A tal efecto, el comandante del buque llamó tierra a la empresa que atendía nuestras unidades flotantes en Brasil, explicando lo que en realidad había pasado abordo con el timonel Nicolás Araujo. Poco tiempo después, llegó un helicóptero y se llevó el cadáver de tan extraño y enigmático marino maracucho.
Yo recuerdo que en el año 1.975, salí de vacaciones y me fui a pasar unos días en la ciudad de Valera, en el Edo. Trujillo. Allá visité a mi bien amada amiga Amparo Suárez Bocanegra quién es colombiana y a su vez era la esposa de un joven capachero de apellido Alfonzo Agelvis natural del pueblo de Capacho Nuevo, en el Edo. Táchira.
En esa ocasión le lleve una esclavita de oro a su primer hijo. Allá pasé varios días, hasta que me vino a visitar el amigo Valecillos con su hermano Ché María quién era maestre de tercera asimilado en la armada nacional.
En la M/N "Venezuela" acaeció un hecho relevante para la historia de Venezuela y del mundo en general. Resulta, que en ese mismo año de 1.975, en Inglaterra y Francia sucedieron cosas importantes.
Una de ellas fue que en una ocasión regresó a nuestro país proveniente de Inglaterra, un médico asimilado a capitán de corbeta, familia del Dr. Alfonzo Márquez Añez, quién a su vez era hermano del general de división Martín Márquez Añez, ex-director del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas Nacionales (SIFA). Dicho médico nos hablaba con mucho respeto de la familia Ramírez Sánchez, quienes eran los venezolanos con más tiempo viviendo en Picadilly Street en Londres.
Los elogios hacia esa familia nos llamaba la atención. Él venía de regreso a Venezuela después de estar tanto tiempo haciendo un post grado en ese país. Yo recuerdo que a todos los camareros les dio dinero y a mí me regaló un llavero de plata muy lindo.
Nosotros notábamos que cuando arribábamos al puerto de L´Havre en Francia, se nos acercaban unas lanchas y daban vueltas alrededor del buque. Al principio creíamos que buscaban drogas. En una ocasión estaban surtas en ese puerto las motonaves "Venezuela", "Medellín" y el "Manta". La SURETE, policía de máxima seguridad francesa, andaba en la búsqueda o tras la pista de un supuesto ciudadano de nacionalidad cubana, que había matado a dos funcionarios de ese cuerpo y a un libanés en Mompartnase, París.
Puerto de Le H´avre en Francia
Estando nosotros a mediados del año 1.975, en el puerto de Ámsterdam, pudimos notar que en esa ocasión nombraron al general de brigada (Ej.) Enrique La Cruz Parilli como cónsul de Venezuela en esa ciudad, quién era tío de Parilli Pietri, el mismo que estaba involucrado en el asesinato del joven Vegas Pérez. Caso este, muy sonado en aquellos tiempos en Caracas.
El general de brigada Enrique La Cruz Parilli pertenecía a la promoción "Francisco de Miranda" que egresó de la Escuela Militar de Venezuela en 1.942, cuyos máximos integrantes fueron el coronel (Ej.) Hugo Enrique Trejo quien fue el alférez mayor y líder del movimiento de tanques que se movilizaron desde Maracay hacia Los Teques el 1º de enero del año 1.958, con el fin de tratar de derrocar al general de división Marcos Pérez Jiménez; Ezequiel Zamora Conde (descendiente del general en jefe Ezequiel Zamora Correa); y los generales Carlos Carnevalli Rangel y Antonio J. Valecillos Ruiz.
Ya que dicho militar había sido agregado militar en nuestra embajada en Londres. Una vez que regresó al país fue pasado a la honrosa condición de retiro el 5 de julio de ese trascendental año.
El joven Parilli Pietri era familia de la esposa del presidente Rafael Caldera Rodríguez y del Dr. Arturo Uslar Pietri. El crimen del joven Vega Pérez fue a causa del consumo desmedido de drogas que practicaban algunos niños bellos de esa época, pertenecientes todos a la Hight Society caraqueña. Entre ellos estaba "Caramelito" Branger.
A bordo de nuestra nave fuimos recorriendo los puertos de los países en donde íbamos a tomando carga, tales como: Rótterdam, Hamburgo y Bremen. Más luego, arribamos a Ámsterdam, la tierra en donde murió la judía Ana Frank, en donde extrañamente embarcaron una señora muy elegante y su joven hijo, de aproximadamente 17 años de edad.
Ellos provenían desde Londres y habían pasado en overcraff el canal inglés o de la Mancha. La señora se llamaba Elba Sánchez de Ramírez y su hijo Vladimir Ramírez Sánchez.
Doña Elba Sánchez de Ramírez era una persona muy culta y de buenos modales, y su hijo Vladimir hablaba el inglés muy bien, tan igual como el castellano. Por instrucciones del capitán de altura, don Fucho Bello, le asigné un camarote de pasajeros para ambas personas, en donde guardaron el poco equipaje que traían desde Inglaterra.
En verdad nunca nos pudimos imaginamos quienes eran en verdad los ilustres huéspedes que iban a bordo de nuestra unidad flotante de ultramar, conocido como el buque insignia de nuestra marina mercante, como en ese ayer remoto lo fue la M/N "Venezuela", el cual conjuntamente con la M/N "Caracas" habían sido construidos en los Astilleros de Vlissingen en Holanda.
Ana Frank, niña judía mártir en la segunda guerra mundial
Luego zarpamos de Rótterdam con rumbo al puerto de L´Havre, en donde tuvimos poco tiempo, y de allí continuamos nuestra derrota hacia Venezuela, dejando a España atrás y pasando el golfo de Vizcaya. Durante la travesía ambos pasajeros tuvieron el alto honor de comer en la mesa del capitán Fucho Bello y del jefe de máquinas José Antonio Gómez "Pepe".
Este último era conocido como el "filosofo", ya que era un hombre muy culto de origen gallego, quién tenía residencia en Murcia-España. Él tenía dos hijos varones y una hija quienes vivían en Murcia con su señora esposa; habiendo llegado a Venezuela por vía aérea desde Sao Paulo en el Brasil en 1.947.
Ya que él había trabajado como electricista en un país africano, en esa década de los años cuarenta del siglo XX, una vez terminada la guerra civil en su España natal. Yéndose luego como polizonte en un buque al Brasil, arribando al puerto de Santos en el Estado de Sao Paulo, en donde trabajó y vivió por varios años.
Yo recuerdo con mucha exactitud que ese digno oficial de nuestra marina mercante fue quién me llamó "atorrante" por vez primera en mi vida quién con su hispánico y muy gallego acento, me decía estas palabras: ¿Estás atorranteando?
¡Eres un atorrante!
En aquella travesía desde Europa a Venezuela, doña Elba Sánchez de Ramírez, en las horas de las comidas, coffe time o de tertulias contaba historias bien interesantes; una de ellas se refería a un hecho que le pasó con un viejo cónsul colombiano quién era ganadero en una reunión festiva en Londres en donde tuvieron diplomáticos árabes.
Ella decía que el colombiano la galanteaba mucho en la cena, pero era un hombre muy hediondo, quería impresionar con su dinero a pesar de su incultura y ella no se dejó arrastrar por las pasiones de ese ganadero de oficio prestado a la carrera diplomática colombiana.
Lo extraño era que ella hablaba muy bien de un hijo que estaba en algún lugar de Europa, se notaba que lo amaba con pasión de madre. Y sobre él nos echó esta historia: "Estando en esa misma reunión, su hijo mayor Ilich nunca llegó a hablar con nadie en la comida. Él degustaba los alimentos y se limitaba a oír lo que conversaban los presentes".
Hasta que un cónsul árabe del Líbano, le dijo en su idioma estas palabras: "Hablemos en inglés, para que el joven Ilich pueda hablar con nosotros".
Y el joven Ilich en un árabe muy fluido, les dijo: "Sigan ustedes hablando, que yo estoy entendiendo todo lo que ustedes están hablando".
Ilich Ramírez Sánchez "Carlos"
Héroe de la resistencia Palestina
En verdad, aún no sabíamos que era lo que estaba pasando abordo con esos enigmáticos pasajeros, lo que sí puedo decir y aún sostengo hasta nuestros días, es que la señora Elba Sánchez de Ramírez es la mujer más culta que haya conocido en toda mi vida, de eso no hay dudas.
Ella era muy elegante y algo bizca de un ojo. Además sabía mucho de comidas y de historia.
Sobre su hijo Ilich, ella nos decía que él tocaba muy bien el cuatro y la guitarra, y que en su casa en Picadilly Street en Londres, siempre les visitaba la mezzosoprano afro-descendiente Mórela Muñoz cuando en sus actividades musicales iba a Londres, con quién conjuntamente pasaban momentos de alegría y de cantos. Ya que ella había sido interprete en el célebre y desaparecido Quinteto "Contrapunto".
En otra ocasión, doña Elba nos habló de su hijo Lenin quién había regresado a Venezuela por vía aérea y la esperaría en el puerto de La Guaira al arribo de nuestra unidad flotante de ultramar a la misma.
Abordo nadie sabía quiénes eran esos pasajeros, ni tampoco nos imaginábamos por qué tenían el alto honor de comer en la mesa del capitán.
Doña Elba fue agasajada por la oficialidad abordo, en donde hicieron una torta a su nombre. Ya que unas horas antes de llegar a puerto venezolano y como era costumbre, toda la tripulación limpiaba sus camarotes y los ponían en orden para que el buque se viera limpio y ordenado al arribo al puerto de La Guaira.
Pero nuestra entrada al país la hicimos por el puerto de El Guamache en la isla de Margarita, después de 8 días de navegación continua. Sobre este arribo hay una anécdota agradable:
Resulta, que el segundo oficial de máquinas era de apellido Márquez, diciéndole al tercer oficial de máquinas Lenin García por la borda que está en la amura de estribor, estas palabras: "Lenin, estamos llegando a Venezuela".
Y Lenin en forma de chanza, le respondió: "No, no…, esa no es Venezuela".
"Estamos llegando a mi país, Margarita".
Una vez atracado el buque en los muelles de El Guamache se hizo presente un viejo amigo de la infancia en Pariata y Catia la Mar, Freddy Sosa quién era el director de la Aduana de El Guamache.
Allí nos reconocimos y recordamos hechos de nuestra infancia y juventud. Ya que él era hijo del margariteño Pantaleón Rojas con la señora Cruz Sosa, parientes del señor Andrés Arcaya en la Calle Real de Pariata en Maiquetía.
Más luego subieron las autoridades civiles y militares abordo y constataron que todo estaba bien y en orden. De pronto se apareció abordo la señora Estilita Torcart, hermana del comisario general Torcart quién era el director de la Policía Técnica Judicial (CTPJ) en la delegación de Maiquetía.
Preguntando abordo dicha señora por doña Elba Sánchez de Ramírez, quién acompañada de su hijo Vladimir y de la comerciante Estilita Torcart desembarcaron del buque con destino a Porlamar, en donde estuvieron casi hasta los momentos en que teníamos que zarpar hacía el puerto de La Guaira.
De regreso a bordo, la señora Elba con su hijo Vladimir traían una gran cantidad de paquetes, notándose que habían adquirido una gran cantidad de ropa y enseres para vestir. Ya que muy poco traían en sus equipajes durante la navegación desde Ámsterdam a Venezuela.
La solidaridad en muchos casos funciona, yo paso a creer, que con doña Elba funcionó, ya que la señora Estilita Torcart le fue de gran ayuda en esos momentos apremiantes y difíciles de su propia existencia.
Ellas eran grandes amigas y se conocían desde hacía mucho tiempo atrás. Inclusive, llego a pensar que hasta recibió ayuda monetaria de manera solidaria, de tan prestigiosa y reconocida dama margariteña, quién era dueña de las más famosas tiendas del puerto libre en Porlamar.
Debo destacar, que hoy en día doña Elba Sánchez de Ramírez está muy anciana, sufriendo del mal de Parkinson, pero como una gallarda mujer venezolana, de la extirpe de las heroínas que han hecho historia en esta tierra y en el mundo en general, aún espera por la pronta libertad de su hijo Ilich, quién está condenado a reclusión perpetua en una cárcel francesa, después de haber sido traicionado por el gobierno del Sudán en África.
Al fin, después de pasar algunas horas en la casa de los Marval en El Guamache, específicamente en la casa de la familia de Virgilio Marval, en donde comimos pescado, carne guisada y bebimos una gran cantidad de cervezas, en la cual contamos con la ayuda del hoy difunto Cundo Larez, quién era de Punta de Piedra en donde vivía con su familia. Ya que uno de sus hijos era el ayudante de cocina abordo, luego nos dimos a la mar con rumbo a La Guaira.
Arribamos en horas de la mañana avistamos las costas de La Guaira y el capitán Fucho Bello orientó al timonel Castro a que colocase al buque en posición para recibir al practico abordo.
Una vez abordo navegamos lentamente hacia la rada del puerto en donde atracamos. Las autoridades subieron a bordo e hicieron los chequeos respectivos.
El contador a bordo era de apellido Silva y lo llamábamos "Chiquelito". Él era margariteño y vivía en Caracas, estaba casado y tenía un hijo. Lo llamaban así por su tamaño, era muy bajito, servicial y muy buena gente; anteriormente, él había sido cocinero y llegó a ser mayordomo en las unidades flotantes de la empresa.
Él era muy eficiente en su trabajo y generalmente comía en la cocina, para ver como los cocineros preparaban los alimentos. El mayordomo abordo era el moreno margariteño Juan Hernández.
Acto seguido, el contador Silva le entregó sus pasaportes a la señora Elba y a su hijo Vladimir, y ellos desembarcaron a la rada del puerto en donde le esperaba su hijo Vladimir.
Antes de retirarse a Caracas, nos dio a cada uno de los camareros, 500 bolívares de regalo. Eso era un platón en esos tiempos.
Doña Elba y sus dos hijos abordaron los equipajes en el vehículo que los llevaría hasta su residencia en la urbanización la California Sur en Caracas; perdiendo nosotros después todo contacto con esa gran familia venezolana, formada dentro de la filosofía marxista leninista.
Una vez abordo, el contador se iba de vacaciones y llamándonos a todos, nos dio las gracias por las atenciones que le habíamos dado a la señora Elba Sánchez de Ramírez, diciéndonos estas palabras: "Caraá, a ustedes ni les pasa por la mente, ni sabían a quienes traíamos abordo en este viaje".
Traíamos nada más y nada menos que a la madre de Ilich Ramírez Sánchez, llamado Carlos "El Chacal". Él mismito que mató a los 2 agentes de la SURETE en París hace unas semanas atrás.
El general de brigada (ej.) Parilli La Cruz les hizo un favor al datearlos para que se vinieran a Venezuela, ya que la Scotland Yard pensaba usarlos como carnada, para que su hijo Carlos se entregara a las autoridades francesas e inglesas.
Con el correr de los años, específicamente en el año 2.007, realicé un capitulo en el programa "INTERCAMBIO" en VIVE TV en Caracas, en donde como invitado del mismo participó Wladimir Ramírez Sánchez.
Dicho capitulo fue moderado por los hermanos ingeniero Basem Tajeldine y la abogada Laila Taj El Dine. Ambos hijos del embajador de Venezuela ante la República Popular de Libia. EL capitulo fue titulado: "Ilich Ramírez Sánchez, Combatiente de la Libertad".
Allí recordamos como fue el viaje que ellos hicieron y las vicisitudes que pasaron; hablamos de doña Elba, quién en los actuales momentos y a su longeva edad está sufriendo el mal de Parkinson.
¡Qué tiempos aquellos!
Conversamos sobre la situación que vive Ilich Ramírez Sánchez hoy, cuando es un preso político en cárceles francesas, donde purga una condena a perpetuidad por los hechos que sucedieron en Francia en aquellos lejanos años de luchas en pro de la patria Palestina, hoy atacada genocidamente por las fuerzas sionistas del estado de Israel.
En esos infinitos viajes que hice en la ruta de Europa a bordo de nuestros buques, conocí muchas anécdotas muy pintorescas en lo que es nuestra marina mercante nacional, de las cuales puedo contar las siguientes:
Yo conocí un marino de cubierta llamado Hilario Sucre. Él era un afro-descendiente nativo del pueblo de Guiria en el Edo. Sucre, con muchos años viviendo en la ciudad de Caracas. A este difunto personaje lo conocí a bordo de la M/N "Venezuela" en 1.974.
Hilario Sucre se llevaba muy bien con los tripulantes que eran del centro del país; más le tenía una profunda arrechera a aquellos que eran margariteños, maracuchos y andinos. Cabe decir, que él estuvo dos años preso en la cárcel modelo de Caracas, debido a que tuvo muchos problemas con un contramaestre margariteño llamado Rosario León quién era una persona déspota y chismosa en los buques de la CAVN.
Resulta, que en una ocasión, Rosario León mandó a Hilario a realizar un trabajo en la cubierta de la M/N "Santo Tomé"; pero lo hizo despóticamente. A tal efecto, Hilario le respondió con estas palabras: "Mire bozo, deme unos guantes para poder ir a realizar las maniobras que usted me está mandando hacer".
Y el contramaestre le gritó diciéndole lo siguiente: "Nojoda, yo no tengo guantes; vaya y con las manos peladas agarra el cabo carajo".
Hilario le contestó de esta manera: "Bozo. Yo no voy hacer un coño; porque no lo voy hacer con las manos peladas; allá en el pañol hay guantes; vaya allá y me da uno para poder realizar la maniobra de atraque".
Hay que destacar, que estos hechos sucedieron en el puerto de Maracaibo y con voz fuerte, Rosario León le gritó a Hilario Sucre en estos términos:
Está bien Hilario, no haga nada, pero al atracar usted toma su equipaje y se va para Caracas a presentarse en la oficina de personal; aquí no lo quiero para nada; o si no, nos caemos a coñazos de una vez.
Total fue que al fin el buque atracaba en el puerto de Maracaibo, en esos momentos Hilario Sucre se disponía a bajar a tierra para ser enviado a las oficinas nuestras en Caracas; las cuales quedaban en el Centro Villasmil, al lado de la Policía Técnica Judicial (PTJ).
Cuando una vieja anciana que vendía café a la salida de esos muelles, lo llama y le dice:
"Hilario, por ahí anda Rosario León diciendo que te va a meter unos coñazos, para que se te quiten tus arrecheras. Que tú eres un cabeza de guebo".
Hilario Sucre se sintió tan mal, que dijo lo siguiente: "A ese mama guebo, le voy a meter unos coñazos, para que se le acabe la mamaguebada que tiene conmigo, y eso va a ser ya".
En eso divisa a Rosario León que venía hacia tierra, gritándole: Mira Rosario: ¿Qué guebonada es la que te pasa conmigo, ah?
Y viendo que Rosario no respondía a nada, Hilario sigilosamente se le fue acercando como una serpiente hasta que le metió tremendo coñazo en la quijada a Rosario León. Este cayó al suelo con un tremendo dolor y tuvieron que quitárselo de encima.
De inmediato, llamaron a la policía é hicieron preso a Hilario Sucre, quién pagó dos años de prisión. Sus abogados le hicieron una buena defensa y él no pudo ser despedido de la empresa. Hecho este, que al concluir su presidió fue reincorporado a sus funciones a bordo de la unidades flotantes de la empresa.
Y de esa manera fue como él embarcó en la M/N "Venezuela" en 1.974. El comandante de la unidad era el capitán de altura Nicolás Rodríguez quién era un borracho y empedernido jugador de truco o de cartas.
Abordo teníamos un marino gallego de apellido Ouviñas quién trabajaba con nosotros, pero su residencia la tenía en Galicia-España. Este personaje se dedicaba a estar pajeando abordo a quienes sustraían algunas cosas en las bodegas del buque, llegando en varias ocasiones a delatar a algunos marinos abordo.
En verdad, veníamos navegando con buen tiempo desde Europa, en la cual 8 días después recalábamos delante de la isla de Margarita, nos encontrábamos tomándonos algunos palitos de whiskey, Pedro Morales, Cárdenas, Miguel Palacios, Juan Paz Rivas y otros compañeros más; cuando de pronto Hilario Sucre tuvo un impase con Ouviñas y le asestó un tremendo golpe en un ojo. Allí evitamos que lo siguiera golpeando.
En verdad nos sentimos mal, ya que sabíamos lo que le venía a Hilario Sucre. El segundo oficial de cubierta José de Jesús Rodríguez "Chuchú", bajo en donde estábamos y pudo constatar que el marino estaba echando sangre por un pómulo.
Chuchú Rodríguez fue en lo inmediato a darle la noticia al capitán Nicolás Rodríguez, y este bajó al lugar de los hechos, diciéndole a Hilario Sucre estas palabras: "Usted queda suspendido de su cargo de marino de cubierta; prepara su equipaje que será desembarcado al llegar al puerto de La Guaira en las próximas horas".
Así lo hicieron pasándolo a las oficinas de la empresa en Caracas en donde lo despidieron por el artículo 31 de la Ley del Trabajo vigente para esa época; ese era un castigo cruel, ya que a quienes botaban de sus trabajos por ese artículo nada le daban de prestaciones sociales. Y eso fue lo que le pasó al amigo Hilario Sucre.
Puerto de Le H"avre en Francia
En verdad, ellos con esa actitud le hicieron un beneficio a Hilario Sucre; quién semanas después se fue a Puerto Cabello en donde comenzó a trabajar como obrero portuario.
Allí él se amancebó con una joven de ese lugar y estableció una familia; yéndole muy bien, compró su casita y la amuebló, adquirió un carro y hasta su personalidad cambió.
Hilario Sucre ya no era el mismo hombre que trabajó con nosotros en los barcos de la CAVN, en donde la lucha de clases era muy manifiesta. Años después, Hilario falleció en ese puerto a causa de un paro cardíaco.
A finales de 1.974, cargamos en la M/N "Venezuela" como unas 800 toneladas de zapatos para damas y caballeros en el puerto de Le H´avre en Francia, la cual era una carga que iba con destino a Puerto España en la isla de Trinidad.
Arribamos a Puerto Cabello a mediados del mes de diciembre de ese año, en donde los obreros portuarios fijos trabajaban muy poco, mientras que los eventuales laboraban en todo tiempo en cualquier buque y con todo tipo de carga.
Motonave "Venezuela"
Yo recuerdo, que en esos tiempos habían pagado los aguinaldos en el puerto, y en su estacionamiento habían como 80 carros Ford LTD Landau.
Esa era la época de la Venezuela Saudita, en donde nuestros obreros vivían como unos pachás, la era del pacto social.
Abordo nos indicaron que venían unos zapatos de damas y caballeros muy bellos y hermosos, entonces fue cuando algunos marinos rompieron algunas cajas y nos dieron varios pares de zapatos; como estábamos en la víspera de la navidad, tomamos varios pares y nos fuimos a la calle con destino a Caracas. Pero los guardias nacionales nos aguataron en la puerta y nos pidieron que le regalásemos algunos pares para sus esposas y ellos mismos.
Tuvimos que regresarnos a bordo y conseguirles lo que ellos no habían dicho. Al fin nos vinimos para Caracas y cuando llegué a Maiquetía les obsequie a algunas amigas los zapatos. Allí en Puerto Cabello el buque estuvo surto hasta los primeros días del mes de enero cuando zarpamos con destino a Puerto España.
Al llegar a Puerto España me dirigí al pueblo de Arima pasando por el pueblo de Tunapuna, la tierra natal de mi bisabuelo Damacio Ramos. En el trayecto iba mirando la diversidad de grupos étnicos existente en esa isla angloparlante. De igual forma, el tipo de viviendas, los palacios campestres de sus gobernantes, paisajes
El taxista me cobró 30 dólares antillanos y me esperó hasta que diera con la persona que buscaba en ese pueblo de gente indiana, descendientes de los antiguos hindúes que fueron traídos a dicha isla en tiempos inmemoriales. Allí en Arima había colegios en las cuales muchos jóvenes venezolanos aprendían inglés.
Sin saber en donde vivía mi amigo Jesús Palma, comencé a preguntarle a los vecinos hasta que me lo ubicaron en su residencia, comencé a tocar la puerta y nadie respondía, tuve sigilo en mi espera y ya había optado por irme de regreso a Puerto España, cuando de pronto se abrió la puerta y apareció Jesús, mi amigo del Rincón en Maiquetía, el hijo del señor Antonio Palma y la señora María.
Abordamos el taxi y nos regresamos a Puerto España, lo llevé a bordo del buque y en ese día hablamos de muchas cosas; le pregunté por la bella jovencita Maybe Suárez, diciéndome que la misma estaba tirando que jode y vivía en Puerto España.
En la noche nos fuimos al centro de Puerto España, específicamente a un antro de mujeres alegres que se encontraba por la calle Gordon Grant, cuyo dueño era un marico chino, quién nos puso problemas para entrar, pero al rato no nos quiso cobrar nada y al fin entramos.
Adentro se bailaba mucho calipso y música negra jamaiquina, y norteamericana. En eso una afro-descendiente muy alta y esbelta sacó un desodorante spray y se lo roció en sus axilas o sobacos; en verdad el olor era insoportable y no se aguantaba, que mujer tan hedionda.
Allí nos tomamos una botella de whiskey y luego nos retiramos del lugar hacía el buque surto en ese puerto. El amigo Jesús cenó y pernotó con nosotros a bordo. Al día siguiente, a primera hora se fue a Arima, ya que tenía clases.
Lo extraño en el desembarco de las 500 toneladas de zapatos que teníamos que dejar allí en Puerto España, fue que en la mayoría de los casos los obreros portuarios venían descalzos y se iban calzados; vendiendo los zapatos por 20 dólares antillanos en la calle: Esos carajos iban y venían en infinidades de ocasiones, con el fin de negociar con tan valiosa carga.
En otros momentos, llegaba a las bodegas del buque un afro trinitario-haciéndosela de brujo, quién lanzaba algunos huesos o caracoles en el piso de la bodega y luego le decía a los estibadores y gruesos, estas palabras: ¡We do not go to work now, because is raining in this moment!
Y la verdad es que nunca llegó a llover; donde más bien, lo que había era una pinga de sol caribeño. Los dueños de la carga y nuestra empresa naviera optaron por dejar la carga en el puerto de Bridge Town en la isla de Barbados; hacia donde zarpamos, ya que en esa ocasión no iríamos a la costa caribeña de Colombia; sino que nos íbamos directo a Europa.
Ciertamente, podíamos observar que la mayoría de los estibadores trinitarios consumían marihuana hasta más no dejar. En ese viaje partimos de Barbados a Rótterdam por otra ruta, pero los servicios de guardacostas de los Estados Unidos de América (USA) por radio telegrafía nos informaron que se estaba desatando un huracán en el Atlántico y que era necesario que cambiáramos el rumbo en aras de evitar en el trayecto.
Nosotros estábamos navegando a 23 nudos por hora, mientras que el huracán "Frank" iba a 130 millas náuticas por hora, durante cuatro días de navegación le sacamos el cuerpo, hasta que al fin nos alcanzó y nos puso muy mal en cuatro días, hasta que al fin nos libramos del mismo, y continuamos con el rumbo hacia el golfo de Vizcaya.
En esos viajes podíamos ver detalles muy importantes que nos permitían observar como los países de Europa se fueron desarrollando industrial y tecnológicamente. A pesar, de que habían vivido dos guerras mundiales durante la primera mitad del siglo XX.
Por ejemplo, era increíble ver cómo fue restaurada la ciudad de Hamburgo en Alemania occidental, en aquella época de mi vida andariega y atorrante; estoy hablando del comienzo de la década de los años setenta del siglo inmediato pasado.
Por lo menos, durante el año 1.973, pude visualizar lo siguiente:
El puerto de Hamburgo era muy hermoso, con una capacidad de buques bien interesante, tanto en la carga como en la descarga; el detallé que más me impresionó fue ver como al pasar frente a una estación de pilotaje, se recortaba las máquinas en el buque y desde dicho centro nos saludaban izando la bandera alemana y por parlante se oían estrofas de los himnos nacionales de Venezuela y de Alemania, como tal.
El otro detalle era que nos saludaban en alemán y en español; y nos deseaban una cordial bienvenida en dicho puerto y ciudad; de igual forma, lo hacían cuando partíamos de dicho puerto con otro rumbo determinado.
Adolfo Hitler
Ahora bien Saint Paulick era un lugar muy alegre en tiempos de verano y tenía un Coney Island de dimensiones colosales. Allí pude observar un centro nocturno al cual entré por equivocación, en donde había un inmenso cuadro de Adolfo Hitler en su centro.
De pronto, comenzaron a llegar una gran cantidad de jóvenes, todos vestían con pantalones cortos, camisa caqui y en su brazo izquierdo tenía un brazalete con la esvástica. Ciertamente, allí le rendían culto a ese gran hombre de la historia universal, quién se atrevió a enfrentar al sionismo internacional con toda su fuerza y espíritu.
En un momento sostuve una conversación en inglés con uno de ellos, y debo decir, que ese joven en aquellos tiempos en que yo no manejaba nada de ideología casi me convence dentro del marco ideológico del fascismo y por ende del nazismo, como tal.
Había una curiosidad, él me decía que en las dos Alemania no había desaparecido el fantasma del hitlerismo, que eso nadie se lo pude sacar de la memoria al pueblo alemán; y que la unidad de dicho pueblo se avizoraba; ya que los dos sistemas le eran impuestos, con la variante de que Alemania occidental era la segunda potencia económica de los países que conformaban la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); y Alemania oriental era la segunda potencia económica y militar en los países del Pacto de Varsovia.
Yo hice algunos cuestionamientos sobre el genocidio judío y sionista hecho por la Alemania hitleriana. Y él me respondió de esta forma:
El tal genocidio nunca existió, eso fue manejado muy bien por el sionismo internacional; ya que ellos son los dueños del cine, la radio, televisión y de los medios impresos; y con eso pudieron jugar como en ganas les vino. Los judíos muertos en la segunda guerra mundial fueron como unos quinientos mil, ya que en toda Europa junta no había seis millones de judíos sionistas.
Si agarra y observas algunas fotos de los mal llamados campos de concentraciones, podrías ver que hay personas que aparecen en un campo y en otro; la mayoría de esas fotos fueron montadas para engañar a los pobladores del orbe y a sus respectivos gobiernos.
Benito Mussolini y Adolfo Hitler
Solo Alemania perdió en esa guerra más de veinte millones de personas; y en cuanto al nazismo o al fascismo, me dijo que Mussolini había escrito 41 tratados de fascismo, haciéndome la siguiente pregunta:
¿Usted ha leído siquiera uno de ellos?
En verdad, le respondí que no. Ya que no era un estudioso de la política, pero que esa interrogante me llevaría a comenzar a ser un investigador de las ciencias sociales a plenitud en un futuro más inmediato.
Y después me hizo referencia que era necesario leer "Los Protocolos de los Sabios de Sión", "El Judío Internacional" de Henry Ford, "Las Memorias de Poncius Pilatos" y otros libros que ahora escapan a mi memoria; a fin de que pudiera entender el misticismo, la espiritualidad y lo que llevó a Adolfo Hitler a ser el estadista y militar que fue en esos aciagos años de su vida política.
Más luego me tocó la parte esotérica en la vida de Hitler, diciéndome que perteneció a la francmasonería a través de la Logia "Golden Dawn" o "Aurora Dorada" que es de donde salió su proyecto político titulado: "Mi Lucha".
En mis constantes viajes a la Alemania occidental pude entender la grandeza del pueblo alemán, y más ahora cuando cuatro de mis hijos tienen orígenes arios por parte de su madre, quién pertenece a la tercera generación de los colonieros alemanes que llegaron a la Colonia Tovar en 1.843, a través de su tatarabuelo Georg Kienzler Minis.
Ciertamente, hoy en día tenemos que estudiar a Hitler con más profundidad, de eso no hay dudas, ya que en muchas ocasiones pretendemos ser comunistas o socialistas y sentimos que los términos como que son parte del proyecto sionista del Teodoro Hertz hace casi 150 años atrás, y que están plasmados dentro de sus planes de hegemonía mundial a través de Los Protocolos de los Sabios de Sión.
En muchos de esos viajes pudimos ver algunas fortalezas hechas en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que salían desde el agua misma; por ejemplo, en el puerto de Bremen había una que salía desde Bremerhaven en la vieja Alemania Occidental, y otra en el puerto de La Rochelle o Lapallice en Francia, desde donde las fuerzas nazis lanzaban cohetes teledirigidos B1 y B2 hacia Inglaterra.
Desde igual forma, por el canal que conduce a la ciudad de Bremen había un apostadero de submarinos que pasaban debajo de una fortaleza marina; por encima del mismo pastaban anímales vacunos; de hecho no se notaba cuando esas naves pasaban por debajo de sus aguas para ser reparadas en esos sitios.
Debo reconocer, que en mi vida no había tenido una experiencia sexual a plenitud, mis relaciones con Marlene Soler Garzón me llenaron de ilusiones y fantasías; en nuestras conversaciones podía notar que ella me hablaba mucho sobre la importancia de venir a establecerse en Venezuela.
Adolfo Hitler
En un principio, creí que era oportuno que yo estableciera un hogar con ella. Sin importarme en nada, que esa digna mujer trabajara en un prostíbulo barranquillero.
En verdad, yo caía en sus planteamientos de manera muy inocente; su venida a mi país me acarreaba tener que buscar una casa y amueblarla, la cual sería una experiencia novedosa para mí.
Hasta que un día decidí que fuéramos a conversar en el consulado de nuestro país en Cartagena de Indias; ya que en meses anteriores había conocido a nuestro cónsul don Federico Martínez Isturíz y a su honorable familia, quién anteriormente había sido cónsul en Filadelfia, Estados Unidos de América (USA).
Pude notar que infinidades de colombianas y colombianas solicitaban visas para ingresar a nuestro país; ya que la economía nuestra era superior a la colombiana en todas sus formas, teníamos un Bolívar demasiado fuerte.
Debo reconocer, que al anunciarme en el consulado fui atendido de inmediato por el cónsul, quién me preguntó qué era lo que quería, y le manifesté que mi deseo era casarme con una dama colombiana y de hecho llevármela a Venezuela.
Él en ningún momento aceptó que Marlene entrara al recinto del consulado. Más sin embargo, me preguntó que si quería tomarme un refresco o algo parecido, tal vez un café. Pero notaba que él tenía mucha preocupación por mí; cuando intempestivamente, me dijo estas palabras:
Amigo León, a mi me parece una locura lo que usted va a cometer. Yo le sugiero que no se case con esa mujer; ya que tengo informaciones que ella trabaja en un prostíbulo en Barranquilla. Si usted se casa y se lleva a esa mujer, va a tener un gran problema; la experiencia así me lo ha dicho.
León, es tan así, que una vez que esa dama obtenga su visa, entonces usted tendrá que conseguirle casa en Venezuela. Más luego ella se llevaría a sus dos hijas, más adelante a sus padres y hermanos, y cuando venga a ver, usted quedaría fuera de la casa y ellos establecido de esa manera legalmente en nuestro país.
León, mi resultado final a sus planteamientos es que no le daré a esa señora la visa que a bien me puedas solicitar. Usted debe recapacitar en este instante, y seguro estoy saldrá bien de esta situación.
Con el correr de los años, he podido notar que el Dr. Federico Martínez Isturíz tenía razón en sus planteamientos; y debo indicar, que la razón le asistía en esos momentos, ya que toda decisión a tomar debe ser pensada primeramente, lo que es un indicativo de que debemos practicar la filosófica cartesiana, primero pienso y después existo.
A mediados del año 1.974, el Dr. Jaime Jaramillo Uribe viajó en la M/N "Venezuela", quizás uno de los mejores historiadores colombianos de todos los tiempos. Él iba acompañado de su señora esposa quién era de apellido Rúgeles, natural de la ciudad de Cúcuta en el norte de Santander, República de Colombia.
Dicha esplendida dama era familia directa del escritor tachirense Manuel Felipe Rúgeles, ya que su abuela era venezolana nacida en esa porción de tierra andina. Además, ellos en el viaje llevaban una hija y un hijo, ambos adolescentes.
Yo fui el camarero que los atendí hasta su arribo al puerto de Amsterdam, ya que ellos tenían que ir a Inglaterra, debido a que era la primera vez que se establecía la cátedra sobre Simón Bolívar en la Universidad de York. Durante el viaje desde el puerto de Santa Marta en Colombia hasta Ámsterdam viví con ellos muchas tertulias, todas enmarcadas dentro de la historia de ambas naciones.
Yo recuerdo muy bien y sostenidamente, que él me preguntó sobre el paradero del Académico don Mario Briceño Perozo, y yo no le pude responder al respecto; ya que el mismo también era miembro de la Academia de la Historia en Colombia.
Le hablé del Dr. Luís Villalba Villalba, quién era el presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y connotado miembro de la Academia de la Historia en Venezuela en aquellos tiempos. Ciertamente, yo iba viendo como tan afamado historiador se iba interesando por mis conversaciones, y más sobre la vida de nuestro padre de la patria común, Simón Bolívar.
En uno de los almuerzos en la travesía, él vio que yo tenía las patillas bien largas y me dijo estas palabras: "León, usted con esas patillas se parece al Libertador Simón Bolívar".
Y él se impresionó fue cuando le respondí de esta manera: "Me parezco a él, porque venimos de la misma familia, Dr. Jaramillo".
Y él me ripostó con estas palabras: ¿No puede ser?
¿Cómo es eso que usted es familia de él?
Y le fui contando la historia de mi familia paternal, en donde nos vinculábamos a través del capitán Juan de Villegas y de la familia Aranguren.
Seguidamente, él me dijo:
Amigo León, con razón usted conoce muy bien la vida del Libertador Simón Bolívar, la historia de su país y del mío. Siga así, que yo le auguro éxitos como historiador y recuerde siempre que usted no está llamado a ser un simple mesonero; usted tiene que llegar a ser oficial de la marina mercante de Venezuela.
Finalmente, hicimos muy buena amistad y siempre me quedaron grabadas sus palabras. Al llegar a Amsterdam, ellos desembarcaron y en overcraff se fueron a Inglaterra; presentándosenos algunas dificultades, ya que no nos entregaron las llaves de los camarotes que estaban ocupando.
Yo recuerdo que algunos miembros de la tripulación irónicamente decían estas palabras:
Si los colombianos no la hacen en la entrada la hacen en la salida. No ven ustedes, que ese doctor con su cara de yo no fui, se llevaron hasta las llaves de los camarotes; esa gente es ladrona por naturaleza.
En verdad me sentí muy mal al oír esos diretes de algunos tripulantes a bordo; seguimos nuestra ruta y cuando arribamos al puerto de Le H´avre en Francia, una vez que abordaron la unidad flotante las autoridades francesas, nos llegó por vía aérea un paquete que estaba a mi nombre.
¿Cuál sería mi sorpresa?
Al destapar el sobre y abrir la cajita me encontré que en su interior metida entre cartón estaban las dos llaves de los camarotes. Inmediatamente, me fui a donde estaba el contador Ezequiel Silva "Chiquelito" y le pasé la novedad.
Él me dijo estas palabras: "amigo León, es para que usted vea lo honrada que es esa familia; nunca pensé que eso podía ser así: Eso me indica que aún quedan colombianos honrados y honestos".
Sobre el Dr. Jaime Jaramillo Uribe debo decir que en el año 1.978, vino a Venezuela como asistente al II Congreso de Historia que se daba en esos tiempos, siendo recibido por el maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa. Acto que se llevó a efecto en el Circulo Militar en Caracas.
Voy a contar otra anécdota que es importante en mi vida y que fue motivo para un programa de "Nuestro Insólito Universo". Siendo esta la historia:
En el año 1.975, estando a bordo de la M/N "Venezuela" como camarotero, llegamos al puerto de Santurzi o Santurce en Vizcaya, España; embarcamos unas 500 toneladas de dinamita para la Fuerza Aérea Venezolana, cuyo destino era el puerto de La Guaira.
Puerto de Santurce en Vizcaya – España
Después de 8 días de navegación, arribamos al antes mencionado puerto, en donde fondeamos a nuestro arribo.
Al día siguiente atracamos en unos de los muelles del mismo; en donde la mayor parte de la tripulación salió a sus hogares tanto en La Guaira, como en Caracas u otras regiones.
Una de mis sorpresas fue cuando vi subir a bordo de la unidad al maestro técnico mayor Rondón, quién para entonces era plaza de la Fuerza Aérea.
Debo decir, que sentí una gran satisfacción por ese personaje, ya que él fue profesor de planta nuestro en la vieja Escuela de Transmisiones de las Fuerzas Armadas Nacionales (ESCUTRANSFA), hoy llamada Escuela de Comunicaciones y Electrónica (ESCUDELFA) de la Fuerza Armada Nacional. Él se sintió muy contento de verme abordo.
La rada estaba llena de muchos buques allí surtos; en donde había varios buques de turismo. Una vez finalizada mis labores, decidí irme a tierra a echarme una cervezas en el Bar "Fortuna" en Maiquetía; excediéndome en tragos, opté por no ir a la casa de mi tía Ángela Sánchez Aranguren de Garrido en Piedra Azul, El Rincón – Maiquetía; en donde tambaleándome producto de la borrachera que llevaba, subí la escala del buque, encontrándome con el timonel de guardia, si más no recuerdo creo que era de apellido Castro.
Él era casado con una colombiana de Santa Marta y tenía un apartamento en la Urbanización "10 de Marzo" en Maiquetía. Pero su familia vivía en Barranquilla – Colombia. Debo destacar, que ese gran marino y compañero de trabajo me tenía estimación y aprecio, a pesar de que tenía como 20 años laborando en la empresa y a su era reservista de la armada.
Él les hacía los trabajos en puerto a todos los timoneles que vivían en el centro del país; ya que al llegar a los puertos colombianos se iba a su casa a compartir con su familia. En ese día estaban a bordo el capitán de altura Fucho Bello, quién era el comandante de la unidad flotante; el jefe de máquinas José Antonio Gómez, conocido como Pepe "El Filosofo", natural de Galicia en España y nacionalizado venezolano con residencia en Murcia, en donde estaba su familia; primer oficial de máquinas Dalmiro Franco; "Tranquilino" Romero, natural de Barlovento y quien laboraba como aceitero abordo.
Lo cierto del caso, era que teníamos que esperar a la tripulación, ya que íbamos a fondearnos fuera del puerto como a eso de la diez de la noche; debido a que aún teníamos carga explosiva en las bodegas del buque. El capitán Fucho Bello me sugirió que le llevase dos tés con limón, ya que él se encontraba conversando con el jefe de máquinas en el comedor.
Así lo hice, cuando de pronto de manera extraña y sin estar nadie preparado para tal cosa sentimos que las máquinas del buque se encendieron en forma misteriosa. El capitán en eso le manifestó al jefe de máquinas lo siguiente: "Pepe, el buque como que se está moviendo".
El primer oficial de máquinas estaba en su camarote, quién salió corriendo hacia la sala de máquinas, al igual que el jefe de máquinas. El capitán se fue al puente de mando. El buque se estaba desplazando hacia delante a un ritmo peligroso.
Yo me fui adonde se encontraba el timonel Castro a colaborar con él, ya que en el muelle se encontraban algunos tripulantes que no pudieron abordar la unidad. El buque iba hacia delante reventando los cabos de la proa; parecía que iba a entrar en colisión con otros buques allí atracados.
Me fui corriendo hacia la popa con el timonel Castro y cortamos con un hacha el único cabo que quedaba, mientras el capitán iba maniobrando en el puente con el timón en sus manos. Ya que el buque se enfilaba hacía los buques de turismos allí surtos; de darse el choque la explosión sería de grandes quilates.
El capitán Fucho Bello una vez liberado el buque lo enfiló mar afuera hasta que llegamos al punto de fondeadero. Allí lanzamos el ancla para fondear y de esa manera esperar a la tripulación, que de hecho la estaban movilizando hacia el buque.
En verdad, no nos explicamos que pasó a bordo. Ya que el aceitero de guardia manifestó que él nunca encendió las máquinas. En una ocasión estaban pasando ese misterioso relato, y yo le dije a una de mis jijas, que eso era cierto, ya que yo había estado abordo ese día cuando sucedieron esas cosas. Ella no lo creía, pero fue una de mis grandes experiencias, al vivir un hecho que se enmarcaba fuera del mismo mundo de la tridimensionalidad.
De esos tripulantes que vivieron tan enigmática historia, puedo decir lo siguiente: pocos años después falleció el capitán Fucho Bello en la ciudad de Caracas, siendo sepultado en el cementerio del Este; el jefe de máquinas José Antonio Gómez fue nombrado representante de la C.A.V.N. en Amsterdam, en donde se estableció con su familia.
El primer maquinista Dalmiro Franco falleció hace varios años en la ciudad de Miami – USA, una vez que quebró la empresa, él se estableció en esa ciudad norteña y falleció de un infarto; el aceitero "Tranquilino" Romero falleció en el Hospital "Vargas" de La Guaira, en donde lo llegué a ver en sus últimos momentos, encontrando a su esposa quién en ese día me dijo que "Tranquilino" estaba jubilado y había perdido la memoria; en verdad, él no me reconoció para nada, parecía que estaba al borde de la enajenación mental; sobre el timonel Castro, nada se de él.
Hay uno de los momentos que más recuerdo con ahincó, fue cuando arribamos en el mes de marzo al puerto de Barranquilla, en el año 1.975.
¿Cuál sería mi sorpresa?
Al entrar en pleno día al burdel "La Casa Verde", de inmediato fui informado por mi comadre Isabel Porto que Marlene Soler Garzón había tenido un bebé y que se parecía mucho a mí. En lo inmediato fui a buscarla y pude notar que ciertamente era así. Nos tuvimos que mover para poder reconocerlo, era mi primera experiencia con un hijo.
Marlene y yo fuimos con el niño a reconocerlo, y en verdad las autoridades competentes nos pusieron muchas trabas; primeramente me exigieron que tenía que bautizarlo, y yo no hallaba que hacer al respecto. De pronto se me apareció una anciana y me dijo que me podía resolver dicha situación.
Ella me pidió 800 pesos, los cuales le di en el acto. Luego nos fuimos a la iglesia inmediata y allí procedieron a bautizar el niño, cuya fe de bautismo era lo que podía validar la presentación ante las instituciones del estado colombiano. El niño había nacido el 26 de marzo de 1.975, en la ciudad de Barranquilla, Departamento del Atlántico, República de Colombia; y el nombre que le pusieron fue el siguiente: LEO MAR MORALES GARZÓN.
Más luego lo presentamos en la institución civil correspondiente, en donde quedó legitimado por una vieja ley del año 1.936. Cabe decir, que su madre Marlene Garzón Soler era nativa del Barrio "San Blas" en Bogotá, Departamento de Cundinamarca.
Ella era hija de llaneros de Villavicencio en los llanos orientales colombianos; viviendo por algunos años en la región del Putumayo, en donde tuvo dos niñas que eran hijas de un gerente de banco en esa región selvática colombiana.
En el año 1.975, en uno de los viajes que hicimos a Europa vivimos unas experiencias que fueron muy interesantes abordo. Una de ellas fue cuando en el puerto de La Guaira embarcaron como pasajeros las siguientes personas: Miguelito Rodríguez nativo del Edo. Lara y conocido como "Su Majestad, El Arpa"; Humberto Zarraga quién había sido cantante en la Orquesta "Billo´s Caracas Boys" y vivía en la Urbanización "23 de Enero" en Caracas; José Nelo, novillero de Maracay conocido como "Morenito de Aragua".
De igual forma, en este viaje se quedarían en la isla de Barbados los cadetes Alirio Morales y Henry Rosales, ya que culminaban con éxitos el curso náutico. La travesía en la M/N "Venezuela" la hicimos pasando por los puertos de Cartagena y Barranquilla.
En Barranquilla pudimos notar, que José Nelo iba sin dinero para Europa, ya que él tenía un hermano que era médico en Sevilla, España. Cabe decir, que en el Burdel "La Pajarita" en Barranquilla le cubrimos sus apetencias sexuales, ya que nos daba mucho pesar, que cada uno estaba con su respectiva puta y él nada tenía.
Luego nos fuimos navegando a Santa Marta y después de una corta estadía, salimos navegando hacia la isla de Barbados, en donde desembarcaron los dos cadetes antes mencionados, quienes fueron enviados por vía aérea a Venezuela para que a feliz término culminaran sus carreras en la Escuela Náutica de Venezuela.
En la navegación la pasamos algo divertida, ya que el primer oficial de máquinas Dalmiro Franco era muy buen cantante y con Humberto Zarraga hacía un buen dúo; estando en la guitarra Miguelito Rodríguez.
Hicimos el recorrido por los puertos de Rótterdam, Bremen, Hamburgo, Amsterdam y en la ruta llegamos al puerto de Amberes en Bélgica. En dicho lugar vino abordo el colombiano Lucho, quién era natural de Bogotá y tenía muchos años viviendo en Bruselas; ya que él era abastecedor en los buques de provisiones, como de otras cosas que los tripulantes necesitaran para comprar a través del boom.
En el primer día convencimos a Lucho para que nos facilitara su carro y pudiéramos llevar en Amberes a los amigos Humberto Zarraga y Miguelito Rodríguez a un centro nocturno para echarnos unos tragos. Así lo hizo él y en su vehículo embarcamos el arpa, cuatro y la guitarra, y nos fuimos a buscar un sitio ameno para disfrutar esa noche musical.
Al fin llegamos a un centro nocturno en donde estaban tocando un fox troxt; al fondo se veía un negrito que tocaba la tumbadora, el ambiente era para enamorados cuarentones; entre ellos había una señora que era inglesa y estaba empatada con un holandés, quienes eran los que más le pedían canciones al conjunto que amenizaba el lugar.
Yo le dije a Miguel Vásquez "El Cueche", lo siguiente:
Miguel, vamos a darle sabor a esto, ya que tú tienes muy buena voz en el galerón margariteño; yo amenizo la vaina y tú comienzas a cantar una canción de Francisco Mata o de José Lorenzo Villarroel.
El Cueche", quién era el segundo cocinero abordo dejó su vaso de whisky on the rock a un lado y comenzó a cantar al estilo de su tierra, un galerón a capela.; esto hizo que Miguelito Rodríguez se entusiasmara y me alegré cuando me dijo: "Tribilín, ve al carro y tráete la guitarra, el cuatro y las maracas".
Le pedí las llaves del vehículo a Lucho y me fui a buscar los instrumentos musicales antes descrito; cuando entre al local comercial, pude notar que había cierta inquietud en la gente, en ellos había algunas interrogantes en saber quiénes éramos y que íbamos a hacer allí.
De pronto, Miguelito Rodríguez tomó la guitarra y se puso a tararear una canción de los "Indios Tabayaras"; se notaba que está siendo muy bien tocada con gran sonoridad rítmica y eso inquietó más a los presentes en ese centro nocturno.
La señora inglesa se paró y le pregunto a Miguelito Rodríguez lo siguiente: ¿Can you to take in his guitar Brasil, Brasil?
Miguelito, le respondió de esta manera: "Yes, I can beautiful lady".
Y de esa forma fue tocando la guitarra y Dalmiro Franco lo iba acompañando en el cuatro, "El Cueche" en las maracas y Humberto Zarraga a dúo cantaba con Dalmiro la canción.
Lo curioso de esto, fue que el negrito que estaba en el conjunto se paró con su tumbadora y se vino a donde estábamos nosotros y comenzó a tocar dicho instrumento de percusión; la cosa se fue poniendo buena y se notaba que todas las personas están oyendo y moviéndose en un ritmo latinoamericano que le daba gran soltura en sus movimientos y en el levantamiento de sus alegrías, la monotonía se quedaba atrás.
Al finalizar la pieza musical, el dueño del negocio muy contento comenzó a gritar: good, good, good.
Más luego el negrito nos hizo la siguiente pregunta: ¿De dónde son ustedes?
Y le respondimos: "De Venezuela".
Él se sintió muy alegre y nos dijo que era natural de la isla de Cuba en el Mar Caribe. Lo cierto del caso, fue que en esa noche se tocó todo un repertorio de música venezolana, mejicana, brasileña y de otras latitudes. El dueño del negocio no quería que nos fuéramos y allí permanecimos durante tres días.
En este viaje dejamos en el puerto de Le H´avre a los pasajeros que llevábamos abordo; quienes iban a diferentes sitios de España por vía terrestre; con el correr del tiempo supimos que Miguelito y Humberto regresaron a Bélgica y allí tuvieron varios meses contratados, su permanencia en Europa parece ser que no llenó las perspectivas que ellos esperaban.
Ya que muchos meses después Miguelito Rodríguez se regresó a Venezuela por vía aérea, ya que había tenido un impase con Humberto Zarraga, ya que parece que él antes mencionado arpista tenía preferencias por gente de su mismo género.
También recuerdo cuando Humberto Zarraga regresó con nosotros desde España a nuestra patria; en ese viaje nos contó historias de sus vivencias en esas tierras. Pero debo decir y así lo manifiesto, que en ese viaje de regreso pasó un hecho a bordo muy desagradable, es esta la historia.
En ese viaje iba abordo la madre y algunos familiares del capitán de altura Iván De Angelis, quién era un alto ejecutivo en nuestra empresa naviera. Ellos iban con pasajes de cortesía, ya que dicha anciana era muy longeva en edad.
En una ocasión, vi al jefe de máquinas José Antonio Gómez muy molesto caminaba para allá y para acá, y eso me preocupaba mucho; ya que ese oficial abordo era un hombre tranquilo y buen consejero de los tripulantes, cuando de pronto me dijo que se sentía muy mal.
Ante tal actitud, le pregunté: ¿Qué tiene usted, chief?
Y él me respondió de esta forma: "Estoy muy molesto, porque nunca llegué a pensar que un bastardo como ese señor de Humberto Zarraga, hiciera lo que hizo".
Yo en lo inmediato, le pregunté: ¿Y qué fue lo que hizo Humberto, chief?
Ese vagabundo se le metió en el camarote en dónde va la madre del capitán De Angelis y trató de violarla. En verdad, lo que provoca es desbaratarle la boca a ese infeliz.
La situación se llevó de manera controlada en la navegación, evitándose un escándalo abordo y que la tripulación se diera cuenta de lo que había pasado; porque de ser así, ese individuo la hubiese pasado muy mal; bajo la mayor reserva navegamos hasta el puerto de La Guaira, al arribar al mismo.
Humberto Zarraga fue recibido por su esposa y uno de sus menores hijos, y una vez que las autoridades hicieron las inspecciones respectivas, bajó con su equipaje aceleradamente y se fue a Caracas. Sobre ese siniestro personaje debo decir que tuvo un programa en una emisora de radio en horas de la madrugada, el cual era de carácter romántico.
La vida andariega marinera a bordo de las unidades flotantes de la C.A.V.N. me conllevaron a vivir infinidades de anécdotas que pueden ser buriladas en esta fase de mi vida, para que sean recordadas, ya que no hay nada de crónicas escritas en Internet sobre las décadas de navegación que vivieron miles de tripulantes en las naves de la hoy desaparecida empresa bandera de la marina mercante nacional que durante más de 70 años contribuyó a que nuestros productos surcaran los mares del mundo.
En la vida de los marinos hay momentos que son para nunca olvidar de nuestras memorias. Yo recuerdo un incidente que fue duro para los tripulantes de la M/N "Venezuela" en el puerto de Hamburgo en Alemania.
Puerto de Hamburgo
El 19 de febrero de 1.976, a eso de las 07:30 de la mañana de ese ingrato día, surta la nave en el puerto antes mencionado; me encontraba en mis funciones de camarero de tripulantes sirviendo el desayuno, cuando vi que se acercaba el marino Jesús Antonio Vizcaíno, natural del pueblo de Caimancito en el Edo. Sucre, con su trapo alrededor de su cabeza como siempre lo hacía. Él era de estatura pequeña y era un nauta apacible y tranquilo.
Quiero decir con cierta nostalgia, después de tantos años del suceso que voy a narrar, que recuerdo ese momento como si fuera ayer mismo; Jesús Antonio Vizcaíno estando en el comedor de tripulantes en ese momento le dije lo siguiente:
¿Vas a desayunar, Vizcaíno?
Y él me respondió lo siguiente: "No Tribi, guárdame el desayuno en el horno, pide un completo por favor; que no tengo ganas de desayunarme en estos momentos".
Así lo hice, como él me dijo; en realidad yo vi cuando él salió del comedor y se dirigió a la cubierta del buque en compañía de otros marinos de cubierta, siempre bajo las órdenes del contramaestre Lunar quién era un margariteño que vivía por los lados del Barrio "Los Cocoteros" en Maiquetía.
Bueno, la vaina se nos echó a perder faltando tres minutos para las 08:00 de la mañana, viene un marino corriendo y le dice al timonel Vásquez que Jesús Antonio Vizcaíno se había caído de cabeza en la grúa de la bodega 1, que estaba muy malo y que lo llevaron de urgencia a un centro médico en la ciudad de Hamburgo, en las orillas del propio Río Elba.
Todos los tripulantes se dirigieron al sitio y cada uno contaba el suceso que allí se había vivido; la temperatura en Hamburgo en ese día estaba como a 16º C bajo 0. Parece ser, que Vizcaíno se subió por la escalera de la grúa sin guantes en sus manos y al estar como a tres metros de altura, producto del frío mismo se le durmieron las manos.
Puerto de Santa Marta – Colombia
Eso fue lo que hizo que se desprendiera de esa altura; quizás él buscó una forma adecuada en la caída; pero cayó de cabeza y la muerte se puede decir, que casi fue instantánea.
De esa manera, lo llevaron a un centro médico en la ciudad y llegando allá falleció. Allí le practicaron la autopsia, siendo su cuerpo amortajado por unas religiosas católicas que trabajaban en dicho hospital.
El comandante del buque era el capitán de altura Luís Malavé Guilarte, quién era natural del pueblo de Cumaná. Además, él era un homosexual muy identificado con su género. En ese día como en los tres días subsiguientes; los marinos abordo no querían trabajar, se sentían muy mal hasta que al fin fueron emplazados por el comandante del buque y de esa manera continuamos con nuestro trayecto en la ruta que teníamos trazada en el Servicio Trident.
El cadáver de Jesús Antonio Vizcaíno había llegado dos días antes que nosotros al puerto de La Guaira; siendo velado durante un día en la Urbanización Soublette de Catia la Mar, en donde vivía su menos hijo de 1 año para esa entonces. Luego fue llevado a su pueblo natal, Caimancito, en donde fue sepultado.
En ese su último viaje en vida, fue mi último viaje como tripulante subalterno en las naves de flota de ultramar en la C.A.V.N. Me acuerdo con veracidad, cuando Jesús Antonio Vizcaíno estuvo con nosotros en la travesía que hicimos por los puertos colombianos de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta.
Él se despidió En Santa Marta de una cantante colombiana que cantaba música tropical de gran fama en su país natal, pienso que ella se llamaba Isidora. En la despedida que tuvieron en el "Panamerican Bar" en el Paseo Bastidas, creo que llegaron al acuerdo de casarse y venirse con ella a vivir en Venezuela.
Mi salida de la Compañía Anónima de Navegación (CAVN) se debió a que cuando arribamos al puerto de La Guaira en esos en la segunda semana del mes de marzo de 1.976, en la navegación que hacíamos cerca de ese puerto antes mencionado, algunos marinos se apropiaron de muchas botellas que fueron sustraídas de la carga, como el Cointreau.
Una vez amarrado en dicho puerto, seguimos tomando a bordo Cointreau, que es una bebida dulce y algo anisada, pero muy fuerte para el calor que había en ese lugar. Claro está, en ese momento conté con la visita de mi compadre Gerardo Mendoza, quien ya no navegaba, debido a que en ese tiempo laboraba como obrero en el Servicio Portuario de La Guaira.
Mi compadre Gerardo Mendoza, el camarero Miguel Palacios quien era hijo del sargento mayor (GN) Palacios, y yo nos metimos una tremenda pea con esa bebida. Al fin decidimos irnos para la calle a tomarnos unas cervezas. Pero se nos ocurrió ir a bordo de la turbo nave "Caroní", unidad flotante de nuestra empresa surta allí.
En el momento en que subíamos la escalera del buque nos abordaron algunos marinos conocidos por nosotros y pudimos conversar algunas cosas sobre lo sucedido al marino Jesús Antonio Vizcaíno en Alemania. Luego decidimos irnos del buque para seguir con lo que habíamos pautado; cuando en la cubierta fuimos interceptados por el segundo oficial de cubierta quién era de apellido Aponte, un suboficial retirado de la armada venezolana.
En verdad, no entendíamos lo que él nos quería decir, ya que nos emplazaba a que abandonáramos el buque y eso era lo que íbamos a hacer en ese momento. Al principio él pensó que éramos unos estibadores y trató de amenazarnos con sacarnos con la Guardia Nacional; ya que él era el oficial de guardia a bordo.
Ante tal situación, yo le dije que era lo que le pasaba a él y en eso veo cuando se me viene encima a darme un golpe. Ante esa actitud asumida por él, me le fui encima y lo levanté en peso para lanzarlo al muelle; hasta que al fin nos separaron y nosotros nos fuimos de allí.
Claro está, mi compadre Mendoza y yo nos fuimos para el Bar "El Empire" en las cercanías de la Plaza El Cónsul de Maiquetía. Allí se presentó un impase entre mi compadre y un homosexual transformista conocido como "La Pelufo". Al parecer mi compadre tenía relaciones sentimentales con ese individuo, ya que el mismo lloraba y le reclamaba sus amoríos con una joven por los lados de Macuto.
La situación allí se tornó crítica, ya que "La Pelufo" sacó una navaja y se la puso en el cuello a mi compadre Gerardo Mendoza. Al principio pensé que ese maricón lo iba a matar; hasta que él lo fue convenciendo y al fin ese bastardo decidió deponer su actitud agresiva. Lo cierto del caso, es que allí llegaron algunos tripulantes y nos informaron de que la Guardia Nacional nos andaba buscando para meternos presos.
Yo nunca relacioné el problema con el oficial Aponte con la Guardia Nacional; ya que creía que nadie iba a hablar sobre lo que había pasado a bordo de esa unidad flotante. Inclusive, pasó una semana y ningún inconveniente tuvimos al respecto, todo parecía subsanado.
Inclusive, en todos esos días que estuvimos en el puerto de La Guaira, mi compadre Gerardo Mendoza me fue a visitar, ya que teníamos muy buena amistad debido a que él conoció a mi primer hijo en Barranquilla y siempre nos consideramos compadres; ya que él manifestaba que iba a ser el padrino de bautizo de mi primogénito. Mi compadre era natural del pueblo de Cuicas en el Edo. Trujillo, era un hombre tacaño y poco gastador de dinero; su vida era más de chulo que de otra cosa.
Él tenía un hermano llamado Adelis quién era médico egresado de la Universidad de los Andes (ULA) y si más no recuerdo creo que tenía un hermano que vivía en el pueblo de Mene Mauroa en el Edo. Falcón, cuya esposa era familia del historiador Guillermo Morón.
Bueno, cuando faltaba un día para zarpar para Puerto Cabello, en horas de la cena se apareció el oficial Aponte de la Turbonave "Caroní" a bordo de nuestra unidad. Yo vi cuando él llamó al contador del buque y le solicitó que le enseñara los pasaportes de la tripulación; muy minuciosamente los fue chequeando y en sus afanes reconoció a Miguel Palacios y a mí, quienes nos desempeñábamos como camarero de oficiales y camarotero.
Seguidamente, el contador llamó al capitán Luis Malavé Guilarte y le contó lo sucedido en días atrás con el oficial Aponte. El comandante de nuestro buque, sin son ni palabras, nos mandó a desembarca y nos puso a las órdenes de personal en la oficina principal de la CAVN en Caracas.
Al día siguiente me presenté en las oficinas de Personal de la empresa; siendo pasado a conversar con el capitán Palacios quién se desempeñaba como jefe personal en la misma. Ese afro-descendiente me llamó la atención, indicándome la gravedad de la falta al respecto, y lo que eso involucraba, ya que el oficial Aponte alegó que yo lo había agredido a bordo de su unidad.
El capitán Palacios me emplazó a que renunciara, y de esa manera las puertas de la empresa quedarían abiertas para cuando yo quisiera regresar en el futuro. Pero allí me puse malcriado, y entonces el capitán Palacios me dijo estas palabras: "Amigo León Morales, usted queda despedido de la empresa, nunca más le recibiremos aquí".
Luego llamando a su secretaria Carlina Rincones Valecillos, le ordenó lo siguiente: "Carlina, liquídate a este señor doble y que se vaya de aquí en lo inmediato".
Ella muy cortésmente, me dijo: "León, venga dentro de tres días para tenerle sus prestaciones listas".
Debo confesar con el corazón abierto lo siguiente; yo nunca tuve la razón y el despido fue justificado por parte del capitán Palacios. Ya que había atentado en contra de un oficial de la marina mercante venezolana, quién de hecho y derecho estaba de guardia en ese día en una de las unidades flotantes de la empresa, con responsabilidad de comando en ese día en el cual se encontraba a bordo. Después supe que el oficial Aponte falleció a los meses de aquel desagradable incidente.
Con el dinero que me dieron de la liquidación en la CAVN opté por irme por tierra a la ciudad de Barranquilla en Colombia; donde llegué a Maracaibo en horas de la madrugada de día 26 de marzo de 1.976. Allí pasé algunas horas y cuando eran las seis de la mañana embarqué en un bus que iba hacia el pueblo de Maicao, en el Departamento de la Guajira colombiana.
En el trayecto pude ir observando el paisaje zuliano, donde había grandes extensiones cultivadas, y tierras muy áridas. Las historias nos decían que los guajiros eran personas muy problemáticas; en verdad iba vestido a lo paisano, sin estar aparentado que llevaba dinero para estar algunos días en la costa atlántica colombiana.
Al fin pasábamos la alcabala venezolana de Paraguachón para ir hacia el lado colombiano en donde se divisaba el pueblo de Maicao; el cual era un lugar en donde reinaba la violencia, el tráfico de drogas, contrabando, miseria, dolor y muerte; notándose la presencia de infinidades de personas provenientes de toda la geografía colombiana, además de muchos venezolanos que iban allí en fines de compra. Se podía apreciar que se contrabandeaba mucho con las islas de Curazao, Aruba y Bonaire.
Debo decir, que en ese pueblo tenía muchos temores al respecto. Sin embargo, pude notar que había muchos árabes viviendo con mujeres guajiras, y que todos sus moradores portaban armas cortas de fuego; las tierras eran de selvas xerófilas, donde prevalecían los cardones, cujíes y tunales.
Finalmente, compré el pasaje con destino a Barranquilla, el cual fue en un bus viejo y muy sucio; ya que quería pasar desapercibido entre la gente. Lo curioso de este viaje eran que el bus iba abarrotado de gente muy pobre; todos de orígenes indígenas. Inclusive me llamó la atención ver las gran cantidad de aves que montaban en el mismo.
El conductor del vehículo era una persona interesante, ya que nos hablaba de los riesgos que podíamos correr si nos salían en los caminos bandoleros, guerrilleros, militares o narcotraficante; sin dejar a los delincuentes comunes atrás. Él en algunas ocasiones se adentraba por picas y senderos que estaban fuera de la ruta misma, para evitar encuentros fortuitos con esos grupos antes mencionados.
Fuimos dejando atrás a Río Hacha y a las Salinas de Manaure, y a la mayor velocidad posible nos dirigíamos hacía la costa de La Guajira y Santa Marta; ya que las vías eran muy angostas e inseguras. Al principio pensé que la jornada era corta, pero a medidas de que íbamos rodando pensé que nunca llegaríamos a nuestro primer destino, Santa Marta.
Después de una larga travesía al fin divisábamos a Santa Marta; como ya era algo tarde opté por bajarme del bus en esa ciudad samaria, la cual conocía más o menos. Tomando mi equipaje tomé una carrerita en un taxi hacia el burdel de "Carlín" quién era un homosexual afro-descendiente samario dueño de ese centro nocturno.
Claro está, la situación en esos días estaba difícil, ya que había conato de guerra entre los dos países; y en ese sitio hice algunas aseveraciones que en verdad no le gustó a Carlín en esos momentos. Notando que la situación no era amena, decidí por ubicar a mi amiga Vivian Jaspers o Campos, quién era descendiente de guajiros, natural de un pueblo que se encuentra en las montañas que están entre Buenaventura y Cali en el Departamento del Cauca.
Al verme mi amiga, noté su preocupación, ya que ella me esperaba un mes después como vaporino y no como turista. Allí comprendí que cuando los marinos nos vamos desembarcados para no navegar más no somos bien aceptados por las putas que de una u otra forma han compartido con nosotros ciertas satisfacciones sexuales.
Ella me preguntó: ¿Qué te pasó en el buque, Leo?
¿Qué haces aquí?
Le dije que me habían votado de la empresa y que había venido a Santa Marta a estar unos días con ella y después me regresaría a mi país. Ella me exigió que le pagara a Carlín la multa y de esa forma nos iríamos por unos cinco días de placer a un lugar de la Playa de El Rodadero.
Sin embargo, tuve tres días de placer con esa amiga hasta que el cuarto día salí con algunos estibadores de la Flota Gran Colombiana al burdel de América Pinedo, y allí tomamos demasiado; que finalmente, se tradujo en una tremenda borrachera, en donde los amigos me llevaron al hotel en brazos de amigos.
En la mañana cuando me levanté noté que Vivian no estaba contenta, ya que me había esperado toda la noche; diciéndome que no tenía dinero alguno encima. Debo destacar, que me sentí muy mal conmigo mismo, ya que me preocupaba mi regreso a Venezuela en esos momentos; debido a que no tenía ni un centavo para pagar el hotel.
A principios del año 1.978, después de estar turreando un tiempo en Puerto Cabello, me encontré con el viejo amigo López Colorado, conocido abordo como "Cabuya", con quién había navegado antes en la Compañía Venezolana de Navegación (CAVN). Él era natural del pueblo de Maracay en los valles de Aragua.
En verdad, me encontraba en una situación económica muy precaria y él incidió para que me embarcaran en la Motonave General "Páez" con bandera venezolana, cuyo armador era un judío sefardí argentino de origen italiano y de apellido Botachi.
Esta nave era atendida en Venezuela por la Empresa Taurel, cuyo gerente general era un porteño bonaerense con mentalidad de mafioso, apellidado Rioja; cuya jefa de recursos humanos era una joven de origen árabe llamada Leyla Haleck quién a escondidas hacía vida marital con el señor Rioja.
En mi primer viaje en esa unidad mercante de ultramar, teníamos una tripulación de diferentes nacionalidades, de los cuales recuerdo a los siguientes: capitán de altura Baltasar Mendoza (Islas Canarias), comandante del buque con gran experiencia en navegación; primer oficial de cubierta "Caminito" (Argentina), viejo capitán en buque de pasajeros en su patria natal; segundo oficial de cubierta García (Uruguay) con experiencia de navegación en la empresa Cementos de Venezuela (VENCEMOS); tercer oficial de cubierta era argentino; jefe de máquinas Romero Celis (Venezuela), profesor jubilado de la Escuela Náutica de Venezuela, vivía por los lados de las Colinas de Catia la Mar; primer oficial de máquinas (Argentina; segundo oficial de máquinas (Chile); tercer oficial de máquinas (Argentina); electricista (judío de Argentina, había combatido en la guerra de los seis días en Israel); contador Bouchet (Perú); radio operador Rincones (Venezuela); contramaestre (español, nacionalizado uruguayo); mecánico (Chile); primer cocinero Miguel Chan (China); segundo cocinero (de Mendoza en Argentina; carpintero Alarcón (afro-descendiente oriundo de Esmeraldas en el Ecuador), estaba casado con una venezolana en Caracas; aceitero López Colorado (Venezuela), aceitero Sergio Fornero (Uruguay); limpiador Willy Willy (La Pastora – Caracas, Venezuela); timonel Medina (Guarenas, Edo. Miranda – Venezuela); marino San Benito (Caracas, Venezuela); marino Cáceres; entre otros.
En ese primer viaje salimos con destino al puerto de Colón en la República de Panamá, en donde pude observar las grandes diferencias sociales que existían en esa nación ocupada por fuerzas imperiales de los Estados Unidos de América (USA) desde el 3 de noviembre de 1.903, cuando se separaron de Colombia, para ellos continuar con la construcción del canal en cuestión, el cual había sido iniciado por el francés Fernando Lesseps, el mismo que construyó el Canal de Suez en Egipto.
La parte de más pobreza estaba bajo control del gobierno panameño y se llamaba Colón; mientras que la parte más hermosa y cuidada estaba bajo control gringo y se llamaba Cristóbal, en donde las fuerzas policiales y militares del imperio del norte hacían lo que en ganas les daba.
En Colón se notaba una total miseria y pobreza en su población, donde no tenían control en nada del canal de navegación interoceánico, que un día idealizó el conquistador Vasco Núñez de Balboa; a pesar de que el general Torrijos había llegado a algunos acuerdos con el presidente Carter en la entrega de dicha zona de navegación interoceánica para el año 2.000.
Allí pasamos tres días aproximadamente, hasta que zarpamos con destino al puerto de Santos en la República Federativa del Brasil, adonde llegamos un día 1º de mayo de 1.978. En horas de la tarde salí en compañía del amigo López Colorado "Cabuya", por los lados de la Rua General Camara, adonde llegamos a un restaurante griego en aras de tomarnos algunas cervezas y almorzar.
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