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Notas sobre trabajo social en estos tiempos de globalización

Enviado por César Barrantes


  1. Introducción
  2. Primer punto
  3. Segundo punto
  4. Reflexiones "ex-post"
  5. Notas
  6. Introducción
  7. Primer punto
  8. Segundo punto
  9. Reflexiones "ex-post"
  10. Notas

Introducción

Ofrezco al lector mis puntos de partida sobre la temática trabajo social y globalización en estos tiempos de globalización y posmodernidad como condición epocal, los cuales fueron expuestos en mi ponencia al foro de cierre del XVI ALAETS.

Como línea de continuidad para las discusiones sobre el tema y que nos alimentarán en los próximos días, aquí conservamos el segundo de los tres puntos y el breve posfacio contentivo de algunas definiciones esquemáticas que, no obstante que no fueron explicitadas durante mi exposición, forman parte de mi totalidad, sea, la óptica o modo epistémico que me permite organizar mi apertura hacia las realidades imaginarias, simbólicas y reales, en el presente caso, de eso que llamamos globalización y sus mediaciones en las heterogéneas prácticas sociales que llamamos trabajo(s) social(es). Quizá ayude al lector a una mejor comprensión de mi lógica de argumentación. Con ello no intentamos abrochar el discurso, si no, relevar su paradojalidad e incompletud y dejar abierta la discusión que nos pueda acercar a la construcción de un TRABAJO-SOCIAL-POR-HACERSE-TRASDISCIPLINARIAMENTE-COMPLEJO-Y-POSMODERNO en el transcurso del tercer milenio.

El debate fraterno pero sin concesiones, apenas comienza.

Primer punto

Primero, ¿qué es y cómo describimos, comprendemos y explicamos la globalización?, ¿ con qué racionalidad, y desde dónde pensar <<el >habitus (1), la posicionalidad (2), el lugar al que fuimos lanzados (3)) o al que fuimos a parar (4), la trama social (5)>> las circunstancias que nos toca vivir en estos tiempos de globalización?. Segundo, ¿cómo se relaciona la globalización con la política, la economía, la cultura, la vida cotidiana, lo ideológico-simbólico, lo imaginario, lo local-vecinal-nacional; o mejor dicho, cómo se relacionan entre sí las globalizaciones de la política, la economía, la cultura, etc.?. Tercero, el problema crucial de la determinación de la globalización por las percepciones e imágenes que los agentes-actores-sujetos sociales construyen tanto de sus propias realidades -tanto las "objetivas" como las intersubjetivas- como de sus necesidades (carencias, aspiraciones, incluyendo la necesidad de realidad misma y la necesidad de trascendencia y de absolutos) y estrategias de satisfacción y creación de éstas?.

Si bien estas preguntas pudieran resultar obvias para algunos, los sentidos y significados de las relaciones y los impactos que promueven los(las) trabajadores(as) sociales, creo que implican un ejercicio de rigor metodológico de dilucidación que debe ser asumido en cada momento y en cada dimensión de la realidad social donde significamos, simbolizamos nuestra intervención profesional, en especial cuando el objeto de intervención está implicado en un conjunto de correlaciones de fuerzas sociales, cada una "portando" sus propios circuitos de acumulación-desacumulación de recursos de poder.

Con base en las anteriores líneas puedo entonces afirmar que estos tiempos de globalización implican fenómenos humano-sociales complejos porque son relacionales y, por lo tanto, requieren ser mirados, oídos, sentidos y pensados en y a partir de un pensamiento complejo (6) que viene desde hace varias décadas intentando abrir las ciencias sociales a los análisis posdisciplinarios de insospechados dinamismos de las realidades socialmente construidas (7).

Ello nos coloca a los(las) trabajadores(as) sociales frente a uno de nuestros grandes retos: el de constituir-encarnar una plataforma conceptual básica de nuevo cuño epistémico y hermenéutico mediante la cual podamos dar cuenta del cómo pensamos y relacionamos -en condiciones epocales y societales de exclusión, segmentación, fragmentación, heterogeneización, diferenciación, diversidad y, evocando los giros lingüísticos de los filósofos griegos clásicos evocados por Gramsci y Benjamin, polisemización y polifonización- la globalización con otras categorías tales como ciudadanía, participación social (8), género, economía popular, organizaciones civiles y oficiales de desarrollo social, mercado, lo local, publificación, decentralización, gerencia social, justicia de paz, justicia comunitaria, pesupuestación participatoria, agentes-actores-sujetos, desarrollo sustentable, desarrollo urbano, protección al consumidor, animación sociocultural y producción cultural, nuevas tecnologías de la información, sistemas sociales de innovación, evaluación de impactos socioambientales, y otras aún hoy ausentes en el diccionario nuestro.

Segundo punto

Respecto a lo antes dicho, evocamos la conferencia inaugural del XVI Congreso de ALAETS, en la que el eminente economista neoestructuralista chileno, Osvaldo Sunkel, llamó la atención de los asistentes al preguntar sobre qué aspectos de la globalización eran de nuestro interés (¿informativo, cognocitivo, contextual, económico, político, cultural…?), en especial cuando no es posible hablar de UNA sola globalización, si no, de muchas en el transcurso de la historia, la última (le seguirán otras posiblemente, distintas también para Europa y para América Latina y otros continentes), coincidente con una nueva revolución científico-técnológica, con la crisis de modernidad, mundialización y de pos o neomodernidad como condición epocal del presente y con la ofensiva neoliberal, hoy también en crisis para bien o para mal (en la nota número 13 agrego un interesante esbozo de Daniel Mato sobre su abordaje no esencialista de la globalización).

De la misma manera, no podemos hablar de la existencia actual de una sola si no de varias formas de capitalismos centrales y/o periféricos en los que la relación capital-trabajo no es la misma hoy que antaño ni en América Latina y en Europa, Asia o África.

Y es en este punto que planteamos EL PROBLEMA DE LOS ABORDAJES O FORMAS DE PENSAR la globalización (tanto como la participación, la realidad social y el pensamiento y sus formas mismas), vgr., por un lado, aquellas complejas para las cuales ésta no es absoluta ni única como no son absolutas ni únicas la modernidad y la posmodernidad, sus relaciones ni sus crisis a las que pertenece la globalización misma. Y, por otro lado, aquellas simplistas que esencializan ésta y para las que la globalización les evoca tanto la consigna de la determinación en última instancia por la economía como la del imperialismo como fase superior del capitalismo, pero sin preocuparse de analizar qué de nuevo y qué de viejo, qué de real y qué de apariencia tienen los fenómenos actuales en relación con los del pasado, globalización que, por lo demás, se reduce fácilmente a los aspectos perversos del neoliberalismo.

Según estos abordajes, toda la culpa de nuestros males pasados, presentes y futuros los tiene la globalización, como si ésta fuera la sobredeterminación final propia de la dialéctica de la exterioridad, olvidando fácilmente que el CÓMO-PENSAR ESTRATÉGICA Y, POR LO TANTO, COMPLEJAMENTE, requiere análisis no menos complejos y no menos estratégicos de las crisis de modernidad (que no es igual a la del modernismo ni ésta a la de la modernización) y de la condición epocal posmoderna que exacerba la modernidad porque ya estaba y sigue estando en ésta.

Por eso me parece que la demonización y absolutización de la globalización tanto como de la posmodernidad y la modernidad misma, sólo puede dejarnos anclados en la repetición de fomas de pensamiento automático que nos bloquea el desarrollo de nuestras propias capacidades y potencialidades, la apropiación de nuestras propias realidades universal-concretas y, por ende, de nuestro futuro que se encuentra ya en el presente.

Con lo antes dicho no estamos significando -ni mucho menos proponiendo- la ignorancia de que estamos inmersos en la trama societal-civilizatoria de un determinado sistema históricosocial de poder (dominación-explotación-antagonismo), actualmente y desde sus inicios, de carácter mundial o global (Wallerstein, 1996; Quijano, 1993, 2000), cuyas relaciones (culturales, económicas, políticas, tecnocientíficas, sociales, ideológicosimbólicas e institucionales capitalistas y no capitalistas) han venido siendo articuladas en torno al capital -que, como ya sabemos, es una relación específica de poder entre quienes controlan el trabajo asalariado y quienes poseen la fuerza de trabajo manual e intelectual- y cuya configuración ostenta, al menos, dos características relevantes: su asimetría e inequidad. Dicho sistema de relaciones son incontestablemente beneficiosas para los habitantes de los países del norte y maleficiosas para los del sur, los cuales vamos quedando, cada vez más, sometidos a una condición de usufructo regresivo de los frutos del árbol de la vida, que parece haberse enraizado en la cultura occidental eurocéntrica, cuyo principal éxito es el presentarse seductoramente como universal.

Por lo antes expuesto, sí creo -pero no por acto de fe teologal si no por experiencia propia, que es a lo que me atengo y tengo a mi haber- que HAY UN ABANICO DE FORMAS, ESTRATEGIAS O VÍAS DE ENTRADA AL ANÁLISIS (Y A LA INTERVENCIÓN SOCIOPOLÍTICOCULTURAL PROFESIONAL) DE LA REALIDAD SOCIETAL.

Me pregunto, por lo tanto, ¿por qué tenemos que seguir entrando o metiendo la cabeza siempre por lo económico, la globalización, la esencia, lo global y lo general que a veces se asimilan a lo universal?. ¿por qué no por lo relativo, lo singular de la vida cotidiana y las historias y testimonios de vida, por lo particular político, lo cultural, lo ideológico-simbólico, lo local, el ocio, la empresarialidad popular y el microcrédito oficial, bancario o civil, o por lo fenoménico que es tan esencial como lo universal, para sólo mencionar algunas mediaciones que son tan constituyentes de la socialidad de lo social como la eticidad, la nacionalidad, la estatalidad, la civilidad, la culturalidad, la negritud, la etnicidad…?, ¿por qué no por cualesquiera otras de las ene micro, meso, macro y megamediaciones imaginarias, simbólicas, ilusorias y reales, no obstante que todo tiene que ver con todo, aunque no siempre de manera evidente ni inmediata ni necesaria?.

¿Por qué seguir pensando la globalización como si fuera un túnel respecto del cual, como no hay salida posible dentro del capitalismo, sólo nos queda esencializar la opción entre persistir en la conciencia protestataria y transformadora o abandonarnos a la alienación, por lo demás, normalizada política, cultural, tecnológica y masmediáticamente?.

Reflexiones "ex-post"

Hasta aquí he dado cuenta de una exposición que no se propuso plantear conclusiones, mucho menos contundentes, pero sí tuvo como telón de fondo no explicitado un enfoque trasdisciplinar con perspectiva histórico-sociopolítica de la ciencia y de lo real. Fue así como fui hablado por un discurso epistémico que pretendió pensar en voz alta, pero no a partir del qué-pensar definitorio de la razón ordenadora de lo dado, si no, del cómo-pensar (desde lo que fue el aquí y ahora del XVI Congreso de ALAETS y teniendo básicamente como referencia mi experiencia en las academias venezolana y costarricense) la apertura hacia los sujetos que encarnan cada una de las nuevas y viejas realidades objeto de la intervención y el análisis de los(las) trabajadores(as) sociales.

Dicho cómo-pensar (9) tiene varias exigencias problematizadoras que paso a esquematizar:

  • 1. Una perspectiva sociopolítica, entendiendo que es en las relaciones de poder entre actores-sujetos individuales, colectivos y jurídico-institucionales y la manera de antagonizar, dominar, competir y convencerse unos a otros al mismo tiempo que, por otro lado, se resignifican y encarnan la diversidad, la pluralidad, la cooperación, la tolerancia, la prudencia, la mesura y los consensos fraternos constructores de mundos y de futuros. Es aquí donde encontramos el punto de partida para abordar la cuestión del modo en que los contenidos y las formas de la política -y, específicamente, política social– están matizados por las tendencias dominantes de las correlaciones de fuerzas con opciones de poder (político, económico, cultural, moral, cognocitivo, comunicacional…) en los momentos co-constitutivos de las configuraciones sociales modernas: el estado, la sociedad, la nación, el régimen político-económico-social-cultural y el escenario electoral trasnacional pero, también local, regional y nacionalmente sobredeterminados.

  • 2. Afirmar la necesidad de los sujetos individuales y colectivos -entre éstos los(las) trabajadores(as) sociales- de agregarle valor a la realidad social mediante la apropiación de los dinamismos que les es posible simbolizar, potenciar y crear desde sus prácticas cotidianas.

  • 3. Pensar la realidad social desde las prácticas heterogéneas de los sujetos constitutivos de la categoría pueblo (no importa su devaluación conceptual) y abrir la posibilidad -utópica mas no por ello irreal o inalcanzable y menos por ello inválida- de encarnar un proyecto nacional que, permitiendo las diferencias, guíe las tareas deseables, posibles y necesarias para resemantizar y redimensionar tanto al trabajo social como la sociedad, ambos considerados en sus conjuntos más inclusivos.

  • 4. Superar las visiones reduccionistas basadas en enfoques doctrinarios y disciplinarios de corte empirista, legalista, y productivista dentro de las cuales se excluye o se diluye el carácter comprehensivo y sustantivo de la categoría pueblo, y, por lo tanto, se bloquea la puerta de entrada al conocimiento del modo en que los agrupamientos populares viven, piensan, sienten y hacen economía, política y cultura en sus ámbitos constituyentes.

  • 5. El concepto de totalidad, que no es un objeto filosófico, si no, una exigencia epistemológica del modo de organizar, por un lado, la producción, circulación y consumo del conocimiento concreto y, por otro, la apertura a la realidad desde un concepto de lo real.

Entiendo lo real como la realidad objetiva pero socialmente acotada, es decir, en proceso de redefinición, conceptuación, simbolización, intersubjetivación y socialización. El momento de mayor cualificación de la praxis constituida como tal en tanto productora de sentido (significados, intencionalidades y direccionalidades no siempre concientes pero que nos implican y comprometen). Es el todo-posible, la racionalidad, total mas no absoluta, de la siempre inconclusa aproximación del sujeto al conocimiento, apropiación y potenciación de la realidad social a la que él es lanzado o va a parar y en relación a la cual se hace responsable.

El fundamento de lo real son las relaciones de interioridad pletóricas de discontinuidades entre sujeto y objeto, conciencia y realidad, pensamiento y ser, teoría y práctica, poder y conocimiento; sociedad, estado y nación; entre lo real y lo ideal; y entre lo económico, lo político, lo espiritual, lo ideológico, lo histórico y lo cultural. Es una forma de razonamiento que implica que lo dado pertenece a una realidad dinámica, susceptible de ser captada, pero a la vez constituida, con significados y sentidos inéditos articulados a la praxis, es decir, a la intencionalidad (no siempre conciente), a la direccionalidad (no siempre deseada), y a la viabilidad (no siempre valorada o reconocida) de las opciones posibles en momentos distintos del desarrollo históricosocial, en nuestro caso, especialmente de los(las) trabajadores(as) sociales.

Un pensamiento como el esquematizado, nos viene dando cuenta de que las crisis tanto como la globalización, nos presentan amenazas y oportunidades que sólo son tales en relación con nuestras fortalezas y debilidades. Enfrentar aquéllas efectivamente, si bien depende de las instancias económico-financieras internacionales, depende tambien de la capacidad de gobernación y voluntad política de las clases gobernantes para poner en marcha las reformas nacionales necesarias que permitan si bien neutralizar las amenazas, fundamentalmente constituir éstas en oportunidades y crear otras inéditas para manejar lo más a nuestro favor posible, la globalización real-existente y las crisis implicadas en ella.

Oponernos a éstas simplemente porque no somos capaces de manejarla con nuestros propios modos de pensar, sentir, mirar y hacer colectivamente política, economía y cultura, equivale -me parece- a bloquearnos nosotros mismos la experiencia del desarrollo sustentable y el caminar nuestro camino con nuestros propios pies en el(los) ámbito(s) que nos toca vivir.

Con Joan Prats (10) me pregunto si habrá "algo más directamente impactante en el desarrollo humano de todos nuestros conciudadanos que generar un sistema financiero (internacional y nacional) sano, confiable, transparente y competitivo" y si habrá algo más también que "exija mayores cambios en el poder social existente". Esto, con el afán de construirnos, en las mejores condiciones intersubjetivas que nos sean posibles, nuestros propios lugares y nuestras propias vidas en el mundo globalizado.

Me pregunto también por el(los) papel(es) que los(las) trabajadores(as) sociales (11) estamos en capacidad tecnoprofesional real de desempeñar, pero ya no sólo en el ámbito de las macrotareas relacionadas con las finanzas mundiales, la macropolítica y los macro o megapoderes trasnacionales, sin que ello implique -como pareciera ser la tendencia de algunos colegas- dejar de lado las no menos grandes ni menos importantes microtareas en los ámbitos singular-universales o universal-concretos (12) en donde nuestros sentidos son impactados por problemas personales y familiares de Perico de los Palotes, de Juan y Pedro, de María y José y por las formas en que éstos y sus amigos, familiares y vecinos simbolizan o resignifican sus relaciones intersubjetivas (con otros y el entorno ecosocial, ecosistémico, ecoautoorganizacional)…., y todos los ámbitos que cubren, vgr., las denominadas -más por persistencia que por pertinencia- organizaciones no gubernamentales.

Concluyo con dos preguntas a este último respecto, evocando el tema de mi ponencia, que fue presentada en la mesa sobre democracia y participación de el XVI Congreso ALAETS: ¿son las organizaciones civiles de desarrollo social las nuevas patronas de los trabajadores sociales?, ¿son la fuente de trabajo asalariado alternativa a la significada por la vieja y devaluada empleadora que es la administración pública?, ¿son socias (mayoritarias o minoritarias), simples instrumentos o un campo estratégico abierto a una virtual iniciativa privada y sustantiva pero con carácter público-civil de los(las) trabajadores(as) sociales?. Y hoy agrego una tercera: si hace cuarenta años la famosa Reconceptualización -determinada por la crisis inflacionaria de los cincuenta, la Guerra Fría y el segundo redespliegue industrial- determinaron entre los trabajadores sociales el cambio de Servicio Social al de Trabajo Social (por aquello del trabajo social asumida como categoría de la economía política marxista), cuya productividad no dejó de estar adscrita al alero protector del estado interventor, desarrollista o de bienestar latinoamericano, y si hoy cuarenta años después ese estado se encuentra cuasidesmantelado, deslegitimado y desfinanciado por su propia lógica pero también y a propósito de la "furia" neoliberal, entonces no debiéramos estar planteándonos un proceso de RERRECONCEPTUALIZACIÓN (uno de cuyos productos podría ser un nuevo nombre para nuestro oficio o profesión) hoy de cara al siglo veintiuno que recién estamos iniciando?.

Notas

( Tomado casi totalmente (excepto la nota 13), de la intervención del autor en el foro de cierre del XVI Congreso de ALAETS, celebrado en Santiago de Chile del 9 al 14 de noviembre de 1998. Ver la web de Sersocial de Universidad de Londrina, Brasil: http://trigo.sercomtel.com.br/ecolman/Cesar2.zip.

  • 1. Pierre Bourdieu, La distinction, critique sociale du jugemen, Editions Minuit, 1980, Paris. Sociología y cultura, CNCA, México, 1990.

  • 2. Toda práctica social se constituye como tal en tanto es productora de sentido y toda producción de sentido es producción de un sistema de diferencias en el interior mismo de las relaciones socialmente constituidas dentro del texto inagotable que es la sociedad como tal. Cfr. Ernesto Laclau, "Tesis acerca de la forma hegemónica de la política", en Julio Labastida Martín del Campo (coord.), Hegemonía y alternativas políticas en América Latina", Editorial Siglo XXI, 1985, págs. 19-44, México.

  • 3. Agnes Heller, "Una teoría de la modernidad", seminario impartido en el doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, junio-julio de 1995.

  • 4. Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu Editores, 1968, Buenos Aires.

  • 5. Martín Heidegger, Sendas Perdidas, Editorial Losada, 1962, Buenos Aires.

  • 6. Ver Edgar Morin, "Epistemología de la complejidad", en Dora Fried Schnitman y otros, Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Paidós, 1994, págs. 421-446, Buenos Aires.

  • 7. Ver Inmanuel Wallerstein (presidente), "Abrir la ciencia social", Editorial Siglo XXI, 1996, México. Hans Rudi Fischer, Arnodl Retzer u Jochen Schweitzer (comps.), El final de los grandes proyectos, Gedisa, 1997 (1992 en alemán), Barcelona. Dora Fried Schnitman y otros, op. cit.

  • 8. Tanto la políticamente dura, es decir, la más directamente vinculada al sistema político-sindical y gremial y al escenario electoral, como la políticamente blanda, sea, la suscitada en la esfera pública: el espacio de aparición de la política en tanto acción que no se reduce a sus causas y no es previsible en sus consecuencias. Hanna Arendt, La condición humana, Seix Barral, 1974, Barcelona. Asimismo, nos referimos a los procesos participatorios más recientes, vinculados a nuevas formas de hacer, pensar, sentir y vivir la economía, la cultura y la política en los espacios público-estatales y público-civiles. Sobre estos aspectos, ver Luis Carlos Bresser Pereyra y Nuria Cunill Grau (eds.), Lo público no estatal en la reforma del estado, CLAD-Paidós, 1998, Buenos Aires. Nuria Cunill Grau, "La rearticulación de las relaciones estado-sociedad: en búsqueda de nuevos sentidos", en Reforma y Democracia, Revista del Clad, No. 4, 1995, págs. 25-57, Caracas. Repensando lo público a través de la sociedad. Nuevas formas de gestión pública y representación social, Clad-Nueva Sociedad, 1997, Caracas. Teresita de Barbieri, "Público o privado o por dónde se mueven las mujeres", Iss-Unam, 1990, México.

  • 9. Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica América Latina, Editorial "Nueva Sociedad", 1995, Caracas. Los horizontes de la razón, Editorial Anthropos y el Colegio de Médicos, 1992, dos tomos, Barcelona. Para una propuesta de rescatar el racionalismo del idealismo, ver Franz Hinkelammert, "Frente a la cultura de la posmodernidad: proyecto político y utopía". En David y Goliat, año XVII, No.52, 1987, Buenos Aires.

  • 10. Joan Prats, "Las previsiones de la OCDE sobre la economía mundial, 1999-2000", en línea, www.imf.org.

  • 11. Este papel puede ser jugado como lector(a) más o menos asiduo(a) y atento(a) de las informaciones internetizadas o masmediatizadas y/o de las investigaciones, sistematizaciones y acciones de analistas, académicos, tecnólogos, tecnócratas, políticos y gerentes de oficio tales como sociólogos, politólogos, antropólogos, semiólogos, filósofos, epistemólogos, economistas y otros; asimismo, como analista con especificidad propia y competencia para apropiarse de uno o varios nichos en el mercado globalizado de conocimientos trasdisciplinarios o trascientíficos, pero sin dejar de ser trabajador(a) social. Si no somos capaces de desempeñar este último papel y competir en el mercado con otros cientistas, siempre tendremos que seguir dependiendo de los valiosos aportes de los cientificos sociales strictu senso y, por lo tanto, continuar invitando a prestigiosos y eminentes figuras para que inauguren los congresos de trabajo social en el tercer milenio. ¿Es esto expresión de un trabajo social globalizado por las ciencias sociales o simple subalternidad de los trabajadores sociales?.

  • 12. Tales como los de la micropolítica, la microproducción de valores tangibles e intangibles de cambio y de uso, los ámbitos local-nacionales, local-parroquiales, local-comunitarios, la vida cotidiana, la esfera doméstica, la economía popular, la empresarialidad y la innovación, el arte y la artesanía popular, el consumo familiar y colectivo, las estrategias de sobrevivencia, la justicia de paz, el género, el penitenciarismo, el desarrollo urbano-regional…

  • 13. Daniel Mato (1996), "Procesos culturales y transformaciones. sociopolíticas en América ´Latina´ en tiempos de globalización", en Daniel Mato, Maritza Montero, Emanuele Amodio (coords. 1996), América Latina en Tiempos de Globalización: procesos culturales y transformaciones sociopolíticas, Universidad Central de Venezuela /ALAS/UNESCO, págs. 11-14, Caracas: <<"Resulta sencillo constatar que hablar de "la globalización" y/o del "proceso de globalización" es relativamente común en nuestros días. Suele hablarse de "la globalización" como si se tratara de un fenómeno con vida propia al cual se le pudiera imputar la causalidad de otros fenómenos. De manera menos animista, pero en mi opinión también inapropiada, suele hablarse del "proceso de globalización" como si se tratara de un proceso diferenciado y diferenciable. Estas maneras tan generalizadas de imaginar y representar algunos aspectos característicos del presente histórico si bien insatisfactorias son muy significativas. Ellas son indicativas de la existencia más o menos generalizada de lo que podríamos llamar una "conciencia de globalización". Vivimos una época signada por dicha conciencia de globalización y por el creciente desarrollo de relaciones internacionales y trasnacionales cada vez más planetariamente abarcadoras que tienden a interconectar a los pueblos del mundo, sus instituciones y sus culturas. Estos "tiempos de globalización" presentan nuevos problemas y oportunidades a las sociedades de la región los cuales las desafían a hacerse económica, política, social y culturalmente más participativas o arriesgar un futuro de creciente conflictividad social y deterioro económico, capaz de comprometer incluso la viabilidad histórica de algunas de ellas como unidades sociales nacionales, de no llevarse a cabo reformas sociales fundamentales. Conciencia de globalización y tiempos de globalización: La existencia más o menos generalizada de una "conciencia de globalización" es un rasgo de estos tiempos. Conviene apuntar, sin embargo, que la afirmación de que ella se encuentra "más o menos generalizada" no debe interpretarse como equivalente de que el manejo de información sobre las características de "la globalización" se encuentra distribuido homogéneamente a lo largo y ancho del planeta, o entre los diversos grupos y actores sociales. Por el contrario, existen grandes diferencias en el acceso a este tipo de información, y de ellas se derivan importantes diferencias en las posibilidades de éxito de decisiones políticas, económicas, y sociales. De aquí precisamente la necesidad de promover no sólo el estudio de este tema sino también el acceso a los resultados de estos estudios por parte de aquellos actores sociales con menores oportunidades de acceder a ellos. Como sostenía más arriba, "la globalización" no es un un fenómeno con vida propia al cual resultaría pertinente asumir como causal de otros fenómenos. Tampoco es un proceso diferenciado. Pienso que, una manera más adecuada de representar "la globalización" es como una tendencia histórica -resultante de diversos procesos sociales- de alcance planetariamente omnicomprensivo hacia la interconexión entre los pueblos del mundo y sus instituciones; de modo que los habitantes del planeta en su totalidad tienden a compartir un espacio unificado, más continuo que discreto, en virtud de múltiples y complejas interrelaciones, y ello no sólo desde el punto de vista económico, sino también social, político y cultural. Como se sabe la palabra tendencia no indica un estado sino un movimiento en una cierta dirección, hacia un cierto estado; el cual por definición resulta ser hipotético. La tendencia a la globalización resulta de procesos sociales que entre otros resultados tienden a producir globalización. Es decir a interconectar organizaciones sociales geográficamente distantes entre sí y/o a intensificar interconexiones prexistentes. En este sentido, estos procesos resultan ser globalizadores o globalizantes. Por eso, me parece más adecuado utilizar la expresión procesos globalizantes o procesos de globalización (que promueven la globalización) en plural, que "proceso de globalización" en singular, como se hace en la mayoría de los estudios sobre el tema, y como yo mismo he venido haciéndolo en escritos anteriores a éste. Puede argumentarse que la tendencia a la globalización no es un fenómeno reciente, sino uno de muy antigua data. Sería arbitrario -e irrelevante a efectos del presente estudio- fijar el origen de esta tendencia en algún momento particular de la historia humana. Más allá de cualquier discusión sobre hitos históricos, resulta fácil aceptar que mucho antes de la difusión de las innovaciones tecnológicas comunicacionales que hace un cuarto de siglo llevó a Marshall MacLuhan a hablar de una "aldea global" diversos episodios de la historia humana podían hoy interpretarse como importantes momentos anteriores de esta tendencia. Los más obvios y renombrados son seguramente la invasión y ocupación europea de la masa continental luego denominada "América", las Cruzadas, y el Imperio Romano. Pero si dejamos de lado el sesgo eurocentrista implícito en la anterior enumeración cabria añadir a la lista las grandes migraciones y la constitución de imperios y federaciones diversas desde la más remota antigüedad en varios continentes. En cualquier caso, parece interesante apuntar que quizás las actividades humanas que más impulsaron esta tendencia han sido las exploraciones, las guerras, las migraciones, el comercio, y el desarrollo de las comunicaciones. Y entre estas últimas sería necesario incluir los desarrollos tecnológicos que han hecho posibles no sólo los movimientos de bienes y personas, sino también de símbolos, imágenes e ideas, como por ejemplo lenguajes, caminos, correo, navegación, imprenta, y otros notablemente anteriores a la era electrónica y que hoy parecen olvidarse al hablar del tema sin perspectiva histórica. Ahora bien, si asumimos que la tendencia a la globalización es tan antigua, entonces posiblemente no tenga mayor sentido referirse a ella como característica del presente histórico a menos que concluyéramos que estos tiempos se hallan particularmente marcados por ella. Como argumentaré más abajo y lo ilustran varios estudios en este volumen y una creciente bibliografía especializada, tal parece ser efectivamente el caso. Por eso parece pertinente utilizar la expresión "tiempos de globalización" para referirnos al presente histórico. La expresión "tiempos de globalización" parece adecuada en primer lugar porque se hace eco del creciente desarrollo de la conciencia de globalización. Y en segundo lugar, porque parece plausible asumir que esta conciencia de globalización (a la cual obviamente no puedo ser ajeno en tanto marca de mi tiempo histórico) se corresponde con el creciente desarrollo y complejidad de interrelaciones planetariamente abarcadoras. En efecto, por primera vez, en el presente momento histórico estas interrelaciones podrían tener alcance casi planetario. Y ello gracias no sólo al desarrollo de un sistema de producción e intercambio de bienes de alcance planetario y a la creciente difusión de la aplicación de ciertas tecnologías comunicacionales, sino también al (casi) fin de los imperios coloniales y los límites que imponían al sostenimiento de relaciones más allá de sus fronteras excepto a través de las respectivas metrópolis, al desarrollo creciente de organizaciones internacionales y trasnacionales de diversos tipos, y también al fin de la así llamada "guerra fría" y la división del planeta asociada a ella. Pero, cuidado con las simplificaciones. Porque ocurre que el sistema de producción e intercambio de bienes es controlado por un número bastante limitado de actores sociales; aún existen y tienen significativa importancia los estados, promotores y a la vez obstaculizadores de las tendencias a la globalización, promotores de formas de organización abarcadoramente pannacionales pero a su vez organizadas como "bloques" comerciales y políticos; aún existen relaciones abiertamente coloniales, y otras semi o neocoloniales; y las tecnologías comunicacionales en cuestión no son de libre acceso ni todas ellas multidireccionales. En fin, que es plausible asumir que aún podríamos vivir otros tiempos que resultaran ser más "de globalización" que los actuales.">>

  • 14. Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica América Latina, Editorial "Nueva Sociedad", 1995, Caracas. Los horizontes de la razón, Editorial Anthropos y el Colegio de Médicos, 1992, dos tomos, Barcelona. Para una propuesta de rescatar el racionalismo del idealismo, ver Franz Hinkelammert, "Frente a la cultura de la posmodernidad: proyecto político y utopía". En David y Goliat, año XVII, No.52, 1987, Buenos Aires.

 

 

Autor:

César Barrantes