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Por el Sendero de los Triunfadores (página 2)


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Probablemente me dirá: Soy lo suficientemente responsable para saber lo que hago. De acuerdo. Sin embargo, no siempre es así.

Las personas somos profundamente emocionales. Operamos influenciados por nuestros sentimientos y dejarnos arrastrar por esa corriente emotiva puede llevarnos a buenos resultados o a la derrota, como advierte el libro de Libros, la Biblia: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?"(Jeremías 17.9)

Observe que la mayor inclinación, cuando nos dejamos mover por las "corazonadas", es a cometer errores. ¿Por qué motivo? Porque hasta tanto nos movamos bajo los mismos paradigmas que nos han influenciado y dominado por años, en los que priman pautas de pensamiento de la sociedad que nos rodea, difícilmente se producirán cambios en nuestras acciones.

Pensamientos de maldad

Es necesario recabar en la profunda influencia que ejerce en nuestro ser el medio que nos rodea.

Un autor de la antigüedad testimonio esta situación cuando escribió: "Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente"(Proverbios 20:5, Nueva Versión Internacional)

Sin Dios morando en nuestro corazón, es apenas natural que nos movamos alrededor de aquello que consideramos que consideramos correcto. Por ejemplo, alguien que ha crecido en medio de una sociedad permeada por la violencia, considerará la venganza como algo natural, apenas previsible. Es más, lo concebirá como algo natural.

Un canal de televisión colombiano transmitió un documental sobre los pandilleros. Lo sorprendente y a la vez preocupante, es que niños y adolescentes ansiaban crecer para ser como uno de los líderes de aquellos grupos delincuenciales. Les profesaban admiración.

Lo que decimos, revela lo que pensamos

¿Le ha ocurrido alguna vez que expresó lo primero que vino a su mente? Lo más probable es que quienes le rodean, le hayan hecho bromas diciéndole: "Lo traicionó el inconciente". Sin duda es así. Cuanto pensamos, temprano o tarde emerge como un volcán en erupción.

El ser más grande de todos los tiempos, el amado Hijo de Dios, Jesucristo, dejó claro este principio cuando enseñó: "¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca."(Mateo 12.34)

Puso de manifiesto que toda persona obedece a lo bueno o lo mayo que haya permitido anidar en su mente. Con frecuencia desestimamos la importancia de ser cuidadosos con la información que procesamos en la parte más profunda de cada quien y que la Biblia llama corazón.

Por esa razón el amado Salvador instruyó que "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca."(Lucas 6.45)

Es común que expresemos, no aquello que queremos callar, sino lo que sentimos verdaderamente. No olvide que lo que hay dentro de nosotros, aflora. El Señor Jesús lo ilustró de la siguiente manera. "Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos"(Mateo 7:16-18)

Es hora del cambiar. Piénselo. Y algo más: es posible renovar sus pensamientos, y reorientar sus acciones. Usted será el primer beneficiario, pero también su amada familia y las personas que le rodean.

Reordene su forma de pensar

Es interesante que al coincidir que si nuestros pensamientos determinan nuestras acciones, entendamos que el primero que tiene conciencia de la importancia de los pensamientos y que sean los mejores, es Dios mismo.

Hace siglos testimonio este principio del Reino cuando dijo a Su pueblo a través del profeta Isaías: "«Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!"(Isaías 55.8,9, Nueva Versión Internacional)

Dios tiene los mejores planes para su vida y para la mía. Lo interesante, que no deja llamar poderosamente nuestra atención, es que todo parte de los pensamientos.

Una pregunta que sin duda se estará formulando: ¿Cómo cambiar mis actitudes? Pues bien, de acuerdo con la Ley ineludible del Reino de Dios: "Nuestros pensamientos determinan nuestras acciones", si comienza a renovar sus pensamientos, se producirá una transformación en cuanto hace.

El apóstol Pablo lo dejó bien claro cuando recomendó a los cristianos del primer siglo: "No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta."(Romanos 12:2, Nueva Versión Internacional)

Por supuesto, la sociedad que nos rodea presionará para que obremos en consonancia con lo que consideran "bueno", "aceptable" o "excelente". Usted sabe que un mundo plagado de maldad no se extraña si usted obra con malicia. Lo extraño es que obre conforme debe hacerlo, con justicia. Y aun cuando obrar bien luzca extraño para los demás, y lo convierta en blanco de críticas y burlas, debe seguir haciéndolo.

Cambiar, entonces, parte de modificar nuestros patrones de pensamiento, acogiendo la propia recomendación del apóstol Pablo cuando escribe: "Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio."(Filipenses 4.8, Nueva Versión Internacional)

Sin duda, reemplazar pensamientos de maldad por pensamientos de bien, influirá directa y positivamente en lo que hacemos. Tome hoy la decisión: con ayuda de Dios cambie su forma de pensar y de hecho, cambiará su forma de actuar.

Capítulo 4

Paz interior, paso para una vida plena

La conocían como Doña Amargura. Tenía cuarenta años, pero parecía de cincuenta, con muchas arrugas surcando su rostro y la tristeza reflejada en el rostro, la misma que le robaba encanto a su sonrisa. Era devota católica y no fallaba a misa de domingo. Incólume, insensible, con el ceño fruncido.

Las personas la miraban con reticencia y en más de una ocasión, los niños le gritaron: "Vieja bruja…" y salían corriendo.

Incluso se llegó a rumorar, que su casa era cuna de espantos. Tal vez porque vivía en esa soledad tan pesada, que se podía palpar con las manos.

Ah, y no me deje olvidar de un detalle que le llamará la atención: no tenía amigos porque con todos reñía. Laura se había convertido en el problema del pueblo. La amargura destilaba por sus poros. Algunos la atribuían al hecho de que su esposo había muerto muy joven, mientras hacía un viaje a la capital. Otros, al hecho de que no tuvo hijos.

Un día alguien, audaz y en cierta medida sin medir el alcance de las consecuencias, se atrevió a abordarla para hablarle del poder transformador de Jesucristo.

Váyase de mi casa ahora mismo, o le voy a echar agua…–lo amenazó fuera de sí.

Su eventual interlocutor no se inmutó. Le extendió una Biblia ajada y la retó a leerla. Ella le cerró la puerta en las narices. Y aunque tiró a un rincón el ejemplar de las Escrituras, una noche comenzó a leerla y le impactó un pasaje que sería la entrada a una vida renovada: "Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia" (Juan 10:10 b)

Desde ese momento se arriesgó a creer y su vida comenzó a experimentar cambios. El cambio no se produjo de la noche a la mañana, fue progresivo. Y esa transformación le llevó a algo que jamás imaginó, aunque lo anhelaba: la paz interior.

Hoy ayuda como maestra de Escuela Dominical en la iglesia en la que se congrega. "Ahora sí puedo decir que vivo plenamente", señala Laura con una amplia sonrisa.

¿Desea el éxito? Sin duda que sí. Todos lo deseamos. Está en nuestros genes. Forma parte de nuestro ser y debe ser así, porque Dios nos concibió para ser triunfadores. En ese orden de ideas, la dirección a seguir es aplicar una cuarta Ley del Reino de Dios: Paz Interior.

El gran interrogante es, ¿cómo lograrla? Y para entender el asunto, es necesario que evaluemos lo que roba la paz interior, en su contexto, y cómo superar los obstáculos que se nos presentan.

Situaciones que nos afectan

Una encuesta publicada por el diario El País, de amplia circulación en Colombia, referente a cuáles eran los factores externos que incidían negativamente en la salud mental de las personas, reveló que para el 69%, eran los problemas económicos; un 11% opinó que las dificultades intrafamiliares; un 15% expresó que le desencadenaban inquietudes las discusiones con la pareja y un 5% que otros aspectos estrechamente ligados a las relaciones interpersonales. En total se auscultó el criterio de 1.086 hombres y mujeres.

Todos coincidieron en señalar que los obstáculos y las dificultades desencadenaban inestabilidad en sus emociones e incidían negativamente en su forma de ver la vida.

Economía y familia

A este estudio me permito sumar otro de trascendencia. La Secretaría de Salud Municipal en Santiago de Cali informó que en la ciudad anualmente se atiende a 20 mil personas con tensión nerviosa producto de la ansiedad. En su orden, los especialistas identificaron tres factores que influyen en la desestabilización emocional de las personas: los problemas económicos, las crisis familiares y los conflictos de pareja.

Como consecuencia de experimentar la sensación de encontrarse en un callejón sin salida y que sus problemas nunca tendrán fin, tan solo en el 2009 se presentaron 275 intentos fallidos de suicidio protagonizados por 170 mujeres y 96 hombres.

"Las personas que han sufrido estas alteraciones, producto de la problemática, suelen preocuparse demasiado y tienen muchos momentos de ira y estrés", precisó Beatriz Isaza, Coordinadora de Salud Mental en dicha dependencia.

En Colombia y el mundo

La inestabilidad emocional es un problema grave. En Colombia, 25 de cada cien personas la enfrentan, de acuerdo con los registros que maneja el Ministerio de Protección Social. Una situación muy similar a lo que ocurre en el resto del Continente Americano.

Ahora, el panorama mundial también resulta desalentador en este aspecto:

Las estadísticas hablan de 450 millones de hombres y mujeres afectados anualmente por las consecuencias de los problemas que enfrentan cada día.

Para encontrar una salida al caos en que se ha convertido su mundo interior, 1.000.000 de estas personas acuden al suicidio. Y algo más preocupante aún: del conjunto de quienes se encuentran atravesando por estados de crisis, se estima que el 50% no tienen acceso a servicio médico ni consultan por su caso ante un especialista.

Paz interior, la clave

Hace pocos días los diarios del mundo registraron una noticia particular. El deceso de una venerable mujer. No era un deceso más, sino de aquellos que ocurren una vez cada siglo, que convoca a las autoridades de las ciudades y se tornan en comentario nacional.

Había fallecido Margaret Fitzgerald en Moncton, Inglaterra, una de las quince personas con más edad en el mundo. Tenía 113 años, pocos días después de su último cumpleaños.

Vivió la vida plenamente.-comentó su sobrina Iliana, mientras que su tataranieto Robert, atribuyó el hecho a su fe y a la tranquilidad en su vida–. Amaba a Dios y se llevaba bien con todos. Era una mujer muy tranquila–.

Cuando Margaret nació, la reina Victoria de Inglaterra seguía siendo la monarca del Imperio Británico, y a los siete años vió asombrada, con ojos que captaron para siempre la imagen aparecida en los periódicos, de los hermanos Wright cuando realizaron el primer vuelo en un aeroplano impulsado por un motor.

Sus progenitores murieron a los noventa años de edad, y algo curioso, ella asistió al funeral de su único hijo. Las escenas más memorables de su existencia quedaron plasmadas para la posteridad en flores color sepia que se han ido desgastando con el paso de los años.

La clave, coincidieron en asegurar quienes le conocieron, fue la fe en Dios y la paz interior que gobernaba su ser.

Paz que sobrepasa todo entendimiento

Piénselo. En su vida necesita Paz Interior, una de las leyes universales del Reino de Dios.

El caso de Margaret Fitzgerald no se repite con mucha frecuencia. Los problemas llevan a millones de personas anualmente a morir antes de tiempo, por enfermedades e infartos que reducen sus expectativas de vida.

Con fundamento en la Biblia, el libro más maravilloso de todos los tiempos, me permito compartir con usted algunos principios que le permitirán poner orden en su mundo interior y encontrar la verdadera paz, aquella que tanto necesita para enfrentar exitosamente los problemas que enfrenta cada día.

1. Una buena relación con Dios

El equilibro espiritual es esencial para avanzar en el proceso de afianzar un reordenamiento del mundo interior. En ese orden de ideas un paso esencial que debe dar toda persona, es tener una buena relación con Dios.

Uno de los patriarcas de la antigüedad lo expresó en términos sencillos que encierran un profundo significado: "Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien."(Job 22:21)

Aun cuando se arrepintió de sus años de maldad, Juvencio Mosquera vivió por años escondido en un pueblo remoto de Bolivia tras una vida de maldad en la que dejó familias huérfanas y huellas impregnadas de tristeza y dolor.

Sólo vino a tener paz, el día en que reconoció que esa afanosa búsqueda de refugio, en la que no hallaba sosiego porque aún en el lugar más recóndito sentía que alguien o algo lo perseguían, el día que pidió perdón a Dios.

Luego, tranquila su conciencia, vino un segundo paso que le permitió afianzar la paz interior: a través de un amigo de su país de origen, se dio a la tarea de conseguir las direcciones de las familias en las que había sembrado tanta angustia con robos y crímenes. Y en un espacio de siete meses, envió doscientas veinte cartas pidiendo perdón.

"Ahora puedo vivir tranquilo, porque me perdonaron. Y si alguien aún conserva su odio, se que Dios tocará su vida para que algún día lo hagan", señala con una sonrisa que ilumina su rostro.

La conciencia de pecado nos roba la tranquilidad. En tanto no estemos a cuentas con el Señor, sentiremos la sensación de que algo nos falta. Por esa razón, hay tres pasos recomendables: el primero, arrepentirnos por las fallas cometidas hasta ahora; el segundo, pedir perdón a Dios por nuestros pecados, y el tercero, disponernos para el cambio con Su divino poder.

2. Alimente el hábito de la alegría

Recientemente en Colombia se realizó el Primer Congreso Internacional de la Felicidad. Los expertos coincidieron en señalar que el problema del ser humano es que confunden felicidad con estado de ánimo, y por el hecho de que son variables, lo que hoy llaman estar feliz, en cuestión de horas y minutos puede ser preocupación o amargura. La verdadera felicidad, explicaron los especialistas, parte de un principio de vida, que es de carácter permanente.

Ahora, si queremos que se produzca el afianzamiento de esa felicidad no producto de las circunstancias sino como un principio de vida, debemos tener paz interior, la misma que parte de una buena relación con Dios. Él es el dador de la felicidad como describió el rey David: "Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. "(Salmo 4:7, 8; Cf. Salmo 29:11)

La paz interior permite que tengamos tranquilidad y dominio de la situación, cualquiera sea la situación que enfrentemos, adversa o favorable.

3. Asumir sólidos principios bíblicos

Cuando le hablaban de la Biblia, Silvio se enfurecía. "No tengo tiempo para asuntos de religión", repetía con rabia y destellos de fuego en su mirada. Estaba convencido que su mundo, aquél al que estaba acostumbrado y que representaba una realidad distinta de la que vivían los demás, era lo mejor y no quería intromisiones.

Debes cambiar, hijo-le dijo su madre un día, mientras tomaban el desayuno. Se veía cansada–. Temo que, una vez solo, no sepas manejar tu vida y tengas problemas con todo el mundo–.

Despreocúpate, mamá-le dijo él–. Creo que el problema no está en mi sino en los demás que no me comprenden–.

Cuando terminaron la conversación, la mujer que arrastraba con pesadez todo el cúmulo de sufrimientos producto de un esposo borracho que falleció en un accidente de tránsito, totalmente embrutecido por el alcohol, y el desaliento por un hijo rebelde, le extendió un ejemplar de la Biblia.

Descubrirás que es un libro maravilloso-comentó, mientras le extendía el ajado texto.

Él lo guardó en un cajón donde almacenaba aquello que se repetía, iba a botar apenas tuviera tiempo. Y no tomó conciencia de que estaba ahí, sino cuatro meses después de fallecida su madre. Fue entonces que descubrió en la Biblia un infinito tesoro que le ayudó en su proceso de tener paz interior y de llevarse bien con Dios y con quienes le rodeaban.

Para muchas personas, la Biblia es un libro filosófico o de carácter religioso. Sin embargo, cuando profundizamos en su estudio descubrimos principios prácticos y sencillos, que nos ayudan al crecimiento en dos dimensiones, la personal y la espiritual

Asumir esas pautas bíblicos, nos ayudan a alcanzar y conservar la paz interior: "Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo."(Salmo 119:165)

¿Cuál es la razón? Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los principios bíblicos, se produce una transformación en nuestra forma de pensar y de actuar. Y eso es esencial en la aplicación de esa cuarta e infalible Ley del Reino de Dios: Paz Interior.

4. Reconozca que hay situaciones que se salen de las manos

Con frecuencia nos llenamos de preocupaciones porque queremos resolver todos los problemas. ¡Tremendo error! Es necesario aceptar que hay situaciones que son ajenas a nuestra voluntad y cuya resolución no depende de nosotros; muchos asuntos se salen de nuestras manos.

Asumir este principio de vida, nos ayuda en el proceso de alcanzar y conservar la paz interior, como enseñan las Escrituras: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos."(Isaías 26:3, 4)

Si hay problemas que nos parecen verdaderos gigantes, debemos ir a alguien cuyo poder es ilimitado, mucho mayor que cualquier capacidad que usted y yo tenemos: ese alguien es Dios. Confiar en Él. Depositar toda nuestra esperanza en Él, que todo lo puede y nos ayuda a encontrar salida al laberinto.

5. La paz interior, una decisión personal

En el proceso de afianzar esa cuarta Ley del Reino de Dios, tenga presente que Dios no nos concibió para vivir amargados sino "…que a paz nos llamó Dios. "(1 Corintios 7:15 b)

Sobre esta base, cada quien decide si se amarga o por el contrario, con ayuda de Dios, avanza hacia el afianzamiento de la paz interior en su existencia. Nadie nos obliga. Insisto que se trata de una decisión personal.

El apóstol Pedro, por su parte, reafirmó este principio cuando escribió a los cristianos del primer siglo y a nosotros hoy: "Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. "(1 Pedro 3.10, 11). Cuando optamos por la paz, esa paz gobierna nuestra forma de pensar y de actuar: "Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."(Colosenses 3:15)

Piénselo por un instante: usted puede optar, con ayuda de Dios, por esa tranquilidad que le permite dar pasos sólidos hacia una vida plena: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."(Filipenses 4.7).

En adelante, recuérdelo siempre: la decisión de amargarse o vivir con alegría, gobernado por la paz interior, es suya y nada más que suya.

6. Jesucristo, la fuente de la paz interior

Si tenemos claro que la paz interior no depende de lo variables que pueden ser los estados de ánimo; que en tanto hayan preocupaciones, estaremos ansiosos y que hay problemas que no está en nuestras manos resolver, es necesario aprender otro principio: una estrecha dependencia del Señor Jesucristo.

El amado Salvador es la fuente de la verdadera paz, como lo dijo a sus discípulos y también a nosotros hoy: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo."(Juan 14:28). Un poco más adelante, dirigiéndose a una multitud, reafirmó que de Él procede la verdadera paz: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."(Juan 16.33)

El asunto esta en mantenernos unidos a Él. Permitir que Jesús gobierne nuestro ser: lo que pensamos y hacemos. Esa disposición nos lleva a conservar la paz interior que convierte a hombres y mujeres en auténticos Triunfadores, por encima de las circunstancias.

Para terminar, una pregunta: ¿Se proclama cristiano? Si es así: ¿Por qué vive asediado por la amargura y la frustración? Recuerde que la paz interior es un principio esencial del reino de Dios, como enseñó el apóstol Pablo: "…porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. "(Romanos 14.17)

El Señor nos creó para vivir plenamente; para optar por la paz interior, que el mundo asocia con felicidad. ¡Hoy es el día para tomar la decisión y avanzar hacia el cambio!

Capítulo 5

La Oración, un secreto de los triunfadores

Pasó más de seis meses entregando hojas de vida. En ninguna oficina respondían favorablemente. "Tenemos cubiertas todas las vacantes", le decían invariablemente. En algunas dependencia hasta habían colocado sendos letreros que decían: "No recibimos aspirantes a ningún cargo".

La delgada suela de sus zapatos llegó a parecer un papelillo, de tal manera que si hubiese pisado una moneda expuesta al sol, se habría quemado la planta de los pies.

No puedo conseguir empleo-le dijo a Rosa Eugenia, su esposa, el día que llegó cansado de recorrer muchísimas avenidas y cuadras caminando–. No se qué hacer. Realmente todas las puertas se cierran…–

No te desanimes-le respondió ella, con esa calma y ternura en los ojos, que semejaban un atardecer plácido en un bosque de pinos en la lejanía de las montañas–. No quiero insistir más, pero la salida es pedirle ayuda a Dios. Hazlo. En oración logramos lo que humanamente no podemos conquistar–.

Él resultaba demasiado "lógico" en su razonamiento, como para perder tiempo en un clamor. Cinco años estudiando Contaduría Pública en la universidad, le habían llevado a explicarlo todo a partir de los números y de las fórmulas matemáticas que solía repetir: "No fallan jamás".

Una noche lo encontró ella sentado en la cama, hablando con Dios en voz alta: "Sólo tú puedes ayudarme", le decía con los ojos cerrados.

Oró no una sino muchas veces, hasta que se abrieron puertas de empleo en una ciudad en la que anualmente las universidades sacaban al mercado muchos profesionales. Un gerente de una productora de papel escogió su hoja de vida en medio de un arrume de solicitudes, e hizo que lo llamaran. ¡Logró emplearse! Dios respondió a sus oraciones.

En otro lugar, distante de allí, Loida volvió su mirada a Dios después que su médico le indicó que tenía sospechas de un cáncer. Le tomaron las placas y una primera biopsia. "Creo que debe prepararse para lo peor", le advirtió un día, en el impecable consultorio de una reconocida clínica en mi amada Santiago de Cali.

La mujer profesaba fe en Jesucristo. Y aun cuando respetó el diagnóstico médico, no se resignó y decidió creer por un milagro de Dios. Esa fue su tarea en adelante: clamar al Señor por su sanidad. La respuesta no se hizo esperar.

No explico qué ha ocurrido-le dijo el especialista al mirar unas segundas placas radiográficas–. Pero aquí ya no aparecen vestigios de cáncer. No lo entiendo, realmente. Pero en seis meses nos vemos de nuevo, ¿le parece?-.

Dios obró un milagro-le explicó ella–. Y en su vida también puede hacerlo–.

Él no respondió nada. Se limitó a mirarla por encima de los anteojos, y sonrió.

¿Qué papel juega la oración en el éxito de una persona? Un papel protagónico, diría yo. Esencial. Recuerde que cuando clamamos, estamos ejerciendo influencia desde el mundo físico a la dimensión espiritual, y a su vez, la respuesta se produce con poder de parte de Dios-en la dimensión espiritual-sobre el mundo físico.

Los hombres y mujeres exitosos han descubierto este principio, y lo llevan a la práctica en su cotidianidad. Ese es su gran secreto.

En la Escuela de la Oración

Todos los seres humanos, temprano o tarde, nos hemos visto enfrentados a una situación difícil de resolver, cuya solución escapaba de nuestras manos. Es probable que llegamos a preguntarnos: "¿Qué puedo hacer ahora?". Si le ha ocurrido, comprenderá la angustia que nos embarga, más cuando llegamos a sentir que estamos frente a un callejón sin salida.

Es en ese momento, cuando nada ni nadie nos ofrece respuesta a los interrogantes, es cuando nos matriculamos en la Escuela de la Oración. No es otra cosa que reconocer dos cosas: la primera, que tenemos realmente un problema. Y la segunda, que nuestras capacidades son limitadas y no disponemos de los recursos para sobreponernos a los obstáculos.

Son períodos de desierto en nuestra existencia. Nadie, absolutamente nadie, ha estado ajeno a atravesar esos terrenos áridos, en los que no asoma una luz de esperanza. Gobernados por la angustia, comprobamos que Dios es real. Y además, que tiene un poder ilimitado, a través del cual encontramos respuesta a nuestras oraciones.

Es entonces cuando descubrimos algo maravilloso en torno a lo que meditaremos hoy: que Dios oye nuestras oraciones-así creamos en muchas ocasiones que los cielos se cerraron y nadie escucha nuestro clamor–, y que Él responde maravillosamente, obrando milagros en nuestro ser y en quienes nos rodean.

¿Quiere ser un hombre o una mujer de éxito? Valore en su verdadera dimensión la oración. A través de ella, Dios abre puertas que antes parecían cerradas. Lo imposible se hace posible.

¿Peticiones pequeñas para Dios?

Una angustiada mujer que no tenía para pagar la renta, me escribió desde San José de Costa Rica para decirme que su situación era angustiosa. Al recomendarle que orara, me respondió que "Dios está muy ocupado resolviendo los problemas del mundo, como para ocuparse de una mujer cabeza de familia que no tiene el dinero para cancelar el arriendo".

¡Tremendo error! Sí, nos identificamos con el hecho de que nuestro amado Padre celestial tiene muchos asuntos que resolver, pero también es necesario considerar que en Su presencia, no hay peticiones pequeñas ni grandes. Todas son igualmente importantes en Su presencia, y ocupan un lugar privilegiado en el escritorio de su Despacho celestial.

Nuestro amado Salvador hizo énfasis en este aspecto cuando relató a sus discípulos acerca de alguien que pierde una moneda, que pese a su baja denominación, resultó de mucha estima y valor ante sus ojos: "Jesús les puso otro ejemplo: "¿Qué haría una mujer que con mucho cuidado guardó diez monedas, y de pronto se da cuenta de que ha perdido una de ellas? De inmediato prendería las luces, y se pondría a barrer la casa, buscando en todos los rincones hasta encontrarla. Y cuando la encuentre, invitará a sus amigas y vecinas y les dirá: "¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la moneda que había perdido!" "De la misma manera, los ángeles de Dios hacen fiesta cuando alguien se vuelve a Dios."(Lucas 15:8-10, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Una vez comprendemos que nuestra necesidad es muy pero muy importante para nuestro Hacedor, lo que nos corresponde es simplemente pedir y hacerlo convencimiento, confiando plenamente que Dios responderá con poder.

Sea específico al pedirle a Dios

Jamás olvidaré que tras un largo viaje de varios días, llegamos a Lima (Perú) en un autobús que cubrió la distancia entre Cali y esa hermosa ciudad. Llegamos cansados y con hambre. Y, al momento de tomar los alimentos previo a un merecido descanso, pedimos a una hermana en la fe que orara a Dios en gratitud ¡! Tomó muchísimo tiempo repitiendo toda suerte de adjetivos. Muchos, jamás los había oído. Para cuando terminó, muchos estábamos bostezando y con ganas de dormir.

¿Ha escuchado personas que procuran convencer a Dios con un idioma florido? No dudo que así sea. Consideran que por su mucha palabrería lograrán que se produzca el milagro más rápido. ¿Debe ser así? En absoluto. Con Dios hay que ser específicos en nuestras peticiones.

Este principio lo ilustra una escena del Señor Jesús de paso por Jericó: "Cuando Jesús salió de la ciudad de Jericó acompañado de sus discípulos, mucha gente lo siguió. Junto al camino estaban sentados dos ciegos. Cuando oyeron que Jesús iba pasando, comenzaron a gritar: "¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros y ayúdanos!" La gente comenzó a reprender a los ciegos para que se callaran, pero ellos gritaron con más fuerza todavía: "¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros y ayúdanos!" Entonces Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó: –¿Qué quieren que haga por ustedes? Ellos le respondieron: –Señor, que podamos ver de nuevo. Jesús tuvo compasión de ellos, y les tocó los ojos. En ese mismo instante, los ciegos pudieron ver de nuevo, y siguieron a Jesús."(Mateo 20:29-34, Traducción en Lenguaje Sencillo)

¿Por qué les preguntó el Maestro qué requerían?¿Acaso no era obvio? La respuesta es que se trata de algo relativo, porque si bien era evidente que lo que necesitaban era recuperar la visión, bien pudieron pedir una casa en el mejor lugar de la ciudad, o quizá un camello último modelo o tal vez una capa nueva.

Con nuestro amado Dios debemos ser muy específicos. Pedir las cosas tal como las necesitamos. Imagine que para navidad usted le dice a su hijo qué quiere. "Una bicicleta", responde él. Una vez se la regala, descubre que el niño la quería de un modelo distinto o de un color diferente. ¡Usted sentirá desilusión! Pues bien, el Señor es nuestro Padre celestial y desea que si le pedimos algo, seamos lo más específicos posible.

¿Por qué no hay respuesta a lo que pedimos?

El apóstol Santiago despejó el interrogante respecto a por qué no hay respuesta a nuestras peticiones. Él enseñó: "Son tan envidiosos que quisieran tenerlo todo, y cuando no lo pueden conseguir, son capaces hasta de pelear, matar y promover la guerra. ¡Pero ni así pueden conseguir lo que quisieran! Ustedes no tienen, porque no se lo piden a Dios."(Santiago 4:2, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Es evidente entonces que luchamos en nuestras fuerzas, no sabemos pedir, lo hacemos con egoísmo y, no pedimos lo que realmente necesitamos.

Recuerdo a un joven frustrado porque Dios no le daba una motocicleta. Su argumento era que Dios proveía lo mejor y la motocicleta representaba para él una prioridad. Tal vez para él era esencial ese vehículo, pero nuestro amado Padre sabía que no lo requería, o simplemente, dárselo no iba a llevar a que hiciera mal uso del aparato y terminara estrellándose contra un poste del encordado eléctrico.

¿Está caminando hacia el éxito? Ore. Encuentre en la oración apalancamiento para alcanzar sus más caros anhelos. Pero además, hágalo teniendo objetivos muy claros. No olvide que aquél que no sabe para dónde va, cualquier avión le sirve.

Tres fundamentos: creer, confiar y obrar

Es evidente que si sabemos pedir, y lo hacemos en consonancia con la voluntad de Dios, la respuesta vendrá. Pero es imperativo que pidamos. Simplemente eso: elevar nuestras solicitudes al Padre en oración, como lo enseñó el Señor Jesús: "Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido."(Mateo 7:7, 8, Traducción en Lenguaje Sencillo)

En otras palabras, quien pide recibe. Nuestro Hacedor no deja de escucharnos. Y responde en su tiempo perfecto. Si creemos, simplemente clamaremos y Él nos responderá.

Pasemos ahora a un segundo elemento: Dios quiere darnos lo mejor. Debemos confiar en Él. Nos provee de lo que necesitamos, en el momento oportuno y sus bendiciones no traen tristeza a nuestro corazón, como lo enseñó Jesucristo: "¿Alguno de ustedes le daría a su hijo una piedra, si él le pidiera pan?¿Le daría una serpiente, si le pidiera pescado? "Si ustedes, que son malos, saben dar buenas cosas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan."(Mateo 7:9-11, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Y un tercer aspecto, que resulta fundamental, es que pidamos al Padre en el nombre del Hijo, tal como Él mismo instruyó: "Hasta ahora ustedes no han pedido nada en mi nombre. Háganlo, y Dios les dará lo que pidan; así serán completamente felices." (Juan 16:24, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Como hemos apreciado hasta el momento, si no hemos recibido más es porque no hemos pedido, y si hemos pedido, no lo hemos hecho apropiadamente.

Perseverar y no racionalizarlo todo a partir de la lógica

Al tener un panorama muy amplio acerca de los fundamentos para una oración eficaz, es clave que recordemos dos cimientos en los que usted debe afirmarse: el primero, es la perseverancia. "Quien persevera, alcanza", solemos repetir en Latinoamérica.

En cierta ocasión nuestro amado Salvador enseñó este principio: "Jesús les contó una historia a sus discípulos, para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse."(Lucas 18:1, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Ahora, si hemos pedido algo, no debemos girar alrededor de la lógica: ¿Cómo responderá Dios?¿Será qué sí lo hace?¿Cuándo se producirá el milagro? Racionalizarlo todo es un muro que se levanta para impedirnos avanzar en el proceso de recibir hechos milagrosos en nuestra existencia: "Les aseguro que si alguien no confía en Dios como lo hace un niñito, no podrá ser parte del reino de Dios"."(Marcos 10:15, Traducción en Lenguaje Sencillo)

Cuando usted enciende su aparato de televisión, seguro no se pregunta cómo operan los circuitos o de qué manera una infinidad de pequeños puntos configuran una imagen. Simplemente enciende el receptor y usted confía que verá el programa favorito.

O la luz eléctrica: usted no se pregunta cuál es el proceso para que la energía llegue desde una central hidroeléctrica, viajando en infinitésimas de segundos por muchísimos kilómetros de encordado hasta llegar a su casa. No. Usted simplemente oprime el interruptor y sabe que la lámpara se encenderá.

Usted y yo procuramos el éxito en todo cuanto hacemos: en el desenvolvimiento secular, en la búsqueda de paz interior y en nuestro desenvolvimiento espiritual. Lograr tal plenitud y realización es posible cuando media la oración. A través del clamor, encontramos respuesta a nuestras necesidades, las puertas se abren y lo imposible, se hace posible.

Jamás olvide que el secreto de los triunfadores de los tiempos modernos en la oración.

Capítulo 6

Determínese a ser un Triunfador

Con frecuencia los cristianos preguntan: ¿Qué hacer para sacar adelante planes, proyectos y en particular, la vida de fe? La mejor ilustración para cada quien sería remitirlo a esta historia que tuvo ocurrencia en Europa. Sin embargo, en la Biblia hallamos un pasaje que ilustra estos tres factores desencadenantes del éxito en cualquier área.

Se encuentra en el segundo libro de Samuel, capítulo 23, versículos 11 y 22. Allí leemos: "El tercer valiente era Sama hijo de Agué el ararita. En cierta ocasión, los filisteos formaron sus tropas en un campo sembrado de lentejas. El ejército de Israel huyó ante ellos, pero Sama se plantó en medio del campo y lo defendió, derrotando a los filisteos. El Señor les dio una gran victoria.".

Le sugiero algo: léalo otra vez. Personalmente utilicé la Nueva Versión Internacional pero igual, si busca el episodio en la Reina Valera 1960 o quizá la Biblia de las Américas, el sentido es el mismo. Palabra a palabra encontrará los tres principios que le invito a asumir hoy: Decisión, Dependencia y Perseverancia.

El principio de la Decisión

Conozco muchas personas con extraordinarias ideas. Pese a ello, jamás llegan a ninguna parte. ¿Por qué razón? Porque salvo propuestas novedosas, carecen de la Decisión necesaria para llevar esas inquietudes a la concreción. Si desea llegar lejos, debe asumir un factor ineludible: Decisión.

Vamos al texto bíblico. Leemos que "El tercer valiente era Sama hijo de Agué el ararita. En cierta ocasión, los filisteos formaron sus tropas en un campo sembrado de lentejas. El ejército de Israel huyó ante ellos, pero Sama se plantó en medio del campo…". Pareciera que en Israel el único con la capacidad suficiente de pasar de las palabras a los hechos, era Sama. El era uno de los hombres valientes que acompañó a David en su exilio y en el posterior arribo al poder.

Observe que lo único a mano era un campo de lentejas. Cuando el enemigo vino a robarlos, todos huyeron.

Fácilmente renunciaron a muchas horas de trabajo, desvelos e incluso incertidumbre por la sequía, atemorizados por el volumen de sus contendores. En eso eran expertos los filisteos como lo es Satanás: en infundir temor.

Quizá su vida cristiana está en un nivel de estancamiento que despierta alarma. Aún así, usted permanece impasible. Ha comenzado a deteriorarse su relación con Dios, consigo mismo y con los demás y aspira volver a revitalizar la relación con Jesucristo, pero no ha tomado la Decisión. Hoy es el día. Comience ahora. No espere más.

El principio de la Dependencia

Usted y yo podemos alcanzar grandes metas si tenemos un poder superior para vencer. Frente a los adversarios que declaran la guerra a un país no queda otra alternativa que armarse y pelear, o huir. En caso de emprender la retirada es porque no tienen la capacidad de responder.

Vamos al plano práctico. Nosotros, ¿podemos vencer? Si, porque cualquiera que sea la batalla, la libra nuestro amado Dios por nosotros.

Leamos como prosigue el relato: "…Sama se plantó en medio del campo y lo defendió, derrotando a los filisteos. El Señor les dio una gran victoria.".

¿En quién confiaba el protagonista de esta historia? En Dios. No se afianzó en sus capacidades ni tampoco en el poderío militar. Confió en Dios. Hay que agregar algo más, su Dependencia y confianza en el Creador era tanta, que no se desanimó pese a que los demás salieron huyendo.

El principio de la Perseverancia

Siempre recuerdo, e incluso he contado varias veces, la historia de Héctor. El se congrega en una iglesia de la que fui pastor asociado. Tiene cerca de cincuenta años. En el tiempo al que me refiero, tendría cuarenta y cinco. ¿Sabe qué le caracterizaba? La Perseverancia. Corrió la Maratón Santiago de Cali cinco veces, y en todas llegaba casi entre los últimos. Aún así, lo volvía a intentar.

Un día ganaré y todos descubrirán que no hay secreto, que solo basta perseverar-me repetía cada vez que competía.

La Perseverancia fue un principio que asumió y puso en práctica Sama. No se desanimó aunque todo estaba en contra. Persistió y venció. Igual con nosotros: ¿está bien que nos dejemos agobiar por un error en la vida cristiana? En absoluto. Es necesario volver a comenzar, siempre asidos de la mano del Señor Jesucristo, cuantas veces sea necesario.

Ahora que está dando pasos Por el Sendero de los Triunfadores para que adopte estos tres principios que son válidos y eficaces en su vida secular y eclesial. Tienen aplicación en todas las áreas. Y más, en el vivir a Cristo en el día a día.

Tal vez ocurre que usted fácilmente se da por vencido. Esa es la razón por la que no llega a ninguna parte. Pero si avanza con Decisión, bajo la Dependencia de Dios y le añade el ingrediente de la Perseverancia, no dudo que logrará salir airoso en todo cuanto emprenda.

Recuérdelo: es necesario que se determine a vencer. Nadie podrá moverlo de esa decisión, si anida en lo más profundo de su corazón…

Capítulo 7

Los Triunfadores siempre van es ascenso

El descenso acelerado del basquetbolista Anatole Andrei Falls comenzó su justo cuando llegó a la cumbre del éxito en su carrera, y los expertos en el campo deportivo coincidían en asegurar que sería uno de los más grandes exponentes de esta disciplina en América.

Su historia como campeón inició diez años atrás cuando cursaba el último año de la secundaria. Era uno de los estudiantes más aventajados; también uno de los más promisorios jugadores.

El rendimiento deportivo le abrió las puertas a la formación superior con una beca. En las tardes, después de clases, jugaba hasta caer la noche en el barrio latino que habitaba junto con sus padres y cinco hermanos más. Persistía. Cuando algo no encajaba en su técnica, al menos la que concibió y que sacó adelante aunque muy pocos la compartían, practicaba una y otra vez hasta quedar satisfecho. Las cestas que hacía eran casi perfectas, incluso a buena distancia.

La oportunidad para salir del anonimato llegó el día menos esperado. El equipo de la universidad ganó a los competidores de otro plantel educativo. Alguien que asistía, de casualidad, le llamó a formar parte de las divisiones profesionales. A partir de entonces su crecimiento, deportivo y a la vez personal, fue maratónico.

La caída se produjo cuando era uno de los competidores más reconocidos del país. Nadie podía negar que hubiera nacido para vencer, sin embargo lo venció el orgullo. Cambió con su esposa y el trato a su hija de apenas dos años rayaba con la crueldad. Las actitudes hacia sus compañeros dejaban mucho que desear, y se granjeó la enemistad de los periodistas que buscaban conocer sus impresiones al término de cada enfrentamiento.

Luego vinieron los períodos de depresión, el alcoholismo y la desvinculación del equipo para el que jugaba. Regresó al barrio. Vive con la gente a la que en algún momento de su vida menospreció. Enseña las técnicas de baloncesto a los adolescentes. Lo que tenía, lo gastó para sobrevivir. Otro tanto dilapidó en bebida y drogas. En las mañanas atiende un comercio de dulces. Cayó cuando llegó a la meta…

El ascenso nunca termina

Las historias de hombres y mujeres que –una vez alcanzan la realización personal y profesional– caen para no levantarse jamás, se repiten en todos los rincones del mundo. Mientras que unos pocos se mantienen en el mismo lugar e incluso, siguen avanzando hacia la cumbre, un buen número de personas inician el descenso hasta caer más bajo del punto en el que comenzaron.

Igual con líderes del mundo eclesial que, de haber sido tomados como David de detrás del redil de ovejas que pastoreaban, llegan a posiciones de prominencia y fruto del orgullo, dejan a Dios de lado y entran a ocupar su lugar. Le roban la gloria. Se sienten dioses.

En todos los casos hay un común denominador: el orgullo. Quienes lo enfrentan olvidan que todo es pasajero y que, a menos que sepamos conservar aquello que alcanzamos o quizá logramos, lo más probable es que se produzca un revés. Casos hay por montones. Es probable que usted mismo enfrente actualmente esa situación. Hoy lo invitamos a revisar su situación particular ¿Acaso ha iniciado ese descenso que muchos temen y del cual no se percatan sino cuando están inmersos en una precipitación estruendosa, antesala del fracaso?

Un rey israelita experimentó esta situación. Fue uno de los mejores monarcas de toda la historia de su pueblo. Su fama rebasaba las fronteras del país. Tenía las capacidades para llegar muy lejos. Sin embargo cayó en desgracia producto del orgullo. Se trata del rey Uzías. Su historia la podemos leer en 2 Crónicas 16:1-16.

Marcado para ser un ganador

Del rey Amasías podrían decir cualquier cosa, como ocurre a toda persona que enfrenta las críticas y la envidia, pero lo que jamás pudieron negar sus amigos y detractores, era su condición de ganador innato. "De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar; y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén…"(versículo 3).

La juventud no impidió que llegara lejos. Tenía prudencia, responsabilidad y visión amplia. Era un soñador. Estas características que le acompañaron en su largo trasegar por cumplir sus metas. Todo parecía salir a la perfección cuando este joven gobernante asumía el control. Quizá su propia historia es muy similar. Se identifica con el personaje bíblico y eso está bien. Así son los ganadores. Lo que jamás debe olvidar es que para seguir hacia la cumbre, debe observar perseverancia y humildad.

El ejemplo marca generaciones presentes y futuras

Con frecuencia deberíamos preguntarnos ¿Qué ejemplo doy a mis hijos? Acaso encuentran en mi los principios de vida que les llevarán a vencer los obstáculos y a alcanzar la realización personal y profesional. O por el contrario, encuentran en nosotros el mal ejemplo que los marcará para la derrota.

En la vida de este renombrado monarca israelita ejerció una poderosa influencia todo lo que vio en su padre. "E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías, su padre"(versículo 4).

Otro elemento que arroja pautas para nuestro desenvolvimiento a nivel eclesial y secular hoy día estriba en que la solidez del gobierno de Uzías se debió a la rectitud delante del Señor y tenerle en cuenta en todo cuanto hacía. Un tercer aspecto relevante, la rectitud. Es una característica que marca a un ser humano y que se refleja en lo que piensa y hace.

Buscar a Dios demanda perseverancia

Cada día llegan muchas cartas de personas que expresan desánimo porque en su propósito de cambiar, enfrentan la derrota. Se fijan ese propósito y aspiran avanzar, sin embargo pronto desisten. ¿La razón? Creen que la disposición de cambiar basta, y se equivocan. Es necesario perseverar en ese propósito, tal como lo apreciamos en la vida del rey Uzías: "Persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, el cual era entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó"(versículo 5).

Su desenvolvimiento estuvo marcado por la perseverancia. Perseverancia en los sueños, perseverancia en las metas, perseverancia en lo que emprendía para no dejarlo a medio terminar, y por supuesto, perseverancia en la búsqueda de Dios.

A esta disposición de seguir adelante se suma la prosperidad espiritual y secular, fruto de tener a Dios como el centro de su vida. Además, es evidente que tenía a Zacarías, un servidor del Señor en la época.

Estos elementos convergieron en ejecutorias de renombre. Uzías reconstruyó la ciudad de Elat y la restituyó a Judá (versículo 2), derrotó a sus enemigos: "Dios le dio ayuda contra los filisteos, contra los árabes que habitaban Gur-baal y contra los amonitas"(versículo 7). También construyó torres y abrió cisternas en el desierto para defender el territorio.

Fue un próspero ganadero y amigo de la agricultura (versículo 10), alcanzó fortaleza militar (versículos del 11 al 14), desarrolló armas militares (versículo 15) y en general fue famoso (versículo 15 b).

La caída desde la cima

Para destrucción personal y espiritual del rey Uzías, cayó cuando estaba en la cumbre del éxito en todos los órdenes. "Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová, su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso sobre el altar del incienso"(versículo 16).

Su historia tomó un rumbo inesperado. El jamás debió ser. Con ayuda de dios habría podido llegar lejos, pero el orgullo minó su poder. Igual con decenas que vuelven atrás cuando en realidad fueron llamados a ir siempre adelante, en victoria.

Su vida crecerá en todos los órdenes si observa perseverancia, fidelidad a Dios y humildad. Tres principios que le invitamos a asimilar y a conservar en su vida, sin importar hasta qué alturas hayan llegado. Usted fue llamado a alcanzar siempre, con ayuda del Señor, nuevos niveles…

Capítulo 8

La perseverancia, distintivo de los Triunfadores

Everardo. Simplemente Everardo. "Un nombre bastante extraño", comentó el Notario Municipal cuando los padres llevaron al chico para ser registrado. Sin embargo no fue únicamente su nombre el que lo hizo diferente. Existen también dos características que rodean su existencia y que lo tornan único:

La primera, Everardo tiene una inteligencia excepcional. Aunque los sicólogos aún no se pongan de acuerdo respecto a qué significa "inteligencia excepcional", Everardo fue el más aventajado de su generación, aún desde niño. A sus cuatro años leía y escribía con facilidad, y a los diez ya se había leído el primer tomo del libro "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes Saavedra. Incluso se atrevió a hacer una serie de críticas curiosas respecto a la estructura literaria.

La segunda, Everardo perdió una pierna a sus dieciséis años. Era la época de las locuras juveniles y su afición a volar en una motocicleta, le llevó a estrellarse a más de noventa kilómetros contra un automóvil que cruzaba despacio las calles de Santiago de Cali.

Aquel momento difícil no se constituyó en obstáculo para este hombre que, a sus treinta y dos años, es uno de los pocos jugadores de balonmano, sin ayuda de prótesis. Dicho sea de paso, jamás le ha gustado usarla. "No me acostumbre jamás a utilizarla", dijo al explicar las razones por las que sigue siendo manco.

Guardar el equilibrio fue su mayor problema. Pero aprendió. Todos alrededor estaban sorprendidos. Él simplemente lo intentaba una y otra vez, aunque caía. Se levantó y cayó en infinidad de ocasiones, tantas que perdió la cuenta.

La historia de Everardo Sánchez Mosquera, quien reside en el Distrito de Aguablanca, al oriente de la ciudad, sirve de marco para que hoy meditemos en las implicaciones que tiene "perseverar hasta la victoria".

Dios nos fortalece para perseverar

¿Quiénes llegan hasta la meta? Sólo aquellos que perseveran, tal como lo explica el rey David, uno de los hombres legendarios en la historia de Israel quien conoció de cerca lo que significa la perseverancia. Él escribió: "Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!"(Salmo 60:12. Nueva Versión Internacional).

Distantes de Dios estaremos luchando en nuestras fuerzas; asidos de Él, podemos avanzar. Es como una operación matemática: algo exacto si se lleva a la práctica siguiendo los pasos indicados. Aquellos que dependen de sus propias capacidades y voluntad, generalmente desisten ante los primeros obstáculos. Quienes tienen conciencia de ser "triunfadores", perseveran.

Ahora, ¿cómo logramos dar pasos firmes en medio de los múltiples obstáculos que surgen cuando nos hemos fijado un propósito?. La respuesta está orientada a considerar tres elementos: el primero, dejar de lado toda sombra de duda; el segundo, dejar de lado toda sombra de desánimo, y el tercero, dejar de lado toda sombra de temor.

Los Triunfadores dan pasos de fe

Cuando tenemos la certeza de que venceremos en Dios por encima de cualquier obstáculo, se producen en nosotros dos inclinaciones indeclinables: la primera, luchar cuanto sea necesario bajo el convencimiento de que llegar hasta el final de la meta implica estar preparados para enfrentar los problemas y las derrotas; la segunda, la certidumbre de que llegar hasta el final implica disponernos a seguir adelante.

Si volvemos sobre las páginas de la Biblia encontraremos que los hombres que jugaron un papel histórico, perseveraron hasta alcanzar la victoria. En la práctica, muchas veces a partir de los errores, aprendiendo que un fracaso no debe motivarnos a renunciar; que en cada fracaso Dios planta una semilla de éxito; que todo fracaso nos permite aprender una nueva lección; que los fracasos no siempre son culpa de los demás y, por último, que los deben quedar sepultados en el pasado.

Es probable que diga: "Eso esta bien para los héroes de los registros bíblicos y, ¿qué hay de mi?". ¡Usted también puede lograrlo!. Basta que revise de nuevo el texto: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece"(Filipenses 4:13).

El apóstol Pablo, ejemplo de perseverancia

Para que se forme una idea clara de que sí podrá sobreponerse a cualquier obstáculo que salga al paso en su camino hacia la victoria, permítame recordar al apóstol Pablo. Era un hombre con las mismas debilidades, incertidumbres y hasta emociones encontradas que tenemos usted y yo.

Él debió predicar el Evangelio de Cristo en medio de gran oposición tal como lo leemos en las Escrituras: "En Iconio, Pablo y Bernabé entraron, como de costumbre, en la sinagoga judía y hablaron de tal manera que creyó una multitud de judíos y de griegos. Pero los judíos incrédulos incitaron a los gentiles y les amargaron el ánimo contra los hermanos. En todo caso Pablo y Bernabé pasaron allí bastante tiempo, hablando valientemente en el nombre del Señor, quien confirmaba el mensaje de su gracia, haciendo señales y prodigios por medio de ellos."(Hechos 14:1-3. Nueva Versión Internacional).

Si el poder de Dios estaba con ellos, ¿qué importaban los ataques? Pablo perseveraba. Sabía que, asido de la mano de Aquél que todo lo puede, era invencible.

Las Escrituras advierten que cada día los problemas eran mayores y, pese a ello, Pablo y Bernabé redoblaban su esfuerzo evangelístico: "La gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban de parte de los judíos, y otros de parte de los apóstoles. Hubo un complot tanto de los gentiles como de los judíos, apoyados por sus dirigentes, para maltratarlos y apedrearlos. Al darse cuenta de esto, los apóstoles huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores"(Hechos 14:4-6. Nueva Versión Internacional).

¿Imagina cuál pudo haber sido la reacción nuestra al recibir atentados contra la integridad física? Es fácil intuir que tal vez habríamos salido huyendo. Si no comparte mi opinión, recuerde cuál es su actitud cuando alguien rechaza cualquier suyo por compartirle el Evangelio de Jesucristo; o quizá cuando hicieron mofa por su costumbre de llevar un ejemplar de la Biblia donde quiera que vaya.

La fuerza para perseverar proviene de Dios

¿En dónde radicaba la perseverancia del apóstol Pablo? Responder esta pregunta no es fácil pero sí se reduce a unas pocas palabras: el perseveró gracias a que su fortaleza provenía de Dios. Él veía en la oposición y en las persecuciones, una enorme oportunidad para identificarse con los sufrimientos del Señor Jesucristo.

Es interesante que volvamos al texto bíblico objeto de estudio. Allí leemos: "En eso llegaron a Antioquia y de Iconio unos judíos que hicieron cambiar de parecer a la multitud. Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto. Pero cuando lo rodearon los discípulos, él se levantó y volvió a entrar en la ciudad…"(versículos 19 y 20).

La disposición de Pablo de seguir adelante era permanente. No fluctuaba. Incluso cuando estuvo a punto de perder la vida ya que "…volvió a entrar a la ciudad…"

¿Está dispuesto a renunciar a sus metas, sueños y esperanza? Espero con el corazón que no, ya que usted nació para vencer no para ceder a la derrota. Recuerde que la diferencia entre un fracaso y el ser un fracasado estriba en nuestra actitud. Dios es quien nos otorga el poder para perseverar…

Capítulo 9

Los Triunfadores toman tiempo para planear su futuro

Nació con todas las condiciones para ser un perdedor: hijo de madre separada y soltera aún, viviendo en una zona marginal de México, enfrentando toda suerte de necesidades, sin posibilidades de recibir formación académica, rodeado de maleantes y con discapacidad motriz.

Pero Antonio Iguarán Santamaría no estaba dispuesto de dejarse vencer. En cuanto se levantaban obstáculos, más énfasis daba a su propósito de sobreponerse. Incluso un domingo, al caer la tarde y cuando no tenían más que café y un taco de frijoles como único alimento del día, al recibir el mensaje desalentador de "Jamás podrás llegar arriba; resígnate a lo que vivimos", de su madre, se fijó la meta de salir adelante.

No me dejaré vencer por las dificultades–, se repetía cada vez que enfrentaba situaciones complicadas.

Cuando tenía trece años, comenzó a cursar su formación primaria; pese a sus dificultades para caminar, y vendiendo dulces a la salida de los teatros, financió su secundaria y posteriormente, se recibió como profesional. Tenacidad, convicción, fe en un Dios de poder que abre puertas que nadie cierra.

Hoy tiene un bufete de abogados a cargo. Vive en una zona privilegiada de México y coincide en un hecho: el éxito se construye desde hoy. Con ayuda de Dios no hay límites y absolutamente nada resulta imposible…

Planificar la vida para el éxito

"¿Planificar la vida?". La pregunta la hizo un joven en medio de una conferencia que dicté sobre cómo construir desde hoy el mañana, con ayuda de Dios. Sobra decir que el auditorio estaba abarrotado. Sin duda, el tema despertaba interés. Y este muchacho no era la excepción, de ahí su pregunta.

La respuesta enfática: "Sí, la vida debe planificarse. Lo que ocurra en un futuro, depende en un alto porcentaje de las decisiones que adoptemos hoy". Es un proceso. No es producto de un abrir y cerrar de ojos.

La Biblia registra una parábola del Señor Jesús encontramos una excelente ilustración para este tema. "Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: "Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir."(Lucas 14:25-30, Nueva Versión Internacional)

Es necesario mirarnos en el tiempo. Determinar lo que somos ahora, con fallas y desaciertos, y lo que podemos llegar a ser en los ámbitos personal, espiritual y familiar, con ayuda de Dios.

Sobre esa base, es necesario hacer un inventario juicio de cómo estamos ahora, determinar con honestidad los cambios que se deben aplicar, y avanzar en ese sendero ayudados por el amado Salvador. Nos mantenemos unidos a Él en oración y mediante la meditación y aplicación de Su Palabra, la Biblia. Piénselo: necesitamos planificar hoy, lo que seremos mañana. Es imperativo e ineludible, si queremos dar pasos firmes hacia el éxito.

La dinámica acierto-error

En el largo tránsito hacia la construcción de un futuro de éxito, enfrentaremos generalmente la dinámica de acierto-error. ¿En qué consiste? En que la dura batalla que libra nuestra naturaleza carnal, querrá llevarnos de nuevo al viejo camino, poniendo tropiezos a nuestro cambio y crecimiento en las dimensiones personal y espiritual.

Frente a esta situación, es fundamental: primero, mantenernos asidos de la mano del Señor Jesucristo quien nos fortalece para vencer en momentos en que nos encontramos bajo una poderosa tentación, y segundo, para levantarnos si se produce una caída.

La Biblia relata que una mujer sorprendida en adulterio, fue llevada ante el Señor Jesús. Procuraban lapidarla, con la anuencia del amado Salvador. Es un pasaje maravilloso que manifiesta la misericordia de Dios, y de qué manera, no hay nadie justo porque todos fallamos, de una u otra manera. Como los acusadores de la mujer insistieran "… Jesús se incorporó y les dijo: -Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí."(Juan 8:6-9, Nueva Versión Internacional)

¿Ha fallado? Sin duda. Yo también. No soy lo súper espiritual que pudiera creer. Al igual que usted, cometo errores. En palabras coloquiales, usted y yo nos identificamos en algo: "Somos cristianos en construcción".

Una nueva oportunidad

Todos tenemos una nueva oportunidad. Es cierto, hemos fallado; sin embargo podemos reemprender el camino, tomados de la mano de Jesucristo. Si hemos errado, Él nos comprende y está dispuesto a ayudarnos en el proceso de levantarnos y seguir adelante en el proceso de crecimiento. Relata el Evangelio que la mujer quedó sola con Jesús. Se fueron aquellos que iban a apedrearla.

La escena fue conmovedora: "Entonces él se incorporó y le preguntó-Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? -Nadie, Señor. -Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar. "(Juan 8:10, 11, Nueva Versión Internacional)

Una respuesta contundente, pero a la vez, esperanzadora. La instrucción del Señor Jesús fue clara y puntual: "Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar".

Cierta persona que me escribió desde el Paraguay, me consultaba sobre el dilema de perdonar o no a su esposa, en cuyo teléfono celular había descubierto un mensaje de texto que corroboraba su infidelidad. Mi recomendación fue hablar del asunto con ella y, con ayuda de Dios, encontrar una salida.

La mujer reconoció su error y le pidió una nueva oportunidad. Perdonarla no fue fácil, pero su hogar marcha hoy como él lo quiso siempre. Su compromiso fue el de no recabarle en el error, y el de ella, guardarle fidelidad. Piénselo: operó una segunda oportunidad, que es la que Dios nos concede siempre, y nos permite reemprender el camino, construyendo desde hoy nuestro mañana.

El cristianismo: camino al éxito

Hay dos perspectivas para mirar la vida cristiana: la primera, como una existencia aburrida, plagada de "No digas", "No hagas", "No toques". O aquella que descubrí y comparto con usted: un maravilloso camino de aprendizaje en el que no avanzamos solos sino con ayuda de Dios.

Es posible cuando hay disposición personal para el cambio. Una vez reconocemos nuestro error y concluimos que en nuestras fuerzas no es posible cambiar, dejamos que el amado Jesús, nuestro Señor, opere la transformación que anhelamos: "Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo."(Apocalipsis 3:20, Nueva Versión Internacional)

Cuando damos ese paso esencial, se produce una modificación entre el presente y el pasado. Ya no seremos los mismos. Todos los pecados y errores del ayer quedan borrados, y se abren ante nuestros ojos los capítulos el blanco de la nueva vida que está por escribirse como lo describe magistralmente el apóstol Pablo: "Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!"(2 Corintios 5.17, Nueva Versión Internacional)

No podemos permitir que el ayer nos atormente, y doblegarnos bajo el desánimo por lo que hicimos antes. Hay una nueva oportunidad en Dios, y debemos aprovecharla al máximo.

Liderazgo para transformar el mundo

Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los nuevos parámetros de vida que enseña La Biblia, sentamos las bases para un liderazgo eficaz que transforma el mundo. Ejercemos influencia en los demás. Nuestros pensamientos renovados, se manifiestan con hechos (Cf. Romanos 12:2)

Testimoniamos de una nueva con nuestras acciones, que impactan e influencian entre quienes nos rodean: "Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán. »No todo el que me dice: "Señor, Señor" , entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo."(Mateo 7:19-21, Nueva Versión Internacional)

Un liderazgo efectivo, camino al éxito, es aquél que ejerce influencia entre los demás, y sienta bases para el cambio y crecimiento. Cuando alguien me pregunta cómo defino éxito, mi respuesta-tal como se la compartí a un líder del Pacífico colombiano, en el hermoso puerto de Buenaventura, es esta: "Éxito es la plena realización de los dones y talentos de Dios en nuestra vida".

La razón es sencilla. La posición social, el nivel académico o la disponibilidad económica de alguien, no determina que sea exitoso. Conozco personas con mucho dinero, pero con matrimonios desechos; también profesionales con varios títulos de post grado, que protagonizan escándalos y tratan mal a su familia…

El valor de los sueños, metas y proyectos

Recuerdo a un hombre a quien conocí en la tradicional Plaza de Caycedo, en mi amada Santiago de Cali. Una tarde cálida bañada con la brisa proveniente de las montañas. Las palmeras se mecían plácidas y estaba contento disfrutando esos momentos únicos e irrepetibles.

Este año tengo los planes para salir del desempleo, y hasta de la pobreza…–me abordó.

Acto seguido me hizo una vívida descripción de todas las iniciativas que se disponía a desarrollar. Unas fantasiosas, otras, aterrizadas y viables. Lo escuché de buena gana y antes de despedirme, lo animé a echar adelante con

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