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Bioética, Derechos Humanos y pobreza


  1. Introducción
  2. Presupuestos teóricos de la bioética, principios y tendencias
  3. Definición
  4. Principios
  5. Tendencias de la bioética
  6. La dimensión social de la bioética
  7. Dignidad humana. Preocupación bioética por la pobreza
  8. Presupuestos teóricos de la pobreza
  9. Conclusiones
  10. Referencias bibliográficas

Introducción

La bioética como una nueva disciplina se interesa por los problemas de la vida que afecta la dignidad humana. Esta claro que la pobreza constituye una carencia que limita a las personas en su realización y por consiguiente inciden en el derecho fundamental de la vida, al no disponer de los recursos necesarios para su sobrevivencia. De tal manera que se lesionan los derechos humanos consagrados en la Carta de Naciones Unidas. Se requiere pasar del discurso a la acción, por lo que la Bioética interesa desarrollar acciones en tal sentido. El presente trabajo constituye una antesala de los presupuestos de la bioética, los derechos humanos y la pobreza. En este se dan los conceptos fundamentales que pueden servir de hilo conductor a ampliar el conocimiento de esta nueva disciplina.

Presupuestos teóricos de la bioética, principios y tendencias

Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, tras el descubrimiento de los experimentos llevados a cabo por lo médicos hitlerianos en seres humanos y más adelante, con las investigaciones para el tratamiento de determinadas enfermedades sin el conocimiento de los pacientes.

El surgimiento y principales tendencias se enmarca en la década de los setenta del siglo XX, derivado de los acelerados avances logrados en la revolución científica-técnica, la intromisión de la ciencia en la vida y los condicionamientos sociales por los derechos humanos, que exigen una reflexión del lugar de la moral y la ética ante los nuevos problemas surgidos. (Delgado, 2010)

La bioética compromete una amplia gama de significados que van desde su interpretación como una nueva palabra, una disciplina académica y un nuevo discurso, por lo que distintas especialidades acogieron el término para incorporar en él, su propia conceptualización. (Vidal, 2009)

Según Jonsen (1998) el termino bioética, fue introducida en el campo de las ciencias de la salud por Daniel Callahan y por Van Rensselaer Potter. Otros autores aluden el uso del término a un artículo publicado en 1927 por el teólogo protestante y filósofo Fritz Jahr.

A la medicina, sin embargo, se le atribuye el papel primordial en el surgimiento de la bioética en su intento por adecuar la ética médica tradicional a los complejos desafíos que impusieron las tecnologías emergentes, cuando en 1971 el oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter publicó su libro "Bioethics: brigde to the future", en el que define la bioética como una disciplina de encuentro de saberes y de unión entre las ciencias y las humanidades.

De acuerdo con Potter (1971), la teoría original de la supervivencia requería del mantenimiento y desarrollo de un sistema ético basado en la bioética global, en la que se establece un enlace entre la ética medica y medioambiental, la que denomina bioética puente, y alcanza su máxima expresión con la inclusión de las teorías de Hans Kung, Whitehouse y de Sakamoto, dando paso a la bioética profunda. (Acosta, 2009)

La propuesta de Potter que concibió la bioética como una ética ambientalista donde la salud y supervivencia de la especie humana no pueden verse de forma aislada, se antepuso la posición del gineco obstetra de origen holandés André Hellegers, que centró su atención en una ética aplicada limitada a los problemas que el desarrollo tecnológico había provocado en el uso de la biología y los peligros que ello representaba. (Acosta, 2009)

Desde su surgimiento la bioética ha enfrentado enconado debate acerca de su estatuto epistemológico reflejo de la conflictiva situación por la que atravesaba el mundo en los años 60 y 70, la lucha de las minorías por sus derechos, la reacción de la sociedad ante las revelaciones de investigaciones no éticas y el reclamo de los pacientes a intervenir en las decisiones que atañen a su vida.

Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en los temas biológicos e innovación tecnológica. Algunos investigadores se inclinan por un visión más amplia en la que incluyen las acciones que puedan ayudar o dañar a todos los organismos capaces de sentir miedo y dolor.

Definición

La Enciclopedia of Bioethics (1995) la define como: "Estudio sistemático de la conducta humana en el área de la ciencias de la vida y la atención a la salud, en tanto dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores morales". En la segunda edición revisada, la propia Enciclopedia redefine la visión epistemológica de la manera siguiente: Estudio sistemático de las dimensiones morales -incluyendo la visión moral, las decisiones, las conductas y las políticas– de las ciencias de la vida y el cuidado de la salud, adoptando diversas metodologías éticas y en un contexto interdisciplinario.[1]

Según Wilkler (1995) se distingue cuatro fases en el desarrollo de la bioética: la primera que consistió en la implementación de los códigos de conductas profesionales, donde la bioética más bien se acercaba a la "ética médica"; la segunda, en donde las relaciones médico – paciente, adquieren un significado trascendental; la tercera, relacionada con la estructura, funcionamiento y organización de los servicios médicos, la cual requería de la aplicación de los criterios de la justicia distributiva; y una cuarta y actual fase, donde se aprecia la salud como un fenómeno multidimensional, cuyo foco de atención requiere de establecer prioridades, incluyendo a todos sin exclusión pero con énfasis en los más desfavorecidos.

El modelo del Estado de Bienestar se erige bajo la creencia de que el crecimiento económico sería suficiente y el Estado podía y debía proteger a todos los ciudadanos en salud y su situación social. Desde esta perspectiva el derecho a la salud se planteó como un derecho fundamental, sin embargo el modelo keynesiano que pretendía dar seguridad ante las contingencias de la vida (vejez, enfermedad, desempleo, entre otras) dejo al descubierto su carácter utilitarista.

La ética capitalista, plantea Potter (2001), «exige que la filosofía de libre mercado sea un instrumento para un desempeño social bueno, mediante la así llamada mano invisible del auto interés, que Adam Smith, un economista escocés describió en 1776…es la mano rapaz la que opera en el libre mercado de una economía global que reduce la selva tropical y que vacía el mar de sus peces. La ética, así como es, no ha podido resolver el dilema de la simple justicia que equilibra los derechos humanos contra la ganancia máxima de una minoría» [2]

A finales de la década de 1980 el gasto militar alcanzó cifras sin precedentes, los conflictos bélicos en diversas regiones se incrementaron y el mundo se vio avocado a un neoliberalismo desenfrenado arrastrando con ello mayores niveles de pobreza, inseguridad, desigualdad y desempleo, entre otras calamidades. La desigual distribución de la riqueza, el número de pobres que conforma las cuatro quintas partes del planeta y de ella la quinta parte en extrema pobreza, marcó un giro en el análisis de los problemas éticos-morales.

En estas condiciones el hombre se ha visto obligado a enfrentar el cuestionamiento moral de la ciencia, la tecnología y la vida no sólo como resultado del daño ocasionado del uso de la ciencia con fines políticos, ideológicos y militares contrarios a los designios humanistas y la imposibilidad de encontrar respuestas moralmente precisas, en los límites del bien y el mal; sino también, con los graves problemas que enfrenta en sus condiciones de vida.

Principios

Los principios éticos de Georgetown, más conocidos como el Informe Belmont, emergieron para fundamentar la moral en salud como normas éticas de nivel medio en un contexto social beligerante entre los derechos humanos que se exigían frente al antecedente de Tuskegee y los valores religiosos que se esgrimían ante las investigaciones con embriones. (Tealdi, 2005)

En el Informe Belmont (1978) publicado por la Comisión Presidencial de Estados Unidos que trató el tema de los ensayos clínicos realizados en humanos, quedó establecido los principios éticos que se resumen esencialmente en tres: respeto a las personas, beneficencia y justicia. Para 1979, con la participación de Childress de conjunto con Beauchamp se perfeccionó la propuesta original, ampliando los principios a cuatro y delimitando la beneficencia de la no maleficencia. Las características esenciales de los principios son las siguientes:

a) Autonomía o respeto a las personas. Se define como capacidad de las personas de deliberar sobre sus fines personales y de obrar de acuerdo con sus normas y valores, a no ser que éstas sean claramente perjudiciales para terceros. Todas las personas cuya autonomía está disminuida tienen derecho a la protección. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima expresión de este principio.

b) Beneficencia. Obligación de no hacer daño; promover el bienestar o el mejor interés de una persona o la colectividad. Prevé el mayor de los beneficios posibles y la disminución de los probables daños para el paciente. Un obstáculo de este principio, es que desestima la opinión de la persona involucrada en la situación, sin embargo las preferencias del médico y del paciente en el ámbito de la medicina o de una autoridad en relación con los ciudadanos, pueden discrepar respecto a que es perjudicial o beneficioso, para uno u otro.

c) No maleficencia. (Primum non nocere) Se relaciona con la máxima de no hacer daño; sustenta reglas morales específicas que impone límites a la autonomía profesional y del paciente. Abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjuicio a otros. En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien.

d) Justicia. Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad, se pretende que todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad. En Bioética la justicia distributiva se basa en la equidad en la distribución de cargas y beneficios. Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar que igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para determinar que tratamiento se va a seguir en cada caso.

Los principios constituyen un instrumental para la actuación en caso de conflictos o dilemas, por lo que los mismos no tienen carácter vinculante y se privilegiará la precedencia en dependencia de los hechos, por tanto no hay prioridad declarada, lo que manifiesta su posición utilitarista. Sin embargo, en su aplicación en el contexto anglo-norteamericano, ha prevalecido el principio de la autonomía debido a la peculiaridad de dicho pensamiento a la exaltación de la individualidad.

Los principios de no maleficencia y justicia son la expresión bioética de los llamados deberes perfectos y la autonomía y la beneficencia con los deberes imperfectos, por lo que los primeros en casos de conflictos, siempre tendrán prioridad sobre los segundos. (Gracia, 1999)

En el debate de la prioridad de los principios hay un nivel moral público dado que se vive en sociedad, por lo que hay ciertos preceptos que no se aplican a todos por igual. En este nivel se encuentran los principios de no maleficencia y justicia, que en caso de conflictos, tendrán prioridad sobre los de autonomía y beneficencia, que están comprendido el nivel privado.

La bioética de los principios tuvo mayor aceptación en los países de habla inglesa, pero no resulto aceptable para todo el mundo. En Europa continental, la apelación a los derechos en general tuvo mayor acogida, dado que la moral de los derechos humanos era suficiente para universalizar buena parte de los contenidos religiosos, mientras que su inversa por definición no era posible (Tealdi, 2005)

Según Canonaco (2004), el modelo bioético personalista supera el principialismo dado que los principios guardan una relación coherente con una visión antropológica del hombre que centra su atención en el bien integral de la persona. Estos principios son: la defensa de la vida física; por encima de este valor fundamental solo existe el bien total y espiritual de la persona; la libertad y responsabilidad; la totalidad o principio terapéutico y finalmente, la sociabilidad y subsidiariedad, la comuna debe ayudar más donde mayor es la necesidad.

La concepción fundamentalista de los principios subordina los derechos humanos a los principios éticos y minimiza las valoraciones en el contexto socio-cultura, entre otros supuestos. La consecuencia de esta concepción es la exaltación de la moral individualista, el menosprecio a los contextos históricos, el paternalismo moral ilustrado y la pretensión de convertir los principios en un imperialismo moral. (Tealdi, 2005)(Garrafa,2005)

Tendencias de la bioética

La diversidad de enfoque se concentra en tres corrientes fundamentales: anglosajona, europea y latinoamericana.

a) Estados Unidos. Está marcada por el pragmatismo filosófico anglosajón, enfatizando en las alternativas más adecuados para resolver los problemas, tomando decisiones en relación con procedimientos concretos (casuístico), en este sentido se pronuncia por un utilitarismo acentuado. En opinión de Jaime Salazar los conceptos de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia son considerados más como ideales máximos de una actitud prudente que como principios propiamente dichos. Otros autores consideran con acierto, que la jerarquía que se adopta en las decisiones tiene que ver más con la defensa del principio de la autonomía y por consiguiente como instrumental básico el consentimiento informado.

b) Europa. Es más teórica, se preocupa por las bases fundamentales y la consistencia en los principios filosóficos del actuar humano en los hábitos (virtud) y de actitudes (carácter), todo procedimiento debe estar bien fundamentado y todo fundamento debe poder dar resultados de procedimientos ágiles y correctos. Drane plantea que la bioética europea es más teórica en contraposición al estilo pragmático de la corriente americana, no obstante, considera que ambos enfoques pueden complementarse.

c) Latinoamericana. La visión latinoamericana conjuga los enfoques del pragmatismo anglosajón y la europea; sin embargo, para algunos autores como Ferres Loues, la influencia de la bioética norteamericana es considerable. Como resultado de los procesos sociales e históricos, la sociedad latinoamericana se encuentra dividida en los que comparten los problemas bioéticos más cercanos a los países del Primer Mundo y que disfrutan de niveles semejantes de una minoría burguesa; y los que mayoritariamente están marginados, excluidos y sumidos en la pobreza, cuyo problema se centra en la justicia y la distribución. (Gracia, 1998)

La visión limitada del modelo epistemológico propuesto por Hellegers y sus seguidores, se mostró incapaz de dar respuesta a los conflictos éticos que emergen de la salud y condiciones de vida de los países subdesarrollados. Para Potter (2001), «La Ética Social se reduce a una búsqueda de soluciones al conflicto entre los más privilegiados y los menos privilegiados… Muchos países grandes en Asia y África parecen los ejemplos más remoto de un grupo reducidos de privilegiados que ignora las necesidades básicas de alimentación, abrigo, educación, empleo y dignidad humana para la multitud menos privilegiada….»

Según Acosta (2009), los problemas éticos y morales de la mayoría de los países de América Latina, giran no tanto en cómo se emplean los recursos, la tecnología, en particular la médica, sino quiénes tienen acceso a ella; "…El mayor apremio ético de nuestro continente no es cómo se muere, sino cómo se vive".[3] Seguidamente, cuestiona:

"… ¿Cómo pretender centrar la discusión bioética sobre cuestiones de autonomía cuando no se tiene garantía de acceso a los servicios de salud y cuando diversas amenazas hacen muy inestable el equilibrio de los ecosistemas? Por tanto, los orígenes de la bioética en Latinoamérica están signados en los conceptos de justicia, equidad y solidaridad que ocupan un lugar preponderante.

La bioética de intervención se presenta como la corriente latinoamericana más radical, impulsada por Volnei Garrafa y Dora Porto (2002). Con la aprobación de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO, la bioética que hasta entonces tenía un direccionamiento preferentemente biomédico, incorpora definitivamente los temas sociales. En este contexto surge la bioética de intervención. [4]

Ese mundo desigual en que algunos tienen la posibilidad de sentir el placer mientras que a otro solo le resta estar sumergidos en el sufrimiento, configura el panorama que justifica una bioética de intervención…reorientado en la búsqueda de equidad entre los segmentos de la sociedad… y asumir un consecuencialísimo solidario que encuentre la superación de las desigualdades. (Garrafa, 2002)

Las metas de la bioética se resume en un imperativo articulado por comprender la situación de manera realista, tal como se presenta, tomar las decisiones necesarias de manera oportuna y encargarse de ella, como debe ser asumiendo las responsabilidades. La responsabilidad debe ser asumida por los individuos, las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, públicas y privadas. El Estado tiene responsabilidades indelegables con respecto a respetar las diferencias, proteger a los débiles y regular a los fuertes para que no lleven adelante abusos con el poder que cuentan. (Cortina, 1996)

La dimensión social de la bioética

Susana Vidal (2009) y otros autores como, Garrafa y Porto (2003), Kottow (2001) y Tealdi (2008) comparten la opinión de que la raíz más genuina de la bioética se enmarca en los juicios de Nüremberg y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (1948) por lo que se produce una ruptura en los paradigmas que rigieron la ciencia y la sociedad hasta el momento, sin embargo en ese contexto se consolidó el paradigma principialista propuesto en el Informe Belmont (1978) el cual se fue configurando en un "nuevo fundamentalismo moral", por extensión "imperialismo ético".

A la luz de los conflictos éticos de la vida y la salud enmarcados en la realidad política económica y cultura de la Latinoamérica, se opone un discurso contra hegemónico de la bioética cuyo presupuesto parte de que los problemas que golpean la conciencia de la humanidad son principalmente la pobreza, la desigualdad y la exclusión «La pobreza, es parte de una trama social que desafía en sí misma a una ética de la vida» (Fabri Dos Anjos, 2000)

A los fines de la presente investigación se asume la propuesta de redefinición de la bioética de Vidal (2010), teniendo en cuenta que ella refleja de forma acertada los requerimientos para una bioética realista. "La bioética es una reflexión crítica sobre los conflictos éticos que emergen de la vida y la salud humana".

Con ello se logra incluir los problemas de la vida y la salud humana no solo desde el desarrollo tecnológico sino los derechos humanos en la que la dignidad y el valor de la persona humana, constituye el eje fundamental, teniendo en cuenta los determinantes histórico-sociales de los fenómenos de salud enfermedad.

Dignidad humana. Preocupación bioética por la pobreza

La dignidad intrínseca es invocada en todas y cada una de las declaraciones universales, y muy señaladamente en las que competen a la bioética y aprobadas por la UNESCO como la Bioética y Derechos Humanos, que ocupa un lugar central en las reflexiones éticas actuales y en la consideración de la naturaleza humana.

La Carta de las Naciones Unidas –afirma categóricamente – que "Todos los seres humanos nacen iguales en dignidad". Esto significa que la dignidad no la poseen unos hombres y otros no; ella tiene validez ontológica, es definitoria del "ser" hombre y cuenta por igual, independientemente de todas las diferencias, históricas, culturales, físicas, psicológicas, sociales o morales.

La dignidad del hombre implica que todo ser humano sea fin en sí mismo, insustituible, nunca intercambiable ni tomado como objeto o cosa, como instrumento o mercancía. La dignidad humana debe ser interpretada a la luz de los requerimientos de la libertad, la solidaridad y la justicia. La libertad implica de hecho la responsabilidad y con ella el cuidado del otro y en la justicia tener en cuenta que ciertamente aunque somos iguales como seres humanos, existen diferencias en cuanto a cargas, distintas discapacidades y situaciones de salud que conllevan a la necesidad de una ayuda que no pueden esperar otras personas.

En la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano esta presente la preocupación por responder a la indigencia mediante el trabajo y no las limosna; así como también la idea de que la asistencia es un derecho que la sociedad debe proveer al impedido. Esto responde al derecho de cada hombre a vivir del trabajo propio, e insertarse en la sociedad a partir de la utilidad general.

La Declaración del II Congreso Mundial de Bioética en el 2002 reafirma que la plena dignidad humana es un atributo y un reconocimiento al derecho fundamental, por lo que todo ser humano tiene la obligación ética no sólo de asumir la defensa de la dignidad de la persona sino la obligación de velar y denunciar los atentados contra la misma. La dignidad individual y colectiva es ficticia sino se impide los millones de personas en estado de pobreza, las enfermedades de la pobreza, el hambre, la exclusión de las gentes y la no protección de los grupos denominados vulnerables como los ancianos, mujeres y niños.

La Bioética tiene la responsabilidad ética y moral de poner al descubierto todas las formas en que se manifiesta la pobreza, sus causas y posibles soluciones, mediante el debate plural y tolerante de todos los actores e involucrados, de manera tal que se propicien las condiciones para las decisiones efectivas de las políticas públicas.

Presupuestos teóricos de la pobreza

La pobreza como fenómeno social se ha desarrollado en correspondencia con las transformaciones económicas, políticas, y sociales, y con las tendencias de desarrollo predominantes en los países, agudizadas en los últimos tiempos por las políticas neoliberales implementadas.

Si bien la pobreza no es en modo alguno un fenómeno nuevo, sino que ha acompañado a los seres humanos desde la más remota prehistoria, el interés por su estudio, con miras a su enfrentamiento y potencial derrota perspectiva, sí puede decirse que es un hecho muy contemporáneo.

La pobreza y la miseria es una situación o forma impropia de vida y que la actual crisis global económica y financiera puede conducir aún más gente hacia la pobreza y el hambre, revelando que la pobreza afecta a los colectivos más frágiles (mujer, ancianos, discapacitados, etc.) y muy especialmente a los niños.[5] (SIBI, 2009)

Los pobres representan el 80 % de la población mundial y tienen el 20 % o menos de la riqueza, de acuerdo con el informe del Banco Mundial.[6] Según estimaciones 800 millones de personas padecen hambre en el planeta,

América Latina es la región que tiene el 45% de su población en situación de pobreza y un 20% en situación de indigencia; el 10% de la población está en situación de extrema pobreza. Debido a la crisis económica, se prevé en los próximos años un incremento de la pobreza, de los desocupados y la indigencia; así como de la mendicidad, en particular en los países con extrema pobreza.[7]

La etimología de pobreza se remite a la palabra "paupertas" que significa parir o engendrar poco; se aplicaba al ganado y por derivación a la tierra infértil o de poco rendimiento. Tempranamente, al concepto de pobreza se antepuso el de la riqueza, por lo cual su fundamento eminentemente económico, se articula con la esfera de la política, social, biológica, psicológica y ética, entre otras.

Existen numerosas interpretaciones de la pobreza, siendo la del Banco Mundial (1992), la más conocida que la define como la «imposibilidad de alcanzar un nivel de vida mínimo» y entre las segundas, la de la CEPAL que destaca el carácter multidimensional de la pobreza y su asociación con situaciones de infraconsumo, desnutrición, malas condiciones sanitarias, precarias condiciones de vivienda, bajos niveles educacionales, inserción laboral inestable y baja integración social, entre otras. (Zabala, 2010)

El enfoque de pobreza de Amartya Sen, premio Nobel, se inspira en la acepción primigenia, como la falta de capacidad de producir o de realizar su potencial productivo. «La característica definitoria de un pobre es que tiene posibilidades muy limitadas de tratar de lograr su bienestar…. o, como dice Sen, "la imposibilidad de las capacidades básicas para alcanzar determinados niveles mínimamente aceptables» (OACDH, 2004)

Ferriol plantea (2004), que la pobreza, «En general se refiere a una situación de privación o carencia en alguna de las necesidades básicas determinadas en la sociedad. Históricamente la pobreza la sido entendida como insuficiencia o carencia en los ingresos o el consumo, pero el concepto se ha ampliado»[8]

Según Adam Smith, «Por mercancías necesarias entiendo no sólo las indispensables para el sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es, según las costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación, aún entre la clase inferior»[9]

La pobreza se asocia con una privación o con la insuficiencia en el nivel de vida de las personas, que se manifiesta a su vez en bajo consumo, desnutrición, precarias condiciones de vivienda, bajos niveles educacionales, inserción deficiente en las estructuras productivas, actitudes anómicas y deficiente integración social (Ramos, 2000).

La pobreza sintetiza elementos nocivos para el proceso salud-enfermedad de índole sociopsico-biológicos, medio ambiental y médico-sanitaria y no solo es expresión de la precariedad de los ingresos y el consumo; es una permanente amenaza a la estabilidad social y la paz del mundo y los países. (Aldereguía, 1996) «La pobreza se cierne como el mayor obstáculo hacia el logro de la salud»…(PNUD, 1998)

Las enfermedades relacionadas con la pobreza afectan casi exclusivamente a las personas que viven en condiciones y espacios de insalubridad, tales como: indígenas, indigentes en barrios pobres, campesinos, mendigos, niños pequeños, personas institucionadas en hospitales, encarcelados y portadores pobres de VIH/SIDA. (Storino, 2002)

La mayoría de los expertos reconocen el carácter complejo y multidimensional de la pobreza expresado en el orden material y espiritual, así como la resultante de múltiples causales que involucra diferentes aristas de la realidad. Aunque la pobreza, en términos socioeconómicos, se ha definido de distintas maneras ha habido más interés por encontrar formas de medirla que por conceptualizarla.

En general, se distinguen dos enfoques que se utilizan para definir y medir la pobreza: el absoluto y el relativo, los que aún suscitan enconadas polémicas entre los expertos. El enfoque de pobreza absoluta tiene su origen en Rowntree (1941) que considera la deprivación – insatisfacción de las necesidades mínimas- independientemente del contexto cultural o social. En cambio, la pobreza relativa, de acuerdo con el criterio de Townsend (1979), comprende la naturaleza social e histórica de las necesidades humanas, y a partir de ello su variabilidad en el tiempo (períodos históricos) y el espacio (entorno geográfico) (Zabala, 2010)

Entre los estudios más conocidos acerca de la pobreza, se consideran los realizados por Oscar Lewis (1966) entre los años 40 y 60 del siglo XX. Lewis desarrolla el concepto "cultura de la pobreza" como una reacción de los pobres ante su situación de resignación, pasividad, ausencia de planes futuros, etc. Dicho comportamiento lo caracterizan como un marginal; no obstante, Lewis distingue entre empobrecimiento y cultura de la pobreza «no todos los pobres viven ni desarrollan necesariamente una cultura de la pobreza»

La tesis de Lewis ha recibido múltiples críticas, pues en general no revelas las causas sociales y económicas de la pobreza y en última instancia responsabiliza a los pobres por su situación. El mayor aporte de Lewis consiste en que propone un estudio intensivo de las familias que viven en situación de pobreza.

Según Padrón (2010), el francés Bourdieu considera que estudiar las prácticas cotidianas de las personas pobres y excluidas tiene el valor de permitir conocer las arbitrariedades culturales que se producen en una sociedad, así como los procesos de subjetivación de la pobreza. La exclusión social al igual que la pobreza se realiza también en lo simbólico, en los usos, oportunidades y apropiaciones del sujeto.

Menjívar y Feliciani (1995) se plantearon superar la visión meramente biológica y economicista sobre la pobreza, mediante la utilización del concepto de "exclusión social", entendida como «un proceso debido a un conjunto de dinámicas de descalificación primaria, que margina a las personas del acceso a las oportunidades humanas, impidiéndole el ejercicio de sus derechos» (Zabala, 2010)

La existencia de diversas formas de exclusión o marginación social constituyen el centro de controversiales debates acerca de las causas de estos fenómenos, aunque existe consenso en que la pobreza y la exclusión social son fenómenos recurrentes del desarrollo económico, no todos los enfoques se detienen analizar las verdaderas raíces del problema.

La pobreza y la miseria, las necesidades y la escasez de medios representan limitaciones del principio de autonomía, aminoran la libertad individual, lesionan la dignidad de la persona e imponen condicionamientos severos a la posibilidad de decidir y de obrar en el marco individual y social. (Wester, 2002) La pobreza constituye uno de los fenómenos que más intensamente está afectando por lo que su abordaje es vital ya que la ética en las relaciones interpersonales en el sistema familiar, comprende la búsqueda de la justicia, la equidad, la reciprocidad y la responsabilidad mutua. (Zabala, 2010)

Según González (2010), es necesario hacer una distinción entre la pobreza y la miseria; la primera, no solo incluye la escasez de recursos para satisfacer las necesidades de la vida, sino que es compatible con la moralidad de las costumbres y la dignidad del alma; por el contrario la miseria añade a la pobreza, la degeneración física y moral, a causa de la pérdida y abuso de fuerzas corporales, las enfermedades, el desaliento y abandono de si mismo, y sobre todo la degradación moral, revelada y representada por los vicios y el embrutecimiento.

A fines del siglo XX se destacan al menos tres teorías éticas sobre la responsabilidad en contexto de pobreza, entre las que se encuentran la de Hans Jonas y la de Dussel (1998). Este último, parte de la realidad de la pobreza y la exclusión planteando que la responsabilidad es la respuesta a quienes sufren y necesitan de nuestra ayuda por lo que debe ser el a priori de toda conciencia reflexiva. (Wester, 2002)

Conclusiones

En la actualidad, la pobreza y la miseria alcanza niveles alarmantes y junto a ello el crecimiento del desempleo dada por la persistente crisis económicas, los bajos salarios que no permiten satisfacer las necesidades esenciales, las migraciones sucesivas del campo a la ciudad en busca de mejores posibilidades, el envejecimiento de la población y otros males sociales, que se vienen complementado como la prostitución, la droga, el tráfico humano y la violencia.

La Bioética tiene la responsabilidad ética y moral de poner al descubierto todas las formas en que se manifiesta la pobreza, sus causas y posibles soluciones, mediante el debate plural y tolerante de todos los actores e involucrados, de manera tal que se propicien las condiciones para las decisiones efectivas de las políticas públicas.

"(…) no es nada menos que un criminal quién ve la pobreza, y puede ayudarla, y no la ayuda"[10]. José Martí

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Autor:

Lic. Rafael Martínez Cobas

[1] W.T.Reich. Introducción. En: WT Reich (editor) enciclopedia of Bioethics. Tomo I. New York Simon and Schstes Macmillan., 1995: xxi

[2] Acosta Sariego, J.R. (2009). Los árboles y el bosque. Texto y contexto bioético cubano. Publicaciones Acuario, Cuba; 126-127.

[3] Acosta Sariego, J.R. (2009). Los arboles y el bosque. Texto y contexto bioético cubano. Publicaciones Acuario, Cuba; 112-113.

[4] Volnei Garrafa; Dora Porto. “Bioética, poder e injusticia: por una ética de la intervención.” En: J. R. Acosta, (editor científico) Bioética para la sustentabilidad. 1ra. Edición, La Habana, Publicaciones Acuario, Centro Félix Varela, 2002. 200

[5] SIBI (2009) VI Congreso Mundial de Bioética. Declaración de Gijón contra el hambre y la pobreza. España del 18 al 21 de mayo de 2009.

[6] RELATORIO da FAO, In: Jornal A Tarde, 18/9/99, página 20.

[7] Informe 2011 Panorama Económico Social en Latinoamérica. CEPAL

[8] Dicho concepto fue elaborado por un colectivo de autores INIE-ONE, 2003

[9] Smith, Adam: La riqueza de las naciones.

[10] Martí, José Obras Completas 2:374 “Otro cuerpo del Consejo” Patria. Edición 72 Nueva Cork, julio 29 de 1893