- Introducción
- Concepto de Alcoholismo
- Consideraciones generales sobre el alcoholismo
- Síndrome de Dependencia del Alcohol
- Diagnostico
- Consecuencias del consumo excesivo de alcohol
- Consecuencias sociales
- Conclusiones
- Referencias Bibliográficas
RESUMEN
Actualmente se reporta una alarmante incidencia mundial de pacientes alcohólicos, considerándose esta patología como uno de los principales problemas de Salud Pública y constituye una amenaza al bienestar y la estabilidad de la humanidad. El alcoholismo es una drogodependencia, definida por un patrón de uso compulsivo que lleva a la persona a consumir cantidades mayores y por periodos prolongados acompañado de un sentimiento de necesidad irresistible de consumo. Numerosos factores de riesgo predisponen al alcoholismo, que provoca daños serios de índole social, familiar y en la salud psicológica y biológica de los consumidores, reduciendo hasta en 10 o 15 años sus expectativas de vidas. En Cuba ha existido un creciente consumo de alcohol en los últimos 15 años, situación a la que no está ajena la provincia de Matanzas. Los patrones de consumo inadecuados y la proporción de bebedores de riesgo es cercana al 10%, lo que condiciona la ejecución de un programa nacional para su prevención y control. Sin embargo es destacable que no se reportan muchos estudios sobre esta patología en el territorio. En el municipio Ciénaga de Zapata, esto constituye un problema de salud, por lo cual el propósito de este trabajo fue realizar una actualización sobre esta temática. Se revisaron numerosos trabajos científicos obtenidos a través de revistas extranjeras y otros; procedentes de centros asistenciales de salud. Este análisis ha permitido profundizar sobre aspectos conceptuales, clasificatorios y psicosociales para poder contribuir con estos conocimientos a elevar la calidad de la atención médica a los pacientes.
Palabras clave: alcoholismo, drogodependencia, bebedores de riesgo.
SUMMARY
I. Introducción
Actualmente se reporta una alarmante incidencia mundial de pacientes alcohólicos. Tal es así que el alcoholismo se considera universalmente como uno de los principales problemas de la salud pública en todo el mundo, y constituye además una gran amenaza al bienestar y la estabilidad de la humanidad. Debido a esto, en la actualidad muchos países dedican cuantiosos recursos financieros a su investigación. En la lucha contra esta adicción las instituciones estatales de salud, entre otras, y la población en general, cumplen una importante función para prevenir y controlar esta enfermedad 1.
Desde la antigüedad se conocen los efectos nocivos del uso y abuso en el consumo de bebidas alcohólicas. Su utilización por el hombre, en forma de brebaje, se supone que data de los albores de la humanidad. La ingestión inicial vinculada con actividades religiosas dio paso a su consumo colectivo. Desde entonces se distinguieron dos grandes categorías de consumidores, aquellos que beben dentro de las normas sociales de responsabilidad, y los que desafortunadamente pierden el control y se convierten en bebedores irresponsables 1,2,3 ,4,5.
"Una de las aceptadas internacionalmente es la propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1976, con el término "síndrome de dependencia es un estado psíquico y físico, que conduce compulsivamente a ingestas excesivas de alcohol con respecto a las normas sociales y dietéticas de la comunidad, de manera repetida, continua o periódica con objeto de experimentar efectos psíquicos y que acaban interfiriendo en la salud y en las funciones económicas y sociales del bebedor" 6, 7.
El alcoholismo es un tipo de drogodependencia, lo que define la dependencia de alcohol y otras drogas es la presencia de un patrón de uso compulsivo, que lleva a la persona a consumir cantidades mayores o durante un periodo de tiempo más prolongado de lo que esa persona pretendía, y que se puede acompañar de un sentimiento de "necesidad irresistible" de consumo. Existe una pérdida de control sobre la cantidad a consumir una vez iniciado el consumo, lo que se manifiesta por intoxicaciones no buscadas. Además, la persona dependiente sigue consumiendo y es incapaz de mantenerse abstinente a pesar de reconocer la implicación del alcohol en distintos problemas somáticos, mentales o sociales, y suele expresar un deseo persistente de disminuir o abandonar el consumo, con una historia de intentos previos infructuosos de llevarlo a cabo8.
La reanudación del consumo, tras períodos más o menos largos de abstinencia, es la norma en las personas dependientes, y en poco tiempo se vuelve a consumos excesivos y a la reaparición de las complicaciones asociadas a los mismos. A este fenómeno se le denomina recaída y su presencia es el indicador más claro de la existencia de una dependencia.
En Cuba, el alcoholismo no constituye aún un problema muy serio de salud. Se reporta que el 45,2% de la población mayor de 15 años consume bebidas alcohólicas, con un índice de prevalencia de alcoholismo entre el 7 y el 10 %, uno de lo más bajo en Latinoamérica, con predominio en edades comprendidas entre los 15 y 44 años. No obstante, se señala que en los últimos 15 años el consumo ha aumentado notablemente en nuestro país. El 90,4% de la población inicia la ingestión del tóxico antes de los 25 años y que la mayoría de los bebedores problema se encuentra entre 25 y 42 años. Se calcula que el alcoholismo puede incidir hasta en el 40% en los ingresos de los servicios de urgencia y que el 2% de los enfermos que ingresan en los servicios médicos hospitalarios sufren de una enfermedad causada o agravada por el abuso de alcohol 9,10,11. Investigaciones sobre el alcoholismo demandan grandes gastos, sin embargo, en el país se realizan innumerables esfuerzos para el estudio y tratamiento de los pacientes alcohólicos. Es evidente la necesidad de desarrollar acciones de prevención y promoción encaminadas a reducir los patrones de consumo alcohólico excesivo y sus consecuencias sanitarias y sociales, conjuntamente con el manejo multidisciplinario de estos enfermos, con la participación de todos los niveles de salud a partir del médico de la familia.
La provincia de Matanzas no está ajena a la situación que con respecto al alcoholismo se observa en el país. De ahí que se realizan grandes esfuerzos por trabajar en la prevención de este mal, así como en la rehabilitación de pacientes alcohólicos.
II. Concepto de Alcoholismo
El alcoholismo se caracteriza por la dificultad para controlar el consumo de bebidas alcohólicas. El deterioro en la capacidad de controlar el consumo de alcohol puede ser intermitente y muy ligero, en las fases iniciales de la enfermedad, pero puede llegar a ser continuado e intenso, más adelante, y conducir a una "robotización" progresiva de la conducta de auto-administración de alcohol y a una pérdida de control tan grave como la de cualquier otra drogodependencia por vía intravenosa12.
Cuando una persona ha desarrollado una grave dependencia del alcohol no podrá retornar a un consumo moderado y cuando pruebe de tomar bebidas alcohólicas volverá a experimentar las mismas dificultades para controlar su consumo. Por este motivo, el objetivo ideal sería que el paciente alcohólico se mantuviera sin tomar bebidas alcohólicas, de manera continuada, sin embargo, lo más probable es que su actitud ante tal objetivo sea bastante ambivalente y ello puede contribuir a que su evolución curse con la alternancia de períodos de remisión de la enfermedad y períodos de recaída, en los que su vida se desorganiza y puede llegar a estar fuera de control12.
III. Consideraciones generales sobre el alcoholismo
Diversas y numerosas son las cuestiones que han ocupado a profesionales, científicos y estudiosos, sobre alcoholismo, tratando de dar solución a distintas inquietudes y preguntas que han surgido acerca de las mismas. Debido a su rápida expansión y a sus terribles efectos sobre el individuo que consume, en particular, y sobre la sociedad que lo vive, en general. Es una enfermedad crónica, progresiva y fatal, caracterizada por tolerancia y dependencia física y por cambios orgánicos patológicos. Existe predominio del sexo masculino de esta afección, aunque es cada vez mayor su adición por el sexo femenino y en jóvenes en general , se observa en más del 16 % de las personas mayores de 65 años y se reporta una alarmante incidencia mundial1, 5.
El consumo excesivo de alcohol es una de las causas más frecuentes de transgresiones sociales como violaciones y riñas, práctica de sexo sin medios de protección, abandono familiar y laboral. Se vincula mundialmente con el 50 % de las muertes ocurridas en accidentes de tránsito y el 30 % de los homicidios y arrestos policiales. Reduce de 10 a 15 años la expectativa de vida y determina el 30 % de las admisiones psiquiátricas y el 8 % de los ingresos por psicosis. También se ha responsabilizado con casi la mitad de los condenados por faltas y delitos tan graves como asesinatos. En este medio se relaciona con la tercera parte de los hechos delictivos y violentos y entre el 20 y el 25 % de las muertes por accidentes 5, 9, 13.
Los alcohólicos tienen, como grupo social, uno de los porcentajes más altos de separación matrimonial y de divorcio. Sin embargo, en estudios realizados en el país se ha encontrado que alrededor de la mitad de las personas que ingieren bebidas alcohólicas logran mantener vínculo marital por mucho tiempo 9, 10, 14, 11.
Muchos autores han estudiado la dinámica familiar en el hogar de procedencia del alcohólico y señalan su coincidencia con la llamada "crisis familiares no transitorias" (divorcio, enfermedades crónicas o muerte en uno o ambos padres, hostilidad excesiva, violencia doméstica, pérdida de la estimación hacia el bebedor, descuido de los hijos, situaciones judiciales, actos deshonrosos, malas relaciones interpersonales, entre otras). Esta situación se considera que condiciona un trastorno del aprendizaje en una población específica de niños que se ha denominado "niños con incapacidad para aprender" con inteligencia normal, que no presentan el perfil característico de retraso mental y en los que se invocan un déficit cognoscitivo específico para el aprendizaje 1, 15, 16, 17, 18. Los resultados de otros autores muestran que no existen diferencias significativas entre los controles y los niños de alcohólicos severos y antisociales o de alcohólicos deprimidos o de familia con historia positiva de alcoholismo. Por esta razón, concluyen que el desarrollo mental global no está asociado con el alcoholismo en los padres. Esto eleva la posibilidad de que los problemas posteriores en estas áreas puedan reflejar procesos cognitivos más específicos o el impacto de problemas conductuales y familiares entre esos niños8, 15, 17.
Salvo algunos países de cultura hindú o islámica donde el consumo de alcohol es menor como consecuencia de tradiciones o influencias religiosas, alrededor del 70 % de la población, por encima de los 15 años, ingiere alcohol en determinada cantidad, del 3 al 5 % son dependientes y, de ellos, el 10 % se convertirán en bebedores problemas en algún momento de su vida. Actualmente España ocupa el 4to lugar mundial en el consumo de alcohol después de Francia, Luxemburgo y Alemania. Cada español consume por término medio 108 litros de alcohol al año, casi el 4 % de la población española (1 600 000 personas) consume diariamente más de 100 g. Se considera que existe un incremento de consumo de alcohol de alrededor del 30 % en los países desarrollados durante los últimos 20 años, índice muy superior al esperado por el aumento de la población en esta etapa.
Síndrome de Dependencia del Alcohol
Para la CIE-10 el Síndrome de Dependencia consiste en un conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de alcohol adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto. Dos síntomas característicos son la sensación de deseo o necesidad (que pueden llegar a tener una gran intensidad) de beber alcohol y también la disminución de la capacidad para controlar la ingesta de alcohol 19,20.
El Síndrome de Dependencia Alcohólica ha demostrado ser un diagnóstico independiente de la otra categoría diagnóstica relacionada con el consumo de alcohol, el Consumo Perjudicial de alcohol 21, 22, 23, 24. El Síndrome de Dependencia Alcohólica presenta una elevada concordancia diagnóstica entre las clasificaciones diagnósticas CIE y DSM 24 y predice con gran fiabilidad la presencia de problemas relacionados con el alcohol en aquellas personas que cumplen los criterios diagnósticos frente a aquellas otras que no los cumplen, aunque es necesario indicar que la intensidad de los síntomas y de los problemas derivados de ellos es fluctuante21, 22, 23, 24.
El desarrollo del síndrome de dependencia del alcohol puede ser más lento que el de otras drogas, por ello sus consecuencias aparecen más tarde, en torno a los 40-45 años. Sin embargo, cambios en las pautas de consumo y el consumo previo o simultáneo de otras sustancias pueden favorecer un desarrollo más rápido y contribuir a una dependencia más severa del alcoholismo25.
Grado de recomendación B: Los términos más adecuados para describir los problemas relacionados con el consumo de alcohol son: consumo de riesgo, consumo perjudicial y dependencia alcohólica. Dado el importante problema que supone el consumo excesivo de alcohol en la población general sería conveniente la detección sistemática de bebedores de riesgo en el sistema sanitario y, en especial, en la Atención Primaria de Salud. Sin embargo, las tasas de detección actuales de bebedores de riesgo en la Atención Primaria son muy bajas 25, 26. Se puede sospechar el diagnóstico de consumo perjudicial o dependencia del alcohol ante personas que viven en condiciones de aislamiento social; cambian de domicilio, trabajo y relaciones con frecuencia; se encuentran en situaciones de conflicto familiar constante; se quejan de: nerviosismo, irritabilidad, insomnio, depresión y amnesia; hacen quejas suicidas; acuden de forma frecuente a puntos de urgencia con quejas inespecíficas; han tenido repetidos accidentes o traumatismos; presentan síntomas gastrointestinales, trastornos cardíacos inexplicables, crisis convulsivas de aparición tardía, hipertensión moderada o grave; abusan de otras sustancias como nicotina; presentan disfunción sexual; tienen tos crónica, náuseas o vómitos matutinos 27, 28.
Resulta muy útil buscar fuentes alternativas de información colateral, procurando hablar siempre con los familiares o las personas que conviven con el paciente. A continuación se presentan los aspectos básicos a recoger en la historia clínica:
Antecedentes familiares: Antecedentes de consumo de alcohol, presencia de enfermedades orgánicas y / o trastornos psiquiátricos.
Antecedentes personales: Enfermedades y tratamientos previos y actuales, antecedentes escolares, laborales, sociales y forenses.
Patrones de consumo de alcohol: Evolución del consumo de alcohol y de los problemas relacionados con el mismo, reconstrucción de un día típico de bebida reciente (actividades y consumos de alcohol detallados), reconstrucción del consumo a lo largo de una semana reciente, influencia actual del alcohol en la personalidad del paciente y en sus actividades.
Periodos previos de abstinencia: Duración, motivo, métodos empleados para conseguirlo. Motivación del paciente para dejar de beber.
Grado de recomendación C: La entrevista clínica semi-estructurada debe ser utilizada como herramienta diagnóstica de los problemas relacionados con el alcohol en todos los ámbitos clínicos, siempre que se disponga de al menos 15 minutos para realizarla.
Diagnostico
Desde el punto de vista médico, existen dos sistemas empleados casi en paralelo para diagnosticar el alcoholismo. En Europa son más aceptados los de la OMS (Décima Edición de la Clasificación Internacional de Enfermedade-CIE-10-1982); mientras que en Norteamérica, los plasmados en el Manual de Diagnóstico y Estadística (DSM IV 1994). La CIE-10 define el sistema de dependencia alcohólica como un trastorno, no una enfermedad; mientras que el DSM IV plantea que la dependencia a sustancias psicoactivas, extensivo al alcohol, es un patrón desadaptativo de consumo, que se manifiesta por la presencia de consecuencias adversas significativas y recurrentes y que conlleva a un deterioro o malestar clínicamente significativo26.
Los principales criterios empleados en ambas son: el excesivo consumo de alcohol, la repercusión física y psíquica que produce y los conflictos psicosociales, legales, laborales y familiares que crea. Para el pesquisaje masivo y clasificación de los alcohólicos se utilizan cuestionarios establecidos mundialmente (Cuestionarios de Identificaciones Diagnósticas (CID), el CAGE, entre otros) 29.
El criterio determinista es uno de los empleados para el diagnóstico. Este se refiere a los mecanismos básicos de la ingestión nociva del alcohol, o la incapacidad del paciente para tomar la decisión de no beber, o su ineptitud para decidir hasta cuándo tomar. Esto se expresa en la práctica por los siguientes patrones de consumo29.
No poder mantenerse 2 días seguidos sin beber.
No poder controlarse cuando se comienza a beber.
Necesitar el alcohol para enfrentar las exigencias de la vida.
Además de lo planteado anteriormente, para valorar un individuo como alcohólico se tiene en cuenta que cumpla los criterios tóxico y determinista, considerándose esto como alcoholismo primario, que es la entidad clínica que se caracteriza por la incapacidad del paciente de evitar esta conducta nociva. La línea que separa la normalidad de la enfermedad se encuentra entre el bebedor social y el bebedor abusivo sin dependencia, y después la cuantía y frecuencia de la ingestión, las deficiencias nutricionales acompañantes, que lo lleva a una desnutrición energético proteica grave, por desequilibrio y disminución de la ingestión de nutrientes, las que conformarán las restantes posibilidades evolutivas que se muestran a continuación26.
Abstinente total: que nunca bebe.
Bebedor excepcional: bebe ocasionalmente en cantidad limitada (1 o 2 tragos) y en situaciones muy especiales (menos de 5 veces al año).
Bebedor social: sujeto que bebe sin transgredir las normas sociales (no satisface los criterios tóxico y determinista, pues el alcohol no le produce efectos biológicos y psicosociales nocivos y mantiene su libertad ante este.
Bebedor moderado: consume alcohol hasta tres veces a la semana en cantidades menores que ¼ de botella de ron, 1 botella de vino o 5 medias botellas de cerveza de baja graduación. Hasta menos de 12 estados de embriaguez ligera al año.
Bebedor abusivo sin dependencia: sobrepasa la cantidad anterior, ingiere más de 20 % de las calorías de la dieta en alcohol (bebedor problema).
Dependiente alcohólico sin complicaciones: se establece la dependencia física cuya manifestación clínica está dada por la aparición en períodos de abstinencia de temblores severos, nerviosidad, insomnio, cefalea y sudoración. Pueden aparecer diarreas, subsaltos musculares o cuadros de delirium subagudo26.
Dependiente alcohólico complicado: además de lo anterior presenta complicaciones psíquicas como el delirium tremens, la alucinosis alcohólica y la psicosis de Korsakov, o aparecen complicaciones somáticas como polineuropatía, esteatosis hepática, cirrosis hepática, cardiomiopatías y gastritis26.
Dependiente alcohólico complicado en fase final: es notable el deterioro físico y psíquico, y su comportamiento social. Se caracteriza por la reducción de la tolerancia al tóxico y la aparición ocasional de cuadros convulsivos. Los pacientes presentan severos cuadros de desnutrición, puede aparecer cáncer del subsistema digestivo, entre otras26.
Para lograr una correcta clasificación del paciente se debe hacer una historia del consumo crónico o excesivo del alcohol. Si la persona afectada es incapaz de contestar a las preguntas, estas deben ser realizadas a la familia. Además de la historia del paciente, un examen médico puede posibilitar la identificación de problemas físicos relacionados con el consumo de alcohol. Respecto a los exámenes histopatológicos y/o de laboratorio, debe señalarse que a pesar de tratarse de una enfermedad sin marcadores específicos en este sentido; existen múltiples marcadores biológicos para la exploración indirecta del consumo de etanol, y éstos son de gran utilidad en el diagnóstico y tratamiento de las patologías derivadas del consumo crónico26.
Existe una gama de síntomas que pudieran servir como referencia para el diagnóstico. Entre estos se encuentran: tolerancia a los efectos del alcohol, necesidad diaria o frecuente de alcohol para su función, pérdida de control con incapacidad de interrumpir o reducir el consumo de alcohol, dar excusas para beber, episodios de pérdida de memoria y violencia asociados al consumo de alcohol, deterioro en las relaciones sociales y familiares así como irresponsabilidad laboral que incluye el ausentismo, inexplicable mal genio, conducta que tiende a esconder el alcoholismo, hostilidad al hablar de la bebida, negarse a la ingesta de alimento, negar la apariencia física, nauseas, vómitos, vacilación por las mañanas, dolor abdominal, calambres, entorpecimiento y temblores, enrojecimiento y capilares de la cara dilatados, confusión, temblores e incontroladas sacudidas del cuerpo, cansancio y agitación, insomnio, confusión, alucinaciones, taquicardia, sudores, convulsiones, problemas en la lengua, lagrimeo y desvanecimiento26.
Consecuencias del consumo excesivo de alcohol
El consumo excesivo de alcohol puede causar o exacerbar hasta 60 enfermedades diversas30.
Consecuencias físicas
A continuación se presenta una lista de alteraciones físicas relacionadas con un consumo perjudicial de alcohol (en negrita las más significativas) y que todo profesional sanitario debe tener en cuenta dada su elevada frecuencia y su relación con numerosos ingresos e intervenciones de urgencia, tal y como han demostrado numerosos estudios epidemiológicos 31, 32, el riesgo para la mayor parte de estos trastornos presenta una relación dosis-efecto, es decir que aumenta de forma proporcional a la intensidad del consumo de alcohol, sin que exista una dosis umbral 32 y con diferentes riesgos en función del sexo, vulnerabilidades individuales, el riesgo cardiovascular y la edad33:
Alteraciones Digestivas: Alteraciones hepáticas (esteatosis hepática – hepatitis alcohólica– cirrosis alcohólica), pancreatitis (aguda y crónica), alteraciones gástricas (gastritis y ulceras pépticas), malabsorción intestinal, síndrome de Mallory – Weiss. Existe una intensa asociación entre el consumo de alcohol y la cirrosis – para varones fallecidos entre 35 y 69 años el riesgo de muerte por cirrosis era de 5/100.000 en los abstemios y de 41/100.000 en los bebedores de 4 o más bebidas al día26. No sólo los niveles de consumo sostenido de alcohol influyen en la aparición de una cirrosis alcohólica ya que sólo un 20% de las personas con dependencia al alcohol la desarrollan, existen diversos factores genéticos que aumentarían el riesgo, de hecho la concordancia en gemelos monocigóticos para la cirrosis alcohólica es del 15% frente al 5% de concordancia en gemelos heterocigóticos. Determinados polimorfismos en las enzimas hepáticas metabolizadoras del alcohol y en los antígenos HLA determinan un mayor riesgo de presentar una cirrosis. La presencia del VHC, el consumo alcoholes alifáticos, presentes en destilados caseros, o ser mujer implican un mayor riesgo para el desarrollo de cirrosis alcohólica34.
Alteraciones Musculoesqueléticas: Gota, osteoporosis (el consumo de alcohol se asocia al riesgo de osteoporosis y fracturas, en hombres y mujeres, de forma dosis dependiente, miopatía35.
Alteraciones Endocrinas: Hipogonadismo masculino y alteraciones en el ciclo hormonal reproductivo femenino produciendo infertilidad 36,37 y síndrome metabólico38.
Alteraciones Cardiovasculares: Arritmias y muerte súbita. La fibrilación atrial es el tipo de arritmia que se asocia con más frecuencia al consumo abusivo, crónico o agudo, de alcohol. De un 15-30% de los casos de fibrilación atrial se relacionan con el consumo de alcohol. Hipertensión arterial (entre el 5% y el 30% de los casos de hipertensión pueden estar en relación con un consumo de riesgo de alcohol) el alcohol aumenta la presión arterial de una forma dosis-dependiente, Accidente Cerebro Vascular (ACV) el alcohol aumenta de riesgo de padecer un ACV isquémico o hemorrágico de forma dosis dependiente. Consumos episódicos de grandes cantidades de alcohol son un importante factor de riesgo para padecer un ACV en la adolescencia o inicio de la vida adulta. Otra consecuencia cardiovascular importante es la cardiomiopatía39.
Existe hoy en día una cierta controversia con respecto a si el consumo de alcohol reduce o no el riesgo de enfermedad coronaria, consumido a dosis moderadas. Este es un tema importante ya que los pacientes con frecuencia preguntan sobre ello o piden la opinión del profesional sanitario. Las revisiones de los estudios mejor realizados indican un riesgo relativo de 0.8 para los consumidores de 20 gramos de alcohol al día frente a 1 en abstemios. La mayor parte de la reducción del riesgo se produce con el consumo de 10 gramos cada 48 horas. A partir de 20 gramos de alcohol al día el riesgo de padecer una enfermedad coronaria aumenta sobrepasando el riesgo de un abstemio cuando se superan unos niveles de consumo de 80 gramos al día. El efecto beneficioso no se produce cuando el consumo es ocasional33. Este efecto protector es superior para proteger de ataques coronarios no mortales, es superior en hombres comparado con mujeres y para personas que viven en países mediterráneos. Este consumo protector del alcohol sólo es relevante en población de más de 45 años donde el riesgo de enfermedades coronarias es más alto. El efecto beneficioso de las bebidas alcohólicas, mediado por el etanol y los polifenoles presentes en todas ellas, se produce a través de un incremento, con el consumo crónico, de las lipoproteínas de alta densidad y también gracias a una reducción del riesgo de embolia, con el consumo agudo, a través de mecanismos anticoagulantes26.
Estos datos deben considerarse con prudencia, ya que el efecto protector de este consumo de alcohol se obtiene a través de estudios transversales y cuando se considera el consumo a lo largo de los años se descubre que muchas personas, que en algunos momentos de su vida han consumido o consumen esta cantidad de alcohol, en otros momentos han consumido cantidades superiores, por lo que al tener esto en cuenta el valor del alcohol como agente protector de enfermedad coronaria disminuye 39. También hay que tener en cuenta otros factores: las poblaciones de bebedores moderados, según las encuestas, realizan más ejercicio físico, su dieta es más saludable y monitorizan mejor su estado de salud aunque el efecto protector del etanol ha demostrado ser independiente de la edad, el género, el consumo de nicotina y el índice de masa corporal; por otro lado hay que recordar que el consumo de alcohol se asocia al consumo de nicotina, claro factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares33.
Alteraciones Respiratorias: Neumonía y tuberculosis. La elevada comorbilidad entre el consumo de alcohol y el tabaco, se estima que un 90% de los pacientes con dependencia al alcohol fuman tabaco, y tener dependencia a la nicotina multiplica por 2.7 el riesgo de padecer una dependencia al alcohol40. Es por esta codependencia que el consumo de alcohol se relaciona en estudios epidemiológicos con alteraciones respiratorias y, en especial, con el cáncer de pulmón41.
Alteraciones Metabólicas: Hipoglucemia, cetoacidosis, hiperlipidemia. Con respecto al Síndrome Metabólico (presentar tres o más de las siguientes condiciones: obesidad abdominal, hipertensión arterial, hipertrigliceridemia, bajos niveles de HDL o hiperglucemia) hay que indicar que el consumo moderado de alcohol parece tener un discreto efecto protector a la hora de padecerlo33.
Alteraciones Hematológicas: Anemia con macrocitosis, ferropenia, neutropenia, trombocitopenia.
Alteraciones Neurológicas: Crisis convulsivas, neuropatía periférica (que afecta principalmente a las piernas), alteraciones cerebelosas, ambliopía y encefalopatía alcohólica.
Alteraciones Cutáneas: Psoriasis, eczema.
Traumatismos – Accidentes- Alteraciones del nivel de Conciencia: Existe una relación causal entre el consumo de alcohol y el riesgo de sufrir un accidente, mortal o no. Un consumo puntual de más de 60 gramos de alcohol multiplica por 10 en mujeres y por 2 en hombres el riesgo de padecer un accidente en las 6 horas siguientes al consumo42. Consumos inferiores a esta cantidad, pero muy frecuentes, también implican un alto riesgo. El alcohol incrementa de una forma dosis dependiente el riesgo de acudir a urgencias43. Las alteraciones en el nivel de conciencia provocadas por el consumo de alcohol pueden crear complicaciones en las intervenciones quirúrgicas de urgencia incrementando el riesgo de muerte 44.
Cánceres: El alcohol incrementa de forma importante el riesgo de padecer cánceres en la boca, esófago, laringe, hígado y mama (en mujeres; sobre todo si tienen antecedentes familiares de neoplasia de mama y/o tratamientos hormonales sustitutorios) y, en menor medida, aumenta también el riesgo de padecer cánceres de estómago, colon y recto. El riesgo anual de padecer este tipo de tumores para varones fallecidos entre 35 y 69 años se sitúa en 14/100.000 para los abstemios y en 50/100.000 para los consumidores de más de 40 gramos de alcohol al día45.
Recomendación B: La exploración de los hábitos de consumo alcohólico debe ser rutinaria en la práctica médica diaria, tanto hospitalaria como ambulatoria45.
Consecuencias neuropsiquiátricas
El consumo excesivo de alcohol puede provocar o precipitar los siguientes cuadros46:
Trastornos Psicóticos: Alucinaciones transitorias, alucinosis alcohólica, intoxicación con síntomas psicóticos, celotipia.
Trastornos del Comportamiento: Intoxicación patológica.
Trastornos del nivel de Conciencia: Delirium Tremens, Síndrome de Wernicke.
Trastornos Cognitivos: Amnesia (episódica o persistente como en el Síndrome de Korsakoff), deterioro cognitivo y demencia (tóxica alcohólica o por déficit vitamínico). Existe una clara relación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo, las personas que consumen entre 70-84 gramos de alcohol por día durante un periodo prolongado de tiempo presentan algunas disfunciones cognitivas; consumos de 98-126 gramos de alcohol por día durante un periodo prolongado de tiempo implican alteraciones cognitivas leves, y, consumos iguales o superiores a 140 gramos de alcohol por día durante un periodo prolongado de tiempo implican alteraciones cognitivas moderadas. El consumo abusivo de alcohol produce una atrofia cerebral, más intensa en los lóbulos frontales, detectable a través de pruebas de neuroimagen. Esta atrofia se asocia a las alteraciones cognitivas y es parcial o totalmente reversible si la persona mantiene la abstinencia de alcohol durante un periodo prolongado de tiempo. El consumo de alcohol durante la adolescencia puede alterar el desarrollo cerebral y en especial afectar al hipocampo, estructura fundamental en los procesos de memorización y aprendizaje47, 48.
Consecuencias sociales
Este tipo de complicaciones son las que más se relacionan con los efectos agudos del alcohol, existiendo una relación proporcional entre los niveles de consumo de alcohol y la aparición de estos problemas. Además, este tipo de complicaciones son las que más se asocian con un daño a otras personas. Durante los estados de intoxicación aguda se produce una desinhibición de respuestas sexuales y agresivas, con más probabilidades de tener relaciones sexuales no planificadas, un mayor riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual (SIDA, hepatitis víricas), mayores tasas de violencia y comportamientos más desadaptados32.
Existen múltiples evidencias que confirman que el abuso de alcohol puede tener un papel causal en la conducta violenta. Tomar más de 5 consumiciones por ocasión aumenta la probabilidad de que una persona se vea implicada en un acontecimiento de violencia (violación, agresión, robo con lesiones, violencia doméstica, etc.), bien sea como agresor o bien como víctima. La probabilidad de agresión es 8 veces mayor en los días que el hombre ha bebido, en comparación a los que no ha tomado bebidas alcohólicas. El alcohol es la sustancia más frecuentemente asociada a los homicidios49.
Por otro lado es también un factor importante en el incesto, abuso sexual de niños, abuso de la esposa y otros tipos de violencia dentro de la familia. Entre el 48% y el 87% de agresiones de la pareja se producen tras haber tomado bebidas alcohólicas. La prevalencia de violencia hacia la pareja, perpetrada por hombres alcohólicos que entran en tratamiento, es casi seis veces mayor que entre los que no presentan alcoholismo. Sin embargo, en aquellos que consiguen abandonar el consumo de alcohol, la violencia hacia su pareja se reduce hasta ser comparable a los hombres que no presentan alcoholismo. Pero la agresividad descontrolada, debido a la intoxicación alcohólica aguda puede dirigirse también contra uno mismo y pasar a la auto-lesión y al suicidio. En un estudio efectuado en personas muertas por suicidio el 28"8% de las autopsias encontraron la presencia de etanol43.
Problemas familiares: Maltrato y abandono. El consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo para la aparición del maltrato familiar. Existe una relación directa entre los niveles de consumo de alcohol y la gravedad del acto violento cometido. Se estima que en un 30% de los casos de violencia familiar el agresor estaba bajo los efectos del alcohol. El maltrato familiar abarca tanto a la pareja como a los hijos. Además, el consumo de alcohol aumenta el riesgo de separación y divorcio26.
Problemas laborales: El consumo abusivo de alcohol aumenta las tasas de absentismo, bajo rendimiento y accidentes laborales32. Existe una clara relación entre el consumo de alcohol y un mayor riesgo de accidente laboral26. De hecho, la siniestrabilidad laboral en España se encuentra entre las más elevadas de toda Europa.
Problemas judiciales:
Conductas violentas: Se estima que entre un 40 y un 50% de los crímenes violentos implican a personas que han consumido alcohol, sobre todo en el caso de los homicidios y las agresiones sexuales. El consumo episódico excesivo, las cantidades y la frecuencia de consumo se asocian de forma independiente con el riesgo de agresión, tanto con el riesgo de ser el agresor como con el de ser el agredido49 el contexto en el que se consume el alcohol, las expectativas del consumo unidos a los efectos desinhibidores de la intoxicación alcohólica favorecen esta respuesta violenta 25.
Conducción bajo los efectos del alcohol: El riesgo de accidentes de circulación aumenta de forma proporcional al número de ocasiones en que se consume alcohol de forma abusiva y a las cantidades de alcohol consumidas. Se estima que una alcoholemia de un 0.5 g/l incrementa en un 38% el riesgo de accidentes y niveles de 1 g/l incrementarían el riesgo en un 50%. Entre los 5745 conductores que fallecieron por accidente de tráfico en España, desde enero 1991 hasta diciembre de 2000, un 50,1% habían tomado algún tipo de sustancia psicoactiva, siendo las bebidas alcohólicas la más frecuente (43,8%)43, 49.
Conclusiones
El consumo excesivo de alcohol puede tener efectos tóxicos sobre el organismo y puede causar o exacerbar hasta 60 enfermedades diversas. Además constituye un factor determinante de incidentes de violencia familiar y de género, accidentes laborales y de circulación.
Se considera consumo de riesgo de alcohol aquel que supera los límites del consumo moderado (o prudente) y que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, accidentes, lesiones, trastornos mentales o del comportamiento.
Beber hasta la embriaguez produce un efecto de deterioro de la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones y la capacidad de auto-control del comportamiento. En tal estado, la persona presenta desinhibición de impulsos sexuales y agresivos que favorecen la aparición de discusiones, peleas, agresiones, relaciones sexuales no planificadas o abuso sexual, de los cuales puede ser tanto el agresor como la víctima. Además, el deterioro de la coordinación motora puede ser la causa de accidentes y lesiones, incluso por caídas en la calle, en el trabajo o en el propio hogar.
El alcoholismo se caracteriza por la dificultad para controlar el consumo de bebidas alcohólicas.
El deterioro en la capacidad de controlar el consumo de alcohol puede ser intermitente y muy ligero, en las fases iniciales de la enfermedad, pero puede llegar a ser continuado e intenso, más adelante, y conducir a una "robotización" progresiva de la conducta de auto-administración de alcohol y a una pérdida de control tan grave como la de cualquier otra drogodependencia por vía intravenosa.
Cuando una persona ha desarrollado una grave dependencia del alcohol no podrá retornar a un consumo moderado y cuando pruebe de tomar bebidas alcohólicas volverá a experimentar las mismas dificultades para controlar su consumo. Por este motivo, el objetivo ideal sería que el paciente alcohólico se mantuviera sin tomar bebidas alcohólicas, de manera continuada.
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