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Curso introductorio de Relaciones Laborales


Partes: 1, 2, 3

  1. Concepto de relaciones laborales
  2. Principales teoría de las relaciones laborales

MODULO N° 1

I. Primera parte

Concepto de relaciones laborales

Las Relaciones Laborales pueden definirse como:

" la forma en que se adoptan las decisiones para distribuir los frutos de la producción entre los productores y aquellos que proporcionan los medios para que la misma se produzca…" Vega Ruiz (1994).

"… los distintos enfoques analizados giran en torno de la explicación del poder y de la toma de decisiones… por la importancia que todos los enfoques otorgan al conflicto y al consenso… Esto no hace más que reconocer que las relaciones laborales son relaciones de fuerza, donde lo que importa es determinar quien toma las decisiones y de que manera…". Cedrola.

Su objeto de análisis radica en "el estudio de las reglas que gobiernan las relaciones de trabajo, conjuntamente con los medios por los cuales son hechas, cambiadas, interpretadas y administradas…, a su vez, el estudio de los sindicatos, las empresas y organizaciones públicas vinculadas con las relaciones de trabajo. Estos sectores representan los intereses de clases y grupos determinados de una sociedad concreta. Las relaciones de poder entre ellos van a estar afectadas por la estructura económica y política de la sociedad en donde operan, marco global a considerar en el análisis de las partes…". Lucena.

"… el conjunto de relaciones sociales y económicas, individuales y colectivas, formales e informales, estructuradas y no estructuradas, que nacen y se establecen en ocasión del trabajo, así como el conjunto de conocimientos que derivan de diversas disciplinas, y que permiten comprender, explicar, prever y organizar las relaciones económicas y sociales mencionadas (Gérard Dion 2004)

"un campo interdisciplinario que abarca el estudio de todas las facetas del hombre en el trabajo, incluyendo el estudio de individuos, grupos de trabajadores que pueden o no estar organizados, el comportamiento del patrono o de las organizaciones sindicales, la política pública o el marco legal que dictamina las condiciones de empleo, la economía de los problemas laborales e incluso el análisis comparativo de los distintos sistemas de relaciones industriales en distintos países a lo largo de diferentes períodos de tiempo." Thomas Kochan (1980).

PREGUNTA:

A su juicio ¿cuál sería la definición que mas se adecua a efectos de describir el sistema de relaciones laborales en Uruguay?

I.2 – Las relaciones industriales: ¿ ciencia , técnica o campo de estudio?[1]

I – Introduccion:

El objeto del presente artículo, es abordar el problema de la configuración científica de las relaciones industriales. Este problema ha producido un debate muy fuerte en la literatura que se ocupa de las relaciones industriales debate que se encuentra lejos todavía, de encontrar respuestas unánimes. El punto a resolver se centra en determinar, si las relaciones industriales en tanto que objeto académico de estudio, conforman una ciencia nueva, o simplemente un campo de investigación científica.

Para cumplir el objeto que nos hemos propuesto, habremos de estructurar este artículo en los siguientes puntos: precisiones terminológico – conceptuales; presentación del debate ; y conclusiones.

II – Precisiones terminológicas-conceptuales: las relaciones industriales como objeto de estudios.

Entendemos de fundamental importancia, antes de abordar el debate referido, precisar qué entendemos por relaciones industriales. En efecto, no es posible debatir acerca de la naturaleza de las relaciones industriales, sin antes precisar los límites conceptuales de su contenido.

Definir qué se entiende por relaciones industriales no es una tarea sencilla ya que ello ha provocado- en función de los cambios de las distintas épocas – vivas polémicas y reacciones.

Por esta razón, creemos esencial enmarcar estas precisiones terminológico-conceptuales, en la evolución histórica de los estudios e investigaciones en este ámbito, a los efectos de poder concluir con un concepto actual de relaciones industriales.

La literatura especializada es pacífica en atribuir el origen del término " industrial relations" , a los trabajos de Sidney y Beatriz Webb. Estos autores estrechamente ligados a las corrientes de pensamiento de los sindicatos ingleses y en especial a la sociedad fabiana, estudiaron los tres medios de acción que a su entender, presentaban los sindicatos ingleses de la época: el seguro mutual, la negociación colectiva y la reglamentación legal. [2]El término "industrial relations" , se expande en la literatura del Reino Unido y luego se extiende rápidamente a los Estados Unidos de Norteamérica. En este país, los trabajos de J.R Commons y S. Perelman son una prueba al respecto [3]. Las características fundamentales del término relaciones industriales en esta primera etapa pueden resumirse en las siguientes: un origen y un ámbito inmediato de difusión estrictamente anglosajón; un origen y una visión estrechamente ligados al estudio del movimiento sindical y sus medios de acción, fundamentalmente la negociación colectiva; un fuerte acento en lo colectivo; y por último una cierta vaguedad conceptual.

Origen y ámbito de difusión: Esta primera característica, de esta primera etapa del término relaciones industriales, no ofrece para el análisis ninguna dificultad. El análisis cronológico de la literatura especializada en relaciones industriales es contundente: la totalidad de los textos de la época son escritos en lengua inglesa.

Origen estrechamente ligado al estudio del movimiento sindical: Se detecta en esta característica, una voluntad reformista – de parte de la mayoría de los autores – que se esforzaba en legitimar el sindicalismo como actor social, y que proponía al mismo tiempo un cierto número de reformas sociales.

Fuerte acento en lo colectivo: como corolario de la característica anterior, se desprende esta. Lo que importa en esta época son los aspectos colectivos del trabajo, fundamentalmente las formas asociativas de los trabajadores y sus medios de acción. Es así entonces, que la mayoría de los estudios de la época, van a detenerse fundamentalmente en la consideración de las estructuras sindicales, la acción política sindical , y la negociación colectiva.

Vaguedad conceptual: La literatura de la época no es precisa sobre el contenido del término relaciones industriales. Los autores de la época, aparecen más preocupados por el análisis de los distintos hechos sociales, que por la discusión y la precisión del término mismo.

Esta primera época de la evolución de las relaciones industriales se extiende hasta los años 40, desarrollándose entonces, en los contextos de industrialización de Gran Bretaña y de los Estados Unidos.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, las relaciones industriales se consolidan como ámbito de reflexión e investigación, configurándose una segunda etapa en la evolución de las mismas.

Esta segunda etapa es caracterizada por los siguientes aspectos: una lenta extensión del término y del debate a países no anglófonos; una hegemonía del enfoque sistémico; la afirmación del carácter interdisciplinario; ciertos cuestionamientos a la justeza del término relaciones industriales; y por último el comienzo de un fuerte debate correspondiente a la configuración de las relaciones industriales como disciplina científica o como simple campo de investigaciones.

Extensión del término a países no anglófonos: En esta época se registra una expansión del término y del debate concerniente a las relaciones industriales, primero a otros países anglófonos- como ser Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el ámbito académico de la India – pero luego muy fuertemente a países no anglófonos. Entre estos es preciso mencionar en esta etapa , Francia, Bélgica, el Canadá francófono, Alemania e Italia. Esta expansión del término en estos países es lenta, por cuanto supone la discusión del mismo en función de las singularidades no anglo-sajonas de estos países.

Hegemonía del enfoque sistémico: Esta segunda etapa es claramente marcada por una influencia muy grande del enfoque sistémico por J.T Dunlop en su obra " Industrial Relations Systems"[4] En esta obra Dunlop intenta ordenar el ámbito de los trabajos existentes hasta el momento, dotarlos de un cuadro teórico adecuado, y conformar a partir de este cuadro teórico una disciplina científica, alrededor del concepto de sistema de relaciones industriales. La influencia de la obra de Dunlop es impresionante: la producción literaria en relaciones industriales luego de los trabajos de Dunlop se ve totalmente condicionada por aquellos, a partir de los cuales, fuertes debates se celebran. Los trabajos de Dunlop y fundamentalmente su enfoque sistémico producen grandes críticas, pero al mismo tiempo grandes seguidores que rediscuten, corrigen y modifican el modelo inicial dunlopiano, pero sin apartarse de un enfoque sistémico.

Afirmación del carácter interdisciplinario: Esta característica se presenta como fundamental en la estructuración de las relaciones industriales, y en la creación académica de institutos o escuelas destinadas a la enseñanza y a la investigación en tal ámbito. En efecto, el debate en estos años, comienza a preocuparse de la necesidad de abordar los sujetos de estudio, analizados a partir de una perspectiva interdisciplinaria que, recogiendo los análisis y las metodologías de otras disciplinas académicas, permita una mejor comprensión, mas cabal y más profunda, de la realidad y de los fenómenos estudiados. El trabajo en tanto que fenómeno social, es reconocido como un hecho complejo que presenta articulaciones y estructuraciones complejas – tanto en lo individual como en lo colectivo – siendo estas imposibles de ser comprendidas y explicadas solamente por el análisis de una disciplina. Por ello es necesaria la creación de marcos teóricos, abiertos a la contribución de varias disciplinas, permitiendo de esta forma maximizar la capacidad de análisis y de explicación.

Cuestionamientos a la justeza del término relaciones industriales: La consolidación de las relaciones industriales, como ámbito de reflexión y de investigación, produce simultáneamente en esta etapa, todo un debate referente a la justeza, a la adecuación del propio término. Es así que , a fines de los años 60, comienzo de los 70, el término relaciones industriales empieza a verse como inconveniente cuestionándosele su restrictividad al trabajo industrial, o mejor dicho al ámbito de la industria. Así, un número importante de autores de expresión francesa comienzan a utilizar como traducción del término relaciones industriales, la expresión "relations professionnelles", pretendiendo de esta forma poner el acento en lo corporativo- profesional, para superar el carácter restrictivo del calificativo industrial. Por otra parte, dentro del universo linguístico anglosajón se proponen denominaciones alternativas siendo las más importantes a retener las de "labor relations" y " work relations". Todas esta denominaciones son acaloradamente defendidas por sus partidarios y todas aspiran a superar la supuesta restrictividad del termino relaciones industriales. Es indudable que- desde un punto de vista estrictamente terminológico- algunas de estas expresiones, fundamentalmente la expresión "labor relations" o su correspondiente española, relaciones laborales, parecen ser más adecuadas. Sin embargo, éstas no han sido exentas de críticas en su momento [5]Por otra parte, desde un punto de vista conceptual los defensores de la denominación tradicional, por la vía de los hechos, habían progresivamente extendido su campo de trabajo y de análisis, al mundo laboral no industrial. Por tal razón, muchos optan por no dar importancia a este debate y continúan con el uso del término relaciones industriales, extendido por la práctica. Otros optan por cortar el debate terminológico fusionando los términos[6]

En nuestra opción, parece claro que la expresión relaciones laborales se presenta como más flexible y por ende más funcional para determinar el campo de estudios que estamos considerando. Sin embargo pensamos – como lo ha señalado C. Kerr [7]que si se parte de un concepto amplio de industria, entendiendo por tal toda producción de bienes y servicios, el carácter restrictivo del término industrial, desaparecería. Por ello, a nuestro entender podrían utilizarse de una manera sinónima, los términos relaciones industriales y relaciones laborales[8]

Comienzo del debate acerca de si las relaciones industriales configuran una ciencia o solamente un campo de investigación científica: Es en este momento que comienza el debate acerca de la naturaleza científica del ámbito de las relaciones industriales. La evolución de los trabajos teóricos y de las investigaciones empíricas , y la consiguiente consolidación de las relaciones industriales como ámbito de reflexión, provocan la necesidad de definir los límites académicos de estos estudios. Así entonces, comienza una fuerte discusión entre aquellos que ven en las relaciones industriales la configuración de una nueva ciencia de investigación científica, pero no susceptible de conformar una ciencia.

A comienzos de los años 80 se abre una tercera etapa de la evolución de las relaciones industriales. Esta etapa – a nuestro entender – se caracteriza por los siguientes aspectos: redimensionamiento de lo individual frente a lo colectivo; pérdida de protagonismo del enfoque sistémico; continuación del debate acerca del carácter interdisciplinario sin importar la posición que se asuma respecto de la naturaleza de las relaciones industriales; la aparición de nuevos enfoques y modelos fundamentalmente ligados al estudio de la gestión de los recursos humanos.

Redimensionamiento de lo individual frente a lo colectivo: En este tercer momento, en el ámbito de discusión de las relaciones industriales se produce una reubicación delo individual. Hasta el momento – y como hemos marcado, desde sus orígenes – los aspectos colectivos del trabajo presentaban un predominio total en cuanto sujetos de estudio. En esta etapa, entonces comienzan a verificarse sujetos de estudio que no sólo atienden a los fenómenos colectivos del trabajo o a los colectivos que se organizan en función del trabajo, sino que se verifican sujetos de estudio referentes al individuo en tanto que trabajador. Entre otros pueden plantearse los siguientes: la satisfacción en el trabajo, la motivación, el ausentismo, la rotación individual, y la polivalencia del trabajador.

Pérdida de protagonismo del enfoque sistémico: Este enfoque comienza a ceder paso a otras perspectivas teóricas y a otros modelos que se desarrollan. El peso que tal enfoque tiene en la literatura especializada no es menor, peor ya no podemos hablar de una hegemonía como en el período anterior.

Continuación del debate acerca del interdisciplinaridad: Tal debate es de fundamental importancia, por cuanto en él y en los desarrollos que a consecuencia de éste se realicen, se juega el destino de la configuración total de las relaciones industriales como un campo propio con características singulares.

Aparición de nuevos enfoques y modelos teóricos: Los desarrollos teóricos no se detienen y la producción literaria es muy importante. De esta manera aparecen nuevos enfoques y modelos, muchos de los cuales tienen que ver con la importancia que la gestión de los recursos humanos adquiere entre las actividades gerenciales [9]

A manera de conclusión de estas precisiones debemos dar un concepto de relaciones industriales. Hemos entendido, que sólo a través de esta rápida evolución, es posible proporcionar y comprender un concepto actual de relaciones industriales. Como hemos visto, el debate comienza siendo terminológico pero deviene necesariamente conceptual. En efecto, las precisiones terminológicas solo tienen efecto si nos ayudan a determinar conceptualmente el ámbito de trabajo en el que nos encontramos. Por ello no consideramos problemática la asimilación del término relaciones laborales con una acepción amplia del término relaciones industriales. Más que el debate terminológico lo que importa es la precisión conceptual del contenido que podamos atribuir a tales términos.

Por ello – y entre muchos conceptos posibles – entenderemos por relaciones industriales, junto con G. Dion, el conjunto de relaciones sociales y económicas, que nacen en ocasión de la producción de bienes económicos y que son a la vez individuales y colectivas. Tal conjunto de relaciones sociales y económicas, presenta una importancia suficiente en toda sociedad, como para ser motivo de preocupación académica [10]

III – ¿Ciencia o campo de estudios y de investigación científica?

Una vez determinado el contenido conceptual de las relaciones industriales, podemos entonces abordar la pregunta clave del referido debate.

Para una parte de los autores, las relaciones industriales son una ciencia, claramente delimitada por singularidades propias, que se presentaría como una ciencia nueva en el ámbito de las ciencias sociales.

Para otra parte de la literatura especializada en el tema, las relaciones industriales no son más que un campo de estudios, un ámbito de investigación en el cual pueden aplicarse técnicas y métodos de distintas disciplinas científicas, fundamentalmente, disciplinas provenientes de las ciencias sociales.

  • LINEA ARGUMENTAL DE LOS PARTIDARIOS DE LA CONFIGURACION CIENTIFICA.

Quienes consideran las relaciones industriales como una ciencia, estructuran sus argumentos a partir de una cierta especificidad de los sujetos de estudios abordados. De esta manera se enfatiza la singularidad de tales sujetos de estudio, sin hacerse mención a una metodología de análisis propia. Así entonces, las relaciones industriales tendrían una conformación científica, autónoma, distinta de otras ciencias sociales, más que por sus métodos, por sus sujetos de estudio. Tales sujetos incluirían en una forma amplia, el estudio de todos los problemas y relaciones sociales que se desarrollan como consecuencia del trabajo.

Estos autores distinguen en la conceptualización de las relaciones industriales, una dimensión empírica y una dimensión analítica. Bajo el plano empírico, las relaciones industriales se refieren a un universo de fenómenos que se nuclean en una práctica. La dimensión analítica, hace referencia a la organización sistemática del conocimiento referente a tales fenómenos, lo que conduce a la configuración de las relaciones industriales como una ciencia.

Los partidarios de esta concepción, postulan que aun cuando es justo reconocer la existencia de diversas perspectivas metodológicas en el ámbito de las relaciones industriales, esto no impide su configuración en ciencia. Según esta visión, las relaciones industriales cubren un campo de actividades concreto y específico, referente a problemas cruciales de la sociedad. Por ello, es necesario desarrollar métodos de análisis que permitan – tanto a los investigadores como a las personas involucradas en la práctica de las relaciones industriales – obtener puntos de referencia comunes, que permitan construir un dominio de discusión, investigación y práctica, con características propias y autonomía científica. Por último, esta visión, ve en la enseñanza universitaria de las relaciones industriales – y en su consecuente estructuración en cátedra, institutos o escuelas – la consagración final de la línea argumental que defiende la configuración de las relaciones industriales como una ciencia nueva [11]

Esta concepción de las relaciones industriales, reconociendo la diversidad de sujetos de estudio que ellas presentan, pretende integrar los instrumentos cognitivos forjados por otras ciencias. Esta integración posibilitaría la configuración de las relaciones industriales – en tanto que disciplina científica -como una "cross – disciplinary ", diferente de las diversas disciplinas "tradicionales" de las ciencias sociales. Esta situación conformaría la característica más saliente de las relaciones industriales como disciplina científica: su interdisciplinaridad. Dada la complejidad de los hechos sociales estudiados por las relaciones industriales, y dada la presencia importante de problemas vinculados a tales hechos, el enfoque unidimensional de las distintas disciplinas tradicionales, no es suficiente. Se requiere entonces, una perspectiva interdisciplinaria que permita una cabal comprensión de los hechos y que posibilite una mejor resolución de los problemas.

  • LINEA ARGUMENTAL DE LOS PARTIDARIOS DE LA CONFIGURACIÓN DE LAS RELACIONES INDUSTRIALES COMO UN CAMPO DE ESTUDIOS Y DE INVESTIGACION.

Contrariamente a la visión expuesta, otros autores no ven en las relaciones industriales un dominio capaz de configurarse como una ciencia.

Así, estos autores entienden las relaciones industriales como un campo de estudios, en el cual pueden encontrarse los trabajos y opiniones de varias disciplinas. Las perspectivas singulares de cada perspectiva, y fundamentalmente sus diversas metodologías de trabajo, conforman un "campo de diálogo", el cual conforma el ámbito de las relaciones industriales.

Para estos autores, la interdisciplinaridad sería un aspecto característico de las relaciones industriales, pero limitada al aporte puntual de las disciplinas que dialogan e intercambian sus puntos de vista. De esta forma, estos autores no ven un hilo unificador que pueda dar coherencia conceptual y ordenar el conocimiento en el ámbito de las relaciones industriales.

Por otra parte, entienden estos autores, que los sujetos de estudio de las relaciones industriales, pueden ser estudiados independientemente por otras ciencias: la economía, la sociología, el derecho, la psicología, etc.

De estas razones se desprende inexorablemente la conclusión: las relaciones industriales no son más que un campo de estudios, un campo de investigación, donde canalizan sus inquietudes diversas ciencias [12]El diálogo de estas ciencias no logra conformar un síntesis interdisciplinaria, necesaria para poder plasmar sus respectivas visiones, en una nueva ciencia interdisciplinaria que serían las relaciones industriales.

En este sentido, G.Hebert es claro cuando expresa " comme je les comprends, les relations industrielles sont un champ d" études, fort important d" ailleurs, que je comparerais a la médicine. La médicine a pu ëtre considerée comme une discipline il y a longtemps; elle n"est plus une discipline mais un champ d" etudes et de recherche qui s" est donné comme objectif découvrir des nouveaux moyens de traiter et de guérir le corps humain. La physique, la chimie, l"anatomie, la psychologie et la psychiatrie, sont autant de métodes por étudier et comprendre le fonctionnement de l" etre humain. La médicine c"est l" ensemble de toute cette recherche pour le mieux – etre de l " humanité . Pourquoi ne purrait – on pas considérer de la meme maniere les relations industrielles? [13]

Una vez determinado el debate por los argumentos de una y otra parte, estamos pues en condiciones de abordarlo, y de proponer un solución al mismo, de acuerdo a nuestras propias perspectivas. Para ello, vamos a recurrir a los postulados sobre la cientificidad desarrollados por algunos filósofos de la ciencia.

PREGUNTA:

En su criterio ¿què disciplinas y porquè deberìan integrar el estudio de las Relaciones Laborales?

I.3 – Breve introducción de los modos de producción y su influencia en el trabajo.

LAS TRANSFORMACIONES DEL TRABAJO

(de La Contratación Atípica del Trabajo de Juan Raso Delgue)

Desde la condena bíblica, hombre y trabajo son conceptos estrechamente unidos. La historia del hombre es fundamentalmente la historia del trabajo y de sus modalidades de ejecución. La economía, la composición de los estamentos sociales, las riquezas mercantiles, las luchas sociales, las revoluciones se nutrieron en gran medida del trabajo y de las formas en que en determinada cultura y época se desarrollaba el mismo. Porque no hay en la historia una única forma de trabajo: existió el trabajo de los esclavos que levantaron pirámides y el de los artesanos que se formaron en las corporaciones de los siglos XV y XVI; el trabajo semi dependientes de la contracto operis y de la contracto operarum de la época romana y el trabajo de los siervos de la gleba del mundo feudal; el de los trabajadores de las fábricas y el del teletrabajo. Cada forma de trabajo tuvo su génesis, su organización, su desarrollo, su decadencia, su contexto político, económico y cultural.

El siglo XX vio irrumpir con la fuerza de una violenta explosión el trabajo subordinado. El trabajador de fábrica fue la expresión típica y principal de la actividad laboral del hombre durante las primeras tres cuartas partes del siglo XX.

La generalización del trabajo subordinado de tipo fabril y los indudables éxitos – no solo económicos, sino también sociales – de esta modalidad de trabajo hicieron suponer a muchos que ella estaría destinada a perdurar para siempre como una realidad. En su apogeo, pocos pensaron que el trabajo subordinado sería tan solo una forma histórica de la actividad productiva humana. Pocos consideraron que el trabajo subordinado sería sustituido con nuevas formas de trabajo, siguiendo la regla de transformaciones a la que se había sujetado desde la aparición del homo faber. La certeza de que el trabajo subordinado sería el trabajo típico para siempre puede fácilmente comprobarse en la estructura de seguridad social que se planificó a partir de la segunda guerra mundial. Se construyó un modelo – hipotéticamente destinado a perdurar en los siglos – en torno a la idea central del trabajo realizado por hombres en relación de subordinación, que desarrollaban trabajo en tiempos fijos a cambio de un salario predeterminado.

Hoy asistimos a la declinación del trabajo subordinado. Vivimos una época de transición entre el trabajo de tipo fabril y las nuevas formas de trabajo. No existen aún nombre claros para identificar los nuevos trabajos ni normas para regularlos. Utilizamos las expresiones simples de trabajo "típico" y trabajo "atípico: la primera referida al trabajo realizado en jornada completa y por tiempo indefinido en una unidad productora de la empresa; la segunda para las prestaciones laborales, que no reúnen algunas de esas características[14]

No hay dudas – expresa Javillier – que conceptos como el de empleador, empresa, subordinación están afectados por las mutaciones económicas y tecnológicas. Son por lo tanto los pilares del derecho del trabajo clásico (aquél que nos llega desde el siglo XIX con la fábrica y la lucha de clase), que podrían estar tambaleando, con el peligro de desestabilizar todo el edificio[15]

El debate – afirma Grandi – se construye sobre la posibilidad y la oportunidad de reconocer junto a la tradicional dicotomía del derecho romano (trabajo subordinado/trabajo autónomo), una tercera categoría de relaciones contractuales, construida sobre el criterio de la coordinación de la actividad laboral (prevalentemente) personal. En la dialéctica clásica entre "subordinación" y "autonomía" surge una nueva realidad más compleja y ambigua de situaciones de trabajo – el trabajo "coordinado" – necesitadas de protección , pero en las que está ausente toda tutela sustancial[16]

Debe reconocerse también que en estos procesos de cambio, no existen certezas. ¿El trabajo subordinado de tipo fabril realmente está en vía de extinción y será sustituido en su totalidad por los "nuevos trabajos"? No es fácil hacer futurología en la materia. No debe excluirse que una franja importante de la actividad humana siga realizándose en forma subordinada, aunque con ajustes a las nuevas realidades productivas. Lo que en cambio parece adquirir relevancia es una realidad en la cual no existirá una forma característica de trabajo, sino que cohabitarán diversas modalidades de trabajo. Pasamos – y aquí nos aventuramos al vaticinio – de una época "del trabajo" a otra "de los trabajos": de la homogeneidad a la diferencialidad.

"Uno de los cambios más notables -señala Martín Valverde – experimentados en el sistema productivo y en la estructura ocupacional en los últimos veinte años es la proliferación de modalidades de trabajo que se apartan del modelo trabajo estable a tiempo completo. La aplicación de nuevas tecnologías, la transformación de los valores y de los modos de vida de amplios sectores de la población y la configuración de un nuevo sistema de necesidades sociales han generado nuevas ocupaciones, nuevas formas de empleo de la fuerza de trabajo y nuevas modalidades de intercambio de servicios. Todo este cúmulo de situaciones de trabajo ha sido bautizado con la expresión afortunada de trabajo atípico"[17]

Es evidente que la pluralidad de formas de trabajo obligará a construir nuevas reglas para regular los derechos y obligaciones en la contratación de cada tipología laboral.

Este libro pretende acercarse a las nuevas modalidades contractuales de trabajo (incluyendo algunos "viejos" contratos, utilizados hoy con nuevos criterios de gestión) con especial referencia a la legislación, doctrina y jurisprudencia nacional y dejar planteada – a partir del reconocimiento de esta realidad – la problemática que ella plantea frente a la ausencia de normas, que permitan construir un sistema confiable de regulación.

Antes de entrar al examen propuesto, creemos útil un breve repaso de la evolución del trabajo en los últimos dos siglos a los efectos de comprender mejor la actual pluralidad contractual.

2. La revolución industrial: una revolución en etapas

Las opiniones no coinciden sobre el comienzo de la revolución industrial. Algunos consideran que la primera "revolución" se produjo en el momento que se logró la fusión de los metales, es decir alrededor del 4.000 antes de Cristo en la Mesopotamia, el Oriente Medio y el Egipto.

Otros en cambio consideran que ella coincide con la época del mercantilismo (1400-1500). El pasaje de la Edad Media a la revolución industrial estaba obstaculizado por la ausencia de un mercado suficientemente grande y por la existencia de las corporaciones que, con sus privilegios, impedían el progreso de la técnica industrial y los nuevos procesos de producción. Según esta tesis, el comienzo de la historia de la industria está marcado por diversos acontecimientos que se registran en los siglos XVII y XVIII: la escisión entre el comercio y la actividad técnico-productiva, debido al nacimiento de una verdadera clase de empresarios comerciales; por la división del trabajo, es decir la disgregación del proceso de producción en los laboratorios de los diversos artesanos; por el crecimiento del número de los obreros y la introducción de mujeres y niños en la actividad industrial desarrollada a domicilio en el campo, y finalmente por las primeras unificaciones nacionales, que creaban un vasto mercado interno[18]

La tesis sin embargo más difundida es la que hace coincidir el comienzo de la historia industrial (la revolución industrial) con la difusión del maquinismo en larga escala. Correspondió a Watt (1769) introducir la propulsión de la energía del vapor a inventos mecánicos, que ya habían sido experimentados en el siglo anterior. El uso organizado de la máquina trasladó el trabajo de los domicilios obreros a establecimientos centralizados para producir bienes de consumo[19]Nació de esta forma el trabajo subordinado, tal cual lo conocemos en nuestros días, que luego se expandiría y consolidaría con la llamada segunda revolución industrial, a comienzos del siglo. La máquina acentuó la brecha entre los empresarios y los obreros, entre aquellos que tenían los medios económicos para poder adquirir los "bienes de producción" y que generalmente no trabajaban y los que trabajaban sin poder acumular suficiente capital para volverse propietarios de esas máquinas.

Los capitalistas a su vez, para hacer producir las máquinas debían arrendar fuerza de trabajo y pagar por ella un precio: el salario. La lógica del modelo determinaba que el trabajador no se apropiaba del producto de su trabajo, sino que ese producto pertenecía al dueño de las máquinas, quien pagaba un precio al obrero por la tarea realizada. La distancia entre el empresario/dueño de los medios de producción y el trabajador que enajena su trabajo por un precio caracterizará la relación de trabajo subordinado desde el siglo XVIII hasta nuestros días: por un lado el capital, que asume los riesgos y la conducción de la empresa, beneficiándose con el lucro que ésta produce; por el otro los trabajadores, que han cedido su fuerza de trabajo por un precio y tratarán que ese precio sea cada vez más alto, más estable y más seguro. La confrontación "capital/lucro – trabajo/salario" constituirá la esencia del conflicto entre empresa y trabajadores.

La primera revolución industrial se extendió hasta fines del siglo XIX y en ella el capitalismo afirmó su lógica productiva en el sistema de fábrica. Su bandera ideológica fue el individualismo liberal y la existencia de mano de obra barata permitió una explotación en gran escala. Trabajadores de todas las edades y con escasa capacitación cumplían extenuantes jornadas de trabajo, percibiendo empobrecidos salarios. Las corrientes emigratorias hacia nuevos países constituían un alivio al desborde de los congestionados mercados de trabajo de las naciones europeas. El Estado, formalmente separado de los intereses del capital, tutelaba sin embargo esos intereses, reprimiendo la protesta obrera. Es ésta una etapa de gran desequilibrio entre clases dominantes y clases dependientes. Las relaciones de trabajo están marcadas por la coacción y el enorme poder del empleador. Frente al fracaso de la protesta obrera, fueron adquiriendo fuerza nuevas ideologías (marxismo, anarco-sindicalismo), que pregonizaban la caída del capitalismo, víctima de sus contradicciones internas y del desarrollo de la lucha obrera. También aparecieron ideologías menos radicales, como el pensamiento cristiano recogido en la encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII. En los países industrializados de más antigua data (Inglaterra, Estados Unidos) comenzaron a aparecer concesiones a las exigencias de los trabajadores y a producirse modernizaciones en las relaciones laborales. La Fabian Society – fundada en Inglaterra en 1883 y base del futuro partido laborista fundado en 1900 – promovería tendencias socialistas no revolucionarias.

Pero el verdadero desarrollo del trabajo subordinado – tal cual lo conocemos en nuestros días – se produjo con la segunda revolución industrial a partir precisamente del comienzo del siglo. La utilización de nuevas fuentes de energía -fundamentalmente el petróleo y la electricidad, la invención del motor de combustión interna, la producción del acero, la naciente industria química y – en lo económico – la concentración de capitales y medios de producción impusieron cambios cualitativos en los sistemas de producción.

Fruto de esta nueva organización del trabajo y expresión de la segunda revolución industrial fue un modelo de fábrica, cuyo arquetipo es la fábrica fordista.. En 1909 Henry Ford anunció la producción del "modelo T", un automóvil práctico e igual para todos y destinado a ser producido para un mercado masivo. Ford comenzó a producir el modelo en serie sobre líneas de montaje a partir de 1913. El cambio de la primera a la segunda revolución industrial no está solo marcado por la línea de montaje, sino por la introducción en la fábrica fordista de la "organización científica del trabajo". Fue Frederick Taylor el hombre que supo racionalizar los procesos productivos, buscando mayor regularidad y rentabilidad del trabajo asalariado. Su mayor preocupación era aumentar la producción y elegir la mejor vía – la one best way – para aumentar la productividad de hombres y máquinas.

Con Taylor se desarrolla la cuestión central en los modos de producción del siglo XX, que es el aumento de la productividad del trabajo subordinado. Taylor introdujo los conceptos de "justo salario" para un "justo trabajo". El "justo trabajo" era determinado por un estudio científico de los movimientos del trabajador, que indicaba el método de producir en el menor tiempo posible. La consecuencia sería que el mayor esfuerzo del trabajador se traducía en un aumento del salario. Taylor buscó la optimización del tiempo de trabajo. Tiempos precisos y definidos; ritmos de trabajo constantes; repeticiones cada vez más rápidas., La célebre imagen de Charles Chaplin apretando tuercas en Tiempos Modernos es representativa de esas esquizofrénicas repeticiones. El método taylorista requería que el trabajador realizara en determinado espacio físico (la fábrica) una pequeña tarea en el proceso productivo, repitiéndola al infinito. La organización científica del trabajo se volvió un instrumento de anulación del hombre y de rápido deterioro de su existencia. Taylor pedía a los obreros, que sometía a sus experimentos, que no pensaran mientras efectuaban los movimientos indicados, es decir que les solicitaba el máximo del automatismo. La lógica del sistema taylorista llevaba a la destrucción de los obreros que superaban la edad de la plena actividad muscular. Los diarios europeos reportaron en 1912 que a un ingeniero inglés que visitaba una de las primeras fábricas taylorizadas, le llamó la atención ver sólo obreros jóvenes y vigorosos. Preguntó a Taylor dónde estaban los viejos. Este no contestó. Luego frente a la insistencia del inglés, le ofreció un cigarro y contestó tranquilamente " Vayamos, fumando, a visitar el cementerio"[20]. Es probable que el episodio fue exagerado por la prensa europea, pero documenta la brutalidad de la aplicación del método.

Fue también un método que dividió a los trabajadores en categorías rígidas, que los mismos trabajadores décadas más tarde defenderían. Tiempos de trabajo fijos en tiempos predeterminados se retribuían con estructuras salariales estrictamente proporcionales a las tareas realizadas. El método exigía por otra parte una rígida supervisión y control por parte de los mandos medios y superiores, lo que desarrolló con especial fuerza la idea del poder disciplinario, cuya otra cara era la subordinación. Finalmente esa forma de trabajo – de estructura tan rígida – estaba destinada a continuar, mientras continuara la evolución productiva de la empresa. Por lo tanto el contrato de trabajo por tiempo indefinido completó conjuntamente con la fábrica, la categoría, el salario fijo, la subordinación y el trabajo en tiempos predeterminados el conjunto de características de la relación laboral en la segunda revolución industrial.

Como hemos expresado, en la metodología laboral de Taylor no existía especial preocupación por la integridad física y psíquica del trabajador, motivo por el cual fue creciendo el conflicto social entre las empresas tayloristas y las organizaciones sindicales. De ahí derivó un efecto no deseado del modelo: la expansión y fortalecimiento de la organización sindical. En efecto el sindicato se potenció desde comienzo del siglo precisamente como reacción al industrialismo, expresión típica de la segunda revolución industrial. Taylorismo/Fordismo y sindicalismo fueron como hermanos que se odian: la presencia de uno fue condición del otro. El Taylorismo/Fordismo provocó – sin quererlo – el desarrollo y el éxito del movimiento sindical. El modelo con sus teorías sobre la producción igualaba a los trabajadores y el sindicalismo supo transformar esa igualdad en solidaridad. En esta lucha no hubo ni vencidos ni vencedores, pero debe destacarse la conclusión de que el taylorismo marcó la forma del sindicalismo[21]Frente al poder del empresario y la hostilidad del Estado, los trabajadores se unieron en categorías y territorios, para dar un efecto multiplicador a sus fuerzas. La fábrica, las categorías, los tiempos de trabajo predeterminados, los salarios fijo, todo ayudó a formar esa conciencia común fortalecida por el efecto nivelador e igualitario del taylorismo[22]

El sindicalismo se organizó en los años anteriores a la segunda guerra mundial, pero es a partir de los años '50 que se produce su gran desarrollo. Las organizaciones obreras plantean sus reivindicaciones a través del conflicto. Las empresas – generalmente en una situación de expansión económica – pueden hacer concesiones a las reclamaciones sindicales. Se produce un círculo virtuoso huelga, mejoras de las condiciones de trabajo, períodos de paz, nuevamente huelgas y nuevas condiciones laborales más favorables – que constituirán el gran pegamento de la representatividad y del poder del sindicato. Este se institucionaliza en la empresa y en la sociedad, mientras se generalizan las políticas sociales en favor de los trabajadores.

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