La dieta, los glucocorticoides, y el estrés: Trilogía fatídica… El IMC revisitado, y, la Gastroplastía: la Quinta Disorexia (página 2)
Enviado por Felix Larocca
El instinto de cuidar participa de manera crucial en este mecanismo. Por ello, a los hombres les resulta más fácil, luchar y a la hembra proteger a los críos que de ella dependen, aún a riesgo de su propia vida.
Pero, la sinfonía endocrina orquestada por el miedo no termina… Existen otras hormonas y mecanismos conocidos que participan en cascada a la adaptación al estrés, las que hemos estudiado en otras lecciones.
Comer como función
Para nuestra especie, la función de comer — base de la supervivencia — empieza con una vinculación de tres tipos:
Primero física, durante la vida intrauterina, luego
Afectiva, desde el momento del nacimiento y, finalmente
Social, a medida que el desarrollo evolutivo del individuo progresa
Esa vinculación tripartita nunca cesa de existir durante toda la vida del ser humano, como se encuentra presente en toda circunstancia relacionada con el estrés y con la falta de — o con — la comida en exceso.
La mujer y su relación especial con la comida
Parece ser que los amanuenses que transcribieron las palabras de la Biblia lo hicieron teniendo conciencia de que el "pecado original" sólo podría emanar de tres fuentes: de una mujer audaz y curiosa, de una serpiente embaucadora y taimada — símbolo femenino de la astucia diabólica — y de un fruto a ser comido.
Como secuela de esta historia, la mujer como "alma mater" — madre nutricia o que nos alimenta, tanto física como emocionalmente — siempre ha retenido el simbolismo que esta figura prístina comprende en nuestras mentes.
En algunos simios — nuestros parientes cercanos — la hembra, asimismo, goza del mismo rol que posee en nuestro género.
La fémina provee la comida, acicala a los bebés, y se acarician — socialmente — entre ellas, sin ser homosexuales, aunque lo último no importaría. Pregúntenles a los bonobos.
Maternidad
Además, de la cuida de los críos, las hembras mantienen a la distancia machos hostiles, y se aúnan en grupos para proteger sus tribus.
En nuestra especie, en particular, y en nuestra civilización en especial, la mujer mantiene una relación muy exclusiva con la comida, como ya hemos enfatizado en esta tesis.
No es sólo el hecho de que, comúnmente, la mujer es quien procura y compra la comida — representando por un amplio margen la mayoría de las personas que frecuentan los supermercados — sino que son ellas quienes la preparan, y quienes asimismo la sirven.
Además de esto existe un detalle de la mayor importancia y éste es que algunas de las más severas de las patologías de la hembra de nuestro género giran alrededor de la función misma del comer: Éstas son las disorexias (Véanse mis artículos al respecto).
Diana cazadora
Las hembras pesan más que los varones. Representan la mayoría de las personas quienes dietan, como asimismo su sexo predomina entre las anoréxicas y las bulímicas del mundo. Aunque sorprendentemente, no son ellas quienes van al quirófano con mayor frecuencia para perder de peso.
Prosiguiendo con la mujer y con la provisión de alimento
Las mujeres, en el pasado, exploraban el entorno en búsqueda de comida para sus descendientes y, a veces, para compartirla altruistamente con los ancianos y enfermos de las tribus donde vivieran.
Al rayar el día, como no habían lugares para almacenar provisiones, la tarea de la hembra joven era la de recoger las frutas y los vegetales que encontrara para comenzar el acopio de la colación del día. Lo que hiciera intuitivamente y sin rechistar.
Lo que nadie entendiera, es que, lo hicieran para nutrir, especialmente, el cerebro del infante, un órgano muy hambriento…
El ser humano emerge del útero con una masa encefálica enorme, aunque no esté del todo desarrollada al nacer. Las demandas nutritivas de este órgano son formidables. Los nuevos retoños requieren atención, nutrición y vigilancia constante, por los primeros años de la vida, como toda madre bien sabe.
Expertos han estimado que se necesitan entre 5 y 10 millones de calorías para que un ser humano llegue a su madurez física. De éstas se estima que un 30% del total son utilizados por el encéfalo.
La mujer en su misión diplomática y mediadora
Para lograr su cometido, la mujer debió siempre de ser diestra en la creación de lazos sociales para compartir sus tareas con otras hembras. Ya que los sistemas sociales contribuyen a lograr la disminución de todos los estreses. En esos principios, hoy, se basan las psicoterapias en general, y las dinámicas del poder de los grupos en particular.
Porque somos seres gregarios hay que entender que nuestra socialización comienza antes de la concepción y procede dentro de la vida intrauterina.
Este es un paquete que se origina en la afección dirigida, de antemano, al hombre, que, fertilizándola, produjo el feto que en ella vive. Lo que continúa con el cuidado que recibe durante los meses del embarazo, y que se mantiene con el soporte que le será ofrecido después que el bebé nace.
El mismo feto, antes de salir del útero, forma lazos emocionales con la madre, con quien comparte la misma sangre. Resultando, en que de la salud de ella depende la propia en su totalidad. Como se aprendiera de mujeres embarazadas durante el breve, aunque trágico interludio, de la Guerra de los Siete Días en el 1967 en Israel.
Cómo reaccionaron mujeres encinta, bajo el estrés de la beligerancia, durante la Guerra de los Siete Días… Y el destino ulterior de los productos de estos embarazos
Durante ese conflicto, que estallara en la primavera del 1967 cuando el estado de Israel fue atacado simultáneamente, por los ejércitos de catorce de sus países vecinos. Todos los hombres y mujeres de edad militar se ofrecieron como voluntarios para defender la madre patria — alegoría muy poderosa esta última — que Stalin usara cuando Hitler invadió la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
Homo erectus…
Las mujeres embarazadas — que permanecieron angustiadas y lejos de sus maridos, durante los días aciagos del, inesperado, conflicto –– y los hijos que, posteriormente, nacieron, fueron sujetos más adelante, a estudios minuciosos para analizar el impacto que el estrés de la separación y la angustia sufrida, tuvieran en el comportamiento futuro de los embriones afectados.
Los resultados fueron significativos y tristes. La mayoría de los niños que nacieron de madres embarazadas durante este período, resultaron ser más agresivos y antisociales que los controles naturales. También, los niños, manifestaron mayores niveles de hiperactividad, poca socialización, y aislamiento emocional.
Todo se consideró resultado del estrés prenatal.
Lo que nos trae de nuevo al propósito de esta lección.
Habiendo escrito acerca de la disminución calórica y de sus consecuencias en nuestra especie. En esta lección deseamos explorar los pormenores científicos acerca de las dietas para reducir de peso, del estrés asociado con éstas, y de los mecanismos que son responsables por los fracasos — y de los pocos éxitos impredecibles — de las dietas en general. (Véase mi artículo, La Restricción calórica: Su impacto incidental en la prevención y cura de la obesidad, que como, pandemia, a todos nos afecta…).
También haremos aquí una exégesis debida acerca del uso del método más aceptado para estimar la obesidad: El Índice de la Masa Corporal (IMC).
Pero, antes de proseguir, estudiemos la importante influencia, en nuestro organismo, de los glucocorticoides.
Veamos…
Los glucocorticoides son las hormonas de la respuesta del estrés.
Cuando el cerebro experimenta, o simplemente, piensa acerca de algo que pueda producirnos daño, o poner nuestras vidas en peligro, éste activa los mecanismos necesarios para enfrentar la contingencia.
Hombre feliz
El mecanismo involucrado, que ya fuera mencionado antes, se trata del sistema hipotalámico-pituitario-adrenocortical (HPA) cuyas hormonas principales son la norepinefrina y la adrenalina, descargadas por el sistema nervioso simpático. La otra clase de hormonas abarcadas en la respuesta del estrés son los glucocorticoides.
Los glucocorticoides son hormones esteroides.
El término esteroide describe la estructura química general de cinco clases de productos glandulares:
los andrógenos — entre estos encontramos los famosos "esteroides anabólicos",
los estrógenos,
las progestinas,
los mineralocorticoides, y,
los glucocorticoides.
Secretados por la glándula suprarrenal, todos se desenvuelven de manera similar a la epinefrina.
Convaleciente por Tamara de Lempicka
La epinefrina, antes el estrés, actúa en segundos, los corticoides soportan esta actividad en el transcurso de unos minutos, su acción, a veces, se extiende por horas.
Como la glándula suprarrenal es básicamente irreflexiva, la descarga de los glucocorticoides, debe de depender últimamente del control de las hormonas cerebrales.
Cuando algo estresante sucede, o cuando se piensa una idea poco placentera — como sería la intención de ponerse a dieta — el hipotálamo responde secretando la crítica hormona conocida como la hormona liberadora de la corticotropina (CRF) dentro del sistema circulatorio hipotálamo-pituitario. En menos de quince segundos, la acción de CRF estimula a la pituitaria para que descargue la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), también conocida como la corticotropina. Inmediatamente después de su entrada en la circulación, la corticotropina llega a la glándula adrenal y de inmediato comienza la descarga de los glucocorticoides.
Juntos, los glucocorticoides y las secreciones del sistema nervioso simpático (epinefrina y norepinefrina) son responsables por los fenómenos que ocurren en el cuerpo durante la respuesta al estrés.
Pero, hay más, que pertenece a capítulos, ya estudiados, dedicados al estrés como fenómeno.
Vudú haitiano
El estrés puede causar la muerte.
La respuesta emocional
La muerte por vudú. Otro de los importantes conceptos que Walter Cannon propusiera…
Walter Cannon fue quien describiera, por la vez primera, el fenómeno de la muerte cardíaca súbita, resultado del estrés llevado a su extremo. Sus explicaciones son de interés, como son descritas en su contribución meticulosa a la literatura por Esther Sternberg.
Un ejemplo de esta muerte se encuentra en el Nuevo Testamento en Hechos 5:1-11 en la leyenda de Ananías y Safira quienes mueren súbitamente cuando fueran confrontados en una mentira.
Acerca del vudú, es cierto que si la fe puede curar, que asimismo, puede matar.
El estrés influencia y afecta todas las funciones de nuestro cuerpo. Afecta el apetito, el cual aumenta o disminuye y cambia nuestra digestión, lo que puede estar relacionado al hecho de que, sufriendo de estrés, a menudo ganamos o perdemos de peso.
Los trabajos de Harry Harlow y de otros, confirman que el estrés producido por la falta de cuidado materno afecta el desarrollo emocional y el crecimiento de los simios. Lo que igualmente ocurre en nuestra especie.
Interludio
Habiendo examinado el instinto materno y habiendo hecho un recorrido somero dentro de los aspectos más importantes de cómo el estrés nos afecta. Invitamos a nuestros lectores a examinar en más detalle estos asuntos en artículos que hemos publicado y que están disponibles en varios portales del Internet.
En el espacio que sigue haremos una discusión del valor que, para la investigación, posee el Índice de Masa Corporal (IMC), antes de discutir la dieta para reducir, desde una perspectiva distinta.
Fuente OMS
¿Quién tiene sobrepeso y quién no? Pregunta válida que, a veces se contesta, sin bases para hacerlo, por medio de: La utilidad relativa del IMC
El instrumento de preferencia universal para el diagnóstico de la obesidad es el IMC.
Pero, ¿qué sabemos acerca de sus mecanismos, aplicaciones precisas y de sus limitaciones?
Investigaciones recientes nos aseguran de que ser un poco "gordito" puede representar una ventaja adaptiva — que a menudo ignoramos — debido a nuestra obsesión morbosa con el sobrepeso. (Véanse mis artículos al respecto).
Otras exploraciones científicas asimismo tratan de convencernos de que lo contrario es lo que aplica. Que siendo malnutrido es el camino real hacia la longevidad idónea.
La evidencia no ha bastado para persuadirnos a todos de una manera o de otra.
Lo que deseamos aquí es establecer, cómo llegan los científicos a catalogar, con la autoridad con que lo hacen, lo que es gordura, lo que es excesiva gordura, y lo que es normal.
Central a este debate está el IMC y su significado.
La ecuación que lo calcula es muy simple: Peso en kilogramos divido por el cuadrado de la altura en metros, y voilà.
Para empezar, lo haremos con una crítica. Este método resulta ser defectivo porque no toma en cuenta la evaluación de la distribución de la grasa corporal, resultando en la omisión de una medida de la mayor importancia para la salud.
Otros críticos lamentan que el IMC no distingue entre masa muscular y masa grasa. De esa manera personas que son muy musculares terminan siendo clasificadas como teniendo sobrepeso o siendo obesas, aunque no lo sean.
Las categorías mismas de "normal", "sobrepeso" y "obeso" proyectan una certidumbre matemática, arbitraria y poco sustanciada.
IMC
Los orígenes del IMC
El erudito investigador belga Adolphe Quetelet concibió esta ecuación en el 1832 en sus esfuerzos para definir un "hombre normal", en todos los respectos, hasta que éste contrajera matrimonio.
El proyecto iniciado por este científico no tenía nada que ver con la obesidad o sus complicaciones.
Usando la información obtenida por el estudio de varios cientos de sus compatriotas, Quetelet determinó que la relación entre estatura y peso, en el hombre adulto, no variaba en proporción directa a la altura, sino que lo hacía en proporción al cuadrado de la estatura.
La nueva ecuación tuvo poco impacto en la comunidad médica hasta que los investigadores, en el siglo XX, comenzaran a sospechar que la obesidad se asociaba con problemas de la salud.
Las compañías de seguros y sus actuarios deseaban establecer con la mayor certeza los riesgos que sus intereses asumían si aseguraban personas con sobrepeso.
Los métodos utilizados para estimarlo eran complicados y, asimismo, difíciles de conducir y de aplicar.
En el 1972, entra de nuevo en la escena de la nutrición humana— aunque, esta vez, de manera diferente — Ancel Keys, de fama adquirida en el Experimento de Minnesota (1944).
A la sazón, Keys había publicado los resultados de su histórico estudio en el cual incluyera 7400 hombres en cinco países. El investigador examinó cuál de las varias fórmulas, entonces disponibles, estimaría mejor en cada individuo, el porcentaje de grasa — como medida directa — contenida en su cuerpo.
La medida acertada…
Para él ésta medida, resultó ser el Índice de Quetelet.
A esta ecuación Keys le dio en nombre de Índice de Masa Corporal (IMC).
Barato, sin dificultades técnicas, se volvería el DSM-ETC de la psiquiatría para los investigadores del sobrepeso universalmente.
Muy pronto este criterio se popularizó. Reputación que aumentaría cuando en el 1985 el National Institutes of Health (NIH) norteamericano le proporcionó el estatus oficial de ser la calculación recomendada como estándar para determinar el grado de peso en exceso, desde el punto de vista médico y de la investigación científica.
Entonces, en el 1998, (como asimismo, constantemente lo hace, DSM), NIH cambió las reglas.
Los revisionistas, consolidaron los niveles básicos para hombres y mujeres (aunque el contenido de grasa de cada sexo difiere significativamente) y establecieron números redondos para asignar a cada nivel de sobrepeso. Lo que facilitó las determinaciones enormemente, aunque aumentaron drásticamente el margen de error.
Keys nunca había tenido la intención de usar el IMC de la manera en que se estaba haciendo. Y, mucho menos, usarlo para establecer clasificaciones diagnósticas. Ya que, en su propio juicio, esta ecuación ignora variables muy importantes como son el sexo y la edad. Que afectan cómo el IMC se relaciona con la salud.
A pesar de sus imperfecciones, y de la validez de las críticas que lo refutan, los investigadores que lo usan, continúan haciéndolo de manera impávida.
Así es la vida…
Síndrome metabólico
Un artículo reciente en la revista Circulation, sugiere que el sistema debe de ser abolido en su uso científico, y que las personas, sin entrenamiento específico que lo aplican liberalmente, sean aconsejadas de lo erróneo de esas prácticas. Lo que a nadie disuadirá…
Pero existen métodos más acertados que el IMC…
Una medida más efectiva que el IMC es otra que goza de la mayor vigencia.
La medida de la circunferencia ventral — o perímetro de la cintura — como sistema de gran validez
Ésta consiste en establecer el perímetro de la circunferencia de una persona alrededor de la cintura. Lo que suministra un estimado más acertado de la grasa abdominal del individuo y de su riesgo para las complicaciones posibles consecuencia de la obesidad.
Las Sociedades Americanas de Nutrición y la Asociación Americana de la Diabetes, han asumido el uso de la medida de la circunferencia ventral y han desechado el IMC.
Lo que no importa. Ya que los científicos persisten en sus derroteros, a pesar de la desventajas documentadas del método por ellos usado.
Una condición importante que puede sospecharse con esta determinación y con el auxilio de pruebas de laboratorio es el síndrome metabólico.
El síndrome metabólico
El síndrome metabólico es un conjunto de elementos de riesgo, constituido básicamente por cinco variables:
elevados niveles de triglicéridos,
bajos niveles de colesterol "bueno" (HDL),
altas cifras de glucosa en la sangre, y
presión arterial alta.
Soy hombre de poco comer…
De acuerdo a un estudio realizado, las mujeres con síndrome metabólico presentan un riesgo coronario aumentado en un 370%, mientras que su mortalidad es 2,4 veces mayor. Sin embargo, esta realidad es fácil de prevenir, si las pacientes toman conciencia de la necesidad de adoptar un estilo de vida saludable, idealmente antes de los 45 años.
Por otra parte, la obesidad visceral o central, genera en los pacientes un agravamiento de su resistencia a la insulina, factor clave para desarrollar diabetes, por lo que quienes sufren de síndrome metabólico son serios candidatos a sufrir de esa enfermedad.
¿Cuánto debe medir el perímetro de la cintura?
La medida del perímetro de la cintura no debería exceder, en el caso de las mujeres, los 88 centímetros, y para los hombres los 102 centímetros.
Prosiguiendo
Cuando pensamos, tan sólo, en comenzar una dieta, el hecho mismo de pensarlo desencadena reacciones de estrés anticipatorio en el organismo. Porque las dietas son hambre desacostumbrada, sacrificio y experiencias tan desagradables como lo son negativas.
El problema aquí no es repetir que las dietas son estresantes, esa es la parte que ya todos bien conocemos. Lo que nos interesa aquí es desglosar los factores que intervienen para impedir su éxito permanente y final.
La profetiza por Tamara de Lempicka
Empezaremos con un análisis del brote de la obesidad como "epidemia", haciéndolo en el preciso lugar donde ésta tuvo sus comienzos: En los Estados Unidos de América.
La historia, y sus "razones", son de mucho interés y aún bastante entretenida.
Veamos
Historia de la epidemia de la obesidad en América
El Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades estadounidense (CDC) mantiene uno de los más exhaustivos sistemas de datos que existen acerca de los americanos.
Este proyecto que comenzara hace más de cincuenta años, se conoce como National Health and Nutrition Examination Surveys.
Quienes participan en este estudio se seleccionan al azar y se someten a una batería de pruebas conducidas por expertos que viajan en vehículos especiales, que el CDC moviliza por todos los estados para lograr sus fines.
He aquí donde nuestro relato comienza.
Al principio de las 1990s una investigadora en el CDC llamada Katherine Flegal estaba en medio de revisar los resultados de las encuestas hasta entonces concluidas, encontrando resultados que les parecieran increíbles.
De acuerdo al Primer Estudio de la Salud Nacional, que fuera completado al principio de los años sesentas, 24.3% de los americanos sufrían de sobrepeso definidos por un IMC mayor de 27.
No buen método para adelgazar
Para el segundo estudio completado en los años 1970s este índice, había crecido por tres cuartos de uno por ciento, a un veinticinco por ciento. Pero, los resultados que Flegal encontró tan sorprendentes provinieron del cuarto estudio, durante los años ochentas. El peso de los americanos, en lugar de crecer paulatinamente, había subido exageradamente: ya que un 33.3% de todos los adultos calificaban para tener sobrepeso.
Flegal trató de determinar si los resultados estaban contaminados por errores técnicos, los que no pudo encontrar.
Finalmente, ella y sus colaboradores, en el 1994, publicaron sus hallazgos en el Journal of the American Medical Association. Demostrando que en un lapso de tiempo de sólo diez años, los americanos, colectivamente, habían ganado más de mil millones (un billón) de libras.
Si en vez de libras hubiesen sido casos reportados de una enfermedad cualquiera, el CDC estaría obligado a definirla como epidemia.
El proceso avanza
Durante la siguiente década los americanos seguirían, y continuarían, engordando sin parar.
Los hombres, en promedio, pesan diecisiete libras más que lo que pesaran en los años setentas, y para las mujeres las cifras son aún más altas: diecinueve libras.
La proporción de niños entre las edades de seis a nueve años se ha triplicado, mientras que la proporción de adolescentes con sobrepeso, entre las edades de doce a diecinueve años, se ha cuadruplicado.
Pero, igualmente, sucede en los servicios militares. Donde se estima que un cuarenta por ciento de mujeres jóvenes y un veinticinco por ciento de hombres jóvenes pesan demasiado para enlistarse.
Los que eran muy pesados asimismo se volvieron más pesados. Más de doce millones de americanos ahora tienen un IMC por encima de los cuarenta, lo que significa que, para una persona que mide 5"9" ésta pesa más de doscientas setenta libras.
Veamos el efecto neto de este fenómeno.
Los hospitales han tenido que comprar sillas de ruedas especiales para acomodar al obeso. Las puertas giratorias tuvieron que ser ensanchadas de diez, a doce pies de diámetro. Una compañía en Indiana, que construye ataúdes, ofrece cajas mortuorias reforzadas para poder tolerar mil cien libras. Igualmente se ha estimado que el extra peso de los pasajeros les cuesta, en combustible, a las compañías aéreas norteamericanas, unos doscientos cincuenta mil millones de dólares al año.
Foca capuchina
Otra de las razones para desarrollar esta tesis es el hecho de que nadie — absolutamente, nadie — puede explicar qué ha sucedido de proporciones tan enormes, que ha propiciado que los americanos ganaran tanto peso, tan rápidamente.
Las explicaciones, adoptan varias formas y se adaptan a sistemas que los investigadores prefieren o patrocinan.
Como expresara en mi charla: La dieta paleolítica: Paraíso perdido1 y en mi artículo La política de la gordura…, los factores determinantes de la obesidad abarcan asuntos de la mayor diversificación, que todavía permanecen muy poco entendidos.
En las páginas que siguen haremos una revisión de las especulaciones teóricas que hoy gozan de la mayor aceptación.
Las aplicaciones de la teoría de la evolución
Los que las utilizan nos dicen que el cerebro es un órgano muy hambriento y uno que demanda, para efectuar sus funciones, muchas calorías.
Nuestros antepasados estaban dotados con cerebros muy pequeños. El Australopithecus afarensis, quien viviera hacen unos tres millones de años sólo tenía una capacidad craneal de 400 centímetros cúbicos, lo que aproxima la de un chimpancé.
Los humanos modernos poseen una capacidad craneal de 1300 centímetros cúbicos. La pregunta, para los darvinistas es, a medida que nuestros cerebros crecían ¿cómo los alimentábamos?
¿Foca capuchina?
De acuerdo a la Hipótesis del Tejido Costoso, los humanos compensaron por la energía usada en sus cerebros cortando la que usaban en sus intestinos.
A medida que el cráneo creció, los tractos digestivos se achicaron. Lo que los forzaría a la obtención de comidas más densas en energía que las que usaran previamente.
Lo que resultó fue un proceso auto-reforzador de alimentación que adoptó un gusto pronunciado por comidas que son altas en calorías y de fácil digestión. Del mismo modo que a los gorilas les apetecen hojas tiernas, a nosotros nos apetecen los pasteles de queso cubiertos de chocolate y helado.
Aunque nadie sepa con certidumbre cómo era la vida durante el pleistoceno, es razonable asumir que, entonces viviéramos, precariamente, de la mano a la boca, como dicen los anglosajones.
En tiempos de abundancia, nuestros antepasados tenían la necesidad de almacenar energía, para poder usarla cuando los tiempos de escasez — que eran inevitables — llegaran. El problema era, que el único lugar donde ellos podían acumular comida, como reserva, para usarla después, era en sus propios cuerpos.
La grasa del cuerpo, es muy rica en energía, y, a la vez, muy ligera en peso. Cuando se extrae el agua, un gramo de grasa, contiene 9.4 calorías, comparado con 4.3 calorías en un gramo de proteínas. Pero, cuando el agua se deja, un gramo de grasa, todavía posee 9.1 calorías, mientras que un gramo de proteínas solamente tiene 1.2.
Como resultado, una persona con una tendencia genética que la predispone a acumular grasa, en teoría, goza de una ventaja adaptiva.
Los darvinistas argumentan que esta ventaja sería significativa, mayormente para las mujeres. Ya que los humanos recién nacidos son inusitadamente corpulentos entre todos los mamíferos, como sólo las focas capuchinas (Cystophora cristata) que tienen el porciento más alto de grasa al nacer.
Presumiblemente, nuestros bebés, necesitan las extras reservas de de combustible para suplir sus cerebros descomunales.
De forma reveladora, los humanos, en diferencia marcada con otros animales, no tienen estaciones señaladas para la fertilidad. En su lugar, la ovulación — como hemos visto en otras de mis ponencias — se relaciona a la acumulación grasa de la mujer. Las que son muy delgadas, como las anoréxicas, o las que padecen estrés no logran menstruar.
De indiscutible manera, para los humanos de entonces, ganando demasiadas libras, les representaría desventajas obvias. Es muy difícil perseguir una presa si se es gordo. Lo que significaría un argumento darvinista contra la misma obesidad.
Los que acatan la teoría del darvinismo nutritivo, arguyen que las oportunidades, de comer demasiado, entonces, eran muy limitadas.
¿La "economía" de la gordura?
La austeridad constituiría la regla para sociedades de cazadores-recolectores. Lo que no cambiaría cuando los seres humanos comenzaron a formar comunidades agrícolas, hace de eso, unos diez mil años.
Genes que controlaran el aumento de peso no pudieron haber sido seleccionados en ese período, por la simple razón de que su presencia no era necesaria.
¿Externalidad, o neuronas espejo?
Por contraste, en los EE UU, hoy, es muy fácil obtener extra calorías sin esfuerzo. Con unos pocos dólares, se pueden comprar las cantidades suficientes de azúcar, grasas hidrogenadas, HFCS, y harinas refinadas para suplir las demandas calóricas de un individuo — para una semana — en un sólo día.
Este fenómeno se conoce como el Paradigma Desigual. Que se expresa de la manera siguiente: "Nacimos para florecer en las sabanas estoicas del África, para ahora vivir en la tierra de los fast-food".
La explicación evolucionista de la obesidad es un argumento muy persuasivo, aunque muy poco convincente. Porque si así fuera, todos los americanos, en este instante preciso, deberían de ser obesos. Y, además, por el momento, varios millones de años de evolución homínida, aún no pueden explicar por qué es que solamente en las últimas décadas nuestras cinturas comenzaron a expandirse.
Los economistas y la obesidad epidémica
Pero, la obesidad ha sido asimismo interpretada por nadie menos, que los economistas, en búsqueda de razones para justificarse a sí mismos.
Estos argumentan que los americanos comenzaron a añadir libras a sus cuerpos en los años ochentas, porque era apropiado — desde el punto de vista monetario — el así haberlo hecho.
Si se examina detalladamente, la comida se ha abaratado en las décadas pasadas. Mientras que las comidas que, realmente, engordan son las que han disminuido de manera más significativa en su precio.
Entre 1983 y 2005, el costo real de grasas y aceites ha declinado un dieciséis por ciento. Y, durante el mismo período, el costo real de bebidas gaseosas ha bajado más del veinte por ciento.
Para casi todos, una Coca-Cola, entonces, era un gusto reservado para ocasiones especiales. Hoy, los refrescos constituyen el 10% de todas las calorías ingeridas en los Estados Unidos, lo que las hace la comida primordial en la dieta americana.
No me importa lo que digan…
Se estima que, sin en lugar de beber sodas, los americanos bebieran agua, que ellos pesarían quince libras menos.
Los economistas nos ofrecen razones para correlacionar la comida que comemos y el costo de la misma con la gordura, diciéndonos que el costo es la razón para ésta. Pero, como sucede con la teoría de la evolución, ya examinada, ésta por sí sola no nos resulta adecuada para explicar el problema de la obesidad. Porque, si es barato consumir muchas calorías de helado y Coca-Cola, es mucho más barato, consumir menos.
Los fast-foods
Otros culpan a la industria de los fast-food — que nos "envenena" con sus productos — por el laberinto, sin salida aparente, en el que nos hallamos atrapados.
El cabecilla de quienes culpan la industria de fast-foods por el lío en que nos encontramos con respecto a la obesidad, no es nadie menos que David A. Kessler, quien sirvió como Inspector de la agencia Food and Drug Administration.
Su opinión es que la industria de comidas rápidas ha usado la comida como diversión o (como "deporte") — como yo mismo la he caracterizado — usando sus "consultantes" para esculpir sus fast-foods basados en abundancia de grasas, sal y azúcar. En su libro, The end of overeating (2009) éste explica como las varias industrias gastan cientos de millones de dólares en tentarnos a comer más, por medio de la confección de comidas, sabrosas, fácilmente digeribles y presentadas de manera apetitosa.
Su contribución más valiosa al entendimiento de su tesis es la introducción del concepto de esa arma de la conquista de nuestras cinturas, conocida como el "supersizing" donde las porciones de comida rápida han crecido en cantidad y densidad calórica por porción.
Sus argumentos son bien conocidos y añaden poco que resulta ser nuevo a lo que ya, por nosotros, nos es conocido.
La "externalidad" en el comer
Otros nos alertan a algunos aspectos únicos de la actividad misma del comer en el ser humano. Capitalizando en la hipótesis, ya descrita hace mucho tiempo, como la "externalidad" del comer.
La "teoría de la externalidad" fue producto de la inventiva del psicólogo Stanley Schachter, quien a finales de los años 1960s condujo algunos experimentos ingeniosos en Columbia University, decidiendo que los seres humanos llegan a la obesidad porque comen, obedeciendo a señales provenientes del entorno. Teoría que nunca fuera demostrada, pero que, a su manera, quizás anticipara la actividad de las neuronas espejo.
Quienes en la externalidad creen consideran que cuando comemos, nunca sabemos cuánto deseamos comer o cuándo debemos de dejar de hacerlo, confiando en su lugar, en indicaciones externas como son el tamaño de la porción servida, para decidir cuándo debemos parar.
La gordura es un asunto feminista…
El resultado siendo que, a medida que las porciones de papas fritas aumentan en tamaño, asimismo aumenta el tamaño de quienes las comen.
Muchos experimentos parecen que confirman estos principios. Pero, no bastan por sí solos para explicar la obesidad epidémica o pandémica.
Los expertos que proponen esta teoría nos dicen que para McDonald el lema es "sirvan más y ellos comerán más". Porque "ellos" — los clientes que patrocinan sus restaurantes — no saben ni cómo ni dónde parar de comer cuando comen.
Algunos estudios comisionados por el gobierno norteamericano soportan el hecho de que el contenido calórico de la mayoría de las porciones que nos sirven los restaurantes de comidas rápidas se ha triplicado, mientras que su costo se mantiene relativamente constante.
Pero, hay más
Hasta ahora, en este artículo, hemos discutido las desventajas de la gordura en cualquiera de sus manifestaciones. Lo que, para algunos, no es así.
Un nuevo movimiento conocido diversamente como, "aceptación de tamaño", "tolerancia de la gordura", y "el poder de la grasa" ha ganado popularidad entre las personas "que no desean" dejar de ser gordas.
Tanto es así que algunas universidades norteamericanas han comenzado a ofrecer cursos en este mismo tema.
Los proponentes de esta nueva disciplina (si es que "disciplina" es lo que es) mantienen que la gordura no es un asunto dietario sino que es un asunto político. Ellos lo comparan a un movimiento subversivo para oponer el yugo que la flacura nos impone.
Ellos, asimismo, lo igualan con el derrocamiento de un sistema dictatorial y opresivo.
Sus argumentos se basan en el hecho de que sus proponentes creen que los gordos se perciben en la cultura popular y en sus interacciones interpersonales como siendo repugnantes. Quienes soportan esta posición se ven a sí mismos como vindicadores por el desdeño que han recibido. Por esa razón es que consideran un "deber" la resistencia contra el "orden" establecido por los instrumentos políticos y opresivos de la flacura.
Para suscriben a esta manera de pensar, el problema no es la oleada repentina de la obesidad en el país, sino los prejuicios que resultaron en su estela. Es como sucede con la raza o el sexo, acerca de los cuales, el individuo carece de todo control.
Cuando hablan, nos afirman que la "epidemia de la obesidad", como concepto político, tiene que ser desmantelada.
Innegablemente, la palabra "gordo" acarrea connotaciones negativas. Los niños corpulentos son víctimas del desdén y los adultos del sarcasmo. De hecho, las mismas personas que no harían un chiste racial, no titubearían en hacer uno relacionado a la gordura.
Sin embargo, porque existan prejuicios contra la corpulencia, esto no significa que engordar es un acto de rebelión contra alguna injusticia social. Eso sería equivalente a decir que, porque se cree que algunas personas fueran destinadas a ser gordas, que otras sean igualmente destinadas a ser pobres, aunque la evidencia para darle soporte a esta noción sea defectiva.
La globesidad
Otros investigadores, abandonan la ruta más transitada y encaminan sus pasos a considerar la epidemia global de la gordura a lo que la OMS ha denominado la "globesidad".
Estos contienden que, si bien es cierto el hecho de que los americanos fueron los primeros en engordar, que ellos ya no son los líderes de la manada. Así lo es porque las estadísticas más recientes revelan que en Chipre, la República Checa, Finlandia, Alemania, Malta y Eslovaquia, en proporción, la obesidad es mayor que en los EE UU. Y que, asimismo la obesidad está aumentando en Asia, África, y en la América Latina.
Y, aunque cerca de mil millones de las personas más pobres del mundo todavía padecen del consumo de muy pocas calorías, que, paradójicamente, son estas personas pobres, las mismas que están ganando de peso más rápidamente.
Aquí, puede argumentarse que ser gordo es mejor que sufrir hambre — algo que no es totalmente cierto — ya que en el nuevo orden de las cosas, todavía es muy posible ser gordo y malnutrido a la vez.
Mucho de lo que las personas pobres comen son alimentos que son deficientes en su composición general.
El enfoque en el estudio de la globesidad es primariamente desde un punto de vista del impacto que este azote tiene en la salud y economía de los pueblos y no en causación, ya que éste es asunto al que no se le da consideración debida.
La revista Times, en un artículo reciente, reporta que la gota, en tiempos remotos considerada una enfermedad de la realeza opulenta y corpulenta, está retornando y no exclusivamente entre los ricos. Lo que les hace pensar que la obesidad representa uno de las cargas más pesadas en los gastos de salud de la mayoría de las naciones del mundo.
Pero, sea como sea, si algún día, sería posible controlar la marea, hasta ahora, indomable, de la obesidad, ésta permanece todavía, una pregunta sin respuesta debida.
Fernando Botero
Los esfuerzos y las pautas avanzadas por OMS y CDC no han logrado hacer impacto significativo en detener el avance continuo de la globesidad.
Pero, como todos quienes alguna vez han dietado, saben muy bien, el peso se gana muy fácilmente y no se pierde con la misma prontitud. Lo que, acompañado del hecho de que los políticos que debieran ser responsables por imponer las regulaciones para combatir el sobrepeso, son esclavos de los intereses que medran como resultado de contribuir a la causación de la globesidad.
Y, si es cierto que como Freud dijera, que la "anatomía es destino", la fisiología también lo es, porque era nuestra suerte, como especie, la de colectar el máximo número de calorías en el menor tiempo posible, y ¿qué mejor manera de hacerlo que comiendo un BK Quad Stacker con cuatro porciones de carne hamburguesa, cuatro piezas de tocineta y cuatro rebanadas de queso, acompañadas por una soda de 64 onzas y una orden súper-proporcionada de papas fritas?
Prosigamos
Laura
Era la menor de once hijos de una familia prominente en las ciencias, la política y la banca en la sociedad donde viviera.
Su problema no era simple, su problema, para ella, se constituyó en una tragedia personal.
Una de muchos hijos — nacidos en Moca en las décadas tardías del siglo XX —descendiente de padres que, sin saber por qué lo hacían, rehuían las comidas opíparas, y de padres quienes desdeñaban la gordura.
"Doctor cúrese a usted mismo…"
Creció para estudiar derecho diplomático y consular en varios países europeos y para retornar al país como ejecutiva de tantos de los bancos que quebraran, resultado de codicia de quienes los administraron. (Véanse mis artículos acerca de Bernard Madoff).
Su gordura era algo inesperado en una familia donde todos eran conscientes de evitar la corpulencia en su más mínima expresión.
"Cuando yo nací, mi mamá, [decía ella], culpando al médico, que me trajo al mundo, le expresó: "tener hijos gordos, no es para mí"
"Y así sería, ya que, como era la única gordita, dejó que las criadas se encargaron de mí
"En una ocasión escuché a mi madre decir: "si [en este caso, yo] mi hija fuera negra, yo lo entendería, porque por el lado de mi esposo, las chopas abundan… ¿Pero gordos? ¡Nunca! ¡NUNCA!""
Ser gordo, otro estigma inescapable. Al menos para algunos.
Poder reducir de peso, debería de ser tarea sin obstáculos, si no por otra razón, por la más sencilla de todas, porque el ser gordo no representa beneficio alguno para quien lo es.
Pero, perder de peso y — no recuperarlo, tarde o temprano — es una misión imposible.
Cansada de no poder perder de peso, y alentada por los resultados obtenidos por algunas de sus colegas en el banco, Laura decidió seguir la ruta de la cirugía de reducción estomacal para lograr la flacura anhelada.
Ella y su prima Lisa, decidieron hacer una apuesta. Programar las cirugías juntas y entonces, la que perdiera más peso en los primeros seis meses, después de la operación, le pagaría a la otra una vacación de dos semanas en Cancún, Villas Tacul.
Como de costumbre, y siguiendo un patrón establecido desde la niñez, Laura, con más de noventa libras perdidas, comparadas a las cincuenta de Lisa, ganó la apuesta y las vacaciones gratis.
Pero, para Laura, la vida no era el paraíso terrenal que todos, quienes fueran testigos de su esbeltez, pensaran. No. Ella vivía mascando chicles para apaciguar el hambre, pensaba constantemente en la comida y había desarrollado "trucos" para lograr ingerir los helados que se les habían prohibido.
Hoy, casi ha recuperado sesenta de las cien libras que perdiera, y está comenzando otra dieta comercial que le ofrece unas píldoras y otra esperanza falsa para reducir su volumen corporal.
"El perder de peso es como aprender otro idioma…" (FEFL)
Makonde
En resumen
La nuestra es una especie extraordinaria en algunos respectos. Dotados de los mismos básicos instintos con que sobreviven otros géneros. Abusándolos, los hemos logrado subvertir tornándolos en algo más que pulsiones involuntarias. Los hemos convertido en vicios y en enfermedades.
Como género, gozamos del "privilegio" exclusivo de padecer enfermedades de comer y enfermedades de la conducta sexual. Las que, para intentar tratarlas hemos desarrollado industrias que se empeñan en curarlas. El sidenafil, las pastillas de dieta, las dietas comerciales y — el último de todos los recursos drásticos — la cirugía para la reducción del estómago son ejemplos más — o menos — dramáticos de estos esfuerzos.
Solamente entre los trastornos del comer (o disorexias) contamos, ya cinco:
La Anorexia nervosa
La bulimia
La obesidad
La dieta restrictiva para adelgazar, y
La cirugía para reducir el estómago (La Quinta Disorexia).
No creo que exista otro animal que "goce" — mientras lo disfruta — del privilegio de morir como resultado del comer.
De comer por placer, y no para alimentarse y para reproducirse, como la Naturaleza dispusiera.
Stephanie Naumoska
Las varias disorexias, mejor se entienden, si se adapta el simple modelo bio-socio-psicológico a cada caso individualizado, para lograr su entendimiento, ya que ni aún los mellizos idénticos son tan idénticos, como ya sabemos.
En otras palabras no existen dietas para remediar la gordura sino personas que necesitan perder de peso.
Quizás en alguna medida, la autora Susie Orbach, estaba en lo cierto cuando escribiera el primero de sus varios libros acerca de la relación entre la mujer y la comida: Fat is a Femenist Issue (1979).
Relación que forma parte central de esta tesis.
Jean Kilbourne (2006). Reeditó el documentario clásico Killing us Softly, donde enfoca en un aspecto que gozara de mucha popularidad, y que, los exegetas de la obesidad, introducidos en esta lección, omiten. La presión de las industrias del mercadeo en la mujer y la necesidad de que la mujer se adapte a un ideal de flacura. Nombre que, como resultado, William Bennett diera al Siglo XX: "El Siglo de la Esbeltez".
Todos han leído las restricciones que algunos países están aplicando para que las modelos y concursantes de belleza no mueran víctimas de la inanición auto-impuesta para ganarse la vida en profesiones precarias y anti-feministas.
Aún en las más primitivas de las sociedades, las presiones para conformar son enormes y tan poderosas, que en, casi todas, la mujer se somete a procedimientos deformantes para lucir más apreciable a todos. (Véanse mis artículos: Las cirugías plásticas… y Las Concursantes de belleza… en psikis.cl y en monografías.com).
Laura en su gordura tenía muchas desventajas en su contra. Aunque no se lo había diagnosticado formalmente, su cuerpo era de hábito sugestivo de una distrofia adiposo-genital, con una esteatopigia pronunciada.
De ella todos decían: "Es tan bella, si tan sólo no se la mira por debajo del cuello".
La gastroplastía y las dietas no la ayudaron.
Recordándonos de otra notable feminista que escribiera otro clásico acerca de la situación difícil de ser mujer y de ser gorda, Marcia Millman: Such a pretty face: Being Fat in America (1980).
Para concluir examinemos lo que está establecido
El conteo final en este punto:
Una epidemia mundial que afecta a la mujer, hombre y niños
Dietas y sistemas de reducir que logran muy poco porque ignoran el estrés y formas de reducirlo
Cinco disorexias. Todas asociadas con la gordura, de un modo o de otro
Una industria de fast-food que resiste aceptar el rol crucial que juega en esta situación, a pesar de que la evidencia apunta directamente en su dirección
Y nuevas complicaciones médicas que emergen cada vez
Aquí recomendamos, Del por qué el perder de peso es asunto tan elusivo en monografías.com.
Fin de la lección.
Bibliografía y referencias
Taylor, S: (2002) The Tending Instinct Owl Books
Larocca, F: (2007) La cuarta disorexia en monografías.com
Larocca, F: (2007) La Oxitocina: la hormona del "amor" en monografías.com
Larocca, F: (2007) Estrés y los trastornos del comer en monografías.com
Larocca, F: (2007) La obesidad: Indefensión ¿Aprendida o innata? en monografías.com
Larocca, F: (2007) Los trastornos del comer: Una tesis evolucionaria avanzada en monografías.com
Larocca, F: (2007) El acto y la acción de comer: Un drama en tres actos en monografías.com
Larocca, F: (2007) Las políticas de la gordura y la indiferencia hacia lo irrefutable… en monografías.com
Larocca, F (2007) El dilema de quienes dietan en monografías.com
Larocca, F: (2007) El caso difícil Número 18 en monografías.com
Larocca, F: (2007) Selección sexual y el problema de la gordura: Nuevas reflexiones en monografías.com
Larocca, F: (2008) La Psicología del Comer y el Beber… en monografías.com
Larocca, F: (2008) La obesidad morbosa, la reducción del estómago y la epigénesis en monografías.com
Larocca, F: (2009) Gastroplastía y lobotomía: La conexión entre el estómago y el cerebro — La serotonina reexaminada en monografías.com
Schachter, S: (1968) Obesity and Eating in Science 161:751-56
Sapolsky, R: (1994) Why Zebras don"t get ulcers: A guide to stress, stress-related diseases, and coping W. H. Freeman
Ruppel Shell, E: (2002) The Hungry Gene: The Science of Fat and the Future of Thin Atlantis Monthly Press
Sternberg, S: (2002) Waiter B. Cannon and "Voodoo Death": A perspective from 60 years on in Jour. Publ. Health 92 (10) 1564-1566
1Trabajo presentado en La Primera Conferencia de Arqueología del Caribe en el Museo Regional de Arqueología de Altos de Chavón, el 19 de agosto del año 1995. Evento patrocinado por la Organización de Estados Americanos [OEA].)
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
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