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Contradicciones de la "iglesia católica" (página 5)


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Y, en efecto, el autor de esta obra advierte de forma implícita que, siendo consecuentes con la idea de un dios omnipotente, es realmente presuntuoso por parte del hombre suponer que sus pecados pudieran causar a Yahvé el más mínimo perjuicio. Por ello, como consecuencia de lo anterior, no tendría sentido que éste quisiera vengarse del hom- bre por su mal comportamiento, y mucho menos vengarse de Job, que era un siervo fidelísimo, según el propio Yahvé comunica a Satanás.

Lo mismo habría que decir respecto a la buena conducta del hombre, pues tampoco ésta podría repercutir en un dios perfecto, ni para bien ni para mal, ya que su omnipotencia y su inmutabilidad le situarían más allá de las posibilidades humanas de alterar su estado lo más mínimo, provocando en él cambios de humor, a pesar de la serie de pasajes bíblicos contradictorios en los que la volubilidad divina se manifiesta de manera despiadada y brutal, en contradicción con su inmutabilidad y teniendo en cuenta además que, como tantas veces se ha dicho, las acciones humanas habrían sido programadas por ese mis- mo dios. Por ello el autor de este libro plantea de manera plenamente justificada la siguiente pregunta:

"¿Qué saca el Poderoso con que tú seas justo? ¿Qué gana con tu conducta íntegra?"124, pregunta que lleva implícita, al igual que en el caso de la anterior, la respuesta según la cual a Yahvé, dada su omnipotencia, nada podrían afectarle ni las buenas ni las malas acciones del hombre.

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123 Job, 7:20.

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  • "Y el Señor me [= a Jeremías] dijo: […] Y aquellos a quienes ellos profetizan serán tirados por las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y de la espada; no habrá quien los sepulte, ni a ellos ni a sus mujeres ni a sus hijos; yo haré recaer sobre ellos su mal- dad"125.

Pasajes como éste tienen en común el salvajismo con el que se habla de matar a mujeres y a niños, que en ningún caso son presentados como responsables de nada sino sólo como víctimas y como simples propiedades de los cabezas de familia, que reciben la cólera y el des- potismo arbitrario de Yahvé al igual que los jefes de estas familias. Pero tales actuaciones no podían ser obra de un dios bueno, por lo que debieron de ser nuevamente la plasmación de la terrorífica imagina- ción de los sacerdotes y profetas de Israel, inventores de estos relatos, que tenían la finalidad de amedrentar a su pueblo. Sin embargo, los dirigentes de la iglesia católica deben asumir que se trata de sucesos reales ocurridos por voluntad de Yahvé, en cuanto aparecen en relatos bíblicos que, según sus propias palabras, deben considerarse verdade- ros por cuanto estarían inspirados por el Espíritu Santo.

  • "El Señor me habló así:

-No te cases; no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque así dice el Señor de los hijos e hijas que nazcan en este lugar, de las madres que los den a luz y de los padres que los engendren: Mo- rirán cruelmente; no serán llorados ni enterrados, sino que que- darán como estiércol sobre la tierra; perecerán a espada y de hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.

Así dice el Señor: No entres en una casa donde hay duelo; no vayas al duelo ni les des el pésame, porque yo retiro de este pue- blo, oráculo del Señor, mi paz, mi misericordia y mi compasión. Grandes y pequeños morirán en esta tierra sin ser enterrados ni llorados"126.

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125 Jeremías, 14:14. La cursiva es mía.

124 Job, 22:3.

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El texto anterior refleja con la mayor crueldad el temor de los sacerdotes y dirigentes de Israel a que los hombres de su pueblo se unan en matrimonio con mujeres de otros pueblos, en cuanto tal unión podría venir acompañada de la adopción de los dioses de sus mujeres extranjeras y del abandono de su dios Yahvé. Ese temor les lleva a amenazar a su pueblo con que los hijos e hijas que nazcan de esas uniones y sus respectivos padres y madres "morirán cruelmente [y] quedarán como estiércol sobre la tierra [o como] pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra".

Ante una actitud tan cruel, injusta y brutal por parte de Yahvé, aunque los dirigentes actuales de la secta católica pudieran escandali- zarse por ella en realidad no tendrían por qué, pues a lo largo de su historia estos dirigentes han cometido crímenes y asesinatos similares a los cometidos por su dios, como los de su "Santa Inquisición", sus "cruzadas", sus brutales asesinatos durante la conquista de América o su complicidad con dictaduras criminales. Pero en cualquier caso este dios nada tendría que ver con el dios misericordioso del que hablan los dirigentes de esta secta.

* "Por eso, así dice el Señor: […] Por tus prácticas idolátricas haré contigo [con Israel, su pueblo] lo que nunca he hecho y jamás volveré a hacer: los padres se comerán a sus hijos, y los hijos a sus padres"127.

Este pasaje tiene la inefable brutalidad de algunos otros en los que Dios decide el canibalismo de padres contra hijos y de hijos contra padres. En la actualidad acciones como ésa serían objeto de la mayor y más horrorizada repulsa, pero, siendo Yahvé quien las orde-

na, son plenamente respetables y santas. Pero, ¿cómo un dios inmuta- ble, bueno y justo pudo considerar como santas aquellas mismas acciones que a la vez prohibía como repudiables? La explicación es la misma que ya hemos dado en los demás casos: Recordemos que todos estos escritos, al margen de lo que diga la jerarquía católica, no son el resultado de la inspiración del "Espíritu Santo" sino amenazas inven- tadas por los dirigentes de Israel para tener subyugado a su pueblo.

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127 Ezequiel, 5:8-9.

126 Jeremias, 16:1-4. La cursiva es mía.

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¡Qué triste y patético sería someterse y adorar a un dios capaz de realizar semejantes atrocidades! * "Y pude oír lo que [el Señor] dijo a los otros:

-Recorred la ciudad detrás de él, matando sin compasión y sin piedad. Matad a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres, has- ta exterminarlos"128.

Igualmente este pasaje, en el que Yahvé ordena matar sin com- pasión y sin piedad, además de ser un nuevo ejemplo de la máxima atrocidad despótica, representa una actitud contraria respecto a las virtudes que en otros momentos defiende ese dios: La compasión y la piedad. Y, para colmo, ¡Yahvé no sólo no es compasivo sino que ade- más ordena que no se tenga compasión ni piedad de nadie!: "Matad a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres, hasta exterminarlos".

¡Otra muestra insondable de la bondad, misericordia e infinito amor de Yahvé! ¡¿Cómo es posible que se siga aceptando una religión tan absurda, cuyo fundamento esencial se encuentra en textos tan salvajes como éstos, que supuestamente reflejan la palabra y las acciones tan criminales de su dios?! Entre los abundantísimos pasajes donde pueden observarse otras actuaciones similares de Yahvé en esta misma línea de crueldad des- pótica y asesina, aunque se encuentran a lo largo de toda la Biblia, tienen especial interés los que aparecen en Éxodo, en Levítico, en Números, 14:29-30, 14:32-36, 16:20-21, 17:6-11, 27:12-14, en Deu-

teronomio, 28:49-68, en Josué, en 2 Reyes, 9:6-10, en Isaías, en Jere- mías, en Ezequiel y en Apocalipsis.

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128 Ezequiel, 9:5-6.

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  • Del politeísmo al monoteísmo

Los dirigentes de la secta católica afirman la existencia de un solo dios, pero incurren en una contradicción en cuanto la Biblia, ¡palabra de su dios! acepta la existencia de muchos dioses. En efecto, desde sus comienzos la secta cristiana ha defen- dido la existencia de un solo dios, aunque, de acuerdo con su dogma de la Trinidad, ha considerado que ese dios se manifes- taba bajo la forma de "tres personas iguales y realmente distin- tas", lo cual no hay por dónde cogerlo, pues si son iguales no podrían ser distintas, es decir, no-iguales, mientras que si son distintas, es decir, no-iguales, entonces no podrían ser iguales. A tales personas las llaman "Padre", "Hijo" y "Espíritu Santo". Ahora bien, si las contradicciones no tuvieran relevancia alguna en los intentos de avanzar hacia una explicación racional de la realidad, en ese caso podría aceptarse el dogma de la Trinidad y cualquier otro que se les ocurriese, pero lo más grave de todo es que el evangelio de Juan identifica al dios cristiano con la razón, y desde dicha razón no hay manera de justificar una ocu- rrencia como la que expresa un dogma como ése, tan absurdo como innecesario.

En el Antiguo Testamento sólo se habla de Yahvé, que es el equivalente de "Dios Padre" del Nuevo Testamento, pero nada se dice del "Hijo", ni del "Espíritu Santo" –aunque en algunas ocasiones se habla de "el espíritu de Dios", del mismo modo que se hubiera podido hablar de "la cólera de Dios" o de "la omnipo- tencia de Dios", y no por ello se habla de "la Cólera de Dios" ni de "la Omnipotencia de Dios" como personas divinas, pero dejo para el capítulo correspondiente el comentario de esta contra- dicción.

Lo que en estos momentos se va a considerar es la contra- dicción según la cual, mientras los dirigentes de la iglesia cató- lica proclaman la existencia de un solo dios, la Biblia –a lo largo de diversos libros del Antiguo Testamento– afirma la existencia de una multitud de dioses relacionados con los diversos pueblos con los que Israel mantuvo algún contacto. Los sacerdotes de Israel aceptan en diversos momentos que tales dioses existen y que tienen su propio poder, aunque progresivamente van afir- mando la primacía de Yahvé sobre todos ellos y finalmente proclaman la unicidad de dios, identificado con su dios Yahvé.

A continuación se muestra una serie de pasajes relaciona- dos con esta temática y se realiza el comentario correspondiente de aquéllos que tienen alguna peculiaridad destacable. Los pasa- jes seleccionados en que se afirma la existencia de todos esos dioses distintos de Yahvé es un poco amplia y, por ello, he elegi- do algunos especialmente representativos para que pueda com- probarse en cuántas ocasiones los autores bíblicos han estado obsesionados por la serie de dioses que en algún momento representaron una tentación para el pueblo de Israel, tentación en la que en diversas ocasiones cayó, provocando la reacción sanguinaria de Yahvé o, más exactamente, de sus sacerdotes, cuyo despiadado poder sobre el pueblo pudo determinar matan- zas brutales contra aquellos cuya actitud, al adorar a otros dio- ses, pudo llegar a convertirse en un grave peligro para el mante- nimiento de este férreo control sacerdotal:

  • a) "Jacob dijo a su familia y a todos los que estaban con él:

-Tirad los dioses extraños que tengáis"129.

En este pasaje puede observarse que no se habla de falsos dioses sino de "dioses extraños", es decir, ajenos, dando por he- cho su existencia, pero considerando que no tenían "jurisdic- ción" alguna sobre Israel, que por encima de todo debía perma- necer fiel a Yahvé, quien había establecido una alianza con Abraham con carácter exclusivo respecto a otros dioses. Tam- bién tiene interés ver cómo en este pasaje Jacob ordena a su gen- te que "tiren" los dioses extraños, pues dicho verbo sugiere que tales dioses, en lugar de tener determinado poder sobre el pue- blo, son simples objetos materiales con ciertos poderes mágicos, pero tan insignificantes que se les puede "tirar" sin plantearse siquiera la posibilidad de que tomen represalia alguna por tal desprecio.

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129 Génesis, 35:2.

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  • b) "No tendrás otros dioses fuera de mí […] porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la maldad de los que me aborrecen en sus hijos hasta la tercera y cuarta generación"130.

  • c) "No invocarás el nombre de otros dioses"131.

  • d) "Así pues, respetad al Señor y servidle en todo con fide- lidad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia y en Egip- to, y servid al Señor"132.

  • e) "No tendrás un dios extraño, no adorarás a un dios extranjero"133.

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133 Salmos 81:10.

131 Éxodo, 23:13.

130 Éxodo, 20:3-5. En Deuteronomio, 5:7, se dice de un modo más escueto: "No tendrás otros dioses fuera de mí", pero más adelante, en Deuteronomio 5:9-10, aparece un texto muy similar al de Éxodo, 20:3-5.

132 Josué, 24:14.

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En los textos b, c, d y e Yahvé –o más exactamente los cre- adores de tal invención- amenaza de forma explícita a quien desobedezca –y a su descendencia- por seguir adorando a otros dioses. A pesar de lo que digan estos pasajes, no se trata de que Yahvé sea un dios celoso -¿de quién iba a sentir celos?-, sino de que los sacerdotes quieren afianzar su autoridad, y para este fin "ensalzan" a Yahvé, presentándolo como un dios terrible y celo- so de la fidelidad de su pueblo. Pero, ¿cómo hubiera podido Yahvé sentir celos de los otros dioses, si su poder infinito [?] hubiera podido destruirlos instantáneamente? Los sacerdotes de Israel complementan esta idea con la farsa de hacerse pasar por intermediarios de Yahvé con su pueblo, pues al parecer su dios es tan majestuoso y terrible que no puede mostrarse directamen- te ante su pueblo, pues quien le ve muere134.

En los textos que siguen a continuación se plantea de mane- ra conflictiva y sanguinaria la relación de Israel con los pueblos que tienen otros dioses, de manera que Yahvé interviene con ab- soluta crueldad para alejar a su pueblo de tales dioses, o inflige castigos crueles a Israel como si no hubiera mayor delito que el de adorar a otros dioses, al margen de que se siga adorando a Yahvé. También es especialmente significativo que los sacerdo- tes no duden de la existencia de los dioses extranjeros ni del

Otros pasajes igualmente significativos por lo que se refiere a esa "lejanía" de Yahvé son los ya citados de 1 Samuel, 6:19 y 2 Samuel, 6:6.

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134 En Éxodo, 19:12 Yahvé comunica a Moisés que nadie de su pueblo puede avanzar más allá de un límite alrededor del monte Sinaí, a donde él bajará y se entrevistará con Moisés: [Dice Yahvé a Moisés:] "Tu señalarás un límite por todo el contorno diciendo: No subáis al monte ni piséis su falda. Todo el que pise el monte morirá. Nadie tocará con la mano al culpable; será apedrea- do o asaetado". Poco después, en Éxodo, 33:20, desde un antropomorfismo infantil llega a decir al propio Moisés: "…sin embargo, no podrás ver mi cara, porque quien la ve no sigue vivo"; y casi a continuación le dice: "…me verás de espaldas porque de frente no se me puede ver" (Éxodo, 33:23).

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derecho de cada pueblo a adorar a sus respectivos dioses. Lo que les preocupa es que Israel deje de servir a Yahvé, pues este dios representa la mayor fuerza con que cuentan para hacerse obede- cer por su pueblo, de manera que, si éste dispersara su sumisión a Yahvé adorando a otros dioses, eso implicaría la pérdida del poder absoluto de los sacerdotes de Yahvé, en cuanto tal poder se fundamenta en su supuesta misión de intermediarios entre Yahvé y su pueblo:

  • a) "Yo [= Yahvé] os entregaré a los habitantes del país, y tú los echarás de tu presencia. No hagas pacto con ellos ni con sus dioses. No los dejes vivir en tu tierra, no sea que te inci- ten a pecar contra mí, dando culto a sus dioses; eso sería tu ruina"135.

Este pasaje pone nuevamente de manifiesto el interés de los sacerdotes de Israel en mantener la exclusividad por lo que se refiere a la religión de su pueblo frente a la posibilidad, impen- sable en aquella cultura, de aceptar una "libertad religiosa" por la que los israelitas pudieran adorar a los dioses de otros pueblos o no adorar a ninguno. Pero el mismo hecho de que se ordene a Israel que no haga "pactos" con los dioses de otro país es una manera de situar a esos dioses en pie de igualdad con Yahvé, quien había hecho ya una primera "alianza" con Israel a la que éste debía mantenerse fiel. Es igualmente llamativa la intransi- gente discriminación religiosa de los dirigentes de Israel cuando se dice en este pasaje "No los dejes vivir en tu tierra", por ese temor a que pudieran contaminar a Israel con creencias relacio- nadas con esos otros dioses.

  • b) "Israel se estableció en Sitín y el pueblo se entregó al desenfreno con las moabitas. Éstas los invitaron a los sacri-

ficios de sus dioses, y el pueblo comió y se postró ante ellos […] Entonces el Señor dijo a Moisés:

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135 Éxodo, 23:31-33.

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-Reúne a todos los jefes del pueblo y cuélgalos ante el Señor, cara al sol, para que la cólera del Señor se aparte de Israel"136.

En este pasaje se pone en evidencia la enorme brutalidad de los castigos de los sacerdotes de Israel contra los inductores al deli- to de adorar a otros dioses. Sin embargo, los motivos de estos severos castigos no son, ni mucho menos, de carácter religioso, del mismo modo que tampoco lo fueron los castigos y las perse- cuciones de la Inquisición contra los reformadores religiosos de la Edad Media, como los albigenses, o los de momentos poste- riores, como Wyclef, Hus, Lutero, Zuinglio o Calvino, o como el de la condena de Galileo por su simple defensa de una verdad científica que los dirigentes católicos consideraron peligrosa para su prestigio y, en consecuencia, para el buen funcionamien- to de su negocio político y económico, que era lo que verdadera- mente les importaba. Como ya se ha dicho en reiteradas ocasio- nes, el motivo de estos severos castigos era de tipo político: Los sacerdotes querían mantener y reforzar su poder sobre el pueblo y, por ello, se les ocurrió la genial idea de crear un dios como Yahvé, que tuviera celos y se encolerizase de modo terrorífico cuando su pueblo cayese en la tentación de adorar a los dioses de los pueblos vecinos o a los de aquellos otros con los que esta- blecían contacto por motivos bélicos o de cualquier otro tipo. Esta interpretación, que podría tratarse de una simple conjetura indemostrable, aparece con un valor mucho más claro cuando se tiene en cuenta que en situaciones en las que los sacerdotes ya no controlan el poder, en cuanto lo han perdido y ha ido a parar a manos de los reyes a partir de Saúl, no aplican tales castigos

tan severos por motivos como los anteriores. En este sentido, el caso más llamativo con una diferencia abismal es el del rey Salomón, del que se ha hablado antes.

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136 Números, 25:1-4.

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  • c) "Se prostituyeron ante otros dioses y los adoraron"137.

Este pasaje simplemente habla de un modo despectivo contra aquellos israelitas que así se comportaron, pero muestra, al igual que todos los demás, la obsesión de los sacerdotes de Yahvé por impedir la dispersión religiosa por lo que se refiere a las creen- cias de Israel, en cuanto tendría consecuencias nefastas para el mantenimiento de su autoridad sobre el pueblo.

  • d) "El sacerdote Yoyadá ordenó a los jefes de centuria que estaban al mando del ejército:

-Sacadla [a Atalía] fuera del recinto [del templo] y matad a todo el que la siga.

Como el sacerdote había dicho que no la mataran en el templo del Señor, la prendieron y pasada la puerta de las caballerizas del palacio real, la mataron. Yoyadá selló un pacto con el rey y el pueblo por el cual se comprometían a ser el pueblo del Señor. Inmediatamente todo el pueblo irrumpió en el templo de Baal y lo demolió. Hicieron asti- llas sus altares e imágenes y allí mismo, delante de los alta- res, degollaron a Matán, sacerdote de Baal"138.

Nos encontramos de nuevo aquí con un ejemplo más de matan- zas por causas aparentemente religiosas ¿Qué necesidad y qué derecho tenía ese sacerdote, Yoyadá, para realizar "un pacto" a fin de que su pueblo aceptase a Yahvé como su dios? ¿Qué dere- cho tenían a asesinar a quienes adoraban a otro dios? ¿Qué inte- rés o qué necesidad habría tenido Yahvé de ampliar el número

de pueblos que le adoraba y le obedecía? A lo largo del Antiguo Testamento se presenta a Yahvé como un dios dependiente de su pueblo en lugar de ser autosuficiente, de modo que simplemente ayudase a su pueblo sin pedir nada a cambio, pues nada podía darle éste que él no tuviera. Es evidente por ello que a quien podía interesar ese pacto no era a Yahvé sino a los sacerdotes de Israel, que así afianzaban su poder sobre el pueblo.

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138 2 Crónicas, 23:14-16. La cursiva es mía.

137 Jueces, 2:17.

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  • e) [Moisés dijo] "Y en efecto, ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor nuestro Dios, siempre que lo invocamos?"139.

En este pasaje el propio Moisés acepta la existencia de otros dioses, sólo que más lejanos que Yahvé, que, según Moisés, siempre está con su pueblo para ayudarle, a pesar de que, como se ha podido ver, es en realidad un dios lejano, sospechosamente lejano, que sólo entabla contacto con su pueblo a través de sus sacerdotes (?), los cuales podrán comunicar o exigir a su pueblo "en nombre de Yahvé" cualquier capricho que les venga en gana. Las palabras atribuidas a Moisés son asombrosamente cínicas, teniendo en cuenta aquel pasaje en el que el mismo diri- gente estableció unos límites a los pies del monte Sinaí para evi- tar la proximidad del pueblo a Yahvé ante cuya presencia el pueblo podría morir, lo cual dice mucho del carácter terrible y lejano de aquel Yahvé y nada en favor de su "cercanía". Pero los sacerdotes y autores de estos pasajes bíblicos no se detienen a realizar comentarios coherentes respecto a Yahvé, pues saben que su pueblo está tan convencido del carácter incomprensible de su dios que acepta cualquier cosa que Moisés o cualquier otro dirigente ordenen en su nombre.

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139 Deuteronomio, 4:7.

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  • f) Respecto a la creencia en esos otros dioses pueden recor- darse además las primeras plagas de Egipto, donde los sacerdo- tes del faraón compiten con Moisés en hacer prodigios. Y así, en la Biblia se afirma que, cuando Aarón por orden de Yahvé tiró su cayado y éste se convirtió en una serpiente,

"los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encanta- mientos: tiró cada uno su bastón, y también se convirtieron en serpientes"140, lo cual es una manera explícita de reconocer que no sólo Yahvé poseía poderes sobrenaturales sino que también los tenían los dioses de esos magos. ¿Por qué el autor de este pasaje bíblico urde la mentira según la cual los magos egipcios tienen también poderes sobrenaturales? Pues porque de ese modo, reconociendo el poder de los dioses de otros pueblos, entiende que será más fácil que el propio pueblo acepte que Yahvé, su dios, se encuen- tra igualmente en posesión de tales poderes pero en un grado superior, mientras que, si hubiera negado ese poder a los dioses extranjeros, tal actitud hubiera podido dar pie a que la descon- fianza en la existencia y en el poder de los dioses se hubiera generalizado, extendiéndose al propio Yahvé, a la veracidad de sus sacerdotes cuando hacían creer a su pueblo que ellos se comunicaban con su dios, y, finalmente, a la propia autoridad de tales sacerdotes sobre el pueblo, en cuanto el fundamento más fuerte de ésta radicaba en su fingida relación y proximidad exclusiva con Yahvé.

Por otra parte, a fin de que el pueblo de Israel no se preo- cupase por el poder de los dioses egipcios se indica en la Biblia que la magia de Yahvé fue superior a la de los magos egipcios, pues a continuación

Estos actos de magia, realizados por el poder que daban a Moisés y a los magos egipcios sus respectivos dioses, no se pro- dujeron únicamente en ese momento puntual sino también durante las dos primeras plagas de Egipto en las que supuesta- mente Aarón, bajo las órdenes de Moisés, y éste, bajo las de Yahvé, hicieron que el agua de Egipto se convirtiera en sangre, pues "los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encanta- mientos"142.

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140 Éxodo, 7:11-12 "el cayado de Aarón devoró los bastones de los magos"141.

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Posteriormente, en la segunda plaga, Aarón, cumpliendo las órdenes de Moisés y de Yahvé (?), ordenó que se produjera una plaga de ranas en el Nilo, pero también en este caso, "los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, con- siguiendo que surgieran ranas por todo el país"143.

Estos hechos son una clara demostración de que para los sacer- dotes de Israel, según se da a entender en la Biblia, los otros dio- ses no sólo existían sino que también tenían sus poderes con los que podían oponerse al poder de Yahvé, a pesar de que el de éste fuera superior.

Pero lo que resulta evidente es que el concepto de un dios omnipotente, como debía serlo el dios judeo-cristiano, sería in- compatible con la existencia de otros dioses cuyos designios po- drían oponerse a los del primero. Es decir, si existiera un dios omnipotente, no podría haber ningún otro que pudiera enfrentar- se a él. Esa doctrina sería pura mitología infantil, al margen de que la otra también lo sea.

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143 Éxodo, 8:3.

142 Éxodo, 7:22.

141 Éxodo, 7:12.

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  • g) "…cuando el Señor tu Dios te los haya entregado [= los pueblos que habitan la "tierra prometida"] y tú los hayas derrotado, los consagrarás al exterminio. No harás pactos ni tendrás miramientos con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni casarás a tu hijo con su hija, porque ellos los apartarían de mí para que den culto a otros dioses"144.

Pasajes como éste, relacionados con los pueblos que habitaban la "tierra prometida", representan el colmo de la brutalidad y de la crueldad por parte de los dirigentes de Israel, que no se con- forman con luchar contra esos pueblos con el fin de apoderarse de sus tierras sino que además, no contentándose tampoco con prohibir los matrimonios con los habitantes de esos pueblos para evitar la contaminación religiosa de Israel, ordenan, en nombre de Yahvé, el exterminio de su población. Como ya sabemos, el miedo al culto a otros dioses es propio de los sacerdotes de Isra- el no porque tales dioses sean "falsos" sino porque alejarían al pueblo de la "obediencia a Yahvé", es decir, de la obediencia a los sacerdotes de Israel.

Tanto en éste como en otros textos similares se da la para- doja de que los sacerdotes de Israel comunican a su pueblo la serie de matanzas que Yahvé ha realizado contra su pueblo por haberle abandonado, pero no se les ocurrió que con la misma facilidad con que castigó tal delito podía haber utilizado su poder para evitar que el pueblo de Israel fuera seducido por los dioses de otros pueblos y de este modo no habría tenido que exterminar a quienes habitaban la "tierra prometida" antes de la llegada de su pueblo. Es evidente que, si no se les ocurrió esta idea, el motivo no fue otro sino el de que las supuestas órdenes

que daban a su pueblo "en nombre de Yahvé" eran órdenes que provenían exclusivamente de ellos mismos, mintiendo con total desprecio. Por ello, la explicación de la anterior cuestión es evi- dente: En realidad Yahvé no pudo elegir entre estas dos opcio- nes por la sencilla razón de que él mismo era sólo una invención de los sacerdotes de Israel, y, mientras éstos pudieron masacrar a los pobladores de la "tierra prometida", no quisieron arriesgar- se a adoptar la otra medida, pues no estaban seguros de poder controlar la curiosidad de los israelitas por conocer y relacionar- se con esos otros pueblos en cuanto podrían llegar a adorar a sus dioses. Por ello, la mejor solución para mantener sometido al pueblo a su autoridad y a su dios era exterminar sin piedad y sin escrúpulos a esos otros pueblos, y, con ellos, a sus dioses, en lugar de buscar una convivencia pacífica con ellos.

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144 Deuteronomio, 7:2-4. En Deuteronomio 7:16 se insiste en estas mismas órdenes: "Destruye, pues, a todos los pueblos que el Señor tu dios va a entre- garte; no tengas piedad de ellos, ni des culto a sus dioses, pues serían para ti una trampa".

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La obsesión de los sacerdotes judíos por evitar que su pue- blo llegase a adorar a otros dioses era tan grande que adverten- cias o amenazas como las anteriores se repiten de modo llama- tivamente insistente, como puede verse a continuación:

  • "Pero, si te olvidas del Señor tu Dios y sigues a otros dio- ses, dándoles culto y postrándote ante ellos, entonces os juro hoy que pereceréis sin remedio. Lo mismo que las naciones que el Señor va a aniquilar delante de vosotros, así también pereceréis vosotros por no haber obedecido al Señor vuestro Dios"145.

  • "Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las naciones que vas a despojar; cuando las hayas despojado y

habites en sus dominios, ten cuidado para no caer en la trampa siguiendo su ejemplo […]. No busques, pues, a sus dioses diciendo "Yo también voy a dar culto a los dioses a quienes esos pueblos daban culto". No procederás así con el Señor tu Dios, ya que nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo que hacían estos pueblos por sus dio- ses, pues incluso quemaban a sus hijos e hijas en honor a sus dioses"146.

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145 Deuteronomio, 8:19-20. La cursiva es mía. Un pasaje bastante similar a este es el siguiente: "Pero tened cuidado, no os dejéis seducir ni os apartéis del Señor, sirviendo y dando culto a otros dioses. Si hacéis esto, el Señor se enfurecerá contra vosotros, cerrará los cielos y no habrá más lluvia; la tierra no dará fruto y vosotros pereceréis bien pronto en esa tierra que el Señor os da" (Deuteronomio, 11:16-17).

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  • "Si rompéis la alianza que el Señor vuestro Dios hizo con vosotros, dando culto a otros dioses y postrándoos ante ellos, entonces se desatará la ira del Señor contra vosotros y muy pronto desapareceréis de esta tierra buena que él os ha dado"147.

Esta reiteración obsesiva de pasajes en los que se persigue esa misma finalidad de alejar al pueblo de la tentación de adorar a otros dioses suscita la idea de que los sacerdotes de Israel eran plenamente conscientes de que todo este asunto era pura come- dia, de que en realidad sabían que no había ningún dios, pero también que, como a ellos les interesaba que el pueblo creyese en todo ese montaje, en lugar de negar la existencia de otros dioses –lo cual, como ya se ha dicho, hubiera podido llevar al pueblo de Israel a dudar también de la existencia del suyo-, dije- ron a su pueblo que no debían adorarlos porque habían hecho un pacto con el Señor y le debían una fidelidad absoluta.

Como se verá luego, será más adelante, en el momento en que Israel sea más fuerte y su religión esté más consolidada como consecuencia de esta fortaleza, cuando se atrevan a decir que los otros dioses son muy inferiores a Yahvé, que Yahvé es el dios de los dioses y, finalmente, que Yahvé es el único dios.

A continuación puede comprobarse la ira de Yahvé –o, la de sus sacerdotes- cuando su pueblo cae en la tentación de ado- rar a otros dioses. Como en tantas otras ocasiones, es realmente infantil y antropomórfico que digan que "el Señor se encoleri- zó", pues eso es presentar a la divinidad como si fuera un vulgar reyezuelo que coge caprichosas rabietas porque su pueblo no le quiere lo suficiente o porque no le hace los regalos que a él le gustarían, ya que la secta católica defiende que su dios es inmu- table y, por ello, no podría estar sometido a cambios de humor, y mucho menos que éstos se debieran a una realidad ajena a sí mismo, como lo sería la conducta de su pueblo.

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147 Josué, 23:16. Pasaje similar a los de Deuteronomio, 8:19-20 y 11:16-17.

146 Deuteronomio, 12:29-31.

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Los textos en cuestión dicen:

  • a) "Los israelitas volvieron a ofender al Señor con su con- ducta; adoraron a Baal y Astarté, a los dioses de Aram, Sidon, Moab, de los amonitas y de los filisteos. Abandona- ron al Señor y no le dieron culto. Entonces el Señor se encolerizó contra los israelitas y los entregó en poder de los

filisteos y de los amonitas"148.

Textos como éste, además de afirmar la existencia de otros dio- ses, inventan una causa para explicar un hecho no deseado: En este caso concreto se dice que el Señor se encolerizó y como consecuencia los israelitas fueron derrotados en lugar de decir simplemente que los israelitas fueron derrotados por los filisteos porque éstos eran superiores en número o por cualquier otra cau- sa. Los dirigentes israelitas aprovechan los buenos resultados bélicos para proclamar que Yahvé les ha dado la victoria, y los malos, para decir que Yahvé les ha castigado, en lugar de acep- tar que su dios no ha intervenido para nada, ni en su victoria ni en su derrota, por la sencilla razón de que no existe.

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148 Jueces, 10:6-7.

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  • b) "El Señor les respondió:

-Cuando los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos […] os oprimían y clamasteis a mí, ¿no os salvé de ellos? Sin embargo, vosotros me habéis abandonado para dar culto a otros dioses. Por eso no os salvaré ya más. Id, invocad a los dioses que os habéis elegido. Que os salven ellos en la hora del peligro"149.

En este texto su autor pone en boca de Yahvé la decisión de abandonar a su pueblo, animándole incluso a que invoque a otros dioses. Se trata de un nuevo engaño para conseguir una sumisión más ciega del pueblo a sus dirigentes. El mismo tono de este mensaje no parece en absoluto propio de un dios, sino sólo el de un cacique enfadado con su gente por el escaso apre- cio que percibe en ella. Parece que los sacerdotes de Israel no tuvieron la suficiente habilidad para redactar un mensaje más digno de un dios y no tan lleno de absurda indignación.

  • c) "Fue el Señor Dios de Israel, el que expulsó a los amo- rreos ante su pueblo, Israel, ¿y pretendes tú ahora quitarle su posesión? ¿Acaso no posees tú todo lo que tu dios Camos te ha dado?"150.

El presente texto tiene un interés especial por cuanto en él se habla de otro dios, llamándole incluso por su nombre, y se le reconoce además cierta posición de igualdad respecto a Yahvé, en cuanto Jefté se indigna de que el rey de los amonitas pretenda que Israel abandone los territorios donde habitaban los amorreos y, en consecuencia, envía emisarios al rey de los amonitas para aclararle que tanto los amorreos como los israelitas poseen los territorios que su respectivo dios les ha concedido. Con estas palabras Jefté acepta que, del mismo modo que ellos han obte-

nido la "tierra prometida" gracias a Yahvé, también los amonitas tienen sus posesiones gracias a su dios Camos. Es evidente por ello que para los israelitas no había problema alguno en aceptar la existencia de diversos dioses, aunque cada uno en su respecti- va área de influencia, su respectivo pueblo, que le hacía ofren- das y sacrificios a cambio de los bienes y de la protección que éste le daba.

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150 Jueces, 11:23-24. La cursiva es mía.

149 Jueces, 10:13-14.

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  • d) De hecho en el texto que sigue el único inconveniente que encuentra Samuel para que los israelitas adoren a otros dio- ses es que éstos son "extranjeros" pues los israelitas se deben a su propio y exclusivo dios, que es quien les ha dado y les segui- rá dando protección si sólo le adoran a él. En efecto, se dice en 1 Samuel:

"Y Samuel dijo a todo el pueblo de Israel:

-Si queréis convertiros al Señor de todo corazón, quitad de entre vosotros los dioses y diosas extranjeros, volveos hacia el Señor y adoradlo sólo a él, y el Señor os librará de los filisteos"151.

  • e) Y el propio Yahvé –o el autor del pasaje siguiente- se queja de que los israelitas le han abandonado para dar culto a dioses "extranjeros", lo cual significa que la queja no es por haber adorado a ídolos o a "falsos dioses" sino a dioses tan rea- les como el propio Yahvé, pero que pertenecían a otros pueblos y, en consecuencia, tenían una jurisdicción distinta y nada tenían que ver con Israel, que había establecido una alianza eterna con Yahvé, quien le había liberado de la opresión de diversos pue- blos y le había proporcionado la victoria en sus batallas para conquistar la "tierra prometida":

"[El Señor dijo:] me han abandonado para dar culto a dio- ses extranjeros"152.

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151 1Samuel, 7:3. La cursiva es mía.

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¡Pobrecito Yahvé! ¡Qué triste debió de ser para él ser abando- nado por su propio pueblo! ¡Qué solo debió de encontrarse!

  • f) En el siguiente pasaje Yahvé reitera la prohibición de que los israelitas se casen con mujeres extranjeras por el temor a que éstas les alejen del culto que a él deben, lo cual habría desenca- denado su cólera y los correspondientes castigos, como la mis- ma muerte, a quienes hubiesen incurrido en ese delito. Sin embargo, en este pasaje llama la atención que el rey Salomón actúe impunemente en contra de esta prohibición, casándose con setecientas mujeres extranjeras, teniendo trescientas concubinas y ofreciendo sacrificios a sus respectivos dioses. Como ya se ha comentado antes, la única explicación para esta tolerancia de Yahvé con Salomón consiste en que éste era la máxima autori- dad de Israel y que, por ello mismo, los sacerdotes, a pesar de su enorme poder, no podían hacer nada contra él, hasta el punto de que quien escribe este relato sólo se atreve a decir que Salomón "no fue tan fiel como su padre" y que "el Señor se irritó contra Salomón". Sin embargo, el poder de Yahvé fue por completo insuficiente para castigar a Salomón por la sencilla razón de que el poder de un dios inexistente es nulo:

"El rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranje- ras, además de la hija de faraón […], respecto a las cuales el Señor había ordenado a los israelitas: "No os unáis con ellas en matrimonio, porque inclinarán vuestro corazón hacia sus dioses". Sin embargo, Salomón se enamoró loca- mente de ellas, y tuvo setecientas esposas con rango real, y trescientas concubinas. Ellas lo pervirtieron y cuando se

hizo viejo desviaron hacia otros dioses su corazón, que ya no perteneció al Señor, como el de su padre David. Dio culto a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc, el ídolo de los amonitas […] Otro tanto hizo para los dioses de todas sus mujeres extranjeras, que quemaban [en los altares] per- fumes y ofrecían sacrificios a sus dioses. El Señor se irritó contra Salomón porque apartó su corazón del Señor, Dios de Israel"153.

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152 1Samuel, 8:8.

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  • g) Más adelante se insiste en estas mismas ideas: No se nie- ga que existan otros dioses, sino que se reafirma que Yahvé es un dios celoso y quiere que sólo se le adore a él. Ahora bien, como sabemos que Yahvé es una creación de los sacerdotes, lo que se presenta como deseo de Yahvé es en realidad un deseo de los sacerdotes, y lo que éstos desean es que su pueblo no obe- dezca a otra autoridad que a la suya. Los demás dioses represen- tan un peligro para los sacerdotes de Yahvé y por eso éstos ame- nazan incesantemente a su pueblo para que no los adore. Esas amenazas tienen sentido en la medida en que, como de hecho sucedió, se crea en la existencia de esos otros dioses y se consi- dere que el pueblo podría llegar a sentirse atraído por ellos:

"El Señor había hecho con ellos una alianza y les había ordenado:

-No veneréis a dioses extraños ni los adoréis, no les deis culto ni les ofrezcáis sacrificios. Sólo al Señor, que os sacó de Egipto con brazo poderoso, adoraréis y ofreceréis sacri- ficios […] No daréis culto a otros dioses […] Sólo el Señor será vuestro Dios, y él os librará de vuestros enemigos"154.

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154 2 Reyes, 17:7-40. La cursiva es mía.

153 1 Reyes, 11:1-10. La cursiva es mía.

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  • Politeísmo jerárquico: Transición al monoteísmo

A continuación se hace referencia a algunos pasajes en los que, además de aceptarse la existencia de otros dioses, se habla de la distinta categoría y poder entre ellos y Yahvé, consideran- do a este último como el dios más poderoso, que podrá incluso eliminar a los demás dioses (texto a), como "el Dios de los dio- ses" (texto b), como el más grande de todos ellos (texto c), que ejerce como juez en medio de los dioses (texto d), o que incluso ordena a todos los demás dioses que se postren ante él.

Todos estos pasajes son la expresión de un politeísmo jerár- quico, en el que Yahvé es el dios supremo, pero en el que se acepta que esos otros dioses existen y tienen cierto poder, aun- que sea inferior al de Yahvé.

Así se deja ver en los textos siguientes:

  • a) "El Señor será terrible contra ellos, eliminará a todos los dioses de la tierra"155.

Es evidente que Yahvé sólo podría eliminar a todos los dioses en cuanto éstos existieran, pues no tendría sentido hablar de la eli- minación de lo que inexistente. Además, a los sacerdotes de Israel les interesa hacer creer a su pueblo que los otros dioses existen para reforzar la creencia en Yahvé y para que siempre se mantenga fiel a él.

  • b) "El Señor, el Dios de los dioses, habla y convoca a la tierra desde oriente a occidente"156.

Si Yahvé es el dios de los dioses, su título sería ridículo en el caso de que se negase la existencia de estos dioses sobre los cuales reina. Es decir, a los sacerdotes de Yahvé no sólo no les preocupa la existencia de otros dioses sino que incluso les sirve

para remarcar de forma especial el gran poder de su dios, en cuanto lo presentan ante su pueblo como "dios de los dioses". En efecto, se afirma de manera inequívoca la existencia de muchos dioses, aunque la finalidad principal de tal afirmación sea la de destacar la gran primacía de Yahvé sobre todos ellos. Y así, se dice en Salmos:

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156 Salmos, 50:1.

155 Sofonías, 2:11.

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  • c) "Porque el Señor es un Dios grande, rey poderoso más que todos los dioses"157.

Un poco más adelante se dice:

"¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios?" (Salmos, 77:14), e, igualmente, "Porque tú, Señor, eres […] mucho más excelso que todos los dioses" (Salmos, 97:9), y, final- mente, en Salmos, 135:5: "Bien sé que el Señor es grande […] más que todos los dioses".

Al igual que en el texto anterior sería ridículo decir que Yahvé es más poderoso o el más grande de todos los dioses si resultase que tales dioses no existieran. Por ello este pasaje sólo tiene sen- tido en cuanto su autor esté tan convencido de la existencia de Yahvé como de la de los otros dioses.

  • d) "Dios se levanta en la asamblea divina, y ejerce como

juez en medio de los dioses"158.

En este pasaje se afirma nuevamente con claridad la existencia de esos otros dioses en cuanto Yahvé sólo puede ejercer como juez en la medida en que existan y estén presentes en dicha asamblea.

  • e) "¡Que se postren ante él todos los dioses!"159.

Y aquí evidentemente los demás dioses sólo podrán postrarse ante Yahvé si existen, lo cual parece claro en la mente del autor de este pasaje al margen de que fuera éste consciente del carác- ter teatral de sus palabras, referidas a Yahvé y a los otros dioses.

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158 Salmos, 82:1.

157 Salmos, 95:3.

159 Salmos 97:7.

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Frente a lo dicho anteriormente acerca de la diversidad de dioses cuya existencia se acepta por los dirigentes de Israel, pro- gresivamente van desapareciendo todos ellos y al final sólo que- da Yahvé. En cualquier caso, de nuevo nos encontramos con que, si la Biblia es la palabra de un dios, y este dios se contradi- ce con tanta facilidad, eso significa que Yahvé sería un dios especialmente irracional, al margen de que, como se ha explica- do al principio de este trabajo, el concepto de un dios perfecto sea contradictorio con el concepto antropomórfico del dios judeo-cristiano.

  • La astucia de los sacerdotes de Israel

El texto siguiente refleja –como en tantas otras ocasiones- los intereses y ambiciones materiales de los sacerdotes israe- lítas, que piden a su pueblo toda una serie de bienes "para su dios", aunque evidentemente son para su exclusivo disfrute, pues ¿de qué iban a servirles a su dios? Está claro que éste no tenía necesidad alguna de las ofrendas, ¡alimentos! y ¡sacrifi- cios! que aquí se exigen, ya que por su omnipotencia y perfec- ción no habría necesitado de ninguno y, en consecuencia, era ridículo suponerle dependiendo de las ofrendas de su pueblo.

Sin embargo, tanto entonces como ahora, la ingenuidad del pueblo determina que los sacerdotes de las diversas religiones se sigan enriqueciendo con las limosnas de sus fieles y con los ro- bos de sus dirigentes –por ejemplo, "inmatriculando" bienes a su nombre aquí en España160, en cuanto nuestras leyes se lo han estado permitiendo- o mediante el chantaje a los gobiernos de los países donde tienen influencia política y social para que éstos les entreguen una parte de los impuestos que el pueblo paga para fines que nada tienen que ver con el enriquecimiento insaciable de los dirigentes "religiosos". En este sentido, se dice en Números:

"El Señor dijo a Moisés:

-Di a los israelitas: No os olvidéis de presentarme a su tiempo las ofrendas que me pertenecen, mis alimentos y sacrificios por fuego de suave aroma para mí"161.

De acuerdo con las críticas señaladas, el anterior pasaje es de una ingenuidad pasmosa y sugiere la idea de un monstruo mitológico exigiendo sus ofrendas al pueblo al que puede des- truir en el caso de que no acate sus demandas. Son muchas las religiones del pasado en las que se atribuían a sus dioses un comportamiento similar o más terrible incluso que el que aquí se atribuye a Yahvé, pero resulta especialmente ridículo imaginar a un "dios perfecto" exigiendo a su pueblo ofrendas y alimentos, y es más que evidente que quienes lo piden son los sacerdotes de Israel, cuya ambición irá progresivamente en aumento hasta conseguir las incalculables riquezas que sus sucesores acumulan en la actualidad como consecuencia de las dádivas conseguidas –y su malversación- así como de los robos efectuados por ellos a lo largo de la historia.

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161 Números, 28:1-2.

160 Entre otros muchos inmuebles, recientemente han tenido la desvergüenza de apoderarse de la "Mezquita de Córdoba", previo pago de ¡treinta euros! ¿Cómo ha sido esto posible? Tengamos en cuenta que en estos momentos en España gobierna la derecha, la cual está ancestralmente vinculada con la sec- ta católica, hasta el punto de que varios miembros del gobierno pertenecen a la orden del Opus Dei.

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El dios cristiano

  • La "trinidad divina": "Dios, tres en uno"

Los dirigentes de la Iglesia Católica proclaman que hay un solo dios, pero a la vez afirman que ese dios se diversifica en tres personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- y declaran de manera contradictoria que el Padre es dios, el Hijo es dios y el Espíritu Santo es dios al tiempo que afirman que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales y realmente distintos. No se trata de misterios, como ellos dicen, sino de absurdas contradicciones en cuanto es evidente que, si se afirma que sólo hay un dios y luego se dice que, siendo distintos el Padre, el Hi- jo y el Espíritu Santo, los tres son dios, se está afirmando la con- tradicción de que dios es uno y es tres. La contradicción se mul- tiplica cuando se afirma que Padre, Hijo y Espíritu Santo son iguales y realmente distintos, lo cual equivale al absurdo de decir que una misma cosa es igual y no igual a otra. Quizás alguien podría replicar que se puede ser igual en un sentido y desigual en otro, y eso tendría su lógica referido a realidades materiales que efectivamente pueden tener algunas cualidades iguales y otras desiguales. Pero tratándose de un dios como el de la secta católica, en cuya definición se encuentra la perfección y la simplicidad, no tendría ningún sentido suponer que, en cuanto "Padre", ese dios tuviera perfecciones de las que careciera en cuanto "Hijo" o en cuanto "Espíritu Santo", y, viceversa, tratán- dose del Hijo respecto al Padre y al Espíritu Santo, y del Espíritu Santo respecto al Padre y al Hijo, pues aquello en lo que se dife- renciasen o bien sería una perfección o bien no lo sería. Pero, si lo fuera, entonces las otras personas divinas serían imperfectas al carecer de la perfección que sólo tuviera la primera, mientras que, si no lo fuera, su posesión implicaría que la persona divina que poseyese tal cualidad se encontraría en posesión de una imperfección, por lo que no sería dios en cuanto se entienda por dios un "ser perfecto".

Por otra parte, en relación con este misterio tan misterioso dicen también los dirigentes de la secta católica que tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu Santo son eternos, y aquí tene- mos un nuevo misterio, pues, si el Hijo nació de María162 des- pués que ésta quedase embarazada por una gracia del Espíritu Santo, en tal caso parece evidente que el Hijo comenzó a existir hace poco más de dos mil años, que es cuando la secta católica afirma que nació. Y, si alguien replicase que, aunque Jesús nació de María, de hecho ya existía eternamente y que María sólo sir- vió para su "encarnación", en tal caso, afirmar que María es la "madre de Dios" es una superchería, contradictoria con la su- puesta eternidad del Hijo, no compartida por María, hija de Joa- quín y de Ana, a la cual, en consecuencia, sería el colmo del absurdo considerar como "madre de Dios" –al margen de que para la fantasía de los creyentes venga muy bien la idea de una madre "humana" del hijo de Dios, por cuya mediación puedan esperar milagros y favores que tal vez no confíen obtener direc- tamente del propio dios Padre, que, según parece, se muestra demasiado insobornable y lejano-.

Además, si el Hijo de Dios hubiera tenido un comienzo en el tiempo -por lo menos en relación con su cuerpo (?), que habría adquirido a partir de su "madre" María-, el propio Dios Hijo sólo habría alcanzado la plenitud de su ser en el momento en el que Jesús hubiera sido engendrado, adquiriendo tal cuerpo

-José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo".

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162 Mateo, 1:20: "Después de tomar esta decisión [de separarse de María], el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

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humano, de manera que antes de ese momento la "trinidad" divina habría estado incompleta, pues ¡el Hijo habría carecido de cuerpo!, adquiriéndolo hace alrededor de dos mil años. Pero, tal hipótesis implica una nueva contradicción con la doctrina que defiende la eterna inmutabilidad divina y al margen de la tempo- ralidad humana.

En cualquier caso, siempre que aparece una nueva contra- dicción, los dirigentes de la secta católica se limitan a negarla, refugiándose en la consideración de que la razón humana es demasiado limitada para comprender ciertas doctrinas, que en tales casos llaman simplemente "misterios" en lugar de aceptar que la búsqueda de la verdad es incompatible con la aceptación como verdad de aquello que se desconoce que lo sea y mucho más con la aceptación de aquello que se conoce positivamente como una contradicción. Además, si a esas doctrinas las llaman "misterios" porque no hay dios que las entienda, ¿cómo han llegado ellos a saber que eran verdades? Si dicen que se lo ha comunicado el "Espíritu Santo", eso sería un motivo más que suficiente para saber que están mintiendo, pues por mucho "es- píritu santo" que fuera quien se lo hubiera comunicado, una contradicción siempre será una contradicción, y negarse a acep- tar tal evidencia implica negar el valor de todo conocimiento en cuanto se considere que el cumplimiento de dicho principio de contradicción es un requisito necesario –aunque no suficiente- para poder hablar de conocimiento, mientras que desde su nega- ción ni siquiera tendría sentido dialogar sobre ningún tema, ya que cualquier diálogo requiere del uso de ese principio tan ele- mental y tan fundamental. El recurso de los dirigentes católicos en tales momentos es el de exigir humildad, por la que los fieles reconozcan la limitación de su inteligencia para comprender las razones insondables de los misterios divinos, y el de exigir igualmente que realicen un acto de fe por el que fuercen su men- te a creer en la verdad de las enseñanzas cristianas, ya que, según dicen los fundadores de esta secta –y quizá los de cual- quier otra-, "sin la fe no hay salvación".

Otro argumento que refuerza esta interpretación, contraria al valor del dogma de la Trinidad, se encuentra en el hecho de que en el Antiguo Testamento no aparece tal doctrina en ningún momento, pues nunca se menciona al "Hijo"163, y, aunque en alguna ocasión se habla del "espíritu de Dios", no por ello se llega a considerar que exista Dios por una parte, y su espíritu o su cólera o su omnipotencia por otra.

En cualquier caso y como ya se ha dicho, en el Antiguo Tes- tamento hay algún texto en el que se nombra al "espíritu del Señor", como es el siguiente:

"Entonces el espíritu del Señor descendió en medio de la asamblea y se posó sobre Jazaziel, hijo de Zacarías"164.

Sin embargo, aunque pueda parecer que en este pasaje se habla del "espíritu del Señor" como de una realidad sustantiva e independiente del propio Yahvé, si así fuera, se incurriría en una contradicción. En cualquier caso, hay otro texto en el Antiguo Testamento que puede ayudar a comprender mejor el sentido más lógico de ese "espíritu del Señor". Dice así:

"Y cuando pasaron a la otra orilla, Elías dijo a Eliseo:

-Pídeme lo que quieras antes de que sea arrebatado de tu presencia.

Eliseo le dijo:

-Dame como herencia dos tercios de tu espíritu.

Elías le contestó:

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163 Para ser más exactos, hay que decir que en una ocasión se habla de "el pri- mogénito de Dios", pero en ella su autor se refiere al rey David. En efecto, se dice en Salmos: "-Y yo lo constituiré en primogénito mío" (Salmos, 89:28). 164 2 Crónicas, 20:13.

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-¡Mucho pides! Si me ves cuando sea arrebatado, te será concedido; si no me ves, no se te concederá"165.

Este diálogo parece bastante esclarecedor en cuanto es evi- dente que "el espíritu de Elías" -al margen de lo absurdo que sería que pudiera dividirse en partes-, no puede separarse del propio Elías como una realidad sustantiva que pudiera tener una existencia independiente del propio Elías, sino que es una cuali- dad intransferible suya, y, por ello, parece que lo que Eliseo está pidiendo a Elías es que le trasmita, si es posible, una parte de sus cualidades espirituales.

En la actualidad hay ocasiones en que todavía se emplean expresiones similares. Así, un estudiante puede bromear con su amigo aventajado y decirle: "¿Podrías prestarme tu inteligencia para preparar el examen?". Pero es evidente que, del mismo modo que esa petición no puede ser concedida, pues la inteligen- cia de cada uno es una propiedad intransferible –al menos por el momento-, por lo mismo hablar del "espíritu de Dios" como si se tratase de una realidad alienable del propio Dios resulta absurdo, ya que implicaría que Yahvé se quedaría sin espíritu cada vez que éste saliera de él para introducirse, por ejemplo, en personajes como Jazaziel, como Jesús después de ser bautizado por Juan Bautista166, o como los apóstoles cuando supuestamen- te el Espíritu Santo se posó sobre sus cabezas167. Parece que en

-Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mateo, 3:16).

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