)".
"Es posible diferenciar los negativos de Christiano de los que hizo Alejandro Witcomb sobre Buenos Aires años después porque aquel trabajó con placas emulsionadas manualmente con un proceso llamado colodión húmedo (una disolución de algodón-pólvora en éter y alcohol que se esparcía sobre la placa de vidrio, la que luego era sensibilizada con un baño de ioduro de plata y se exponía inmediatamente, todavía húmeda), que revolucionó la fotografía a finales de la década del cincuenta del siglo XIX. El color ámbar de la emulsión al colodión, como así también el corte y las medidas irregulares de los vidrios, distinguen a las placas de Christiano de las de gelatino-bromuro importadas de Francia que utilizó Witcomb".
"La determinación de autoría surgida de la investigación permitió incluir en el libro de la Fundación Antorchas recién editado, Un país en transición. Fotografías de Buenos Aires, Cuyo y el Noreste, Christiano Junior. 1867/1883, numerosas fotos que hasta hoy se adjudicaban a Witcomb. También permitió actualizar los catálogos de esta colección que se utilizan en el Archivo General de la Nación. Es interesante agregar que los únicos negativos al colodión húmedo conocidos que se conservan en el país son los de Christiano Junior: las ciento setenta vistas y más de trescientos retratos de estudio".
"Un año después de vender su estudio Christiano Junior inició una gira por las provincias de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis, San Juan, Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy con el objetivo de completar su Album de vistas de la República Argentina. La llamó Gira artística y le llevó cuatro años. Comenzó en abril de 1879 en Rosario y terminó en Jujuy en mayo de 1883. El último tramo lo hizo acompañado por su hijo José V. Freitas Henriques. En cada capital de provincia donde trabajó instalaba un estudio de retratos, casi siempre en sociedad con un colega activo del lugar, mientras hacía las fotos para el Album. No conocemos vistas suyas de las provincias de Santa Fe y Córdoba, aunque en esta última ciudad hizo retratos de tipos populares".
"En las otras provincias reunió una colección de vistas extraordinarias cuyo número se ignora porque los negativos han desaparecido, pero que podría haber llegado a la suma de quinientas piezas (al menos, esa es la cantidad de fotos que vendió a la Municipalidad de Tucumán a fines de 1883, después de completar su periplo). Con estas fotos editó varios álbumes, algunos dedicados a una de las provincias visitadas (San Juan o Mendoza, por ejemplo), otros a las tres provincias de Cuyo, y otros compuestos por una antología del conjunto. En todos los casos las fotos llevan leyendas de referenciación más o menos amplias, pero nunca los extensos comentarios en cuatro idiomas que imprimió en los dos primeros dedicados a Buenos Aires. Hay constancias de que también pensaba recorrer las provincias del Litoral, cosa que no hizo, ya que después de 1883 Christiano abandonó la práctica fotográfica. Sin embargo, aún inconcluso, su Album es una obra extraordinaria y única en el contexto la fotografía argentina -y probablemente también de la latinoamericana- del siglo XIX" (23).
"Witcomb, de origen inglés, se destacó por ser el propietario de un lujoso y completo estudio fotográfico ubicado en la calle Florida 59, en Buenos Aires. Pero también tenía sucursales en Rosario" (24). Se lo calificó como "El gran fotógrafo de la Argentina de principios de siglo. Magnífico retratista de la sociedad de la naciente ciudad de Buenos Aires" (25).
Amadeo Jacques nació en París en 1813 y falleció en Buenos Aires en 1865. "En Francia, estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París; dictó clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La Sorbona. Poco después se graduó como Licenciado en Ciencias Naturales en la Universidad de París. Luego de ejercer la docencia en otras instituciones francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y más tarde se estableció en Entre Ríos, donde se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858 fue nombrado director del Colegio de San Miguel de Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de los sistemas pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo, publicando proyectos de reglamentos sobre instrucción pública en diarios de la provincia de Tucumán. Por ofrecimiento del vicepresidente de la República, Marcos Paz, fue director y, años más tarde, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa función transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria. Fue un renovador de la enseñanza en la Argentina" (26).
En el exilio, Jacques fue retratista. Lo refiere Miguel Cané, en Juvenilia: "Jacques no era uno de esos espìritus frìos, estèriles para la acciòn, que viven metidos en la especulaciòn pura, sin prestar oìdo a los ruidos del mundo, y sin apartar su pensamiento del problema, (…) El 2 de diciembre, como a Tocqueville, como a Quinet, como a Hugo, lo arrojò al extranjero, pobre, con el alma herida de muerte, y con la visiòn horrible de su porvenir abismado para siempre en aquella bacanal. Tomò el camino del destierro y llegò a Montevideo, desconocido y sin ningùn recurso mecànico de profesiòn; lo sabìa todo, pero le faltaba un diploma de abogado o de mèdico para poder subsistir. Abriò una clae libre de fìsica experimental, dàndole el atractivo del fenòmeno producido en el acto; aquello llamò un momento la atenciòn. Pero se necesitaba un gabinete de fìsica completo y los instrumentos son caros. Un momento Jacques fue retratista, (…) Pero ni la fotografìa, que màs tarde perfeccionaron, ni la daguerrotipia, que le cedìa el paso, como el telègrafo de señales a la electricidad, daban medios de vivir" (27).
Alfredo Cossón nació en París en 1820 y falleció en Buenos Aires en 1881. "Tras residir en Bolivia, llegó a la Argentina en 1854, con una máquina de daguerrotipo (primer proceso fotográfico de aplicación comercial). Vivió en Salta, Tucumán y Buenos Aires y dictó cursos de Historia y Geografía en el Colegio Nacional de Tucumán, que dirigía Amadeo Jacques. El 5 de octubre de 1871, el presidente Domingo F. Sarmiento lo designó miembro de la Comisión Nacional de Escuelas y participó activamente en el desarrollo de los planes de reforma educacional. Su Curso completo de Geografía fisica, politica e histórica de la República Argentina se convirtió en libro de texto obligatorio en los colegios. Precursor de la fotografía en el país, Cossón fue pionero del uso del daguerrotipo en Salta, técnica que había aprendido con Amadeo Jacques. Fue, además, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires durante 16 años" (28).
El fotógrafo y cineasta Eugenio Py nació en Carcassone en 1859 y falleció en Buenos Aires en 1924. "En 1888 se radicó en Buenos Aires. En 1893 abrió un estudio fotográfico y, luego, se vinculó con Max Glücksmann, de quien fue operador artístico. En 1900 filmó Viaje del Dr. Campos Salles a Buenos Aires, que detalla la visita a nuestro país del presidente brasileño durante el gobierno de Julio A. Roca, considerado como el primer noticiero argentino. En 1910 estuvo a cargo de la filmación de los festejos del Centenario. En 1914 participó en la película Amalia" (29).
De la fotografía, Py pasó al cine. Escribe Alexander: "Desde los primeros daguerrotipos de 1839 hasta que la fotografía se echó a andar al ritmo de 16 fotogramas por segundo en una cinta de cine en 1895, sólo transcurrió medio siglo. Pero el mundo había cambiado para siempre. La novedad de los hermanos Lumière arribó pronto a estas tierras y casi de inmediato las cámaras empezaron a trabajar en la calle, documentando día a día el quehacer de la población. Nacieron de este modo los noticieros. Entre los precursores están Eugenio Cardini, la Casa Lepage, con su camarógrafo estrella, el francés Eugenio Py, compitiendo con los noticieros de la firma Gregorio Ortuño" (30).
"Las cámaras Elgé, francesas, fabricación de León Gaumont, el competidor primero de los Lumière, llegaron a Buenos Aires en el año 1897. Con una de ellas comenzó a filmar a manera de ensayo Eugenio Py, a la sazón solo fotógrafo. Fue una suerte de amateurismo que habría ganado circunstancialmente a unos poco aficionados a la fotografía fija. Por obra de Py, el primer producto habría sido un corto de diecisiete metros titulado "La bandera argentina", la insignia patria flameando en el mástil de la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. El entusiasta Py era un artesano, experto hombre de laboratorio" (31).
El litógrafo, daguerrotipista y fotógrafo Rodolfo Kratzenstein nació en Alemania y falleció en Buenos Aires. "Se ignoran sus datos biográficos. Arribó a Buenos Aires en 1854 y, en San Martín 48 instaló un establecimiento que convocó a lo más granado de la sociedad porteña. Tuvo a su cargo la realización de las litografías que ilustraron la primera Memoria de la Municipalidad de Buenos Aires, correspondiente a 1856-7. Entre sus litografías con vistas de Buenos Aires sobresalen Palermo (1855 y Plaza del Parque (1857). Mudó su taller a Florida 80 y, en 1870, publicó el Gran mapa mercantil de la ciudad de Buenos Aires" (32).
El daguerrotipista y fotógrafo Adolfo Alexander nació en Hamburgo en 1822 y falleció en Buenos Aires en 1881. "Comenzó su carrera en Alemania. En 1851 se estableció en Valparaíso (Chile), donde se lo reconoce como uno de los introductores de la fotografía en ese país. Con su familia se trasladó a Buenos Aires, donde abrió uno de los más importantes estudios de su época. Hacia 1855 se estableció en Mendoza, para hacer un completo relevamiento de la ciudad. Dejó un valioso testimonio del terremoto ocurrido en 1861. Fue uno de los últimos en abandonar la técnica del daguerrotipo" (33).
"El alemán Adolfo Alexander se estableció en Chile, en 1850, donde hizo excelentes tomas de las minas de Capiapó y Valparaíso. Cinco años después se instaló en Mendoza, pero al poco tiempo su estudio fue destruido por el terremoto que asoló la ciudad. Se trasladó junto con su esposa y cinco hijos -todos dedicados a la fotografía – a Buenos Aires, donde levantaron otro estudio en la calle Artes 37. Alexander fue uno de los últimos en abandonar la técnica del daguerrotipo" (34).
El fotógrafo George Heinrich Alfeld nació en Hamburgo en 1834. "En 1862 se estableció en Rosario. Retrató a los personajes más importantes de esa ciudad. Hacia 1880 se trasladó a La Rioja, donde se pierden sus pasos" (35).
Afirma Roberto Ferrari: "Sabemos que Jorge Alfeld ( 1834 – ?), ciudadano alemán radicado en Rosario, se desempeñó como fotógrafo desde 1862 y aparentemente como el más destacado del período, según el legendario historiador de Rosario, don Vladimir Mikielievich. Por el estudio fotográfico de Alfeld desfiló la sociedad rosarina, así como militares en tránsito, por el conflicto bélico de la Guerra de la Triple Alianza. (Cuarterolo, 2000) En 1866 realizó el álbum "Recuerdos del Rosario de Santa Fe", del que se conocen dos ejemplares – uno incompleto -, que han sido tema de varios estudios. Ha sido investigado bajo diversos enfoques, por historiadores, ya sea de la ciudad, del urbanismo o de la fotografía. (Mikielievich, 1968; Makarius, 1992; Dócola, 1994)" (36)
Bécquer Casaballe escribe: "Existe una interesante referencia de época, en las memorias de una señora alemana que vivía en Rosario: ‘Un fotógrafo alemán llamado Rabe, venido hace poco al país y que buscaba alojamiento, le dimos una pequeña habitación y la comida a cambio de enseñarme el arte de la fotografía. El tomó instantáneas de todos los edificios y lugares importantes que nosotros vendíamos después. Así consiguió muchos clientes, siendo el primero que sacó fotografías de Rosario’ (A. P. de Kammerath, 1976)".
"¿Estamos en presencia de un anécdota de Antonio Rave, el asociado de Goerres y discípulo de Terry? La coincidencia de la homofonía Rabe/Rave y de las fechas nos lleva a pensar que sí; la vivencia de la Sra. Alwina Philipp de Kammerath se refiere a los años 1863-1864, cuando Rave y Goerres anunciaban su llegada a Rosario y la realización de vistas de la ciudad" (37).
Grete Stern nació en 1904 y falleció en Buenos Aires en 1999. "Estudió con Walter Peterhaus en la Bauhaus y con Wassily Kandinsky. Fue amiga de Paul Klee, Oskar Sclemmer, Johannes Itten y otros creadores. En 1935, ante la persecución nazi, se refugió en la Argentina. Fue fotógrafa del Museo Nacional de Bellas Artes y retratista de personalidades como Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo y María Elena Walsh, entre otras. Realizó, además, series sobre distintos lugares del país" (38).
Acerca de la retrospectiva "Retratos", escribió Alberto Giudici: "Es una invitación a la nostalgia, al reencuentro con entrañables figuras de las letras y el arte que alimentaron lo mejor de lo que llevamos dentro. Un Borges, un Spilimbergo, un Berni, una María Elena Walsh, un Badíi, una Grete Stern, autorretratándose, y autora de esta galería de rostros realizados a lo largo de medio siglo. La mágica luz de la fotógrafa, envolvente, plástica, alienta la ilusión de vida que tienen esos instantes congelados. La mirada que es pura ensoñación en los claros ojos de don Lino; la límpida y casi infantil sonrisa de Borges cuando todavía no había sido atacado por ese ligero rictus nacido, quizás, por la progresiva barrera de la ceguera; una niña apenas entrando en la adolescencia, recostada en el marco de una ventana como quien se asoma a la vida, lejos todavía de sus célebres canciones infantiles, "capturada" en 1947, en Ramos Mejía, donde vivía el matrimonio Grete Stern-Horacio Coppola (otro grande de la fotografía)".
"El alma se devela a través del rostro, y la luz, como quería Harmenszoon Rembrandt van Rijn, es el medio de ese aflorar del espíritu a través del cuerpo. Una vibración, un aleteo misterioso, que asoma en cada una de las imágenes. La potencia constructiva de Emilio Petorutti, de cuerpo entero en un balcón mientras las verticales de la puerta caen a plomo como si fueran un lienzo del propio pintor".
"El barroquismo del taller de Santiago Cogorno, como encerrando su desbordada y sensual producción; la límpída geometría del estudio de Noemí Gerstein; Berni, con su imagen duplicada en un espejo, como si la avidez inquieta del Picasso argentino se proyectara a infinitos desafíos crea tivos. Ningún detalle —un caballete, cuadros apilados, un muñeco gigante junto a Horacio Butler— es anecdótico. Hace al clima de intimidad del retratado, integra el hábitat que rodea su mundo interior. Son retratos psicológicos excepcionales. Por eso, conjetura Ricardo Coppa Oliver, director de la galería Principium, sus fotos no gustaban en los que buscaban tomas de estudio, escenografías ficticias y luces desmedidas, para mostrar no lo que se es sino lo que se quiere ser. Protesta feliz en última instancia, porque Grete se volcó a los que dieron su savia al país, incluyendo los curtidos rostros de los aborígenes del Norte, en lo que fue el primer relevamiento antropológico de nuestros ancestros, tan negados en Buenos Aires y mirados con una sensibilidad única por esta alemana que arribó a la Argentina en 1936 huyendo del nazismo".
"Por entonces, había transitado por la Bauhaus, el mayor intento de socialización del arte desde el Renacimiento. De ahí vino, de la Bauhaus de Dessau, la de Walter Groppius, pero lo maravilloso en ella es que el rigor formativo y de vanguardia -como los collages fotográficos surrealistas, cargados de ironía feminista-, no anularon su sensibilidad a la hora de captar la atmósfera de un país lejano".
"Ventanas, espejos, encuadran la sugestión de un espacio que se prolonga fuera de la imagen vinculando al retratado con su mundo físico: la casa, el taller o simplemente la naturaleza, como en esa obra maestra que es el de Margarita Guerrero: el rostro de perfil sobre un espejo que devuelve el otro perfil pero también un jardín restallante de luz a espaldas de la cámara. El ratio lumínico de Grete es estricto: nunca un blanco quemado, jamás un negro saturado. En las medias tintas, apasteladas, la luz baña sus inefables criaturas".
"Todas las fotos exhibidas son primeras copias. Algunas, sacadas en los 40, fueron pasadas al papel medio siglo después. "Es que ella no tenía dinero para hacer las copias", acota Coppa Oliver. Así vivió, en un humilde dos ambientes sobre la calle Uruguay. Tras su muerte, en 1999, a los 95 años de edad, su hija Silvia atesoró el inmenso legado materno, soñando con una Fundación que lo preservara. No llegó a concretarlo ni a ver esta muestra que armó con el inestimable aporte de Luis Priano: Silvia murió hace un par de semanas".
"Sin descendencia, ahora, este inmenso patrimonio visual, inició el errático destino de los estrados judiciales y el riesgo de su dispersión. Quizás ésta sea la última muestra de Grete Stern. Otro dato para la nostalgia" (39).
Annemarie Heinrich nació en Darmstadt en 1912. Es una de las fotógrafas "más destacadas del país. Cursó estudios en Berlín y en 1926 se trasladó a la Argentina con su familia, iniciando su formación fotográfica en la provincia de Entre Ríos. Ante la carencia de escuelas de esa especialidad, se formó de manera práctica trabajando en laboratorios y tomando fotos hasta que, en 1930, abrió su primer estudio en Buenos Aires. Dos años más tarde se trasladó a un estudio mayor, y empezó a trabajar para revistas y a fotografiar a las grandes figuras locales y extranjeras que actuaban en el Teatro Colón. Sus fotos fueron también tapa de las revistas Antena y Radiolandia durante cuarenta años".
"En 1937 hizo los primeros envíos para Salones nacionales e internacionales y a partir de entonces fue requerida por el cine como fotógrafa permanente de publicidad y escenas con primeras figuras, trabajando así más de veinte años. Realizó la primera exposición individual en 1947 y sus fotos comenzaron a aparecer en revistas europeas y americanas. Recibió premios y fue designada miembro de las más importantes asociaciones extranjeras, de la Federación International d’Art Photographique y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias Fotográficas. Viajó a Europa y presentó sus trabajos en Francia, Italia y Alemania".
"En 1953 fue cofundadora del grupo de fotografía ‘La Carpeta de los Diez’, que funcionó varios años con trabajos de seminario y exposiciones, y fue miembro de ‘Amigos de la danza’. En 1960, y continuó cinco años consecutivos, ganó el primer puesto en el ranking mundial de Fotoclub Buenos Aires. Como resultado de su tarea de fotografiar durante veinticinco años a bailarines y ballets publicó en 1962 su libro El ballet en la Argentina, con 233 fotos seleccionadas entre miles, un testimonio de esa disciplina entre 1934 y 1960.. Fue contratada para las fotos del Pressbook del ‘American Ballet Theater’ de Nueva York. Recibió numerosas distinciones y premios e integra organismos de la especialidad".
"En 1975 fue designada Académica de la Comisión Nacional de Cultura, en 1979 fue miembro fundador del Consejo Argentino de Fotografía, en 1980 invitada de honor al VII Salón Nacional de Fotografía, y en 1982 a la Exposición Colectiva de Fotografía Latinoamericana en Suiza y París. Recibió el diploma de la Fundación Konex como uno de los cinco mejores fotógrafos del país. Fue homenajeada al cumplir sus cincuenta años en la fotografía e invitada por el Centro Cultural General San Martín, donde expuso 350 obras. El Centro Editor de América Latina publicó un fascículo en la Serie Fotógrafos Argentinos en 1982. En 1983 expuso en Berlín. Se desempeñó como directivo de la Asociación de Fotógrafos Profesionales. Ha sido declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires" (40).
Entrevistada por Matilde Sánchez, Alicia Sanguinetti –hija de la alemana- se refiere a las fotos que su madre tomó a Eva Perón "durante su etapa artística": "Cuando mi madre fotografía a Eva, ella llega al estudio para iniciarse en la vida artística, un poco como las modelitos del pasado de Korda. Heinrich no podía imaginar la proyección que ella tendría. Por entonces, Evita era una más. Pero dentro de esa situación, tenía un algo en su personalidad. La fotógrafa no se iluminó, no dijo: "Esta mujer va a ser alguien en Argentina". Y eso también ocurre con frecuencia en el estudio. Estás con alguien y así sea Juan de los Palotes, de pronto irradia ese algo que te hace trabajar y crear. Pero creo que ella captó una verdad interior que luego adquirió sentido en la historia. Porque es la historia la que nos hace leer las fotos con otro sentido. (…) De las decenas de fotos que Heinrich hizo de Eva, sólo quedan ocho en el país. Las demás se dispersaron en el mundo. Desde el punto de vista fotográfico, de esas ocho fotos mi madre reconoce una sola como una obra perfecta. Me refiero a la foto del anillo de oro y el peinado con banana. Las demás son meramente documentales, lo que no quita que el público las haya cargado de aura. La foto del anillo es de 1944. Eva se la hizo tomar especialmente para el escritorio de Perón en la Secretaría de Trabajo, y no debía ser empleada ni colocada en ningún otro sitio. Una copia de esa misma foto estaba colgada en la pared del departamento del general en la calle Posadas. Ninguna de esas fotos fue usada por el peronismo, pero esto también obedece a la posición de mi madre a partir de 1945. Ella tenía una buena relación con Eva, comenzado tiempo atrás, pero no era peronista. De hecho, Annemarie se negó a retratar a Perón" (41).
El investigador Abel Alexander destaca en un artículo periodístico la necesidad de conservar el patrimonio fotográfico de nuestro país; dicho patrimonio incluye obras de la inmigrante: "Entre nosotros, Caras y Caretas inaugura en 1898 el periodismo gráfico con un éxito arrasador. La revista semanal contaba con un plantel estable de fotógrafos para cubrir las notas, amén de una cadena de corresponsales enviando sus fotos. Crítica (1913) y Noticias Gráficas (1931) fueron diarios emblemáticos del fotoperiodismo argentino. En ambos la cobertura fotográfica tuvo un protagonismo absoluto y estaba a cargo de los más calificados fotógrafos de prensa de la época. Las colecciones de estos dos diarios porteños se encuentran depositadas desde hace décadas en el sótano del edificio de Leandro N. Alem 246, Archivo General de la Nación. Sus actuales autoridades han tomado la determinación de intervenir la colección, cuyo total podría superar el millón de copias al gelatino bromuro de plata y que abarca el período entre 1910 1960. Su casi totalidad se encuentra en un estado de conservación pobrísimo".
"La tarea se ha iniciado ya con Noticias Gráficas, cuyo deterioro espanta. Sorprende su riqueza y variedad. Es que aquel tabloide vespertino, volcado hacia una línea popular, captó la imaginación de sus lectores con despliegues fotográficos inusuales, lo que explica que en un solo día de junio de 1946 alcanzó la tirada de 394.000 ejemplares, increíble para la época. De los sobres atacados por la humedad y los hongos surgen joyas tomadas por Annemarie Heinrich, Sivul Wilenski, Manfred Schoenfeld y otras obras enviadas desde todas las provincias".
"Crítica y Noticias Gráficas atesoran en sus sobres un gigantesco friso, cuyo estudio nos retrotrae hacia una Argentina de grandeza. Por ello, la iniciativa genera grandes expectativas entre los investigadores, precisamente porque el Archivo es uno de los pocos abiertos a la consulta pública. Conociendo los antecedentes del Archivo General de la Nación, no podemos dejar de preocuparnos por esta nueva iniciativa. El Poder Ejecutivo debe apoyar efectivamente con fondos y personal una tarea cuya magnitud es considerable. La fragilidad de los archivos fotográficos no admiten improvisaciones pues el precio que se paga es terrible, nada menos que la destrucción de lo que se pretende salvar".
"Este es un proyecto de largo aliento. Deben existir los fondos necesarios para su implementación, asesoramiento de técnicos en conservación fotográfica y archivística, así como la provisión de los imprescindibles insumos para tan delicada tarea. Quienes militamos en el campo de la fotografía patrimonial hacemos votos para que este proyecto de rescate no sea una nueva expectativa frustrada" (42).
El fotógrafo y explorador Karl Popper nació en Bucarest en 1857 y falleció en Buenos Aires en 1893. "Estudió Ingeniería en Minas en París y realizó múltiples viajes por el resto de Europa, Oriente Medio, América del Norte, México y Cuba. Establecido en la Argentina, en 1866 viajó a Punta Arenas, Chile y descubrió oro en la bahía de San Sebastián, sobre el océano Atlántico. En 1887 realizó una muestra con sus fotografías tomadas en Tierra del Fuego, junto a mapas, armas, utensilios indígenas y muestras de arenas auríferas. Fundó la Compañía ‘Lavaderos de Oro del Sud’ " (43).
Ana Laura Pérez escribe: "Con 28 años, Popper llegó al país en 1885 atraído por el descubrimiento de oro en el Cabo Vírgenes. Culto, con sólidos conocimientos en materias como física, química y geografía, dominaba a la perfección varios idiomas y tenía un notable talento para las relaciones públicas. Dicen que fue gracias a la masonería que en poco tiempo el rumano entabló excelentes vínculos con la dirigencia política argentina, que terminó por concederle tierras para la explotación aurífera. A Popper se le permitió llevar un pequeño ejército, emitir moneda y tener su propio sello postal para el correo de sus campamentos. Apoyado por la flamante Sociedad Científica Argentina —y mientras el pionero inglés Thomas Bridges mantiene su estancia en la costa sur de la isla—, Popper es el primer expedicionario en recorrer el interior de Tierra del Fuego. Estudió su conformación geográfica, amplió la cartografía de la zona y fortaleció la presencia argentina en la frontera" (44).
Sivul Wilenski nació en 1897 y falleció en Buenos Aires en 1952. "Junto a Melita Lang y Rita Branger integró una destacada generación de fotógrafos de las décadas de 1930 y 1940, siendo maestro de importantes figuras de esta disciplina como Annemarie Heinrich. Desarrolló un estilo delicado y plástico, con una especial atención a la iluminación, retratando a numerosas personalidades de la sociedad porteña de la época. En 2002 se expuso en el Museo del Cine de Buenos Aires una serie de fotografías que tomó a Eva Duarte de Perón durante su período de actriz" (45).
Boleslaw Senderowicz, pionero de la fotografía publicitaria argentina, nació en 1922 (46).
Nicolás Schonfeld nació en 1901 y falleció en Buenos Aires en 1977. "Llegó a nuestro país en 1930 y dos años después instaló su estudio. De una fina sensibilidad, un estilo fotográfico muy personal y de alto valor en la composición técnica, era el fotógrafo predilecto de numerosas figuras del ámbito artístico. El estudio funcionó hasta 1975. Sus fotografías aparecieron, entre otras, en las revistas Caras y Caretas y El Hogar" (47).
Schonfeld "fue un fotógrafo con indudable personalidad y espíritu inquieto que revolucionó la hasta entonces rutinaria fotografía de estudio" (48).
Anatole Saderman nació en Moscú en 1904 y falleció en Buenos Aires en 1992. "Con más de medio siglo de trayectoria, ganó fama internacional, especialmente como retratista. Fotografió a casi todos los artistas plásticos de la Argentina y a Jorge Luis Borges, Pier Paolo Pasolini, Pablo Neruda, Pablo Casals y Nicolás Guillén, entre otras personalidades de las artes y las letras. En 1982 recibió el Diploma al Mérito que concede la Fundación Konex y en 1984 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1990 fue galardonado por el Foto Club de Buenos Aires" (49).
Juan Gómez lo entrevistó en 1978. Saderman le dijo: "Nací en Moscú, en el año 1904. La fecha de mi nacimiento es un lío: como yo nací antes de la revolución, estaba vigente el "viejo calendario" y, según el mismo, la fecha correspondía al 22 de febrero. Pero como ese calendario, estaba 13 días retrasado -respecto al internacional actual- yo hice el cálculo y, como el año 1904 fue un año bisiesto, yo tengo que celebrar mi cumpleaños el día 6 de marzo… pero de cualquier manera -con el viejo o el nuevo calendario- yo soy de "Picis" signo con el qué, además, me siento perfectamente identificado. Mi nombre completo es Anatolyo (en ruso) o Anatole (en alemán) Boriscovich Saderman".
"Hasta esos años las cosas habían ido bastante bien para mis padres y para mis abuelos. Aunque ambos eran judíos, habían sido autorizados a residir en Moscú, dado a que habían servido a los ejércitos del Zar durante mucho tiempo. Por eso yo nací allí y viví en Moscú hasta los 14 años y medio -más o menos- ya que las necesidades económicas que se plantearon entonces y, un invierno que se presentaba muy crudo, nos llevaron a buscar otros horizontes. Toda nuestra familia -paterna y materna- partió en tren desde la capital de Rusia y llegamos a Minsk -la capital de Bielorrusia- pero estuvimos poco tiempo, ya que pronto volvimos a partir, esta vez hacia Polonia, más precisamente hacia la ciudad de Lodz, donde nuestra estadía fue un poco más larga y allí comencé mis estudios de inglés y de dibujo. Dos años después, volvíamos a emigrar, esta vez a Berlín (Alemania)… Aquí retomé mi bachillerato en el Colegio Ruso de esta ciudad, mientras mi padre intentaba recomponer su industria textil, yo también estudiaba búlgaro en la Facultad de Filología al tiempo que -para ayudar a mi familia- daba clases de ruso a los alemanes y de alemán a los rusos… Otra de mis fuentes de ingreso, era pintar con "brocha gorda" enormes carteles para un cine de mi barrio. Así las cosas hasta que cumplí 22 años; ya por entonces mi hermano mayor y unos primos, habían emigrado a América y residían en Asunción (Paraguay), donde habían llegado en busca de nuevos horizontes."
"La crisis que ya se vivía en Alemania -una inflación terrible- unido al ejemplo de la partida de mi hermano, hizo que mis padres también decidieran partir a "la América". A bordo del "Cap Polonio" llegamos a América del Sur en el año 1926, yo traía un desconocimiento absoluto del idioma, tres dólares en mis bolsillos y dos cajones llenos de libros. Cuando me había despedido en Berlín del director del colegio, me había comprometido a enviarle notas de América ilustradas con fotografías (con una máquina de placas 9 x 12 cm que, mi padre me había comprado en un viaje a Francia)."
"Las primeras fotografías las hice a bordo del Cap Polonio, un barco que traía laboratorio fotográfico y al que debía acudir en forma permanente ya que mis conocimientos técnicos eran totalmente nulos en ese tiempo. Cuando el barco llegó a Montevideo, decidí separarme de mi familia -que iba con destino al Paraguay- y me quedé en el Uruguay, era el mes de julio. Me alojé en el Hotel de Inmigrantes -no sabés lo que era eso…- ya que no tenía dinero y, durante el día sacaba fotos; para no morirme de hambre comíamos pan y mandarinas".
"Por suerte en Montevideo conocí a un fotógrafo moscovita como yo, y me invitó a su casa a tomar el té… fue algo así como mi salvación, ese té tenía el valor de la mejor comida del mundo y gratis… ese compatriota se llamaba Nicolás Yarvoff y con él, pude hacer un fugaz aprendizaje mínimo. En ese tiempo los profesionales eran muy celosos de sus conocimientos y no "largaban prenda" fácilmente, pero por lo menos podía meter los dedos en el revelador agotado y hacer algunas copias en el ampliadora. Munido de estos conocimientos iba cotidianamente al puerto a sacar fotos de los obreros o recorrer los "conventillos" montevideanos, hasta que pude montar un primitivo laboratorio en el cuartucho en que vivía".
"Me fui finalmente a Asunción, porque me daba cuenta que ya no tenía más kilos para perder y allí, además de encontrarme con los míos conseguí emplearme en un emporio fotográfico importante, hasta que pude instalar mi propio estudio y seguir practicando a costillas de los muy pacientes asunceños: ya por entonces (1927) las fotografías me salían cada día mejor".
"El artífice de este primer estudio, fue un amigo de mi padre, compatriota nuestro quién dispuso asociarse conmigo, cuando le saqué unas fotos sencillas -en e patio de su casa- a sus chicos. Estaba ubicado en la zona del puerto, en esos locales típicos de todos los puertos, con sus arcadas y su permanente olor a comida y a bebidas, pero para mí era "tocar el cielo con las manos", en ese estudio realmente comencé a hacer fotos por gusto. Tengo muy gratos recuerdos de esta experiencia en el Paraguay, como mi galería era interior y tenía muy poca luminosidad, con mi socio nos vimos obligados a hacer un boquete en la pared, para fabricar una ventana y poder tener así luz natural, en algunas horas del día: así comencé a modelar mis retratos con luz natural. Nos compramos una cámara "de viaje" esas de madera plegadizas, para placas 13 x 18 cm y una lente de distancia focal variable- por el aditamento de distintos elementos- y el trabajo comenzó a darse con regularidad, pero… como mi socio esperaba otra cosa y económicamente no le rendía lo que había previsto, terminamos por disolver la sociedad".
"Como la cosa a mí me interesaba opté por instalarme, en casa de mis padres. Era una casa cómoda, con un zaguán, su pequeña vidriera pero… tenía un defecto: aquí no podía romper ninguna pared para tener luz natural, por lo tanto, puse en práctica algo insólito en esta ciudad, fotografiar con luz artificial. Me hice construír un "armatoste enorme" con portalámparas y doce lámparas potentes y podía adecuarlo a mi gusto: subía, bajaba, se inclinaba en ambas direcciones. Para la gente fue algo nuevo -acostumbrada como estaba a las galerías de vidrio- ya que les permitía ubicarse más cómodamente en un ambiente más fresco, más cómodo. De allí que ese segundo estudio en Asunción, llevó el pomposo nombre de Estudio "Electra" ".
"Dado que mi socio "capitalista" se había llevado una de las cámaras, tuve que comprarme otra y opté pur una Zeiss-Ikonta de placas de 10 x 15 cm y una luminosidad estupenda: F 4.5, era un Tessar de 17 cm de distancia focal… (…) mis padres decidieron probar fortuna en la capital de América por esos años: Buenos Aires y me invitaron a unirme a ellos. No acepté, la verdad consideraba que Buenos Aires "me quedaría grande para mí por ese entonces" y dejé que se fueran solos. Lógicamente yo no podía solventar el costo de la casa para mí solo y entonces un estudiante de medicina amigo mío, que al recibirse pronto iba a instalarse en el interior, me invitó a que lo acompañara en su nuevo destino y acepté de buen grado. En consecuencia en 1928 estaba a orillas de Río Paraguay, en una ciudad rural y su nombre es Pilar -actualmente Departamento de Neembucú- y que tenía en aquellos años unos 5000 habitantes".
"Allí también instalé mi segundo "Electra" pero dotado nuevamente de luz natural -no había electricidad en el pueblo todavía- y estaba ubicado en un terreno vecino, al hotel en que yo vivía y que Doña Rosa, su propietaria me había alquilado junto a una pequeña edificación que tenía el mismo. Acá me hice de un grupo de amigos formidables, que aún años después de mi partida, nos seguimos visitando en Buenos Aires o en el Uruguay o Paraguay. Aquí estuve con mucho gusto, y, además, ganando plata por primera vez en mi vida. Esto me hizo sentir más fuerte, más seguro de mis posibilidades y finalmente me animé: me dije voy a probar suerte en la Argentina… pero no Buenos Aires -todavía- y en 1929 me fui a Formosa".
"Me embarqué en primera… en un barquito de cabotaje y en el viaje participé de una partida de póker con el capitán y algunos pasajeros. Te confieso que no sabía jugar y me sentí comprometido, por eso jugué, resumiendo: me "pelaron" y cuando bajé en Formosa, no tenía ni un solo peso ni para darle la propina al maletero… Es decir, tuve que empezar de nuevo. Menos mal que llevaba una carta de recomendación para un comerciante alemán y cuando lo fui a ver le expliqué lo que me había pasado y me prestó unos pesos".
"Así pude alquilar una casa grande, de cuatro ambientes, un gran jardín en completo estado de abandono y luego de algunas refacciones, reinauguré en Argentina, mi viejo Estudio "Electra". Hice traer de Asunción mi enorme parrilla de luces y la reinstalé aquí, comenzando a trabajar con mi equipo anterior, y por suerte la gente me respondió en buena forma, pese a que aquí había ya instalados otros profesionales. (…) entre los mosquitos, el calor agobiante del verano y un poco los deseos de ver a mi familia, me hicieron alejar otra vez y partí para Buenos Aires".
"Un ingeniero para quién yo había hecho unos retratos en Formosa, y los trajo a Buenos Aires, los mostró a un gran profesional de entonces: Juan Zuretti -que tenía estudio en Florida 528- y según me dijo luego, se asombró de ver la calidad de un profesional radicado en un paraje tan lejano e inhóspito como Formosa. Este comentario, me reconfortó y fue un gran aliciente para mi futuro, por eso intenté trabajar particularmente en Buenos Aires pero no tuve suerte, en consecuencia, nueva partida… esta vez a Montevideo donde ingresé como laboratorista con mi viejo maestro Nicolás Yarovoff con quién estuve un año y medio. Durante ese tiempo viajaba a Buenos Aires para ver a mi familia y entre viaje y viaje conocí a Nina, la que luego fue mi esposa. Esta relación me impulsó los deseos de volver a Buenos Aires, en un nuevo intento de quedarme definitivamente con la fotografía y con la que luego sería mi gran compañera… nos casamos en 1932".
Vino a Buenos Aires. "La segunda vez, es decir la definitiva, fue en 1932 y me empleé en el Estudio Van Dick que estaba en la calle Rivadavia y Medrano, haciendo de todo un poco: retoque, copiado y tomas, eso me permitió tomarle la mano al estilo de aquí, hasta que finalmente decidí abrir mi propio estudio "porteño" dos años más tarde (1934) en la calle Callao 1066, casi esquina Santa Fé. (…) trabajaba entonces con una gran cámara de galería usando, según el trabajo, película plana de 18 x 24 cm, 11 x 16 ½ u 8 x 11 cm. Tenía el tele Tessar de 300 mm para los trabajos generales y un monóculo Corística (italiano) de 450 mm para los retratos y precisamente con estos elementos comencé a fotografiar rostros de intelectuales y artistas argentinos y extranjeros, muchos de ellos de paso por la ciudad (Stefan Erzia, Salvador Stringa, Pedro Tenti, Pablo Casals, Alberto Gerchunoff, Guastavino, Victorica y otros tantos que ahora, escapan a mi memoria…). A los pintores y a los intelectuales que yo invitaba a posar, no les cobraba nunca, hasta que uno de los primeros Eugenio Daneri -uno de los grandes valores de la pintura argentina- dijo: "A este muchacho hay que regalarle algo…" y me trajo una maravillosa naturaleza muerta hecha por él, que fue la base de una colección que ya iré contando. De esta forma me fui formando un "estilo" que, me acompañará durante toda mi vida" (50).
El fotógrafo Harry Grant Olds nació en Ohio en 1869 y falleció en Buenos Aires en 1943. "Comenzó su trabajo en su tierra natal. En 1897 recibió una carta de un tío radicado en Buenos Aires, que conocía, también, Valparaíso y Santiago. En 1899 se embarcó hacia la Argentina con su cámara de 4 x 5 pulgadas y 200 placas secas. Luego se instaló en Valparaíso. Comenzó tomando fotos de estudio y realizó una serie sobre el puerto y la ciudad. En 1900 volvió a Buenos Aires. Fue reportero gráfico y proveedor de imágenes para Roberto Rosauer, primera casa editora de tarjetas postales" (51).
Varias de sus fotos pudieron verse en la muestra "Buenos Aires 1910. Memoria del porvenir", que tuvo lugar en Buenos Aires y fue llevada luego al extranjero.
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Estos son algunos de los daguerrotipistas y fotógrafos inmigrantes que trabajaron en nuestro país. Junto a ellos, actuaron profesionales acerca de los que hemos encontrado poco más que el nombre, y otros que sólo vivieron un corto lapso en la Argentina. Todos ellos nos legaron un patrimonio que es necesario preservar.
- Cuch, A: "Testigos", en La Maga, Buenos Aires, 17 de junio de 1995.
- Príamo, Luis: "La fotografía italiana en la Argentina. Siglos XVIII/XIX. Benito Panunzi". Fundación Proa.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- Príamo, Luis: op. cit.
- Cuch. A.: op. cit.
- Príamo, Luis: op. cit.
- ibídem
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- ibídem
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- Príamo, Luis: op. cit.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- S/F: "Muestra de Previderé e imágenes de Buenos Aires", en La Opinión, Rafaela, 23 de Octubre de 2002.
- Alexander, Abel: "El arte de robar el alma a los indios", en Clarín, Buenos Aires, 17 de noviembre de 2002.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- Bécquer Casaballe, A.: "160 años de fotografía en Argentina", en www.fotomundo.com.
- Alexander, Abel y Priamo, Luis: "Christiano Junior, fotógrafo y escritor", en ww.fotomundo.com.
- Cuch, A.: op. cit.
- Facio, Sara (Selección y texto) WITCOMB, Nuestro Ayer. Buenos Aires, LA AZOTEA Editorial Fotográfica s.r.l., 1991.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- Cane, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
- ibídem
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- Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
Trabajo enviado por
María González Rouco
Licenciada en Letras UBA / Periodista Profesional Matriculada
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