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La gran mentira de la creación bíblica (página 3)

Enviado por ruanowilly


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UN DIOS MÁS VOLUBLE QUE EL AIRE

El otro término que hay que comentar, de este versículo 28, está en la misma frase que Dios Padre dice cuando aconseja a la primera pareja: Llenad la tierra y sojuzgadla.

¿Qué significa sojuzgar algo?. El término quiere expresar que ese algo hay que dominarlo o sujetarlo; pero sólo se domina o se sujeta algo cuando ese algo es rebelde y se resiste a obedecer dócilmente.

¿Qué es lo que realmente quiere dejarnos dicho Dios Padre con esa frase?.

Sabemos que el Padre Eterno crea a la tierra de la nada, pues la produce sin tener elementos disponibles. Y es la tierra, como ya lo vimos, de la que el hombre depende enteramente y no al revés.

¿Por qué Dios Nuestro Señor quiere que el hombre la sojuzgue?.

Sólo veamos por un instante a nuestro alrededor lo que ha sucedido cuando el hombre ha pretendido dominar o sojuzgar a la tierra ¿no somos nosotros partícipes del daño ecológico que sufre la tierra por haber sujetado o sojuzgado a la madre tierra en un afán efímero de dominio?.

Si Dios Padre es el creador de la tierra, tiene sobre ella el dominio absoluto y, como bien lo dicen los grupos cristianos, sólo al Padre Eterno corresponde disponer de sus bienes. Así, por lo menos, nos lo deja dicho el Salmo 24:1 que nos dice.

De Dios Nuestro Señor es la tierra y todo cuando hay en ella.

Levítico 25:23 dice que el Padre Eterno deja advertido.

Las tierras no se venderán a perpetuidad, porque la tierra es Mía.

Luego de conocer los alardes terrenales del Dios de la Biblia, nos es dable preguntarnos ¿por qué entonces Dios Padre no hizo las cosas correctas, fáciles y sin tanto problema?. El Diosesito bíblico debió, ya que domina a la tierra, ordenarle a la propia tierra, por él creada, que fuera humilde, obediente y sumisa; así como prontamente disponible para cualquier cosa que al primer varón y a la primera hembra se les ocurriera y no al revés.

¿Cómo puede una pareja sojuzgar al inmenso globo terráqueo? ¡Es imposible!, pero sí es posible que la tierra se ponga dócilmente a las órdenes de una pareja; más, si la orden viene desde arriba.

¿Verdad que hubiese sido mucho mejor, creíble y además lógico, que Dios Padre hubiese procedido de tal manera?.

La Tierra es una realidad vital para el ser humano. Tan ha sido así que ha dominado en cierto modo la sicología de la raza humana pues su pensamiento y su lenguaje recurren constantemente a imágenes de la tierra.

Si es un mandato divino que el hombre sojuzgue la tierra ¿por qué Jesús obliga a hacer todo lo contrario?.

En forma por demás paradójica Jesús devuelve el valor sagrado inicial de la tierra obra de las manos de Dios Padre. Y leemos desde Mateo 5:13 que se nos dice:

Vosotros sois la sal de la tierra.

O sea que el hombre es un elemento más de la tierra y ésta es la que contiene al hombre y no al revés.

En Juan 12:32 leemos.

Y yo –dice Jesús- si soy levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

Jesús está aceptando el dominio absoluto de la tierra sobre él, pues necesita de alguien que habrá de levantarlo de la tierra porque sólo él no puede hacerlo.

En 2 de Pedro 3:13 también leemos asombrados.

Pero esperamos, según su promesa (de Jesús), cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales habrá justicia.

Vean como Jesucristo abusa de la demagogia y, como un vulgar politiquero más, promete una nueva tierra donde sí habrá justicia.

Una nueva tierra significa que la que tenemos, la que fue creada por las manos de Dios Padre o Elohím, a pesar que la divinidad reconoce luego de haberla creado que era buena en gran manera, resulta que ahora, y por la promesa demagógica de su Hijo Unigénito, ¡no sirve para nada!, pues no es capaz de proporcionar ni siquiera la justicia apropiada para el desenvolvimiento humano.

Eso, según Jesús, es lo que la hace sujeta a ser eliminada, ya que esa tierra es una mala, perversa y sobre todo injusta con sus hijos. Con esto probamos que Jesús, sin otros argumentos más que los políticos, recurre al engaño, a la blasfemia y a renegar de los más caros mandamientos sagrados judíos ya que la Palabra de Dios Padre claramente deja asentado que de Yahvé es la tierra y todo lo que hay en ella.

Por supuesto que también la injusticia, el crimen y toda la perversión que hay en la tierra son de Nuestro Padre que está en los Cielos a nuestra espera.

Jesús busca un afianzamiento con sus paisanos y compatriotas que hasta les dice desde Mateo 24:35 lo siguiente.

El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Vea usted qué ironía pues, ¡el propio Hijo Unigénito de Dios Padre!, recurre a la rebeldía y a la desintegración, denigrando las obras de su Padre.

Qué bien queda aquí la frase que desnuda a Jesucristo con respecto a Dios Nuestro Señor. ¡Cría cuervos y te sacarán los ojos!.

Sojuzgad la tierra es una expresión demasiado compleja, hasta absurda, como para que las entidades llamadas Elohím puedan haber pretendido hacerla una realidad. No es más que una utopía de las muchas que los inspirados escritores bíblicos usaron en su afán loco y desenfrenado de magnificar a su Dios.

¡Cómo es posible que a la primera pareja se les haya dejado en posesión de la tierra además de la serie de limitaciones que todo ello conllevaba!, limitaciones que Dios Padre mismo les impone.

Si le creemos a la Santa Biblia, esta nos cuenta que la primera pareja fue creada a imagen de Dios, por lo tanto ambos, varón y hembra, son todopoderosos, sabios e inmensamente hábiles, tal y como se supone que es su creador.

¿Por qué entonces esa limitación de Dios Padre, que les impone, cuando les dice: engendrad y tened muchos hijos?. Es una absurda limitación para el poder creativo y creador que supuestamente ellos dos ya detentan. Según esto la primera pareja puede tener hijos pero solamente por medio de una mundana y placentera relación sexual; por lo tanto eso de sojuzgad la tierra, es una absurda y contradictoria limitación a las realidades divinas que tienen, o deberían de tener y expresar, ambos seres recién creados por Dios Padre, a su imagen y conforme a su semejanza.

Desde el Génesis 1:29 se nos dice.

Y dijeron los Elohím: He aquí que os hemos dado toda planta que da semilla, que está sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.

Los muchos seres denominados como Elohím, por la Santa y Perfecta Biblia, que son imagen y semejanza de la primera pareja y viceversa –pues así los crean-, saben de lo que está constituido el cuerpo del varón y de la hembra y, si, al ser o haber sido creados por Dios Padre les es ordenado comer de toda planta y árbol que da semilla, no hay de otra, ¡eso mismo es lo que come el Padre Eterno!.

Si el hombre necesita comer, eso implica que Dios Padre también tiene esa necesidad. Ambos, pues, la divinidad bíblica y la primera pareja-divina, comen de toda planta y de todo árbol que existe en la tierra.

Pareciera ridículo que nos ocupemos de averiguar hasta que punto el Dios de la Biblia se comporta en el asunto de la alimentación pero, por lo que hemos averiguado aquí, no nos queda otro remedio que inferir que Dios Padre también come y por lo tanto defeca.

Otra cosa, y de lo más importante, es que Dios Padre no les prohíbe absolutamente nada a la primera pareja; es más, les está dando entera libertad para alimentarse con todo. Y tampoco hay una restricción para el lugar específico en dónde deban vivir.

El conjunto de Dioses encerrados en el vocablo Elohím no los confinan a permanecer en ningún determinado lugar de la tierra.

Si fue una orden divina que el hombre deba comer solamente plantas y frutas, veamos que es lo que ha ocurrido hasta el día de hoy cuando, aún en el más humilde de los hogares, habrá la oportunidad de comer pollo, cerdo o carne de ganado, amén de pescado y mariscos en general.

El deseo de Nuestro Padre no deja lugar a equivocaciones y es lo suficientemente claro como para haber sido obedecido desde el principio que, empezando con Abraham, el padre del pueblo escogido, le viene floja la sentencia de su Dios y no le hace ningún caso.

Veamos lo que sobre esto nos tiene reservado el Génesis 18:8 que nos cuenta.

Tomó Abraham también mantequilla y leche (vea usted que son alimentos no autorizados) y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron.

¡Buen provecho!.

¿Sabe usted quién era uno de aquellos tres varones que comieron tan carnívoramente? ¿Quién cree que era uno de los comensales de Abraham al delicioso banquete de becerro asado?.

Para conocer la identidad de tan misterioso personaje comilón, tenemos que irnos hasta el Génesis 18:16 y 17 y leer, asombrados, a quién nos describen.

Los tres varones se levantaron de allí (luego de comer copiosamente), y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. Y Yahvé dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?.

¡Qué les parece! ¡Es nada menos que Dios Padre, el todopoderoso Dios de la Biblia, el ser que había ordenado que sólo vegetales se debía de comer, y que hoy lo vemos en un hartazgo de carne!.

Pero por favor permítasenos, ya que no debemos dejar pasar un pequeño comentario de esto mismo. Todo ese ritual que Abraham ejecuta para la preparación de este banquete anti vegetariano que le ofrece al Dios de la Biblia, y a los otros dos Elohím que lo acompañan, nos permiten conocer de su identidad mundana nada parecida o para nada esperada en el Dios Todopoderoso y Eterno que nos han hecho creer fue el que nos Creó.

Adentro de los rituales o costumbres de las tribus de aquellos tiempos, el alimento animal nunca se proveía o se ofrecía excepto para personajes de rango superior y entonces se carneaban los carneros o los cabritos. Carnear es matar y descuartizar un animal. Y si se carneó a todo un becerro es todavía la muestra de la más alta consideración en cuanto a hospitalidad. Se cocinaba el animal cortado en pedacitos y luego eran puestos en asadores sobre el fuego, como al estilo de los pinchos, y se comía con grano hervido sobrenadando en grasa derretida, en la que también se metía cada bocado de carne puesto en un pedazo de pan antes de llevarlo a la boca y engullirlo lleno de grasita conteniendo el sabor derivado del aliño correspondiente.

El detalle que nos cuentan de la leche, se refiere, sin duda, a un tazón de leche fresca de camella que completaba el hartazgo. Ya que Abraham era el anfitrión, aunque tenía suficientes sirvientes, se consideraba un alto honor, e indispensable acto de protocolo, etiqueta y fina cortesía, quedarse de pie mientras sus divinos comensales, como este caso, daban cuenta del suculento banquete de becerro asado.

Está bien que se nos quiera aclarar, después de esto, que Dios Padre hizo un nuevo trato con Noé y que lo podamos leer desde Génesis 9:4 que nos cuenta.

Todo lo que se mueve y viva, os servirá como alimento, así mismo os entrego las legumbres y plantas verdes. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.

De esta lectura sacamos dos deducciones:

  1. El Dios Todopoderoso y Eterno de la Biblia es simplemente un farsante, no sirve, no tiene palabra. Cambió de opinión en este asunto de la carne tan rápida como extrañamente que, más parece un demente o loco, que la divinidad que se supone tiene.
  2. El trato o pacto nuevo que se hace es exclusivamente con Noe y los suyos, los recién salvados del Diluvio Universal y por esa razón es que permite otro tipo de alimentación.

En ese momento, luego del Diluvio, no hay plantas ni vegetación que les permita sobrevivir a Noe y su familia, las inundaciones de cuarenta días mataron toda la vida vegetal del planeta.

¿No sería, además de todo, una tremenda insensatez de parte de Dios Padre la dispensa de poder comer carne si solamente Noe ha guardado una pareja de cada especie animal?.

Si comen carne significa que tendrían que comerse al macho o a la hembra o a ambos, de los animales comibles y descritos por Dios Nuestro Señor; pero de cualquier manera que haya sido, no podría haber reproducción de la especie recién comida por Noe y la familia.

¿Para qué esa precaución de guardar una pareja por animal y por especie si luego, por mandato de Yahvé, podrán comérselos?. Como hayan ocurrido los hechos, el Yahvé-Elohím bíblico queda muy mal parado con este tan descriptivo versículo.

Para quedarnos un poco más perplejos y anonadados, de lo que nos dejó la lectura anterior, es bueno leer lo que desde Génesis 8:20 se nos dice.

Y edificó Noé un altar a Yahvé (esto inmediatamente después del Diluvio), y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.

Si Noé, en persona, se tomó la molestia, por órdenes expresas de Dios Padre, de guardar en el arca a una pareja de cada animal y ave por especie, para así protegerlos de una segura muerte, ¡qué diablos hace Noé sacrificando, ya sea al macho o a la hembra, en holocausto a Yahvé!.

¿Cómo se hubiesen podido multiplicar después los animales y aves si les faltaba el macho o la hembra que ya había sido ofrendado a Dios Padre?.

¡Qué clase de torpe Noé!.

Claro que es sumamente hermoso este acto y el holocausto en agradecimiento por haber sido salvados de las aguas, pero así mismo es increíblemente estúpido a la vez.

Que lo primero que haga el devoto y patriarca sea destruir lo que tanto trabajo les ha de haber costado realizar y que en un arranque de éxtasis religioso, dándole gracias a Yahvé por haber sido salvados de una muerte segura, ofrezca holocausto a Dios Padre con los animales y aves rescatados del Diluvio Universal, es la mayor brutalidad que podamos encontrar en estos pasajes bíblicos.

Pero ¡por qué ofrecer alabanza a Yahvé!… ¿Y los millones de seres humanos que Yahvé-Elohím condenan a morir ahogados?.

¡Qué egoísmo el de Noé! ¡Qué masacre la de Yahvé-Elohím!. ¿Por qué mejor Noé no le reclama a Dios Nuestro Señor por la masacre cometida en toda la humanidad y en los Reinos Animal y Vegetal?.

Pero no.

¿Para qué recriminar?, si al hacerlo puede perder el puesto de patriarca que Yahvé le impuso; además que Noé queda en posesión y como amo y dueño de toda la tierra. El nuevo primer hombre es Noé.

¿Por qué iba a despreciar tamaña deferencia divina? ¿A costa de millones de seres vivientes? ¡Sí! ¿Y qué?.

Tuvieron que haber sido millones de seres humanos los que murieron de forma horrible y, debe ser lo más espantoso, ver morir ahogado a alguien; pero ¿qué diablos le importa eso a Noé?. ¡Qué le importan los niños recién nacidos o los niños en general!. Para Noé es más importante ser el nuevo rey de la creación que salvador de vidas y, qué mejor acto de servilismo, que un magnífico y espectacular sacrificio masivo en honor al bondadoso de Dios Padre después del también sacrificio masivo de plantas, animales, aves y seres humanos.

¡Gloria a Dios Padre! ¡Aleluya, aleluya!.

Pero qué clase de mojigato es este servil Noé. Qué enrevesado y desalmado que cambió un puesto de honor por el aniquilamiento de todo lo existente.

Bonito recuerdo de Noé nos quedó.

Ahora bien, si Dios Padre da un aparente permiso para comer carne, ¿por qué lo prohíbe de nuevo?. En Proverbios 23:20 leemos la nueva decisión divina.

No estés con los bebedores de vino, ni con los engullidores de carne.

En Amós 6:4 nos dice la Palabra de Dios.

Los que comen los corderos de los rebaños, y los terneros engordados en el establo, pasarán a cautividad.

Y vuelve de nuevo, ahora desde Proverbios 15:17 leemos.

Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio.

Y veamos cómo protege Dios Padre a este su pueblo carnívoro por excelencia, aún a costa de los pueblos vecinos y leemos desde el Deuteronomio 14:21 que.

Ningún animal muerto de forma natural o por enfermedad comeréis; al extranjero que está en tus poblados la daréis, y el podrá comerla; o véndela a un extranjero, porque tu eres pueblo santo a Yahvé tu Elohím.

Esto sencillamente da risa.

Apelando a la tan cacareada frase de amar al prójimo como a uno mismo, podemos cortar muchísima tela; pero lo mejor es que lo dejemos así, en su justa dimensión y que sea usted quien saque su propia conclusión de tan voluble y extraño comportamiento del Dios bíblico que nos han metido a fuerza y sangre.

De aquella una vez sencilla orden de comer sólo vegetales, que Dios Padre dio a la primera pareja, se ha derivado tantos acontecimientos que llegaron hasta los grandes banquetes sagrados. Si tenemos en cuenta que los cultos sagrados bíblicos, y todo su ritual, consistían en comidas con un cierto toque de misterio y misticismo, en los que se suponía que participando de la víctima se lograba una aprobación de los poderes de Dios Padre, ha no dudarlo en Israel, y en su población tan supersticiosa y muy dada al paganismo, fue permanente y constante la tentación de unirse y participar en los cultos; así fueran los de Moab, tal y como leemos en Números 25:1 y 2 que nos dicen.

Moraba en Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses.

También participaron los israelitas en el culto de los de Canaan, tal y como hay una protesta en el libro de Ezequiel 18:5 y 6 que nos dice.

Pero el hombre que sea justo, y obre según el derecho y la justicia; que no coma sobre los montes, ni alce sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni viole mujer de su prójimo, ni tenga relación sexual con mujer menstruosa.

Hay, así mismo, muchas comidas sagradas regadas de bebidas y en donde abunda la carne en el culto del becerro de oro. Veámoslo en Exodo 32:5 y 6 que nos lo cuentan.

Aarón edificó un altar delante del becerro. Ofrecieron holocaustos y presentaron ofrendas de paz, y se sentó el pueblo a comer y a beber.

En 1 de Samuel 14:32 y 34 leemos.

Tomaron ovejas y vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con sangre.

No había obediencia a los preceptos divinos, pero en el versículo 34 nos dicen.

Decidles que me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlas aquí y comed; y no pequéis contra Yahvé comiendo la carne con la sangre.

En el Génesis 1:30 leemos.

Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastre sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y así fue.

Pero… ¿qué comen los tigres, los leones, las hienas y los demás animales conocidos por carnívoros?, pues obviamente carne. ¿Qué comen los gavilanes, los zopilotes o buitres? ¡Comen carne en cualquier estado y mejor si ya están pasadas o podridas!. ¿Qué comen las gallinas, los pajaritos y los patos?, pues gusanos, lombrices y animalitos y, por lo tanto, también comen carne. ¿Qué comen las gaviotas, los pingüinos, las morsas y demás familia?, ellos comen peces y por lo tanto carne.

¿Y no nos han enseñado que el pez grande se come al chico?.

Aunque si nos fijamos un poco más detenidamente parece que a Dios Padre se le olvidó el detalle de nombrar a los peces y a todos los habitantes de los mares, ríos, lagos y océanos. ¿Por qué Dios Nuestro Señor no dejó determinado el tipo de alimento que estos seres vivos debían de tener en su dieta? ¿Se habría imaginado que de todos modos no se le haría el menor caso?.

Realmente los animales herbívoros existen, pero no son todos.

¿Y la ordenanza divina? ¿No era para todos los animales pues?.

¿Cómo llamamos a aquella persona a la cual nadie le hace caso y nadie la obedece?, este tipo de persona es conocida como títere, payaso o marioneta. ¿Será el Dios de la Biblia un títere o un payaso más?, por lo que se ha visto hasta aquí la cosa parece que va por ese camino.

Yahvé-Elohím, el Padre Eterno, es un ser tibio, sin carácter y débil en cosas como estas; claro que también es prepotente, criminal y zángano, pero para otras cosas, como para masacrar a todos los seres vivos en un trasnochado Diluvio Universal y para ensañarse, como lo hizo, con Jesús; y eso que dijo que era su hijo muy amado en quien tanto se complacía. Fue un perverso cuando no respondió y no ha respondido aún a las miles de millones de peticiones y oraciones que se le han hecho, así como cuando se le olvidó la existencia del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial que, en manos de Hitler y adláteres, fueron víctimas del genocidio más grande del siglo pasado.

Algo que llama la atención es una pregunta que lastima ¿De dónde acá se le deben sacrificar animales al Dios Creador de todo el Universo? ¿Y de cuándo acá ya no se le hacen todos esos inmundos ofrecimientos y holocaustos al Padre Nuestro?.

En ninguno de los versículos 20, 21, 22, 24 o 25 del Génesis 1, en donde se nos cuenta la manera en que los animales surgieron tanto en el agua como en el aire y en la tierra, hay alguna referencia u ordenanza divina en que aparezca que los animales servirán como ofrenda y sacrificio para tener contento a Dios Padre.

Tampoco hay algo relacionado con esta cochina y perversa costumbre en el versículo 30.

Se cierra la actividad del Sexto Día con lo que nos narran los pasajes del versículo 31 que nos dicen.

Y vieron los Elohím todo lo que habían hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del Día Sexto.

No vayamos a creer en esta payasada y aceptar que el Diosesito bíblico, lleno de pasiones y violentamente atiborrado de crueldades, haya hecho todo. No. Esa jactanciosa presunción de Dios Padre no es más que eso, una simple jactancia y vanagloria inútil y morbosa.

¿Qué cree usted que hizo realmente el Diosesito malandrín de la Santa Biblia?. Si nos basamos en la propia Palabra de Dios y procedemos a enumerar lo hecho por Dios Padre, realmente, tenemos bien poco.

Veamos, pues.

El Dios de la Biblia, o mejor dicho el conjunto de seres que lo encierran bajo el vocablo Elohím, crearon los cielos y la tierra; hicieron la lumbrera mayor, la menor y las estrellas; crearon a los grandes monstruos marinos; hicieron animales de la tierra según su especie, ganado y reptiles; crearon a la primera pareja, al varón y a la hembra.

¡Y san se acabó!.

Cuando leemos que Dios Padre vio todo lo que había hecho es fácil creer que la divinidad bíblica hizo mucho más, que hizo todo cuanto hay; pero no es así. La lista que recién enumeramos fue y es lo que nos han metido como la gran obra de Dios Todopoderoso y Eterno; y, si todo eso era bueno en gran manera, sencillamente no hay nada malo ni equivocado. Durante la creación, entendemos, nada se hizo malo o mal. Dios Padre lo repite al finalizar cada Día de la Creación bíblica, exceptuando al finalizar la acción desarrollada en el Primero ya que allí solamente nos narran que los Elohím vieron que la luz era buena.

Tampoco nos dejan dicho nada al finalizar el Segundo Día.

¿Por qué? Vaya usted a saber o a entender a este díscolo Diosesito que, reunido en un enjambre de seres, como lo son los Elohím, nos han tonteado de lo lindo al hacerlos pasar como un amoroso y tierno padre.

Es inquietante el motivo por medio del cual no hay jactancia alguna durante estos dos días.

Si hacemos un edificio de 100 niveles y la base, o sea los cimientos, no están bien diseñados o están asentados en un terreno arenoso, es imposible asegurarle al dueño del edificio, que nos ha pagado espléndidamente por construirlo, que la base y los cimientos son buenos; pero sí podemos asegurarle que cada uno de los niveles o pisos que lo componen son lo suficiente buenos y que su estructura es de primera.

¿Qué creen que sucederá dentro de algunos años después de construido? ¿Se caerá? ¿Sólo se hundirá de un lado? ¿Habrá alguna consecuencia fatal por el desastre previsto y esperado? ¿Qué tipo de responsabilidad tendremos que asumir como constructores de dicho edificio? ¿Y si el problema no sucede y primero nos morimos los constructores y queda aquello prácticamente en el aire? ¿Se llegará a dudar de nuestra honorabilidad al ver que los pisos visibles y tangibles todos ellos se ven sólidos y muy bien construidos?.

En fin, como ya lo dijimos, sea usted, estimado lector y lectora, quienes saquen sus propias conclusiones, nosotros solamente hemos servido de canal, de puente, para que ustedes reciban el correcto significado bíblico y la magnitud exacta de Yahvé-Elohím.

¡Gloria a Dios hermanos! ¡Aleluya!.

Según la Biblia, Dios Padre no podía haber producido, ya sea creando o haciendo, algo que pudiéramos llamar malo o equivocado, porque la divinidad bíblica, según lo que nos han inculcado, es bueno.

Nos han dicho por siglos que Dios Padre es la bondad misma, que destila lo bueno por todos lados.

Si nosotros razonamos que el Padre Nuestro decide dejar como amos y señores (señoread les dice) de todo el planeta Tierra a una pareja constituida por un varón y una hembra, a los que él mismo deja constancia que fueron creados a la imagen de los Elohím, este simple hecho de constituir la imagen y semejanza con Dios Padre, impide que esa primera pareja, por simple lógica, sean un producto mal acabado, con defectos o malas intenciones.

Dios Padre dejaba en posesión del globo terráqueo a sus iguales, todopoderosos como él y, por lo mismo, nada ni nadie podía afectarlos. Y es impensable que hubiese algo o alguien mejor que ellos, puesto que son otros Dioses.

No sabemos la poderosa razón por la cual la actividad de la narración se interrumpe bruscamente en esta parte y, el Génesis cierra el capítulo 1, sin más y, sin explicación, la narración se traslada al capítulo 2 y leemos desde el primer versículo lo siguiente.

Quedaron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.

Con esto se nos plantea una situación preocupante. Todo el sentido de este concluyente versículo está cifrado en que terminantemente quedó consumada la obra divina y que, desde ese preciso y determinado momento, no ha habido cambio alguno en lo que se concluyó de ejecutar.

Y ¿qué cree usted al respecto?.

Ya lo iremos viendo en el curso de estos comentarios.

Concluyendo, hay que decir que los versículos 2 y 3, del capítulo 2, nos narran una situación graciosa, burlona y, por sobre todo, grotesca. Veámoslo.

Y acabó Dios Padre (los Elohím, que no se nos olvide) en el Día Séptimo toda la obra que hizo. Y bendijo Dios (los Elohím bendijeron) al Día Séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

¿Qué es lo que Dios Padre o el grupo de Elohím acaban de concluir hasta el Séptimo Día?. Según hemos entendido, y aquí la narración del Génesis ha sido lo cuidadosa y suficientemente clara y concisa, toda la obra de la supuesta creación termina y cesa toda producción en el versículo 31.

¿Qué pudo hacer Dios Padre entonces el Día Séptimo para que se nos cuente que la divinidad bíblica había acabado la obra que hizo precisamente en el Séptimo Día?.

Esto no hace más que confundirnos y desviarnos de la realidad.

¿Tiene o no palabra de honor el Dios de la Biblia? ¿Cuándo se concluyen las actividades productivas y creativas realmente? ¿En el Sexto Día o hasta el Séptimo?.

¿Por qué tanto truco y engaño del Diosesito bíblico hasta en esto?.

Si el autor o autores de este versículo pusieron lo que hemos leído, es porque sabían positivamente que Dios Padre había producido algo, y que ese algo lo concluyó o terminó hasta el Séptimo Día de la Creación. Tuvo que haber sido algo muy peculiar, y particularmente secreto, para que solo fuera mencionado, así como de pasada, como no queriendo la cosa, esta última actividad en la que se embarcó Dios Nuestro Señor.

Pero bueno, no nos queda más que continuar.

¿Qué es ese pequeño lujo que el Todopoderoso Dios bíblico se da? ¿Por qué ese agasajo divino de descansar o reposar en el Séptimo Día?. Bueno, hay que ser justos, el Padre Eterno solamente reposa una parte y no todo el día; la otra parte la ocupa haciendo la tan misteriosa actividad que hoy, por fin, nos hemos enterado hizo, aunque no sepamos qué, específicamente, hizo.

Es comprensible que en la variada actividad de los seres humanos, y también entre los animales, exista y sea necesaria la alternabilidad entre el trabajo y el reposo. Si hay agitación deberá haber quietud.

Para vivir plenamente deben coexistir estos dos factores que se hacen así básicos para el desarrollo de todo esto que llamamos vivir.

Trabajar y descansar es síquicamente sano y muy saludable para lo propia seguridad integral de cualquier individuo, pero esta utilización de una figura tan lírica, como la del descanso de Dios Padre, es imposible de aceptarse.

El supuesto reposo de Dios Nuestro Señor no es más que una imposición religiosa, con características divinas, pero con toda la intención humana de enredarnos en la maraña del rito y del dogma. ¿Cómo es posible que el Todopoderoso Yahvé de los Ejércitos, el Padre Nuestro, se vea obligado a buscar para él todo un día de reposo? ¿Y todo lo que se nos ha dicho sobre el Padre Eterno? ¿Y lo poderoso y sabio, además de lo incansable de su propia investidura, en dónde están?.

Con la frase que nos describe la necesidad de reposar que tuvo Dios Padre, se resquebraja el más mínimo respeto que nos hubiera podido quedar hacia el Dios de la Biblia pues, siempre han proclamado que es uno fuerte, poderoso y eterno. Si de verdad el Dios bíblico es eterno, como primera condición ineludible que debe mostrar es la de ser incansable, porque un sujeto que presenta alternabilidad entre el trabajo y el reposo, puede en un momento determinado de su ardua actividad, sufrir hasta la muerte por agotamiento.

El reposo es necesario para no desfallecer, pero en el plano humano o animal; nunca en el divino. Si de verdad Dios Padre es Eterno, nada de lo que significa el reposo puede aplicársele.

¿De acuerdo?…

Así, de todo esto, nace una sagrada tradición sobre el descanso entre el pueblo israelita, con una base falsa, burda y lo que se quiera, pero al fin y al cabo impuesta.

Y no nos equivoquemos, esta imposición del descanso y del reposo en el día sábado, no hace más que caricaturizar al Dios bíblico porque pretender que Dios, que es Eterno, sea susceptible al descanso, es digno hasta de llorar, no digamos de reírnos a grandes carcajadas.

Ahora hagamos una reseña del amplio significado, simbólico por supuesto, de este obligado descanso que se toma el Todopoderoso y Eterno Dios bíblico.

El alcance del descanso de la divinidad, entre el pueblo israelita tan lleno de supersticiones y placeres a cuál más voluptuoso, fue tremendo y, antes de continuar con este tema, vale la pena hacer un comentario sobre una frase que envuelve este versículo. Y leemos desde Génesis 2:3 que nos dicen.

Y bendijeron los Elohím al Día Séptimo.

¡Qué gran contradicción!.

Usar el verbo barek o bendecir, cuyo significado es el don más preciado y alto del favor de la divinidad y que se debe usar únicamente en y para los seres vivos, y no para cosas inanimadas, ya que los objetos no son susceptibles de recibir la bendición puesto que esta es la generación de la vida misma, ¿cómo puede Dios Padre entonces conceder la bendición para un día cualquiera, así haya sido en el que descansó?.

Aparte es que se haya pretendido hacerlo un día muy especial, pero eso es otra cosa. Que el Día Séptimo signifique para muchas personas el día del descanso divino, en dónde se vio obligado el poderoso y eterno Dios de la Biblia a guardar una pausa entre su trajinar, también es otra cosa; pero, sólo por una debilidad anímica de este cansado Dios bíblico, no se podrá romper el significado del término barek.

Agua es sólo eso, agua; no es vino, ni acetona, ni mercurio y mucho menos gasolina y, a pesar que todos son líquidos, solamente en eso se quedan y, todos ellos diametralmente opuestos al agua, permite concluir que ninguno de ellos es un compuesto molecular H2O como el agua lo es.

Con una leve sonrisa vamos a iniciar esta parte… burla, si se quiere pero, ¿qué otra cosa si no eso podemos expresar? ¡Cómo es posible que el Todopoderoso y Eterno Dios de la Biblia, como nos han asegurado por siglos que es, necesite del descanso!.

No concuerda.

En el Exodo 20:8 leemos.

Acuérdate del día sábado para santificarlo.

Luego también en Exodo 34:21 nos dicen.

Seis días trabajarás, más el séptimo día descansarás; aún en la arada y en la siega, descansarás.

Así, pues, desde el inicio el pueblo de Israel se vio compelido a practicar este dogmático rito; aún en los momentos de mayor actividad, como cuando se está preparando el campo para las labores de siembra o en las críticas, como lo son las labores de la cosecha.

¡Qué rigidez, por Dios Santo!… qué falta de seso, mejor dicho.

Si nos remontamos al origen del reposo como tal encontramos, llenos de asombro, el verdadero sentido de esta práctica divina o que se llegó a divinizar.

El reposo guarda todo el simbolismo de la libertad. Tal y como leemos en Deuteronomio 5:15 que nos relata.

Acuérdate que fuiste siervo (esclavo) en tierra de Egipto, y que Yahvé tu Elohím te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido, por lo cual Yahvé tu Elohím te ha mandado que guardes el día sábado.

Claro que no nos dicen que fue el propio Yahvé-Elohím quien llevó a su pueblo escogido hasta Egipto y tampoco nos dicen que es ridículo que Dios Padre, luego de permitir que los hicieran esclavos, los entretiene con el regalito del descanso en los sábados.

El verbo descansar es el símbolo por excelencia de los israelitas para designar y comprender en toda su magnitud la palabra libertad.

El término descansar, o reposar, alcanza otras magnitudes de locura, y de elucubraciones, dignas de profundo y severo respeto. Reposar pone al que lo practica en el mismo nivel de Dios Padre y significa gozo, fiesta y celebración ya que, según la tradición impuesta por la casta sacerdotal, el hombre que se limita los días sábados a guardarlos como el día de cese de su actividad laboral, está imitando al Dios de la Biblia; el reposo, entonces, sirve para tener un signo de unión muy estrecha entre Yahvé Elohím y los fieles practicantes.

¿Qué es lo que tenía en mente un ciudadano común y corriente, un hijo de vecino, en Israel?, sencillamente lo que le habían impuesto los sacerdotes de su tiempo, los intérpretes de las Sagradas Escrituras, que aquel que reposa el día sábado manifiesta de esa manera la imagen y semejanza con su creador. Significando, para la confundida psiquis de este bien intencionado hijo de vecino, que era un ser libre y una criatura hecha a imagen y semejanza de Yahvé.

¡Tremendo argumento para engatusar a la población!.

También el sábado era para disfrutar de delicias pues, no sólo era la interrupción del trabajo y el cese de toda actividad, ya que era cuando se accionaban las fuerzas del más humilde vecino hasta la del más encopetado israelita, para celebrar con gozo al Dios libertador de la Biblia.

Isaías 58:13 y 14 lo saben decir mucho mejor y nos relata de las delicias del reposo.

Si haces del día sábado el día santo de Yahvé un día honorable, lo podrás llamar delicia, y lo honrarás, entonces te deleitarás en Yahvé, y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te alimentaré con la heredad de Jacob, tu padre; porque la boca de Yahvé ha hablado.

¡Qué vaporosa y envolvente demagogia!.

Ahora bien, para un espíritu dado al truco, a la magia y al constante ensueño, como el espíritu que poseía el pueblo israelita, qué fácil hacerlos partícipes del rito, dogma y del festín religioso del día sábado.

Claro y por supuesto con las consabidas ganancias para los sacerdotes.

¿Sábado, Día del Señor? ¡No!, ¡día de los sacerdotes!.

¡Que viva el negocito religioso! ¡Olé!.

Si hablamos de día de reposo entendemos que nos estamos refiriendo al sábado, pero, ¿por qué sábado y no jueves o lunes?.

El sábado, día designado para el reposo, tiene su origen muchísimo antes que Moisés lo instituyera como tal en la legislación hebrea, pero desgraciadamente ha quedado oscuro su origen e historia; lo claro en todo esto es que al sábado corresponde detentar, como día, el de mayor intención e intervención religiosa que se haya tenido.

La condición de reposar, dada supuestamente por Dios Padre en el Séptimo Día, se ha practicado desde tiempos inmemoriales y así lo encontramos en los escritos religiosos de los más antiguos que han llegado hasta nosotros. En el Exodo 20:9 y 10 leemos.

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo es sábado para Yahvé tu Elohím no hagas en él obra alguna, tu, ni tu hijo, ni tu siervo, ni la criada, ni tu ganado, ni tu extranjero que esté dentro de tus puertas.

El sábado, día consagrado para el reposo, tiene que estar ligado con el trabajo y, como bien lo dice la canción, el trabajo lo hizo Dios como castigo, como para olvidarlo. Trabajar está ligado a toda actividad humana y por eso mismo nos causa extrañeza que el devoto y pusilánime de San Pablo, abjurando del más caro mandamiento de Jesús de tener caridad y comprensión, nos diga ahora en 2 de Tesalonicenses 3:10 que.

Si alguno no quiere trabajar ¡que tampoco coma!.

¡Qué poca madre la de San Pablo! ¿En dónde está la buena voluntad y el amor al prójimo que dicen hay que tener?.

Otro que anda volando barrilete y pensando en las muelas del gallo es Juan; y leemos en su Evangelio en 6:27 que nos dice.

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece por vida eterna.

¿No es mejor conocida esta actitud por la palabra explotación?, pero dicho por San Juan, el discípulo bien amado, se llama tontería. ¿Quién trabajará exclusivamente por la bendición del tata cura o la del pastor? ¿Y con qué dinero va a comprar la comida y el vestido para él y su familia tal individuo?.

Aspirar a la bendición del pastor o del sacerdote es ya de por sí una barbaridad pues sólo a la divinidad corresponde bendecir.

Ahora bien, quien pretenda seguir el consejito de San Juan, se expone a ser llevado a los Tribunales de Trabajo en donde se le impondrán serias penalidades a tan cándido empleador.

Ezequiel 20:12 nos aclara el punto diciéndonos.

Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mi y ellos.

Una concesión muy especial la de haber dado los sábados divinos a aquel pobre judío que trabajando de sol a sol no tenía otro sueño ni otra aspiración. ¡Qué benévolo el Diosesito bíblico!.

El sábado fue convirtiéndose así en un cúmulo de prohibiciones e interpretaciones a cuál más interesada, pero para el sacerdote de turno por supuesto. Exodo 35:3 muy bien nos lo dice.

No encenderás fuego en ninguna de tus moradas en el día sábado.

Veamos que curiosa la admonición divina de no encender ni siquiera el fuego durante los días sábados en las casas familiares de los israelitas ¡nada dice del fuego sabatino que consumía, ese preciso día, en el templo, bestias, pájaros y demás ofrendas al Dios bíblico!. Y, sólo para ilustrarnos, tenemos que saber que en los templos o sinagogas se vendían, por los sacerdotes, todas las ofrendas, así fueran de animales o de aves.

¿Prohibición divina la de no encender fuego el sábado? ¿Ley interesada? ¡No!, jugosas ganancias para el grupo de sacerdotes que ministraban y administraban la ley y las costumbres.

En Números 15:35 y 36 leemos asombrados lo que se decreta por parte de Dios Padre.

Y Yahvé dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre, apedréenlo todos. Y lo apedrearon y murió como Yahvé mandó a Moisés.

¡Qué clase de crimen cometió la víctima de tan terrible como severo castigo de ser lapidado hasta la muerte!. ¿Violó niños, traficó con drogas, con dólares, prostitutas, esclavos o con pertrechos de guerra? ¿Sería algún político corrupto y fraudulento como los que hemos tenido en Latinoamérica? ¿Sería algún ex gobernante ladrón, pícaro y dictadorzuelo? ¿Acaso un asesino, secuestrador u homicida de sus padres, hermanos o hijos?.

¡Cuál fue el crimen tan horrendo que este pobre diablo cometió para que Yahvé, nuestro amoroso Padre Nuestro que está en los cielos, la propia y excelsa divinidad bíblica, lo haya condenado a morir apedreado!.

Es el propio libro de Números el que nos aclara la cuestión al narrarnos desde 15:32, con lujo de detalles, todo lo acontecido.

Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día sábado.

Ante este hecho queremos enmendar un gravísimo error y pedimos humildemente, postrados de rodillas, que San Pablo y San Juan se sirvan perdonarnos pues, cuando hicimos los tan hirientes comentarios sobre el trabajo que, a su manera ellos interpretaron como lo correcto, no habíamos leído este comportamiento del Dios Padre todo amor y toda gloria al cual Jesús trato de imponernos como Nuestro Padre.

Y tenemos que reconocer que, el infantil de Pablo, solamente pedía una pequeña amonestación cuando nos deja dicho que el que no trabaje que no coma.

Y que, el muy ingenuo de San Juan, solamente anhelaba un poco de más riquezas, pero embaucando y engañando religiosamente al populacho con su dicho que no se trabajara por dinero, sino por las bendiciones que Dios Padre les daría.

Comparado todo eso con la postura divina del Diosesito criminal de la Santa Biblia ¡no es nada!. Y en Exodo 16:23 el Padre Eterno prohíbe hasta la preparación de los alimentos que, unido a lo de no encender el fuego en la casa durante los sábados, ya nos podemos imaginar la angustia de aquellas madres para conseguir alimentos para sus hijos.

¿Cómo le harían esas angustiadas madres para conseguir un alimento fresco y sano para sus criaturas de brazos, prohibiéndoselo expresamente el Dios todo amor y comprensión?.

A quien no hay que olvidar es al politiquero de Jesús, quien abroga la ley tan rígida del día sagrado del sábado y que, llevando agua a su molino, nos dice el evangelista Marcos en 2:27 algo verdaderamente increíble.

El sábado fue instituido para el hombre, y no el hombre para el sábado. Por lo tanto, el Hijo del Hombre es también amo y señor del sábado.

Cualquier poder que haya sido, o tenido, fue imposible que Jesús pudiera trasmitirle a sus fanáticos seguidores y discípulos el concepto muy personal que él guardaba para el día sábado pues, todos sus seguidores y discípulos continuaron observando el rígido ritual del descanso sabatino; de tal modo que, cuando fue sábado, al día siguiente de la crucifixión de su Maestro, estos fieles seguidores de la prédica política de Jesucristo, ni siquiera se asomaron al sepulcro divino.

Casi ni le preparan la mortaja porque ya caía la tarde y, según la costumbre, el sábado comenzaba a las 18:00 horas del día viernes, y a Jesús lo enterraron entre las cuatro y las cinco de la tarde de ese día; apenas una hora, o menos, antes del inicio del día sagrado del descanso.

Nosotros nos preguntamos, no sin falta de razón, ¿no sería el motivo por el cual el Padre Nuestro permitió la horrenda crucifixión y el penosísimo martirio de su Hijo Único, que este no haya respetado ese severo ritual impuesto para ser cumplido los días sábados y que la lapidación del pobre hombre que por recoger leña para su supervivencia es la más clara manifestación contra aquel que no le obedezca, que Jesús se atreviera a decir que el sábado es del hombre y no al revés y de ahí le vino la horrorosa muerte en la que el Padre Eterno lo embarcó?.

Hay que recordar la actitud asumida por Dios Nuestro Señor con ese pobre diablo que recogía leña en sábado para comprender la clase de cólera e ira que le pudo haber provocado esa arrogante actitud de Jesús. Ese castigo brutal, y directo del Padre Nuestro, para aquel que se atreviera a burlar el rito del día sábado, día para Adonai, tendría que haber sido ejemplar para que nadie más osara ni siquiera pensar en no tomar en serio la ordenanza divina.

Y eso fue lo que sucedió con Jesús, pues osó cambiar una rígida ley impuesta por el Padre Eterno; y, éste, sin llegar a pedir públicamente que su Unigénito fuese apedreado, como se lo merecía, como cuando la historia del pobre leñador, deja y permite que su hijo muy amado, en quien tanto dijo se complacía, fuera brutalmente martirizado.

Es más, y sin ir muy lejos, Jesús mismo así lo reconoce desde Marcos 14:36 cuando ante las circunstancias no le queda más remedio que quejarse gritando y exclamando a todo pulmón.

¡Abba, Padre, todo es posible para ti, aparta de mí esta copa amarga!.

¿Por qué sí, solicitando que no se le maltratara, que no se le torturara y que no se le matara tan horrendamente como se hizo con Jesús, el Padre Eterno todo amor y que nos libra de todo mal, permitió tan sádicos males para con su propio hijo? ¿Qué terrible venganza divina estaba siendo ejecutada por el Padre Nuestro en la persona del tonteado Jesús?; pero ya, en el borde de la muerte, el ingenuo reclama fuertemente desde Marcos 15:34 gritando inútilmente.

¡Dios mío, Dios mío! ¡Por qué me has desamparado!.

Y, ¿qué diablos creía Jesús?.

A nosotros no nos deja lugar a otra cosa más que a pensar en una pregunta directa ¿Qué le habría prometido este perverso y ruin Dios de la Biblia a Jesús para que este se haya dejado embaucar tan mansamente por el terrible Yahvé-Elohím?; pero lo más llamativo de todo esto es que solamente Mateo y Marcos son los que nos deleitan con su narración, y dejan la constancia del reclamo de Jesús hacia su Padre que, en apenas su último suspiro, alcanza a dirigir a su divino verdugo un lastimero, pero inútil, reclamo.

En lo referente a los otros dos evangelistas, Juan y Lucas, ni una palabra de esto; estos dos personajes no nos dicen ni una sola palabra de este rechazo y de la repugnancia que siente el abandonado Jesús a la hora de su muerte. Desgraciadamente es, en este preciso momento, en que a Jesús se le abren los ojos y llega, por fin, a comprender el jueguito de su Dios; pero ya es muy tarde. Está muriendo y su Padre efectivamente lo ha abandonado.

Qué golpe pare el Cordero de Dios. Y, efectivamente, fue sacrificado como todo un cordero.

Imagínese usted la forma tan cruel de darse cuenta de haber sido sólo un juguete más en las manos del Diosesito de las Sagradas Escrituras; tal y como lo fueron a su vez Abraham, Jacob, Moisés y tantos otros profetas y patriarcas.

¡Cuántos incautos cayeron en las redes de este perverso ser bíblico!.

¡Qué miserable el amoroso Padre Nuestro con su propio Hijo Jesucristo!.

RESUMEN FATAL

Ya para finalizar, hagamos una reseña de lo que verdaderamente ocurrió durante la narración de esta Primera Versión de la creación bíblica, la cual se hizo en siete días por Dios Padre, pero tomando muy en consideración la lapidante frase del versículo 1 del capítulo 2 del Génesis, en donde se nos dice muy firmemente quedaron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos, para entender que todo cuanto se ha dicho, desde la Palabra del Dios de la Biblia, es y fue así como ocurrieron los hechos y, por lo tanto, cualquier otra narración que se nos quiera imponer, es una completamente falsa y digna de ser repudiada.

¿Qué otra cosa hay que entender de la frase bíblica copiada sino eso?.

Resumen del Primer Día:

  • Los muchos Dioses o Elohím crean los cielos y la tierra.
  • Los Elohím dicen que se haga la luz y la luz se hizo.
  • Los Elohím vieron que la luz era buena.
  • Los Elohím separaron la luz de las tinieblas.
  • Los Elohím nombran a la luz día y a las tinieblas noche.

Resumen del Segundo Día:

  • Los Elohím dicen que se haga la expansión de las aguas y que se separen las aguas.
  • Los Elohím separaron las aguas.
  • Los Elohím nombran a la expansión cielos.

Resumen del Tercer Día:

  • Los Elohím dicen que se junten las aguas y que se descubra lo seco.
  • Los Elohím nombran a lo descubierto tierra y a las aguas mar.
  • Los Elohím ven que era bueno.
  • Los Elohím dicen que la tierra produzca la vegetación y la tierra la produjo.
  • Los Elohím ven que era bueno.

Resumen del Cuarto Día:

  • Los Elohím dicen que se hagan las lumbreras y las lumbreras se hicieron.
  • Los Elohím hacen la lumbrera mayor, la menor y las estrellas.
  • Los Elohím ponen al Sol, a la Luna y a las estrellas en los cielos.
  • Los Elohím ven que era bueno.

Resumen del Quinto Día:

  • Los Elohím dicen que las aguas produzcan seres vivientes y las aguas de los mares los

produjeron.

  • Los Elohím crean a los grandes monstruos marinos.
  • Los Elohím ven que era bueno.
  • Los Elohím bendijeron y hablaron.

Resumen del Sexto Día:

  • Los Elohím dicen que la tierra produzca seres vivientes y la tierra los produjo.
  • Los Elohím hacen animales de la tierra, ganado y reptiles.
  • Los Elohím ven que era bueno.
  • Los Elohím dicen hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
  • Los Elohím crean al hombre.
  • Los Elohím crean al varón y a la hembra.
  • Los Elohím los bendijeron y hablaron.
  • Los Elohím ven que todo lo que habían hecho era bueno.

Resumen del Séptimo Día:

  • Los Elohím acabaron la obra que hicieron.
  • Los Elohím reposaron.
  • Los Elohím bendijeron y santificaron.

Ahora bien, todo esto que hemos visto anteriormente, ¿qué significado real tiene?. ¿Qué es lo que nos ha dicho esta parte de la Palabra del Dios de la Biblia? ¿Cuáles son los alcances que tiene para nosotros, simples mortales, toda esta actuación divina, acá en el futuro?.

Para contestar correctamente a estas inquietudes, procederemos a ir punto por punto y sometiendo cada asunto a un comentario especial; vamos a analizar en qué consistió realmente la obra divina de la creación llevada a cabo por una serie de Elohím, ahora conocidos como el Padre Nuestro, pero que originalmente conformaron un verdadero enjambre de seres poderosos y nunca encerraron a un solo personaje como tan burdamente nos han hecho creer.

PRIMER PUNTO

El Dios bíblico ejecuta la acción de crear solamente en cuatro diferentes oportunidades. Esto significa que de la nada Dios Padre procede a ejecutar acciones que da como resultado el surgimiento de objetos materiales. Y veámoslos cuáles son.

Los Elohím crean a los cielos y a la tierra durante el Primer Día; a los grandes monstruos marinos en el Quinto Día; a un hombre en el Sexto Día y al varón y a la hembra, hechos a su imagen y semejanza, también en el Sexto Día.

Entrando en materia podemos ver, fácilmente que, cuando nos hemos referido a la Creación bíblica, hemos querido dejar claro que se trata de la versión de los israelitas y no otra cosa. Con esto resaltamos el gravísimo error en que nos han hecho caer los ejecutivos de la Jerarquía Eclesiástica, ya que es totalmente fuera de toda proporción y posibilidad que todo cuando existe a nuestro alrededor haya sido producido y que provenga de la creación del Dios de la Biblia.

Y, como recién acabamos de demostrarlo, hemos comprobado que si Dios Padre crea, lo hace única y exclusivamente en cuatro oportunidades. Sí sólo cuatro veces. Y entonces ¿por qué la necedad al referirse, de manera terca y porfiada, a la Creación?.

Si alguna duda rondara por su cabeza, mi estimado amigo y amigas, ahora que ya están un poco más despejados del terror sacro, se pueda aceptar todo esto como otra prueba más, de las muchísimas que hay, que sirven para demostrar el tremendo lavado de cerebro que se nos ha practicado desde niños por parte de la religión y de sus líderes; ya se llamen rabinos, pastores o curas.

Perfectamente podemos comprobar ahora la total tergiversación de lo que, en sus inicios, el pueblo israelita pensaba y creía acerca de su particular divinidad encerrada en un concepto pluralista de Elohím o los fuertes y poderosos; o en el terrible Yahvé de los Ejércitos, terrible y sanguinario.

Para asombro de muchos, Yahvé-Elohím no era considerado tanto como el creador de lo que los rodeaba, o del hombre mismo, sino como el salvador de Israel y el gran protagonista de la Alianza.

Todo eso está muy bien, más sin embargo la idea de una creación existía en el antiguo Israel pero era una copia de lo que todo el medio oriente y sus diversos pueblos creían. Y nos referimos a una época muchísimos años antes de la existencia de Abraham; siempre y cuando este haya existido y no sea una mentirilla más de los escrituristas sagrados, muy dados a los espejismos y a los fraudes.

En todo caso permítasenos trasladarnos al Egipto y ahí encontrarnos con el viejo relato de una creación hecha por el todopoderoso Atum. Y, si vamos a otra de las muchas vecindades de Israel, nos topamos que en la Mesopotamia y en sus textos acádicos, que dependen de algunas traducciones sumerias, también encontramos una variada relación de relatos de otra creación. Entre el poblado de Ugarit, El, era el Dios Supremo llamado por su pueblo el creador de las criaturas.

Siendo tan fácil deducir muchas cosas de todo esto, concluyamos que el concepto de una creación, y del origen de los cielos y la tierra, están ligados a los alrededores de la antigua Israel, pero con una base totalmente politeísta. Muchas historias, cuentos y mitología tuvieron que influir entre el pueblo israelita, de tal manera que surge el nombre Yahvé con un significado más del tipo que denota una acción hecha, tal y como el que hace ser o el que permite que se haga algo. Esto parecido y con una estrecha relación con el Dios Supremo del pueblo de Ugarit, una sociedad politeísta y pagana, pero vecino y con gran influencia sobre Israel.

La expresión dejada en el Génesis 14:19 de Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, nos la encontramos bellamente descrita en textos fenicios. Por supuesto sin la connotación yahvista o bíblica.

La íntima y sospechosa relación existente, y comprobadamente influenciable israelita-babilónica, es más clara cuando leemos que el Dios bíblico separa las aguas superiores de las inferiores. El Padre Nuestro elimina el caos y el desorden y lo mismo ocurre con la versión babilónica que es anterior a Abraham y, por lo tanto, denota que los inspirados escritores de los textos sagrados no hicieron más que copiar las costumbres y creencias del vecino.

El abismo (tehom) es la representación del oponente de Yahvé tanto como lo es Tiamat en la versión babilónica; por lo tanto estamos usando terminología que se originó muy cerca del pueblo primitivo de Israel.

Continuar pensando, tan férreamente, que lo sucedido en los siete días que la Biblia toma como el tiempo para la Creación Universal es estar fuera de toda dimensión y lógica. Claro y por supuesto que no tenemos la culpa pues hemos heredado esta farsa y burla a nuestra propia inteligencia y sentido común.

Si tan solo en cuatro míseras oportunidades Nuestro Padre Todopoderoso ejecuta la acción de crear, en contraposición a más de treinta acciones de la más variada índole, que van desde decir y nombrar hasta ver, bendecir y reposar, es porque la cosa no es tan creadora como lo han hecho creer.

Es incorrecto lo que nos han impuesto, aún y hayan sido los auto nombrados representantes de Dios Padre en la tierra, como pretenden ser sacerdotes y pastores. Y, continuar en la creencia que fue el Dios de la Biblia el creador de todo cuanto existe, y de algunas cositas más, es lo mismo, es equivocado y malsano para nuestra psiquis.

SEGUNDO PUNTO

Entremos ahora a considerar un asunto muy raro y malamente explicado por nuestros guías espirituales pues, cuando les tocamos el tema, prefieren salirse por la tangente y evadir una respuesta correctamente aceptable. Y, si evadir algo tan claro, por parte de los que deben de saberlo, es la respuesta de ellos, imaginemos cuando los tengamos contra la espada y la pared haciéndoles una sola pregunta ¿Y la luz?.

Es verdad. Ahí quedan petrificados.

La luz que surgió en el Primer Día de la creación bíblica, ella misma, por alguna circunstancia especial, se auto genera. Recordemos bien que se nos narra desde el Génesis 1:3 lo que los doctos escritores sagrados pusieron de Y dijeron los Elohím: Hágase la luz, y la luz se hizo, con lo que entendemos que la luz se auto produjo.

Con esta acción de generación espontánea, de los corpúsculos que componen a la luz, podemos pasar, miles de años luz investigando, que no lograremos obtener una respuesta satisfactoria para conocer la verdad de lo acontecido.

Este tan apasionante tema energético que representa la fabricación de la luz, atraviesa de punta a punta todas las Sagradas Escrituras cual lacerante y fulminante paradoja que se extingue en las elucubraciones de los muchos autores bíblicos y que aparece como un efímero y voluptuoso sueño, tanto en el Génesis, pasando por todos los demás Libros Sagrados, hasta llegar a deslumbrarnos, o mejor dicho a desengañarnos, en el Apocalipsis de San Juan.

Nos narra el Génesis que la luz se hizo y que Dios Padre había visto que era buena. Luego en el Salmo 104:2 leemos que es Yahvé-Elohím quien se cubre de luz como de vestiduras. En el libro de Habacuc 3:4 se nos asegura que el resplandor que tiene Dios Padre es como la luz del Sol y que rayos brillantes salen de su mano y que allí, en sus divinas manos, tiene escondido todo el poder.

¡Qué interesante revelación!.

Si el poder de Dios Nuestro Señor está escondido entre los rayos que salen de sus manos ¡que nos acribille con sus rayos! Así talvez se termina el hambre y la miseria de la humanidad.

Pero sigamos con lo que teníamos.

Ezequiel nos cuenta cómo es la Gloria de la divinidad bíblica y, desde 1:13 nos dice.

Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que fulguraba entre los seres vivientes; y del fuego salían relámpagos.

Finalmente llegamos al Apocalipsis 21:6 que nos narra.

Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré gratuitamente de la fuente de la vida.

Y desde Apocalipsis 21:23 dicen.

Porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero (por Jesús), es su lumbrera.

Referirse a la luz, y hablar de ella, ocupa un lugar prominente y central entre todos los simbolismos a los que recurren los Escritos Sagrados que están contenidos en la Biblia.

Muy sagrado y muy simbólico a la vez, pero lo curioso es que la luz se opone al término conocido como tinieblas; y podemos asegurar que esta relación luz-tinieblas no es más que otra de las muchas dualidades o polaridades que nos rodean.

Como lo hemos comprobado, las dualidades se refieren a lo mismo. Es decir que la luz y las tinieblas nos hablan y describen un mismo evento o fenómeno. ¿En dónde termina la luz y empieza la oscuridad? ¿Cuándo se termina la oscuridad o cuándo se termina la luz?.

Insistimos que en sus extremos casi absolutos son lo mismo.

Si aceptamos que la luz y las tinieblas no pueden existir separadas una de la otra, pues con qué compararíamos los aspectos íntimos de su composición, ¿cómo sabríamos cuándo hay poca luz, cuándo penumbras, cuándo brillantez, cuándo hay amaneceres y cuándo atardeceres, cuándo hay noche y cuando hay día?.

La luz y las tinieblas nunca podrán existir separadas una de la otra pues se sirven mutuamente para las comparaciones entre sí midiéndose una con relación a la otra en mayor luz, menos oscuridad; menor luz, mayor tinieblas.

La cuestión entre la luz y las tinieblas es que se diferencian entre sí sólo en medida de grados. Si hay tinieblas habrá poca luz. Si hay luz es porque hay poca oscuridad. Y, lo que para nosotros sería la más absoluta claridad o brillantez, allí debe existir un infinitesimal punto de oscuridad; así como en la más absoluta oscuridad o tinieblas deberá forzosamente que existir un punto infinitesimal de luz.

De todo lo anterior, mis queridas y queridos lectores, ¿qué diablos significa lo que Génesis 1:2 nos deja dicho?. Desde ahí leemos, ¡mudos ante tamaña tomadura de pelo!, que:

Y las tinieblas estaban sobre la superficie del abismo.

En ninguna parte de las Sagradas Escrituras hemos podido encontrar algo en donde se nos diga que Dios Padre haya producido, hecho, creado u ordenado que otro, o él mismo, fabricara a las tinieblas.

¡De dónde salen las tinieblas!.

Lo único inferible aquí es que definitivamente el Dios Santo de la Biblia, o la serie de Elohím que lo conforman, no intervinieron para nada en el surgimiento de las tinieblas. Y ahora viene lo mejor. Si queda confirmada la existencia de las tinieblas, mucho antes que la de la luz, ¿por qué esa prepotente afirmación de Y la luz se hizo?.

Si ya estaban las tinieblas sobre la superficie del abismo, eso nos hace concluir que, forzosamente, tuvo que haber luz.

¿Será posible creerle a Habacuc 3:4 que nos informa y revela que la luz brillante que tiene el Padre Nuestro es en donde tiene guardado su poder?.

¡Bull shit!.

TERCER PUNTO

El Dios bíblico tiene una capacidad muy peculiar, él, sencillamente, puede ver. Y, en este relato de la creación, Dios Padre ve en siete oportunidades y en cada una de ellas se repite la misma cantaleta prepotente y vanidosa de y vio que era bueno.

Veamos a continuación que es lo que los Elohím vieron:

  • A la luz (Primer Día).
  • A la tierra que ella sola se seca de la humedad formando los continentes; y a la reunión de las aguas o mares (Tercer Día).
  • A la tierra que producía vegetales (Tercer Día).
  • A las lumbreras y a las estrellas (Cuarto Día).
  • A los grandes monstruos marinos (Quinto Día).
  • A los animales de la tierra (Sexto Día).
  • A todo lo que había hecho (Sexto Día).

Eso de decirnos que Dios Padre vio todo lo que había hecho y que era bueno en gran manera, es tragicómico; pues, se nos asegura que sólo lo que los Elohím habían hecho era lo bueno; es decir que en lo que los Dioses Fuertes y Poderosos (Elohím) participaron, de crear y/o de hacer, es lo exclusivamente bueno. Y, todo aquello en lo nada tuvieron que ver, ¿será malo y pecaminoso? ¿qué será?.

Si se nos dice que algo no es bueno, entonces no es que sea malo totalmente, a lo mejor no es todo lo bueno que se hubiese deseado, pero en lo que nos interesa, ¿qué es lo que Dios Padre no creó, no hizo, no produjo y no ejecutó durante la creación?. ¡Mucho!.

Mucho más de lo que supuestamente hizo y creó. Y veámoslo.

El Padre Nuestro no intervino, para nada, en la existencia de las tinieblas, de las aguas, del abismo y tampoco tuvo que ver con el surgimiento de la luz; así como no intervino directamente en la acción que ejecutan las aguas ellas mismas para juntarse y mucho menos en la otra en donde se descubre lo seco de la tierra.

Dios Nuestro Señor no intervino, para nada, con la producción que la tierra hace de la vegetación, ni en la primera acción que se efectúa durante el Cuarto Día en la cual las lumbreras de los cielos ellas mismas se auto generan.

La divinidad bíblica tampoco tuvo que ver con el surgimiento de los seres vivientes que las aguas de los mares, ellas solas, produjeron y, menos, con el surgimiento de los otros seres vivientes que la tierra produjo.

Y, sólo como una pequeña comprobación de lo que hemos expuesto, veamos qué fue lo que sucedió realmente con las lumbreras de los cielos y las estrellas; nos referimos a la primera acción del Cuarto Día, ya que ahí las lumbreras surgieron de tal manera que su generación fue espontánea.

¿Por qué, entonces, la contradicción que se nos narra durante el Día Cuarto? Y leámoslo con mucha atención desde el Génesis 1:14-18 desde donde se nos asegura algo pasmoso.

Dijeron los Elohím: Sean (existan o háganse) lumbreras (cuerpos luminosos) en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sean (sirvan o estén) por señales y para las estaciones, para días y años. Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y así fue. E hicieron los Elohím las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para que señorease en el día y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hicieron también las estrellas.

Es increíble que el Dios Todopoderoso y Todosabiduría no sepa, o no haya sabido, que la lumbrera menor o Luna ¡no tiene luz propia!, por lo tanto la Luna no es una lumbrera en el estricto sentido de la palabra pues, todos sabemos que una lumbrera es un cuerpo que luminoso; y cuerpo luminoso es aquel que posee luz propia.

¡Y la Luna no la tiene!, y por lo tanto ¡no es una lumbrera!.

La bella Luna refleja únicamente la luz del Sol en su superficie que es la luz que vemos acá en la tierra.

¿En dónde está la sabiduría de este Dios bíblico que no sabe distinguir lo que es una lumbrera?.

También, el término que se usa, para finalizar este versículo 15, es muy explícito ya que nos dicen Y así fue. Es terminante. Por lo tanto quiere decir, aquí y en la Conchinchina, que todo lo anteriormente expuesto antes de la frase y así fue, ¡ya ocurrió, ya sucedió!. O sea que ya se habían generado espontáneamente las lumbreras.

¡No hay otra alternativa!.

Que el autor de este versículo, cualquiera que haya sido, quiera ahora, por la fuerza engatusarnos tratando de confundir la situación ya existente, ya ocurrida y ya auto generada, ¡es otra cosa!.

Pretender que Dios Padre haya hecho algo que ya existía es permisible. No es lo correcto pero, en materia religiosa, ¿habrá algo correctamente bien hecho?, y por supuesto la respuesta es apabullante, ¡no!.

En asuntos de religión, tanto como en la política, y muchas veces en el deporte también, no hay nada, pero nada correctamente bien hecho pues, todo es negociaciones, intereses creados y satisfacciones momentáneas que, en el lejano futuro, será cuando revienten todas las mentirillas y engatusamientos que nos han impuesto.

Ahora bien, la diferencia estriba no sólo en el motivo por el cual surge la trampa y la razón de embaucarnos, sino que en el logro de un fin que, en este caso, es imponer un Dios pretendiéndolo hacer pasar por único entre la población israelita. Y, no hay que olvidar que, en el medio oriente es común y corriente practicar el culto a muchos dioses; por eso es que adentro del pueblo santo de Israel surgen términos como pueblo escogido, alianzas, profetas, sacrificios, Hijos de Dios, Creador de todo el Universo y miles de expresiones semejantes cuyo único fin es quebrar la voluntad mental del individuo que se deje, para así fácilmente imponer, de forma interesada, a un supuesto único Dios.

Lamentablemente no se tomaron en cuenta barbaridades y cosas sin sentido ni lógica, como esta de los Elohím (los fuertes y poderosos seres bíblicos) o situaciones como las de pretender la vanagloria de presumir con sombrero ajeno como esta, y que nos vengan ahora conque Dios Padre es el hacedor de las lumbreras.

Esto no es más que una patraña más de la divinidad bíblica.

Continuemos con el versículo 17 que dice.

Y las pusieron los Elohím en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra.

¡Qué pretensión tan burda!.

Si se nos quiere mentir y embaucar en todo este lío bíblico, por lo menos háganlo con estilo. Después de aquella primera mentira, la que nos dice que los Elohím hicieron las dos grandes lumbreras y a todas las estrellas, ésta, la segunda gran mentira, en la que se nos dice que los Elohím las pusieron en los cielos para alumbrar sobre la tierra, es ya el colmo de la impertinencia.

¡Nada menos que para alumbrar sobre la tierra!.

¿Y los demás planetas no recibirían entonces absolutamente nada del brillo de aquellas miles de millones de lumbreras y de todo ese conjunto infinito de estrellas que existen en el firmamento?.

¡Por Dios Santo!, qué diablos pensó este imbécil que fue inspirado por el Espíritu Santo para hacer este versículo… ¿qué pudiéramos ser tan imbéciles como él?. Bueno, aunque en parte sí tuvo razón pues, ¿cuántos miles de ingenuos fieles creyentes no han muerto creyendo como real y como que efectivamente así fue que sucedió el asunto de las lumbreras?.

Pero expliquémonos. Para poder realizar libremente, sin tropiezos y sin ningún problema de interrupción que nos pudiera ocasionar el hecho de hacer un algo, se necesitan varias cosas. Primero, que todos los materiales y elementos que previamente hemos considerado necesitar para ensamblar lo que se pretende hacer o fabricar estén disponibles y en buen estado. Y segundo, que el espacio necesario para disponer de él, como lugar de fabricar lo que pretendemos, esté disponible, libre y que no nos limite el posible hecho de elaborar lo que hemos dispuesto y que éste, sea mucho más grande que el espacio del cual disponemos.

Es decir que no podemos hacer o fabricar un barco de 100 metros en un pequeño cuarto de 3×4 metros.

Volviendo a lo nuestro, se nos dice que los Elohím hicieron a las dos grandes lumbreras, así como a las estrellas. ¿En qué lugar las fabricó? ¿Qué espacio disponible pudo haber encontrado Dios Padre si no lo había?. Recordemos que solamente había cielo y la tierra, un abismo, el agua, la luz y el Espíritu de los Elohím que se movía sobre la superficie de las aguas.

¡No había ningún espacio disponible para que cupieran las estrellas y las lumbreras que componen y están en el Universo!.

El inicio del versículo 17 nos dice.

Y las pusieron (a las lumbreras y a las estrellas) los Elohím en la expansión de los cielos.

¡Qué farsa este relato bíblico!.

¿Cómo es posible que luego que los Elohím hicieran a las lumbreras y a las estrellas las hayan puesto en los cielos para alumbrar sobre la Tierra? ¿De dónde pudo haber sacado el Padre Nuestro todos y cada uno de los materiales, elementos y partes que pudieron haber intervenido en la magna obra de hacer a las lumbreras y a todas las estrellas?.

Teniendo sólo disponibilidad en lo que ya existía, que era muy poco y que no incluía a ningún elemento físico, menos aún químicos pues, aparte de las tinieblas y la luz, del agua y de la vegetación, ¡no había nada más!.

Con esta narración queda la divinidad bíblica trágicamente limitada, nada menos que por el inspirado autor quien, nos asegura, que los Elohím hicieron a los cuerpos celestiales.

Si por lo menos se hubiese tomado la molestia de mentirnos, como sí lo hacen abundantemente en otros pasajes bíblicos, es decir otra mentira piadosa, y nos hubieran relatado que Dios Padre creó a las lumbreras y a las estrellas, sin dejar de sonreír –burlonamente por supuesto- hubiéramos continuado comentando otro versículo que tuviera más interés.

¿Por qué limitar al Todopoderoso y Eterno Dios bíblico con el término asa (hacer)?, pues con esa definición solamente puede elaborar cosas a partir de elementos ya existentes; muy por el contrario si la inspiración nos hubiese asegurado que el vocablo usado por los miles de seres poderosos llamados Elohím fue bara (crear), otro fuese el cantar ya que ese vocablo describe la producción de cualquier cosa a partir de la nada.

O sea que todo lo elaborado sería completamente nuevo, sin ningún precedente.

¡Qué cambio! ¿Verdad?…

Si efectivamente le creemos al imbécil que redactó estos versículos, tenemos el deber moral, con toda la humanidad, de preguntarle, ¿cómo diablos le hizo Dios Nuestro Señor para obtener el helio, el hidrógeno, el cromo y todos los demás elementos químicos que componen a las lumbreras y a las estrellas?.

Trasladémonos del otro lado del mostrador y veamos desde ahí algo muy simpático. ¿Problemático?… tal vez, pero que tampoco fue tomado en cuenta por este fanático religioso que compuso este tango llamado versículo.

¿Qué espacio disponible pudo haber ocupado el Dios de la Santa Biblia para ejecutar la acción de fabricar o elaborar a las dos lumbreras y a las estrellas?. Para comenzar hay que descartar la expansión de los cielos ya que, tontamente, se nos dice desde el versículo 17 que Dios Padre las puso en la expansión de los cielos y, si los miles de Elohím se tomaron la molestia de ponerlas en el espacio eso sólo significa y quiere decir que las tuvieron que ir a traer a otro lado o lugar.

¿Qué otro lugar?… otro, de por lo menos la misma dimensión que el lugar en donde serían puestas; pero… ¿y qué se hizo el lugar en dónde fabricaron las estrellas y las lumbreras?. Lo único que podemos deducir es que este lugar, desde donde se confeccionaron los cuerpos celestes, se tuvo que quedar vacío. Si se nos dice que los Elohím las pusieron en la expansión de los cielos es que a todas las tuvieron que haber puesto y no pudieron haber dejado nada en el lugar ocupado para fabricarlas.

¡Por Dios Santo! ¿Por qué tanta porquería y burdos engaños?.

¿Habrá habido alguien que se dio cuenta de esta nueva patraña bíblica?. ¡Qué estafa es la Palabra de Dios Padre!.

Y, para el regocijo general, esto no termina aquí. ¡No, que va!. Nos queda un asunto de lo más importante y no por ello menos mentiroso que los demás. Desde el versículo 17 nos enteramos que las cientos de millones de estrellas fueron colocadas en la expansión de los cielos para que alumbraran la Tierra.

Esto quiere decir, ni más ni menos, que las estrellas que no alumbran la Tierra, que son la mayoría de las que existen en el Universo, ¡no las hizo el Padre Nuestro!, pues no cumplen con la condición impuesta.

¿Cree usted que habrán algunas estrellas cuya luz no llega a nuestro planeta para alumbrarlo? ¡Claro que sí!. Hay miles de millones de estrellas y de otras lumbreras cuya luz no llegará quizá nunca hasta este minúsculo planeta que habitamos temporalmente.

Entonces ¿quién las pudo haber fabricado? ¿quién las puso ahí?.

¿Convencidos nuevamente de la gran estafa bíblica?… ¿Todavía no?, ¡pues allá usted!. ¿Sí se convenció? ¡Pues qué bueno!. Ya era hora hermano de descorrer el velo de la estupidez bíblica y botar ese lastre que nos han impuesto y que nos hemos visto obligados a llevar desde hace muchísimos años so pena de irnos a quemar eternamente al Infierno.

Pasemos ahora a leer el versículo 18 que nos receta lo siguiente.

Y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas.

Esta última frase es una repetición del versículo 4 en donde nos habían hecho creer otra cosa pues allá nos dijeron Y separaron los Elohím la luz de las tinieblas.

Según esto el Dios Padre se la pasó separando a cada rato la luz de las tinieblas.

¿Por qué este inspirado autor divino ni siquiera se tomó la molestia de haber leído el versículo 4?, el muy bobo se hubiera ahorrado la constante repetición. Si fue efectivamente Moisés el que se disparó y escribió este mazacote ¡qué torpe de él!, ya que ni siquiera se fue fijando en lo ya había escrito. Y esto habla muy mal del gran Moisés y lo deja en un tremendo entredicho, lamentable para toda la comunidad.

Si este patriarca hubiese releído sus propios escritos y palabrería se hubiese ahorrado que nosotros, tan decentemente, sólo le llamáramos bobo, debido a que las fuertes implicaciones derivadas de todo esto merecerían para Moisés algo mucho más fuerte que solo decirle torpe.

Todavía resuenan en nuestros oídos las palabras bíblicas sobre que Dios Padre vio todo lo que había hecho y vio que era bueno en gran manera.

Con esta lectura surge en nuestra mente la imagen de un ser que, en vez de representar algo supremo, se asemeja más a un ser humano común y corriente que, teniendo ojos como los nuestros mira todo lo que hay a su alrededor. Aquí es cuando surge ese Dios con el aspecto de un viejecito, con su barba blanca bien cuidada, su pelo abundantemente encanado y cuyos bucles le caen por los hombros; con su sonrisa, muchas veces rígida, tal y como correspondería al viejo amo de una hacienda, que puede ser a la vez muy bueno o muy malo. Es decir alguien que en cualquier momento nos puede sacar de un apuro pero que a la vez nos puede hundir más.

Ese efecto que nos han hecho experimentar, es decir la transformación mental de la divinidad bíblica en un viejecito, es lo que se conoce como antropomorfismo y viene acompañado no sólo de ponerle forma humana a la divinidad, sino también de atribuirle todas las emociones, pasiones, deseos y sentimientos que cualquier ser humano normal tenemos en nuestro interior y que la divinidad bíblica los siente y experimenta a cada momento.

Las Sagradas Escrituras son abundantes y reiterativas en ponerle ojos a la divinidad. En Job 28:24 leemos.

Y Dios ve todo cuando hay bajo los cielos.

Surge, por consiguiente, la idea del terrible castigador y tiránico dios-policía-espía que está a la expectativa de lo que el ser humano haga.

En el Salmo 33:13 leemos.

Desde lo alto de los cielos mira Yahvé; y ve a todos los hijos de los hombres y observa a todos los moradores de la tierra. He aquí que el ojo de Yahvé está sobre los que le temen.

Y, para rematar estas cuestiones, nos dice el Salmo 7:10 lo siguiente.

Dios escudriña el corazón y los riñones del hombre.

Con todo esto se nos ha ido formando la idea de estar constantemente bajo la vigilancia de un Dios celoso y castigador. Y así nos es impuesta la fijación mental de un ser divino que ve, juzga y que por lo tanto debe castigar conforme a las obras o, premiar, dependiendo del caso.

Todo este jueguito místico-psíquico tiene un origen; y es de éste que vamos a proceder a comentarlo. Nos dice el Salmo 135:15 y 16 que.

Los ídolos de los gentiles son plata y oro, que tienen ojos y no ven.

De esto, precisamente, se trata pues, la Biblia representa todo el bagaje de argumentos para que todo un pueblo –el israelita- ya no siga tomando parte en el culto tan arraigado y popularmente aceptado de adorar ídolos y Dioses o Elohím ajenos a ellos.

Desde Génesis 35 leemos.

Jacob dijo a su familia y a todos los que estaban con él: Quitad los ídolos y los Elohím ajenos que hay entre vosotros.

Estas divinidades ajenas son, sin ninguna duda, dioses y Elohím extranjeros y muy probablemente mesopotámicos. Ahora bien, es fácil verlo así, en una ligera lectura de los textos bíblicos, pues no encontramos más que una clara muestra del enojo experimentado por Jacob con los de su propia familia y casa y le molesta, grandemente, ver que participen del culto a Elohím ajenos a ellos.

La pregunta sin respuesta es una ¿por qué esa negligencia de Jacob?. Y la hacemos porque él había permitido que en su propia casa y los de su familia, junto con allegados, y a no dudarlo inclusive Jacob participaba, practicaron el culto y adoración a ídolos, Dioses y Elohím paganos.

¿Por qué había tolerado esos males en el seno de su familia?.

Y con Raquel, la persona más cercana y más querida en forma secreta por Jacob, cómo sucedió, que estaba contagiada por esa misma corrupción. Y nos enteramos mejor desde Génesis 31:34 ya que desde ahí se nos dice.

Tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos.

La idolatría estaba infiltrada profundamente entre los israelitas, razón por la cual estos bien intencionados narradores bíblicos hicieron de las suyas.

Se empieza la labor de desvirtuar a las divinidades, que el pueblo hebreo ya adoraba, y fue así que las narraciones bíblicas sirvieron como un poder de persuasión ante las debilitadas y supersticiosas mentes del pueblo escogido. Así dio inicio una serie de tropelías y legalismos divinos puestos en boca de profetas e iluminados y que significaba, nada menos, según los inspirados, el sentir personal del Padre Eterno.

Desde Exodo 20 se nos dice.

No tendréis Elohím ajenos delante de mí (¿se podrían tener Dioses ajenos a Yahvé si uno los tenía ocultos del Padre Nuestro?). No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay en el cielo ni en la tierra. Y no te postrarás ante ellos, ni les darás culto.

¿Y las imágenes de los santos, de Jesús, de la Virgen María? ¿Tendrán algo que ver con el anterior mandato claro de Dios Nuestro Señor?… ¡Por supuesto que sí!

O… ¿lo duda usted?.

La consigna de los escrituristas sagrados es muy clara. Hay que destruir, a como de lugar, la tan arraigada adoración hacia los otros Dioses o Elohím; a pesar que con esta prohibición expresa se está admitiendo, y aceptando, que efectivamente existen otros Dioses o Elohím aparte de los bíblicos y de reconocer, así mismo, su gran influencia entre todo el medio oriente, principalmente en Canaan, en la época de establecerse el pueblo israelita en la tierra prometida.

De esa forma surgió, sólo que de manera sangrienta y criminal, la lucha a muerte contra los Baales. Jueces 6:25 nos lo dice.

Yahvé le dice a Gedeón: Toma el toro de tu padre, y un segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Aserá que está junto a él.

Esto nos comprueba que fueron usados todos los argumentos, habidos y por haber, para obligar al pueblo judío a respetar al Dios o a la serie de Dioses, mejor dicho, de la Santa Biblia.

Cuando la Biblia usa el término que los Elohím vieron, no significa otra cosa que el pueblo judío tenía que entender que el celo y la venganza divina serían la revancha del Padre Nuestro para aquellos que no acataran lo dictado por él. Además que sirvió para infundir temor y terror por las represalias esperadas del Dios sanguinario y violento cuando su pueblo elegido se salía del carril impuesto.

Y, que mejor oportunidad que machacar, desde el inicio de los tiempos, la capacidad que poseía el Padre Eterno de verlo todo.

La frase esa en la que nos describen a unos Elohím que vieron todo bueno, representa la clara advertencia, para aquel pobre creyente, que no hay nada oculto para el Padre y que por lo tanto aquel que no cumpla con las interpretaciones del grupo de sacerdotes, líderes y profetas, será sujeto a la cólera y venganza del Diosesito malandrín de la Biblia.

CUARTO PUNTO

La serie de Dioses o Elohím bíblicos ejecutan otras acciones más y veámoslas:

  • Separaron la luz de las tinieblas (Primer Día).
  • Nombraron a la luz día y a las tinieblas noche (Primer Día).
  • Nombraron a la expansión cielos (Segundo Día).
  • Separaron las aguas (Segundo Día).
  • Nombraron a lo seco tierra y a las aguas mares (Tercer Día).
  • Pusieron en el espacio a las lumbreras y a las estrellas (Cuarto Día).
  • Bendijeron a los monstruos marinos (Quinto Día).
  • Bendijeron al hombre y al varón y a la hembra (Sexto Día).
  • Bendijeron y santificaron al Séptimo Día (Séptimo Día).
  • Reposaron de la obra hecha (Séptimo Día)

Todas y cada una de estas acciones, que Dios Padre lleva a cabo en forma directa, es decir que los Elohím hacen y ejecutan en conjunto, son completamente controversiales.

El Dios Todopoderoso y Eterno separa o aparta en dos oportunidades. Una con la luz que separa de las tinieblas y la otra con las aguas. Pero ¿qué es apartar o separar?. Entendemos que quieren expresar lo que se desune o aísla de algo de lo que forma parte. Aunque también pudiéramos entender como alejar o retirar algo. Más sin embargo, como es usada esta expresión en la Biblia, es para querer dar a entender que de un algo que ya existe se hace algo nuevo.

Separar la luz de las tinieblas significa que el todo que conforman la dualidad luz-tinieblas se pudo, por algún mecanismo especial, desunir o aislar y así formar cada uno por su lado y en forma separada un algo diferente y nuevo.

Si el Dios de la Biblia separó la luz de las tinieblas, primero que nada debería de haber existido o estado como tales, es decir como luz y como tinieblas; pero si ya existían como dualidad ¿por qué la luz se hizo?. Y segundo, algo ya existente ¡no es sujeto de hacerse o de ser hecho nuevamente!, tal y como se ha pretendido hacérnoslo creer por medio de la Palabra del Dios bíblico.

Para poder desmembrar algo, como primera providencia ese algo debe existir y todas, y cada una de sus partes, sin ser completamente el algo en sí, tienen las características de su todo. Veamos lo que pasa con una gota de agua del mar que, sin ser el océano, posee la constitución, cualidades y características del mar; inclusive, nos atrevemos a decir, que hasta el oleaje posee.

El Dios bíblico, ese enjambre de Elohím que lo conforman, nombra o llama por su nombre a las cosas que ve en tres oportunidades. A la luz llama día y a las tinieblas noche, a la expansión llama cielos y a lo seco tierra; y en tercer lugar a lo mojado llama mares.

¿Por qué atribuirle AL TODO, a DIOS, el poder de decisión para ponerle nombre a las cosas? Claro, es comprensible, ha sido la Jerarquía Religiosa y Eclesiástica la que se ha encargado de tergiversar las cosas bíblicas y son ellos quienes aseguraron que los Elohím conformaban la divinidad; y de allí, pasar a la locura total de hacer aparecer a ese enjambre de seres como que fueran DIOS, hay mucho trecho.

Es, en todo caso, por la versión de la creación adaptada a las mentes cristianizadas y antes bajo la influencia del Antiguo Testamento, que se ha creído y tomado a los Dioses de la Biblia como que son EL TODO, DIOS, y la cosa no es así.

Los Elohím, en todo caso, son los que nombran a las cosas que describe la Santa Biblia.

¿Por qué sólo en tres oportunidades designan con nombres a cinco algos?. El asunto es que no sólo cinco objetos había. ¿Y todos los demás nombres quién o quiénes se los dieron a las miles y miles de cosas y algos que han existido?.

Dios Padre o los Elohím ponen o colocan en el espacio exterior a las dos lumbreras y a las estrellas, pero entendiéndose, como ya lo vimos, que aquí la condición de usar el verbo poner implica que eso que se está colocando en el espacio proviene de otro lugar desde donde fueron fabricadas las estrellas y los miles de millones de cuerpos celestes.

Los Elohím bendicen en tres ocasiones. Una es la bendición del Séptimo Día que, también como ya lo vimos, es absurdamente contradictoria con la verdad que encierra el término bendición y con las condiciones que el propio Padre Nuestro ya había dejado establecido; por lo tanto es falsa. Otra es la bendición que la divinidad bíblica imparte sobre los grandes monstruos marinos que, por igual, ya vimos todo el alcance de tal simbolismo. Y por último, aunque no en ese orden, la bendición dividida que tiene lugar durante el Sexto Día en donde una es para el hombre y la otra para la pareja que conforman el varón y la hembra.

El Dios Todopoderoso y Eterno descansa o reposa, por último, cuando finaliza la obra.

Y que quede claro que no ponemos como otra acción la parte del versículo 2 de Génesis 2 desde donde nos dicen: Y acabaron los Elohím…, porque acabar o acabaron, a pesar de ser una acción derivada del verbo en cuestión, no es una acción en el sentido estricto de la palabra; es, más bien, una no-acción. Pero en lo que no hay ninguna duda es que todas estas acciones y la no-acción son ejecutadas directamente por los Elohím que, ya tergiversado, tal plural término ha llegado a nosotros como que es Dios Nuestro Señor, el creador de todo el Universo.

QUINTO PUNTO

El Dios bíblico, o por lo menos quien así aparece en esta Primera Versión de la Creación, usa el verbo decir en 11 oportunidades y, solamente en una de ellas, interviene directamente en la aparente acción que se produce. Es cuando durante el Sexto Día dicen los Elohím hagamos al hombre.

En las otras diez veces siempre se nos deja dicho que los Elohím dicen, dando a entender que otro, otros o algo, que no son los Elohím, es o son los encargados de realizar por ellos mismos la acción de producir o hacer la obra que se ejecutará.

Veámoslo que Dios Padre dice:

  • Hágase la luz.
  • Haya expansión en medio de las aguas.
  • Júntense las aguas.
  • Produzca la tierra la vegetación.
  • Haya lumbreras.
  • Produzcan las aguas seres vivientes.
  • Fructificad y multiplicaos (a los seres vivientes).
  • Produzca la tierra seres vivientes.
  • Hagamos al hombre.
  • Fructificad y multiplicaos (al varón y a la hembra).
  • Les doy como alimento a los vegetales (orden para los seres humanos y animales).

Además, la división de los días y su correspondiente actividad, tal y como tradicionalmente la conocíamos, y vista desde dónde nosotros lo hacemos, es diferente; tanto en su fondo como en su contenido.

¿De cuántas horas, días, años o siglos es cada uno de los días de la Creación bíblica?.

 

 

 

Autor:

Willy Ruano

Investigador y escritor

 

Partes: 1, 2, 3
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