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Franceses en la Argentina (página 4)


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En efecto, si bien cronológicamente posible, el intento de crear una figura verosímil que, de un modo psicológico coherente, pueda enlazar, en trato íntimo sucesivo, a protagonistas culturales tan distintos como Carlitos Gardel y Toulouse-Lautrec, resulta un tanto forzado. Al enfrentar ese desafío, la autora corre el riesgo de distraer al lector de una sostenida atención por la trama misma del relato. Una vez leída esta novela, Mireya aparece ante nuestra memoria como una sucesión de brillantes y agudos posters, sintetizadores de una época rica y desgarrada, expuesta bajo el foco potente de un ojo despiadado y de una pluma tan ágil, humorística y lúcida como los bocetos del genial enano de Montmartre. No imprime, en cambio, esa huella profunda que dejan a su paso las historias con que podemos identificarnos más plenamente. Historias menos habitadas acaso por personajes y trasfondos culturales célebres o populares, pero en las cuales el hilo mismo de la narración nos va estrangulando de ansiedad por saber, no sólo lo que ocurre después, sino cómo pudo ocurrir lo sucedido antes. Historias donde los móviles misteriosos y absurdos del corazón de seres a veces mediocres, esnobs, cotidianos o provincianos (como Swann o Mme. Bovary) son los motores inconscientes del devenir, y no las fechas o los lugares del kitsch o el pop histórico que recogerán los investigadores del futuro. Más brillante y pictórica que íntima y profunda, Mireya podrá permanecer en nuestra memoria, sin embargo, como un talentoso fresco realizado con brío innegable por una de nuestras menos frívolas y mejores escritoras actuales" (11).

En La noche que me quieras, de Jorge Torres Zavaleta, un protagonista de avanzada edad recuerda su juventud, cuando, después de matar en un duelo al marido de una amante, decidio viajar a Paris. El presente de ese anciano que recuerda transcurre en 1988 y se altema con su rememoracion, que se inicia con episodios sucedidos a partir de 1928.

La juventud de ese hombre, tan lejana ya, está unida indisolublemente a una figura mitica, Carlos Gardel, quien lo trata afectuosamente. Las paginas en que el protagonista se entrevista con El Zorzal para ofrecerIe las letras de tango que compuso brindan al lector una imagen vivida del cantor. Un personaje lo describe asi, recordando lo comentado por uno de los peones: «Gardel Ie hablaba en lunfardo, y como este muchacho era del interior y recien habia llegado a Buenos Aires, no Ie entendia ni medio. Dijo que siempre le hacía preguntas sobre su trabajo: si losyobacas dormian bien, como habian trabajado, Carlitos se interesaba por lagente, por eso lo adoraban» (9).

Para algunos, hablar más de un idioma, era testimonio de su condición de inmigrantes. Para otro, en cambio, era un sello de clase. En La noche que me quieras, Torres Zavaleta muestra el conocimiento de otras lenguas vinculado a un estamento social: "Arturo era un muchacho educado, se vestía bien, por supuesto, se la arreglaba con los idiomas. Algo te ha quedado de tantas profesoras franchutas e inglesas de cuando eras borrego" (12).

Orellie Antoine de Tounnens "encontró la manera de convencer a los mapuche, y a un mes de haber llegado al territorio araucano decretó el nacimiento de la primera monarquía constitucional y hereditaria de La Araucanía. Según la interpretación del biógrafo más importante de Tounnens, Armando Braun Menéndez, los caciques lo aceptaron debido a que en él veían el símbolo de la resistencia frente al Estado chileno. Asimismo, por una leyenda mesiánica, influida por su cristianización colonial, que decía que la guerra y la esclavitud terminarían el día en que llegara un hombre blanco a la región. A su proclamación como Rey, muy pronto siguieron la promulgación de la Constitución de la Monarquía, su difusión en varios periódicos y las cartas de aviso al gobierno de Manuel Montt. El 20 de noviembre de 1860 decidió además incorporar la Patagonia a su reino, fijando los límites de la Monarquía en el río Biobío por el norte, la costa del Pacífico por el este, la costa atlántica desde el río Negro al sur por el oeste, y el Estrecho de Magallanes por el sur" (13).

El protagoniza El rey de la Patagonia (Orellie Antoine I), de Claudio Morales Gorleri (14).

En La logia del umbral, de Ricardo Feierstein, narra uno de los personajes, que vivía en Villa Pueyrredón, a mediados del siglo pasado: "Por las mañanas, en la escuela pública donde todos concurríamos, conviví con el inglés Stanley y el italiano Badaracco, protagonistas de una pelea memorable donde vi correr sangre por primera vez; con el galleguito Pérez y un francés medio raro que se hacía dibujos en las manos con hojitas de afeitar" (15).

En El infierno prometido Una prostituta de la Zwi Migdal (16), Elsa Drucaroff demuestra su talento en la composición de los personajes, especialmente los femeninos. Muestra una Dina que evalúa los beneficios y los perjuicios de las decisiones a tomar. Ella sabe; es esa sabiduría la que la vuelve distinta de las demás. La protagonista puede escapar –o al menos, intentarlo-, pero no lo hace en un principio. Ahí es cuando se pone sobre el tapete la trama de intereses privados, familiares y sociales que permitían que estas mujeres llegaran en esa forma a la Argentina, eludiendo controles, con documentos falsos, burlando a la Asociación Judía para la Protección de Niñas y Mujeres.

Porque -demuestra Drucaroff- las mujeres que trae el tratante de blancas, o ya saben a qué vienen, o cuando se enteran, son más seducidas por un plato de comida que atemorizadas por los golpes. La escritora ejemplifica esta aseveración mediante los personajes de Dina, sometida voluntariamente por temor a volver a su tierra, y Rosa, una mujer que creía haberse casado por poder y, ya en Buenos Aires, se niega a trabajar. A ella, le surtió más efecto una buena cena que el castigo físico y el encierro. En esta obra, la autora se refiere a las prostitutas francesas y polacas, destacando que las primeras eran mejor pagadas que las segundas.

Notas

  1. López, Lucio V.: La gran aldea Costumbres bonaerenses. Buenos Aires, CEAL, 1980.
  2. Frugoni de Fritzsche, Teresita: "En la sangre", en Cambaceres, Eugenio: En la sangre. Buenos Aires, Plus Ultra, 1968.
  3. Cambaceres, Eugenio: En la sangre. Buenos Aires, Plus Ultra, 1968.
  4. Martel, Julián: La Bolsa. Buenos Aires, Huemul, 1979. Prólogo de Diana Guerrero.
  5. Marechal, Leopoldo: Adán Buenosayres. Buenos Aires, Sudamericana, 1984.
  6. Vázquez-Rial, Horacio: Frontera Sur. Barcelona, Ediciones B, 1998.
  7. Verbitsky, Bernardo: Un noviazgo. Buenos Aires, Planeta, 1994.
  8. Zappietro, Eugenio Juan: De aquí hasta el alba. Barcelona, Planeta, 1971.
  9. Giardinelli, Mempo: Santo Oficio de la Memoria. Buenos Aires, Seix Barral, 1991.
  10. Dujovne Ortiz, Alicia: Mireya. Alfaguara, 1998. 239 páginas.
  11. Bordelois, Ivonne: "Peripecias de una musa de Toulouse-Lautrec y de Gardel Brillante fresco de época", en La Nación, 26 de agosto de 1998. Reproducido en www.literatura.org.
  12. Torres Zavaleta, Jorge: La noche que me quieras. Buenos Aires, Emece, 2000.
  13. Buenos Aires, Planeta, 1999.
  14. Feierstein, Ricardo: La logia del umbral. Buenos Aires, Galerna, 2001.
  15. Drucaroff, Elsa: El infierno prometido Una prostituta de la Zwi Migdal. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 336 pp. (Narrativas históricas).

En cuentos

"La escalinata de mármol (1852)" es uno de los cuentos de Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Láinez. Lo protagoniza Monsieur Benoit, de quien se dice que era en realidad Luis XVII. En sus postreros instantes, el francés recuerda su vida: "¡Cuánto dibujó! ¡Cuántos planos nacieron bajo sus dedos hábiles! Desde que llegó a la Argentina, en 1818, no cesó de dibujar. Dibujó flores y animales extraños para el naturalista Bonpland; dibujó bellas fachadas para el Departamento Topográfico: edificios neoclásicos con frontones y columnatas, proyectos de canales, de muelles, de puentes, un mundo fantástico surgió de su pluma finísima, en la trabazón aérea de las cúpulas, de las torres, de los arcos. Antes, en Francia, había sido marino. Sirvió en las cañoneras del Emperador y en las goletas del Rey. Antes estuvo en muchas partes, en las Antillas, en Oriente, en Inglaterra, en Calais… Antes… antes había una terrible enfermedad, dolores agudos, una neblina que le sofocaba… Por más que se afanara en despejar las sombras que envolvían a su infancia, nada conseguía ver. Sin duda aquella enfermedad esfumó su memoria. Lo único que como un solitario peñón emergía en mitad del lago negro, era la escalinata de mármol" (1).

En "Trampa", escribe Elías Carpena: "Don Julio Sosa era patrón de una tropa de carretas y trabajaba con los hornos y con las quintas de los franceses". Alberto Oscar Blasi, autor de las notas, explica: "En la Loma Verde de Morón, las quintas de melones y espárragos, y los montes de duraznos, pertenecían a familias francesas" (2).

En "El piola", Adolfo Pérez Zelaschi presenta a un individuo que se quiere hacer pasar por francés: "Monsieur Gastón lo esperaba en un barcito cercano, donde la mayoría de los clientes se ocupaban más o menos de lo mismo, en mayor o menor escala, muchos de ellos como simples comisionistas de ignotos monarcas del mercado negro que operaban desde lejos, más allá del bien y del mal. Otros parecían trabajar por su cuenta, como este indescifrable Gastón, que se hacía pasar por francés acentuando algunas oes, pero que quizás era griego, o persa, o portugués. Vestía siempre anónimos trajes grises y usaba un eterno bastón, a tal punto que los iniciados lo llamaban también Monsieur Bastón. Según era fama, a veces lo había manejado con destreza en el azaroso curso de su actividad" (3).

El ingeniero civil Alfredo Ebelot nació en Saint Saudens en 1837 y falleció en Toulouse en 1929. "Secretario de redacción de la Revue des Deux Mondes, publicación francesa dedicada a Europa y América, se radicó en Buenos Aires en 1871. En 1875 dirigió la construcción de la llamada ‘zanja de Alsina’, pensada por el ministro Adolfo Alsina para contener a los malones indígenas. Posteriormente acompañó al general Julio A. Roca en la Conquista del Desierto" (4).

Ebelot es el protagonista de "El francés de la zanja", cuento de María del Carmen García, quien escribe: "El ingeniero Alfredo Ebelot llegaba con su andar de trancos largos, sombrero de fieltro curiendo su rubia y rizada cabellera, botas altas y un poncho pampa cubriendo el hombro izquierdo. El francés se sumaba con frecuencia a beber unas ginebras y a oír y narrar los avatares de un día más en ese confín del mundo en América. Lo había contratado el ministro Alsina, al que conoció en una cena en casa de alguna de las familias distinguidas de Buenos Aires.Su conversación franca y sencilla, su prodigiosa imaginación y sobre todo su espíritu de aventura, convencieron al ministro de Avellaneda de que ése era el hombre indicado para realizar su absurda cruzada contra el indio: la construcción de una gran fosa de cien leguas de extensión que detuviera las incursiones de los malones que asolaban fortines y pioneros. Partiría desde Bahía Blanca y sería completada con la construcción de ochenta fortificaciones. Alsina, enfermo y exaltado, deseaba sellar con una gran obra sus funciones como ministro de guerra" (5).

En "Unico testigo", Jorge Alberto Reale se refere a una inmigrante: "Manón, Griseta, La Francesita, eran los nombres de la misma mujer. Su aspecto absurdo, de melena recortada y la cruz de su boca bien roja, acompañaban la soledad de aquel lugar. Aquel lugar era el rincón del Bar 103. (…) Llegó a nuestro país engañada por un paisano suyo, con la ilusión de casarse, formar un hogar, tener hijos. Duval parecíaun buen hombre.

En Francia, se habían conocido. Ella vivía pobremente con la esperanza de un buen matrimonio y cambiar de rumbo. La inestabilidad social cada vez másaguda y el rumor de una posible guerra con Alemania, la impulsaron a apresurar su viaje a Sudamérica. Cuando llegó, comprobó su error tardíamente. Su hombre cambióde actitud hacia ella. Pasó días extraños, agónicos, sórdidos. Sufrió hambre, vejaciones y finalmente ante la necesidad de sobrevivir tuvo que ceder. Su fe se fue agostando hasta llegar a secar las lágrimas de su corazón y convertirse en una cualquiera. ¡Cómo añoraba su país! -¡Su querido París!- ¡Su Barrio Latino! Cuando llegaban los 14 de Julio lloraba desconsoladamente" (6).

En "Mujer de facón en la liga", escribe Edgardo Cozarinsky: "El nombre del viejo Kutschinski era impronunciable para nosotros; de allí derivó que a su farmacia la llamáramos la farmacia de K. y a su hija Irene K. Sabíamos que eran franceses, los habíamos oído hablar francés entre ellos, aunque otros juraban que en aquella casa hablaban una especie de dialecto alemán. Nos desorientaba la consonancia eslava del apellido. ‘Habrán venido de Francia nomás, pero para mí que son judíos’ murmuraba mi padre antes de añadir, cabizbajo, ‘están en todos lados…’ " (7).

Notas

  1. Mujica Láinez, Manuel: Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977.
  2. Carpena, Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973.
  3. Pérez Zelaschi, Adolfo: "El piola", en Varios autores: El cuento policial. Buenos Aires, CEAL, 1981.
  4. Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
  5. García, María del Carmen: Cuentos de criollos y de gringos, en colaboración con Fanny Fasola Castaño. Buenos Aires, Editorial Vinciguerra, 1996.
  6. Reale, Jorge Alberto: "Unico testigo", en el grillo, Buenos Aires, N° 37, Mayo-Junio de 2004.
  7. Cozarinsky, Edgardo: "Mujer de facón en la liga", en Tres fronteras. Buenos Aires, Emecé, 2006.

En cuentos infantiles y juveniles

Carlitos Gardel protagoniza una historia de Graciela Beatriz Cabal, quien relata que el pequeño "se había ido por esas calles de Dios, colgado del pescante de algún carro lechero. Cuando aparecía de vuelta en el conventillo, la madre lo corría por el patio, con la chancleta en lo alto, las peinetas a medio salir y los pelos tapándole los ojos. -¿Dónde anduviste metido, desgraciado?- parece que quería decirle. Pero como estaba muy enojada se lo decía en francés (idioma rarísimo pero que era el de ella). Y entonces los vecinos, que habían sacado las sillitas a la puerta de las piezas para observar todo con detalle (sin intervenir porque una madre es una madre), se quedaban en ayunas" (1).

En "El ovillo del destino", escribe Emilio Saad: "no podía negarse que Buenos Aires progresaba. Ya tenía ferrocarril, calles empedradas y alumbrado público. La aduana proveía riquezas y al puerto llegaban cada vez más inmigrantes. Algunos llamados por el propio gobierno, como Monsieur Duclós, el otro habitante de la casa. Un biólogo que tenía la misión de estudiar la flora de la provincia. Era un caballero alto y distinguido y al hablar, apenas se notaba su acento. A Lina lo que mas le sorprendia era su sencillez" (2).

Notas

  1. Cabal, Graciela Beatriz y Contarbio, Delia: Carkitos Gardel. Buenos Aires, Libros del Quirquincho, 1991.
  2. Saad, Emilio: "El ovillo del destino", en Varios autores: La ultima rebelion y otros cuentos de nuestra historia. Ilustraciones: Graciela Sennes. Buenos Aires, Amauta, 2006. 112 paginas. (Narrativa infantil argentina)

En textos escolares

Cien lecturas se titula el libro destinado a alumnos de quinto grado, que pubicó la Editorial Guillermo Kraft Limitada. Son sus autores José Mazzanti e I. Mario Flores. La lectura n° 41 de esas cien, es "Los inmigrantes". Transcribo un fragmento de la misma: "¿Quiénes son los que se han atrevido a desafiar así las penurias de la travesía, abandonando su hogar y su patria? Son los inmigrantes. A medida que van desembarcando, les oímos hablar veinte idiomas distintos. Ved aquel italiano, que baja, de amplio pantalón de pana y raro sombrero; aquel español, de chaqueta corta y ajustada; aquel alemán, rubio y mofletudo… Y desfilan así, con sus trajes y rasgos característicos, rusos, franceses, turcos, belgas… ciudadanos de todos los países que vienen en procura del pan y del bienestar que ofrece nuestro pródigo suelo a todos los hombres de buena voluntad que deseen habitarlo".

Notas

  1. Mazzanti, José y Flores, I. Mario: "Los inmigrantes", en Mazzanti, José y Flores, I. Mario: Cien lecturas. Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1956. 19° edición. 249 pp.

En poesías

En su poema "En el día de la recolección de los frutos", Alfredo Bufano –nacido en Córcega- canta a la inmigración francesa: "Salud, hijos de las Galias gloriosas/ que sabéis abrir surcos y leer a Ronsard,/ hijos de aquella tierra que oyó la voz de Hugo/ y que derrama pródiga su vasta claridad./ ¡Salud, hijos del Arco de Triunfo, hijos magníficos/ de la sabiduría y de la libertad!" (1).

En uno de los poemas reunidos en Monsieur Jaquin (2), José Pedroni evoca, a partir del relato de una colonizadora, la muerte de Ana Esser en el litoral, al desembarcar: "Por bajar mirando al cielo/ cayóse de la planchada/ con todo el pelo rubio,/ con toda su carne blanca./ El Paraná, boca arriba,/tres días que la miraba,/ los ojos llenos de peces,/ ofreciéndole naranjas".

César Fernández Moreno es el autor del poema "Argentino hasta la muerte", en el que se refiere a su condición de descendiente de franceses: "a buenos aires la fundaron dos veces/ a mí me fundaron dieciséis/ ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene uno/ yo acuso siete españoles seis criollos y tres franceses/ el partido termina así/ combinado hispanoargentino 13 franceses 3/ suerte que los franceses en principe son franceses/ si no que haría yo tan español" (3).

Notas

  1. Bufano, Alfredo: "En el día de la recolección de los frutos", en Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires, Clarín.
  2. Pedroni, José: Hacecillo de Elena.
  3. Fernández Moreno, César: "Argentino hasta la muerte", en Varios autores: La poesía argentina. Buenos Aires, CEAL, 1979.

En letras de tangos

En ‘Griseta’ (1), tango de 1924, con música de Enrique Delfino y letra de José González Castillo, se evoca a la inmigrante de ese origen:

Mezcla rara de Museta y de Mimí

con caricias de Rodolfo y de Schaunard,

era la flor de París

que un sueño de novela trajo al arrabal…

Y en el loco divagar del cabaret,

al arrullo de algún tango compadrón,

alentaba una ilusión:

soñaba con Des Grieux,

quería ser Manon.

Otra francesa aparece en el tango "Madame Ivonne" (2), musicalizado por Eduardo Pereira, con letra de Enrique Cadícamo:

Mamuasel Ivonne era una pebeta

que, en el barrio posta del viejo Montmartre,

con su pinta brava de alegre griseta

animó las fiestas de Les Quatre Arts.

Era la papusa del Barrio Latino

que supo a los puntos del verso inspirar…

pero fue que un día llegó un argentino

y a la francesita la hizo suspirar.

Notas

  1. González Castillo, José: "Griseta" (fragmento), en www.todotango.com.
  1. Cadícamo, Enrique: "Madame Ivonne" (fragmento), en F. García Jiménez, H. Manzi, C. Castillo y otros: Tangos antología. Volumen 2. Selección, prólogo y notas por Idea Vilariño. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol.121).

En teatro

En ¡Al campo!, comedia en tres actos de Nicolás Granada, aparece una modista francesa de quince años. La joven habla castellano con dejos de francés, como se podrá observar en estas frases: "Pardon, monsieur, pero yo no tieng la culp…", "Merci, monsieur… La otr companier viendrá luego a probar los vestids de las senioras", "Sí, monsieur, los vestids de conciert" (1).

Armando Discépolo y Rafael José De Rosa son los autores de Mustafá. En ese sainete, estrenado en 1921, don Gaetano destaca el clima amistoso del conventillo, en el que viven franceses: "E lo lindo ese que en medio de esto batifondo nel conventillo todo ese armonía, todo se entiéndano: ruso co japonese; francese con tedesco; italiano co africano; gallego co marrueco. ¿A qué parte del mondo se entiéndono como acá: catalane co españole, andaluce co madrileño, napoletano co genovese, romañolo co calabrese? A nenguna parte. Este e no paraíso. Ese ne jauja. ¡Ne queremo todo!" (2).

En Mishiadura & Metejón, obra teatral con guión de Faruk y Tito Rivadeneira, "La Ñata y Pepino viven en una pieza de conventillo. Ella ama a su hombre y él, un vivillo mantenido, hace lo imposible para no trabajar y a la vez demostrarle su amor. La Ñata decide dejarlo, y un posterior encuentro los muestra en otras condiciones. Ella es alternadora en un cabaret y Pepino ha modificado notablemente su vida. Viste bien, maneja dinero, y todo a causa de su proximidad con negocios no muy santos. Una francesita, como en todo tango característico de la época, se cruza entre ellos. Pero la nostalgia por los años vividos los hace recuperar los tiempos del conventillo" (3).

Notas

  1. Granada, Nicolás: ¡Al campo!, en Varios autores: El teatro argentino 3.Afirmación de la escena nativa. Buenos Aires, CEAL, 1980.
  2. Discépolo, Armando y De Rosa, Rafael: Mustafá, citado en Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.
  3. Pacheco, Carlos: "Amor de milonga, tango y conventillo", en La Nación, Buenos Aires, 10 de octubre de 2004.

En cine

Camila O’Gorman descendía de franceses e irlandeses; su padre era Adolfo O’Gorman y Pericho de Vendeuil. Escribe Lucía Gálvez: "En las cercanías (de la iglesia del Socorro) vivía la familia O’Gorman, compuesta por el padre, de origen francoirlandés; la madre, porteña de antigua estirpe, y seis hijos, entre los que se distinguía Camila" (1).

En 1984 se estrenó Camila, film dirigido por María Luisa Bemberg, que fue nominado para el Oscar de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood, como Mejor Película Extranjera. Recibió el Premio a la Mejor Interpretación Femenina en los Festivales de Karlovy Vary y La Habana y el Primer Premio del Público en el Festival de Biarritz. Fue distribuido en Chile, Uruguay, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, España, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Panamá, Cuba y Toda América.

"En una hermosa casa colonial, con fuentes y magnolias en el jardín que mira al río, Camila O’Gorman toca el piano. No lejos, tañen las campanas de la Iglesia del Socorro donde oficia el presbítero Ladislao Gutierrez. El destino teje su trama. Camila, educada bajo las severas consignas de una familia tradicional, donde la virginidad y el acatamiento a las virtudes domésticas es un mandato, se enamora del joven jesuita. Con él se ha encontrado a sí misma, se siente existir.

En la plenitud del verano porteño y con la exaltación de sus años se atreve a seducirlo. Le declara su amor con toda inocencia, ya que para ella el amor lo purifica todo. Para Gutierrez, subyugado por la belleza de Camila, en quien se unen pasión y pureza con una inesperada sensualidad, comienza una ardua batalla interior entre el cumplimiento de sus votos y el amor naciente. Llega a recurrir al silicio para mortificar su cuerpo febril. Cuando finalmente, el muchacho se entrega a esa pasión prohibida, no dejará nunca de sentir que es un hombre caído. Un sacerdote. Cunde el escándalo en Buenos Aires. La hipocresía y el culto a las normas no toleran la realidad de la fuga de ambos, símbolo de una libertad inadmisible. Los detractores del gobierno, exiliados en Uruguay, Chile y Bolivia, no vacilan en utilizar a los fugitivos como prueba de la corrupción y decadencia de la dictadura de Rosas. Desde la prensa desatan una campaña burlona y feroz.

En la capital porteña, el propio padre de Camila acude al Restaurador pidiendo el castigo de su hija y el sacerdote por cometer ‘el acto más atroz y nunca oído en el país’. A partir de ese momento se inicia la persecución que logra descubrirlos en una escuelita perdida en la selva norteña. Allí, Camila y Ladislao, protegidos bajo nombres falsos, creen haber encontrado un refugio para amarse en libertad. Son felices y en el cuerpo de la muchacha asoma la promesa de una nueva vida. El miedo que creían haber dejado atrás vuelve a atraparlos. Son descubiertos. Se los detiene, encarcela y condena. La hija de Rosas, amiga de Camila, trata desesperadamente de ayudarlos, pero el Restaurador de las Leyes no perdona las transgresiones. En un frío amanecer del 18 de agosto de 1848, Camila O’Gorman y Ladislao Gutierrez son fusilados. Los acribillados cuerpos de los amantes logran finalmente perpetuar el abrazo por el cual se les quitó la vida : un mismo cajón de armamentos les sirve de sepultura. Horas antes, el jesuita le había escrito a quien consideraba su esposa : ‘Camila mía :Acabo de saber que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir en la tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza… Tu Gutierrez’ " (2)

Aller simple: Tres Historias del Río de la Plata se estrenó en video en Buenos Aires en 1998, en el cine Cosmos. Es una coproducción francoargentina de 1994, de 82 minutos de duración, codirigida por los franceses Noel Burch y Nadine Fischer y el uruguayo Nelson Scartaccini –a quien pertenece la idea original-, presentada por la productora Cine-ojo, de Marcelo Céspedes y Carmen Guarini.

Acerca de este film, escribió Diego Lerer: "El documental ficción es un registro que pocas veces encuentra salida comercial en la Argentina. Es por eso que el estreno en video de Aller Simple: Tres historias del Río de la Plata, un filme que indaga en las peripecias de la inmigración en la Argentina y el Uruguay, es motivo de celebración".

"Aller Simple (Pasaje de ida) elige un peculiar sesgo narrativo para adentrarse en esta larga historia. La cámara se planta fija en una calle cualquiera de Buenos Aires y vemos pasar gente mientras una voz describe la dura situación económica que atraviesa el país, haciendo pie en el peso de la deuda externa sobre cada uno de los argentinos. En un momento, la cámara se detiene y quedan tres rostros, elegidos al azar, que nos enfrentan. Dos hombres y una mujer. A partir de esas caras, la película se adentra en las ficticias historias familiares de cada una".

"Presuponen, los realizadores, que uno es francés, el otro italiano y la tercera española. Y arman mediante fotografías de época, películas históricas del cine argentino (como Pampa bárbara y Su mejor alumno) y material documental antiquísimo, una suerte de rompecabezas de la inmigración en la Argentina en el siglo que va de 1830 a 1930. Aller simple presenta, una por una, las historias familiares. La del francés, que se convirtió en un rico integrante de la Sociedad Rural; el italiano, que se fue al Uruguay y le costó levantar cabeza pese a la solidez económica comparativa de ese país respecto del nuestro; y, por último, la española, que se integró a la clase media cuentapropista poniendo una carnicería".

"Si bien hay que tener en cuenta que es un material francés y no puede dar ningún dato como presupuesto, a la película no la favorece su excesivo didactismo y su algo arquetípico dibujo del trío de historias (reflejando, cada una, una diferente clase social y una distinta extracción política). Allí donde debería soltar la imaginación que ha puesto en la selección del material visual, la película prefiere ceñirse al tono educativo, casi de material escolar".

"Pero aún así, es un material de alto interés, que consigue amalgamar –y esto es su mérito más interesante- las pequeñas historias con la gran historia, las penurias económicas individuales con los grandes eventos sociales y políticos de ese siglo. La historia de la familia francesa, italiana y española es modificada por acciones como la guerra de la Triple Alianza, la Campaña del Desierto, la llegada del radicalismo, la gran crisis del 29 y el golpe militar del ’30".

"El gran mérito del filme, sin embargo, está en conseguir que el espectador se identifique, que ‘suspenda la incredulidad’ que propone la ficción, cuando en realidad sólo está viendo una narración de fotografías y textos fílmicos ajenos y jamás accede a los rostros cuyas historias se están contando. Acaso, porque la historia (la pequeña) se permite jugar con la Historia (la grande) de una manera provocadora y, por momentos, ambigua".

"Aller simple, codirigida por un uruguayo (Nelson Scartaccini) y dos franceses (Noel Buch y Nadine Fischer), es una presentación de la productora Cine-Ojo, de Marcelo Céspedes y Carmen Guarini, los responsables de Jaime de Nevares: último viaje y La noche eterna. Y se inscribe en la misma búsqueda social que la mayoría de sus filmes propone: encontrar las raíces profundas de lo que damos, cotidianamente, por supuesto. Así, detrás de ese plano de tres rostros que cruzan una tarde cualquiera una calle de Buenos Aires, puede esconderse la historia de un país" (3).

Ricardo García Olivieri considera que la película "se engalana con un portentoso trabajo de montaje a partir de una no menos notable búsqueda de imágenes. Entre tantos documentos, no son menos valiosas algunas ficciones de la época de oro del cine argentino: así Francisco Petrone en Pampa bárbara (se entera con desagrado que debe transportar mujeres a la frontera) y Angel Magaña en plena batalla de Curupaytí en Su mejor alumno. El filme va de sorpresa en sorpresa y salta permanentemente de un personaje a otro y de época en época. Al final, imágenes de la Buenos Aires actual, llena de gente. El narrador dice: ‘Y allí están los descendientes, esperando que Menem cumpla las promesas que llevaron hasta allí a sus antepasados’. Y, sí, hacerse la América nunca fue fácil" (4).

Notas

  1. Gálvez, Lucía: "Grandes pasiones. Camila O’Gorman & Ladislao Gutiérrez. El amor más prohibido", en La Nación Revista, 30 de enero de 2005. Ilustraciones de Huadi.
  1. S/F: en www.litastantic.com.ar
  2. Lerer, Diego: "Tres caras de la historia", en Clarín, Buenos Aires, 4 de julio de 1998.
  3. García Olivieri, Ricardo: "Un documental de excepción", en Clarín, Buenos Aires, 31 de julio de 1997.

En televisión

En 2006 se vio en la Argentina la miniserie Vientos de agua, una coproducción del canal Telecinco de España, Pol-Ka y Cien bares (la sociedad de Campanella y el autor Eduardo Blanco. La dirigen Juan José Campanella, Sebastián Pivotto, Paula Hernández y Bruno Stagnaro (1).

Sandra Russo entrevistó a Campanella: "La coproducción argentino-española, una historia de exilios cruzados entre inmigrantes de las primeras décadas del siglo XX y los argentinos que huyeron en el 2001 admite, según Campanella, una clara connotación: "Tenemos la fantasía de ser ‘apolíticos’, pero hacemos política permanentemente, hasta cuando miramos televisión".(…) Cuenta Campanella que para los trece capítulos de Vientos de agua trabajaron dos años y medio. "Escribimos los dos primeros guiones cuatro autores juntos: Aída (Bortnik), Juan Pablo (Domenech), Aurea (Martínez) y yo. Fueron ocho meses. No sólo había que recrear la génesis de los personajes, sino el modelo de estructura sobre el que descansaría la historia. Mucho ida y vuelta, mucha reescritura.

El resto de los guiones se llevó adelante desde marzo de 2004." La idea de entrecruzar a un inmigrante asturiano analfabeto que abandona su tierra natal perseguido por la Guardia Civil con la de su propio hijo, un arquitecto que en 2001 cruza el Atlántico hacia España buscando cómo rearmar su vida y mantener a su familia, se le ocurrió al director mientras vivía en EE.UU., donde residió 18 años. "Un día, en Nueva York, me desperté a las cinco de la mañana para leer todos los diarios argentinos antes de ir a filmar, y pensé ‘pobre el abuelo, que no podía hacer esto’, pero después, destruido por la realidad argentina, me dije: ‘bueno, qué suerte que el abuelo pudo olvidarse de todo y empezar de cero’. O sea, el desarraigo, antes y ahora, es tremendo." Y sobre el desarraigo cabalga Vientos de agua, porque tanto en el barco "Aquitaine", que trae al asturiano Andrés Olalla a la Argentina, como en el piso madrileño en el que se hospeda muchas décadas más tarde su hijo, hay cubanos, húngaros, franceses, italianos, gente que por un motivo u otro tuvo que dejar su tierra y se hace mutuamente una compañía precaria pero al mismo tiempo férrea: la compañía que se hacen los desesperados. Allí nacen esas amistades que se mantendrán de por vida y los roces inevitables de los que intentan permanentemente mantener algún tipo de equilibrio" (2).

Notas

  1. Lamazares, Silvina: "DETRÁS DE ESCENA DE LA GRABACION DE ‘VIENTOS DE AGUA’ Una historia de inmigrantes en dos tiempos", en Clarín, Buenos Aires, 2 de setiembre de 2005.
  2. Russo, Sandra: "Vientos de agua", la miniserie dirigida por Juan Jose Campanella "Antes y ahora, el desarraigo es tremendo", en www.pagina12.com.ar, 11 de Junio de 2006.

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Así vivieron los franceses en la Argentina. En la opulencia o en las condiciones más precarias, con formación académica o sin ella, se forjaron un destino en el país que los recibió.

 

Trabajo enviado por

María González Rouco

Licenciada en Letras UBA, Periodista

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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