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El regreso de Perón (página 2)

Enviado por Lucero Fern�ndez


Partes: 1, 2

Las perspectivas de las exportaciones tradicionales era excelentes: muy buenos precios y posibilidad de acceder a nuevos mercados, como la unión Soviética, la nacionalización  del comercio exterior apuntaba a asegurar la transferencia de parte de los ingresos de los sectores rurales, cuya productividad se quiso incrementar combinando alicientes y castigos. Uno de ellos- la posibilidad de expropiar las tierras sin cultivar, incluido en el proyecto de ley agraria-desencadeno a la larga un fuerte conflicto. Pero sobre todo se trato de continuar expandiendo las exportaciones industriales a través de convenios especiales, como el realizado con Cuba para vender automóviles y camiones.

Las empresas nacionales, que también deberían participar de los beneficios de las exportaciones,  fueron respaldadas con líneas especiales, como el del crédito y el mecanismo del compre argentino en las empresas publicas; para lograr mayor eficiencia y control, éstas integraron en una corporación de empresas nacionales. Por otra parte, se apoyó especialmente a algunos grandes proyectos industriales, de " interés nacional ", mediante importantes subvenciones. Muchos resortes pasaban por las manos del estado: el manejo centralizado del crédito y también el control de precios, fundamental para la política de estabilización. Pero además, el estado aumento considerablemente sus gastos a través de obras sociales incremento el número de empleados públicos y de empresas del estado; contribuyó así a activar la economía interna, aunque a costa de un déficit creciente.

 La clave del programa residía en el pacto socia, con el que se procuraba solucionar el problema clásico de la economía, ante el cual había fracasado en sucesivos gobiernos desde 1.955: la capacidad de los distintos sectores, empeñados en la puja distributiva, para frenarse mutuamente. Mientras Ongania había fracasado en su interno de cortar el nudo con la pura autoridad. Perón recurría a la concentración, un mecanismo muy común en la tradición europea, pero además fácilmente fijable en su propia concepción de la comunidad organizada. Hubo concertaciones sectorales y una mayor, que las subsumía a todas, suscripta por la cge y la cgt, que estableció el congelamiento de los precios y la supresión por dos años de las convenciones colectivas o paritarias. Esto era duro para aceptar para el sindicalismo y fue compensado con un inmediato aumento del 20% general en los salarios, muy distante sin embargo de las expectativas generadas por el advenimiento del gobierno popular.

Los primeros resultados de este programa de estabilización fueron espectaculares.

La inflación, desatada con intensidad en 1972, se freno bruscamente mientras que la excelente coyuntura del comercio exterior permitió superar la angustiante situación de la balanza de pagos y acumular un buen superávit, y las mejoras salariales y el incremento de gastos del Estado estimulaban el aumento de la actividad interna. Por esa vía, se llego pronto a estar cerca de la plena utilización de la capacidad instalada. Pero desde diciembre de 1973 comenzaron a acumularse problemas.

El incremento del consumo hizo reaparecer la inflación, mientras que el aumento del precio del petróleo en el mundo- que ya anunciaba el fin del ciclo de prosperidad de la posguerra- encareció las importaciones, empezó a complicar las cuentas externas e incremento los costos de las empresas. Finalmente, el mercado común Europeo se cerró para las carnes Argentinas. Se trataba de una crisis cíclica habitual, pero su resolución clásica estaba vedada a un gobierno que había echo de la "Inflamación 0" una bandera y que sabia que una devaluación tropezaría con fuertes resistencias.

El pacto social debía servir para encontrar la manera equitativa y razonable de partir los mayores costos, pero las crecientes falencias del Estado para hacer valer su autoridad. Así, antes de que el gobierno popular hubiera cumplido un año, estaba nuevamente planteada en forma abierta la lucha sectorial, cuyas condiciones, sin embargo, existían desde el mismo comienzo de esta experiencia populista.

Los actores del pacto social demostraron escasa capacidad y poca voluntad para cumplirlo. La cge, investiga de la delegación global de los empresarios, los representaba mal, y aun a sus instrucciones primarias, que en muchos casos habían sido forzadas a encuadrarse en ella, de acuerdo con las concepciones organicistas de Perón. Es probable que en muchos casos, por las mismas razones, hayan firmado los acuerdos, sin mucha convicción, esperando que el paso del tiempo trajera condiciones mejores. Pero sobre todo, se descubrió que no podían asegurar que sus miembros cumplieron lo acordado. Los empresarios- y muy en especial los chicos o medianos, difícilmente controlables- encontraron muchas maneras de violar el pacto: desabastecimiento, sobreprecios, mercado negro, exportaciones clandestinas; también hallaron una forma de manifestar su escaso entusiasmo: la inversión privada fue relativamente magra.

La cgt no se hallaba cómoda y a gusto con un gobierno peronista con el cual no servia su táctico clásica de golpear y negociar sin comprometerse, la única que sabían manejar cabalmente. No solo Perón debía subornizar- como siempre- a quienes lo apoyaban, sino que los sindicalistas carecían de tradición, instrumentos, y objetivos para cogobernar. Por otra  parte, la movilización de los trabajadores, que los ponía en jague, les impedía negociar con libertad. El triunfo electoral avivo las expectativas de la sociedad y dio un nuevo estimulo a la "primavera de los pueblos"; en las fabricas, se tradujo en un generalizado incremento de las reivindicaciones y en un estilo de lucha que incluía ocupaciones de plantas, que rebaso las direcciones sindicales y hasta cuestiono la autoridad de los gerentes y patrones.

Antes de que las organizaciones guerrilleras llegaran a tener un papel activo, según Juan Carlos Torre, las fabricas estuvieron, por obra de la movilización sindical, "en estado de rebeldía".

En la mayoría de los casos esa movilización concluía con ventajas salariales directas o encubiertas, lo que aumentaba la amenaza sobre los dirigentes nacionales obligados a atarse al pacto. Perón se dedico a fortalecerlos; desde que retorno al país los halago de mil maneras distintas, reivindicando su imagen publica, amenazaba por la izquierda peronista, y reinstalándolos simbólicamente en le centro mismo del movimiento. Una modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales reforzó la centralización de los sindicatos, aumento el poder de sus autoridades y prolongo sus mandatos, de modo que pudieron enfrentar el desafió antiburocrático, pero no impidió que reclamaran la convocatoria a paritarias y exigieran periódicos ajustes salariales. Violado de uno y otro lado, el pacto se fue desgastando ante la impotencia de las autoridades. El propio gobierno, que había congelado las tarifas públicas, tuvo interés en una renegociación, que se produjo en marzo de 1.974, con una ronda general de aumentos que no satisfizo a nadie. La puja continuó. El 12 de junio Perón convocó a una concentración masiva en la histórica Plaza de Mayo, dramáticamente pidió a las partes disciplina y amenazó con renunciar. Fue la la ultima aparición en público antes de su muerte.

   En la segunda fase del gobierno peronista, los actores cambiaron de estrategia y la puja recuperó sus formas clásicas. En la CGT se impusieron los partidarios de la negociación dura, en la menor tradición bandurrista, encarnada precisamente por su sucesor entre los metalúrgicos, Lorenzo Miguel. Isabel Perón- alrededor de cuya figura simbólica todas las fuerzas concertaron una tregua tacita- se lanzo a construir una base propia de pode, rodeada de un grupo de fieles, de escasa tradición en el peronismo, que encabezaba la extraña y siniestra figura de José López Rega, a quien apodaban "E l Brujo" por su gusto por las practicas esotéricas. Pese a que Isabel se dedico a parodiar las formulas y gestos del líder muerto para capitalizar su herencia simbólica, su política se aparto totalmente de la que a aquel había trazado en sus últimos años. Isabel se propuso homogenizar el gobierno, colocando a amigos e incondicionales en los puestos clave y rompiendo una a una las alianzas que había tejido Perón, que en el futuro esperaba reemplazar por otras nuevas, con los militares y empresarios.

En algunos de esos propósitos, Isabel y los sindicalistas coincidieron. Así, provocaron la renuncia del ministro GelBard, y, aprovechando los mecanismos de la nueva ley de Asociaciones y de la ley de Seguridad, desalojaron sistemáticamente a las cabezas del sindicalismo opositor: Raimundo Ongaro, Agustín Tosco y René Salamanca perdieron sus sindicatos y la agitación gremial disminuyo considerablemente en 1975.

Pero básicamente se enfrentaron alrededor de los resto del pacto social. En 1975 la crisis económica urgía a tomar medidas drásticas, que terminaría de liquidarlo: los problemas de la balanza de pago eran muy graves, la inflación estaba desatada, la puja distributiva era encarnizada y el estado estaba totalmente desbordado. En ese contexto, el gobierno debió acceder a la tradicional demanda de la cgt y convoco a paritarias, de modo que el ajuste inminente debía realizarse en el momento mismo en que estas se encontraban discutiendo los ajustes salariales, lo que genero una situación inmanejable. A fines de marzo la mayoría de los gremios había acordado aumentos del 40%; el 2 de junio, el  nuevo ministro de economía, Celestino Rodrigo, del equipo de López Rega, provoco un shock económico al decidir una devaluación del 100% y un aumento de tarifas y combustibles similar o superior el "rodrigado" echo por tierra los aumentos acordados; los sindicalistas volvieron a exigir en las paritarias y los empresarios concedieron- con llamativa facilidad- aumentos que llegaban al 200%. La presidencia decidió no homologarlos y genero una masiva resistencia de los trabajadores, que culmino en movilizaciones en la Plaza de Mayo y un paro general de 48hs. El hecho era notable porque, contra toda una tradición, las cgt encabezaban la acción contra un gobierno peronista. Isabel cedió, López Rega y Rodrigo renunciaron, los aumentos fueron homologados y devorados por la inflación en solo un mes. En medio de una crisis económica galopante, el gobierno entro en su etapa final.

El triunfo de 1973 acabo con los equívocos dentro del peronismo y abrió una lucho por la conducción real y simbólica del movimiento y del pueblo, empujados por la euforia electoral y estimulados por el espacio que les había abierto el propio Perón, los militares de la tendencia se lanzaron a ocupar espacios de poder en el Estado, quizá suponiendo que el poder real estaba al alcance de la mano. Aliados o simpatizantes suyos ocupaban varias gobernaciones incluyendo las claves de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, dos o tres ministerios, las universidades, que fueron la gran base de movilización de la Juventud Peronista, y muchas otras instituciones y departamentos reales.

A partir de la renuncia de Campora, el 13 de julio de ese año, una a una perdieron las posiciones ocupadas. Primero fueron los ministerios. En enero de 1974, luego de que el erp realizara un ataque importante contra una guarnición militar en la provincia de Buenos Aires, Perón aprovecho para exigir la renuncia de su gobernador, y poco después promovió un golpe palaciego contra el de Córdoba; la operación siguió después de su muerte, en julio de    1974, cuando cayeron los gobernadores restantes, así como muchos sindicales disidentes, y la universidad fueron entregadas para su depuración a sectores de ultra derecha.

Desplazada de las posiciones el poder del gobierno, la tendencia revolucionaria se lanzo a la lucha de aparatos, en competencia con el sindicalismo y con lo grupos de derecha que rodeaban a Perón. Se trataba de demostrar de diversas maneras, quien tenía mas poder quien movía mas gente y quien pegaba mas duro. Dentro de la tradición del peronismo, la movilización callejera y la concentración en la Plaza de Mayo, lugar de la representación mítica del poder, constituida la expresión del poder popular y el ámbito donde el líder recogía los impulsos del pueblo. En cada una de esas jornadas de libraba una batalla real, como el 20 de junio de 1973, en Ezeiza, donde antes dos millones de personas reunidas para recibir a Perón se peleo a tiros por los espacios o el 1 de mayo de 1974, cuando los militantes de la tendencia se enfrentaron con sus competidores y con el mismo Perón y luego abandonaron la Plaza de Mayo dejándola semivacía.

Desde el 20 de junio el conflicto era publico, pero durante un año los Montoneros lograron soslayar la definición: mientras concentraban a toda su artillería en los "traidores", ajenos al peronismo, reinterpretaron hasta donde era posible la palabra Perón, sostenían que se trataba de desvíos puramente tácticos, muestras de la genialidad de un líder que no los desautorizaba explícitamente, elaboraron la teoría del cerco o el entorno que impedía a Perón conocer la verdadera voluntad de su pueblo, y se aferraron a la imagen de una "Evita montonera" que debía legitimar su ortodoxia en los orígenes mismo del Peronismo. El 1 de mayo de 1974 se llego a la ruptura: al abandonar una Plaza de donde el propio Perón los expulsaba, renunciaban a hablar en nombre del movimiento. Reaparecieron una vez mas, apenas dos meses después, en los fantásticos funerales de Perón, y luego pretendieron asumir su herencia, fundando el Partido Peronista Autentico, sin mayor éxito: la magia se había roto y solo los seguían los militares.

En ese camino los siguió el ERP, que desde 1974 había instalado un foco en el monte de Tucumán. Contra ambos creció la represión clandestina, que se cebo sobre todo en quienes –intelectuales, estudiantes, obreros, militantes de villas o barrios – habían acompañado la movilización pero no pudieron pasar a la clandestinidad. Desde febrero de 1975, el ejército, convocado por la presidencia, asumió la tarea de reprimir la guerrilla en Tucumán. El genocidio estaba en marcha. El retorno de Isabel a la  presidencia clausuro la posibilidad y a la vez agravo la crisis política que, sumaba a la económica, creo una situación de tensión insoportable y una aceptación anticipada de cualquier salida. Muchos peronistas se convencieron de que la caída de Isabel era inevitable, y pensando en el futuro prefirieron evitar divisiones, acompañándola hasta el fin, el 24 de marzo de 1976, cuando los comandantes militares la depusieron y arrestaron. Como en ocasiones anteriores, el grueso de la población recibió el golpe con inmenso alivio y muchas expectativas.

Mientras todo sucedía, tanto lanusse como todos los sectores políticos comprendían que el éxito del GAN dependía de la decisión de Peron. En esa época Daniel Paladino, el delegado personal de Peron, mostraba cierto grado de acuerdo con el plan delineado por Lanusse pero los contactos entre Paladino y el presidente de facto comenzaron a ser cuestionados por el peronismo (sobre todo por su ala izquierda) y también por la mayoría de la diferencia política de la hora del pueblo. Finalmente en 1971 Peron reemplazo a Paladino por Héctor José Campora, quien contaba con el apoyo de la Juventud Peronista.

La alianza revolucionaria (ARP) se formo con fuerzas de la izquierda tradicional, estaba integrada por el partido intransigente, (que había surgido como un desprendimiento de la UCRI frondista y era liderado por Oscar Alende) el partido comunista y el partido revolucionario cristiano.

Para la ARP, la formula Alende – Sueldo (Horacio Sueldo era dirigente del PRC) era una opción antidictatorial diferente del peronismo. La ARP criticaba al peronismo porque, según su punto de vista, la hora del pueblo había significado una transición con los militares. Tampoco estaban de acuerdo con el clima de agitación y las acciones de violencia que formaban parte de la estrategia del peronismo para enfrentar al gobierno militar.

El espacio de la derecha fue ocupado por partidos y alianzas calificados por sus adversarios como continuistas, porque muchos de sus integrantes eran de orientación conservadora y estaban muy extremadamente relacionados con las Fuerzas Armadas.

La coalición de derecha más significativa fue la Alianza Popular Federalista, liderada por Francisco Manrique, ex marino y ministro de Bienestar Social de Lanusse. También presento una nueva fuerza el partido de Álvaro Alzogaray que representaba al liberalismo económico ortodoxo. Su formula Chomizo – Andorts fue presentada por una costosa campaña publicitaria que contracto con los pocos votos que obtuvo. Otro candidato del comunismo fue el militar retirado Ezequiel Martínez, que se presento como "el presidente joven, que sabe y puede."

La coexistencia conflictiva de fracciones antagónicas en torno de la figura de su conductor, dio al peronismo un extraordinario dinamismo y, a su jefe, una gran capacidad de maniobra política.

Durante los años del exilio, Peron se había apoyado básicamente en sectores negociadores (el aparato político y la burocracia sindical) y en la guerrilla (FAP, FAR, Montoneros). La Juventud Peronista y la guerrilla eran su carta contra los sectores negociadores dispuestos a entenderse con el gobierno de turno. A su vez los negociadores le permitían mantener un aparato de superficie que le aseguraba la vigilancia y la continuidad del movimiento y su integración como pieza imprescindible en el juego político

Estimulando a todos los que en la derecha e izquierda del espectro político invocaban su liderazgo, Peron armo un esquema de fuerzas heterogéneas, sin caer en una definición ideológica que lo enfrentase a un rival o eventual sucesor. La manipulación táctica de los distintos sectores del movimiento permitió al líder mantener un equilibrio de compromisos inestables permanentemente redefinido de acuerdo con las necesidades de la hora como gustaba decir el propio Peron.

La estrategia política de Perón consistió en la consolidación del orden institucional y la búsqueda de un pacto social. De este modo se proponía, en un contexto de intensa conflictividad política y social, resumir plenamente su liderazgo e impulsar una política de reformas.

Para asegurar el funcionamiento de las instituciones políticas, Perón propuso un acuerdo con los partidos de oposición en particular con la UCR.

A diferencia de lo ocurrido entre 1946 y 1955, el peronismo en el gobierno, acepto el parlamento como una crema de discusión y negociación en la que el peronismo y el radicalismo se reconoció como interlocutores legítimos

En el plano social Peron impulso una tregua en la lucha por la distribución de la riqueza, procurando un acuerdo entre la CGT y la CGE. El llamado pacto social proponía disciplinar las relaciones entre trabajadores y empresarios, con el objetivo de construir un marco adecuado en el cual implementan un plan de sus formas económicas.

Perón respaldo decididamente a los que se proclamaban como ortodoxos (los jefes de la CGT y el círculo de Lopez Rega) y esto acentúo al distanciamiento entre el presidente y los sectores de la tendencia.

El punto culminante de este proceso fue la ruptura pública entre Peron y los grupos de la Juventud Peronista vinculados con la organización Montonera durante el transcurso del acto en conmemoración del día de los trabajadores (el 1º de mayo de 1974) realizado en la plaza de mayo. En un hecho que no tenia precedentes en la historia del peronismo mas de la mitad de las concurrentes al acto (simpatizantes de los sectores de izquierda) cuestionaron a la esposa de Peron  con la consigne "Evita hay una sola" e interrumpieron el discurso del líder preguntando "¿Qué pasa general que esta lleno de gorilas el gobierno popular?". La reacción de Perón que señalo a los jóvenes como "estos entupidos que gritan" y acabo la lealtad de los viejos sindicalistas, "sabios prudentes) provoco la retirada de las columnas de manifestantes que se identificaban con los montoneros y la plaza quedo semivacía aunque el discurso de Peron no había concluido.

Ahora los sectores juveniles demostraban su importancia, como actores políticos y su deseo de disputarle al propio Peron la dirección política del movimiento.

El 20 de junio de 1973 se produjeron violentos choques entre las distintas fracciones políticas que dividían al peronismo.

Grupos armados  reprimieron a las columnas  de la juventud peronista a fin a montoneros y otros grupos de izquierda.

Pero no aterrizo en Ezeiza, como se pensaba sino en la base aérea de morón.

Los hechos conmovieron a la sociedad argentina y empañaron las expectativas de un amplio sector del propio movimiento peronista.

La matanza de Ezeiza marco el regreso definitivo de Perón al país.

Tras ser derrocado Perón se exilio en diversos países hasta establecerse en Madrid, durante 18 años.  "luche y vuelve" se convirtió en la consigna que sintetizo la aspiración popular que clamaba la presencia del líder justicialista.

 El día que volvió Perón  para evitar una movilización popular difícil de controlar el gobierno del general Alejandro A Lanusse  declaro feriado nacional.

Tras con 49 días de gobierno Campora renuncio, permitiendo la convocatoria a nuevas elecciones. Esta vez como Perón como candidato.

El 23 de septiembre, la formula presidencial que integro con su tercera esposa obtuvo el 62 % de los votos, con los que accedió a su tercer mandato.

El 5 de marzo de 1956 se dicto un decreto que lo merito debía ingresar una historia de esos esfuerzos que en todas las épocas y lugares han hecho inútilmente los gobernantes inseguros.

El decreto prohibía las imágenes, símbolos, signos expresiones significativas, artículos y obras artísticas que fueron o pudieran ser temidos por lo que el decreto llamaba afirmación ideológica peronista. A partir de allí no se podía exhibir la imagen de Perón ni escribir su nombre, ni el de sus parientes.

La sociedad argentina fue excepcionalmente homogénea en América Latina. La ausencia de campesinado y de población indígena, la temprana y generalizada incorporación del territorio y de la población al mercado mundial, el sustancial desarrollo de los sectores medios y la generalización del sindicalismo en el país, le confieren rasgos peculiares en el continente.

Pero las mismas razones que dan cuenta de su gran homogeneidad hicieron de esa sociedad una sociedad altamente diferenciada a su estructura social y compleja en el plano político. Esta difusión temprana y bastante compleja de las relaciones capitalistas de producción en la argentina impulso un contingente dilatado de pequeñas y medianas empresas, sobre todo a partir de la década de 1940.

Apenas se supo que el 20 de junio de 1973 Perón seria recibido con un gran acto en el puente de Ezeiza comenzó la que se llamo "la lucha por los primeros 300 metros". La pelea fue entre las organizaciones de derecha y de izquierda del peronismo, que  desde ese primer momento pugnaron por alcanzar el mejor lugar frente al palco. La seguridad del acto quedo bajo el mando del retirado teniente Coronel Jorge un militar de la derecha peronista .comando de orientación  Revolucionaria, que ese 20 de junio actuó como cuerpo de seguridad para lograr uno de los siguientes objetivos: impedir que la columna de los montoneros, la juventud peronista y las fuerzas armadas Revolucionarias ocuparan un lugar de privilegio. Esta pugna desencadeno los tiroteos.

El gobierno nacional mediante un mensaje al país invito a todos los compatriotas a recibir al general Perón.

A las 3:30 (hora argentina) se inicio el vuelo del avión que trajo al general Juan Domingo  Perón de un exilio que se prolongo durante 18 años. Lo acompaño una comitiva encabezada por el presidente de la nación, doctor Héctor J Campora. Luego de su llegada al aeropuerto de Ezeiza se trasladara al palco levantado en la intersección de la ruta 205 y a la avenida Ricchieri desde a media tarde hablara al país. Pero el avión que trajo desde regreso al país al líder del movimiento justicialista debió descender en Morón y desde allí fue trasladado en helicóptero hacia la quinta presidencial. Perón hablo señalando que las razones motivaron al desvió fueron los incidentes  y desbordes registrados en la concentración que lo esperaba sobre el acceso a Ezeiza.

Perón no acepto el condicionamiento de fechas pese a que ya su regreso estaba en marcha y que los preparativos venían efectuándose desde tiempo atrás. Sabia que aceptar las reglas de juego que se le imponían equivalía a una especie de claudicación que no entraba en sus cálculos, Por el contrario, denuncio la cláusula de residencia como una nueva maniobra proscriptita y la rechazo energéticamente. Manifestó "Lanusse parece que se auto proscribió al invitarme que hiciera lo mismo, pero su situación no es la misma que la mía. La misma posibilidad que tengo yo de ser rey de Inglaterra es al que tiene el de ser presidente constitucional de la Republica Argentina."

Lanusse volvió a atacar en un discurso pronunciado en el colegio militar el 27 de julio: "Perón aquí no me corran mas a mi, ni voy a admitir que corran mas a ningún argentino, diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere, pero en mi fuero intimo diré: porque no le da el cuero para venir"

El desafió de Lanusse término por decidir el regreso. En un documento emitido desde Madrid, que firmaba Perón y Campora, Decía: "las actitudes asumidas por la actual dictadura, así como su grave responsabilidad en crisis del país, invalidad toda iniciativa acuerdista que surja de su seno. En consecuencia, toca a las fuerzas políticas, económicas y sociales, establecer un acuerdo genuino y autentico, con miras a preparar el proceso de reconstrucción nacional, cuyo objetivo fundamental ha de ser local al pueblo argentino ante su verdadera alternativa: liberación o dependencia. También como parte de la respuesta, el movimiento peronista se movilizo organizando una serie de actos por todo el país agitando la que había sido la mas histórica consigna durante la residencia: luche y vuelve.

A partir de entonces, las cartas estaban echadas. El justicialismo anunciaba al país que el retorno se produciría indefectiblemente durante 1972 y seria Perón el que decidiera la fecha definitiva y los medios que utilizaría para su regreso. Un cúmulo de versiones se instalo en la opinión publica algunos daban como cierto que el regreso se produciría el 17 de octubre otros que la FF AA lo impedirían pero lo que el movimiento expreso, por  sus voceros oficiales es que habría regreso y que como digiera el delegado de Perón, el justicialismo no se negocia.

El operativo de regreso se había iniciado formalmente a la vuelta de Campora desde Madrid.

Solo la férrea conducción de Perón logro evitar la fractura y permitió llegar al 17 de noviembre de 1972.concluía así la epopeya de un líder y de millones de argentinos encolumnados tras el, que durante 18 años lograron evitar que su proscripción y marginamiento permitiera silenciar gran mayoría política de nuestro país.

El aislamiento

La llegada de Campora al gobierno y el retorno de perón marcaron un punto de inflexión para las organizaciones armadas. La elusión de la movilización popular y la euforia por el triunfo sufrieron su primer revés en Ezeiza. El enfrentamiento entre  grupos de derecha e izquierda dijo un dijo un importante salud de nuestros y heridos. Los  montoneros iniciaron la lucha por definir su lugar en el movimiento y ganar a perón para su causa. Las otras organizaciones armadas consideraban menos conflictiva la situación. No confiaban en la democracia y no veían en perón el líder capaz de implantar el socialismo. Después de una breve tregua reiniciaron la lucha armada contra el gobierno social y otro pasaba, entonces, por la marca que a su vez, determinaba el precio.  Como contra partida surgieron expresiones de rechazo a la sociedad de consumo, que  valorizaban el trabajo artesanal y la vida en comunidad frente a la creciente individualización. Los hippies provenían "hacer el amor y no a la guerra". El uso de la píldora anticonceptiva y  la difusión del psicoanálisis contribuyeron a flexibilizar las relaciones familiares y las conductas sexuales; a la par que el pacifismo y la tecnología se transformaban en temas recurrentes. También se produjeron cambios en la universidad. La caída del peronismo marco el retorno a la reforma de 1918, el gobierno  tripartito, la renovación de los cuadros de profesores y el desarrollo de nuevas carreras como, psicología o administración de empresas.

Perón vuelve al gobierno

El tercer triunfo de Peron, el 23 de septiembre de 1973, fue contundente. La formula justicialista, integrada por Peron y su esposa Maria Estela Martínez, obtuvo el 61,85% de los votos y gano en todas las provincias.

Aunque el conflicto del peronismo comenzaba a definirse, la violencia política no desapareció, sino todo lo contrario. Dos días después de las elecciones, en un atentado cometido por Montoneros, fue asesinado el secretario general de la C G T José Ignacio Rucci. En abril de 1974 fue creada la alianza anticomunista argentina, mas conocida como la triple A, que organizaba atentados y asesinatos contra dirigentes y simpatizantes de la izquierda.

El 1 de mayo de 1974, Peron ataco a los sectores de la izquierda congregados en la Plaza de Mayo, que abandonaron la Plaza en medio de incidentes y la ruptura del anciano presidente con el sector es definitiva.

En medio de este clima de violencia incontrolable, Peron confirmo a José Ver Gelbard como ministro de Economía. Fueron presentados un nuevo plan Trienal y un Pacto Social, que dieron algunos resultados iniciales positivos. Los salarios y los precios fueron congelados durante un año, mediante un compromiso firmado por el gobierno, los empresarios y la C G T. Sin embargo, al poco tiempo, hubo aumento de precios y subas de salarios que impulsaron la inflación.

Enfermo y cansado, Peron hablo al país el 12 de junio de 1974, desde el balcón de la casa Rosada. Seria su última aparición en el lugar donde había comenzado la historia del justicialismo,

Murió el 1 de julio, dejando la presidencia en manos de Isabel

Chequeo medico: Peron ingresa al consultorio de su medico personal, Pedro Cossio. Sus problemas cardiacos se habían agravado desde 1972.

"Prefiero morir con las botas puestas que en un hospital", había dicho.

El regreso de Perón

El 17 de noviembre, Peron regreso luego de diecisiete años de ausencia. Durante su breve estadía (27 días), la residencia de Gaspar Campos, en Vicente Lopez, fue lugar de incesantes peregrinaciones y desfiles peronistas, entre los que se destacaron las largas columnas de la Juventud Peronista, cerca de cien mil militantes.

El protagonismo de la juventud se acentuaría aun más durante la campaña electoral de 1973, como respuesta a la orden de "ganar la calle" que había lanzado la secretaria de prensa, en manos de la tendencia. Tocaría a la Juventud Peronista, luego de un primer rechazo a la candidatura de la formula Campora – Solano Lima, acuñar también la celebre consigna "Campora al gobierno, Peron al poder." Finalmente, durante la campaña, se aceitarían los vínculos privilegiados de la juventud con el delegado y candidato Héctor Campora, apodado "el tío".

Ahora bien, el breve gobierno de Campora se caracterizaría por el recrudecimiento de la violencia y por la actitud de los debates en torno de las diferentes concepciones del peronismo, sea la experiencia del gobierno nacional – popular, sea la de una vía "revolucionaria", o para decirlo con palabras de la época: la opción entre la "patria peronista" o la "patria socialista".

Operación regreso

Perón no podía postergar más su retorno. No solamente clamaban por su presencia física los peronistas, sino también las fuerzas aliadas; y hasta Lanusse iba a presionar desde su lado y a su modo para que Perón volviera al país y asumiera compromisos definidos. El delegado personal del líder, Héctor José Campora, hacía declaraciones cada vez mas precisas sobre el regreso; la adquisición de una residencia en Vicente Lopez aseguraba que esta vez no se trataría de una finita.

En octubre se anuncio que, antes de finalizar noviembre, Perón estaría en el país.

La noche del 17 de noviembre, día en el que Perón regresaría al país, el gobierno monto un dispositivo militar y de seguridad alrededor del aeropuerto internacional, que hizo prácticamente imposible acercarse a los miles de militantes que se proponían a recibir a Perón. Había nerviosismo y, al mismo tiempo, una gran expectativa.

En ese momento toda la tensión de los argentinos se concentraban esa aeronave donde venían en primera clase, Perón, "Isabelita", Lopez Rega, su hija Norma y su yerno Raúl Lastiri, la señora de Héctor Campora, dos militantes retirados peronistas y un custodio croata.

A las 11:06 del 17 de noviembre de 1972 concluyo la "operación Retorno", cuando El avión se detuvo y José Rucci y Juan Manuel Abal Medina cubrieron con un paraguas a Perón para evitarle la molestia de la llovizna.

Finalmente había vuelto Perón…

El retorno

En Buenos Aires se aguardaba su llegada con enorme expectativa. […]

[…] El aparato de seguridad armado por Osinde, por una parte, y los militantes de Montoneros y de otros grupos de izquierda por otra, pugnaron, desde la tarde del día anterior, por ocupar posiciones estratégicas que le permitieran copar el acto. Por lo menos un millón de personas, llegadas de todos los puntos del país, fueron los involuntarios asistentes a la batalla campal que se desato hacia el mediodía.

Fue una batalla cuyo luctuoso saldo tal vez no se conozca nunca con exactitud. El periodista Horacio Verbitsky habla módicamente de solo 13 muertos y 365 heridos, pero es muy probable que los muertos hayan alcanzado el centenar. Los peores momentos se sitúan entre las 14:30 y las 16:30. fueron inútiles los llamados formados por el cineasta Leonardo Favio: había una decisión irrevocable por ambas partes de no dejar el acto en manos de los otros…Entre tanto, el vicepresidente Solano Lima se comunicaba con el avión que traía a Perón y le pedía que aterrizara en Morón, pues todas las medidas de seguridad habían sido desbordadas.

Al día siguiente, Perón se dirigió al pueblo sin aludir a los hechos de Ezeiza. Pidió comprensión ante la marcha de las cosas, repitió que venia "desencarnando" y advirtió a quienes pretendían infiltrarse en el peronismo, o coparlo, que el no lo permitiría.

El 13 de julio, el país se conmovió con la noticia de la renuncia de Campora. Aunque se habían detectado algunos indicios en los días previos, pocos creyeron que la situación presidencial se realizara con tanta celeridad.

Lopez Rega había hechos diversos cargos a Campora y planteado la necesidad de su renuncia. La voz del secretario privado de Perón, era la de Perón mismo, y Campora no dejaría de ser nunca leal a su líder. De inmediato hizo publica si dimisión; Lima hizo lo propio. Al vicepresidente provisional del senado se lo envío a Europa en una misión nunca aclarada y Raúl Lastiri, tercero en la línea de sucesión constitucional como presidente de la Cámara de Diputados, pudo hacerse cargo del gobierno como presidente provisional, hasta que se realizaran las elecciones presidenciales.

La fórmula peronista

A pesar de todos estos hechos, seguía desarrollándose una curiosa campaña electoral. Porque todos sabían que perón triunfaría abrumadoramente, y la mayoría de los posibles candidatos se había apartado: de algún modo todos hicieron suyas las declaraciones de Alende en el sentido que"El pueblo quiere que Pero sea presidente, y nosotros no lo entorpeceremos…" Pero también curiosa, porque la formula ganadora la integraba un matrimonio… Y un matrimonio que no realizo ningún esfuerzo proselitista. Solo Balbín, acompañado esta vez por De LA Rua, y Manrique, a la expectativa de recoger el electorado no comprometido, ensayaron un contrapunto a Peron – Peron. El 23 de septiembre la formula peronista obtuvo el 62% de los sufragios, porcentaje nunca visto en los anales electorales; Balbín mantuvo su 25%, y Manrique bajo al 12%. Finalmente, Peron volvería a ser presidente. Si bien se examina, esa era la última derrota de la "Revolución Argentina"…

Y llego el 12 de octubre de 1973. Peron juro ante la asamblea legislativa en presencia de todos los ex presidentes civiles (Frondizi, Guido, Illia y Campora) y después lo hizo la vicepresidenta. El presidente no leyó mensaje alguno ante el cuerpo legislativo; hablo al pueblo desde la casa de gobierno, amparado por una caja de vidrio blindado. Pidió la colaboración de todos los sectores y reclamo paz y tranquilidad para concretar las tareas que el país necesitaba. Si la "tendencia revolucionaria" esperaba un discurso en la sintonía que deseaba, se desencanto. Pero de todos modos, ¡Peron era al fin presidente! Se concretaba aquello de "que lindo va a ser / Peron en el poder", con una autoridad política como nadie la había tenido en la historia del país. A pesar de sus 78 años, conservaba la gallardía de sus viejos tiempos; seguía siendo un hombre ocurrente y lleno de ideas, aunque algunos visitantes notaban que su lucidez solía declinar por la tarde.

Culminaba ese día una de las aventuras políticas más extraordinarias de los tiempos contemporáneos: el retorno al poder de un político echado 18 años atrás por sus propios errores. Un retorno enmarcado por el apoyo de multitudes y las esperanzas de quienes no eran peronistas pero veían en el viejo líder la única garantía de una Argentina razonablemente ordenada.

Las organizaciones guerrilleras

Los Montoneros y las tendencias izquierdistas del peronismo no dejaron de movilizarse para mantener su presencia. El 21 de julio se consagraron unos 80.000, casi todos jóvenes, frente a la residencia de Perón, que se entrevisto con alguno de sus dirigentes en presencia de Lastiri y Lopez Rega, a quien confirmo en su confianza. Cuatro días después, nueva convocatoria en el parque Saavedra con similar concurrencia, en conmemoración de Eva Perón, convertida en una especie de símbolo de la juventud peronista en tasito rechazo a "Isabelita". Y el 22 de agosto, recordando la "Masacre de Trelew", la juventud realiza un acto en Atlanta cuya parte oratoria cierra Mario Firmenich. Sus dirigentes no lo sabían, pero eran las últimas apariciones públicas de la tendencia izquierdista del peronismo.

En contraposición a estas demostraciones, el 31 de agosto la CGT realizo un gran desfile frente a su cede en apoyo a la formula Peron – Perón. La "tendencia"  (izquierdista peronista) rivalizo con los cegetistas en ese acto.

No eran los únicos en moverse; el ERP obligo al diario clarín a publicar tres solicitadas a toda pagina para denunciar las próximas elecciones como una farsa, profetizando que se acercaba el momento de que el pueblo adquiera una conciencia socialista v ridiculizando a "Isabelita", Lopez Rega y Lastiri. El grupo había secuestrado al apoderado de Clarín, amenazando con matarlo si no se publicaban sus avisos. El mismo día en que aparecieron las solicitadas del ERP, un grupo de sindicalistas ataco a clarín con explosivos y armas cortas, en castigo por su blandura… el 25 de septiembre ocurrió un hecho demostrativo de la audacia de las organizaciones subversivas. Mientras Rucci salía de una casa en la cale Avellaneda, en Capital Federal, una ráfaga lo alcanzo sin que su numerosísima custodia armada pudiera repeler la agresión.

Veintitrés impactos de bala recibió el secretario general de la CGT, que murió en el acto. Nadie reclamo el asesinato de Rucci. Los rumores lo atribuyeron al ERP y a la CIA, pero años mas tarde se supo que habían sido los Montoneros los autores de esta acción, cuidadosamente planeada por el poeta y militante Francisco Urondo. ¿El motivo? "Apretar" a Perón mostrándole que sus bases eran vulnerables y que la única alternativa que le quedaba era apoyarse en la juventud…

Al día siguiente cuatro mujeres asesinaron al jefe del Departamento de Investigaciones Aplicadas de la UBA, Enrique Grinberg.

Montoneros en la clandestinidad

En octubre de 1974 la organización peronista Montoneros anuncio su regreso a la clandestinidad. Previamente, la publicación "la causa peronista", vocero de esa organización, dio a conocer todos los pormenores del secuestro y ajusticiamiento del oficial Aramburu. El relato conmovió a la opinión publica, a pesar de que desde 1970, año en que acontecio. La violencia de izquierda y d derecha había causado estragos en la sociedad argentina.

En un solo mes hubo 400 estallidos de bombas, y en un año, de julio de 1974 a julio de 1975, hubo 500 homicidios políticos.

Los atentados se centraban preferentemente en las personalidades destacadas de la extrema izquierda y de la extrema derecha del espectro político nacional, pero también alcanzaba a veces a los moderados, como Mor Roig, a circunstantes no políticos, a los agentes de política que se limitaban a cumplir sus funciones, a los ideólogos y a los activistas.

La vida humana había perdido valor en la Argentina. El terrorismo era planeado cuidadosamente por la guerrilla urbana, ERP y Montoneros, que luego se jactaba públicamente de haber "ejecutado" a un supuesto culpable. Si la responsable de las muertes era la Triple A, la organización que respondía al ministro López Regad, era frecuente que a la victima se le retirase previamente la custodia policial, en caso de tenerla, lo que hacia presumir que esa organización tenia contactos con la policía y los servicios de informaciones.

La Triple A amenazaba a si mismo, en forma generalizada, a militantes de izquierda, artistas e intelectuales, y fue responsable de muchos exilios y del comienzo del apagón cultural de la década del setenta.

En cuanto al ERP, había elegido en 1974 la vía guevarista para llegar a la "Revolución", y desde el mes de mayo sus efectivos se trasladaron al monte tucumano. Allí iban a formar un "foco" que tiempo después se convertiría en "territorio liberado". En julio, guerrilleros vestidos con uniforme verde oliva se presentaron en los pueblos, tomaron la fabrica Norwinco en Bella Vista y arengaron a los obreros.

En septiembre ocuparon en el pueblo Santa Lucia y fusilaron a dos personas acusadas de colaborar con la represión. Tres meses después los campamentos habían aumentado. El intento fracasado de copar el regimentó 17 de Infantería Aereotransportadora, en Catamarca, fue otro de los episodios de violencia planeados por esa organización.

Con el propósito de recaudar fondos para su ofensiva del año próximo, en septiembre del 74 los Montoneros realizaron un operativo espectacular: el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born, de la firma Bunge y Born, multimillonaria transnacional exportadora de cereales. El rescate de mas de 70 millones de dólares se paso en junio de 1975 y la empresa se vio forzada también a repartir víveres en villas miserias y a colocar bustos de Perón y de Evita en reparticiones de la firma. Los Montoneros pudieron así hacer alarde de su poderío.

Pero el gobierno había respondido a la escalada terrorista con la declaración del estado de sitio, que sirvió de paso para cerrar algunos periódicos opositores: el diario izquierdista "el Mundo", y "Noticias", que respondía a los Montoneros. La ola de prohibiciones alcanzo asimismo a expresiones culturales tan ingenuas como el programa cómico de Tato Bores y los formalísimos almuerzos de Mirta Legrand. El ambiente político en Argentina se iba haciendo irrespirable.

En febrero se firmo el decreto "S" (secreto) 261/75 que establecía que el comando general del ejército tendría a su cargo la neutralización o el aniquilamiento de los elementos subversivos que actuaban en la provincia de Tucumán. Los ministerios de defensa, del interior y de bienestar social tenían que desarrollar operaciones de control y acción cívica en apoyo a ese objetivo.

El decreto S-261/75 representaba el regreso de las Fuerzas Armadas al primer plano del escenario político nacional. El agravamiento de la situación económica y la exacerbada lucha interna dentro del oficialismo iban a agudizar el deterioro de la nueva experiencia democrática emprendida en 1973.

La crisis del gobierno peronista

Luego de la muerte de Perón, la vicepresidenta Maria Estela Martínez de Perón asumió a la presidencia. Desde entonces de acentúo el proceso de derechización del gobierno y se agravo la crisis política.

Con el objetivo de eliminar la oposición social y política el estado organizo una política represiva ilegal, que fue llevada a la práctica entre otros, por el grupo para policial conocido como la Triple A (alianza anticomunista argentina)

Las acciones de la Triple A agravaron el clima de persecución y violencia. Fueron frecuentes las amenazas a figuras del campo de la cultura que habían declarado su adhesión a ideas de izquierda por ejemplo, a través de la difusión de listas negras de futuras victimas, además se multiplicaron los asesinatos de dirigentes políticos y gremiales del peronismo revolucionario y del sindicalismo clasicista y combativo. Al mismo tiempo, el gobierno expulso a los pocos funcionarios vinculados con la tendencia revolucionaria que todavía quedaban en la administración nacional y algunas provincias.

El ministro Gelbard, presionado por los sectores de derecha y por los empresarios más poderosos que no apoyaban su plan, fue forzado a renunciar. A partir de entonces, los pequeños empresarios de la CGE perdieron posiciones y se fortaleció el sector de los capitalistas asociados al capital extranjero. En junio de 1975, el gobierno, liderado por López Rega, designo a Celestino Rodrigo como ministro de economía. En contra de lo que había sido la tradicional política peronista, las nuevas medidas económicas (a las que popularmente se llamo "rodrigazo") provocaron una fuerte transferencia de ingresos a favor de los exportadores agropecuarios y significaron un violento recorte del poder adquisitivo de los salarios.

La CGT que hasta entonces había apoyado al gobierno, declaro una huelga general por 48 horas y una movilización hacia la plaza de mayo. La fuerte adhesión de la sociedad a estas acciones provocaron las renuncias de López Rega y de Rodrigo.

La ofensiva sindical agudizo aun más la crisis política. El gobierno cada vez mas aislado, decidió profundizar la política económica liberal y la acción depresiva, medidas que reclamaban los grandes empresarios y los militares preocupados por la "falta de orden".

El reclamo de orden se extendió entre vastos sectores de las clases medias urbanas y la gran mayoría de sus integrantes, implícitamente, apoyo la intervención militar.

Además, las medidas de comunicación tuvieron gran influencia en la preparación de un clima favorable entre la opinión publica para el golpe militar.

Finalmente el 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas quebraban otra vez el orden constitucional e impusieron una nueva dictadura militar.

El rodrigazo

A principios de 1975 la estrategia del entorno de la presidenta podía describirse en estos términos: Lopez Rega y su grupo (Lastiri, Villone, Vignes, P. Vázquez, Osinde, entre otros) estaban decididos a congraciarse con los poderes militares y económicos tradicionalmente fuertes en el país. "La preocupación por ganar, sino la confianza, al menos la neutralidad de los sectores en los que, según su visión de la inestable historia política argentina, residían las garantías ultimas de la permanencia en el poder, fue una obsesión que nunca abandono a la presidenta Isabel y a sus asesores", escribe Torres.

Los dos años de tregua social habían terminado. El costo de la vida aumentaba mes tras mes y el "Pacto Social" era ya algo del pasado. El Ministro Gómez Morales, urgido por la cúpula sindical, autorizo que en los contratos de trabajo que se firmaran luego de las paritarias se diese un 38% de aumento salarial. El 31 de mayo el veterano economista renuncio al cargo, pues carecía de apoyo en el gobierno y advertía la peligrosa situación en la cual se encontraba la economía nacional, por desinversión e inflación.

El entorno que no había sostenido a Gómez Morales, maniobro entonces con rapidez para que fuese designado Celestino Rodrigo en el cargo vacante.

El 5 de julio el flamante ministro anuncio el paquete de medidas económicas que se conocen como "rodrigazo" y que consistían en una devaluación monetaria del 100%, aumento del precio de los combustibles del 175%, de las tarifas eléctricas del 75%, y de otros servicios públicos en proporciones similares. De un día para el otro se modifico no solo la economía nacional, sino millones de economías familiares.

El "Rodrigazo" repercutió inmediatamente en las negociaciones salariales de los metalúrgicos. Los empresarios de ese sector industrial se negaron a aceptar las demandas sindicales mientras no se conocía la futura política de precios del gobierno. Otros empresarios adoptaron una actitud similar. Los líderes sindicales sintieron entonces que sus posiciones estaban amenazadas. Corrían rumores de que el gobierno planeaba defenestarlos.

El 28 de junio, "Isabel" anuncia la anulación de las paritarias y que el aumento seria del 50%, y un 15% mas en octubre y en enero siguientes. Desbordada por las bases obreras que inician protestas d manera espontánea, la CGT decreta dos días de huelga general, fijados para el 7 y el 8 de julio.

El país asistía estupefacto a la pulseada en el interior del oficialismo. El conflicto era mirado con mal disimulado júbilo con los enemigos consuetudinarios de la democracia: la división de las fuerzas del campo popular y la incapacidad del gobierno para afrontar la situación eran la promesa de que a corto o mediano plazo los militares iban a volver. Y la violencia multiplicada en episodios sangrientos era otra apelación a que la fuerza rigiera definitivamente los conflictos entre los argentinos.

La caída de Isabel

El gobierno de la viuda de Perón fue dando la imagen del vacío de poder que alentaban las Fuerzas Armadas y la ultraderecha. La CGT dispuso un paro general de 48 horas en julio de 1975; los empresarios eran en su mayoría opositores; los militares optaron por el golpe cuando se nombro al general Videla comandante del Ejército. Lopez Rega fue alejado del gobierno acusado de manejar "las tres A", y las acciones violentas eran casi diarias (Monte Chingolo, Formosa, Tucumán, asesinatos y secuestros). Aunque la mayoría de los políticos sostenían la legalidad, a medianoche del 23 de marzo fue detenida la presidenta y la junta de comandantes se arrogo la suma del poder publico, para iniciar el cruento "Proceso de Reorganización Nacional"

El golpe militar se presento para muchos como el camino más fácil para solucionar el conflicto, no solo del peronismo sino de toda la sociedad argentina. Muchos testimonios revelan el clima de desesperanza que facilito que las tendencias autoritarias de uno y otro signo ocuparan el espacio que dejaban los partidos políticos y las escasas voces que desde distintos ángulos reclamaban serenidad.

Sin alternativas validas, ni proyectos convincentes, el país se encontraba a la deriva. Escaseaban los protagonistas y sobraban en cambio los sujetos pasivos de la historia.

La disolución isabelina

Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974. Durante 30 años, su liderazgo marco la historia política argentina con un fuerte sello personalista. A diferencia de sus 2 primeros gobiernos, caracterizados por una política basada en la acentuación de los antagonismos, en esta oportunidad, Perón había buscado apoyo institucional, sobre todo en el líder de la UCR. Dicha política se había plasmado en la frase "Para un argentino, no hay mejor que otro argentino ", que había corregido y reemplazado a aquella máxima celebre "Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista".

  Isabel Perón asumió la jefatura del estado, entrando axial al libro de los récords, al convertirse en la primera mujer en el mundo en ejercer constitucionalmente el mandato supremo de un país. El panorama que se abría frente a ella aparecía cargado de incertidumbre. Un rápido balance de la inconclusa gestión de Perón arrojaba un cúmulo de asignaturas pendientes, entre las que se contaba el pacto social, cada vez más tambaleante, en un clima de creciente conflictividad social y violencia política. El gobierno de Isabel acentúo estas líneas, al mismo tiempo que impulso una inflexión importante en términos políticos-económicos. En efecto, su política apunto a la consolidación de un proyecto de ultramontano, que parecía no solo la exterminación total del ala izquierdista sino también la disolución del modelo nacional-popular., Mediante la subordinación del histórico actor del modelo peronista, el poder sindical.

 La figura que encarno uno de los proyectos de la extrema derecha, José López Regad, fue uno de los personajes más oscuros y siniestros de la política argentina de todos los tiempos.

 Durante el gobierno de Isabel Perón, López Regad (convertido en virtual primer ministro, después de que su cargo como secretario presidencial adquirió por decreto de principio de 1975 rango ministerial) no vacilo en utilizar metodologías propias del terrorismo de estado. El fue el creador y sostenedor de la Triple A, Organización clandestina en la cual actuaban elementos policiales y parapoliciales, cuyo objetivo era la eliminación física de sus adversarios a través del asesinato político.

 En el orden sindical, la política de Isabel supuso también altos niveles de represión, como lo prueba el conflicto protagonizado por la seccional metalúrgica de Villa Constitución, encabezada por Alberto Piccinini

A raíz de las huelgas desatadas entre fabricas importantes, Acindar, Marathon y Meticón. Este conflicto, cuyas dimensiones superaban ampliamente la cuestión intrasindical, sería resuelto por la intervención de las fuerzas policiales en 1975, a la que seguiria una cruenta represión y el encarcelamiento de los principales dirigentes. Por oro lado, el autoritarismo gubernamental apunto al cierre de los canales institucionales a través del ejercicio sistemático de las censura, cuyo blanco predilecto fueron los medios de comunicación. La depuración ideológica  alcanzo los claustros académicos, mediante el nombramiento de Alberto  Ottalagano,  como inventor de la UBA.

  En definitiva,  en  su avanzada  represiva,  la extrema  derecha   apuntaba a ampliar su poder, desequilibrando las relaciones existentes en el interior del régimen populista. Pero a esa altura de los acontecimientos, su mayor adversario no era la izquierda política o cultural, la que, sin mayores posibilidades de desarrollar actividades legales, se hallaba cada vez mas acorralada entre la opción del repliegue o el lanzamiento a la lucha armada. El gran adversario que restaba en pie era el sindicalismo Peronista, la histórica columna vertebral; otro de los beneficiados por las nuevas condiciones políticas.

Conclusión

Las tensiones internas del peronismo (que se extendían a la sociedad en general) que fueron necesarias para provocar la vuelta de Perón, lo superaron en habilidad política y en tiempo de vida. Perón murió en el peor momento, cuando era casi la única personaque podía, al menos con su imagen y su diatriba, mantener al peronismo "unido".

A medida que fuimos realizando este trabajo nos fuimos dando cuenta de que esa época estuvo llena de enfrentamientos entre distintos grupos guerrilleros, y distintos sectores del peronismo. ¿Valen la pena las cientos de víctimas que se produjeron, solo para debatir (de forma violenta) quién tomaba el control?

Así nos dimos cuenta de que, a pesar de no vivir una situación muy favorable en nuestro país, no se compara con las cosas que pasaban en ese entonces.

Debemos unirnos para, de una vez por todas, debatir sobre el país que queremos, y no sobre retóricas retrospectivas sobre quién disparó primero. Este trabajo es como un testimonio de una época en la cual decenas de miles de argentinos, muchos de ellos en la flor de su edad, murieron por esta intolerancia, esperando que sea una lección de algo malo que pasó y una advertencia de lo que nos puede pasar si nos dejamos llevar por la furia ciega. De nosotros depende que nunca más nuestro país este signado por el odio, la violencia y la venganza.

Bibliografía

v      -Economía y Política en la sociedad Argentina -Retorno y derrumbe- el ultimo gobierno peronista -Liliana de Riz – Editorial Hyspamerica (Biblioteca Nacional) pagina  23

v      -Enciclopedia visual de la argentina- proyecto especial de Clarín tomo I pagina 544

v      -Enciclopedia visual de la argentina- proyecto especial de Clarín tomo II pagina 1071

v      -Grandes Hechos siglo XX – Clarín  tomo VII paginas 2; 3; 7; 11 y 12

v      –Historia Argentina la política en suspenso 1966-1976 Liliana de Riz pagina 97 (Biblioteca Nacional)

v      -Historia Grafica de la Argentina Contemporanea "Nuestro Tiempo", desde Roca hasta Menem. Tomo XVIII (1966 – 1976) – Editorial Hyspamerica – Felix Luna – Buenos Aires, 1991. (Biblioteca de Bernal)

v      -Los 400 días de Perón -Rodolfo Terragino- ediciones de la flor colección: cuestionario (Biblioteca Nacional)

v      -Nueva Historia Argentina "violencia, proscripcion y autoritarismo", Tomo IX – editorial Sudamericana – Daniel James – 3 edición Buenos Aires 2007. (Biblioteca de Bernal)

v      -Perón vuelve- el retorno de Perón y las luchas de la resistencia peronista páginas 20; 21; 22; 107; 108 (Biblioteca Nacional)

 

 

 

Autoras:

Fiamma Alvarez

Belen Billordo

Lucero Fernández

Mariana Greco

Andrea Herrera

Magali Maciel

Giuliana Moran

Belen Moreta

Sofía Ojeda

Florencia Pérez

Natalia Tocco

Fecha de entrega: 30/11/08

Instituto Nuestra Señora Del Perpetuo Socorro

Año: 2008

Partes: 1, 2
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