Por ello, para desarrollar estrategias que permitan preparar al educando desde el punto de vista emocional, es necesario que la vida emocional tenga por objetivo último potenciar el bienestar social y personal, a través de un proceso educativo, porque ambos son necesarios para el desarrollo de la personalidad integral del educando, desde luego la disciplina social unida a la moralidad, a lo emocional y lo educativo se conjugan para fortalecer el bienestar del individuo.
Asimismo, Tettner (2005) señala ayudar desinteresadamente, preocuparse por los demás, cooperar, ser sensible a los problemas del otro y actuar de forma voluntaria se considera positivo y tiene que ver con los objetivos personales, normas y valores que subyacen en las conductas. Lo señalado por la autora indica que para prevenir la violencia es necesario un proceso que implica sumarle el peso de las acciones a palabras bien intencionadas ya que permite lograr una actitud de tolerancia y respeto en los jóvenes.
En relación con este asunto, la misma autora refiere, el proceso es promovido en universidades, colegios y comunidades alrededor del mundo y empieza a dar frutos, ya que genera una toma de conciencia que lleva a exigir que se haga algo por lo que sufren tormento en el colegio y en sus hogares. Evidentemente, lo señalado por Fernández y Tettener podrían ayudar a enfocar propuestas para la búsqueda de soluciones ante esta problemática por cuanto una explica la causa y el otro presenta posibles soluciones.
2.2.1 Fortalecimiento de la Autoestima del Alumno
Según Nieto (2008), la autoestima es un proceso psicológico complejo que involucra la percepción, imagen, estima y concepto que cada uno tiene de sí mismo. La toma de conciencia del sí se va realizando en la interacción del niño con el ambiente; él va procesando paulatinamente cómo lo perciben; es decir, la autoestima es la percepción de las personas del aprecio que le tienen los demás.
Por otra parte, L"Ecuyer (2008), plantea que la autoestima es un fenómeno psíquico inherente al ser humano y forma parte de él desde que el hombre es hombre. Sin embargo, fue Aristóteles quien usó el término para referirse al "amor a sí mismo" y fue William James que estudió el desdoblamiento del "yo", en "yo-conocedor" y "yo-conocido", involucrando en algún grado la autoestima, dando nacimiento a un fenómeno psíquico que más tarde sería la clave del éxito personal. A mitad del presente siglo, con la aparición de la psicología humanista, la autoestima adquiere relevancia predominante gracias a la contribución de Carl Rogers.
Según Massó (2008), la autoestima "Es el significado más directo de la palabra auto (sí mismo/a) Estima (amor, aprecio).Quererse a sí mismo/a, ni es egoísmo, ni es enfermizo; es un sentimiento fundamental" (p. 89). Se considera necesario enfatizar que es amor, es decir, que al tenerse amor a sí mismos la persona tiene la facultad de aceptarse tal cual es, cuando se dice así se refiere que se sabe y se está consciente que es un ser humanos y que como tal es poseedora de cualidades pero también tiene defectos.
Al estar conscientes de esto y al amarse de verdad como lo dice el autor citado anteriormente no se puede caer en el egoísmo, la vanidad, el contenido de sí mismo, la auto justificación, el fariseísmo que al contrario de quererse, es al final de todo un valor muy débil de el mismo, ya que al creerse superior y lo mejor, no se acepta los defectos terminando en pensar que no los posee, entonces pierde la facultad de ser auto crítico, lo cual es malo para cada individuo porque la realidad es que es un ser humanos y que tiene defectos; y el poderse ver con defectos es lo que hace a este avanzar en la vida para una mejor calidad de vida.
Por otra parte, el autor Yagosesky (2008) plantea que la autoestima psicológicamente hablando es "amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener" (p. 56). Lo que exhorta a tener en cuenta que como humanos se comenten equivocaciones, e incluso se tienen limitaciones, ya sean estas físicas o emocionales; pero que también no hay que perder de vistan que se tiene la capacidad de levantarse, y que cada caída no es un fracaso eterno, sino verlo como una oportunidad que da la vida al individuo de conocerse más y de obtener la experiencia que en la próxima equivocación poder confiar en la capacidad que tiene de seguir adelante y alcanzar los objetivos que desea.
La autoestima es un punto importante en la personalidad de los estudiantes, el tipo de autoestima que posean ya sea en relación a su valía personal o, en mayor medida, tiene impacto en su comportamiento, la clave para desarrollar la autoestima en los niños está en cómo se sienten los profesores con respecto a sí mismos, ya que la buena autoestima de los niños requiere de adultos que también tengan una alta autoestima como es el caso de profesores y padres.
El comportamiento de los alumnos en los liceos, está íntimamente relacionado, a las cogniciones que él tiene de sí mismo; estas cogniciones conllevan valoraciones que, como ocurre en la autoestima, son determinantes en las formas de pensar, sentir y actuar en el ámbito escolar.
Es importante resaltar que la importancia del desarrollo de la autoestima en el alumno radica principalmente en la relación de comunicación que se establece "entre él y sus compañeros. La autoimagen que él proyecta afectará y condicionará su crecimiento personal.
Una autoestima positiva posibilitaría un adecuado contexto emocional que facilitaría una educación de mayor calidad humana. En este sentido, es importante reflexionar sobre el carácter específico de la autoestima que el alumno siente de su formación escolar, pues se considera uno de los elementos distintivos de su comportamiento.
En la personalidad del individuo la autoestima se considera como un elemento fundamental, la cual le permite actuar responsablemente, consciente que su comportamiento es el más adecuado ante la situación presentada, asumiendo la responsabilidad de sus acciones, por cuanto se considera capaz de ejecutar cualquier actividad de manera eficaz y eficiente.
Para Raffini (2010) "la autoestima es la apreciación del propio valor e importancia, caracterizada por la posibilidad de responsabilizarse de uno mismo y de actuar de manera responsable hacia los demás" (p.19). Esta definición al ser aplicada a la educación indica la importancia de brindar al estudiante las experiencias necesarias para generar un sentimiento de orgullo, evitando aquellas conducentes a la formación de expectativas desvalorizadoras.
Asimismo, el hecho de responsabilizarse por sí mismo, le otorga el sentido del valor, el cual al ser alimentado tanto en la casa como en la escuela, le ofrece la oportunidad experiencial de respetarse y, en consecuencia, respetar a los demás. En ese sentido, Corkille (2009), expresa que la autoestima está compuesta por dos palabras: auto, se refiere a la persona en sí mismo; estima, relacionada con la valoración; por tanto, la define como la valoración de una persona acerca de sí mismo.
Los autores mencionados coinciden en señalar la autoestima como el reflejo de sí misma que tienen las personas, considerándose una exigencia interior experimentada por el individuo, la cual lo lleva a sentirse valioso, digno de respeto no solo ante sí mismo, sino ante los demás; esta interioridad ejerce un rol de vital importancia en la conciencia, la personalidad, el organismo como totalidad.
Desde esa perspectiva, Barroso (2010) considera la autoestima como la fuerza que organiza, da sentido y dirección a cuatro procesos fundamentales para el desarrollo como persona: ubicación, identificación, selección, socialización. Cualquier cambio en el sentir con respecto a sí mismo, es suficiente para disparar alteraciones en la organización, así como en el funcionamiento del organismo como sistema, siendo por tanto, responsable de la salud, también del bienestar. Al respecto, señala como factores de la autoestima los siguientes: aceptación de sí mismo, valoración de sí mismo, entendimiento y estima de los demás.
1. Aceptación de Sí Mismo: Conocerse y autoaceptarse es una condición para la búsqueda de paz interior, por tanto la aceptación realista adecuada evita la aspereza en el trato con los demás, esto supone asumir y admitir los propios defectos, pero el aceptarse es una dimensión esencial en la valoración, por tanto, será muy útil enseñar al alumno a aceptarse y quererse a sí mismo, para que pueda aceptar a los demás. Esto no implica una actitud de resignación, todo lo contrario, el desarrollo del valor de aceptarse a sí mismo implica comenzar a superarse pero desde una perspectiva.
Sin duda, conocerse a sí mismo es un valor fundamental porque proporciona experiencias que refuerzan el pensamiento, lo cual conduce a actuar conscientemente según las propias convicciones hacia metas personales con valores positivos, evidentemente esta forma de actuar implica tomar conciencia de las necesidades personales.
Si se toma en cuenta lo antes señalado, es lógico pensar que la escuela como formadora de valores debe participar en la ayuda del educando hacia la consecución de este valor. En efecto, Puig, señalado por Izquierdo (2000) refiere la función de la educación consiste en facilitar los procesos personales de valoración, para alcanzar tal objetivo.
En este caso, la acción educativa y vivencial de los valores debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando para que aprenda a guiarse libre, responsable y coherentemente por una escala de valores con la mediación de su conciencia como norma máxima al obrar; lo cual permitirá que el alumno anteponga su conciencia ante cualquier actuación.
Ahora bien, Izquierdo (2000) señala como valores individuales los siguientes: magnanimidad, esfuerzo, lucha, perseverancia, constancia, paciencia, serenidad, alegría, dominio de sí mismo, sobriedad, austeridad, sencillez, tolerancia, modestia, humildad, ornato, decoro. En relación a lo mencionado, promover el desarrollo de estos valores en el alumno generará nuevas actitudes que se traducirán no sólo en comportamientos concretos, si no en normas de vida consigo mismo, lo cual conduce a sentir que no se juzga a la persona por sus cualidades, sino por el uso que hace de ellas.
Cabe considerar que el alumno cuando aprende a conocerse y aceptarse a sí mismo encontrará razones para soñar, fuerzas para luchar y transformar su vida; pero pareciera que el alumno cuando considera imposible alcanzar sus metas siente insatisfacción y vacío interior cuando quiere ser como otros; asimismo, difícilmente puede aceptar a los demás.
Sobre este particular, Moreno (2001) señala: "la nueva pedagogía de los valores debe orientarse igualmente a enseñar al educando a potenciar su dignidad humana" (p.141). Sin duda, es por esto que no basta con enseñar al alumno a aceptarse a sí mismo sino que también debe impulsarse a no quedarse aletargado en la mediocridad porque a veces esto conduce a una vida rutinaria y superficial, ya que el complemento de la autoaceptación es exigirse constantemente si se quiere salir de ese estado para evitar caer en la rutina y transitar hacia la violencia o la agresividad.
En relación con lo anterior, Descalzo (1996), citado por Izquierdo (2000) señala "todo hombre debe dar dos pasos: el primero aceptarse a sí mismo, el segundo exigirse a sí mismo; sin el primero camina a la amargura, sin el segundo va a la mediocridad". (p.77)
De acuerdo con lo señalado por el autor, no hay duda que el enseñar al alumno a aceptarse a sí mismos es una forma de contribuir a minimizar la agresividad del educando, y por consiguiente la génesis de la violencia.
2. Valoración de Sí Mismo: El sentirse valorados de una manera positiva tiene una importancia positiva para cada persona, ya que la manera de actuar estará en parte condicionada por lo que se considera que se es capaz de hacer, más que por la existencia objetiva de la realidad. Por lo tanto, enseñar al alumno a quererse y valorarse como persona es algo a lo que la educación debiera prestar más apoyo y, más aún en el caso de los adolescentes porque en el proceso de búsqueda de identidad éste corre el peligro de perder el aprecio de los demás.
Cabe considerar que la imagen de la persona se va formando en relación con los demás. El individuo no puede experimentarse a sí mismo si no es por medio de los demás, adoptando las actitudes que los otros adoptan hacia él. Ya que la valoración positiva o negativa que de sí tiene una persona es algo de origen social. Es así por lo que el docente debería ayudar al educando a encontrar la manera de adoptar actitudes positivas.
Ese origen social tiene su fundamento en las expectativas que ponen los demás, así los padres con sus hijos, los profesores y educadores con sus alumnos, los jefes con sus subordinados, es un elemento motivador y dinamizador en la vida de cada persona. La imagen que se va formando el estudiante a través de su vida en contacto con los demás es una energía interior que puede potenciar su imagen personal en sus ambientes.
Por lo tanto, es un compromiso de la familia y del docente ayudar al joven a elegir lo que quiere ser, a luchar, a madurar; para ser sí mismo, pero con estilo personal. Por otra parte, en la configuración psicológica espiritual del adolescente se debe insistir en formar una escala de valores para definir y configurar su personalidad, en consecuencia se le debe indicar que para llegar a ser el tipo de hombre o mujer con el que ha soñado necesita ilusión, lealtad, constancia, entrega, compromiso, esfuerzo diario, espíritu de servicio, alegría, libertad, optimismo, responsabilidad, buenos modales y convivencia social.
También el educador puede contribuir a conformar la autoimagen del educando a través de relaciones, tales como: estilo de trabajo, simpatía, tolerancia, mejoramiento de las relaciones sociales e intereses por el alumno. Del mismo modo, facilitando la comunicación aceptándolo y valorándolo, esto puede lograr que éste se vuelve más comprensivo, por consiguiente, se entenderá mejor a sí mismo y a los demás, por otra parte, enfrentará los problemas de la vida de alguna manera más fácil y adecuada.
Sin duda, el adolescente que se acepta a sí mismo se autovalorará y, por consiguiente tendrá una alta autoestima. En relación a este asunto Izquierdo (2000) refiere "la autoestima es la percepción valorativa que tiene el individuo de sí mismo; de su manera de ser, del conjunto de sus rasgos corporales, mentales y espirituales que conforman su personalidad" (p.173). Lo expuesto por este autor incluye en la autoestima los factores esenciales para el crecimiento personal, los cuales se desarrollan en base al aprecio y aceptación que reciba el adolescente de sí y de los demás, por esta razón la autoestima contribuye a ayudar al joven a afrontar las adversidades, a establecer relaciones enriquecedoras y a tratar a los demás con respecto.
Igualmente, Moreno (2001) en línea con el autor antes mencionado recuerda que los criterios de Savater han adquirido relevancia ya que la sociedad del conocimiento está generando grandes posibilidades de superación mediante su enfoque incluyente, por tanto para la nueva educación es muy importante entender en su justa dimensión el alcance y papel que desempeña el conocerse a sí mismo.
3. Entendimiento y Estima de los Demás: El autoestima influye profundamente en la manera de promover las relaciones con los demás y el comportamiento personal. En relación con este asunto, Fernández (2001) establece "la escuela tiene que educar para la vida, esto supone facilitar al alumno instrumentos para que sean capaces de tener autoestima, relacionarse con los demás, así mismo, debe incluir estrategias que le ayuden a resolver los conflictos" (p.90).
En cuanto a las estrategias para cumplir con la capacidad para entender y estimar a los demás destacan las siguientes habilidades: escuchar activamente; por medio de esta habilidad el alumno se hace consciente de lo que la otra persona está diciendo y de los que está intentando comunicarle. Esto se logra ayudándolo a mejorar la comunicación verbal y no verbal. Otra estrategia para entender a los demás es el uso de la empatía; es decir, estar consciente en la capacidad de ponerse en el lugar del otro intentando de entender sus problemas, sentimientos, miedos, opiniones o rechazos.
Del mismo modo, la técnica de la asertividad es una estrategia capaz de conducir al alumno a expresar sus sentimientos y pensamientos sin herir a los demás, enseñándolos a evitar los juicios y las críticas que rompen la comunicación.
En el mismo orden de ideas, las técnicas del autocontrol y autorreflexión son estrategias que permitan al alumno a conocerse mejor, y a actuar de forma adecuada a los intereses personales y de los demás, respetando a quienes les rodean. La técnica de la negación es otra estrategia que ayuda al alumno a estimar y entender a los demás éstas se logran enseñando al educando a llegar a un acuerdo equilibrado, manteniendo como visión la idea de que la salida adecuada ante los conflictos no es ganar o perder, sino más bien que ésta implica tolerancia, solidaridad, escuchar y asertividad.
Asimismo, enseñarlos a mediar, es una estrategia que han utilizado muchas escuelas para prepararlos para resolver problemas con sus compañeros. Al principio, los docentes pueden actuar como mediadores, hasta que los educandos adquieran estos conocimientos para aplicarlos entre ellos, cuando surja un problema. Finalmente, la resolución del problema, mediante la aplicación de las estrategias anteriores, si eso llegara a suceder, es un método adecuado para la solución de los conflictos.
Por otra parte, Kimmel y Weiner (2000) refieren: "los conflictos que no tienen interés en formar amistades o son incapaces de ello sufren a menudo trastornos de personalidad" (p.187), por esta razón con el propósito de contrarrestar la violencia en las instituciones escolares es conveniente desarrollar en los alumnos actividades que los conlleven a interaccionar con los demás, porque las malas relaciones con los compañeros, más que ningún otro síntoma particular clasifica a los jóvenes con problemas de agresividad.
2.2.2 Práctica Pedagógica Integral u Holística
El modelo instruccional debe convertirse en un modelo formativo integral, que propicie una formación del ser humano en todos los aspectos de su vida, no solo el intelectual sino además en afectivo y espiritual, en una palabra, una educación holística. Esto significa, según expresa Martínez (2010), en primer lugar, que la sociedad se encuentra ante la gran necesidad de promover un nuevo tipo de educación, la que debería dar pauta para favorecer el desarrollo integral y global del ser humano, dejar a un lado las actitudes autoritarias de parte de los actores educativos como son los maestros, los padres de familia, los directivos entre otros, y concebir al alumno como un sujeto que en ciertas ocasiones refleja malas acciones que no puedan ser vistas como malas intenciones.
La práctica pedagógica, vista desde la perspectiva integral u holística, elimina la comparación entre los sujetos ya que dicha comparación entorpece el aprendizaje, fomenta el desinterés por el estudio y destruye la autoestima del individuo. Si se evita este tipo de acciones, entonces se creará en los alumnos una cultura de ganar-ganar frente a la sociedad.
En este modelo educativo, aprender es un concepto que adquiere una connotación especial, difiere mucho del concepto que se tiene en la educación mecanicista, desde la educación holística. Al respecto, dice el Gallegos (2009) "…Aprender es un proceso que implica muchos niveles de la conciencia humana como el afectivo, físico, social y espiritual, rebasando por completo lo puramente cognitivo y memorístico. Aprender se convierte en proceso creativo y artístico; aprender a aprender es el propósito de la educación para el siglo XXI" (p.102)
Se reconoce que la escuela en todos los niveles, es la institución más prometedora para fomentar el desarrollo de una educación de este tipo orientada a valores y prácticas solidarias hacia el interior de la sociedad, es decir, educar de manera integral. Sin embargo, la tarea de educar y formar ciudadanos responsables y solidarios es responsabilidad de las instancias socializantes que comprenden una gran diversidad de sectores e instituciones y donde la escuela, es solo una de las instancias, pues en esta tarea, deben de coadyuvar además de la familia, las empresas, el gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, las iglesias y sobre todo, los medios de comunicación.
De hecho, estas instancias socializantes son también el nido y la cuna de muchas manifestaciones antisociales y antiéticas pues con frecuencia se puede leer sobre casos de corrupción en el gobierno, de inmoralidades de ministros y representantes de distintas religiones, de fraudes y corruptelas en empresas o de violencia en contra de representantes de algún medio de comunicación, sin embargo, habría que pensar también en que son muchos los que cumplen con sus códigos de ética, siendo éstos donde podrá incubarse el principio del cambio social.
La sociedad está consciente de la importancia que la educación tiene para ella, y sobre todo, para el estado como entidad responsable, la construcción de un modelo social educativo donde participe toda la sociedad, por medio de los grupos sociales que representan a las principales instancias socializantes que conforman la sociedad, ya que hay tareas que pueden ser delegadas a la sociedad misma a través de organizaciones ciudadanas que propugnan por mejorar la calidad de la educación, la formación de maestros, la equidad de género, la prevención de adicciones, la formación a adultos entre otras acciones, que coadyuvan para impulsar el desarrollo de toda la comunidad.
Con este nuevo enfoque en la recuperación de los valores sociales de convivencia, deberá gestarse hacia el interior de la sociedad y quizá en el centro de los programas escolares, el nacimiento de una nueva generación, donde se fomente una cultura de transparencia, de desarrollo de valores y prácticas democráticas entre los ciudadanos.
De hecho, señala Noro (2009), las instituciones de enseñanza no pueden lograr estos cambios por sí solas; requieren del apoyo, no sólo de las jerarquías administrativas del gobierno, sino también de las familias, de las instituciones sociales y políticas, de los medios de comunicación y de las comunidades en que funcionan. Ante el reto de atender con calidad y equidad la creciente demanda de servicios educativos en el país, especialmente en los niveles básico y medio superior, es necesario aplicar las nuevas formas de comunicación y transmisión de conocimientos.
Los modelos educativos basados en las nuevas tecnologías son una de las principales opciones para llevar la educación a todos los estratos de la sociedad, así como a las localidades más apartadas de la geografía nacional. La introducción de la tecnología de la información en la educación, se identifica, por tanto, como un factor decisivo para la preparación de las nuevas generaciones, así como un medio para contrarrestar los antivalores si se les da un uso adecuado, orientado por el docente.
2.3 Actitudes de Violencia Estudiantil en el Proceso Educativo
Según Mardomingo (2002), "los comportamientos agresivos y violentos constituyen el paradigma de la implicación de factores individuales, familiares y sociales en la génesis del comportamiento humano" (p.102). De acuerdo con lo expresado por este autor, los comportamientos agresivos o violentos parten de los factores sociales y familiares, lo cual es una evidencia de la complejidad de las causas de este problema del aumento de este tipo de comportamiento en los momentos actuales. En cuanto al origen de la agresividad debido a factores individuales se considera que la genética, la fisiología, los procesos neuroquímicos, neuroendocrinas, neuroanatómicas y neurológicas probablemente pueden dar origen a comportamientos disociales y violentos.
En relación a los factores genéticos, Mardomingo (2002) refiere "la hipótesis más plausible de la agresividad supone la existencia de predisposición genética o vulnerabilidad heredada, a las que se añaden factores familiares y sociales, como acontecimientos estresantes o vicisitudes desgraciadas" (p.105). La hipótesis señalada por este autor está relacionada con factores biológicos; pero también a esto le agrega las dificultades de aprendizajes y la violencia familiar como elementos que los complementan. También este autor señala que los factores neuroquímicos producto de la serotonina, la noradrelina, ladopamina, la acetilcolina y el ácido aminobutírico intervienen en la agresividad, por cuanto los fármacos para disminuir esta actitud actúan modificando estos neurotransmisores.
Además, señala que las familias conflictivas se caracterizan por la manifestación de reacciones emocionales intensas de impulsividad, son contradictorias e incluso se hieren unos a otros. La explicación de la participación de los neurotransmisores en la agresividad ha sido especificado por Sierver y Davis, citados por Mardomingo (2002) quienes señalan: "la hipofunción de la serotonina se relaciona con el comportamiento agresivo impulsivo; la hiperfunción noradrenérgica se asocia con la agresividad dirigida al medio exterior y hacia los otros y la hipofunción noradrenérgica se vincula con la agresividad funcional" (p.110).
Sin duda estos neurotransmisores funcionan como estimulantes de la agresividad, bien sea consigo mismo o hacia los demás, sin embargo, aunque estos elemento son esenciales en el comportamiento humano la presencia de ellos y su relación con los comportamientos no es lineal ni inmutables, ya que no todas las personas con serotonina baja son agresivos e impulsivos, ni se constata este dato en todos los individuos violentos.
En cuanto a los factores endocrinos, Herbert, citado por Mardomingo (2002) comenta: "los andrógenos comienzan en la etapa intrauterina. Estas hormonas son esenciales para el desarrollo normal de algunas de las estructuras del cerebro que intervienen en los comportamientos agresivos" (p.115). Asimismo, Gay y Mc Ewen (1980) citados por el mismo autor, señalan que estas hormonas ejercen un papel de sensibilización de las áreas del cerebro fetal que participan en la agresividad. Estos estudios asoman la posibilidad de que las hormonas cumplan la función de modular la conducta del individuo por cuanto se ha encontrado relación entre los comportamientos violentos de los jóvenes y cifras altas de testosterona.
A este carácter se agrega que el origen de la violencia tiene que ver con los factores familiares puesto que también pueden ser la causa de este problema por cuanto es relativamente frecuente que en los individuos violentos exista el antecedente de interacción familiar violenta y la instauración de este trastorno de la conducta, como modo habitual de relación con los demás. De esto se deduce que la violencia en el medio familiar y el empleo de actitudes violentas para resolver los conflictos sea una característica muy común en estos tiempos de tanta agresividad en las familias.
Al respecto, Varma (2001) señala, "varios estudios revelan que los jóvenes agresivos al parecer adolecen de una formación del proceso cognitivo; es así como estos individuos carecen de codificación de las clases sociales, atribución e interpretación exacta y adecuada de los acontecimientos sociales". Lo expuesto, indica la necesidad del desarrollo de políticas rigurosas en salud, educación, vivienda y trabajo; por cuanto las culturas que hagan el mejor uso del conocimientos humano y de las nuevas tecnologías mejorarían en todos sus órdenes; ya que la deshumanización no es un destino dado, sino que es el resultado de un orden social injusto que genera la violencia de los oprimidos.
Cabe destacar que junto a las actitudes violentas se desarrollan acciones agresivas. Según Latorre y Muñoz (2001), "se entiende por agresividad el impulso o tendencia relacionado con actitudes de carácter hostil, destructor, perverso o mal intencionado, lo cual podría ser la causa de la agresividad" (p.61). Esta situación planteada por el autor, permite suponer que las actitudes agresivas son situaciones que forman parte de las estrategias de enfrentamiento ante amenazas externas, por lo tanto, las reacciones orientan la acción. Por otra parte, es conveniente agregar que las mismas no permanecen constante ni invariable, razón por la cual originan diversos tipos de agresión.
2.3.1 Presencia de Conflictos en la Escuela
En el desarrollo de todo ser humano se pueden presentar relaciones conflictivas que de no ser abordadas adecuadamente pueden resultar un gran problema. En tal sentido, Bittel (2005) define los conflictos como sucesos corrientes en la vida del individuo, el cual se produce cuando no se ha alcanzado en un nivel suficiente la meta u objetivo deseado, tienen lugar dentro de una misma persona, entre varias personas, subunidades de una organización, así como entre otras organizaciones
Asimismo, Ovejero (2005), define el conflicto como "una situación en la que unos actores o bien persiguen metas diferentes, definen valores contradictorios, tienen intereses opuestos o distintos o bien persiguen simultáneamente la misma meta" (p.15)
De igual forma, Fisas (2005) define conflicto como un proceso interactivo que se da en un contexto determinado. Es una construcción social, una creación humana, diferenciada de la violencia, que puede ser positivo o negativo según cómo se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado, superado por las mismas partes, con o sin ayuda de terceros, que afecta a las actitudes, así como comportamientos de las partes, el cual expresa una insatisfacción o desacuerdo sobre cosas diversas.
Puede inferirse entonces que el conflicto se produce como resultado de un desacuerdo entre dos o más partes, el cual puede conducir a comportamientos no adecuados dentro de las instituciones educativas afectando el adecuado desarrollo del proceso educativo, pero que puede ser reorientado en beneficio de dicho proceso.
Asimismo, Robbins (2012) explica que el conflicto suele ser un problema serio para cualquier organización, pues si bien de manera inmediata no destruye a las mismas, las consecuencias pueden ser impredecibles por la perturbación que crean dentro del ámbito laboral, incidiendo en la productividad de la institución.
Ahora bien, a nivel de las organizaciones escolares, la presencia de conflictos se ha convertido en una situación cotidiana a la cual debe enfrentarse el gerente educativo, en donde se involucran alumnos, personal de la institución o integrantes de la comunidad siendo el gerente educativo el responsable de mediar o facilitar la resolución de los mismos. Todo lo anterior compromete al gerente a prepararse para identificar el tipo de conflicto que se presenta y a utilizar las técnicas gerenciales que se estilan para resolverlos.
Visto de esa forma, el conflicto en un centro educativo se define como una relación antagónica entre uno o más estudiantes dentro de un mismo grupo. En otras palabras, es un estado natural mediante el cual los alumnos sienten la necesidad de negociar, reestablecer nuevas reglas de convivencia, distribución de recursos, así como reorganización del poder y la autoridad. Al respecto, Robbins (2012) sostiene que los conflictos pueden observarse desde varios puntos de vista: tradicional, relaciones humanas, interacción.
– Tradicional: consiste en suponer que todo conflicto es malo. Es visto negativamente, siendo utilizado como sinónimo de términos de violencia, destrucción e irracionalidad para reforzar su connotación negativa. En ese sentido, nace como una lucha entre opuestos, generando tensión que puede llevar a los oponentes a tener sentimientos de frustración, los cuales pueden llegar a expresarse con respuestas agresivas.
– De las relaciones humanas: considera al conflicto como una consecuencia natural en todos los grupos y organizaciones. Apoya la aceptación de éste al mencionar que no puede ser eliminado, el cual puede beneficiar al desempeño del grupo.
– Interacción: Acepta y alienta el conflicto, todo con base en un grupo armonioso, pacífico, tranquilo, cooperativo está inclinado a volverse estático, apático sin respuesta a las necesidades de cambio e innovación, propiciando un nivel mínimo de éste, lo suficiente para mantener al grupo viable, autocrítico y creativo. Esos conflictos pueden identificarse como: agresiones verbales, agresiones físicas, falta de respeto al grupo, falta de tolerancia, problemas de convivencia.
1. Agresiones Verbales: Sin duda alguna, el ambiente donde el adolescente ejerce influencia en el uso de la violencia verbal, por cuanto en sus familias se acostumbra a utilizar el insulto como una forma de atacar, y donde éste termina imitando a sus antecesores; pero, al observar que esta actividad no logra intimidar ni afectar a su víctima cambia la agresión verbal por la agresión física o, en ocasiones, utiliza ambas formas para alcanzar sus propósitos. Sobre este particular es menester señalar que el don del habla es una cualidad del ser humano que puede ser utilizado como herramienta para construir o destruir, pues, cuando éste se utiliza en forma violenta desarmoniza la vida del agredido.
En efecto, León (2005) refiere "la violencia verbal no sólo son las palabrotas, ni insolencias del lenguaje de baja ralea, sino que son todas aquellas construcciones que persiguen o desarticulan el espíritu de los demás, humillándolos y pisoteándolos con todo lo que brota de la boca". Indudablemente, es una forma de descargar la agresividad mediante expresiones negativas, para lo cual se utilizan mensajes que atentan contra la dignidad del ser humano o contra las normas sociales legales, las cuales naturalmente propician en el amenazado sentimiento de angustia, desasosiego y dolor moral. Su significado y gravedad han de considerarse en relación al contexto donde ocurren.
Lo antes señalado es una evidencia que desde el punto de vista contextual, no es adecuado estudiar el adolescente aislado en su entorno, ya que según Kimmel y Weiner (2000), "el contexto sociocultural afecta el desarrollo del individuo" (p.115). En este sentido, el entorno físico también desempeña un papel en las vidas de los adolescentes, por esta razón en el medio escolar, si se desea mejorar la actitud violenta de los alumnos se dé a conocer el medio físico familiar donde se desenvuelve el educando.
Lo señalado por este autor permite pensar que las diferencias existentes entre las formas de vida en una comunidad urbana, suburbana y una rural; o entre un barrio de nivel social bajo y uno de gente adinerada, las condiciones de la escuela, los antecedentes étnicos, la religión y la riqueza verbal del ambiente en que se mueve el individuo también tiene su importancia, porque podría variar de unas personas a otras. Sin duda alguna, lo señalado por León (2005) y Kimmel y Weiner (2000) son coincidentes, en el sentido de que el manejo del lenguaje agresivo depende más de la riqueza verbal de la persona que de lo económico lo cual variará de una persona a otra.
Lo señalado por este autor es una muestra evidente que los antecedentes de la interacción familiar ejercen influencia en la agresividad verbal del niño, por cuanto el uso de la palabra como medio de violencia paterna es el modelo que se ofrece para el aprendizaje de las relaciones interpersonales y de la conducta social, lo cual unido a las dificultades de comprensión del lenguaje y de expresión verbal conducirá de forma casi irremediable a la instauración de la conducta agresiva.
Asimismo, es de hacer notar que estas actitudes disminuyen en la medida en que el niño se vuelve más fuerte y por lo tanto más capaz de causar daño real; sin embargo, a veces cuando enfrentan problemas para no poner en juego las destrezas físicas recurren al lenguaje como una alternativa más segura y menos lesiva. De esta forma, Latorre y Muñoz (2001), señalan: "las herramientas de agresión cambian de los golpes a los insultos" (p.35). La agresión verbal puede considerarse una forma de violencia puesto que el uso de palabras insultantes u ofensivas puede producir lesiones psicológicas tan graves como las físicas.
2. Agresiones Físicas: Como se ha venido señalando, la agresividad tiene diversas formas según sea la forma como se manifiesta, sin embargo todas ellas producen daños que tocan los principios del respeto por la dignidad humana, pues este comportamiento está destinado a la conducta violenta y a la destrucción, cuya proliferación surge cuando las necesidades, tanto físicas como emocionales de las personas no se satisfacen o se frustran.
Evidentemente, la insatisfacción o frustración de las personas terminan transformándola en intolerante con desinterés total por la convivencia social o familiar. En relación con este asunto, la agresividad y la violencia se han convertido en una pesadilla colectiva e incomprensible donde cada día más gente joven resuelve sus diferencias y conflictos empuñando objetos cortantes o recurriendo a armas de fuego.
Cabe considerar que la agresión física es una forma de violencia, que según Fernández (2001) "puede tomar forma de pelea, agresión con algún objeto o simplemente un daño físico". En el ambiente escolar en esta categoría se pueden incluir los abusos entre alumnos, las agresiones entre profesores-alumnos y alumnos-profesores. Las agresiones entre alumnos suelen ser percibidas, en algunos casos, como proceso de maduración, por lo cual se considera un asunto inevitable. En el caso de las agresiones profesores-alumnos, éstas pueden mantenerse en el ámbito del miedo sobre todo cuando el alumno no se siente respetado entrando en pugna de autoridad y poder, por esta razón, produce sentimientos de venganza, miedo y rencor.
Si la violencia se aprende hay que aprender también mecanismos para neutralizarla, lograr o evitar que se produzcan, por lo tanto se necesitan enseñanzas para que el adolescente contenga controles y encauce la energía que se descarga en agresividad y violencia hacia fines más constructivos. Lo antes referido es una evidencia del pensamiento coincidente de Fiorenza, Nardone, Castells y Silber, por cuanto lo que hace falta es el esfuerzo conjunto de profesionales de diferentes disciplinas que ayuden a los jóvenes de ambos sexos a gestionar su tiempo y estructurar sus relaciones humanas.
Sin duda alguna que la atención de la agresividad física es una cuestión que no debe dejarse a un lado en las instituciones escolares porque en la actualidad, la personalidad de los jóvenes está estructurándose sobre una base de satisfacción rápida de los deseos y con una baja tolerancia a las frustraciones.
El culto a la fuerza y a la hombría se pone en evidencia en la agresión física para demostrar la habilidad, a todo ello, los medios de comunicación tienen su cuota de responsabilidad porque hacen una apología de la figura de los jóvenes violentos y al final, la sociedad de consumo los anima a que tengan el valor de símbolo-poder.
3. Falta de Respeto al Grupo: Un examen superficial del ser humano revela su condición de ser grupal. Según Stalcup (2000), "el grupo es un conjunto de personas reconocidas como entidad a causa de la existencia de pautas identificables de conducta y de interacción" (p.77). En relación a lo anterior es conveniente destacar que las actividades escolares desarrollan de manera grupal, donde los miembros están unidos por ciertas pautas de interacción; no obstante, no es extraño que dentro de los educandos existen individuos que no comparten las pautas de conducta que le permitan identificarse con el grupo, por cuanto carecen de afiliación grupal, debido a que en algunas ocasiones carecen de adaptación al mismo.
Cuando el adolescente se desprende de la familia como única fuente de refugio y de seguridad precisa la continuidad natural del contacto con el colectivo humano, entonces busca al grupo, a partir de esta situación se consolidan asociaciones juveniles, en algunos casos son pacíficas pero en otras son violentas, donde las descalificaciones, las burlas y los sarcasmos buscan dejar públicamente en ridículo a los demás, por cuanto se considera como libertad en el obrar y en manifestarse libre autónomamente con actitud crítica.
Por otra parte, Melewdo, citado por Fernández (2001) refiere que para el adolescente uno de los núcleos fundamentales alrededor de los que giran su percepción de la realidad y desde donde enfocan su conducta en la relación interpersonal con sus iguales; el grupo se convierte en el campo de experiencias sociales por auto magia y los ojos a través de los cuales contemplan al mundo. Como consecuencia de lo anterior, no es extraño que algunos alumnos se sientan confundidos con respecto al rol que les corresponde representar y tampoco puede sorprenderles que ciertos individuos elaboren sus propias reglas y procedimientos a seguir.
En relación a lo mencionado, Moreno (2001) señala que los valores deben estar implícitos en la conducta humana, exigen del reconocimiento de la igualdad y respeto entre los seres humanos, por tanto, su promoción y fortalecimiento deben ser objetivo básico de la educación para formar el ser humano integral.
Lo expuesto por este autor conlleva a suponer que el educador amerita herramientas que le ayuden a comprender la naturaleza de los valores, por tanto Stalcup (2000) asevera "aparentemente la cuestión fundamental alrededor de la cual se desarrolla la controversia es la naturaleza de los valores y no la necesidad de promoverlos" (p.66). Lo afirmado por este autor permite suponer que la crisis sobre la enseñanza de los valores a nivel de la educación, posiblemente deriva de la falta de coincidencia entre la clase social y los valores del docente y los del alumno.
Por otra parte, hay que considerar que en las instituciones escolares convergen alumnos con diferencias individuales, las cuales a su vez pueden dar motivos para que ocurran problemas generadores de violencia, es así como las percepciones sobre las preferencias ideológicas, sexuales, raciales, culturales, sociales, entre otras pueden ser causa de conflictos estudiantiles donde la falta de respeto sea el elemento iniciador del problema.
4. Falta de Tolerancia: Ya al final de la adolescencia los procesos de maduración conducente a la madurez le dan al adolescente signos de independencia, uno de los rasgos que algunos de ellos suelen adoptar en esta etapa de la vida es la falta de tolerancia. Al respecto, Tettner (2005) señala "la intolerancia es la base de la crueldad, ya que, quienes son diferentes, son percibidos como débiles tomados como sujetos de discriminación y violencia" (p.33)
Lo señalado por la autora permite comprender que si en las instituciones escolares se enseña o se permite la discriminación, evidentemente que los alumnos comienzan a actuar en base a su propio perjuicio y finalmente se instaura la violencia. Por las razones anteriores es conveniente señalar que se puede aprender a ser tolerante; pero esto depende mucho de la forma de transmitir valores y de tratar a todos con el mismo grado de amor y empatía.
En relación a lo anterior, Duplá citado por Pérez (2002) plantea que la buena educación, entre otras habilidades, debe fomentar lo social con el propósito de enseñar a los alumnos a saber convivir con tolerancia. Lo indicado por este autor significa que el alumno debe ser enseñado a respetar y considerar las opiniones o prácticas de los demás aunque concuerden con las propias.
Cabe considerar que, en estos tiempos, el problema fundamental ya no es solo el de la falta de tolerancia religiosa, sino que existen la intolerancia hacia otros aspectos tales como los raciales, económicos, situación que conllevan a la incomprensión y la hostilidad, por esta razón, lo que puede llamarse filosofía de la tolerancia, reconoce el principio de la igualdad entre todos los hombres, donde su objetivo es sustituir las relaciones de fuerzas por relaciones de diálogo.
En concordancia con lo antes señalado, Pérez (2002) refiere que una educación genuina enseña a aprender a valorar la propia cultura y religión, a ser consciente de sus raíces, y respetar las culturas y religiones diferentes, combatiendo los dogmatismos, fundamentalismos e intolerancia de quienes quieren imponer su única forma de pensar, de creer y de vivir.
Sin duda alguna, aprendiendo a interactuar con los demás, a no agredir ni física ni psicológicamente a los compañeros, a respetar a los demás, tolerar las discrepancias se construye la genuina democracia, porque mediante el respeto a la diversidad y a las diferencias sin discriminación se logra que el educando no sólo se forme cognoscitivamente, sino también para la vivencia mediante un aprendizaje de la solidaridad.
5. Problemas de Convivencia: La educación es un proceso en virtud del cual una sociedad regula la conducta de sus miembros, llevándolos a la aceptación de las normas sociales. Por esta razón, Fernández (2002) señala que en el ámbito educativo la convivencia va íntimamente ligada a los procesos de orden, de disciplina o de control que favorezcan su realidad y originen un clima positivo. Sin duda, lo expuesto por esta autora permite suponer que la organización es un factor fundamental para el mantenimiento de la convivencia dentro de las instituciones, si se relaciona lo expresado con la actividad gerencial se deduce que el gerente educativo como organizador de las instituciones escolares tiene una alta responsabilidad en el desarrollo de la convivencia.
En referencia al problema de la violencia estudiantil, es conveniente que se enseñe al educando habilidades para conducirse de una manera adecuada, aprendiendo a evitar la conducta agresiva, por cuanto, generalmente es la causa de los problemas donde la violencia cumple su papel como detonante de la conflictividad que se desarrolla en las instituciones escolares, debido a la incapacidad del alumno para solucionar sus problemas mediante el diálogo.
Evidentemente, que una forma de solución de conflicto producto de la agresión, de cualquier naturaleza es a través del diálogo y la negociación, por cuanto se debe tratar de convertir la agresividad en una fuerza positiva, donde todos salgan beneficiados. De acuerdo con lo antes expuesto se piensa que una de las estrategias indicadas para el enfoque de conflictos es a través de negociación.
Al analizar los procesos negociadores se infiere que la salida más adecuada es la última, es decir, la colaboración, para la solución de problemas porque ésta implica que todas las partes en conflicto reconozcan que algo anda mal y que la mejor solución es que todos ganen. Cabe considerar que dentro de todas las actividades para la negociación de estas actitudes violentas existe un elemento que debe ser controlado, es decir, el proceso de comunicación, pues en el caso de las instituciones escolares existen barreras que pueden dañar las relaciones entre los educandos, o entre éstos y los docentes.
Por su parte, Materi (2000) refiere que de acuerdo con la función que la comunidad educativa asigne a la institución, dependerán las pautas para elaborar un régimen de convivencia. Al situarlo en el enfoque sistemático se dice que la escuela constituye un sistema en que algunos de sus elementos: los docentes (quienes representan el estado cristalizado en la sociedad), interactúan con otros elementos, los alumnos (quienes pretenden valorar el medio con sus propias pautas), para alcanzar su finalidad (la capacitación para la convivencia) mediante una fluida comunicación que alivie las tensiones en conflicto, los alumnos podrán aprender a convivir armónicamente.
2.3.2 Técnicas para la Resolución de Conflictos en la Escuela
Según Castillero (2010) al hablar del conflicto es necesario considerarlo como parte inevitable de la vida, el cual no siempre debe conducir al caos y a la destrucción. Para que surja, las acciones de una de las partes deben afectar a la otra, si esto no sucede sólo se producen diferencias, pues las partes implicadas deben percibir la situación como problemática. Es decir, independientemente de la objetividad de ésta amerita existir la conciencia de su presencia.
Generalmente, los conflictos no sólo suelen ser entre dos personas, existen también los conflictos entre personas o subgrupos del mismo grupo, generados por incompatibilidad de metas, contraposición de intereses y percepción de escasez de recursos, que pueden ser empleo, posición social, pero también amor, estima, estatus, reconocimiento, respeto.
En ese marco de pensamiento, Picard (2008) señala que de acuerdo con las creencias o filosofía existente acerca del conflicto, así como de otros elementos como la historia entre las partes, diferencias de poder entre ellas, importancia concedida a las consecuencias, rasgos personales de los participantes, habilidades inherentes a las partes, actitudes manifestadas por éstas, las personas dan diversas respuestas a la situación conflictiva, plantea cinco estilos de respuesta:
– Acomodación: en ese caso los directivos son capaces de transigir, avenirse, doblegarse ante los demás, ignorando sus propias necesidades y deseos con la finalidad de agradarles a los demás, dejando a un lado la situación para centrarse en las relaciones.
– Competencia: los directivos tratan de obligar a los alumnos a aceptar sus posiciones pues su preocupación principal es alcanzar su meta, pasando por alto las necesidades de éstos. Su creencia básica en relación con el conflicto es de ganar o perder.
– Evasión: los directivos se apartan del conflicto pues para ellos no vale la pena su resolución. Evitan tanto a las personas como a los asuntos que pueden causarles conflictos.
– Avenencia: los directivos ceden algunas de sus metas si los demás están dispuestos a hacer lo mismo. Presionan por algunas metas pero tratan, al mismo tiempo, de no arriesgar las relaciones permitiendo a los docentes obtener algo a cambio.
– Colaboración: en este casi existe un compromiso con las metas personales y con las metas de los estudiantes, por ello, se identifican éstas para luego buscar una solución mutuamente beneficiosa.
Ahora bien, los directivos son capaces de utilizar cualquiera de estos estilos, sin embargo, existe una tendencia a usar con más frecuencia uno de ellos en función de las características personales, la propia concepción que tengan sobre el conflicto y de las habilidades con las cuales cuente. Entre ellas, asertividad, negociación.
1. Asertividad: Desde el punto de vista conductual, la propuesta de un aprendizaje asertivo se fundamenta en los conocimientos generados por Pavlov, quien estudió la adaptación al medio ambiente de personas y animales: en cuanto a las primeras considera dos aspectos: si dominan las fuerzas excitatorias, se sentirán orientadas a la acción, emocionalmente libres, enfrentándose a la vida según sus propios términos; por el contrario, si predominan las inhibitorias, se mostrarán desconcertadas, acobardadas, sufrirán la represión de sus emociones, a menudo harán lo no deseado.
En el enfoque cognitivo, el comportamiento asertivo consiste en expresar lo que se cree, siente, desea de forma directa, honesta, haciendo valer los propios derechos, respetando los de los demás. Al respecto, Rodríguez y Serralde (2009) sostienen la necesidad de incorporar cuatro procedimientos básicos en el adiestramiento asertivo:
– Enseñar la diferencia entre asertividad y agresividad.
– Ayudar a identificar los propios derechos y los demás.
– Reducir los obstáculos cognoscitivos y afectivos para actuar de manera asertiva, disminuyendo ideas irracionales, ansiedades, culpas.
– Desarrollar destrezas asertivas a través de las prácticas de dichos métodos. Es así como la asertividad se fundamenta en la ausencia de ansiedad ante situaciones sociales de manera que se hace viable manifestar sentimientos, pensamientos y acciones.
El enfoque humanista se centra en concebir la asertividad como una técnica para la autorrealización del ser humano. En ese sentido, Pick y Vargas (2008) afirman que para ser asertivo se necesita aceptarse, valorarse, respetar a los demás, permanecer firmes en las propias opiniones, comunicar con claridad, directamente, en el lugar y momento adecuados de forma apropiada, el mensaje deseado.
2. Negociación: La negociación se refiere al manejo adecuado de los conflictos que se presentan en las organizaciones escolares, siendo una actividad continua en grupos definida como un proceso en el cual dos o más partes buscan acuerdos conducentes a una situación donde todos ganen. Su esencia es discutir a fondo un conflicto para alcanzar una solución satisfactoria con la intervención de mediadores, árbitros, conciliadores o consultores externos. En ese sentido, Goleman (2004) señala:
El manejo de conflicto implica negociar y resolver desacuerdos. Las personas dotadas de esta aptitud: (a) manejan con diplomacia y tacto situaciones tensas y personas difíciles; (b) detectan los potenciales conflictos, ponen al descubierto los desacuerdos y ayudan a reducirlos; (c) alientan el debate y la discusión franca; (d) orquestan soluciones que benefician a todos (p.295).
De acuerdo con lo expuesto, el manejo de conflictos se refiere a las negociaciones efectivas, donde los negociadores atacan los problemas y no a las personas, abordan el trato para resolver el conflicto, recurren a la comunicación para dar a conocer las necesidades con exactitud a la otra parte, persiguen adoptar una postura de colaboración en la resolución de la crisis, con el propósito de aumentar al máximo la satisfacción de las dos partes, de esta manera, apoya, instrumenta, controla las decisiones, comprometiéndose por completo con el logro de los objetivos comunes.
En ese sentido, todo conflicto amerita la participación de estrategias de resolución para resolverlos y forman parte del campo de la negociación. Una vez elegidas, tendrán un impacto sustancial en los resultados que se obtengan, cualquiera de ellas puede ser eficaz para el propósito buscado.
Ahora bien, en las instituciones educativas, sus miembros requieren de habilidades para gestionar las estrategias de negociación, para lo cual deben estar abiertas a la información veraz, franca acerca de las preocupaciones, sensibilidad conjunta por las necesidades del otro, requieren además, tener confianza entre sí y una disposición para mantener la flexibilidad de los conflictos presentados en ellas.
La necesidad de considerar la negociación como una vía para el manejo de conflictos en las instituciones educativas, surge de los cambios en las relaciones interpersonales que se presentan periódicamente en sus estudiantes. Por esa razón, para mejorarlas es indispensable el dominio de esta habilidad entre los miembros de éstas para estar en capacidad de diagnosticar el grado y las causas generadoras de los problemas, así, realizar tratos, los cuales permitan conciliar las diferencias existentes entre las partes.
2.4 Participación de la Comunidad Educativa en Actividades para la Prevención de la Violencia Estudiantil
Como ya se ha señalado anteriormente, considerar que el gerente educativo requiere de recursos humanos para la atención del problema de la violencia dentro de las instituciones escolares, puesto que el proceso educativo no depende solamente de la acción gerencial, sino también de la participación de otros miembros que se involucran en él. Al respecto, Sarramona (2006) explica que la participación social es una de las manifestaciones más claras de la democratización. Sin lugar a dudas, la participación es un elemento fundamental para el desarrollo de las relaciones humanas, por cuanto ésta permite valorar al colectivo, disponer un espacio de encuentro con los otros, estar dispuesto a escuchar otras opiniones, mantener un papel activo y dinámico, con el encuentro con los otros y además una actitud flexible, tolerante, promoviendo a la vez el intercambio y favoreciendo la convivencia.
Los miembros de la participación interna la constituyen la gerencia, el consejo de profesores, las asociaciones de alumnos y los representantes. A través de estos organismos se puede formar un sistema de participación donde se potencian las acciones prosociales de ayudar, de implicación y búsqueda de status e identidad. En relación a lo anterior, Fernández (2001) señala que es necesario dar sentido a la participación como objetivo educativo clave para aprender a desarrollar socialmente el respeto al otro y las actitudes solidarias y no agresivas.
Tomando en cuenta lo antes señalado, para promover la participación se deben realizar actividades tales como talleres, obras de teatro, fiestas, actividades deportivas. Por otra parte, el aula en sí misma es un perfecto lugar donde el docente puede potenciar el autoestima; por otra parte, la ecología del centro escolar, la descarga visual de unas paredes sucias o desconchadas tienen mucho que ver con la actitud agresiva o de destrozo que se genera en el centro escolar; por esta razón, el docente debe salirse del aula para crear lugares de expresión común, de exposición, de intercambio y propiciar la comunicación y el diálogo.
Por otra parte, Sarramona (2000) señala que el sistema educativo se refiere a un tipo de actividad social que requiere de manera especial la participación. Porque la actuación educativa se ejerce tanto en nombre de los intereses generales de la comunidad como por delegación expresa de los principales responsables de la educación de los niños y jóvenes, esto es, los padres y tutores.
En atención a lo anterior, y dado que ya se ha hecho referencia a la participación de los miembros externos, es decir, los padres por cuanto reiterativamente se ha señalado que éstos siguen siendo responsables legales y morales de la educación de sus hijos, permitiendo así in mejor desenvolvimiento en la sociedad.
2.4.1 Incorporación de las Organizaciones Escolares para prevenir la Violencia Estudiantil
Una de las características a estos tiempos es el hecho que las organizaciones escolares dependen cada vez más del conocimiento, las habilidades, la creatividad y la motivación de los profesores, por cuanto éstos son factores que cambian el enfoque tradicional de la educación ofreciéndoles a los estudiantes el desarrollo de oportunidades para que puedan buscar por ellos mismos el éxito; por otra parte, la integración escolar se apoya en decisiones consensuadas, por tanto, todos los miembros de la comunidad educativa deben comprometerse en valores y proyectos de largo alcance para que en el consenso se deriven valores comunes.
Al respecto, Materi (2000) refiere que la conciencia en una estructura valorativa de los docentes, educandos y la comunidad dará como resultado un régimen de convivencia en el que no son posibles las faltas de disciplinas de valores, consciente éstas se imponen como un sentimiento. Sin lugar a dudas, la incorporación de los educadores para compartir obligaciones que conduzcan a la integridad de las funciones docentes en la formación de valores es de significativa importancia para el mantenimiento de la disciplina en la institución escolar.
Aún hay otra reflexión importante que añadir y que estaría vinculada con la resolución de la conflictividad en las instituciones escolares, se trata de la consideración del docente sobre su posible inclusión en la formación de los fines y valores últimos que el sistema educativo pretende, por cuanto no se puede contar que éstos se logren si los profesionales de la docencia no los han internalizado. Visto lo anterior, habrá entonces que confiar a los docentes las estrategias técnicas pertinentes para tales logros, así como su concreción en metas más específicas e inmediatas. Desde otra perspectiva, Sarramona (2000) indica que la participación se puede contemplar como un tipo de descentralización, donde se delega poder de gestión a elementos mucho más próximos a la realidad educativa.
Lo afirmado por este autor conlleva a pensar que el docente como parte del recurso humano con el cual cuenta el gerente para el desempeño de su función gerencial no puede estar exento de participar en el control de la disciplina y por consiguiente en la prevención de la violencia porque la participación es la vía legal por la que se presta o se retira el consentimiento hacia un proyecto educativo y se garantiza la responsabilidad de los miembros de una comunidad social para su funcionamiento.
2.4.2 Participación de Docentes en Actividades de Orientación ante Situaciones Conflictivas
En los últimos años, con el desarrollo y la obligatoriedad de la educación se está dando el caso de la creciente incorporación a las instituciones escolares de alumnos provenientes de sectores de la población desfavorecidas, lo que en ocasiones, motiva rechazo por parte de los educandos provenientes de la población socialmente más acomodada, esta situación puede generar violencia dentro de la institución.
Al respecto, Fernández (2001) refiere que los profesores en dichos centros se sienten sobrepasados y huyen en forma constante para no enfrentarse con la realidad escolar que consideran hostil. Cabe considerar que este problema posee alternativas de solución que darían solución al asunto, en este caso el profesorado debería ser formado en aspectos concretos de la realidad social con la que se va a enfrentar, además debe ser reconocido y valorado por su trabajo. Por otra parte, los docentes podrían ayudar al alumno a aumentar y mejorar los patrones de comunicaciones, así como desarrollar procesos de pensamiento que les ayuden a seleccionar una conducta satisfactoria o adaptativa interiorizando un patrón de comportamiento ante situaciones conflictivas.
Sobre este particular, Materi (2000) refiere que, como consecuencia de la descentralización y necesidades de adecuación de la escuela a los requerimientos de la comunidad, los docentes deben asumir roles no sólo de hacedores del proceso educativo sino en las responsabilidades del gobierno de la institución. Sin duda, esto es una evidencia de la necesidad de que los docentes se incorporen a la institución no solo con la finalidad de dictar cátedra, sino, pensando que su función va mucho más profunda.
Ahora bien, el conocimiento de las posibilidades de cada modelo pedagógico, su elección y aplicación constituyen un modelo y se puede considerar que el profesional de la docencia debe conocer y dominar todos los modelos pedagógicos vigentes, porque todos ellos tienen alguna aplicabilidad en ciertos momentos y en ciertas circunstancias de aprendizaje.
Como conclusión sobre este aspecto se puede señalar que todos los actores mencionados enfocan con similar criterio la participación de los docentes en actividades para la prevención de la violencia, por cuanto cada uno de ellos desde distintos puntos de vista consideren el hecho que el docente no debe evadir su responsabilidad en la contribución para la formación de actitudes positivas en el educando, además, de la preparación académica, por cuanto la superación personal no solo está en la adquisición de un certificado con excelente referencia numérica.
Cabe considerar que de no encontrar la manera de minimizar la violencia en el medio escolar, las consecuencias serían agobiantes para la sociedad porque la carencia de una conciencia moral de respeto entre los individuos posibilitaría la creación de una comunidad en la que se considera que los abusos entre sus diferentes miembros podrían darse impunemente; asimismo, la proyección de los comportamientos agresivos de los educandos podrían dar lugar a adultos violentos.
2.4.3 Participación de Docentes en la Formación de Valores
El entrenamiento en habilidades sociales se basa en el supuesto de que la agresión y la violencia persisten debido a que no se han aprendido formas más aceptables de manejar las exigencias interpersonales y al hecho que la persona carece de las habilidades específicas para hacer frente a las provocaciones que incita a dar una respuesta agresiva.
En este sentido, Sambrano, citado por Maradey de Beltrán (2005) señala que por muy dura que sean las situaciones existe la posibilidad de salir de las adversidades, para esto es necesario fortalecer el poder personal, la autoestima, la capacidad de tomar decisiones, la creatividad y capacidad para afianzar la esperanza y los apoyos externos.
Sin lugar a dudas, no se trata de volver a situaciones pasadas, donde los valores a fomentar era básicamente la sumisión simple a las normas, el respeto a la autoridad con independencia a su origen, sino de recuperar aquellos valores que son de expresión de compromiso personal hacia ideales colectivos: libertad, honradez, colaboración, solidaridad, responsabilidad, capacidad de sacrificio, aceptación de las normas emanadas de las autoridades legales.
Hacer referencia de la pérdida de unos referentes morales comunes explica en parte las situaciones de conflictos que viven muchos centros escolares. Todo ello supone un importante cambio en el ambiente y en la actividad de los docentes, el cual para superar los previsibles de conflictos deben contar con el apoyo y con la acción coordinada donde también se incluye la elaboración de normas de convivencia y la aplicación de un plan para el seguimiento de procesos de resolución de conflictos.
En relación a lo indicado, es conveniente destacar que la participación del docente es una necesidad para el gobierno de la escuela, por esta razón, deben contribuir con opiniones, decisiones consensuadas, trabajo de recolección de información, análisis de los problemas y alternativas de solución. Asimismo, la tarea de los docentes implica transformar las instituciones educativas en necesidades activas dedicadas a realizar sus valores, los cuales se transformarán en propósitos cuando se proyectan en realizaciones futuras, ya que los valores no apoyados por estructuras sociales concretas suelen perderse.
Estas consideraciones deben estar presentes en la tarea de preparar al alumno para vivir en sociedad; forjando su personalidad en base a los mejores valores para poder integrarse fácilmente en las exigencias de la vida social. Por esta razón, los docentes como transmisores de conocimientos deben transmitir la manifestación de un cambio donde la primera lección debe ser el estímulo de la satisfacción hacia el trabajo a fin de lograr el equilibrio mental para que puedan enfrentarse con habilidad, valentía, estilo y entusiasmo a los problemas que le plantea la vida.
Asimismo, el docente debe participar transmitiéndole al alumno la alegría por el estudio, la ilusión por el esfuerzo, el afán por la superación personal, esto debe ser uno de los principales retos para el verdadero profesional de la educación, así mismo es urgente que el docente ofrezca al alumno propuestas éticas con orientación y preparación frente a la manipulación de la sociedad consumista.
Por otra parte, debe ayudar al alumno a favorecer el desarrollo personal, a potenciar hábitos de trabajo, a impulsar la solidaridad en equipos, aprender a tener conciencia de sus derechos y obligaciones, a cuidar su crecimiento con sus cualidades y dones, pero fundamentalmente enseñando al educando a responder mediante un proceso de humanización personal evitando la desmoralización que cunde.
Según Izquierdo (2000) la transmisión de los valores se realiza a través de contenidos teóricos, sino en la comunicación personal de quien los vivencia y traduce en experiencias vitales, creando un clima de cultivo y respeto a estos valores. De allí la importancia de la calidad de ser educador, por cuanto el alumno tendrá en un futuro a quien recordar como modelo formador de virtudes y comunicador de acciones que conlleven a la satisfacción personal y colectiva.
Es conveniente resaltar que el docente debe hacer uso de sus habilidades para fomentar los valores pues, según explica Izquierdo (2000), éstos no se realizan a través de contenidos teóricos, formar valores es enseñar al alumno a salir de la adversidad por tanto, el docente para transmitirlo tendrá que manifestar vivencias y experiencias que enseñen al educando, que permitan al alumno ver en él un modelo.
En efecto, la promoción de los valores con la palabra, la vivencia y el ejemplo enseñan al alumno a formarse juicios correctos a dotarse de una sana autoestima y a sentirse bien posesionado de sus derechos y deberes sociales para el ejercicio de la auténtica democracia participativa y social, donde exista un clima de solidaridad, respeto, combatiendo las diferencias sociales, de géneros, religiosas, culturales.
2.4.4 Escuela de Padres y Familia
González (2011) define la Escuela de Padres y Familia como un proceso sistemático, progresivo de educación continua, que ofrece a la familia elementos, medios que le permitan asumir, en forma consciente, responsable, su vocación y misión de educar integralmente a los hijos.
Además, la reculturización de los padres y representantes para hacer que comprendan que si papel no se agota con inscribir a sus hijos en la institución escolar y proporcionarles lo que necesitan para sus estudios. Sería un paso de avance en la formación de valores, por cuanto ello implica la participación de éstos en la formación de una nueva cultura escolar, pues los padres y representantes deben formar parte activa en la planificación y puesta en marcha del proyecto educativo.
Aunado a lo anterior, es conveniente agregar que la estructura de la organización escolar es el resultado de la actividad colectiva y su finalidad está dada en posibilitar el logro de los objetivos propuestos. Por esta razón, acota González (2011), los miembros externos son importantes porque contribuyen al logro de estas metas; entre ellos se encuentran los padres o los representantes, los cuales tienen el derecho a ser reconocidos como agentes naturales y primarios de la educación de sus hijos, por tanto, deben participar en las actividades de los establecimientos educativos en forma individual o en grupos, pero además, deben entre otras cosas, respetar y hacer respetar por parte de sus hijos las normas de convivencia en la institución.
Las organizaciones escolares son aquellas corporaciones sobre las que se pueden asentar diferentes acciones para abordar los conflictos, por lo tanto, es requisito indispensable organizar propuestas que conduzcan a llevar a cabo actividades complementarias con el consentimiento y respeto de la mayoría y que además faciliten el pensar juntos. Como quiera que la convivencia es un hecho colectivo, si en la escuela el equipo directivo, o un sector amplio de la comunidad no está sintonizado, no colaboran ni comprende los objetivos de convivencia las experiencias están abocados al fracaso.
Según el Ministerio de Educación y Deportes (2000) la escuela para padres es un proceso, una alternativa educativa para proporcionar a los padres orientación, formación, instrucción e información. Es compartir experiencia para el mejoramiento de las funciones de los integrantes del grupo familiar y de la escuela. Sus objetivos: (a) promover la participación de la familia en el proceso formativo de los hijos, logrando así la integración de los padres, representantes y docentes; (b) estimular en los padres la toma de conciencia de la importancia de su participación; (c) proporcionar cambios de actitudes a través de aprendizajes; (d) lograr el mejoramiento de la familia como célula fundamental de la sociedad; (e) promover una significativa participación familia-escuela-comunidad.
Por otra parte, la escuela para padres debe responder a la realidad específica de la comunidad educativa y a las inquietudes y expectativas del propio plantel, asimismo debe tomar en cuenta que los problemas del país son el reflejo de la pérdida de valores dentro de la familia como núcleo de la sociedad. La razón de la existencia de la escuela de padres se concibe desde tres puntos de vista: como centro de información o instrucción, como ayuda personal y como trabajo grupal.
Cabe considerar que la familia es educadora y tiene, para proseguir su misión, que encontrar un clima óptimo dentro de la escuela, por tanto una confluencia de valores entre los miembros de la escuela y los de la familia sería un clima ideal para la acción formadora del educando, por esto, los padres tienen derecho de ser reconocido como participantes en las actividades de los establecimientos educativos en forma individual y grupal. Logrando este propósito, es posible alcanzar por medios positivos la meta de reducir la agresión y la violencia, lo mismo que el malestar y el sufrimiento que ella genera, dando un nuevo impulso a la familia como educadora, sobre todo en aquellos casos para quienes la agresividad ha llegado a convertirse en un problema.
Sin duda, todo fin tiene un medio, de allí que la Escuela para Padres según el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (2000) debe ser concebida desde tres puntos de vista, como información o instrucción, como ayuda personal y como trabajo grupal. Visto de esta manera, se supone que la Escuela para Padres, también es una escuela formadora, lo cual significa trabajo en grupo para desarrollar interacción positiva de ayuda y crecimiento entre padres, por lo tanto es recomendable lograr la participación de todos los representantes.
Es conveniente resaltar que el criterio propuesto por Materi (2000) es afín con los señalamientos del Ministerio, Cultura y Deportes puesto que ambos coinciden en la necesidad de incorporar a los padres en funciones más cercanas con la formación de sus hijos, mediante su parcial incorporación a la institución escolar, más allá de la simple firma de los recaudos de inscripción.
2.4.5 Actividades para incrementar la Identidad y Pertenencia con la Institución
El modo en que los individuos piensan, sienten, actúan o reaccionan es una manera de confirmar el sentido de identidad que posee sobre algo; por tanto, cuando la identidad se ha logrado ésta influye en la conducta de la persona. Esto significa que en los adolescentes, las características de su personalidad están asociadas con la forma persistente de comportarse de determinadas maneras, de acuerdo con lo que se identifican.
Actualmente, la identidad dentro de los diversos organismos sociales es un tema de vital importancia para la creación de una imagen, por cuanto dentro de la sociedad contemporánea y mediante los conocimientos en los cuales se efectúan tantas relaciones, las mismas adquieren cada vez más resonancia.
En este sentido, Costa (2003) refiere que filosóficamente, la identidad es una esencia. Identificarse con algo significa descubrir o compartir de algún modo la esencia. Lo antes expuesto, ratifica la necesidad de desarrollar dentro de las instituciones educativas, actividades para incrementar en los alumnos la identidad y pertinencia con la misma, pues probablemente el sentir amor, apego, cariño, sentimiento y sentido de pertinencia posiblemente lo conllevarían a mantener en la institución un clima de concordancia a través de la convievencia.
La orientación que debe regir a un programa de identidad, según Costa (2003), se debe polarizar en dos criterios: integración y coherencia. En base a lo expuesto por este autor, invita a suponer que las actividades básicas para concertar la integración y la coherencia dentro de una institución educativa deben iniciarse en el autoconcepto, la filosofía, los objetivos, la imagen, el sistema de comunicación y las acciones en el campo social.
En cuanto al autoconcepto, es conveniente que el alumno tenga conocimiento de cómo se vea él mismo, como se siente, como lo tratan los demás, si se ha atribuido etiquetas erróneas, analizando cuáles son sus puntos fuertes y los débiles. En este sentido, Kimmel y Weiner (2000) señala que estrechamente relacionado con la percepción de sí mismo, está el sentido de la identidad, asimismo, hipotéticamente ésta se relaciona con el pensamiento en el futuro. Sin lugar a dudas lo expuesto por este autor conlleva a suponer que en las instituciones debe hacerse énfasis en el abordaje de los problemas de identidad de los adolescentes.
De modo similar, Verzonski y Barlclay, citados por Kimmel y Weiner (2000) sostienen que quienes no usan el pensamiento operacional formal en la resolución de problemas de identidad adopta roles y valores prescritos socialmente, esto contribuye a ratificar la necesidad de atender la identidad del alumno con las instituciones, por cuanto el alejamiento de ella puede ser una manifestación de roles y valores sociales ajenos a la manera de conducirse en la institución escolar.
Lo señalado se relaciona con la conflictividad y la violencia en el sentido de que algún alumno debido a la falta de identificación con la institución escolar no tiene el menor recato para asumir actitudes de esta naturaleza. Sin embargo, la asunción de compromisos podrían llevar al alumno a asumir alternativas que le permitan regresar a un estado de identidad asumiendo creencias y objetivos vitales.
Por otra parte, es conveniente señalar que los alumnos que logran asumir la identidad con la institución tienen más probabilidades de experimentar un sentido de propiedad con respeto a las decisiones tomadas, por cuanto tiene presente objetivos de logros y, en consecuencia, muestran mayor interés, buscan a la vez, nuevos compromisos y se convencen de que han de pensar en ellos y en las instituciones con más atención, con el objeto de hacer un esfuerzo serio por resolver los problemas que puedan surgir.
2.5 Procedimientos Actuales para la Resolución de los Problemas de Violencia Estudiantil
Sobre este particular, es conveniente señalar que a menudo las instituciones escolares se ven inmersas en una serie de momentos cruciales durante el año escolar, en los cuales a violencia se desborda, por tanto, es importante valorar la posibilidad de las razones a través de datos medibles y viables que puedan ayudar a prevenir o intervenir en casos de conflictividad escolar, en consecuencia es importante mantener datos o indicadores que sirvan como estímulos para desarrollar acciones prevención o de intervención.
Cabe considerar que dentro de las pautas que pueden ayudar a obtener información sobre los posibles brotes de violencia se menciona recoger información sobre: resumen de tipo de incidente que se dan con más frecuencia, lugares donde suelen darse, autores que participan y especial atención a los tiempos en que ocurren; también es recomendable valorar la gravedad e intensidad de los incidentes.
En el mismo orden de ideas, es conveniente medir en lo posible las actitudes y conductas que suponen dichos incidentes; además, es prudente elaborar un diagnóstico del estado de la convivencia en la institución y proponer unas actuaciones con objetivos concretos y valorables. Estas actividades podrían cumplirse mediante cuestionarios que puedan ser utilizados adaptándolos al contexto de la institución, cuyos temas podrían ser medidas en el instituto, sobre abusos entre compañeros y desarrollo de una clase, etc.
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