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Análisis teórico de las características de personalidad en personas violentas (página 3)


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FACTORES NEUROPSICOLOGICOS

Se ha sugerido que en la personalidad violenta, además de estar comprometida la estructura de personalidad, también están alteradas las funciones cognitivas, en este sentido la neuropsicología puede aportar información relevante para la comprensión de dicho estado o rasgo, entendida como el estudio de la relación cerebroconducta. Se ha señalado que existe una relación entre la corteza frontal y la psicopatía y por ende con toda manifestación violenta o reacción de este tipo, así mismo que el hipotálamo sería el principal encargado de regular las funciones neuroendocrinas vinculadas con la agresión. También se ha establecido relación entre la conducta agresiva y la disminución de ciertos neurotransmisores que participan en la inhibición de los comportamientos agresivos tales como la serotonina, dopamina y noradrenalina (Garrido, Stangeland y Redondo, 2000). Estos mismos autores señalan que la adquisición de pautas de comportamientos agresivos resulta de complejas interacciones de factores genéticos y ambientales. Se ha demostrado que los psicópatas y personas violentas presentan deficiencias funcionales y estructurales en las regiones anteriores del cerebro. Padecen de una disfunción frontotemporal que dificulta el establecimiento de inhibiciones conductuales o control de estructuras subcorticales filogenéticamente más primitivas como la amígdala; estas disfunciones en el plano comportamental se traducen en comportamientos irresponsables, arriesgados; en el plano de personalidad conllevan a impulsividad, inmadurez; en el plano social se traducen en dificultad para resolver problemas y para procesar grandes cantidades de información verbal.

A partir de la evaluación neuropsicológica observamos la presencia de un pensamiento concreto y poco flexible, además escasa capacidad de generalización y abstracción. Así mismo, presentan dificultades en la organización y estructuración de sus conductas, lo que acompañado de la impulsividad conduce a la emisión de respuestas erradas. El giro angular izquierdo también presenta un menor nivel de actividad, actividad fundamental porque es un área de confluencia de información proveniente de lóbulo temporal, parietal y occipital. Esta disfunción disminuye la capacidad de procesar información verbal, se asocia a fracaso escolar y laboral e incluso a incapacidad en el procesamiento de información con significados emocionales; Uno de los mayores déficit reportados corresponden al área de razonamiento, mostrándose una disminución en la capacidad para valorar correctamente una situación y actuar adecuadamente ante la misma, así como dificultades en la capacidad de generalización y abstracción además de una disminución en la capacidad para evaluar, discernir y elegir entre varias opciones en una situación dada. Su dificultad para procesar información emocional les dificulta establecer vínculos afectivos profundos, de allí su insensibilidad ante el dolor ajeno y su deslealtad, si a esto se suma déficit en inhibiciones estamos frente a un detonante de violencia conductual.Presentandose una menor actividad del cuerpo calloso en los asesinos y por ello menor control del hemisferio izquierdo sobre el derecho que es el productor de emociones negativas, adicionalmente lesiones de esta zona se asocian con dificultad en la expresión de emociones e incapacidad para comprender implicaciones a largo plazo de cualquier evento, el menor volumen de sustancia gris prefrontal en contraste con el volumen de sustancia blanca. Otro hallazgo interesante establece una relación entre edad e inicio y declinación de la conducta violenta de los homicidas violentos, se afirma que la conducta homicida comienza en los jóvenes cercanos a los 20 años y disminuye su peligrosidad con el advenimiento de la 4ª década de vida del individuo. Esta descripción induce a inferir que un periodo de maduración neurohormonal refrenaría a los sujetos violentos, aunque muchos han exhibido su conducta más violenta cerca del cumplimiento de sus 40 años de vida.La adicción a la violencia es otra teoría que implica la comisión de un hecho que por primera vez se realizó tal vez por azar, por ensayo y error o motivado por una fantasía, pero que resultó tan gratificante para el individuo porque le dispara los niveles de adrenalina de tal modo que le condiciona fuertemente y le motiva para repetir su acción. El enorme interés que ha despertado el estudiar la conducta violenta en el mundo contemporáneo tiene mucho que ver principalmente con dos factores. En primer lugar, el desarrollo que ha tomado el estudio de la personalidad y, dentro de ella, sus bases neurobiológicas, las cuales, a su vez, están vinculadas con el creciente conocimiento que tenemos del cerebro.

El segundo aspecto tiene que ver con la potencial y actual destructividad que caracteriza la conducta de algunos individuos. La destructividad humana es un fenómeno actual y cuya presencia en los grupos sociales e influencia individual es muy marcada y resolutiva. Es necesario establecer ciertos puntos en común entre las grandes manifestaciones de destructividad (guerras, genocidios, torturas, terrorismo ) algunas de los cuales podrían apoyarse en la Sociología, en la Antropología Filosófica y, tal vez, en la Historia; y, por otra parte, las manifestaciones individuales de destructividad humana, basadas en la Psicopatología, la Psicología y las Neurociencias.

La personalidad -y los comportamientos que generalmente incluyen cognición y percepción– representan la operación compleja de varios sistemas funcionales, cuya actividad es mediada por un repertorio relativamente estable de redes neurales intrincadas. Se puede estudiar las funciones de la personalidad como módulos pertenecientes a un sistema mayor, comprendidos ellos mismos por múltiples subsistemas. Aunque hasta ahora no hay pruebas claras del funcionamiento modular de la personalidad, sería verdaderamente extraño que otros aspectos del funcionamiento perceptual sean modulares, y la personalidad no. La supervivencia requiere de un funcionamiento adecuado, y muchas veces automático e inconsciente, de una cantidad de sistemas (módulos) que median muchos factores: motivación, exacta percepción del ambiente, obtención de lo que se necesita para sobrevivir, regulación de los impulsos agresivos y sexuales, formación de las relaciones con otros individuos, iniciación y completamiento de comportamientos intencionales, los cuales estarían influenciados directamente por el efecto que diferentes neurotransmisores provocan en el comportamiento teniendo los mas importantes la Serotonina, la Noradrenalina y la Dopamina los cuales se relacionan con lo diferentes estados de animo y manejo conductual de la personalidad.

Belloch, Sandín y Ramos (1997) plantean, adicionalmente, que existen problemas en relación a la población estudiada en los diferentes modelos de investigacion, siendo práctica habitual evaluar delincuentes con conducta violenta sin comprobar si existe diagnóstico de psicopatía.

El análisis del cromosoma Y en relación a la agresividad y la conducta violenta deriva del hecho de que la delincuencia, en especial los delitos que conllevan una gran carga de agresividad, es en gran proporción causada por hombres. Para estudiar el papel que puede cumplir el cromosoma Y en relación a la agresión se ha estudiado aquellos sujetos que presentan un doble cromosoma Y (cariotipo 47,XYY). Las conclusiones de la investigación, según Hamer y Coperland (1999) apuntan a que podría haber una vinculación indirecta entre el síndrome de XYY y criminalidad y por ende presencia significativa de conducta violenta: el doble Y incidiría en la inteligencia, y un bajo coeficiente de inteligencia incidiría en la tendencia a la criminalidad. Por su parte, Kaiser (1988), afirma que las últimas investigaciones muestran que el cromosoma Y no tiene relación causal alguna con el comportamiento agresivo, e incluso las últimas investigaciones sobre hombres XYY apoyaría la hipótesis de que son menos violentos que los XY. Ayala (2002)

Perspectiva de la conducta violenta desde lo existencial

No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal, ni inmortal, con el fin de que –casi libre y soberano artífice de ti mismo-te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido.Podras degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás-de acuerdo con la decisión de tu voluntad-regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas.

Pico della Mirandola, Oratio de hominitis dignitate –Erich From, Miedo a la Libertad

Para comprender la visión del existencialismo como teoría explicativa de la conducta violenta, es necesario explorar los conceptos que se desprenden de aquellos autores que se atrevieron a plantear consideraciones, divergentes de la perspectiva psicoanalítica imperante. Dicen los existencialistas. "Nuestra existencia precede a nuestra esencia", tal y como dijo Sartre:

"No sé para que estoy aquí hasta que haya vivido mi vida. Mi vida, lo que soy, no está determinado por Dios, por las Fuerzas de la Naturaleza, por mi genética, por mi sociedad, ni incluso por mi familia. Cada uno de ellos podría proveerme de materiales básicos para llegar a ser lo que soy, pero es lo que escojo ser en la vida lo que hace que sea yo. Yo me creo a mí mismo"

Entre estos autores es menester estudiar el pensamiento de Erich From, el cual manifiesta, en forma revolucionaria, una visión del desarrollo de la psiquis desde el desarrollo del ser humano como ser individual y parte de un colectivo. From indica que la inseguridad del individuo aislado genera mecanismos de evasión teniendo como primera manifestación, "la tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien, exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece; la tendencia a buscar nuevos < vínculos secundarios> como sustitutos de los primarios que se han perdido." [5]

Las formas más nítidas de este mecanismo, pueden observarse en la tendencia compulsiva hacia la sumisión y la dominación es decir, en los impulsos sádicos y masoquistas. Según From, las formas mas frecuentes en que se presentan las tendencias masoquistas, están constituidas por los sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia individual; tales personas muestran una tendencia a disminuirse, a hacerse débiles, rehusándose a dominar las cosas.Casi siempre exhiben una dependencia muy marcada con respecto a situaciones que le son exteriores, tienden a rehuir la autoafirmación, a no hacer lo que quisieran, y a someterse, en cambio, a las ordenes de esas fuerzas exteriores, reales o imaginarias; son incapaces de experimentar el sentimiento"yo soy" o "yo quiero". La otra tendencia es la que esta caracterizada por el carácter sádico, de la cual , podemos observar tres manifestaciones diferentes, la primera se dirige al sometimiento de los otros, al ejercicio de una forma ilimitada y absoluta de poder, reduciendo a los sometidos al nivel de simples instrumentos; otra constituida por el impulso tendiente no solo de mandar de manera autoritaria sobre los demás, sino también a explotarles, a robarles, a tomar su esencia es decir, incorporar en la propia persona todo lo que hubiere de asimilable en ella.Este deseo puede referirse tanto a las cosas materiales , como a las intelectuales o emocionales del individuo. El tercer tipo de tendencia sádica lo constituye el deseo de hacer sufrir a los demas o el de verlos sufrir, tal sufrimiento puede ser físico, pero mas frecuentemente se trata del dolor psíquico, su objeto es el de castigar de una manera activa, de humillar, de colocar a los otros en situaciones incomodas o depresivas, de hacerles pasar vergüenza.

En este punto, es necesario tener en cuenta el principio teórico de freud el cual indica que el masoquismo es producto del llamado instinto de muerte, afirmando que este se mezcla con el instinto sexual, apareciendo de esta fusión el mismo, (masoquismo), Cuando se dirige hacia la misma persona, o como sadismo cuando se dirige en contra de los demas. Es de anotar que siguiendo esta línea de pensamiento como matriz Adler idea los conceptos de, sentimiento de inferioridad y voluntad de poder, esta ultima considerada como una respuesta racional que tiene como función la de proteger al individuo contra los peligros de su inseguridad e inferioridad, en contraste, de la apreciación existencial que ve la misma como la expresión de un impulso irracional de dominación sobre los demas.

Por lo anterior se afirma desde esta perspectiva que los impulsos de sadismo y masoquismo como rasgos de carácter y manifestaciones de la conducta tanto pasiva como violenta, tienden a ayudar al individuo a evadirse de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Partiendo de estas sensaciones en la psiquis del individuo, se desarrollan tendencias destructivas representadas en manifestaciones hostiles o violentas, características de sus distintas relaciones interpersonales, aparte de la sensación de impotencia y poder, la conducta violenta-destructiva, parte de la experimentación de la frustración de la vida y la angustia; el individuo que vivencia estos estados, se considera asi mismo aislado e impotente, creyendo obstruido el camino de la realización de sus potencialidades, careciendo de espontaneidad y seguridad exterior.

La influencia del pensamiento filosófico de Kierkegaard y Nietzsche asi como la interpretación de teóricos como Ludwig Binswanger, Medard Boss y Rollo May, los cuales consideran al hombre como un ser en formación que necesita encontrarse y sobre todo que debe tener un sentido no como meta sino como principio rector de su proceder, observamos que conceptos como la intencionalidad, impotencia y poder están sujetos al ser como representación máxime de la vida. May en su último libro El Lamento para Myth.  Señaló que el gran problema del siglo veinte era nuestra pérdida de valores.  Todos los valores diferentes, a los nuestros, que se desarrollan alrededor de nosotros nos llevan dudar de todos los valores. Mayo dice que nosotros tenemos que crear nuestros propios valores, cada uno de nosotros individualmente. El no desarrollar adecuadamente la capacidad de perder el miedo y de comprender la importancia del ahora no como temporalidad sino como esencia formativa del ser, provocara estados de inadaptación emocional que pueden desencadenar comportamientos enmarcados por la agresión, la conducta agresiva, en su precepto existencial, no es vista como totalmente negativa, es considerada necesaria para la evolución del individuo y como pieza fundamental en la consecución de las metas del ser. La característica fundamental de aquel que no ha logrado incorporar eficientemente esta agresión positiva,sera la de un sujeto presa de estados de animo irascible, haciendo presencia en él un sentimiento de dominancia ,un descontrol que enmarcara actos violentos y que degradaran en una sensación de control como necesidad, estos individuos querrán imponer su criterio como única manera de sentirse en equilibrio, la inadaptación emocional creara en ellos la necesidad de incrementar continuamente estas conductas siendo presa fácil de estados depresivos y de pobre control de los impulsos, la carga de ansiedad se elevara de acuerdo a las autoexigencias y la progresiva demanda de equilibrio, siendo probable en este momento el acto violento como herramienta de descarga.

Perspectiva de la conducta violenta desde el psicoanálisis

El psicoanálisis tiene una larga tradición de autores y teorías asi como, defensores, detractores y un sinnúmero de nuevos seguidores, para poder comprenderlo desde sus bases es necesario hacer referencia directa de los conceptos freudianos, correspondientes al tema de estudio, (personalidad violenta), por lo tanto mencionaremos apartes de las obras completas de freud según la versión de James Strachey y colaboracion de Anna Freud, los cuales mencionan que:

"-[6]El Esquema del psicoanálisis nos dice que las pulsiones son fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Son la causa última de toda actividad. Las pulsiones primordiales son dos, Eros y pulsión de muerte. Su acción eficaz conjunta o contraria (Mít und Gegenein-anderwirken) determina toda la variedad de los fenómenos vitales. Establece la analogía con atracción y repulsión, las dos fuerzas básicas de la mecánica clásica, y cita a Empédocles (GW, 17, págs. 70-1). La mención del filósofo griego se sigue mejor en otro trabajo, «Análisis terminable e interminable», de 1937 (GW, 16, págs. 90 y sigs.). Freud ha explicado que la inclinación al conflicto, como tal, parece algo particular, algo nuevo que se añade a la situación psíquica independientemente de la cantidad de libido; el conflicto se reconduce a la presencia de agresión libre, y esta, a una pulsión de muerte. Y se regocija por haber encontrado su teoría de la pulsión de muerte en uno de los grandes pensadores de la Antigüedad, Empédocles, quien explicaba las diferencias entre las cosas del mundo por obra de mezclas entre cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire.

Es cierto que la del griego era una fantasía cósmica, mientras que la teoría de las pulsiones pretende validez biológica. Pero esa diferencia -apunta Freud- pierde gran parte de su valor por la circunstancia de que Empédocles consideraba animado al universo mismo. Había un alma del mundo. Recuérdese la «psicomitología» de Freud: en el mito o en la fantasía cosmológica, es el alma quien se siente oscuramente a sí misma; de ahí su contenido de verdad. Pues bien: el universo es regido por dos principios opuestos, el amor y la discordia. Y Freud cita el libro de Capelle Los presocráticos, clásico en esa disciplina: «… son fuerzas naturales que operan a modo de pulsiones {triebhaft}, en modo alguno inteligencias concientes de sus fines». Vale decir, amor y discordia son causas eficientes, no causas finales en el sentido que hemos indicado antes. Por ende, la cosmología de Empédocles es «mecanicista» en la acepción ya dicha. El proceso del cosmos es la alternancia (Abwechslung) de períodos en que el amor triunfa sobre la discordia, y a la inversa. El amor quiere aglomerarlo todo (zusammenballen); tenemos así el sfairos, reunido por él; pero poco a poco se insinúa la discordia, que lo va desagregando todo; en el proceso de desagregación nacen las cosas singulares y sus formas, fruto de la lucha entre ambas fuerzas, hasta que se llega a la dispersión total; y el ciclo recomienza, por la obra del amor, en sentido contrario. Nótese bien que la discordia, poder aniquilador, la muerte misma, es una nada positiva, activa, no ausencia de ser. Y Freud cierra sus consideraciones sobre Empédocles diciendo que si la pulsión de muerte es el esfuerzo por llevar lo vivo a la condición de inerte, ello no significa que no haya existido desde antes de la aparición de la vida. ¡Qué dislate sería traducir aquí «instinto», un instinto de muerte de la materia inanimada! Claro; podría argüirse que Freud en sus últimos años se volcó a una especulación desmesurada, y atribuyó instintos al cosmos. Pero creemos haber mostrado que, ya en los artículos conocidos como «Metapsicología», «pulsión» se entendía mejor en una referencia al pensamiento clásico alemán. La exposición del desarrollo del yo, en «Pulsiones y destinos de pulsión», presenta analogías con el juego de posiciones y contraposiciones de la Doctrina de la ciencia, de Fichte; acaso por el empleo de un mismo arsenal categorial. Y aun el abordaje económico de «Introducción del narcisismo» y «Duelo y melancolía» trae a la memoria la ya mencionada concepción schellinguiana de sujeto y objeto como magnitudes cuantitativas; entonces, dentro de esa tradición, el solo análisis de una situación psíquica en términos de sujeto y objeto remite a una consideración «económica»: el yo del yo se empobrece cuando se enriquecen los objetos del yo, y a la inversa.

En el pasaje citado de «Análisis terminable e interminable», Freud menciona una posible criptomnesia en cuanto a su tesis de la pulsión de muerte; acaso sus lecturas de joven … Y si en Esquema del psicoanálisis se nos dice que las pulsiones son causa productora, constitutiva, de lo psíquico y de lo vital, y por otro lado Capelle señala que en Empédocles no son fuerzas concientes, no son causas finales, sino eficientes, nos vemos remitidos otra vez a la Antropogenia de Haeckel, publicada, en verdad, durante la juventud de Freud:

«No conocemos ninguna materia que no posea fuerzas, y a la inversa, no conocemos fuerzas que no estén ligadas a materias.

Cuando las fuerzas se manifiestan como movimientos, las llamamos fuerzas vivas (activas) o fuerzas en acción; en cambio, cuando se encuentran en estado de reposo o de equilibrio, las llamamos fuerzas latentes o fuerzas de tensión. Esto vale tanto para los cuerpos naturales orgánicos como para los inorgánicos. El imán que atrae a la limadura de hierro, la pólvora que explota, el vapor de agua que impulsa a la locomotora son anórganos vivientes; actúan por fuerza viva tanto como la mimosa sensitiva que al tacto repliega sus hojas, como el venerable amphioxus que se entierra en la arena marina, como el hombre que piensa. Sólo que en estos últimos casos las combinaciones de diversas fuerzas que se manifiestan como "movimiento" son mucho más complicadas y más difíciles de conocer que en los primeros. Nuestra antropogenia nos ha conducido al resultado de que en toda la historia de la evolución humana, en la ontogénesis como en la filogénesis, no operan tampoco otras fuerzas que las actuantes en el resto de la naturaleza, orgánica e inorgánica. En definitiva, todas las fuerzas que actúan aquí las podemos reconducir al acrecimiento, a esa función fundamental de la evolución por la cual nacen tanto las formas de los seres inorgánicos como la de los organismos {…}. Pero si consideramos más a fondo esta "ley de acrecimiento", hallamos que en definitiva se puede siempre reconducir a aquella atracción y repulsión de los átomos animados que ya Empédocles designaba como "amor y discordia" de los elementos» (Haeckel, Antropogenia, págs. 617-8 de la versión italiana de 1895).

En ese pasaje del Esquema del psicoanálisis Freud decía que más allá del reino de lo vivo, en lo inorgánico, el par de opuestos atracción y repulsión era lo análogo a las dos pulsiones fundamentales. Tomemos ahora dos textos que constituyen casi puntos temporales extremos en el desarrollo del pensamiento freudiano. En el «Proyecto de psicología» (AdA, pág. 406), el estado de deseo (Wzínsch; a diferencia de «apetito», Begierde) determina una atracción hacia cierto objeto o su huella mnémica; en cambio, la vivencia de dolor provoca una repulsión a mantener investida la imagen mnémica hostil. Es el juego de fuerzas de la represión. Y en «La negación», de 1925, se lee que la afirmación en el juicio pertenece al Eros, en tanto la negación pertenece a la pulsión de destrucción.

Ahora bien, el juicio, como operación, las supone a ambas, no es posible antes de la creación del «no», el símbolo de la negación. Y sí esa contradicción que constituye la base de todo discurso humano es retoño de la otra, la que se operó en la represión, es al mismo tiempo lo que permite un primer grado de independencia respecto de las consecuencias de la represión. La repulsión, que pertenece a la pulsión de muerte, aparece así como fundadora del pensamiento humano. De una serie a otra, de un orden del ser a otro, pueden producirse vuelcos en las posiciones respectivas de atracción y repulsión, de Eros y pulsión de muerte. Y además, toda atracción es repulsión y viceversa. Leemos en «La represión»: «Se comete un error cuando se destaca con exclusividad la repulsión que se ejerce desde lo conciente sobre lo que ha de reprimirse. En igual medida debe tenerse en cuenta la atracción que lo reprimido primordial ejerce sobre todo aquello con lo cual puede ponerse en conexión» (GW, 10, págs. 250-1). Pero desde ahora parece probable que la tradición de Haeckel y de la filosofía de la naturaleza es el obligado contexto del texto freudiano: El esforzar de las pulsiones.

En «Pulsiones y destinos de pulsión» Freud explica que la pulsión no actúa como una fuerza (Kraft) de choque momentánea, sino como una fuerza constante, y, también, que la huida frente a los -estímulos pulsionales es inútil, pues conservan su konstant drángenden Charakter, su carácter de esfuerzo constante. En el mismo texto, la pulsión se define por su fuente, que es un proceso somático; por su objeto (Objekt), aquello en o por lo cual la pulsión puede alcanzar su meta; por esta última, que es la descarga de satisfacción, canceladora del estado de tensión en la fuente pulsional; el cuarto término asociado con el concepto de pulsión es Drang. Para este, el Vocabulaire de la psychanalyse consigna, como versión al castellano, «presión». Strachey traduce pressure, y a veces urge. López-Ballesteros, « perentoriedad ».

Freud define Drang como la suma de fuerza (Kraft) o medida de la exigencia de trabajo (Arbeit) que la pulsión representa. Parece bien, por ello, decir «esfuerzo» en castellano. Y no es el único trabajo en que ambos conceptos aparecen asociados. Veamos otro ejemplo, esta vez de Psicología de las masas y análisis del yo: «… la indagación psicoanalítica nos ha enseñado que todas esas aspiraciones son la expresión de las mismas mociones pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido {hindrángen} de la unión sexual; en otras constelaciones, es verdad, son esforzadas a apartarse {abdrángen} de esa meta… » (GW, 13, pág. 98). Pocas líneas más adelante habrán de mencionar una Liebeskralt, una fuerza de amor.

Volvamos ahora a una consideración conceptual: los términos que Freud explica con respecto a la pulsión podrían agruparse de a dos. Fuente y esfuerzo, por un lado, y objeto y meta, por el otro. En «Pulsiones y destinos de pulsión», Freud dice que se descompone en dos procesos: una vuelta de la actividad hacia la pasividad, y el trastorno en cuanto al contenido.

La primera atañe a la meta de la pulsión. El segundo, sólo se conoce en un caso, la trasposición del amor en odio; y páginas más adelante lo redefine como mudanza de una pulsión en su contrario material (materiell). Si el primer trastorno tiene que ver con la meta, este segundo se refiere a la fuente o a la fuerza portadora del proceso. Ahora bien, siguiendo a Fichte pudimos ver que la «pulsión» incluía su «objeto» por intermedio de una actividad ideal del yo. Así se enlazaba lo real con lo ideal. Y en Freud, la pulsión es un concepto fronterizo entre lo somático y lo anímico. Entonces, si el yo es el mediador entre la pulsión y su satisfacción (su meta), el medio de que a su vez se vale es el objeto. Ya se vio que «objeto», en Freud, puede significar «cosa del mundo» (Ding), pero también una representación, una síntesis de lo dado en la percepción. Por tanto, en este último sentido, el objeto es «forma». Así, parece que el esquema aristotélico nos ayuda a entender el difícil desarrollo donde se expone, en ese mismo trabajo, el tránsito del sadismo al masoquismo.

La vuelta de la agresión hacia la persona propia sería un cambio de forma; mejor dicho, la persona cobraría la forma del objeto, y ello necesariamente implica un trastorno de la meta (por el nexo particular que une causa final y causa formal, la casa pensada por el arquitecto y la forma de una casa en general). Sí el trastorno amor-odio es material el trastorno de metas sería formal. Y el paso del sadismo al masoquismo documentaría una subversión específicamente humana del objeto, del término medio que era «un medio», y ahora se sitúa en ambos extremos, «objetifica» al yo-". Empezó a defender la idea de que cada persona tiene una necesidad inconsciente de morir. : La vida puede ser un proceso bastante doloroso y agotador. Para la gran mayoría de las personas existe más dolor que placer, algo, por cierto, que nos cuesta trabajo admitir. La muerte promete la liberación del conflicto"-.

La evidencia cotidiana de la pulsión de muerte y su principio de nirvana está en nuestro deseo de paz, de escapar a la estimulación, en nuestra atracción por el alcohol y los narcóticos, en nuestra propensión a actividades de aislamiento, como cuando nos perdemos en un libro o una película y en nuestra apetencia por el descanso y el sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de forma más directa como el suicidio y los deseos de suicidio. Y en otros momentos, tal y como Freud decía, en la agresión, crueldad, asesinato y destructividad.

Alfred Adler postula una única "pulsión" o fuerza motivacional detrás de todos nuestros comportamientos y experiencias. , con base a la experiencia clínica y a la madurez terapéutica Adler reconfiguro sus afirmaciones, llamando a este instinto, afán de perfeccionismo. Constituye ese deseo de desarrollar al máximo nuestros potenciales con el fin de llegar cada vez más a nuestro ideal. La perfección y los ideales son, por definición, cosas que nunca alcanzaremos. De hecho, muchas personas viven triste y dolorosamente tratando de ser perfectas. El afán de perfección no fue la primera frase que utilizó Adler para designar a esta fuerza motivacional. Su frase original fue la pulsión agresiva, la cual surge cuando se frustran otras pulsiones como la necesidad de comer, de satisfacer nuestras necesidades sexuales, de hacer cosas o de ser amados. Sería más apropiado el nombre de pulsión asertiva, dado que consideramos la agresión como física y negativa. Pero fue precisamente esta idea de la pulsión agresiva la que motivó los primeros roces con Freud. A pesar de las reticencias de Freud, él mismo habló de algo muy parecido: la pulsión de muerte. Otra palabra que Adler utilizó para referirse a esta motivación básica fue la de compensación o afán de superación. Dado que todos tenemos problemas, inferioridades de una u otra forma, conflictos, etc.; sobre todo en sus primeros escritos, Adler creía que podemos lograr nuestras personalidades en tanto podamos (o no) compensar o superar estos problemas. Aunque para Adler todas las neurosis se pueden considerar como una cuestión de un interés social insuficiente, sí hizo una distinción, basándose en los diferentes niveles de energía que utilizaban.

Uno de estos es el tipo dominante. Desde su infancia, estas personas desarrollan una tendencia a ser agresivos y dominantes con los demás. Su energía (la fuerza de sus impulsos que determina su poder personal) es tan grande que se llevan lo que haya por delante con el fin de lograr este dominio. Los más enérgicos terminan siendo sádicos y valentones; los menos energéticos hieren a los demás al herirse a sí mismos, como los alcohólicos, adictos y suicidas. Teniendo como punto de encuentro el efecto de los tipos o procesos que influyen en el desarrollo de las personalidades violentas y sus características debemos retomar las apreciaciones de Erikson cuando comenta los conceptos de su quinto estadio de desarrollo. Esta etapa es la de la adolescencia, empezando en la pubertad y finalizando alrededor de los 18-20 años. La tarea primordial es lograr la identidad del Yo y evitar la confusión de roles. La identidad yoica significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad. Exige que tomemos todo lo que hemos aprendido acerca de la vida y de nosotros mismos y lo moldeemos en una autoimagen unificada, una que nuestra comunidad estime como significativa.

Hay cosas que hacen más fácil estas cuestiones. Primero, debemos poseer una corriente cultural adulta que sea válida para el adolescente, con buenos modelos de roles adultos y líneas abiertas de comunicación. Además, la sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a distinguir al adulto del niño. Tanto los chicos como las chicas deberán pasar por una serie de pruebas de resistencia, de ceremonias simbólicas o de eventos educativos. De una forma o de otra, la diferencia entre ese periodo de falta de poder, de irresponsabilidad de la infancia y ese otro de responsabilidad propio del adulto se establece de forma clara. Sin estos límites, nos embarcamos en una confusión de roles, lo que significa que no sabremos cuál es nuestro lugar en la sociedad y en el mundo.

Erikson dice que cuando un adolescente pasa por una confusión de roles, está sufriendo una crisis de identidad. Una de las sugerencias que Erikson plantea para la adolescencia en nuestra sociedad es la de una moratoria psicosocial. Anima a los jóvenes a que se tomen un "tiempo libre". Existe un problema cuando tenemos demasiado "identidad yoica". Cuando una persona está tan comprometida con un rol particular de la sociedad o de una subcultura, no queda espacio suficiente para la tolerancia. Erikson llama a esta tendencia mal adaptativa fanatismo. Un fanático cree que su forma es la única que existe. Por descontado está que los adolescentes son conocidos por su idealismo y por su tendencia a ver las cosas en blanco o negro. Éstos envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos de vida y creencias sin importarles el derecho de los demás a estar en desacuerdo. La falta de identidad es bastante más problemática, y Erikson se refiere a esta tendencia maligna como repudio. Estas personas repudian su membresía en el mundo adulto e incluso repudian su necesidad de una identidad. Algunos adolescentes se permiten a sí mismos la "fusión" con un grupo, especialmente aquel que le pueda dar ciertos rasgos de identidad: sectas religiosas, organizaciones militaristas, grupos amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de las corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en actividades destructivas como la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias fantasías psicóticas. Después de todo, ser "malo" o ser "nadie" es mejor que no saber quién soy. Si logramos negociar con éxito esta etapa, tendremos la virtud que Erikson llama fidelidad. Erikson es un psicólogo del Yo freudiano. Esto significa que acepta las ideas de Freud como básicamente correctas, incluyendo aquellas debatibles como el complejo de Edipo, así como también las ideas con respecto al Yo de otros freudianos como Heinz Hartmann y por supuesto, Anna Freud. No obstante, Erikson está bastante más orientado hacia la sociedad y la cultura que cualquier otro freudiano, Prácticamente, desplaza en sus teorías a los instintos y al inconsciente.

Otra idea interesante del análisis psicodinamico es la posición de Otto Rank en lo relativo a la competición entre la vida y la muerte. Defiende que tenemos un "instinto de vida" que nos empuja a lograr la individualidad, la competencia y la independencia, así como hay un "instinto de muerte" que nos empuja a ser parte de una comunidad, de una familia o de la humanidad. Estos instintos se acompañan de un miedo particular a cada uno de ellos. El "miedo a la vida" es el miedo a la separación, a la soledad y al aislamiento; el "miedo a la muerte" es el miedo a perderse dentro del todo, al estancamiento o a no ser nadie.

En 1942 Theodor Relk, sitúa el sentimiento de culpa como causa del acto violento, según su posición teórica determinadas personas realizan hechos violentos o delictivos buscando inconscientemente ser castigados. A. Alchorn afirma que el niño nace como un ser asocial (reclamando la satisfacción de sus necesidades sin tener en cuenta el mundo que lo rodea), los procesos educativos facilitan el paso de lo asocial a lo social, en algunos niños este proceso educativo se detiene y ellos se rigen por el principio del placer es decir buscan la satisfacción inmediata de sus necesidades sin que sirvan de control las normas sociales. K. Friedlander (1981) siguiendo las teorias de Alchorn, manifiesta que en los individuos de conducta violenta se detecta una imperfecta formación del súper yo, que conlleva a un fracaso en el proceso de adaptación social.

Winnicott coincide con J. Bowlby que las tendencias agresivas que conducen a la conducta violenta y su manifestación delincuencial, se caracterizan por una deprivacion decisiva de tipo afectivo, incorporación de la figura de la madre, en la infancia.

Los conocimientos derivados de los estudios de género han contribuido a diferenciar la habitual asociación entre violencia y masculinidad, y a desmitificar las explicaciones de la violencia masculina en el ámbito doméstico como secundaria a trastornos psicopatológicos individuales, al uso de alcohol o drogas, o a factores económicos y educacionales, aunque estos puedan ser tenidos como factores de riesgo. Se ha demostrado que la violencia en los vínculos y su reproducción son el producto de la internalización de pautas de relación en una estructura jerárquica entre los géneros, modelo familiar y social propio del patriarcado que la acepta como procedimiento viable para resolver conflictos. [7]

Según Badinter , en nuestra cultura la construcción de la subjetividad masculina tendría un carácter reactivo y tres serían sus pilares: "no ser mujer, no ser niño, no ser homosexual. El modelo de masculinidad tradicional, asentado en el mito del héroe, pervive entre nosotros como estereotipo promedio aunque sea cuestionado. Un verdadero hombre debe ser fuerte, competitivo, exitoso en el trabajo y con las mujeres, valiente y arriesgado aunque deba pagar el costo de sus excesos, autosuficiente y agresivo". Por lo tanto es necesario que el cuestionar cuanto de esta mística masculina está en la base de las dificultades que exhiben los hombres en el acercamiento afectivo a sus hijos varones y constituye un obstáculo a lo que entendemos como un buen desempeño de la función paterna así como la resistencia a establecer vínculos reales de identificación con sus hijas tomando generalmente una actitud de desplazamiento de responsabilidad hacia la madre. En un trabajo sobre la violencia en la infancia, S. Morici, la entiende como el producto de un déficit de la función paterna consistente en permutar las reglas basadas en lo simbólico por reglas pulsionales regresivas donde la violencia es una regla en sí misma. Existirían diferencias entre los niños que habían podido identificarse con el padre a nivel simbólico (en función legisladora y protectora) de los que no y por ende necesitaban identificarse con el padre violento real.

El pensamiento psicoanalítico actual parece brindar cada vez mas importancia a la vida pre-edípica y dentro de ella al padre de la prehistoria personal como lo llamaba Freud, al padre diádico (Peter Blos), al padre imaginario arcaico (Julia Kristeva), al padre como segundo otro (Jessica Benjamin). Todo esto con el fin de poder entender as motivaciones inconcientes que rigen el que en algunos individuos hombre o mujer se desarrollen conductas violentas que determinan sus interrelaciones.

Perspectiva de la conducta violenta desde lo cognitivo

Como muestra histórica y prueba de la reconsideración teórica de los conceptos, comentamos los postulados de George Nelly el cual define los procesos como nuestras experiencias, pensamientos, sentimientos, comportamientos. Todas estas cosas están determinadas, no solamente por la realidad externa, sino por nuestros esfuerzos de anticiparnos al mundo, a otras personas, y a nosotros mismos, en todo momento y siempre, día tras día, año tras año como manifestación de actos tendientes a estructurar nuestras conductas. Kelly llama a este acto agresión, Incluyendo a la agresión propiamente dicha: "si alguien critica mi corbata, podré mandarle al diablo, en cuyo caso podré llevar mi corbata en paz". Pero también incluye lo que hoy se conoce como asertividad: a veces las cosas no son como deberían ser, y podemos cambiarlas de manera que encajen con nuestros ideales. ¡Sin asertividad no habría progreso social! Una vez más, cuando nuestros constructos centrales están en el punto de mira, la agresión se convierte en hostilidad. La hostilidad es una manera de insistir en que nuestros constructos son válidos, no importa la evidencia de lo contrario.

Kelly intenta enmarcar consecuencias dentro de los procesos cognitivos al dar su concepto de un trastorno psicológico: "Cualquier construcción personal que se use de forma repetitiva a pesar de su consistente invalidación." Los comportamientos y pensamientos sobre la neurosis, depresión, paranoia, esquizofrenia, etc., son todos buenos ejemplos. Igualmente que los patrones de violencia, fanatismo, criminalidad, avaricia, adicción y demás. La persona llega a un punto donde no puede anticipar de buena manera ni tampoco puede conseguir nuevas vías de relacionarse con el mundo. Está cargada de ansiedad y hostilidad; es infeliz y también está provocando la infelicidad a los demás. Está basada en el MODELO COGNITIVO, cuya hipótesis es que las emociones y las conductas de las personas están influenciadas por su percepción de los eventos. No es la situación en sí misma la que determina lo que las personas sienten, sino más bien la manera en que construyen esa situación.

Existen tres niveles de organización del sistema cognitivo: los pensamientos automáticos, las creencias intermedias (actitudes reglas y suposiciones) y las creencias centrales a saber:[8]

Los pensamientos automáticos son pensamientos evaluativos rápidos, que no son el resultado de la deliberación o el razonamiento. Parecen surgir espontáneamente, y con frecuencia son rápidos y breves. Es muy posible que la persona apenas sea consciente de esos pensamientos, es mucho más probable que sea consciente de la emoción que les sigue.

Las creencias intermedias no se encuentran articuladas y corresponden a actitudes, reglas y suposiciones que la persona ha ido construyendo a lo largo de su vida. Pueden ser positivas o negativas.

Las creencias centrales son las ideas más centrales sobre el autoconcepto. Algunos autores se refieren a estas creencias como esquemas.

Beck diferencia los dos conceptos sugiriendo que los esquemas son estructuras cognitivas dentro de la mente, el contenido específico de los cuales son creencias centrales. Además teoriza que las creencias centrales negativas caen en dos categorías amplias: aquellas asociadas con la indefensión y aquellas asociadas con la innamabilidad Los esquemas cognitivos se definen como construcciones subjetivas de la experiencia personal en forma de significados o supuestos personales que guían nuestra conducta y emociones de manera "inconsciente".

Son representaciones mentales de nuestra experiencia en la vida, pero no meras copias de lo que nos ha sucedido sino más bien nuestra experiencia organizada con sentido personal. La forma de pensar con la que se enfoca y experimenta la vida por cada persona. En el lenguaje psicológico : "la organización de nuestra experiencia en forma de significados personales, que guía nuestra conducta, emociones deseos y metas personales".Estos esquemas cognitivos están, en cierto modo, localizados en nuestro cerebro en los circuitos neuronales de la memoria, son el resultado del desarrollo biológico y las experiencias de aprendizaje de cada persona y están constituidos por los significados que tiene cada persona respecto del mundo y de si mismo. De hecho, cuando hablamos de "mente humana" nos referimos al funcionamiento de estos esquemas en forma de fenómenos como "conocimiento", "memoria", "deseos", "sentimientos", "conducta", etc. Desde esta perspectiva se considera que la psicopatologia (trastornos psicológicos) y todas las manifestaciones comportamentales asi como las conductas características de la personalidad son el resultado de alteraciones en la organización o funcionamiento de los significados personales.En el desarrollo de una persona los primeros esquemas cognitivos creados son los esquemas tempranos nucleares ( Algunos psicólogos le llaman también modelos operativos o guiones). Se refieren a escenas cargadas de afecto. El niño ante de desarrollar el lenguaje (desde el nacimiento hasta los 3-4 años aproximadamente) a partir de su experiencia de vinculación afectiva con sus progenitores, por lo general los padres, se construye mentalmente su experiencia en forma de imágenes o escenas sobre acontecimientos repetitivos (relaciones con sus padres, si mismo y entorno). Esa organización mental de escenas-nucleares o centrales- van a constituir la "base de su personalidad" en el sentido de que la influencia posterior de otras experiencias de su vida va a estar matizada por estas experiencias primarias. Esa experiencias primarias se relacionan como hemos dicho con la vinculación afectiva con sus padres, sobretodo con la madre. A esa vinculación afectiva se le ha denominado apego (Bowlby,1969,1973). El apego no abarca no solo los primeros años de la vida infantil, sino toda la vida, pero es en los primeros años de la vida cuando va a dejar su más marcada influencia.

La teoría del apego defiende que las personas tienen una disposición innata al vínculo afectivo con otros seres humanos: buscar la proximidad hacia adultos específicos que proporcionan protección contra los peligros. La calidad de esta experiencia de apego afectivo y sus alteraciones van a ser "guardadas" por la persona en su memoria de acontecimientos vividos (llamada memoria episódica) de manera "inconsciente".Esos acontecimientos vividos personalmente en esas experiencias formaran los esquemas cognitivos tempranos que van a influir en la manera en que una persona determine : 1º-La valoración de las otras personas que vaya conociendo, 2º-El grado de confianza y aceptación de si mismo, 3º-La manera de explicar y atribuir erróneamente o no los acontecimientos a determinadas causas (p.e. sentir ira y vivirla como angustia atribuida), 4º-El equilibrio personal entre la capacidad para explorar nuevas experiencias y el buscar seguridad en otros. [9]

Desde esta perspectiva las fallas presentes en los procesos de socialización son la causa primordial del comportamiento delictivo y por ende de la conducta violenta (garcia y Sancha, 1985). Para realizar un análisis concreto de la visión cognitiva, respecto a las características de personalidad de las personas violentas, tenemos que consignar los conceptos de Eysenck (1977), el cual define la personalidad según tres dimensiones a saber:

a.- Extraversión: Se define por los rasgos de conducta de sociabilidad, impulsividad y búsqueda de estimulación; su mecanismo psicológico puede ser la excitación o la inhibición y tiene como sustrato biológico la formación reticular.La mayor extraversión se define por un menor grado de activación cortical (*arousal*).

b.- Neuroticismo: tiene como rasgo de conducta la inestabilidad emocional y la ansiedad, como mecanismo psicológico la emotividad y como sustrato biológico el sistema nervioso vegetativo.

c.- Psicoticismo: tiene como rasgos de conducta la presencia de antisociabilidad, baja emotividad y ausencia de sentimiento de culpa.

Las manifestaciones comportamentales de violencia y agresión estarán demarcadas por la relación entre estas dimensiones teniendo que, la combinación de una alta extraversión(caracterizada por un bajo nivel de condicionabilidad) con el neuroticismo(potenciador de la conducta antisocial de los extrovertidos)daría lugar a un tipo delictivo del psicópata secundario que se caracterizaría por una conducta antisocial, pero con un sentimiento de culpa posterior.El psicoticismo define al psicópata primario que se caracteriza por una baja emotividad y una ausencia de culpabilidad ,estando presente episodios de violencia.(Pérez,1984).

Dentro de este marco de pensamiento de tipo cognitivo encontramos a garrido Genoves, el cual se involucra en el paradigma cognitivo social quien a partir del análisis y correlación de estudios de Ross, menciona una diversidad de funciones cognitivas presentes en individuos de conducta violenta con un proceder delictivo entre otras tenemos:

  • 1. El individuo tiende a actuar de manera impulsiva.

  • 2. Hay una confrontación entre el razonamiento abstracto y el concreto, teniendo un pensamiento dirigido a la acción.

  • 3. La persona posee una rigidez cognitiva, sus ideas son fijas sin que se les pueda hacer variar.

  • 4. Esquemas de control, el sujeto no se responsabiliza de sus actos depositando en los demas la responsabilidad.

  • 5. Se observan distorsiones cognitivas que lo llevan a interpretar agresivamente las situaciones.

Valverde (1984) ha señalado que la labilidad emocional del delincuente juvenil es un mecanismo adaptativo al entorno hostil en que se desenvuelve su vida. En entornos barriales deprivados, con distintas formas de violencia es adaptativo el mantener una extremada alerta y reaccionar ante las amenazas percibidas con rapidez, de una forma que para el observador externo puede parecer desproporcionada. De la misma manera, la realización de actividades delictivas conlleva aprender a identificar las fuentes de peligro o riesgo, actuar de forma rápida en situaciones que suponen mucha tensión y mantener un mínimo autocontrol emocional y conductual. Como señalan las teorías de la asociación diferencial y del aprendizaje social estas habilidades pueden ser aprendidas, al menos en parte, en el marco de la interacción social con otros delincuentes de carácter violento,[10] de acuerdo con la teoría de la asociación diferencial y la del aprendizaje social (Sutherland y Cressey, 1974, Bandura, 1986, ambos en Hamilton y Rauma, 1995) la conducta delictiva se aprende tanto por contacto directo con otros delincuentes (asociación diferencial) como por observación de las consecuencias que reciben determinados modelos (aprendizaje social) lo que facilita la impronta de comportamientos violentos como característica.

Según Jorge Corsi, se ha comprobado que los hombres violentos han incorporado en su proceso de socialización de género un conjunto de creencias, valores y actitudes que en su configuración más estereotipada delimitan la denominada "mística masculina": restricción emocional, homofobia, modelos de control, poder y competencia, obsesión por los logros y el éxito.

Modelos teóricos semejanzas, diferencias en los conceptos sobre conducta violenta [11]

Contrastar los diferentes Modelos teóricos que encierran las variadas escuelas psicológicas cuya materia de estudio es la conducta violenta, es una labor que se presta para la replica de opiniones y conceptos, la dicotomía mente, cuerpo, ambiente esta presente en todos los autores, generándose desde hace mucho tiempo, (mediados del siglo 19 hasta nuestra fecha), no una reevaluación conceptual sino un afán de confirmación de la verdad esgrimida por cada uno de ellos, por tanto mencionaremos objetivamente variadas teorías, sustento de modelos teóricos, con el fin de brindar una perspectiva amplia de cómo es percibida y evaluada la conducta violenta.

Como referencia histórica es menester mencionar que Los primeros modelos son de corte biologista los cuales se desarrollaron bajo la fuerte influencia del positivismo, que plantea la idea de la conexión de la conducta violenta con estigmas biológicos; involucran la antropometría como modelo de investigación y la utilizan como técnica de identificación de los delincuentes. Bertillon desarrolla la técnica de identificación a través de medidas corporales, clasificó 11 medidas. Otros autores que intentaron contrastar la información desde este punto de vista fueron Lombroso y Gorin Otón, los cuáles, aunque no lograron confirmar de manera total sus conceptos, iniciaron una nueva etapa en la concepción del criminalidad dándole un "rostro" a las manifestaciones y vinculándolas con el individuo y sus características. La biopatología trata de lograr la correlación entre las características físicas y la conducta delictiva, estableciendo algunas relaciones con los rasgos físicos y de carácter.

De igual manera la psicopatología de Kretemen halla una relación antropométrica, describiendo cinco características relacionadas estructural y corporalmente con la geometría y el comportamiento a saber: 1. Leptosomático, define al individuo de cuerpo delgado, alargado, cabeza pequeña nariz puntiaguda representación geométrica corresponde lineal vertical (don Quijote); 2. El atlético lo describe de gran masa muscular, tórax ancho representación geométrica corresponde a un triangulo; 3. El picnico en él predomina el abdomen, su cadera es redonda y ancha extremidades cortas y su representación geométrica correspondería a un círculo; 4. El displástico cuyas características generales son: a. gigantismos b. obesos mórbidos c. enanos-infantilismo su relación geométrica es eunocoide; 5. combina todas las anteriores.

Clasificación según las características.

1. El esquizofrénico cuya constitución es leptosomatica y su temperamento lo describe como introvertido.

a. Hiperesteticos, los indica como personas nerviosas irritables.

b. Intermedios fríos enérgicos, su proyección es, individuos serenos.

c. Anestésicos apáticos, son personas con tendencia ser solitarias

e. indolentes. Cuya tipo seria el más grave, su compromiso patológico seria la esquizofrenia.

2. El ciclotímico de constitución picnica cuyo temperamento es extrovertido. En esta categoría describe tres subtipos.

a. Hipomaniaco, euforia continua b. Sintomáticos, realistas y prácticos c. Flemático, tranquilo y silencioso. El tipo más agravado de ciclofrenía (es el maniaco depresivo)

3. El viscoso de constitución atlética lo categoriza como los individuos de mayor proclividad a la violencia presentando los índices más altos de violencia, describe su comportamiento como el más enérgico. Y su componente patológico lo ubica de comportamiento agresivo y violento.

La Escuela Norteamérica cuyo autor Sheldon realiza una clasificación categórica relacionando la constitución somática por capas desde lo más interno hasta lo externo.

Capas concéntricas, se refiere a la partes más internas –vísceras, Las intermedias –esqueleto, Las externas -la epidermis

Según el predominio del individuo se daría el predominio del perfil:

Endomorfo, predominan las vísceras cuya estructura es baja, esta persona tendría tendencia a la obesidad. Correspondería al picnico de figura geométrica circular.

M, corresponde al atlético cuyo predomino es el esqueleto, relación geométrica el triangulo.

Hectomorfo, predomina la epidermis el sistema nervioso representa una línea vertical, corresponde al lectosomático

Por tanto se presentarían una serie de características biológicas que determinarían un perfil que los identificaría:

El viserotónico, endomorfo de temperamento extrovertido.

El somatotónico, mesomorfo de temperamento enérgico y en este tipo predomina en los grupos criminales.

El cerebrotónico, correspondería al hectomorfo, lepsotomatico de temperamento esquizofrénico.

Concluyendo los autores de esta tendencia que el mayor índice de delincuentes que muestran conductas violentas se encuentra en los mesomorfos con comportamiento somatotónico –el atlético con comportamiento viscoso.

Todo lo anterior muestra como el interés de los representantes de este modelo histórico, buscan afanosamente poder identificar al individuo, que ha cometido actos violentos o criminales, a trabes de la observación física, teniendo en cuenta las características corporales, la similitud que algunos grupos de personas ya sea por etnia o afinidad cultural poseen, no brinda suficiente certeza para enmarcar de manera concreta a un individuo cuyo comportamiento gire en torno a la violencia. Los trastornos de personalidad no son exclusivos de ciertas contexturas físicas y la sintomatología que impera en los distintos estados emocionales son directamente proporcionales a las vivencias de cada sujeto en particular.

Una vez repasado la tendencia histórica encontramos la posición neurofisiológica que busca correlacionar los rasgos constitucionales y rasgos temperamentales. Como primer paso recoge estudios a partir de la aplicación de la técnica de la encefalografía la cual mide de forma gráfica la actividad cerebral y trata de establecer una correlación entre la actividad cerebral con la disfunción del comportamiento y cómo estos registros indican la afectación de la conducta.

Partes: 1, 2, 3, 4
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