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La Gobernabilidad Democrática. Una aproximación al concepto

Enviado por cuentanaufel


    1. Un poco de Historia sobre la Gobernabilidad
    2. La utilización errónea del concepto
    3. Gobernabilidad como accountability
    4. La Gobernabilidad Democrática como lucha contra la corrupción
    5. La Gobernabilidad Democrática como atributo del Sistema Social
    6. El Capital Social
    7. ¿Qué es la Gobernabilidad Democrática?
    8. El paradigma de gobernabilidad
    9. Déficit de Gobernabilidad Democrática
    10. Crisis de Gobernabilidad Democrática
    11. ¿Dónde ubicar, en este marco conceptual, los problemas de Gobernabilidad Democrática y las distintas investigaciones?

    Un poco de Historia sobre la Gobernabilidad.

    Para definir el concepto que vamos a describir es preciso antes hacer su historia. El término, que deviene de la traducción de "governance" fue utilizado por los autores de la Comisión Trilateral y desde allí su uso se difundió a todos los ámbitos de la política y de la investigación científica politológica, desde los centros de investigación hasta los comités partidarios y la administración pública misma.

    En 1975 Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki elaboraron un reporte para los gobiernos de tres países occidentales (Japón, Estados Unidos y Francia), en el cual se hacía un diagnóstico de los problemas y causas que desde su perspectiva se constituían como centrales para el desempeño eficaz del gobierno y de la economía en las sociedades occidentales postindustriales con regímenes políticos democráticos.

    Si bien es cierto que la discusión de los asuntos de la eficacia y legitimidad del desempeño del sistema político en las sociedades capitalistas ya se desarrollaba con cierta profundidad, estos autores tuvieron un impacto profundo en el mundo de las ideas y la política. De hecho, las cuestiones asociadas al vocablo gobernabilidad comenzaron a ingresar en la agenda de los políticos y estudiosos de los países centrales desde mediados de los años setenta, junto con la crisis de las economías desarrolladas, la emergencia de nuevos movimientos sociales y el agotamiento del llamado "Estado de bienestar". A este respecto son clarificadoras las palabras de Adrián Acosta Silva:

    "Hacia fines de la década de los sesenta, las democracias occidentales experimentaron un conjunto de fenómenos que presagiaban el fin de una época y el nacimiento de otra. El 68 francés, los movimientos pacifistas en Inglaterra, las gigantescas marchas contra la intervención militar norteamericana en Vietnam, la crisis de las ideologías, el agotamiento de la fórmula de estabilización política y desarrollo económico surgida bajo el modelo del Estado benefactor, la crisis de la economía capitalista mundial a raíz de las modificaciones a los precios del pétroleo, se constituyeron como expresiones visibles y espectaculares de que los desequilibrios económicos internos e internacionales, junto con las "contradicciones culturales del capitalismo" (según expresión de Daniel Bell), estaban generando cambios profundos en la manera en que las sociedades y los Estados estaban procesando el agotamiento de un patrón de desarrollo, pero que todavía no alcanzaban a definir los perfiles de otro.

    Para las élites políticas neoconservadoras, la imagen dominante era de una situación potencial de ingobernabilidad política y anomia social, riesgos que fueron interpretados como efectos de la sobrecarga de demandas de la sociedad hacia el gobierno; y en no pocas vertientes de ese espectro se atribuía al "exceso" de democracia los problemas de ingobernabilidad que aquejaban a los países occidentales. Del otro lado, la lectura que hacía de la situación la nueva izquierda atribuía básicamente a la erosión de la legitimidad del sistema político la causa de los disturbios y la incapacidad del gobierno para enfrentar los problemas."…

    La Comisión Trilateral acordó la creación de un grupo de trabajo compuesto por estos tres especialistas para analizar las relaciones entre gobierno y democracia.

    El resultado fue el "Informe del Grupo Trilateral sobre la gobernabilidad de la democracia al Comité Ejecutivo de la Comisión Trilateral".

    En este reporte, sus autores concluían que después de un periodo relativamente "exitoso" de consolidación democrática y desarrollo económico (que coincidió con el ascenso y desarrollo del Welfare State), las sociedades occidentales postindustriales enfrentaban problemas que impedían el funcionamiento eficaz de los gobiernos democráticos. En el Informe se diagnosticaba:

    "1) La búsqueda de las virtudes democráticas de igualdad e individualismo han llevado a la ilegitimación de la autoridad en general y a la pérdida de confianza en el liderazgo.

    2) La expansión democrática de la participación y compromiso políticos han creado una `sobrecarga' en el gobierno y una expansión desbalanceada de las actividades del gobierno, exacerbando las tendencias inflacionarias en la economía.

    3) La competencia política, esencial a la democracia, se ha intensificado, llevando a una disgregación de intereses y a una declinación y fragmentación de los partidos políticos.

    4) Las respuestas del gobierno democrático al electorado y a las presiones sociales han llevado a un provincialismo nacionalista (parroquialismo) en la forma en que las sociedades democráticas conducen sus relaciones exteriores.

    De manera más específica, Huntington relaciona, para el caso estadounidense, la crisis de gobernabilidad con el grado de participación. Para él, estas relaciones llevan a una suerte de círculo vicioso donde,

    a) el incremento de la participación política lleva hacia una mayor polarización de la sociedad; b) el aumento de la polarización produce desconfianza en las instituciones y la sensación entre los individuos de una creciente ineficacia política; y c) esta sensación conduce a su vez a una baja en la participación.

    Para los autores, el corazón del problema radica en las contradicciones inherentes relacionadas a la gobernabilidad de la democracia. Reconocían que "gobernable" y "democracia" son conceptos en conflicto. "Un exceso de democracia significa un déficit en la gobernabilidad; una gobernabilidad fácil sugiere una democracia diferente".

    Para ellos, en consecuencia, era necesario restablecer el equilibrio entre el ejercicio del poder y la distribución de responsabilidades, en el marco de la preservación de un régimen democrático:

    La restauración de este equilibrio requiere medidas que alinearán la distribución del poder con la distribución de la responsabilidad. Aquéllos que han adquirido nuevo poder, como son los medios de comunicación, los sindicatos, los intelectuales y los tecnócratas, deben ser inducidos a usar ese poder en una forma responsable. Aquéllos que han tenido la responsabilidad de la toma de decisiones en gabinetes, parlamentos y partidos políticos deben tener un poder proporcional a su responsabilidad. Las demandas constantemente crecientes sobre el gobierno por grupos de la sociedad y la necesidad del gobierno constantemente creciente de manejar las interrelaciones de una sociedad compleja, requieren de un incremento de los recursos materiales y de la autoridad política a disposición del gobierno.

    Poder y responsabilidad eran vistos, en suma, como las dos caras del problema de la gobernabilidad democrática en las sociedades pluralistas de occidente. En consecuencia, el incremento de la autoridad política y la redistribución del poder y de las responsabilidades en la sociedad fueron perfilados como estrategias de solución para ese problema."

    En América Latina, por su parte, la discusión regional sobre las cuestiones de gobernabilidad estuvo enmarcada por tres complejos procesos que comenzaron a desarrollarse con especial ímpetu durante la década de los ochenta: el proceso de crisis de deuda, ajuste y reestructuración económica; el agotamiento del modelo del Estado interventor y su consiguiente redefinición en términos de la reforma del Estado, y el cambiante itinerario de las transiciones y consolidaciones democráticas. En los últimos años, y sobre todo al considerar los obstáculos y los primeros magros resultados de las nuevas gestiones gubernamentales democráticas, la reflexión sobre el tema ha ido en ascenso.

    El concepto "gobernabilidad" es utilizado tanto científicamente, desde la neutralidad valorativa, como desde la estrategia política y la ideología.

    A continuación, describiremos algunas percepciones del término.

    La utilización errónea del concepto.

    Muchos autores, analistas políticos y actores, sostienen que la gobernabilidad no implica solo la capacidad de gobernar efectivamente, sino además y por sobre todo implica la calidad de la interacción que establece con los actores sociales. La gobernabilidad sería, entonces, altamente democrática y horizontal. Esta visión sostiene que gobernabilidad es apoyo de los actores sociales y consenso democrático.

    Sostenemos aquí que esta visión es errónea por cuanto no respeta las reglas de la escala de abstracción para la construcción y manipulación de conceptos. Creemos que la gobernabilidad no es igual a la gobernabilidad democrática. Esto es, la gobernabilidad como concepto más abstracto significa, digamos por ahora, la capacidad de de gobernar de hecho y de que las decisiones de la autoridad política sean acatadas. O lo que es lo mismo, que exista una relación de dominación y mientras esta perdure. Como sostenía Weber, toda relación de dominación, está basada en la creencia de que el mandato de las autoridades debe ser acatado porque de alguna manera es legítimo. La dominación es llevada a cabo y mantenida por la fuerza y la violencia, pero estas no bastan sino que debe haber un componente de legitimidad, de aceptación. Si esto no sucede, resulta imposible aplicar la fuerza de manera constante y sobre todos los dominados, pues la dominación se haría inestable. No importa a nuestros efectos en qué está basada esa legitimidad, lo que importa es que de hecho existe en todos los sistemas políticos. De esta manera, asegurar la gobernabilidad de un sistema político con un régimen autoritario puede implicar asegurar mediante la fuerza el sometimiento de un grupo de personas a otro, sin que en esto importen las relaciones democráticas y consensuales con los actores sociales. Por ello es muy importante distinguir varios conceptos de menor escala de abstracción como gobernabilidad autoritaria y gobernabilidad democrática. La gobernabilidad democrática es más compleja, requiere, como veremos más adelante, de la satisfacción de otros requerimientos como la representación, la accountability vertical, horizontal, etc. De manera que garantizar la gobernabilidad democrática significará conseguir apoyos y, por ende, satisfacer demandas y formar consensos democráticos. Dejaremos a un lado el concepto de Gobernabilidad Autoritaria y nos ocuparemos específicamente de los Regímenes Democráticos, entendidos estos como lo hace Robert Dahl.

    Gobernabilidad como accountability.

    Algunas posturas reducen erróneamente el concepto de gobernabilidad a uno de los aspectos, por cierto nada irrelevantes, de la Gobernabilidad Democrática. Se trata de la Accountability vertical y horizontal. La accountability vertical hace referencia al requisito de que el gobierno dé cuenta de sus actividades y su accionar al pueblo soberano, quien a través de distintos mecanismos formales e informales alza su voz y pretende ser escuchado. Ejemplo de accountability vertical son las elecciones periódicas. La accountability horizontal hace referencia a los controles ahora no de los ciudadanos sobre los gobernantes sino de los distintos poderes y organismos dentro del Estado entre sí.

    De esta manera, la sede Argentina del British Council sostiene:

    "Gobernabilidad puede entonces significar el establecimiento de políticas que tiendan a una distribución más equitativa de los recursos materiales de la sociedad. Pero también el fortalecimiento de los medios de control de los ciudadanos sobre la manera como se administran y distribuyen dichos recursos.

    Gobernabilidad o "buen gobierno" significa entre otras cosas la garantía de que la provisión de servicios básicos como salud, educación, vivienda se realiza sobre la base de principios de equidad, honestidad y transparencia. Es en buena medida el control ejercido por los ciudadanos sobre los actos de sus gobernantes. Con este principio se busca el resguardo del ejercicio de gobierno sobre la base de determinadas prácticas públicas democráticas, éticas y transparentes."

    Creemos, en cambio, que no se puede cargar de contenido a la Gobernabilidad Democrática pues se trata de un estado en el que se está o no se está. Esta concepción del British Council Argentina es claramente reduccionista y centrada exclusivamente en el aspecto de la accountability vertical, incluyendo, inexplicablemente, también una idea redistribucionista.

    Las crisis económicas de los años ´80 y ´90, que sólo nombraremos aquí, han producido un especial deterioro e inestabilidad política, económica y social en América Latina. Esto ha hecho que los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y la OEA tomen un renovado interés en el concepto que nos ocupa y conformen una visión de este muy particular. Su interpretación del concepto fue apoyada por un volumen de financiación considerable y su conceptualización estuvo siempre ligada a la metodología de implementación de las reformas de libre mercado. A medida que se implantaban los planes en America Latina y Africa se hacía evidente la necesidad de rigurosos análisis para sortear los obstáculos políticos que se oponían a las reformas y, a la vez, la necesidad de aumentar la eficiencia en la aplicación.

    Es así que el término fue concebido también como una herramienta de análisis político para la aplicación de los planes. Pero este no fue su único aporte a la causa del libre mercado. Como sostiene Hewitt de Alcántara: "Al hablar de "gobernabilidad" (en lugar de "reforma del Estado" o de "cambios sociales y políticos"), se permitió que los bancos y organismos multilaterales para el desarrollo abordaran temas sensibles reunidos bajo una denominación relativamente inofensiva, generalmente revestido de un lenguaje muy técnico, excluyendo así cualquier sospecha de que estas instituciones estaban excediendo los límites de su autoridad estatutaria al intervenir en los asuntos de política interior de los Estados soberanos."

    Ahora bien, el concepto utilizado por los organismos financieros internacionales parece guardar un alto grado de flexibilidad y otro tanto de paradoja. Pues como las reformas deterioraban efectivamente el nivel de vida de la ciudadanía y la fortaleza de las instituciones, los organismos debían a la vez que invocar la Gobernabilidad Democrática, tomar decisiones en secreto, junto con los ministros de economía y sus técnicos, de espaldas a la ciudadanía. Estos eran (y son), como sostiene Hewitt de Alcántara, "procedimientos fundamentalmente autoritarios y, de haberse aplicado en sus propias sociedades, los ciudadanos de los países de la OCDE jamás los habrían aceptado."

    Si alguien se ocupase verdaderamente del problema de Gobernabilidad Democrática en América Latina, debería empezar claramente por el problema de la crisis de deuda, principal agente de crisis, en vez de preocuparse por abrir mercados a productos extranjeros de manera unilateral.

    La Gobernabilidad Democrática como lucha contra la corrupción.

    El Grupo de Gobernabilidad del Instituto del Banco Mundial (fundado hacia 1994), la define como el conjunto de:

    "… instituciones y tradiciones por las cuales el poder de gobernar es ejecutado para el bien común de un pueblo. Esto incluye (i) el proceso por el cual aquellos que ejercen el poder de gobernar son elegidos, monitoreados y reemplazados, (ii) la capacidad de un gobierno de manejar efectivamente sus recursos y la implementación de políticas estables, y (iii) el respeto de los ciudadanos y el estado hacia las instituciones que gobiernan las transacciones económicas y sociales para ellos."

    A partir de esta concepción es que el Banco Mundial elabora sus diagnósticos, propugna sus propuestas y actúa en consecuencia. Sostenemos aquí que esta percepción es si no reduccionista, por lo menos incompleta en cuanto a las verdaderas dimensiones de la Gobernabilidad Democrática, pues esta no se limita a la existencia de accountability vertical, la eficacia/eficiencia y la solidez de las instituciones formales e informales que hacen al buen gobierno. De la misma manera que el British Council, el IBM también carga de contenido al concepto al considerar como objetivo de la Gobernabilidad el "bien común". Encontramos esto algo antojadizo, y huelga decir cómo se ha utilizado en la historia el concepto de "bien común" para la justificación de todo tipo de acciones políticas particularistas y francas atrocidades. La visión del IBM está especialmente enfocada al último punto y más específicamente al combate contra la corrupción. Es decir que hay una tendencia a identificar la gobernabilidad con la lucha contra la corrupción, haciendo a un lado el resto de las categorías importantísimas incluidas dentro del concepto.

    Más acertadamente, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en su Informa sobre Desarrollo Humano 2002, señala:

    "Más allá de los argumentos en pro de una "gobernabilidad adecuada" que exige una transparencia reguladora y la eficiencia de la gestión para el crecimiento, el IDH 2002 bosqueja una amplia concepción de lo que constituye una gobernabilidad adecuada. No significa únicamente liberar a las sociedades de la corrupción, sino también otorgar al pueblo los derechos, los medios y la capacidad para participar en la toma de decisiones que afectan sus vidas y para hacer que los gobiernos sean responsables de sus actos.

    Significa que la gobernabilidad ha de ser justa y equitativa, y, ante todo, democrática."

    El PNUD vemos que incorpora no sólo el factor accountability, el combate a la corrupción y el énfasis en la transparencia, sino también y no menos importante una categoría relacionada a la Legitimidad, esto es, la participación ciudadana en la toma de decisiones y el involucramiento ciudadano con vistas a interesar a la población en la cosa pública. A diferencia del IBM no limitan su atención a la lucha contra la corrupción y destacan la importancia de los nuevos mecanismos de democracia participativa y control ciudadano que se llevan a la práctica en diferentes lugares. El PNUD ha trabajado intensamente y en distintos países para buscar mecanismos de fortalecimiento de la Gobernabilidad Democrática. Así, ha acumulado una gran experiencia en la conformación de consensos alrededor de ciertas políticas. Este núcleo duro de políticas que aseguran la Gobernabilidad vamos a llamarlo aquí "Paradigma de Gobernabilidad Democrática." Este Consenso implica acuerdos tácitos y explícitos entre los distintos actores sociales y políticos como los empresarios, los sindicatos, el gobierno, los partidos políticos, las organizaciones del sector público no estatal, etc. Estos instrumentos como el fomento del diálogo social, son considerados eficaces para aumentar la Gobernabilidad Democrática y paliar el déficit democrático diagnosticado por la organización.

    Si bien a nuestro entender la visión del PNUD es correcta, conlleva en sí misma un peligro y es la tendencia a concentrar el proceso en el sistema social, restándole importancia a la responsabilidad gubernamental.

    La Gobernabilidad Democrática como atributo del Sistema Social.

    Hay aún otras visiones a nuestro entender equivocadas y ampliamente difundidas que remiten la gobernabilidad como un atributo de la sociedad, no del sistema político, ni de régimen, ni de gobierno:

    "Ahora bien, la idea de gobernabilidad va mas allá. La gobernabilidad puede ser vista como un atributo del Estado y de la sociedad civil. Es decir, no es simplemente la posibilidad de respuesta que tiene un gobierno en específico a las demandas de la sociedad civil, sino que forma parte de la visión misma de las demandas que se elaboran desde la sociedad civil. Dicho en otras palabras, la gobernabilidad es la capacidad de procesar los conflictos que tiene una sociedad en su conjunto, es dialogo, intercambio, participación.

    Desde esta óptica, los problemas de gobernabilidad no son sólo coyunturales y relacionados a políticas específicas, sino que tienen mayores niveles de complejidad. De manera que el hecho de que una medida económica en específico pueda provocar potenciales estallidos sociales resulta preocupante y es una evidencia de que algo funciona muy mal en el plano de lo social. En ese sentido debe cuestionarse la forma que cada gobierno ha buscado la gobernabilidad."

    Este análisis es inconsistente, porque propugna que la gobernabilidad, más allá de las cuestiones de política coyuntural, es la capacidad de la sociedad en conjunto. Pero la sociedad o el sistema social no es el que se encarga de dar las normas y reglas basado en una relación de dominación y en una entidad conjunto de instituciones que es el Estado y que posee el monopolio exclusivo de la fuerza legítima. Hay una confusión entre lo social y lo político, entre el sistema social y el sistema político, pues esta visión, al ubicar la gobernabilidad en la sociedad, necesariamente supone que la sociedad "gobierna".

    Cuando en realidad el único que gobierna es el gobierno y, por lo tanto, el único que puede garantizar la gobernabilidad o tener crisis de ella.

    En el sistema social surgen cuestiones importantes (issues), que se pueden politizar, el sistema social condiciona y a veces determina al sistema político y al gobierno, de manera que definitivamente quien quiera asegurar Gobernabilidad Democrática deberá establecer fuertes vínculos (apoyo y demandas) con actores del sistema social y del sistema político. Pero esto no significa que la gobernabilidad se construya desde la sociedad. Es más, hay razones para pensar que muchas veces el camino es el inverso.

    Existe también una visión de la gobernabilidad como "régimen", es decir, como "el marco de reglas, instituciones, y políticas establecidas que sientan los límites y los incentivos para el comportamiento de los individuos, las organizaciones y las empresas". Esta era la visión sostenida por el PNUD hacia 1997. Allí se confunden los términos "régimen" y "gobernabilidad". Esta postura se debe entender en tanto es un complemento a la visión de la gobernabilidad anterior a la de los noventa (1975-1990).

    Aquí, el problema no es ya la crisis del Estado de Bienestar y el sobredimensionamiento del sector público, sino la necesidad de institucionalizar los cambios y las reformas ya hechas orientadas al mercado (Necesidad expresada por las llamadas reformas de Segunda Generación, en consonancia con el Consenso de Washington). Aquí el problema es claramente la corrupción, la debilidad de las instituciones, un diagnóstico sostenido por los organismos internacionales, concurrente con la visión desarrollada anteriormente que concibe la ingobernabilidad principalmente como un problema de corrupción.

    Su correlato sería el descubrimiento de la importancia que tiene formar coaliciones de apoyo en la sociedad, lo cual parece difícil en un contexto de baja institucionalización. Por ello se hace especial énfasis en el fortalecimiento de las instituciones. La visión de la gobernabilidad como régimen se entiende si pensamos en la utilización del concepto por parte de los politólogos y especialistas en Relaciones Internacionales para ver a la Unión Europea (y su proceso de Integración) como estructura de toma de decisiones a través de redes de actores gubernamentales y no gubernamentales multinivel. También por la necesidad de parte de la Ciencia Política de relacionar Régimen Político y Desarrollo, de manera de establecer cuál es el mejor Régimen Político para el crecimiento económico. Esta visión también tiene sentido si pensamos en el reconocimiento desde la teoría de la gestión pública de que la eficacia y eficiencia de la gestión ya no depende sólo de la acción de gobierno unilateral sino de la capacidad para la creación y gestión de redes de actores, de cuya calidad depende la Gobernabilidad Democrática.

    Esta visión, que como ya dijimos resulta del diagnóstico pronunciado en los ´70 y principios de los ´80 de que el Estado se debe retirar de sus funciones y la sociedad civil debe asumirlas, ha puesto énfasis en el proceso que se debe llevar a cabo para garantizar la gobernabilidad, llevar a cabo las reformas necesarias y mantenerlas, para lo cuál "más régimen" resulta imprescindible. Se trata de conseguir los apoyos necesarios de los actores sociales de esa sociedad. Y esto ha orientado mucha atención hacia las coaliciones de apoyo y actores sociales del llamado "sector público no estatal" como así también reflexiones acerca del "Capital social", el diálogo social y de la forma de agregación y combinación de intereses.

    El Capital Social.

    Putnam sostiene que uno de los aspectos esenciales para la Gobernabilidad Democrática es el Capital Social y podríamos quizás, aunque no se le puede criticar que confunda el sistema social y político, ubicarlo más bien entre los autores que ven a la Gobernabilidad Democrática como un atributo perteneciente más al primero que al segundo de los sistemas. Putnam afirma que el capital social está comprendido por aquellos factores que se encuentran dentro de una comunidad y que facilitan la coordinación y cooperación para obtener beneficios mutuos, "rasgos de la organización social como confianza, normas y redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas".

    El capital social permite la reducción del costo de transacción, ya que las relaciones de confianza y cooperación (teniendo en cuenta la reiteración de las experiencias en el tiempo) ayudan a superar problemas de información y transparencia, facilitando los acuerdos. Este sería, a nuestro entender un factor crucial para la Gobernabilidad Democrática y así el aporte de Putnam, como otros autores que trabajaron el tema, resulta importantísimo para analizar una crisis de Gobernabilidad Democrática y elaborar una estrategia.

    ¿Qué es la Gobernabilidad Democrática?

    Primeramente debemos localizar el concepto en el mapa conceptual politológico más amplio. Un sistema político tiene Gobernabilidad.

    Es decir, el sistema puede o no cumplir con sus funciones de manera adecuada persistiendo, esto es, cambiando pero siendo el mismo. Si el sistema cumple con sus funciones dentro de una normalidad, si el sistema es Estable, Legítimo, Eficiente y Eficaz, el sistema posee gobernabilidad. Un sistema que no puede tomar los insumos y convertirlos en productos no posee gobernabilidad.

    Es el caso, por ejemplo, de un gobierno autoritario que recibe demandas sociales y no logra ejercer el nivel adecuado de represión para que sus dictados sean acatados. En este sentido, el concepto de gobernabilidad no es más que un reciclaje o reedición del viejo concepto de equilibrio sistémico. Un sistema político en equilibrio (o gobernable) sería uno que funciona (que cumple con sus funciones) y que lo ha hecho con cierta configuración o disposición de sus componentes. (lo que llamamos aquí "Paradigma de Gobernabilidad") Luego, un régimen político (nivel de generalidad menor a sistema político) tiene también Gobernabilidad. Esto es, el régimen puede cumplir sus funciones o no, puede ser Estable, Eficaz, Eficiente y Legítimo o no. Luego nos queda el nivel más bajo de Gobierno.

    Los problemas de gobernabilidad son problemas que afectan al régimen político y dentro de éste a la estructura de autoridad y a los actores sociales que intervienen en la

    determinación de las acciones de gobierno. Por eso el problema radica en las estructuras

    de autoridad, en como éstas se determinan y determinan las acciones políticas

    que llevan adelante, de manera de conformar y mantener un cierto Paradigma de Gobernabilidad. De esta manera el Gobierno puede ser gobernable y puede querer garantizar la Gobernabilidad Democrática. Esto es, puede cumplir sus funciones o no, y puede ser Estable, Eficaz, Eficiente y Legítimo o no. Éste es justamente el cuerpo político susceptible de poseer Gobernabilidad Democrática que nos interesa en este trabajo.

    Nos interesa este nivel particularmente porque para que un sistema político este en equilibrio y sea gobernable es necesario que el régimen posea gobernabilidad y a su vez el régimen precisa un gobierno que tenga asegurado cierto nivel de gobernabilidad.

    Vamos ahora a intentar dar una definición lo más exhaustiva posible del término, y ver a la vez las implicancias para cada una de sus categorías incluídas.

    Se pueden distinguir dentro del concepto 4 aspectos importantes y que han concentrado, muchas veces individualmente, la atención de autores, pensadores e instituciones.

    1. Legitimidad
    2. Eficiencia/Efectividad
    3. Eficacia
    4. Estabilidad

    Antonio Camou ha encontrado para cada una de estas categorías una tradición política. A la gobernabilidad con énfasis en la eficacia la rastrea en la tradición de la "Razón de Estado". A la que pone el énfasis en la legitimidad la rastrea en la tradición del "buen gobierno" y finalmente, a la tradición de la Estabilidad, la encuentra en los autores de la antigüedad clásica, de la modernidad, y en la preocupación por la estabilidad de la Ciencia Social del mundo contemporáneo.

    1. Entiendo la Legitimidad, recordando a Weber, como parte esencial de la relación de dominación. Además, es la creencia en que a los gobernantes les corresponde el lugar que ocupan y que representan efectivamente a los ciudadanos en virtud del procedimiento que determina el acceso a los cargos. Por otro lado, implica también el apoyo de los ciudadanos al gobierno, en forma individual, grupal, corporativa, etc. De más está decir que en este trabajo nos ocupamos solamente de la Gobernabilidad Democrática. Y es importante destacar, en virtud de la extensa literatura referente a las transiciones democráticas, la diferencia entre Legitimidad de Gobierno, sobre la que tratamos aquí, y Legitimidad de Régimen (Democrático). Implicando este último el apoyo o no al régimen, es decir a las reglas de juego democrático y de acceso al poder gubernamental, más allá de quien ocupa las responsabilidades de gobierno momentáneamente. Es claro sin embargo, como muchos autores han intentado (exitosamente) explicar que existe una fuerte relación, quizás recíproca, entre Legitimidad Gubernamental y Legitimidad de Régimen. Como sostiene Juan Linz: "Los miembros de una sociedad otorgan o reiteran la legitimidad de día en día. La legitimidad no existe con independencia de las acciones y actitudes de personas concretas.
    2. Los regímenes, por tanto, gozan de más o menos legitimidad por el mero hecho de existir. En una democracia es muy posible que fluctúe rápidamente la cantidad e intensidad del apoyo concedido a gobiernos, líderes, partidos y medidas políticas, mientras que la legitimidad del sistema no se altera. Hay una clara interacción entre el apoyo al régimen y el apoyo a los partidos en el gobierno, que en ausencia de otros indicadores lleva a usar los resultados electorales y las respuestas de opinión pública como evidencia indirecta de la legitimidad del sistema. Por consiguiente, la pérdida de apoyo de todos los actores políticos en un régimen democrático puede muy fácilmente llevar a una erosión de legitimidad, de igual forma que un amplio apoyo a un gobierno, especialmente más allá de los que le apoyan con su voto, es muy probable que contribuya a reforzar la legitimidad." Camou entiende que este elemento de la Gobernabilidad Democrática se basa en "una tradición de la Justicia y de la legitimidad de un ordenamiento político social, la tradición del respeto a los derechos humanos y de la obligación gubernamental de proveer el bienestar general, en suma, la tradición del buen gobierno." El énfasis en la legitimidad para Camou es la preocupación por la calidad de gobierno, por el sostenimiento de derechos sociales considerados básicos y por el bien común. A nuestro entender, sin embargo, Camou pone demasiado contenido en una categoría que por momentos puede significar sólo cooptación, prebendismo, clientelismo político, pork o horse trading. Sobre todo, este es el elemento principal de la Gobernabilidad Democrática porque es aquí en donde se trabaja sobre la formación del consenso político básico o Paradigma de Gobernabilidad del que hablábamos antes, pues es el lugar donde se aloja primordial, aunque no exclusivamente, la necesidad de diálogo social. En otras palabras, dentro de esta categoría se ubica todo aquello que suma apoyos al gobierno y que autoriza al gobierno a los ojos de la ciudadanía y grupos de interés a cumplir su función como representante y a formular mandatos que son acatados. Cuestiones que atentan contra la legitimidad son por ejemplo cuando el gobierno no es propiamente elegido, cuando no trata las cuestiones social o políticamente problematizadas (issues), cuando no hace cumplir las leyes y mandatos, cuando ciudadanos o grupos tienen reclamos que no son escuchados y por ende no se sienten representados por el gobierno. Como sostienen miembros del Gabinete para el fortalecimiento de la Gobernabilidad Democrática: "El crecimiento económico y el restablecimiento de un principio de equidad social, son fuentes de legitimidad del orden social, y por lo tanto, todos los actores sociales, políticos y económicos deben participar de ese debate."

    3. Es muy importante en este punto ser claro en las definiciones. La efectividad o, como preferimos decir aquí, la eficiencia, (outcomes, no outputs) es la capacidad del sistema político en general, o gobierno en el caso particular de este trabajo, de llevar a la práctica exitosamente las medidas que han decidido ser implementadas. La eficiencia tiende a destacar los resultados más que la planificación de las medidas políticas. En este sentido es un factor relevante el conocimiento práctico y la solución de problemas de información imperfecta dado por la repetición/reiteración de la experiencia de interacción entre los actores, es decir, la profesionalización de la política y el conocimiento y confianza mutua de los actores políticos como así también el conocimiento del aparato administrativo del Estado y su funcionamiento. En este sentido, el Gabinete para el fortalecimiento de la Gobernabilidad Democrática sostiene: "…las reglas de juego vinculadas sí con la organización procedimental del Estado Nacional, particularmente en la Administración Pública, no sólo está vinculado con la eficacia estatal para formular y ejecutar políticas públicas, sino también en expresar los principios del funcionamiento del Estado Democrático y Social de Derecho contemporáneo. Institucionalidad democrática y reglas de funcionamiento del aparato estatal se vinculan y retroalimentan." Y más tarde sostiene: "Hasta ahora vemos que aparecen demandas que el sistema político no sabe interpretar, en parte porque no reconoce al interlocutor. Queda claro que buena parte de la reconstitución de un rumbo para el país depende de las acciones que se realicen desde la sociedad política, ya que no ha surgido un actor relevante de reemplazo en esa línea. En ese sentido las acciones que comprometan a los poderes externos al sistema político, deberán ser alentadas desde los dirigentes políticos, planteando un nuevo esquema de alianzas que incluya a actores ausentes en al actualidad en el proceso de toma de decisiones (incipientes actores sociales, organizaciones informales de sectores excluidos, la universidad, etc.). Ello colaborará, junto a otras medidas propuestas, (consultas populares, revocación de mandatos, etc.) en la recuperación de la credibilidad de la política. En síntesis: sin una reconstrucción de la legitimidad de ésta, se hace difícil pensar la construcción de acciones tendientes a la regulación de los poderes externos. La apatía social, el sentimiento antipartido y la configuración incompleta de nuevos actores sociales, debilita la legitimidad de los gobiernos." Queda en evidencia a lo largo del informe un miedo excesivo a la protesta no institucionalizada por su tendencia a erosionar las instituciones representativas tradicionales como los partidos políticos. Los partidos, así, son considerados por los autores del informe como la principal vía de canalización de las demandas. Esta preocupación republicana queda claramente expuesta cuando sostienen: "Los Partidos pierden su capacidad de encarnar el elemento legitimador de la democracia representativa. La crisis de credibilidad en los partidos políticos se sustenta en las sensaciones, muchas veces verificables, de ineficacia, opacidad y corporativismo políticos…"

      Esto significaría que la eficacia es la capacidad de elegir los medios más adecuados para lograr el objetivo (teniendo en cuenta a Maquiavelo): mantener el poder. Pero esto no es correcto porque no hay porqué pensar que el objetivo de un gobierno sea mantener el poder, y mucho menos, la Estabilidad. Decir esto es atar innecesariamente el concepto a un particularismo que lo puede llevar a perder poder expicativo. En cambio, creemos que la eficacia implica la correcta elección de los medios orientados al fin político del gobierno y, a la vez, a la satisfacción de las demandas cualquiera que ellas fueran.

    4. La eficacia (outputs) entonces, se refiere a la capacidad de un sistema político, régimen o, en nuestro caso, gobierno, de encontrar soluciones a las cuestiones políticamente problematizadas. La eficacia pone énfasis en la capacidad del gobierno de formular las políticas y ocuparse de su función que le es propia. Así, un gobierno sin experiencia, paralizado, bloqueado, acéfalo, errático o impermeable a las demandas será más ineficaz, pues no será capaz de formular políticas apropiadas. Asimismo, como lo hace ver Camou, la eficacia puede ser entendida como un "criterio de eficacia instrumental dictado por la necesidad de mantener el poder."
    5. Por Estabilidad debemos entender simplemente la capacidad de un sistema político, régimen, y en nuestro caso gobierno, de adaptarse flexiblemente respecto a los cambios y las exigencias del ambiente y durar de esta manera en el tiempo. La idea de perdurabilidad significa cambiar cuando debe pero no tanto como para no ser el mismo. Además, la idea de estabilidad implica la previsibilidad de la conducta gubernamental por parte de los actores sociales, políticos y económicos. Así, nuevamente, igual que con la eficiencia, esto favorece la confianza y cooperación entre los actores, ayudando a la conformación de un Paradigma de Gobernabilidad.

    Cada uno de las 4 categorías de la Gobernabilidad Democrática se relaciona con la otra de manera recíproca, es decir, que la relación es multidireccional. La legitimidad del Gobierno es alimentada por la Eficiencia, por la Eficacia y por la Estabilidad. Y así con cada una de las categorías, tomando, más bien, la siguiente forma:

    Donde:

    a) A > Legitimidad > Eficiencia

    > Eficacia

    > Estabilidad

    b) A > Eficiencia > Legitimidad

    > Eficacia

    > Estabilidad

    c) A > Eficacia > Eficiencia

    > Legitimidad

    > Estabilidad

    d) A > Estabilidad > Eficiencia

    > Eficacia

    > Legitimidad

    Ejemplos:

    a) Un gobierno que posee amplios apoyos de distintos actores sociales y políticos, y que llega al gobierno respetando indiscutiblemente las reglas procedimentales de acceso, etc.

    Esta condición de alta legitimidad (por orígen o ejercicio) supone que el gobierno formula las políticas esperadas por sus sectores de apoyo. Por otro lado, hace que la ciudadanía oponga menor resistencia a las políticas del gobierno. Asimismo, el aparato administrativo también se encuentra incentivado, por lo cual la aplicación de la política se lleva a cabo de manera más eficiente. Mientras esta situación perdure el gobierno no deberá preocuparse por la Estabilidad.

    b) Un gobierno que es decisivo, dinámico, que tiene el control de la administración pública y puede llevar a la práctica las decisiones que toma es visto por la opinión pública como más capaz de afrontar los problemas que se presentan y, por lo tanto los actores políticos, sociales y la ciudadanía toda le prestan su apoyo. Asimismo esta eficiencia otorga experiencia y certeza de la eficacia o no de las políticas que el gobierno ha decidido tomar. Sin eficiencia no hay manera de tener eficacia. La falta de eficiencia genera mayor resistencia en la ciudadanía a las políticas del gobierno por deteriorar fuertemente su autoridad.

    c) Un gobierno que tiene buena formulación y planificación de su política podrá estar más cerca del éxito, saciará más demandas y aumentará su legitimidad. Un gobierno ineficaz será aquel que no satisface por elección o impedimento un grado considerable de las demandas que ingresan al sistema político. Este gobierno será de esperar que pierda legitimidad, pues los distintos apoyos irán menguando y, por lo tanto, también lo hará eventualmente la Estabilidad. En palabras de la Mesa de análisis de tensiones en las funciones y organización del Estado Nacional : "Dicha legitimidad será a la vez función de … … la eficacia con que el aparato político institucional y administrativo logra resolver los conflictos y las cuestiones socialmente problematizadas sobre las que las políticas públicas de rango nacional actúan."

    d) Además de la obvia persistencia, un gobierno estable es aquel que mantiene pocos cambios en el funcionariado de alto rango y ministos de gobierno, de manera que los ciudadanos, grupos y actores pueden conocer y preveer mejor cual es el estilo y la orientación política del liderazgo como así también establecer compromisos, oficiales o no, y fortalecer los vínculos entre esos actores y el gobierno. Nuevamente es crucial aquí la cuestión de la confianza y el conocimiento mutuo, que guarda relación con la dimensión temporal del concepto. Estabilidad también debe hacer referencia a la fortaleza del gobierno y su autoridad, de modo que es indisociable del estado de su Legitimidad y de los otros componentes de la Gobernabilidad Democrática. Por último es importante tener en cuenta la vinculación entre esta categoría y el concepto de Paradigma de Gobernabilidad en tanto y en cuanto es un elemento necesario para el establecimiento de políticas de Estado y de gobierno.

    El paradigma de gobernabilidad.

    En la literatura politológica recurrentemente se ha hecho referencia a los consensos entre los actores sociales y políticos (dentro de ellos los que ocupan momentáneamente el gobierno) respecto a un núcleo básico de políticas. Este consenso, que puede ser más tácito o más explícito, se refiere a políticas que se quieren llevar a cabo o políticas que son mantenidas a lo largo del tiempo en base a este compromiso. Siempre se ha hablado de "políticas de Estado" haciendo referencia a políticas que son voluntariamente mantenidas por un Estado más allá de los cambios de gobierno, comúnmente sobre lo que hace a la política exterior de un país, pero también a aspectos estructurales como el mantenimiento de una formación económico social capitalista, un compromiso especial con las ideas desarrollistas, una determinada política de convivencia de grupos étnicos, etc. Sin algún grado importante de paradigma de gobernabilidad es imposible construir un proyecto de país.

    A esto se ha dado diversos nombres, tomaremos aquí el formulado por Camou (que recurre al concepto de paradigma de Thomas Kuhn), quien sostiene:

    "A nuestro juicio, el logro de una adecuada gobernabilidad se basa en una serie de acuerdos básicos entre las élites dirigentes, los grupos sociales estratégicos y una mayoría ciudadana, destinados a resolver los problemas de gobierno; cuando esos acuerdos se estabilizan y toman un carácter institucional, previsible y generalmente aceptado, hablaremos de la conformación de un "paradigma de gobernabilidad".

    La conformación de este paradigma, por cierto, no excluye la existencia de conflictos o desacuerdos de diversa naturaleza, pero lo que importa destacar es que los conflictos y diferencias políticas tienen un carácter más acotado, en la medida que ocurren en el marco de acuerdos básicos."… … "Esos acuerdos han de darse en tres niveles distintos, a saber: el nivel de la cultura política, el nivel de las instituciones y el nivel de las políticas públicas."… … "En el nivel de los modelos de orientación política esperamos encontrar un conjunto básico de ideas, valores y percepciones articulado mediante un discurso capaz de producir "legitimidad" para el régimen democrático. Este es el ámbito propio de la cultura política, de los fines y las orientaciones de la acción, de los principios y valores que conforman las grandes líneas directrices por las que discurre la sociedad. En la medida en que los principios y valores de la democracia configuren el régimen político, sustenten las diversas fórmulas de toma de decisiones y animen las políticas públicas, estaremos en presencia de un "paradigma de gobernabilidad democrática".

    En este punto corresponde destacar la importancia de las ideas y valores en la conformación de las orientaciones de la sociedad. Por un lado, en el mediano plazo, sin un acuerdo básico sobre un cúmulo legitimado de ideas y valores, no es posible integrar las acciones de las élites dirigentes, los grupos estratégicos y una mayoría ciudadana; y sin ello no habrá un proyecto de país previsible y consensuado. Por otra parte, en el largo plazo, un orden social y político sólo se estabiliza si consigue amalgamar cierto sistema de creencias y de valores arraigados."… …"La vigencia de un "paradigma de gobernabilidad" define el caso típico en el que las diferencias entre demandas y respuestas se encuentran en un equilibrio dinámico, esto es, adquieren rangos de variación tolerados y esperables para los miembros de la comunidad política."… …"Sea como fuere, el acuerdo básico ofrece siempre una amplio campo para que emerjan diferencias y conflictos acotados."

    Nosotros entendemos por paradigma de gobernabilidad, además, una determinada configuración de los componentes de la Gobernabilidad Democrática. Esto es, cada paradigma supone cierto nivel de legitimidad, de eficacia, de eficiencia y de estabilidad, parámetros dentro de los cuales el gobierno democrático puede moverse con más o menos déficits pero sin recaer en crisis. Será pertinente por lo tanto fomentar investigaciones acerca de estas distintas configuraciones de componentes que son los distintos paradigmas de gobernabilidad.

    Déficit de Gobernabilidad Democrática

    El déficit de gobernabilidad se presenta cuando hay un desequilibrio entre el nivel de demandas y la capacidad de respuesta gubernamental. Un déficit de Gobernabilidad Democrática puede no significar una Crisis, sino solo significa que hay anomalías, que hay cuestiones políticamente problematizadas que no han encontrado solución. Cada cuestión debe ser ubicada como afectando positiva, neutra o negativamente cada una de las cuatro categorías de la Gobernabilidad Democrática. Luego de un déficit, si el gobierno responde, o los actores sociales y políticos accionan en un sentido positivo hacia la solución o dilución del asunto, el sistema se reequilibra.

    Crisis de Gobernabilidad Democrática.

    La Crisis de gobernabilidad, a diferencia del déficit, implica un problema mucho más grave, y es cuando lo que está en entredicho es el mismo paradigma de gobernabilidad.

    Esto significa que se presenta una Crisis no cuando hay un problema sin solucionar o diluir, sino cuando ese problema altera tanto una o más de las categorías de la Gobernabilidad Democrática que se hace necesaria toda una configuración nueva, esto es, un nuevo paradigma de Gobernabilidad Democrática.

    Antes de pasar a analizar problemas de gobernabilidad concretos es necesario conceptuar un elemento recurrente para los teóricos de la Gobernabilidad.

    Antes establecimos las relaciones de interacción de las 4 categorías.

    Allí vimos cómo la relación era positiva. Pero en situaciones de suma cero la relación puede cambiar de signo, de esta manera:

    A > Eficiencia < Legitimidad

    A > Eficacia < Legitimidad

    Y este problema, que enfrenta conflictivamente Legitimidad Democrática contra Efectividad/Eficacia Gubernamental (o como muchos erróneamente simplifican: Democracia VS Gobernabilidad), ha sido el centro de atención de muchos analistas de las Ciencias Sociales. Esta contradicción ha sido expuesta por los autores de la Trilateral, a la que antes aludimos, quienes en el contexto del agotamiento del Estado de Bienestar observaban cómo, a partir de la sobrecarga, se daba un conflicto entre eficiencia/eficacia y legitimidad.

    Así, el uso eficiente de los recursos y la administración prudente del presupuesto atentaban contra la legitimidad al tener que restringir las partidas presupuestarias, a la vez que la formulación de las políticas correctas para la solución de los problemas eran impedidas por la resistencia de los actores políticos y sociales que ejercían presión a través de la legitimidad.

    ¿Dónde ubicar, en este marco conceptual, los problemas de Gobernabilidad Democrática y las distintas investigaciones?

    A lo largo de los años ´80 y ´90 en la Argentina se produjeron problemas de difícil solución, que desembocaron en Crisis de Gobernabilidad. Esta Crisis se resolvió momentáneamente con un modelo económico basado en el endeudamiento, la venta de activos del Estado y el ingreso de capitales de alta volatilidad y/o dirigidos a negocios con rentabilidad asegurada. De esta manera, hacia el ´98 el país comenzaría a caer nuevamente en Crisis de Gobernabilidad.

    Como sostiene el Informe del Gabinete para la Gobernabilidad Democrática:

    "Sin embargo, estas transformaciones no han contribuido a asegurar que la ciudadanía y los distintos actores e integrantes de la comunidad nacional sean provistos adecuadamente de bienes, servicios y regulaciones que hacen al desarrollo económico y

    social, a la equidad distributiva y a un pleno ejercicio de la convivencia en el marco republicano y democrático al que se aspira. A ello se suma la persistente inadecuación entre ingresos y gastos de los sectores públicos, que han derivado en las sucesivas crisis fiscales y el endeudamiento del sector público, que han comprometido gravemente las ya disminuidas capacidades de acción estatal.

    Cabe destacar que esas experiencias de reforma carecieron de acuerdos fundamentales entre los distintos actores políticos y sociales, y entre los distintos niveles del Estado, desarrollándose en el marco de la determinación unilateral y la falta de bases amplias de consenso de las reformas, conspirando contra la continuidad y coherencia de una política de Estado.

    Como síntesis de esta breve descripción, se puede consignar que el Estado Nacional adolece de legitimidad ciudadana y se caracteriza actualmente por altos índices de insatisfacción con la calidad, oportunidad, equidad y accesibilidad a los servicios, con la ausencia de responsabilización por resultados y la responsabilidad patrimonial de gobernantes y administradores públicos, por la ineficiencia y falta de transparencia en la asignación de los recursos públicos, por la insolvencia fiscal, por la ineficacia de los sistemas de control republicano y control interno y externo de la hacienda pública; en suma, por la debilidad institucional del sector público para garantizar la primacía del interés público sobre los intereses individuales y sectoriales. Todo ello ha derivado en una profunda crítica ciudadana a los roles y al modelo de organización institucional y administrativa del Estado Nacional que caracterizaron al paradigma de los años 90."

    Los gobiernos nacionales muestran una gran debilidad ante los problemas que enfrentan y no logran consolidarse sobre un soporte político duradero, debido a la fragmentación política y partidaria y a la fragilidad de las estrategias de alianzas. En este sentido, lo importante y urgente es dotar a los gobiernos de la capacidad de regulación y control de los conflictos en una sociedad en crisis. Esta regulación no consiste solamente en recuperar el monopolio de la fuerza, sino en la racionalidad de los acuerdos y la capacidad para restaurar la jerarquía de la autoridad legítima.

    En el Informe se establece la necesidad de un nuevo paradigma, que defina nuevos roles para el Estado Nacional y unos nuevos principios para organizar la institucionalidad estatal y administrativa. Para ello se declara necesario un nuevo consenso nacional (parte de nuestro concepto de "paradigma de gobernabilidad").

    Forman parte de la problemática de la Gobernabilidad Democrática las investigaciones sobre la las relaciones clientelísticas, las prebendas, las dádivas, el "horse trading", el "pork", las investigaciones y las acciones de gobierno dedicadas a la cuestión de las relaciones entre la nación y las provincias –ley de coparticipación federal, etc. (perfectamente explicado en el Informe, ver nota)- con especial repercusión en la dinámica política del Senado de la Nación, la búsqueda de consensos, la política de alianzas ,etc. Todos implican los esfuerzos de un gobierno por ampliar su base de legitimidad, y eliminar la resistencia a las políticas de gobierno, de manera de aumentar su eficiencia.

    Uno de los ámbitos donde la Gobernabilidad Democrática se pone claramente en juego es en el Congreso. A este respecto el Informe señala: "La crisis por la que atraviesan los partidos políticos (volatilidad de las "plataformas", indisciplina partidarias, desdibujamiento de las identidades ideológicas, crisis de representatividad de sus dirigencias), incide directamente en el funcionamiento del Congreso, arena privilegiada para la conformación de acuerdos, y en su capacidad de negociación y control con el Ejecutivo…" y después "…El fortalecimiento del poder de los gobernadores para generar apoyos o vetar acciones del Ejecutivo, pone en un segundo plano al Congreso Nacional como ámbito natural de generación de consensos y expresión de la oposición…"

    Los trabajos dedicados al estudio de la Presidencia, sus capacidades, dificultades y modalidades de ejercicio del poder y su relación con el legislativo, deben tener especial consideración por este marco conceptual. Asimismo la preocupación por el impacto que la agregación y articulación de intereses y demandas y el mismo sistema de partidos tiene en las crisis de gobernabilidad, su desarrollo, evolución y eventual reequilibramiento.

    Conclusión.

    La Gobernabilidad es un enfoque, un esquema específico de aproximación a un objeto de estudio. No es una propiedad inherente al objeto, que siempre ha estado allí, ni una propiedad que los observadores vinculamos con el objeto. No es manifiesta ni latente, puede ser una o la otra cosa desde que los mismos actores posicionados en las estructuras de autoridad y los que son objeto de ella utilizan efectivamente esta herramienta de entendimiento. Asimismo es imprescindible para la Ciencia Política, desde que los actores estipulan sus estrategias pensando efectivamente en el impacto que ellas tendrán en la Gobernabilidad Democrática del gobierno de turno, encontrándolas excesivas o no cuando puedan previsiblemente resultar en una Crisis de Gobernabilidad.

    La perspectiva de la Gobernabilidad Democrática debe utilizarse imperiosamente, a nuestro juicio, en el estudio y análisis de los procesos de conversión del sistema político, esto es, la llamada "caja negra", la formulación y aplicación de las políticas llevadas a cabo por el gobierno. Es en el estudio del gobierno y desde su propia perspectiva como un actor político más que este tipo de análisis deja sus mayores frutos. Y es esto por lo cual decidimos concentrar en el nivel del gobierno a este trabajo.

    Este trabajo ha intentado dar un panorama de las herramientas conceptuales que nos ofrece la utilización del término Gobernabilidad Democrática. Herramientas conceptuales que, apoyándose en una aproximación sistémica, exigen ser adoptadas explícita y claramente por los cientistas políticos, de manera de mejorar la comunicación, la producción del conocimiento y su sistematización.

    No se intenta agotar el tema, ya que falta avanzar mucho aún en lo que respecta a la operacionalización de las variables. Mucho se está haciendo y puede verse que la disciplina está avanzando en ese sentido. Los conceptos de Gobernabilidad y de Gobernabilidad Democrática pueden convertirse en dos grandes articuladores de la basta teoría política contemporánea y las investigaciones politológicas.

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    Juan Manuel Perez Naufel.*

    Octubre 2003

    Politólogo (UBA). Miembro de la Comisión Directiva del Observatorio Internacional de Prisiones de Argentina y colaborador en diversas ONG´s.