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Responsabilidad social y ética de un médico


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Definiciones previas
  3. Responsabilidad social del médico
  4. Ética profesional del médico
  5. Fundamentos sociales ante un médico
  6. Implicación de la organización médica en la ética
  7. Compromiso del médico
  8. Código profesional de los médicos
  9. Juramento médico
  10. Conclusión

Introducción

Hablar de la Responsabilidad del Médico en los tiempos actuales es una tarea ardua. Se dice, con justa razón, que en los últimos 25 años la medicina ha experimentado cambios más extensos y profundos que en cualquier otra época de su historia.

En el cuidado de la salud el péndulo ha oscilado de lo individual a lo social; del énfasis en la curación al énfasis en la prevención; del ciudadano y de la comunidad -como sujetos pasivos- a su participación activa y crítica; del trabajo individual al trabajo en equipo; y de la gran autonomía del médico a su sujeción a las normas establecidas por las instituciones en las que desempeña sus tareas.

Por otro lado, los avances científicos y técnicos de la medicina han incrementado sustancialmente el poder de los médicos y hoy sus decisiones tienen sobre la vida de sus pacientes, mayores consecuencias que en el pasado. Además, la relación del médico con los enfermos en los diversos escenarios en los que ésta ocurre, experimenta también cambios intensos e irreversibles.

Los médicos confrontamos hoy en día nuevos problemas y también viejos problemas en circunstancias nuevas; menciono sólo algunos: las intervenciones relacionadas con la iniciación, la prolongación y la interrupción de la vida; los procedimientos de diagnóstico y tratamiento, más eficaces pero también más peligrosos; el uso de fármacos que alteran la conciencia, el humor y la conducta; las implicaciones de la investigación en seres humanos; y, por supuesto, el esclarecimiento del genoma humano.

Estos cambios y las demandas que generan en el seno de la sociedad han afectado profundamente la práctica de la medicina y hace necesario que revisemos sus metas y los valores que la rigen.

Tal disposición reflexiva es tanto más urgente cuanto que en la sociedad pluralista y consensual en la que vivimos, los valores tradicionales de la medicina han perdido la fuerza normativa que tuvieron en la sociedad más homogénea y autoritaria del pasado.

Y, algunos principios éticos, considerados inmutables, son hoy en día cuestionados; ejemplos de ese cuestionamiento son las diferencias de opinión acerca de algunas conductas médicas tales como las relacionadas con la clonación o la prolongación de la vida.

Una crítica más frecuente es que como consecuencia del énfasis desmesurado en los aspectos técnicos o económicos se descuidan los valores y las virtudes que se habían considerado inherentes a la profesión.

En realidad, las críticas a la medicina y a los médicos se originan en fuentes diversas y apuntan en varias direcciones. No puede dudarse de que en el seno mismo de la profesión hay un sentimiento de inconformidad que tiende a extenderse.

Por esto y mucho más realizamos este trabajo para conocer y entender la responsabilidad social y la ética que debe poseer un médico en nuestra actualidad.

Definiciones previas

La medicina es una de las profesiones más antiguas, de condición científica y respetable, cuya función social humanitaria y humanística le imprime el más alto rango de aproximación a la existencia del ser Humano, con compromiso deontológico.

La asistencia médica como acto plenamente humano posee una esencial dimensión ética, que le imprime su particular sentido y es el fundamento de la profesión del médico.

"Ética" viene del griego etnos, que significa la raíz o fuente de todos los actos particulares y costumbres como interpretación universal.

"Moral" del latín mos, significa práctica, comportamiento o conducta, hábito o costumbre. Con tendencia a ser particular.

La ética es una ciencia práctica, normativa de los principios de la moralidad de los actos humanos.

La Deontología comprende el conjunto de reglas que enmarcan la conducta del profesional no técnico, con orientación hacia un objetivo humanístico y humanitario en un sentido noble, culto y espiritual.

La Deontología es la parte concreta y práctica de la ética porque en ella se humanizan las actividades realizadas por el profesional, en cuanto se refiere a la idealización del bien, orientado hacia el ser humano en función social e individual.

La Deontología determina los deberes que han de cumplirse en circunstancias sociales específicas, particularmente dentro de una profesión. Se considera la ciencia de los deberes, con el significado de lo obligatorio, justo y adecuado.

La Deontología médica tiene como fundamento la moral individual del médico.

Responsabilidad social del médico

Las obligaciones que el médico tiene con sus pacientes no se derivan de la ideología, la historia o la sociología de la profesión ni deben estar influidas por el hecho de que la retribución por su servicio sea directa o indirecta; se derivan del impacto de la enfermedad sobre la condición humana, de la vulnerabilidad de la persona enferma, de su necesidad de ser amparada y de la naturaleza intrínseca de su relación con el médico.

Ciertamente la idea del humanismo médico se encuentra ya expresada en el juramento y en otros libros del Corpus Hipocrático, pero hay que reconocer que estas formulaciones tradicionales han sido rebasadas y no necesariamente embonan con el concepto moderno de salud y de enfermedad ni con los conflictos de valores implicados en las complejas decisiones que en la práctica de la medicina actual tienen que ser confrontados.

Del humanismo brotó el ideal moderno de "Salud para Todos", materializado en la célebre declaración de Alma Ata. Son las decisiones legales, económicas y políticas las que harán posible que los hombres alcancen el bienestar al que son acreedores por el simple hecho de ser hombres, pero es necesario que nuestros valores médicos, esencialmente individualistas, adquieran una mayor dimensión social; por eso hablamos de la "Responsabilidad Social del Médico".

La concepción de la medicina que propone como meta principal llevar la salud a los pobres, contrasta con el hecho de que la atención médica privada se desenvuelva en medio de una cultura cada vez más mercantilista.

No conocemos a ningún médico que se haya enriquecido con la medicina preventiva y en cambio ésta exige que los médicos creamos en la supremacía de los valores que se asientan en la solidaridad humana y no en los principios que sustentan las leyes del mercado.

Por ello, suponemos, que quienes se oponen a las políticas de salud y de educación con una visión social sustentada en un nuevo humanismo, más moderno pero también más comprometido, es porque tropiezan con sus creencias y actitudes arraigadas en un interés comercial o en aras de transferir las decisiones de los médicos a intermediarios que poco saben cuáles son las verdaderas necesidades de los pacientes.

¿Hay contradicción entre los deberes del médico con sus enfermos como individuos y sus deberes con la sociedad? Pienso que en esencia no la hay. De hecho, la tesis que pongo a su consideración es que la ética médica social es simplemente otro rostro del humanismo en la medicina.

El desafío de la salud es un aspecto de la construcción de una sociedad justa que haga posible que el mayor número de las mujeres y de los hombres encuentren condiciones que propicien el desarrollo de sus potencialidades para la vida porque el progreso será solamente un espejismo si conforme se avanza no se generan ni se activan los mecanismos que aseguren a cada individuo un nivel de vida digno: alimentación adecuada, vivienda higiénica, saneamiento básico, educación y acceso a la cultura.

Este panorama nos muestra cuán largo es el camino que aún nos queda por recorrer; pero al menos hoy conocemos mejor los obstáculos; la ignorancia, los prejuicios, la demagogia, el desaliento y, más recientemente, los fundamentalismos.

Tenemos la convicción que nunca en su historia tuvo la Medicina, como tiene hoy en día, tanta necesidad de examinar críticamente sus metas y sus normas para conciliar los avances de la ciencia y de la técnica con las necesidades del hombre y de la sociedad.

Confiamos en que en los ámbitos académicos sigan abriendo los espacios apropiados para estas reflexiones.

La Academia Nacional de Medicina, tiene entre otras, la delicada tarea de procurar un equilibrio entre las innovaciones médicas y las necesidades e intereses de los enfermos, de los médicos y de la sociedad; un equilibrio que permita decantar lo que objetivamente es un avance y excluir lo que es superfluo. Estas funciones, por sí mismas, justifican cabalmente su prestigio y el respeto con el que se les mira.

Ética profesional del médico

La ética constituye una disciplina estructurada y sistematizada con principios, normas y valores morales. Es una sola universal, inmutable, imperecedera, que se puede expresar por parcialidades culturales sin dejar de ser una e indivisible.

Las bases de la ética médica son las diversas leyes que formulan con mayor o menor precisión los deberes profesionales del médico y su debida interpretación la proporcionan sus principios y definiciones.

LEYES DEL MÉDICO

Las leyes que regulan el ejercicio de la medicina son: la ley natural, dictada por Dios, promulgada por la sana razón e interpretada por la autoridad competente y doctrinalmente por los moralistas; la ley civil, para los médicos católicos, o para todos los de otras creencias cuando se interpreta el derecho natural.

El médico adquiere la absoluta confianza de la comunidad porque su actividad se amolda estrictamente a las normas de la ética en todo lo que se refiere al desempeño de sus funciones profesionales y desarrolla juicios de valor social y moral, de acuerdo con su íntima formación y conciencia.

Fundamentos sociales ante un médico

La función social de la medicina comprende el procurar el bienestar de todo el conglomerado de la comunidad, el abordar el cuidado de la salud en general para conservar la integridad física humana, el velar por el entorno que rodea al hombre, el prevenir las enfermedades o afrontarlas para vencerlas o disminuir el dolor y en fin, el tratar de mejorar y prolongar los patrones de vida digna, tanto individual como colectiva.

Los valores más importantes del ser humano son la vida y la salud; los actos médicos están orientados a cuidar la salud con la máxima meta de preservar la vida, siempre dentro del más alto concepto de calidad y dignidad.

Quienes se dedican al noble ejercicio de la medicina debieran ser las personas más capacitadas, las más correctas a toda prueba y al mismo tiempo las de mayor sensibilidad humana, con espíritu de cooperación y de servicio a la colectividad.

La profesión de la medicina se estimó como un apostolado que requiere cierta dignidad y dedicación total por tanto necesita estabilidad en un rango superior con especial consideración y confianza de parte de la ciudadanía.

La suprema excelencia del médico se logra cuando su virtud se demuestra en la práctica profesional con decoro, arte y dignidad social y moral.

La comunidad le exige al médico suficiente preparación científica, habilidad en su arte, idoneidad profesional, gran moralidad y cierta proyección social en el ejercicio de sus funciones.

Así mismo la sociedad debe procurar que el médico disponga de los elementos indispensables para el ejercicio de la profesión y cuente con un nivel económico y social digno en relación con su alto rango cultural, científico y de responsabilidad dentro de la comunidad, sin privaciones ni exageraciones.

VOCACIÓN DE MÉDICINA

La verdadera vocación médica significa una disposición constante y permanente del ánimo hacia las disciplinas médicas, tales como interés por la ciencia, anhelo de aprovechamiento para bien de la comunidad, mediante el ejercicio ético de la profesión y el hábito investigativo.

El espíritu médico comprende tres fundamentos: técnica científica, sensibilidad profesional y amplitud filosófica.

El médico, para cumplir con el principio ético-científico de la medicina, debe poseer una vocación humanitaria profesional, conocimientos científicos y habilidades profesionales actualizadas en todo momento, que le permitan ofrecer el cuidado necesario a los enfermos de manera segura, digna, honorable y en lo posible altruista.

El fundamento de la deontología médica: curar algunas veces, aliviar con frecuencia, consolar siempre.

El ganarse la confianza del enfermo es la condición indispensable para estimular el sentimiento del alma y disponerlo favorablemente para el restablecimiento de la salud y la buena relación médico-paciente.

Implicación de la organización médica en la ética

Las políticas administrativas de la salud han cambiado sustancialmente la metodología y práctica del ejercicio de la medicina y motivado trascendentales alteraciones en el área de la ética médica.

Los avances extraordinarios de la ingeniería médica nos han dotado de sofisticados aparatos técnicos, los cuales proporcionan facilidades en la metodología diagnóstica y en los procedimientos terapéuticos, pero han orientado la profesión hacia una actividad mecanicista impersonal, con tendencia hacia la deshumanización y la pérdida de la comunión anímica, confidencial, reconfortante y de autoconfianza propia del acto médico de carácter espiritual y humanitario y a la vez científico.

Otra implicación que ocasionalmente puede acarrear la extrema confianza en los resultados aportados por la máquina o el laboratorio es el dejar en un segundo plano el concepto de la integridad humana y olvidar la íntima correlación que deben expresar con la fisiopatología del organismo, que es el elemento primordial y dueño de dichos resultados.

El médico corre el riesgo de pecar contra la ética si no practica un examen clínico y estricto y analiza a conciencia los efectos complementarios, en armonía con las condiciones patológicas personales del paciente.

La socialización total de la medicina ha influido en la estructuración funcional y administración de la salud, por lo cual han surgido ciertas transformaciones en el ejercicio de la profesión con implicaciones sobre la ética médica.

La concentración de usuarios en determinados grupos de IPS o consultorios con notoria masificación ha obligado al médico a atender demasiados pacientes en limitado tiempo, con la mejor intención y diligencia posible, pero en la mayor brevedad, sin permitir un cordial intercambio de conceptos y de interpretaciones consientes, para lograr suficiente confianza y seguridad profesional.

La disposición de recursos técnicos, medicamentos específicos y presiones administrativas y económicas hace que el médico experimente cierta falta de autonomía y libertad de acción acorde con su conciencia.

El médico se expone a errar en el diagnóstico y en la conducta que debe seguir, por falta de tiempo, para analizar, humanizar y razonar libremente.

La medicina como profesión eminentemente humanitaria, responsable del bienestar, la salud y la vida de todas las personas, ha quedado bajo el dominio de empresas comerciales, cuyos propósitos administrativos son fundamentalmente económicos, bajo la base del menor costo a mayor número de pacientes atendidos y como producto buenos rendimientos monetarios.

Surge el interrogante: ¿hasta dónde este tipo de medicina comercializada está poniendo en juego la ética tradicional?

Los Directivos de hospitales y clínicas tratan de atender suficiente número de pacientes, con la mejor intención de proporcionar alta calidad a bajo costo, para lograr aceptables rendimientos que le permitan obtener los recursos de sostenimiento. La mayoría, de estas instituciones asistenciales tienen funciones docentes y por lo tanto bajo su tutoría la formación del personal médico y paramédico que ejercerá la medicina del mañana.

Compromiso del médico

Los Directivos de las organizaciones Médicas han adquirido el solemne compromiso de solidaridad y defensa de los intereses gremiales, económicos, científicos y académicos de los médicos asociados y aun de los independientes. Estas posiciones significan un gran honor y motivo de orgullo personal, siempre y cuando se cumplan a cabalidad los postulados de la organización y que funcione en concordancia con la comunidad médica en general.

Para cumplir estrictamente con esta responsable misión se debe pensar siempre en el servicio comunitario y actuar para la colectividad; y también superarse y abandonar los individualismos, los grupismos, las pasiones personales y las ambiciones políticas partidistas que no representen los ideales de la totalidad del conglomerado. El médico directivo tiene una misión colectiva, de cooperación comunitaria, de responsabilidad profesional real y humanitaria y hasta donde es posible, cierto apostolado de servicio desinteresado.

Las Facultades de Medicina están en el deber de inculcar en los estudiantes la formación espiritual que oriente su conducta general y estimule la conciencia y el de enseñar los principios de ética médica por medio de la cátedra curricular o seminarios, para que la aplicación de su arte y ciencia profesional sean ejercidas de una manera prudente, paciente, magnánima y humana, y además que el médico se presente con apariencia modesta y digna en armonía con su jerarquía profesional y personal.

Con la práctica ética de la medicina seguramente nos evitaríamos tantos juicios en los tribunales respectivos.

La Academia Nacional de Medicina y la Federación Médica como las máximas entidades médicas del país y asesoras del Gobierno debieran acrecentar los foros y seminarios sobre temas relacionados con la ética, analizarlos a profundidad, sentar doctrina y publicarlos tanto en los medios científicos como sociales y así evitar que profesionales de otras disciplinas se introduzcan en temas tan delicados y de tanta importancia que compete exclusivamente a la medicina.

Los médicos organizadores de facultades de medicina y de programas de entrenamiento en las diferentes especialidades deben ser consientes de la enorme responsabilidad que lleva consigo el impartir capacitación de gran altura intelectual, moral y práctica, para formar profesionales de la mayor categoría, que sean garantía de salvar vidas humanas y desempeñar su función científica y de apostolado humanitario de manera digna y competente, de acuerdo con las necesidades de oferta y demanda de los servicios médicos del país.

La medicina en la actualidad confronta muchas consecuencias y problemas relacionados con el incremento de las ciencias genéticas, biológicas y de ingeniería tecnológica tan sofisticadas que implican muchos interrogantes en la ética médica.

Indudablemente todas estas estrategias, labores y obras de la profesión médica llevan implícito el sello relevante de la ética médica, a las cuales la comunidad consciente presente y futura evaluará y juzgará de acuerdo con su responsabilidad moral, humanitaria y la trascendencia de solidaridad social.

Código profesional de los médicos

Capítulo I – ÁMBITO DE APLICACIÓN

Artículo 1 – Las disposiciones de este Código son obligatorias para todos los médicos socios del Sindicato Médico del Paraguay (SMP). Las infracciones a estas disposiciones se elevarán a la jurisdicción disciplinaria del SMP.

Capítulo II – DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS ÉTICOS FUNDAMENTALES

Artículo 2 – Los profesionales de la medicina deben cuidar la salud de las personas y de la comunidad sin discriminación alguna, respetando la vida y los derechos humanos. Es deber fundamental prevenir la enfermedad y proteger y promover la salud de la colectividad. El médico debe ejercer inspirado por sentimientos humanitarios. Jamás actuará para generar padecimientos no impuestos por razones médicas, ni tratos crueles, inhumanos o degradantes, o para el exterminio del ser humano, o para cooperar o encubrir atentados contra la integridad física o moral. El médico, como integrante del equipo de salud debe desarrollar las acciones necesarias para que el ser humano se desarrolle en un ambiente individual y socialmente sano, para lo cual se basa en una formación profesional reconocida y se guía por los principios y normas éticas establecidas en este Código.

Decálogo de la profesión

Artículo 3 – Es derecho y deber del equipo médico seguir los principios de este «decálogo de valores fundamentales»: 1. Respetar la vida, la dignidad y la libertad de cada ser humano y nunca procurar otro fin que no sea el beneficio de su salud física, psíquica y social. 2. Brindar a la persona todos sus conocimientos para que ésta proteja, promueva y recupere su salud y se haga consciente de cómo controlar por sí misma las causas de su malestar o enfermedad y cómo lograr su reinserción social. 3. Ser consciente de sus propios valores éticos, ideológicos, políticos o religiosos y no utilizar su poder para manipular desde un punto de vista afectivo-emocional, axiológico, económico o sexual. 4. Posibilitar al paciente el encuentro con otro profesional idóneo si él no está en condiciones de ayudarle dentro de sus conocimientos específicos. 5. Hacer, como profesional de la salud y como miembro del SMP, todo lo que esté dentro de sus posibilidades para que las condiciones de atención sanitaria sean las más beneficiosas para sus pacientes y para la salud del conjunto social sin discriminación de ningún tipo (nacionalidad, edad, condición socioeconómica, raza, sexo, credo, ideología, etcétera). 6. Respetar el derecho del paciente a guardar el secreto sobre aquellos datos que le corresponden y ser un fiel custodio, junto con el equipo de salud, de todas las confidencias que se le brindan, y sobre las que no puede decidir sin consultar al paciente. 7. Mantenerse al día en los conocimientos que aseguren el mejor grado de competencia en su servicio específico a la sociedad. 8. Evitar la búsqueda de lucro económico como única motivación determinante en su

forma de ejercer la profesión. 9. Ser veraz en todos los momentos de su labor profesional, salvo la existencia de razones éticas preeminentes, para que los pacientes y la sociedad tomen las decisiones que les competen. 10. Valorar el trabajo de equipo tanto con sus colegas como con otros profesionales, en su labor de servicio a la salud de sus pacientes como de la población en general.

Artículo 4 – El progreso científico y tecnológico de la medicina se concertará y utilizará de tal manera que el humanismo esencial de la profesión no resulte desvirtuado.

Capítulo III – RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL MÉDICO DE PROMOVER LA SALUD

Artículo 5 – El médico tiene responsabilidad en la calidad de la asistencia tanto a nivel personal como institucional, cualquiera sea el ámbito de su trabajo. Es su deber exigir las condiciones básicas para que ella sea garantizada efectivamente en beneficio de los ciudadanos.

Artículo 6 – El médico sabe que el deterioro del ambiente humano repercute directamente en la salud de los miembros de la sociedad; por eso brindará sus conocimientos y su arte para que tanto sus pacientes como la sociedad en general se hagan responsables de preservar los bienes de la naturaleza que pertenecen a todos.

Artículo 7 – Como parte de un equipo colaborará con la búsqueda de toda morbilidad e investigación éticamente aceptable, que redunde en una mejor atención primaria de la población

Artículo 8 – El médico denunciará el ejercicio de la medicina por parte de personas ajenas a la profesión. Su asociación para ampararles en ella es una falta de ética grave. No debe delegar a otras atribuciones exclusivas de la profesión médica.

Artículo 9 – Todo médico tiene obligación de atender en condiciones físicas y psíquicas adecuadas. Es un grave perjuicio para la salud pública que el médico atienda a los pacientes en estado de intoxicación. La reiteración de esta falta, junto con la negativa a integrarse en un programa de rehabilitación, merecerá medidas disciplinarias.

Artículo 10 – El médico debe distinguir con prudencia entre hechos científicamente comprobados, valores éticos universales y sus opiniones o convicciones personales, en la medida de su importante influencia en el pensar y el sentir social. De igual manera, deberá evitar ser utilizado por los poderes sociales para sugestionar o manipular a terceros.

Artículo 11 – La elección de la medicina como profesión implica asumir determinados riesgos en su salud individual. El médico responderá generosamente ante necesidades extraordinarias como catástrofes, accidentes, epidemias, conflictos bélicos, etcétera, que le exijan entrega y dedicación más allá de su práctica habitual.

Artículo 12 – El médico debe buscar los mejores medios de diagnóstico y tratamiento para sus pacientes. Deberá buscar responsablemente el rendimiento óptimo y equitativo de dichos recursos en las instituciones donde trabaja, evitando todo despilfarro o negligencia en la administración de recursos destinados al mayor número posible de pacientes y denunciando y oponiéndose como ciudadano a todas aquellas situaciones en que esto resulte de la malversación o la mala distribución de los bienes sociales.

Artículo 13 – La colectividad médica debe velar por una adecuada educación médica continua, que incluya la formación en ética médica.  

Capítulo IV – LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE

IV.1. Derechos y deberes mutuos

Artículo 14 – Todo paciente tiene derecho a: l. Conocer sus derechos y las reglamentaciones que rigen sus obligaciones a través de las instituciones y los equipos de salud. 2. No ser perjudicado por el acto médico. 3. Que el médico no se ocupe solamente de la salud física sino de la salud integral de la persona. 4. Ser respetado en su dignidad como paciente, lo cual implica tener las condiciones para hacerse cada vez más consciente, más autónomo y estar más insertado en la comunidad social en la que vive.

a. El deber de decir la verdad

Artículo 15 – Todo paciente tiene derecho a: l. Una información completa y veraz sobre cualquier maniobra diagnóstico o terapéutica que se le proponga. El médico tiene el deber de comunicar los beneficios y los riesgos que ofrecen tales procedimientos, en un lenguaje suficiente y adecuado. En los casos excepcionales en que esa información pudiese ocasionar graves perjuicios al paciente, ésta deberá dirigirse a la familia o tutor legal con el fin de obtener un consentimiento válido. En caso de no contar con los medios técnicos apropiados, debe avisar al paciente o a sus tutores sobre esos hechos, informándoles de todas las alternativas posibles. 2. A consentir o rechazar libremente cualquier procedimiento diagnóstico o terapéutico que se le proponga. El médico debe respetar estas decisiones válidas salvo que perjudique a terceros o en emergencias extremas. El paciente debe firmar un documento escrito cuando rechaza un procedimiento indicado por el médico. 3. A saber los motivos por los que se le traslada a otro servicio o centro asistencial.

Artículo 16 – La historia clínica es un documento fundamental en el acto médico, de ahí que: l. El paciente tiene derecho a obtener del médico un informe completo y veraz sobre la enfermedad que ha padecido y la asistencia que se le ha brindado. 2. El médico tiene el deber y el derecho de registrar el acto médico en una historia clínica, que pertenece al paciente pero que quedará bajo su custodia o bajo la de la institución a la que el médico pertenece. 3. Sólo en las circunstancias establecidas por la Ley tendrán acceso terceras personas a la información registrada en la historia clínica sin la autorización del médico y el paciente.

Artículo 17 – Se considera falta ética grave toda publicidad engañosa, manipulativa o desleal con fines de conquistar clientes. Es legítimo que el médico exponga sus títulos, diplomas u otros certificados que acrediten su idoneidad como profesional, con el fin de facilitar su relación con los pacientes.

Artículo 18 – El médico no puede engañar a la sociedad opinando como miembro de la comunidad científica sobre productos comerciales cuya eficacia no está comprobada científicamente. Tampoco puede proponer a un paciente, como saludable o sin peligro, el uso de esos productos.

Artículo 19 – La emisión de un informe tendencioso o falso, o de un certificado por complacencia, constituye una falta grave.

b. El deber de respetar la confidencialidad y la intimidad

Artículo 20 – El paciente tiene derecho a: l. Exigir que se guarde ante terceros el secreto de su consulta. El médico debe garantizar este derecho en tanto esté a su alcance. 2. A no revelar su nombre ni aun ante el médico, en determinadas circunstancias. 3. A la confidencialidad sobre los datos revelados por él a su médico y asentados en historias clínicas, salvo autorización válidamente expresada de su parte. El médico guardará el secreto profesional y será responsable de propiciar su respeto por parte de todo el equipo de salud involucrado con su paciente. De igual manera, participará en la educación a este respecto. Los registros informatizados deben estar adecuadamente protegidos de cualquier acceso de personal no sanitario, o que no esté obligado al secreto.

Artículo 21 – El secreto profesional debe respetarse aun en la redacción de certificados médicos con carácter de documento público. El médico tratante evitará indicar la patología concreta que aqueje a un paciente, así como las conductas diagnósticas y terapéuticas adoptadas. No es éticamente admisible que las instituciones públicas o privadas exijan una conducta contraria. Queda el médico liberado de esta responsabilidad si el paciente se lo solicita o lo consiente explícitamente. El médico certificador procurará el cumplimiento estricto de este artículo y denunciará al SMU cualquier tipo de presión institucional que recibiese para su incumplimiento.

Artículo 22 – El derecho al secreto no implica un deber absoluto para el médico. Además de los casos establecidos por la Ley, éste deberá revelar el secreto en situaciones como las siguientes: l. Peligro vital inminente para el paciente (posibilidad de suicidio). 2. Negativa sistemática de advertir al inocente acerca de un riesgo grave para la salud de este último (contagio de enfermedades adquiridas, transmisión hereditaria de malformaciones, etcétera). 3. Amenaza a la vida de terceros (posibilidad de homicidio en cualquiera de sus formas). 4. Amenaza a otros bienes fundamentales para la sociedad. 5. Defensa legal contra acusación de su propio paciente. 6. Los médicos deben reclamar a la Justicia que recurra a los medios propios para investigar un posible delito, sin coaccionar al médico a romper su deber de fidelidad para con el paciente.

Artículo 23 – Todo paciente tiene derecho: l. A la intimidad de su cuerpo y de sus emociones, cuando es interrogado o examinado por los miembros del equipo de salud. Tiene derecho, en ciertas circunstancias, a ser ayudado para dialogar a solas con sus seres queridos u otras personas significativas. El equipo de salud debe facilitar en todos los actos médicos los medios apropiados que conduzcan al respeto por el pudor y la intimidad. 2. Al apoyo emocional y a solicitar ayuda espiritual o religiosa de personas de su elección. El médico debe facilitar al paciente estas posibilidades.

c. El deber de fidelidad a los acuerdos o promesas

Artículo 24 – La relación médico-paciente implica un acuerdo mutuo, de ahí que el paciente tiene derecho a: 1. La libre elección de su médico y a la consulta con otro médico sin que se vea perjudicado en la continuidad de su asistencia.

2. No ser abandonado arbitrariamente por el médico. Este, tiene la obligación de asegurar la continuidad de la asistencia en caso que haya motivos justificados para dejar de atender a su paciente.

3. Saber quién es el médico responsable de la continuidad e integridad de la atención. d. Otros derechos y deberes

Artículo 25 – Toda persona tiene derecho a no ser estigmatizada o despreciada por causa de sus condiciones físicas o psíquicas.

Artículo 26 – El médico es responsable del enfermo que se le ha confiado y también del ser humano, aun sano, que tenga ante sí, cuando deba emprender ante ellos un acto médico. Y jamás será un simple ejecutor de la tarea, o labor, de un ademán o movimiento técnico. Cada una de las personas o pacientes a su cargo deben ser cuidadas como si fuera su ser más querido.

Artículo 27 – El médico, ya sea que actúe en forma aislada o como integrante de una organización sanitaria, pública o privada, es siempre responsable de los consejos que dé y de los actos que efectúe.

Artículo 28 – Es éticamente inadmisible que el médico: l. Participe en dicotomía de honorarios. 2. Reciba por un acto médico, de quien no es el paciente, una retribución de cualquier índole; y especialmente, por concepto de solicitar a terceros, consultas, exámenes, prescripción de medicamentos, aparatos, envío a un lugar de cura, casa de salud o sanatorio. 3. Intente sobornar a cualquier persona sea quien fuere. 4. En ejercicio de un mandato electivo, o de una función administrativa, haga valer su posición en beneficio propio.

IV.2. Los derechos de los médicos

Artículo 29 – El médico tiene derecho a ejercer su profesión con autonomía e independencia, sea en el ámbito público o privado.

Artículo 30 – Todo médico tiene derecho a no ser coaccionado por motivos económicos o ideológicos, a ejercer su profesión de manera indigna para su ciencia y su arte.

Artículo 31 – El médico tiene derecho a disponer de instalaciones dignas para él y para la atención de sus pacientes, así como de los medios técnicos suficientes en su lugar de trabajo.

Artículo 32 – Tiene derecho a abstenerse de hacer prácticas contrarias a su conciencia ética aunque estén autorizadas por la Ley. Tiene en ese caso la obligación de derivarlo a otro médico. Artículo 33 – El médico tiene derecho a prescribir el medicamento que considere más conveniente y el procedimiento diagnóstico o terapéutico que crea más acertado.

Artículo 34 – El médico tiene derecho a negar su atención por razones profesionales o personales, o por haber llegado al convencimiento de que no existe la relación de confianza y credibilidad indispensables con su paciente, con excepción de los casos de urgencia y de aquellos en que pudiera faltar a sus obligaciones humanitarias.

Artículo 35 – El médico tiene derecho a: l. Exigir una retribución justa, para lo cual se atendrá a los convenios que se elaboren al respecto, tanto cuando actúa en relación de dependencia como cuando ejerce en forma liberal. En esta última, se informará de los honorarios previamente a la consulta. 2. Establecer con las instituciones de salud contratos de trabajo escritos que deberá comunicar a su gremial, la que verificará que dicho contrato esté de acuerdo con lo que establece el presente Código. 3. Asociarse libremente para defender sus derechos ante personas e instituciones públicas o privadas. 4. La solidaridad de sus colegas en caso de ser tratado injusta o indignamente, o en todo tipo de necesidad.

Artículo 36 – El médico tiene derecho a recurrir a la huelga como último recurso de reivindicación. Una huelga médica será éticamente justificable cuando se avise a la sociedad con antelación suficiente, y se asegure la asistencia a los pacientes internados, y a los casos urgentes e inaplazables. El médico debe cumplir con las reglamentaciones específicas que el SMP establezca para casos de huelga. Es requisito imprescindible que quienes juzguen los casos urgentes o inaplazables sean exclusivamente los propios médicos.

Capítulo V – PROBLEMAS ÉTICOS ESPECÍFICOS

V.1. Inicio de la vida humana

Artículo 37 – El médico debe respetar siempre la vida humana. Si en razón de sus convicciones personales considera que no debe practicar un aborto cuando esté legalmente amparado, podrá retirarse, asegurando previamente la continuidad de los oportunos cuidados por parte de otro médico competente y dispuesto.

Artículo 38 – La esterilización de mujeres u hombres deberá contar con el consentimiento libre y consciente de la persona, luego de haber sido debidamente informados de las consecuencias de esta intervención médica.

Artículo 39 – No es éticamente admisible que el médico contribuya a gestar seres humanos para investigar, comerciar o ser usados como fuente de recursos diagnósticos o terapéuticos. Los embriones que se gesten in vitro deben ser transferidos al útero materno. El embrión humano nunca puede ser sujeto de experimentación ni materia prima de medicamentos, cosméticos u otros productos.

Artículo 40 – No es ético contratar por dinero el vientre de una mujer (madre gestante) para llevar a cabo embarazos obtenidos in vitro, con uno o ambos gametos de terceros progenitores.

Artículo 41 – No es ética la aplicación de cualquier procedimiento médico dirigido a practicar la eugenesia, seleccionando los seres humanos, especialmente aquellos dirigidos a discriminar según el sexo, a menos que sea para evitar, en la etapa preconcepcional, la transmisión de enfermedades graves relacionada con el sexo.

V.2. La terminación de la vida humana

Artículo 42 – La eutanasia activa, el matar intencionalmente, es contraria a la ética de la profesión.

Artículo 43 – En caso de muerte encefálica el médico no tiene obligación ética de emplear técnicas, fármacos o aparatos cuyo uso sólo sirva para prolongar este estado. En enfermos terminales, aliviar sufrimientos físicos y mortificaciones artificiales, ayudando a la persona a morir dignamente, es adoptar la decisión éticamente apropiada.

Artículo 44 – No es válido éticamente que el médico imponga tratamientos que violen la decisión válida de un paciente que libremente ha decidido, por causa de su enfermedad o por estar haciendo huelga de hambre, rechazar los tratamientos que se le indiquen.

V.3. Donación y trasplantes

Artículo 45 – El trasplante de órganos ha mostrado ser beneficioso, por lo que: l. El médico fomentará su donación. 2. En caso de muerte comprobada por dos médicos podrá procederse a la extracción de órganos del cadáver cuando medie consentimiento del individuo, la familia o tutor acorde a la normativa vigente. Se verificará previamente que el donante no ha expresado por escrito su rechazo a la donación. 3. En caso de muerte encefálica con mantenimiento de la circulación por medios artificiales, es permisible la extracción de órganos, habiendo mediado el consentimiento de acuerdo con la normativa vigente. 4. Los médicos autorizados a comprobar la muerte encefálica serán independientes del equipo responsable del trasplante.

Artículo 46 – Se podrán extraer órganos procedentes de sujetos vivos cuando exista libre consentimiento del donante obtenido sin coacción emocional, violencia o explotación económica. Cuando existan vínculos parentales entre donante y receptor, se tendrá especial cuidado de que el consentimiento haya sido expresado fuera de toda coacción.

Artículo 47 – Ante casos de tortura o tratamientos crueles, degradantes o inhumanos:

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