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Contradicciones de la "iglesia católica" (página 9)


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-Guarda tu espada, que todos los que empuñan la espada, perecerán a espada. ¿O crees que no puedo acudir a mi Padre, que pondría a mi disposición en seguida más de doce legiones de ángeles?"278.

  • g) Igualmente y por lo que se refiere a la segunda venida del "Hijo del hombre", el autor del evangelio atribuido a Marcos escribe:

"En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre"279.

De nuevo nos encontramos aquí con la contradicción de suponer que mientras Dios Padre sería omnisciente, Dios Hijo no lo sería en cuanto desconocería hechos como el que aquí se señala. Ahora bien, al margen de que el dogma de la Trinidad hable de tres personas y un solo "Dios", lo que resulta inadmi- sible de manera especial para los mismos dirigentes católicos es que tales personas puedan diferir por el grado mayor o menor de posesión de perfecciones que sean propias de un dios como ser perfecto, como la de la omnisciencia –que no admite grados, pues no se puede ser más o menos omnisciente-, por lo que el texto citado es otro ejemplo de contradicción.

  • h) En Hechos de los apóstoles se indica también una dife- rencia de poder entre Jesús y Dios, cuando se dice:

"A este Jesús Dios lo ha resucitado, y de ello somos testi- gos todos nosotros"280,

pues, en efecto, la frase Dios ha resucitado a Jesús sólo puede tener sentido en cuanto Dios y Jesús sean distintos, siendo Dios quien con su poder resucita a Jesús. Pero de nuevo nos encontra- mos con que esta distinción contradice la dogmática de la secta católica según la cual "Dios-Padre" no tiene un poder superior al de Jesús por el cual le resucite, pues, si cada una de esas tres personas son Dios, por lo mismo deben poseer en grado infinito el conjunto de las perfecciones divinas, de manera que sería absurdo que se dijera que el Padre tiene mayor autoridad que el Hijo, que el Hijo ama más que el Padre o que el Espíritu Santo es más fuerte que el Hijo. ¿En qué se diferenciarían entonces? En nada más que en el nombre.

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279 Marcos, 13:32.

278 Mateo, 26:51-53.

280 Hechos de los apóstoles, 2:32.

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  • i) Más adelante, en Hechos de los apóstoles, se insiste en esta misma diferencia entre Jesús y "Dios", y en la considera- ción de que "Dios" resucitó a Jesús:

"Pedro y los apóstoles respondieron:

-Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús […] Dios lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salva- dor […] Nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen somos testigos de todo esto"281.

En este pasaje se insiste en la diferente categoría y poder entre "Dios" y Jesús, considerando que "Dios ha resucitado a Jesús" y "lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salvador", lo cual representa un reconocimiento explícito de que, desde la perspec- tiva del autor de esta obra, "Dios" y Jesús serían realidades dis- tintas, teniendo "Dios" una categoría y un poder evidentemente superiores a los de Jesús, que serían los que le habrían permitido resucitarlo y hacer que se colocase a su diestra.

Llama también la atención el hecho de que en este pasaje de Lucas se diga que Dios ha dado el Espíritu Santo a los que le obedecen, por lo que se está diferenciando claramente entre "Dios" y el "Espíritu Santo", y se está presentando a este último no como un ser personal de carácter divino sino como algo que se da, como una especie de fuerza espiritual que no sería equi- valente para nada a la propia divinidad, pues, sustituyendo "Es- píritu Santo" por "Dios", la frase resultante, "Dios ha dado a Dios a los que le obedecen", no tendría sentido.

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281 Hechos, 5:29-32.

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Esta forma de escribir muestra una actitud dogmática, pro- pia de los creadores de religiones, en cuanto, siendo unos impos- tores, se presentan como si realmente hubiesen tenido una reve- lación especial en la que los demás debieran creer en lugar de analizar de forma crítica si quienes dicen haber tenido tal revela- ción lo que en realidad tuvieron fue una alucinación o mintieron de forma descarada para convencer a la ingenua masa inocente.

  • j) De modo similar, según Hechos de los apóstoles, mo- mentos antes de morir, Esteban dice:

"–Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios"282, frase en la que se diferencian claramente ambas figuras de un modo jerárquico: Dios como figura principal y Jesús –el Hijo del hombre- como figura secundaria, aunque importante. Tiene interés insistir en este detalle porque, si no se hubiera querido reflejar esta diferencia entre Dios y Jesús, el autor de ese escrito habría podido decir que Esteban veía "a Jesús y al Padre" en un

plano de igualdad, lo cual hubiera podido ser compatible con el reconocimiento implícito de que tanto el Padre como Jesús eran Dios, pero no "a la diestra de Dios", pues en ese caso se está diferenciando inevitablemente entre Jesús, por un parte, y "Dios", por otra, negando en consecuencia la divinidad de Jesús.

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282 Hechos, 7:56. Esta obra atribuida a Lucas, tiene en común con el evange- lio del mismo autor el hecho de que habla de sucesos de los que no ha podido ser testigo, y, a pesar de todo, los narra como si los conociera de primera ma- no y con todo detalle. El pueblo en general es ingenuo e inculto, y por eso es muy fácil engañarle con relatos como éstos.

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  • k) El hecho de que Jesús critique la acción de "Dios", como a continuación se muestra, implica que Jesús no podía identifi- carse con ese "Dios", ya que en caso contrario no habría tenido ningún sentido que se hubiera criticado a sí mismo por haber creado a Judas. Pero efectivamente, en Mateo y en referencia a Judas, Jesús pronuncia las siguientes palabras:

"Más le valdría a ese hombre no haber nacido"283,

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283 Mateo, 26:24. Este pasaje no sólo tiene el interés de representar una crítica al dios judeo-cristiano por haber programado el nacimiento de Judas, sino también toda una serie de críticas complementarias a diversas cualidades divinas como las siguientes: a) a la supuesta omnipotencia de Dios, en cuanto la existencia de Judas, junto con todas sus cualidades y sus acciones, incluida la traición a Jesús y su propio suicidio, habrían sido predeterminados por Dios, y, en consecuencia, Judas, no habiendo sido responsable de nada de lo que hizo y no habría merecido tales palabras de condena; b) a su supuesta omnisciencia, es decir, su conocimiento absoluto de todo, y, por ello, de la futura existencia de Judas en cuanto programada por él mismo, que, por tal motivo, habría podido evitar como consecuencia de su poder; c) a su supuesta misericordia infinita de acuerdo con la cual no habría ofensa que no pudiera perdonar. Por otra parte, en cuanto el propio Jesús se identificase con Dios y en cuanto por su bondad infinita hiciera siempre lo mejor, sus palabras ha- brían carecido de sentido en cuanto se habría criticado a sí mismo, que era quien habría hecho nacer a ese personaje maldito. Ahora bien, si se tienen en cuenta aquellos textos evangélicos –indicados en este mismo trabajo– en los que se niega que Jesús fuera Dios, podría entenderse que el propio Jesús sim- plemente se equivocase al olvidarse de la infinita misericordia divina o que asumiese, como también asumen los evangelios, que la misericordia divina no era infinita, por lo que la frase referida a Judas estaría motivada por la convicción de que la acción de Judas no podía ser perdonada por Dios. Por otra parte, el absurdo de las palabras de Jesús se hace mayor, si cabe, si se pues una frase como ésa da a entender claramente que la persona que la pronuncia considera que el nacimiento de ese hombre fue producto de la fatalidad o que, en cualquier caso, él mismo no tuvo nada que ver con dicho nacimiento. Sin embargo, tratándo- se del dios cristiano, supuesta causa absoluta de todo y, por ello mismo, del nacimiento y de cada una de las acciones que a lo largo de su vida habría de realizar Judas, si Jesús se hubiera identificado con ese dios de infinita bondad y sabiduría, habría sido absurdo que se hubiese criticado a sí mismo al considerar que hubiera sido mejor que Judas no hubiese nacido y, por ello, esta sola frase representa una nueva contradicción respecto a la supuesta divinidad de Jesús.

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  • l) En Hechos de los Apóstoles, se llega incluso a afirmar que Jesús sólo fue un "siervo de Dios", que, por lo tanto, no se identificaría con el propio "Dios" ni sería siquiera su hijo, como se dice en otras ocasiones. En efecto, dice el correspondiente pasaje:

"El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nues- tros antepasados, ha manifestado la gloria de su siervo Jesús…"284.

Más adelante se insiste en esta misma consideración pre- sentando de nuevo a Jesús como "siervo de Dios", obediente a sus decisiones:

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tiene en cuenta que la doctrina cristiana considera que Jesús se encarnó a fin de ofrecerse en sacrificio en la cruz para el perdón de los pecados, sacrificio que, aunque era otro absurdo en sí mismo -pues Dios por su amor y miseri- cordia infinitas hubiera perdonado, si tenía algo que perdonar, sin necesidad de sacrificio alguno-, se produjo mediante la colaboración de Judas, que a su manera fue un instrumento programado por Dios que habría servido para que Jesús llevase a término su supuesta, innecesaria y absurda inmolación.

"En esta ciudad, en efecto, se han aliado Herodes y Poncio Pilato, junto con extranjeros y gentes de Israel, contra tu siervo Jesús, al que ungiste, para hacer lo que tu poder y tu voluntad habían decidido de antemano que sucediera […] Manifiesta tu poder para que se realicen curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo Jesús"285.

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284 Hechos 3:13. La cursiva es mía.

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Pero, si Jesús era "siervo de Dios", difícilmente podía ser "Dios", y, por ello, "siervo de sí mismo". Pues, aceptando inclu- so el dogma de la Trinidad según el cual en Dios hay tres perso- nas, en ningún caso podría tener sentido que, siendo Dios cada una de ellas, cualquiera debiera ser sierva de otra, fuera cual fuese el sentido que quisiera darse al texto.

  • m) A continuación, en esta misma obra, se llega incluso a distinguir entre Jesús y el Señor, considerando que ese "Señor", identificado con "Dios", es quien habría enviado al "Mesías" como un profeta semejante en el mejor de los casos al propio Moisés, pero no superior a él, un profeta "suscitado entre vues- tros hermanos", es decir, procedente del propio pueblo de Isra- el, pero en ningún caso identificado con el dios cristiano. En efecto, se dice en la citada obra:

"Llegarán así tiempos de consuelo de parte del Señor, que os enviará de nuevo a Jesús, el Mesías que os estaba desti- nado […] Moisés, en efecto, dijo: el Señor Dios vuestro suscitará de entre vuestros hermanos un profeta como yo; escuchad todo lo que os diga; y el que no escuche a este profeta será excluido del pueblo"286.

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286 Hechos, 3:20-22. En este pasaje se dice que Moisés dijo tales palabras, pero en la Biblia no existe ningún pasaje en el que Moisés diga nada en este sentido. La cursiva es mía.

285 Hechos, 4:27. La cursiva es mía.

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  • n) Igualmente, en el evangelio atribuido a Mateo se insiste en la diferencia entre Jesús y Dios cuando se pone en boca del propio Jesús la frase:

"No juzguéis, para que Dios no os juzgue"287, frase en la que Jesús declara nuevamente, de modo implícito pero incuestionable, que él no es "Dios", pues en caso contrario en lugar de decir "para que Dios no os juzgue" hubiera debido decir "para que yo no os juzgue", y con mucho más motivo teniendo en cuenta que en otros pasajes, como el que se cita a continuación, se hace referencia a Jesús como juez que juzgará a todos los hombres al final de los tiempos.

ñ) En efecto, en Hechos de los apóstoles se afirma con absoluta claridad la diferencia entre "Dios", por una parte, y Jesús, por otra, considerando a Jesús como el "ungido" y "resu- citado" gracias al poder de "Dios" –no al suyo propio-, y tam- bién como el "juez" designado por el propio "Dios", lo cual equivale a asumir que Dios tiene autoridad sobre Jesús en cuan- to es el propio "Dios" quien "constituye" a Jesús como "juez de vivos y muertos". En efecto, se dice en Hechos de los apóstoles:

[Pedro tomó la palabra y dijo:] "me refiero a Jesús de Naza- ret, a quien Dios ungió con Espíritu Santo y poder […] Dios lo resucitó el tercer día […] Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos"288.

  • o) En esta misma obra se considera a Jesús como "hombre" elegido por "Dios", pero sólo como "hombre" y no como "Hijo de Dios". En efecto, se dice en ella:

"[Dios] ha establecido un día, en el que va a juzgar al universo con justicia por medio de un hombre designado por él, a quien ha acreditado ante todos resucitándolo de entre los muertos"289.

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288 Hechos, 10:38-42.

287 Mateo, 7:1.

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De nuevo "Dios" es el protagonista que ha designado a "un hombre", a Jesús, como juez, y quien lo ha resucitado de entre los muertos, lo cual representa una nueva prueba de que, si los textos bíblicos estuvieran inspirados por el supuesto Espíritu Santo, en tal caso habría una contradicción entre los que consi- deran a Jesús como "Dios" o como "hijo de Dios" y los que, aunque le conceden una importancia especial, no llegan a consi- derarlo como "Dios" ni como "hijo de Dios".

Ante la lectura y comprensión clara de estos textos, ¿cómo puede decirse que "Dios" y Jesús sean una misma realidad? ¿Cómo es posible que los cristianos no se percaten de lo que está dicho con tanta claridad en tantos pasajes del Nuevo Testa- mento? Parece que una de las principales explicaciones de este hecho se encuentra en que los seguidores de esta secta, en su inmensa mayoría, no han leído la Biblia, ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento, y aceptan como verdad todo lo que el cura de turno quiera decirles, de manera que éste les da su interpre- tación de los pasajes evangélicos más acordes con su especial montaje religioso, y procura dejar de lado aquellos otros que están en contradicción con los anteriores, es decir con aquéllos que niegan de manera más o menos evidente la divinidad de Jesús.

  • p) Por su parte, Pablo de Tarso, a pesar de aceptar que Jesús sería "hijo de Dios", también se refiere a él considerándolo como un "siervo sometido al poder de Dios", lo cual no tendría

sentido si el propio Jesús fuera Dios. En este sentido en Corin- tios 1 escribe:

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289 Hechos, 17:31.

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"Y cuando le estén sometidas todas las cosas, entonces el mismo hijo se someterá también al que le sometió todo, para que Dios sea todo en todas las cosas"290.

  • q) En relación con esta cuestión tiene interés también hacer referencia al dogma de la ascensión de Jesús, pues los evange- lios de Lucas y Marcos afirman que Jesús "fue elevado", es de- cir, que fue llevado por un poder que, aunque no se menciona de modo explícito, evidentemente se trataría del poder de "Dios", en lugar de defender la idea de que Jesús ascendió a los cielos por su propio poder. Así queda expresado en estos evangelios y en Hechos de los apóstoles en pasajes como los siguientes:

  • "…el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la dies- tra de Dios"291,

  • "…y mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén rebosantes de alegría. Y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios"292.

  • "…hasta el día en que fue elevado a los cielos"293,

En relación con la cita de Lucas –al margen de la temática de la "ascensión de Jesús al cielo"- tiene interés llamar la aten- ción acerca de que en ella se diga que los discípulos de Jesús "estaban continuamente en el templo". Ahora bien, ¿en qué tem- plo bendecían a Dios? Se trataba evidentemente de un templo judío, el templo de Jerusalén, puesto que no había "templos cris-

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293 Hechos, 1:22. La cursiva es mía.

291 Marcos, 16:19.

290 Pablo: Corintios 1, 15:28. La cursiva es mía.

292 Lucas, 24:51-52. La cursiva es mía.

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tianos", lo cual refuerza de manera muy importante la tesis, defendida en otro momento, de que Jesús no intentaba crear una nueva religión alejada de la de Israel, sino predicar la práctica de dicha religión de un modo más auténtico y menos vacío de auténtico sentimiento religioso. Por otra parte, si sus discípulos hubieran considerado que Jesús era "Dios", no parece que hubiera tenido mucho sentido que fueran al templo de Jerusalén, el templo de la religión tradicional con la que rompían, el tem- plo dirigido por Caifás –sumo sacerdote294-, que había colabora- do de manera especialmente importante en la condena de Jesús.

  • r) Finalmente hay otros dos pasajes especialmente impor- tantes porque, a pesar de aludir a momentos muy señalados de la vida de Jesús, en ellos el pueblo le aclama, pero no como "Hijo de Dios" sino sólo como "Hijo de David" o como "el profeta", o como "el que viene en nombre del Señor", títulos que, aunque importantes en sí mismos, realmente disminuyen el valor de la figura de Jesús en cuanto no es considerado como "Hijo de Dios", ya que, si Jesús hubiera sido considerado por la gente como "Hijo de Dios", lo más lógico habría sido que, al aclamar- le, le hubiesen reconocido con ese mismo título y no con otros inferiores, aunque éstos tuvieran también cierta relevancia:

  • "Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"295.

  • "Cuando entró en Jerusalén toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?

Y la gente decía: Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea"296.

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295 Mateo, 21:9.

294 Mateo, 26:57.

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Sin embargo, esta misión espiritual de Jesús no siempre aparece con claridad en los evangelios, pues hay ocasiones en que sus palabras no encajan con ella y más bien parecen ligadas a un fin de carácter político, como era el perseguido por la orga- nización de los "zelotes", a la que pertenecía al menos uno de los apóstoles, Simón el Zelote. Así, los siguientes pasajes pare- cen claramente relacionados con esta interpretación:

  • a) "-El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Todos os odiarán por causa mía, pero el que persevere fasta el final, ése se salvará"297.

El presente pasaje habla de luchas y de muerte entre hermanos, padres e hijos, pero indicando que esta situación tendrá como causa el propio Jesús. En cualquier caso es un pasaje muy con- fuso al no dar explicaciones acerca de la causa que podrá enfren- tarles hasta la muerte. Lo que sí parece claro es que aquí se habla de duros enfrentamientos y se dejan de lado las ideas de salvación o de condenación en sentido espiritual con la posible excepción de la última frase.

  • b) "-No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada"298.

Este pasaje representa una confirmación del sentido político- militar del anterior. Los zelotes se estaban preparando para un

enfrentamiento militar contra los romanos. Quizás aquí Jesús pretendiera seguir esa misma actitud, sin que ello significase un olvido de su predicación en favor de una religiosidad más pura frente a la hipocresía de los fariseos y de los escribas, a quienes acusa de ser "sepulcros blanqueados", bellos por fuera pero lle- nos de podredumbre por dentro.

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297 Mateo, 10:21-22.

296 Mateo, 21:10-11.

298 Mateo, 10:34.

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Por otra parte, conviene no olvidar que los evangelios en general podrían haber sido una invención del grupo disidente israelí que, enfrentado a los máximos representantes de la religión tradicional, finalmente construyó una nueva, que, para poder triunfar, tuvo que conservar toda una serie de doctrinas pertenecientes a la religión tradicional, a la vez que tuvo que introducir nuevos aspectos que servían para dar sentido a la nueva como superación y culminación de aquélla. Por ello, ni siquiera puede afirmarse que las palabras atribuidas a Jesús fueran realmente suyas y no de quien escribió el evangelio correspondiente, que quiso ponerlas en boca de Jesús.

  • c) "Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y, dando un golpe al criado del sumo sacerdote, le cortó una oreja. Jesús le dijo:

-Guarda tu espada, que todos los que empuñan la espada, perecerán a espada"299.

En este pasaje lo que llama la atención es, en primer lugar, su contradicción con el anterior en el que Jesús dice:

"-…no he venido para traer paz, sino espada"300, y, en segundo lugar, que, aunque Jesús mande a uno de los suyos que guarde su espada, sin embargo éste llevase una. ¿Por qué la llevaba si el mensaje de Jesús era esencialmente de amor,

de perdón y de paz? Se trata, según parece, o bien de una simple incongruencia que no encaja con el mensaje de Jesús, o bien de que las palabras de quien escribió ese evangelio trataban de unir ambos mensajes, el de la religiosidad auténtica y el del enfrenta- miento militar propio de la agrupación zelota con la que Jesús pudo haber estado en contacto por medio de alguno de sus dis- cípulos.

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300 Mateo, 10:34.

299 Mateo, 26:52.

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  • d) Por otra parte, como luego se verá, existe una sorpren- dente contradicción entre este pasaje de Mateo –que se encuen- tra en la misma línea que los de Marcos y Juan-, y el pasaje co- rrespondiente de Lucas301, que es especialmente significativo

por diversos motivos: En primer lugar, por su carácter contradic- torio con los demás evangelios en los que de manera inequívoca Jesús se opone al uso de la espada o al enfrentamiento violento, mostrándose como un defensor del pacifismo. En segundo lugar, porque ¡el propio Jesús ordena comprar espadas! Este pasaje de Lucas es incompatible con la supuesta inspiración del Espíritu Santo tanto por su carácter contradictorio con los de los otros evangelios como también porque, de acuerdo con su ideario, Jesús habría debido defender la paz y no la lucha armada. En tercer lugar, porque demuestra igualmente la ineptitud de los evangelistas, que ni siquiera supieron ponerse de acuerdo acerca de qué debían decir en sus escritos para que al menos fueran co- herentes entre sí como inspirados por el supuesto "Espíritu San- to". Pero, claro está, en aquellos momentos quienes escribieron tales escritos desconocían que posteriormente serían declarados "evangelios canónicos" y, por ello mismo, no tuvieron especial cuidado en buscar la coherencia, la cual es inexistente en tantas ocasiones por la sencilla razón de que el supuesto "Espíritu San- to" no intervino para nada en este asunto y porque cada uno de

estos escritos debió de provenir de fuentes diversas, al margen de que en ocasiones hubiera también coherencias entre ellos en cuanto el primer evangelio que se escribió debió de influir en los demás, el segundo en el tercero y en el cuarto, y el tercero en el cuarto.

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301 Lucas, 22:36-38. La cursiva es mía.

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  • ernidad de Jesús?

Por otra parte, al margen de las críticas anteriores acerca de la supuesta divinidad de Jesús, la doctrina según la cual Jesús es hijo de María implica que Jesús habría tenido un origen tempo- ral, y, por ello, no sería eterno como el "Padre" o como el "Es- píritu Santo". De hecho el "Hijo" no aparece en el Antiguo Tes- tamento, y el motivo de su aparición en el nuevo consiste en que la naciente secta exigía un cambio esencial respecto a la religión de Israel, cambio que, entre otros aspectos, consistió en presen- tar a Jesús como "Hijo de Dios", por muy absurda que tal doctri- na fuera. Y, desde luego, lo era entre otros motivos porque era contradictoria con la doctrina de que su dios, tanto en la persona del "Padre" como en la del "Hijo" o en la del "Espíritu Santo", era eterno, pues, si el "Hijo" era eterno, no tenía ningún sentido afirmar que había nacido en determinado momento, y, por ello, la nueva religión incurría en una contradicción al asignar a Jesús una madre en la persona de María, que lo habría engendrado con la colaboración del "Espíritu Santo". Una nueva contradicción sería aquélla por la cual el dios de Israel, en la persona de su divino hijo y en contra del dogma cristiano de la inmutabilidad divina, no sería inmutable, ya que durante el tiempo anterior a su nacimiento no habría tenido cuerpo, adquiriéndolo sólo a partir del momento en que lo recibió de María.

  • Jesús no fundó el cristianismo

En efecto, Jesús no inventó ninguna religión sino que fue practicante de la religión de Israel, mientras que el cristianismo fue una secta escindida de dicha religión, muy alejada de lo que, al parecer, fue el pensamiento de Jesús. La "buena nueva" del cristianismo no apareció de manera completa en sus co- mienzos ni representa las enseñanzas de Jesús, pues ya desde los primeros años del cristianismo Pablo de Tarso y otros cole- gas deformaron a su gusto doctrinas esenciales del pensamiento de Jesús, y, posteriormente, los dirigentes cristianos siguieron fabricando su propia "buena nueva", según la oportunidad del momento, alejándose de las hipotéticas enseñanzas de Jesús. Aunque existen diversos pasajes evangélicos que presentan a Jesús como el fundador del cristianismo, hay pruebas eviden- tes de la falsedad de este punto de vista tales como las siguien- tes:

a) Según el evangelio de Lucas, María, a pesar de la asom- brosa anunciación del ángel Gabriel no consideró que su hijo Jesús tuviera que romper con la religión tradicional para crear una nueva. Prueba de esto es que llevó a Jesús a Jerusalén para circuncidarlo y para "presentarlo" al Señor. Se dice, efectiva- mente, en Lucas:

"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús […] Cuando se cum- plieron los ocho días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor"302.

Poco más adelante se cuenta en Lucas que a los doce años Jesús estuvo con sus padres en el templo de Jerusalén, que lo perdieron de vista y que Jesús se quedó varios días hasta que "al tercer día lo hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles"303, lo cual es una muestra evidente de cómo desde su misma infan- cia Jesús se sintió plenamente integrado en la religión de Israel, actitud que mantuvo posteriormente tal como puede comprobar- se a través de otros pasajes. Así, se dice en Mateo:

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302 Lucas, 2:21-22.

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"No penséis que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas has- ta sus últimas consecuencias"304.

Este pasaje tiene la doble importancia de mostrar, por una parte, a Jesús perfectamente integrado en el respeto a la religión de su pueblo, Israel, hasta el punto de querer ir más allá por lo que se refiere a su observancia y cumplimiento, llevándola hasta sus últimas consecuencias, y, por otra, la de mostrar con una clari- dad similar que Jesús no pretendió crear una nueva religión, en contra de lo que sucedió después de su muerte, sino dar ejemplo de cómo había que practicar la religión de su pueblo.

Es cierto, por otra parte, que existen diversos pasajes en los que parece como si Jesús pretendiera algo distinto, de carácter más político y revolucionario, pero conviene tener en cuenta lo siguiente: a) que los evangelios fueron escritos bastantes años después de la supuesta muerte de Jesús, b) que se sabe muy poco –o nada- de Jesús desde un punto de vista rigurosamente históri- co, y c) que con posterioridad a su supuesta muerte sus seguido- res formaron un grupo religioso disidente del de los judíos orto-

doxos, creando muy pronto la secta cristiana, separada de mane- ra definitiva de la religión tradicional de Israel. Además, como refuerzo en favor de la idea de que Jesús no pretendió crear una nueva religión, conviene recordar también la ocasión en que, según los evangelios, entró en el templo escandalizado con los mercaderes que lo habían convertido en una "cueva de ladro- nes": Si Jesús hubiera sido indiferente o hubiera despreciado la religión judía no se habría indignado ante la actitud de los mer- caderes, pero el hecho de que dijera:

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304 Mateo, 5:17.

303 Lucas, 2:46.

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"Está escrito. Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones"305

es una prueba clara de su absoluta fidelidad a la religión de Isra- el y, como es lógico, al templo judío.

Igualmente puede recordarse que, según se indica en el evangelio atribuido a Lucas se dice que, después que Jesús fue llevado al cielo, sus discípulos "estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios"306, lo cual no habría tenido sentido si el templo judío –pues no ha- bía otro en aquel momento- no le hubiese importado a Jesús ni a sus discípulos.

Además, tiene interés observar que en estas palabras de los discípulos de Jesús se diga que estaban en el templo "bendicien- do a Dios", pero, si estos discípulos hubieran estado realmente convencidos de la divinidad de Jesús, el autor de este pasaje habría escrito sin reparo alguno que sus discípulos estaban en el templo "bendiciendo a Jesús". ¿Por qué el autor de ese evange- lio no incluyó una frase como ésta? Por la sencilla razón de que

no se le ocurrió la absurda idea de identificar a Jesús con el dios de Israel, a pesar de su admiración por Jesús.

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306 Lucas, 24:53. La cursiva es mía.

305 Lucas, 19:46. La cursiva es mía.

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Además de estos pasajes hay muchos otros que corroboran esta misma idea, algunos de los cuales ya han aparecido en este estudio. Parece, por ello, que el cristianismo surgió no como re- sultado de una decisión de Jesús de crear una nueva religión sino como consecuencia de la oposición de Jesús y de sus discípulos a los máximos dirigentes de la religión de Israel, con quienes Jesús se enfrentó en diversas ocasiones, propiciando que éstos intervinieran para conseguir que Jesús fuera condenado a muerte por blasfemo. La nueva religión siguió aceptando muchos pun- tos de la religión tradicional de Israel, pero se apartó de ella especialmente en la consideración de Jesús como "Hijo de Dios", en la consideración del pecado de Adán y Eva como pecado universal de la humanidad, en la valoración de la muerte de Jesús como culminación de una "labor redentora", en la afir- mación de la resurrección de Jesús y en la valoración especial que dieron a la "fe en Jesús" y en su resurrección como llave para la salvación y para la "bienaventuranza eterna".

A lo largo de los evangelios son muchas las ocasiones en que Jesús aparece defendiendo una religiosidad más auténtica, y critica a diversos grupos religiosos, como el de los fariseos, por vivir la religión de una forma superficial e hipócrita, cumpliendo la ley en su letra pero no en su espíritu.

Por otra parte, si la "buena nueva", que, según la jerarquía católica, iba unida a la encarnación, pasión y muerte de Jesús, tenía una importancia tan trascendental para la humanidad, es sorprendente que la jerarquía católica haya seguido presentando nuevas doctrinas por su cuenta, usurpando el papel del supuesto Espíritu Santo, presunto inspirador de quienes transmitieron tal "buena nueva", incorporándola a los últimos libros de la Biblia en el llamado Nuevo Testamento.

Esa forma de actuar tan sospechosa o tan carente de escrú- pulos se pone de manifiesto cuando la jerarquía católica, en lugar de limitarse a propagar la supuesta "buena nueva" que pudiera haber en los "evangelios", va añadiendo nuevos dogmas y contenidos doctrinales a las antiguos a fin de amoldar de for- ma interesada sus contradictorios puntos de vista a la mentalidad de cada época para ampliar su lucrativo negocio, que tanto poder y tanta riqueza material le ha supuesto, aparentando luchar por una sociedad más justa, pero buscando en realidad y de manera compulsiva su propio enriquecimiento y su cielo en la tierra.

  • Las abismales diferencias doctrinales entre Jesús y Pablo de Tarso

Como ejemplos evidentes de estos cambios doctrinales es- tratégicos, introducidos para lograr que el cristianismo se con- virtiese en un negocio estable, rentable y próspero, puede hacer- se referencia en primer lugar a las radicales contradicciones doctrinales existentes entre Jesús y Pablo de Tarso por lo que se refiere a las siguientes cuestiones:

  • a) El carácter particular o universal de la "buena nueva".

  • b) Su respectiva actitud frente a las riquezas materiales.

  • c) Su diferente valoración de la mujer.

  • d) Su actitud frente a la esclavitud; y

  • e) Su manera de entender la relación con las autoridades políticas.

A continuación se analizan con algún detalle estas diferen- cias a fin de que se vea de manera más patente el cierto progre- sismo de Jesús frente el retroceso social especialmente interesa- do y la traición que supusieron las doctrinas defendidas por Pa- blo de Tarso en relación con los puntos indicados:

  • a) En cuanto Jesús siguió considerándose miembro de la religión de Israel, entendió que su labor religiosa debía tener un carácter restringido, referido exclusivamente al pueblo de Israel y relacionado con la búsqueda de una religiosidad más auténtica, vinculada con aquélla en la que el propio Jesús había sido edu- cado, según se cuenta en Lucas, 2: 22-52.

Jesús presenta su predicación como una exhortación al pue- blo de Israel a fin de que cumpla en espíritu las enseñanzas de los profetas, es decir, de la religión tradicional de Israel, y, por ello, su mensaje se circunscribe a su propio pueblo, sin exten- derse a la humanidad en general, de manera que, como ya se ha dicho, no pretendió fundar una nueva religión, al margen de que quisiera corregir algunas doctrinas, como la Ley del Talión, o defender un modelo distinto de familia, como la monogamia frente a la poligamia del Antiguo Testamento.

Es claramente decisivo para aclarar esta cuestión el pasaje evangélico antes citado que dice:

"No penséis que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas has- ta sus últimas consecuencias"307.

Es igualmente significativo el pasaje en el que Jesús atiende a una mujer cananea que le pide ayuda, pasaje en el que, aunque finalmente se interesa por ella, las primeras palabras que le diri- ge no son especialmente acogedoras, y muestran cómo el propio Jesús consideró que su misión religiosa se relacionaba esencial- mente con su pueblo y no con pueblos ajenos. Así lo indica cuando dice a esta mujer:

"-No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los cachorrillos"308, frase en la que al mencionar a "los hijos" se está refiriendo al pueblo de Israel, mientras que al mencionar a "los cachorrillos" se refiere a los demás pueblos. El punto de vista de Jesús estaba de hecho en línea el esencial tribalismo religioso, presente en toda una serie de pasajes del Antiguo Testamento en los que se hablaba de Yahvé como "Dios de Israel", y de Israel como el pueblo entre todos los pueblos elegido por Yahvé. A pesar de todo, finalmente Jesús atendió de buena gana a la mujer cana- nea, según la narración evangélica.

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307 Mateo, 5:17.

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Sin embargo, Pablo de Tarso y la jerarquía cristiana defen- dieron con gran visión de futuro el carácter universal -"católi- co"- del mensaje evangélico a fin de lograr los mejores resul- tados a nivel político y económico, y en estos terrenos los cam- bios que introdujo resultaron especialmente eficaces para la expansión del inmenso negocio que significó y significa en estos momentos "la Multinacional Católica".

  • b) Por lo que se refiere a las relaciones con el prójimo y a las diferencias de clase entre ricos y pobres hubo puntos de vista radicalmente opuestos entre Jesús y Pablo de Tarso:

b1) En líneas generales y de acuerdo con los evangelios la doctrina de Jesús es muy clara respecto a la defensa del amor al prójimo, que incluía el amor a los enemigos309, y en líneas gene- rales suponía un cambio importante respecto a la doctrina domi- nante en el Antiguo Testamento, especialmente regida por la Ley del Talión, "ojo por ojo, diente por diente", inspirada en la ven- ganza y no en el perdón ni en la fraternidad.

No obstante conviene puntualizar que existe una contradic- ción en la anterior doctrina de Jesús, pues, aunque son muchas las ocasiones en que defiende el amor al prójimo e incluso el amor a los enemigos, sin embargo, esta doctrina queda radical- mente negada, aunque de modo implícito, por el propio Jesús, cuando en tantas otras ocasiones condena al fuego eterno a quien no cumpla las leyes religiosas de Israel, a quien no perdo- ne a sus enemigos o a quien no crea en él.

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309 Mateo, 5:38-39.

308 Mateo, 15:26.

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Por otra parte y por lo que se refiere a su pensamiento acer- ca de los ricos, hay que decir que fue especialmente claro y ro- tundo, pronunciando frases de condena contra ellos del siguiente estilo:

  • "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una agu- ja que para un rico entrar en el reino de Dios"310;

  • "No podéis servir a Dios y al dinero"311.

  • "¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!"312;

b2) Una consecuencia lógica de esta actitud de Jesús así como de su defensa de los pobres y de la fraternidad universal se produjo –al menos según se cuenta en Hechos de los apóstoles, aunque de un modo que suena a simple utopía- cuando en los primeros años después de su muerte sus primeros discípulos, tratando de ser fieles a sus doctrinas, vivieron en un régimen comunista, de auténtica fraternidad en el que todo se compartía. En este sentido, se dice en este libro:

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312 Lucas, 6:24.

311 Mateo, 6:24.

310 Lucas, 18:24.

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  • "Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las distribuí- an entre todos, según las necesidades de cada uno"313;

  • "El grupo de creyentes […] tenían en común todas las cosas"314;

  • "El grupo de los creyentes pensaban y sentían lo mismo, y nadie consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas […] No había entre ellos necesitados, porque todos los que tenían hacien- da o casas las vendían, llevaban el precio de lo vendido, lo

ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad"315.

Es cierto, por otra parte, que este periodo de auténtica fra- ternidad, debió de durar muy poco tiempo, pues el punto de vista de Pablo de Tarso, favorable a la diversidad extrema de clases sociales y, por ello mismo, a la existencia de ricos y pobres como algo derivado de la voluntad del dios cristiano a pesar de ser incompatible con la doctrina de Jesús, fue el que definitiva- mente triunfó en la nueva religión.

b3) En efecto, a pesar de la claridad de la doctrina de Jesús, esa forma de vida fraternal y comunista de los primeros cristia- nos debió de desaparecer muy pronto, pues ya el propio Pablo de Tarso, auténtico fundador e impulsor decisivo del cristianis- mo, se puso descaradamente del lado de los ricos, de manera que en lugar de enfrentarse a ellos –como, según los evangelios, había hecho Jesús- se convirtió en su cómplice, no exigiéndoles que repartieran sus riquezas entre los pobres sino diciendo que

el propio Dios se las había otorgado para que las disfrutasen, aunque con el ligero matiz de recomendarles que procurasen no ser orgullosos:

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314 Hechos, 4:32.

313 Hechos, 2:44.

315 Hechos 4:32. También en Hechos¸ 5:1 – 5:11 se expresan situaciones simi- lares a ésta.

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"A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean orgullosos, ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que nos provee de todos los bienes en abundancia para que disfrutemos de ellos"316.

En esta carta, traicionando la condena de Jesús contra los ri- cos, Pablo de Tarso les defiende y tranquiliza, diciéndoles de forma explícita que no van a tener problemas para entrar en el reino de los cielos, y que no hace falta que repartan sus riquezas sino sólo "que no sean orgullosos" mientras las disfrutan. Pero, además, tiene el cinismo de decir, hablando en plural, como dando un sentido colectivo a la frase, que Dios "nos provee de todos los bienes en abundancia para que disfrutemos de ellos", olvidando la ingente cantidad de personas que entonces y ahora mueren en medio de la miseria más absoluta mientras la mayor preocupación de otros es la de buscar un lugar donde guardar las riquezas obtenidas a partir de la explotación a los trabajadores o la de gastarlas en caprichos superfluos.

¿Qué justificación congruente con la doctrina de Jesús po- día tener Pablo de Tarso para su defensa de los ricos, teniendo en cuenta que Jesús había predicado el amor, incluso a los ene- migos? En Mateo, Jesús dice: "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen"317. Pero, ¿qué clase de amor po- dría ser ése según el cual uno se permitiera derrochar "sus rique- zas" con total indiferencia, mientras a su lado gran cantidad de seres humanos, supuestamente "amados" por ser "hermanos en Cristo", ni siquiera tienen nada para comer?

Desde una perspectiva como la del Antiguo Testamento, Pa- blo de Tarso habría tenido como precursor fundamental en la práctica de este punto de vista a José, hijo de Jacob, a quien en diversos pasajes bíblicos se le honra y se le califica como "jus- to", a pesar de que su mérito principal no fue otro que el de ha- ber sido el mayor usurero de Israel, no habiendo tenido escrúpu- los para esclavizar a todo el pueblo egipcio con la única excep- ción de los sacerdotes del faraón. Su actuación fue tan refinada- mente hipócrita que encima, según la narración bíblica, llegó a conseguir el agradecimiento del pueblo por haberle salvado la vida, a pesar de haber sido reducido a esclavitud. A este respecto se cuenta en Génesis:

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317 Mateo, 5:44.

316 Pablo, 1 Timoteo, 6:17.

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"Seguía sin encontrarse comida en toda la región [de Egipto y de Canaán]. El hambre era cada vez mayor, hasta el punto de que tanto el país de Egipto como el de Canaán desfallecían de hambre. José acabó acumulando todo el dinero que había en Egipto y Canaán a cambio del trigo que le compraban, y lo iba depositando en la casa del faraón. Agotado el dinero en Egipto y Canaán, todos los egipcios acudieron a José, diciéndole:

-Danos pan; ¿vas a permitir que muramos, porque se nos ha terminado el dinero? José les dijo:

-Si se os ha acabado ya el dinero, dadme vuestros gana- dos y a cambio os daré trigo.

Trajeron a José sus ganados, y José les dio alimentos a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos. Así, todo aquel año les proveyó de pan a cambio de sus rebaños. Pasado aquel año, vinieron a decirle:

-A nuestro señor no se le oculta que se nos ha acabado el dinero; también el ganado es ya de nuestro señor; sólo nos queda por darte nuestro cuerpo y nuestras tierras. ¿Vas a permitir que perezcamos nosotros y nuestras tierras? Cóm- pranos a nosotros y a nuestras tierras a cambio de pan. Seremos esclavos del faraón nosotros y nuestras tierras, pero danos simiente para que podamos vivir y no muramos, y para que nuestras tierras no queden convertidas en eria- les.

Así adquirió José para el faraón todas las tierras de Egipto, pues los egipcios, empujados por el hambre, le ven- dieron sus fincas; y así el país pasó a ser propiedad del faraón. De este modo el faraón redujo a servidumbre a todo el pueblo del uno al otro confín de Egipto. Solamente dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque ellos tenían asignación del faraón y vivían de ella; por eso no vendieron sus tierras"318.

Una vez esclavizado el pueblo, José les dio simiente para que pudieran sembrar, pero a condición de que en adelante entregasen al faraón una quinta parte de las cosechas. Los egip- cios le respondieron:

"-Tú nos has salvado la vida; en ti hemos encontrado com- prensión; seremos siervos del faraón"319.

De este modo vemos en la conducta de José un esquema de ciertas formas de conducta criticadas por Jesús y defendidas por Pablo de Tarso, especialmente la ambición, la usura, la esclavi- tud, la falta de sentimientos y el frío desprecio hacia el pueblo, al que José no tuvo ningún reparo en esclavizar, logrando para el faraón todas las riquezas de Egipto. Tiene interés remarcar ade- más cómo los únicos que se salvaron de este proceso de esclavi- zación fueron los sacerdotes, que ya gozaban del privilegio de ser mantenidos por el faraón a cambio de sus servicios consis- tentes especialmente en ensalzarles para conseguir la sumisa

obediencia del pueblo, tal como ha seguido haciendo el clero de la secta católica –y el de las demás religiones– a lo largo de todos los tiempos respecto a las autoridades políticas de turno a cambio de suculentos privilegios políticos y económicos320.

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319 Génesis, 47:25.

318 Génesis, 47:13-22. La cursiva es mía

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No obstante y a pesar del escandaloso caso de José, hay que decir que en el Antiguo Testamento existen también algunos ejemplos de actitudes de denuncia en contra de los ricos y en favor de los pobres. Así, por ejemplo, se dice en Isaías:

"¡Ay de los que adquieren casas y más casas y añaden campos a sus campos, hasta no dejar sitio a nadie, y quedar como únicos habitantes!"321, distanciándose en este punto de la actitud de José e inspirando muy posiblemente a Jesús, buen conocedor de la Biblia, en su doctrina en favor de los pobres y duramente crítica contra los ricos.

b4) Este cambio radical de actitud respecto a los ricos, des- de la doctrina condenatoria de Jesús hasta la introducida por Pablo de Tarso, básicamente contemporizadora con los ricos, resultó especialmente útil a los dirigentes cristianos para conse- guir que al cabo del tiempo la secta cristiana fuera legalizada por el imperio romano, una vez tranquilizadas sus autoridades res- pecto a las intenciones del cristianismo al comprender que no pretendía ser una agrupación revolucionaria que atacase a los ricos del modo en que lo había hecho Jesús. Por ello, a pesar de las dificultades y persecuciones iniciales, en el año 313 la secta cristiana consiguió su legalización, pasando muy pronto de ser

una agrupación perseguida a ser una organización perseguidora, convirtiéndose en un inmenso negocio material que tuvo la astu- cia suficiente para adaptarse a todo tipo de situaciones políticas y sociales, y se fue enriqueciendo y ampliando hasta convertirse en la mayor multinacional productora de "bienes espirituales" o de "parcelas de Cielo", actividad complementada con la de ame- nazar con el "Infierno" a quienes pusieran trabas a su insaciable ambición, y con crímenes incesantes a lo largo de su historia mediante sus cruzadas, su "Santa Inquisición" y su cómplice cooperación con los dictadores y gobernantes sin escrúpulos de todo tiempo y lugar, a cambio de incalculables riquezas expolia- das a los pueblos, despreciando y pisoteando la doctrina de aquél en cuyo nombre decían y dicen predicar.

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321 Isaías, 5:8.

320 Los curas nos contaban la historia de José presentándolo como ejemplo de buen hermano… pero nada nos contaban de su criminal acción usurera contra el pueblo de Egipto al que, según la Biblia, redujo a esclavitud para la satis- facción y el agradecimiento del faraón.

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Si la forma de vida basada en la fraternidad había sido la defendida por Jesús y la que siguieron aquellos primeros discí- pulos de quienes se habla en Hechos de los apóstoles, y, si los dirigentes de la secta católica consideraban que esa forma de vida era la que había que tomar como modelo, lo que resulta sorprendente es la soberbia y el cinismo con que sus obispos, cardenales y papas viven ahora en palacios, rodeados de todos los lujos imaginables e inimaginables, mientras tantos seres humanos mueren de hambre cada día, olvidando por completo el modelo de conducta que debían seguir para ser coherentes con la doctrina atribuida a Jesús.

Es verdad que no todos ven así las cosas. Hay quien diría: "¡Es realmente edificante ver cómo los obispos se humillan has- ta el punto de lavar los pies de doce miserables el día del Jueves Santo! ¡Qué humildad más asombrosa! ¡Qué amor más puro por la humanidad! ¡Qué dedicación más entregada a su sublime mi- sión! ¡¿Qué más se les puede pedir?! ¡Qué mezquinos son quie- nes no reconocen su inmensa labor en favor de los pobres de la Tierra! ¡Encima quieren que regalen sus palacios y sus tesoros, olvidando los muchos siglos de conspiraciones y de expolios que les ha costado reunir su pequeño patrimonio! ¡Son incapaces de comprenderles, pero Dios les premiará con otros tesoros dig- nos de su bondad y abnegación!" Si nos preguntamos por qué se produjo esta asombrosa con- tradicción entre las doctrinas de Jesús y las de Pablo de Tarso y sus seguidores, la respuesta es evidente: Si el cristianismo debía construirse como una organización sostenible y económicamen- te rentable, como lo ha sido y lo sigue siendo, y si aspiraba a ser aceptada por el Imperio Romano, eso no podía lograrse median- te la condena de los ricos, tal como lo había hecho Jesús de modo inequívoco, sino mediante la alianza con ellos, de forma que, mientras Jesús había condenado la codicia y la obsesión de los ricos por el dinero, Pablo de Tarso comprendió que para el avance y la prosperidad de la organización "cristiana" le intere- saba contar con el apoyo de los ricos, es decir, de las clases sociales altas e influyentes en la política del imperio romano y, en consecuencia, defendió sin escrúpulos que los ricos tenían todo el derecho a disfrutar de sus riquezas, y que los pobres y los esclavos lo eran por designio divino, por lo que no tenían derecho a sublevarse ni a reclamar derechos, ni libertad, ni una forma de vida digna en contra de la voluntad y de los intereses de "sus amos".

De ese modo las doctrinas de Pablo de Tarso consiguieron tranquilizar a las clases altas de la política y a los ricos en gene- ral hasta el punto de que progresivamente muchos de ellos llega- ron a aceptar la nueva religión y le dieron su apoyo hasta que llegó a convertirse en la religión oficial del imperio. Además, la religión de la "buena nueva", el incipiente cristianismo, logró hacerse mucho más rentable en cuanto, de acuerdo con Pablo de Tarso, en lugar de mantenerlo ligado en exclusiva al pueblo de Israel, como el propio Jesús había hecho, amplió su campo de acción al ámbito de los "gentiles", es decir, de los no judíos, de la humanidad en general. A Pablo de Tarso le vino muy bien que el imperio romano tuviera un carácter machista, clasista, esclavista y expansionista durante aquellos siglos en que fue contemporáneo del cristianismo, pues la alianza de los cristianos con los dirigentes políticos del imperio sirvió para su rápida pro- pagación hasta los límites que alcanzó el imperio.

  • c) Respecto a la valoración de la mujer puede verse igual- mente una diferencia abismal entre las enseñanzas de Jesús y las de Pablo de Tarso:

c1) En los evangelios hay un pasaje, ya citado antes, en el que Jesús aparece conversando con una mujer cananea322 y man- teniendo un trato respetuoso hacia ella, y momentos en los que se refiere a otras mujeres de un modo absolutamente respetuoso y afable, incluso a María Magdalena, a pesar de tratarse de una mujer "pecadora". No obstante, en la medida en que se conceda cierta credibilidad a los evangelios, esto no significa que la acti- tud de Jesús hacia la mujer fuera especialmente modélica en cuanto la considerase dotada de una dignidad y de un valor similar al del varón sino que en líneas generales siguió, aunque bastante suavizado, el punto de vista tradicional de Israel, con- servando en sus doctrinas y en sus actitudes considerables restos de machismo, en cuanto, por ejemplo, no eligió a ninguna mujer como miembro de su grupo de "apóstoles" y en cuanto los per- sonajes femeninos no ocupan en general ninguna relevancia en los evangelios, ni siquiera su propia madre de quien llega a

hablar de manera fría o con indiferencia en algún pasaje323 y nunca manifestando un afecto especial hacia ella.

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322 Mateo, 15:21-28.

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c2) Sin embargo y a pesar de estos aspectos negativos del pensamiento de Jesús respecto a la mujer, la actitud de Pablo de Tarso fue incomparablemente más despectiva, estando mucho más en la línea de las doctrinas del Antiguo Testamento al consi- derar a la mujer casi como una esclava que debía mantenerse sumisa al servicio del varón, y representó igualmente un ver- gonzoso retroceso respecto a las doctrinas del Jesús evangélico, volviendo a defender doctrinas similares a las del Antiguo Testa- mento donde se trata a la mujer al nivel de una simple cosa po- seída. En este sentido se dice en Deuteronomio:

"No codiciaras la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, su campo, su esclavo o su esclava, su buey o su asno, ni nada de lo que le pertenece"324.

Este pasaje, es especialmente importante por tratarse del noveno y último mandamiento de las tablas de Moisés, pues no había décimo, ya que, al cosificar a la mujer, se la considera al mismo nivel que la casa, el buey o el asno: Todo son bienes codiciables al mismo nivel y, por ello, Yahvé o, más exactamente, los diri- gentes de Israel no distinguieron entre desear la mujer del pró- jimo y codiciar los bienes del prójimo, a diferencia de lo que posteriormente hizo la secta católica, estableciendo un décimo mandamiento, relacionado con los bienes ajenos materiales y animales, y dejando como noveno mandamiento el relacionado exclusivamente con la prohibición de desear la mujer del próji- mo. Resulta realmente sorprendente no encontrar ningún comen- tario acerca de esta cuestión, a pesar de que es muy fácil obser-

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