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Un escrito de José Martí para todos los tiempos (página 2)


Partes: 1, 2

Los párrafos siguientes los dedica al análisis pormenorizado de los males que afligen a nuestra América. – El párrafo #3 censura v a los colonizados (hombres americanos) que admiran a los colonizadores, copian sus costumbres europeas y viven ricamente en el viejo mundo a expensas de la explotación que hacen de nuestras riquezas naturales. La idea central implícita es la censura el colonialismo cultural acompañado además por la crítica a los que reniegan de sus antepasados indígenas, lo cual es una forma de rasismo.

Plantea también que América debe tener en cuenta a los indios y salvarse junto con ellos (en esta época la población blanca era de 4196000. La indígena de 7790 000, la negra de 2 736 000 y la mestiza de 6188000, es decir que la población blanca destaca en franca minoría con solo 20% de población de origen europea), elevarlos en el plano humano, social económico y no proceder como los E. Unidos, que se le planteó una política de exterminio de sus habitantes naturales. En el párrafo #4 se refiere con orgullo a la formación de las naciones americanas; critica a los intelectuales colonizados (amantes en todo lo europeo); plantea la necesidad de formas de gobiernos, métodos e instituciones que convengan a la realidad de nuestra América: censura las formas de gobiernos importadas de diferente desarrollo histórico, y económico, plantea la autodeterminación de los pueblos y la adaptación de formas de gobiernos que surgen desde las condiciones nuestras.

En el párrafo cinco; las ideas de su época en las se trataban al criollo, negro o indios, de bárbaros (martí se refiere indudablemente a una corriente de los intelectuales y políticos del siglo XIX, entre los que se encuentra Sarmiento, que consideraba al hombre americano como inferior e inexperto veían como una solución para América el exterminarlo y sustituirlo por inmigraciones de Italia u otros países europeos.

Utilizan el termino "Bárbaros" cuando se refieren lo mismo a los negros africanos que a los criollos, a los indios y a los blancos criollos que se sienten ya americanos; por el contrario , llaman "civilizados" a los europeos, a los americanos de raza sajona considerada por ellos como superior, Censura: la falsa erudición poco científica que lleva a estos intelectuales a juzgar las posibilidades de desarrollo de un individuo o colectividad de individuos , por su color de piel. Plantea que las causas de tiranía en América Latina, ha sido desconocer los verdaderos intereses y necesidades de sus pueblos. "Gobernantes en un pueblo nuevo – – – quiere decir que "creador". – en la época a la que martí se refiere , los políticos en general profesionales dedicados a la abogacía , la medicina , el periodismo, etc. Y formaban estrato dentro de esas sociedades, un grupo dedicado a las cosas de la inteligencia. Cuando estos hombres se conviertan en malos gobernantes, provocan el rechazo popular la violencia y las guerras civiles que conmueven América en ese periodo.

Los egresados de las universidades americanas salen con conocimientos teóricos que correspondan a otros pueblos de diferentes desarrollo, otras instituciones los rigen, que no son las apropiadas para gobernar en América. – Martí evidencia su anticolonialismo en el aspecto cultural: "La universidad europea la de ceder a la universidad americana. Los políticos nacionales han de remplazar a los políticos exóticos". – nos dice de su orgullo de ser americano. – en el párrafo #7, refiere el origen de las republicas americanas de la metrópoli española, México y las republicas de centro América libertadas por los criollos y los indios que siguen Hidalgo y a Morales sacerdotes que se lanzaron a luchar por la independencia tomando como bandera a la virgen de Guadalupe, Itúrbides, ex oficial realista que continuó la lucha a la muerte de Hidalgo y Morales , – Simón Bolívar, desde Venezuela y san Martín, desde la Argentina , ambos líderes de la lucha continental. (San Martín cede los hombres de conquista final de Perú a Simón Bolívar) Enumera Martí los males que aquejan a las nacientes republicas , la incapacidad de sus hombres frente al sacrificio diario, después de conquistada la libertad, dificultad para gobernar hombres con diferentes ideas, con diferentes intereses, instituciones coloniales inapropiadas que limitan la vida republicana, que de intereses entre las ciudades y el campo, de conocimiento de las verdaderas causas económicas y políticas que provocaron la emancipación de las colonias y por las cuales América padece. El problema de la independencia no constituía un simple cambio de gobierno de explotadores extranjeros por el de explotadores nacionales, requería un cambio sustancial. – El párrafo #8, plantea: "La colonia continuó viviendo en la republica". – Las ideas coloniales o pro- colonialistas y el peligro que significan se simbolizan en la figura del tigre que acechan. Los párrafos #9 y #10, sustenta la esperanza del cambio necesario para las naciones americanas.

En el párrafo # 9 alude al gobierno de Bernardino Rivadavia, presidente constitucional de argentina en 1826, y al mencionado Itúrbides, quien luego de ganada la independencia de México se hizo proclamar emperador y cerró el congreso con lo cual produjo una devuelta que lo depuso (1823) Plantea su fe en la salvación de América. – Alerta sobre el tigre de fuera y el de adentro, (los Pro- colonialistas americanos) exhorta a: – "Crear es la palabra de pase de esta generación" "El vino de plátano y si sale agrio, es nuestro vino". En los dos últimos párrafos, a manera de conclusión anticipa lo que le ocurrirá a nuestra América si no se produce el cambio a tiempo, el dominio imperialista de los E. Unidos caerá sobre América. párrafo #11 " El peligro mayor para la América latina había sido previsto por Martí, luego de participar en las conferencias de Washington, convocada por el Secretario de Estado BLaine y que tenia como propósito el total dominio económico de los E. Unidos sobre los pueblos americanos aprovechando su habilidad y su desunión: el peligro del imperialismo yanqui ( es necesario observar que plantea aquí en forma bien clara que existen dos factores continentales: dos Ameritas . la América del Norte de origen sajón , emprendedora, fuerte desdeñosa y la América nuestra , del Rió Bravo abajo , débil desunida, que sube con pasos ricos los peldaños de la historia , la América de origen románico o latino.

Enfrentarse a tiempo al imperialismo, unidos como una sola nación es la forma de evitarlo. Martí plantea que los e. Unidos debe conocer nuestra América para que le impongan respeto y evite su codicia. Confía en los valores morales del pueblo norteamericano, y dice que tanto a quien acusa a un pueblo lleno de odios inútiles como a quien no dice la verdad a tiempo. En el párrafo #12 se aprecia el antirracismo de Martí, "No hay odios de razas, porque no hay razas, la inferioridad de unos hombres y la superioridad de otros, es producto de un barbarismo intelectual de pensadores de cerebro raquítico, de ratas de librería. No es por odio a otra raza, a otro pueblo distinto de los nuestros que alertan sobre el peligro que significa esta potencia expansionista de E. Unidos. El pensamiento de Martí en este aspecto, como en muchos otros aspectos, se anticipa a los descubrimientos y estudios realizados más de 60 años después. Distingue en América dos etnias distintas y por lo tanto, habla de "dos factores continentales" con diferencias de orígenes: uno sajón, otro latino: con caracteres peculiares, o sea la idiosincrasia, o modalidad psíquica tan distintas en religión, intereses económicos y sobre todo en la conciencia propia de pertenecer a uno u otro grupo). Los E. unidos se han configurado en un peligro real y es forzoso unirse frente a él. La idea de la unión de los pueblos de nuestra América, por lo que luchara Bolívar en 1826, dejó su semilla en el corazón de nuestro pueblo (Los de América Continental y las de las ideas de Las Antillas).

Valores que encontramos en el ensayo

Valores políticos:

"Nuestra América" plantea la única vía posible de los europeos y americanos: unirse para enfrentar el peligro que significa la política neocolonialista de E. Unidos.

Da soluciones de los problemas internos de las nuevas naciones americanas; da soluciones a las diferencias entre pueblos hermanos de Latinoamérica.

Fidel proclama a Martí como el autor intelectual del Moncada. (Baliño y Mella ven en su ideario democrático y antiimperialista, las raíces de la Revolución Cubana.)

Valor social

Refleja los principales problemas sociales de la época; desarrollo de las ciudades en pugna contra el campo que las nutre: discriminación del criollo, o los naturales del país a favor a los europeos o mal llamados "civilizados", instituciones coloniales que no sirven a los jóvenes republicanos, relegó a un segundo plano de los intereses económicos que motivaron la independencia de metrópoli, etc. Cuenta con los indios y los más explotados para el futuro de América.

Valar histórico:

Hace un análisis exhaustivo de la situación de América, el más completo y brillante debido a su continuo contacto con los países de América latina y sus patriotas durante su exilio.

Valor Humano:

Todo el pensamiento martiano está cargado de un profundo humanismo. "Patria es Humanidad" martí hizo política para la humanidad, no por delante los intereses de su pequeño pedazo de tierra, sino cuando la libertad de esta podía significar la libertad de toda Latinoamérica. Ama al hombre y a él le dedica su lucha, exalta sus mejores virtudes, la dignidad de hombre y pueblos el valor, la virilidad (rechaza a los cobardes y los llama sietemesinos) la capacidad de sacrificio por la libertad, (exalta a los héroes de la independencia americana). Aspecto combativo de su humanismo; convoca a la pelea contra los tiranos y al que le sirve y le sirve al imperialismo. Ideas contra la discriminación racial (Ya había dicho "hombre es mas que blanco, es mas que negro").

Valor ético

Todo el ideario de Martí se apoya en aspiraciones supremas sobre el perfeccionamiento moral de .los hombres y de los pueblos. Su lucha por el bien y el mejoramiento de la humanidad fue constante. Su prédica y su ejemplo los vemos en sus ideas en las que se exaltan en la humanidad: el valor, el patriotismo, la igualdad, la heroicidad, la modestia, el amor entre los hombres. Su confianza en lo que mejor de ellos prevalezca. Su rechazo al soberbio, al pedante, al vanidoso, al débil.

Valor estético.

Es tan estrecha, tan íntima la relación entre la idea y la forma en Martí que no podemos analizar la una sin la otra. Detrás de la fuerza y la belleza de su obra literaria, la mejor de su época en habla española, se encuentra su ideario político, el organizador de la guerra de independencia, el más importante precursor de la lucha antiimperialista de América. La belleza de sus imágenes la belleza de su prosa, la creatividad evidencia en sus aportes al español, los símiles, los epítetos, y adjetivos numerosos, dotan a nuestra América de un gran valor estético.

Conclusiones

Este trabajo ha querido mostrar a Martí como uno de los hombres más preclaros de su época, con un pensamiento puramente Latinoamericanista, hombre de su tiempo y para todos los tiempos, una de las figuras en cuyo pensamiento se encuentran las bases de creación del ALBA, uno de los Teóricos fundamentales de la Revolución Cubana que todos llevamos adelante:

"Un pueblo no es un conjunto de ruedas; ni una carrera de caballos locos, sino un paso más dado hacia arriba por un concierto de verdaderos hombres". Martí vive hoy más cerca en el espíritu renovador y humanista de su pueblo; va en el puente de mando del Crucero del mundo que avanza por mares encrespados hacia una época nueva, con el timón firme en manos de su experimentado capitán, al que millones de compatriotas acompañan y alientan cumpliendo aquel mandato del Maestro:

"Sea la gratitud del pueblo que se educa árbol protector, en las tempestades y las lluvias, de los hombres que hoy le hacen tanto bien."

Anexo #1: Reproducción del ensayo Nuestra América

Nuestra AméricaMéxico, 30 de enero de 1891

Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.

No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades: ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.

A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos! ¡Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos "increíbles" del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres!

Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con que elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.

Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder: y han caído, en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.

En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.

Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, vinimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye en la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso, que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que había izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota de potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra, desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella, entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente descoyuntado durante tres siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejercicio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón; la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de unos sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu.

Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros–de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen, –por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos.

Pero "estos países se salvarán", como anunció Rivadavia el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos: al machete no le va vaina de seda, ni en el país que se ganó con lanzón, se puede echar el lanzón atrás, porque se enoja y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide "a que le hagan emperador al rubio". Estos países se salvarán porque, con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la Naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior, le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real.

Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga, en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. "¿Cómo somos?" se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se entra por la hendija, y el tigre de afuera. El general sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices, y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de ideas. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio.

De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pomba de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. Y como los pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles; como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista, y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encarar y desviarla; como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia ostentosa, o la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.

No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras, ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas: ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno, y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!

Anexo #2: Glosario de algunos términos utilizados por Martí en Nuestra América

Autóctono: Relativo al país.

Arcontes de Grecia: Magistrados a los que se confirió el gobierno de ciudades en la antigua Grecia.

Bibliógenos: Neologismo por "nacidos o hijos de los libros"

Canijo: Flaco.

Cirial: Círio, vela grande de cera.

Congreso de Iturbide: Iturbide, Agustín de (1783-1824) Emperador de México, nacido en la actual Morelia.

Dantzig: Ciudad alemana.

El gran Semí: (o grande Espíritu) figuración mítica del Padre Amalivoca, propia de los indios tamanacos, quien para crear a los hombres y a las mujeres, regó por toda la tierra las semillas de la palma moriche.

Estandarte de la virgen: Se refiere a la virgen de Guadalupe, cuya imagen fue tomada por el cura Hidalgo como bandera de su ejército en la guerra de liberación mexicana.

Hamilton, Alexander (1757-1804): Estadista norteamericano nacido en Nevis, uno de los principales colaboradores de Washington.

Juan de Castellanos: Escritor vinculado a Diego Velásquez, compuso

"Elegías de varones ilustres de Indias" (1589).   Habla de la valentía de los españoles.

La bandera mística del juicio final: Referencia a un pasaje de la Biblia: Isaías (18,3) en que se dice "todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra cuando se levante la bandera en los montes, mirad…"

Manos de petimetre: Cuidadas excesivamente, delicadas, enjoyadas.

Melena zorrillesca: Alusión al romanticismo retórico de José Zorrilla (1817-1893)

Prado: Se refiere al paseo del Prado, en Madrid.  Ir a farolear, hacer ostentación vanidosa o jactanciosa.

Rivadavia, Bernardino (1780 – 1845): Político y prócer argentino, primer presidente de su país.

Sieyés, Enmauel – Joseph (1748-1836): Político francés famoso como teórico  de  la  Revolución  Francesa,  fundador  del  Club  de  los Jacobinos.

Tortoni, de sorbetes: Tortoni, famoso restaurante parisién.  Sorbete, en México: sombrero de seda, de copa alta.

Vincha: Perú y Bolivia: Pañuelo o cinta que se ponen los indios en la frente.

Anexo #3: Biografía de José Julián Martí Pérez

José Martí, 1853-1895

"Martir de la independencia de su patria, Martí fue a la vez americanista insigne, pensador fecundo, poeta precursor del modernismo y, en general, una de las figuras más puras de América."

Cintio Vitier.

Nació en la Habana, de padre valenciano, militar de modestos recursos económicos, y de madre canaria. En 1865 ingresó en la escuela municipal que dirigía el poeta y publicista Rafael María de Mendive, quien, consciente de las notables actitudes mentales del muchacho, se hizo cargo personalmente de su educación. Desde edad temprana mostró Martí si inquietud cívica y su simpatía por las ideas revolucionarias que hervían entre los cubanos. El Grito de Yara lanzado por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, que diera inicio a la Guerra de los Diez Años, y el encarcelamiento y, luego, la deportación del maestro Mendive, sólo lograron cristalizar la actitud de rebeldía de Martí contra la dominación española.

Ya en 1869 publica una hoja impresa separatista, El Diablo Cojuelo, y el primer y único número de una revista, La Patria Libre, en la que inserta su poema "Abdala". En su periódico manuscrito El Siboney, de ese mismo año, inserta su soneto patriótico "10 de Octubre". A los 17 años se le procesa por la redacción de una carta en la que expresa conceptos revolucionarios y se le condena a seis años de presidio. En las canteras de la Habana sufre trabajos forzados hasta que, en 1871, con la salud quebrantada, se le concede un indulto y se le deporta a España. Allí publica el mismo año su primer trabajo de importancia, El Presidio Político en Cuba, en que pinta descarnadamente los horrores del mismo y en que ya se pone de manifiesto el idealismo y el vigoroso estilo del autor.

En Madrid se dedica a serios estudios y comienza a cursar la carrera de derecho en la Universidad Central. En 1874, tras largas privaciones, obtiene su doctorado en leyes y en filosofía y letras de la Universidad de Zaragoza. De sus años en España brotan el respeto y el amor por la España de siempre, en contraposición a su antagonismo hacia la política y los errores coloniales de la metrópoli, que jamás habría de abandonar Martí. Su trabajo La República Española ante la Revolución Cubana (1873) es obra de crítica seria con que más que nada apela a la inteligencia y al espíritu justiciero de los españoles para que reconocieran su errores en cuanto a Cuba.

Entre 1874 y 1877 viaja Martí por Europa y América. En México reside durante casi dos años, haciendo labor de periodismo y de enseñanza. Allí se casa con una cubana, Carmen Sayas Bazán y, en 1878, regresa a Cuba a raíz del Pacto del Zanjón, el cual pone término a la Guerra de los Diez Años; pero parte al destierro de nuevo ante las sospechas que infunden a la autoridades sus actividades revolucionarias. Deportado a Santander, pasa a París, y en 1880 llega a Nuevo York. Allí, con excepción de breves estancias en Venezuela, donde funda la Revista Venezolana, y de varios viajes breves de otros países de América, fija su residencia y se dedica de lleno a actividades políticas y literarias. Colabora, en inglés, como crítico de arte en diarios neoyorkinos; los mejores periódicos de América se disputan sus labores de corresponsal; y los gobiernos del Uruguay, de la Argentina y del Paraguay lo nombran su cónsul en Nueva York. Mientras tanto, mantiene su incansable correspondencia privada con intelectuales y personalidades del mundo entero y se activa cada vez más en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba.

En 1884 se entrevista con Antonio Maceo y Máximo Gómez, y en 1892 sienta las bases del partido revolucionario cubano y funda la revista Patria, órgano del separatismo. Desde este momento se convierte en el principal dirigente de la lucha por la emancipación de su patria. Orador magnífico, logra limar asperezas y aunar voluntades, inspirar esperanzas en la colonia cubana del exilio y allegar fondos. En Costa Rica se entrevista de nuevo con varios de los principales jefes revolucionarios cubanos y en Santo Domingo llega a un acuerdo con el generalísimo Máximo Gómez a fin de dar comienzo al proceso de liberación a fines de 1894. Un grave contratiempo, el embargo de los buques expedicionarios por las autoridades norteamericanas, amenaza con destruir todo lo planeado; sin embargo, en enero de 1895, Martí autoriza el levantamiento en la Isla y, a pesar de que lo aconsejable era su permanencia en los E.U.A., insiste en partir para Cuba a tomar parte en el conflicto. Se encuentra en Santo Domingo con el generalísimo Gómez, y después de lanzar el Manifiesto de Montecristi, donde se exponen los propósitos de la revolución, parte para Cuba; el 11 de abril desembarca en Playitas con Gómez y un pequeño contingente, y el 19 de mayo, en un sorpresivo encuentro con tropas enemigas, cae el prócer cubano herido de muerte.

Aunque héroe máximo de los cubanos, las proyecciones del pensamiento de Martí, universales en su amplitud de criterio y su variedad de miras, lo colocan con Bolívar y San Martín a la cabeza de las figuras de América que han tenido legitima repercusión hemisférica. En su trabajo Nuestra América (1891), dejó un admirable programa de americanismo.

 

 

 

 

 

Autor:

Yusnier Urrutia Ramos

Neisy Liser Milian Hernández

Partes: 1, 2
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