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Imagining Keynes – Parte I – El día que Keynes “lloró” (Economía de malversación) (página 2)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Los contribuyentes acaban pagando dichos riesgos, como también los jubilados y otros que dependen de los réditos de sus ahorros. Además, las políticas de bajos tipos de interés transfieren el riesgo de la inflación a todos los ahorradores y a las generaciones futuras. Así, pues, tal vez el mayor insulto a los contribuyentes es el de que el año pasado la remuneración de los banqueros volviera a alcanzar el nivel del período anterior a la crisis.

Naturalmente, antes de que los gobiernos los rescataran, los bancos nunca habían repartido dividendos en su historia, suponiendo que sus activos estuvieran ajustados al valor del mercado. Tampoco es de esperar que lo hagan a largo plazo, pues su modelo de negocio sigue siendo idéntico al que era antes, con modificaciones sólo cosméticas en relación con los riesgos inherentes a las transacciones.

De modo que los datos están claros, pero, como contribuyentes individuales, estamos indefensos, porque, dadas las medidas concertadas de los grupos de presión o -peor aún- de las autoridades económicas, no controlamos los resultados. Nuestras subvenciones para los directores y ejecutivos de los bancos son completamente involuntarias.

Pero la perplejidad resultante representa un elefante aún mayor. ¿Por qué un gerente de inversiones compra los valores de bancos que pagan porciones muy grandes de sus ganancias a sus empleados?

La razón no puede ser la promesa de repetir beneficios pasados, dada la insuficiencia de dichos beneficios. En realidad, filtrar los valores conforme a los beneficios habría reducido a más de la mitad las pérdidas de las inversiones en el sector financiero en los veinte últimos años, sin pérdidas de beneficios.

¿Por qué los gerentes de carteras y de fondos de pensiones abrigan la esperanza de que sus inversores les concedan impunidad? ¿Acaso no resulta evidente a los inversores que están transfiriendo voluntariamente los fondos de sus clientes a los bolsillos de los banqueros? ¿Acaso no están violando los gestores de fondos tanto las obligaciones fiduciarias como las normas morales? ¿Están desaprovechando la única oportunidad que tenemos de disciplinar a los bancos y obligarlos a competir para correr riesgos de forma responsable?

Resulta difícil de entender por qué el mecanismo del mercado no elimina esas preguntas. Un mercado que funcionara bien produciría resultados que favorecerían a los bancos que contaran con los riesgos adecuados, los planes de remuneración idóneos, el reparto de riesgos correcto y, por tanto, la gestión empresarial adecuada.

Podemos preguntarnos: si los gestores de inversiones y sus clientes no reciben beneficios elevados por sus valores bancarios, como sucedería si se beneficiaran de la externalización por parte de los banqueros del riesgo que recae en los contribuyentes, ¿por qué no se deshacen de ellos? La respuesta es la llamada "beta": los bancos representan una gran proporción de los S&P 500 y los gestores necesitan invertir en ellos.

No creemos que la reglamentación sea una panacea para este estado de cosas. Los bancos mayores y más complejos han llegado a ser expertos en mantenerse un paso por delante de los reglamentadores creando constantemente productos financieros y derivados que eluden la letra de las normas. En esas circunstancias, una reglamentación más complicada significa simplemente más horas retribuibles para los abogados, más ingresos para los reglamentadores que cambien de bando y más beneficios para los gestores de derivados.

Los gestores de inversiones tienen la obligación profesional y moral de desempeñar su papel imponiendo cierta disciplina al sistema bancario. El primer paso debería ser el de diferenciar los bancos conforme a sus criterios de remuneración.

En el pasado los inversores se han regido por criterios éticos -al excluir, pongamos por caso, las empresas tabaqueras o las multinacionales cómplices del apartheid en Sudáfrica- y han logrado ejercer presiones en los valores subyacentes. La inversión en bancos constituye una doble violación: ética y profesional. Los inversores y todos nosotros estaríamos mucho mejor económicamente, si esos fondos afluyeran a empresas más productivas, tal vez reorientando hacia organizaciones benéficas una cantidad equivalente a la que se transferiría a las primas de los banqueros.

(Nassim Nicholas Taleb es profesor de Prevención de Riesgos en la Universidad de Nueva York y autor de The Black Swan ("El cisne negro"). Mark Spitznagel es gestor de fondos de cobertura. Los autores tienen posiciones que se benefician, si los valores de los bancos se devalúan. Copyright: Project Syndicate, 2011)

La doctrina del miedo ("el tiempo se agota", dice el FMI)

Una peculiar cuenta atrás atruena en los mercados financieros desde agosto (2011). Y la última asamblea del Fondo Monetario Internacional (septiembre 2011) devolvió el eco, multiplicado. La cita, que reúne la mayor concentración de responsables de política económica del mundo, tuvo un efecto paradójico: solo fue capaz de constatar que el tiempo se escapa entre los dedos de los responsables políticos. La "sensación de urgencia" que quiso instalar la nueva directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se convirtió en un ejercicio de impotencia. "El tiempo se agota", fue la salmodia de los expertos del Fondo. Todos los ojos se dirigen a Europa, donde la crisis financiera se ha vuelto a hacer fuerte. Cada vez son más los que creen que ya es demasiado tarde. Que el envite -una reforma radical de la estructura de la zona euro- es demasiado grande para ser resuelto por los actuales dirigentes europeos. Con el grifo del crédito ya medio cerrado, la recaída está a la vuelta de la esquina.

"Lo que tenemos en Europa es una crisis bancaria que puede generar un credit crunch", advierte Guillermo Calvo, de la Universidad de Columbia, en Nueva York. "En el mejor de los casos, se le va a dar a Grecia la medicina para que siga pagando su deuda en el corto plazo y se hará lo necesario para que no quiebren los bancos. Pero eso no va a evitar el credit crunch, lo que va a tener un impacto severo en el crecimiento europeo y también, muy posiblemente, en el de Estados Unidos. La probabilidad de una recaída importante del PIB en Europa y Estados Unidos no se puede descartar", apunta.

El escenario descrito por el profesor no es, ni mucho menos, el peor de los manejados. Varios de los expertos consultados (y es una opinión creciente en todo tipo de foros especializados) creen que el retraso en la toma de decisiones en la UE hace casi imposible evitar la suspensión de pagos en Grecia. Y que los problemas de las autoridades europeas para dar competencias más ambiciosas al fondo de rescate y al Banco Central Europeo dificultarán frenar el contagio a otras economías y al sistema bancario europeo.

"La crisis no se ha gestionado bien; va de mal en peor. Hagan lo que hagan los Gobiernos ya, Grecia y Portugal entrarán en suspensión de pagos. Quizá España e Italia también. Eso no puede gestionarse de manera voluntaria y ordenada y el resultado será quiebras bancarias", sostiene Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra, que no deja pasar la ocasión de atizar a la propuesta comunitaria de que los bancos con títulos griegos asuman una quita de la deuda. "Hay un riesgo claro de que la crisis de la deuda pública se vaya de las manos", corrobora Paul de Grauwe, de la Universidad de Lovaina.

La serpiente de la crisis financiera muda de piel cada cierto tiempo, pero se mantiene viva cuatro años después. En algunos momentos, como el arranque de 2010 o de 2011, su carga tóxica pareció menguar. Entonces, algunos países avanzados (en ningún caso España) aceleraron el crecimiento, dejaron atrás el mal sueño de la Gran Recesión. Fue un espejismo. Las dificultades de varios países europeos (Grecia, Irlanda, Portugal) para hacer frente al pago de la deuda pública dispararon las dudas de los inversores. La lenta reacción de la UE hizo el resto. La desconfianza elevó el coste de esa deuda, y eso, junto al efecto de los planes de ajuste en las perspectivas de crecimiento, retroalimentó las dudas de los inversores en una espiral que los planes de rescate de la UE a estos tres países no fueron capaces de cortar.

La crisis de deuda pública en varios países periféricos de la zona euro se manifestó cuando varias economías occidentales apenas habían empezado a digerir los excesos de la deuda privada, origen de las primeras turbulencias financieras en 2007. Y ambos problemas lastran las cuentas de los bancos, catalizadores de esta crisis. El balance es que, pese a los estímulos fiscales con que los Gobiernos del G-20 combatieron la recesión, las inyecciones de fondos públicos a las entidades financieras y la avalancha de liquidez suministrada por los bancos centrales, el peso de la deuda acogota a los bancos. Una vía de agua que no ha hecho más que crecer desde el tercer trimestre de 2011, disparando la exigencia de nuevas recapitalizaciones en las entidades europeas para afrontar la pérdida de valor de sus activos, ya sean títulos de deuda o créditos con más opciones de caer en morosidad por la falta de crecimiento económico. Por no hablar del agujero inmobiliario.

"Inicialmente, la crisis bancaria arrastró a una situación muy complicada a las cuentas públicas. Ahora, es la deuda pública la que arrastra a la banca", resume Vicente Pallardó, del Instituto de Economía Internacional de Valencia.

El FMI ha acumulado mensajes contradictorios en los últimos tiempos, un signo de la ansiedad del vigilante de la estabilidad económica mundial, como le rebautizó el G-20. Aquí pesa también el precedente de 2007, cuando el Fondo no vio venir el impacto que iba a tener la crisis financiera. Pero si los expertos del Fondo tenían una idea clara, era que había que meter presión a los políticos. Y, singularmente, a la UE. "Hay una sensación generalizada de que los políticos europeos van un paso detrás de los mercados", proclamó Olivier Blanchard, jefe del departamento económico del Fondo. "Les diría que dejen de combatir los síntomas y se centren en las causas profundas", siguió el miércoles el jefe del departamento financiero, José Viñals.

Un gráfico, sencillo para lo que suele gastar el FMI, sintetizaba la aproximación del Fondo a la cuestión. Si la crisis comenzó siendo de deuda privada, luego se propagó a los bancos y pasó después a las cuentas públicas, ahora ha vuelto a mudar de piel para convertirse en una crisis política.

El mensaje se ha adobado con elevadas dosis de dramatismo, un broche razonable para un período dominado por el temor, una expresión repetida hasta la saciedad por políticos, analistas de mercados, expertos económicos y medios de comunicación en las últimos tiempos. "Hay miedo a lo desconocido". La frase, más propia de una película de terror de serie B, se recoge en el análisis que abre el informe de Perspectivas Económicas Mundiales del FMI. El Fondo ha llegado a la conclusión de que para despejar los miedos de los mercados, hay que meter presión a los políticos para que actúen. Y que la mejor manera es… con más miedo.

La secuencia recuerda a algunas de las descritas con prolijidad por la periodista canadiense Naomi Klein, que glosó el nacimiento de los movimientos contra la globalización capitalista, en el libro La Doctrina del Shock. El desastre, recuerda Klein, es un evento muy conveniente para acelerar cambios que llevan años bloqueados por la resistencia social y política. La periodista utiliza la teoría para explicar cómo se impusieron algunas recetas que tilda de neoliberales al calor de convulsiones políticas o económicas. No está tan claro que aquí sea el caso: en las recetas que se proponen para salir del atolladero conviven el recorte del sector público, el uso de fondos estatales en auxilio de la banca, más impuestos a los ricos o a las entidades financieras o una mayor integración fiscal de la zona euro. Lo que sí es cierto, es que unas van más rápidas que otras.

"Lo que ha hecho estos días el FMI es de pirómano, y ellos deberían comportarse como bomberos prudentes. Hay cierto efecto Roubini (por Nouriel Roubini, que anticipó la crisis financiera); nadie quiere que le acusen de no haber avisado. Pero a mí me enseñaron hace mucho que cuando detectas un problema debes aportar soluciones o te conviertes en parte del problema", critica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "La situación es seria, pero los mercados financieros tienden a exagerar mucho", matiza Stephany Griffith-Jones, coautora del libro "Un tiempo para la mano visible" junto al Nobel Joseph Stiglitz y al profesor José Antonio Ocampo.

Al reclamo del Fondo, escoltado por nuevos tropiezos en las Bolsas, la presión sobre los líderes europeos se ha redoblado. El primer ministro británico, David Cameron, en un gesto poco apreciado por sus colegas de la UE, abanderó una carta abierta de siete países del G-20 para exigir a la zona euro que resuelva ya sus problemas. El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, aseguraba, cada vez que se la acercaba un micrófono, que los europeos estaban a punto de multiplicar la potencia del fondo de rescates, algo que negaban los dirigentes de la UE una y otra vez. El ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, aquel que se mostró sorprendido por la codicia de los bancos de inversión estadounidenses tras haberlos dejado campar por sus respetos, daba "semanas" a la suspensión de pagos en Grecia. El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, que había prometido un gesto de respaldo de los gigantes emergentes, se limitó a lanzar una frase redonda y venenosa -"Europa es el epicentro de la crisis"- y a reclamar medidas "rápidas y osadas" para evitar el contagio.

En lo que va de año, la cotización de los bancos europeos ha caído un 40%; los fondos monetarios estadounidenses, una fuente de financiación esencial para varios gigantes financieros continentales, ha reducido a mínimos históricos su exposición a las entidades europeas; y el Fondo, en una polémica estimación, cree que las pérdidas potenciales por la devaluación de títulos de deuda pública ronda los 300.000 millones de euros, un boquete en los balances bancarios que apremia la recapitalización.

Para no ahogarse en la tormenta, la UE se agarra a la tabla del acuerdo alcanzado, con mucha dificultad, en julio, para ampliar las competencias del fondo de rescates. Y aprieta las tuercas a Grecia para que prosiga con los ajustes, antes de liberar otro tramo del crédito fijado en el primer plan de ayuda y dar paso a la segunda fase. No quiere que ningún debate le desvíe de conseguir esos dos objetivos, al alcance de la mano.

"Aunque finalmente caiga Grecia, la crisis no tiene por qué irse de las manos. Solo ocurriría así si no logran controlar los mercados de la deuda italiana y española", dice Francisco Alcalá, catedrático de Economía de la Universidad de Murcia. "Para evitarlo, habría que dejar claro que el problema de Italia y España sería de liquidez, no de solvencia; propiciar que el BCE declare abiertamente el compromiso firme de estabilizar los mercados de deuda de los países con problemas de iliquidez; y preparar medidas que eviten un posible colapso del sistema bancario", enumera. "El único que tiene recursos ilimitados e inmediatos para despejar todas las dudas es el BCE", concede Alcalá.

La exigencia de un nuevo mandato para el BCE que le permita respaldar al euro como hacen la Reserva Federal con el dólar o el Banco de Inglaterra con la libra, es común a varios expertos. "El fondo de rescate (que podrá prestar hasta 440.000 millones) es demasiado pequeño para afrontar el riesgo añadido de España e Italia. Se necesitaría una reserva de tres billones al menos, y ningún Gobierno puede con eso. La única manera de evitar la crisis es que el BCE garantice toda la deuda pública europea. Cuanto más esperemos, más profunda será la crisis. Y la recesión", avisa Wyplosz. "El fondo de rescates nunca funcionará bien. Solo puede intervenir por unanimidad de todos los países y es demasiado pequeño. El BCE debe dejar atrás los dogmatismos y anunciar que va a intervenir en los mercados permanentemente", corea De Grauwe.

Un paso así, que requiere en paralelo una abrupta integración fiscal, no parece cosa de días. Menos aún, cuando hay una oposición en varios países, especialmente de Alemania. "El problema no es tanto que los políticos no sean conscientes de lo que se juegan, sino que los electorados del centro y el norte de Europa no admiten más consideración con el sur. Hace muchos meses que se les debería estar explicando el enorme coste que tendrá para ellos una posible ruptura del euro y quién sabe si, con él, del proyecto europeo", explica Pallardó. Con esa perspectiva, los líderes alemanes, holandeses o nórdicos necesitan mucho tiempo para convencerse y convencer a su electorado de decisiones tan drásticas. Y no está nada claro que los mercados vayan a concedérselo.

"No estamos en regímenes napoleónicos en los que se chasquea los dedos para hacer reformas, estamos en democracias parlamentarias, que tienen otros procesos", recalcó la directora gerente del FMI, en otra de esas contradicciones tan frecuentes en los últimos días. "Es curioso como la presión se ha concentrado de forma exclusiva en los líderes políticos europeos, que desde luego, podrían hacer mucho más", recoge el guante Stephany Griffith-Jones. "Hay otra vez silencio sobre la responsabilidad de los mercados financieros y los bancos en la crisis de la eurozona. ¿Qué pueden hacer para resolver la situación? ¿Cómo pueden ayudar a los Gobiernos a suministrar crédito? ¿O deberían ser regulados de forma radical para que dejen de hacer tanto daño a la economía en el futuro?".

Una pregunta similar se lanzó desde la sala de prensa a los expertos del FMI. "Exigen a los políticos que pongan más de su parte, ¿creen que los bancos han hecho su parte?". La respuesta llevó decenas de palabras. Pero, en síntesis, no hubo respuesta.

La quiebra de Lehman Brothers, en el retrovisor

"Mucha gente dice que no lo vio venir en 2008, pero ahora no hay excusa". El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afloró en Washington una pregunta recurrente entre los políticos, los inversores, los analistas y la prensa especializada: ¿esta crisis financiera es ya comparable a la que explotó tras la quiebra de Lehman Brothers?

"La reacción de los mercados no ha sido tan intensa ni tan generalizada como fue después de aquel evento". Es la respuesta del equipo técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI), que profundiza en la comparación en el informe de Estabilidad Financiera, presentado esta semana. Pero casi, cabría añadir a la vista de algunos de los resultados: "Durante dos semanas del pasado mes de agosto (2011), la riqueza de los mercados bursátiles globales descendió en 7,3 billones de dólares. En las dos semanas que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers (en septiembre de 2008) la pérdida fue de 11 billones".

"La percepción del riesgo entre los inversores es ahora mayor en el caso de la banca y la deuda pública europeas", prosigue el estudio, que basa su conclusión en el precio de los credit default swaps o seguros de impago de deuda, un mercado opaco y poco líquido. Otros indicios de la tensión en los mercados financieros son más obvios como la evolución de los principales indicadores bursátiles europeos (en mínimos desde principios de 2009) o el hecho de que los tipos de interés de los títulos de deuda pública más estables (los estadounidenses o alemanes) estén tan bajos (por su elevada demanda) que no compensan siquiera la inflación.

También hay que retrotraerse a abril de 2009 para encontrar tanta presión en el mercado interbancario europeo como ahora (el coste al que se prestan los bancos entre sí a corto plazo). La respuesta, en suma, es poco esperanzadora para los próximos meses. Las tensiones financieras se acercan a las que se produjeron en 2008 y entonces eso derivó en un estrangulamiento del crédito a la economía real, y en último término, en la Gran Recesión. Sin llegar a aquellos extremos, los técnicos del FMI estiman que hay un 40% de probabilidades de que la economía estadounidense, que suele anticipar la contracción en los países avanzados, entre en recesión en el último trimestre de 2011.

-¡Take the money and run! (huellas -recientes- dejadas en la "odiada" hemeroteca)

"There is no sign of the necessary change" in bankers' mentality since the financial crisis, Stark said. "One has the unmistakable impression that the casino is still open". (Juergen Stark, economista jefe del BCE – El Confidencial – 20/1/11)

En 2009 el montante total de deuda contabilizada en el análisis -familias, gobiernos y empresas- asciende a la "modesta cifra" de 109 billones de dólares, siendo 1.82 veces el PIB mundial.

"El Banco Central de Irlanda está imprimiendo su propio dinero a fin de facilitar líneas de liquidez (préstamos) para mantener en pie su sistema financiero. En concreto, la entidad ha prestado al sistema financiero nacional un total de 51.094 millones de euros a cierre de 2010, incrementándose en más de 40.000 millones en tan sólo los últimos tres meses. Esto significa imprimir en dinero el equivalente al 25% del PIB irlandés -estimado en unos 160.000 millones de euros". (Libertad Digital – 20/1/11)

Y todo ello, con la autorización del Banco Central Europeo (BCE). Y es que, si bien se trata de una práctica inusual, por no decir inexistente en el seno de la zona euro, esta posibilidad es legal, de ahí la aceptación de Trichet. El organismo monetario considera que el Banco Central de Irlanda puede hacer uso de sus propios "fondos" (dinero de nueva creación) para sostener a su banca siempre y cuando se lo notifique con antelación.

La monetización de deuda se ha convertido en una práctica habitual de los bancos centrales en algunas grandes potencias del mundo a raíz del estallido de la crisis financiera de 2007. El programa ideado para tal fin es el ya famoso Quantitative Easing (expansión monetaria cuantitativa), vigente en EEUU, Gran Bretaña y Japón a través de las masivas compras de deuda pública o semipública que realizan sus respectivos bancos centrales.

"La crisis financiera que asoló la economía en 2008 "podría haberse evitado" si no se hubieran producido fallos generalizados en los reguladores, así como una mala gestión en las empresas y la irresponsable toma de riesgos de Wall Street, según reflejan las conclusiones de un informe elaborado por la Comisión Investigadora de la Crisis Financiera, formada por el Congreso de EEUU en 2009". (Negocios.com – 26/1/11)

"La mayor tragedia sería aceptar la letanía de que nadie podía haber previsto lo ocurrido y por lo tanto nada se podría haber hecho para evitarlo", señalan los miembros de la Comisión en un informe al que tuvo acceso 'The New York Times'. "Si aceptamos esta idea, volverá a repetirse", advierten.

Respecto a las conclusiones más destacadas de la investigación, los comisionados señalan entre los responsables de la crisis a los dos últimos presidentes de la Reserva Federal, Alan Greenspan, quien permitió la expansión de la burbuja inmobiliaria, y a su sucesor Ben Bernanke, quien no supo prever la crisis, aunque haya desempeñado un papel "crucial" en la lucha contra ella.

Así, el informe resulta especialmente duro con la labor de Alan Greenspan, quien antes de la crisis era reverenciado por los mercados y conocido por el apelativo de "El Maestro", pero al que los autores de la investigación señalan como el responsable del proceso de desregulación que no impidió el flujo de hipotecas tóxicas, en un claro ejemplo de negligencia.

Por otro lado, los congresistas también reservan buena parte de sus críticas para la Administración Bush por su "respuesta inconsistente" a la crisis, que permitió el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, "añadiendo incertidumbre y pánico a los mercados".

Asimismo, el informe también reparte culpas entre el partido Demócrata al señalar como "un momento clave en la evolución hacia la crisis" la decisión del presidente Clinton de blindar del control público a los derivados financieros.

Por su parte, el actual secretario del Tesoro, Timothy F. Geithner, quien entonces presidía la Reserva Federal de Nueva York, tampoco sale indemne, ya que no se percató de las dificultades en Citigroup y Lehman, aunque apunta que tampoco era él el principal responsable de su supervisión.

"La crisis fue el resultado de la acción y la inacción de las personas, no fue producto de la Madre Naturaleza ni de un error en los ordenadores", señala el informe.

"Las ganancias del cuarto trimestre de las mayores compañías de Estados Unidos han sido excepcionalmente vigorosas, con importantes avances en los sectores de telecomunicaciones y energía y una recuperación en los servicios financieros". (The Wall Street Journal – 1/2/11)

Excluyendo a las compañías financieras, cuyas pérdidas de 2009 sesgaron los resultados, las utilidades de las empresas del Standard & Poor's 500 crecieron 17% tomando como base los resultados reportados por compañías que representan 54% del valor del índice. Más de 50% de las empresas del índice ya han divulgado sus resultados.

S&P calcula que el crecimiento de las ganancias será de alrededor de 51% en 2010, un incremento porcentual solamente superado por el récord de 243% en 2009 y el avance de 77% en 2003.

"El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales"". (El Economista – 2/2/11)

"Según publica hoy el Wall Street Journal, la cifra total de compensaciones y bonificaciones que repartió el sector financiero en 2010 asciende a los 135.000 millones de dólares, un 5,7 por ciento más que los 128.000 millones en salarios y beneficios repartidos un año antes. La subida, según el rotativo, estuvo motivada por el aumento en los ingresos. Entre las 25 compañías financieras más importantes que ya presentaron resultados, los ingresos alcanzaron los 417.000 millones de dólares, otro récord histórico". (El Economista – 2/2/11)

Los ingresos son un factor clave en el reparto de beneficios y sueldos entre el sector financiero, que dedica un tercio del total a recompensar a sus empleados. Este porcentaje conocido como "ratio de compensación" subió en 2010 hasta el 32,5 por ciento desde el 31,1 por ciento de 2009. Así la compensación media de cada empleado subió un 3 por ciento hasta los 141.000 dólares, aunque esta cifra varía entre empresas.

"Ni el Gobierno chino, ni el japonés. El mayor tenedor de deuda pública estadounidense ya no es ninguna de las economías emergentes sino la Reserva Federal de Estados Unidos. Una primera posición que para muchas voces no es suficiente y ya presionan para que la institución que preside Ben Bernanke continúe invirtiendo en los títulos de su propio país". (Cinco Días – 2/2/11)

En los últimos años China (con 896.000 millones de dólares) y Japón (con 877.000 millones) lideraban la clasificación de tenedores de deuda pública del país norteamericano. Hoy esto ya no es así. Actualmente es la Reserva Federal la cabeza visible de este ranking, con un montante en su cartera de 1.100.000 millones de dólares, según revelan el diario Financial Times. Una cifra que podría elevarse a los 1,6 billones para el mes junio (2011).

"Los Bancos Centrales, al igual que todos los bancos, suelen tener un apalancamiento importante. En el caso del Eurosistema hablamos de casi 25 veces activos sobre capital, por lo que una pérdida del 4% en sus inversiones liquidaría sus fondos propios. No obstante en realidad eso no es suficiente para la bancarrota. Para quebrar foráneos o nativos deben perder la confianza en la moneda. Cuando el dinero no es aceptado "game over", pero mientras tanto nada impide el imprimir para solventar los problemas". (El Confidencial – 3/2/11)

Vistos los antecedentes ya podemos ir con lo importante: la Reserva Federal. Su activo 2.446.760 millones de dólares, su capital 53.063 millones de dólares, por tanto apalancamiento de… ¡46,11 veces! O lo que es lo mismo, con unas pérdidas sobre sus activos del 2.2% el club de Bernanke se vería en serios problemas. No porque la Reserva Federal quebrase pues podrían imprimir y todo el mundo seguiría aceptando billetes verdes, pero sin duda sería un punto de inflexión, sería demostrar que están llevando una política totalmente inválida, sería como decir que lo suyo no son los precios sino otras cosas…

"El Fondo Monetario Internacional (FMI) proporcionó "pocos avisos claros" sobre los riesgos y las debilidades ligados a la última crisis financiera que se cernía sobre la economía mundial antes de que ésta estallara, según un informe de la Oficina de Evaluación Independiente (OEI), que controla la labor de la institución". (Negocios.com – 9/2/11)

En un informe sobre su comportamiento entre 2004 y 2007, los años anteriores a la crisis financiera y económica, la OEI considera que, durante el periodo previo a la crisis, el mensaje bandera de la vigilancia del FMI se caracterizó por su "excesiva confianza en la solidez y la resistencia de las grandes instituciones financieras" y en la aprobación de las prácticas llevadas a cabo en los principales centros financieros.

"Durante la crisis financiera, lo que más preocupaba a los inversionistas en Estados Unidos eran los activos "tóxicos" en poder de los bancos. Esos temores disminuyeron a medida que las ganancias de las entidades financieras se recuperaban y los préstamos morosos declinaban. Las acciones de la banca subieron 25% durante los últimos cinco meses". (The Wall Street Journal – 11/2/11)

Los bancos, sin embargo, todavía conservan muchos de los activos que alguna vez aterraron a los inversionistas como valores respaldados por hipotecas, obligaciones de deuda garantizada y otros instrumentos riesgosos. Su impacto potencial inquieta a algunos expertos en contabilidad y a observadores del sector financiero.

Un problema se centra en los llamados valores de nivel 3, inversiones no líquidas y difíciles de valorar a precios de mercado. De acuerdo con el análisis de The Wall Street Journal al 30 de septiembre pasado, los diez bancos principales tenían US$ 360.700 millones de valores de nivel 3, lo que equivale al 42,6% del capital de los accionistas.

"No es un tema del que se hable a viva voz, pero resuena en todos los pasillos. En EEUU, las compañías ya presentan resultados de mega hit taquillero mientras que las cifras del paro son de película de terror. Pero no es de esperar que el guión cambie pronto: mientras las empresas puedan seguir engordando sus beneficios sin ampliar plantilla, no apostarán por ello". (El Economista – 11/2/11)

"El desempleo es un hecho terrible para familias y particulares, pero estoy seguro de que muchas compañías creen que están mejor con menos trabajadores y se escudan en la supuesta debilidad de la economía para mantener sus filas escuálidas", indica el cofundador del hedge fund Short Hill Capital, Stephen Weiss.

"En su lugar, se centrarán en incrementar la productividad de sus empleados y conseguir mayores márgenes", añade.

Así, mientras la tasa de paro siga a los actuales niveles, reflejando la difícil realidad de millones de ciudadanos estadounidenses, la Reserva Federal mantendrá sus programas de inyección de liquidez. Y eso gusta a las empresas.

El desempleo elevado "les mantendrá alejados de retirar el programa de estímulo monetario e, incluso, les puede llevar a un tercer QE", asegura Nicholas Colas, estratega jefe de mercados de BNY ConvergEx. "La renta variable lo hará bien ante un mercado laboral deteriorado porque es el gran motivo por el que la Fed continúa con su apoyo", añade James Iuorio, director ejecutivo de TJM Institutional Services.

"Los osos hace meses que están hibernando y los escépticos comienzan a creer. Ayer, el Standard & Poor´s 500 volvió a dar muestras de la fortaleza del rally: sumó 8,31 puntos para alcanzar los 1.336,32 enteros o, lo que es lo mismo, ya se encuentra al doble de sus mínimos de marzo de 2006, en los 666,79 enteros". (El Confidencial – 17/2/11)

De esta manera, el índice ha registrado la subida de un 100% más rápida desde 1936, cuando acumuló 501 días de rally alcista. En esta ocasión el optimismo en los mercados viene durando 707 días, según publica The Wall Street Journal.

"Hay momentos en que se debe pensar y actuar de forma original y después hay momentos en que se vuelve a la normalidad. Los más importantes bancos centrales de Occidente -el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de los Estados Unidos- deben tomárselo en serio. Como dijo el ex Presidente de la Reserva Federal William McChesney Martin: "La misión del banco central es la de retirar el ponche cuando la fiesta aún no ha acabado". Sin embargo, recientemente la Reserva Federal decidió no sólo mantener la fuente del ponche, sino también volver a llenarlo". (Sylvester Eijffinger and Edin Mujagic – Project Syndicate – 1/3/11)

Así, pues, ha llegado el momento de que los bancos centrales de Occidente vuelvan a ser "normales". Ello es aplicable en particular a la Reserva Federal y al Banco de Inglaterra y, en menor medida, al BCE.

"Por desgracia, estamos muy lejos de un mundo idealizado en que los mercados financieros comparten el riesgo de forma eficaz. De los aproximadamente 200 billones en activos financieros mundiales que existen hoy en día, casi tres cuartas partes se expresan en alguna especie de instrumento de deuda, como préstamos bancarios, bonos corporativos y valores públicos. Sin duda, el mercado de derivados ayuda a distribuir el riesgo más ampliamente que lo que implica este cálculo superficial, pero el punto básico sigue siendo válido". (Kenneth Rogoff – Project Syndicate – 1/3/11)

"Los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona han acordado este sábado reforzar la capacidad financiera del fondo de rescate de 750.000 millones de euros para los países con problemas de deuda y flexibilizarlo con el objetivo de que pueda comprar bonos en el mercado primario, tal y como reclamaban España y Portugal". (Gaceta.es – 12/3/11)

"El programa TARP (Troubled Asset Relief Program, también conocido como Plan Paulson, por el ex secretario del Tesoro Henry Paulson) para aliviar la crisis financiera norteamericana ha tenido éxito "en parte", según el trigésimo y definitivo informe oficial publicado el miércoles por el Panel del Congreso para la supervisión del propio programa para "activos problemáticos". Sin embargo, la lista de "peros" con los que el informe matiza ese éxito es larga y de mucha enjundia. Y lo que no menciona es todavía más ilustrativo y menos favorable". (Libertad Digital – 19/3/11)

Pero es en las consecuencias de difícil cuantificación donde el Panel advierte, no ya de las carencias del TARP, sino de los daños que ha causado. Así, en el punto álgido de la crisis bancaria, 18 grandes instituciones financieras recibieron 208.600 millones de dólares prácticamente de la noche a la mañana sin tener que demostrar su capacidad para devolver esos importes ni cumplir muchos requisitos. Mientras tanto, otras instituciones financieras menores no recibieron esas ayudas.

…Todo ello lleva al Panel a considerar que el TARP, a los ojos del público americano, ha quedado estigmatizado: "La percepción general es que el TARP ha restablecido la estabilidad al sector financiero mediante las rescates a los bancos de Wall Street y a los fabricantes nacionales de automóviles, mientras hacía poco por los 13,9 millones de trabajadores en paro, los 2,4 millones de propietarios de viviendas que están en riesgo inminente de ejecución hipotecaria o las innumerables familias que, de algún modo, se esfuerzan por llegar a final de mes".

"La Reserva Federal se ha convertido en el comprador de más del 60% del mercado de los bonos estadounidenses. Y es que, resulta algo ingenuo pensar que las entidades con licencia para comprar directamente deuda pública, los llamados "Primary Dealers", podrían o querrían comprar esa enorme cantidad de bonos de escasa rentabilidad si la FED no estuviera a su vez dispuesta a adquirir casi todo el papel que el Tesoro emite al "mercado".

De hecho, los "Primary Dealers" están vendiendo a la Reserva Federal deuda que compraron al Gobierno de Washington apenas una o dos semanas antes. Aunque el presidente de la FED, Ben Bernanke, ha reiterado que no está monetizando deuda pública, los números son contundentes. Es más, el hecho de que los "Primary Dealers", los únicos capaces de comprar deuda gubernamental, sean una serie de entidades autorizadas por el propio Gobierno está volviendo a levantar muchas sospechas acerca de su independencia real". (Libertad Digital – 21/3/11)

El problema de la Reserva Federal y del resto de bancos centrales del mundo es que conforme monetizan más deuda aumentan las presiones inflacionarias, y todo apunta a que está empezando a llegar el momento en el que si dejan de monetizar los tipos de interés de los bonos subirán debido a la gran cantidad de papel emitido. Por otro lado, Si deciden seguir monetizando la prima por inflación seguirá subiendo, lo cual hará que los tipos de interés también suban. Es decir, la política monetaria parece haber llegado a una especie de callejón sin salida.

Ante tal situación, los economistas barajan básicamente dos posibles vías: la primera consistiría en seguir el mismo camino, con sucesivas inyecciones monetarias que produzcan una subida de precios, hagan bajar el valor real de los salarios y devalúen la deuda hasta que llegue a niveles manejables; la segunda opción, por el contrario, sería que el Gobierno empezase a adoptar políticas fiscales responsables y no realizar más inyecciones monetarias.

Dada la historia de la Reserva Federal y de los bancos centrales en general, la mayoría de analistas coincide en que la primera opción es la más probable y el futuro traiga subidas de precios y tipos de interés más altos.

"Conforme los gobiernos de países avanzados asumen una creciente responsabilidad para proteger a sus ciudadanos, inversionistas, bancos y compañías de las penurias infligidas por los desastres, extreman sus recursos financieros hasta cerca del límite. Ello, dicen economistas, podría privarlos de los medios necesarios para responder la próxima vez que ocurra una crisis de proporciones". (The Wall Street Journal – 27/3/11)

"¿Podemos permitirnos otra crisis? Creo que la respuesta es no", dice Raghuram Rajan, profesor de la Universidad de Chicago quien se desempeñó como economista jefe del Fondo Monetario Internacional entre 2003 y 2007. "Simplemente no tenemos la capacidad fiscal en muchos países para rescatar nuevamente el sistema".

Hasta 2010, el endeudamiento promedio del gobierno central entre los países avanzados ascendía a 74% del Producto Interno Bruto (PIB), tres veces más que en 1970, según los economistas Carmen Reinhart, del Instituto Peterson para la Economía Internacional, y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard. Se trata del nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La acumulación de deuda ha coincidido con una transformación en el papel de los gobiernos de los países avanzados durante las crisis. Cada vez más, han intervenido como el asegurador de última instancia, asumiendo toda clase de costos, desde reconstruir comunidades costeras hasta garantizar las deudas de bancos y compañías privadas. Reinhart observa que los aumentos en la deuda fiscal han sido particularmente marcados después de las crisis financieras.

"Existe la expectativa de que el gobierno siempre estará allí para el rescate y la expectativa de que las tasas impositivas siempre se mantendrán bajas", dice Rogoff. Ambas "son incoherentes", asevera.

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"En pleno apogeo de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, el fundador del fondo de cobertura Elliott Management, Paul Singer, apostó contra las hipotecas de alto riesgo. A mediados de 2007 advirtió a los reguladores de ambos lados del Atlántico que se avecinaba una gran crisis financiera.

Fue completamente ignorado. Ahora, Singer dice que los mayores bancos se encaminan a sufrir otro colapso del crédito. Entre los factores que originarían el próximo desplome, el ejecutivo destaca uno: la política monetaria de EEUU, la cual, asegura es "extremadamente arriesgada". El peligro es una "inflación descomunal"". (The Wall Street Journal – 25/3/11)

En concreto, apunta a la política "sin precedentes" de la Fed de mantener las tasas de referencia en casi cero y su facilidad para imprimir dinero ("relajamiento cuantitativo 2"), que ha llevado al banco a comprar bonos del Tesoro a mediano y largo plazo. Esta táctica se está usando como un "sustituto a una política fiscal y regulatoria coherente", dice. La Fed, agrega Singer, "parece creer que la inflación es algo que puede solucionar muy fácilmente y con mucha rapidez. No creo que tenga razón".

"Una escalada de beneficios inaudita, no vista en más de un siglo. Las empresas del S&P 500, el índice que agrupa a las compañías con una capitalización de más de 1.000 millones de dólares, se prepara para desplegar un registro inimaginable hasta hace pocas fechas: los beneficios empresariales se aproximan a los máximos históricos registrados en 2007 después de que se haya producido la recuperación más rápida desde 1900, según las cifras recopiladas por Bloomberg a partir de la base de datos de S&P y Schiller, de la Universidad de Yale". (El Confidencial – 5/4/11)

No es algo nuevo: los datos confirman que las grandes compañías se están convirtiendo en las grandes ganadoras de la crisis económica y financiera por su resistencia a la falta de crédito y la caída del consumo que se ha llevado por delante a decenas de miles de empresas occidentales. Así, mientras que la destrucción de empleo se ha cebado con gran parte de las grandes economías, los grandes grupos empresariales han multiplicado sus beneficios en apenas dos años hasta recuperar y superar las cifras previas a la crisis.

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Evolución del beneficio por acción en el S&P 500 desde 1900. (Fuente: Bloomberg, Schiller, S&P)

Según las estimaciones recopiladas por Bloomberg, el crecimiento de las ganancias en este grupo de empresas desde marzo de 2009 podría elevarse al 1.200%, al pasar de 7 dólares de beneficio por acción hasta los 90 que se marcarán en agosto. En este periodo el índice de bolsa S&P 500 ha duplicado prácticamente su nivel, amasando el mejor periodo de ganancias en bolsa desde los años 30.

"2010 ha sido un año dorado para los 25 mayores hedge funds del mundo y nunca mejor dicho. El fuerte repunte del oro ha sido uno de los factores que ha permitido a los gestores estrella de Wall Street cerrar un ejercicio espectacular con 22.070 millones de dólares más en sus cuentas, según el ranking anual de Absolute Return Alpha". (El Confidencial – 9/4/11)

Una cifra que dista mucho de la que registraba la industria hace tan sólo diez años. Por aquel entonces entre veinticinco gestores de fondos alcanzaban a conseguir tan sólo 5.000 millones de dólares, hoy en día eso es lo que gana en solitario John Paulson, como recoge The New York Times.

Para hacerse una idea, teniendo en cuenta un salario anual de $50.000 haría falta la nómina de 441.440 norteamericanos para alcanzar la elevada suma. Sin embargo, el chollo de los hedge funds va más allá. Pueden ganar grandes sumas de dinero aún si los fondos no funcionan bien un año. Eso es debido a sus inversiones en fondos de pensiones, universitarios y la gestión del capital de otros inversores millonarios, rendimientos que no se engloban en el comportamiento general del fondo.

"Tras la quiebra de Lehman, la FED prestó billones de dólares a entidades de medio planeta. Las cifras y nombres… Gadafi entre ellos". (Libertad Digital – 11/4/11)

El pasado diciembre (2010) la Reserva Federal (FED) hizo públicos una gran cantidad de documentos sobre sus préstamos a las entidades financieras en 2008 tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc..

Ahora, el Tribunal Supremo le ha obligado a desclasificar 29.346 páginas adicionales referentes a la ventanilla de descuento (créditos de emergencia a cambio de activos que sirven de garantía). Como la Reserva Federal no estaba muy por la labor de facilitar la divulgación de esta información la ha entregado mediante 894 archivos en pdf contenidos en disquetes.

De hecho, desde que la Reserva Federal empezó a prestar dinero a los bancos mediante la ventanilla de descuento en 1914, jamás había revelado la identidad de los prestatarios. Esta práctica consiste en prestar a los bancos a unos tipos más reducidos que los de mercado, dándoles así facilidades para que, a su vez, distribuyan -en teoría- ese dinero al público. Pero la idea inicial consiste en limitarse a bancos solventes con problemas puntuales.

En septiembre de 2008, la FED prestó mediante la ventanilla de descuento y diversos programas de emergencia hasta un total de 1,5 billones de dólares (mucho más que todo el PIB anual de España). En concreto, 1.574.142.741.934 dólares.

Los préstamos concedidos a los principales agentes mediante el programa de facilidades de crédito de la FED implicaron un riesgo mayor que el valor de sus garantías. De hecho, el banco central llegó a aceptar cualquier tipo de garantía que fuese aceptada en un préstamo con intermediario.

Una de las sorpresas más sonadas de esta desclasificación ha sido que la mayoría de prestatarios no fueron bancos americanos sino extranjeros. Puesto que los préstamos se concedieron a filiales americanas de bancos extranjeros no se ha incumplido la ley a este respecto. Pero los críticos observan que, actuando así, la Reserva Federal se erige de facto en "el prestamista de última instancia" del mundo y no de Estados Unidos, es decir, en el banco central mundial.

Otro dato, cuanto menos sorprendente, es que el Arab Banking Corp. (ABC), con sede en Bahréin, se sirvió de una filial en Nueva York para hacerse con 73 préstamos de la FED por un total de 5.000 millones de dólares entre 2008 y 2009, momento en que un 29% de su capital estaba controlado por el Banco Central de Libia, en manos del dictador Gadafi, al que ahora la ONU (y por tanto EEUU) ha declarado la guerra.

Al conocerse este dato, Ron Paul, conocido por su incansable crítica a la Reserva Federal, expresó: "¡Qué erráticos deben parecer los Estados Unidos cuando cubrimos a un dictador alternativamente con dólares y bombas!".

"Debemos considerar la posibilidad de que esos préstamos estén financiando casualmente armas (que Gadafi) está usando contra su propio pueblo y contra los ejércitos occidentales", añadió. "No sería la primera vez que las actividades encubiertas de la FED han socavado no sólo nuestra economía y el valor del dólar sino también nuestra política exterior".

"Reforma, sí. Revolución, no. El informe preliminar elaborado por una comisión independiente sobre la reforma del sistema bancario británico ha descartado la radical idea de separar por completo la banca comercial de la de negocios y apuesta por una combinación de medidas más moderadas como fórmula más viable para dar estabilidad al sistema financiero y evitar una crisis como la que empezó en 2007". (El País – 12/4/11)

El dictamen de los expertos es que, aunque una división absoluta entre la banca de negocios y la banca al detalle puede ser la forma más sólida de proteger a la segunda de la primera, en realidad no es necesaria: con una serie de medidas combinadas menos radicales se puede conseguir el objetivo de estabilidad buscado y al mismo tiempo no perjudicar la competitividad de la banca británica.

Lo que proponen es crear lo que denominan un "anillo de protección", un ring-fencing en torno a la banca al detalle, de forma que un banco pueda seguir operando en ambos sectores pero de forma claramente diferenciada, con empresas filiales separadas. Pero, detalle crucial, manteniendo la capacidad de mover su capital de una actividad a la otra.

La gran banca había amenazado con abandonar la City de Londres y trasladar sus cuarteles generales a Nueva York u Hong Kong si Reino Unido adopta medidas demasiado radicales. Un peligro que parece haber desaparecido: las acciones de los bancos británicos se dispararon nada más abrirse la cotización en la Bolsa de Londres.

"La inflación sube impulsada por la política ultraexpansiva de la banca central. Esto favorece a la gran banca y perjudica a la clase media". (Libertad Digital – 12/4/11)

Pensemos en la inflación y sus efectos más sutiles, que van más allá de las consecuencias económicas que acarrea la subida sostenida en los índices de precios, y que muchas veces son olvidados por los medios.

No hace falta irse a los economistas más oscuros para advertir de estos efectos. De hecho, el economista británico John Maynard Keynes no lo pudo expresar más claramente cuando caracterizó al proceso inflacionario como una confiscación arbitraria de la riqueza, beneficiando a algunos y perjudicando a otros, donde entre los más perjudicados se encontraban las clases medias, pero también los "proletarios".

Como sostiene el economista George Reisman, a través de la inflación (que definimos simplificadamente como el aumento en la cantidad de dinero a través del sistema bancario capitaneado por el banco central) se puede producir un aumento notable y artificial de las desigualdades de renta -donde el estrato más rico de la población parece incrementar dramáticamente su riqueza en relación al resto y los beneficios corporativos se incrementan a ritmos superiores al de los salarios-, fenómeno que tan ampliamente es relacionado al "capitalismo feroz" y el laissez-faire.

En los últimos dos años, como consecuencia de las medidas monetarias ultraexpansivas aplicadas por los bancos centrales de medio mundo, se ha ido generando una inflación de activos significativa, especialmente en materias primas e instrumentos financieros. Dado que este tipo de activos son desproporcionadamente propiedad de los segmentos superiores de la renta, nos encontramos con que el incremento de la riqueza observado en este período se está focalizando sobre todo en estos grupos de la población, provocando con ello un incremento en la desigualdad en la riqueza y en las rentas, ya que las rentas del capital aumentan mucho más rápido que las del trabajo, debido a este incremento del valor del capital subyacente propiciado en parte por la política monetaria de los bancos centrales.

Asimismo, se pueden mencionar los rescates masivos de los gobiernos occidentales al sistema bancario y a sus acreedores. Además de que esto genera una mayor despreocupación y relajación ante la toma de riesgos financieros futuros, también significa un trasvase de fondos desde el contribuyente medio a las capas de renta y riqueza más favorecidas; del Main Street a Wall Street, en términos de Estados Unidos.

Según denuncia el prestigioso economista Axel Leijonhufvud, esta política supone un subsidio oculto a gran escala hacia la banca. El mecanismo es el siguiente: la FED concede a los bancos créditos a una tasa de interés cercana al 0%. Gran parte de estos fondos no fluyen hacia préstamos a empresas o particulares sino que o son atesoradas como reservas en exceso o son utilizadas para adquirir bonos del Tesoro norteamericano que proporcionan alrededor del 3-4% en intereses. En contraste, los ahorradores que tienen su dinero en depósitos bancarios apenas obtienen rentabilidad de sus ahorros por estos bajos tipos de interés.

Como sostiene Leijonhufvud, "este considerable subsidio al sistema bancario es soportado en última instancia por los contribuyentes", y continúa denunciando esta estrategia: "Ni el subsidio, ni la carga fiscal se ha votado por el Congreso", poniendo de manifiesto a las claras cómo en ocasiones la democracia queda en papel mojado, especialmente cuando están por medio, los bancos centrales.

Por si todo esto no fuera poco, otro de los efectos de masiva inyección de liquidez en los mercados ha sido el de contribuir al notable incremento de los precios de las materias primas, incluyendo energía, y alimentos. Como informaba recientemente (marzo 2011) la organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los alimentos son un 37% más caros que en marzo de 2010.

"Según el FMI, la difícil situación de las economías más ricas se debe a los intentos de evitar, tras la crisis financiera de 2008, una reedición de la Gran Depresión de 1929 por medio de planes de estímulo y el rescate de miles de millones de dólares a bancos privados". (BBCMundo – 16/4/11)

Los críticos dicen que, mientras que las medidas de austeridad propuestas por el FMI apuntan a reducir los presupuestos de educación, servicios, beneficios sociales y pensiones -con un gran impacto en la población-, las inyecciones de dinero público a la banca no parecen representar una preocupación para el organismo multilateral del crédito.

Sólo en 2010, los bancos de siete de las economías más desarrolladas se repartieron beneficios por unos US$ 550.000 millones.

Tras el desastroso desempeño de las instituciones financieras en 2008, en lo que ha sido descrito como una "economía casino", y su posterior rescate con dinero de los contribuyentes, la gran mayoría de las entidades bancarias han vuelto a generar ganancias y a pagar cuantiosos bonos a sus ejecutivos.

Y hasta ahora no ha habido más que recomendaciones para poner en práctica reglamentaciones que regulen más el funcionamiento de la banca, como sucedió en el Reino Unido (12/4/11).

"Es poco probable que se trate de una casualidad. En pocos días, el FMI (página 67 del informe), el BIS y el Financial Stability Board (grupo de trabajo dependiente del G20) han publicado tres informes (firmados, además, por personas diferentes) sobre los riesgos asociados al fulgurante crecimiento de los fondos cotizados o ETF, un producto que ha crecido a ritmos del 40% anual en los últimos 10 años. Y, como suele suceder, no es el uso sino el abuso lo que ha construido esta nueva bomba de relojería". (Cinco Días – 18/4/11)

Un ETF es un fondo de inversión que tiene la particularidad de que sus participaciones se pueden comprar y vender tan fácilmente como se compra y vende una acción. Tiene notables ventajas en términos de liquidez y transparencia, y si bien en Estados Unidos son muy utilizados por inversores particulares, en Europa son patrimonio de los institucionales.

Pero otros productos no se confeccionan mediante la compra de cestas de activos, sino a través de derivados. Son los llamados ETF sintéticos, y el funcionamiento es similar a un estructurado. El ETF recibe el dinero de los inversores y lo invierte en una cesta de activos que sirve como colateral para un contrato de derivados OTC que respalda la apuesta, alcista o bajista, del producto. Los ETF sintéticos son ya el 45% del mercado de ETF, según el FSB.

Así, un proveedor de fondos lanza un ETF, pongamos, sobre el precio del cobre. El dinero que recibe de los inversores lo coloca en bonos y firma un contrato OTC que cubra la rentabilidad prometida al inversor. Todo muy bien mientras el mercado suba. Una operativa que tiene dos riesgos evidentes: el de contrapartida y el de liquidez. Por mucho que las acciones del ETF se vendan y compren en la Bolsa, si el propio fondo ha invertido en activos ilíquidos, no soportará una venta masiva de acciones en un periodo de inestabilidad de mercado. En otras palabras, el ETF usa técnicas similares a las de un hedge fund pero, a diferencia de este último, no limita los reembolsos.

En paralelo, el FSB destaca los potenciales conflictos de interés derivados de que, muchas veces, el banco que vende el derivado que hace funcionar el ETF sintético es el mismo banco que gestiona el ETF, por lo que la selección de los activos en los que invierte queda al albur de la entidad.

Es el BIS quien compara la evolución de los ETF con la de las titulizaciones antes de la crisis subprime. Una fórmula de inversión con muchas ventajas aparentes pero que, para atender a una demanda creciente y ofrecer mayores rentabilidades, gana en complejidad y en asunción de riesgo, y cuando sucede lo que nadie esperaba que sucediese, salta por los aires. Nada nuevo bajo el sol.

"Los fondos de cobertura están volviendo, e inversionistas ávidos de retornos están ensanchando el sector a un tamaño no visto desde que la crisis financiera redujo su perfil". (The Wall Street Journal – 18/4/11)

Los activos totales de los fondos de cobertura están acercándose a los US$ 2 billones y pronto se espera que sobrepasen su apogeo a comienzos de 2008, según analistas del sector. Incluso los fondos nuevos y más chicos, que eran evitados por muchos inversionistas tras la crisis, se están beneficiando.

La resurrección de los fondos de cobertura, que invierten dinero para personas adineradas, fondos de pensión y otros inversionistas grandes, representa otra señal de que los efectos de la crisis financiera están disminuyendo.

"Estados Unidos reabre el debate sobre si el fenómeno de la globalización -en términos de deslocalización- beneficia o no a la economía del país, concretamente por la debacle que conlleva en materia de empleo. Los datos del Departamento de Comercio pertenecientes a la primera década del siglo XXI muestran que las multinacionales estadounidenses -que dan trabajo al 50% de la población ocupada del país- redujeron en 2,9 millones los puestos laborales en territorio nacional,  mientras emplearon a 2,4 millones de personas más en el extranjero". (El Confidencial – 22/4/11)

Los datos fueron recogidos en el periódico estadounidense The Wall Street Journal en un artículo publicado a mediados de abril de 2011. Las cifras contrastan con las relativas a la década de los 90, cuando el número de trabajadores que constituían dichas compañías experimentó un aumento en el total de empleados que ejercían tanto en el interior como en el exterior del país. De este modo, durante los últimos diez años del siglo XX, el incremento acumulado de empleados dentro de EEUU fue de 4,4 millones, mientras en el exterior se produjo un aumento de 2,7 millones de personas empleadas.

En este sentido, The Wall Street Journal señala que la tendencia subraya la creciente importancia que están adquiriendo otras economías, con los países asiáticos al frente, para las multinacionales estadounidenses, mientras queda en evidencia la vulnerabilidad de Estados Unidos para el propio país en una época de estancamiento en la creación de empleo y salarios congelados. Los analistas más críticos apuntalan que los datos podrían reflejar una pérdida de atractivo de Estados Unidos como territorio en el que las grandes compañías puedan invertir y contratar.

"La crisis económica en Estados Unidos está derivando en una crisis social inédita desde la Gran Depresión y de imprevisibles consecuencias. Aunque la cifra de desempleo en todo el país permanece por debajo del 9%, hay zonas donde asciende tranquilamente por encima del 30%, regiones enteras depauperadas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la bancarrota de facto de algunos Estados". (Libertad Digital – 29/4/11)

Estados Unidos siempre tuvo barrios deprimidos, especialmente en el centro de las grandes ciudades. Una pobreza muy localizada tanto desde el punto de vista geográfico como humano. Los suburbios de Nueva York, Filadelfia o Chicago son célebres y sus habitantes pertenecen, por lo general, a la minoría de raza negra o a otras de inmigrantes recién llegados.

El problema es que esos barrios bajos están empezando a extenderse a otras partes del país y a todas las clases sociales. En ocasiones, ciudades enteras se han convertido en un barrio bajo. Este fenómeno es, además, de ámbito nacional. No existe, como sucedió en crisis anteriores, un área del país afectado por la depauperación generalizada. De este a oeste y de norte a sur los mismos efectos se están dejando sentir. Altas tasas de desempleo, barrios abandonados, criminalidad en alza y pérdida constante de población.

"El mundo se está ahogando en el fraude corporativo, y probablemente los problemas son de mayores dimensiones en los países ricos, los que supuestamente gozan de "buena gobernanza". Es posible que los gobiernos de los países pobres acepten más sobornos y cometan más delitos, pero son los países ricos los que albergan las empresas globales que cometen los mayores delitos. El dinero habla, y está corrompiendo la política y los mercados de todo el mundo". (Jeffrey D. Sachs – Project Syndicate – 30/4/11)

Sin embargo, es escasa la rendición de cuentas. Dos años después de la mayor crisis financiera en la historia, impulsada por el comportamiento sin escrúpulos de los mayores bancos de Wall Street, ni un solo líder financiero ha enfrentado penas de cárcel.

La corrupción corporativa está fuera de control por dos razones principales. En primer lugar, las grandes empresas son hoy multinacionales, mientras que los gobiernos siguen siendo nacionales. Las grandes empresas son tan poderosas económicamente que los gobiernos tienen miedo de enfrentárseles.

En segundo lugar, las empresas son los principales financiadores de las campañas políticas en lugares como los EEUU, mientras que los políticos mismos son a menudo copropietarios, o por lo menos beneficiarios silenciosos, de los beneficios empresariales. Aproximadamente la mitad de los congresistas estadounidenses son millonarios, y muchos tienen estrechos vínculos con empresas incluso antes de llegar al Congreso.

Como resultado, los políticos suelen mirar hacia otro lado cuando el comportamiento de las empresas cruza el límite. Incluso cuando los gobiernos tratan de hacer cumplir la ley, las empresas cuentan con ejércitos de abogados para hacer olas a su alrededor. El resultado es una cultura de la impunidad, con base en la expectativa bien demostrada de que el crimen corporativo paga.

"El viernes la Comisión Europea anunció que se han iniciado dos causas para esclarecer algunas de las más que justificadas dudas que existen sobre el mercado de Credit Default Swaps, o por su acrónimo CDS, que en Europa mueven unos 28 billones de dólares". (El Confidencial – 2/5/11)

¿Qué son estos instrumentos? Como la mayoría de ustedes sabrá, son una especie de seguros sobre algún activo, por ejemplo países o empresas, de forma que si éste incumple sus obligaciones de pago quien haya adquirido el CDS recibe una compensación. Se diferencian de un seguro al uso fundamentalmente en dos cuestiones, por una parte no existe la obligación de poseer el activo subyacente para "asegurarse" y por la otra que la prima a pagar cotiza, pudiendo comprarse y venderse como si de una acción de bolsa se tratase (salvo por el hecho de que no son fácilmente accesibles para el gran público, a pesar de su popularización mayoritariamente se operan en mercados OTC) ganando o perdiendo con ello sin llegar al impago.

Estos productos no dejan de ser seguros "especiales" y que por tanto ayudan a gestionar mejor el riesgo, probablemente nadie pone pegas en que utilicemos seguros para el automóvil o el hogar, pues el caso que nos ocupa es parecido. El problema surge cuando a una buena idea se le añade o cambia algún matiz para obtener un producto con riesgo sistémico, que no es ni más ni menos que lo que ocurre cuando se permite que cualquiera pueda comprar un producto así (si te llevas bien con los del club claro, sino te arriesgas a perder dinero) sin poseer el activo subyacente. Imaginemos que un coche es asegurado por millones de personas, mientras no haya accidentes todo va muy bien, pero si hay un choque… ¿quién paga? Pues es probable que la cantidad sea tan elevada que la contraparte sea incapaz de hacer frente a sus obligaciones. Añadamos el "inconveniente" de que aquí además estamos hablando en muchos casos de Estados, ¿quién haría frente a algo de dicha magnitud?

Así, estamos ante un producto fantástico para especular y solo para especular, especialmente para "el club" si hay condiciones favorables para algunos como parece intuir la Comisión, pero que en última instancia no consigue su objetivo puesto que ante una gran quiebra ese aparente seguro no sería tal y se convertiría en una insolvencia de la contraparte. Todo motivado por su matiz "sistémico" por no exigir contar con el activo subyacente para operar, que convierte a este mercado en un "too big to fail". Los chinos lo han aprendido muy bien, y a pesar de que permiten desde hace poco negociar con CDS, de esto último mencionado no quieren saber nada de nada. Las autoridades occidentales deberían tomar nota.

"Alan Greenspan recibió un aluvión de críticas por dejar los tipos bajos durante demasiado tiempo, lo que pudo sembrar la semilla de la crisis actual". (Expansión – 4/5/11)

Ben Bernanke tomó el testigo de la presidencia de la Reserva Federal el 1 de febrero de 2006 e inició el ciclo de bajadas de tipos en septiembre de 2007, como consecuencia del efecto del estallido de la crisis subprime.

El precio del dinero alcanzó su nivel más bajo de la historia en diciembre de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, y, según matizó el presidente en la rueda de prensa de la semana pasada, no piensa moverlos hasta, al menos, septiembre de este año. Esto significa que Bernanke habrá mantenido los tipos de interés en niveles inusualmente bajos durante más de dos años y medio.

Bernanke relevó al histórico Alan Greenspan, que se estuvo casi 20 años en el cargo. Greenspan mantuvo los tipos entre un rango del 1% y el 1,75% desde diciembre de 2001, tras el pinchazo de la burbuja puntocom y los ataques a las Torres Gemelas del 11-S, hasta junio de 2004.

Es decir, durante dos años y medio, por lo que la etapa de tipos bajos de Bernanke va a ser aún más larga que la del propio Greenspan, cuando muchos críticos le han culpado a este último de sembrar la semilla de la burbuja de activos que provocó la crisis de las hipotecas subprime y de alto riesgo y la posterior tormenta financiera. El gestor estadounidense de hedge funds, William A. Fleckenstein, por ejemplo, le dedicó un libro que tituló "Greenspan"s Bubbles" ("burbujas de Greenspan").

Pese a que el escenario sea diferente al de la etapa de Greenspan, lo cierto es que poco a poco se suman las voces que alertan del peligro de la actual política acomodaticia de Bernanke. "A Bernanke se le ha criticado menos (por ahora) porque siempre es fácil criticar a toro pasado, una vez explotó la burbuja, como es el caso de Greenspan.

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"La destrucción de empleo, el repunte del precio de los productos básicos, el encarecimiento de la gasolina y, por su fuera poco, los ajustes impulsados por el gobierno para reconducir sus cuentas públicas que, en última instancia, inciden sobre todos los ciudadanos. Toda una suma de factores que reducen cada vez más la riqueza de los hogares y, como muchos coinciden, hacen plantearse si la clase media está en peligro de extinción". (Por Michael Snyder – Business Insider – El Economista – 4/5/11)

"La clase media de Estados Unidos está siendo destrozada y sistemáticamente aniquilada", asegura en un artículo el Business Insider. Tan sólo hace falta echar un vistazo a unas cuantas estadísticas para darse cuenta de que el sueño americano se está transformando en una auténtica pesadilla.

No hace tanto tiempo, la mayoría de estadounidenses vivía en casas grandes, las familias tenían uno o dos coches, no tenían problemas para comprar la ropa y los alimentos que quisieran y, la mayoría, aspiraba a enviar a sus hijos a la universidad. Nada hacía prever que el camino que llevaba años siguiéndose iba a cambiar.

La mayoría creció creyendo que si trabajaba duro no tendría ningún problema y que si hacía todo lo que el sistema establecía como bueno, habría un lugar para ellos en la clase media. Hasta que estalló la crisis y el sistema se desmoronó. Ya no hay suficientes buenos empleos para todos. De hecho, ni siquiera hay trabajos poco cualificados para la mayoría.

Desde que estalló la recesión se han perdido 7,25 millones de empleos. A menos que se hagan cambios fundamentales en materia económica, financiera y política, los factores que están destruyendo a la clase media no remitirán.

Lo más preocupante es cómo incide la crisis en los segmentos más vulnerables de la población, los niños y los ancianos. Según Alternet, en Estados Unidos, más del 20% de los niños vive en la pobreza. En el Reino Unido y en Francia la cifra es muy inferior, de un 10%. Y, según el censo de Estados Unidos, el número de niños que viven en la pobreza ha aumentado en alrededor de dos millones en los últimos 2 años.

Teniendo en cuenta todo este escenario, no extraña que el 59% de los estadounidenses estén recibiendo dinero del Gobierno en forma de subsidios de una forma u otra.

"¿Es posible apostar y ganar siempre? En principio, y salvo que uno haya comprado, en uno de sus viajes en el tiempo, un almanaque deportivo de los próximos años (como los protagonistas de Regreso al Futuro), esto solo es posible para la gran banca de Wall Street. Todos los días juega a la Bolsa, y todos los días gana". (Cinco Días – 11/5/11)

Ni el devastador terremoto de Japón ni las dudas sobre la zona euro. En cada uno de los 64 días hábiles del primer trimestre, los traders de Bank of America Merrill Lynch ganaron dinero. Y, aunque seguramente vengan de las mejores facultades de matemáticas, su éxito tampoco es exclusivo, sino compartido por los de JP Morgan, que también hicieron pleno en el trimestre. Un poco atrás quedaron los traders de Goldman Sachs, con un día de pérdidas, mientras Morgan Stanley perdió dinero en las operaciones por cuenta propia en tres jornadas.

En un mercado cada día más volátil, donde pasan cosas como que la plata pierda un tercio de su valor en una semana, los peces gordos se mantienen a flote. Si para el particular el predominio de la operativa realizada por máquinas y la cada vez mayor correlación entre los activos es un campo de minas, el sector está encantado. Solo Goldman ingresó por esta operativa 6.650 millones de euros.

Estas grandes entidades de Wall Street son, desde la crisis financiera de 2008, bancos comerciales como cualquier otro, pues esta condición era necesaria para poder acceder al dinero de la Reserva Federal. Pasada la época de necesidades, y rescatado el sector con el dinero del contribuyente, la ruleta ha vuelto a girar, y más engrasada que nunca, para los maestros de las finanzas.

"Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) arremete contra los bancos centrales, especialmente el BCE y la Fed, en un editorial abierto publicado en la newsletter del Peterson Institute for International Economics. El experto asegura que las declaraciones de los distintos funcionarios de ambos bancos afirmando que "hicieron un buen trabajo" durante la crisis financiera no hace más que "minar la credibilidad" de sus políticas monetarias". (El Economista – 13/5/11)

"El coste real de la crisis no se mide por los beneficios o pérdidas de cualquier banco central o por si el plan de rescate bancario (TARP, por sus siglas en inglés), pierde o no dinero en sus diversas actividades", asegura Johnson. Desde su punto de vista, lo que mide realmente la eficacia de estas entidades durante el derrumbe de las subprime es la economía a pie de calle y, en ese aspecto, los números hablan por sí solos. "El coste, en EEUU, ha sido de ocho millones de empleos, con una caída del empleo del 6% desde su nivel máximo", apunta.

Para Johnson, los bancos "se inmolaron" provocando un coste sin precedentes para los contribuyentes, con importantes consecuencias negativas a nivel global. El experto hizo referencia a las palabras de Dennis Lockhart, presidente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, que la semana pasada durante una conferencia donde el funcionario reiteró que la Fed "no debería tratar de operar en un sistema basado en el principio de beneficios privados y pérdidas públicas". Al fin y al cabo, las pérdidas son masivas, como han demostrado las circunstancias actuales, además de ser totalmente injustas.

El ex economista jefe del FMI deja claro que los beneficios privados se pueden medir directamente gracias a la remuneración de los ejecutivos. De 2000 a 2008, los ejecutivos que dirigían las 14 mayores instituciones financieras de EEUU recibieron una remuneración en efectivo de alrededor de 2.600 millones de dólares.

De esta cantidad, alrededor de 2.000 millones de dólares fueron recibidos por los cinco individuos mejor pagados, que, casualmente, fueron figuras clave en la creación de activos de alto riesgo que condujo al sistema financiero al borde del abismo. Entre ellos se encuentran Sandy Weil, Hank Paulson , Angelo Mozilo, Dick Fuld o Jimmy Cayne.

En comparación, las pérdidas públicas han sido masivas: aproximadamente 6 billones de dólares, sólo tomando como referencia el aumento de la deuda del gobierno federal. Ante esta situación, Johnson critica que los ejecutivos de los bancos siguen insistiendo en que "se les debe permitir ejecutar negocios globales, en los que se les paga en función de su riesgo".

Los expertos opinan que los grandes bancos, los demasiado grandes para caer, deben incrementar su capital y efectivo para garantizar la estabilidad del sistema. Sin embargo, señala el profesor del MIT, "los banqueros, rechazan enérgicamente este aspecto, ya que es probable que reduzca su salario, al igual que los bancos centrales se dejan influenciar por las protestas de los ejecutivos".

El economista considera que "hay muchas ventajas de tener un banco central independiente capitaneado por profesionales que puedan mantener su distancia de los políticos". Pero cuando estas instituciones insisten en que la respuesta a la crisis fue correcta, y que todo va a ir bien pese a que los gigantes financieros que provocaron la crisis siguen operando de forma similar, "su credibilidad, inevitablemente sufre". Este hecho debería ser de gran preocupación para los bancos centrales, especialmente el europeo y la Fed puesto que, según Johnson, "la credibilidad es casi todo lo que tienen".

"Según un nuevo informe de Boston Consulting Group divulgado el martes, la cantidad de familias millonarias en el mundo creció 12,2% en 2010, a 12,5 millones. (BCG define a los millonarios como aquellos con US$ 1 millón o más en activos invertibles, excluyendo viviendas, bienes de lujo y participación en su propia compañía)". (The Wall Street Journal – 1/6/11)

Estados Unidos continúa liderando al mundo en cuanto a cantidad de millonarios, con 5,2 millones de hogares, seguido de Japón con 1,5 millones, China con 1,1 millones y el Reino Unido con 570.000. Singapur encabeza el mundo en "densidad de millonarios", o sea el porcentaje que representan del total de la población, que está en 15,5%.

La tendencia más importante, sin embargo, es una que tiene que ver con la distribución global de la riqueza. De acuerdo con el reporte, los millonarios del mundo representan 0,9% de la población mundial pero controlan el 39% de su riqueza, por encima del 37% de 2009. Su riqueza hoy llega a US$ 47.400 billones (millones de millones) en riqueza invertible, por encima de los US$ 41.800 billones (millones de millones) de 2009.

Aquellos que están un escaño arriba también avanzaron. Quienes tienen US$ 5 millones o más, que representan 0,1% de la población, controlaron 22% de la riqueza mundial, frente al 20% de 2009.

Los datos evidencian una tendencia que se ha estado viendo durante años, el fortalecimiento de una economía en la que el ganador se lleva todo o la mayor parte.

"Agobiados por unos salarios estancados y unos precios al alza, los consumidores estadounidenses creen que las probabilidades de traer más dinero a casa en el próximo año son las más bajas de los últimos 25 años, según un análisis de Goldman Sachs". (El Economista – 3/6/11)

En la recesión de 2001, el país perdió el 2% del empleo desde el máximo de empleo y entonces los recuperó en un ciclo de 48 meses. En 1990, los empleos perdidos en la recesión se recuperaron en 30 meses.

Pero ahora, 38 meses después del máximo del empleo durante el boom inmobiliario, todavía hay un 6% menos de puestos de trabajo. Y recuperar ese empleo en menos de 10 meses no tiene precedentes, si es que no es imposible.

"Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff explican en su libro 'Esta vez es distinto' que la clave para entender la recurrencia de las crisis es la incapacidad para reconocer lo precaria y volátil que es la confianza. Basta un rumor, un mal dato o un pánico repentino para prender la mecha". (El País – 5/6/11)

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