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El conjunto monumental de Giza explicado (página 17)

Enviado por ramon ramonet riu


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Una de las pruebas más concluyentes de la estrecha relación existente entre los templarios y la masonería medieval, la ofrece Paul Naudon en su obra "Les origenes religieuses et corporatives de la Franc-Maçonnerie" (París, 1979). Refiriéndose al caso de Metc, donde los templarios instalaron una encomienda a partir de 1133, escribió: "Según parece, esta encomienda creció rápidamente, y ya se hallaba profundamente arraigada cuando el mismo san Bernardo vino a la diócesis a predicar la Segunda Cruzada en 1147".

Recordaré a algunos de cuantos se interesaron por la Orden del Temple de Jerusalén, empezando por el religioso español Benito Jerónimo Feijoo Montenegro, en su ensayo "Sobre la causa de los Templarios" (1742), incluido en sus "Cartas Eruditas I ". Antes, en 1638, Pérez de Montalbán había compuesto una comedia de titulada "Los Templarios". Posteriormente en Francia, en 1753, Voltaire los presentó en su Histoire Universale: "Du supplice des Templiers et de l䥸tincion de cet Ordre". El alemán Johan von Kalchberg publicó su drama histórico "Die Tempelherren" en 1778, considerando la Orden del Temple como una "masonería existente desde tiempo inmemorial", quizá por ese afán de remontar todo lo esotérico a Egipto, Mesopotamia, Grecia, o al Oriente en general. Que tuviese una base real, o no, es lo que se ha venido especulando tanto desde dentro, como desde fuera de la masonería. Existe un "templarismo" aún vigente en los grados masónicos 15 y el 30, donde se conservan muchas reminiscencias rituales.

Escocia para los templarios tradicionalmente habría sido la tierra de promisión, porque justamente allí siglos antes fue donde buscó refugio la hija del faraón Akenatón. Es la misma joven que huyó de Egipto acompañada de los scoti, que se llevaron consigo la silla de piedra (llamada "del destino"). Durante su clandestinidad, aquel grupo de egípcios rindieron culto a las cabezas humanas cortadas, como luego también hicieron los caballeros templarios. Era un macabro ritual que ha llegado al siglo XXI, pues en el Cerro Turca, cerca de Citicastenago (Guatemala) veneran una piedra con forma de cabeza de un metro de altura, a la cual llaman Pascual Abá, haciéndole sacrificios de animales periodicamente.

Zacharías Werner publicó en 1803 la obra teatral "Die Sohne des Tals" ("Los Hijos del Valle"), que eran la élite de la caballería terrenal templaria. En varios actos se revivía el mito de los "Superiores desconocidos" del Temple, siendo una encarnación pseudo-histórica de la idea de la "francmasonería eterna", siempre tras la verdad última; lo que no evitó que sus miembros fuesen excomunicados, hasta que se celebró el concilio Vaticano II, cuando el Papa los perdonó. La iniciativa del papa Juan XXIII (del siglo XX) representó un giro de 180º en la política de la Santa Sede del Vaticano. Proclamó que los católicos podían ser masones. Fue un alivio para el más de medio centenar de supuestos herederos de los caballeros templarios. Además, Juan XXIII proclamó que el hecho más importante de la Crucifixión, no fue la Resurrección, sino el derramamiento de la sangre de Cristo.

Todo ello hace pensar en el Santo Grial, receptáculo de la Sangre de Cristo, que tradicionalmente se cree que fue recogida debajo de la cruz por José de Arimatea, que incluso le cedió su sepulcro. Yo expliqué en mi libro: "Montserrat ganga del Grial" (1993), que el sentido de la "Sang Reial" es genuinamente catalán. Lo desarrollé a partir de la investigación que publicó el erudito Manuel Muntada Rovira titulado "Probable origen català de les llegendes del Sant Graal", el cual fue leído públicamente, en el año 1909 en el auditorio del Centro Excursionista de Cataluña, siendo editado en forma de opósculo (1910). Al ignorarlo, se recibe hoy como si fuese una idea descubierta por autores centroeuropeos. Ellos recogieron la idea de la sangre real igual que yo (y quizá a través mio), porque tuve correspondencia con los autores ingleses: Baigent, Leigh y Lincoln. Ellos proclamaron abiertamente que el Sant Grial (Sang-reial, o de Cristo), significó un tesoro dinástico. Su mérito fue osar anticipar la oculta la descendencia de Jesús de Nazaret.

Seguiré en las Islas Británicas, porque el eclesiástico Roberto de Borón escribió que José de Arimatea estuvo prisionero en una mazmorra de Jerusalén durante 42 años. Al recobrar su libertad fue custodio del Santo Grial, y además él, con otros fieles, se dedicaron al difundir la Buena Nueva (o Camino). Su éxito se debió a que José de Arimatea siguió las instrucciones de un ángel para crear un cristianismo esotérico que con sus contenidos y ritos, por él se dispersaron por el norte de África, y España. Pero en las Islas Británicas no se quedaron al margen, y argumentaron para reclamar el haber sido refugio de les descendientes de Jesús.

En Escocia se organizaron los primeros masones, y sus descendientes, al expandirse por Francia, fueron desacreditados por las logias francesas, las mismas que inicialmente eran sus "filiales". Tras la expedición napoleónica a Egipto los grupos masónicos principales del país galo se fusionaron siguiendo el llamado rito de Menfis, que hacían descender sus doctrinas esotéricas de los hindues a través de Egipto, dado que fue allí donde las recopiló el sacerdote Ormus de Menfis. Hoy en día vemos que muchos mitos cristianos son semejantes a los de Egipto, los cuales tienen una antigüedad mucho mayor. En efecto, el Tetramorfos se remonta a la antigua Mesopotamia, de donde pasó a Egipto, pudiendo ser vistos los mismos cuatro animales simbólicos en el templo de Okombo, en el Egipto Medio. Se trató de alegorías que describieron distintos aspectos de la iniciación tras la búsqueda de la metamorfosis del alma. Se afanaban, en fin, en buscar la vía que despierta y auna a cada hombre con su doble; lo que podemos traducir como su propia "esencia luminosa". En efecto, sólo las personas superamos el universo animal y captamos un destello de luz más allá de la cara de la persona que tenemos enfrente.

En Metc (Fr.) los templarios tuvieron una encomienda ya antes de que se predicase allí la Segunda Cruzada en 1147. También fue desenterrada una lápida que informa de la asociación entre los antiguos templarios y los francmasones. Se trata de una inscripción en latín datada en 1287, escrita al morir el maestre templario que durante 22 años lo fue al mismo tiempo de los masones de la provincia de Lorena (Fr.). El exterminio de la Orden del Temple en el siglo XIV representó la ruptura de las relaciones regulares de Occidente con el "Centro del Mundo"; pero cuantos escaparon a la matanza posteriormente estuvieron vinculados por la Orden Rosa-Cruz. Cuando en Francia se esperaba con temor el fin del mundo, la orden Rosa-Cruz estableció en 1001 su primer monasterio en Nimes, siendo la sede de la Escuela Rosacruz con gran auge en Francia desde el siglo XII. Posteriormente allí los herederos del Temple trataron de mantenerse en el espíritu de la orden exterminada.

El vínculo entre los templarios y los francmasones, por su parte lo confirmó el inglés Ramsey, en 1736, sospechando que cuando excavaron las grutas bajo de la explanada del que fuese en realidad el "Templo Segundo-bis" de Herodes en Jerusalén, ellos sí habrían encontrado las claves de la sabiduría del rey Salomón. Pero lo que es incuestionable es la lápida funeraria descubierta en 1861 frente a la capilla, dado que recuerda la existencia de cierto "Freires Chapelens ki fut Maistres des Mazons dou Temple de Lorene" (Freire Capellán –o sea Caballero Templario–, que fue maestre de los masones del Temple de Lorena) durante veintitrés años, y que murió en "la vigille de la Chandelour Ian M.CC.IIII.XX.VII" (la vigilia de la Candelaria el año 1287)".

UN DISEÑO DE ROSTRO EN EL ALTAR DE ROSSLYN

Escocia fue un providencial refugio para aquellos caballeros que escaparon del exterminio de su Orden embarcando en nueve galeras en el puerto de La Rochele (Francia). Allí se establecieron en la localidad de Bantrodoch, la cual está relativamente cerca de donde hoy se encuentra la capilla de Rosslyn.

En el precioso templo inacabado de los muy nobles Sinclair (Saint-Clair), construyeron una capilla ciertamente enigmática donde se seguiría conservándo el más secreto depósito de los tesoros de los templarios, y con ellos sus ideales sinárquicos. Al planificarla siguió un calendario siguiendo un proceso estudiado desde hacía largo tiempo. Ante todo fundó la "Orden de los Guardianes custodios del Cáliz", y después se dedicó a la protección de los descendientes de Jesús de Nazaret.

Rosse-Lin es una ciudad a 80 Km. al sur de Edimburgo (Escocia), y es cercanana al que fue el último reducto de los templarios franceses que pudieron escapar a la detención general de la Orden del Temple, Ellos dejaron dibujos de claro simbolismo templario grabados en piedras, muy parecidos a los masónicos. La extraordinaria capilla de Rosslyn, o de los Sinclair, por el apelativo de su promotor, comenzó a construirse en 1446 bajo el mecenazgo de William Sinclair. Son los descendientes del citado William, y guardan todavía tradiciones de la relación de su antepasado con el Temple. Algunos investigadores creen posible que en Rosslyn probablemente está escondido el "Tesoro del Temple".

El nombre de Rosse-Lin recuerda la "Línea de la Rosa" (Rosa-Cruz), pero también a santa Rosalinda de Villeneuve (su fiesta es el 17 de enero), que para los eruditos remite a la línea de sanre de los reyes merovíngios exterminados. Es una referencia a la supuesta línea de sangre de Jesus de Nazaret, los Rex-Deus. Gracias a los templarios y a sus herederos, aunque no hayan hecho los votos de pobreza, obediencia y castidad, similares ideas renacerían siglos después anunciando que sólo existe una senda verdadera; y era un "camino de rosas", a causa de una traducción errónea se inspiró el nombre de Rosa-Cruz. Evidentemente todo tiene una causa;… ¡menos el átomo!.

Entre la simbología de la extraordinariamente decorada capilla de Rosslyn, en Escocia, hay capiteles mostrando cabezas humanas de color verde, y otros con cuadrados superpuestos (resultando formas geométricas de ocho puntas). Son evocadores todos de una regeneración de la naturaleza, ya que en libro de "El Génesis" los vegetales, por representar un estado de la materia más elevado, fueron creados antes que las estrellas. Se hizo eco de dicha idea el poeta sufista Jalalul-din-Rumi:"Morí siendo mineral y me hice planta y luego renací animal. En el siguiente renacimiento fui persona, y ni siendo un ángel yo dejaré de seguir ascendiendo. No temo la muerte, porque con la transmigración yo seguiré beneficiándome".

El rostro más interesante de todos los de iniciación neo-templaria está escondido subliminalmente en la iglesia de Rosslyn. De la decoración de la gran nave se obtiene una forma de rostro, siendo la mesa del altar mayor la que conforma los labios. Desde el coro es el lugar idóneo para apreciar el rostro "daliniano" que sobresale de la prespectiva del altar, siendo sus ojos los vitrales de detrás suyo (Ver fotografía). Al que lo crea rebuscado, que medite el por qué la letra Tau de los templarios dibujó las cejas y la nariz.

El altar es el corazón y la razón final de cada iglesia. Allí hay que dirigirse, y más si el ábside sólo tiene dos ventanales con vitrales. Una ventana es lo normal, y tres quizá sea lo más común en un ábside. Varias ventanas es un número también aceptable;…pero es raro que sólo haya dos ventanales góticos luminosos y de colores detrás del altar. No es un detalle exclusivo de Rosslyn, porque en España conozco un par de ábsides semejantes, pero al experto le llama la atención.

El resto del templo de Rosslyn cumple sobremanera con la norma de reproducir un "paisaje celestial" petrificado, como recordando la enseñanza del dios egipcio Toth, cuando escribió: "Así como es arriba, es también abajo",…y añade que se trata de formar una sola cosa (Vease mi investigación sobre la Balanza Cósmica (http://webspace.webring.com/people/or/ramonetriu/egipto-balanza.html)

Todas las iglesias aspirán a ser depositarias del espíritu divino descendiendo al orden terrenal. En vano se ha intentado olvidar que las técnicas de contrucción clásicas (léase paganas) recogidas por el sabio Tolomeo, dictaron las normas que, con base en el círculo, permitieron desde la Edad Media poder aspirar los fieles a merecer la atención de la Trinidad divina. Para los sabios sufíes el círculo era esencial y único como símbolo. Son los mismos de quienes los cruzados aprendieron que: "Hay que tomar la perla y no la concha", lo cual revela que el continente es inferior siempre al contenido.

Una variante que me es cercana que la cara en esquema de Rosslyn, es la que también presenta subliminalmente la llamada Cruz de Santa Tecla, que se encuentra en la catedral de Tarragona, donde es venerada dicha santa patrona de la ciudad. Bajo cada travesaño de la letra T allí se pintan siempre dos puntos, o circulitos, que acaban por sugerir los ojos de un rostro. Se encuentran en gran número de estas letras en lo libros de Actas capitulares del archivo catedralicio, tanto en la portada como en la primera página. Advierto además, que este tipo de letra tau, con dos circulos/puntos/bezantes, se incluyó también en las monedas del primer soberano catalano-aragonés Alfonso II, una a cada lado de las dos columnas que sostienen la Santa Cruz, titular de la catedral.

Abundando en el simbolismo de los rostros, de tanto arraigo entre los templarios, tanto los de Europa como los de Oriente, me fijé en la portada de la iglesia navarra de Puente la Reina, pues en su parte semicircular superior incluye una sucesión de relieves de rostros de varones de diferentes razas. Sin eufemismos, simboliza el objetivo de los templarios: Unos hombres armonizados para constituir una confederación capaz de reinstaurar la dinastía de los reyes merovingios en el trono de Francia. Dicha intencionalidad subyace en toda la trama de estas páginas, porque incluyen tanto el asesinato del rey Dagoberto II, en el año 679, como la salvaguarda de su hijo Sigeberto IV, escapado de la masacre familiar, gracias a haberse escondido en el castillo de Rennés-le-Chⴥau (Aude- Fr.).

Los neo-templarios quizá sí que consiguieron, veladamente en 1804, reinstaurar a los reyes merovingios al trono de Francia, si se tiene en cuenta que Napoleón, en su auto coronación como emperador, llevó un manto decorado con casi trescientas abejas de oro puro recuperadas de la tumba del rey Childerico. Eran el símbolo de aquella dinastía, como antes lo fueron de los reyes egipcios. Pero a Napoleón le faltaban veintisiete abejitas, que se las guardó para si el gobernador de los Países Bajos, quien era al mismo tiempo Gran Maestre de los caballeros teutónicos. Napoleón confirmó la continuidad de la línea merovingia en Alexander Beauharnais, quien se casó con su hermana Josefina, adoptando los dos hijos que ella ya tenía porque llevaban sangre real.

En 1981 la curia romana estimó que ya suman unas cuatrocientas las asociaciones de diversas partes del mundo con pretensión de ser herederas del espíritu de la Orden del Temple de Jerusalén. Siguiendo la norma de la organización del gobierno de los merovingios, siempre dejan que el Gran Maestre sea su cabeza visible. El icono de dichas organizaciones neotemplarias es un sello que lleva escrito en su perímetro anular: "Secretum Templi", presentando en su centro una figura humana con cabeza de gallo y pies de serpiente (Abraxas). Ésta en su mano derecha sostiene otra serpiente a la que mira frente a frente. Se representa el renacimiento, por el cambio de la piel, pero también unos saberes ocultos, dado que la serpiente simbolizó la renuncia de cuanto se es y de cuanto se sabe (nuerte iniciática) a fin de acceder a una espiritualidad superior porque la energía corporal se ha transmutado. La historia de su venerado san Bartolomé, que murió desollado, era símbolo de tal renuncia que se expresó con la "muda de la serpiente".

EL FUTURO QUE ARNAU DE TORROJA NO PUDO CONOCER

En la Orden bicéfala de Arnau de Torroja no se detecta nunca ninguna de las ideas desviacionistas de la ortodoxia católica de las que fueron acusados los Templarios, ni tampoco en las órdenes masónicas posteriores. No se atisba que mantuviesen ritos sospechosos de ser susceptibles de herejía, quizá porque los masones no habrían recibido los secretos del Temple. Recuérdese: No todos tuvieron acceso a los secretos;…ni siquiera todos los Grandes Maestres de la Orden. Los considerados "guardianes" tuvieron una doble función: Por una parte, fueron realmente defensores de "Tierra Santa", y por la otra, fueron custodios del vínculo entre la tradición primordial y las secundarias. Para designar a dichos guardianes del "Centro Supremo" Saint-Yves d'Alveydre los apodó "Templarios del Agarttha", que entre los orientales es una legendaria "tierra de promisión".

La tradición occidental vinculó a los monjes-guerreros con los caballeros custodios de un imaginario "Centro primordial" idílico, viéndolos capaces de comunicarse con organizaciones orientales similares, así como capaces también de sintonizar con una psicoidílica conciencia universal. La convicción de que compartieron conocimientos orientales fue muy persistente a finales del siglo XVIII y durante la primera mitad del siglo XIX, debido a las publicaciones del jesuita obispo de Vich, S.J. Agustín Barruel "Memorias para servir a la historia del jacobinismo" (1870). Algo supo, porque templarios y jesuitas sufrieron persecuciones en todos los países, aunque en diversas épocas.

Años más tarde, en 1813, se publicó la aportación científica más importante sobre los templarios en el siglo XIX, obra de Raynourd: "Monument hist., relatifs à la condamnation des chevaliers du Temple, et l䡢olition de leur Ordre". Otros eruditos hispanos recordaron a los templarios, como Bécquer y Espronceda, pero sería Enrique Gil y Carrasco en 1844 quien publicase la más lograda novela histórica: "El señor de Benbibre", inspirada en la desaparición de la orden de los Caballeros templarios en España.

A partir de entonces, el interés por el tema aumentó debido a la fascinación por el macabro final de dichos monjes guerreros. El concepto de caballería, y caballeros, para los europeos tuvo su origen en las Cruzadas, y fue porque lo copiaron de los musulmanes con los que tanto fraternizaron en Palestina.

El error de los templarios posteriores a Arnau de Torroja, consistió en que no fueron lo suficiente discretos al presentar su "trascendental verdad" cuando la gente no era capaz de comprenderla. Sus herederos siguieron con sus reservas, y más después de ser quemado en la hoguera Giordano Bruno. Por otra parte, recordemos que en el siglo XII la usura sólo les estuvo permitida a los templarios y a los judíos. Exagerando un poco, los que fuesen la "quinta columna" de la Iglesia católica, acabaron siendo como un conglomerado económico actual (una empresa multinacional).

He escrito esta biografía aproximativa en base al comportamiento general de la Orden durante su primer siglo de existencia, puesto que es predecible cuando se está afiliado a una organización con implicaciones religiosas. A nivel indiviual no sería posible referirse tan sólo sólo a Arnau de Torroja, pero en la historia de las órdenes de caballería no sólo se evoluciona en zigzag, sino además en círculo. En fin, con virtuoso esfuerzo y mucha prudencia, podemos ser dueños de nuestro destino, que es consolidar nuestros valores, o sea, ser virtuosos.

He tratado de exponer las circunstancias de mi docto biografiado, dado que vivió en una época realmente conflictiva en asuntos de fe, al extremo de que los templarios optaron por tener claves secretas y rechazar cualquier tipo de exhibición, al considerarla cual pura autocomplacencia, aunque sea girando penosamente en grupo como los darviches turcos cuando quiren mover su "carro" hasta el Resplandeciente y Muy Oculto. La verdadera esencia del alma se logra eliminando las innatas impurezas físicas, y hasta conseguirlo, el conocimiento adquirido resultará útil para procurarnos el desapego. Como los templarios no lo lograron, y tampoco se rindieron al Papa, se debe considerar a los del último siglo de su existencia, unos herejes dentro del catolicismo. RRRiu (C) Barcelona el 11- 11- 11)

GUILLEM DE TORROJA; UN MUY GRAN ESTADISTA ECLIPSADO

Siguiendo el sabio criterio popular de que: "lo poco agrada y lo mucho enfada", decidí descargar de datos colaterales mi investigación acerca de los conocimientos que pudo haber tenido Arnau de Torroja, el que fuese en el siglo XII noveno gran maestre conjunto de las órdenes de Sión y del Temple de Jerusalén. A tal objeto, opté por presentar a parte casi todo lo referente a su poderoso hermano Guillem. Éste, siendo obispo de Barcelona, fue tan importante en la promoción de su hermano Arnau, que no se puede entender su meteórico ascenso monástico-militar dentro de la orden del Temple sin tener en cuenta el gran poder e influencia que en el siglo XII tuvo el obispo Guillem de Barcelona a nivel internacional. Lo sería más aún, al ser promovido a la Seo metropolitana. En efecto, Guillem de Torroja primero fue diácono de Urgel (desde el día 13 de diciembre de 1127), siendo nombrado obispo de Barcelona el día 10 de Febrero de 1144 y hasta el 1171, cuando fue nombrado arzobispo de Tarragona, llegando a ser la más alta jerarquía político-religiosa en la confederación catalano-aragonesa.

ͩ investigación sobre Guillem de Torroja (quien al terminarse el año 2012 no consta todavía en la Gran Enciclopedia Catalana) me exigió un arduo trabajo, y más si se tiene en cuenta que durante la minoría de edad de Alfonso II "el Casto", éste siempre tuvo necesidad de pedir dinero a crédito a quien podía dárselos. Eran años en que la reconquista de la Península ibérica tenía un papel predominante, y contaba con el apoyo de tropas del Maestrazgo, en el bajo Aragón, Caspe y la comarca de Teruel. También, desde Barcelona, los corregentes debieron de esforzarse para mantener su influencia política sobre los vizcondes de Carcasona, Narbona, Beziers y Nimes, así como sobre el señorío de Montpellier, todos en el norte de los Pirineos.

Para dedicarle esta bien merecida aproximación biográfica, me ha sido preciso reunir datos releyendo mucha letra menuda dispersa, así como las notas al final de las páginas de antiguos libros de historia medieval, y muy especialmente los referentes a la nobleza de la ciudad Solsona (Lérida), mi ciudad natal. Así como de Guillem de Torroja al menos quedó recogida bastante documentación en los archivos locales, en cambio hay muy poca de su hermano el Arnau, a pesar de haber sido gran maestre de la Orden del Temple. Lógicamente, pues, en mi investigación sobre su persona me apoyé bastante en el gran poder e influencia de su poderoso hermano desde que llevó la mitra en Barcelona. No había otro modo de poder justificar una carrera militar tan brillante.

Ŭ hermano de Arnau fue una sorpresa para mí descubrir su relevancia en la gestación de la confederación catalano–aragonesa, puesto que, desde que Guillem de Torroja fue obispo de Barcelona, se propulsó la idea que creó la Corona de Aragón. Posteriormente sus éxitos políticos lo encumbraron hasta ser el principal corregente del reino catalano-aragonés. Es decir, empecé interesándome por Arnau, un gran hombre a nivel internacional, y me encontré con que su hermano Guillem también tuvo una excepcional talla política, e igualmente era un paisano mío de siglos pretéritos. El título de su biografía tan sólo es una síntesis de lo que (debido a que por limitación de espacio), en realidad me habría gustado que fuese: "Reivindicación de Guillem de Torroja, un arzobispo que desarrolló y regentó la confederación catalano-aragonesa, resultando ser un gran político eclipsado históricamente por sus soberanos Ramón Berenguer IV y Alfonso II". Guillem de Torroja debió de ser el principal dentro del Consejo de Regencia hasta el día de su muerte, porque fue un político de gran perspicacia.

El abuelo y el padre de Guillem, que respectivamente se llamaban Ecard Miró y Bernat Ecard, en 1105, según A.Llorens ("Solsona y el Solsonés", p.182-183) ambos habían participado muy activamente en la conquista de Balaguer, a orillas del río Segre. A partir de entonces se realizaron continuadas escaramuzas en la frontera al sur de Solsona. (1171-1174). Fueron aquellos hombres, que tuvieron por conde a Ermengol de Urgel, quienes harían posible que el señorío de Solsona pasase a Miró, quien fue el fundador del linaje, al ser el primero en añadir a su nombre el topónimo Torroja. El primer documento que menciona el nombre -o quizá también era un topónimo- de Torroja es del año 1044, y fue publicado en AAVV por F.Gaspar y J.M Salrach "Els pergamins de l'Arxiu Comtal de Barcelona de Ramón Borrell a Ramón Berenguer I", (vol. II-ps.676-679, doc. 315). Otro del año 1091 se refiere a Echarus de Turre Roya, siendo una donación del conde de Urgel a la comunidad de monjes de Santa María de Solsona. (A. Llorens: "Solsona i el Solsonés en la història de Catalunya", vol. I,p. 182).

El heredero de Bernat-Ecard (+24/5/1143), al ser herido en una pelea con los musulmanes, no sobrevivió ni un año a su padre. En efecto, Ramón I murió en fecha 1/2/1144, siendo su hijo Ramón II quien heredó todos los derechos de los Torroja en Solsona, con excepción del castillo que dejó a su hijo también llamado Guillem. Este Ramón II de Torroja siempre vivió muy unido a los condes de Barcelona, pues incluso estuvo emparentado con Ramón Berenguer IV.

Solsona estaba dividida en dos jurisdicciones, la civil y la eclesiástica, las cuales se repartieron casas, calles, e incluso propiedades a veces muy alejadas. Ambos poderes a su vez estuvieron bajo las autoridades del conde y del obispo de Urgel. Éste, en momentos de peligro se vio obligado a residir en Olius, cerca de Solsona, primero quizá por cortos periodos, aunque luego los actos liturgicos nunca preveyeron ya que se ausentase. Ello fue así, porque en el Urgellet (Alto Urgel) los condes de Castellbó y los de Foix (después emparentados) se aliaron, una generación tras otra, contra la mitra por incordiar a los herejes cátaros, a los cuales dichos parientes acabarían ayudándoles encubiertamente.

Ŭ primer documento conocido donde consta el nombre de Guillem de Torroja, está fechado 13/12/1127, cuando era uno de los principales (diácono) de la iglesia de Urgel. El dia siguiente otro documento también lo mencionó. Asimismo, otros documentos posteriores lo mencionaban (seis en total de aquel período) firmados por el obispo de Urgel en 27-1-1133 y 1135 (Arxiu Capitular d"Urgell -ACU- publicado por Cebrià Baraut "Els documents dels anys 1151-1190 de l"Arxiu Capitular de la Seu d"Urgell" a la revista Urgelia nºX. Para el perg. 882 ver el doc. 1391, ps.208-209; y para el perg. 883, las ps. 210-212). Como diacano, Guillem firmó un documento en fecha 19/3/1141, y luego ya como obispo el 10/2/1144 (ACB "Liber Antiquitatum" IV, folio 124, doc 322-anexo doc. 2). Aunque mi biografiado era canónigo de Urgel, y como tal consta aún en 1144, en realidad debió residir en Solsona.

Me pregunto quien nombraba los obispos, y en el caso de la Seo de Barcelona me inclino por conceder tal privilegio al conde Ramón Berenguer IV. Su anterior obispo, llamado Arnau había muerto el mes de febrero de 1144, de enfermedad, durante un viaje al extranjero, aunque en prevención antes de salir había hecho testamento (6/11/1143). Lo recuerdo porque en el texto se acordó de un asunto que afectaba a la canónica de Santa María de Solsona. Guillem fue un viajante vocacional, y debió de ser él quien habría puesto a su antecesor al corriente de aquella diócesis. Ello podría explicar su nombramiento como obispo de Barcelona, porque el conde debió de dar su beneplácito. Si hubiese algún misterio, debería de buscarse en el motivo por el cual estuvo la sede vacante durante dos meses.

Aquel mismo año 1144 el papa Anastasio IV escribió una bula a Guillem porque, sin haber habitado antes en Barcelona, pasó a ser su mitrado. Se confirma su rápido traslado a la capital catalana, porque el papa le dirigió una bula famosa por sus exigencias. El conflicto lo desencadenó el conde Arnau de Ribes, quien había expoliado durante una década varias iglesias entre Sitges y Geltrú, en la costa de Tarragona. Informado el papa, exigió al nuevo obispo de Barcelona que lo excomulgase y le confiscase todos sus bienes patrimoniales. Es por ello que se adivina que los comienzos de Guillem de Torroja en la prelatura no debieron de ser en absoluto tranquilos.

Guillem de Torroja fue al mismo tiempo: tutor, vice-regente y albacea ("marmesor") del rey-niño Alfonso II (1162-1196), dado que el niño era muy pequeño al morir su madre Peronella, (Petronila, hija de Alfonso I de Aragón) y actuó como cabeza del Consejo de Regencia desde que ella abdicó a favor del hijo heredero. Desde el año 1162, y hasta que el niño-rey fue mayor de edad, ellos dirigieron los principales asuntos políticos de Cataluña y Aragón, cuya unión de países habrían conseguido gracias a contar con la total colaboración de los nobles aragoneses, temerosos de que Castilla los engulliese en su órbita. Guillem de Torroja se destacó en aquel entente, debido a que entonces era absoluta la primacía de la Iglesia medieval sobre los nobles y hasta los reyes, con excepción del emperador "Barbarroja". Anticiparé un solo ejemplo: El 17 de julio del año 1173, en Tarragona, el rey Alfonso II suscribió con el arzobispo Guillem, una concordia relativa a los derechos señoriales, así como, por otra parte, aceptó anular el destierro de los hijos del muy noble Robert d'Aguiló.

Dejando a parte Arnau de Torroja, a los historiadores con título hasta ahora les interesó más la belicosa personalidad de un hermano de Guillem, llamado Berenguer, por el hecho de que él acompañaba siempre con sus tropas al conde-rey catalano-aragonés. Participó en las tomas de Tortosa y Lérida, sin descartar-se que luchase también en Almería. Es un personaje que firmó con otros varios hermanos suyos numerosas actas y donaciones, cuya relación no viene al caso en estas páginas. Por ejemplo, en agosto del año 1153 estaba presente en la donación del castillo de Miravet a la orden del Temple por parte de su soberano Ramón Berenguer IV.

ų interesante saber que el prestigioso Berenguer de Torroja murió en Barcelona en fecha 31 de agosto de 1161, cuando sólo tenía 40 años dejando sus castillos y demás propiedades a su hermano Arnau, al cual muy probablemente él le aconsejaría hacerse monje templario. Parece ser que, haciéndole caso, Arnau se enroló como caballero del Temple antes de terminar aquel mismo año. Berenguer, que no debió esperar tanta inmediatez, le había incluso confiado la custodia de su propia hija, en calidad de caballero. En cambio, Berenguer dejó muy poco a su sobrino Ramón II de Solsona, quizá porque sabía que no lo necesitaría. Aunque debió de ser muy caro viajar a Tierra Santa, sabemos que el dicho sobrino peregrinó allí tres veces. La segunda de ellas incluso se hizo acompañar por su hijo primogénito. Previamente a cada viaje, el señor de Solsona había hecho testamento (1175, 1191 y 1196). Este personaje le tomó gusto a los viajes, seguramente debido a que de joven viajó por imposición, pues su tío, el obispo Guillem de Torroja, lo ofreció como rehén de los genoveses hasta que no les fueron pagadas las cantidades convenidas por su ayuda en la conquista de Tortosa (1148).༯font>

ǵillem de Torroja concentra su relevancia político-religiosa en dos etapas históricas, siendo la primera a partir del año 1162, cuando murió Ramón Berenguer IV, conde-rey de la poderosa Casa de Barcelona. Dejó a su descendiente llamado Ramón cuando tan sólo tenía seis años de edad. La segunda gran etapa de la vida del obispo Guillem la vivió después de abdicar Peronella, su viuda esposa treintañera, a favor de su hijo Ramón Berenguer V, cuando su pequeño tenía diez años. A pesar de los logros políticos acontecidos cuando él estaba en la edad de la inocencia, la historia siempre ha considerado a Ramón –que tomó el nombre de Alfonso- el verdadero artífice de la confederación catalana-aragonesa, pero voy a defender que él tan sólo fue el "instrumento", y otros fueron los verdaderos artífices.

A quienes conozcan mis anteriores investigaciones habrá de extrañarles que dedique mi atención a la figura de un obispo de Barcelona. No por exceso, ni por defecto, de fe religiosa. Nací en el catolicismo y no tengo el menor deseo de cambiar. Supongo que de haber nacido en el seno de otra religión supongo que me sucedería lo mismo, porque sus representantes saben explotar que sus feligreses son susceptibles de desinformación. Mi idea de Dios es mucho mayor de la que presenta nadie. En fin, se entendería mejor mi atención en un obispo medieval, si Guillem de Torroja hubiese sido, al menos, san Olegario (Oleguer), su casi antecesor en la mitra de la Seo de Barcelona. En efecto, para que un tema, o en este caso un determinado personaje, me motive hasta el punto de merecer mi esfuerzo, exijo que no haya sido estudiado nunca antes (y Guillem no lo estaba cuando comenzó a interesarme), o bien yo crea que algún asunto se haya tratado deficientemente con anterioridad. De ahí que a mi colección de temas investigados la titulase "Revisión Cultural" (desde 1978).

GUILLEM DE TORROJA: OBISPO DE BARCELONA

Es obvio que Guillem fue continuador de la política de su antecesor en la mitra san Oleguer, defensor de Roma y de la reforma gregoriana. Obsérvese que al conde Ramón Berenguer IV lo apodaron "el Santo", y aunque no lo fuese hay que suponer que pondría el listón muy alto para el obispo que debería trabajar a su lado. Con mi biografiado es evidente que colmó sus exigencias, porque además sería su amigo, siendo el propio conde Ramon Berenguer IV quien lo designó su vice-regente para gobernar en nombre de su hijo si se daba el caso que muriese él, como en efecto sucedió.

Ramón Berenguer IV en su testamento eligió como albacea ("marmesor") de su hijo a Guillem de Torroja, por lo que después sería el legal vice-regente durante la minoria de edad de Alfonso II. Así consta: "UICES PREDICTI COMITIS GERENS, siendo publicado por A. Rovira Virgili (que lo tomó del "Cartulario nº 6", fol. 3, doc.4).

La tutoría del rey Enrique II de Inglaterra fue puramente honorífica; y en cuanto al segundo tutor, su tío el conde de Provenza Ramón Berenguer III, nunca pudo ejercer de lugarteniente en Barcelona, porque antes de ser asesinado, habría estado ocupadísimo con los conflictos insuperables que le creó la Casa de Baux de Provenza.

Guillem de Torroja fue elegido entre los muchos candidatos quizá porque ya en 1162, el difundo Ramón Berenguer IV lo había considerado (por escrito) "dilectissimo karissimo amico suo" (ACA "Cancilleria", perg. R.B.IV nº250, pulicado por AAVV "Els pergamins de l"arxiu comtal de Barcelona"; vol. IV -pg 1543-1544, doc. 949).

Para llevar la mitra de Barcelona, Guillem de Torroja también habría sido recomendado por antes citado, y muy influyente, Pere de Torroja, así como por el conde Ermengol V de Urgel (+1162). Éste sigue enterrado en la cripta de la iglesia de Santa María de Solsona, la cual fue consagrada al recibir sus restos en 1163, siendo después sellada, y así parece que seguirá.

El rico noble comerciante Bernat Marcús era un veterano consejero del conde-rey Ramón Berenguer IV, y quizá también pudo haber recomendado a su amigo de Guillem de Torroja para llevar la mitra del obispado de Barcelona. De ser así, no se arrepentiría el soberano de haber hecho caso a Marcús, pues una vez Guillem fue obispo, favoreció la expedición de reconquista de Ramón Berenguer IV contra Almansa (1147). El año siguiente también reforzó con sus tropas procedentes de la jurisdicción del señor de Solsona y la tropa armada por el capítulo barcelonés, a las que tenía Ramón Berenguer IV, y todos juntos salieron victoriosos de nuevo en el sitio de Tortosa, de cuya conquista anticipadamente el año 1143 había prometido una quinta parte a la Orden del Temple.

Si por su parte el obispo mi paisano se esforzó mucho para reunir el dinero que el conde de Barcelona necesitaba para realizar aquella campaña, también su común amigo Bernat Marcús hizo gala de una semejante generosidad, pues siempre estuvo muy unido al conde de Barcelona y al obispo Guillem de Torroja. Eran años cuando los europeos habían asumido la derrota de los cruzados del rey luís VII de Francia ante las murallas de Damasco, pues en 1137 era evidente el fracaso de la "Segunda Cruzada", lo cual a los catalanes les habría servido de lección.

EPISCOPOLOGIO DE BARCELONA (SIGLO XII): Oleguer, sant 1116-1137Arnau Ermengol 1137-1143 ——– Guillem de Torroja 1144-1171———–Bernat de Berga, 1172-1188

Cuando Guillem de Torroja pertenecía a la canónica de Urgel, su mitrado tenía establecido el principal centro de mando en el castillo-palacio de Olius, en cuya capital Solsona (a unos 5 km. lejos), señoreaba la familia Torroja, así llamada por reconquistar un castillo musulmán cerca de Cervera (La Segarra). Sin necesidad, pues, de imaginar a Guillem de Torroja, desplazado hasta la actual Seo de Urgel (que a pesar de todo conservó su renombre), Guillem consta como diácono en la navidad del año 1135, y al cabo de sólo nueve años ya era elegido obispo de Barcelona (S. Puig i Puig: "Episcopologio de la Seo Barcinonense"(1929). Posteriormente el obispo Guillem también mantuvo buenas relaciones con el conde Ermengol VI de Urgel (1102-1154) muerto en una expedición contra los musulmanes de Xátiva.

El obispo Guillem llevó la mitra de la Seo episcopal de Barcelona cuando el hijo del muy heroico conde de Barcelona, Ramón Berenguer III, ya tenía cincuenta años. Juntos emprenderían varias campañas en Provenza, donde consta que ganaron algunas batallas. Siendo obispo de Barcelona, Guillem emprendió con vigor la reestructuración del patrimonio eclesiástico, además de ordenar hacer varias reformas en la clerecía. Por otra parte, concluyó las iglesias que encontró empezadas y también fundó otras. Es sabido que impulsó la vida monástica en la comunidad de Sant Pau del Camp, (hoy integrada en el centro de Barcelona), y en la periferia consagró otras tan famosas como la de Sant Vicenç de Sarriá, y la de Sant Martí de Cerdanyola. Como hay que decirlo todo, reconozcamos que el obispo Guillem en 1157 fracasó en su empeño de fundar un monasterio benedictino en Cérvoles ("II Trobada d'estudiosos de la comara de Les Garrigues-Lérida", Tarres 2000- ps. 27 a 36).

Siendo Guillem obispo de Barcelona, la ciudad tenía unas 20.000 almas. En el siglo XII, el obispado regía las parroquias desde la costa catalana hasta Oca (Burgos). El mismo nombre de la comarca aragonesa "El Maestrazgo" recuerda como los maestres del Temple se empeñaron en mantener su reconquista; no sólo en el sur-este de Aragón, sino en el noroeste, como recuerdan topónimos "Egea de los caballeros", etc.. Los caballeros templarios y los obispos nunca colaboraron tan estrechamente como bajo Guillem de Torroja, porque su hermano Arnau era la máxima jerarquía que la Orden tenía a cada lado del Pirineo catalán.࠼/font>

La credulidad de aquellos incultos tiempos era suplida por la fe y entusiasmo. Así, las heroicidades de la reconquista se remitieron a líderes como Carlomagno y alguno de sus nobles pares. En Cataluña fueron populares algunos míticos personajes belicosos, tipo el Conde Arnau, y el jovencito Peredur, quien, inspirado por Dios, era un "campeón de la inocencia". El prototipo del héroe fue Perceval, cuya leyenda nadie pudo reconocer cuando al fin regresó a Cataluña envuelta por la saga del Santo Grial. El héroe ideal para personificarlo no podía ser otro que el joven Ramón Berenguer III "el Grande", quien se había criado en la corte del castillo de Roergue (Fr.) hasta cumplir la edad de 15 años, cuando regresó a la Corte de Barcelona. Allí él logró hacerse reconocer como legítimo heredero de la casa condal gracias a llevar una señal de nacimiento en su cuerpo. A partir de entonces él fue presentado como el héroe autosuficiente, obligando después a su tío fratricida a partir a las Cruzadas (de donde no volvió).

La tradición tenía un enorme peso entonces, y más por las grandes alabanzas inmortalizadas por la "Gesta Comitum Barcinonensium", que en recuerdo de Ramón Berenguer III fue escrita por los monjes de Ripoll. Tal fue el tema de otro libro en el cual presenté al citado conde-rey catalán como el legendario "Perseval" ideal ("Per-se-val", en vernáculo:"que-se-vale-por-si-mismo"). Era inolvidable que bajo su gobierno se hubiesen construido más de 300 iglesias en Cataluña. A la versión más antigua de aquella obra "Gesta…" posteriormente aún se añadió: "…Fue un hombre de bien, sabio, de gran ingenio y gran consejo y de gran fama por todo el mundo, grande de corazón y humilde y sutil en sus propósitos. Todos lo miraron por su cortés porte y vestimenta; era alto y de constitución fuerte, de corazón y manos proporcionadas en todos sus miembros, bello de corazón…".

Por todo lo dicho, los laureles de Ramón Berenguer III pasaron a su heredero Alfonso II, mientras que todas las exitosas gestiones políticas de Guillem de Torroja históricamente sólo lo encumbraron hasta ser arzobispo. Lo cierto es que, por su cargo de mitrado, fue la más poderosa jerarquía de la confederación catalana-aragonesa, y a la vez un político de primera magnitud. Sus trascendentales gestiones permanecen, pero se han olvidado sus grandes esfuerzos. Históricamente tanta ingratitud se debió a que fue eclipsado por dos soberanos magníficos. Lo eclipsó primero el gran renombre del conde-rey Ramón Berenguer IV, de quien fue uno de sus principales consejeros (sino el primero de todos). Después sucedió lo mismo con su heredero, pero los méritos habrían sido de Guillem. Mi contundente afirmación está basada, principalmente, en que el obispo Guillem y el pontífice Alejandro III (1159-1181) fueron ambos muy buenos amigos y colaboradores.

Ramón Berenguer IV se debatía entre dos contrarias influencias, porque su obispo Guillem estuvo a favor de mantener su obediencia al papa legítimo Alejandro II, quizá también por los vínculos que ambos mantenían con los monjes de la orden del Cister. El conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, en efecto había recibido misivas del antipapa Víctor IV quien le pedía que apoyase la causa de los gibelinos, lo cual no le desagradaba, porque era lo que había hecho su hermano homónimo conde de Provenza. Como estaba casado con Riquilda, una nieta del emperador Federico "Barbarroja", defensor del antipapa, el conde catalán se habría puesto también a su lado, pero la muerte le llegó antes de haberse comprometido.

Cuando Guillem, siendo vice regente, se hizo con las riendas del poder se posicionó a favor de los güelfos defensores del papa legítimo y por ello posteriormente recibió de Alejandro III bulas de sincero agradecimiento. El caso es, que Guillem ejerció una incesante presión sobre el conde de Barcelona. Aún pudo ejercerla mayor cuando logró adjudicar la mitra de Zaragoza a su hermano Pere de Torroja (+1195). No hay que confundirlo con su pariente homónimo que años antes también había sido consejero de Ramón Berenguer IV. De la importancia de la sede episcopal de Barcelona, hay que decir que en el siglo XII el sumo pontífice le dirigió más de cuarenta documentos. En su mayoría fueron bulas, y alguno de dichos escritos conservados mide dos metros de altura. Al rey-niño la que más le gustaba era una alabanza que el emperador Federico "Barbarroja" había escrito a su padre Ramón Berenguer IV, con motivo de haberse aliado con el rey inglés para ir ambos ejércitos contra el condado de Toulouse.

SU HERMANO ARNAU ENROLADO EN LA ORDEN DEL TEMPLE

En 1164, el dicho sobrino del obispo Guillem, Pere (en catalán, Pedro) de Torroja, de Solsona, hizo una importante donación a la orden del Temple, haciéndose eco de las dificultades de aquellos monjes-guerreros. Probablemente se lo explicaría quienes regresaban de su peregrinación, o servicio de armas en Tierra Santa. Aquellos testimonios impactaron en el ánimo de Arnau de Torroja y en su hermano Guillem, quien, como obispo, sin duda supo bien que incluso se luchaba en tierras de Egipto. Al poco tiempo de establecerse la orden del Temple en Cataluña, Arnau se enroló para servirles con su espada. Como templario estuvo en Palestina al menos en dos expediciones, coincidiendo con cuando su Orden ayudaba al rey Amalrico I de Jerusalén en sus continuas ansias expansionistas sobre el país del Nilo. (Véase la"1ª Parte": "A. de Torroja").

Creo que puedo razonar correctamente una aproximación teórica a la personalidad y hechos del gran maestre Arnau de Torroja, hermano de Guillem, teniendo en cuenta, por ejemplo, las exigencias que la muy poderosa orden del Temple consideraban imprescindibles al nombrar a sus máximos líderes; … y no digamos las aún mayores por parte de la orden matriz, y hermana, llamada "de Sión", la cual Arnau de Torroja a partir de 1181 al mismo tiempo también presidió durante cuatro años. La orden de de Sión tenía un cariz más iniciático, y al parecer sobrevive activa en nuestros días, aunque en secreto, siendo conocida como Priorato de Sión.

Debo insistir en que al gran maestre de ambas órdenes monástico-militares conjuntas, se les exigió, ante todo, tener un historial inmejorable en las luchas en Tierra Santa (Outremer), así como también haber hecho otros méritos de todo tipo dentro de sus respectivas disciplinas. Un obispo de la ciudad de Acre describió a los Templarios cual: "Leones en la guerra y corderos en el hogar". Rudos caballeros en el campo de batalla, eran capaces de transformarse en monjes piadosos en las capillas. Hombres mansos y de suave carácter con sus amigos, mientras que, por otra parte, dada su austeridad, tuvieron prohibido hacer deportes ni mostrar ira, o reír, y menos aún recordar liberalidades de su juventud.

El mitrado Guillem, de la familia Torroja de Solsona, debió de entender que las directrices de la novedosa orden del Temple serían las más dignas para dar salida a las inquietudes de su joven hermano Arnau, hecho de su misma pasta. Parece obvio que le recomendase para ingresar en la orden del Temple. La ocasión era de oro, porque los favores del obispo para con los templarios llegados a Cataluña bien merecería que le correspondiesen aceptando a su rico y bien predispuesto hermano. Después estaría en condiciones de prometerle que, si hacía los méritos exigidos para ello, se le educaría para desempeñar las máximas jerarquías de los monjes con espada. Así fue, en efecto, aunque omito aquí sus hazañas bélicas, porque ya las desarrollé en la "1ª Parte" de la biografía: Arnau de Torroja, Gran Maestre de las órdenes del Temple y de Sión, siendo su último gran maestre conjunto.༯font>

A continuación voy a proponer una arriesgada hipótesis, pues, aunque subjetiva, la considero muy plausible dada la sagacidad y astucia del obispo Guillem, hermano de Arnau de Torroja. De hecho, tenemos plasmada en hechos históricos los resultados de una estrategia muy bien planificada y llevada a feliz término, como fue lograr que Arnau de Torroja fuese nombrado Maestre Provincial de la Orden del Temple. Si en ella falló algo, sería el hecho de que incluso superó con creces el éxito que Guillem de Torroja pudo haberse imaginado, ya que Arnau no sólo fue Maestre provincial, sino Maestre universal de los caballeros templarios de todas parte donde se habían establecido.

El obispo Guillem imaginó un plan que fuese digno de su capacidad intelectual, y habrá de reconocerse que estuvo estratégicamente urdido para lograr reconquistar el sur de Cataluña. Después de la participación de los caballeros templarios en las conquistas de Almería, Tortosa, Fraga, Mequinenza, etc., aquella orden de monjes con espada, al ganar un gran renombre, sucedió que también aportó muchos problemas a la sociedad catalana. No eran conflictos como los generados por el rey aragonés, que en su testamento les dejó todo su reino, pero los nobles catalanes se quejaron mucho de los templarios al tenerlos por molestos vecinos.

Los templarios recibían incontables donaciones particulares, y además numerosas propiedades procedentes de las dotes de sus nuevos miembros de la nobleza catalana, de forma que las disputas por los lindes y otras menudencias resultaron insoportables también para la Iglesia, ya que los templarios tan sólo recibían órdenes del Vaticano. Pero al muy inteligente obispo de Barcelona al padecer en sus carnes los problemas que le acarreaban las quejas de sus parroquias catalanas, se propuso acabar con aquella situación aunque fuese a largo plazo. Para conseguirlo, su propio hermano Arnau de Torroja debería lograr ser nombrado Maestre provincial de la orden del Temple, para lograrlo empezaría a promocionarlo muy habilmente. Quizá incluso sin que ni Arnau fuese consciente de ello, el astuto obispo Guillem empezó por hacerlo nombrar miembro del consejo de regentes del conde Ramón Berenguer IV.

Para no perderme en detalles, diré sólo que cuando éste falleció, Guillem supo prescindir de la compañía de su hermano muy a su pesar, para enviarlo a Tierra Santa, y allí, en efecto, Arnau conseguiría hacer méritos para ascender de jerarquía más rápidamente. Entonces como hoy, en toda milicia los galones se ganaban peleando donde había mayor actividad y peligro, por lo cual, eventualmente Arnau de Torroja se vio empujado, conscientemente o no, para hacer la carrera monástico-militar en el mismo Jerusalén.

También resulta evidente que el obispo Guillem de Torroja por entonces benefició a su otro hermano Pere de Torroja, nombrándolo abad de Vilabertrán (Figueres). Luego lo promocionó a la mitra de Zaragoza (1152), un nombramiento sumamente importante, porque bajo su autoridad episcopal, la capital del Ebro quedó de un plumazo subordinada a la metrópoli de Tarragona, concluyendo con ello un largo conflicto de límites diocesanos, ya que Castilla pretendía que aquella diócesis les perteneciese. En sólo dos años de gobierno, Guillem y su hermano Pere, hicieron realidad el que las fronteras, antes estrictamente políticas, fuesen también eclesiásticas.

Pere de Torroja es otro personaje que en efecto merecería una mayor atención, pues en 1181, en vida del gran maestre del Temple, Arnau de Torroja, y después en 1185, viajó a la isla de Cerdeña con tropas del rey de Aragón para defender los derechos de su sobrino Hugo Ponç (Sus descendientes fueron los señores de Bas). Pere de Torroja, por cierto, como arzobispo de Zaragoza también presidió un acuerdo de límites respectivos en aquella zona entre los caballeros templarios y hospitalarios.

Guillem tuvo aún otros hermano además de Pere, Arnau, Berenguer y Saurina. Se llamaba Ponç, pero omito su presentación porque, aunque tuvo cargos, no alcanzó un nivel internacional. Remito a los interesados al opúsculo escrito por Antoni Llorens Solé, titulado: "La valuosa ajuda, bèl.lica i diplomàtica, prestada al comte de Barcelona, Ramón Berenguer IV, pels Torroja, senyors del Castell de Solsona", publicado en 1988 en la revista Medievalia, ISSN 0211-3473, nº 8. ("Estudios dedicados al Profesor Frederic Udina i Martorell"- ps. 253-264").

GUILLEM DE TORROJA FUE BUEN AMIGO DEL PAPA ALEJANDRO III

Por tan sólo seis años Guillem de Torroja no fue continuador directo en la sede mitral de Barcelona, del famoso obispo san Olegario (sant Oleguer), aquel valiente que a la edad de setenta y cuatro años se vio obligado a recordar al papa Inocencio II que se le había elegido porque él y san Bernardo lo habían defendido ante las cortes europeas contra la candidatura del antipapa Anacleto II. Fue un incuestionable éxito de Guillem de Torroja el haber conseguido que el conde-rey catalán permaneciese en el seno de la Iglesia de Roma cuando éste tuvo la tentación de reconocer la legitimidad del antipapa Victor IV. No obstante, a dicho papa sí que se lo reconoció legítimo en los feudos catalanes de Provenza, donde reinaba el sobrino de Ramón Berenguer III, un catalán casado con Riquilda, que era viuda del rey Alfonso VII de Castilla y sobrina del emperador Federico I "Barbaroja".

Ramón Berenguer IV se sentía dispuesto a rendir vasallaje al muy cruel emperador en 1159, porque tenía simpatía por el soberano alemán. Para el conde de Barcelona habría sido fatal contradecirle, y sabiamente se doblegó a su autoridad, pero de modo que tan sólo en la corte provenzal se reconoció oficialmente al antipapa Víctor IV. En otoño de 1161 el conde de Barcelona, por motivos políticos, aceptó incluso que la lejana Provenza fuese un feudo del emperador Federico I "Barbaroja", mientras en los condados catalanes del sur de los Pirineos se reconocía al verdadero pontífice Alejandro III. Y así continuó siendo a pesar de morir el soberano catalán el año siguiente.

El emperador "Barbarroja" aceptó la amistad que le ofrecía el conde de Barcelona por la necesidad que tenía de no crearse más adversarios, y se conformó con que en el sur de los Pirineos catalanes no apoyasen al verdadero pontífice, sino que permaneciesen neutrales (Paul Fournier "Le royaume d'Arles et de Vienne", p.20).

En el Archivo Capitular de Barcelona se conserva una encíclica del papa Victor IV contra el legítimo Alejandro III y sus partidarios, fechada el 19 de noviembre de 1160, que fue escrita en Pavía. En ella se lee que el emperador afirmaba que su antipapa era obedecido en: Hispania, condado de Toulouse y en la Provenza, así como en otros lugares. El 18 de agosto de 1162 "Barbarroja" incluso elogió al conde de Barcelona. Era el mismo año que se volcó contra Italia, destruyendo Milán. Allí capturó a media docena de ciudadanos principales y sólo a uno de ellos le dejó un ojo para guiar a los demás emisarios a parlamentar. Milán rápidamente capituló sin condiciones,… porque no sospechaban que la ciudad sería luego saqueada (excepto las iglesias). Para mayor desgracia, el emperador incluso mandó que toda aquella área ciudadana fuese derruida, arada y sembrada con sal.

El meollo del problema que hizo que hubiesen antipapas fue debido a que, al ser elegido Alejandro III (1159-1181), en mala hora se opuso al emperador Federico "Barbarroja", quien, prepotente por sus éxitos militares, optó por nombrar a Víctor IV, que fue un antipapa coronado en la basílica de San Pedro del Vaticano (murió el 20.4.1164, sucediéndole Pascual III). El resultado fue que el legítimo Alejandro III los excomulgó a los dos, envalentonado por la protección recibida del rey Luís VII de Francia (1137-1180). Allí el pontífice auténtico después debió refugiarse hasta 1165, año en que ya pudo regresar a la sede del Vaticano apoyado por otro emperador llamado Manuel Comneno de Bizancio (1143-1180). Fue en realidad exclusivo mérito del obispo Guillem de Torroja el que el conde de Barcelona nunca aceptase al antipapa impuesto por "Barbarroja", un hombre vigoroso y ambicioso que estuvo imbuido de las gestas de Carlomagno, debiendo renunciar a su objetivo inicial de imponer su autoridad desde Borgoña hasta Provenza. Las galeras provenzales y las de Pisa vigilaban conjuntamente las costas del Mediterráneo a fin de que el pontífice, residente entonces en Aviñon (Fr.), no pudiese regresar a Roma. En Cataluña, en cambio, hay cartas del año 1163 que confirman que Alejandro III era reconocido papa legítimo.

Entonces Alejandro III escribió a Guillem de Torroja agradeciéndole el haber sabido conservar en el seno de la Iglesia a Ramón Berenguer IV, para conseguir lo cual no se pude dudar que el obispo Guillem debió de desplegar argumentos de mucho peso con gran diplomacia, a lo que le contestó el sumo pontífice: "Recuerdo con cuanto cuidado y diligencia procurasteis atraer a nuestra devoción y a la de la Iglesia a aquel barón de digna memoria, Ramón, que fue conde de Barcelona, su tierra, y cuan solicito y cuidadoso habéis estado para animar y conservar en la misma devoción el cristianísimo hijo nuestro, Alfonso, ilustre rey de Aragón, hijo suyo…". Trascrito por J. de Zurita: "Anales del reino de Aragón", (libro II, cap.18 -folio 70). El original era escrito en latín y lo transcribió A. Rovira Virgili en su monumental obra: "Historia Nacional de Cataluña" (Ed. Bilbao 1.977- p.73).

"Barbarroja" después de la toma de Milán estuvo muy ocupado tratando de pacificar su propio reino, porque durante su ausencia su querido sobrino llamó a la sublevación general intentando derrocarle en vano. Una vez "Barbarroja" lo recuperó sus estados, armó un nuevo ejército y regresó a Lombardía, donde fue derrotado por la liga en Legnano (1171). Aquello menguó su prestigio, por lo que en Venecia finalmente debió acercarse al pontífice Alejandro III (1.8.1177). Así, ya reconciliado con el papa legítimo, "Barbarroja" en 1183 firmó la paz con la liga lombarda en la ciudad de Constanza. Además hizo otro pacto de paz con los normandos de Sicilia, acabando con casar a su hijo con la heredera de dicha isla. Enrique VI fue coronado rey de Germania, Nápoles y Lombardía en la catedral de Milán como sucesor de "Barbarroja", haciendo efectivo el primer paso hacia un nuevo orden mundial que llamó "Imperium Mundi", en el cual el poder espiritual estaría subordinado al emperador, siguiendo el modelo que existía de sus relaciones con el patriarca de Constantinopla.

Ni al sumo pontífice, ni a los templarios, ni al rey de Jerusalén les gustaba el revés dado al poder espiritualista, ya que suponían una amenaza para el clero. Con motivo de la muerte de Ramón Berenguer IV camino de la ciudad de Turín (6 de agosto de 1162), cuando iba a entrevistarse con el emperador Federico "Barbarroja", el papa de nuevo volvió a agradecerle al obispo Guillem de Torroja todas sus gestiones realizadas con objeto de que su hijo heredero Alfonso II de Aragón no se apartase de la Iglesia, añadiendo además grandes y sentidos elogios en favor del conde Ramón Berenguer IV, hasta culminar el escrito diciendo que: "…De no haber muerto, aún habría podido alcanzar otros grandes méritos". Una muestra más de lo agradecido que estuvo el Sumo Pontífice con Guillem de Torroja, lo tenemos en que Alejandro III intervino personalmente en los litigios de la colegiata de Sant Vicens de Cardona, y de Sant Ruf d'Avinyó, e incluso con carácter civil, en la bula papal dirigida al obispo de Urgel (11.10.1178), en la que reconoció la ciudad de Puigcerdà como capital de la Cerdaña. Las dos primeras colegiatas citadas estaban muy unidas a la comunidad monacal de Santa María de Solsona, de la población natal de la familia Torroja ¿Podría ello explicar el por qué en Solsona no se pagaron rentas al conde-rey hasta el año 1264?

También su hermano Arnau recibió demostraciones de gran estima por parte de dos mandatarios de su tiempo. En marzo de 1179 Alfonso II, que ya tenía veintidós años, en catalán vernáculo calificó a Arnau de Torroja como "Estimado en Cristo"; y aun más aprecio le demostró el sumo pontífice Inocencio III cuando lo consideró "consanguíneo del rey", lo cual fue debido por el matrimonio de su hermano Ramón II de Solsona (1163) con Gaia de Cervera, hermana de Ramón Berenguer IV. El dicho parentesco de los Torroja significaba también ser primos consortes de Alfonso II, futuro rey de la corona catalano-ragonesa. Por otra parte, tanto Guillem como Arnau de Torroja fueron cuñados de Guerau de Jorba, al casarse con él su hermana Saurina de Torroja.

PARENTESCO DE LOS CONDES DE BARCELONA CON LOS "PLANTAGENET"

El rey catalano-aragonés tenía lazos familiares con Enrique II de Inglaterra, pues mientras doña Petronila (que pasó a llamarse Peronella en la Corte de Barcelona) era la reina de la Corona de Aragón, su prima Leonor lo fue de Aquitania. El obispo Guillem supo mejor que nadie del parentesco con el rey de Inglaterra, y no dudó de verlo como a un buen colaborador y amigo del conde de Barcelona. Guillem también estaba informado de que en aquella corte inglesa llevaban una vida familiar muy azarosa.

Su hermano Arnau a lo largo de su vida vio como degeneraba aún más la relación entre la regia familia Plantagenet,幠ello a pesar de que justamente el muy refinado rey inglés Enrique II (1154-1189) en Europa fue el primero que tuvo en su corte un vanguardista baño de agua caliente para poder relajarse. De poco les sirvió.

Corría el año 1148 cuando se divulgó entre la nobleza un gran escándalo internacional. Toda la gente culta sabían que la heredera Leonor de Aquitania (1137 -1152), una excepcional y muy docta soberana, recién casada con el rey francés luís VII, se había empeñado en acompañarlo a la Segunda Cruzada militar en Tierra Santa (cosa insólita para una dama). Lo peor fue que tan sólo desembarcar allí se enamoró de su propio tío, príncipe de Aquitania, hasta el punto que al regresar a París se divorció de su regio esposo Luís VII.

Leonor era hija del duque Guillermo de Aquitania, que tiene mucho prestigio por haber sido el primer trovador que dejó sus obras escritas. También lo fue su hija, Leonor, que pasa por haber sido la "Gran Dama" ideal loada por el movimiento trovadoresco. Leonor, de muy fuerte carácter, dominó durante su segundo matrimonio el doble de territorio que su ex marido el rey de Francia. Hasta 1152 fue reina de Francia, y a partir de 1154 lo fue de Inglaterra y Aquitania juntas, pues al divorciarse se volvió a casar con el rey Enrique II, del que tuvo ocho hijos después de haber sido repudiada por su ex marido,… ¡acusándola de estéril!.

Siendo rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet, su esposa alcanzó el prestigio para ser considerada la "Reina de los Trovadores". Dominaba desde los Pirineos hasta Inglaterra, siendo la regia pareja los más firmes aliados de la Casa de Barcelona. Ambos apoyaron las difíciles gestiones del obispo Guillem de Torroja, pues los catalanes para mantenerse en Provenza debieron superar la férrea oposición del conde Raimundo V de Toulouse

Enrique II había extendido su poder sobre todas las Islas Británicas (Escocia e Irlanda incluidas), y su persona interesa a estas páginas porque ayudó al conde de Barcelona en el sitio de Toulouse del Languedoc en 1159, el mismo año que comenzó la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra. Enrique II mantuvo una estrecha relación con el obispo de Barcelona Guillem de Torroja desde que fue consejero del conde Ramón Berenguer IV. Probablemente cuando su hermano Arnau fue nombrado gran maestre de la orden del Temple también debió de tratar al rey de Inglaterra,… si es que no lo conocía de antes. Los Torroja y los Plantagenet se entenderían probablemente hablando en occitano, ya que Enrique II nunca habló inglés, ni tampoco sus tres hijos que heredaron sucesivamente el trono.

LAS GUERRAS BAUCENAS, EN LA CATALUÑA-NORTE

El injustamente olvidado obispo Guillem de Torroja, además de las relaciones con los aragoneses, desplegó su máximo poder diplomático para conseguir una plena vinculación con la otra parte de Cataluña situada al norte de los Pirineos. Pero no se podía desatender la zona al sur de Barcelona, porque una vez establecida la frontera catalana más allá del río Ebro, la Casa de Barcelona padeció confabulaciones de los castellanos que asesinaban a sus colaboradores, incluyendo al conde de Urgel, muy amigo del obispo Guillem de Torroja.

Durante la juventud del obispo Guillem de Torroja en realidad Cataluña, como nación, aún no existía, y Barcelona era sólo un simple condado. Las tierras peninsulares que habían invadido los musulmanes, antes de reducirse a lo que es hoy Andalucía, se llamaban Sepharad. Entonces los judíos a la fuerza tuvieron que adaptarse a los vencedores de las batallas, en todas las zonas reconquistadas por los cristianos de la muy dinámica Corte de León.

En cuanto a la Francia del siglo XII, aún no tenía unidad política (no fue consolidada hasta 1124, después de guerrear contra Inglaterra). Ramón Berenguer IV, en sus últimos años de gobierno se relacionó con el rey de Francia. Aquella política de buen entendimiento posteriormente no se interrumpió. A Ramón Berenguer II de Provenza, que era un acompañante del rey fallecido en el norte de Italia, el papa de Roma le expidió un diploma por el cual lo investía conde de la Baja Provenza, ratificando lo convenido tiempo antes.

El Condado de Toulouse, pertenecía a los Plantagenet, reyes de Inglaterra que hablaban francés y además tuvieron más influencia en Septimania que los francos. Fue así hasta que Ricardo "Corazón de León", más francés que inglés, renunció al Languedoc al casar a su hermana con el conde Raimundo VI de Toulouse. La gran capital del Languedoc está situada en el antiguo Camino de Santiago cuando, gracias al "Códice Calixtinus", el finisterre de Galicia empezaba a atraer multitudes. Claro está que habían conflictos continuos, pero es que además el conde Raimundo también estaba ubicado entre los dominios del conde de Barcelona y Enrique II Plantagenet. Éstos unieron sus fuerzas contra los toulousinos, repitiéndolo su alianza en campañas conjuntas contra Tortosa (1148) Lérida (1149), etc..

Ramón Berenguer III "el Grande" se había esforzado en hacer entrar el Condado de Provenza en la órbita catalana. Entre ambos condados catalanes se ubicaba su entonces aliado el conde de Trencavel (Carcasona, Albi, Beziers, etc.), haciendo posible que un siglo después durante ocho meses existiese una "gran confederación", por las alianzas de la Casa de Barcelona con los aragoneses, primero, y al mismo tiempo con los condados del norte del Pirineo catalán. El conde de Baus era partidario del conde Raimundo de Tolosa, y las llamadas Guerras Baucenas, entre 1142 y 1162, hacían necesario cuanto más apoyo mejor para Cataluña.

El conde de Toulouse estaba en discordia con los aquitanos del rey de Inglaterra y con el conde de Foix, quien fue siempre pro catalán sin reservas, siendo obligado Raimundo a repartir los condados al norte de los Pirineos con la Casa de Barcelona, que se quedó la zona comprendida entre el río Durance y el mar Mediterráneo (1125). La ayuda del rey Enrique II Plantagenet resultó definitiva para facilitar la reclamación catalana sobre Provenza, donde reinaba el hermano de Ramón Berenguer III "el Grande". Aquellas "Guerras Baucenas" se desarrollaron con mucha intriga y vigilancia por ambas partes, y sólo terminaron después de veinte años con la muerte de Ramón Berenguer IV, en 1162, cuando el obispo Guillem de Torroja logró que en sus estados reinase la paz.

Pero sucedió que en 1166 el conde Ramón Berenguer de Provenza, hermano del conde de Barcelona, fue asesinado en 1167, al dirigirse a sitiar la ciudad rebelde de Niza, dejando como heredera sólo una hija llamada Dulce. La regencia aragonesa, alegando la falta de descendencia masculina, consiguió, gracias a Guillem de Torroja, que el condado de Provenza fuera a parar a manos de Alfonso II "el Casto", por ser hermano de Ramón Berenguer III. Para conservar Provenza se hizo necesario combatir los levantamientos nobiliarios de la zona de la Camarga por los partidarios de Raimundo V de Toulouse.

Así fue como, al cabo de unos dias de ser elegido obispo, Guillem ya se encontró con apuros económicos. Se trataba de conseguir, como fuese, que los nobles provenzales, y los de otros condados del Sur de Francia, siguiesen en la órbitade la Casa de Barcelona. Para conseguirlo, se vio obligado a pedir varias veces cuantiosos prestamos en nombre de su protegido Alfonsito "el Trovador", porque las deudas en el Mediodía (actualmente francés), debieron de ser enormes. Imagino que, además de comprar voluntades, también se habrían acumulado deudas improrrogables. No sólo los templarios, y demás órdenes de caballería, colaboraron con Guillem de Torroja, sino que se exigió esfuerzos tributarios tanto a los clérigos como a los laicos de Cataluña, Aragón y del Sur de Francia. Es más, incluso se vieron obligados a pedir dinero al alcalde musulmán de Lérida ("Perg. de Alfonso I", carpeta 43, nº 58 y 75).

Conociendo la situación de los catalanes en el Sur de Francia, Arnau de Torroja (que entonces ya era maestre provincial de las órdenes del Temple y de Sión para las tierras de Provenza e Hispania) también debió de lamentar mucho el asesinato de Ramón Berenguer conde de Provenza, y más por haber sido ordenado tal magnicidio por el conde Raimundo V. Guillermo, tomando al rey-niño Alfonso II, rápidamente acudió a Provenza con un ejército para nombrar allí a un legítimo sucesor. Viajaba con su ejército, si bien una vez estuvieron allí se sintió impotente, pues aun cuando en la ciudad de Beziers lo apoyaban, no así Montpelier que apoyó a los toulousinos.

Dicha campaña en tierras de Provenza tuvo lugar a principios del año 1167, y las tropas catalanas llegaron hasta las orillas del río Ródano, publicando una escritura de la permuta de tierras que efectuó el pequeño rey con el arzobispo de Arles (a quien concedió facultad de tomar agua del río Durance), otorgada el mes de marzo del citado año en la casa que los caballeros templarios tenían en la zona de Montpelier. Allí probablemente Alfonso II y el señor de dicha población llamado Guillermo VII, hicieron buenas relaciones, pasando a ser un aliado del niño-rey, interviniendo en actos representándolo.Del dicho periodo recordaré, porque fue importantísima, la buena disposición del conde Guillermo de Montpellier, fiel a Cataluña, pero cobrando; no en vano se había enriquecido mediante prósperas actividades mercantiles.

Hay documentos acerca de que Guillermo de Montpelier fue protector del niño-rey ("curador"), probablemente designado por la reina Petronila al solicitárselo los provenzales al morirse su conde. Guillermo los atendió a todos durante su estancia en la Galia meridional. Durante unos once meses que estuvieron ausentes de sus estados peninsulares (no dos años seguidos, como parecen dar a entender algunos historiadores), el senescal y el obispo de Barcelona nunca dejaron de ejercer sus cargos de tutores, albaceas, "curadores" y corregentes en los asuntos del sur de los Pirineos. Por estar Provenza muy lejana, y además ser Alfonso II menor de edad, obviamente también necesitaron dejar un delegado de confianza en Provenza la primera vez que el rey Alfonso la visitó.

AUGE Y CAIDA DE LA CULTURA OCCITANA

Los mandatarios catalanes en Provenza sobreprotegían al rey-niño. Tanto cuidado no evitó que asistiese, como principal que era, a las fiestas que se hicieron en su honor. El muy rico comerciante y con categoría social de vizconde, en Montpelier les ofrecició unos banquetes amenizados con la máxima actuación musical de su tiempo. Con anterioridad los catalanes habían visto en sus calles actuar a los saltimbanquis y juglares, pero nunca a los trovadores que recitaban una lírica de gran calidad. El rey-niño no lo olvidaría jamás.

Durante el siglo XII toda Europa estaba impregnada de una férrea moral cristiana, y si hubo una excepción era Occitania y Provenza, pues tenian una cultura refinada y gozaban de grandes liberalidades para su época. Las letras de los posteriores trovadores catalanes incluso se cantaron en la más melodiosa lengua provenzal. Sus canciones no fueron de improvisación popular, sino que las letras eran escritas por especialistas teóricos, quienes no acabaron de renunciar a su trasfondo árabe. La guitarra y el laud árabes dieron nuevos aires a los restringidos cantos, antes exclusivamente excuchados dentro de las iglesias. De su éxito baste decir que traspasaron todas las fronteras alegrando las lúgubres veladas de las cortes. La clave estuvo en recitar melodías que ya no estuvieron controladas por los clérigos. Por entonces incluso la lectura del filósofo Aristóteles los europeos la tenían prohibida, y más aún leer la Biblia en lenguas vernáculas.

El año 1167 el rey-niño estaba ya enamorado y resultaba muy difícil de dominar. No se casó porque no pudo. Era muy joven -a pesar de considerable estatura- pero así y todo, le han otorgado tel mérito de cuanto hicieron sus corregentes prácticamente sin que él se enterase de nada. No es natural que un niño de doce años celebre personalmente un tratado de alianza, y tampoco que prepare su propio casamiento sin intervención de la madre o de los corregentes del reino.

Es anecdótico que, durante el sitio de Albaron (Provenza) el conde de Toulouse encontró la ocasión para hacerlo raptar, siendo rescatado, solitaria y audazmente, por el caballero Bertrán de Baus, quien huyó con Alfonso II al galope hasta lograr atravesar el río Garona, refugiándose en Arles. Por cierto, aquel jovenzuelo enamorado hasta la médula, al que llamo rey-niño, sería inexperto y un artista frustrado, pero era alto como todos los que le antecedieron en el trono, y como los que reinaron después de él.

Sus tutores y demás corregentes catalanes a partir de 1167 lograron afianzar su dominio sobre la Provenza, contando además con el apoyo del vizconde de Montpellier, del episcopado provenzal y de la Casa de Baux. Después del asesinato del conde Trencavel de Carcasona en 1170, gran aliado de Barcelona, los asesores corregentes de Alfonso II (entonces con 15 años) aprovecharon el conflicto entre Raimundo de Toulouse y Enrique II de Inglaterra para conseguir el vasallaje de numerosos señores occitanos, gracias a su condición de aliado de Enrique II.

Eran buenos tiempos para la corona catalana-aragonesa, porque en 1172 el Rosellón, por falta de heredero legítimo, también pasó a la Casa de Barcelona. Téngase en cuenta que por aquel entonces el joven Alfonso II, que tan grande aparece por sus hechos y tratados que firmó, tan sólo era un jovenzuelo con vocación de poeta y cantante.

Por cierto, después de su relación con los provenzales, el obispo Guillem de Torroja debió de tener la idea de aprovechar la moda del país vasallo, consistente en componer pemas en clave, que luego eran interpretadas en las cortes más refinadas de Europa por los nobles trovadores. No le sería nada difícil que el rey se entusiasmase con su idea de promocionarlo a él y a su reino de forma encubierta, alabándole bajo inocentes letras de canciones.

Ramón Berenguer V, con el nombre de Alfonso II de Aragón (1162-1196), también fue apodado con sobrados motivos "el Trovador", pues al igual que muchos nobles de su tiempo, escribió sus poesías en lengua provenzal. Todos los trovadores que salieron de la corte de Barcelona cantaron en provenzal (Bertrán de Born, Guillerm de Berguedà, etc.), y las historias catalanas se exportaron gracias a los séquitos de las bodas de la nobleza catalano-aragonesa, como estudió R. Olivar Bertrand en su libro: "Bodas reales entre Francia y la Corona de Aragón" (Barcelona 1947).

Ladinamente, utilizando la poesía provenzal cual arma publicitaria, Guillem procuró encontrar a nobles que divulgasen encubiertamente por todo el orbe católico las virtudes de su soberano catalán. Atrajo a la corte catalana los poetas que fueron más aptos (que fuesen "de fiar") para, una vez instruidos, enviarlos desde Barcelona, de corte en corte donde popularizaron poesías llamadas "serventesios" (serventès), con letras capciosas y subliminales que, para mayor dificultad, estaban escritas en lengua occitana (Oc). Las reglas iniciales las había dictado Leonor de Aquitania con el título: "Tractat d'Amor i el seu remei", siendo redactadas por un sacerdote. (Posteriormente, los serventesios aun sirvieron para minar la moral de los enemigos).

Midiendo las consecuencias, Guillem de Torroja promovió profundos cambios en la sociedad, fijándose con la esplendorosa cultura que había florecido al norte de los Pirineos catalanes. Se refinaron las costumbres y la sociedad se impregnó también de los ideales del tipo caballeresco que devolvieron a las damas la respetabilidad. Fue la revolución de la sensibilidad y la exaltación de los valores humanos mirando a la Provenza, una tierra que estaba predestinada a unirse con Cataluña, pero en cada testamento de sus condes-reyes se acababa por evitarlo. Alfonso II (1162-1196) heredó Aragón por parte de su madre, y de su padre el condado de Barcelona, y años después el de Provenza (1166) al fallecer sin descendientes su primo el conde Ramón Berenguer. Omitiré los siguientes acontecimientos pues procuro no referirme a asuntos sucedidos después del año 1184, cuando falleció Arnau de Torroja.

Cuando en octubre de 1179 estalló la rivalidad entre los condes de Barcelona y Toulouse del Languedoc, el maestre provincial del Temple, Arnau de Torroja se comprometió a dar protección al séquito (entre los que viajaba su propio hermano Guillem) durante los viajes del soberano catalán, realizados con objeto de que los revolucionarios nobles provenzales volviesen a ponerse bajo su obediencia. Alfonso II aceptó la sumisión jurada del vizconde de Carcasona y Besiers por unos castillos,… que años después se perdieron al atacarlos los cruzados, debido a que la gente que vivía cerca de la bella y muy tolerante ciudad de Minerva, e igualmente todos fueron tratados como herejes cátaros. Antes de aquel tiempo de grandes horrores, y gracias a la dicha sumisión a los catalana-aragoneses, hay que decir que el conde de Carcasona recobró la tranquilidad en sus feudos, ya que por aquel entonces aún nadie podía imaginarse en todo el Sur de Francia que les caería encima un ejército de cruzados bendecidos por el sumo pontífice de Roma. Tampoco preocupaba que el emperador "Barbarroja" hubiese sido coronado en Arles el verano anterior. Por cierto, a aquella ceremonia no asistió el conde de Provenza, pero en cambio sí que estuvo, agasajándolo, el conde de Toulouse del Languedoc.

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