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Revelación de Oanes. Ensayo acerca del Idealismo Federal Ácrata

Enviado por azonaim


Partes: 1, 2

    (Segunda edición, actualizada)

    1. La idea federal
    2. Principales aportes intelectuales
    3. La idea federal a través del pensamiento cristiano, sindicalista revolucionario, marxista-leninista y anarquista.
    4. La idea federal: una definición
    5. La idea anarquista
    6. Principales representantes del Anarquismo: Godwin, Proudhon, Bakunin y Kropotkin
    7. Evaluación de la sociedad burguesa por el anarquismo
    8. Sistemas propuestos por el Anarquismo como alternativa ante el Capitalismo
    9. Cooperativismo, autogestión y Federalismo
    10. Mutualismo, Colectivismo y Comunismo
    11. La revolución
    12. Nacionalismo, Pacifismo e Internacionalismo
    13. Las anarco-doctrinas
    14. El Anarquismo en la corriente intelectual del siglo XX
    15. Anarquismo y terrorismo en el siglo XXI
    16. Referencias bibliográficas

    A la memoria de Ángel J. Cappelletti (1927-1995),

    filósofo y escritor argentino, quien inspiró, corrigió y autorizó

    la confección de este proyecto a finales de 1993.

    PRESENTACIÓN

    (Texto inédito de Ángel J. Cappelletti, escrito como respuesta al manuscrito de la primera parte de esta obra; lugar y fecha de elaboración: Caracas, diciembre de 1992)

    Tengo que confesarte que el esfuerzo intelectual realizado en este primer manuscrito es de gran alcance e importancia. Soy formado en el pensamiento occidental y conozco profundamente las raíces del pensamiento anarquista, por ello me veo obligado a manifestarte que los alcances teoréticos que llegaste tras una incursión sostenida y minuciosa de revisar los autores más representativos de dos siglo de historia, ha dado resultados satisfactorios, por lo cual sólo te queda la tarea de hilar fino para conseguir responderte esa gran interrogante que me planteaste un sábado de octubre de 1989: ¿cómo es eso del federalismo libertario y cuál es su razón de ser en el pensamiento ácrata contemporáneo?

    Para que puedas internalizar aún más tu avance es necesario que ahondes las lecturas sobre Francisco Pi y Margal, así como en el pensamiento de Cornélios Castoriadis. Estos autores son vitales para que comprendas la realidad del pensamiento anarquista en lo que se conoce como su base nacional-federalista.

    No olvides que el federalismo es un sistema de gobierno adoptado por aquellos estados en los que el poder político está dividido entre una autoridad central o nacional y unidades locales autónomas más pequeñas tales como provincias o estados, por lo general bajo los términos de una constitución. Un gobierno federal, o federación, sea cual sea la condición ideológica que tenga, se suele crear mediante la unión política de dos o más países anteriormente independientes bajo un gobierno soberano que en ningún caso se atribuye los poderes individuales de esos estados. Tienes que saber diferenciar esta idea de federación de una confederación, dado que ésta es una alianza de países independientes que mantienen sus respectivas autonomías, unidos en acciones o cooperación en asuntos específicos de interés mutuo. En una nación federal los actos del gobierno central pueden afectar de modo directo tanto a los estados miembros como a los ciudadanos individuales, mientras que en una confederación tales actos suelen afectar de una forma directa a los países miembros y sólo por vía indirecta a los ciudadanos.

    En un Estado federal libertario, y eso lo puedes leer con mayor precisión en Pi y Margal, al gobierno central le son asignados poderes concretos. Hay soberanía plena en relación con los asuntos exteriores y es preeminente con respecto a la administración interna dentro de sus poderes asignados. Ejemplos notables de federaciones se hallan en la antigüedad incluidas la Liga de Delos y la Liga Aquea, uniones helénicas consideradas en líneas generales entre los primeros intentos políticos de llevar a cabo una fuerza unitaria o nacional sin el sacrificio de la independencia local.

    En la historia encontraras elementos de federalismo muy remarcados en el Imperio romano, durante la edad media muchas ligas de estados se formaron para alcanzar propósitos específicos, la más conocida fue la Liga Hanseática; durante el renacimiento, la Unión de Utrecht, una alianza creada en 1579 por siete provincias de los Países Bajos, que tenía las características de una federación y fue la mayor fuerza protestante en Europa durante dos siglos; en Suiza, que en la historia ha sido considerada el primer ejemplo de una confederación con éxito y después, de federación, comenzó el proceso de unión en 1290 con tratados de alianza perpetua que comprometían a tres cantones, o pequeños territorios. El número de cantones incluidos en los tratados se incrementó de modo paulatino y, con la excepción de un breve periodo como nación unitaria bajo la influencia francesa, la confederación continuó hasta 1848, cuando se transformó en un gobierno federal. Otro ejemplo directo que debes de considerar es el gobierno moderno de Alemania que fue federal durante el Imperio, a pesar de la importancia desproporcionada de Prusia después de 1871, como durante la República de Weimar. La experiencia de la confederación que Estados Unidos adoptó bajo la forma federal de gobierno en 1789, y su Constitución, ha sido un modelo seguido por muchos países, especialmente de Latinoamérica. Acá tendrás que relacionar esa influencia europea y norteamericana en la concepción anarquista del estado federal suramericano. Como vez te toca aún mucho camino por recorrer e interpretar, lo que me dará mucho orgullo ver tu trabajo final, no para decirte cuáles son tus equivocaciones, sino para sugerirte cuáles caminos profundizar porque tu labor es y deberá ser siempre, la de un conquistador consecuente de esos territorios poco ahondados por los hombres que tienen el perfil de estudiar las cosas del Estado. Te envió el manuscrito con sus correcciones y el libro de Mijail Bakunin acerca de las federaciones para que lo estudies. Saludos a Alberto.

    ÁNGEL J. CAPPELLETTI

    LA IDEA FEDERAL

    Gastón Berger, en la obra colectiva "Federalismo y Federalismo europeo" (1965), hace destacar que la idea Federal surge como inspiración psicológica y filosófica en primer orden, variando luego a su connotación política, inferida por los teóricos de la ilustración (o iluminismo), y a su connotación económica social que los pensadores de izquierda impulsaron a través de Pierre Joseph Proudhon (n su obra "Du Príncipe federatif, 1863) y que se extendió a sus discípulos, entre ellos Mijail Bakunin.

    En lo referente a lo psicológico y filosófico, se destaca para el primero un problema que implica cuestiones de hecho; y para el segundo, un problema que hace referencia a valores. "Aquí, descripción de lo que existe; allá, la búsqueda de lo que debemos promover".

    Entre hecho y valores, se corre el riesgo constante de falsear, ello nos lleva a distinguir que el hecho, en el estudio de la idea federal, obedece a la descripción e interpretación objetiva de las reacciones humanas en su búsqueda de organizar el sistema. Y los valores constituyen esa tradición, como fuerza opuesta que se interpone para influir en la toma de decisiones en dicha búsqueda de organización del sistema.

    Dos fuerzas encontradas que monopolizan la percepción del individuo hacia elementos como libertad, autonomía, unidad, etc. Esta diversidad de las naturalezas no pretende establecer ninguna jerarquía. Clasificar los hombres según su naturaleza superior o inferior nos haría superar la descripción de la realidad y substituirla por un juicio de valor las diferencias entre los hombres proviene únicamente de las influencias sociales a que han estado sometidos.

    Estos argumentos de Berger nos remontan a la vieja idea de la tabla rasa: el hombre cuando nace se parece a una tablilla de cera, sobre la cual la sociedad haría simplemente grabar sus caracteres. Si tal idea fuera cierta, el federalismo no ofrecería ningún interés. Esto, debido a que las diferencias que podrían existir entre los ciudadanos se traducirían en funciones a las que la sociedad les pediría que se consagrasen. Quedaría el problema de la psicología de la profesiones. Pero, en lo esencial, todos los hombre, teniendo la misma naturaleza y habiendo recibido las mismas enseñanzas, tendrían necesariamente las mismas estructuras mentales.

    Esta reflexión de Berger presenta un evidente corte utópico. Si bien es cierto que los hombres que nacen en sociedad heredan o les son transmitidas, una serie de costumbres y tradiciones características de la sociedad en que les toca desenvolverse, no es menos cierto que los hombres, por su naturaleza misma, no tienen iguales puntos de vista y por ende, habrá siempre diferencias, así en funciones como en modos y maneras de convivencia.

    La diferencia entre individuos es una misma sociedad obliga a establecer normativas que permitan la igualdad ecuánime y el respeto a las diferentes formas de ver la vida: el respeto a la soberanía individual, como bien lo expone Berger.

    Esa diferencia individual, si se agranda el perímetro o dimensión humana, al traspasar las fronteras de la sociedad, encuentra otras comunidades, igual de socializadas (así como diferenciadas internamente), que son incongruentes con las normativas y tradición de dicha sociedad. Ante esto surge una nueva distinción: la diversidad de los grupos.

    Esta diversidad de los grupos (sociales para el caso), contempla, según H.C.F. Mansilla (Introducción a la teoría crítica de la sociedad, Barcelona, Seix-Barral, 1970), tres perspectivas que el individuo en singular analiza según su punto de vista: 1°) La curiosidad simpática; 2°) La decepción; y 3°) La comprensión. Es decir, el encuentro con la cultura y valores de un grupo o sociedad distinta a los ojos observadores de quien analiza, mecaniza una interpretación de admiración hacia hechos desconocidos; de decepción ante algunos hechos que le son ajenos y que desecha su sociedad; y compresión, al inferir u razonamiento sobre los por qué de esas diferencia entre un grupo y otro.

    Esta descripción sobre la diferenciación entre individuos y grupos, lleva a formular alternativas para lograr disminuirlas y procurar iniciar niveles de comprensión e interacción que produzcan beneficios para el sistema de convivencia humana.

    Las alternativas se han presentado en los niveles del discernimiento filosófico, de la interpretación política, de la descripción histórica y sociológica y de la incidencia económica. Pero todos estos niveles convergen en un mismo horizonte: la libertad. Y ésta, en concreto, no existirá más que en la medida en que podamos desempañar nuestro papel en el mundo según la manera que nos parezca, esta posición se acerca mucho a la idea de justicia platónica, al establecer que cada quien haga el papel que en la sociedad le ha tocado, sin traspasar el de los más.

    El Federalismo adquiere su valor individual a través del respeto a la dignidad humana y a la libertad que su organización ofrece a la sociedad; y adquiere el valor para el grupo social al demostrar que es el tipo de organización política que mejor sirve para los interese de la cultura, así como la seguridad y extensión d los mercados comerciales.

    Desde esta perspectiva de la diferencia entre los individuos y entre los grupos, el federalismo es una forma adaptable que permite respetar la diversidad asegurando la unidad, la unidad de la civilización.

    La idea federalista se nos presenta, en este primer ciclo de inserción, en dos realidades del hombre: su alternativa de libertad antes las diferencias entre individuos y su alternativa de unidad ante las diferencias de los grupos sociales. Ahora bien, esta apreciación es de corte psicológico y filosófico, no faltaría, para canalizar una definición global sobre la idea Federal, el aspecto político y económico que constituye lo práctico del federalismo como alternativa de organización social. A tal respecto, incursionaremos en dos clásicos: la posición de Kart Loewenstein y la de Francisco Pi o Margall.

    Loewenstein en su obra "Teoría de la Constitución" (aparecida en 1957 con el título "El Poder político y el proceso gubernamental", siendo "Teoría de la Constitución" el título con que se difundió en español a partir de 1965), expone un análisis de la dinámica del poder a través de dos controles: uno, que califica de horizontal, el detentador del poder, y otro, que califica de vertical, el cual involucra los tipos o modos de acción e interacción que se producen dentro del cuadro de la dinámica política entre los detentadores instituidos del poder (parlamento, gobierno, tribunales y lectorado) y la sociedad en su totalidad. Aquí agrupa Loewenstein cuatro campos diferentes de acciones recíprocas: el Federalismo, los derechos individuales, las garantías fundamentales y el pluralismo. De estos tres campos nos interesa apreciar el federalismo. Este es definido por Loewenstein como el enfrentamiento entre dos soberanías diferentes estatales separadas territorialmente y que se equilibran mutuamente. La existencia de fronteras federales limita el poder del Estado Central sobre el Estado miembro, y a la inversa.

    Pero este concepto depende de varios factores condicionantes que orientan el establecimiento de bases firmes en el Federalismo: primero, el federalismo y las garantías fundamentales están institucionalizadas por normas jurídicas, y así deben permanecer para tener carácter confiable, de respeto y operacionalidad; segundo, la diversidad regional sirve de búsqueda de la unidad nacional y a ello se agrega el federalismo; tercero, el Estado federal no puede funcional sin una constitución escrita; cuarto y último, en los Estados federales existe tan sólo la soberanía indivisible del Estado Central que en el marco de los límites constitucionales, ha absorbido la soberanía originaria de los Estado miembros.

    Loewenstein respalda su apreciación mediante un recorrido histórico que hace posible captar la trascendencia del federalismo en las sociedades humanas. Las "uniones de Estados de tipo federal habían existido anteriormente: en la antigua Grecia, las ligas Sinoikias Délica, Anfictiónica helénica y Acquea; la Alianza eterna (ewige bund) de los cantones suizos desde el siglo XIV y XV, de la unión Utrecht (1569) entre las siete provincias norteñas de los países bajos. Pero estos ejemplos sólo constituyeron modelos afines con la idea federal. La falta de órganos comunes con jurisdicción directa sobre los ciudadanos de los Estado asociados y en parte la preponderancia de los miembros evitaron una formación auténtica del Estado Federal.

    La independencia de los Estados del Norte de América conformó para Loewenstein un modelo de primera para edificar una visión de la idea Federal más práctica y dentro de los parámetros de legalidad que la normativa jurídica daba.

    Esta presencia histórica del acontecimiento de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la posterior instauración de una Constitución Federal, inducen en Loewenstein la convicción de que, a pesar de la reconocida necesidad de unidad nacional, las tradiciones regionales operaron contra la fusión de los Estados individuales en una organización estatal unitaria, siendo necesario que las diferencia culturales de las diversas entidades se mantengan por medio de un orden federal.

    Esta apreciación lleva a Loewenstein a formular unas características representativas del Estado Federal, en función de su distintivo de autoridad rectora de la comunidad:

    1°.El Estado Federal tiene un centro de poder que controla y ejecuta las decisiones de los Estados miembros;

    2°.El Estado central, o Federación, tiene una propia soberanía estrictamente separada de la soberanía de los Estado miembros estando ésta última limitada por aquella;

    3°.El Estado Federal ejerce, a través de sus órganos federales, un dominio directo sobre los ciudadanos del territorio federal;

    4°.Cultiva la personalidad estatal de las regiones; y

    5°.Los fundamentos federales están amparados en un documento constitucional formal.

    Francisco Pi y Margall (1824-1901) estuvo ligado a lo que históricamente se conoce como Iª República tuvo como uno de sus principales. Con Pi y Margall se proclama la República Federal y de allí una serie de cambios enfocados hacia el pensamiento federalista de Mijail Bakunin.

    Pi y Margall teoriza toda una concepción federalista que le hace implantar un modelo federal inspirado en la libertad y en la igualdad social. Según sus escritos, la federación es un sistema por el cual los diversos grupos humanos, sin perder su autonomía en lo que le es peculiar y propio, se asocian y subordinan al conjunto de los de su especie para todos los fines que les son comunes.

    El lado operativo de la Federación es, en apreciación de Pi y Margall, el establecimiento d una unidad sin destruir la variedad y sin menoscabar la independencia ni alterar el carácter de naciones, provincia o pueblos.

    Pi y Margall concibe las sociedades de dos círculos de acción, uno en que se mueven sin afectar la vida de sus semejantes; otro, en que no pueden moverse sin afectarla. En el uno son tan autónomas como el hombre en su pensamiento y conciencia; en el otro, tan heterónomas como el hombre en su vida de relación con los demás hombres. Entregadas a sí mismas se conciertan en el segundo con las sociedades cuya vida afectan, y crean un poder que a todas las representantes y ejecute sus comunes acuerdos. Entre entidades iguales no cabe en realidad otra cosa; así, la federación, el pacto, es el sistema que más se acomoda a la razón y a la naturaleza. Como puede apreciarse, Pi y Margall hace un enfoque político del Federalismo, pero advierte que esa visión política tiene su base en la sociedad. Esa base fundamental es para él la ciudad.

    La ciudad es un grupo familiar que acercó la necesidad de cambio. Es una nación en pequeño. Tiene su culto, sus leyes, su gobierno, su administración, sus tribunales, su hacienda, su ejército; tiene su organismo, su Estado.

    La ciudad, prosigue Pi y Margall, es la sociedad política por excelencia, y no se resigna jamás a ser esclava. Esta autonomía, insuperable por los Estados o naciones más extensas y complejas, se debe a lo reducido de la variabilidad, tanto decisoria como de convivencia, en los objetivos generales que sustenta como fines la ciudad para subsistir. Esto permite una omnipresencia sobre los problemas y del mismo modo una respuesta directa que satisfaga las partes envueltas. Es decir, reducido a dimensiones pequeñas el problema es más controlable.

    Esa concepción de localidad autónoma, se siembra en el pensamiento de Pi y Margall para edificar su idea Federal y así lograr modelos que aseguren la participación de más comunidades en el modelo federal de organización, así como la detección de posibles defectos que pudieran ser subsanados en nuevas experiencias.

    El ejemplo de la ciudad como célula inicial del principio federal se extiende, paulatinamente, hacia los niveles más elevados de los grupos sociales (de la ciudad a la Nación, de allí a la comunidad internacional).

    El esquema planteado por Pi y Margall, en general, de la organización federal es el siguiente: Partiendo de la Federación de los individuos en comunas (ciudades, municipios específicamente), se pasa a la organización de esas comunas en Provincias; de allí en naciones y de allí a una Confederación de Estados.

    Por de pronto sabemos que la federación descansa en la naturaleza del hombre y la sociedad, y toda nación unitaria por el solo hecho de violar la autonomía de los diversos grupos que en su seno existen, está condenada a vivir bajo perpetua servidumbre o en continua guerra.

    La presencia de Karl Loewenstein y Francisco Pi y Margall, obedece a dos razones fundamentales. El primero expone la concepción liberal de la idea Federalista desde una óptica moderna y diferente a los clásicos, (A. de Tocqueville en su "Democracia en América, por ejemplo); y el segundo es un ejemplo genuino del federalismo anarquista (específicamente el profesado por Mijail Bakunin), que trataremos posteriormente con mayor profundidad.

    En líneas generales, el federalismo en su marco teórico, constituye un modelo de organización que José Gil Fortoul ( en su obra "Filosofía Constitucional") denominó "de intereses comunes", dentro de la cual el Poder Federal tiene aquellas funciones generales que se refieren a los interese comunes de todos los Cantones o Estados, funciones que determina previamente una ley fundamental votada unánimemente por dichos Cantones o Estados, que conservan incólume su autonomía en cuanto atañe a sus intereses.

    En otro orden y recurriendo a otra obra de Pi y Margall, el federalismo es libertad. La federación realizaba a mis ojos, por una parte, la autonomía de los diversos grupos en que se ha ido descomponiendo y recomponiendo la humanidad al calor de las revoluciones y por el estímulo de los intereses; de otra, el principio de la unidad en la variedad, forma constitutiva de los seres, ley del mundo.

    En otro comentario personalizado, Pi Margall nos dice que el Principio Federativo de Proudhon, libro en que , después de sentadas la libertad y la autoridad como los eternos y contradictorios elementos de la vida de los pueblos, se explican las vicisitudes y los sistemas a que han dado origen y se demuestra que la federación, última evolución de las ideas políticas, es la única que puede afianzar en las naciones las dignidad, la paz y el orden.

    A manera de complemento, y para extender aún más el parámetro teórico de los que constituye la visión liberal federal, haremos alusión a los comentarios de Karl Deutsch, en su obra "Política y Gobierno". Para Deutsch, el federalismo "es una invención política" que se adapta a los dos fundamentos básicos de la tarea del gobierno:

    1°.Concentrar la mayor parte de las fuerzas y recursos de su población; y

    2°.Responder a las necesidades de su población.

    A un gobierno centralizado se le llama una forma unitaria de gobierno. Pero cuanto más se desee que el gobierno responda rápida y adecuadamente a las necesidades de muchos grupos y localidades diferentes, más descentralizado y localizado deberá ser, es decir, más deberá asumir una forma confederada de gobierno.

    Para Deutsch, el federalismo se nos presenta en la actualidad a través de dos firmas: Gobierno Federal y Confederación. Ambas se diferencian muy específicamente. El Gobierno Federal, en su labor administrativa, puede recaudar impuestos, reunir ejército e imponer sus propias decisiones; la Confederación, por su parte, para tomar las decisiones anteriores, depende de los recursos que quieran aportar los Estados. Aquella se da en un universo interno, ésta en un universo externo o internacional.

    Pero esa diferenciación entre Estado Federal y Confederación contempla otros elementos:

    1°.__Un gobierno federales relativamente fuerte en cuanto a organización, personal, presupuesto y jurisdicción. En una confederación, en cambio, las instituciones comunes son débiles o casi inexistentes en algunos o todos estos aspectos.

    2°.__Los gobiernos federales actúan directamente sobre los individuos en todos los asuntos pertinentes al ámbito del gobierno nacional, en cambio una confederación trata originariamente con los individuos sólo en forma directa, a través de los gobiernos estadales y sus administraciones.

    3°.__El gobierno federal no admite separación de uno de sus Estados por decisión de su propios gobernantes o volantes, en cambio la confederación sí lo admite.

    4°.__Las leyes de una unión federal prevalecen generalmente sobre las de los Estados, y se espera que los gobiernos estatales las obedezcan y las hagan respetar. En cambio, en una confederación una ley o decisión de las autoridades confederadas sólo será válida en un Estado cuando el gobierno de éste la ratifique, o al menos no ejercite su derecho a veto en su aplicación dentro del estado.

    En fin, para Deutsch el federalismo consiste en colocar a todo individuo bajo dos gobiernos al mismo tiempo. En lo que al individuo se refiere, estos gobiernos coinciden en dominio, pero difieren en alcance".

    PRINCIPALES APORTES INTELECTUALES

    A raíz de la Revolución Francesa (1789), Francia se constituyó en referencia obligada para los pueblos en formación del siglo XIX. Con una Monarquía que aparece como supresora de un orden feudal que minaba las bases políticas, sociales y económicas, Francia sirve como medio de cultivo para el desarrollo de un pensamiento político en vías de transformación.

    Pero para poder apreciar el impacto intelectual de las ideas del siglo XVIII sobre el siglo XIX, es preciso acotar, en primer lugar, la evolución cultural de la época 8que la historia califica de Moderna); en segundo término, las nuevas concepciones políticas que motorizaron, no sólo el pensamiento revolucionario francés, sino el del resto del mundo; y como tercer punto, la Revolución Francesa como propulsora de los grandes cambios en el siglo XIX.

    La evolución cultural estuvo impulsada por lo que se ha denominado "clasificismo francés". Este fue un movimiento literario que tuvo como escenario la Francia del siglo XVII, apoyado por los gobiernos absolutistas del rey Luis XIV y el cardenal Richelieu. El objetivo perseguido por este movimiento consistía en el cultivo de las letras con el propio espíritu renacentista imbuido de admiración e imitación de los clásicos grecolatinos. Sus cultores se distinguieron por un lenguaje pulcro, claro y elegante, así como por sus exposiciones imaginarias llenas de fuerza tan real que hacía al lector sentirlas identificadas con su quehacer diario. Como exponente de este tiempo tenemos a Moliere y Cornielle, entre otros.

    En España, durante este mismo tiempo, se conforma el denominado siglo de oro. Con las mismas características de pulcritud, claridad y elegancia, hombres como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Fray Luis de León, Baltasar Gracián, Francisco de Quevedo, marchan un hito que se consagraría como revelación ante una sociedad que se mantuvo sigilosa y que a partir del siglo XV emprendió un camino.

    El Renacimiento tranquiliza el ánimo ahincando enérgicamente el pie sobre la tierra, irguiéndose orgullosamente y captando el mundo como un motín. La filosofía, por su parte, desarrollaría tres tendencias: la empírica, con Bacón (1561-1626), la racional, con Descartes (1596-1650), y el espíritu crítico, con Voltaire (1694-1778). Estas tendencias englobarían el ansia intelectual de la época dirigida hacia una vertiente de descripción y demostración de los hechos sociales y políticos.

    Como principio metodológico creció el pensamiento filosófico y se adentró en el contenido político a través de Locke (1632-1704), Montesquieu (1689-1755) y Rousseau (1712-1778). Locke exponer en su pensamiento la existencia de un derecho natural que garantiza la libertad e igualdad, así como la propiedad. El derecho natural se lo atribuye Locke a una donación que Dios hace al hombre. Por otra parte, expone que el hombre se ha agrupado en sociedad, se ha dado sus gobiernos y ha dado a estos poder, no para que limiten o eliminen sus derechos, sino para que los resguarden.

    Montesquieu erige el edificio jurídico donde el Estado sustenta, promueve la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y pregona que la soberanía reside en el pueblo, no en el rey. En cuanto al aporte de Rousseau, éste viene a representar el eslabón entre una conciencia política por excelencia y una sociedad organizada a través de la asociación y la cooperación.

    El pensamiento político-social de Rousseau es certeramente expuesto por Jean Touchard. Al respeto reseñaremos las bases fundamentales del mismo: La teoría del buen salvaje; El origen de la sociedad; El contrato social; La soberanía popular; y Los derechos del hombre.

    La teoría del buen salvaje es presentada, con copiosa argumentación, en el "Emilio". Ella exponer que el hombre primitivo fue bueno. Su vivencia en el Estado Natural era feliz, con íntegra libertad, sin gobierno y sin jerarquización de clases. El hombre civilizado es bueno, pero sus desváhennos son el producto de lo difícil de la convivencia con el grupo social, por lo tanto, no hay que atacar al hombre sino a la sociedad par conseguir un nivel de paz ¿Cómo atacar la sociedad sin antes tocar al hombre? Se ha de diseñar un sistema de gobierno que rescate los valores innatos de socialidad e íntegra libertad.

    El origen de la sociedad lo relaciona Rousseau con la familia. En ella, como célula fundamental, se dan en pequeño las relaciones de mando y en base a ella los hombres asumen un comportamiento en la sociedad.

    El denominado "Contrato Social" de Rousseau consiste en una delegación de poder que el pueblo hace un soberano. De este modo se conforma, mediante el pacto entre el pueblo y el soberano, un gobierno institucionalizado que ha de velar por la seguridad y bienestar de la nación, mientras ésta se compromete a obedecer y acatar los lineamientos establecidos por el soberano. El pacto tendrá carácter de contrato por lo cual ambas partes están comprometidas a cumplirlo ante las leyes y ante Dios.

    La soberanía popular corresponde al derecho inalienable que el pueblo tiene a voluntad. Y ese derecho es el que lleva a pactar con el soberano: y ese mismo derecho el que hace que el gobernante consulte al pueblo sobre cualquier norma a ser implantada, consulta que da carácter legal a todos los actos del Estado frente a la sociedad.

    Rousseau basó sus argumentos sobre lo derechos del hombre en la garantía de la libertad e igualdad, así como en el cumplimiento de los ofrecimientos del gobierno, al pueblo en razón del pacto, o contrato, suscrito entre ambos.

    Esta suscita reseña realizada sobre el pensamiento del siglo XVIII, es una introducción al esplendor ideológico de la Revolución Francesa. Todas las ideas anteriores condicionario el desarrollo intelectual de los protagonistas de la Revolución Francesa y, definitivamente, condujeron al mundo a una nueva era en la civilización.

    La Revolución Francesa se desarrolla dentro de un clima de euforia y neurosis. La Francia del Antiguo Régimen (la época de Luis XVI), estaba llena de temor. Se acercaba el final de un siglo y el pueblo no tenía experiencia y se encontraba ante un misterio cuyo velo se iba desgarrando poco a poco. Terreno excelente para la producción de los pánicos.

    Ese pánico, creado sobremanera por el desarrollo de una inseguridad civil desbordante, preparó el ánimo del pueblo disponiéndolo para que comenzara a escuchar las alternativas expuestas por los revolucionarios.

    En 1789 el pueblo estuvo embargado de pánico, porque, brutalmente sacado de las tinieblas en que lo mantenía el poder absoluto, conducido a plena luz, fue deslumbrado, después enloquecido, y creyendo ver un peligro allí donde no tenía guía, asombrado de no sentir la mano de hierro de la autoridad, se dejó invadir por una multitud de sentimientos espontáneos, entre los que el miedo de lo desconocido fue uno de los más potentes.

    El antiguo régimen se caracterizaba por la existencia de una monarquía absoluta, de derecho divino, la cual se acentuaba en la división de clases, y en el control de la economía del Estado. El origen de este régimen se remonta al sistema feudal en cuanto a la división social y estructural del mismo. Para el tiempo de la Revolución Francesa, el régimen estaba en decadencia. Existía un despotismo en la dirección gubernamental y un desprecio hacia la burguesía y los estratos campesinos que evidentemente se hacía inaguantable. A ellos se unía la inseguridad y las reflexiones intelectuales de los pensadores de la Francia clásica, entre ellos el influjo teórico de Rousseau. Dentro de esta misma tendencia intelectual se centran las ideas racionalistas que llegando a conocimiento de la nobleza y del clero, propagadse dentro de la burguesía, cuyos integrantes los hacen llegar al pueblo.

    Pero el peso de estas influencias que experimentó el revolucionario francés, tal vez no hubiera consumado por sí solo el efecto histórico sin la figura de un Monarca, Luis XVI, y unos magistrados con ilimitado poder, así como sin los ejemplos del denominado despotismo ilustrado en otras regiones de Europa, nos habrá sido posible unir la conciencia y la euforia revolucionarias.

    Uno de los estrategas de la guerra del Golfo Pérsico (1992), decía que un ejército depedencía de dos cosas que van mucho más allá de su número: armas y ánimos. Precisamente, los revolucionarios de 1789 tenían las armas: todo el bagaje inmobiliario de una ciudad, así como algunos rifles sustraídos al ejército real, pero faltaba matizar su ánimo, y ello lo logró la sed de justicia ante un gobierno despótico.

    Ahora bien, ese surgimiento espontáneo de lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad, logró sólo una fase de un objetivo más amplio: hizo claudicar la Monarquía. Pero ello no resolvió los problemas puesto que Francia no prosiguió en la vía de una transformación completa y definitiva. Dejó un antecedente, más no completó la tarea. No fue una acción definitiva ni concluyente.

    Pero el hecho federalista indudablemente existía dentro de las ideas que propugnaban la reorganización del poder francés. La propia Monarquía lo había descubierto e intentado someter, empero subsistía a la llegada de la revolución.

    El Federalismo se mostraba tácitamente en algunas características de la situación de entonces, tales como: ausencia de unidad territorial administrativa, la inexistencia en forma directa de una autoridad real sobre los agrupamientos de diversa clase (geográfica o profesionales), que servían de puente entre el individuo y el monarca.

    Una libertad es un privilegio que se posee y que otros no poseen. La libertad no nace de la igualdad frente a la ley, de la unidad del Derecho. Nace, especialmente, del particularismo, de la diferenciación con respecto a los otros, en una palabra, del privilegio. Este universo se le presenta a la filosofía de la ilustración y genera, por fuerza propia, una reacción que aparece en la inspiración federal en dos aspectos: uno, bajo el principio de organización estatal, y otro, bajo el principio de organización internacional.

    Como principio de organización estatal, el aporte, intelectual se centró en las figuras de Fenelón, Montesquieu y D’Argenson. Estos pensadores respaldaban la idea de los cuerpos intermedios (intermediarios entre las Monarquía y las zonas locales), con el fondo sentimental del regreso a un Estado donde los vínculos feudales pudieran hacer frente al poder del Estado Moderno.

    Fenelón (1651-1715), fue un prelado y escrito francés que defendió la doctrina de un quietismo moderado. Su aporte al pensamiento federal consistió en la propuesta de crear un organismo que se encargara de distribuir los impuestos. Estos organismos se establecerían en cada provincia y Estado, particular, haciendo participar a los mismos en el gobierno de todo el país.

    La Francia de Luis XVI, fue una Monarquía cuya una autonomía abarcaba la composición política y social; así como la composición geográfica y el carácter profesional de todo el sistema corporativo, los cuerpos judiciales y las comunidades de oficios.

    El Federalismo, durante esta época, jugó un papel tácito que consistía en la ausencia de unidad territorial y el distanciamiento del poder real en incidencia directa sobre agrupamientos de toda clase. La libertad fue entendida como el efecto inmediato de la igualdad ante la Ley, de la unidad del Derecho. Nace esencialmente del particularismo de la diferenciación con respeto a los otros, en una palabra, del privilegio. Esta situación hizo que un pensamiento político inspirara una cosmovisión federal que condujera a la unidad y libertad, tanto individual como de grupos. La propuesta fue recogida en dos aspectos: 1.- Como principio de organización estatal; y 2.- Como principio de organización internacional.

    Montesquieu adopta la tesis de los cuerpos intermediarios, argumentando que estos canales medios son los poderes necesarios para controlar el poder. Los poderes intermediarios, subordinados y dependientes constituyen la naturaleza del gobierno monárquico, es decir, de aquel en que gobierna uno solo por leyes fundamentales. El poder intermedio subordinado más natural en una monarquía es el de la nobleza.

    Es tanto el valor que Montesquieu da a los poderes intermedios, que es capaz de sentenciar: "Sin monarca no hay pobreza, como sin nobleza no hay monarca". D’Argenson, por su parte, fundamenta su aporte en dos posibilidades que, complementándose, forman un gobierno federal en razón de las relaciones de unos pueblos con otros. Así que propone: primero, un gobierno central que sirva de árbitro, defensor en el orden externo; unificador en los casos en que la unidad sea necesaria; y segunda, un amplio autogobierno local.

    Pero el principio de organización estatal, involucra un intermedio que es "la Unidad". Sobre ella intelectuales de todas las épocas han meditado (desde Grecia con Sócrates, Italia con Mazzini, Francia con el duque de Saint-Simón, entre otros). La unidad asegura a la organización estatal un cimiento de expansión donde la seguridad comercial y política prevalece. Empero, en las figuras de Montesquieu y Rousseau, se concentra el más sucinto pensamiento al respecto: uno aboga por las dimensiones y otro, por la legitimidad. Montesquieu argumenta que la República exige un Estado de dimensiones pequeñas, pues de ser demasiado grande no podría ya existir como República, se convertiría en escenario de una constante pugna entre facciones o terminaría por someterse a un dictador.

    Rousseau expone que no hay gobierno legítimo si no está asentado sobre la soberanía del pueblo, siendo ejercicio, en atribuciones, por el mismo. Pero advierte que un gobierno así no puede ser instaurado en Estados grandes. Como principio de organización internacional, el federalismo tuvo sus exponentes en el duque de Sully (1569-1641), en el inglés William Penn (16444-1718), en el abate Saint-Pierre (1737-1814) y en el propio Rousseau.

    En general, las ideas se concentraron en afirmar que para dar cuerpo a la comunidad internacional, era necesario darle un derecho, una estructura normativa que dirigiese las decisiones en razón de un consenso y un respeto a la dignidad y libertad humana.

    Sully propuso crear una Europa Cristiana, a través de una división territorial. Esta división formará cinco monarquías hereditarias: Francia, España, Inglaterra, Suecia, Lombarda; seis monarquías electivas: el Palacio, el Imperio, Hungría, Bohemia, Polonia, Dinamarca y cuatro repúblicas, dos aristocráticas: Venecia y la República Italiana, y dos democráticas: Suiza y los Países Bajos. En una segunda etapa, luego de creada tal estructura territorial, se confederaría, a propuesta de Sully, las ya constituidas entidades en un Consejo cristiano de sesenta miembros. Este Consejo asumiría el papel de árbitro y legislador a la vez, de los asuntos que atañen a la zona, estando respaldado por un pacto de compromiso de los países miembros que compromete a los mismos a prestar ayuda en la ejecución de sus decisiones.

    Penn, acudiendo al pensamiento de Locke, propone a los príncipes de Europa unir a los Estados en un contrato Federal y crear un organismo que unifique la diversidad regional. El abate de Saint-Pierre establece los fines máximos de la Federación son disminuir las cargas militares, procurar la seguridad mediante el desarme e impulsar la prosperidad económica mediante la ampliación del mercado.

    Rousseau, por su parte, plantea como la base del federalismo, la comunidad de costumbres, e leyes, de intereses. Esta puede acoplarse a un proyecto de unidad internacional, siempre y cuando, reúna las condiciones necesarias para su eficacia: un carácter general común a todos los Estados, un órgano de decisión y una fuerza coercitiva.

    Kant (1724-1804), también se interesó por el tema y expuso en un pequeño ensayo sus perspectivas al respecto. En "De la paz perpetua" (1796), propone abolir el ejército permanente, lograr que los Estados y las poblaciones no choquen ya que el comercio. La fórmula de Kant se resume en: una Constitución republicana en cada país.

    De Kant hay que apuntar una idea más original, el federalismo es la forma de crear un medio jurídico y, en consecuencia, de desarrollar un derecho. Valdría la ocasión para agregar que el abate de Saint-Pierre establece una diferenciación entre Alianza y Federalismo, puesto que la primera estaba propiciando confusiones con respecto a la segunda. Es así como expone: la alianza es para la guerra, la federación para la paz, la alianza es temporal u ocasional, la federación es permanente; la alianza es una coincidencia de buenos deseos políticos, la federación es la creación de un derecho, de un tribunal y de una fuerza coercitiva.

    Saint Simon (1760-1825), francés, se rebela contra toda esta corriente intelectual y pretende demostrar la insuficiencia de los planes hasta ahora propuestos para organizar Europa y en particular, el del abate de Saint-Pierre. Rinde, por otra parte, homenaje a estos predecesores y reconoce que ha sacado mucho de ellos. Pero les achaca un defecto común, por no haber replanteado los postulados del absolutismo y la arbitrariedad dinástica según existía en Europa antes que las revoluciones de Inglaterra y de Francia inauguraran el reino de la razón y el gobierno bajo los dictados del interés general. La nueva Europa deberá descansar sobre estos principios. Adoptará, por tanto, el sistema parlamentario inglés que, a juicio de Saint-Simón, es el único régimen político conforme a las exigencias de la razón.

    El modelo de Saint-Simón puede resumirse en una frase: "Gran Parlamento Europeo"; pero el mismo tan sólo alcanza a ser un precedente más dentro del marco del pensamiento político. Ciertamente sus ideas de unidad se asemejaban a las federales, pero él aspiraba más que una simple confederación de Estados, pensaba en una unidad política en torno a un rey hereditario sin límites de poder. Para la Europa de entonces estos significaban una burla ante todo lo que había parecido para librarse del centralismo despótico de las monarquías hereditarias.

    En líneas generales, el pensamiento a que nos hechos referido, corresponde a los ideólogos que han estructurado la idea federal a lo largo de su participación intelectual. Faltaría reseñar el pensamiento cristiano y el de izquierda que también prevalecieron como alternativas en esa época, los hemos dejado para un subpunto especial que presentamos a continuación.

    Partes: 1, 2
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