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La gran mentira de la creación bíblica (página 2)

Enviado por ruanowilly


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ZOOLATRÍA Y SIMBOLISMOS

Para cerrar el comentario, a este versículo 24, sólo nos resta hablar de los animales de la tierra según su especie y, para ir por partes, comencemos por traer antes el término tierra para analizarlo.

El entorno y la sobre vivencia de los seres humanos, animales y plantas, están vinculados directamente y dependen de la Madre Tierra. La vida, como tal, depende de las riquezas que contienen las entrañas de nuestro planeta; siendo la fertilidad del suelo y del subsuelo el mejor regalo que esta amorosa Madre puede brindar a todos sus hijos. Y no estamos hablando en forma poética o rebuscando figuras literarias. Recordemos que los varios Dioses bíblicos o Elohím le dicen a la tierra que nos produzca por un lado, y por el otro, esta misma serie de seres que conforman la divinidad, hace al hombre del polvo de la tierra.

Como sea que haya ocurrido, la Biblia nos entrega, por medio del Génesis, a una Madre común a todos los seres vivientes que, por supuesto, también compartimos con los elementos que pertenecen al Reino Mineral.

En el Salmo 115:16 leemos.

Los cielos, son los cielos de Yahvé; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

El propio término Adán proviene del hebreo adamah que, ¡oh casualidad!, significa tierra.

Ahora bien, que se nos diga, en la Palabra del Dios bíblico, que Dios Padre le dice a la tierra que produzca a los animales, hace que reconozcamos el vínculo tan estrecho entre los animales y el hombre. Habiendo un cierto parentesco –que por supuesto nosotros hemos dejado pasar por alto pero que los judíos lo sentían de un modo bien definido- hay que reconocer que ellos, el pueblo hebreo, vivían en contacto más permanente con los animales; razón por la cual el simbolismo empleado para hacer más estrecho el vínculo nos llena de asombro.

Frecuentemente se compara al pueblo con un rebaño y recordemos que el propio Jesucristo se decía pastor de sus paisanos, a los que designaba como mis ovejas.

La serpiente, animal más astuto, sirve para simbolizar al Diablo o al Mal.

La bestia se utiliza para hacernos comprender el significado de todas las calamidades que nos rodean; tanto de origen natural, como las que no comprendemos.

El cordero se usa como el mayor símbolo del cristianismo, pues siempre ha servido para representar a Jesús.

El pez lo usaron los primeros cristianos para identificarse.

Y la paloma nos designa simbólicamente al Espíritu Santo.

Sin duda alguna, de esta forma tergiversada, como acostumbran a hacer llegar las cosas los líderes religiosos a todos sus fieles borregos, es que nace toda una idolatría y culto hacia los animales, mucho mejor conocida como zoolatría que nos indica el sagrado respeto que ciertas religiones le otorgan a estos seres extrahumanos.

El pueblo israelita no deja de practicar activamente este culto y se ve arrastrado por la tentación, tan de uso común, a divinizar a los animales y a la adoración de sus imágenes; esto, debido también al profundo nexo que los Libros Sagrados le han dado a la relación hombre-animal.

Si la propia Torah o Ley glorifica y magnifica a los animales en su interrelación con los seres humanos ¿por qué exige el castigo cuando el hombre rinde culto y adoración a los animales?.

En no pocas oportunidades el hombre salva y ayuda a los animales, tal el caso típico de Noe que salva del Diluvio Universal a una pareja de cada especie viva, en una versión, porque en la otra salva a siete de cada especie; pero, en otras oportunidades, es el animal el que ayuda al hombre, tal como la burra clarividente que salva a Balam, sin olvidarnos de los cuervos que alimentan al profeta Elías, del pez enorme que salva a un desesperado y terriblemente frustrado Job poniéndolo en buen camino.

El sábado, día del descanso israelita por excelencia, se aplica tanto al ser humano como al buey y, para los animales criminales, al igual que para el hombre criminal, hay un severo castigo.

Y es bueno que leamos de cierta restricción desde Levítico 20:15 que nos dice.

Cualquiera que tenga cópula (relación sexual) con animal, ha de ser muerto, y mataréis al animal.

Y en el versículo 16 leemos.

Y si una mujer se llega a un animal para unirse con él (tener relaciones sexuales) a la mujer y al animal matarás.

Hay una exigencia para todos los animales y bestias y la vemos desde el Salmo 148:7 y 10 que admoniza.

Alabad a Yahvé desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos (con una clara referencia a los abismos o mares cuyos habitantes se representan como el dragón y Leviatán). También los animales salvajes y los domésticos, reptiles y voladores.

Nuevamente un lugar muy especial y notorio para las serpientes.

¿No se podría haber incluido a las serpientes entre los animales salvajes y domésticos?.

Esta diferenciación sigue haciéndonos sospechar el tan especial trato que Dios Padre ha dado a la serpiente que, no olvidemos, es aquella serpiente antigua que se llama Diablo o Satanás.

Así pues, nos encontramos con que a través de los animales de las Sagradas Escrituras, se ha representado toda una simbología a la que es muy susceptible el pueblo israelita simbolizando toda la historia del pueblo elegido.

El Diluvio, en donde Noé y los animales son los protagonistas del drama vivido, es un claro ejemplo del simbolismo animal que, encerrados adentro de una enorme nave marítima, quedan al cuidado absoluto de un ser humano.

El pueblo israelita rinde culto a los animales y a las imágenes de becerros, serpientes y demás.

Se divide ritualmente a los animales en puros e impuros con restricciones severas para el pueblo y sus sacrificios.

Hay penitencias, sacrificios y ofrendas de animales hacia Yahvé Elohím.

Y, desde el principio, es la serpiente la principal protagonista de los sucesos que se derivan con el fracaso que tiene Dios Padre con toda su creación, hasta el último acto, en la relación animal bíblico-hombre, con el otro fracaso divino y representado en su Unico Hijo Jesús que es crucificado como el cordero de Dios.

Vamos a copiar, a continuación, si se nos permite, los versículos 24 y 25 del Génesis ya que ambos se relacionan con los animales, pero así mismo ambos discrepan total y absurdamente uno del otro. Nos dice el versículo 24.

Luego dijeron los Elohím: Produzca la tierra seres vivientes según su especie, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.

El versículo 25 nos dice.

E hicieron los Elohím los animales de la tierra según su especie, y ganado según su especie y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vieron los Elohím que era bueno.

Ahora podemos empezar con el bisturí del análisis desmenuzando lo que hemos leído.

El versículo 25 dice muy claramente, y sin ninguna duda al respecto o posible otra interpretación, que fueron los muchos Elohím quienes hicieron a los animales; es decir que el propio Dios bíblico reconoce que él mismo se tomó la molestia de hacer uno a uno a los animales.

El versículo 24, por el contrario, pero igualmente de claro y muy bien comprendido, dice que los muchos Dioses que se encierran adentro de la palabra Elohím le ordenan a la tierra que ella produzca a todos los animales.

Cuando leemos que la divinidad bíblica hizo, significa que Dios Padre dispuso de materiales y con los elementos ya existentes a su alrededor y que tenía disponibles, y que sin ninguna otra intervención externa a él, procedió a elaborar el producto denominado animales.

Es decir que con sus propias manos Dios Nuestro Señor efectúa toda una serie de acciones con las cuales se ocupa de formar y ejecutar la fabricación de los animales y de lo demás que se nos dice en el versículo 25.

En cambio muy diferente cosa significa que Dios Padre le diga a la tierra que produzca.

Esta frase pretende hacernos creer que los muchísimos Elohím, encerrados adentro de la divinidad bíblica, desde una posición alejada de la acción directamente a ejecutar, disponen conferirle a la tierra, como por control remoto, que acomode sus entrañas para incubar en ellas a la vida misma y a los cuerpos que la contendrán y que por lo tanto es ella quien tiene que engendrar a todos los seres vivos.

Eso nos hace estar de frente a dos cosas diametralmente opuestas ya que cada una de ellas, desde cada versículo, nos dicen de situaciones diferentes.

Al hacer un análisis del versículo 24, y sin meternos a ahondar demasiado adentro del 25, debemos compararlos y concluir, fácilmente, en ver a dos opuestos.

En uno se nos dice que Dios Padre ordena a la tierra que produzca los seres vivos. En el otro que no, que Dios Nuestro Señor hizo personalmente a los animales de la tierra. Uno dice que la tierra produjo bestias y el otro que Dios Padre hizo al ganado según su especie.

Y tengamos muy presente que en este caso no se pretende hacernos creer que el versículo 25 avala y ratifica lo afirmado en el 24. No.

Una cosa es ganado según su especie y otra el significado de bestias.

Ya hemos visto todo el alcance de lo que la Biblia nos trata de decir cuando usa tal término.

Aquí el Génesis afirma y habla de ganado según su especie, es decir que se está refiriendo a todo aquel animal de cuatro patas. Si la intención del versículo 24 hubiese sido darnos a entender que la tierra había engendrado en sus entrañas a todo animal cuadrúpedo, pues hubiera sido tan claramente expuesto como sí lo hace Dios Nuestro Señor desde el versículo 25.

La referencia a bestias es para que entendamos que significan las calamidades que la tierra produjo y simboliza a los ciclones, terremotos, tormentas y demás fenómenos propios de la tierra y su entorno atmosférico y marítimo.

En un versículo se nos asegura que la tierra produjo serpientes y desde el otro se nos habla que Dios Padre hizo a todo animal que se arrastra sobre la tierra.

El término bíblico de serpientes lo debemos de entender como Diablo (el calumniador), como Satanás (el adversario), como Leviatán o Rahab (la serpiente huidiza y el dragón).

Serpiente encierra, adentro de ella misma, a términos como maldad, caos, pecado, tentaciones y, lejos de representar a un ser, a una entidad o a un animal, no es más que el simbolismo para describir un manojo de sentimientos que pueden estar tanto en el ser humano como en la Madre Tierra y que se manifiestan a través de nosotros y de la tierra de manera inesperada y sin ninguna relación con respecto al tiempo o al espacio.

¡Que claro queda ahora el panorama!.

El ser humano manifiesta a las serpientes cuando es ruin, malo, astuto, tramposo, abusador, cobarde y también cuando sufre alguna enfermedad física o mental (recordemos que Jesús echaba fuera los demonios), y cuando hacen presa de los seres humanos actitudes y comportamientos como el orgullo, la avaricia, la lujuria, envidia, gula, ira y la pereza; estas y otras muchas son las serpientes bíblicas que Dios Nuestro Señor le dice a la tierra que debe producir para que el ser humano las manifieste y aprisionen a hombres y mujeres.

El versículo 25 nos dice que el Dios de la Biblia hizo a todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y, a pesar de estar incluidas las serpientes en este grupo, aquí no es más que el reptil que conocemos y no son las entidades que el versículo 24 designa de manera tan singular y especial de serpientes.

El término tan usado de todo animal que se arrastra incluye a las culebras, serpientes, gusanos, lombrices, babosas, tortugas, lagartos, cocodrilos y en fin todos los quelonios, los ofidios, los saurios, los gasterópodos y otros.

Estos animales que se arrastran están bien descritos en el versículo 25 pero no son, ni por asomo, los del versículo 24 que la Biblia denomina serpientes.

Los animales que se arrastran son seres vivos y las serpientes especiales son sentimientos, emociones, pasiones y principalmente las aflicciones.

¡Dos cosas diametralmente opuestas y distintas!.

El versículo 25 cierra su contenido con la ya trillada y prepotente frase de y vieron los Elohím que era bueno.

Caso contrario con el final del 24 en donde el cierre es una afirmación que ratifica toda la acción desarrollada en él y nos dice ¡y fue así!; o sea que efectivamente, de esa manera descrita, ocurrieron los acontecimientos narrados.

¿Por qué vieron los Elohím que todo era bueno?, la respuesta, desgraciadamente, viene dentro de otra pregunta ¿serían buenas las calamidades (bestias), el orgullo, la gula, avaricia, ira, crímenes, pecados, tentaciones (serpientes)? ¿Serían buenos los terremotos, los ciclones, las inundaciones (serpientes de la tierra)?.

Lo que no debe llamar a engaño es que el autor, o los autores más bien dicho, de ambos versículos, tratan de esconder dentro de la simbología animal todos aquellos sentimientos y pasiones que el ser humano experimenta y expresa.

Igual cosa sucede con las manifestaciones de vida que nuestro planeta Tierra nos demuestra con sus terremotos, inundaciones y erupciones.

Si se suponía que Dios Padre había hecho, y también había creado, a todo lo existente, era, por simple lógica, deducir que estas calamidades, pasiones y emociones también venían incluidas adentro del paquete de la creación divina; pero, ¿cómo explicar estos males adentro de la supuesta bondad del Dios de la Biblia?.

Ante tal disyuntiva o Dios Nuestro Señor es todo bueno o Dios Padre es un conjunto de seres ambivalentes.

¿Un Dios bueno y malo a la misma vez?.

Por lo tanto, y de manera piadosa, se tomó la decisión más difícil: esconder la verdad de la ambivalencia de la divinidad bíblica adentro de la simbología; pero, al hacerlo así, complicaron las cosas pues, para ocultar una verdad tan a la vista y la falsedad de su divinidad, con una serie de mentiras, hace falta estar constantemente juntando mentira sobre mentira.

Esas capas de mentiras y engaños que se fueron necesitando para tapar toda una serie de errores y principalmente horrores fueron tan grandes y profundamente impuestas al ser humano de la época, que hemos terminado por aceptar como una verdad innegable aquello que empezó como mentira.

Haber insistido tanto en algo nos llevó a tomarlo como una irrefutable verdad, pero ¡qué lejos de tanta belleza!.

Por lo tanto ¡Ni el Diablo, ni Satanás, ni Lucifer y tampoco Luzbel existen! Esas figuras son simbolismos usados para explicar al Dios bíblico ambivalente que unas veces es bueno y la mayoría es malo, miserable y ruin.

¡Que nos quede bien claro!.

HAGAMOS AL HOMBRE

Dando por concluido todo comentario a los dos versículos anteriormente analizados, tan interesantes y tan distantes uno del otro, pero sobre todo tan educativos, continuaremos con comentar otros dos versículos que tienen la mayor relevancia e importancia en toda la Biblia; pero antes necesitaremos traer a colación varios puntos para así apoyar nuestra tesis.

Es de hacer nota que estamos aún en el Sexto Día de la Creación bíblica y, como ya vimos, este día está prácticamente partido en dos. Una primera parte lo constituyen los versículos 24 y 25 y la segunda es la que vamos a considerar a continuación.

¿Cuántas horas del Día Sexto se ocuparon para cada una de las actividades que Dios Padre desarrolló?. No lo sabemos, así como tampoco sabemos el motivo de haber juntado dos actividades, como lo son la de los animales y la del ser humano, en un solo día.

Usando el ritmo numerológico, o el simbolismo numérico que la Cábala hebrea fue muy dada a usar, tenemos que los dos versículos que nos marcan la forma en que el hombre hace su triunfal aparición sobre la tierra, y donde un ser vivo es nombrado con el apelativo de hombre, son los 26 y 27 del Génesis.

Con el auxilio de la Cábala, ya lo dijimos, de la cual la tradición oral dice que los hebreos se explicaban el sentido de las Sagradas Escrituras, es que nos vamos a adentrar en este rumbo para ver que si sumamos los números de los versículos que corresponden a este magno acontecimiento, tenemos unos resultados verdaderamente sorprendentes.

26 y 27 descompuesto en sus componentes y sumándolos nos dan: 2+6+2+7=17 y a su vez haciendo lo mismo con este número 17 tenemos: 1+7=8.

¿Qué significa el número ocho en la Cábala hebrea?.

La palabra heth es la equivalente con el número ocho y dicho vocablo significa lo que tiende a la forma, el plasma-mater en cuyo seno dormita la vida. Y, hay que entender, que representa el principio de la existencia elemental y el principio viviente de la evolución; es decir de lo que nace y muere. Es el Verbo plasmado en acto.

El número 8 está constituido, y es fácil verlo, de dos círculos en oposición uno del otro y, curiosamente, se asemeja al cuerpo del ser humano donde el círculo superior parece la cabeza y el inferior luce como el tronco y entre ambos círculos tenemos el cuello.

Los dos círculos en oposición son el símbolo por excelencia del alma en su doble aspecto de lo humano y divino.

Ahora pasemos y veamos el simbolismo pero ya traducido en palabras.

El versículo 26 nos dice, y vamos a basarnos y a copiarlo tal y como está o aparece en cualquiera de nuestras Biblias de cabecera.

Entonces Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastre sobre la tierra.

Por supuesto que nos debe de llamar la atención, o nos la tuvo que llamar desde el primer momento en que leímos, la primera vez, este pasaje que describe la formación del hombre, puesto que, efectivamente y fuera de toda lógica o regla gramatical, en donde se mezcla un sujeto en singular en la acción que está en plural.

Dios, dice la Biblia, procede a hacer un algo pero en vez de decir hago al hombre, dice hagamos al hombre.

¡Es la primera vez que encontramos en nuestra Biblia, la de uso común y corriente, y así está en todas las demás versiones de la Palabra de Dios que tienen todas y cada una de las diferentes concepciones y divisiones en que se ha partido el Cristianismo, que la divinidad dice hagamos!.

Durante los cinco días y medio anteriores, y releamos nuestra Biblia para estar completamente seguros de esto, se nos dice desde el Génesis que Dios Padre crea, hace o dice que otro ejecute cierta acción, procediendo la divinidad de la Biblia a ejecutar la maniobra de la creación en forma individualizada; aún si es en el caso en el que pide a algo externo a él que se haga lo estipulado.

Tuvo que haber sucedido algo muy especial y muy confuso, a la vez, ya que se cambian por completo los patrones de los días anteriores.

La tan cacareada individualidad del Dios bíblico se pierde por completo en este versículo.

¿Dónde queda el reyezuelo único, vanidoso, prepotente y abusivo?.

Hagamos al hombre es el reconocimiento a la limitada acción del ser que pretende suplantar AL TODO, A DIOS, pues necesita que alguien más le ayude en esa tarea. ¡El Dios de la Santa Biblia no tiene capacidad de ejecutar la acción de elaborar al hombre y mete, de invitados, a otros seres denominados Elohím.

¿Qué fue lo que pasó durante la segunda parte de este Sexto Día? ¿Hubo golpe de estado? ¿Estaría actuando Dios Padre solo e individualmente como se nos ha hecho creer? O, efectivamente, eran muchísimos los seres llamados Elohím los que participaron en la creación de todo el Universo, siempre según la versión de la Biblia.

Tenemos que recordar la manera en que empieza el libro del Génesis y saber que en hebreo nos dejan dicho bereshit bara Elohím.

En el principio los fuertes y poderosos crearon es la verdadera traducción y no otra cosa.

Ahora bien, cuando leemos que Dios Padre hace toda una revolución al pronunciar la ordenanza de hagamos al hombre, tenemos que asumir otra actitud y asegurarnos, en nuestra tan cómoda posición mental, para que entendamos que el Ser Supremo que nos presenta la religión Cristiana se está dirigiendo a alguien más, es decir a más seres como él.

¿Uno, dos, tres o muchísimos seres más?. Pero que la Santa Biblia nos deja claramente narrado que en ese acto de la creación del ser humano hubo más manos que la del Dios bíblico, no hay duda; ya que con lo que leemos hay que deducir que "Dios" se está dirigiendo a otros muchos y variados seres fuertes y poderosos.

Tratemos de analizar con quienes tiene Dios Nuestro Señor este corto diálogo y, primero que todo, la misma frase que pronuncia nos dice quiénes y cómo son los escuchas del Dios de la Biblia.

Cuando leemos que Dios Padre dice hagamos es porque requiere el concurso de aquellos que lo están escuchando para que juntos se realice lo planeado. No olvidemos que para que un constructor de casas les diga a sus compañeros de trabajo y oficio hagamos una casa, es porque positivamente sabe que todos ellos conocen el teje y maneje de hacerla. También supone que todos ellos ya saben en dónde se obtienen los materiales o quién los puede proveer y que conocen, así mismo, todos los pasos que hay que dar desde el primero hasta el último para concluir felizmente la construcción de una casa.

Concluimos entonces que Dios Padre se estaba dirigiendo a un grupo de entidades o seres de la misma categoría y nivel de él mismo.

Invitar, como lo hace el Padre Eterno, a participar de la elaboración de un algo que debe de cumplir dos condiciones impuestas y delimitadas como lo pretende la divinidad, y que consisten, una, en que sea hecho a nuestra imagen, y la otra conforme a nuestra semejanza, es afirmar y darnos a conocer las verdaderas identidades y personalidades de sus invitados y escuchas pues, es una invitación y no una orden esta de participar en la próxima tarea creativa y que consiste nada menos en formar al hombre.

Hay que entender, forzosamente, que todos los participantes en ejecutar lo que Dios Padre define como hombre a nuestra imagen y conforme nuestra semejanza, son iguales entre sí con la divinidad que hace la propuesta; que guardan un mismo rango y posición a la de quien habla; que son poseedores del poder y de la misma habilidad del Dios de la Biblia en hacer objetos y cosas, y lo mejor, ¡que saben ya cómo hacer eso que se denomina con el vocablo de hombre!.

Si ya todos ellos saben hacer ese algo, es porque ya lo han hecho y fabricado con anterioridad.

¡Nadie, ni aún el Padre Eterno, pudo saber cómo se hacía un hombre si no lo hubiese elaborado antes!. Aquel que va a ejecutar algo, si no sabe cómo hacerlo, no podrá ni siquiera empezar la tarea. Y, primero, deberá aprender cómo es, cómo se hace; luego practicarlo y, cuando ya se sienta seguro y hábil en ello, fácilmente podrá entonces, y sólo entonces, proceder a hacerlo.

Hagamos al hombre quiere darnos a entender que los participantes en la tarea asignada ya sabían de que se estaba hablando. O sea que ya sabían lo que significaba el término hombre, cómo es un hombre, qué elementos lo componen y, lo más importante, el know how o el cómo hacerlo.

Ahora bien, el callejón sin salida es si aceptamos que la frase dicha por la divinidad bíblica es real y fue dicha efectivamente por Dios Padre, ya que si eso fue así, entonces debemos aceptar la limitación de la tan sobada sabiduría divina.

Eso sí, debemos recordar, que se está hablando del Dios de la Biblia, y no de DIOS.

Si la divinidad bíblica quiso hacer un ente como el hombre, debería de haberlo generado sin tanta pantomima y sin invitar a otros seres o entidades a que lo ayudasen en la tarea de forjarlo.

¿Todopoderoso Dios Nuestro Señor? ¡No, qué va!. ¡Inútil! diríamos más bien pues necesitó de ayuda para hacer al hombre.

Hecho ya, como hemos procedido a hacerlo, un pequeño análisis de la palabra hagamos que Dios Nuestro Señor usa en el comienzo de este versículo 26, ahora debemos tomar la frase completa de hagamos al hombre y veamos si podemos sacar alguna que otra conclusión.

Para comenzar es bueno preguntarnos ¿qué hace ahí la palabra hombre?, pues, al decirlo comprendemos que se pretende elaborar algo cuyo apelativo, previamente identificado como ese algo, es lo que se va a hacer y por lo tanto no puede hacerse otra cosa más que eso que Dios Padre llama y denomina hombre; el cual ya tuvo que haber sido hecho en otra ocasión por ellos para así asegurar que se va a hacer un hombre.

Si ya contamos con la valiosa información que ese algo que se pretende hacer tiene nombre es porque alguien se tomó la molestia de habérselo puesto.

Y no sólo eso.

Ese alguien tuvo que dar toda la información sobre lo que se pretendía hacer para que, al nombrarlo, inmediatamente viniera la atención mental a enfocar la idea de lo así nombrado.

Decir hagamos al hombre es la prueba contundente que confirma que todos ellos estaban enterados de qué se estaba hablando y qué cosa es un hombre. Ninguno de los muchos escuchas de Dios Padre le replicó o le preguntó ¿qué es un hombre? o ¿cómo hay que proceder para hacerlo?.

Ninguno de ellos le dice al Padre Eterno que no podía hacer eso que se les estaba convidando a hacer. Todos y cada uno de los muchos Elohím ya sabían exactamente a que se refería Dios Padre.

Ahora preguntémonos nosotros ¿qué es un hombre? y nos encontramos una definición, del diccionario, que nos dice que un hombre es un ser viviente, dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de los primates y caracterizado por su cerebro voluminoso, su posición vertical, pies y manos muy diferenciados (Pequeño Larousse ilustrado).

Y eso es todo lo que tenemos.

Pero, un idiota, en todo el sentido de la palabra, como falto de inteligencia, también es un hombre. Lo mismo que un mudo o un manco o un renco que, a pesar de no poder articular un lenguaje, no tener posición vertical y no tener diferenciados sus pies y manos ¡no dejan de ser hombres!.

Entonces, realmente, ¡qué es un hombre! y cuál es el alcance de tal vocablo.

Frente a las evidencias que tenemos ante nosotros debemos responder que hombre es un ser viviente que pertenece al género humano del Reino Animal. Y entonces la cosa sí se pone buena e interesante.

El versículo 20 de Génesis nos dice.

Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres vivientes.

En el versículo 24 leemos.

Luego dijeron los Elohím: Produzca la tierra seres vivientes según su especie, bestias y serpientes, y animales de la tierra según su especie.

Durante el Quinto Día las aguas de los mares produjeron seres vivientes y no precisamente y exclusivamente peces. No. No hay mención alguna como para entender que el término seres vivientes sean los animales conocidos como peces. Es más si se hubiese querido hacer referencia a la clase de seres vivientes que se produjeron así mismo lo hubieran dejado expresado y tendríamos claramente expuesto la clase de animales o seres que se requería producir.

Si nos hablan en términos tan generales es porque eso es lo que se nos quiso decir y no otra cosa. Y si aún persiste la duda es bueno que leamos el versículo 28 que nos dice: Y señoree en los peces del mar. Así como aquí aparece el apelativo tan bien definido de peces del mar, así debería de haber aparecido en el versículo 20 si la intención era relatar como se hicieron o produjeron a los peces; pero como no era esa la idea ni la intención del autor sagrado, sencillamente no aparece, sino que en forma general asegura Dios Padre que las aguas produjeron diferentes clases y género de seres vivientes.

Lo mismo ocurre en el versículo 24, aunque aquí hay, además, un contrasentido del tamaño de una catedral y una gran contradicción. Se nos asegura que la tierra produjo seres vivientes según su especie y animales de la tierra según su especie.

El contrasentido y la contradicción están en que los animales de la tierra son forzosamente seres vivientes. Y los dos versículos, el 20 y el 24, hablan en términos muy generales al decirnos que se produjeron seres vivientes, tanto del mar como de la tierra.

Con lo expuesto debemos adoptar una postura seria y ésta es que desde el Quinto Día de la Creación bíblica aparecen, surgen y son producidos los seres vivientes, incluido adentro de tan general expresión los seres humanos y el hombre mismo.

Por supuesto que sí.

Cuando la divinidad bíblica dijo hagamos al hombre ya saben, Dios Padre y sus socios, a que se refiere la frase. Todos ellos entienden de qué se está hablando, qué es lo que hay que hacer y así poder cumplimentar la propuesta de la divinidad de hagamos al hombre.

Hay otro hecho de lo más importante, adentro de este versículo, y tenemos que leerlo para comprender su contenido, pues, inmediatamente que el Padre Nuestro propone hagamos al hombre, hay otra frase sumamente controversial que acompaña al dicho y que dice a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza.

Ya quedó demostrado que el Padre Nuestro se está dirigiendo a otras entidades iguales que él mismo. El ser viviente que el Dios bíblico denomina hombre es idéntico a todos sus fabricantes. Es otro Dios. Es Dios mismo y tiene todos los atributos divinos y todo el poder del Todopoderoso.

Algo es semejante con otro objeto solamente cuando son iguales. Y si Dios Padre y otros Dioses hacen juntos al hombre a la imagen y semejanza de ellos, el hombre hecho es igual a sus creadores; posee la misma forma, tanto interna como externamente, la misma constitución física, la misma energía y la misma esencia todopoderosa que el Dios bíblico ha hecho gala tener en los anteriores cinco días y medio.

Por lo tanto, usando una muy sencilla ley de lógica y de sentido común, Dios Padre es igual que el hombre.

Además la divinidad le da posesión de todo cuanto existe diciéndole: y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Cuál no sería nuestra sorpresa, luego de conocer las circunstancias tan peculiares de cómo varios Dioses o Elohím hacen al hombre, de encontrarnos repentinamente que surge otro hombre pero raramente constituido; un fenómeno tan escaso que es digno de estudio, análisis y profundo pensar.

El versículo 27 del Génesis nos narra:

Y crearon los Elohím al hombre a su imagen, a imagen de los Elohím lo creo; varón y hembra los creo.

Aclarando que este versículo no tiene nada que ver con la acción desarrollada y llevada a cabo en el anterior. Son dos cosas totalmente distintas. Dos hechos aislados y de naturaleza contraria. Diametralmente contrarias.

Y veamos por qué.

El hombre del versículo 26 es hecho por un grupo de Dioses o Elohím y por lo tanto en su elaboración intervinieron sólo materiales y elementos que ya existían, que estaban disponibles y que por eso mismo todos sus fabricantes ya sabían cómo proceder a hacerlo.

Fue hecho a imagen y semejanza de todos los Dioses o Elohím que colaboraron en la invitación de hagamos al hombre. Fue hecho exclusivamente hombre o sea del género varón y sexualmente tiene el órgano viril llamado pene.

El hombre del versículo 27 es creado y, por lo tanto, en su elaboración no intervinieron elementos preexistentes pues surge a la existencia de manera inmediata y es producto de la nada. Fue creado a imagen y semejanza de sus creadores. Fue creado varón y hembra a la vez o sea que sexualmente tiene ambos órganos, el viril o pene, y el femenino llamado vagina.

Y por lo tanto es un ser andrógino o hermafrodita.

¿Verdad que ambos versículos nos están diciendo y hablando de dos cosas diferentes y diametralmente opuestas?.

Imagen es la representación de algo. Que el hombre es imagen de Dios Padre o de los Elohím es que este hombre representa exactamente a Dios Padre tal y como es.

Semejanza es el parecido que hay entre dos o más objetos o cosas. Que el hombre es semejante a Dios Padre, es que este hombre es similar o igual al Padre Eterno.

De lo que se nos narra en el versículo 27 podemos deducir que el Dios creador de todo el Universo, según la perversa versión Cristiana, no es más que un ser andrógino, hombre-mujer que posee ambos órganos sexuales.

Y si Dios Nuestro Señor se atrevió a decirnos de la imagen y semejanza entre su obra y él mismo, el Dios de la Biblia es varón y hembra a la vez.

¿Qué podemos pensar de su divinidad, sabiduría y grandeza que ya nos dijeron que tiene?.

Ahora bien, podemos tomar otra camino y deducir otra concepción de Dios Nuestro Señor, siempre partiendo de que el hombre creado lo es a imagen y semejanza de la divinidad, puesto que hemos leído los Elohím crearon al hombre a su imagen, a imagen de los Elohím lo creó; varón y hembra los creo, ¿qué es lo que quiere decirnos o darnos a entender este término "los" que aparece en este versículo? ¿Cuál es su significado real?.

Para comenzar, y como primer punto, hay que considerar que significa una clara muestra y la prueba irrefutable que este hombre creado es diferente al hecho. Segundo, que Dios Padre creó de manera simultánea e instantáneamente a dos seres vivientes separados, un varón y una hembra; cada uno de ellos con su correspondiente característica sexual. Y tercero, que como consecuencia de ello, el Dios bíblico entonces es un ser dual.

Lo que conocemos como Dios Padre y lo que dicha frase encierra está constituido por dos entidades. Una de género femenino o hembra, y la otra entidad con y de género masculino mejor conocido como hombre.

Y por lo tanto el Padre de Jesús no es el TODO no es DIOS.

Por lo tanto podemos concluir, en esta serie de posibilidades, que cuando Dios Todopoderoso y Eterno dice hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza, se está dirigiendo a su parte femenina.

Aunque esta unidad, varón-hembra, también pudo estarse dirigiendo a otras muchas unidades o parejas-dios, varones-hembras.

También podemos deducir que es la parte femenina de Dios Padre la que le diga a la masculina eso de hagamos al hombre.

Con la locura completa que es la Biblia, extremos como estos, no se pueden alejar de la verdad.

BENDICIONES Y MALDICIONES

En el versículo 28 del Génesis leemos.

Y los bendijeron los Elohím y les dijeron: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Tal y como ya lo habíamos expuesto, este versículo particular nos demuestra que el hombre, hecho por varios Dioses o Elohím, y el hombre creado como pareja unidad (varón y hembra), son completamente distintos, pero además –mucha atención por favor- aquí no sabemos a qué atenernos.

Al hombre hecho, los Elohím le dicen en el versículo 26 que señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Cosa muy parecida es la que también Dios Padre le dice a la pareja-unidad (varón y hembra), a la cual llaman hombre los Elohím sólo que ya en el entendido de lo que son, es decir dos individuos independientes y separados (relean el versículo 28 y lo verán bien claro).

La diferencia también estriba en que el hombre hecho, el del versículo 26, no le da orden alguna de fructificar ni de multiplicarse.

¡Cómo dársela si es sexualmente varón con su sexo bien definido de hombre!.

Por lo tanto este hombre así hecho ¡no podrá llenar la tierra! tal y como se nos hace ver en el versículo 28 con la pareja-unidad (varón y hembra) los cuáles ¡sí podrán llenar la tierra! pues podrán sexualmente perpetuar la especie.

Ahora bien ¿qué objeto tendría el hombre hecho por los varios Dioses o Elohím si ni siquiera podía fructificarse?.

Otra cosa muy llamativa es que Dios Padre le dice al hombre hecho que señoree en todo lo que la tierra posee, pero ¿no le dice lo mismo a la pareja-unidad (varón y hembra)?.

¿A quién se le otorga el mando y la batuta de lo que la tierra posee? Porque es imposible que el mando de señorear lo detenten ambas entidades denominadas hombre, uno hecho y el otro creado varón y hembra.

Aunque con este Diosesito de la Biblia uno nunca sabe ni comprende del todo su tan atolondrada actuación.

Y dejamos a propósito, y de último, el detalle que ahora procederemos a comentar. Y no por ser el menos importante.

Precisamente por constituir el mejor bocado lo hemos dejado para este momento pues la circunstancia es de primera magnitud.

En este versículo 28 el Padre Eterno bendice al varón y a la hembra, recién creados por el grupo de Elohím, pero no encontramos alguna bendición divina para el hombre hecho por los muchos Dioses en el versículo 26.

Cuando oímos, leemos o pronunciamos la palabra bendición o el término bendito, creemos que se trata de formas meramente superficiales que la religión y sus líderes utilizan como para salir del paso. La culpa no es nuestra, es de los líderes, pastores y sacerdotes quienes nos han impuesto fórmulas repetitivas y que hay que recitar de memoria; las cuales no son más que prácticas vacías de sentido, pero que no nos ha quedado más remedio que aferrarnos a ellas, pues aparentemente no tenemos nada más que nos ligue a la divinidad y, por la fe, nos quedamos atados a ellas.

De todo esto resulta que, hoy por hoy, no le damos, o mejor dicho, hemos perdido el magno sentido de lo que las palabras bendición y bendito designan y evocan.

La bendición es un don y la Biblia designa un significado tal a la palabra don que es la representación de una iniciativa divina. Solamente Dios Padre puede otorgar un don y entonces sólo a él corresponde bendecir pues esa, es una potestad exclusiva del Dios de la Biblia. Y como es una acción que afecta a la vida misma, con todos sus misterios, la bendición se convierte en una alabanza.

Recibir la bendición es recibir el júbilo, la celebración, el beneplácito y la gracia divina; y no es un término que boca humana deba pronunciar y menos aún dirigir a otro ser humano.

En el hebreo, así como en nuestro idioma español, y muy a pesar del desvanecimiento que ha sufrido a lo largo de los siglos la palabra bendición, hay una sola raíz que sirve para designar a todas las formas que están implícitas en tal término y en todos sus niveles. Dicha raíz hebrea es BRK que, por curiosidad, está emparentada con varias palabras y expresiones como las siguientes: Rodilla, adoración y la fuerza vital de los órganos sexuales.

Ahora enfoquemos nuestra atención para dar una breve descripción de estas similitudes.

Rodilla, tal es el caso de doblar la rodilla ante alguien, que sirve para expresar simbólicamente que el que dobla la rodilla no se considera igual al objeto que lo obliga a uno a realizar tal muestra de sumisión. Además así se confiesa y se reconoce la inferioridad, marcándose claramente la docilidad.

Otros términos que expresan lo mismo son postrarse de hinojos, caído en tierra o con el rostro contra la tierra.

Adoración, que es la acción de reconocer la grandeza aquella que abruma y que aniquila; es la expresión conscientemente realizada y espontáneamente hecha cuando uno reacciona ante lo que pasma, ante aquello que lo deja a uno de una pieza. Es la veneración trepidante y voluntariamente hecha ante un agradecimiento que se vuelve hasta un homenaje jubiloso y voluptuoso que, el que la ejecuta, lo siente con todas las fuerzas de su ser.

La adoración invade invariablemente todo el ser. Si no sucede así, entonces no hay adoración. Se expresa y traduce con gestos exteriores llamativos y bulliciosos por la misma necesidad de demostrar que uno es un ferviente admirador y reverenciador de un algo. Dos son los gestos de la adoración, por lo menos bíblicamente hablando, uno de ellos es la postración y el otro el ósculo.

De la postración podemos entenderla como doblar la rodilla y del ósculo (beso), como la imperiosa necesidad del contacto físico y de la adhesión; es la voluptuosidad misma. No hay que olvidar que los paganos besaban a sus ídolos y hoy en día muchísimos fieles cristianos besan imágenes, rosarios, reliquias, fotos, cruces, anillos, vestiduras, mantos y manos, amén de un largo etc.

¿Serán estas demostraciones piadosas, también actos paganos?.

¡Por supuesto que sí! Y eso que nos decimos hijos de Dios… ¡Qué bárbaros!.

La fuerza vital de los órganos sexuales es una expresión de la vida misma y de la fecundidad que florece como un Edén; y su símbolo privilegiado es el líquido (semen) que se esconde en las figuras poéticas del agua y el aceite. Pero el origen del agua o del líquido seminal evoca al mismo tiempo a la vida, a la generosidad y al poder vivificador que transmite y da origen a otro ser.

En fin, que el término hebreo BRK es la bendición que el Dios de la Biblia transmite en forma directa y selecta a quienes él considere merecedores de tal don.

Ahora bien, hay tres palabras que expresan lo que Dios Padre quiere demostrar cuando con la raíz hebrea brk la Santa Biblia las usa.

  1. El sustantivo beraka o bendición: Que se traduce como regalo, presente o reconocimiento; es la abundancia y el bienestar que se pueden experimentar con cosas materiales y espirituales, como ejemplo tenemos que la lluvia es una bendición; gozar de este paseo en tu compañía es una bendición; haber llegado a poseer cuatro casas y mucho dinero es una bendición.
  2. El verbo barek o bendecir: Significa el don más alto del favor del Dios Padre y de esta bendición hace brotar la vida y, por lo tanto, sólo los seres vivientes son susceptibles de recibirla; los objetos inanimados o sin vida son solamente consagrados o santificados, pero nunca podrán ser bendecidos. Hay un claro choque frontal con el significado del verbo barek o bendecir si se pretendiera usarlo en lo que no tiene vida y, lo más importante, solamente a Dios Padre, según la Biblia, corresponde otorgar la bendición. Nadie puede usar el término bendecir. Ahora resulta que se nos ha enseñado, a los seres humanos, hasta bendecir a Dios lo que lo hace la más triste de las paradojas y la burla más grande que ser alguno pueda hacerse así mismo. ¿Qué le puede dar, regalar y obsequiar el ser humano AL TODO a DIOS por medio de bendecirlo? ¡Nada!.
  3. El adjetivo baruk o bendito: Constituye la más fuerte de todas las acepciones, sentidos o significados de bendición. Bendito es aquella persona en la que se derrama el poder y la generosidad que se convierte en un punto de unión y fuente irradiante de vida; pero ojo, aquel que se dice santo, sólo revela más bien su inaccesible grandeza y su torpe complejo de creerse a sí mismo bendito, cuando no es más que un presuntuoso y un insensato. El bendito, en cambio, revela su inagotable fuente de generosidad, de bondad y de servicio sencillo que lo hacen un ser irradiante de paz, confianza y no de fe, y de naturalidad. Jesús, por si usted creyera equivocadamente o porque le fue impuesta la creencia de que es un ser bendito, tenemos que aclararle –muy a pesar de herir su susceptibilidad- ¡que no!. Jesús no es un ser que se pueda decir que haya sido un bendito. ¡Jamás!. Sólo basta con recordar la misión de Jesús que él mismo nos hace el favor de dejarla asentada en la Biblia: ¡vine a traer la guerra y no la paz! ¿Será un ser que irradia paz Jesús? ¡Nunca!.

La bendición está encerrada en esta palabra y tiene su historia desgraciadamente tergiversada y muy mal usada por los inspirados escritores bíblicos que, anteponiendo sus propios intereses o los del momento político, burlan el significado de la palabra bendición; por eso nos encontramos con contradicciones tan grandes como el propio Vaticano y todo lo que ahí se ha encerrado por siglos.

Es ridículo que toda la historia de Israel sea la historia de la bendición que Dios Padre promete a Abraham. Leamos desde Génesis 12:3 algo paradójico y contradictorio en lo que la divinidad deja dicho.

Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré.

Que el Dios de la Biblia bendiga, podemos pasarlo por alto sin hacerle mucho caso que digamos; una pequeña comprensión de nuestra parte no está nada mal, al contrario pudiera verse hasta bien. Pero que después de usar el don más alto nos venga Dios Padre con la réplica estúpida, insensata y perversa de que maldecirá, no merece ni un mísero comentario; solamente atinamos a decir ¡Qué los infiernos (siempre y cuando existan que yo tengo mis dudas) confundan al autor de tan deleznable versículo así como a su protagonista divino!.

Igual cosa encontramos en Lucas 1:42 cuando nos afirma.

¡Bendita tu entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!.

¡Cómo se atreve Lucas a poner semejante disparate en su Evangelio!.

Primero, sólo a la divinidad corresponde bendecir y no a Isabel la prima hermana de María, por muy llena que hubiese estado del Espíritu Santo como pretende excusarse el torpe de Lucas. Y, segundo, usar el adjetivo baruk o bendito, tal este caso, sólo se debe de usar para que la divinidad lo haga pero exclusivamente en seres vivientes y el fruto del vientre, a pesar que es el futuro Jesús, no es a Isabel a quien corresponde decirlo.

Huelga decir que Jesús no fue un bendito porque ni siquiera irradió paz (no he venido a traer paz a la tierra, he venido a traer guerra y enfrentamiento); tampoco un ser sencillo (¡sólo a través mío se puede llegar al Padre!); no fue generoso porque dejarnos dicho que cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre se os dará, para engañarnos, pues no hemos recibido nunca nada, es la prueba de la mayor ingratitud.

Jesucristo tampoco irradió confianza (sólo a vosotros os ha sido dado conocer el misterio del Reino de Dios, a los otros, aunque oigan y escuchen no podrán comprender; y por mucho que vean y miren, no podrán percibir).

¿Será digno de confianza Jesús después de esto?.

Y, para continuar con el agasajo bíblico, formulamos una pregunta de cien kilotones. Si Dios Padre bendice al pueblo de Israel ¿Por qué lo aniquila constantemente? ¿Por qué lo masacra desde siempre?. Y, es tal la ignominia del Padre Eterno que hasta con un Diluvio lo borra completamente del mapa. ¿Qué clase de ser es este de la Biblia que bendice a su pueblo de tal manera?.

Total que la historia de la bendición que la Biblia nos cuenta es una torpe y burda inspiración que tuvieron unos pocos dementes, pues, si DIOS, EL TODO, bendice, no puede haber nada, pero nada de nada, que se oponga a ELLO. Y por último, si DIOS, EL TODO, EL ABSOLUTO, bendice, es imposible que en mismo instante maldiga.

SACRO SEXOLOGÍA

Si según el versículo 28 los Elohím bendijeron al varón y a la hembra recién creados, podemos entender todo el alcance de lo que pudo haber significado tal acto de bendición y así lo leemos.

Y los bendijeron los Elohím (al varón y a la hembra) diciéndoles: Procread y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla y señoread sobre los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Todo esto no significa más que Dios Padre expresa su beneplácito y toda la satisfacción que le causan, tanto el varón como la hembra, a los cuales esa misma divinidad ha llamado y denominado hombre. El Padre Eterno alaba, ensalza y celebra a su creación; y, unida a la bendición, que significa también la utilización del líquido seminal de vida para que el varón y la hembra placenteramente disfruten de la relación sexual, aquí, encontramos la invitación a procrear y multiplicarse como sinónimo de relación sexual con todo lo que ello implica y significa.

Tanto el varón como la hembra tienen que tener descendencia y abundante porque toda la Tierra y lo que hay en ella les pertenece.

La frase que nos llama la atención es la de llenad la tierra y sojuzgadla.

Cuando a un empleado se le ordena la ejecución de cierta tarea, como pudiera ser la de limpiar y luego llenar una piscina, se entiende que el empleado es quien tiene que ejecutar dicha orden y no sus hijos o pero aún sus nietos.

Si Dios Padre le ordena a la primera pareja-divina, creados a su imagen y semejanza, que ellos tienen que llenar la tierra, por supuesto que hay que comprender que tal orden se refiere a que con sus hijos es como llenarán la Tierra, teniendo muchísimos descendientes.

La Biblia representa a la divinidad o a los Elohím como el prototipo de la misma fecundidad con los relatos de la creación de todo el Universo. Dios Padre creó a la primera pareja a su imagen para que el varón depositara sus jugos seminales adentro de la vagina de la primera hembra y así lograr que se diera el acto de procrear o de engendrar hijos; pero para esto deben ambos ser fecundos y poseer la habilidad de que sus cuerpos estén listos para transmitir la vida (benditos o baruk) y no sólo de transmitir la vida como es el caso del varón, sino que también incluye la de incubar la vida, tal el caso de la hembra.

En Deuteronomio 28:4 se nos dice:

Sólo el que es fiel a Yahvé, tendrá bendito el fruto de su vientre.

Pero nuestros primeros padres no le fueron fieles ya que faltaron a la voluntad expresada por el propio Creador cuando comieron del fruto del árbol prohibido. Por lo que, de acuerdo a lo que Deuteronomio nos acaba de decir, ninguno, de los millones de descendientes de esta primera pareja divina es o ha sido bendita.

En la terminante orden de llenad la Tierra, Dios Padre ha dispuesto que se abarroten y se atesten de hijos a la Tierra; pero lo raro es que siendo la primera pareja creados a imagen del Dios de la Biblia y por lo tanto ellos mismos otros Dioses, muy bien pudieron haber abarrotado la Tierra con sus hijos pero haciendo uso de todos los poderes que debieron poseer siendo Dioses o Elohím iguales al Dios Padre.

Sin embargo la divinidad bíblica los restringe en su poderío ya que les pide que se limiten al puro acto carnal de las relaciones sexuales.

Claro, para una pareja normal de seres humanos, está bien, pero para la pareja-divina se esperaría actuación divina y todopoderosa.

Así es como surge la sexualidad y proclamada por el propio Padre Nuestro.

A pesar que, fanáticos elucubrados como Pablo de Tarso, la traten de desvirtuar con infantilismos tan faltos de consistencia, como la contradicción que nos pone a descubierto; a pesar que el Génesis nos dice que los Elohím los hizo varón y hembra, leemos en Gálatas 3:28 una terrible afirmación de Pablo que nos dice.

No hay más varón ni hembra, porque todos vosotros sois uno con Cristo Jesús.

¡Qué disparate!… ¿Qué tensión sexual reprimida pudo haber estado afectando al deslumbrado de San Pablo?. Si lo dicho por este cándido inspirado varón no es una contradicción ¡qué podrá serlo!.

La bondad, el valor y la exaltación de la sexualidad, no fueron nunca puestos en duda en la Biblia, tal y como pretende este eunuco de Pablo de Tarso.

En Cantares 4 leemos partes como estas.

¡Cuán hermosa eres, amiga mía!. Tus labios como hilo de grana. Tu cuello, como la Torre de David. Tus pechos, como crías gemelas de gacela. Toda tú eres hermosa, amiga mía. ¡Cuán dulces son tus caricias! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores!. Miel y leche hay debajo de tu lengua.

Igual cosa leemos en Cantares 6:12 en donde nos dicen.

Antes de darme cuenta, mi deseo me puso en la carroza con mi príncipe.

O bien lo que Cantares 7:14 nos regala.

Aprovéchate amado mío. Y sé semejante al corzo, o al cervatillo, por las lomas de las balsameras.

Si todo esto no constituye una muy deliciosa reseña sexual ¡que me cuelguen!.

En Proverbios 5:18 y 19 leemos fascinados.

Sea bendito tu manantial (el órgano masculino), fuente de vida y gózate en la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo.

Caramba qué narración tan llena de voluptuosidad y sexo.

Pero San Pablo, hostil a la vida normal y sus goces, niega rotundamente la sexualidad. Jesús, incluso, no vivió como los rabinos judíos de su época que, según la costumbre, debían de estar casados con todo lo que ello implicaba; pero nos han presentado a un Jesús asceta, hostil a la mujer y abruptamente exige que para ser su discípulo, hay que dejar a la mujer.

Podemos leerlo desde Lucas 18:29.

La sexualidad fue un símbolo sagrado entre los pueblos que rodearon a Israel, incluso se llevó lo sexual hasta el mundo de las divinidades. Hay infinidad de Dioses Padre y Diosas Madre; hay Dioses del amor que fornican con humanos y prostitutas sagradas que servían de figuras a la divinidad.

Israel, y todo su pueblo, conoció y fue completamente influenciado por estas prácticas de lo sexual-divino; es más, ha llegado hasta nosotros tal influencia y, por supuesto, a través de la línea directa que une al Judaísmo con el Cristianismo. O, ¿qué otro significado tiene que Jesús nos quiso imponer un Dios como Yahvé haciéndolo pasar como mi Padre que está en los cielos?. ¿Por qué, inclusive, esa tradición retrógrada nos impuso a la Madre de Dios?

Y recordemos aquel versículo tan lleno de pasión, sexo y violencia criminal que el Génesis 6:2 nos describen.

Que viendo los hijos de Dios (otros Dioses por supuesto porque hijo de tigre con pintas) que las hijas de los hombres eran hermosas (voluptuosidad al 100%) tomaron para sí mujeres, escogiendo entre ellas (violencia, sexo y crimen).

En 1 de Reyes 14:24 leemos.

Hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Yahvé había echado delante de los hijos de Israel.

Es decir que hubo perversión sexual del tipo homosexual, tanto hombres con hombres como mujer con mujer adentro de un ambiente antinatural; o sea todos los vicios sexuales imaginables y relacionados con el cuerpo y la mente.

En 2 de Reyes 23:7 leemos.

Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban en la casa de Yahvé, en la cual tejían las mujeres para Aserá.

La existencia de deliciosas mujeres jóvenes que se entregaban sin freno a la jarana sexual, no puede estar mejor descrita que aquí. Inclusive, se nos dice que eso sucedía en la casa de Yahvé.

En Miqueas 1:7 se nos dice.

Y todas sus estatuas serán despedazadas, y todos sus dones serán quemados en fuego, y destruiré todos sus ídolos; porque de dones de prostitutas los juntó, y en salario de rameras se convertirán.

El pueblo de Israel, y las Sagradas Escrituras, que representa a todo el simbolismo de su nación, nos presentan una sexualidad bárbara, sadomasoquista, homosexualista y por demás depravada; en donde encontramos al sexo desde Dios Padre, pasando por la Madre de Dios, entreteniéndonos con los hijitos de Dios que fornican, violan y comenten crímenes sexuales a indefensas hijas de vecino, hasta las putas sagradas de los bacanales.

Se ha pretendido que Israel ha purificado todos esos usos, por demás paganos, pero sigue manteniendo un vínculo muy estrecho y continuo entre lo sagrado y lo sexual; surgiendo así el nuevo fenómeno de la sacro sexología.

Esta manifestación es nada menos que la divinización de lo sexual y, como ejemplo verdaderamente ilustrativo, tomemos la relación de Israel con su Dios particular, el Yahvé de la Biblia, que empiezan a mantener una indisoluble unión, casi carnal, desde aquella alianza que se ejecuta en base a la circuncisión; la cual podemos leerla en Génesis 17.

Otro aspecto de la sacralización de lo sexual lo vemos cuando se dan los ritos de lo puro y lo impuro que fue heredado a Israel de antiguas costumbres y ritos orientales.

Cuando nace un niño la mujer es declarada impura y no podrá presentarse ni en el Santuario. La comprobación de esto es fácil de leerse desde Levítico 12.

En Deuteronomio 23:10 nos dicen.

Si hay entre los tuyos alguien que no esté limpio, por razón de alguna polución nocturna (eyaculación), saldrá fuera del campamento, y no entrará en él.

Es increíble que el Diosesito de la Biblia se tome tanto de su precioso tiempo para hablarnos de estos extremos y por el contrario no nos detalle aspectos tan importantes como los que nos aclararían las dudas de ¿cómo se hizo la luz a ella misma o cómo es que surge el agua en el planeta? ¿cómo es que varios Dioses hicieron a un hombre que no pudo tan siquiera fructificarse? ¿cómo es que la Tierra pudo producir a la vegetación sin semillas, sin lluvia y sin mano de obra?… y tantas y tantas interrogantes muchísimo más importantes que los aspectos puramente sexuales entre un Dios voluptuoso y su pueblo escogido pero tiránica y sexualmente tratado y maltratado.

Y, qué les parece la actitud de Dios Padre, discriminando por asuntos del órgano sexual masculino, ya que nos dice el Deuteronomio 23:1.

No entrará en la congregación de Yahvé, el que tenga magullados los testículos o amputado su miembro viril.

¿Y la fraternidad y la buena voluntad y el amor del Padre Nuestro? ¡En dónde carajos están!.

Hablando de sexo ¡no existen!.

Quizá por esto San Pablo trata de desvirtuar la sexualidad tan marcada de las Escrituras Sagradas; a lo mejor este santo y casto varón tenía magullados los testículos o en su defecto amputado su miembro viril razón por la cual se le impedía ser miembro de la congregación de Dios Padre (Yahvé).

Para pertenecer al grupo y a la congregación de Dios Padre era indispensable, como ya se nos dejó advertido, tener en buen estado los testículos y el órgano sexual masculino; y quien no cumpliera con esta férrea disposición era sencilla, pero tajantemente, expulsado de la congregación o no lo dejaban entrar a ella.

¿Y los que, aún teniendo todo su aparato sexual íntegro y sin magulladuras, sin mácula, pero no lo usaban, tal el caso de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué con Jesús? ¿Qué dictaba la Ley de Dios Padre para este caso?.

Veamos la excusa tan burda usada por el propio Jesús para salir de este atolladero legal por no usar debidamente su aparato sexual. Tendremos que tener mucha ecuanimidad y suma comprensión. Nos dice Mateo 19:2 la razón divina para el Maestro.

Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos que se hicieron eunucos a sí mismos por causa del Reino de los Cielos. El que sea capaz de aceptar esto, que lo acepte.

¡Claro! A Jesús le conviene proclamar su propia euniquicidad, pero en ninguna parte del Antiguo Testamento o Ley hay nada, absolutamente nada, que permita creer en las palabras interesadas y defensivas de Jesucristo cuando nos advierte lo de sus problemas sexuales contrarios a la ordenanza divina.

Muy por el contrario la esterilidad es un mal, inclusive, comparada con la muerte misma. Significaba una verdadera tragedia y vergüenza no conseguir que su nombre pudiera sobrevivir. Ahora bien si lo que se sufría como maldición divina, por la esterilidad o por ser eunuco, era tremendo, ¿por qué San Pablo lo considera de otra forma? Y nos lo hace saber desde 1 de Corintios 7:7 en donde nos dice, en el colmo de la sinvergüenzada y aparentando una increíble egolatría y vanidad que.

Quisiera que todos los hombres estuvieran como yo (eunucos, estériles y sexualmente inservibles); pero cada uno tiene su propio don de Dios, unos de un modo y otros de otro modo.

¡Hipócrita!.

¿Cómo pretende este eunuco, hasta de la cabeza, que posee un don dado por la divinidad?.

Un don otorgado por Dios es una iniciativa divina que representa a la generosidad, creatividad, a la continuación de la vida misma; y no a cortarla, tampoco a detenerla y mucho menos a lo contrario. El don de Dios realiza la unión en el amor pero a través del fruto del amor y de la creatividad que viene implícita adentro de la generación de la vida por medio de la continuidad de la especie y sólo a través de una relación de hombre y mujer sexualmente hablando.

Aquí sí se le fue la mano a Pablo de Tarso. Es más y para no dejar pasar el momento apropiado, como lo es éste, veamos en el Génesis 2:18 lo que nos dicen.

No es bueno que el hombre esté solo.

En una clara referencia a la compañía femenina; pero el capado de Pablo osa decirnos en 1 de Corintios 7:26 que.

Es bueno que el hombre se quede como está.

Es decir célibe, solo y sin hijos.

Hagamos una apuesta ¿a quién le cree usted, al Génesis o a San Pablo? Porque si tenemos a ambos en pugna, eso significa que uno de los dos está total y dramáticamente errado.

¿Por quién apuesta usted? ¿Quién tiene la razón?.

Recuerde que aquí entra también a relucir Jesucristo que, no lo olvidemos, es un hombre célibe, solo y sin hijos, aparentemente…

En 1 de Corintios 7:13 y 14 leemos.

Y si una mujer tiene marido infiel, y éste consciente en cohabitar con ella, no lo abandone (divorcio), pues se santifica el marido infiel por la mujer.

Antes del comentario obligado a este versículo tan ilustrativo, permítasenos decir que en algunas Biblias santulonas y santurronas, tal el caso de la de la Sociedad Bíblica Internacional y la de las Sociedades Bíblicas en América Latina, que recogen su versión de la Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1,569) y revisada por Cipriano de Valera (1,602) más otras revisiones de 1,862 y 1,960, en su afán de piadosidad, están ocultando el verdadero sentido y hacen una pésima traducción de lo dicho por el maricón de Pablo de Tarso.

Estas Biblias, en 1 de Corintios 7:13 nos dicen santurronamente, y traduciendo a su muy interesado gusto, otra cosa muy diferente a la que originalmente fue escrita por puño y letra de San Pablín.

Y si una mujer tiene marido que no sea creyente (cuando debería de decir infiel en el aspecto sexual y no en el religioso), y él consciente en vivir con ella, no lo abandone.

Nosotros nos vamos a quedar con la versión correcta y que nos dice.

Y si una mujer tiene marido infiel, y éste consciente en cohabitar con ella, no lo abandone, pues se santifica el marido infiel por la mujer.

¿Qué le parece?. Según San Pablo, Dios Padre permite el uso y manipulación de la mujer. Con esta frase queda la prueba contundente de que Dios Nuestro Señor convierte a la mujer, siempre según San Pablo, en un objeto no sólo de placer sino de perdón sexual.

¡Que vivan este machista y libertino de Pablo y Yahvé el Dios bíblico manipulador y vicioso!.

Y, siempre con el enfermo sexual de San Pablo, nos encontramos con la más absurda de las comparaciones adentro de la sacralización que sufre la sexualidad. Nos dice en la Carta a los Efesios 5:25 lo siguiente.

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

¡Qué vil mentira!.

Que Cristo haya amado a alguna Iglesia y que por ella se halla sacrificado, es un total delirio del aguambado de Pablo. ¿A qué Iglesia se quiere referir Pablo en este versículo?. Por supuesto que no a la Cristiana pues Jesús el Cristo no formó, no promovió, no permitió y no se imaginó, tan siquiera, que pudiera llegar a existir una Iglesia que se llamaría Cristiana.

No hay que olvidar que Jesús el Cristo era judío. Y, si Pablo de Tarso, lo que pretende al decirnos y mencionarnos la Iglesia es a que aceptemos que se refiere a la congregación religiosa que el pueblo judío practicaba y dentro de la cual nació y se desenvolvió Jesús, o sea al Judaísmo, entonces Pablo anda más perdido que el hijo de la llorona.

La Congregación Religiosa de los judíos nunca fue conocida como Iglesia sino como Sinagoga, que son dos cosas diametralmente distintas como para haberse confundido o estarnos confundiendo.

Iglesia es un término que tiene que ver con la reunión de personas para tratar asuntos exclusiva y eminentemente políticos. Y Sinagoga es un término que tiene que ver con la reunión de personas para tratar asuntos exclusiva y eminentemente religiosos.

Ahora, en lo que nos interesa, dice el castrado de Pablo que Jesús trató a una congregación llamada Iglesia (¿?) tal y como un marido trata sexualmente a su mujer; y nosotros podemos preguntarnos libremente ¿será que la crucifixión de Jesús representa el orgasmo de la relación entre éste y la Iglesia?.

¡Qué repudiable la perversión de San Pablo! que, de santo, no tenía ni roscas.

Adentro de la Sacro sexología hay mucha tela que cortar. De repente surge el asesino, el criminal, el ser sin entrañas y que no tiene ni un ápice de tolerancia, y menos aún de respeto por las decisiones personales e íntimas de sus elegidos; tal el caso de Yahvé-Elohím con su pueblo israelita y que deriva del sacrosanto sentido sexual que Dios Padre quiere imponer.

El Génesis 38:9 y 10 nos deleita diciéndonos.

Pero Onán sabiendo que la descendencia no sería suya, cuando penetraba a la mujer de su hermano, se derramaba fuera de ella, para no dar descendencia a su hermano. Siendo malo lo que hacía Onán a los ojos de Yahvé, que a él mató también.

El Padre Nuestro, el Diosesito bíblico, convertido una vez más en un depravado y en un criminal, ahora también en el orden sexual de las cosas.

Jesús nos deja claramente expresado el lugar tan importante que tienen las prostitutas adentro del Reino de Dios Padre y nos dice desde Mateo 21:31 lo siguiente.

De cierto de cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al Reino de Dios.

¡Que viva el crimen, la prostitución y el vicio!, pues hay un lugar divino y especial para todos los practicantes de estos deliciosos juegos y placeres prohibidos.

En 1 de Corintios 6:9 leemos a San Pablo, nuevamente, que nos deja dicho.

¿O no sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios?. No os dejéis engañar; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales.

Vuelta con el trabadísimo de Pablo. ¿Qué gran problema sexual insatisfecho tendría este pobre hombre?. Y, lo mejor, ¡para qué tanta paja! ¿no sabría Pablo que Jesús, el Cristo como él mismo lo llama, dejó instituido el perdón, el amor, la tolerancia y la buena voluntad que nuestro Padre que está en los Cielos tiene para con nosotros sus descarriados hijitos?.

¡Incluidos, por supuesto que sí, adentro de tan general término de hijos, los homosexuales, afeminados, adúlteros, idólatras y los fornicarios!.

¿Por qué entonces tan férreo, intransigente y tan tremendamente insatisfecho con los asuntos sexuales este Santo de pacotilla? ¿Por qué sudar tanta calentura ajena Pablo si, de todos modos, cualquiera de los excluidos por él del Cielo puede pedir y obtener el perdón de Dios Padre, si le creemos a Jesús?.

No podemos dejar pasar otra inconcebible e inentendible prohibición de este traumatizado Pablo de Tarso con las cosas voluptuosas de la vida y leemos desde 1 de Corintios 6:13 lo que nos deja dicho este horrorizado Santo Varón.

Los alimentos son para el vientre, y el vientre para los alimentos; pero tanto al uno como a los otros los inutilizará Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.

Y continúa advirtiéndonos, de manera tajante, desde el versículo 18.

¡Huid de la fornicación!.

¿No habría leído San Pablo el pasaje bíblico en donde Dios Padre asesina cobardemente a Onán porque este no fornicaba bien a su propia cuñada? ¿Qué podemos hacer nosotros, pobres mortales, entre dos fuegos?. ¿Y la ordenanza divina de creced y multiplicaos? que, sin fornicar no se puede dar.

Pablo prohíbe la fornicación y Dios Nuestro Señor asesina al que no fornique bien.

¿Fornicar o no fornicar? ¡Qué dilema!.

Pero en el colmo del paroxismo y la locura nos dice San Pablo en 1 de Corintios 6:12 lo siguiente.

Todas las cosas son lícitas, más no todas son provechosas, todo está permitido, pero no os dejéis dominar por ellas.

Dios Santo ¡qué podemos comentar de este loco!.

Si nos dice que todo es lícito, lo debe ser inclusive la fornicación que antes deja prohibida, entonces ¿por qué la porfía de prohibirla? ¿hasta donde tendrán alcance las palabras ordenadas por Dios Nuestro Señor a la primera pareja en cuestiones de sexo para crecer y multiplicarse? ¿no es un mandato claro y divino hacia la fornicación?.

Ahí, en esos pasajes bíblicos del Génesis, Dios Padre urge al varón y a la hembra a tener relaciones sexuales pero, muchos miles de años después de eso, Pablo, el intrépido San Pablo de Tarso, sencillamente lo prohíbe y lo declara ilícito.

¿Hasta dónde llega realmente el sentido sexual de este Yahvé-Elohím de la Biblia?.

Partes: 1, 2, 3
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