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Teoría General del Estado (página 2)


Partes: 1, 2, 3

  • 2) La diversidad de posiciones en las teorías no marxistas sobre el Estado, su esencia y definición, así como las que explican el origen y la justificación del fenómeno estatal frente a la unidad de la doctrina marxista y el revelado carácter clasista del Estado.

  • 3) La explicación del origen y evolución del Estado, a partir de los elementos ofrecidos por el método dialéctico-materialista y los recursos históricos de los que se vale la teoría marxista. ¿Por qué puede entenderse que la historia del Estado es precisamente la historia de la lucha de clases?

  • 4) Las tergiversaciones y falsificaciones de las doctrinas burguesas y del oportunismo filosófico dentro y posterior al marxismo, en cuanto al rol del Estado, la explicación de su extinción y el establecimiento de la dictadura del proletariado.

  • 5) La dictadura del proletariado y la hegemonía en el pensamiento marxista. ¿Conformidad o contradicción con la democracia y el Estado de Derecho?

  • 6) El papel de la revolución social en la transformación del Estado. (No estaría incluso desacertado introducir algunos aspectos sobre las nuevas corrientes progresistas, especialmente en el subcontinente latinoamericano, que aplican novedosamente los recursos teóricos del marxismo en la formación de sociedades democráticas a partir de las denominadas revoluciones sociales ciudadanas y de la implementación de conceptos, aún no examinados a fondo, como el de socialismo del siglo XXI, y más recientemente el de socialismo democrático -nunca he dudado del peculiar ejemplo que para la democracia burguesa ha brindado nuestra democracia socialista, por lo que no podrían desligarse jamás esos dos conceptos: socialismo y democracia-).

  • La tipología del Estado

    Estados esclavistas y feudales. El Estado burgués: distintas fases en su evolución. La concepción del Estado socialista: experiencia histórica. Los rasgos y elementos del Estado. Sistema de funciones, formas y métodos de ejercicio.

    En los tópicos anteriores se brindaron algunos elementos relacionados con el origen, naturaleza y esencia del fenómeno estatal, tanto desde posiciones no marxistas como desde la perspectiva científica que ofrece la doctrina de la cual tomamos el método dialéctico-materialista para la explicación del complejo concepto que es, sin dudas, el Estado. En esta ocasión pretende revisarse la evolución del Estado como categoría y sus más singulares expresiones históricas, ofreciendo una visión general sobre los rasgos y elementos que lo configuran y sobre las funciones, sus formas y métodos de ejercicio, aspectos que tributan a la concreción práctica de este fenómeno.

    En el primero de los casos debemos hacer referencia a un concepto fundamental para nuestra Teoría del Estado: el de tipo histórico de Estado. FERNÁNDEZ BULTÉ, en el texto de referencia, realza el papel de esta categoría en la definición de la esencia clasista del Estado y, por ende, puede concluirse que se trata de un concepto emanado de la teoría socialista[21]De tal forma, siguiendo a CAÑIZARES ABELEDO, debe entenderse por tipo histórico de Estado "la organización de la sociedad dividida en clases, erigida sobre una estructura económica determinada con el objeto de mantener el orden social existente producto de la voluntad de la clase dominante. Así el tipo de Estado vendrá determinado por la clase social a que sirve y por la estructura por la cual es condicionado"[22].

    Aunque este concepto es susceptible de ser superado, brinda algunos elementos de indiscutible importancia en la formulación teórica del tipo de Estado, entre ellos, la idea de organización de la sociedad clasista que preside el devenir histórico del fenómeno estatal a lo largo de la evolución social misma. No escapa la propia teoría socialista de las confusiones terminológicas asociadas a la noción de tipología estatal. Por ello, el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ advierte que una correcta caracterización del tipo de Estado debe hacer referencia a las relaciones sociales de producción que deben ser protegidas y desarrolladas por ese Estado, como instrumento de dominación económica y política de la sociedad. Por mi parte, considero que un análisis riguroso de esta categoría no podría realizarse al margen de los siguientes puntos:

    • 1. Su tratamiento desde la perspectiva histórica.

    • 2. El sentido de evolución, sujeto a las leyes de la dialéctica y del desarrollo de la sociedad.

    • 3. El fundamento económico, político y social que se deduce de las distintas formaciones económico-sociales que ha conocido la humanidad y los modos de producción impuestos en las distintas fases de su desarrollo histórico[23]

    • 4. El mencionado enfoque clasista.

    Para la Teoría General del Estado burguesa no se precisa al tratamiento de esta figura teórica. La idea de la formación del Estado es de manera general consustancial a la aparición del Estado moderno por lo que, si tipológicamente hablando, se hace mención a las manifestaciones del Estado, lo es en el sentido de abordar las "formas preestatales" por una parte y el Estado moderno con sus periodizaciones en otro momento. Por tanto, suelen desglosarse las manifestaciones históricas del Estado bajo esa perspectiva y no a partir de la concepción clasista que hemos expuesto con anterioridad[24]De ahí deviene otra importante confusión terminológica respecto al concepto forma de Estado, dado que no aparece delimitado tampoco el estudio de esta categoría de la manera que metodológicamente lo ha organizado la teoría socialista, previendo al menos evitar los acercamientos conceptuales entre esta y el tipo histórico de Estado aquí debatido.

    Puede resumirse entonces, que en concordancia con los puntos atendibles para la culminar la idea del concepto tipo histórico de Estado, se analice el fenómeno estatal en las siguientes formaciones históricas:

    • 1. Esclavismo

    • 2. Feudalismo

    • 3. Capitalismo

    • 4. Socialismo

    Denominaríamos en cada caso los tipos históricos como sigue: Estado esclavista, Estado feudal, Estado burgués o capitalista y Estado socialista. Siguiendo la argumentación científica del marxismo, debe igualmente incluirse a los Estados despóticos orientales, toda vez que sirvieron de base para la explicación del origen del fenómeno estatal desde las vías no clásicas y que constituyeron formas de explotación, sin dudas.

    En tal sentido, deberán atenderse siempre los atributos más significativos de cada tipo histórico de Estado, planteándolos en el sentido de su evolución histórica. Como punto de partida puede seguirse este intento de periodización:

    • 1. Estados despóticos orientales: basados en la concepción de esclavitud generalizada que predominó bajo rasgos de explotación bien singulares en las sociedades del Oriente Antiguo, especialmente Egipto, Mesopotamia y China. El Estado profundamente centralizado y teocrático y el papel de las comunas campesinas, así como los elementos espirituales, intelectuales e ideológicos de las formas de dominación empleadas son elementos de gran interés en su caracterización. Todo ello estrechamente vinculado a las condiciones geográficas y el falso papel teleológico de la dominación impuesta. Valorar la importancia de la legitimación del poder desde fuentes consuetudinarias.

    • 2. Estados esclavistas clásicos: que tiene como referencia fundamental las sociedades esclavistas de Grecia y Roma. Advierte las formas clásicas de dominación con la interacción de dos clases bien definidas: esclavistas y esclavos, explotadores y explotados. Las relaciones de producción y el modo de producción establecidos definen claramente el choque de dos clases antagónicas: el esclavista propietario de estos medios y el esclavo desposeído, del cual se obtiene fuerza de trabajo y es tratado como objeto y no sujeto de Derecho. Valorar las funciones específicas de este Estado, que tienden a la preservación del status quo, la protección de la propiedad individual, y la legitimación de las relaciones de explotación. La diversidad del Estado esclavista permite hablar de Estados con un profundo carácter teocrático, o "democráticos", militarmente cerrados, monárquicos o convertidos en vastos imperios, como lo fue Roma. En cada caso debe precisarse cómo evolucionan estos tipos históricos.

    • 3. Estados feudales: con características muy peculiares, entre ellas el sostén teológico y el papel de la Iglesia en la concepción de este tipo histórico de Estado; la profunda atomización y dispersión del poder feudal, que puede verificarse a través de la evolución de las formas monárquicas que se manifiestan, hasta la posterior absolutización del poder, y los cambios que en su formación se producen en la pugna de la naciente burguesía por alcanzar la dominación política. Existe diversidad incluso en las formas de organización política asociadas al concepto forma de gobierno que se estudiará más adelante, como sucedió por ejemplo con la formación de las Repúblicas italianas. Las relaciones establecidas entre señores feudales y vasallos a partir de la figura del contrato de vasallaje es una demostración práctica de los vínculos políticos y jurídicos en una sociedad de profundas escisiones clasistas. Etapa de oscuridad no solo para la economía, la cultura y las ciencias, sino también para el Estado mismo. La Iglesia y el feudo como Estados dentro del Estado puede brindarnos una idea sobre esto. Precisar las funciones y los mecanismos de los cuales dispuso el Estado, tendientes a conservar las relaciones de explotación profundamente agudizadas en esta etapa histórica.

    • 4. Estado burgués[25]es el tipo histórico de Estado más complejo y sobre el cual la Teoría General del Estado ha vertido sus principales fuentes teóricas. La formación de los Estados nacionales en el proceso de ruptura con el feudalismo, las revoluciones europeas y americanas que sirvieron de parteras de la modernidad y las consecutivas formaciones estatales que han devenido hasta nuestros días ocuparán un importante espacio de estudio, del que deberá deslindarse oportunamente la posición y las relaciones entre las dos clases fundamentales: burguesía y proletariado. Deben observarse las principales manifestaciones de la organización política de la burguesía, caracterizando las funciones que en cada momento asume el Estado burgués y la carga teórica que acompaña la evolución de sus rasgos y elementos. Para facilitar el estudio pormenorizado de este tipo histórico de Estado suelen hacerse distintas periodizaciones. En este caso sugiero analizar las siguientes etapas y fases, caracterizándolas:

    • a) Estado Liberal

    • b) Estado de Bienestar Social

    • c) Estado fascista

    • d) Estado neoliberal

    • e) Las nuevas tendencias del Estado social y democrático de Derecho

    • 5. Estado socialista: superación práctica de la sociedad divida en clases antagónicas. Las condiciones en que se produce el tránsito hacia este tipo histórico de Estado no puede ser en este tiempo objeto de tratamiento como en la antigua Teoría Socialista del Estado y del Derecho. Con una mirada crítica deben atenderse los factores tanto de su origen como el proceso de destrucción del campo socialista. La teoría que heredamos y continuamos desarrollando en torno al Estado, su organización, papel y función social, tuvieron su expresión concreta en los Estados socialistas formados y consolidados, primero tras el triunfo de la Revolución de Octubre y después como sistema socialista mundial al término de la II Guerra Mundial. De ella no pueden menospreciarse los instrumentos de conocimiento y práctica que han debido actualizarse y seguimos aplicando bajo la concepción de irreversibilidad de nuestro sistema político, económico y social socialista. El estudio de las causas y factores del derrumbe esteuropeo y particularmente la desintegración de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas continúa siendo objetivo de primer orden. La reformulación de algunos conceptos generados por el pensamiento marxista-leninista que afectan notablemente la Teoría del Estado se hace necesaria, pero también es importante no perder la perspectiva ante otras teorías con una vigencia extraordinaria y que en determinadas circunstancias no se aplican consecuente y creativamente. Oponer con un fundamento científico los conceptos de democracia socialista y de revolución social, de Estado socialista mismo a las nuevas tendencias que claman por una redefinición del socialismo contribuye a la convicción que, con un profundo sentido revolucionario, expresa FERNÁNDEZ BULTÉ: "de cualquier manera habrá que seguir enfrentando la dinámica de esta contemporaneidad peligrosa con las armas científicas del socialismo y desde la perspectiva ética del pensamiento martiano. Esa fidelidad a la esencia del socialismo (…) nos asegura una alternativa válida en estos tiempos de angustia"[26]. Cuidémonos de las sutilezas teóricas de estos tiempos.

    El análisis de los rasgos y elementos del Estado no puede desprenderse de la óptica de la teoría marxista. Volviendo sobre nuestros manuales de estudio, debe entenderse que al hablar de rasgos del Estado se alude a los elementos fundamentales, esenciales que lo componen, o sea, aquellos que lo tipifican y permiten distinguirlo de otras formaciones sociales anteriores al fenómeno estatal. Existe diversidad de criterios sobre este particular, pero en la intención de poner de manifiesto aquellos caracteres permanentes, generales capaces de identificar al Estado en cualquier época y circunstancia, propongo realizar un estudio más amplio sobre los siguientes:

    • 1. Poder político público

    • 2. Territorialidad

    • 3. Cobro de impuestos

    • 4. Derecho

    No podrían asumirse de forma pacífica estos rasgos, pero permiten objetivamente determinar los aspectos esenciales en todo aparato estatal. Nótese que ya se había indicado que se complementaría el estudio del poder con el atributo principal del Estado, el poder político público, expresión de voluntad de la clase dominante que reserva la actuación coactiva de los representantes del Estado a través de un complejo entramado de instituciones públicas conformadoras del aparato burocrático y de mecanismos de control y represión como los tribunales, cárceles, policías y ejércitos, de forma tal que se garantice la obediencia y el respeto a la legalidad e institucionalidad en una sociedad determinada. La territorialidad ofrece también sus confusiones, toda vez que suele entenderse como territorio, y como volveremos sobre ella en el estudio del concepto forma de Estado y de la estructura estatal territorial, solo precisaremos que estamos hablando de la organización y distribución territorial del poder, la división del territorio a los fines de garantizar la ejecución y control de las actividades estatales, muchas veces comprendida bajo la denominación división político-administrativa.

    Por la naturaleza esencialmente improductiva del aparato estatal está claro que su forma de reproducción y sostenimiento debe encontrarse en lo que genialmente MARX determina como el cobro de impuestos, una categoría cuyo desarrollo histórico se dio desde los momentos mismos del surgimiento del Estado, y que con su incorporación como rasgo del Estado completa la noción teórica marxista. En cuanto al Derecho es discutida su inclusión como rasgo teniendo en cuenta la superación de la noción de monopolio estatal sobre la producción de normas jurídicas, impulsada entre otros factores por la aparición de la llamada alternatividad del Derecho[27]ensayada en espacios protagónicos de la sociedad civil y otros entes económicos de peso en el sector capitalista privado contemporáneo. Sin embargo, como elemento distintivo respecto a las formas prepolíticas, es ineludible. De tal manera, con una clara orientación marxista se configuran estos rasgos del Estado.

    En el caso de los elementos del Estado también se alude a una tradicional discusión teórica. En parte por aglutinar entre ellos a los mencionados rasgos del Estado, en otros casos, por el hecho de confundir esta categoría con la de contenido del Estado, que desde la década de los ochenta ha venido refiriéndose a la identificación de qué clases sociales, segmentos o sectores de esas clases ejercen el poder a través del Estado, recurriendo a los componentes histórico-concretos de este y sus determinaciones, que contribuyen al ejercicio del poder clasista.

    Lo que primero salta a la vista dentro del criterio de insostenibilidad de la caracterización esencial del Estado a partir de sus elementos es, precisamente, la diversidad en que estos pueden expresarse, lo que no marcha a tono con la intención de definir los aspectos más relevantes y permanentes del Estado, cualesquiera sea el momento histórico en que se analice, a lo que responde la categoría de rasgos del Estado.

    Caben dentro de esta formulación tanto los elementos particulares de acuerdo a un tipo históricamente determinado de Estado, como algunos elementos también de naturaleza general. Si de los primeros se trata, tómense como ejemplo los Estados despóticos orientales, que comparten un elemento singular en su configuración estatal, a decir, la teocratización de su vida política, o en el caso de varios Estados musulmanes durante el feudalismo, con una carga aún presente del elemento religioso y espiritual, aspecto inseparable en el desarrollo de sus relaciones políticas.

    Al abordar la existencia de elementos bastante comunes a la generalidad de los tipos históricos de Estado hacemos referencia, verbi gratia, al territorio como espacio físico donde se asienta una organización política sobre una sociedad determinada; la población como elemento humano, distinguible de otros conceptos políticos como el de pueblo, y la soberanía, un atributo de especial interés para el Estado moderno, que actualmente tiende a modificarse o flexibilizarse. En este último caso puede hallarse la soberanía como expresión del poder político público, ya que como concepto representa la más alta autoridad del Estado en el plano interno y su independencia en el plano internacional, aunque no se duda que su carácter hoy día no es tan ilimitado, y supera, como en su momento lo hiciere la categoría competencia exclusiva del Estado, esta pretendida exclusividad y aislamiento. Recuérdese que tan diversos son los posibles elementos del Estado como las posiciones doctrinales que los sostienen, por ello es probable encontrar entre estos al pueblo, no obstante su naturaleza política, o incluso la nación, concepto mucho más complicado en su tratamiento teórico. Para el Derecho Internacional Público, al cual se remiten nuestros manuales, resulta tanto o más complicada la determinación de los elementos esenciales del Estado como sujeto, dado que suele hablarse de tipos aislados de Estados sin territorios o del establecimiento de poderes sin una base territorial o una población efectiva sobre la que gobernar, como sucede con los "gobiernos en el exilio". Tampoco debemos confundir las categorías Estado y Gobierno, a pesar de que este último es, en ocasiones, incorporado entre los elementos del Estado.

    La literatura es rica en explicaciones de esta naturaleza, sobre todo en cuanto a la soberanía. Por ello también recomendamos algunos textos y materiales de interés.

    Cuando nos cuestionábamos acerca de la presencia del Estado en las múltiples relaciones sociales, en la vida social en definitiva, se arribaba a la conclusión de que física o materialmente era imposible distinguir los trazos del Estado; no nos lo imaginábamos sino a través de la presencia de un complejo articulado de instituciones públicas o de una serie de funcionarios que conforman el aparato burocrático, que es una de las manifestaciones de la presencia de una organización estatal. Pues, al abordar el tema de las funciones del Estado[28]estamos en condiciones de determinar con más precisión cómo este alcanza a cada individuo en la sociedad y cómo sus decisiones, aparentemente intocables e invisibles, por estar situado "por encima" de esta sociedad, en un sitio ya explotado teóricamente por el marxismo, la superestructura social, son puestas en función de intereses políticos y sociales determinados, que en la mayoría de los casos no son coincidentes con la satisfacción de "las necesidades siempre crecientes" de la sociedad que también previeran MARX y ENGELS y que destinaran el carácter teleológico de una de las manifestaciones del aparato estatal, sistematizada bajo la concepción de Administración Pública.

    Brindaremos entonces el criterio funcional del Estado sostenido por la Teoría del Estado desde posiciones socialistas. Pero debe tenerse en cuenta que la posición burguesa tomó por mucho tiempo como referencia la idea reduccionista de la función del Estado a los tres marcos de poderes enarbolados por el pensamiento liberal burgués de los siglos XVII-XVIII, es decir, reducía las funciones del Estado a los marcos legislativo, ejecutivo y judicial. Se incorporaban en otros casos, para complementar la línea teórica de MONTESQUIEU, las funciones administrativas, políticas y hasta constituyentes, a pesar del pretendido carácter originario de este último poder. No hemos de reparar en las distinciones entre fines y funciones que, de alguna manera, ayudan a solucionar los textos de consultas, por lo que debemos detenernos definitivamente en lo que nuestra Teoría del Estado admite como funciones, líneas funcionales y las formas y métodos de ejercicio de las funciones estatales. El siguiente esquema resume algunas de sus manifestaciones:

    edu.red

    Las funciones externas, más allá de cualquier provocación en torno a la discutida relación entre monismo o dualismo existente entre los ordenamientos internos y el ordenamiento internacional, son expresión de la proyección que a lo interno efectúa el Estado. Esta posición sostenida por la teoría socialista, tanto sobre el Estado como los iusinternacionalistas me parece coherente y metodológicamente justificada.

    Respecto a las formas de ejercicio de dichas funciones debe sobreponerse a la tradicional teoría burguesa de la tripartición no solo del poder sino de la función estatal misma, una noción más amplia, que incluya además de las formas de iure también las de facto, que permiten, más allá de la acción legislativa, la función ejecutiva y la actividad judicial, la toma de decisiones estatales concretas que encaucen el control, la organización y el desarrollo de las funciones estatales en la sociedad mediante acciones concretas y justificadas en determinado momento histórico-concreto. Respecto a los métodos remito al texto citado de FERNÁNDEZ BULTÉ[29]y la literatura complementaria, para determinar hasta qué punto los métodos coactivos y represivos y los persuasivos intervienen para lograr el funcionamiento del aparato estatal en la sociedad.

    Este sistema de funciones debe ser comprendido además en cada tipo histórico de Estado, para tener una idea más acabada sobre la caracterización de cada uno, ejercicio indicado al analizar las manifestaciones históricas del fenómeno estatal en el decursar del desarrollo social.

    Con estos elementos puede, preliminarmente, identificarse al Estado en el complicado entramado de relaciones sociopolíticas.

    Precisemos algunos puntos de obligada sistematización:

    • 1. El carácter histórico de las tipologías en torno al Estado y la necesidad de su análisis desde una perspectiva dialéctica y clasista.

    • 2. La importancia metodológica de la periodización de los tipos históricos de Estado y su comprensión desde la formulación marxista del desarrollo de las formas económico-sociales y el modo de producción.

    • 3. La distinción entre rasgos y elementos del Estado y la postura de nuestra Teoría del Estado en la identificación de unos y otros. La relevancia del concepto de soberanía y la necesidad de distinguir categorías como población/pueblo, territorialidad/territorio, Estado/Gobierno, entre otras.

    • 4. El papel de la Teoría General del Estado sustentada en una visión marxista para comprender el papel del Estado en la sociedad a través de sus fines y funciones, eliminando los criterios reduccionistas empleados en la identificación de las funciones desde la óptica burguesa, y analizando estas con un carácter sistémico, que abarca además las líneas funcionales y las formas y métodos de ejercicio de estas funciones estatales.

    El concepto forma de Estado: formulación estructural compleja del aparato estatal

    Formas de gobierno y sistemas de gobierno. La estructura estatal-territorial: Estados simples y compuestos. División político-administrativa. Régimen estatal: dictadura y democracia.

    En el desarrollo de este tema continuaremos abordando algunos elementos para la configuración estructural del Estado. Por ello, se hace necesario brindar la noción de la teoría marxista acerca del concepto forma de Estado, que de alguna manera hemos introducido, sobre todo a partir de las obligadas distinciones respecto a la definición del tipo histórico de Estado, que se ha desarrollado con anterioridad.

    Partiendo de este último concepto, podrá recordarse que se hacía referencia a la cuestión de la esencia del Estado, de la estrecha relación existente entre el fenómeno estatal y las distintas formaciones económico-sociales que determinan una relación de clase específica que llena de contenido al Estado en sí.

    El concepto forma de Estado, como categoría más concreta y específica "intenta elucidar la manera en que están estructurados los órganos de un Estado y la forma en que se establecen sus principios básicos de funcionamiento estructural"[30]. Aunque este concepto no es privativo de la teoría socialista debe advertirse que el carácter complejo y su análisis sistémico marcan hitos diferenciadores respecto al resto de la tratadística occidental. Como complemento, no obstante, pueden brindarse algunos atisbos conceptuales, como el ofrecido por el profesor JORDÁN QUIROGA, que entiende que referirse a las formas de Estado "implica analizar y establecer la estructura y organización del ejercicio del poder en relación con los elementos esenciales del Estado"[31]. En una buena parte de la Teoría General del Estado burguesa se aborda la cuestión de las formas de Estado o bien desde una perspectiva que tiende a confundirla con el mencionado concepto de tipo histórico (como en algún momento a pesar de lo inconcluso de su texto plantea HELLER en una posición reduccionista de crítica a la teoría por equiparar las "formas de Estado", a las "formas económicas")[32], o con las formas de gobierno, e incluso con el régimen político-jurídico, como tendrá ocasión de examinarse.

    Por otra parte, no aparece en algunos textos un desarrollo sistémico de esta categoría, aunque sí muy claramente sus unidades independientes, como sucede, vgr., en DE BLAS GUERRERO, y GARCÍA COTARELO[33]En Introducción al Derecho Constitucional de TORRES DEL MORAL, aunque con una doble propuesta conceptual, dígase, por un lado la de formas políticas y propiamente la de forma de Estado, quedan perfectamente desarrollados de manera armónica cuatro elementos fundamentales dentro de estos conceptos: formas de la Jefatura del Estado; formas territoriales del Estado; sistemas de gobierno y regímenes o sistemas políticos[34]Otro grupo de autores no sostienen definiciones y clasificaciones uniformes, como puede comprobarse con un breve acercamiento a varias de las obras cumbres de la Teoría del Estado que, desgraciadamente, pueden yacer moribundas en alguna que otra biblioteca.[35]

    Sobre la posición marxista respecto a la determinación de los elementos conceptuales de la forma de Estado puede complementarse con los textos citados de CAÑIZARES ABELEDO y ZHIDKOV, et al.

    En primer orden, la forma de Estado representa un concepto complejo. Tratemos de esquematizar algunos de los criterios o elementos conformadores de este entramado conceptual, que define la forma estructural del aparto estatal. Así, para explicar el concepto forma de Estado, deben desarrollarse los siguientes contenidos:

    • Forma de gobierno: concepto en sí complicado. En una parte considerable de las fuentes bibliográficas no se encuentra un criterio unánime respecto a la determinación de los rasgos definitorios de esta categoría. Incluso se apela al "número de gobernantes" para definir si estamos frente a una monarquía o una república -es algo que DABIN[36]entiende no presupone una ruptura respecto a la teoría clásica-; o se precisa hablar de Jefatura del Estado, toda vez que, como sienta TORRES DEL MORAL, "la terminología utilizada por la doctrina ha variado a lo largo del tiempo, llegando a ser en la actualidad sumamente confusa"[37], lo mismo que para entender las formas políticas o la forma de Estado, que para hacerlo respecto a los sistemas de gobierno y, en particular, la forma de gobierno. FERNÁNDEZ BULTÉ emplea los criterios de PORRÚA PÉREZ, que entiende como forma de gobierno "a los distintos modos de constitución de los órganos del Estado, de sus poderes y las relaciones de esos poderes entre sí", pero la critica por no resultar suficiente; más acertada es la posición de SAMPAY, que vincula íntimamente a estas formas de gobierno con la distribución del poder y su ejercicio, aunque se encierra en cierto positivismo, que determina esta distribución sobre la base del ordenamiento jurídico positivo, cuando en estas determinaciones intervienen otros factores, más allá de los visibles a través de la normativa de cada Estado. Como quiera, y dejando abierto el debate para completar una posible definición, lo que no puede quedar fuera de este estudio, además de los ejemplos históricos que provienen incluso de la Antigüedad -pienso, por ejemplo, en ARISTÓTELES y sus monarquías (tiranía), aristocracia (oligarquía) y democracia (demagogia)-, son las denominadas formas históricas de gobierno, a decir:

    • 1. Monarquías[38](estamentarias, absolutas y constitucionales o parlamentarias)

    • 2. Repúblicas (parlamentarias, presidencialistas y con formaciones híbridas)

    Debe distinguirse, oportunamente, el concepto sistema de gobierno, que como bien apunta FERNÁNDEZ BULTÉ "hace referencia al conjunto funcional de relaciones institucionales entre los órganos de administración y ejecución, es decir, de gobierno, y los demás órganos de poder del Estado"[39], o siguiendo a CAÑIZARES ABELEDO es "el gobierno en movimiento"[40]. Este se subdivide en los sistemas parlamentarios y sistemas presidencialistas, a los que habría que añadir alguna que otra especie de formaciones híbridas, pero particularmente el sistema de gobierno socialista, presidido por un conjunto de principios[41]sistema este último atacado desde posiciones ideológicas contrapuestas al socialismo, asimilado a formas autocráticas de gobierno, y que en los últimos tiempos parece ir quedando entre las páginas muertas de la vieja teoría socialista del Estado y del Derecho, a lo que desde nuestra posición debemos contribuir a desarrollar teórica y prácticamente.

    • Estructura estatal territorial: que implica también una diversidad conceptual, que parte de su tratamiento bajo denominaciones como la de "formas territoriales del Estado", "división político-administrativa", "formas de distribución espacial del poder", entre otras[42]Planteamos para ello una revisión y caracterización de las siguientes manifestaciones, que encierran, en definitiva, la idea de distribución territorial del poder a la que responde esta categoría, muy estrechamente ligada a la territorialidad como rasgo del Estado, estudiado con anterioridad:

    • 1. Estados simples[43]

    • 2. Estados compuestos

    • a) Estado Federal

    • b) Confederación de Estados

    Debe tenerse en cuenta la importancia de caracterizar estas estructuras territoriales y determinar sus diferencias. Un ejemplo de ello es la relación entre el Estado federal y la Confederación de Estados, que muchas veces tienden a confundirse. Por ello se insiste en la cuestión de la distribución de las competencias estatales en función de la territorialidad, lo que presupone identificar el centro de poder y el resto de los mecanismos para garantizar su aplicación a través de la desconcentración, descentralización y autonomía, categorías que se distinguen y que indican una mayor o menor independencia de las entidades administrativas donde se produce esta distribución de competencias estatales. Categorías como la Confederación de Estados poseen un desarrollo histórico que no debe obviarse, incluso, como punto de partida hacia otras fórmulas federalizantes como la inaugurada en los Estados Unidos de América, o en etapas de tránsito tal como sucedió en Alemania en 1815 o Suiza desde 1848.

    Otras como el Estado regional o el Estado autonómico parecen un poco más complicadas, por lo que debe recurrirse tempranamente a las fuentes que nos brinda el Derecho Comparado y examinar casos puntuales como los de España e Italia. Algunas de estas estructuras están incluso en el centro de discusiones polémicas relacionadas con los procesos de integración regional[44]un producto del Estado internacionalmente integrado que el propio MARX previera en el siglo XIX, lo que vuelve más útil el estudio comparativo de estas formas territoriales.

    • Las formas del régimen estatal, o como prefiero, el régimen político-jurídico[45]que no debe confundirse con el concepto sistema político de la sociedad, que cubrirá una buena parte de nuestro programa y al cual le dedicamos el tercer tema de la asignatura. Debe insistirse en la definición que ofrece el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ en el texto básico de la asignatura: "por régimen estatal entendemos el conjunto de procedimientos y métodos de ejercicio del poder del Estado (…) la faceta funcional de la forma de Estado, es la determinación de su manera real de proceder y expresarse"[46]. Estos métodos de ejercicio del poder estatal pueden derivar en dos categorías fundamentales:

    • a) Democracia

    • b) Dictadura

    El estudio de la democracia como institución debe remitirnos a la Antigüedad misma, a Atenas y toda la teoría democrática expuesta por los grandes filósofos y políticos de entonces; también al liberalismo, ROUSSEAU y TOCQUEVILLE, o las escuelas de la "democracia participativa" y la "Escuela elitista de la democracia". Por esta razón muchos teóricos suelen hablar de democracia antigua, moderna y contemporánea. Claro está, concurren en cada una de estas periodizaciones elementos que no deben descuidarse porque tipifican un status quo, una realidad social y política distinta. No es lo mismo la democracia griega, que la noción democrática liberal francesa, como tampoco lo es la idea de la representación en la doctrina occidental, o nuestra democracia socialista. Por tanto, todo acercamiento a esta temática, más que pretender desentrañar aspectos conceptuales debe ir a las instituciones propias que configuran la democracia contemporánea, debe buscar los pilares básicos sobre los que se ha de sostener un Estado democrático y de Derecho, donde, como plantea el profesor Elías DÍAZ, se conjuguen los elementales presupuestos de participación, de eficacia y legitimidad, y particularmente de posibilidades y realidades de ser parte del proceso de distribución fruto de las gestiones de gobierno y de la gestión popular, encaminada a la satisfacción de sus más encomiables necesidades. Instituciones jurídicas como la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito o la revocatoria, deben ser parte de este análisis sobre la calidad democrática de determinado régimen político.

    En cuanto a la dictadura remito a la bibliografía citada, en particular el texto de DE BLAS GUERRERO. y GARCÍA COTARELO, que contiene algunas clasificaciones de esta institución. No debe despreciarse la vuelta a sociedades como la romana y el distinto significado que tuvo la dictadura. Además, como habíamos pronosticado, es hora de valorar desde este nuevo prisma teórico el concepto de dictadura del proletariado e insistir en si resulta o no compatible con la idea de la democracia y el Estado de Derecho.

    En algunos momentos del recorrido histórico del Estado burgués admitimos como una de sus fases de degeneración al fascismo y el establecimiento del fuhrerprinzip, demostración práctica de la imposición dictatorial y autoritaria del poder. Sobre estas cuestiones debe tenerse mucho cuidado, sobre todo respecto a las concepciones en torno a los Estados socialistas, caracterizados por muchos teóricos como "Estados absolutos" o "autoritarios", visión falseada de los sectores defensores de la doctrina burguesa sobre el Estado.

    Este es un buen momento para polemizar y para pensar cómo mejorar la calidad democrática de nuestras sociedades.

    A manera de resumen, se debe insistir en algunos puntos:

    • 1. El carácter complejo de la categoría forma de Estado y la necesidad de delimitar sus elementos conformadores: la forma de gobierno, la estructura estatal-territorial y el régimen estatal.

    • 2. La necesidad de distinguir los conceptos forma de gobierno y sistema de gobierno, insistiendo en las peculiaridades del sistema de gobierno socialista y los principios que lo sustentan.

    • 3. La utilidad de establecer un cuadro resumen donde se expongan las diversas formas territoriales de distribución del poder, identificando los puntos de convergencia y distinción entre todas, y sus ejemplos en el Derecho Comparado.

    • 4. La identificación de las instituciones básicas para la configuración de la democracia como institución, y como pilar del Estado democrático de Derecho, concepto moderno de gran importancia.

    • 5. La necesidad del análisis crítico de la sociedad democrática en sus distintos momentos históricos y según las peculiaridades socio-políticas del Estado en cuestión, observando cuidadosamente las posiciones contra los fundamentos y principios sostenedores de la democracia socialista.

    El sistema político de la sociedad: elementos estructurales y funcionales

    Relación entre sus componentes y papel de la sociedad civil. El Estado como poder político público. Democracia, representación, participación y mandato.

    En esta ocasión nos aproximamos a una temática de sumo interés en la comprensión del funcionamiento del aparato estatal y más aún, en la idea del papel y situación de la sociedad frente al proceso de toma de decisiones políticas; porque el Estado será analizado, en este caso, como unos de los elementos dentro de una categoría mucho más amplia, que responde al nombre precisamente de sistema político.

    La definición del sistema político como categoría resulta de una interpretación y exposición contemporáneas. En varios de los autores citados -por no decir la mayoría- se atribuye su primera formulación conceptual a David EASTON, quien hacia 1953 publicara un libro intitulado The Political System, an Inquiry in to the State, donde analizaba bajo este prisma las relaciones derivadas del ejercicio del poder y la conducta política en general. Según varios investigadores, este politólogo norteamericano se inspiró en las teorías precedentes de PARSONS, relacionadas con el análisis sistémico y estructural de la vida social pero, a diferencia de este, introdujo el análisis desde la perspectiva de la crisis e inestabilidad de estos sistemas, más allá de su posible construcción sobre categorías inmutables.

    La expresión crítica de este estudio fue lo más notable en la teoría de EASTON, lo que posibilitó aparecieran seguidores de este enfoque sistémico a la altura de ALMOND, KAPLAN o DEUTSCH. Los esfuerzos de EASTON se concentraron en la descripción y construcción de un nuevo modelo, donde, por un lado, se busca que las categorías que lo conforman aparezcan suficientemente definidas y, por otro, que trate de explotarse un análisis de la teoría política en su vinculación más orgánica con la práctica política. Supera, en este sentido, como apunta GOLDMAN, el análisis puramente empirista de los fenómenos políticos, establecido como doctrina hasta entonces.

    Pero este precursor parte de la experiencia social propia de un país que transita hacia las formas más radicales del capitalismo monopolista, lo que indica que esta tesis aunque marca un paso indiscutible de avance en la interpretación de las relaciones sociopolíticas desarrolladas como un sistema, adolece de no determinar el condicionamiento social real del sistema político y sus tendencias, como tampoco establece claramente la relación de este con otros subsistemas en la sociedad, a decir, el cultural, jurídico, etc. Tampoco reconoce el papel del sistema económico en el marco de estas relaciones[47]

    En resumen, varios han sido los postulados teóricos[48]desprendidos de esta noción precursora de EASTON, los cuales deberán ser revisados detenidamente, objetándolos críticamente dentro de las posibilidades, a partir del uso de las herramientas científicas que nos brinda la teoría marxista-leninista.

    Por nuestra parte, de acuerdo con las premisas científicas planteadas por la filosofía marxista y en concordancia con un análisis objetivo del complejo entramado de relaciones que se producen en la sociedad, especialmente entre sus elementos y los centros de decisión de la vida política estatal, se han planteado algunas definiciones, entre las que caben destacar las siguientes:

    • 1. Por sistema político se entiende al "conjunto estructurado de elementos regularmente interrelacionados entre sí, que se ordenan siguiendo una determinada ley o principio, y que actúan como una entidad propia cuyas características devienen la síntesis de la interrelación de sus elementos constitutivos, modificable al sustraer del sistema a algunos de ellos".[49]

    • 2. "Entendemos por sistema político de una sociedad clasista determinada al conjunto de órganos, aparatos, mecanismos, organizaciones, normas de proceder y reglas, que tienen en el aparato estatal su eslabón principal y a través de todas las cuales se adoptan las decisiones políticas".[50]

    A partir de estos enunciados pueden distinguirse algunos rasgos esenciales del sistema político. De manera general puede establecerse que cuando hablamos de sistema político se abarca todo el conjunto de instituciones estatales y no estatales mediante las cuales se apoyan las clases dominantes para ejercer el poder. No obstante, esta idea puede ser superada bajo la premisa de que, en su funcionamiento, dado el carácter sistémico del mismo, participan otros segmentos o clases en la sociedad, que no intervienen directamente en la toma de decisiones políticas, pero contribuyen a la formación de las estructuras de poder. Una de las manifestaciones de este particular lo constituyen los procesos electorales, que en la configuración de la democracia burguesa, como hemos visto, constituyen un elemento esencial en la caracterización de una sociedad como democrática. Por ello resulta válido ir adelantando algunas cuestiones que luego se relacionarán en este tema, pero necesitan de un enfoque integrador.

    ¿Qué nos interesa realmente determinar, y luego profundizar, del sistema político de la sociedad?

    Fundamentalmente, su estructura y la forma en que los elementos que lo componen interactúan. Haremos mención al primero de estos objetivos. A manera de resumen y como parte de un consenso bastante generalizado en la doctrina, aunque lo exponemos desde nuestro prisma marxista, pueden citarse los siguientes elementos estructurales del sistema político:

    • 1. El Estado: Principal elemento del sistema político. De forma general, se han analizado sus rasgos y elementos fundamentales, que redundan en su comprensión como el ente donde se concentra el poder político público, y que determina la vida política de una sociedad. Al representar intereses clasistas, no caben dudas de que se refuerza su papel en la determinación de la esencia de un sistema político. La idea de la concentración en este aparato de los mecanismos de dominación clasista, y el carácter público con que las normas de Derecho que produce son aplicadas hacia la sociedad, moldean la forma en que se extiende este poder, por lo que configuran al Estado como el único elemento capaz de imponer sus decisiones con este carácter de universalidad. Es la expresión más elocuente de la política, no solo aplicada bajo la perspectiva del consenso social, sino imperativamente, si fuere necesario. El resto de los rasgos y elementos que refuerzan estas tesis deben ser sistematizados e identificar su importancia en el desarrollo mismo del sistema político. No debe obviarse igualmente el papel y funciones del Estado en la sociedad y lo que ello implica para la movilización no solo de las elites de poder, sino de las masas en sentido general. Tampoco pueden descuidarse las tipologías históricas estatales, aunque admitimos la razón contemporánea del estudio del sistema político.

    • 2. Los partidos políticos: Tendrá oportunidad de profundizarse sobre el desarrollo histórico, la misión de las estructuras partidistas y sus diferentes tipologías. De manera general, hablamos de un elemento esencial en el desarrollo del sistema político, como ente articulador de tendencias políticas, en razón de la variabilidad de intereses sociales, muy diversos en contenido y forma; como expresión también de la lucha por la obtención del poder político y, en la tradición política burguesa, como la más importante manifestación de una sociedad democrática, por la posibilidad de aglutinar proyectos o programas políticos representativos, como se ha dicho, de los más variados intereses en la sociedad. Es lo que la teoría más extendida reconoce como Estado de partidos, donde convergen algunos principios elementales en el funcionamiento de la sociedad burguesa, a decir, el pluripartidismo y el pluralismo político, a la sazón pilares sobre los que se sostiene la democracia representativa. Por ahora definamos esta categoría como aquella asociación de personas jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del poder político, que se estructura en torno a un programa e ideologías comunes y que generalmente se financia con las contribuciones de sus propios miembros. De esta idea generalizadora de la maquinaria partidista debemos excluir el planteamiento marxista-leninista acerca del partido del proletariado, partido de nuevo tipo, y su papel en la conformación del sistema político en las condiciones del socialismo.

    • 3. Grupos de presión: Esta figura adquiere notable importancia sobre todo en las democracias occidentales. Los ha definido MATHIOT como "los innumerables movimientos, asociaciones, sindicatos o sociedades que, por defender los intereses comunes de sus miembros, se esfuerzan, por todos los medios a su alcance, directos e indirectos, en influir en la acción gubernamental, en su iniciativa y en la opinión pública"[51]. Adquiere precisamente esta relevancia por la multiplicidad de intereses que representan y por la dinámica que le imprimen al sistema político, ensanchado en su teorización tradicional. No debe por ello crear confusiones esta figura, por cuanto se trata, en la mayoría de los casos, de segmentos sociales representados por hombres , asociaciones o entidadess, con cierto poder e influencia, ya sea económica, financiera, política o profesional, que se agrupan de manera generalmente informal -aunque debe precisarse que los grupos de presión se han institucionalizado en mucho sistemas políticos, como el norteamericano-, y que realizan la labor de lobby, o cabildeo, es decir, presión sobre determinadas instancias del aparato estatal, para hacer valer y defender intereses privados. Existe una disputa teórica extendida sobre la multiplicidad de formas que han adquirido estos grupos, incluyéndose los sindicatos y hasta la Iglesia -recuérdese el triste papel asumido por algunas autoridades católicas antes, durante y después del golpe de Estado protagonizado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, y la movilización de la opinión pública en torno a la prédica golpista de estos sacerdotes-, así como la prevalencia de los llamados grupos de interés en la sociedad, que han determinado posturas poco ortodoxas que teorizan sobre la posible inexistencia de tales grupos de presión, y en su lugar sí de múltiples grupos de intereses (RUBIO NÚÑEZ). Lo más importante es destacar que este elemento del sistema político sigue una especie de algoritmo que lo acerca a las estructuras de poder en la sociedad pero que, a diferencia de los partidos políticos, no pretenden ni aspiran a la toma efectiva de este poder. En la práctica se observa como generalmente financian campañas electorales y luego ejercen presión para que cualquier medida tomada por algún órgano estatal no le afecte en el plano particular. No obstante, como apunta GARCÍA PELAYO, puede observarse en esta relación con los partidos políticos una "relación compensatoria", de modo que "mientras más fuertes y representativos de los intereses de los distintos grupos sean los primeros [los partidos], menor entidad tendrán los segundos". Ejemplos de estos grupos nos resultan bien cercanos, como la Fundación Nacional Cubano-Americana, o la National Rifle Association, en Estados Unidos. En Europa existe un fuerte movimiento sindical que actúa como verdadero grupo de presión.

    • 4. Organizaciones No Gubernamentales: Las conocidas ONG"s, pos sus siglas. En este caso, de reciente proliferación internacional, solo abordaremos algunos elementos generales de su diseño y actuación en el escenario político. Se trata de asociaciones que, generalmente, propugnan la defensa de determinados intereses de carácter colectivo, ya sean derechos humanos, en sus diferentes generaciones de desarrollo, la protección del medio ambiente, la lucha contra la discriminación sexual, etc. Menciono que generalmente porque debe observarse con ojo crítico el papel de estas ONG"s, no siempre acorde con el que la teoría le reconoce. Han sido múltiples los casos en que detrás de esta fachada se esconden otras motivaciones, incluso privadas, que nada tienen que ver con obras caritativas o con la acción social general sobre ciertos problemas que afectan al mundo. Su membresía es variable, como su estructura y forma de financiamiento. Una nota característica es su relativa independencia de las estructuras gubernamentales, lo que permite desde su prisma una labor de movilización social intensa, en muchas ocasiones, destinada a cuestionar determinadas actitudes de los sectores políticamente dominantes. Al igual que los grupos de presión, no aspiran a la toma del poder político, pero, sensu contrario, no ejercen una labor de presión en razón a la conveniencia de intereses privados -por regla general-, ni sus opiniones resultan tan vinculantes o comprometedoras como podrían resultar las derivadas de una operación de cabildeo político. En nuestro caso esta figura se conjuga con la existencia de otras organizaciones sociales y de masas, motivo de un análisis posterior.

    De forma abarcadora, estos son los elementos estructurales por excelencia del sistema político. Sin embargo, soy partidario de incorporar aquellos elementos que dan vida a este sistema, bajo la denominación de elementos funcionales. Establezco en este caso una especie de símil respecto al cuerpo humano, de tal forma que mientras los primeros representan la armazón, el andamiaje óseo de nuestro cuerpo, estos segundos imprimen vitalidad y funcionalidad al organismo. Y el símil no va muy lejano a la realidad: en ambos supuestos estamos frente a sistemas, que por regla deben actuar como un todo. Estos elementos funcionales serían, ahorrando cualquier tipo de explicación, que puede ser satisfecha en la búsqueda individual:

    • 1. El Derecho, y

    • 2. Las ideologías

    Un simple examen del significado de cada una de estas categorías es suficiente para dar respuesta a su importancia en el sistema político. Baste solo señalar que el Estado, sin el Derecho como elemento legitimador, como mecanismo de imposición de sus decisiones en la colectividad, carecería en buena medida de sentido, lo mismo que un partido que no promueva y aglutine en su seno a un grupo ideológicamente identificado, carecería de toda posible homogeneidad. Sabemos también la función ideológica del Estado y su estrecho vínculo con las normas que de él emanan.

    Las relaciones entre estos elementos son perceptibles. El propio enfoque sistémico obliga a admitir que entre ellos existe una interconexión constante, que provee de dinámica al sistema político. Que unos elementos posean más fuerza o relevancia que otros en determinado contexto es posible. Solo debe asumirse que, sin lugar a dudas, resulta el Estado, detentador de ese poder político público, el más importante de estos elementos estructurales.[52]

    Por lo demás, solo quisiera insistir en el papel de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones y la vida política misma. No nos detendremos en caracterizar esta categoría, que por mucho tiempo, como observa la profesora Martha PRIETO VALDÉS, se vio diluida entre análisis estructuralistas y economicistas en nuestro país, excluida, si se quiere, de nuestra teoría por ver en ella una "reminiscencia de la vieja doctrina"[53]. Lo importante resulta admitir la dimensión de la participación de la sociedad organizada en la gestión de gobierno, en la adopción de decisiones con trascendencia política para el desarrollo nacional, en todos los espacios posibles.

    Instrumentando otro de los conceptos que aquí reiteramos, el de democracia, no debemos olvidar que el profesor Elías DÍAZ habla precisamente de un doble sentido democrático, por un lado, la posibilidad de participar directamente en la gestión de gobierno, y por otro, de disfrutar de esta, de manera que quedara configurada una especia de redistribución de los esfuerzos sociales. ¿Quién mejor que la propia sociedad civil para actuar en el marco de las decisiones más trascendentales para el desarrollo de la sociedad misma? El sistema político no resulta entonces una categoría antagónica a la de sociedad civil, como muchos dentro y fuera quisieron justificar. Son categorías complementarias, y me atrevería a asumir, que en las condiciones actuales, en cualquier tipo de sociedad, la sociedad civil se instaura como un nuevo elemento estructural del sistema político, es más, como un doble-elemento, porque funcionalmente se convierte en destinataria de parte de las normas de Derecho producidas y aplicadas por el Estado y es el cuerpo mismo, el teatro mismo, donde confluyen, se defienden y se contraponen posiciones ideológicas determinadas. Y por supuesto, no resulta necesario abundar acerca de la sobreentendida importancia del conglomerado social en la movilización en torno a programas políticos y de partido, ni respecto a la formación y relevancia de la opinión pública en el tracto de las relaciones sociopolíticas.

    Sobre el resto de los elementos contemplados en los contenidos a desarrollar insisto en la lectura del epígrafe intitulado "La falsedad de la democracia representativa burguesa. Vacuidad y falsificación", en las páginas 21-37 del libro de texto básico, del profesor FERNÁNDEZ BULTÉ. Existen también varias referencias en los materiales indicados en soporte electrónico, e invito, en un paso tentador sobre algunas materias de la disciplina de Derecho Civil a examinar el significado y contenido de algunas figuras como la representación y el mandato y las implicaciones que podrían tener para la concepción misma del sistema político. De la lectura del tópico señalado, debemos enfatizar en la importancia de los términos que se emplean. Aunque no se puede restar mérito al impulso democrático experimentado en muchas de las sociedades burguesas, debe apreciarse críticamente algunos de los elementos que conducen a afirmar la falsificación de parte de sus fundamentos. No olvidemos que nuestro máximo órgano de poder, investido con potestades legislativas y constituyentes es expresión también de la representación de la sociedad. En esto posee un valor trascendental en enfoque socioclasista con que se analice determinado sistema político, y la ponderación de intereses sociales en uno y otro caso, distinguiendo nuestra democracia socialista de la tradicional democracia de partidos burguesa.

    Sobre estas últimas temáticas también se pueden adelantar algunos pasos sobre la teoría de la representación política sistematizada en la configuración de los sistemas electorales.

    A modo de conclusión, debe insistirse en los siguientes aspectos:

    • 1. La concepción de sistema político de la sociedad y la determinación de sus elementos estructurales y funcionales.

    • 2. La relación entre los elementos conformadores del sistema político y los rasgos distintivos entre unos y otros, vgr., Estado-partidos políticos; partidos políticos-grupos de presión; grupos de presión-ONG"s.

    • 3. La importancia de la sociedad civil en la estructuración y funcionamiento del sistema político, y el carácter de doble-elemento que se ha introducido en esta clase.

    • 4. El valor de las categorías representación, mandato y participación en una sociedad democrática y sus disyuntivas desde la óptica tradicional burguesa y desde nuestra visión como sociedad socialista.

    La organización y participación política de la sociedad

    Partidos políticos: noción histórica y conceptual. Los elementos conformadores de los partidos políticos. Sistemas de partidos: breve examen comparado. La concepción marxista del partido del proletariado.

    Continuamos con el examen de los principales elementos estructurales del sistema político. Si bien se ha indicado la importancia del Estado como parte de este sistema y su posición fundamental entre sus elementos, no menos relevante resulta el estudio de uno de los componentes, que a juicio de una buena parte de la doctrina, esencialmente burguesa, reconoce como imprescindible para llevar a vías de hecho el principio democrático, identificado, como hemos analizado, en la categoría de representación política.

    La temática relativa a los partidos políticos se convierte entonces en un agudo tema, que parte de puntos controversiales, ora dentro de la sociedad burguesa en sí misma, ora respecto a nuestra sociedad socialista, sobre la que incorporaremos algunas referencias acerca del partido del proletariado, partido de nuevo tipo, fruto del marxismo-leninismo. Por tanto, me limitaré a exponer algunas cuestiones históricas, conceptuales, probablemente algunos criterios de clasificación de estas estructuras políticas y algunas reflexiones en torno a los fenómenos de la participación popular en la vida política y otros conceptos afines.

    En el desarrollo de los contenidos anteriores ofrecíamos un acercamiento conceptual acerca de los partidos políticos y apuntábamos que podía entenderse por tal aquella "asociación de personas jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del poder político, que se estructura en torno a un programa e ideologías comunes y que generalmente se financia con las contribuciones de sus propios miembros". Sobre el universo conceptual de esta categoría existen múltiples referencias. Pero, como señala FERNÁNDEZ BAEZA, "prácticamente no existen definiciones globales de ellos, sino conceptualizaciones referidas a problemas acotados (representación, articulación de intereses, legitimidad, ideologías, etc.). Pero, por otra parte, la variedad de los sistemas políticos dificultan los paradigmas y las comparaciones, obligando a la utilización de enfoques alternativos para su análisis"[54].

    Como puede observarse, este planteamiento resume la complejidad del tratamiento conceptual de esta categoría, y nos indica el camino hacia la determinación de sus funciones en la sociedad, que se desarrollará más adelante. Pero esta complejidad deriva de la propia evolución histórica de los partidos políticos. Ya señalaba DUVERGER que hasta 1850, en el sentido político de la palabra, no se conocían estos partidos, a excepción de los Estados Unidos de Norteamérica. Podía hablarse en su lugar de tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento o grupos parlamentarios. Para otros, estos partidos políticos resultan del proceso de formación de los Estados nacionales, aunque obsérvese la fecha de la Paz de Westfalia y se tendrá una idea que antecede dos siglos a la ubicación que en esta idea nos ofrece DUVERGER. De todas maneras, la determinación del momento de surgimiento de los partidos políticos resultaría tan inexacta como irrelevante. Conste además, que como sucede con otras tantas categorías en el Derecho y la Teoría del Estado, en particular, muchos de los períodos en su evolución están marcados por determinados acontecimientos dentro de la práctica jurídica. Así, por ejemplo, si deseara seguirse un espíritu constitucionalista, que al parecer domina en importante medida el estudio del fenómeno partidista, se arribaría probablemente a la conclusión, con TORRES DEL MORAL, de que "el reconocimiento constitucional[55]de los partidos políticos es un hecho relativamente reciente, de mediados de nuestro siglo [el siglo XX]"[56], existiendo anteriormente solo fuerzas "de hecho", y algún que otro precedente aislado.

    Algunos autores nos indican que las raíces históricas de la formación de estas estructuras políticas devienen de la práctica antigua, y podían perfectamente constatarse en Roma en las disputas de Mario y Sila, o en la idea de "nuevos partidos democráticos" que ha dejado sentadas en uno de sus textos nuestro profesor FERNÁNDEZ BULTÉ[57]también el la época romana. Otros momentos de esta evolución deberían hallarse en las confrontaciones políticas de las Repúblicas italianas del Medioevo y, de manera más cercana a los procesos transformadores de la sociedad política inglesa, en medio de las disputas entre los York y Lancaster, durante la Guerra de las Dos Rosas, el germen de los cavadores (diggers) y niveladores (levellers), hasta la confrontación entre wighs y tories, liberales y conservadores. En Estados Unidos sobresale la formación de los Old Gran Parties, que derivaría prontamente en el bipartidismo clásico que ha llegado hasta nosotros, hoy, bajo las nomenclaturas de Partido Republicano y Partido Demócrata.

    En todo caso habría que revisar las historias nacionales, que como han advertido los clásicos del marxismo, resultan de la historia, compleja y turbulenta, de la lucha de clases, por lo que la primera lección, que no podemos concluir al margen de los factores históricos, es que la noción de partido político posee esencialmente una naturaleza clasista. Por ello, dentro de ese decursar histórico, deben insertarse las tesis renovadoras y progresistas de los partidos comunistas del siglo XIX -el Manifiesto de Marx y Engels antecede a la fecha de análisis comparativo propuesta por DUVERGER-, y del partido guiado por Lenin durante la Revolución de Octubre.

    Este entramado de sucesos obliga primariamente a evaluar los contextos donde se producen los principales acontecimientos políticos, a través de algunas categorías que han variado en la medida que la historia social misma ha transcurrido. Actualmente, suele hablarse de pluralismo político, pluripartidismo, cooperativismo político, democracia representativa o de partidos, Estado de partidos. Cada una de estas categorías encierra interpretaciones que pueden variar según el contexto político y que además de corresponden con la visión de los protagonistas de la vida política según el escenario concreto donde se desarrollen. Al dominar en su esencia estos postulados, podrá advertirse por qué resulta tan complicado abordar la problemática de estas organizaciones políticas, sin escapar a posiciones que la propia filosofía ha determinado como partidistas.

    Categorías como pluralismo político y pluripartidismo son frecuentemente confundidas. Suele ponerse en el mismo plano la diversidad de opciones e ideologías y la multiplicidad de partidos, elementos que no se corresponden necesariamente. Evidentemente, para una tradicional doctrina en muchos países capitalistas, la identificación de varios partidos u organizaciones con fines políticos constituyen el indicador más palpable de la "salud" del sistema democrático, algo que la experiencia histórica en la construcción del socialismo, especialmente en nuestro país, contradice en los hechos. Como resulta de la propia realidad, allí donde existen cientos de partidos políticos no han podido resolverse elementales problemas de la sociedad y ni siquiera se hace efectiva la plena participación de las masas en la selección de sus representantes. Inclusive, en una de las naciones donde se propugna y se interviene en el resto del mundo en aras de garantizar la democracia, no por gusto existe una "Escuela de la Democracia Mínima", que tiene como sustento doctrinal que a menor participación popular en los asuntos de gobierno, más fluidez y efectividad tendrá el aparato de poder, evidentemente formado por los grupos de elite, lo que resulta contraproducente en relación al ánimo electoralista prevaleciente en las democracias burguesas. El caso de análisis es Estados Unidos, y los propios por cientos en la participación popular en las elecciones de aquel país son suficientes para validar este criterio.

    Sobre la democracia representativa no abundaremos, so pretexto de su tratamiento anterior.

    En cuanto al término Estado de partidos, aparece una rica bibliografía de consulta. Señala GARCÍA PELAYO[58]que esta categoría fue insertada en los estudios teóricos y constitucionales a partir, fundamentalmente, de la obra de THOMA, RADBRUCH y KOELLREUTER, y desde entonces se ha derramado en estas disciplinas, como puede constatarse entre nuestros textos de consulta en TORRES DEL MORAL, DE BLAS GUERRERO, A. y GARCÍA COTARELO, R., inter alia. Se traduce, concretamente, en la noción de que los partidos políticos "todavía articulan políticamente la sociedad desde fuera de los órganos estatales y la gobiernan desde dentro de ellos"[59], lo que equivale a decir que existe una profunda imbricación entre el componente partidista del Estado y su naturaleza social, determinando la cualidad actual de Estado social de partidos, que se le atribuye a los Estados burgueses (técnicamente llamados Estados sociales y democráticos de Derecho).

    Como se ha manifestado con anterioridad, la propia naturaleza de este elemento del sistema político ha obligado a revisar algunas de sus características generales y principalmente sus funciones, con preferencia a cualquier intento de definición. En consecuencia plantearemos algunas de ellas y remitiremos a la bibliografía de consulta para sistematizarlas y ampliarlas.

    Sobre las características, cabe recordar que se trata de una asociación de personas, con una jerarquía determinada, cuyo fin es la toma del poder político, que se desenvuelven en torno a un programa e ideología comunes, y que gozan de financiamiento (lo cual puede ser variable en función de si se trata de autofinanciamiento a partir de las donaciones de sus miembros o si reciben financiamiento propio del Estado). Estas características permitirían incluso un acercamiento conceptual, pero no son suficientes. Respecto a otros elementos de rigor, debe destacarse lo relativo a su naturaleza y carácter. Para algunos autores, como TORRES DEL MORAL, estamos frente a asociaciones, en términos jurídicos, lo que implica una cuota de voluntariedad en su composición. Para nuestra teoría marxista, así como lo han dejado establecido además nuestros profesores FERNÁNDEZ BULTÉ y CAÑIZARES ABELEDO, el carácter de los partidos no puede dejar de ser clasista, a pesar de aquellos que al ver en estas estructuras un elemento intermedio entre la sociedad civil y el Estado, pretenden enmascarar su verdadera esencia.

    En relación a las funciones deben distinguirse algunos criterios básicos, entre ellos los contenidos en el texto de DE BLAS GUERRERO, A. y GARCÍA COTARELO, R., al que remitimos y en un cuadro de mucho interés que representa en la obra colectiva citada el profesor FERNÁNDEZ BAEZA (vid. p. 86). Entre ellas podemos destacar las funciones de socialización política; movilización de la opinión pública; representación de intereses y legitimación del sistema político, en las coordenadas sociales y, respecto a las funciones institucionales: el reclutamiento y selección de elites; la organización de las elecciones; organización y composición del gobierno y los órganos legislativos, entre otras. Revísese con carácter imprescindible nuestro artículo 5 constitucional y se tendrá una idea de la fundamental función de nuestro partido en la sociedad y el Estado (investido como fuerza dirigente y superior).

    La clasificación de los partidos políticos es múltiple. Pueden obtenerse referencias en todos los materiales citados en este epígrafe y otros para las consultas. Se destacan algunos criterios de clasificación como los de WEBER (partidos como asociaciones legales formales; partidos carismáticos; tradicionales; doctrinales, etc.), o el de DUVERGER (partidos de cuadros; partidos de masas; totalitarios -donde se recurre al intencional error de clasificar los partidos comunistas como totalitarios-; partidos especializados, entre otros). Igualmente ha tenido eco la clasificación propuesta por DE ESTEBAN Y LÓPEZ GUERRA, que define los partidos de notables, de militantes y de votantes, como las manifestaciones más sobresalientes.

    La teoría en torno a los partidos políticos es tan rica como compleja, como hemos insistido. Solo faltaría a este estudio introductorio sumar los elementos que desde nuestra perspectiva marxista nos permiten hablar del partido del proletariado, como partido de nuevo tipo.

    Establezcamos, primeramente, una idea válida. En su estructura, a los fines de la comprensión metodológica de este elemento del sistema político, el partido en las condiciones de la sociedad socialista no difiere respecto a la noción tradicional de estas organizaciones políticas. No deja de ser una asociación -organización, preferiblemente- de personas, con una jerarquía determinada, con autofinanciamiento, con una plataforma programática y una ideología común, así como con un carácter clasista. Pero los fines y funciones difieren sustancialmente. En esta ocasión prefiero invitar a realizar un estudio particular de las experiencias de los partidos socialistas y comunistas a lo largo de la historia, por ejemplo, la transformación del Partido Bolchevique que fue la máxima expresión práctica de las ideas ya plasmadas por Marx y Engels en su Manifiesto Comunista, bajo la conducción de Lenin, a quien debemos una profunda interpretación y aplicación de la doctrina marxista, para concentrarnos en nuestra propia realidad, con nuestro Partido Comunista, heredero del Partido Revolucionario Cubano de Martí y del Partido fundado por Mella y Baliño.

    No se trata de un partido de elites, si bien sus miembros representan la vanguardia organizada de la clase obrera. No es su función primordial la mera movilización electoral de los ciudadanos para formar gobierno, por lo que ratifica la fórmula de que en nuestro país el Partido no postula ni elige. No es la labor propagandística unos de sus fines esenciales (aunque esta es una herramienta válida para extender muchos de los conceptos y principios de nuestra sociedad, en cuyo caso sí es empleada en los más importantes escenarios políticos y sociales, en defensa de nuestras ideas). No es un órgano de administración y gobierno. Su tarea principal es la dirección de las masas, es expresarse como fuerza dirigente superior de la sociedad, es organizar y en los marcos de su membresía establecer la disciplina partidista, cultivando el valor del respeto y defensa de la ideología revolucionaria, marxista-leninista y martiana. Es expresión de la cohesión política de nuestra sociedad socialista. Orienta y traza las líneas políticas a seguir, sin que ello presuponga que se desplace al Estado en su función y posición en el sistema político, como elemento estructural fundamental. Estas características pueden perfectamente resumir la esencia del partido de nuevo tipo que impulsaran los padres fundadores del comunismo científico, y que llevara a la práctica Lenin, hoy en una manifestación singular en nuestras condiciones, aunque no por ello debamos desconocer el papel de otras fuerzas dirigentes comunistas que desarrollan sus programas políticos como el Partido Comunista chino o el vietnamita y, con un nuevo matiz y grandes expectativas, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en otras circunstancias[60]

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