- El pasado reciente y la evolución acontecida
- El consenso de Washington. Una nueva política económica
- Las transiciones incompletas
- Desafíos para completar las reformas
- Panorama de la economía latinoamericana
- Argentina. La primera crisis económica del siglo XXI. Lecciones para una economía global
- Los procesos de integración económica en América latina. Del panamericanismo al ALCA. Implicaciones para la Unión Europea y España
El pasado reciente y la evolución acontecida
1. El pasado reciente.
En la mañana del 9 de diciembre de 1824, dos ejércitos se enfrentaron en un pequeño valle de los Andes Peruanos. La acción militar duró apenas una hora y, a su término, las tropas patriotas conducidas por el general Antonio Sucre, habían aniquilado al ejército realista dirigido por el virrey La Serna1. La batalla de Ayacucho, constituyó la culminación de la lucha por la independencia latinoamericana. Quince años de guerra y revolución, marcaron el fin de tres siglos de dominio imperial sobre un vasto territorio que se extendía desde Colorado y California, hasta Tierra del Fuego. Sin embargo, la conquista de la independencia política no implicaba el logro de la independencia económica, pues si bien Latinoamérica rompió sus antiguos lazos con las monarquías ibérica vínculos comerciales con el mundo exterior. Por el contrario, este vasto, rico y escasamente poblado subcontinente pronto atrajo la atención de los navieros, comerciantes y banqueros de Europa y los Estados Unidos. En un lapso sorprendentemente breve, los Estados de Centro y Sudamérica se hallaron inmersos en una nueva y compleja red de relaciones mercantiles y financieras que progresivamente los sujetó a la dinámica de la economía mundial y a sus consiguientes ciclos de expansión y recesión, de prosperidad y crisis.
Todo esto coincidió con una fase cíclica de prosperidad de la economía británica impulsada por el rápido desarrollo de la industria textil algodonera, columna vertebral de la primitiva revolución industrial. La expansión económica fue estimulada a su vez por la introducción de nueva tecnología en otros campos: los primeros trenes de pasajeros, empresas navieras de vapores y compañías de luz y de gas.
Tales innovaciones atrajeron el interés de pequeños y grandes inversionistas de toda Inglaterra que colocaron sus capitales en los nuevos negocios, algunos sólidos, otros obviamente fraudes.
Este resumen se realiza debido a que para entender la situación actual de América Latina en el ámbito económico es necesario considerar el pasado reciente y la evolución acontecida a lo largo de los últimos tiempos.
2. Evolución Acontecida.
La demanda de exportaciones y las entradas de capital tuvieron un impacto profundo en las diversas estructuras económicas, sociales y políticas de América Latina durante este periodo. Influyeron asimismo tanto la lotería de los productos básicos como el tamaño, por lo que se entiende la dimensión económica efectiva de un país en función de la población, el ingreso y la extensión territorial. La geografía, el legado político y las características sociopolíticas subyacentes fueron otros aspectos importantes.
Respecto a las naciones europeas, la rápida expansión del comercio mundial también resultó una de las características de la aceleración del crecimiento económico de estos países, cuya industrialización fue intensa durante el siglo XIX.
De los países pequeños, tanto Uruguay, que se benefició de la inversión extranjera al mismo tiempo que Argentina, aunque no en igual medida, como los países abiertos a la inversión de Estados Unidos en la actividad azucarera, a saber, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, son las excepciones a la regla. En otras palabras, el tamaño de por sí no determinó el interés del inversionista. La geografía, las relaciones y la estabilidad política también influyeron; los países que acababan de salir de las turbulencias del siglo XIX quedaron al final de la lista.
TABLA EXPORTACIONES Y TASA DE CRECIMIENTO DEL PIB: 1900-1929 (Promedios Anuales, en Porcentajes)
3. Del crecimiento hacia fuera al crecimiento hacia dentro.
Se ha descrito habitualmente la depresión de 1929 como el momento decisivo de la transición de América Latina desde un crecimiento económico hacia fuera, basado en la exportación, hacia un desarrollo hacia dentro, sustentado en el modelo conocido como Industrialización Mediante la Sustitución de Importaciones (ISI). Tanto los «estructuralistas»8, que generalmente consideran este cambio favorablemente, como los neoliberales, consideran los años treinta como una década en la cual América Latina extravió el camino.
Es indudable que a lo largo de estos años, surgieron en muchos países nuevas fuerzas económicas, sociales y políticas, que en última instancia darían un perfil muy diferente al modelo latinoamericano de desarrollo económico.
Los años setenta llegaron con una acusada inestabilidad de la economía mundial, intensificada por el primer aumento considerable del precio del petróleo (1973) y con ello, la necesidad del reciclaje de los abundantes recursos financieros (que aumentaron por las repetidas subidas), los cuales se dirigieron en gran medida hacia América Latina, que proporcionados a un bajo coste, supusieron un amplio endeudamiento de los diferentes países. Este masivo endeudamiento, permitió en primer lugar, aliviar las disminuidas reservas, al tiempo que les permitió llevar a cabo importantes proyectos de infraestructuras y financiar grandes planes industriales en los más variados campos, que en bastantes ocasiones resultaban de dudosa viabilidad.
TABLA CRECIMIENTO DEL PIB: MUNDO Y MAYORES REGIONES, 1820-1998 (Tasas de crecimiento anual promedio ponderado
Los años ochenta se caracterizaron por acontecimientos que resultaron muy perjudiciales para las economías latinoamericanas, destacando los cambios en la política económica de Estados Unidos. Estas adversas circunstancias influyeron directamente en una contracción del comercio internacional, importantes aumentos en la tasa de interés y el deterioro en los precios de las materias primas, lo que provocó la subsiguiente escasez generalizada de divisas.
En síntesis, el efecto combinado de las crisis externas comercial y financiera, ocasionó un descenso del 7 por 100 en el promedio del PIB per cápita entre 1980-1981 y durante 1983-1990, un descenso del 15 por 100 en la absorción interna. Esto contrasta notoriamente con el dinamismo de los años setenta, donde el promedio anual del crecimiento del PIB era del 5.6 por 100, el consumo aumentaba en el 6.1 por 100 y la inversión crecía al 7.3 anual, frente a un crecimiento demográfico del 2.4 por 1000. Por su parte, la CEPAL, así como el Banco Mundial, estimaron que durante los años ochenta la producción per cápita disminuyó en un 8 por ciento y durante el período 1983-1990 se obtuvo un crecimiento del cero por ciento, estimándose que los ingresos per cápita a finales de los ochenta fueron un 11 por ciento inferiores a los alcanzados al comenzar la década. el desarrollo industrial realizado en América Latina adoleció de tres fallos fundamentales que debilitaron su contribución al mejoramiento del nivel de crecimiento. Éstos han sido:
a) Toda la actividad industrializadora se ha dirigido hacia el mercado interno.
b) La elección de las industrias se ha hecho por razones circunstanciales, más que por consideraciones de economicidad.
c) La industrialización no ha corregido la vulnerabilidad exterior de los países latinoamericanos.
Los mencionados acontecimientos, junto con las transformaciones en la economía mundial, exigieron un cambio en el rumbo de la política de desarrollo de la región. Se comenzó pues, de manera unívoca, el abandono de un modelo de crecimiento hacia dentro, caracterizado por el proteccionismo y la fuerte intervención estatal en la economía. Los países iniciaron una transición hacia una economía más abierta, desregulada y competitiva, junto con un Estado de menor tamaño, pero más eficiente.
Llegada la década de los años noventa, comienza la implementación de un nuevo modelo económico que estaba asentado en el llamado Consenso de Washington.
Desde este nuevo modelo comenzó la última década del siglo XX y con ella, también aparecieron las primeras señales de recuperación. La reanimación del crecimiento económico estuvo asociada con la primera entrada neta positiva de capitales procedentes del resto del mundo desde 1981, resultado de un mejor acceso a la financiación privada externa, como de un drástico descenso de los tipos de interés en el mercado estadounidense. Esto evidenció, la persistente sensibilidad de las economías latinoamericanas a los factores externos, y la posibilidad que se repita un costoso comportamiento cíclico.
GRÁFICO CICLO ECONÓMICO EN AMÉRICA LATINA 1997-2001*
(PIB desestacionalización, variación trimestral anualizada)
El modesto crecimiento de los noventa, permitió elevar el ingreso promedio de los latinoamericanos sólo un 1.5% anual, menos que en los países desarrollados, donde aumentó un 2% anual, o que en algunos grupos de países de Asia, donde creció a tasas cercanas al 3.5%. Desafortunadamente, el ritmo de crecimiento del ingreso es tan lento en América Latina que se requeriría cerca de un siglo para que la región pudiera alcanzar los niveles actuales de ingreso de los países desarrollados.
Finalmente cabe señalar que la amplia liberalización de los mercados y la privatización de las empresas públicas se extendieron en toda la región, contribuyendo a un profundo recorte del papel del Estado14. De una activa intervención en la asignación de recursos y las actividades productivas directas hasta los años setenta, el Estado pasó a centrarse en la política macroeconómica, la construcción de infraestructuras y los programas sociales. Se necesitaba un Estado con más músculo y menos grasa, cediendo su protagonismo en el desarrollo económico, reconociendo así el papel central que juega para el crecimiento la iniciativa privada, siendo la empresa motor del desarrollo económico y social.
TABLA AMÉRICA LATINA. PRODUCTO INTERIOR BRUTO 1970-1999(en porcentajes).
El consenso de Washington. Una nueva política económica
El agotamiento del modelo de ISI promulgó las bases para emprender las reformas estructurales necesarias que permitiesen cambiar el rumbo económico del continente. Al mismo tiempo que se delineaba este giro económico, algo histórico sucedió en la región entre 1982 y 1990, una quincena de países logró realizar la transición política desde la dictadura a la democracia, adoptando todos la economía de mercado como modelo económico.
El Consenso, se elaboró para encontrar soluciones útiles sobre la forma de afrontar en la región la crisis de la deuda externa, y establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica. En las siguientes páginas expondremos, en primer lugar, el contenido y los objetivos de dicho Consenso; a continuación, se expondrán los efectos de la aplicación de dichas medidas, y después analizaremos los principales problemas que se derivaron de la puesta en práctica de estas políticas de reformas, para, finalmente, estudiar en qué medida un Nuevo Consenso que reforme y amplíe dichas reformas podría mejorar la situación actual y posibilitar un crecimiento económico estable y sostenido.
A. LAS FORMULACIONES DEL CONSENSO DE WASHINGTON.
1. Disciplina presupuestaria
La disciplina presupuestaria es un elemento esencial en los programas negociados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) con los miembros que desean pedirle préstamos. También tuvo notable importancia en Washington20, lo cual condujo al restablecimiento de un presupuesto equilibrado mediante la aprobación de la Ley Gramm-Rudman- Hollings en 1993.
Dicha disciplina está estrechamente relacionada con la disciplina fiscal dando lugar a múltiples opiniones sobre el tema. Unos opinan que un déficit es aceptable siempre y cuando no desemboque en un incremento del ratio Deuda-PNB, otros defienden que un presupuesto equilibrado (o por lo menos un ratio Deuda-PNB que no aumente) debería ser la norma mínima a medio plazo, pero que los déficits y excedentes a corto plazo alrededor de esa norma, deberían ser bien acogidos, ya que contribuyen a la estabilización macroeconómica.
2. Cambios en las prioridades del gasto público.
Para reducir el déficit presupuestario, Washington optó por reducir los gastos más que por aumentar la recaudación tributaria. Existen tres categorías principales de gastos, esto es, las subvenciones, la educación y la sanidad, y la inversión pública.
3. La reforma fiscal.
De acuerdo con lo dicho en el punto anterior, y a pesar de la existencia de un importante contraste de actitudes por parte de los miembros del Consenso, la mayor recaudación fue considerada por Washington como una alternativa inferior para remediar al déficit presupuestario en comparación con la reducción del gasto público.
4. Los tipos de interés.
Según esta propuesta, los tipos de interés debían seguir dos principios fundamentales. Primero, tenían que ser determinados por el mercado de modo a evitar una asignación inadecuada de los recursos. Y segundo, debían ser positivos en términos reales para desincentivar las evasiones de capitales e incrementar el ahorro. El problema de esta medida residía en la posible contradicción de estos dos principios en época de crisis.
5. El tipo de cambio.
En Washington se propuso que los tipos de cambio fueran determinados por las fuerzas del mercado, sin embargo la opinión dominante era que, más que debatir sobre la forma de determinar el tipo de cambio, resultaba más importante tratar de que éste sea competitivo.
Por otra parte, las propuestas estaban claramente orientadas hacia el exterior y hacia la expansión de las exportaciones con el fin de fomentar la recuperación de América Latina.
6. Liberalización comercial.
Para Washington, otro elemento importante para una política económica orientada hacia el sector exterior era la liberalización de las importaciones. El acceso a las importaciones de factores de producción intermedios a precios competitivos se consideraba importante para la promoción de las exportaciones, mientras que una política de protección de las industrias nacionales frente a la competencia extranjera se interpretaba como creadora de distorsiones costosas que acababan penalizando las exportaciones y empobreciendo la economía nacional.
No es de esperar que una economía muy protegida se deshaga de toda su protección sin un periodo de transición. Sin embargo, este punto quedó sin una formulación clara debido a la diferencia de opiniones entre los miembros del consenso: mientras que unos pensaban que la liberalización de las importaciones debía seguir estrictamente un calendario predeterminado, otros opinaban que dicha liberalización tenía que realizarse a un ritmo acorde con el estado de la balanza de pagos del país en cuestión.
7. Política de apertura respecto a la inversión extranjera directa.
Como acabamos de exponer, la liberalización de los flujos financieros extranjeros no fue una prioridad importante en el Consenso de Washington, aunque una actitud restrictiva, limitadora de la entrada de la inversión extranjera directa (IED), fuera considerada como una insensatez.
Por otra parte, se pensaba que la IED podía igualmente promoverse mediante canjes de obligaciones por acciones, lo cual podía permitir además reducir la deuda. Esto generó diversas disyuntivas en torno a si había que subsidiar la IED o si la inversión subvencionada tenía que ser adicional.
8. Política de privatizaciones.
La privatización puede ayudar a la reducción de la presión en el presupuesto del gobierno, tanto a corto plazo, gracias a los ingresos derivados de la venta de la empresa, como a largo plazo, puesto que el gobierno ya no tiene que financiar la inversión necesaria. A pesar de que esta creencia fuera durante mucho tiempo una política de fe en Washington, la privatización solamente se enfatizó a partir de 1985, tras la proclamación del Plan Baker, es decir, cuando recibió el impulso oficial norteamericano con el apoyo del FMI y el BM para fomentar la privatización en el mundo y particularmente en América Latina, donde, como ya se vio anteriormente, la falta de un fuerte sector privado autóctono, fomentó el desarrollo de las empresas estatales en detrimento de la privatización.
9. Política desreguladora.
La desregulación también se consideró como un modo de fomentar la competencia, y en particular en América Latina, donde se hallaban las economías de mercado más reguladas del mundo, pero éstas estaban principalmente gestionadas por administradores mal pagados y fácilmente corruptibles.
Es interesante anotar que la actividad productiva estaba regulada de varios modos, mediante la legislación vigente, por medio de decretos del gobierno, o la vía de toma de decisiones sobre casos puntuales. Esta práctica era la más difundida en Latinoamérica, lo cual fomentó oportunidades de corrupción a la vez que discriminaba a las pequeñas y medianas empresas, importantes generadoras de empleo y de estabilidad social.
10. Derechos de propiedad
A finales de la década de los 80, en América Latina, los derechos de propiedad eran muy inseguros, lo cual contrastaba con el que estuvieran tan firmemente implantados en Estados Unidos; por ello, Washington optó por implantar unos derechos firmemente establecidos y garantizados.
B. APLICACIÓN DE LAS REFORMAS ECONÓMICAS DEL CONSENSO DE WASHINGTON.
Durante los años 90, la dirigencia tecnócrata y política de América Latina aplicó con firmeza el paquete de reformas económicas del Consenso de Washington. Los cambios de política en la región recibieron un vigoroso respaldo de las instituciones financieras internacionales, y se reforzaron con créditos vinculados a las reformas y condicionados a su aplicación, lo cual alimentó la esperanza de los líderes, de hacer retornar el capital privado a la región después de los desastrosos años 80.
La liberalización financiera se produjo de un modo igualmente agresivo; se descartó el control directo de créditos, se desregularon las tasas de interés, se iniciaron regímenes de inversión extranjera directa y se suprimieron los controles de cambios y de cuentas de capital. Bancos, empresas eléctricas, de petróleo, de telecomunicaciones, las redes viales así como los servicios de agua y salud se vendieron al sector privado.
Sin embargo, la cara adversa fueron los resultados desalentadores en términos de crecimiento económico, reducción de la pobreza, redistribución del ingreso y condiciones sociales. En los años 90, el aumento real del PIB en la región fue escaso; 1 por ciento anual durante toda la década, esto es, un porcentaje ligeramente superior a las alarmantes cifras registradas en los años 80, pero muy por debajo de las tasas del 5 por ciento, o más, que se alcanzaron en los años 60 y 70.
En un país tras otro la población se desanimó, padeciendo muchas veces la denominada fatiga reformista. Las encuestas de opinión pública a fines de los años 90, demostraron que los latinoamericanos sentían que sus economías no marchaban bien, que su calidad de vida era más baja que la de generaciones anteriores, y que la pobreza alcanzaba índices sin precedentes.
Se suele culpar a las reformas económicas por el lento crecimiento y el decepcionante progreso social de los años 90. Pero esto es difícilmente justificable. Varios análisis minuciosos demuestran que sin las reformas, la situación hubiera sido aún peor. Ciertamente, el ingreso per cápita y la producción en América Latina hubiesen sido inferiores, mayor la inestabilidad, y agravadas la pobreza y la desigualdad de ingresos. De manera que debería perdurar un importante núcleo de la sabiduría económica contenida y contrastada en el Consenso de Washington.
C. LOS FALLOS DEL CONSENSO DE WASHINGTON.
Así pues, los años 90 en América Latina pusieron en evidencia las importantes deficiencias del Consenso de Washington.
La primera de las carencias concierne claramente el tema de la equidad como objetivo, buscado a través de la distribución de la renta. Esto no fue parte del Consenso de Washington en contraposición con la lucha contra la pobreza que sí lo fue, gracias al establecimiento de prioridades del gasto público, dirigidas en gran parte a sectores como la educación, la sanidad y a otros de gran interés para las capas más bajas de la sociedad.
Otra de las omisiones más relevantes del consenso, ha sido la falta de una referencia directa a la estabilidad de los precios.
Se excluyeron igualmente otros temas como el crecimiento o el medio ambiente, a la vez que el carácter de las propuestas era más bien liberalizador o anti-estatalista, además de hacer escasas referencias a la necesaria tarea gubernamental de luchar para mantener condiciones auténticas de competencia en los mercados.
Por otra parte, existe una gran variedad de opiniones acerca de cuáles han sido los verdaderos fallos de las medidas adoptadas. Hay quienes sostienen que éstas se han debido a que los diez instrumentos del Consenso no han sido aplicados sistemáticamente, y que verdaderamente se necesitaba y necesita más de lo mismo.
Ampliar las reformas.
Ya en las reuniones cumbre celebradas en 1994 y 199828, los Jefes de Estado, en sus declaraciones formales, decidieron incorporar como metas fundamentales la disminución de la pobreza, la educación y el buen gobierno. Ello supone una significativa extensión que va más allá del ajuste y el crecimiento plasmados en el Consenso de Washington y demuestra que la reducción de la pobreza y la equidad han pasado al primer plano en la agenda del desarrollo, desplazando así al crecimiento, aunque sin desecharlo del todo. Las profundas reformas económicas contenidas en el Consenso de Washington han llevado al conjunto de América Latina a una situación poco satisfactoria, donde se impone la búsqueda de nuevas opciones que garanticen un mayor crecimiento sustentable y equitativo. Siendo preciso destacar, que las medidas incluidas en el Consenso, permitieron preservar el equilibrio macroeconómico, el control de la inflación, la mejoría del balance presupuestario y el ahorro fiscal, el crecimiento de las exportaciones y la diversificación de los países de destino, así como las privatizaciones masivas de las corporaciones públicas.
Sin embargo, de forma general, estos equilibrios sólo pudieron alcanzarse mediante los desequilibrios en otras variables macroeconómicas o en detrimento de aspectos esenciales para lograr la equidad o la competitividad sistémica. Por todo lo cual considero tan importante como urgente, ampliar las reformas del Consenso de Washington, perseverando el núcleo de sabiduría económica con el fin de implantar bases sólidas para la mejora de la situación económica en América Latina.
Conclusión.
Podemos decir que las amplias reformas económicas derivadas del Consenso de Washington, aplicadas en los países de América Latina durante la década de los 90 impone la búsqueda de opciones que garanticen un mayor crecimiento, sustentable y con equidad. La principal razón de esta desilusión reside en que la distribución de los ingresos y las oportunidades han empeorado y al hecho, de que existe un significativo potencial de inestabilidad, como lo demuestran las crisis sucesivas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, los equilibrios alcanzados se produjeron a costa de otros desequilibrios en variables macroeconómicas o bien descuidando aspectos esenciales para lograr la equidad o la competitividad sistémica como la inversión en capital humano y nuevas tecnologías.
Para que los países de América Latina y el Caribe enfrenten la globalización con determinación es necesario promover la inclusión social, pero aumentando la competitividad, siendo ésta la manera más eficiente para propiciar el acceso de todos a los caminos de la prosperidad.
Por otra parte, las reformas y ampliaciones necesarias, no deben convertirse en un fin en sí mismas, por el contrario, insistimos en que deben constituirse como un medio para el progreso, para alcanzar el desarrollo con equidad para acortar distancias con el mundo desarrollado, para no quedarse rezagada la región en la evolución de la Sociedad de la Información y el Conocimiento del siglo XXI.
Las transiciones incompletas
No hubo, ni hay un proceso único de transición en América Latina. Fueron muchos los procesos de transición que, a pesar de tener características comunes, se diferenciaron sustancialmente entre uno y otro país, tanto por el año en que comenzaron como por el nivel de profundidad de las reformas instrumentadas.
El cambio en el crecimiento y en la estructura de la población, la reforma del Estado, el comercio intrarregional, los ajustes macroeconómicos, el cambio en las políticas comerciales y la apertura comercial y financiera fueron las principales reestructuraciones ocurridas en el proceso de transición en casi todos los países de América Latina.
Los aspectos más generales de este cambio se pueden dividir en:
1. La transformación demográfica.
La población de América Latina se triplicó en los últimos 50 años, pasando de menos de 170 millones de habitantes en 1950 a un total calculado en más de 500 millones en el 2000. Cabe destacar que la tasa de crecimiento de la población ha caído sistemáticamente desde los años 60 debido principalmente a la disminución de las tasas de fecundidad.
Otro cambio importante registrado en la región fue el aumento de la esperanza de vida al nacer, debido a una declinación sustancial de las tasas de mortalidad, especialmente la de mortalidad infantil.
GRAFICO POBLACIÓN TOTAL Y TASA DE CRECIMIENTO1950-2000.
La conjunción de estos dos cambios ha tenido un impacto importante en la composición por edad de la población y, por consiguiente, en el crecimiento de la oferta de trabajo (aumento de la población económicamente activa).
En lo que se refiere a la composición por edad de la población, la participación relativa de la población joven (0-14 años), que aumentó en términos relativos hasta mediados del decenio de 1960 comenzó a disminuir, llegando a menos de 32% este año.
GRAFICO ESTRUCTURA DE EDADES DE LA POBLACIÓN 1950-2000
Al mismo tiempo que crecía la participación relativa de la población en edad activa, también aumentaba la participación de las mujeres.
La combinación de más mujeres y más jóvenes en el total de la población económicamente activa es un factor que ejerce presión en el mercado de trabajo y, seguramente, tiene como resultado un impacto negativo en las tasas de desempleo y en los niveles de salario real. Para las próximas décadas, se pronostican tasas más bajas de crecimiento de la población económicamente activa.
2. La reforma del estado.
La reforma del Estado tuvo como objetivo generar las condiciones para lograr el equilibrio fiscal y aumentar su eficiencia y transparencia.
Por ejemplo, las privatizaciones, además de posibilitar al aumento de la eficiencia en la economía, apartaron al Estado de las actividades productivas, liberando de esa manera recursos financieros y humanos que se volcaron al fin de salvaguardar bienes públicos como la educación y la salud, así como a contribuir en el equilibrio fiscal y en el aumento de las inversiones externas en la región. La participación del sector privado en la formación bruta de capital pasó de menos de 70% en el decenio de 1970, a cerca de 92% en 2000.
3. La integración económica.
La apertura de las economías regionales integró a América Latina de manera más profunda en la economía mundial, llevando a los productores internos a aumentar sus niveles de competitividad. Mientras la apertura de los mercados financieros facilitaba la entrada del capital extranjero necesario para el crecimiento de las inversiones.
La integración económica regional también avanzó de manera considerable en este período como lo demuestra el crecimiento del flujo de exportaciones en la región. Las exportaciones intrarregionales crecieron del 11,1% de las exportaciones totales en 1985 hasta más del 21% en 1999.
4. Reestructuración industrial.
La creciente y más rápida incorporación tecnológica y la reestructuración del proceso productivo, representan otros cambios importantes que se registraron en muchas de las economías latinoamericanas desde las últimas décadas.
Los cambios en la composición del PIB ocurrieron no sólo en América Latina sino también en la economía mundial en su totalidad. Sin embargo, la región ha experimentado cambios más extremos que el resto del mundo en los últimos 20 años, lo cual es una buena señal de que Latinoamérica se suma a la corriente de industrialización.
GRAFICO COMPOSICIÓN DEL PIB DEL MUNDO Y DE AMÉRICA LATINA.
Es importante tener en cuenta que el mayor nivel de integración en la economía mundial, principalmente como consecuencia de la integración regional, dio como resultado la redistribución espacial de algunas actividades.
5. Ajustes Macroeconómicos.
Las reformas institucionales, las privatizaciones, las políticas fiscales restrictivas y las políticas monetarias y cambiarías enfocadas a la búsqueda de la estabilidad monetaria tuvieron grandes efectos en el desempeño de la economía. Además, la exposición de las economías de la región a la volatilidad de los mercados financieros internacionales, provocó una tendencia a mayores fluctuaciones en las tasas de crecimiento económico. Por otra parte, el crecimiento bajo e inestable, muchas veces con tasas negativas, ha fomentado el incremento observado en las tasas de desempleo abierto, y en el empleo informal de baja productividad y remuneración.
Muchos cambios, como las privatizaciones, quedaron inconclusos; el crecimiento económico se vio interrumpido por un incremento significativo del desempleo y se restringió el acceso a los mercados financieros internacionales a la vez que se encarecía el crédito dada la propensión del riesgo país.
6. Apertura comercial y cambiaria.
Los países de la región emprendieron la liberalización comercial en función de decisiones unilaterales.
La liberalización del mercado cambiario constituyó el complemento natural de la reforma comercial. Actualmente, la gran mayoría de países han liberalizado el movimiento de capitales con el exterior, el tipo de cambio flexible pasó a ser el sistema predominante en la mayor parte de estos, ya sea mediante un régimen de tasas flotantes dentro de unas bandas acotadas por la autoridad monetaria o bien con tasas fluctuantes, independientemente de dicha autoridad.
Las reformas realizadas aceleraron, el comercio exterior, registrándose un crecimiento de éste en la década de los 90, siendo mayor la expansión de las importaciones que de las exportaciones.
7. Apertura Arancelaria.
Junto con la reducción y la racionalización de las estructuras arancelarias, los gobiernos eliminaron la mayor parte de las medidas no arancelarias, tales como licencias previas, licencias no automáticas, restricciones de control de cambios, prohibiciones sobre las importaciones, cuotas y contingentes de importación.
Casi todos los países de la región son miembros de esquemas subregionales de integración, y es en el marco de estos proyectos de constitución de uniones aduaneras donde han llevado a cabo la racionalización de sus estructuras arancelarias, además de la liberalización de la mayor parte de su intercambio mutuo.
8. El comercio Intrarregional.
Cabe destacar el papel significativo que durante la década de los años noventa ha jugado el comercio intrarregional. A las ventajas que ello implicaba para el comercio exterior y la eficiencia productiva, se suma el hecho de que se trataba de un pilar básico para actividades manufactureras de mayor contenido tecnológico y creador de empleos de mayor calidad.
Los países de la zona comenzaron el nuevo siglo, con la necesidad de revisar algunos principios de su modelo de desarrollo y de política macroeconómica. A esto habría que añadir, las no demasiado buenas perspectivas que se vienen produciendo en el escenario mundial, cuando comenzó la desaceleración de la economía de EE.UU., agravada tras los trágicos sucesos del 11 de septiembre47. Asimismo, la acentuada liberalización financiera y la globalización de los mercados, junto al esquema de una sola economía global.
9. Regionalismo abierto.
La expresión regionalismo abierto, califica las acciones que apuntan a incrementar la interdependencia entre los países de una zona determinada, en el marco de una tendencia hacia el libre flujo de comercio, capital, trabajo y conocimiento.
Por otra parte, la expresión regionalismo abierto tiene acepciones distintas en América Latina y en la zona de Asia y el Pacífico, dado que entre uno y otro regionalismo hay más diferencias que semejanzas, a causa de las distintas características y la distinta evolución histórica de estas dos grandes regiones.
Cabe destacar que Un referente básico, para los procesos de integración regional, ha sido el modelo de integración federativo europeo, que ha transitado desde la formación de los mercados nacionales hasta la creación de un espacio único y de una Unión Económica y Monetaria, mediante el establecimiento de reglas, políticas e instituciones comunes.
En América Latina, este proceso, basado generalmente en acuerdos políticos intergubernamentales, evolucionó hacia una integración mayormente de facto, merced a vínculos comerciales y de inversión entre empresas. Se puede medir cuán cerca o cuán lejos está el regionalismo del proceso multilateral por medio de dos parámetros:
La profundidad del proceso, es decir, la extensión y la amplitud de las normas acordadas entre los miembros del grupo.
La capacidad de incorporar nuevos miembros. Los conceptos de regionalismo profundo y regionalismo abierto reflejan los desafíos que se plantean a los países para lograr una mejor inserción internacional.
Desafíos para completar las reformas
El gran desafío al que se enfrenta América Latina, es complementar la transición en la estrategia general de desarrollo interrumpida por la crisis financiera asiática (1998), conciliando la eficiencia económica con mayor justicia social. En una palabra, es necesaria una profunda redistribución de las rentas. La continuidad en la coordinación de políticas micro y macroeconómicas puede y debe propiciar las condiciones básicas para un crecimiento económico sustentable a largo plazo.
1. Eficiencia, productividad, equidad
La equidad como objetivo, medido principalmente a través de la distribución de la renta, no es, como se ha expuesto, parte integrante del Consenso de Washington. El hecho de que dicho Consenso estuviera pensado para América
Latina y que en ésta, la lucha directa contra la pobreza sea ya una prioridad (claramente aceptada por el Banco Mundial y el BID), explicaría que la equidad, como movimiento más amplio a favor de una mejor distribución de la renta, no figure en el Consenso. Sin embargo, es razonable pensar que la lucha directa contra la pobreza y las políticas de fomento de una mejor distribución de la renta son dos frentes de una misma batalla.
2. Política fiscal
Dentro del contexto macroeconómico, es fundamental la continuidad de políticas monetarias y cambiarias realistas y transparentes con el fin de reducir los niveles de incertidumbre relacionados con la estabilidad económica, creando incentivos a la inversión a largo plazo. Sin embargo, la política fiscal tal vez mantenga el papel más destacado en la reanudación del crecimiento económico y en los avances de la eficiencia del Estado y de la economía de manera general.
3. Política monetaria
La tendencia a una cierta normalización de los mercados financieros internacionales percibida desde finales de 1999, permitió durante el 2000, apoyar una política más expansiva en los países que habían sufrido una recesión el año anterior y deseaban complementar la reactivación con un nivel adecuado de liquidez.
En efecto, la tasa anual de liquidez real del sistema, que había decaí- do durante la recesión de 1999, se recuperó parcialmente de esta pérdida en el ejercicio 2000. La capacidad de flexibilizar la oferta monetaria es, en buena medida, condicionada por la situación de liquidez externa.
Países que continuaron enfrentándose a fuertes restricciones externas no pudieron suavizar su política monetaria, como sucedió en Argentina
GRÁFICO VI. LA DEUDA DE ARGENTINA (millones de dólares)
4. Educación y tecnología
El hecho de que la informática se encuentre aún en su etapa de difusión, ofrece la oportunidad de comprobar la relevancia de estas variables y de comprender de forma más general, las causas del atraso tecnológico de la región. Subsidiar los ordenadores o la creación de puntos de conexión de Internet no apunta en solucionar este atraso.
La práctica de la innovación tecnológica, ocurre en contextos institucionales específicos, que no se reflejan adecuadamente en variables como las recién consideradas, en donde también hay campos intensos
y extensos para la acción del gobierno. Estudios recientes sobre la innovación de la región demuestran que los gastos de investigación y desarrollo (I+D) en América Latina son muy limitados, el personal dedicado a estas actividades es escaso y se encuentra subutilizado, mientras que las vinculaciones entre las empresas y los centros de investigación son incipientes y los flujos de información son débiles.
5. Integración económica
La continuidad de una política comercial abierta y el fortalecimiento del proceso de integración económica regional son dos principios básicos en la búsqueda del mejoramiento de los niveles de competitividad de los países de la región.
Los avances potenciales de la integración económica a través de la instrumentación de los diferentes acuerdos de libre comercio, unión aduanera y mercado común existentes en América Latina son enormes.
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