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Síntesis de Lilia Trujillo

Enviado por waag62


    1. Alborada de la libertad
    2. El retorno de las guerras civiles
    3. El régimen cacerista
    4. Hacia la pérdida de la soberanía
    5. Bajo la férula yanqui
    6. A guisa de memorias
    7. Balance de una época
    8. La era de Trujillo

    CAPITULO I

    ALBORADA DE LA LIBERTAD

    La situación económica de la República era muy angustiosa a mediados de 1899. Se estaba al borde de la bancarrota, con la hacienda exhausta. El capital escondíase temeroso y las contínuas emisiones de billetes de banco, sin respaldo de oro, diariamente depreciados, crearon un profundo malestar en las regiones del Cibao, orientadoras de la política nacional para la época despertando, dormidas rebeldías frente al régimen caduco, de peculado y de crimen, personificado por Ulises Heureaux.

    No eran los militares formados, sino pequeños propietarios cultivadores de la tierra, y modesto empleado del comercio animado por las nuevas ideas, hombres pasionales y violentos, pero honrado y sincero. Deseaban derivar la tiranía y poner fin al oprobio del presente.

    Horacio Vásquez un pequeño propietario que labraba personalmente su tierra, entonces 39 años y solo había actuado en la política como figura secundaria. Su continente nombre y atractivo y su innato don demandó de mando le ganaron con facilidad muchos adeptos inspirándoles una fe ciega en su hombría en bien y sus principios.

    Un hombre más enérgico, de menos cultura, pero igualmente honrado le secundaba: Ramón Cáceres, su primo hermano, hijo de Manuel Altagracia Cáceres, prestante político asesinado 20 años antes. Mon Cáceres, cultivaba la tierra y traficaba entre Moca, La Vega y Santiago.

    Tres años, todavía no se le conocía actividades políticas, pero recordaba siempre con dolor, el asesinato de su padre atribuido sin razón, a Lilís, perpetrado durante su internado en el Colegio del Padre Billini.

    Món Cáceres había organizado la conjuración con la localidad, algunos en plena adolescencia. Casimiro Cordero, heroico joven llamado a altos destinos y malogrado más tarde en las guerras civiles, Pablito Arnaud, Vicente y Blas de la Maza, Doroteo Rodríguez y los hermanos Ramón y Jacobito de Lara, el último de diez y siete años. Todos llenos de juveniles entusiasmos se alistaron en el grupo tiranicida. José Brache, Secretario de la Gobernación, también comprometido, se encargó de avisarles el momento oportuno.

    El 26 de julio, Lilís, a las dos de la tarde dejó su caballo en el almacén de Lara Hermanos y fue despedirse de don Jacobo de Lara, quien, desconociendo la conjura, le presentó sus hijos. Lilís andaba solo, como de costumbre, tirador excelente con la mano izquierda, pues por un balazo, no temía a nada ni a nadie, tenía la derecha inutilizada, marchando en los combates siempre al frente de sus tropas. Jamás quiso aparecer que se cuidaba. Al salir de la casa un mendigo le pidió una limosna. Mientras se la daba se acercó Món Cáceres, después de ordenar al grupo no intervenir en la lucha, sino en el caso de verle sucumbir, pero Jacobito de Lara corrió precipitadamente de la tienda de su padre y a quema ropa hizo el primer disparo, hiriendo a Lilís por la cabeza. Mon Cáceres le atacó de frente, disparando repetidas veces. Lilís tiró, ya herido de muerte, y mató involuntariamente al mendigo, tratando de avanzar sobre su agresor. Horacio Vásquez, Por la noche tirotearon la casa a donde se velaba el cadáver, cuya mortaja cogió fuego al dispersarse los asistentes.

    Horacio Vásquez y Món Cáceres, acosados, pero resueltos a no caer vivos en manos de sus perseguidores, disolvieron el grupo y se retiraron a los campos de San Francisco de Macorís, a ocultarse en la hacienda de Tomás Ureña, en la sección de El Pozo.

    La hegemonía de Ulises Heureaux había durado veinte años. En 1879 se levantaron en armas en Puerto Plata el general Gregorio Luperón y él contra Cesáreo Guillermo y lo derribaron, quedando triunfante el Partido Azul. El Gobierno Provisional de Luperón tomó excelentes medidas económicas.

    En las elecciones triunfó el Padre Meriño, se vio duramente combatido por los rojos (conservadores) y asumió la dictadura, distinguiéndose Lilís, como Ministro de Interior, tanto por su talento y su bravura, como por la fría e implacable serenidad con que exterminaba a los prisioneros. Al expirar su mandato entrego el mando a su sucesor, de imperecedera memoria, Francisco Gregorio Billini, y tuvo amplia transigencia para todas las opiniones, protegiendo especialmente, como Merifio, la instrucción pública, Lilís no ocultaba su disgusto ante el nuevo giro de la política y haciendo uso de la fuerza militar quiso obligar al Presidente a que tomase el viejo camino de las represiones; pero éste prefirió renunciar dejando un alto ejemplo de civismo

    . Su sucesor, Alejandro Woss y Gil, de talento y valor reconocidos.

    A partir de 1886 ocupó la Presidencia, hasta su muerte en 1899, mediante sucesivas reelecciones, que se complacía en presentar como impuestas por el país, deseoso de paz y de trabajo. Si hubo progreso material bajo su mando y se tendieron líneas férreas, fomentándose el cultivo del cacao y del café y protegiéndose el establecimiento de centrales azucareros en el Este, estranguló, en cambio, las libertades públicas, extremando paulatinamente las medidas tiránicas. Sacrificó en el patíbulo a cuantos adversarios no pudo transformar, sobornar con cuantiosas dádivas a cuantos podían obstaculizarle. Con esa política corruptora desorganizó las finanzas nacionales, para enriquecer a sus partidarios y a sus queridas.

    Las medidas crueles, se multiplicaron, la sed de honores le dominó, aunque jamás alcanzó la megalomanía de Trujillo. El oro corría pródigamente, la deuda pública crecía sin cesar, pues no se pagaban intereses, elevándose hasta treinta y tres millones de dólares, suma exorbitante para la época. Mal administrador en todos los aspectos, vio esfumarse también su fortuna personal, empezando entonces a tomar prestado a los amigos por él enriquecidos, quienes llegaron a temerle y a desear secretamente cambio un político.

    Lilís recibió al apóstol a medía noche, y después de poner una suma en sus manos, le condujo hasta la puerta trasera de su residencia, diciéndole al despedirse: "El general Heureaux acaba de atenderlo y complacerlo, pero procure, señor Martí, que el Presidente de la República no lo sepa".

    Ulises Heureaux había nacido en Puerto Plata en el año de 1845, tenía, pues, a su muerte, cincuenta y cuatro años. De origen humilde, negro de color hizo sus primeras armas en la guerra de la Restauración a las órdenes del general Gregorio Luperón. Participando en el derrocamiento de los Gobiernos de Báez, González y Guillermo. Siempre victorioso llegó a convertirse en émulo de su viejo jefe, el glorioso Luperón, a quien acabó por desterrar. Sabiéndolo mas tarde moribundo en la isla de Saint Thomas, fue a buscarlo para llevarlo a Puerto Plata, cuidad natal de ambos, a morir rodeado de honores. Al llegar le dijo Lilís: es la primera vez que un presidente sale de su país a buscar a su enemigo, y el héroe le contestó sencillamente: era tu deber!

    Su energía, su valor recocido y ensalzado por sus propios enemigos, su talento natural, fino y agudo, su sangre fría, su grandeza aun en el mal, habrían hecho de él un buen presidente extraordinario, si a esas excelentes cualidad no hubiera unido una carencia absoluta de sentido moral, que al servicio de una ambición desenfrenada, le hizo cometer impávidamente los mas abominables crímenes.

    Al morir Ulises Heureaux asumió la Presidencia el Vicepresidente general Wenceslao Feguereo. El Gobierno de un mes, fue la agonía del lilisismo. Se había enriquecido a la sombra del tirano, si participar en sus crueldades. A Manolao, sin entusiasmo alguno por la herencia que el acaso le había deparado, le faltaron energías para despedir a sus viejos compañeros.

    San Francisco de Macorís fue refugio de quienes no se sentían garantizados en otros pueblos colocados baja la férula de más recios jefes. El 18 de agosto entraron Vásquez y Cáceres en San Francisco de Macorís con los jóvenes mócanos del 26 de julio; el país comenzaba a despertar!

    Después de un corto combate, en que pereció el general Andrés Regalado, las fuerzas lilisistas se rindieron. El general Horacio Vásquez asumió el mando como el Presidente del Gobierno Provisional.

    La juventud desbordada, se encaminó a las casas de los más señalados lilisistas, y las apedrearon, rompiendo los cristales, consideraron entonces como artículos de ostentación y de lujo. La casa del general Figueres fue respetada, bien por su actitud conciliadora, bien porque una guardia azuana le cuidaba.

    Días después del 5 de Septiembre de 1899, desfilaban triunfantes, pro la calle de El Conde, los generales Horacio Vásquez y Ramón Cáceres. Flores y coronas y laureles llovían sobre los vencedores; todos querían conocerlos. Hubo ansias, madres o viudas que se precipitaron a besar la mano vengadora de Mon Cáceres. A partir de esa fecha, la capital se convirtió en el más firme baluarte del horacismo que nacía.

    El Gobierno Provisional de Horacio Vásquez hizo frente a la crisis económica, retirando de la circulación los depreciados billetes de Banco, cuya amortización fue decretada en forma equitativa.

    Con la supresión del fraude y el contrabando, merced a la designación de un nuevo personal honrado y eficiente, los ingresos fiscales aumentaron grandemente.

    Se llamó a Eugenio Maria de Hostos, entonces en Mayagüez, para encargársele de la Dirección de la Enseñanza, con beneplácito general.

    Los exilados políticos regresaron, entre ellos: Juan Isidro Jiménez, que iba a ser electo Presidente.

    Las cárceles se vaciaron, aunque no encerraban sino personas de poca significación, olvidada en sus calabozos por largos años; Lilís, a sus enemigos notables o temibles, se los ganaba o los suprimía; a la juventud intelectual, que le lanzaba alusiones o velados reproches por la prensa, los arrestaba por corto tiempo.

    La prensa recobró su libertad, perdida desde los días del Gobierno de Billini.

    El general Vásquez, Juan Isidro Jiménez electos ambos para el periodo 1899, el 20 de Noviembre entregó el mando al Presidente Jiménez, después de un ejemplar gobierno de tres meses, de reorganización económica y libertad absoluta, regresando a sus labranzas cibaeñas.

    Tenía don Juan Isidro Jiménez, al ser electo Presidente, cincuenta y cuatro años. Era hijo del Manuel de Jiménez, prócer del 27 de Febrero y Presidente de la República de 1848 a 1849. Desterrado su padre por Santana se domicilió en Haití durante su infancia y los primeros años de su juventud, conservando una pronunciación afrancesada, era hombre de bien. Se había dedicado a actividades mercantiles, se le calculaba un capital de un millón de dólares. Su firma fue declarada en quiebra. Arruinado, abandonó el país, dedicándose a revolucionar en el exterior, en lo que consumió el resto de su fortuna.

    Iniciado en la política después de los cincuenta años, carecía de experiencia y de tacto para resolver los problemas que hubo de afrontar.

    En Congreso, electo por unánime y desinteresada selección, ha sido calificado como el más notable de la Republica desde su fundación. Casi todos eran hombres nuevos en la política.

    Jiménez mantuvo la libertad de su prensa implantada por el Gobierno del 26 de Julio. Tirábanse numerosos periódicos, adversarios o partidarios de la situación imperante.

    La juventud capitaleña no amaba a Jiménez, se burlaba de la sincera piedad del Presidente, que asistía a misa arrodillado en su reclinatorio y con libro de oraciones en las manos, se le tildaba de débil, de clerical, so sospechaba, sin razón, de su pulcritud en el manejo de las cosas publicas, recordándose su larga carrera comercial. También se combatía reciamente al doctor Francisco Henríquez y Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores, cuya influencia era predominante.

    En el campo administrativo s abolieron los derechos de exportación, que gravitaban pesadamente sobre la economía nacional. El cacao, el café y el tabaco, por el alza en los mercados europeos, se vendieron a muy buenos precios, creando bienestar en las regiones cibaeñas. E las elecciones de 1914, el alza arrastro millares de votos campesinos a favor de la candidatura de Jiménez.

    Tuvo dificultades, desde sus comienzos, con los acreedores extranjeros. Mediante una suscripción popular se le pagó y los buques franceses se retiraron. El Gobierno dominicano, por decreto del 10 de enero de 1901, asumió la recaudación directa de esos fondos. Entonces, para negociar con los tenedores extranjeros de bonos dominicanos y con la mencionada compañía.

    También se juzgaba peligrosa la sula relativa al arbitraje; pero sobre todo la opinión popular clamaba por su rechazo, porque creía que nada se debía a aquella odiada compañía americana.

    Hostos, adversa a la Improvement, impulsó a sus discípulos a combatir el tratado concretado con ella. Las elecciones de 1901 no exigían inscripción previa de los votantes y establecía una sola mesa electoral en cada Comunidad. La mayoría de los capitaleños simpatizaban con Horacio Vásquez y en unas elecciones sin fraudes habría triunfado ampliamente la candidatura Popular. Estos votos, admitidos con la protesta de los lideres de la otra candidatura, dieron el triunfo a la oficial; pero ahondaron, haciéndola ya definitiva, la división entre Jiménez y Vásquez.

    Para poner fin a las interminables disputas fronterizas los gobiernos, dominicanos y haitianos, designaron comisiones, con el encargo de trazar los limites de ambos países, respetando las posesiones actuales, separadas en el Norte por la línea del Tratado de Aranjuez. La Cancillería haitiana no deseaba un conflicto armado y ante la resuelta actitud de los dominicanos dio satisfacciones, pero al retirar sus delegados, sin designar otros, desistió, de buscar pacifica y amigable solución a la vieja disputa de limites.

    La crisis se agravaba por momentos, se decía que si Vásquez iba a la Capital lo prendería. Los amigos del Presidente presionaban al Vicepresidente para que se alzara en armas. Pero Horacio Vásquez vacilaba; un día aceptaba el rompimiento; al siguiente desistía y quería entrevistarse con Jiménez. Inició la insurrección el general Cáceres en Santiago, tales procedimientos definieron a aquella ciudad como baluarte jimenista, a pesar de haberle dado al horacismo sus mejores espadas.

    Jiménez se sintió caído ante la fácil derrota de sus partidarios, quiso evitar inútiles derramamientos de sangre, el 2 de mayo de 1902. Se embarcó para el extranjero acompañado por su familia, salió pobre y arruinado del mando, como había entrado. Ho hubo traición de su parte, como han afirmado sus adversarios.

    Desgraciadamente, ambos caudillos, si bien intencionados, honrados y austeros, carecían de capacidad suficiente para apreciar sus verdaderos intereses y del tacto necesario para limar esperanzas.

    CAPITULO II

    EL RETORNO DE LAS GUERRAS CIVILES

    Como la acusación de haber incurrido el Gobierno anterior en mala administración económica fue un de los pretextos invocados por la revolución, y como en el gabinete privaba un criterio puritano, se hizo un reajuste del Presupuesto, con la supresión de todo cargo inútil. El Presidente devengaba trescientos pesos mensuales y los Ministros ciento cincuenta. Economizar fondos para un arreglo con los acreedores extranjeros, y restablecer nuestro crédito, era el propósito primordial de aquel Gobierno.

    El Gobierno contaba en cada ciudad con un grupo de jóvenes dispuestos a defenderlo hasta con el sacrificio de sus vidas, el país, excepto la capital y Moca, le era adverso. Los caciques lilisistas, que contaban con los campesinos, a ellos atados por pequeños favores, abstuviéronse de intervenir en la política mientras Jiménez y Vásquez estuvieron unidos.

    El general Andrés Navarro era Gobernador de Monte Cristo. Rico y prodigo, quiso disponer a su antojo de los fondos de la Administración de Rentas Unidas, cargo de Federico Velásquez y Hernández. Navarro fue llamado a la capital y destituido.

    Monte Cristo es una región árida, donde llueve muy rara vez. Sus habitantes llevan una vida dura y de privaciones; cuando la casa comercial de Jiménez estaba floreciendo y el mangle y el campeche alcanzaban altos precios en los mercados extranjeros, se conocieron días de bienestar.

    Los hombres de la región son excelentes guerrilleros, caminan a pie sin cansarse larguísimas distancias, comen un día, y ayunan otro y se contentan con la más escasa y frugal alimentación.

    En La Vega, Pedro Lázala, viejo guerrillero, y otos en los campos de Santiago, Salcedo y San Francisco de Macorís, secundaron la revuelta noroestana.

    Los partidarios de Jiménez fueron llamados bolos y los de Horacio Vásquez, aunque más conocidos como horacistas, rabudos, teniendo por símbolo los atributos del gallo. Los habitantes de la provincia los favorecían, bien ocultándolos, o bien envidiándoles pertrecho y recursos. Se distinguían en esas actividades doña Emilia Jiménez de Rodríguez, doña Amelia Roca Vda. Román y doña Ceferina Calderón Vda. Chávez, prestigiosas y políticas damas noroestanas.

    El Gobierno hizo supremos esfuerzos para debelar la revuelta. La revolución, vencida, punto menos que invisible, aunque siempre latente, duró ocho meses, costando muchas vidas. Los generales horacistas asolaron la región a sangre y fuego; pero el Gobierno consumió sus mejores energías y gran parte de los recursos economizados por don Emiliano.

    El lilisismo, en su empeño de utilizar al jimenismo prescindiendo de Jiménez, vio en él su caudillo natural, sin pensar que su carácter índole apagaba sus otras cualidades. Tenía momentos de energía, larga experiencia política, frialdad para la decisión, pero pasado de peligro inminente, caía de nuevo en su temperamental apatía.

    Los alzados de la capital, con la artillería y los abundantes pertrechos de guerra almacenados por Lilís, pusieron en disposiciones de combate los viejos fuertes de la ciudad: "Santa Bárbara", "San Antón", "La Concepción", "El Conde", "San Gil" y "El Almirante, atrincherando las boca-calles, abiertas a través de las murallas, con tubos de acueducto, barriles de arena y alambradas.

    Consternación, miseria y muerte reinaban trágicamente, mientras la lucha seguía impertérrita, con derroche de infructuoso heroísmo. A una parte de los jefes sitiados les parecía inútil la resistencia, y quisieron buscar un avenimiento honroso que pusiera fin a la guerra civil. Pero los jóvenes jefes revolucionarios, como Dionisio Frías, que preferían jugarse el todo por el todo, rompieron el armisticio, reanudándose, con más encarnizamiento, la contienda fratricida.

    El 12 de abril, las tropas francomacorisanas del general Pascasio Toribio avanzaron hacia el Fuerte de la Concepción y trepando por las aledañas caballerizas de la empresa de tranvías de traición animal lo tomaron tras brava lucha. Iluminando por un inmenso mar de llamas, que contemplaban contornados los capitaleños, el combate duró toda la noche.

    La ciudad carecía de todo; el 17 de abril llegó Aquiles Álvarez a colaborar en el mando con Cordero. Blanco, rubio, de ojos azules, de treinta y tres años de edad, tenia madera de caudillo. Ante las descargas hechas desde los fuertes exclamó: "Mis enemigos me saludan porque saben que ha llegado un hombre"! Cordero era de su misma edad, de mediana estatura, delgado, mestizo y de buena presencia, intelectualmente bien dotado. Nadie, desde su fundación por Bartolomé Colon, había intentado tomar a sangre y fuego la cuidad de Santo Domingo. Confiada en el triunfo de su arrojo, al amanecer el 18 de abril se lanzaron al ataque, secundados por Antonio Hernández y Eliseo Cabrera. Asaltó Cordero la trinchera llamada de Pavón y la tomó, recibiendo la muerte al querer avanzar por las calles. Aquiles Álvarez también pago con su vida al escalar la muralla bajo fuego del enemigo, al igual que sus compañeros, heroica muerte. Sólo Eliseo Cabrera, Herido en el vientre, pudo llevar la noticia del desastre a Horacio Velásquez.

    Hostos, testigo presencial, dice en su Diario: "por ahí acaban de pasar el cadáver de Cordero, el joven animoso, resuelto y desviado, que yo no pude contener en los bancos de la clase de Sociología, y a quien lloro como un extraviado y como a un desventurado".

    En los hospitales se atendía a los heridos, sin tomarse en cuenta sus opiniones políticas. Horacio Vásquez, hizo propósitos de abandonar para siempre la política. En El Pozo, lugar de San Francisco de Macorís, se encontró con Mon Cáceres, que pretendía reunir nueva fuerzas y marchar hacia la capital. Horacio Vásquez le hizo abandonar todo Empeño de resistencia difícil por la desmoralización de las tropas.

    Ambos caudillos y un grupo de sus partidarios se embarcaron por Puerto Plata, rumbo a Cuba, en el cañonero Independencia; pero sus honrados procedimientos y el desinterés de sus hombres fueron de notar.

    El 23 de marzo será siempre una fecha luctuosa en la historia de nuestras contiendas civiles. El jimenismo abrigaba a ocupar la Presidencia Constitucional; pero muy pronto hubo de notarse entre los lilisista, autores de la revolución, el propósito de elegir a Wons y Gil. Llegó a la capital Don Juan Isidro Jiménez, habría triunfado con los votos de los campesinos. Convencido de su fracaso, se embarcó de nuevo para el extranjero, en espera de mejor oportunidad.

    Hubo durante los breves días de aquel Gobierno el mayor desorden en las finanzas. No se cometían atropellos, existía cierto espíritu de tolerancia; pero reinaba el más indigno peculado.

    El 11 de agosto de 1903 murió en la capital el gran educacionista antillano, maestro e inspirador de la intelectualidad dominicana contemporánea, Eugenio Maria de Hostos, llevado al cementerio, sin ceremonia religiosa alguna, en hombros de sus discípulos.

    Los jimenistas estaban descontentos por haberse alejado a Jiménez, cuando esperaban verle en la Presidencia. Los horacista, privados de sus líderes, unos muertos y otros en el exilio, esperaban la hora del desquite.

    Carlos F. Morales Languasco, era entonces Gobernador de Puerto Plata. Tanto el Este como el Sur se sublevaron. Volvió a tronar el cañón, a faltar la leche, las carnes y las legumbres; pero esta vez la resistencia carecía de entusiasmo.

    Wos y Gil, días después salio para el exilio. Con su caída quedó muerto para siempre el lilisismo. Un soldado llevaba colgada de la carabina la concha de una hicotea, no cesando de decir: "Miren como han dejado esta gente la jicotea, se la comieron entera". La Presidencia y los cargos públicos eran popularmente llamados jicoteas.

    El jimenismo contaba con las provincias; pero su rival, con la capital, tenia los pertrechos, los dos cañoneros "Independencia" y "Presidente", y los mas resueltos oficiales. El general Morales, acudía a todas partes, pero trataba con crueldad a los vencidos.

    En Villa Duarte estableció un campamento revolucionario el general Nicolás Arias (Manasa) para impedir la entrada en el Ozama a los barcos que aprovisionaban la ciudad. Casi dos meses duró el sitio; las provisiones encarecioronse extraordinariamente, en medio de la mas completa miseria; pero nadie hablaba de rendirse y se enviaban tropas a combatir en el Cibao.

    En guerra capturaron a Nicolás Arias y lo fusilaron, bajo pretexto de haber provocado el bombardeo de Villa Duarte.

    San Pedro de Macorís fue teatro de un reñido combate, Luis Tejara asaltó la Gobernación, decidiendo el triunfo de los suyos.

    Había aun que dominar las provincias de monte Cristo, Azua y Barahona y a los numerosos grupos alzados en las de Santiago y La Vega.

    Las guerras civiles habían reducido el ideal de la revolución del 26 de julio a la aspiración de establecer una administración honrada y progresista. Morales Languasco, no vacilo en herir sin piedad, en uno de sus miembros, a la familia Guilloux-Jansen a la que le unieron, en los días de su carrera eclesiásticas, fuertes lazos de amistad.

    El nuevo Congreso, integrado pro horacistas, con excepción de los diputados de Monte Cristy, cumplió con su periodo y observó una actitud independiente. El 19 de marzo prestó juramento en Presidente Morales, tenia entonces treinta siete años. Alto, delgado, blanco, de tipo hebreo, sin serlo, y de buena presencia, nunca logro, sin embargo, ascendía sobre las masas.

    Morales, públicamente en marzo de 1904, que si dominaba la revolución negociaría una Convención con los Estados Unidos, para quitar el control de las aduanas a los partidos políticos.

    Los tenedores europeos de bonos de los empréstitos de Lilís protestaron, y solicitaron la adopción de una forma satisfactoria para solventar sus acreencias.

    Era evidente que los acreedores europeos acudirían a sus respectivos gobiernos para defender sus derechos. Demetrio Rodríguez, tenía en consideración comprar las acreencias belgas, holandesas e italianas, para ocupar las aduanas y controlar el país.

    La labor administrativa del gobierno de Morales fue honrada y progresista; se empezaron a crear nuevas fuentes de ingreso. Independiente de las aduanas. Peligrin Castillo puso todo su empeño en crear nuevas escuelas primarias. El ayuntamiento procedió al arreglo de las calles y a la creación de un matadero. El jimenismo hizo algunas intentonas revolucionarias, que fueron reprimidas duramente.

    A Cáceres, a quien juzgaban falto de capacidad para ser Presidente. Ante la actitud del horacismo vióse Morales en la necesidad de pedirle la renuncia, sustituyéndolo con el licenciado Andrés J. Montolio, bondadoso y austero, pero de apagadas actuaciones. Morales, la noche del 24 de Diciembre de 1905, acompañado por Enríquez Jiménez, se dirigió en su victoria a Haina, donde esperaba gente y pertrechos para seguir hasta Azua y reorganizar allí su Gobierno. No halló nada de lo prometido. Morales tuvo la desgracia de fracturarse una pierna, se vió obligado a refugiarse en una cueva. Ruborosa fusiló a algunos campesinos e igual suerte habría corrido el Presidente, de haber sido capturado.

    Hubo también quienes lo comparecieron, colgando la vieja amistad, y se dispusieron a evitar su sacrificio; a cambio de su renuncia.

    Después renunciar a la presidencia, se embarcó para el extranjero en el buque. El vicepresidente Cáceres fue invitado a asumir la presidencia.

    Dos años y un mes había durado el gobierno de morales; siete meses con carácter provisional y un año y medio de constitucional. Sólo gozaron de cierta libertad de prensa para criticarlo, los periodistas del partido vencedor; pero encontró el desorden económico e implantó el orden. Salió del poder tan como cuando lo escaló y tuvo que recurrir en el destierro a un expendio de frutas para vivir, rasgo que indudablemente lo enaltece.

    CAPITULO III

    EL RÉGIMEN CACERISTA

    En enero de 1906 encargóse de la presidencia el vicepresidente Cáceres. Su gobierno fue durante los dos primeros años, Demetrio Rodrigues fue muerto después de ocupar parte de la ciudad, defendidas por céspedes. De distinguida familia montecristeña, rico, educado en Europa, atrayente y generoso, sus soldados le adoraban y se hacían matar por él. Desiderio Arias, recorrió su prestigio.

    El gabinete quedó casi con el mismo personal, siendo únicamente sustituido el licenciado Montolio con el licenciado Augusto Franco Bido.

    Manuel de Jesús Camacho, improvisado general por su coraje y arrojo. Era difícil de agarrar, ocupó la ciudad quiso asesinar a varios jefes jimenistas, entre ellos a Naney Cepín.

    Para cambio de método, nombró gobernador a Ricardo Limardo, bondadoso y conciliador, lo escaló sobre la pacificación de la Línea Noroestana.

    Meriño es una de las más grandes figuras de nuestra historia y ejerció influencia decisiva, con Emiliano Tejera y José Gabriel García, depurado después de la guerra restauradora. Presidente de la República del 1880 a 1882, dedicó sus veinte últimos años a practicar la caridad privada, agotando en ello todos sus recursos económicos. Le sucedió Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo Titular de Metyna y Coadjutor del arzobispado de Santo Domingo, con aceptación del gobierno.

    El espíritu de revuelta, no extinguido rescindido. Durante los primeros años del gobierno de Cáceres hubo varias intentonas revolucionarias. Se destacó en su persecución a Félix Zarzuela, murió Lázala, y fueron capturados Enrique y Mauricio Jiménez.

    La Improvement & Co. que tenía un fallo arbitral a su favor y el derecho de cobrarse preferencialmente con las rentas aduaneras.

    Federico Velásquez, al concertar un arreglo con los acreedores extranjeros sobre la reducción de las deudas y su consolidación en un empréstito único, garantizado por la Convención.

    El doctor Hollander, experto financiero, asistió a Velásquez en esas gestiones. Entre las que negoció el empréstito con Kuhr Loeb & Co. de New York por la suma de $20,000,000.00 oro, amortizable en 50 años y redimirle en 10, como un interés de 5% anual y prima de 4%.

    Casi todos los acreedores extranjeros recibieron mayores sumas de la que habían invertido, pero quedaron saneadas nuestras finanzas y el gobierno en condiciones de emprender una labor de progresos. Atribuido a su forma personal dimensiones exageradas por la forma modesta en la que llevó a cabo, tuvo sin duda un remanente de unos RD$40,000, con aprobación libre, una labor honrada, eficiente y provechosa para la nación.

    La labor administrativa del gobierno de Cáceres fue excelente a los contrabandistas, a los indicadores de timbres fiscales, a los destiladores que defraudaban al Fisco, los presidios sin contemplaciones, sometiéndolos a la justicia. Le acarreó numerosas enemistades y lo hizo impopular, nos gobierno reaccionaron más tarde contra tan grande y justicia.

    El presupuesto se cumplió religiosamente, sin contar remanente del empréstito, depositado en la Guaranty Trust & Co., el gobierno tuvo siempre una reserva, de varios centenares de millones de pesos para atenciones imprevistas.

    Entre las reformas aceptadas se encontraba la abolición de la pena de muerte. El poder ejecutivo voto las reforma.

    La principales fueron las siguientes: La Constitución de 1896 garantizaba la libertad de la industria; la de 1908 la del trabajo, industria y comercio. La segunda consagró la libertad de conciencia y de cultos.

    Al derecho de libre expresión del pensamiento, por la palabra o por la imprenta.

    A la inviolabilidad de la correspondencia y papeles privados se agregó: "salvo el caso de investigación judicial, en el cual se guardará hasta su luto secretos respecto de los asuntos ajenos al que se investiga", limitación acertada. El derecho de propiedad de los inventos.

    Se elevó a precepto constitucional el principio jurídico penal "de que nadie puede ser juzgado dos veces por una misma causa, libro ligado a declarar en su contra". Los delincuentes pueden abstenerse declarar sin que sea apreciada su negativa como una presunción de culpabilidad. Que no se torture material o moralmente al reo porque, pero que no se le garantice su impunidad. Se sostuvo la sustracción de la pena de muerte por causas políticas.

    El Titulo Tercero, sobre los derechos políticos, se dividió entre secciones: una dedicada a la nacionalidad, otra a la ciudadanía y la última a la naturalización. El constituyente de 1908 creó dos Cámaras, una de Diputados y la otra de Senadores, que han subsistido hasta el presente.

    El periodo constitucional se elevó a seis años, sin suprimirse la reelección. En lo sucesivo disminuyendo la autoridad de los gobernadores, que a partir de 1924 son meras figuras decorativas, desconocedores casi siempre del medio donde actúa.

    La extensión del periodo constitucional a seis años y la supresión de la vicepresidencia, acarrearon funestas consecuencias, que se inició con la muerte de Cáceres, y culminó con la ocupación militar americana en 1916. Por eso se le viaja constantemente aquella Constitución y se reclamaba su forma, sin haberle jamás he hecho justicia en cuanto a los progresos jurídicos alcanzados con la renovación de muchas vetustas instituciones.

    Horacio Vázquez únicamente podía disputarle a Cáceres la presidencia, pero hubo de convenir, más refinado que complacido, en la elección de éste para hubo periodo constitucional. Las elecciones se efectuaron en el ambiente de semi-libertad de aquellos días porque aparte

    El primero de julio de 1908 se juramentó el general Cáceres. Pero, como se consideraban condueños de la situación política imperante, creíanse visados a ejecutar fusilamientos, prisiones, reclutamiento y sin exacciones, sin la anuencia del gobierno.

    Cáceres, empezó muy pronto a contenerlos, atender quejas justificadas y paulatinamente Zenon Ovando, Zenon Toribio, Camacho, Céspedes y otros, fueron separados de sus mandos.

    No habría detenidos políticos y los exilados regresaron quedando en los extranjeros únicamente caudillos militares del jimenismo.

    El Ejército fue organizado bajo la dirección del comandante de armas de Santo Domingo, Alfredo María Victoria, de indiscutibles dotes de mando y ciega adhesión al Presidente, pero extremadamente severo, castigando a los soldados por las más ligeras infracciones y las ordenanzas militares.

    Dióse comienzo a la inversión de remanente de 6 millones de dólares al empréstito. Se inició la construcción de la carretera de la capital a San Cristóbal, casi terminada a la muerte de Cáceres y la de Moca a La Vega estudiándose el trazado de un plan general de carreteras. El viejo Palacio fue totalmente reconstruido.

    Se fundó una Escuela de Agricultura, con un profesorado de ingenieros y peritos agrónomos traídos de España. Se aumentó el número de escuelas primarias, duplicándose el alumnado; pero no se le dio gran impuso a la enseñanza.

    Cáceres no comprendió que el problema básico de nuestras incipientes democracias, lo acabamos de decir, es la ignorancia del pueblo, el analfabetismo, obstáculos visibles para la implantación definitiva de un régimen civilista. Quedó constituida una nueva Suprema Corte de Justicia.

    Américo Lou presentó un estrés informe de su labor, que mereció el aprobación Gobierno dominicano, lo que prueba que si los hombres de aquel régimen transigía, como un mal inevitable del momento, con la injerencia económica de los Estados Unidos, no se sentían supeditados a su política internacional, si no aguardaban la creación de nuevos organismos panamericanos que garantizaran nuestra independencia.

    Las relaciones entre Horacio Vázquez y Ramón Cáceres se fueron entibiando. En 1911, la prosperidad, la paz y una mediana libertad de imprenta y de palabra parecían sólidamente establecidas.

    Cáceres declaró que se retiraría del poder en 1914, señalándose en la prensa y en corrillos, con demasiadas premuras, los probables candidatos.

    Si bien algunos afirman que, para su desgracia y la del país, se inclinaba al continuismo, mientras deudos y allegados suyos sostienen lo contrario y, según parece, con cierto fundamento. Pero, su muerte faltaban dos años y medio para la explicación de su mandato, era muy difícil vatricinal, en aquel tiempo, cuál iba a ser resolución definitiva.

    Las cárceles estaban vacías de presos políticos, desde hacía años. El alcalde del 19 de noviembre de 1911 fue hasta San Jerónimo con el coronel Ramón Pérez, y visitó a don Juan Veracruz Alfonseca, a quien le unía una vieja amistad de familia.

    Cuando Cáceres regresaba de San Jerónimo, Jaimito Mota atravesó su carro a la avenida y salieron todos, revólveres en manos, deteniendo la victoria e intimidándole la rendición.

    Según parece, Cáceres por el número de los asaltantes, se había aprendido. Los disparos de los agresores enardecidos continuaron haciendo blanco a él. Trataban de secuestrarlo para obligarlo a firmar su renuncia. Luis Tejera, alma de la trágica jornada, horacista, era un hombre fuerte y temperamentalmente recto, pero de mediocre intelecto y descuidada instrucción.

    Mon Cáceres, y se temía que su carácter violento y apasionado le inclinarían a un régimen tiránico, pero sorprendió a todos, después de la pacificación de la línea noroestana, por su conducta conciliadora y justa , y brindado amplias garantías a sus contrarios de la víspera. Al morir eso una excelente situación financiera. Honrado a cabalidad, labor injerencia recogida por su larga familia de diez hijos la integraron sus mediocres propiedades rurales, heredada de su padre y ensanchadas con su trabajo personal, y una póliza de su seguro de vida de RD$10,000.

    No dio la completa libertad de los días de Billini y de Espaillat, niega que posteriormente implantara Horacio Vázquez; pero creo un ambiente de seguridad y de confianza. Aquellos con tres, distinguido por su humanidad en las guerras civiles, aunque tampoco ninguno de los destacados, con excepción de Luis Felipe Vidal, han temido una actitud en consonancia con los principios por cuyo amor pretendieron haber cometido aquel crimen político.

    CAPITULO IV

    HACIA LA PÉRDIDA DE LA SOBERANÍA

    A la muerte de Cáceres, el Consejo de Secretario de Estado se encargó constitucionalmente del Gobierno. Una de las primeras herencias, dictadas en el mismo día del entierro de Cáceres, fue la prisión de varios prominentes políticos horacistas, entre ellos el licenciado Leóntes Vázquez, a quien se quiso complicar sin fundamento en el crimen de la carretera y de los generales de Jesús María céspedes, Benigno Céspedes, Quirico Feliu y Manuel de Jesús Camacho.

    Velásquez contaba con la mayoría de las Cámaras donde, pero para ser electo necesitaba el concurso de Alfredo Victoria, progresos desde los primeros momentos pareció difícil su elección.

    En el Senado Eladio Victoria salió triunfante por cinco votos contra cuatro de Velásquez. Habíase iniciado en la alta política como Ministro de Fomento en el Gobierno Provisional de Morales, habló también la Cartera de Correo y Telégrafos después de la renuncia de Bernardo Pichardo. De reducida capacidad mental y de carácter pacífico, honrado, sin iniciativa para el mal.

    Aquella situación un régimen de fuerza. Eladio Victoria dejó a su sobrino la dirección de la política. Alfredo Victoria no tenía treinta años. Asemejábase más a la de un mozo bien puesto, que a la de un militar tallado en la dura escuela de cuartel; con energía indomable y feroz había hecho sentir el filo de su sable a los pobres soldados analfabetos.

    Horacio Vázquez al enterarse de la muerte de Cáceres, lloro de dolor, persistía aún en él arraigado efecto familiar, junto al recuerdo del 26 de julio.

    El 8 de febrero de 1912 recto en la Fortaleza Ozama una sublevación militar, encabezada por algunos sargentos y secundada por soldados descontentos del duro trato y de la férrea disciplina. Al llegar Victoria, a pasar de revista a las tropas, ordenó los fusilamientos de cuantos habrían disparado. Fueron ejecutados, el Aguatico, a la orilla del Costaba, 17 soldados.

    Juan Isidro Jiménez decepcionó al país y a muchos de sus partidarios al aconsejar, en carta publicada, apoyar el Gobierno de Victoria; al apoyo Horacio Vázquez la insurrección extendiéndose como reguero de pólvora. El gobierno se encontraba en excelentes condiciones para combatir la revolución, contaba con un ejército bien disciplinado, dirigido por una Oficialía ruda, fiel hasta la muerte a Alfredo Victoria. Las cárceles se llenaron de presos políticos.

    Funcionaba secretamente una junta revolucionaria compuesta por algunos senadores y otros adversarios del Gobierno.

    Horacio Vázquez recogía en Cibao, distribuyendo armas en el curso. Organizando mejillas, combinando su ataque, cubanos de la vida diariamente, seguido de cerca, pero nunca capturado.

    Los recursos y la tropa del gobierno se iban agotando. Este julio de 1912 se suspendió el paro de los sueldos a los empleados civiles, salvo contadas excepciones, para destinarlo todo la guerra civil, que seguía implacable y cruel en todas partes, con los acostumbrados fusilamientos, por las fuerzas gubernamentales, de centenares de anónimos prisioneros de guerra, casi todos haitianos.

    Monseñor Adolfo A. Nouel, grado cuando se le doctor en teología, extensa cultura y dotes oratorios, digno sucesor del gran Meriño. Poseía una clara inteligencia y espíritu tolerante y comprensivo.

    En lo físico su figura era majestuosa y atrayente a la par; de color blanco, ojos azules, de suave mirar y cabellos prematuramente plateados.

    En Horaciomismo, atacaba al régimen caído en vehemente campaña periodística y criticaba con una actitud al gobierno de Nouel, enrostrándole su mala administración. La política de Nouel era cada día más vacilante, se hacían nombramientos un día y se revocaban el otro para complacer nuevas exigencias.

    En el senado se iniciaron debates para la selección del nuevo presidente. Se gozaba de la más completa libertad de imprenta y de palabras. Se eligió un nuevo presidente y resultó ser José Bordas Valdés, en aquel entonces de unos 40 años agradable y de morales corteses, humanitario con los vencidos. Fue gobernador por varias provincias, correcto y progresista la.

    No estaba hecho para grandes cosas; por eso su gestión presidencial fue una serie de torpezas libertadores que le llevaron a un desastroso final.

    La declaración del presidente de que no cambiaría a los empleados públicos, designados casi todos durante los gobiernos de Victoria y Nouel, aumentó el descontento en las filas del horacismo.

    Se lanzó una candidatura integrada por personas de buena reputación moral, unidas a la situación imperante por nexos personales Lovatón. Nunca gobierno alguno mostró mayor torpezas adquiere conciliar dos cosas antagónicas: sacar triunfante una candidatura carente de respaldo popular y dar elecciones libre, con libertad de prensa y de palabras. Los horacistas junto con Velásquez y Jiménez, empezaron una activa campaña periodística y de mítines, pronunciándose lo más violentos discurso contra Bordas. Varios jovencitos, recién graduados de bachilleres, quienes lanzaron toda clase de ataques contra Bordas, llamándole loco y tirano, e indicando el pueblo a sacarle de la casa presidencial y encerrarle en el manicomio.

    Bordas no se sentía dueño de las tropas militares, le servían con tibieza, debido a ser velaquista.

    Las elecciones se efectuaron los días 15, 16 y17 de diciembre.

    El Ministro americano Sullivan, en el que afirmaba no haber presenciado en su vida de lesiones más libres. Pero más tarde fue enviada una comisión investigar la conducta de Sullivan y lo echaron del servicio diplomático de su país.

    Estaba Bordas en Santiago, preparándose para marchar en la región noroestana, cuando le sorprendió el levantamiento de Quirico Feliu y Domingo Peguero en Puerto Plata. En su proclama decían los sublevados que en la fecha, 13 de abril de 1914, había esperado mandato presidencial de aquél, por lo cual estaban eximidos de presentarle obediencia y fidelidad.

    Los Colegios electorales eligieron a Bordas, presidente para el periodo de 1914 a 1920. El proceso electoral no pudo concluirse con apariencia de legalidad. No se registraron actos de crueldad, con excepción del fusilamiento de un infeliz de apellido Brazoban.

    Se ordenaba las ejecuciones en el más libre pretexto, con la alegría de las copas y el horror de la ciudadanía enmudecida. Las victimas eran pobre negros, tales crímenes pasaron inadvertidos en el resto del país. El gobierno de Bordas estaba perdido, a pesar de la valentía con que luchaban. Bordas propició un bombardeo sobre Puerto Plata que ocasionó victimas sobre la población civil, el horacismo estaba resentido y dispuesto a rechazar toda idea de cooperación con el gobierno imperante. Bordas era liberal, temperamental, pero poseído de una diabólica ambición, burló los procesos electorales y llenó las cárceles de presos cuando estalló la revolución que él mismo había provocado, había sido honrado, incapaz de disponer en su provecho de los fondos de la Nación. Su gestión gubernativa ha sido, una de las más desafortunadas de la vida independiente. No obtuvo beneficio alguno del desorden financiero, de todos olvidado, pero por nadie molestado.

    El doctor Ramón Báez era hijo de Buenaventura Báez, quien había sido presidente de la republica en cinco ocasiones, sus opiniones eran jimenistas, seleccionó personas a él unidas por vínculos de parentescos o de vieja amistad, dictó algunas leyes importantes, cuya validez desconoció posteriormente el Congreso.

    El horacismo lanzó la candidatura de su caudillo, los jimenistas de la del suyo, los amigos de Velásquez le proclamaron a su vez candidato, y el legalismo postuló a su vez en Azua a Luis Felipe Vidal; por tanto Velásquez como Vidal, no tenían probabilidades de triunfar, buscaban aliarse con Jiménez o con Vásquez. Adoptaron todos un emblema: el horacismo el gallo con la cola, el jimenismo el gallo bolo y el velaquismo un toro, para que los campesinos analfabetos pudieran conocerlos en el momento de votar.

    Entablándose entre ambos bandos una batalla campal a trompadas y empujones, por la posición del poder. Muchos votantes llegaban a las urnas con la ropa destrozada, saliendo electo Presidente don Juan Isidro Jiménez, se tuvo mas en cuenta el prestigio entre las masas campesina y el concurso financiero, de la capacidad mental o la altura moral. El doctor Báez contribuyó en gran manera al triunfo del jimenismo, consecuente con sus viejas simpatías.

    El 5 de Diciembre de 1914 tomó posesión Juan Isidro Jiménez, tenia alrededor de 70 años al asumir por segunda vez la presidencia, su intelecto declinaba visiblemente. Pero en medio de las torpezas de sus actos supo sacar en su oportunidad para renunciar a su alta investidura, antes que aceptar el apoyo de fuerzas extranjeras.

    Desiderio Arias carretero en su juventud, de escasa instrucción y muy limitada cultura, pero de cierta inteligencia natural, debió su elevación a sus excepcionales dotes de guerrillero. No amaba, sabía alcanzar el enemigo y despistarlo, para vencerlo después sin grandes esfuerzo, empleando siempre en la guerra más la astucia que el valor. No fue partidario de régimen tiránico, fue siempre mal aconsejado.

    No era el poder para Jiménez un lecho de rosas, reinaba en las finanzas la mayor desorganización. Las rentas producían muy poco. Hubo bastante libertad de imprenta.

    Desde los primeros días de la instalación del gobierno, nótese la tendencia de Desiderio Arias de apoderarse de la Dirección, dejando de lado a Jiménez y hostilizando a Velásquez con propósito de echarlo del gabinete, había marcadas divergencias en el gabinete.

    Los Estados Unidos le ofrecían toda la ayuda y las fuerzas necesarias para sofocar cualquier revolución o cualquier conspiración que pretendiera estorbar la administración ordenada del gobierno. Jiménez contestó con dignidad diciendo: "El gobierno dominicano estima que sus fuerzas son suficientes para restablecer el orden cada vez que se altere y no tiene, por lo tanto, la necesidad de la espontánea ayuda que para ese fin le ofrece el gobierno americano".

    Tras una gestión de cortos meses Jiménez fue sustituido por el Ministro de Interior su primo José Manuel Jiménez. Se asentó la división entre el jimenismo pata blanca, capitaneado por José Jiménez, Jacinto B. Peinado y Arturo Logroño y el jimenismo pata prieta de Arias y Brache. Los tres primeros meses de 1916 transcurrieron en medio de una lucha sorda entre ambos bandos por adquirir posiciones.

    En los últimos días de abril de inicio una acusación contra el presidente Jiménez, se le acusaba, con iniquidad y cinismo sin ejemplo, de malversación de fondos públicos, cuando precisamente era Desiderio Arias el alma de aquellas comedias, quien disponía del dinero de la nación como de cosa propia. El licenciado Peregrin Castillo, defendió al presidente Jiménez.

    El presidente Jiménez se retiró a Cambelén, rodeado del respeto de los suyos, confiando en el fallo de la historia. Pobre ascendió a la presidencia y pobre descendió de ella como todos los presidentes que le presidieron, a partir de la muerte de Lilís, y como todos los que le hasta que Trujillo restableció, superándolo en crímenes y robos, el régimen de abyección y depotismo de aquel hombre siniestro.

    CAPITULO V

    BAJO LA FÉRULA YANQUI

    Los Secretarios De Estados quisieron abandonar sus carteras la noche de la renuncia de Jiménez, desistiendo de hacerlo ante la advertencia del ministro Rusell de que acarrearía el nombramiento de un gobernador militar americano.

    Desde la entrada triunfal del ejército restaurador en 1865, ninguna fuerza extranjera había penetrado en la capital.

    El ayuntamiento creo, para sostener el orden, una policía bajo la dirección del licenciado Francisco J. Peynado. Las fuerzas americanas entraron en la capital al amanecer del 15 de mayo, con todas las precauciones necesarias para aplastar cualquier resistencia sorpresiva.

    Los americanos dejaron de actuar libremente al consejo de secretario. En cambio pidiéronle al Congreso el aplazamiento de la elección del presidente interino hasta tanto se restableciera la normalidad. Un mes después, el 16 de junio, el Receptor General de las aduanas se incautó de las rentas internas, quedando todas las finanzas bajo el control extranjero. La nación entera reacciono adolorida e indignada, ante la invasión extrajera.

    Los secretarios de manifestaron que la revisión de Desiderio debía ser el primer paso en ese sentido y sostuvieron la necesidad de disolver las cámaras, cuya actitud revolucionaria había contribuido en la caótica situación reinante.

    Todo fue inútil, dominaron la superioridad del armamento y el entrenamiento militar de los marinos, pero no sin experimentar ellos algunas bajas. Horacio Vázquez, Juan Isidro Jiménez, Federico Velásquez, los Henríquez y Carvajal y el arzobispo Nouel, aconsejaron cesar la resistencia armada, manifiestamente inútil, y confiar en el triunfo de nuestro derecho todavía hay quienes opinan que debieron repetirse las epopeyas de la Independencia y de la Restauración a, sin detenerse a meditar en nuestra notoria incapacidad de oponernos, con armas anticuadas y sin organización militar alguna, a las fuerzas aplastantes de los Estados Unidos.

    Llegóse a un acuerdo para elegir presidente interino al doctor Federico Henríquez y Carvajal, reusando aquel honor.

    Después de fracasado la candidatura del licenciado Jacinto R. de Castro, se convino en elegir al doctor Francisco Henríquez y Carvajal dándole, cinco meses para convocar elecciones.

    El 31 de julio llego a la capital el nuevo presidente, el pueblo puso toda su fe en él, sus responsabilidades eran inmensas, su gestión interna careció de altura, cometiendo el error de aconsejar en una circular, la reorganización del jimenismo. Supo cumplir con sus deberes y honró la confianza en él depositada pues su actitud sin flaqueza le da derecho, a la gratitud de la nación.

    El gobierno dominicano sometió un plan de reorganización progresiva del país. Las relaciones con los Estados Unidos no mejoraban. Se estaba cada día más distante de una solución amigable. Ni siquiera se guardó la mas elemental cortesía con el mandatario dominicano, despojándolo de sus funciones contra todo derecho, en virtud de las instrucciones del presidente Wilson, quien aquellos mismos momentos se presentaba la Europa en armas como defensor de los pueblos oprimidos

    Knapp, capitán de la marina de los Estados Unidos, "declaró y proclamo, a todos los que le interese que la Republica Dominicana queda por la presente puesta en un estado de ocupación militar por las fuerzas bajo mi mando, y queda sometida al gobierno militar y al ejercicio de la ley militar, aplicable a tal ocupación. No es emprendida con propósito, de destruir la soberanía de la Republica Dominicana, sino, al contrario, es la intención ayudar a ese país. Invoco a todos los ciudadanos dominicanos a cooperar con las fuerzas de los Estados Unidos en ocupación, con el fin de que sus gestiones sean prontamente realizadas y que el país sea restaurado al orden y la tranquilidad".

    Con tal motivo, mi gobierno me ordena notificar por el digno órgano de usted, lo siguiente:

    1° Que el gobierno de la Republica Dominicana no tiene ahora, ni ha tenido nunca la intención de dejar las obligaciones de dejar que le impone la convención dominico-americano el 08 de Febrero de 1907.

    2° Que el gobierno dominicano no tiene interés en buscar excusa a ninguno de los malos procedimientos, políticos y administrativos que engendraron en la Republica una situación satisfactoria, se ha venido parando puntualmente y por el mismo método podrá pagarse el resto.

    Desgraciadamente, la protesta dominicana no tuvo eco en los pueblos hermanos del continente, no prestaron atención al caso. La prensa enmudeció por la censura. El Dr. Francisco Henríquez y Carvajal salio al extranjero a reclamar la injusticia cometida y hacer oír nuestra protesta en todas partes.

    Había que resignarse a esperar pacíficamente la finalización del conflicto Europeo. En congreso nacional quedó disuelto, tres decretos se dictaron el mismo 29 de Noviembre como complemento de la proclama. Se prohibió el porte y posesión de armas de fuego, municiones y explosivos a todas las personas que no formaran parte de la fuerza de la ocupación, se estableció la censura de prensa, se castigaba la impresión o distribución de propagandas contrarias a la ocupación y la circulación de periódicos extranjeros que la contuvieran. Queríase ocultar con el mas completo silencio el atropello perpetrado contra el pueblo.

    Por el tercero, se anunciaba la reanudación de los pagos previsto, en el Presupuesto previsto, interrumpido desde el 18 de agosto de 1916,

    La gestión del contralmirante Knapp se caracterizó por su rectitud en el manejo de los fondos y por su severidad en la represión del levantamiento en el Este y en el Cibao. Se creo un cuerpo de espionaje con el paradójico nombre de Servicio de Inteligencia, integrado por sus fetos capaces de todas las infamias. Los llamados gatilleros del este, cuando detenían un individuo sospechoso le hacían pronunciar una serie de palabras con rr, para ahorcar los si por la forma de pronunciar esa letra lo identificaban como puertorriqueño, los del Servicio de Inteligencia, hacia cuentas nunca pagadas por no atreverse a cobrarlas. El enganche a este servicio era por dos años, con facultad de reenganche.

    En los años de la ocupación hubo gran prosperidad económica. En la guerra mundial hizo subir los precios de los productos de exportación. El presupuesto nacional, se elevó a 11,601,000 dólares en 1921, aunque por la crisis de aquel año no pudo cumplirse en su totalidad, se rebajaron las tarifas de importación, industria desaparecieron totalmente, hasta que un gobierno dominicana, el de Horacio Vázquez le dio nuevamente protección.

    Al terminar su gestión el gobierno militar, en octubre de 1922, dejaba a cargo de la república dos empréstitos. Durante los años de su gestión se redimió gran parte del empréstitos de 1908 y totalmente el de 1,500,000 dólares contratado por el gobierno de Nouel.

    El gobierno militar inauguró en 1922 la carretera del Cibao, llamada Duarte, con una trayectoria de 292 kilómetros.

    La intrusión pública recibió un extraordinario impulso. No las secundarias y la universitaria, si no las primarias, sus atribuciones fueron estudiar y suministrar un informe con respecto a las condiciones en que actualmente se encontraba la institución pública.

    Se impuso a los padres, tutores o guardianes de niños de ambos sexos, de edad entre los 6 y14 años la obligación de inscribirlo en una escuela primaria y hacerlos asistir a ellas durante las horas destinadas a la enseñanza, la y la institución primaria se declaró gratuita y obligatoria. El presupuesto de instrucción alcanzó en 1921 1,130,000 dólares, cifra no igualada hasta el presente. Al terminar su gestión el gobierno militar, en octubre de 1922, el número de las escuelas era más reducido que al empezar.

    Se prohibió la prostitución, se creó hábitos de limpieza y respecto a las leyes sanitarias, conservados a partir de entonces.

    Se recogieron y expulsaron los haitianos, entrados clandestinamente; aquéllos, sin medios de vida en su patria, cruzaban de nuevo la frontera en busca de un pedazo de tierra para hacer un conuco y plantar una miserable choza.

    Trujillo, para poner fin a este problema ordenó, una noche de orgía, la muerte de los haitianos radicados en nuestro suelo.

    El gobierno militar ordenó mediante la ley 168, que el padre primer término y la madre después, están obligados a sostener de un todo a sus hijos menores, hayan o no nacidos dentro del matrimonio.

    Quienes faltar en esta obligación, sufrirían una pena no menor de un año, ni mayor de 2 prisión correccional, sin derecho a la apelación.

    En medio de la población amedrentara y silenciosa. Aquellos métodos criminales habrían de servir de norma, años después, a Trujillo para sentar su dominación. Pasaron de 300 las ejecuciones, siendo todas las víctimas previamente torturados.

    A GUISA DE MEMORIAS

    CAPITULO I

    EN BUSCA DE LIBERACIÓN

    PARTE SEGUNDA

    El país gozaba de paz material, fue a París el doctor Henríquez Carvajal a demandar ante la conferencia de Versalle la restauración de nuestra independencia; pero a pesar de haber llamado a todas las puertas resultaron inútiles, la voz de un pueblo del Caribe no podía ser oídas sin ofender a Wilson.

    El país empezaba agitarse, desaprobaron el plan de desocupación gradual, propuesto por Max Enrique Ureña. A partir de noviembre de 1919, se comenzaron a publicar artículos contra la ocupación, reclamando la devolución de nuestra soberanía, de Washington dieron instrucciones de abolir la censura, pero se fijaron penas para quien publicar artículos "hostiles al gobierno de los Estados Unidos", muchos periodistas fueron reducidos a prisión y sometidos a juicios militares.

    Parecía incompatible la restauración del gobierno nacional con la subsistencia de la ocupación militar, pues los dominicanos no estaban dispuestos a aceptar una situación similar a la de, después de haber soportado cuatro años para no caer en ella. Reconocía que era inaplicable ya que su plan de restauración gradual.

    El 24 de diciembre de 1920 se publicó la proclama conocida como el plan Wilson, el cual decía; que había llegado el momento de iniciar el proceso mediante el cual los Estados Unidos se desprendía rápidamente de las responsabilidades asumidas en relación con los asuntos dominicanos. Este plan fue rechazado por la inmensa mayoría de los dominicanos. Todos insistieron en el pueblo dominicano quería recuperar su soberanía e independencia sin cortapisas de ningún género. Se comprobaron los crímenes y desfalco cometidos.

    El doctor Henríquez, reclamó la desocupación, pura y simple, del territorio nacional y la reintegración del gobierno dominicanos. El 13 de septiembre de 1922 se publicó el tratado de evacuación concertado lo siguiente:

    1° Anuncio por el gobierno militar de que instalara un gobierno provisional, su elección se llevará a cabo sin la intervención del gobierno militar, el gobierno militar entregará a ese gobierno el Palacio Nacional. El 3 de octubre de 1922 se designó al señor Juan Bautista Vicini Burgos, quien asumió el cargo. Se iniciaba la fase final de la intervención.

    CAPITULO II

    EL RESURGIR DE LA SOBERANÍA

    Juan Bautista Vicini Burgos era hijos del millonario italiano Juan Bautista Vicini. No había sido político jamás, estudió economía. Candidato insospechable de partidarismo. El gabinete del presidente Vicini Burgos estaba compuesto de hombres honrados y de buena reputación moral.

    Predominaba entre sus adeptos los profesionales y en cada provincia contaba con activos dirigentes, entre los campesinos carecía de simpatía.

    En agosto de 1923, los partidos nacionales y progresistas resolvieron aliarse, y postular a general Horacio Vázquez para la presidencia y a don Federico Velásquez para la vicepresidencia. Se fijo como fecha de las elecciones el 15 de marzo de 1924, la votación fue nutrida y correcta.

    El prestigio personal de Horacio Vázquez alcanzaba entonces proposiciones no igualadas en la historia dominicana. Los votos a favor de Horacio Vázquez pasaron de 100,000, lo de sus adversarios, Peynado, no rebasaron los 50,000.

    Se pronunciaron unas series de derechos individuales entre ellos "la inviolabilidad de la vida. No podrá imponerse la pena de muerte, ni otras pena que implique pérdida de la integridad física". Todos los nacidos en nuestro territorio eran dominicana, sea cual fuese la nacionalidad de sus padres. Se adoptó el criterio de no hacer dominicano contra su voluntad.

    El período de los senadores fue reducido de seis a cuatro años. Se redujo a cuatro años el periodo de la presidencia y se prohibió la reelección, se dispuso que los casos de falta temporal o definitiva del Presidente y el vicepresidente de la república, no sustituiría el presidente de la Suprema Corte de la Justicia.

    Dio el 16 de agosto de 1924 como fecha para empezar el período constitucional del presidente de la república y los demás funcionarios de carácter electivo. La nueva constitución fue proclamada el 13 de junio de 1924. Se reunieron los colegios electorales y eligieron presidente de la república a general Horacio Vázquez y vicepresidente a don Federico Velásquez.

    Terminaba el gobierno provisional. Su presidente Juan Bautista Vicini Burgos, no jugó un papel preponderante en el proceso del desarrollo eleccionario, ni en la redacción de los decretos dictados, pero cumplió honestamente su misión y a satisfacción del pueblo dominicano.

    CAPITULO III

    ENSAYO DEMOCRACIA

    Horacio Vázquez prestó juramento en la mañana. La capital mostrábase desbordante de alegría. Morales había hecho una rápida carrera política, tenía treinta años. Su actuación fue honrada, combatiendo en primera línea la ignominia Trujillista.

    Con Horacio Vázquez en la presidencia de satisfacían los anhelos de una generación, antes de gozar de implantar la democracia; conservaba la figura arrogante y esto del hombre demandó, hombre honrado y bien inspirado de los días del tiranicidio. Había aprendido a disimular, a tomar decisiones con calculadora frialdad político, a sacrificar los afectos de los intereses. No buscaba placeres ni riqueza, ni tenía venganza que saciar.

    Al final del mes de agosto de 1924 no había en piedras y aguas dominicanas, ni un marino ni un buque de guerra estadounidense. El plan Hughes-Peynado quedaba cumplido a cabalidad, carecíase, en fin, de recursos económicos para iniciar labor alguna de provecho.

    A la caída de Horacio Vázquez, en 1930, habíase cancelado el empréstito de 1908 y nuestra deuda pública alcanzaba a unos 16 millones de dólares. Todos los empleados norteamericanos fueron sustituidos por dominicanos.

    No había presos por delitos políticos o de prensa, no había exiliados, no había perseguidos, se hablaba libremente encontrar el régimen, aún en presencia de sus partidarios. Los adversarios transitaban sin tropiezos.

    Los fondos del empréstito se destinaron a obras públicas. Las carreteras, los puentes fueron sustituidos por obras de cemento armado..

    La población un aumentaba con rapidez. En 430 años no había sido posible dotarlas de acueductos, el gobierno resolvió esa necesidad. Se comentaron los cultivos de arroz, del maíz, de las frutas y las habichuelas. Se importaron nuevas maquinarias para fabricar azúcar. Se construyó el hospital Padre Billini.

    Horacio Vázquez reabrió las escuelas, constituyó como única fuerza publica la Policía Nacional dominicana, la comandaba el coronel Buenaventura Cabral, militar carente de dotes de mando y carácter. No se confiaba en las energías de Cabral se colocó a su lado a Simón Díaz, tercer cuarto militar del presidente. El 22 de junio de 1925 nombróse coronel comandante de ese cuerpo a Rafael Leónidas Trujillo. Fue el paso más funesto que pudo dar Horacio Vázquez.

    Trujillo había nacido en San Cristóbal, a 30 kilómetros de la capital. Su padre José Trujillo Valdez, era hijos de Siberia Valdez, mujer de feroces instintos, organizadora de crímenes en los seis años de Báez. El hijo de aquella unión de tigres fue un hombre vulgar. Se casó con Julia Molina y tuvieron 11 hijos, en el ambiente de la pequeña clase media.

    Trujillo nació en 1891, su tío Teódulo Pina Chevalier, jefe del servicio de inteligencia de la Guardia Nacional dominicana, consiguió, en diciembre de 1918, engancharon en el cuerpo, en 1919 lo hicieron segundo teniente.

    Se le acusa de haber violado una niña en la iglesia parroquial de Los Llanos.

    A instalarse el gobierno provisional de Vicini Burgos, fue ascendido a capitán. Tenía dotes de mando. Era horacista como su padre y sus hermanos. El gobierno de Horacio Vázquez lo ascendió el 16 de diciembre de 1924 a teniente coronel, 2° jefe del cuerpo, luego fue ascendido a general de brigada, con el mando en jefe. Con el trabajo de los presos criminales en su finca, con filtraciones en las sumas destinadas al sostenimiento del ejército, y otras ilícitas ganancias, iba creándose rápidamente una fortuna.

    El general Vázquez no quería disgustar a Trujillo, por creer ciegamente en su fidelidad, encargó a los diputados de examinar la contabilidad del ejército, donde naturalmente no podía hallarse la explicación de los fraudes y todo siguió igual.

    En 1927 el cacao, el café y nuestros otros productos alcanzaron de nuevo altísimos precios en el que al final.

    El 16 de agosto de 1928 se reunió la Asamblea Nacional para nombrar un Vicepresidente, al doctor Alfonseca.

    Horacio Vázquez. Reconocía los méritos que Alfonseca, le tenía indiscutible a retos por su fidelidad y adhesión de treinta años. Se veía crecer diariamente la influencia de Trujillo, en camino de dominarse Alfonseca se alejaba del gobierno y un sector importante del partido lo seguía, pues el ejército estaba cada día más controlado por su jefe.

    Horacio Vázquez, imposibilitado por la edad de pensar en una segunda reelección, se sentiría inclinado a separar del mando militar a quien constituía ya un peligro para la nación.

    Horacio Vázquez se encontraba enfermo, su estado se agravó rápidamente. Mientras Horacio Vázquez se debatía en Baltimore entre la vida y la muerte, Trujillo se preparaba para adueñarse de las fuerzas del poder sido último acaecía.

    Los líderes de la oposición, con la honrosa excepción de Vázquez, no medían ni las ambiciones, ni el temple, ni la inteligencia de aquel siniestro personaje.

    Vázquez regresó de Baltimore el 5 de enero de 1930 en estado de casi invalides, don Horacio se sentiría deprimido, no de temor, sino por su responsabilidad moral en haber dado lugar al lanzamiento con su ciega comparece Trujillo.

    El general Vázquez, en un último intento de salvar al país de un trágico destino, recibió nombrar al mismo Estrella Ureña, Ministro de Interior y Policía, para que, por renuncia del presidente y del vicepresidente, asumiera la presidencia.

    Entre marzo de 1930, un juramento Estrella Ureña como encargado del gobierno.

    La falta más grave cometida por Horacio Vázquez consistió, en no oír a cuánto se oponían al predominio militar de Trujillo.

    CAPITULO IV

    EN LA ANTESALA DEL ABISMO

    Trujillo hacía y deshacía. Horacio Vázquez regresó a contemplar el desconcierto reinante en su antiguo partido y la resolución de Trujillo de adueñarse del poder en cualquier forma, abrumado por su responsabilidad en cuanto acaecía, provocó un entendido con Velásquez se concertó una nueva alianza nacional progresista para postular a este último como candidato de la república y Ángel Morales para la vicepresidencia.

    "La 42", una pandilla integrada por facinerosos de siniestra fama, al servicio de Trujillo, empezaba a coaccionar el pueblo, encargándose de sembrar el terror.

    El 16 de mayo de 1930 se efectuaron las elecciones. Salieron electos, sin votos en contra, Trujillo, Estrella Ureña y todos los candidatos para senadores, diputados, regidores y síndicos de la confederación. La Junta Central Electoral, dio apariencia de legalidad a aquella falsa.

    El 16 de agosto de 1930, tomó posesión de la presidencia Rafael Leónidas Trujillo en medio de grandes festivales. ¡Habríamos sucumbido! Estrella Ureña pudo intentar un golpe de estado, matando o prendiendo a Trujillo de sorpresa en la mansión; pero tenía sin duda que los suyos fueron exterminados sin compasión en caso de fracaso.

    PARTE TERCERA

    BALANCE DE UNA ÉPOCA

    CAPITULO I

    EN LO INTELECTUAL

    La vida intelectual en Santo Domingo había deslizado. La real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino quedó clausurada. En los 22 años siguientes toda actividad intelectual desapareció, se carecía de profesores; vivíase sólo la vida de los campamentos guerrilleros. Ellos no obstante, en esos tiempos aparecen los primeros intelectuales genuinamente dominicanos, cultivadores de las bellas letras.

    Cerrada nuestra universidad en 1822, carecíamos de hombres presidencia durante varios años. Médicos españoles, venezolanos y puertorriqueños, fueron los maestros de los primeros galenos dominicanos. En 1880 Eugenio María de Hostos, abrió sus puertas a la escuela normal de Santo Domingo hízose de una vasta cultura filosófica, jurídica y literaria, faltaban profesores, faltaban materiales, faltaban todo, pero rebozaba el entusiasmo, sobraba el idealismo y existía en su alma vocación de maestro dotes de pedagogo. Los hostosianos sobresalieron más en el derecho, en las ciencias sociales, en la medicina que en las actividades literarias.

    La vida intelectual dominicana alcanzó su mayor esplendor de 1899 a 1903, años de libertad implantada por la revolución del 26 de julio. Pero cuando se restableció la democracia de la dominicana se hacía esperar un renacimiento intelectual.

    CAPITULO II

    EN ECONÓMICO Y LO SOCIAL

    A partir de 1880 se establecieron las centrales azucareras en los alrededores de la capital y en San Pedro de Macorís, se sustituyendo con cultivos agrícolas la crianza libre, que alimentaron la economía. El comercio, lo monopolizaba unas cuantas firmas, casi todas extranjeras.

    El oro circulaba en abundancia en la era lilisista, gastados por el propio presidente y sus secuaces.

    El gobierno provisional de Horacio Vázquez fue un periodo de reajustes, de severa austeridad hacendísticas. Había que afrontar serios problemas para liquidar el pasaje, se estimuló la siembra de arroz, a partir de 1920 se extendió la siembra de arroz. Las guerras civiles entorpecieron muy poco nuestro desarrollo económico.

    CAPITULO III

    EN LO POLÍTICO

    Ningún presidente, en el período comprendido entre 1989 a 1930, se hizo culpable de peculado, ni valióse de mando para enriquecerse. Se seguía una conducta austera. A ningún presidente de la época no se le pidió aprovechar su posición para procurarse aventuras amorosas.

    Horacio Vázquez, se negó a firmar la petición de la reelección de Trujillo. El caudillo murió sólo en su retiro, arrepentido de haberse querido reelegir y de haber dado lugar, con sus errores, aquel Trujillo se adueñara del mando.

    Los hombres de valer, guardaban silencio resignado y sobrio, a en espera de la muerte; son hombres vencidos y la pobre juventud desorientada, sin maestro, sin porvenir y sin ilusiones, va paulatinamente sucumbiendo.

    PARTE CUARTA

    LA ERA DE TRUJILLO

    CAPITULO I

    EL TERROR

    El procedimiento favorito del generalísimo es matar de sorpresa y a centenares de ciudadanos, cuyo único delito consistió en estar señalados como enemigos del régimen. El carro de la muerte sustituido después por el moderno paseo, menos espectacular. Cuando recibían órdenes de matar a una persona lo invitaban y obligaban a montarse en su automóvil, arrojaban el cadáver por algún barranco.

    Wenceslao Guerrero quiso liberar a Santo Domingo de su verdugo, fue a prisión, su dio la fractura de las piernas y los brazos. Después lo fusilaron, con varios coacusados más igualmente atormentados, se le azotaba, colgados del techo y atados por las manos, hasta dejarlos sin conocimiento.

    Los adversarios y enemigos del generalísimo no pueden experimentar una sensación de seguridad, ni en el exilio. Allí también hay desconocidos. Trujillo también ordenó la matanza de 15,000 hombres entre ellos mujeres y niños radicados en el territorio dominicano, casi todos fueron ejecutados con machetes. Se les obligaba, antes de sacrificar, acabar su propia fosa. Hubo soldados enloquecieron más tarde a recordar constantemente los ayes desesperados de las víctimas, algunas de las cuales pedían la muerte para ellos, pero el perdón para sus mujeres y sus hijos. Las órdenes del generalísimo eran inflexibles: no había derecho compasión, y porque era una forma de traicionar. Nadie podía negarse a cumplir sus órdenes, sin poner en peligro la vida. Los hermanos sufridos y primos de Trujillo ingresaron en 1930 en el servicio militar. Trujillo los complacía en todo, mientras le eran fieles.

    El país quedó totalmente desarmado. La importación y ventas de explosivos está igualmente prohibida, Trujillo contaba con matones profesionales, con capacidad para descubrir al enemigo declarado, al enemigo potencial. Procede con rapidez e inflexibilidad a suprimirlo. En su finca acumuló armas y pertrechos, atrajo algunos matones y preparó un atentado contra su hermano. Quien ose en la República Dominicana oponerse al menor deseo del generalísimo, sabe perfectamente el precio que pagar. Por eso todos esperan lo inesperado.

    CAPITULO II

    LA EXTORSIÓN ECONÓMICA

    Rafael Leónidas Trujillo y yo y sus seis hermanos, se han convertido en propietario de las mejores haciendas agropecuarias del país cada uno tiene dos o tres pilares benefactor pasa de la docena. La adquisición se ha realizado por medio de la violencia en la mayoría de los casos, fijan el precio antojo. Los criadores están arruinado y endeudados, sus haciendas irán cayendo, la cantidad pagada al agricultor no le alcanza a cubrir los gastos. Sólo los ingenios azucareros funcionaban les portaban libremente. Pertenecen casi todos a poderosas compañías americanas. La azúcar se vende, sin competidores, doblando el precio.

    El benefactor adquirió una imprenta, dotadas de modernicemos equipos, y fundó La Nación.

    Miserable ha sido en todo tiempo la condición del padre de familia dominicano atado a un cargo público secundario. La primera ocasión de aumentar su fortuna al amparo del poder, se la deparó la naturaleza. El 3 de septiembre de 1930 un formidable ciclón azotó la capital de la república, 3000 muertos, 12,000 heridos, millares de casas destruidas, millares de familia proletarias dejadas al intemperie, empresas hasta entonces prósperas arruinadas, fue el trágico balance del meteoro. Las naciones acudieron en la exilio de nuestra capital, llegaron socorro de todo género: brigada de la Cruz Roja, alimentos, frazadas, medicinas y dinero en abundancia.

    Sus automóviles ostentan las mejores marcas americanas, hechos a prueba de disparo. Sus caballos son de las más puras razas inglesas. Se hizo levantar una residencia de placer llamada "Sans Souci" dotada de toda clase de refinamientos, donde iba a gozar de sus conquistas amorosas.

    El país estaba arruinado. En la República Dominicana no había existido jamás derecho de peaje. Ante la imperiosa necesidad de arbitrarse fondos, el benefactor los ha establecido. Hoy millares de dominicanos han emigrado y andan de país en país, tratando de ganarse el pan, pues en el nuestro haya todas las puertas cerradas a sus actividades.

    CAPITULO III

    EL QUEBRANTAMIENTO MORAL

    El oportunismo hombres actos y prestos para colaborar en sus propósitos. Una palabra, un gesto, una sonrisa suya eran inmediatamente interpretadas incumplidas sin tardanza la orden o satisfecho el deseo que querría expresar. Sus seguidores aprendieron adivinarle el pensamiento. No se le escatimaron honores al flamante dictador. Al principio de 1936 se inició en el senado una de para llamar a nuestra capital histórica Ciudad Trujillo. Después se crearon una provincia Trujillo, "otro benefactor, otro libertador". A nuestra Cordillera Central, se le puso Pico Trujillo. Al puente sobre el río Yuna, generalísimo Trujillo; al tendido sobre Yaque, San Rafael. Letreros luminosos al frente de su casa "Dios y Trujillo".

    Se le dice a los alumnos, que Trujillo ha implantado la paz y el progreso, donde sólo había anarquía y miseria. Algunos se dan cuenta de la falsedad de esa enseñanza, pero debe admitirlo para no exponerse o exponer a sus padres a inexorables represiones. Cuando pase carro del generalísimo, los viandantes: deben detenerse; colocarse de frente y quitarse el sombrero llevándose la mano el corazón que ascienden deberes. El régimen de Trujillo ha copiado de Hitler la opresión como sistema de gobierno, la militarización y deformación desde la escuela.

    BIBLIOGRAFÍA

    "DE LILIS A TRUJILLO" Luis Felipe Mejía

    VII Edición

    Willy Amin Abreu Gonzalez