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Una mirada al comportamiento social de la iglesia frente al trabajo humano


Partes: 1, 2

  1. Consideraciones generales
  2. El mensaje bíblico sobre el trabajo
  3. Iglesia sociedad y trabajo en la edad media y moderna
  4. Iglesia sociedad y trabajo en la Francia de la revolución
  5. Iglesia y sociedad y trabajo en la Europa del siglo XIX

CONSIDERACIONES GENERALES.-

Presentar una síntesis sobre el comportamiento de la Iglesia a lo largo de la Historia constituye un trabajo arduo y complejo debido a su amplitud (casi dos mil años) así como por el celo impuesto por ella, durante mucho tiempo, respecto a develar no más allá de lo que el ojo puede ver o lo que el oído puede oír, bajo amenaza de herejía. No obstante la investigación histórica se ha abierto paso entre la desviación herética, logrando registrar nombres, lugares, hechos y fechas de quienes perteneciendo al seno de la Iglesia mostraron en el devenir de los tiempos un comportamiento ajeno al magisterio de Cristo.

Esta constatación histórica obligo al Vaticano bajo el apostolado de Juan Pablo II

a finales del siglo XX reconocer en su documento a la Iglesia1 "…como una sociedad viva que atraviesa los siglos, cuya memoria no está sólo constituida por la tradición que se remonta a los Apóstoles, normativa para su fe y para su vida, sino que es también rica por la variedad de las experiencias históricas, positivas y negativas, que ella ha vivido… El pasado de la Iglesia -expresa el documento- estructura en amplia medida su presente.?

Reconocida la Iglesia como una sociedad viva que atraviesa por el ineludible proceso de nacimiento crecimiento y desarrollo es de suponer que desde sus orígenes hasta su desarrollo y consolidación ha enfrentado problemas de sobrevivencia que la han llevado asumir a lo largo de la historia comportamientos ajenos a su magisterio

La Iglesia católica como institución social nace de la necesidad, como todas las religiones en el mundo de creer en un ser superior capaz de dominar las fuerzas de la naturaleza y el mundo. Mirecea2, historiador y filosofo expresa que la iglesia católica es una comunidad de personas que comparten la idea de dios como realidad y desarrollan sus vidas de acuerdo con esta creencia y son fieles a este compromiso

Otros historiadores como Bainvel3, Salaverri,4 y Legosfel5 estiman que

«Iglesia»,"ekklèsia", vine del griego "ek-kalein" – "llamar fuera?. Significa "convocación". Designa asambleas del pueblo (Cf. Hch 19, 39), de carácter religioso. Término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la

"convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la tierra.

El término «católico» proviene del griego ?a??????? (katholikós), que significa universal. Ignacio de Antioquia da en el año 110 el testimonio más antiguo de este nombre: "Donde esté el obispo, esté la muchedumbre, así como donde esté Jesucristo esté la Iglesia Católica" (Carta a los Esmirniotas 8:2). En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre". Posteriormente se usó el término "católico", para distinguirse de otros grupos cristianos cuyas doctrinas diferían de la línea principal (como los gnósticos).

El entendimiento sobre la Institucionalización de la Iglesia Católica la proporciona el profesor y fundador de la cátedra de estudios sobre religión de la Universidad de Lancaster Ninan Smart6, al señalar que esta comienza cuando ciertas reglas para complacer a Dios evolucionan hasta convertirse en normas sociales que deben ser cumplidas Las Instituciones religiosas pueden mantener unidas a las sociedades dando legitimidad y razón a las normas sociales, además influye en la creación de comunidades unidas por las mismas razones morales.Acogiendo el punto de vista de Smart, partamos dejando sentado el origen de las fuentes de enseñanza de la Iglesia para lo cual nos apoyaremos en los argumentos de Pierre Bigo, 7 para quien el magisterio de la Iglesia no tiene otra misión que la de enseñar la palabra de Dios, y cualquier enseñanza doctrinal que no tenga vínculo con la única revelación debe ser rechazada. Como el interés de nuestro estudio está referido al trabajo humano surge la pregunta.

I.1. El mensaje bíblico sobre el trabajo.-

EI tema del trabajo en la Biblia puede verse desde diversos centros de interés; Muñoz León 8 presenta una explicación sobre la naturaleza y el sentido del trabajo humano a la luz de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento que trataremos de sintetizar a continuación:

A. Trabajo y descanso en el relato de la creación.-La Biblia se abre con la descripción de la semana creadora. En seis días Dios va creando desde la luz hasta el hombre y el séptimo día descansa. Este relato de la tradición sacerdotal (Gen1,

1-2,4a) tiene sin duda una finalidad catequética y una preocupación por justificar el día de descanso. Pero a la vez se convierte en un fundamento de la teología del trabajo (véase Ex 20,17). La exaltación del día festivo es simultáneamente una consideración del trabajo humano.

Este pensamiento aparece también en la bendición de procreación y de dominio de la tierra que el mismo relato sacerdotal pone inmediatamente después de la creación del hombre a imagen de Dios (Gen 1,26 28). El dominio de la tierra es una tarea del hombre, un dominio que es una administración y debe tener presente el respeto a la obra de Dios y la primacía del hombre en la transformación del mundo.9

B. El trabajo ¿castigo o tarea? la perspectiva del relato de la creación.

(GEN 2,4B-3,24)

Este segundo relato de los orígenes tiene características muy determinadas. El autor nos presenta al hombre sacado del polvo de la tierra y dotado del Espíritu de Dios. Una vez formado el hombre, es transportado al jardín de Edén, sin duda para vivir en él y para cultivarlo. La descripción del Edén con toda clase de árboles y la situación en medio del jardín de los dos árboles misteriosos (el árbol de la vida y árbol de la ciencia del bien y del mal) es un símbolo de una vida dedicada a la compañía divina que gratuitamente otorga la subsistencia.

El relato se centra a continuación en la desobediencia de Adán y Eva al mandato divino, cediendo a la tentación de querer ser como Dios, árbitros del bien y del mal. Este pecado es sancionado por el juez divino. La sentencia va en primer lugar contra la serpiente que será vencida por la mujer y su descendencia (Gen 3,15). Después se anuncia a la mujer las consecuencias que del pecado surgirán para su función de madre y esposa (Gen 3,16). Finalmente encontramos el anuncio del castigo a Adán. Aquí hemos de entretenernos para examinar unas palabras que han determinado durante muchos siglos la consideración del trabajo como un castigo divino. El texto es el siguiente (3,17-19): «AI hombre le dijo: Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.

Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado».

No podemos entretenernos en hacer una exégesis detenida de este importante lugar de la Biblia. Solo podemos hacer una consideración global. El aspecto doloroso que el trabajo supone en la vida del hombre, y muy especialmente en los tiempos en que se escribe este relato, requería una explicación. Este aspecto doloroso no podía ser el plan inicial de Dios sobre la humanidad. Por consiguiente solamente tenía su explicación en un pecado original. El texto culmina con la indicación de la muerte como final del trabajo humano Lo que se considera como castigo del pecado no es el trabajo sino el final que esperaría al hombre sin la redención. En cualquier caso la frase «con el sudor de tu rostro comerás el pan» quiere contraponer la nueva situación de la vida fuera del paraíso. Allí había abundancia de todos los medios de vida producidos directamente por la tierra. Ahora habrá que trabajarla para poder comer. Eso mismo indica la frase con que se describe la expulsión de Adán y Eva del paraíso: «y le echó Yahvé Dios del Jardín de Edén para que labrara el suelo de donde había sido tomado» (Gen3, 23). Esta perspectiva sombría del yahvista ha sido modificada sustancialmente en la revelación posterior. Ya los targumistas interpretaban la sentencia de Gen 3,19:

«Hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste tomado, porque polvo eres y al polvo volverás» añadiéndole la siguiente frase: «Y del polvo tú has de volver a levantarte para dar razón y cuenta de todo lo que has hecho». Pero ha sido la revelación cristiana la que, gracias a la mediación de Jesucristo, ha visto que el final del hombre no terminaba en la muerte sino en compartir la resurrección de Jesucristo. Y esta perspectiva hace cambiar simultáneamente también la idea del yahvísta sobre el dolor como castigo.

En efecto, la redención libra al hombre de la esclavitud del pecado y con ello libra también al hombre de la consideración del trabajo como castigo. De alguna manera podemos decir que restaura la nobleza del trabajo que aparecía en el primer relato del Génesis. Cierto que no se suprime el aspecto doloroso (aunque el progreso de la civilización lo ha mitigado grandemente en el aspecto físico), pero ese dolor, como el las artes y de la técnica. El autor, que también aquí es el yahvista, nos ha querido retroproyectar al mismo comienzo de la humanidad la rivalidad entre pastores y agricultores y el recuerdo de los primeros esbozos de la civilización. La referencia a los sacrificios nos pone de relieve una idea que está muy extendida en las civilizaciones primitivas, aunque a veces deformada por la idolatría. Se trata del reconocimiento del fruto del, trabajo humano en la agricultura o el pastoreo, como bendición de la obra divina, reconocimiento que se expresa en el sacrificio.

Tras la catástrofe del Diluvio, el autor sagrado establece como un elemento de estabilidad de la humanidad la sucesión de las estaciones y la labor humana: siembra y siega (Gen 8,22).10

C. Trabajo y descanso en la enumeración de los mandamientos

El Decálogo o Diez Mandamientos, a propósito del descanso sabático, indica:

«Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo, es día de descanso para Yahveh, tu Dios» (Ex 20,9-10). La intención del Decálogo es sancionar el descanso del sábado, pero la expresión en imperativo «seis días trabajarás» puede indicar en general la obligación del trabajo aunque también podría traducirse en el sentido de «seis días podrás realizar tus trabajos». En cualquier caso el autor inspirado considera normal el hecho del trabajo humano al que, no obstante, hay que ponerle un límite para que el hombre pueda mantener un contacto de adoración con Dios. El trabajo no es algo absoluto. El hombre es un ser libre, su realización principal es la unión con Dios.

D. La descripción de la obra creadora en los salmos.-

El poema contenido en el salmo 104 comienza con una descripción de la hermosura de la obra creada por Dios. Enseguida pasa a la tarea del hombre como cooperador de la creación. El salmo describe al hombre en su tarea desde el amanecer hasta el anochecer (v. 23). El hombre de la enfermedad y en general de la situación humana, aparece ahora en una perspectiva nueva como unión a la pasión redentora de Cristo. El dolor que acompaña el trabajo es signo de la mortalidad del hombre y, a la vez, semilla de la resurrección futura.11

E. Trabajo en los relatos sobre el comienzo de la civilización (Gen 4,1 ss.)

El relato de Caín y Abel nos presenta ya las dos primeras formas de trabajo de la humanidad y, dentro del mismo capítulo, aparece ya la invención de

Saca de la tierra el pan, el vino y el aceite (v. 14.15).Esta tarea y el dominio sobre la tierra había sido expuesta también en el Salmo 8 recordando el lenguaje del relato sacerdotal de la creación. También el salmo 128 habla de la dicha del hombre que come del trabajo de sus manos (v. 3).12

F. El trabajo en el libro de Job.-

El drama de la situación humana aparece en este libro con un acento poético inigualable. En algunos capítulos el autor se complace en describir la sabiduría presente en la creación y que constituye un espectáculo de belleza y grandiosidad capaz de dejar admirado al hombre. Pero en otros capítulos, sobre todo en el que se describe la miseria del hombre, el autor se ha trabajo complacido en describir la fatiga humana, la dureza de la situación del de los jornaleros en la rudas tareas del campo o en los telares para procurarse el vestido (Job 7.1-11) y todo

ello también aquí a primera vista con la perspectiva de la muerte como único remedio. El pesimismo de Job se parece mucho al que hemos visto en el autor yahvista. De todos modos Job piensa que al final Dios se levantará en su ayuda (Job 19,25) y la esperanza de la resurrección abre su horizonte. La vida humana es un misterio y la grandeza de la creación es un argumento de la bondad de Dios. Otros libros sapienciales, como el Eclesiastés o el Eclesiástico, ofrecen perspectivas procedentes ya del contacto con el pensamiento helénico, pero dentro de la línea monoteísta.

G. El trabajo en el nuevo testamento, ejemplo de Jesús.-

El Nuevo Testamento vive básicamente inmerso en la tradición bíblica. Hay sin embargo una serie de detalles en la doctrina de Jesús y de Pablo que nos indican perspectivas nuevas.

Es notable que Jesús haya querido vivir en el seno de una familia cuya cabeza (José) ejerció e manual de carpintero (Mt 13,55). Más aún, el mismo Jesús ha ejercido largo de los años este oficio (Me 6,3). Este dato implica una visión nueva del trabajo imaginable en la mentalidad de los filósofos paganos y de las culturas griega y romana. En cuanto a la enseñanza de Jesús recordemos en primer lugar que Jesús libera al hombre de la preocupación agobiante del trabajo haciendo referencia a la vida de los pájaros y a la hermosura de las flores (Mt 6,25-34).En segundo lugar Jesús insiste, en la parábola de los talentos (Mt 25,14-30), en la necesidad de poner en movimiento los talentos que Dios ha dado al hombre y de los que él es un administrador.

En tercer lugar Jesús ha puesto al Padre como modelo de su trabajo este punto es especialmente importante en el evangelio de san Juan. El Padre aparece en su obra de dar vida y de juzgar (Jn 5,19-24). Esta misma obra es la que Jesús realiza sobre la tierra. Más aún, la obra de Jesús es la misma obra del Padre

«Tengo que trabajar en las obras del que me ha enviado» ( Jn 9, 4). Sin duda esta obra es la liberación del hombre. La perspectiva de Juan supone una visión magnífica de la obra humana (Él es el Verbo Encarnado) como realización de la obra divina.

Finalmente Jesús reconoce como hechas a Él todas las obras llevadas a cabo en favor de los más pequeños (Mt 25,31ss). Ello implica un dinamismo nuevo del trabajo Toda la actividad que redunda en provecho del prójimo y especialmente nueva de contemplar en una óptica redentora el sentido del trabajo y del servicio.13 de los más necesitados, tiene en sí misma un valor de eternidad. La doctrina de Jesús está llena de parábolas de la vida del trabajo (el sembrador, el segador, los siervos que trabajan en el campo, el viñador, el administrador, etc.). Una dignificación del trabajo de «servir» se encuentra en toda la vida de Jesús y en su enseñanza. Recordemos el episodio del lavatorio de los pies (Jn 13,1- 12) y

la frase que revela su conciencia de cumplir con la misión del Servidor de Yahveh que no ha venido a ser servido sino a servir (Me 10,45).Es una forma totalmente

H. El ejemplo en las enseñanzas de San Pablo.-

En la comunidad de Tesalónica había surgido un malentendido en relación con la proximidad de la vuelta del Señor. Algunos pensaban que no era necesario ya trabajar. Pablo aprovecha la ocasión para expresar su pensamiento. En 2Ts 3,6-15 expone su comportamiento trabajando día y noche; a la vez recuerda su enseñanza a los fieles: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma» (2Tes 3,10). Esta frase indica que el apóstol considera el trabajo como la tarea que Dios ha puesto al hombre para buscarse el medio de vida. Evidentemente la expresión no se puede aplicar a la situación en que encontrar trabajo es imposible. La frase repetidas veces expresada por Pablo sobre el trabajo de sus manos para proveerse de los medios de subsistencia, indica la misma idea pero además sale al paso de los que podían interpretar el trabajo apostólico como un medio de sacar dinero. Así en

1TS 2,9 habla de sus trabajos y fatigas y afirma: «Trabajando día y noche para no ser gravosos a ninguno de vosotros os proclamamos el evangelio de Dios». Los Hechos de los Apóstoles (Hch 18,3) nos describen incluso el oficio de Pablo. Era curtidor de pieles para las tiendas. La descripción que Pablo hace de Cristo que, siendo de condición divina, se hizo esclavo para salvar a la humanidad (Fil 2,6-

11) está en la misma línea de la enseñanza de Cristo que hemos visto más arriba. En tiempo de Pablo, el hecho de la esclavitud era considerado como un elemento del derecho de gentes. De todos modos, Pablo, a la luz del misterio redentor de Cristo, asegura: "Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3,28). No es difícil comprender lo que esta proclamación suponía para la consideración del de los esclavos. El cristianismo implicaba una dignificación del hombre como imagen de Dios. En este estado podemos concluir en que el pensamiento bíblico nos expone el sentido del trabajo humano como colaboración a la obra creadora y como medio de subsistencia. También como instrumento para el dominio de la tierra que Dios ha encomendado al hombre.14 .

I.2. Iglesia sociedad y trabajo en la edad media y moderna.-

En Grecia se estableció una diferencia radical entre dos esferas de actividad: la relacionada con el mundo común, y la relativa a la conservación de la vida. La política –no concebida como una profesión de especialistas, como se hace actualmente- era la actividad paradigmática en ese primer mundo, al que tenían

acceso todos los ciudadanos libres. La relación entre estos dos mundos podemos representarla, como hace Arendt15, mediante la dialéctica entre la libertad y la necesidad. Las actividades del mundo de lo común o de la polis constituirían el ámbito de la libertad, mientras que las tareas dirigidas a la conservación de la vida, que contribuían al desarrollo de la comunidad familiar, conformaban el ámbito de la necesidad. Era preciso que un determinado sector de la sociedad ejerciera estas últimas funciones –predominantemente los esclavos- para que otros

Sectores, el de los hombres libres, pudiera dedicarse a las actividades realmente estimadas.

La sociedad se caracterizó por la definición de ciudadanía y libertad, innovadores conceptos sociopolíticos- que por entonces eran ostentados por una minoría sostenida por el trabajo esclavo. Los cargos políticos, militares y religiosos eran solamente para los patricios (herederos de los fundadores de la ciudad y poseedores del poder). Los plebeyos, (la plebe, el pueblo) eran personas libres pero sin derechos políticos y se dedicaban al trabajo del campo, el comercio y las industrias artesanales. Finalmente estaban los esclavos que en su mayoría eran prisioneros de guerra que no poseían derechos de ninguna índole, y estaban destinados a los trabajos más penosos.

Para Olmeda16, los padres de la Iglesia, en las postrimerías del Imperio Romano, aconsejaban la sumisión de los esclavos. El resultado de su influencia se limitó a que la condición de aquéllos fuese dulcificada, lo que por otra parte contribuía a evitar la rebeldía, y aun en este aspecto habría que hacer notar que esta legislación benigna para la mano de obra servil del tiempo de los Antoninos volvió a su antigua severidad con Constantino en la época del cristianismo triunfante.

I.2. a La Iglesia y la reivindicación del trabajo humano.- La Iglesia en la práctica continúo respetando dicha jerarquía, debido a que el peso del modelo económico y social imperante jugó un rol preponderante en el desarrollo de su comportamiento

No obstante, Numerosos historiadores católicos entre los que se pueden citar a Llorca, García, Villosalba, y Montalbán, entre otros,17 sostienen hoy que durante la Edad Media la Iglesia exaltó la dignidad del trabajo manual. Según El jesuita

Hartmann – citado por Llorca18- la Iglesia había ennoblecido el trabajo manual en oposición al concepto despectivo que de él tenía la antigüedad.

El benedictino H. Leclerc19 – expresa Llorca -, pretendiendo estudiar el asunto con relación al estado social que implicaba la economía antigua, concluye sosteniendo que la Iglesia "…contribuyó ampliamente a la expansión industrial por el respeto y el interés que concedió al trabajo manual y por este medio a los intereses económicos"; y del precepto que figura en las epístolas de San Pablo, según el cual "quien no quiere trabajar no debe comer", deduce:"No es tanto el ejercicio del trabajo manual como su rehabilitación lo que ha sido la obra del cristianismo."20

Si tomamos en cuenta que no ha existido expansión industrial, ni rehabilitación del trabajo manual, ni revolución económica mientras duró la influencia de la Iglesia sobre la economía antigua y la medioeval; y si al final de la Edad Media, época a que no alcanza el límite cronológico de la obra de Leclercq, se produjo la revolución económica que desembocó en el advenimiento del sistema capitalista, ello ocurrió sin que el trabajo manual dejase de ser considerado vil. Sin embargo hay que reconocer con Olmeda que la Iglesia logró una revolución moral respecto al trabajo que nadie puede dudar. 21

Sanchis Gómez22, en sus estudios sobre la concepción del trabajo en la sociedad occidental desde La edad Media hasta nuestros días afirma que los Padres de la Iglesia en los primeros siglos del cristianismo no trataron el tema del trabajo con amplitud, sino al comentar los textos del Génesis o algunos episodios del Evangelio. La labor teológica se concentraba más bien en otros problemas que consideraban más urgentes: la regla de la fe, el canon de las Sagradas Escrituras, la trinidad, Jesucristo. Finalmente el monacato, la vida monástica contemplativa se concentró en aclarar las relaciones entre oración y trabajo. Se hablaba allí solamente del trabajo manual como remedio de la ociosidad.

Los doctores de la Iglesia medioeval también encontraban justificada la esclavitud. La modificación que Santo Tomás produjo en ella fue la opinión de que el esclavo estaba sometido temporalmente al amo; pero que su espíritu era libre y debía tener libertad para ejercer la caridad con el prójimo. Si recordamos que en la misma época la Iglesia desligaba a las personas de los lazos feudales cuando éstos representaban un obstáculo para la realización de actos favorables a las instituciones eclesiásticas, advertimos que esta modificación introducida por el Dr. Angélico en la teoría de los antiguos sobre la esclavitud no era una simple especulación teológica sin relación con los intereses temporales de la Iglesia, observa Sachis 23

En los tiempos modernos la Iglesia Católica siguió la tradición esclavista del cristianismo primitivo. En el siglo XVI, consultados por el Consejo de Indias, los jesuitas encontraban legítima la esclavitud de los negros en América. La existencia de ciertos escritores dominicanos que pensaban de otro modo prueba que la Iglesia no tenía doctrina contraria a la esclavitud, por aquel entonces ella misma explotaba gran número de esclavos en sus establecimientos religiosos de

América: "Tanto en los siglos XVI, XVII y XVIII", dice Georges Scelle,24 …"el papado no condenó la trata negrera ni la esclavitud, ni tomó partido contra estas instituciones."

Para Olmeda el estudio cada vez más completo de sociedad durante la Edad Media conduce a la conclusión de que en general la Iglesia no tuvo influencia alguna en la emancipación de los siervos; y cuando esa influencia fue visible accidentalmente, como en el caso de los sainteurs del Henao, la vemos utilizando un procedimiento parecido al de la protección apostólica: los siervos se emancipaban total o parcialmente del dominio señorial para pasar a contraer ciertas obligaciones pecuniarias, personales o hereditarias hacia la Iglesia o monasterio a que pertenecía el santo bajo cuya protección se colocaba. La Iglesia no daba nunca gratuitamente esta protección.25

La posición que antecede es aparentemente opuesta por Pernoud26 quien dedica el capítulo V de su libro ¿Qué es la Edad Media? a mostrar la acción del cristianismo temprano en contra de la esclavitud. La lectura que hace esta historiadora sobre los hechos parte de parámetros completamente distintos de los Sachis o Scelle, para ella los pensadores paganos de la antigüedad, siguiendo a Aristóteles, estimaban que la esclavitud era de derecho natural, vale decir, conforme a la naturaleza del hombre. La Iglesia antigua, fiel a la Biblia, se preocupaba principalmente de liberar al hombre de la esclavitud del pecado, que lo hacía esclavo de sus pasiones, y de afirmar que todos los hombres son iguales

en Cristo, dignidad para quienes son esclavos o libres en la sociedad civil. Esta idea determinó que cuando se realizaban celebraciones litúrgicas, en la antigüedad cristiana, no se separaban libres y esclavos; el matrimonio de los esclavos era tenido por válido; los esclavos podían acceder a los cargos de la

Iglesia; el papa San Calixto, por ejemplo, había sido esclavo.

Al heredar el feudalismo la misma estructura económica de la antigüedad y la misma concepción del trabajo las vicisitudes del mismo recayeron sobre determinadas jerarquías sociales que la Iglesia no solo justifico sino promovió apoyándose como refiere Sanchìs27 en la tradición judío –cristiana en donde las ambigüedades y ambivalencias del trabajo aparecen claras y sistematizadas. Por una parte ya desde el Génesis – acota Sanchis- la idea del trabajo aparece relacionada con la de pecado, castigo y padecimientos. Por otra del mismo Génesis puede deducirse que Dios fue el primer trabajador, pues la creación fue un autentico trabajo del que tuvo que descansar al séptimo día. Además Dios puso a Adán en el Paraíso para que lo cultivase y guardase, es decir le dio un trabajo como vocación. Hubo pues un trabajo feliz, bendecido por Dios antes de que se convirtiese en penitencia como consecuencia de la caída. La invitación evangélica a entregarse en manos de la Providencia sin dejarse abrumar por los problemas cotidianos; si Dios vela por los lirios del campo y las aves del cielo que consiguen su belleza y sustento sin afanarse ¿Cómo no ha de ocuparse de nosotros? Y en el otro extremo la admonición pauliana –"quien no trabaja que no coma"- en todo caso concluyendo con Sanchis, lo que se podría afirmar es que dentro el contexto cultural de la Antigüedad, el Cristianismo fue una religión abierta al trabajo.

1.2. b La Iglesia y el alejamiento de la palabra del evangelio .-Cuando la Iglesia quiso fortalecer sus raíces en el cuerpo social el cristianismo dejo de estar en el mundo para, en sincero propósito de amor y trabajo solidario, facilitar el pan del prójimo o, por caminos de abierta y liberadora generosidad, conquistar la voluntades una a una como, al ejemplo de Cristo, hicieran Pablo, Pedro o Santiago. Para muchos caudillos que se presentaban como cristianos, el cristianizar no era armonizar la Tierra sino comprar voluntades con la inteligente explotación de los recursos dialécticos que brindaba la novedad doctrinal, optimizar la propia fuerza y, como resultado, dominar su entorno; logrado el poder, muy probablemente, convendría aprovechar al máximo los recursos publicitarios del orden nuevo para mantener la fidelidad de los súbditos.

No puede dejarse de lado que los buenos cristianos veían en su doctrina bastante más que la ideología oficial: de ello nos dan sobrados ejemplos una pléyade de obreros del progreso, entre los cuales pueden citarse a: Jerónimo, Benito, Agustín, Ambrosio, etc.

El Cristianismo, predicado y protegido pero insuficientemente vivido, resultó incapaz de superar la abulia de un imperio en descomposición, por lo mismo, presa fácil para una multitud de pueblos empujados por la dinámica de su miseria y de su ambición. Se sucedieron las invasiones y asentamientos bárbaros con la lógica secuela de radicales cambios en las formas de vivir y de relación entre los hombres.

La cultura histórica se refugió en los monasterios, desde donde podían fluir atemperantes arroyos de humanidad siempre en comunión con la autoridad de Roma, centro emblemático de la Cristiandad.

En la modelación de las primitivas instituciones eclesiásticas del cristianismo el sacerdote cristiano era el heredero de su sucesor pagano. Olmeda28 refiere la existencia de muchas pruebas según las cuales el jefe de una comunidad de aldea era originalmente el sacerdote, que el templo era virtualmente suyo, que en el curso del tiempo delegó el ejercicio de la función sacerdotal en un delegado escogido por él reteniendo la propiedad, del culto29. La comunidad resultaba incompleta sin sacerdote y sin templo y sus miembros estaban obligados a asistir a los servicios como la estaban a atender a otros deberes tribales. Así, cuando la comunidad, siguiendo el ejemplo de su señor, se hizo cristiana, había ya una fuente obvia de sostenimiento del sacerdote del nuevo culto. Los hombres no podían ser menos generosos con él que con su predecesor pagano. Lo sostendrían del mismo modo y lo elegirían de la misma manera. Así, la Iglesia heredó del paganismo el patronato eclesiástico y la tierra de la gleba, como una pesada carga.

Si bien es cierto el sacerdote tenía una posición bien definida dentro de la comunidad, también tenía el dominio de una porción fijada por la costumbre dentro de la tierra cultivada.30 Con la tierra del señor no tenía nada que ver, pero así con la de cada miembro de la comunidad, La continuidad entre el sistema cristiano y el pagano se pone de manifestó en hechos como el de Carlos el Grande quien luego de conquistar y poblar Sajonia ordenó en su Capitularía que el sacerdote cristiano tuviese dos parcelas, porque sin duda el sacerdote pagano había ocupado la misma extensión.

Ignacio de Antioquia a principios del siglo segundo vinculó a la iglesia como cuerpo de Cristo, y enseñó que nadie podía ser salvado del pecado a no ser que fuera miembro de la iglesia para lo cual se establecieron los sacramentos, o medios de gracia, como el bautismo y la eucaristía. Surgió también la teoría del sacerdotalismo clerical: esto se refiere a, que los sacramentos sólo podían ser celebrados o administrados por hombres ordenados de manera regular para este propósito. Así el clero, en distinción a los laicos, vino a constituirse en un sacerdocio oficial. Una vez que quedó establecida la distinción entre el clero y los laicos, los últimos pasaron a depender enteramente del clero para conseguir la gracia sacramental sin la que, según se enseñaba, no había salvación.

Del mundo antiguo la Edad Media había recibido solo el cristianismo y una serie de ciudades en ruinas. Dentro de este escenario el clero obtuvo el monopolio de la instrucción y esta tenía un carácter teológico. El dogma de la Iglesia era al mismo tiempo axioma político y los textos de la Iglesia tenían fuerza de ley en todos los tribunales. Aun después de crearse el oficio independiente de los juristas, la jurisprudencia permaneció bajo la tutela de la teología. La multiplicación de los oficios de la iglesia y la introducción de otros que nunca fueron contemplados en las Escrituras parecen haber servido para lograr un orden externo en la iglesia —y la verdad es que la necesidad del mismo fue de manera principal la causa de estas innovaciones— pero reprimieron la libre expresión de la vida espiritual y de la fe, y negaron el principio fundamental del cristianismo: que «hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo

VOS

Por otro lado los obispos cristianos aceptaron puestos en la corte y buscaron recibir la gloria del mundo. Comenzaron a aparecer ostentosos templos para la exhibición de la religión cristiana. Cosa más grave todavía, los cristianos pronto invitaron la intervención del poder civil en los asuntos de la iglesia, y lenta pero seguramente comenzó a hacerse más evidente el fatal vínculo con el mundo como nos lo hacen saber los estudios de Boissonnde31 Thompson32, Kulischer33y Giriy34

La riqueza, el poder y la gloria de la Iglesia se sentó sobre la base de hacer de los evangelios un instrumento político al servicio de mezquinos intereses, veamos el caso de Francia en donde la Iglesia mostró los mejores ejemplos de una alianza con el poder que la llevo a sufrir consecuencias de tal magnitud que cambiaron su historia y el de humanidad.

c) Siervos clérigos y guerreros.

Echando una mirada histórica a la época medioeval podemos apreciar con claridad que la religión era universal Todo el que se llamaba cristiano, había nacido en la Iglesia Católica. No había otra. Y quisièrase o no, — expresa Huberman en su interesante y bien documentado estudio sobre la riqueza de las naciones —,se pagaba impuesto a esa Iglesia y se vivía sujeto a sus reglas y regulaciones. Los siervos religiosos en Sothampton eran los mismo que en Génova. No había fronteras de Estado para la religión35.

Boissonnade uno de los más importantes historiadores del periodo feudal observa que la sociedad feudal estaba compuesta de tres clases sociales , clérigos ,guerreros y trabajadores, con esta última al servicio de las dos primeras, la eclesiástica y la militar. Así lo entendió por lo menos una persona que vivió en aquella época, y que lo comentó en esta forma:

?Para el caballero y el clérigo , ha de vivir quien hace el trabajo

El trabajo manual, despreciado en la Antigüedad, pagana, fue dignificado con la aparición del Cristianismo, pero sin lograr la supresión total de la esclavitud .El cristianismo mantuvo el precepto bìblico d que cada cual debe ganarse el pan con el sudor de su frente. Cristo no desdeño el oficio de carpintero y cada apóstol tuvo

su propio oficio. San Pablo proclamó el principio de " quien no quiere trabajar no puede comer"

¿Qué clase de trabajo era aquel? ¿En fábricas o en talleres?. No porque éstos no existían. Era un trabajo en la tierra, cosechar alimentos o cuidar ovejas para obtener lana destinada a los obrajes. Era un trabajo agrícola, pero tan diferente del actual que apenas podríamos reconocerlo. La mayor parte de las tierras de cultivo de la Europa central y occidental, estaban divididos en zonas conocida como

?feudos. Un feudo estaba formado simplemente por una aldea y varios centenares de acres de tierra laborable en torno de la cual los aldeanos trabajaban. Los ?feudos ? variaban en algunos lugares en tamaño , organización y relaciones entre sus pueblos, pero sus características principales eran algo semejantes.36

Cada propiedad feudal tenía un señor. Comúnmente se dijo del periodo feudal que "no había señor sin tierra, ni tierra sin señor"

El campesino vivía en una choza del tipo más miserable. Trabajando mucho y duramente en sus franjas de tierra( que en conjunto representaban de 15 a 30 acres en Inglaterra y de 40 a 50 en Francia) se las arreglaba para arrancar una existencia miserable de la tierra. Pudiera haber subsistido mejor, a no ser por el hecho de que cada semana ,dos o tres días tenía que trabajar la tierra del Señor ,sin paga. Y no era éste el único servicio que había de prestar, Cuando surgía una urgencia, como las que acontecían en la época de la cosecha tenía que trabajar primero en la heredad del señor. Estos días extra eran adicionales a los servicios de trabajo.37

No era eso todo. Nunca se planteó la cuestión en cuanto a que tierra era la más importante. La del señor tenía que ser arada primero, sembrada primero y cosechada primero. Y los periodos de urgencia se sumaban al servicio normal de trabajo. .Así mismo si el campesino necesitaba utilizar un molino o una prensa del lagar tenía que utilizar necesariamente el molino o la prensa del señor, donde tenía que pagar por el servicio. No había casi límites para lo que el señor podría imponer al campesino .

Boissonnade sostiene que la Iglesia era parte de este sistema en algunos sentidos, no era tan importante como el rey pero en otros lo era mucho más. La Iglesia era una organización que se extendía sobre todo el mundo cristiano. Y era más poderosa más extensa, antigua y continua que cualquier Corona38

Thompson y Kulischer en sus autorizados y detallados estudios señalan que La

Iglesia era el más rico y más poderoso terrateniente de la Edad Media.

Thompson recuerda al respecto: ?No. hay que olvidar que el feudalismo era una edad religiosa y los hombres preocupados por la clase de vida que habían hecho, querían asegurase de ir a la diestra de Dios al morir y daban tierra a la Iglesia; sabiendo que la Iglesia realizaba una buena obra cuidando a los enfermos y a los pobres?.39

Kulischer por su lado sostiene que algunos nobles y reyes crearon la costumbre de que cuando ganaban una guerra y se apoderaban de las tierras del enemigo vencido, daban parte de éstas a la Iglesia. Así la Iglesia acrecentó sus tierras, hasta que llegó a ser dueña de la mitad de toda la tierra en Europa Occidental40.

Obispos y abates ocuparon sus lugares en la estructura feudal, como los condes y duques. Y así como recibía tierras de un señor , la Iglesia a su vez actuaba como señor observa Kulisher41.

En los inicios del feudalismo, la Iglesia fue un elemento progresista, activo. preservó buena parte de la cultura del Imperio Romano. Estimuló la enseñanza y estableció escuelas. Ayudó a los pobres, cuido a los niños sin hogar en sus orfelinatos y fundó hospitales para los enfermos. En general la Iglesia administro sus propiedades mejor y obtuvo más de sus tierras que la nobleza.

Pero el cuadro tenía otro lado. Mientras los nobles dividían sus dominios para atraerse partidarios, la Iglesia adquiría más y más tierras. Una razón para que los sacerdotes se les prohibiese el matrimonio, era simplemente que los jefes de la Iglesia no querían perder ninguna de las tierras de ésta mediante las herencia de los hijos de sus funcionarios42.

La Iglesia también aumentó sus propiedades mediante el ?diezmo?,.43 Giry en un conciso e interesante estudio sobre la lucha por la independencia urbana al referirse al diezmo sostiene que "El diezmo constituía un impuesto agrario, un impuesto sobre los ingresos y un impuesto de muerte más oneroso que cualquier otro conocido en los tiempos modernos No sólo estaban los agricultores y villanos obligados a entregar una décima parte de cuanto producían…Diezmos de lana incluían hasta las plumas de los gansos ; y hasta la misma hierba que aquellos cortaban al borde de los caminos tenían que pagar su impuesto; y el agricultor que deducía los gastos de trabajo antes de "diezmar" sus cosechas, se condenaba a si mismo al infierno" 44

Kulischer afirma que la Iglesia como terrateniente no fue mejor, y en algunos casos fue mucho peor que los señores laicos ?Tan grande fue la opresión de sus siervos por el Capitulo de Nuestra Señora de París, en el reinado de San Luis que la Reina Blanche les reconvino con toda humildad, replicando los monjes que ellos podían matar de hambre a su siervos, como quisieran"45

Al hacerse la Iglesia enormemente rica, su economía tendió a contrapesar su importancia espiritual.

Tanto Thompson como Kulischer creen que la obra caritativa de la Iglesia fue sobrestimada. Admiten el hecho de que ella ayudó a los pobres y a los enfermos.

Pero que en proporción a lo que pudo hacer con su tremenda riqueza, no hizo ni aún lo que la nobleza.46

Partes: 1, 2
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