Enfoque sociológico y tesis económica de Adam Smith (página 2)
Enviado por José Jayme Pérez Santa Cruz
Pero es sólo por su propio provecho que un hombre emplea su capital en apoyo de la industria; por tanto, siempre se esforzará en usarlo en la industria cuyo producto tienda a ser de mayor valor o en intercambiarlo por la mayor cantidad posible de dinero u otros viene. En esto está, como en otros muchos casos, guiado por una mano invisible para alcanzar un fin que no formaba parte de su intención. Y tampoco es lo peor para la sociedad que esto haya sido así. Al buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea hacerlo.
¿Cómo es posible que una Sociedad donde cada uno vela por su Interés económico funcione perfectamente? ¿Cómo es posible, por ejemplo, que una persona pueda encontrar de todo para comprar sin habérselo dicho previamente a nadie? La respuesta que da Adam Smith es que se logra gracias a una "mano invisible" que coordina los mercados y los distintos intereses propios, los que, gracias a ella, se armonizan espontáneamente.
La importancia de la mano invisible aumenta en la medida en que la Sociedad se va desarrollando y la división del Trabajo crece. Así, la labor de este mecanismo viene a ser el uniformar información cada vez más parcializada y dividida ente los individuos.
La existencia de este orden natural hace que la interferencia gubernamental sea indeseable en la mayoría de las materias, y es precisamente por esto que Adam Smith se identifica con el Laissez Faire. Las labores del gobierno, por lo tanto, deben centrarse en la defensa interior y exterior, en administrar justicia y en proveer Bienes Públicos (por ejemplo, hacer caminos). El resto lo debe hacer la mano invisible.
Sin embargo, Adam Smith no era dogmático. La tolerancia, característica de su personalidad explica por qué, a pesar de ser un liberal, no sólo aceptó, sino que también propuso algunas intervenciones de la autoridad en temas como la educación e, incluso, la beneficencia pública.
A pesar de su relevancia, Adam Smith menciona a la mano invisible una sola vez en todo el texto. Claro que su existencia está implícita en toda su obra.
En los tiempos de Adam Smith una de las obras cumbres de la ciencia era los Principios Matemáticos de Isaac Newton (1667). Es Newton el que introduce la idea de mano invisible cuando, al referirse a los astros en el Universo, señala que estos parecen estar ordenados "por la mano invisible de Dios". A Smith le gusta esta idea de una "mano invisible" que ordena las actividades en el mercado, pero asegura que nadie puede estar guiado por motivos de rentabilidad pura. Smith está convencido de que para el correcto funcionamiento de una economía de mercado se deben regular sus falencias. Por eso defiende las ideas de la Economía Política que buscan asegurar al Estado los ingresos suficientes para proveer los servicios públicos como la educación gratuita y el alivio a la pobreza.
El tema de la desigualdad y la pobreza es clave para Smith y por eso las políticas económicas deben enmendar esta falla. Smith es plenamente consciente de que una ampliación de la desigualdad puede arrastrar al colapso a la economía de mercado, y por eso que para su correcto funcionamiento el Estado debe garantizar el acceso de todos los agentes económicos a los mecanismos de mercado, sea por la vía de la regulación y por la intervención.
Al contrario de las ideas que se han masificado, Smith fue un claro defensor de la estructura institucional y de los valores sociales que trascienden el afán de lucro. Con la introducción de las ideas de una economía de mercado abierta a todos los hombres, Smith logra superar el doloroso conflicto existente entre Estado e individuo. Desde 1776 hasta el 2016, hace 240 años y en las puertas de la revolución industrial, Smith vislumbró un futuro promisorio para la humanidad donde los temas de la ética y el desarrollo eran indisolubles.
2.- LA LIBERTAD ECONÓMICA SEGÚN SMITH
Se impone por los motivos siguientes:
1° A priori: por que el orden espontáneo es forzosamente el mejor de todos y, por consiguiente, el más beneficioso para la sociedad.
2° A posteriori: porque la observación psicológica demuestra que cada individuo es mejor juez para decidir lo que más le conviene y para elegir los mejores medios conducentes al fin propuesto.
3° Por la armonía preestablecida: por que Adam Smith cree en una armonía existente entre los intereses de todos los hombres. La famosa "mano invisible" se encarga de lograr que el interés general sea igual a la suma de todos los intereses particulares.
3.- TEORÍA DEL VALOR.
1. LA RIQUEZA
Smith empieza la introducción de su obra con una definición de la riqueza que es una verdadera declaración de principios:
El trabajo anual de cada nación es el fondo que en principio la provee de todas las cosas necesarias y convenientes para la vida, y que anualmente, consume el país. Dicho fondo se integra siempre, o con el producto inmediato del trabajo, o con lo que mediante dicho producto se compra de otras naciones.
En esta definición encontramos tres ideas principales:
1° La riqueza está constituida por las cosas convenientes o necesarias para la vida. Este punto marca una ruptura clara con el mercantilismo y una afiliación al pensamiento de Cantillón. Como los fisiócratas, Adam Smith exige que las cosas sean "consumibles" para ser parte de la riqueza.
2° La riqueza es algo así como un flujo, una corriente de producción. Adam Smith considera como riqueza al Producto Nacional y no al Capital nacional.
3° El fondo de donde sale la riqueza es el trabajo. Ni el comercio exterior ni la agricultura constituyen exclusivamente el fondo de la riqueza, sino el trabajo aplicado a la agricultura y a la industria.
Hablando de los empleos más productivos del capital, se pronuncia terminantemente en favor de la agricultura. Aunque Adam Smith acepta la productividad de la industria, niega que los servicios sean productivos. Sostiene que el trabajo aplicado a la producción de servicios no se incorpora en objeto alguno permanente que pueda ser vendido.
4. EL VALOR.
Es la medida del valor en cambio o en que consiste el precio real de todos los bienes. El valor en cambio de una mercancía es lo mismo que su precio real o natural.
Valor en uso: utilidad de un objeto, la aptitud que tiene un objeto de satisfacer una necesidad determinada.
Valor en cambio: aptitud que tiene un objeto para proporcionar otros bienes distintos.
"Las cosas que tienen gran valor en uso tienen comúnmente escaso o ningún valor en cambio y las que tienen un gran valor en cambio no tienen, muchas veces, sino un pequeño valor en uso o ninguno".
El valor en cambio se mide de acuerdo al dinero (oro, plata y trigo) y al trabajo.
1° Lo que le cuesta: el trabajo que ha empleado en la adquisición del objeto.
2° Lo que vale para él: el trabajo que, a cambio de ese objeto, puede exigir a otra persona. ¿Por qué el trabajo? El trabajo es la fuente de toda riqueza. Porque, según Adam Smith, trabajo igual supone idéntico sacrificio. "Iguales cantidades de trabajo tienen, en todos tiempos y lugares, el mismo valor".
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL VALOR.
COSTO DE PRODUCCIÓN.
Antes de la propiedad privada, la única regla para determinar el valor de cambio de las cosas era la cantidad de trabajo que la producción del objeto había requerido.
El producto íntegro del trabajo correspondía al trabajador.
Con la propiedad privada y la acumulación de capital, fue necesario que el precio real comprendiera, además de la remuneración del trabajador, el interés del capital y la renta de la tierra. Se resuelve en dos partes: "una de ellas para el salario de los obreros y la otra para las ganancias del empresario".
En Adam Smith coexisten dos teorías distintas: el trabajo es la única causa del valor, el trabajo es la medida y causa del valor. Y segundo, el capital y la tierra son también fuentes de nuevos valores que vienen a añadirse a los formados por el trabajo.
PRECIO NATURAL Y PRECIO COMERCIAL.
Precio natural: es el que está formado por todas las tasas corrientes de cada uno de sus elementos: salario, renta y beneficios.
Precio comercial: viene dado por la relación de la oferta y la demanda para cada mercancía en un momento determinado.
El precio comercial debe tender a igualarse con el natural. Si el precio comercial es más alto, la inversión en ese producto crece y con ella, la producción. Así el precio comercial baja y se estabiliza con el precio natural. Pasa lo mismo en el caso contrario.
Demanda absoluta o potencial: vendría dada por las necesidades, por el deseo de compra.
Demanda efectiva: añade al deseo los medios de compra, es decir, el respaldo monetario del deseo.
5.- TEORÍA DE LA DISTRIBUCIÓN.
Adam Smith distingue tres clases de ingresos:
1. Salarios 2. Beneficios 3. Renta
1.- LOS SALARIOS.
Determinación de los salarios. Se determinan por convención entre las partes contratantes, cuyos intereses son opuestos.
Los patronos siempre llevan ventaja porque:
1. Pueden ponerse de acuerdo con mayor facilidad, por ser menos.
2. Las leyes autorizan sus asociaciones, mientras que prohíben las de los trabajadores.
3. En la disputa con los obreros, pueden resistir más tiempo, mientras que los obreros tienen que ceder para trabajar y no morirse de hambre.
4. Porque entre ellos existe un acuerdo tácito para no elevar los salarios.
5. Porque a veces se ponen de acuerdo secretamente para descender los salarios por debajo de la tasa natural.
6. Las autoridades sancionan a los obreros coaligados más nunca a los patronos.
7. Los obreros son más desorganizados.
8. El hambre obliga a someterse a los obreros.
NIVEL MÍNIMO DE LOS SALARIOS. EL NIVEL DE SUBSISTENCIA.
El salario no debe establecerse por debajo del nivel de subsistencia. "Para sustentar una familia de trabajadores de la clase más baja, el trabajo del marido y de la mujer debe sobrepasar en algo a lo que es estrictamente necesario para su propio sustento"
Niveles de salarios distintos del nivel de subsistencia. Hay circunstancias en las que el salario se eleva por encima del nivel de subsistencia. Esto ocurre siempre que la demanda de mano de obra va aumentando continuamente. "El salario alto, así como es el efecto necesario, es el síntoma natural del crecimiento de la riqueza nacional". No cree que el aumento del salario vaya a traer consigo una disminución del esfuerzo del trabajador, sino que hará templar el ardor del obrero para que no eche a perder su salud (habla de salarios a destajo).
Los salarios altos estimulan la actividad económica, son causa del progreso económico. No cree que el alza de los salarios tienda a provocar un aumento de precios que convierta en puramente nominal el aumento
CRÍTICA:
Adam Smith considera al salario como el precio de una mercancía y piensa que el mejor precio es el que viene determinado por el libre juego de la oferta y la demanda en el mercado de trabajo. Este juego de la oferta y la demanda podrían establecer el salario por debajo del mínimo.
6.- PENSAMIENTO ECONÓMICO DE ADAM SMITH
6.1.- LA IMPORTANCIA DEL INTERÉS INDIVIDUAL EN EL PENSAMIENTO DE ADAM SMITH
Desde su primera fecha de publicación, La riqueza de las naciones tuvo una excelente acogida y a Adam Smith le permitió transformarse en una autoridad indiscutida sobre materias económicas.
Uno de los méritos destacados de este libro fue combinar una teoría de la naturaleza humana con observaciones prácticas de la vida económica.
Smith enriqueció la economía con un nuevo supuesto: en materia económica, el ser humano se mueve principalmente por su interés individual antes que por el Bien de los demás. En uno de sus pasajes más conocidos, Adam Smith explica esta teoría al señalar que el pan no lo obtenemos en el Mercado por la benevolencia del panadero, ni la carne por la benevolencia del carnicero, sino porque éstos buscan una Ganancia monetaria. Este hecho se repite, según él, en todas las esferas del ámbito económico. Sin embargo, no implica que las personas se muevan siempre egoístamente. A su juicio, el interés propio se ciñe de manera exclusiva al ámbito económico, pero en otros aspectos de la vida es perfectamente posible -y es incluso un deber moral– ser generoso.
6.2.- LA DIVISIÓN DEL TRABAJO EN EL PENSAMIENTO DE ADAM SMITH
Para Adam Smith la División del Trabajo es la principal fuente de Crecimiento y Desarrollo de un país. Esto es posible debido a que aumenta la habilidad del trabajador al dedicarse a un número pequeño de operaciones. Su postulado lo ejemplifica con una fábrica de alfileres (y lo hace porque existía una fábrica de alfileres muy cerca de la casa donde vivía cuando era niño). Si un alfiler fuera hecho íntegramente por un trabajador, este hombre se demoraría mucho en estirar el alambre, luego en cortarlo, luego en afilar la punta para finalmente ponerle una cabeza. Es decir, si diez personas realizan aisladamente alfileres, podrían hacer sólo unos cuantos por persona; en cambio, si trabajando juntos cada trabajador se especializa en una parte del proceso (sólo uno corta, el otro estira el alambre, el otro pega la cabeza, etc.), al final del día se tendría una producción muchísimo mayor. Ésta es la clave del Crecimiento Económico.
No obstante, a pesar de los grandes beneficios que le genera a un país la División del Trabajo, Adam Smith considera que esta división es la causa principal de que un grupo importante de la población se idiotice, al tener que realizar labores muy mecánicas. Aquí radica la importancia que le da este autor a que el Estado incentive la educación y la religión como una forma de mitigar este mal causado.
Este último punto refleja Bien la personalidad de Adam Smith como un liberal moderado; si Bien a priori era contrario a la intervención de la autoridad en materia económica, siempre estuvo dispuesto a incluir excepciones a sus reglas generales.
6.3.- LA RENTA DE LA TIERRA.
La renta de la tierra, según Smith, siempre debe existir, aunque no se haya hecho ningún trabajo, esto es producto del monopolio del terrateniente. En realidad el aumento surge cuando el aumento de producción necesario para satisfacer la demanda creciente no puede hacerse sino a costos más altos.
6.4.- LOS BENEFICIOS DEL CAPITAL.
Engloba en una categoría aquellos ingresos que hacen trabajar al capital y los provenientes del capital a rédito. Define interés como remuneración del capital. Habla del ahorro como elemento fundamental de la riqueza, tanto individual como comunitario; sostiene que sin él no hay acumulación de capitales, luego entonces no habrá productividad ni enriquecimiento nacional.
6.5.- CRÍTICA DEL MERCANTILISMO.
Lo critica en puntos específicos tales como:
No cree que sea exacto que una nación no pueda ganar sino lo que pierda la otra.
Piensa que es más importante el saldo favorable en la balanza producción-consumo que en la balanza de pagos.
Asevera que las barreras aduanales sólo sirven para orientar mal al capital, etc..
A lo anterior acepta algunas excepciones, V.gr.: cuando se trata de promover una industria que es necesaria para la defensa del país; cuando los productos nacionales son gravados con algún impuesto, conviene imponer uno igual a los productos extranjeros de la misma clase.
6.6.- ADAM SMITH Y EL COMERCIO EXTERIOR
Ante todo consideramos pertinente remarcar que Adam Smith es un pensador escocés que expresa los intereses de la ascendente burguesía de su tiempo.
Esta constatación, que puede parecer banal, es de la mayor significación. Para ponerlo en otros términos, Smith no es un pensador que ve la realidad de su tiempo a través del prisma de la nobleza o del viejo orden feudal.
Las preocupaciones de Smith en relación con el comercio exterior se encuentran a lo largo de su obra. Discute la tesis de los mercantilistas en la medida que estos privilegiaban la acumulación de oro y plata. Esta, que tuvo significación en su momento, había dejado de ser lo más relevante por la Inglaterra del siglo XVIII.
Revela entonces, el valor del comercio en relación con la colocación de los excedentes de la producción local. Esto es, de aquella producción que no tiene demanda interna, por lo que necesariamente tendría que exportarse. De lo contrario, esta producción que más bien es teórica o potencial, no podría realizarse efectivamente, limitándose así al progreso. Cabe notar que en el esquema teórico de Smith el progreso se asocia a la profundización de la división del trabajo.
En sus términos, Smith señala que a través del comercio internacional, los límites estrechos del mercado interior no impedirían que la división del trabajo sea llevada al más alto punto de perfeccionamiento.
En virtud de estas consideraciones, y no a la inversa, Smith es partidario de la libertad de comercio. De allí que discuta con vigor la aplicación de aranceles que traben el libre comercio entre las naciones. De allí que se pronuncie en contra de las primas a la exportación y de todo aquello que limite o distorsione el intercambio. El "laisser-passer" (dejar pasar) es pues la fórmula que se ajusta a la urgencia de exportar para hacer progresar la división del trabajo.
Y es aquí donde radica la sabiduría de Smith y donde encontramos porque sus planteamientos, fueron aceptados. El comprende que Gran Bretaña necesita exportar para que los límites que le impone la estrechez del mercado interno sean superados. Y que en razón del lugar que había alcanzado en el desarrollo de las manufacturas, no puede ni debe temer la competencia de otros países. Por el contrario, la competencia con países menos desarrollados le asegura a la Gran Bretaña un éxito total en materia comercial. Siendo, consiguientemente, el país más interesado en la eliminación de las barreras arancelarias y los subsidios a la exportación.
En el cuadro 1 puede apreciarse justamente cómo las industrias orientadas al mercado interno se habían expandido modestamente a lo largo del siglo XVIII. Algo parecido ocurrió con la producción agrícola, todavía dominante en la época; aumentó a un ritmo relativamente lento y, por ende, fue un freno al desarrollo industrial. Esto último en términos relativos, puesto que las tasas de crecimiento de la producción agrícola en la Inglaterra del siglo XVIII fueron muy elevadas respecto al pasado.
Por su parte, la producción de las industrias de exportación aumentó de manera vertiginosa para los cánones de la época. En realidad, estimuló el crecimiento de toda la industria y, consecuentemente, la división del trabajo al interior de las manufacturas. Pero también este desarrollo influyó en la marcha de la propia agricultura que, al igual que las industrias orientadas al mercado interno, tuvo un mejor comportamiento hacia fines de siglo.
De cualquier modo, este desarrollo de las industrias orientadas al mercado externo fue tan importante que el producto nacional mismo aumentó dos veces y medio en el curso de un siglo.
Decididamente, este crecimiento palidece frente a las cifras que hoy presentarían los países del sudeste asiático, Japón, etc., pero marcó una verdadera revolución en su tiempo. No olvidemos que el estancamiento medieval fue lentamente superado en los siglos que siguieron a los grandes descubrimientos, y que la Europa Continental no había avanzado al mismo ritmo.
Obviamente, pues, Smith dio en el blanco, la Inglaterra del siglo XVIII requería aumentar sus exportaciones y el mundo debía estar dispuesto a recibirlas. De ello dependería su progreso, aunque no necesariamente el de los receptores de manufacturas que eran pagadas con bienes menos elaborados. La división del trabajo que se estructuraba a partir de esta circunstancia era la más apropiada para Inglaterra, pero no para los otros países.
Un punto merece especial atención. Al hablar de libre comercio, Smith se refiere obviamente al comercio entre las naciones libres. En la época (escribe su obra entre 1767 y 1776) esto significa el comercio entre Inglaterra y Europa Continental. De ninguna manera el comercio con América del Norte o con la India, a la sazón posesiones coloniales británicas. Ni siquiera al comercio que podía establecerse con colonias de otras potencias; en estos casos la preocupación fue otra (la independencia política) y se expresó de manera diferente.
En este sentido, parece claro que a Smith le preocupaba la evolución comercial con el continente. Como se puede apreciar en el cuadro 2 las exportaciones inglesas se dirigían esencialmente a Europa a principios del siglo XVIII (85% en 1700). Sin embargo en el momento en que escribe Smith, Europa absorbía sólo el 49% de sus exportaciones (1772-1773). A fines del siglo (1797-1798), Europa sólo representaba el 29,9% del mercado exterior de la Gran Bretaña, confirmándose así la tendencia. América del Norte y la India habían aumentado su participación como mercados de 12,8% en 1700 a 46% en 1772-1773 y a 66,6% en 1797-1798.
. El mercado colonial fue el principal apoyo para el desarrollo de las exportaciones inglesas y, por ende, para el progreso de su industria. El mercado europeo presentaba más bien una traba relativa para la industria británica pues no le ofrecía las mismas posibilidades que las colonias.
La genialidad de Smith fue la de comprender estos hechos. Y proponer la teoría adecuada para superar los obstáculos que se presentaban al desarrollo británico. Una verdad relativa, esto es que el libre comercio aseguraba el progreso de la industria, la convirtió en verdad absoluta y universal.
Pero esto era lo que convenía a la Gran Bretaña, inclusive por razones de propaganda, razón por la cual le prestó un extraordinario servicio.
7.- ADAM SMITH, LIST Y LA FORMACION DE LA NACION ALEMANA
La sociedad y la economía alemana de principios del siglo XIX y, en particular, después de las guerras de la Revolución y el Imperio, eran bastante diferentes a la sociedad y la economía británica de la época. Desde un punto de vista político, Alemania era una nación dividida: "treinta y nueve estados, los unos de una dimensión relativamente grande… los otros de una dimensión ínfima…otros, en fin, de importancia económica indudable, pero reducidos a una ciudad libre…, formaban, en virtud del Acta Federal de Viena (8 de junio de 1815), una Confederación Germánica (Garrigou-Lagrange et Penowil, "Historie des faits économiques de l'époque contemporaine"; Dalloz, Paris 1977; p.206).
Desde un punto de vista económico, esta profunda división política, que significaba obviamente la existencia de tantos cuerpos legislativos como Estados, era un serio obstáculo al intercambio, al desarrollo industrial y a la formación de un mercado nacional unificado. "En materia aduanera – por ejemplo – puede remarcarse la existencia de derechos prohibitivos en ciertas regiones septentrionales y un régimen liberal en las circunscripciones industriales del Rhin y de la Westfalia"
Por su parte, los reinos de las Islas Británicas habían logrado su unificación política, y por ende, la eliminación de las aduanas interiores y la constitución de un mercado único. Esta era una expresión de un largo proceso histórico que había colocado a la Gran Bretaña a la vanguardia de las naciones europeas en materia industrial y comercial. Por cierto, en este proceso no estuvo ausente la conquista y la colonización de territorios de ultramar, amén de las guerras europeas que la llevaron al primer lugar entre las naciones.
Adam Smith no fue un abogado doctrinario del laissez faire. Vio un ámbito amplio y elástico de actividad para el Gobierno, y estaba preparado para ampliarlo más aún si el Gobierno, mediante la mejora de sus standards de competencia, honestidad y espíritu público, se mostraba merecedor de detentar más amplias responsabilidades.
Atribuyó gran capacidad para servir al bienestar general a la iniciativa individual aplicada de modo competitivo para promover fines individuales. Dedicó más esfuerzo a su exposición de la libertad individual que a explorar las posibilidades de servicio a través del Gobierno.
Contribuyó en gran medida a liberar a Inglaterra de los lazos de un conjunto de medidas regulatorias que habían estado siempre mal aconsejadas y basadas en ideas económicas falaces, pero no previó que Inglaterra necesitaría pronto un nuevo conjunto de regulaciones para proteger a sus masas obreras contra nuevos, y para ellas peligrosos, métodos de organización y técnica industrial.
Smith disfrutó de un sentido común superior al general, pero no era un profeta. No obstante, incluso en su propia época, cuando no era fácil verlo, Smith se dio cuenta de que el propio interés y la competencia traicionaban a veces el interés público al que se suponía debían servir, y estaba preparado para que el Gobierno ejerciera alguna medida de control sobre ellos donde fuera preciso y cuando el Gobierno demostrara tener la suficiente competencia para acometer la tarea.
Su simpatía por el humilde y el pobre, por el agricultor y el obrero era evidente. No tuvo un éxito completo en su intento de liberarse de las ilusiones mercantilistas, y tuvo sus propios prejuicios peculiares, doctrinales y de clase. Pero sus prejuicios estaban contra el poderoso y el acaparador, y fue el interés de las masas lo que deseó promover por encima de todo, en una época en que incluso los filósofos raramente condescendían a tratar con simpatía sus necesidades.
Tenía poca confianza en la competencia o en la buena fe del Gobierno. Sabía quién lo controlaba y qué propósitos intentaba servir, aunque su acusación contra la magistratura local fue probablemente excesivamente dura.
Vio, sin embargo, que era necesario, ante la falta de un instrumento mejor, confiar en el Gobierno para la realización de muchas funciones que el individuo como tal no podía llevar a cabo, o en caso de asumirlas, lo haría deficientemente. No creía que el laissez faire fuera siempre bueno o siempre malo. Dependía de las circunstancias; y Adam Smith tuvo en cuenta lo mejor que pudo todas las circunstancias que pudo hallar.
En estos días de escuelas contendientes, cada una de ellas con el convencimiento profundo, aunque momentáneo, de que ella y sólo ella está en posesión del conocimiento del único camino a la verdad económica, resulta revivificador volver a La Riqueza de las Naciones con su eclecticismo, su moderación, su sentido común y su inclinación a admitir que aquellos que veían las cosas de modo distinto al suyo sólo en parte estaban equivocados.
8.- LA TEORÍA DEL DESARROLLO ECONÓMICO EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
LA RIQUEZA DE LAS NACIONES
El autor que más contribuyó a hacer del desarrollo económico un tema objeto de análisis general fue sin duda Adam Smith.
La Riqueza de las Naciones es una de las obras principales que se han escrito sobre Economía, y por esta razón trata de muchos asuntos: de Filosofía Social, de Historia Económica, y de Economía Política.
Por lo que respecta a la Economía Política su estudio es muy completo. Abarca desde la exposición de las relaciones estructurales fundamentales que caracterizan a las economías de cambio que practican la división del trabajo, hasta la exposición de las funciones económicas del Estado y de los cánones impositivos. Pero como ya se desprende del título de la obra, su preocupación fundamental se centra en el desarrollo es decir, en aquello que hace que la riqueza de las naciones sea mayor o menor.
Probablemente es cierto, como algunos comentaristas han hecho resaltar, que cuando se refería a la política económica, a Adam Smith le preocupaba tanto la justicia como el deseo de incrementar la riqueza. Pero, sea como fuere, no cabe la menor duda de que la principal preocupación de la obra la constituye lo que su título indica. Esto se percibe claramente desde sus comienzos, donde en la parte que titula: "Introducción y Plan de la Obra", el autor pone de manifiesto sus intenciones y las razones en las que piensa apoyar su exposición.
Por primera vez en la historia del pensamiento económico, la producción per capita y no la producción agregada o conjunta es la que se utiliza como criterio: "Según sea, pues, la relación que este producto, o lo que con él se adquiere, guarde con la población que ha de consumirlo, la nación estará mejor o peor abastecida de aquellas cosas que más útiles y necesarias le son."
Y existen dos "circunstancias" que regulan dicha relación: "la primera, la pericia, destreza y sentido común con que se utiliza, por regla general, el trabajo del país; y la segunda, la relación existente entre el número de personas que se dedican a trabajos útiles y los que no se dedican a tales trabajos".
A continuación, prosigue diciendo que va a dedicar los dos primeros libros de su obra – que constituyen la parte analítica de la misma- a examinar, respectivamente: "las causas del progreso experimentado por las facultades productivas de la mano de obra" y la acumulación de capital.
Esto es exactamente lo que hace. La verdad es que hace mucho más que esto. En el libro I expone también una teoría del valor y de la distribución, y en el libro II una teoría del dinero y del crédito; y tal es la importancia que estas partes parecen adquirir que muy bien podrían existir por sí mismas, es decir, autónomamente.
Pero quizás esto que decimos sea exagerado. La teoría del valor y de la distribución, a pesar de su evidente importancia, es expuesta con el fin de mostrar de qué manera se organiza la división del trabajo en una economía de cambio a través del mercado de bienes y de servicios. La teoría del dinero y del crédito forma parte del estudio sobre la naturaleza del capital que precede al estudio del fenómeno de la acumulación.
Y en los libros III y IV, que tratan, respectivamente: "De los Diferentes Progresos de la Opulencia en Distintas Naciones" y "De los Sistemas de Economía Política", la atención aparece concentrada todavía en el desarrollo, lo cual se manifiesta tanto en el estudio de lo ocurrido en el pasado como en el de los efectos favorables o desfavorables derivados de los diferentes Sistemas Económicos.
Solamente en el libro V, que trata "De las Rentas del Soberano o de la República" los criterios se diversifican. Pero, incluso en este caso, los efectos que tiene la política económica puesta en práctica sobre la eficiencia productiva ocupan la mayor parte del libro.
Si cambiáramos el título de la obra de Adam Smith por este otro: «Teoría y Práctica del Desarrollo Económico», nos perderíamos naturalmente las múltiples implicaciones que nos sugiere el acertado título original, pero ciertamente no resultarían traicionadas las intenciones fundamentales del autor.
RELACIÓN ENTRE EL INCREMENTO DE LOS RENDIMIENTOS Y LAS DIMENSIONES DEL MERCADO
Ha llegado el momento de retornar al aspecto histórico de asunto. Los primeros "economistas", que propugnaban el incremento de la población al objeto de fomentar la prosperidad de la nación, se equivocaban al considerar que el referido incremento no tenía límite alguno; es decir, se equivocaba al pensar que los rendimientos iban a aumentar o a permanecer constantes indefinidamente.
Pero había algo, evidente, sobre lo que sí acertaron, algo que no aparece en el sistema malthusiano. Tanto la historia como el sentido común indican que no es razonable preguntarse si los rendimientos comienzan necesariamente a decrecer cuando empieza a incrementarse la población o si el incremento de los rendimientos reales per capita es consecuencia de los adelantos técnicos.
Toda teoría que pretenda abarcar este asunto en su integridad debe apercibirse de este hecho y tratar de explicarlo de alguna manera. Como era de esperar la base de esta explicación se encuentra en La Riqueza de las Naciones.
La explicación de las ventajas derivadas de la división del trabajo que encontramos en el primer capítulo de la obra evidentemente no es original y si queremos profundizar más en la misma debemos remontarnos a Platón y a Aristóteles.
Tampoco puede decirse que sea completa: faltan en ella tanto la exposición de las ventajas derivadas del aprovechamiento adecuado de las diferencias fundamentales que se dan entre las capacidades innata de los hombres, como la de las que derivan de lo que Torrens denominó división territorial del trabajo.
Pero expone con tal fuerza el significado que, por lo que respecta al desarrollo de la opulencia – para emplear una expresión de Adam Smith -, tiene la progresiva división del trabajo que esto sólo la convierte en el locus classicus de la materia, y en la explicación que hace de la división del trabajo la característica fundamental del sistema social considerado desde el punto de vista económico.
Es imposible olvidar el epílogo de la obra, en el que compara la situación de los pobres, en las sociedades que practican la división del trabajo, con la que disfrutaban los miembros más ricos de las comunidades primitivas. "Comparado, realmente, con el lujo exhorbitante en el que viven los poderosos, las comodidades de los pobres pueden parecemos extremadamente simples y elementales, sin embargo, es muy posible que las comodidades de que hoy en día disfruta un príncipe europeo en relación con las que disfruta cualquier campesino trabajador y sobrio, sean muy inferiores comparativamente a las que este último disfruta en relación con las que gozan muchos reyes africanos, que son dueños absolutos de la vida y libertad de miles de salvajes desnudos."
Al llegar a este punto Adam Smith no relaciona claramente el incremento de la división del trabajo con el crecimiento de la población. Pero sí lo hace con la extensión del mercado. "Toda vez que el poder de cambio -dice-, es lo que determina la división del trabajo, la amplitud de esta división estará siempre limitada por la magnitud del referido poder o, en; otras palabras, por la extensión del mercado."
El capítulo III, en el que se refiere a este particular, es relativamente corto; si bien desde el punto de vista analítico es ciertamente uno de los más importantes del libro.
Ahora bien, la extensión del mercado no depende únicamente de la magnitud de la población; depende asimismo de la renta per cápita y del grado en que las demandas de los distintos individuos son similares. Además, como Adam Smith se esfuerza por extenso en señalar en el libro II de La Riqueza de las Naciones el progreso de la división del trabajo depende en parte de la acumulación de capital, que ciertamente no viene únicamente determinada por el mero crecimiento de la población.
Sin embargo, es evidente que existe una cierta conexión entre ambas variables; basta tan sólo con que reflexionemos sobre el desarrollo de los sistemas de transporte para darnos cuenta de que su utilidad productiva viene condicionada por la densidad de población de las áreas enlazadas por tales sistemas; y es evidente que las economías que se fundan en la producción en masa tan sólo pueden desarrollarse en un medio en el que el consumo sea también masivo y, por tanto, susceptible de absorber la producción.
Es, por consiguiente, perfectamente lógico que al final de este capítulo que trata de los salarios del trabajo, Adam Smith asocie, por fin con toda claridad, los beneficios derivados de la división del trabajo con la existencia de lo que él denomina una "gran sociedad".
"El propietario del capital que emplea gran cantidad de trabajadores" dice-, "procura necesariamente, en su propio provecho, dividir y distribuir el empleo de manera tal que le permita obtener la mayor cantidad posible de trabajo. Por la misma razón procura proporcionar a sus trabajadores la mejor maquinaria que existe en el mercado. Lo que ocurre entre los trabajadores de un taller cualquiera, ocurre también, por la misma razón, entre los individuos que componen una gran sociedad. Cuanto mayor es su número, tanto más naturalmente se dividen ellos mismos clases y dividen su trabajo. Mayor cantidad de ellos se ocupan en inventar la maquinaria más adecuada para ejecutar cada tipo de trabajo, lo que, en consecuencia, aumenta la probabilidad de que tales inventos se den en la realidad".
9.- LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL EN EL SISTEMA DE ADAM SMITH
Para mejor comprender la concepción de Adam Smith dirijamos nuestra atención al título del capítulo III, libro II, de La Riqueza de las Naciones.
Este libro está dedicado al estudio de la "Naturaleza, Acumulación y Empleo del Capital", y el referido capítulo III, que contiene el análisis fundamental, se titula "Acumulación de Capital o de Trabajo Productivo e Improductivo".
En este contexto es este último título el que es importante. Ha sido precisamente el olvido de esta asociación lo que ha ocasionado tanta confusión innecesaria. Para entender la razón de esto, es importante que comprendamos lo que Smith entiende por trabajo productivo en contraposición al no productivo.
Evidentemente, Adam Smith no pensaba, como hacían los fisiócratas, que el trabajo productivo era únicamente aquel que estaba ligado a la agricultura o a las actividades extractivas. En realidad procuró por todos los medios rechazar esta concepción.
Por trabajo productivo Adam Smith entendía el trabajo cuya consecuencia es la producción de algo "que permanece durante algún tiempo, por lo menos hasta que el trabajo invertido en su producción ha cesado -trabajo que se aplica y se lleva a cabo sobre alguna materia particular o artículo vendible" y lo contraponía a aquel que consiste en la prestación de servicios que "desaparecen en el mismo momento de tener lugar, y que raras veces dejan detrás rastro o valor algunos que pueda servir para adquirir una cantidad equivalente de servicios".
Ya todos sabemos las dificultades que este particular empleo de la palabra «productivo» puede originar. En realidad, son estas dificultades lo primero a que se hace referencia en los textos introductorios de economía y en los cursos de conferencias. Todos sabemos que si por esta palabra significamos únicamente la renta derivada de la creación de riqueza, semejante restricción a la producción de objetos materiales es tremendamente engañosa -.los ejemplos del "falso" contraste existente entre el trabajo del minero que extrae el carbón de la mina y el de quien lo utiliza como combustible, o entre el del zapatero y el del limpiabotas, han sido repetidos hasta la saciedad-; al igual que lo ha sido otra proposición más fundamental que establece que el trabajo no fabrica materia sino que la reorganiza simplemente.
Pero esto no es lo que Adam Smith entendía. Él significaba por trabajo productivo el que generaba riqueza de capital; y al establecer que la relación entre el trabajo productivo y el improductivo constituía precisamente una de las dos circunstancias determinantes de la riqueza de las naciones -siendo la otra el grado de división del trabajo- en realidad no hacía más que decir de otra manera que el desarrollo venía condicionado por la existencia de una cantidad determinada de capital y por la acumulación del mismo.
Ya lo dice el título del referido capítulo de la obra de Smith- o mejor sería, quizá, decir que ello debiera desprenderse del mismo, toda vez que, con relación a este tema, las intenciones de Adam Smith han sido mucho peor interpretadas que las que hacen referencia a otras partes del sistema clásico. La acumulación de capital, concebida de este modo, es considerada como deseable porque el stock de capital al que da lugar hace el trabajo más productivo -lo "facilita y simplifica", según expresión de Adam Smith- y porque favorece su división.
Es evidente que no tenemos nada que objetar a la primera de estas dos proposiciones: la que se refiere al incremento de productividad conseguida por medio del empleo de máquinas y demás formas de capital fijo. Y aunque se han puesto muchos reparos a la forma en que Adam Smith expone la segunda proposición, el supuesto progreso de la división del trabajo, debo confesar que no veo razón alguna para negarme a reconocer el enorme sentido común que la misma revela. ¿Se imaginan ustedes, acaso, que una sociedad avanzada hubiera podido alcanzar su actual estado de desarrollo de no haberse producirlo una acumulación masiva de capital?
Por consiguiente, la pregunta que ahora se nos presenta es la que sigue: ¿Qué es lo que posibilita la ulterior acumulación de capital? ¿Qué es lo que determina el incremento del trabajo productivo en relación con el no productivo? Sobre este particular la respuesta de Adam Smith es inequívoca; y tiene gran importancia si consideramos la perspectiva que domina esta investigación: "La sobriedad económica -dice-, hace que se incremente el capital, y la prodigalidad y la mala administración hacen que disminuya. Todo lo que una persona ahorra a partir de sus ingresos pasa a engrosar su capital, que puede emplear, o bien para incrementar el número de asalariados a su servicio, o para permitir que otra persona lo haga si se lo presta a cambio de un cierto interés. De la misma manera que una persona sólo puede incrementar su capital ahorrando parte de sus ingresos o de sus ganancias anuales, así ocurre con el capital de la sociedad, que equivale a la suma de los capitales de los individuos que la componen."
Todo esto es tan cierto como lo son las observaciones, mucho más detalladas, acerca de la sobriedad y la prodigalidad de las personas y naciones que siguen a continuación. Pero las dos referidas proposiciones le sigue inmediatamente otra muy famosa que establece que "lo que se ahorra anualmente acostumbra ser gastado casi al mismo tiempo; aunque no es consumido por las mismas personas"; y si hemos de juzgar por la historia de esta proposición es evidente que la misma ha sido objeto de algunas interpretaciones equivocadas.
Debemos señalar en primer lugar que la misma ha sido objeto de severas críticas por el hecho de que el capital al que el ahorro da lugar no es consumido -o por lo menos no es consumido en el mismo momento en que lo es el ahorro-. Por esto, Cannan afirma que, según este punto de vista, "no es el canal o los trabajos hidráulicos que acaban de construirse lo que es ahorrado, sino la comida, el vestido y la vivienda consumidos por los obreros que los han producido".
Esto es bastante cierto. Pero no hay duda de que es un tanto superficial. En un capítulo anterior, Adam Smith había señalado claramente que, formando parte del stock de capital de la sociedad, había instrumentos duraderos de esta clase; y realmente no tiene lógica pensar que entre capítulo y capítulo Smith olvidó esta circunstancia tan obvia.
A este respecto es muy importante distinguir entre proceso de acumulación -que consiste en poner en funcionamiento el trabajo productivo- y el resultado final de dicho proceso, el stock incrementado. Cuando Adam Smith hablaba de lo que era ahorrado, se refería al proceso; cuando hablaba del incremento del capital se refería a su resultado final.
Esta menudencia puede suponer un inconveniente; la verdad, es una lástima que Adam Smith pusiera las cosas de este modo. Pero ello no significa necesariamente que su concepción fuera confusa.
10.- LAS DOS CARAS DE ADAM SMITH
Adam Smith decía que una "mano invisible" guiaba al mercado hacia la eficiencia.
De ahí su famosa frase en La Riqueza de las Naciones: " no es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses que proviene de nuestra propensión a intercambiar una cosa por otra". El mercado determina precios y asigna recursos y bienes de manera eficiente cuando todos los actores defienden con egoísmo sus intereses.
Por otra parte, el propio Adam Smith había dicho en su Teoría de los Sentimientos Morales que "por muy egoísta que se suponga a las personas, hay algo en su naturaleza que los insta a preocuparse por la ventura y felicidad de los demás, no obteniendo de ello otro beneficio más que el placer de observarlas". Esta aseveración parece contradictoria con la primera, pues no parece coherente sostener que la eficiencia económica se funda en el egoísmo de las personas, si la naturaleza humana no es egoísta. El economista Vernon Smith se refiere a esta dicotomía como "las dos caras de Adam Smith".
La solución de este puzzle surge de los resultados que arrojan experimentos recientes con juegos como "el ultimátum". En él, se entrega a un sujeto una cantidad de dinero y se le instruye a transferir la proporción que desee a otro sujeto, quien puede aceptarla o rechazarla; si la rechaza, ambos jugadores se quedan sin nada. Según la teoría de las expectativas racionales, en la que se basan los modelos económicos actuales, el primer jugador debería entregar la cantidad más baja posible que el segundo jugador no rechace, para así quedarse con el monto más alto que pueda. Sin embargo, los resultados muestran que tanto estudiantes universitarios norteamericanos como cazadores recolectores de tribus de África suroriental tienden a compartir, en promedio, una cantidad sorprendentemente cercana a la mitad del dinero. ¿Es que las personas no son egoístas? ¿Cómo funciona el mercado entonces?
Esos juegos se han repetido en situaciones que simulan distintos contextos sociales, desde aquélla en que ambos jugadores se miran las caras, hasta aquélla en que los sujetos son elegidos al azar y nunca se ven. En esta última, la cantidad que el primer jugador ofrece al segundo es, en promedio, menos que el 10%. Es decir, cuando los sujetos son puestos en situaciones de intercambio social, tienden a compartir el dinero, y cuando actúan de manera anónima, tienden a quedarse con él.
La explicación de lo anterior la entrega la psicología evolucionaria. En el caso de situaciones de intercambio social, hemos aprendido a través de la evolución que debemos ganarnos la reputación de otorgadores y receptores de favores, pues esa es la mejor estrategia de sobrevivencia. No es que lo hagamos calculadamente, sino que nuestros circuitos neuronales, codificados genéticamente a través de las generaciones, inducen a nuestro sistema emocional, frente a una situación social, a comportarnos de esa manera, en promedio. En cambio, cuando la situación se da en un contexto impersonal, podemos darnos el lujo de ser egoístas sin que se note, y actuamos acorde.
Para los mercados impersonales, la eficiencia se logra siguiendo una estrategia egoísta de no cooperación. La ciencia económica ha demostrado que siguiendo ese patrón de comportamiento, y bajo el supuesto que todos están tratando de obtener el mayor beneficio para sí mismos, se maximiza la torta a repartir. En cambio, en las situaciones de intercambio social, la estrategia que conduce a la eficiencia es la cooperación, como cuando nuestros antepasados cazaban mamuts hace 40.000 años, o cuando los jugadores de fútbol se esfuerzan en conjunto por ganar un partido.
Vernon Smith nos propone extender nuestra "propensión para intercambiar una cosa por otra", para incluir entre esas "cosas", además de bienes y servicios, a la "generosidad, humanidad, gentileza, compasión, amistad mutua y estima", es decir, incluir también lo que Adam Smith decía que las personas hacen "sólo por el placer de observarlas". Bajo esa perspectiva, las dos caras de A. Smith, aparentemente inconsistentes, dejan de serlo, pues la propensión al intercambio ocurre para ambas "caras". En efecto, en contextos impersonales, la gente intercambia bienes siguiendo sus propios intereses, y es la mano invisible del mercado la que opera; en cambio, en situaciones de alto intercambio social, es su propensión a intercambiar solidaridad, afecto, compasión y ayuda la que opera. En cada caso nos comportamos de acuerdo a la estrategia que maximiza la eficiencia. Es más, dice Vernon Smith, como la mano invisible "no la vemos", pero sí "vemos" los resultados de nuestros sentimientos hacia el prójimo, ello genera naturalmente una desconfianza hacia el mercado y una tendencia a interferir con él.
En resumen, nos movemos a lo largo del eje altruismo-egoísmo conforme al contexto social que enfrentamos, porque nuestro sistema emocional, diseñado por selección natural hace decenas de miles de años, nos induce a ello. Es un eje clave, pues sobre él descansan nuestros sentimientos morales y nuestras doctrinas políticas.
Todos exhibimos sus dos caras durante nuestras vidas: un empresario es solidario cuando hace donaciones anónimas y egoísta cuando compite en el mercado; un legislador de izquierda se muestra altruista en sus motivaciones legislativas y egoísta cuando quiere ser reelecto; un campesino es compasivo cuando comparte lo poco que tiene con un extraño y egoísta cuando defiende el precio de su siembra en la plaza.
El conocimiento que de la naturaleza humana nos está develando interdisciplinariamente la economía y la psicología evolucionaria, se hace crucial al momento de diseñar las políticas públicas y vitales para formarse las convicciones necesarias para implementarlas desde el gobierno.
10.- LA ECONOMÍA COMO CIENCIA
El origen de la economía como ciencia suele ser adjudicado a la publicación del libro de Adam Smith investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Smith postuló este libro en una época en la que la industria estaba conociendo un desarrollo sin precedentes. Su preocupación central estaba fijada en el crecimiento económico y temas relacionados con la distribución, el valor y el mercado internacional. En este manual expuso la base de su teoría económica.
"Un hombre emplea su capital en apoyo de la industria, por lo tanto siempre se esforzará en usarlo en la industria, cuyo producto tienda a ser de mayor valor o intercambiado por la mayor cantidad posible de dinero u otros bienes. Esto esta guiado por una mano invisible que busca alcanzar un fin que no formaba parte de su intención".
11.- APORTACIONES DE ADAM SMITH A LA ECONOMÍA
El diferente valor de las cosas derivado de su uso o su intercambio en un mercado.
La especialización conlleva una mejora de la producción por hora/trabajador (marginal), derivada de una asignación más eficiente y, por lo tanto, una reducción de los costes de producción y del precio de los productos.
El precio del factor trabajo o salario ha de ser proporcional a su productividad, o lo que es capaz de producir por hora de trabajo.
La competencia perfecta es la mejor forma de asignar recursos a la producción, es decir, pagar a los trabajadores y por las máquinas en relación a lo que aportan a la producción de las mercancías (iguales a las productividades marginales en cada momento)
12.- APORTACIÓN AL COMERCIO INTERNACIONAL
El comercio, el intercambio de mercancías y servicios a escala internacional, proporciona un mayor crecimiento de las economías de los países intervinientes.
Los bienes han de ser producidos en aquellos países donde sea más bajo su coste de producción y, de allí, exportarse al resto de los países. Adam Smith crea el concepto de "ventaja absoluta" para definir la capacidad de producir un bien utilizando los menos factores productivos posibles (en términos de horas de factor/unidad de bien).
Un proceso productivo encuadrado en un marco de liberalización del comercio, sin trabas a la circulación de bienes y con libertad de movimiento de los factores productivos, para alcanzar las mejores ventajas posibles y redundar en un mayor crecimiento de todos los países involucrados.
13.- TEORIA DE LA POBLACION.
Smith también habla de la población para él, la población se puede regular en función de la demanda de brazos por parte de la sociedad. Es decir recibe el mismo trato de cualquier otra mercancía. Al aumentar la demanda de brazos, aumentan al mismo tiempo los salarios. Pero sucede también que aun aumento de brazos corresponde una baja de salarios y con ello una disminución de brazos. Aboga por un justo medio, en donde los brazos no sean demasiado numerosos para que los salarios no sean demasiado bajos.
14.- ADAM SMITH Y EL LIBERALISMO ECONÓMICO
Adam Smith, conocido como el padre de la economía, muestra a lo largo de su obra una marcada visión liberal que surge como respuesta a las condiciones históricas de finales del siglo XVIII, donde se atacó el sistema mercantilista a través de la doctrina del laissez – faire, por medio de argumentos en favor de una economía regulada por leyes naturales que le permitían conducirse ""por la acción de una mano de una mano invisible"" hacia su óptimo desarrollo.
A continuación se analizarán, en primera instancia, las causas que condujeron a Adam Smith a hacer abstracción del dinero y demás instituciones del análisis teórico, para considerar luego su validez o no en el contexto de una nueva construcción teórica en consideración del dinero, que surge en contraposición al análisis real dominante. También se presentará la idea de gravitación en Smith, incluyendo el concepto de valor y su manifestación en el precio y la descripción del mecanismo de mercado.
15.- ELECCIÓN DE UN ANÁLISIS REAL Y EL PROBLEMA DEL NUMERARIO
La construcción de la teoría del valor y los precios de Adam Smith y en general de la visión ortodoxa parte de la existencia de un mundo de bienes y agentes económicos: el análisis se hace por fuera de cualquier realidad institucional, lo que implica la ausencia del dinero, razón por la cual a dichos bienes se les concede la cualidad de tener poder de compra sobre los demás. Así, con esta propiedad intrínseca que les permite enfrentarse directamente sin necesidad de un medio de cambio – institución dinero – que actúe como intermediario entre ellos, se trató de explicar el funcionamiento de la sociedad mercantil como regida por leyes naturales. La elección de Smith – entre dos formas posibles de construcción teórica en economía: monetaria o real – de un análisis por fuera de las instituciones, obedeció a razones tanto lógicas como histórico – sociales. Dobb expone los argumentos presentados por el economista escocés y sus sucesores clásicos dentro de la construcción lógica del análisis real:
Puesto que el dinero representaba meramente una técnica conveniente de cambio, ya para el cálculo, ya como intermediario, era indiferente para las relaciones productivas esenciales y por tanto no podía afectar el sistema de las proporciones de cambio. Un aumento o disminución de la cantidad de dinero no podía afectar la relación existente entre los precios, puesto que tendía a afectarlos a todos por igual.
Igualmente, Smith creía que existía una conexión directa entre la institución monetaria y la intervención del príncipe en el curso natural de la economía, impidiendo el total desarrollo de la capacidad productiva de la sociedad. De la crítica realizada por Smith a la escuela mercantilista, se derivan otras razones para la elección de un análisis real: Smith argumenta que la riqueza de una nación no se mide por la cantidad de metales preciosos que acumule, como aseveraban los mercantilistas, sino por la magnitud de su capacidad productiva en periodos y condiciones determinadas. Los metales, pueden variar de valor debido a diversas causas, como la introducción de una técnica novedosa o el descubrimiento de una nueva mina. De esta última conclusión se desprende un planteamiento fundamental dentro del análisis real: si los metales preciosos y en general todas las mercancías son susceptibles a variaciones en su valor, ¿cómo es posible medir la riqueza en términos reales?
16.- EL PROBLEMA DEL NUMERARIO
Se hizo necesario entonces un numerario o patrón único de medida, que tuviera la propiedad de ser invariable frente al tiempo y la distribución, con el cual todas las mercancías pudieran compararse y poder así medir la riqueza en términos reales. Smith plantea que todo trabajador debe, al dedicarse a una sola actividad productiva, cambiar el excedente de su trabajo por el excedente de otro trabajador, para satisfacer por medio del intercambio, necesidades mutuas de consumo. Para poder intercambiar producciones de diferente especie, el trabajador toma en cuenta el grado de fatiga que le costó producir su mercancía y según éste, mide la cantidad de otros bienes que puede adquirir. Así, poseer una mercancía implica tener un poder de compra sobre el trabajo ajeno y por tanto, la riqueza se mide en términos de la amplitud de trabajo que un hombre pueda disponer a través de sus bienes. Esto conlleva a considerar el trabajo como unidad invariable, hecho que el autor de La riqueza de las Naciones arguye por la relación natural entre los hombres y su nivel de subsistencia – asociado al grano -, que es en ultima instancia, invariable en el tiempo. Así se encuentra que existe una relación directa entre el trabajo y el salario o nivel de subsistencia, pudiendo definir el salario como patrón de medida de los precios.
17.- LA IDEA DE GRAVITACIÓN EN SMITH: PRECIOS Y MECANISMO.
A través de los primeros capítulos de su obra, Smith describe ciertas características de la sociedad comercial que le servirán para fundamentar los conceptos de mercado y equilibrio; éstas se pueden resumir en cinco puntos esenciales: primero, la división del trabajo crea una sociedad de intercambios; segundo, los intercambios se basan en el egoísmo y no en la benevolencia; tercero, la sociedad egoísta promueve el bienestar, cuarto; el dinero mejora el funcionamiento de la sociedad comercial y quinto, el poder individual en la sociedad de mercado se mide por el poder de compra de su riqueza personal. Planteadas estas condiciones, Smith enuncia una importante premisa sobre el funcionamiento del mercado en la sociedad comercial, según la cual los precios de mercado son atraídos – gravitan – hacia un precio natural a través de un mecanismo de oferta y demanda. Para entender completamente esta idea fundamental, se desarrollarán a continuación las definiciones de precio natural, precio de mercado, equilibrio y el funcionamiento del mecanismo de igualación.
18.- PRECIO NATURAL: LA TEORÍA DE LOS COMPONENTES
La única teoría del valor trabajo en Smith se presenta cuando el autor analiza la sociedad ruda y primitiva y establece que allí el único determinante del valor de un objeto es el trabajo que costó adquirirlo a su poseedor, caso que ilustra con su famoso ejemplo del castor y el ciervo. Pero el eje central sobre el cual se basa su estudio no es aquella sociedad ruda, sino mas bien la sociedad civilizada, donde los medios de producción y el capital han sido apropiados por agentes privados. Allí, dice Smith, el trabajo no mide sólo aquella parte del precio que se resuelve en él, sino también el que se resuelve en beneficios y rentas. Así, el trabajador incorpora valor a la mercancía, pero no recibe el total de éste sino la parte correspondiente a salarios y el valor restante va destinado a pagar los beneficios del capital y la renta. Es notable como entonces, para Smith, el trabajo humano es en última instancia la causa de valor, pero explica que en la sociedad capitalista este valor no corresponde totalmente a quien lo añade, pues existe una ""clase de hombres"" que destinan su capital para adelantar los salarios y que deben recibir un beneficio sobre su inversión.
Así, el precio se resuelve tres partes o componentes: la primera parte va destinada a los salarios de los trabajadores, la segunda a los beneficios del capital de quien lo invierte y la tercera y última porción va destinada al terrateniente. Cuando las tasas a que se pagan estas masas de beneficio están equilibrio, se puede hablar de un precio natural de la mercancía. Así lo plantea Smith: ""el mismo precio natural varía con la tasa natural de cada uno de sus componentes: salario, beneficio y renta"".
Una postulación formal propuesta por Sraffa es la siguiente: P* = S S* + B* + R* donde (*) indica el estado de equilibrio, tanto del precio P como de cada una de las tasas de beneficio (Salario, Beneficio y Renta). Smith indica que las tasas de beneficio están determinadas por ""las condiciones generales de la sociedad"", que se proyectan en el grado de desarrollo de ésta, definido por el autor como de progreso, estancamiento y decadencia.
El precio efectivo o de mercado estará dado por la proporción entre la cantidad llevada al mercado y la demanda proveniente de las personas que están dispuestas a pagar el precio natural de la mercancía. Smith afirma que en una Sociedad de libre concurrencia, la competencia permite que las fuerzas de la oferta y la demanda actúen sobre los precios de mercado dirigiéndolos a su nivel natural. En efecto: ""El precio natural es como un precio central en torno al cual gravitan constantemente los precios de todas las mercancías. ( ) El esfuerzo total desarrollado para traer cualquier mercancía al mercado se ajusta naturalmente a la forma de la demanda efectiva"".
19.- LIBRECAMBISMO
Es la tesis económica que defiende el librecambio, o sea la eliminación de trabas al comercio nacional e internacional. Forma parte de la teoría económica del
La teoría económica liberal, siguiendo los lineamientos de los economistas de la escuela clásica —de modo especial Adam Smith (1725-1790), David Ricardo (1772-1823) y James Mill (1773-1836)—,
Sostiene que la actividad económica de la sociedad está sometida a sus propias leyes, que son leyes naturales, en las que no debe intervenir la autoridad pública. En su opinión, cualquier intromisión de ésta perjudica la fluidez y fecundidad del librecambio que, al promover el choque económico de intereses individuales opuestos, genera un efecto estabilizador en el proceso de la producción, circulación y distribución de bienes y servicios económicos.
El librecambismo —que parte de la exaltación del individuo como ser distinto, único e irrepetible— sostiene que la libertad individual se expresa con toda su fuerza en la elección del trabajo y en el
Nadie mejor que el individuo sabe lo que le conviene. Y esa preferencia se expresa y actúa en el mercado, que es el organismo capaz de procesar y satisfacer los gustos y preferencias cambiantes de millones de individuos. Por eso el librecambismo rechaza la idea de un planificador económico estatal que, por bien informado que sea, no puede tener la capacidad para ordenar la producción de acuerdo con los gustos y preferencias de la gente.
La autoridad pública, por tanto, debe abstenerse de intervenir en la contratación privada y en el mercado. Llevando las preferencias individuales al extremo, el librecambismo rechaza la idea de que la autoridad pública pueda regir los gustos del consumidor o uniformar las diferencias sociales.
El librecambismo apunta hacia el Estado mínimo, es decir, hacia el miniarquismo, y señala que las funciones estatales deben reducirse exclusivamente a la protección policial, la vigilancia del cumplimiento de los contratos entre las personas y la defensa nacional.
El librecambismo rechaza todo control gubernativo que obligue a los individuos a realizar concesiones distributivas o redistributivas del ingreso y la riqueza. Recorta la autoridad del Estado y amplía el radio de acción de los empresarios privados.
En su concepto, el abstencionismo estatal —al igual que la desregulación, la privatización de los bienes públicos, la imposición de las fuerzas del mercado— acrecienta la bienhechora autonomía de la empresa privada en el proceso económico de la sociedad.
Para Smith existían dos grandes factores para que el sistema dejara de funcionar:
El surgimiento de monopolios, lo cual restringiría la producción y elevaría los precios. Esto llevaría a la concentración del poder económico en pocas manos y por obvias razones destruiría la competencia que el tanto promovía.
Y que el sistema funcionara correctamente si el papel desempeñado por el gobierno se restringe a la administración de las leyes, la defensa nacional y la construcción limitada de obras publicas de baja rentabilidad para el sector privado.
El pensamiento de Smith es la base del liberalismo y neoliberalismo ortodoxo imperante en el Mundo, que hoy mas que nunca se esta poniendo cada vez mas en tela de juicio por sus imperfecciones y los constantes ciclos de estancamiento.
La tesis fundamental que Adam Smith pretende transmitir en su obra es la libertad económica. El equilibrio entre la producción y la demanda no se logrará eficazmente por medio de la reglamentación, sino por medio de los mecanismos del mercado, con tal de que se los deje actuar en un régimen de completa libertad.
Marca como medio para conseguir la prosperidad nacional al interés individual en un régimen liberal económico con una abstención de la intervención del edo. Salvo para defender a la sociedad contra violencia de otras sociedades, entre sí, y para mantener obras y establecimientos públicos no rentables pero necesarios para la sociedad.
Ayme Buitron . 204. Aproximaciones a la Sociología. Universidad Peruana Cayetano Heredia.
La Sabiduría Humana Aplicada al Desarrollo Humano. Jaime Pérez Santa Cruz. Asesores y Consultores Pérez Santa Cruz Sociedad Civil. 2010.
Sociología. Con aplicaciones d e habla Hispana. Richard J. Gelles. Ann Levine. Sexta Edición. McGraw – Hill. México – 2007.
https://es.wikipedia.org/wiki/La_riqueza_de_las_naciones
José Jayme Pérez Santa Cruz.
Delegado General de Pel 7 Derecho
Betty Gordillo Pozo
Soledad Terry Loyola
Javier Velásquez Alzamora
Muchas Gracias.
Dedicatoria
Por intermedio de nuestro Catedrático, Doctor y amigo del Curso Gobernabilidad y Democracia Edwin Fernando Ramírez Romero, queremos dar las gracias a todos los catedráticos de la Universidad Peruana de las Américas por preocuparse y darnos la debida motivación para culminar satisfactoriamente la carrera profesional del Derecho.
Los alumnos:
José Jayme Pérez Santa Cruz.
Delegado General de Pel 7 Derecho
Betty Gordillo Pozo
Soledad Terry Loyola
Javier Velásquez Alzamora
Autor:
Jose Jayme Perez Santa Cruz
Betty Gordillo Pozo
Soledad Terry Loyola
Javier Velasquez Alzamora
ALUMNOS DE PEL 7 DERECHO
CICLO: XII
DR. EDWIN FERNANDO RAMIREZ ROMERO
TURNO: NOCHE FECHA: 19/04/2016
LIMA – PERU
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