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La investigación en las ciencias sociales (página 2)

Enviado por JULIO SOTO


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La investigación empírico-analítica

El método empírico-analítico o método empírico es un modelo de investigación científica, que se basa en la lógica empírica y que junto al método fenomenológico es el más usado en el campo de las ciencias sociales y en las ciencias descriptivas. El término empírico deriva del griego antiguo (Aristóteles utilizaba la reflexión analítica y el método empírico como métodos para construir el conocimiento) de experiencia, que a su vez deriva de prueba: en pruebas, es decir, llevando a cabo el experimento. Por lo tanto los datos empíricos son sacados de las pruebas acertadas y los errores, es decir, de experiencia. Su aporte al proceso de investigación es resultado fundamentalmente de la experiencia. Estos métodos posibilitan revelar las relaciones esenciales y las características fundamentales del objeto de estudio, accesibles a la detección senso-perceptual, a través de procedimientos prácticos con el objeto y diversos medios de estudio. Su utilidad destaca en la entrada en campos inexplorados o en aquellos en los que destaca el estudio descriptivo. La investigación realizada desde este paradigma se conforma al menos, con cinco supuestos interrelacionados:

a- La teoría debe de ser universal: no vinculada a un contexto específico ni a las circunstancias en las que se formulan las generalizaciones.

b- Los enunciados científicos son independientes de los fines y valores de los individuos:

Al eliminar los aspectos contextuales, la función de la ciencia se limita a describir las relaciones entre los hechos.

c- El mundo social existe como un sistema de variables: Estas variables son elementos distintos y analíticamente separables de un sistema de interacciones. Estas variables específicas pueden medirse con independencia del resto de los elementos del sistema.

d. Se necesita aclarar y precisar las variables antes de iniciar la investigación: Se deben operacionalizar los conceptos y otorgarles una definición fija para poder verificar y comparar los datos. Estos datos son susceptibles a medición.

e.- La cuantificación de las variables permite a los investigadores reducir o eliminar ambigüedades y contradicciones: Se emprende la construcción de una estructura lógico deductiva del conocimiento mediante la cual se comprueban las hipótesis y se perfecciona la teoría.

Colás Bravo (1994, 44) sintetiza en los siguientes postulados la influencia del

Positivismo en su aplicación a las Ciencias Sociales:

1. Los objetivos, los conceptos y los métodos de las ciencias naturales son aplicados a las indagaciones científico-sociales.

2. Las normas lógicas que guían el modelo de explicación de las ciencias naturales, pueden utilizarse en las ciencias sociales.

3. Las leyes científicas son universales y persisten fuera del espacio y del tiempo.

4. Los datos aportados por el método científico son objetivos, ya que la investigación es neutra y aséptica.

5. Toda ciencia plantea los mismos tipos de objetivos: la explicación, la predicción y el control.

"Esta corriente lleva implícita la aceptación de unos determinados principios y un marco conceptual de referencia bajo el cual trabaja la comunidad de investigadores y en virtud del cual se genera una interpretación particular de la realidad". (COLAS BRAVO: 1994, 45).

A partir de estos planteamientos, la relación enseñanzaaprendizaje se convierte en un proceso de análisis y teorización sujeto a la formulación de teorías capaces de ser validadas o falseadas, externo a los propios agentes que intervienen y factible de ser traducido en procesos técnicos capaces de orientar más eficazmente la acción. El objeto de esta teoría no es el marco global en el que se deban seleccionar los fines e intereses sociales. La teoría se relaciona únicamente con los procedimientos cognitivos, racionales y tecnológicos para la comprobación, validación o rechazo de hipótesis sobre los fenómenos sociales observables.

El paradigma positivista, al que adhirió la pedagogía a comienzos de siglo por ser el modelo imperante en aquella época tiene, en la actualidad, otros "rivales" que se plantean como alternativa.

No faltan tampoco defensores que lo justifican a tenor de la complejidad de las variables que intervienen en las situaciones educativas o, en virtud de su corta historia. Sin embargo, cada vez con más insistencia, se ponen en tela de juicio los planteamientos positivistas de la investigación educativa y se defiende la plausibilidad de otros enfoques alternativos. (COLAS BRAVO, 1994: 48).Existen pasos generales del método empírico-analítico: existen variadas maneras de formalizar los pasos de este método. De entre ellas destacamos:

  • Forma convencional:

Identificación de un problema de investigación.

Formulación de hipótesis.

Prueba de hipótesis.

Resultados.

  • Formulación de Neil J. Salkind.

Formulación de un problema.

Identificar factores importantes.

Formulación de hipótesis de investigación.

Recopilación de la información.

Probar y Trabajar con la Hipótesis.

Reconsiderar de la teoría.

Confirmación o refutación.

Proceso de investigación empírico analítica

edu.red

1 – 2 – 3 – 4 = Momento teórico. 5 – 6 – 7 – 8 = Momento metodológico. 10 – 11 – 4 – 1 = Momento teórico B. Tomado de: Enfoques cualitativos y participativos en investigación. Bogota: Unisur. 1995. Por: Alfonso Torres Carrillo.Copyright: Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Unisur.

La investigación crítica-social

Este tipo de investigación es "La perspectiva crítica de la ciencia social es un enfoque con el que se intentan comprender las rápidas transformaciones sociales del mundo occidental, así como responder a determinados problemas provocados por dichas transformaciones. Los científicos sociales del paradigma crítico estiman que la rápida tecnologización del trabajo, la importancia cada vez mayor de los medios de comunicación de masas y el crecimiento y fusión de los sectores institucionalizados de la vida son fenómenos que tienen consecuencias sociales y políticas. Se han limitado las posibilidades de acción social y ha aumentado el control de la vida pública y privada por parte de determinados grupos de la sociedad". La investigación critica-social intenta desentrañar las pautas de conocimiento y las condiciones sociales que contribuyen a la conformación de una determinada forma de pensar la realidad. Con la identificación de en qué medida la forma en que pensamos, argumentamos y razonamos está limitada por la propia sociedad, se pretende no sólo la revisión de nuestras percepciones, sino también una mejor comprensión de la realidad para su posterior transformación. Este es un enfoque radicalmente sustantivo y normativo, ya que no sólo pretende la comprensión de la sociedad, sino propiciar el cambio. Este marco conceptual, inspirado en la teorización de la Escuela de Frankfurt, rechaza tanto el mito de la racionalidad/objetividad de la ciencia ausente de valores y propio del enfoque

Tecnológico, como la pretensión del paradigma simbólico interpretativo de una construcción meramente subjetiva de la realidad.

Para Habermas, la finalidad de la teoría es capacitar a los individuos a través de la reflexión y el entendimiento de sus propios pensamientos para que se conozcan a sí mismos y facilitar la toma de conciencia del proceso de formación social que condiciona su realidad y percepción que tienen de la misma. La investigación social crítica sirve al interés emancipatorio, puesto que propicia una mayor autonomía personal.

Algunas de las características, planteadas por Colás Bravo (1994:51) más relevantes giran en torno a las siguientes cuestiones:

a. Ni la ciencia ni los procedimientos metodológicos empleados, son asépticos, puros y objetivos. El conocimiento, siempre se construye por intereses que parten de las necesidades naturales de la especie humana y que se configuran a través de las condiciones históricas y sociales. Por ello, la ciencia sólo ofrece un tipo de conocimiento entre otros.

b. El tipo de explicación de la realidad que ofrece la ciencia no es objetiva ni neutral. El saber práctico sirve para comprender y clarificar las condiciones para la comunicación y el diálogo significativo. Genera, por lo tanto, un conocimiento interpretativo capaz de informar y guiar el juicio práctico. La misión de las ciencias críticas es disolver las limitaciones sociales estructuralmente impuestas, haciendo que los mecanismos causales subyacentes sean visibles para aquellos a quienes afectan a fin de permitir les una superación de los problemas sociales.

c. La metodología que se propugna desde la investigación social crítica, es la crítica ideológica.

Ésta libera de los dictados, limitaciones y formas de vida social establecidas.

Desde este punto de vista, la realidad es dinámica y evolutiva. La finalidad de la investigación no ha de ser solamente explicar y comprender la realidad, aunque ello sea necesario, sino contribuir a la alteración de la misma. La investigación será el medio que posibilite a los sujetos analizar la realidad, concientizarse acerca de su situación e incorporar dinamismo a la evolución de los valores y de la sociedad.

Desde esta perspectiva, "la tarea de la investigación es sacar a la luz los supuestos y premisas implícitos de la vida social sujetos a transformación, así como las proposiciones que no varían". Es un paradigma interesante para el desarrollo de nuestra investigación, pues nos interesa particularmente comprender las raíces sociales del conocimiento que se maximiza en la escuela. Sólo develando las mistificaciones de la interpretación de la realidad y las causas de las mismas podrán los individuos y sociedades reelaborar sus construcciones y adoptar posturas más autónomas y responsables. Nuestro objetivo coincide, por consiguiente, con una de las misiones de la investigación social crítica: "explicitar las autoconcepciones genuinas que están implícitas en las ideas distorsionadas de los individuos, y conseguir una vía para la superación de las contradicciones e inadecuaciones de los auto entendimientos actuales".

Jürgen Habermas es considerado uno de los teóricos críticos contemporáneos más destacados. En su obra destaca la crítica a las legitimaciones del entendimiento positivista del saber, así como una teoría del conocimiento que asestó un duro golpe al "cientificismo". Es fundamental su teoría de los "intereses constitutivos de saberes" llamados por el "técnico", "práctico" y "emancipatorio" y cómo cada uno de ellos asume forma en un modo particular de organización social o "medio" (trabajo, lenguaje y poder respectivamente), relacionado, a su vez, con diversos enfoques de las investigaciones; las empírico-analíticas, las histórico-hermenéuticas o histórico- interpretativas y las investigaciones crítico-social.

Este proceso de traslación teórico-práctico ha sido llamado de "investigación-acción" y es especialmente fructífero en los campos de la investigación, teorización e innovación educativa, como afirma STENHOUSE:

"Lo deseable en innovación educativa no consiste en que perfeccionemos tácticas para hacer prosperar nuestra causa, sino en que mejoremos nuestra capacidad de someter a crítica nuestras creencias y nuestras creencias a la luz de la práctica".

Supone avanzar hacia la construcción de "comunidades críticas" capaces de apropiarse teóricamente de las condiciones del medio educativo, de sus propias interpretaciones, de sus finalidades y de sus posibilidades de actuación para transformar la realidad.

Compartimos la idea de que "la posibilidad de una ciencia de la condición humana surge de la problematización de lo que se acepta como normal y natural (…) Dedicarse al estudio de las situaciones sociales significa escudriñar las fachadas de los supuestos aparentemente evidentes sobre nuestro mundo. Comprender nuestras simulaciones, engaños y autoengaños nos permite descubrir huecos y fallas en el orden causal y reducir nuestra colaboración con las circunstancias. Nuestra apreciación del todo y nuestra relación con él pueden ser cambiadas y ampliadas desde esta perspectiva privilegiada".

Las diversas metodologías que se utilizan en investigación social y educativa para indagar el mundo social, proporcionan el marco de referencia, la justificación lógica para examinar los principios y procedimientos por los que se formulan los problemas de investigación, se dan respuestas a los mismos y se evalúan su bondad y profundidad. El conocimiento de las diversas metodologías nos es de gran utilidad para seleccionar la más adecuada para abordar nuestro problema de investigación.

En ciencias sociales la diversidad metodológica posibilita el estudio de la realidad social desde diferentes ópticas, ya que ninguna perspectiva metodológica por sí sola responde totalmente a las preguntas que pueden formularse en el contexto social.

Durante esta última parte del siglo las discusiones metodológicas se han centrado en la crítica de la metodología científica. (empírico-analítica) utilizada en las ciencias sociales y en las nuevas vías metodológicas que han ido surgiendo. Hoy día disponemos de varias metodologías, marcos conceptuales o sistemas e referencia que nos proporcionan los principios y procedimientos que nos sirven de guía para el estudio de la realidad social. A la vez, aparecen

nuevas concepciones que cristalizan en metodologías de investigación innovadoras. Los cambios y avances que continuamente tienen lugar en las ciencias sociales obligan a una constante actualización y revisión terminológica.

Reseña sobre la investigación histórico-hermenéutica

Es un tema que no es posible abarcar a plenitud pero que merece una atención reflexiva que contribuya a alimentar el interés por la manera de hacer y de entender la historia.

Aunque sin pretender profundizar en el tema de la filosofía de la historia y su teoría, se procurará destacar la manera en que los cambios de cosmovisión determinan el papel el método en la ciencia y la historia. El cambio que tuvo lugar en los siglos XVII y XVIII fundamentó el advenimiento del pensamiento y la metodología científica lo cual dio pie a la introducción de perspectivas rígidas en la metodología de la historia, esta a su vez procuró en vano emular los resultados de las ciencias naturales; ahora, el nuevo cambio de cosmovisión en el siglo XX compromete tanto a la historia como a las ciencias en general con modelos metodológicos interpretativos o hermenéuticos, flexibles, subjetivos que buscan el sentido y significado tanto en la convergencia como en la divergencia, en un contexto inestable e impredecible.

Según Holscher (1997) la historia ha sido considerada como una unidad metafísica de espacio y tiempo en el que todo está ligado a todo, en la que el evento histórico es visto como un elemento dentro de la narrativa histórica y en la que el cambio histórico es el cambio de un "objeto" dentro de un conjunto de parámetros históricos. Se trata de un concepto tradicional de la historia que fue establecido por el historicismo en el siglo XIX.

Al respecto se dice que la idea de la historia, con su rígida distinción entre el pasado y el presente y su cuidadoso escudriñamiento de las conexiones de una parte con la otra, vino bastante tarde a la escena de la vida intelectual (Neusner, 1997).

La investigación histórico-hermenéutica. Se refiere al esfuerzo que se realiza con el propósito de establecer sucesos, ocurrencias o eventos en un ámbito que interesa al historiador; se entiende por metodología el modo en que se enfocan los problemas y se buscan las respuestas. Según Best (1982), cuando el esfuerzo que se realiza es sistemático, partiendo de un problema se proponen hipótesis, las cuales son verificadas a partir de datos primarios a fin de formular generalizaciones o conclusiones, se puede decir que la investigación histórica se ubica en el ámbito de la ciencia.

Pero la historia como una actividad del hombre es tan antigua como la humanidad y antecede el largo proceso de cambio que, con sus raíces en la edad media, tuvo lugar durante los siglos XVII y XVIII1 culminando con la revolución científica introductora del pensamiento empírico y la cosmovisión mecanicista2 (Hoocker, 1997). Y así, bajo la influencia de la nueva cosmovisión, las ciencias humanas se dedicaron a aplicar el pensamiento científico a lo que normalmente eran ciencias interpretativas.

La historia en sus orígenes dependía principalmente de medios orales como forma de transmisión y suponía que el transmitir la experiencia de una generación a otra era un método práctico de enseñar; la persona se apoyaba en ese conocimiento para enfrentar su presente. Pero a partir del siglo XVIII comenzó a darse una separación entre el ámbito de la experiencia inmediata del individuo y el campo de sus expectativas. La distancia entre el pasado y el futuro se incrementó hasta que se dio una ruptura entre el pasado y el futuro, entre tradición y novedad.

Desde entonces lo novedoso sería entendido únicamente como aquello que es nuevo. El estudio o contemplación del pasado no fue suficiente para resolver los problemas del presente, cada evento fue reconocido como singular y único. Cierto tiempo es tan bueno como cualquier otro. Cada uno es diferente. La preferencia por un tiempo en lugar de otro es asunto de gusto (Zermeño, 1996).

Este cambio de enfoque tiene su más radical expresión en la Revolución Francesa al establecerse un nuevo calendario, un nuevo orden cronológico comenzando de cero. Este fenómeno social formalizó la ruptura del pasado con el futuro, de la tradición con la novedad (Koselleck, 1993).

La historia como una ciencia

Así surge la historiografía como el discurso en el presente respecto al pasado a fin de rellenar la brecha que se abrió cuando el presente rompió con el pasado. Surge como una representación o redramatización del pasado que únicamente puede ser lograda por medio del acto de escribir.

El acto de escribir, lo cual implica un desistir de la verbalización, da testimonio de la pérdida del sentido de la experiencia en la vida. Se trata de recuperar este sentido regresando muy atrás al pasado para volver una vez más hacia el presente. De manera que al poner la atención en el pasado, la historia asume un acto reflexivo respecto al presente. Es la forma de restaurar la comprensión del presente ubicado entre el pasado y el futuro, entre el campo limitado a lo real y finito y el campo del deseo, que es abierto (De Certeau, 1993).

La historiografía estableció una lucha contra la ficción, al tiempo que procuró distinguirse de la literatura y el verbalismo. Desde entonces inició su esfuerzo por granjearse un lugar entre las ciencias según el paradigma positivista propuesto por los grandes teóricos del siglo XIX, en especial Augusto Comte.

El positivismo esta dominado por el principio incuestionable de oponer una afirmación a una prueba o testimonio, y busca los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los estados subjetivos de los individuos. Ve los fenómenos sociales como cosas que ejercen una influencia externa sobre las personas3. La verdad existe cuando se presenta la posibilidad de comparar lo que se dijo con lo que se hizo, de manera que una afirmación que no puede ser verificada por los sentidos no tiene significado. Cualquier afirmación de naturaleza moral carece de sentido y es absurda desde el punto de vista de la lógica (Zermeño, 1996).

La historia en sus orígenes como ciencia se fundamentó en un principio tácito: no hay historia sin documentación y trabajo de búsqueda en los archivos. Un historiador es aquel que se apoya en fuentes primarias; los archivos adquieren una importancia nunca antes reconocida y la documentación escrita auténtica juega un papel capital mediando entre la verdad y el error. Así la historia inició su caminar en el siglo XVIII en pos de una metodología que satisfaga el paradigma científico4, esfuerzo que todavía, al iniciar el siglo XXI, no logra su realización plena.

El enfoque positivista Dado el cambio que se produjo con la introducción del método científico en la historia y el impacto que éste tuvo en la cosmovisión del ser humano, es evidente que, para hacer investigación histórica, el investigador en historia debió contar con ciertos conocimientos y habilidades que difícilmente se obtienen sin práctica y experiencia. Debió conocer una amplia bibliografía y colecciones de manuscritos, además de las capacidades de historiadores que trabajan en campos semejantes o iguales, conocer trabajos que se realizan en su campo de interés, en campos contiguos a la historia y en disciplinas aliadas tales como la antropología, la economía, geografía, ciencias naturales, filología, psicología, sociología. Además necesitó dominar los métodos para clasificar materiales, organizar fichas, analizar contenidos textuales, y valorar el poder del manejo expedito de materiales documentales. De manera muy especial debió tener la capacidad de redactar sus informes de manera amena, clara y gramaticalmente correcta.

El conocimiento que se procura por medio de la investigación histórica depende enteramente de la información que hayan transmitido y puedan transmitir aquellos que vivieron el evento o asunto que se investiga en el lugar y tiempo apropiado. Las diversas formas de transmisión de esa información constituyen lo que se conoce como fuente de información. Los asuntos que se estudian no son parte de la experiencia del historiador, por lo que tiene que disponer de testimonios de testigos presenciales o documentos escritos, películas, fotos, grabaciones, obras de arte, mapas, etc.

El proceso investigativo ha sido descrito como el acto del historiador que delimita un problema, formula hipótesis o hace surgir preguntas para ser contestadas, recoge y analiza datos primarios, prueba las hipótesis como consistentes o no con la evidencia, y formula generalizaciones o conclusiones.

La hermenéutica y las ciencias sociales y humanas

En las ciencias sociales y humanas modernas se distinguen dos grandes perspectivas metodológicas: el Positivismo y la Hermenéutica, deudoras respectivamente, de la tradición galileana que concibe la ciencia como explicación causal y la tradición aristotélica que la concibe como explicación teleológica.

La tradición galileana y con ella los métodos empírico-experimentales dominan la ciencia en general hasta el siglo XIX; dominio que se hace extensivo a las ciencias sociales con el positivismo, inaugurado por Comte y John Stuart Mill.

"este positivismo científico va ha pretender hacer ciencia  social, histórica, económica… siguiendo la tipificación ideal de la físicamatemática, acentuando la relevancia de las leyes generales para la explicación científica y tratando de subsumir bajo el mismo y único método a todo saber con pretensiones científicas". 

Como respuesta al positivismo surge, originalmente en Alemania, una tendencia anti-positivista que se ha denominado, en sentido amplio, hermenéutica.

Aunque son muy diversos los autores y perspectivas que se cobijan bajo el término hermenéutica, tanto en su origen decimonónico como en el siglo XX, se pueden citar cinco elementos comunes o unificadores de esta perspectiva, a saber:

– Rechazo a las pretensiones universales del positivismo.- Rechazo a la metodología positivista- Rechazo a la física – matemática como canon de cientificidad- Rechazo al afán predictivo y casualista del positivismo- Rechazo al la instrumentalización de la razón

La comprensión de los fenómenos humanos y sociales es el objetivo fundamental de la hermenéutica; sin embargo, dicha comprensión va mucho mas allá de la explicación casualista del positivismo;  para los hermeneuta "el ser humano expresa su interioridad mediante manifestaciones sensibles, y toda expresión humana sensible refleja una interioridad. No captar, por tanto, en una manifestación, conducta, hecho histórico o social, la dimensión interna, equivale a no comprenderlo"; lo cual implica que en la hermenéutica se acentúa la identidad sujeto-objeto, en tanto el investigador y el objeto de investigación pertenecen a un mismo universo histórico y en consecuencia, se posibilita la comprensión desde dentro de los fenómenos históricos, sociales y humanos.

LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA-HERMENEUTICA

También conocido como el método histórico – hermenéutico

El método histórico hermenéutico, es una de las más destacadas opciones que para la investigación cualitativa existen en la actualidad. Este método posibilita, gracias a su marcado carácter comprensivo e interpretativo, el avance del conocimiento humano, ya no solo de los textos escritos, sino, del mundo simbólico y cultural que el hombre plasma en sus acciones; así un método que en principio fue posesión de la teología y luego de la filosofía, lo que en principio haría recaer su interés en los textos sagrados y en asuntos puramente abstractos y epistemológicamente formales, ha logrado repercutir como perspectiva para la investigación en diversas ciencias sociales

A diferencia de las ciencias que se respaldan en métodos cuantitativos, en lo que a investigación se refiere,  las ciencias que asumen el método histórico hermenéutico buscan ante todo la comprensión del sentido, orientaciones y fines de la acción humana, más que su mera medición o presentación en términos positivos

Las acciones humanas, que subyacen como objeto de estudio, en primera o última instancia, dependiendo de la perspectiva que asuma el investigador social, podrán ser indagadas con el método histórico-hermenéutico, a partir del mundo subjetivo de los autores de dichas acciones, logrando avanzar la comprensión mas allá de los hechos objetivos y contextuales de aparición de dichas acciones.

Definición del objeto

Algo es un objeto de estudio hermenéutico  cuando existen obstáculos que impiden su interpretación espontánea. El objeto de estudio está separado del observador por ciertas distancias  filosóficas, históricas o ecológicas y biológicas. Surge un vacío entre el intérprete y el objeto de estudio, que impide a este último llegar a aquel y comprenderlo.

– Cuando un objeto de estudio está separado del observador por el tiempo, este vacío es histórico.

– Cuando la cultura del objeto es distinta a la del observador, el vacío es ecológico y biológico.- Si existe en el objeto de estudio una actitud diferente hacia el universo que la que posee el intérprete, el vacío será filosófico.

La lingüisticidad del ser como metáfora de la realidad o condición de posibilidad del conocimiento:La realidad desde el punto de vista hermenéutico es un conjunto de textos, relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, monumentos e instituciones heredados que fundamentan nuestro conocimiento de lo que es el mundo y el hombre; el ser es entonces lenguaje y únicamente éste posibilita lo real, en tanto es el medio a través del cual el "ser" se deja oír.

"la relación esencial entre lingüísticidad y comprensión se muestra para empezar en el hecho de que la esencia de la tradición consiste en existir en el medio del lenguaje, de manera que el objeto preferente de la interpretación es de naturaleza lingüística".

Por ello, el mundo y lo que en él acontece, incluido el hombre (Dasein), no puede ser pensado como una cosa que se encuentra frente a nosotros, sino como nuestra propia ubicación, el lugar donde habitamos y desde el que comprendemos.

EL SER ES TEMPORAL E HISTÓRICO

Para la hermenéutica, el mundo no puede ser pensado como algo fijo o estático, sino como continuamente fluyente. La realidad siempre remite a un proceso, a un desarrollo en el tiempo (historia), a un proyecto que nos ha sido transmitido (tradición) y que nosotros retomamos. Por ello, entender el mundo es tomar conciencia histórica del vínculo que se produce entre tradiciones a la vez que de la distancia que se da entre ellas. Como parte de una determinada realidad histórica y procesal, nuestra visión del mundo será siempre parcial, relativa y contingente.

PRECOMPRENSIÓN Y "CÍRCULO HERMENÉUTICO"

El hecho de que no sólo los objetos de conocimiento sean históricos, sino también el hombre mismo lo sea, nos impide valorar "neutralmente" la realidad. No existe un saber objetivo, transparente ni desinteresado sobre el mundo. Tampoco el ser humano es un espectador imparcial de los fenómenos. Antes bien, cualquier conocimiento de las cosas viene mediado por una serie de prejuicios, expectativas y presupuestos recibidos de la tradición que determinan, orientan y limitan nuestra comprensión, a los cuales se denomina precomprensiones.

Lo anterior supone que cualquier pregunta prevé su respuesta: quien se pregunta presupone como respuesta lo que quiere conocer o la precomprensión que a partir de una parte del objeto de estudio se ha generado sobre su totalidad, por lo que se crea cierta circularidad en la comprensión denominada "Círculo hermenéutico" en la cual se anticipa el sentido del todo a partir de la comprensión explicita de las partes.

 "la regla hermenéutica de que el todo se debe entender a partir de lo  particular y lo particular a partir del todo, procede de la antigua retórica y ha sido transmitida por la hermenéutica moderna del arte de hablar al arte de comprender".

IMPOSIBILIDAD DE UN CONOCIMIENTO EXHAUSTIVO Y TOTALITARIO DE LA REALIDAD.

Dado que el ser es lenguaje y es tiempo y puesto que el hombre como ser-en-el-mundo está inmerso en el ser del cual pretende dar cuenta, se hace imposible un conocimiento totalitario, objetivo y sistemático del mundo.

La pretensión de verdad de la hermenéutica es radicalmente distinta a la de las ciencias positivas. La verdad sólo puede ser parcial, transitoria y relativa, características que surgen de la pertenencia del sujeto al ámbito de lo interpretable y de la individualidad irreducible de cada ente singular.

LA HIPÓTESIS HISTÓRICA-HERMENEUTICA

Una hipótesis es la respuesta lógica que propone el investigador al problema de investigación. El investigador, fundamentado en su conocimiento de las corrientes interpretativas, la información disponible, los elementos comunes en otros eventos semejantes, si los hay, identifica las respuestas más plausibles a la pregunta de investigación para luego dedicarse a la tarea de recoger evidencias y datos que permitan comprobar la viabilidad de las hipótesis o su rechazo. Por ejemplo: ante la pregunta presentada en la sección anterior el investigador podría proponer una lista de similitudes y otra de diferencias entre los eventos en Jonestown y Waco.

Corresponde al investigador proveerse de la información necesaria para cuestionar o comprobar sus hipótesis; y como no ha vivido lo que estudia, y puede quedar influido por los hechos que investiga, a menudo debe, depender de la deducción y el análisis lógico, utilizando la experiencia registrada de otros, más que la observación directa. Para asegurar que esta información sea lo más cierta posible, ha de basarse sobre datos "de primera mano".

PROCESO DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICO-HERMENÉUTICO.

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Tomado de:Enfoques cualitativos y participativos en investigación. Bogota: Unisur. 1995. Por: Alfonso Torres Carrillo. Copyright: Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Unisur.

Investigación acción participativa

Las relaciones entre dirigentes y dirigidos en los movimientos de emancipación popular se han representado de muy diferentes formas. Entre la "sequedad" del Lenin de ¿Qué hacer?, declarando que la conciencia revolucionaria sólo podría ser introducida desde el exterior a unos trabajadores instintivamente conciliadores, y la "calidez" de unos movimientos alternativos que vieron en el establecimiento de una vanguardia dirigente los fermentos de una nueva relación de dominación, la disputa, en diferentes versiones, nunca se ha dirimido. Ni el autoproclamado vanguardismo (lejos por otra parte del primer bolchevismo) ni el espontaneísmo que atribuye potencial suficiente al saber explícito de los explotados sobre su condición, han resultado jamás satisfactorios. A mitad de camino entre las exigencias del saber teórico y las enseñanzas de la movilización popular, la investigación-acción participativa propone una nueva aportación al problema de cómo el saber puede proporcionar poder a los que carecen de él sin injertar durante el proceso nuevas relaciones de juzgamiento. Lo hace desde ámbitos específicos, relacionados todos con lo que podríamos abreviar como el problema de una pedagogía que persiga la destrucción de los roles iniciales entre el enseñarte y enseñado (desde la educación al Trabajo Social, pasando por la acción política). La investigación-acción participativa persigue el modo de eliminar los privilegios del maestro o el dirigente sin desperdiciar por el camino el capital de autoridad racional sobre la que hacía descansar parte de su preeminencia. Procederemos, primero, a ofrecer algunos rasgos de su amplia base filosófica para ofrecer a continuación un esbozo de ciertas fases que articulan su metodología. Dado que la investigación-acción participativa no pretende ofrecer tecnologías que produzcan resultados automáticos, debido a que somete a una crítica radical las implicaciones epistemológicas y éticas de la concepción del espacio de intervención como escenario de un proyecto de amaestramiento, dichas fases destacan por estar sobrecargadas teóricamente de precauciones. Derivan éstas de un magma filosófico que permite a los teóricos de la investigación-acción participativa incorporar una notable y nada común autoconciencia epistémica.

a.- Concepto

No resulta sencillo delimitar el concepto de investigación-acción participativa (IAP). La investigación-acción en su primitiva delimitación por Kurt Lewin remitía a un proceso continuo en espiral por el que se analizaban los hechos y conceptualizaban los problemas, se planificaban y ejecutaban las acciones pertinentes y se pasaba a un nuevo proceso de conceptualización. La manera en que Lewin concebía ese proceso estaba aún cargada de supuestos elitistas y de concepciones del cambio social alucinadas con la eficacia de la acción instrumental (Carr, Kemmis, 1988: 175-177). Por su parte, los profesores Lourdes Merino y Enrique Raya proponen establecer diferencias entre investigación-acción e investigación-acción participativa, situando a la primera como una aplicación del método científico a un problema con voluntad praxeológica y con cierta participación de los afectados (Merino, Raya, 1993: 5). La IAP aparecería entonces como un tipo de investigación-acción que, incorporando los presupuestos de la epistemología crítica, organiza el análisis y la intervención como una pedagogía constructiva de disolución de los privilegios del proceso de investigación como punto de partida para un cambio social de alcance indeterminable. Esa búsqueda del conocimiento se caracteriza por ser colectiva, por proporcionar resultados cuya utilización y gobierno corresponde a los propios implicados, que deben haber determinado el proceso de conocimiento a la vez que experimentado en el mismo un proceso de maduración colectiva (De Miguel, 1993, 97-101). Por otra parte, y esta cuestión es central, los iniciadores de la IAP se previenen contra su propio poder concibiéndose "como participantes y aprendices en el proceso, aportando sus conocimientos y convirtiéndose también en objeto de análisis" (IOE, 1993: 69). Los investigadores entran así en un proceso en que la objetivación de sí mismos, en una suerte de inagotable sociología del conocimiento, se convierte en testigo de la calidad emancipatoria de su actuación (Rahman, 1991: 34).

b.- Presupuestos epistémicos

Los teóricos de la Investigación-acción participativa se reclaman de una múltiple inspiración teórica: Marx y Freud, Gramsci y Dewey, Habermas y Foucault, Jesús Ibáñez y T. Kuhn, Edgar Morin y Paulo Freire, Kurt Lewin y Orlando Fals Borda. No podemos realizar una selección de las aportaciones de éstos, ni sería muy útil en una entrada de este tipo. En lo que sigue intentaremos delinear los supuestos epistemológicos que nutren la investigación-acción participativa desde determinados radicales básicos.

Relación sujeto-objeto

La IAP reniega de la separación sujeto-objeto tal como ha sido planteada en la teoría tradicional del conocimiento por razones tanto epistémicas como ético-políticas. Respecto a lo primero la mayoría de los teóricos rubrican, sin duda, con la reciente filosofía de la ciencia, la tesis de que la conciencia del investigador forma parte del sistema experimental, y, con Sartre (1960: 46-50), que la conciencia únicamente puede adquirir nuevas perspectivas si es capaz de embarcarse en una praxis diferente. Una realidad social de opresión no sólo es imposible de captar desde una objetividad pura, sino que el proceso de aprehensión de la misma se desarrollará en una u otra dirección en función de la práctica social en que la conciencia se encabalga confirmándola y/o transformándola. Es imposible, por ejemplo, desvelar el carácter alienante de la educación tradicional sin embarcarse en una práctica alternativa que pruebe la posibilidad de otros procesos de aprendizaje por el camino en que se transforma el anterior.

Toma de conciencia

Estrictamente relacionado con lo que acabamos de exponer se encuentra el problema de la toma de conciencia. Toda teoría de la concientización se apoya, de algún modo, en una teoría marxista de la ideología y, por tanto, en la posibilidad de configurar una representación del mundo verdadera frente a otra falsificada. La mayoría de los teóricos de la investigación remiten a la teoría de los intereses del conocimiento establecida por Jürgen Habermas. Para el autor de Conocimiento e interés existen un tipo de ciencias dirigidas por un interés de emancipación. Mientras las ciencias empírico-analíticas construyen el mundo como unidad legaliforme desde el que organizar su sometimiento y las ciencias histórico-hermenéuticas como un espacio simbólicamente dotado de sentido dialógicamente asimilable, las ciencias sociales críticas median ambos paradigmas mediante la utilización de la autorreflexión. Por un lado, conciben la existencia de determinaciones sociales que actúan con fuerza de ley, por otro, sitúan en las condiciones iniciales que hacen posibles semejantes regularidades la conciencia oscurecida como el conductor fundamental del determinismo. Al establecer las condiciones iniciales de las leyes sociales como espacio de coacción inconsciente, Habermas sitúa la autorreflexión sobre lo que nos constituye como previo necesario de un cambio social, que aún puede abortarse por el miedo derivado de la amenaza directa de violencia.

Este interés autorreflexivo puede ser interpretado como una nueva rehabilitación del sueño hegeliano y lukacsiano de un lugar epistemológico absoluto como guía para la IAP. Semejante peligro ha sido eliminado por alguno de sus más capaces defensores por el énfasis, no en el sueño de una transparencia completa, sino en el valor formativo de un proceso autorreflexivo inacabable: "encontrar la belleza de la artesanía popular en la construcción participada en las ciencias sociales. Es decir, no en el resultado final, pulido y perfeccionista, sino en la textura y el pulso, que muestran la viveza del proceso, su práctica"(Villasante, 1993: 25).

Participación

La participación ha sido propuesta por teóricos de las ciencias humanas como mecanismo de prevención y difuminación de los conflictos sociales. Desde la psicología "humanista" de los 50 a la nueva empresa toyotista, la participación consiste en la incorporación activa de los implicados a un proyecto cuya dirección estratégica se encuentra definida de antemano.

Desde la IAP se considera ésto un simulacro de la verdadera participación (Gianoten, de Wit, 1991: 95). La participación no puede confundirse con una simple preocupación por encontrar el apoyo reflexivo de los implicados para los objetivos de conocimiento e intervención delineados por un dispositivo exterior a ellos. La IAP tiene cuidado de diferenciarse de todas aquellas llamadas a la participación basadas en la asimilación acrítica de un marco global de partida con el que se propone compromiso. La participación que reclama la IAP no es simple movilización, sino recapitulación sobre el conjunto de procesos que condicionan la vida social de un colectivo determinado con el objetivo de acometer una eventual modificación de los mismos.

Por supuesto, esto supone una específica relación entre los dirigentes y los dirigidos. En la IAP los dirigentes tienen (a la manera del Estado revolucionario según Lenin) como primer objetivo su desaparición, por lo que cada una de las fases -como veremos a continuación- no culmina sin que se haya avanzado en la capacidad de autogestión de los colectivos sociales implicados. En la IAP, la acción transforma al "enseñante" en facilitador y catalizador. Con el último concepto se refiere a la inteligencia para provocar una reacción reflexiva en la comunidad que se estudia, con el primero a la necesidad de ir proporcionando elementos de reflexión y análisis a los implicados sin prefigurar totalitariamente los problemas de reflexión o los objetivos de acción que los mismos elijan (Rahman, 1991: 27-28).

La concepción de la participación en la IAP debe evitar tanto el peligro elitista como la apuesta por un diálogo oscurecido ante las desigualdades reales de los sujetos que entran en comunicación. Frente al sueño vanguardista o el libertario-liberal, la IAP propone establecerse en el espacio abierto por una contradicción sólo clausurable tendencial y temporalmente. En palabras de Paulo Freire (1970: 108): "el hombre dialógico tiene fe en los hombre antes de encontrarse frente a frente con ellos. Esta, sin embargo, no es una fe ingenua. El hombre dialógico que es crítico sabe que el poder de hacer, de crear, de transformar, es un poder de los hombres y sabe también que ellos pueden, enajenados en una situación concreta tener ese poder disminuido. Esta posibilidad, sin embargo, en vez de matar en el hombre dialógico su fe en los hombres se presenta ante él, por el contario como un desafío al cual puede responder. Está convencido de que este poder de hacer y transformar, si bien negado en ciertas situaciones, puede renacer. No gratuitamente sino en la lucha por su liberación".

La apuesta por una democracia participativa radical podría hacer a la IAP sospechosa de un idealismo que desconoce las dificultades de concebir una sociedad compleja como un sujeto que se autorregula a sí mismo. Huyendo de semejantes objetivos desaforados, uno de los promotores centrales de la IAP, Orlando Fals Borda (1991: 12-13), ha insistido en la referencia a una utopía realista ("un Estado con menos Locke y más Kropotkin") ajena tanto al socialismo de Estado y la simplicidad ultraizquierdista como a la democracia de competencia entre partidos del capitalismo tardío. La IAP parecería conectar, así, con algunos de los rasgos distintivos del arsenal político configurado durante los años 70 y 80 de nuestro siglo por lo que se denominó como nuevos movimientos sociales (ver entrada Movimientos populares y conciencia social).

Redescubrimiento del saber popular

La existencia de una diferencia entre los lugares de extracción de conocimiento y los de su utilización demuestra cómo las ciencias sociales se entreveran en prácticas de opresión. Las exigencias de una reapropiación del conocimiento derivan de la vocación participacionista de la IAP. Sin embargo, las llamadas a la rehabilitación del saber popular no tienen sólo el sentido de proporcionar a los grupos sociales dominados capacidad para conocer las claves que rigen sus vidas. Los defensores de la IAP buscan el desarrollo y la potenciación de los saberes que configuran la vida cotidiana de las gentes. Desde la certeza, claro está, de que puede rescatarse allí una riqueza sobre el mundo despreciado y minorada por los supuestos hegemónicos acerca de la producción, la posesión y la aplicación del saber.

Esta cuestión se presta a confusión. La IAP se ha practicado, a menudo, en sociedades excluidas de las sociedades capitalistas más desarrolladas, y las apelaciones al saber popular están cargadas de cierta melancolía ensoñadora de la cultura campesina y del tipo de estrecha experiencia simbólica característica de las estructuras comunitarias tradicionales. Por sensato que pueda ser la dignificación de las culturas precapitalistas, late en todo ese tipo de apelaciones cierto naturalismo ingenuo. Es cierto que la IAP requiere formas de agregación popular con relaciones vitales distinguibles de la relación de maximización competitiva que caracteriza nuestra vida cotidiana (Park, 1992: 168), pero sería un error teóricamente miope y políticamente paralizante desechar a las sociedades occidentales como lugares donde resulta posible desarrollar la IAP (Gaventa, 1991: 167-169).

Cabe entender la cuestión del saber popular desde ópticas menos proclives a las idealizaciones de la cultura preindustrial. La primera es utilizar la noción de rescate del saber popular como forma de discernir los elementos emancipatorios (inevitablemente compuestos con otros opresivos) que penetran toda manifestación cultural humana, desde la curandería popular al rap, desde el fútbol a la exigencia por parte de los alumnos de clases magistrales. Redescubrir el saber popular funcionaría así como un referente heurístico que exigiría a los investigadores buscar las energías a catalizar en la propia existencia social de los grupos oprimidos, evitando dejarse llevar por ese aristocratismo epistemológico con el que la izquierda se hace elitista para esconder su miserable (y culpable) impotencia.

El rescate del saber popular podría revelar una exigencia doble para la IAP inspirable en el materialismo de Walter Benjamin (Buck-Morss, 1995: 143, 236): la necesidad de partir de los deseos y los conocimientos (a menudo inconscientes) sociohistóricos existentes para conceptualizar cualquier proyecto (que si es de transformación, dirige a lo que no existe aún). Esta necesidad debe acompañarse de otra; la de eliminar el modo en que el deseo popular queda encapsulado por las formas opresivas y muertas en que se expone cotidianamente (la necesidad de solidaridad se transmuta en tribalismo futbolístico o étnico, la de dignidad en chulería desafiante…). El redescubrimiento del saber popular tendría entonces que ver con el reencuentro con las capacidades individuales y colectivas, emotivas y cognitivas, adquiribles en plurales procesos de socialización (también en los del capitalismo tardío), desde las cuales los sujetos evalúan su experiencia social y a cuyo fardo cualquier propuesta de cambio social ha de dirigirse para encontrar elementos de apoyo (Honneth, 1997) si no quiere elevarse sobre el vacío (Sobre este tema consultar las entradas Ciencia social, conocimiento espontáneo y sentido común, Discurso académico/discurso vulgar).

Cientificidad

El redescubrimiento del saber popular, las exigencias de un conocimiento ligado a las personas que configuran su contexto de surgimiento, permite que la literatura de la IAP rehabilite ciertos tópicos confusos sobre la ciencia popular en una curiosa composición de posmodernismo y lyssenkismo. Ciertos teóricos de la IAP parecen utilizar la orientación antipositivista de la filosofía de la ciencia dominante, para reclamarse de una ciencia alternativa al "monopolio positivista presente (sic), al etnocentrismo de la ciencia occidental y a la /font>

La introducción en la idea de una ciencia social crítica de reverberaciones de los luctuosos sueños de una ciencia proletaria haría revolverse en su silla a alguien tan sobrio epistemológicamente como Jürgen Habermas, inspiración básica de la IAP (1994: 178-180, 1990: 22). El abandono de controles epistemológicos basados en una cierta noción de objetividad, deja sin valor cualquier práctica cognoscitiva orientada por una crítica de las ideologías que, de hecho, organiza múltiples aportaciones relacionadas con la investigación-acción (Kemmis y Mc Taggart, 1988). Esto haría al investigador defender en la teoría lo contrario de lo que supone en la práctica, siempre conducida por un interés, implícito o explícito, en la verdad.

Dejando a un lado la discusión sobre la teoría de los intereses del conocimiento, la solución estriba en cambiar de tercio. El problema está mal planteado metiéndose en un terreno que reaviva los peores traumas del movimiento emancipatorio en este siglo (Moreno, 1997). La IAP necesita de la objetividad para que sus apuestas de transformación moral de la realidad correspondan a tendencias y potencialidades reales de un momento histórico determinado. Cuantos más controles ayuden a evitar la deformación del acercamiento pluridimensional de los interesados a su propia realidad, tanto mejor para ellos y para sus proyectos emancipatorios. La IAP no debe pretender ser una "nueva ciencia social", ni presumir de aportar un presuntuoso conocimiento alternativo, aunque la selección de sus "objetos" (las causas de la opresión) y la actividad de éstos (gobierno del saber por los propios interesados y productores del mismo), tenga poco que ver con lo que sucede en los laboratorios científicos o los gabinetes de investigación social dirigidos por el Estado o el Capital. La relación entre el "sujeto" y los "objetos" es tan diferente en el ámbito de la IAP porque el suyo es el ideal de la praxis y no el de la episteme, es decir, no el del control de una realidad fijada por relaciones causa-efecto, sino el de la organización moral de una realidad para la que no hay más reglas que el diálogo prudente entre seres humanos libres (Habermas, 1991: 50-86). Tal es el imprescindible objetivo asintótico de toda actividad humana que, cuando se quiere emancipatoria, pasa a descansar más sobre la filosofía moral y política que sobre sobre una epistemología, sin la que, sin embargo, sería una simple rabieta sin base alguna.

c.- Aspectos metodológicos

Como hemos visto en el apartado anterior la IAP se articula diferenciadamente del método científico convencional, ya sea instrumental o interactivo (Park, 1992 : 141-149) En este sentido, el esquema metodológico o modo de organizar la investigación por el que se guían tales perspectivas -generalmente lineal, mas o menos rígidamente pero muy estructurado, diseñado desde arriba por los expertos- no puede ser válido para producir un tipo de conocimiento que persigue ser crítico, reflexivo, colectivo, participado, emancipador. Pero aún mas, la IAP no termina en la producción de conocimientos, sino que pretende actuar frente a las realidades sociales, transformándolas desde el protagonismo de los actores: "no es una preocupación principal la obtención de datos o la constatación de hechos de manera única y excluyente… Lo prioritario es la dialéctica que se establece en los agentes sociales, entre unos y otros, es decir la interacción continua entre reflexión y acción, … una visión pragmática del mundo social, donde lo fundamental es el diálogo constante con la realidad para intervenir en su transformación" (Guerra, 1995).

Así pues, el hilo conductor de la IAP debe plantearse como un proceso cíclico de reflexión-acción-reflexión, en el que se reestructura la relación entre conocer y hacer , entre sujeto y objeto de manera que se vaya configurando y consolidando con cada paso la capacidad de autogestión de los implicados.

Bajo esta perspectiva es imposible e inconveniente crear un modelo o esquema metodológico cerrado, a modo de recetario, que nos vaya marcando el paso de lo que debemos hacer en cada momento. Mas bien debemos plantear algunos criterios que nos hagan avanzar en la creación de "un contexto investigativo mas abierto y procesal de modo que los propios resultados de la investigación se reintroduzcan en el mismo proceso para profundizar en la misma" (Villasante, 1994).

Algunas líneas clarificadoras que pueden orientar acerca de lo que requiere un proceso de IAP, las encontramos en los diseños de experiencias concretas llevadas a cabo por distintos investigadores ( Park, Villasante, López de Ceballos, entre otros), de las que presentamos aquí un intento de síntesis.

– Etapa inicial

El problema a estudiar surge de la propia población implicada, aunque generalmente es necesaria la actuación de un grupo promotor (asociación, agencia de desarrollo, equipos de Trabajo Social…) alrededor del cual se puedan reunir y tratar el problema. Se puede comenzar con una reunión amplia de negociación e implicación de los promotores en la que se lanza la idea del proyecto. Se produce así la toma de contacto de los investigadores con la comunidad y con miembros significativos que puedan tomar parte activa.

Es el momento también en el que se debe abrir la investigación hacia sectores más amplios para realizar un autodiagnóstico, identificar el problema, delimitar su alcance, dimensionarlo. Surgirán múltiples dificultades, muy especialmente, las que a menudo tendrán los propios participantes para la expresión y definición del problema. Esta situación se puede desbloquear mediante diversas técnicas o actividades facilitadoras como el teatro popular, audiovisuales, entrevistas grupales, que además van creando espacios y perspectivas compartidas que producen ya por si mismas reflexión. El investigador se convierte en un agente facilitador, en un recurso técnico, dejando que actúen como organizadores las personas de la comunidad que tienen sus propias formas y recursos organizativos. Estos se presentan así como investigadores activos, como sujetos de la investigación, no como meros suministradores de información.

– Estructuración de la IAP: negociar para construir el programa

En esta fase se pretende crear un esquema básico donde se recojan propuestas de actuación concretas. Este debe responder al menos a tres objetivos (López de Ceballos, 1987: 72): ligar la investigación a la acción; asegurar la coherencia entre lo que se busca y lo que se quiere hacer; lograr un esquema de IAP sencillo, utilizable por grupos de base.

Hay que definir desde los grupos qué acciones se van a llevar a cabo y de qué manera. De nuevo recurrimos a las reuniones con los sectores implicados para negociar cuales serán las estrategias de actuación. Es importante no perder de vista que la finalidad principal es reforzar las potencialidades del propio colectivo, tanto en el nivel del conocimiento como de la acción (IOE, 1993). El investigador juega un papel importante en el sentido de poner a su disposición diferentes técnicas de recogida, producción y análisis de información; de transmitir herramientas de trabajo operativas de manera que resulten asequibles y fácilmente manejables por los miembros de la comunidad. Es necesario entonces llevar a cabo un entrenamiento en cuanto a la elaboración de cuestionarios, instrumentos, habilidades de quienes recogerán la información, etc.

Asímismo, las técnicas a emplear también van a venir definidas por el tipo de análisis que vayamos a realizar. Son válidas todas las que incluyan al sujeto y que no se escapen, como hemos señalado, de los recursos técnicos y materiales de los implicados en la IAP. Son útiles tanto las técnicas cuantitativas como las cualitativas; desde las encuestas hasta los grupos de discusión, los documentos personales, bibliográficos, etc. No desdeñaremos ninguna técnica siempre que esta pueda ser útil, y lo son especialmente todas las que facilitan la relación, el intercambio, el diálogo, la participación, en definitiva la comunicación entre iguales. Se hace énfasis en las que faciliten la aparición de los aspectos intersubjetivos de la relación entre entrevistado y entrevistador. Eso si, hay que observar que no se utilicen técnicas que requieran análisis estadísticos muy complejos puesto que entonces necesitaremos expertos externos, generándose resultados difícilmente comprensibles por todos. Aún habiendo algún experto en el grupo, esto conllevaría una especialización y una división del trabajo que podría crear situaciones de dependencia y poder. En palabras de Park (1992:156): "este aspecto de la IAP sirve para desmitificar la metodología de la investigación, y ponerla en manos de la gente para que la usen como instrumento de adquisición de poder. Si obtiene éxito, la capacidad de investigar científicamente los problemas de la comunidad se convierte en una característica permanente de la misma que puede volver a ser usada una y otra vez sin necesidad de contar con expertos".

En la IAP entonces, contrariamente a lo que sucede en las investigaciones convencionales, nos encontramos con que el asunto de la validez depende de la empatía de los sujetos con el fin de la investigación comprendiendo plenamente la intención de las preguntas y queriendo dar la información necesaria de la mejor forma posible.

– Desarrollar y evaluar lo realizado

Poner en marcha las técnicas tiene una doble finalidad: por un lado facilitar información para otros sobre hechos concretos, por otro, producir conocimientos interpersonales y autoconocimiento (encuentros dialógicos, Park). Pero para que verdaderamente se pueda dar la participación es necesario que la información este constantemente circulando y en todas las direcciones.

El análisis de los resultados de este proceso nos ayudarán a comprender mejor la naturaleza de los problemas, pero como indicábamos mas arriba, ya están produciendo por sí mismos acción, están generando temas para la reflexión colectiva (uso colectivo de los resultados o vuelta de la información a la comunidad), ligando la investigación a la acción, el conocimiento y la práctica.

En cualquier caso, a pesar de los intentos de sistematización o de captura que queramos hacer proponiendo formulas, todo este camino se debe dibujar como algo mucho mas artesanal que tecnológico. Villasante resume con un lema las aportaciones que la metodología de la IAP debería hacer a las Ciencias Sociales: "sobre cómo los movimientos populares son analizadores y generadores de metodologías para las ciencias sociales, y como no deberían dejar que éstas degeneraran en técnicas que se automitifican, sino que deberían seguir como prácticas que implican una episteme (desde, por y) para las soluciones operativas que necesitan los sectores populares". (Villasante, 1994: 424).

Conclusión

Hemos quedado claros que las ciencias sociales tiene cuatro tipos de investigación, y tienen características diferentes al igual su métodos son distintos, comenzaremos con la investigación empírica –analítica; nos dimos cuenta que es un componente fundamental de toda teoría que aspire a ser científica; sin ella, no deja de ser una teoría, mientras no se demuestre su falsedad, pero se queda dentro del mundo de la filosofía. En principio, esta investigación presenta numerosas dificultades a la hora de su demostración. Por un lado, su vertiente filosófica, lógicamente, no se puede demostrar. Por otro, sus implicaciones científicas se encuentran en los límites de percepción con la tecnología actual, como es normal en casi toda nueva teoría.

Ahora bien entrando en otro tipo de investigación como lo es la histórica-hermenéutico, hemos aprendido que el investigador histórico-hermenéutico, experimenta y es consciente de que este tipo de investigación, debe ser confinada a un análisis penetrante de un problema limitado, más que a un examen superficial de un sector amplio, delimitar un problema es una de las mayores dificultades pero es indispensable para lograr un análisis satisfactorio. Esto se logra cuando el investigador establece una o varias preguntas específicas frente a un hecho o evento histórico con el fin de precisar lo sucedido, establecer comparaciones o determinar causas y/o consecuencias.

Podemos decir que estudiando estos tipos de investigaciones también nos pareció muy importante , la investigación acción-participativa, esta tiene el fin de detectar las demandas reales relacionadas con el objeto de estudio y concretarlas en propuestas de acción ajustadas a necesidades sentidas, se desarrolla un proceso de investigación que apunta a la transformación mediante el trabajo con colectivos, asociaciones, grupos de vecinos/as y otros actores del municipio con sensibilidades o intereses comunes, lo cual facilita una movilización hacia la implicación ciudadana que favorece la creatividad social en beneficio de toda la comunidad local. El conocimiento de la realidad se construye progresivamente en un proceso participativo en el cual los actores implicados "tienen la palabra", y de este modo se crean las condiciones que facilitan espacios de reflexión, programación y acción social relacionados con los problemas que plantea el objeto de estudio.

Nos quedo claro que para crear esas condiciones necesarias se aplica un procedimiento de investigación riguroso bajo el enfoque de la denominada Investigación-Acción Participativa (IAP), que propone intervenir de forma integral e integradora en el territorio. Tal procedimiento investigador persigue la elaboración de un conocimiento sobre el objeto de estudio que sea útil socialmente y que permita la implementación de Planes de Acción Integral, donde la participación ciudadana, plena y consciente, sea un eje articulador básico. Por eso se trabaja con grupos humanos, con el fin de transformar su entorno, a partir del conocimiento crítico de la realidad que les rodea y de la puesta en marcha de un conjunto de estrategias y propuestas vertebradoras.

La IAP no ofrece una batería de respuestas y soluciones a los problemas, sino que propicia la conversación y el diálogo como mecanismos con los que crear procesos donde los sujetos afectados aporten, tras la reflexión, soluciones a sus problemas. Construyendo las respuestas con los distintos agentes sociales y ciudadanos del municipio se abre un gran abanico de posibilidades, pero las respuestas, soluciones y propuestas de acción se ajustarán más a la realidad concreta, en la medida en que han sido participadas y compartidas por la ciudadanía en el proceso de investigación-acción.

Bibliografía

-Bartolomé,M.(1992) "La investigación cooperativa (praxis)"(copigrafiado), Taller de iniciación a la investigación-acción (EUTS-Universidad de Granada) ,2-IV-1992.

-Bourdieu, P., Chamboredon, J., Paseron, J.P. (1994) El oficio de sociólogo, Madrid, Siglo XXI.

-Buck-Morss, S. (1995) Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los pasajes, Madrid, La balsa de la medusa.

-Carr, W. y Kemmis, S. (1988) Teoría crítica de la educación. La investigación-acción en la formación del profesorado, Barcelona, Martínez Roca.

-Delgado, J.M. y Gutierrez, J. (1994), Métodos y técnicas cualitativas de investigación en las Ciencias Sociales. Síntesis. Madrid.

-De Miguel, M. (1993) "La IAP un paradigma para el cambio social", Documentación Social nº 92, Madrid.

 

 

 

Autor:

Silva Dilia

Soto Julio

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA

EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

ESTUDIOS JURÍDICOS

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

ALDEA GRAN COLOMBIA

CARACAS, VENEZUELA.

CARACAS, 11 DE JULIO DE 2007.

Partes: 1, 2
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