Hemos de recordar que la CIF clasifica las discapacidades como determinados estados de salud que suponen restricciones al adecuado desenvolvimiento de la persona en un contexto físico o social dado; y que ese desenvolvimiento es lo que se define como "funcionalidad". De este modo, al menos conceptualmente, el modelo de la diversidad funcional asume la prioridad otorgada por la clasificación internacional a ese sentido contextual del funcionamiento humano (sentido que contribuiría a cuestionar la normatividad, impuesta de la definición de capacidad en un sentido estrictamente orgánico, bio-político). Pero esa funcionalidad, reiterémoslo, en última instancia, y pese a esa "contextualización", va a ser determinada como estrechamente vinculada, sino directamente dependiente, de un "estado de salud"; la discapacidad, expresado literalmente, será una «deficiencia en el orden de la salud, que afectan a un individuo en su desenvolvimiento y vida diaria»: por lo que la funcionalidad viene a constituirse como una capacidad orgánica del individuo, un atributo derivado de la posesión de una norma orgánica de funcionamiento, la salud. ¿Qué se entiende por salud? ¿Será ese ideal normativo que, según Canguilhem, constituye más bien lo excepcional en el discurrir concreto de toda existencia humana? "Limitación", "restricción" y "deficiencia" persisten en la CIF como determinaciones de la discapacidad. De tal modo que la funcionalidad sigue anclada en la consideración de la presunta normalidad orgánica (ilimitada, no restringida y eficiente) característica de un cuerpo sano. La reformulación conceptual no ha trastocado, sino quizá más bien reforzado, los presupuestos normativos de la ciencia médica. El contexto físico y social en el que se pone en juego esa funcionalidad se nos ofrece como un espacio neutro e inocuo que en nada contribuye, por su naturaleza y constitución, a las limitaciones, restricciones y deficiencias que la discapacidad entraña.
Lo cierto, sin embargo, es que tanto nuestras capacidades como nuestra funcionalidad están tan determinadas por nuestra constitución orgánica como por los requerimientos de ese contexto. Como se comentaba en una nota a pie más arriba, la dis-capacidad auditiva en un contexto de relaciones sociales protagonizado por personas que oyen, se transforma en una capacidad laboral en un contexto en el que el proceso de trabajo implica un grado de ruido intolerable para un oído "sano". En un sentido más amplio, la propia salud, como estado orgánico, está altamente condicionada por nuestro contexto socio-cultural y físico de convivencia: numerosas "patologías" médicas son producidas por las actividades que ese entorno nos demanda (dolores de espalda y problemas de la vista por el uso continuado de las pantallas de ordenador; el estrés congénito de determinadas categorías profesionales; por no hablar de oficios tradicionales como el de la minería). Nuestros procesos de salud/ enfermedad, como han mostrado, tanto la sociología de la salud como la antropología de la salud, están ligados a las condiciones particulares de existencia.
Y todavía, dando un paso más allá, puesto que esos condicionantes socioculturales y económicos que delimitan la norma de salud que regula una sociedad evolucionan a lo largo del tiempo, son un producto histórico, hemos de cuestionar que la "salud" sea un hecho universal de carácter intemporal.
De este modo, esa funcionalidad diversa sigue anclada en la concepción bio-política de la capacidad, de las capacidades humanas como universales orgánicos de un estándar ficticio de normalidad-salud. Y con ello, no rompe con el nexo moral que articula los sentidos primario y secundario de dicha normalización de las capacidades. Lo funcionalmente diverso no será reconocido en un plano no jerarquizado (como una funcionalidad diversa, sí, pero inevitablemente "inferior") en tanto no se cuestionen los presupuestos médicos que implican como capacidad, humana, una determinada norma orgánica indicativa de un estado óptimo de salud. Será inevitable que en el plano cotidiano la diversidad funcional, derivadas las responsabilidades morales activas a instancias que lo que producen, a través de sus prácticas y sus discursos, son tecnologías de control y disciplinamiento de los cuerpos, sea asumida en el plano normativo vigente: como patología, anormalidad y enfermedad. Porque en última instancia, el foco de atención primario, la predeterminación fundamental, será el cuerpo individual que no se ajusta a dicha norma; norma que, entendida y asumida como universal, no es más que una construcción política e histórica.
Ese presupuesto político, que la teoría feminista ha logrado desvestir de su presunta neutralidad de género, evidenciando su condición masculina y patriarcal, ahora debe ser desvestido de sus presupuestos orgánicos, fisiológicos. Sin esa operación previa, las reclamaciones de la diversidad funcional chocarán con las enormes fuerzas constrictivas de la que podemos catalogar como "eficiencia bio-política", cuya potencia no reside en los discursos y prácticas institucionales, sino en su perfecta sincronización con los substratos ideacionales inscritos en la generalidad de las mentes de las poblaciones sobre las que actúan.
El debate previo implica el cuestionamiento de la hegemonía médica en la categorización de los estados "normales" de nuestra existencia cotidiana; el debate previo pasa por cuestionar la lógica dicotómica, pretendidamente universal, salud/ enfermedad, o lo que es lo mismo, por cuestionar la vigencia de la norma que estipula el estado orgánico adecuado del ser humano. No se trata de afirmar que "funcionamos" de manera distinta, pues esa distinción presupone asumir un cierto concepto normativo de funcionalidad; se trata de afirmar que la funcionalidad (la capacidad; la condición social, histórica y cultural del sentido de capacidad) debe ser repensada. Se trata de asumir que nuestras preferencias estéticas, lejos de ser aspectos secundarios de un orden relativamente "selecto" de nuestra existencia colectiva, implican profundos juicios y prejuicios éticos (y en consecuencia, en el tema que nos ocupa, políticos).
Y, en definitiva, se trata de sentarse a pensar qué entendemos por "ser humano"; entendiendo que en nuestro ideario, más allá de las profundas reflexiones epistemológicas, somos prisioneros de ciertos presupuestos organicistas (no en el sentido de un esquema de pensamiento analógico, sino en el de una asunción inconsciente de un cierto estado del organismo que lo caracteriza, pensado como universalmente a histórico —sano, bello y funcional—, cuando realmente dicho organismo, en cuanto substrato de nuestra condición humana, es un producto histórico de las lógicas de disciplinamiento, regulación y control de los cuerpos).
CAPÍTULO IV:
Las mujeres con discapacidad y sus múltiples desigualdades; un colectivo todavía invisibilidad en los Estados latinoamericanos y en las agencias de cooperación internacional
Las desigualdades de las mujeres con Discapacidad:
Respecto a las desigualdades de las mujeres con discapacidad, Gonzales (2010) refiere:
El género y la discapacidad interactúan colocando a las mujeres con diversidad funcional en una posición desigual respecto a los hombres y a las personas sin discapacidad. Por lo tanto sufren un mayor índice de marginación y exclusión social que desemboca en una violación de los derechos humanos más básicos (p. 2742)
Existe un gran porcentaje de mujeres con alguna discapacidad en todo el mundo como podría decirse el término mujer con discapacidad o discapacitada es muy amplio, e incluye mujeres que tienen un deterioro físico, sensorial y/o intelectual (incluyendo la diabetes, problemas cardiacos, cáncer de mama, etc.) que hace limitar sus actividades cotidianas (valerse por sí misma, caminar, ver, oír, hablar, aprender, trabajar, realizar tareas manuales, participar en eventos y actividades comunitarias). Esto también conlleva a un aislamiento social, baja autoestima, dependencia económica y emocional; como también posibilidad de sufrir todo tipo de violencia de género.
Las mujeres con discapacidad para Harris y Wideman (1998): "aunque están sometidas a las leyes del patriarcado, son excluidas de sus representaciones y orden simbólico. Su explicación sugiere que la posición de las mujeres con diversidad funcional en la matriz sexo-género es de absoluta negación"(p. 2743)
Las mujeres con discapacidades, según su análisis, se enfrentan a una doble invisibilidad, ya que no encajan con el estereotipo del "cuerpo perfecto" ni el del rol femenino tradicional de la maternidad. Esta doble invisibilización se conoce como "Teoría de la Doble Discriminación", una teoría de carácter sociológico que pretende dar explicación de lo que implica la combinación de las variables diversidad funcional + género.
Michelle y Adrianne (1998): "la causa de la situación de exclusión social de la mujer con discapacidad se debe buscar en ciertos valores masculinos dominantes en las sociedades capitalistas" (p. 2743)
Considerando que es un sistema de valores donde los hombres aspiran a los roles tradicionales de masculinidad; la mujer discapacitada, por lo contrario, no tiene tal opción y se la considera económicamente improductiva en su rol doméstico (reproducción y tareas del hogar).
Más allá de la teoría de la doble discriminación hay una segunda denominación, la Teoría de la Discriminación Múltiple ya que muchas mujeres con diversidad funcional padecen más de dos discriminaciones ya que también son: de otras etnias y culturas, con otras orientaciones sexuales, pobres, mayores, etc. Como nos hace referencia la lectura de "marañas". De esta manera queda más explícita la diversidad de mujeres con discapacidad.
La diferencia entre la diversidad entre hombre y mujeres es que los hombres gozan de mayor privilegios que las mujeres ya que históricamente el hombre es independiente y productor de ingresos y no importa mucho ser agraciado físicamente, así que el hombre discapacitado contará con su familia para buscar un trabajo y buscara una mujer que le ayude con las tareas en las cuales tiene dificultad así también no se le encargara el cuidado de otra persona.
Haciendo referencia a las mujeres con lesión físicas que están en sillas de ruedas, son víctimas de críticas e indiferencias ante la primera impresión que piensas como van en silla de ruedas y no pueden levantarse, tampoco pueden trabajar, viajar, enamorarse, reírse, ser expertos en cualquier cosa o embarazarse; esto también indica un factor que incrementa el riesgo a ser víctima de violencia y abuso sexual, pues las mujeres con discapacidad tienen más probabilidades de sufrir acoso sexual que las mujeres sin discapacidad (3 veces más). Algunas veces el agresor intenta convencer a la mujer con discapacidad de que le está haciendo un favor puesto que ningún hombre mantendrá relaciones sexuales con ella; otro de los factor clave que favorece la agresión es la vulnerabilidad de las mujeres con discapacidad ya que por sus características físicas, sensoriales o mentales son objetos fáciles que opondrán escasa o nula respuesta de defensa.
También las mujeres con discapacidad no tienen posición en la política en cambio los hombres si pueden como nuestro congresista que tenemos.
Así también el poder que tiene el médico en la toma de decisiones de una mujer discapacitada es importantes ya que las jerarquías que operan en medicina son dominadas por hombres no discapacitados, convirtiéndose éstas en pacientes sumisas y vulnerables, Además el mundo médico niega el derecho de las mujeres con discapacidad a la concepción y cuando no, se las somete a controles ginecológicos forzosos para controlar su maternidad.
Mujeres, Discapacidad e Interseccionalidad:
Cuando observamos la interseccionalidad con respecto a la discapacidad y otras desigualdades estructurales como pueden ser el sexo, el género, la raza, la clase social, la orientación sexual o la edad, el resultado puede tener implicaciones importantes en las identidades personales y ser significativos en las experiencias de las personas con discapacidad. Como afirma Tom Shakespeare:
«Elementos como clase, género, raza y sexualidad introducen diferencias a considerar. Por ejemplo, habrá diferencias, debidas a la edad de aparición, entre personas con deficiencias congénitas, personas con deficiencias adquiridas y personas con deficiencias debidas al envejecimiento.
Las mujeres con discapacidad y con algún otro color de piel como negras o de otras minorías étnicas son víctimas de racismo, sexismo así también como dificultad para obtener un trabajo digno. Y aunque algunas mujeres notaban que en algunos momentos y en determinados lugares la raza, la discapacidad o el género determinaban su experiencia, esto ocurre cuando hay una sola, o en un grupo de mujeres.
Respecto a discapacidad e interseccionalidad Vernon (1996) "Basándose en su experiencia personal como mujer con discapacidad y negra relata que en materia de empleo ha padecido la discriminación por la discapacidad, el racismo y el sexismo" (p. 2750)
Ya que cuando trabajó en una organización benéfica para personas discapacitadas sufrió el racismo de su supervisora blanca y cuando trabajo en una organización negra encargada de promover las relaciones raciales descubrió que su discapacidad la separaba de los demás compañeros negros, así esta autora manifiesta que hasta que las personas negras que luchan contra el racismo, las mujeres que luchan contra el sexismo y las personas discapacitadas que luchan contra la segregación a causa de las discapacidades no se percatan plenamente de sus propios prejuicios contra otros grupos minoritarios oprimidos, estarán haciendo oídos sordos a una parte significativa de las experiencias de hombres y mujeres de raza negra y con discapacidades y no conseguirán dar muchos pasos en pro de sus propias causas porque en la medida en que estemos divididos/as y luchemos sólo en beneficio de nuestros intereses exclusivos seguiremos estando oprimidos.
Es obvio que la interseccionalidad de género y discapacidad genera tanto formas exclusivas de resistencia y organización, como un riesgo a determinadas discriminaciones. De hecho la vulnerabilidad de las mujeres con discapacidad a la violencia de género es un área interseccional de gran interés, por todos, que sin embargo no tomamos conciencia y dejamos pasar.
Por lo tanto, podemos concluir este apartado afirmando que es necesario contextualizar la posición económica, política y social de las mujeres con diversidad funcional dentro de la cultura de la discapacidad en un intento de romper su imposición de categorías monolíticas. Al mismo tiempo, tratar los procesos de discapacitación y de discriminación sexista de las mujeres con discapacidad desde y para las mismas mujeres.
La Discapacidad en Latinoamérica:
Las personas con discapacidad en Latinoamérica han sido durante mucho tiempo, ocultadas y dejadas de lado, así como es evidente que el estado no ha hecho nada al respecto y no ha jugado su papel de intermediario de derechos ya que la mayoría de los proveedores de servicios de atención y rehabilitación son privados.
Hay que destacar también que en la mayoría de las sociedades latinoamericanas todavía está instalado el modelo médico sin indicios de que se produzca la transición al modelo social de la discapacidad predominando un tinte de excesivo asistencialismo. Un ejemplo es que desde 1984 se instituyó en muchos países el «Día de Solidaridad con el Limitado» durante el último viernes de abril de cada año. Por otro lado, las asociaciones de personas con diversidad funcional son escasas y los movimientos que abogan por los derechos de las personas con discapacidad brillan por su ausencia. La falta de estadísticas y registros sobre discapacidad en Latinoamérica constituye uno de los grandes obstáculos que impiden visibilizar la magnitud del problema. Se estima que las personas con discapacidad representan, al menos, el 10% del total de la población mundial, lo que significa, según la población actual del planeta, unos 613 millones de personas.
Las personas con discapacidad viven mayoritariamente en zonas pobres o poco desarrolladas, por lo que la mayoría no tiene acceso a servicios de rehabilitación, ni educativos, ni mucho menos a servicios de carácter personal, como asistencia personal o servicios de provisión de ayudas técnicas individuales.
La violencia, la contaminación ambiental, la falta de seguridad en el trabajo, los partos en condiciones inseguras y la escasez de servicios sanitarios, están entre las causas que alimentan este círculo de la discapacidad.
En Latinoamérica «probablemente más de un cuarto de la población total se encuentra afectada directa o indirectamente por situaciones de discapacidad» (OPS/ OMS, 2002), lo que significa al menos 50 millones de personas, de las cuales, cerca del 82% vive bajo el umbral de la pobreza que afecta no sólo a la persona sino a la familia (Banco Mundial, 2004).
En cuanto al marco político, si analizamos varios planes/leyes en Latinoamérica sobre promoción de igualdad de género y/o la prevención de la violencia contra la mujer, estas legislaciones no contemplan las necesidades específicas de las mujeres con discapacidad. Por otro lado, el marco legislativo tanto nacional para la promoción de los derechos de las personas con discapacidad, además de no ser eficaz por todas las limitaciones que existen en la aplicación del mismo, INVISIBILIZA por completo a las mujeres con diversidad funcional.
Sin embargo son escasas las agencias que visibilizan los derechos de las mujeres y niñas con discapacidad en sus planes estratégicos y en los programas implementados en la región. Por ejemplo el plan estratégico de UNIFEM (2008-2011) no menciona a las mujeres con discapacidad en su documento y aunque trabaja con otras minorías excluidas en la región, tales como mujeres indígenas y afrodescendientes, no cuenta con ningún programa enfocado a la promoción de los derechos de este colectivo.
En materia de convenciones y protocoles internacionales de Naciones Unidas, hay que destacar la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada el 13 de diciembre de 2006, concebida como un instrumento de derechos humanos con una dimensión explícita de desarrollo social. En ella se adopta una amplia clasificación de las personas con discapacidad y se reafirma que todas las personas con todos los tipos de discapacidad deben poder gozar de todos los derechos humanos y libertades fundamentales. La Convención adopta un doble enfoque a la hora de proteger la situación de las mujeres y niñas con discapacidad. Por un lado, les dedica un artículo específico –para dar visibilidad-, y por otro, adopta una perspectiva de transversalidad a lo largo de toda la Convención. En lo que respecta a las mujeres, se establece una protección específica, a través de la cual se reconoce que las mujeres y las niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación y que, a ese respecto, se deben adoptar medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales (Art. 6).
Está convención, que entró en vigor el 3 de mayo de 2008, está ratificada por todos los países de Latinoamérica a excepción de Colombia. Sin embargo no se han registrado todavía informes de Estado sobre la situación de las personas con discapacidad presentados al Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ya que las ratificaciones de los países en Latinoamérica son muy recientes y hasta los dos años siguientes de la ratificación los Estados parte no comienzan a elaborar sus informes.
CAPÍTULO V:
Bioética, políticas públicas, derechos humanos y el reconocimiento legal
La bioética, el reconocimiento moral o intrínseco:
La bioética consiste en el diálogo interdisciplinar entre vida (bios) y valores morales (ethos), y lo hace desde la metodología del diálogo y desde el debate interdisciplinar, donde es clave la argumentación racional. La Bioética trata de hacer juicios de valor sobre los hechos biológicos, en el sentido más amplio del término, y obrar en consecuencia. Los activistas de la diversidad funcional han puesto sus miras en la bioética para buscar modelos teóricos basados en fundamentos racionales y claros que pudieran facilitar respuestas a los retos bioéticos relacionados con la diversidad funcional. La incorporación al debate de la disciplina por parte de activistas que son personas con diversidad funcional, como Soledad Aranau y Javier Romañach, a revolucionando el pensamiento y la forma de ver la bioética y ha supuesto incluir por primera vez la visión desde la diversidad funcional, una visión diferente, ya que como apunta Soledad Arnau "el discurso oficial de la bioética discrimina y margina cada vez que "utiliza" pensamientos sociales estereotipados y segregadores (enfoques negativos que se elaboran en torno a la realidad del hecho de la diversidad funcional) para "justificar" que debemos procurar en la medida en que las biotecnologías permitan que la diversidad funcional, mejor dicho en estos momentos, la "discapacidad" desaparezca o no aparezca.
Como explican Guibet-Lafaye y Romañach (2010): "El modelo de la diversidad demanda una nueva aproximación bioética que incluya la voz de las personas con diversidad funcional teniendo en cuenta su realidad y su experiencia de vida" (p. 52)
El objetivo de este modelo es garantizar que la comunidad bioética comprenda que las personas con diversidad funcional no son seres humanos que sufren por ser diferentes, sino por ser sistemáticamente discriminados e ignorados en razón de su diferencia y por el hecho de que sus vidas han sido, y todavía son, sistemáticamente minusvaloradas.
Algunos activistas de la diversidad funcional, piensan que el punto de partida está en el reconocimiento de la diversidad funcional como primera premisa para construir y reclamar la igualdad de oportunidades, ya que una sociedad que no reconoce la diversidad funcional o cualquier otro tipo de diversidad como un valor inherente que enriquece la propia sociedad, no es una sociedad donde se puede construir la Divertad. Es por ello que adquiere una gran relevancia la cuestión del "aborto eugenésico". Independientemente de la postura que se tenga ante el aborto en general –que no vamos a entrar a valorar aquí– la vida debe tener el mismo valor desde su concepción, y no puede haber plazos distintos para abortar dependiendo de si el feto presenta o no una diversidad funcional, pues si desde la concepción damos un diferente valor al feto estamos discriminando y diferenciando desde el principio a las futuras personas con diversidad funcional. Así lo ha manifestado también el informe del relator de la ONU, pidiendo que la Ley no haga distinción y por tanto exista un solo plazo para abortar.
El reconocimiento de la diversidad funcional por parte de la bioética, no sólo se hace necesario para las personas con diversidad funcional o para aquellas personas mayores que han perdido su autonomía física, es un auto-reconocimiento de uno mismo y de la propia vida y sus circunstancias, ya que el objetivo de la inmensa mayoría de la humanidad (incluidos los filósofos y estudiosos de la bioética) es vivir el mayor tiempo posible y por tanto llegar a ser mayores. Y será en ese estadio de la vida cuando necesitemos apoyos y reconocimiento para seguir llevando una vida digna en igualdad de oportunidades. Luego si desde que nacemos y durante los primeros años de vida necesitamos apoyos para crecer y desarrollarnos y el objetivo de la gran mayoría de la sociedad es ser una persona muy mayor y llegar a viejo, no se entiende como no se pone más empeño por parte de todos en asumir como suyos estos postulados, es decir el modelo de la diversidad.
Las políticas públicas, el reconocimiento social:
Teniendo claro el valor de la diversidad funcional y el marco legal adecuado para aplicar el modelo de la diversidad, es turno de trabajar en el reconocimiento social y ésa es tarea que deben llevar a cabo las políticas públicas a través de la educación y los servicios sociales. Si queremos un cambio de mentalidad, este debe empezar desde la escuela, para que los niños y niñas del mañana vivan y acepten la diferencia con naturalidad.
Debemos plantearnos qué tipo de personas estamos formando y cuáles son los valores que queremos transmitirles, parece lógico fomentar la socialización, la convivencia, la tolerancia y el conocimiento de la realidad de todos los niños y niñas.
Hay que apostar claramente por esta prestación en función de las necesidades de cada persona y no de forma generalizada a través de una ayuda paupérrima e insuficiente como ocurre ahora, la prestación debe ir dirigida tanto para todas las personas con diversidad funcional independientemente de la edad que tengan, como para las personas mayores, para optar a una verdadera inclusión en su comunidad y por consiguiente en la sociedad. Al mismo tiempo debe desarrollarse un sistema sobre los productos de apoyo en función de la necesidad de cada persona, para que éstos puedan llegar a todas las personas que lo necesiten, la inversión en productos de apoyo reduce el coste humano y por tanto se necesita menos gente para que esa persona realice las tareas de la vida diaria, eso implica un ahorro a medio y largo plazo.
Es evidente que todo esto tiene un coste y que se hace necesaria una redistribución justa de la riqueza para que los servicios sociales puedan equipararse al resto de las políticas sociales. Hay coincidencia al reconocer cuáles son los pilares del estado de bienestar, sanidad, educación, pensiones y servicios sociales. De los cuatro, los tres primeros tienen hasta ahora una financiación garantizada por el Estado y las Comunidades Autónomas a través de la redistribución de los recursos económicos, que se recaudan a través de los impuestos directos e indirecto, y no se cuestiona, siendo vista de forma positiva por la mayoría de los ciudadanos, es lo que llamamos redistribución de la riqueza. Pero la última, la que atañe a las personas con diversidad funcional y a las personas mayores, no tiene una financiación directa en la que todos contribuyan como vimos anteriormente en el apartado número tres, esto significa que los recursos están sujetos a los presupuestos generales de las administraciones públicas, lo que le convierte en graciable.
Además es vista por buena parte de la ciudadanía como un coste elevadísimo y en ocasiones un gasto innecesario, ya que mientras los tres primeros pilares del estado de bienestar la sociedad los reconoce como básicos y necesarios, los servicios sociales se perciben caritativos o graciables.
Los derechos humanos, el reconocimiento legal:
Como hemos visto, la parte legal que disponemos en la legislación española e internacional es la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad (diversidad funcional), es en este texto en el que deben basarse los legisladores a la hora de introducir cualquier ley o decreto dirigido a las personas con diversidad funcional. De hecho no sería necesario ninguna ley especificada, basta con desarrollar la Convención en todos sus puntos y aplicarla a la legislación española, reformando las leyes ya existentes para adecuarlas a la Convención (obsérvese que el primer punto de los principios de la Convención se refiere a "El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas", principio que coincide con los postulados de Divertad). Tarea ardua esta, pero no imposible.
Conclusiones
1. ¿Discapacidad?; simplemente llamarlas diversas funcionalmente, son marginadas actualmente e invisibilisadas para muchos, son excluidas, mucho más si son negras, si son homosexuales, si tienen otra religión y tantas otras cosas que simplemente lo utilizan como excusa para que no lleguen a una posición igual a lo de los hombres., por lo tanto, concluimos afirmando que es necesario contextualizar la posición económica, política y social de las mujeres con diversidad funcional dentro de la cultura de la discapacidad en un intento de romper la imposición monolítica, y así al mismo tiempo tratar los procesos de discriminación sexista de las mujeres con discapacidad y para ellas mismas.
2. La situación de discapacidad es una situación que afecta de manera determinante la totalidad de las dimensiones humanas de la persona, de esta manera, además de la dimensión corporal, se ven afectadas las esferas intelectual, emocional y existencial, las cuales constituyen la totalidad del universo psíquico del individuo.
3. Cuando la discapacidad es percibida como un elemento potencializado, esta se vivencia desde perspectivas de crecimiento personal lo cual facilita el emprendimiento de nuevos proyectos de vida y desarrollar las capacidades individuales. Así mismo, cuando la interpretación de la situación de discapacidad es negativa y limitadora, las actitudes y aptitudes de la persona se ven disminuidas.
4. El sentirse o no discapacitado parecer ser una cuestión de carácter mental (interpretativo) y no física, en tanto que más que discapacidad, lo que existe es una diversidad funcional en la que cada ser humano se inscribe en tanto sus posibilidades de acción, es decir, asociándonos a la propuesta hecha desde la OMS, más que discapacidades lo que existen son diversas formas de experimentar las capacidades individuales, desde esta perspectiva, lo incapacitarte no es la dificultad de movilidad, sino la creencia de que esta dificultad existe.
5. No existe una razón válida que afirmar que una persona en condición de discapacidad tiene mayores o menores posibilidades de dinamizar su vida autónomamente. Ello perece estar sujeto a las mismas reglas que lo permiten o entorpecen en la totalidad de los seres humanos. Sin embargo si es posible postular que la tarea se hace más dispendiosa para esta población, no tanto por las dificultades que imponen las limitaciones biológicas, sino por el sistema de creencias y los paradigmas construidos en torna a la condición de discapacidad, las inquietudes personales y las narrativas usadas tanto por la misma persona como por los otros seres humanos que hacen parte de su entorno inmediato y mediato y que facilitan o no la labor de hacer frente a las circunstancias adversas que la vida propone.
6. La Bioética, políticas públicas, los derechos humanos y el reconocimiento legal son para todas las personas sean mujeres, hombre, homosexuales, lesbianas, pan sexuales, etc.; pues somos humanos y tenemos por ello derechos, las mujeres con diversidad funcional tienen los mismos derechos y deberían tener más oportunidades puesto que son mejores que las personas "normales" en algunos ambientes, sin tener en cuenta su realidad y su experiencia de vida.
Anexo
POSITIVOS | NEGATIVOS |
Persona con Discapacidad | Minusválido |
Persona con Diversidad Funcional | Incapacitado |
Persona con Capacidad Diferenciada | Discapacitado/ Mocho/ Manco/ Paralítico |
Ciego | Tullido |
Sordo | Ñeco |
Lesionado Medular | Cojo |
Persona con parálisis | Tuerto |
Persona con discapacidad Mental | Loco |
Persona con Discapacidad Físico Motora | Mudo/a – Mudito/a |
Niño/a, hombre/mujer con Síndrome de Down | Mongólico/a |
Referencias bibliográficas
1. González. P. (2010). "Las mujeres con discapacidad y sus múltiples desigualdades; un colectivo todavía invisibilizado en los estados Latinoamericanos y en las agencias de cooperación internacional". Encuentro de Latinoamericanistas Españoles: congreso internacional. Consejo Español de Estudios Iberoamericanos, pp.2737-2756.
2. Palacios. A & Romañach. J. (2007). "El modelo de la diversidad: una nueva visión de la bioética desde la perspectiva de las personas con diversidad funcional (discapacidad) Ediciones Diversitas-AIES.
3. Romañach. J. & Lobato. M. (2005). "Diversidad funcional, nuevo término para la lucha por la dignidad en la diversidad del ser humano"
4. Moscoso .M. (2011). "La discapacidad como diversidad funcional: los límites del paradigma etnocultural como modelo de justicia social". Instituto de Filosofía, CCHS, CSIC.
5. Rodriguez. A. & Ferreira. M. (2008). "Diversidad funcional: sobre lo normal y lo patológico en torno a la condición social de la dis-capacidad"
6. Rodriguez. A. (2013). "Divertad: libertad y dignidad en la diversidad" ISSN 0718-5480 Vol. 7, Nº 1, pp. 39 58.
7. Arnau., S. (2011) La Bioética de la diversidad funcional: Voces diferentes para una Cultura de Paz.
AGRADECIMIENTO
Agradecemos a la Universidad Cesar Vallejo, por habernos abierto las puertas de este prestigioso centro del saber, cuna de buenos profesionales. A nuestro profesor por dedicar parte de su tiempo para ayudarnos en la elaboración de esta monografía.
A nuestros compañeros de trabajo que nos apoyan en cada reunión, con sus conocimientos y responsabilidad para poder lograr terminar con éxito este trabajo.
LOS AUTORES.-
Autores
Lázaro Delgado, Lesly
León Pretel, Katty
Portal Abanto , Cecilia
Zamora Muñoz, Néstor
Asesor
Lenin, Cárdenas Angulo
FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
Trujillo – Perú
2014
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