Desarrollo
La situación geográfica de Cuba, privilegiada con respecto al continente americano, a la entrada del Golfo de México y punto prácticamente obligado de arribo y partida en la vía marítima hacia Europa, hace que a la Isla lleguen tempranamente las novedades, modas e inventos del Viejo Continente, antes que a otros países de América.
Desde la primera mitad del siglo XIX se muestran en Cuba aparatos que son antecedentes del cine, creados en un intento por captar la imagen en movimiento. A finales del siglo, cuando el país se encontraba en plena lucha por una independencia arrebatada por la intervención de los Estados Unidos, en la guerra hispano cubana, llega el invento del cinematógrafo. Se muestra por primera vez al público el 24 de enero de 1897, por Gabriel Veyre, representante de la casa Lumière.
El primer filme dirigido por un cubano fue el corto publicitario El brujo desapareciendo, en 1898, realizado por el empresario y actor José E. Casasús, con la colaboración del todavía adolescente Enrique Díaz Quesada, posteriormente reconocido como el verdadero fundador de nuestra cinematografía.
La cercanía de esta nación hizo de las principales ciudades cubanas, como de sus incipientes industrias menores y de su tradicional producción principal, el azúcar, terreno fértil para la inversión de capitales. En cuanto al cine, esta influencia se reflejó con una fuerza que no siempre alcanzó comparación con los países vecinos. La vinculación de los asuntos cinematográficos con otros ya establecidos en la preferencia pública, la proliferación de cines y empresas que tomaban el séptimo arte como terreno de exploración económica, se pondrán fácilmente en evidencia con el transcurrir de los años.
Como bien apunta Jany Amaya Trujillo: "Los gobiernos republicanos no se interesaron nunca por auspiciar u otorgar algún tipo de atención a la actividad cinematográfica, que quedaba entonces supeditada a las posibilidades y buenas intenciones del sector privado, en un país en el que la gran mayoría de la población era pobre o no tenía fuertes inclinaciones artísticas o filantrópicas". (Trujillo, 2005: 66)
Aquí nos podemos percatar, cómo a pesar de que durante la República Neocolonial se crea la estructura para expandir el cine como nuevo medio de comunicación de gran alcance social, a los gobernantes no les interesó nunca desarrollar la industria cinematográfica en el país y fomentaron mucho más el consumo. Pienso que desde un inicio eran claras las intenciones americanas de dejar a Cuba como terreno seguro para exhibir producciones extranjeras con éxitos de taquillas. Es que incluso ni los propios cineastas se arriesgaban a entrar en competencia con las grandes compañías que existían.
Estados Unidos comienza a transformar gradualmente el país, ya que este presentaba muy malas condiciones materiales, acentuadas por la desconfianza y la pobreza intelectual, su intervención vino a ser un proceso contradictorio, que si bien nos limitaba como nación, abrió las puertas a un progreso que en manos de España sólo habría sido un letargo.
Con el programa de "desarrollo", la esfera comunicativa fue una de las más favorecidas, los ferrocarriles construidos para incrementar la producción azucarera facilitaron el flujo informativo y la distribución de publicaciones que ayudó a su vez a la construcción de algunas carreteras, la instalación de líneas telegráficas y redes telefónicas.
Otras fueron las transformaciones del sistema educativo cubano, con la creación de escuelas públicas de corte norteamericano. La nuevas técnicas en materia de reproducción de textos y la prensa, garantizando las tiradas masivas, las nuevas revistas modernizadas difusoras de cultura y la creación de instituciones culturales nacionales como: La Academia Nacional de Artes y Letras, Sociedad Económica de Amigos del País, etc. Este supuesto desarrollo si bien era un avance, garantizaba cada vez más nuestra situación dependiente.
Como en otras partes, el cinematógrafo despertó el interés y la curiosidad de lo nuevo en los primeros años. Pero a principios del siglo XX el interés disminuyó debido a la dificultad de renovar las cintas, el público se alejaba de un pasatiempo que ya conocía de memoria. En 1905 algunos interesados comenzaron a traer nuevas vistas y se convirtieron en distribuidores. Gaumont, Pathé, Edison, Biograph y otros competían en la preferencia del público. Las pantallas se llenan con productos europeos principalmente y algunos cubanos. El negocio de la distribución y la exhibición estará en manos de cubanos hasta que termine la Primera Guerra Mundial.
La producción se inició en la Isla con alguna regularidad en 1906, con cortos documentales y alguno de ficción. Es en 1913 cuando Enrique Díaz Quesada realizó el primer largometraje de ficción, Manuel García o El rey de los campos de Cuba.
Hasta 1909 los Estados Unidos no habían producido nada que llegara a la mitad de los espectáculos italianos. Sin embargo, la industria cinematográfica norteamericana estaba floreciendo y aspiraraba a fortalecer su posición dentro del mercado mundial.
La expansión de la producción norteamericana dio lugar a una lucha violenta por conseguir el control de los mercados. De 1909 a 1913 fue tan violenta como una película de gángsters. Como resultado de este enfrentamiento, nació Hollywood.
En Cuba en 1916, el cine Campoamor, supuestamente propiedad de la Universal, ofreció una temporada de cine norteamericano que se vio precisada a suspender por su gran fracaso, aunque esta situación no duró por mucho tiempo.
No obstante, se siguieron instalando distribuidoras norteamericanas que van desplazando del negocio a los cubanos. Paramount, United Artists, First National Pictures, Metro Goldwyn Mayer y otras que lograrán monopolizar el mercado en la década del veinte. Estas empresas dejaron a distribuidores y empresarios cubanos en minoría. Una sola subsidiaria norteamericana era capaz de exhibir en un año la misma cantidad de películas que el conjunto de varias empresas cubanas.
El cine, en el período que abarca de 1918 a 1925, alcanza un desarrollo sorprendente. Los Estados Unidos salieron de la guerra como una potencia mundial y Hollywood, respaldado por el capital de Wall Street, se convirtió en el centro del imperio, que ejerció una influencia global. Las tendencias más interesantes del cine se desarrollaron en los Estados Unidos, pero no bastaba para que la realización importante de otros países provocara inmediatas ofertas de Hollywood, era como un imán que atraía a actores, directores y escritores.
Es así como Hollywood desplaza al cine europeo de la posición privilegiada que tenía en la isla, resultándole mucho más fácil la penetración, por el control económico que poseía.
Durante esos años también aumentaron las cotizaciones del azúcar y Estados Unidos se enriqueció con la zafra nacional haciendo nuevas inversiones, lo que estrechaba más aún nuestras relaciones, no solo económicas, sino también comerciales, potenciando el consumo de artículos importados. Al controlarlo prácticamente todo la familiarización con el modo de vida norteamericano se dio en todas las esferas.
Ya en 1919, el cine se convierte para ellos en un nuevo negocio que inunda el mercado mundial y por supuesto a Cuba, más del 80% de los filmes que se exhibían eran norteamericanos y las construcciones de los cines se hacían notables, lo que garantizaba el acceso a las salas.
Aunque el auge cinematográfico era mucho más evidente en la capital, en el interior del país también se construyeron cines y se transformaron locales, esto denotaba el carácter generalizador que se proponía el medio. Hollywood consolidó su posición por las redes de distribución, puestos de mando o sucursales y la compra de locales.
La oferta de Hollywood era lo más exhibido en casi todos los cines, con una gran variedad de estrenos, el cine europeo quedó como propuesta alternativa de espacio entre funciones corridas.
En 1920 Estados Unidos, produjo 796 largometrajes, frente a 646 producidos por Alemania y 65 en Francia. En este año cerca del 80% de las películas proyectadas en Europa y el mundo fueron estadounidenses.
Al convertir el cine en un medio tan difundido este llegó a formar parte de la vida cotidiana de la población, los Estados Unidos propusieron al mundo a través de la pantalla y a Cuba, su principal plaza, la adopción de nuevos estilos de vida, valores y costumbres.
Como bien señala Arturo Agramonte: "El cine constituye por virtud de sus características un instrumento de opinión y formación de la conciencia individual y colectiva y pude contribuir a hacer más profundo y diáfano el espíritu revolucionario y a sostener su aliento creador (…) Es el más poderoso y sugestivo medio de expresión artística y de divulgación y el más directo y extendido vehículo de educación y popularización de las ideas". (Agramonte, 1966:115 -116).
En relación con esto, Manuel Vázquez Montalbán, también apunta: "El papel comunicacional fundamental desempeñado por el cine desde su nacimiento hasta su consolidación industrial radicó precisamente en su omnipotencia para visualizar y transmitir códigos de conducta, imponer modelos de comportamiento que ya no se transmitían por el lenguaje difícil descodificable y detectable: el intangible lenguaje de la imagen" (Vázquez, s/f: 110).
Como podemos apreciar ambos autores coinciden en la influencia que logra ejercer el cine sobre los espectadores y es que cuando analizamos el medio de difusión como tal, resulta muy fácil comprenderlo por su lenguaje basado en imágenes, este fue un factor que influyó decisivamente en el país porque más del 50% de la población era analfabeta y este era un entretenimiento barato, que además transmitía ideas.
En el libro, El proceso creador del filme, John Howard Lawson señala: "Si el cine significa interpretar y ser una parte de la experiencia humana, debe expresar esta realidad más profunda (…) Debe averiguar la relación que existe entre el individuo y el mundo en proceso de transformación por obra de la actividad colectiva." (Howard, 1986: 20).
Ahora bien, si el autor dice que el impacto emocional de la acción cinematográfica implica una nueva relación con la realidad; una nueva forma de ver y sentir, fácilmente vemos que la función principal del cine es representar la vida del hombre en su medio, por lo tanto nos percatamos de que los cubanos no se veían representados en las pantallas del cine norteamericano, porque no era su vida lo que se proyectaba en ella. Queda demostrada entonces la manipulación cultural a la cual se encontraba expuesto el público, ya que esas películas eran el reflejo de un mundo referencial impuesto.
Resulta curioso cómo en 1920 en medio de la crisis por la que atravesaba el país, con la miseria, bajos salarios y desempleo, la población continuaba acudiendo al cine, incluso aunque ya la entrada no era tan barata como antes. La posibilidad de evasión que permitía este medio de que el espectador se trasladara de su entorno, de vivir nuevas aventuras de abrir nuevas puertas y ver otro mundo, fue el anzuelo más explotado para atraer el público utilizado por Hollywood.
Pienso que queda claro que el realismo con que era capaz de vivenciarse otra vida cargada de emoción y lujos, constituyó un gancho eficaz de quienes vivían sumidos en la pobreza. Los más fieles seguidores de este cine eran los jóvenes sobre todo los menores de 21 años que habían nacido bajo el dominio de la República Neocolonial, formados bajo nuevos patrones de vida con la influencia norteamericana de poder, éxitos y riquezas. Ellos veían en aquellas cintas plasmadas sus aspiraciones y sueños, pues resultaban muy cansonas las tragedias europeas, además de que no podían contar con un cine nacional que realmente los representara.
No en vano Lawson afirma que: "Hollywood es un sector clave en la batalla de las ideas, y el atento estudio de las películas más recientes puede suministrar un medio para comprender el tipo de propaganda que es contrabandeado bajo las más distintas formas en todos los campos de los estudios y de las ciencias, de la educación y del arte." (Howard, 1964: 31)
Yo personalmente me encuentro totalmente de acuerdo con este planteamiento, pues es válido de aplicar en cualquier época. Es que este tipo de cine es capaz de consentir los problemas sociales, presentando o inculcando bajos valores como por ejemplo: mirar al delito con simpatía o considerar a las guerras como actos nobles y corrientes. En el pervertido diccionario hollywoodense los valores son sinónimos de dinero.
Pero en estos tiempos no sólo hubo penetración ideológica; sino también manipulación con algunos tramposos del oficio que con la falsa de instalar grandes estudios cinematográficos en La Habana engañaron y estafaron a la población y a los aficionados. Estos últimos andaban locos sin dirección, aturdidos, cegados por la credulidad de convertirse en súper estrellas y llevados por la pasión de hacer cine.
Los niveles de difusión de Hollywood se dieron fundamentalmente a través de los carteles, revistas y la prensa de la época que mantenían una página fija dedicada al cine, por tanto la publicidad a los filmes y noticias de la farándula eran muy fuertes. Se comenta incluso que para involucrar al pueblo se lanzaban concursos que luego se premiaban. Era prácticamente imposible mantenerse al margen de la situación de la cinematográfica en la isla.
Según Jany Amaya Trujillo, en 1922 se crea una Comisión de Censura Cinematográfica, con el objetivo de controlar al cine como promotor de conductas, pues afirmaban que las películas enseñaban a robar. Este estaba integrado por cinco personas de reconocido prestigio moral, autorizados a hacer cualquier tipo de cuestionamientos sobre los filmes que se proponían exhibir, incluso hasta lo podían cancelar, pero en sí las críticas más fuertes de este respondían a los intereses de las clases elitistas y no a las del mismo gobierno.
Los críticos del momento comenzaron a culpar al medio, por el aumento de la criminalidad y el descenso del nivel moral del pueblo. No era menos cierto que la cinematografía hollywoodense proponía paradigmas de personajes negativos los cuales eran seguidos con apoyo y afición popular. Quizás fue esta compenetración lo que hizo ver en el cine su peligroso alcance social.
(…) Cuba se encontraba sacudida por los trastornos de la crisis capitalista de postguerra, afectada por la desenfrenada política creciente del robo, del fraude y de la corrupción en las más altas esferas del gobierno de turno (Colectivo de autores, 1986: 293).
Esto demuestra que si bien el cine era un instrumento ideológico que influía en la población, no era el máximo responsable de la corrupción y el auge de la delincuencia que se venía sucediendo en la República, pues eran los gobernantes corruptos quienes fomentaban los males sociales. Lo que resultaba menos conflictivo echar la culpa sobre el cine que asumir sus verdaderos problemas.
John Howard Lawson concuerda con otros autores en que: "Hay que considerar el cine como instrumento de la política exterior y en que las películas exportadas deben responder a las exigencias propagandísticas del gobierno." (Howard, 1964: 28).
Aquí se puede encontrar otro aspecto importante y es que como los gobiernos eran títeres de los Estados Unidos; respondían a sus intereses en un modelo consumista, lleno de publicidad y estereotipos de belleza, hacían de Cuba un nicho cómodo donde depositar cultura y valores, dejaban abiertos todos los canales de penetración posible.
Como he dicho antes de otra manera, el cine era un pasar de la fantasía a la imagen y de la imagen al subconsciente del espectador. Es un proceso de percepción manipulada que consiste en captar las veinte cuatro imágenes por segundo que transmite la pantalla que determina no sólo lo que el espectador debe ver, sino también y sobre todo la manera en que debe verlo.
El espectador, quiéralo o no, es reconducido a la atmósfera y al curso de la aventura que se le está narrando y al verla en un determinado modo, está obligado, por lo menos durante la proyección del filme, a juzgar hechos y personajes como los autores lo han deseado.
La cinematografía nacional era ínfima aunque encontramos a Enrique Díaz Quesada y Ramón Peón entre los más destacados, que realizaron algunas películas que aunque fueran con escasísimos recursos trataron de formar parte de las tandas alternativas junto a las cintas europeas. Los largometrajes como Arroyito y Manuel García, rey de los campos de Cuba, entre las más populares de su tiempo estaban basadas en la vida de bandoleros que se habían hecho famosos dentro de la población; otras como La hija del policía o En el poder de los ñañigos, estaba enfocada más bien a los bailes y ritos africanos, donde se comenzaba a manifestar algunos rasgos identitarios de la cultura cubana.
En 1926 el inventor norteamericano Lee De Forest, descubridor del tríodo, que había dado solución a la amplificación del sonido. Ofrece la primera demostración de sonido que se hace en Cuba, por medio del sistema Phono Films. El 1º de febrero hace una demostración en el Teatro Nacional.
El acontecimiento llenó de público el teatro y contó con la presencia del presidente de la República Gerardo Machado, quien, entusiasmado, con el invento, facilitó a De Forest $50,000 para que instalara un laboratorio, este, luego de un documental sonoro que hizo se fue del país. Sin embargo, el general Machado, confiado en el cine como medio de propaganda, funda, a finales de esa década un departamento de cinematografía que edita un noticiero silente para la exclusiva propaganda de su gobierno.
A partir de 1927 comienzan a llegar a la isla películas sonoras como: Don Juan, El cantante de jazz, esta última fue estrenada con una gran expectativa porque era la primera película con sonido directo, grabado en la cinta, producida en los Estados Unidos. Este filme que solo reproducía la música y una frase dicha por un autor, causó una gran conmoción en el público que por primera vez oía la voz humana en la pantalla, no en una canción, sino hablando. Los días del silente ya están contados, aunque en Cuba no se producirá hasta 1931 otro nuevo intento de dotar de sonido al cine.
En 1929 en medio de la crisis económica por la que atravesó los Estados Unidos, recién nacido el cine sonoro, se generó un auge en la industria cinematográfica, por la necesidad que tuvo el público de evadir la realidad y buscar en la sala oscura la posibilidad de un escape, que provoca una ascensión de la industria y la continuidad de su crecimiento.
El cine sonoro encontró a un público dispuesto, por su necesidad de refugiarse para olvidar por un momento sus angustias materiales, es importante señalar que hubo un rechazo de la intelectualidad hacia él, por considerar que traía consigo un empobrecimiento de la expresión cinematográfica por la inmovilización de la cámara y por anteponer el sonido a todos los anteriores logros técnicos.
En Cuba, al igual que en los Estados Unidos, el público reaccionó positivamente, en un primer momento, por la novedad y por encontrar en el cine el remedio transitorio para sus tristezas económicas. Pero también tuvo sus detractores entre ensayistas y escritores.
La reacción de intelectuales y artistas fue en contra del medio como una de las fuentes más directa de penetración. Su crítica exponía fundamentalmente la inconformidad porque imponía al espectador, además de un producto extranjero en imágenes el hecho de que el diálogo que lo apoyaba era en inglés, idioma que la mayoría del público no entendía y que, insistían, convertía al cine en un arma de mayor influencia ideológica de los Estados Unidos en el país. Claro que poco después este comenzó a traducirlas.
Los cines Fausto, El Encanto y Campoamor en la ciudad de La Habana fueron los primeros en instalar la técnica del sonoro en sus salas. Es de señalar el hecho de que aunque el cine sonoro era una realidad, el silente no desapareció de un golpe, pues la producción de filmes sonoros no podía aún cubrir las necesidades del público. En el período coexisten el incipiente cine sonoro y el ya en vías de desaparecer cine silente, sobre todo en el interior del país. En la prensa se anunciaba discretamente que las películas eran habladas en inglés.
Ya en 1930 se incrementa la exhibición de filmes norteamericanos que llegaron a las salas cubanas con muy poca diferencia con respecto a su exhibición en los Estados Unidos. El público cubano ve en sus pantallas, entre otros, los filmes: Sin novedad en el frente, Desfile del amor, Río Rita, El Rey del Jazz, Broadway, Su íntimo secreto, La gran parada, La calle del azar. No obstante, continúa llegando el cine europeo y se estrenan: La marcha nupcial, Metrópolis, Teresa Raquin, El millón, El fin de San Petersburgo, entre otras.
A pesar de que el cine sonoro ya era una realidad palpable, la ingenuidad de los productores cubanos los lleva a insistir con el cine silente y filman, La Virgen de la Caridad, con intertítulos en inglés y español, con la peregrina idea de exportarla y competir con el mercado norteamericano.
En ese mismo año se produce en Cuba el filme El caballero del mar, de Jaime Gallardo, estrenado en 1931 en el Teatro Rialto. Aunque es considerado como el último largometraje silente de ficción hecho en Cuba, tiene escenas de sonido experimental, de muy corta duración, por el sistema Vitaphone.
Si bien la exhibición de filmes extranjeros cubría las necesidades de las salas cubanas, nuestros empresarios intentaron acceder a la técnica del sonoro para incorporarla a la producción nacional. De ahí que muchos viajaran a los Estados Unidos con el objetivo de adquirir equipos sonoros y aprender la nueva técnica. Se realiza entonces Un rollo Movietone, primer experimento de cine sonoro que se hace en Cuba por técnicos cubanos, que no fue más que un corto publicitario, donde de todas formas la calidad técnica fue muy defectuosa.
En 1933, en plena crisis de la dictadura de Machado, Luis Ricardo Molina funda la Compañía Royal Advertising News y produjo el primer noticiero sonoro, llamado Noticiario Royal News. Algunos de sus reportajes, por su relativa calidad pudieron ser vendidos a empresas norteamericanas.
Con la caída del dictador Machado, vino un período de inestabilidad política y desamparo económico derivado del fracaso de la revolución de 1933. Esto como es lógico estancaba más aún la producción cinematográfica que necesitaba en primer lugar de un gran apoyo económico. La precaria situación, combinada con la compleja técnica del cine sonoro, ahoga la posibilidad de llevar a cabo cualquier proyecto nacional. Los pocos títulos filmados en la época pertenecen a la Royal News.
Entonces se comienzan a habilitar más salas para la explotación de los filmes con esta característica; y se estrenaron en Cuba durante este período, filmes norteamericanos, hispanos, europeos, mexicanos y argentinos, entre ellos La dama de las camelias, El día que me quieras, La kermesse heroica, Allá en el Rancho Grande, Madreselva y otros.
El 19 de julio de 1937 se estrena en las salas Radiocine y Payret, de La Habana, el primer largometraje sonoro cubano, La serpiente roja, dirigido por Ernesto Caparrós y realizado en cooperativa con un mínimo de recursos, equipos y servicios de la Royal Advertising News. Este filme, basado en un exitoso programa radial de aventuras, recaudó más de $50,000 en tres meses, a pesar de su poca calidad.
Con esta película se demostró que no existía interés alguno por eludir a la realidad nacional, pero aprovechando el interés del público por una tira cómica publicada los domingos en el periódico El País, Manolo Alonso, con ayuda de otros dibujantes, realiza el primer dibujo animado cubano sonoro: Napoleón, el faraón de los sinsabores, corto de dos minutos de duración, en blanco y negro y 35 mm, realizado de forma artesanal.
El empeño fracasó al no encontrar exhibidor, y tiene su antecedente en la única animación silente de que se ha encontrado información Conga y chambelona, de Rafael Blanco, realizada en 1919.
El año 1938 es vital para el cine sonoro cubano, porque se propone establecer una industria cinematográfica nacional y es un año rico en proyectos y en constitución de casas productoras que pretenden realizarlos. Surgieron varias empresas productoras que no llegaban al segundo rodaje. En realidad no eran compañías con grandes capitales y planes de producción continua sino intentos aislados por cuyo camino jamás llegarían a un cine nacional estable. Ejemplos: Laboratorios Parra, Royal News, Películas Cubanas S.A., Compañía Cinematográfica Cubana, Producciones C.H.I.C., Escuela Cubana de Arte Cinematográfico, Ciudad Fílmica de Cuba, Academia de Arte Dramático, Laboratorios Piñeyro, Agrupación de Técnicos Cinematográficos, Cine en la Universidad de La Habana, Departamento de Cinematografía, etc.
La inestabilidad económica en este período hacía casi imposible, por parte de los empresarios cubanos, enfrentar los costos de las inversiones necesarias para asumir los gastos del cine sonoro. Si se compara la producción, que en la década del veinte había sido de cuarenta y un filmes, vemos como sufre una baja notable durante la siguiente, con solo doce largometrajes y un corto de ficción. A pesar de los esfuerzos de los empresarios no se logró, en modo alguno, competir con el cine norteamericano que ya dominaba todas las esferas del negocio, la producción, la distribución y la exhibición. La industria norteamericana, con todos sus mecanismos garantizados, dominaba el mercado y contaba con la aceptación del público.
En el período de 1945 al 1948 hay una consolidación del cine sonoro y con ello la aparición de la industria electrónica en el control de la industria cinematográfica.
La Cinemateca de Cuba, se inicia en 1948 como el primer Cine Club que funcionó en La Habana, con una perspectiva más amplia en sus funciones, se convierte en 1950 en una institución con todas las características inherentes a la misma, pero sin los recursos económicos necesarios para su buena marcha.
Con el golpe militar del 10 de marzo de 1952 el país sufrió una crisis económica como consecuencia de un gobierno impopular. Como era de esperarse el negocio de cine se vio más afectado que ninguno ya que en tiempos normales el capital nunca se había esforzado en financiar la industria de películas, menos lo haría en un clima de inseguridad y sin garantías.
En los días siguientes, los Estudios Nacionales fueron ocupados por técnicos cinematográficos pidiendo equipos para poder trabajar dignamente. Ante la firme actitud de los técnicos, el Gobierno de Batista prometió cumplir con el pedido siempre y cuando éstos se retiraran del lugar. La empresa más favorecida fue La Productora Fílmica Cubana (PROFICUBA), aunque sólo pudo hacer otra película, La Única dirigida por Ramón Peón.
Al desmembrarse PROFICUBA Batista forma la Comisión Ejecutiva para la Industria Cinematográfica (C.E.P.L.I.C), pero esta no resultó fructífera por su función en calidad de préstamos, además no era compatible con los intereses de los cineastas nacionales. En 1953 hay un marcado desarrollo de los noticieros cinematográficos, un ejemplo de esto lo constituye NOTI-CUBA.
En esta etapa se destacan las coproducciones entre Cuba y México: El extraño en la escalera, Frente al pecado de ayer, La mujer que se vendió, La mesera del café del puerto, entre otros. Además se comienzan a instalar diferentes laboratorios para revelar películas en colores: Cuban Color Films, Noticiario y Laboratorio Cinematográfico Si-pper, Minicolor Films S.A, Pro Films de Cuba, entre otros.
Relevante espacio ocupó Cine Revista como una variedad artística comercial. Ésta en un inicio radicaba en México, pero luego de Raíces un trabajo dirigido por Tomás Gutiérrez Alea, muchos de los trabajos que le sucedieron se realizaron en Cuba, por la calidad mostrada.
El Mégano, fue un documental realizado en 1955, que tuvo gran resonancia por la denuncia social que transmitía, realizada por un grupo de jóvenes aficionados que pertenecían a la Sociedad Cultural "Nuestro Tiempo", entre ellos: Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea y Alfredo Guevara, estos jóvenes proponían un cine impertinente y cuestionador, que buscaba el rescate de la historia cubana.
Este documental constituía una denuncia de las malas condiciones de vida de la población campesina, del hambre y del maltrato que padecía una comunidad de carboneros, como fue lógico esto acarreó que el gobierno tomara represalias. Podríamos decir, sin temor a exagerar, que al realizarse esta obra se estaban creando las bases estéticas y conceptuales de lo que sería, después del triunfo revolucionario, el cine cubano.
Ya en esta última etapa de la República vemos cómo se refuerzan los ideales por los que se habían luchado en las guerras independentistas. Con el corto El Mégano, se reflejaba la inconformidad y el sentir de la nación, por esto ya se gestaba una nueva etapa donde los artistas también habían alcanzado cierta madurez en la conciencia política, sentido crítico, comprometimiento con la realidad, así como trabajar por su voluntad y estilo, sin tener que responder a las grandes productoras.
En 1957 se intenta formar el Instituto Cinematográfico Cubano, el cual pretendía funcionar como un organismo independiente en forma de empresa privada para tratar de rescatar nuestro cine. Esto se hizo imposible de consolidar por la represión que tenía el gobierno en aquel momento. Ya a fines de 1958 surge Sele-Cine con un corte similar a Cine Revista. También sale el Boletín Deportivo Cinematográfico realizado especialmente para el deporte, aunque se le introducían por supuesto mensajes comerciales.
Estas son algunas de las películas que se produjeron antes de finalizar el dominio norteamericano: El árbol de la fiebre, El Tesoro de Isla de Pinos, Y si ella volviera, Tropicana, De espaldas, La vuelta a Cuba en ochenta minutos, Qué mujer o la Chica de Chicago, entre otras.
Con este panorama es que se cierra el dominio de los Estados Unidos sobre la isla, puesto que a partir de 1959 con el Triunfo de la Revolución, se comenzaron a llevar a cabo una serie de transformaciones beneficiosas para el país en todas las esferas, donde el cine cubano por fin logra recuperar su espacio y prestigio.
Conclusiones
Luego de haber abordado brevemente el surgimiento y desarrollo del cine, así como su importancia en la penetración de valores y modos de conducta propios de vida norteamericana en la isla, podemos arribar a algunas reflexiones:
Estados Unidos aprovecha su dominio económico en el país durante la República Neocolonial para ir penetrando de manera gradual en el ámbito cultural e ideológico. Este preparó las bases para desarrollarse completamente y sacarnos provecho en todos los sentidos.
El cine norteamericano desplaza al europeo del lugar privilegiado que gozaba en la isla. Después de la Primera Guerra Mundial, Europa queda desvastada y los Estados Unidos por el contrario muy favorecido, factor que influye pues ya el cine europeo no producía la misma cantidad de películas a la que estaba acostumbrado el país a consumir.
Hollywood se convierte en la más grande fábrica productora de películas del mundo, sobresaturando por tanto nuestras pantallas, además de que comenzaron a manejar todo el negocio cinematográfico, los filmes europeos y los pocos cubanos eran vistos en tandas alternativas.
Es así como el cine norteamericano pasa a ser una industria cultural exportadora de valores, imponiendo patrones consumistas diferentes a los forjados en la nación cubana, un cine netamente manipulador y estereotipado.
Durante la República nunca hubo interés por parte de los gobernantes por desarrollar una industria cinematográfica, fue más fácil dejar al país como salas para exhibir películas extranjeras. En este período vimos muchos intentos fallidos por desarrollar la cinematografía nacional por no contar con un buen respaldo económico, todo era de empresas norteamericanas.
Ya en la década de 1950 junto al auge revolucionario también se da el florecimiento de un cine cuestionador de la realidad y la manipulación impuesta, el ejemplo más representativo de la etapa fue el documental El Mégano.
Resulta válido señalar cómo a partir del 1ro de enero de 1959, esta situación marginada y poco atendida que tuvo la industria cinematográfica cubana durante la República Neocolonial es revertida y el nuevo gobierno conociendo sus potencialidades, le da el lugar creador y representativo de los valores de la cultura nacional que se merecía. Una de las primeras medidas fue crear el Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC).
Si tenemos en cuenta que el cine es uno de los medios de comunicación de masas más utilizado para transferir y presentar una realidad simbólica, vemos como su objetivo va más allá del simple entretenimiento. En este caso Hollywood engendró en el país su estilo consumista, aturdiendo a los espectadores con temas banales, privándolos del placer de mostrarles su realidad y hacerlos reflexionar sobre ella. Se corrió el riesgo de perder nuestros rasgos identitarios porque resultaba muy difícil hacer las películas.
Es que el medio según quién lo controle, puede modificar decisivamente la opinión política de la audiencia e influye a largo plazo, de forma sutil pero decisiva, sobre los puntos de vista y el criterio de los espectadores. Hoy aún se trabaja muy duro en ello, para romper con aquellos esquemas que sin duda hicieron mella en nuestra cultura.
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Autora:
Yuleisy López García
Carrera: Comunicación Social
Año: 5to
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